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renovación espiritual
Henrique Cristiano José Matos, cfmm
Introducción
4.1. La Lectura
4.2. La Meditación
4.3. La Oración
De hecho, como nos dice San Juan Crisóstomo (+ 407), esta oración,
o diálogo con Dios, “es un bien incomparable, pues nos pone en comunión
íntima con el Señor (...) Pero no es sólo en el momento concreto dedicado
a rezar cuando debemos elevar a Dios nuestro espíritu; también en medio
de las más variadas tareas es necesario conservar siempre viva la
aspiración y el recuerdo de Dios, a fin de que todas nuestras obras,
condimentadas con la sal del amor de Dios, se conviertan en alimento
agradable para el Señor...” (Homilía 5, De precautione).
4.4. La Contemplación
En este cuarto paso la experiencia de Dios se intensifica y
profundiza. Fijamos nuestra mirada y nuestro corazón en Dios (Pablo VI)
y vemos la realidad a la luz de su Palabra. Aprendemos así a “pensar
conforme a Dios” (cf Mt 16,23) y a interpretar cada situación según “el
pensamiento del Señor” (cf 1 Co 2,16). La realidad se vuelve diáfana y
penetramos en la esencia de las cosas, donde vislumbramos y saboreamos
la presencia viva, amorosa y creativa de Dios.
“1) Leer y releer, cada vez más, hasta conocer lo que está escrito;
(3)- Ibid., p. 26
(7)- Ibid., p. 61