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SHOCK EN TRAUMA
Integrantes:
Aguirre, Milagros
Bernardo, Yilany
Filós, Jerilee
Lambis, Raquel
Muñoz, Milena
Ponte, Omar
Ramírez, Bruno
Vega, Iris
Villar, Jeanette
Barboza, Alberto
Los accidentes, agresiones físicas y otros tipos de violencia constituyen las principales causas
de muerte en Panamá en los grupos de edades que van desde los 5 hasta los 44 años; de todos
ellos, el trauma es el agente más importante.
La hemorragia traumática es causa directa del 30 al 40% de las muertes en el paciente
politraumatizado, siendo la segunda causa de muerte tras la lesión del sistema nervioso central.
La hemorragia traumática fatal es un problema agudo primario: el 36% de los pacientes
fallecidos en el lugar del accidente lo hacen por exanguinación; pero también es un importante
problema secundario, ya que las exanguinaciones se producen dentro de las primeras 48 horas,
siendo una de las primeras causas de muerte precoz en el paciente politraumatizado.
El shock es un estado patológico asociado a determinados procesos, cuyo denominador común
es la existencia de hipoperfusión e hipoxia tisular en diferentes órganos y sistemas y que, de no
corregirse rápidamente, produce lesiones celulares irreversibles y fracaso multiorgánico.
El shock tiene una elevada mortalidad a corto plazo, y cuanto más dure esta situación, sin una
intervención precoz, más probable será el daño a diversos órganos (fracaso renal, distress
respiratorio agudo, insuficiencia hepática, coagulopatía, etc.).
I. FISIOLOGÍA CARDÍACA BÁSICA.
El gasto cardíaco es el volumen de sangre bombeado por el corazón por minuto ( 4 a 5
L/min) y está determinado por el producto de la frecuencia cardíaca y el volumen sistólico.
Éste último es la cantidad de sangre bombeada en cada contracción cardíaca y tiene tres
determinantes: 1. La precarga, 2. La contractilidad del miocardio y, 3. La postcarga.
La precarga es el volumen del retorno venoso al corazón y está determinada por la
capacitancia venosa, el estado de la volemia y la diferencia entre la presión media del sistema
nervioso y la presión de la aurícula derecha. Ésta presión diferencial determina el flujo
venoso. El sistema venoso puede ser considerado un reservorio en el que el volumen de
sangre puede ser dividido en dos componentes; un componente no contribuye a la presión
media venosa sistémica y no es más que el volumen que permanecería en éste circuito de la
capacitancia si la presión en el sistema fuera cero. El segundo componente, más importante,
representa el volumen venoso que contribuye a la presión media venosa sistémica. Se estima
que casi el 70% del volumen total de sangre está localizado en el circuito venoso. La pérdida
de sangre depleta éste segundo componente del volumen venoso, reduce el gradiente de
presión y, como consecuencia, reduce el retorno venoso.
La Ley de Frank Starling relaciona la longitud de la fibra del músculo con las
propiedades contráctiles del músculo cardíaco y es el volumen de sangre venoso que retorna
al corazón el que determina la longitud de ésta fibra miocardica luego del llenado del
ventrículo al final de la diástole. La contractilidad miocardica es la bomba que hace funcionar
al sistema.
La postcarga es la resistencia vascular sistémica (periférica), o mejor dicho, la
resistencia con la cual se encuentra la sangre en su flujo hacia adelante.
No hemorrágico:
o Cardiogénico.
o Neumotórax a tensión
o Shock neurogénico
o Shock séptico
C. Tratamiento Específico:
Terapia inicial con líquidos: se utilizan soluciones electrolíticas isotónicas calentadas
para la reanimación inicial. Este tipo de líquido proporciona expansión intravascular
transitoria y luego estabiliza el volumen vascular debido a las pérdidas en el espacio
intersticial y el espacio intracelular. La solución de Lactato Ringer es el líquido inicial
de elección, el suero fisiológico es la segunda opción. Se administra un bolo inicial
calentado tan rápidamente como sea posible. La dosis usual es 1 a 2 litros para el adulto
y 20 ml/kg para un paciente pediátrico. La cantidad de líquidos y sangre requerida para
la reanimación es difícil de predecir en la evaluación inicial del paciente. Una guía
empírica para estimar la cantidad total requerida de cristaloides es reemplazar cada
mililitro de pérdida de sangre con 3 ml de soluciones de cristaloides, permitiendo con
esto la restitución del volumen plasmático perdido, esto es conocido como la regla del 3
por 1; sin embargo, es más importante evaluar la respuesta del paciente a la
reanimación con líquidos y tener evidencia de una adecuada perfusión y oxigenación de
los órganos (débito urinario, nivel de conciencia y perfusión periférica).
Reemplazo de sangre: la decisión para comenzar la transfusión de sangre se basa en la
respuesta del paciente. El propósito es restaurar la capacidad del transporte de oxígeno
del volumen intravascular. Se prefiere utilizar sangre con pruebas cruzadas y tipo
específico, si no hay disponible tipo específico se indica transfusión de tipo O en los
pacientes con hemorragia de exanguinación. Para evitar sensibilización y
complicaciones a futuro, se prefiere el grupo Rh negativo para las mujeres en edad
fértil.
D. Decisiones Terapéuticas basadas en la respuesta inicial a la reanimación con
líquidos.
La respuesta del paciente a la reanimación inicial con líquidos es la llave para
determinar la terapia subsiguiente. Habiéndose establecido un diagnóstico preliminar y
un plan basado en la evaluación inicial del paciente, el médico puede modificar el
manejo basado en la respuesta del paciente a la reanimación inicial, además se
identifica aquellos pacientes cuya pérdida de sangre era mayor a lo estimado, y a
aquellos que continúan sangrando y que necesitarán de una intervención quirúrgica para
el control de la hemorragia interna. Adicionalmente, limita la probabilidad de
sobretransfusión o transfusión innecesaria de sangre en aquellos pacientes cuyo estado
inicial era desproporcionado a la cantidad de pérdida de sangre. Los patrones
potenciales de respuesta pueden dividirse en 3 grupos: la respuesta rápida, la respuesta
transitoria y la respuesta mínima o nula a la administración inicial de líquidos.
El choque hemorrágico presenta una alta mortalidad, relacionada de forma estrecha con
la magnitud y duración de la agresión isquémica.