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REVISTA SEMANA

MAYO 23 de 2020
EDICION 1986

PORTADA
¡La cosa está dura en la economía!
Los pronósticos de desempleo, pobreza y crecimiento son desalentadores. Será necesario
aumentar la deuda y buscar mayor austeridad. Pero a pesar de los esfuerzos del Gobierno,
los colombianos
van a quedar un
poco más pobres.

Nunca en la
historia los
pronósticos sobre
la economía
habían cambiado
tanto, tan rápido y
tan mal. Cuando
llegó la pandemia,
las multilaterales y
los analistas
anticipaban una caída grande y transitoria de la economía mundial, pero con posibilidades
de una recuperación relativamente rápida para 2021. Lo que los economistas llaman
recuperación en forma de V. Hoy casi todos hablan de la peor depresión desde la gran crisis
mundial de 1929 y de una recuperación más lenta, en forma de U. Las consecuencias
sociales de este cambio de letras son impredecibles.
En la última semana han salido todo tipo de estudios y voceros que presagian el desastre.
El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, ya advirtió que esta
tiene pinta de ser una recesión sin precedentes en la historia de su país. El Fondo Monetario
Internacional (FMI) cree que la pandemia agravará las vulnerabilidades financieras
acumuladas por años, y la Cepal advirtió que en 2020 se disparará el desempleo en América
Latina, hasta sumar 11,5 millones más de desocupados.
En Colombia los pronósticos no fueron menos dramáticos. La Universidad de los Andes dijo
que la pobreza podría subir al menos 15 puntos, con un retroceso de 20 años en materia de
desarrollo económico y social. Bancolombia, al revisar sus proyecciones, advirtió que la
economía caerá este año a niveles históricos cercanos al 6 por ciento.
Incluso, el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, que por su cargo suele adobar todo
pronóstico económico con un bálsamo de optimismo, no le hizo el quite a la dura realidad.
Esta semana reconoció que el segundo trimestre será el peor en la historia del país, y la
economía podría caer 5,5 por ciento en el año completo.
Para tener una dimensión del tema basta darle una ojeada a la destrucción del empleo en
Estados Unidos, que alcanzó cifras inéditas: en nueve semanas ya más de 38,6 millones de
ciudadanos piden subsidios para sobrevivir. Los billonarios paquetes de ayuda a empresas
y familias en Europa, la volatilidad de los mercados y la crisis de confianza de los
inversionistas y los consumidores dan cuenta de que la cosa será más difícil de lo pensado.
La nueva situación de los colombianos comenzará a quedar en evidencia con las cifras de
desempleo y pobreza que el Gobierno divulgará en las próximas semanas.
En abril, las proyecciones del FMI y del Banco Mundial vaticinaban un sombrío panorama
para 2020, con caída del 3 por ciento. Hoy esos pronósticos se han duplicado. A pesar de
los esfuerzos de los Gobiernos por salvar sus economías, el planeta entero quedará bastante
más pobre que a final de año. El ministro de Hacienda acaba de confirmar lo que muchos
intuían: que este trimestre será el peor de la historia del país.
A la caída del producto interno bruto (PIB) hay que sumarle el aumento del endeudamiento,
que ya bordea el 60 por ciento del PIB –casi 10 puntos por encima del nivel actual– como
consecuencia de las medidas para controlar los daños económicos de la pandemia.
“El Gobierno no será chichipato” a la hora de gastar ni tiene miedo de tomar las medidas
necesarias para reactivar la economía, dijo un envalentonado Carrasquilla al anunciar que
seguirá inyectando ayudas a familias y empresas para pasar este trago amargo.
Pero otros centros de estudios, analistas y gremios plantean escenarios iguales o más
preocupantes. El más radical es el de la Universidad de los Andes con el aumento de la
pobreza en 15 puntos y el retroceso en 20 años.
Fedesarrollo, en su panorama más pesimista, estima una contracción del 7,9 por ciento.
Asobancaria proyecta una contracción entre el 2,9 por ciento y el 4,8 por ciento, con
aumento sustancial del desempleo entre el 19,8 y el 22,5 al cierre del año.
El presidente de la Andi, Bruce Mac Master, dijo esta semana, en un foro de revista Dinero
sobre reactivación, que abril y mayo dejan una idea muy preocupante sobre “lo que
probablemente está pasando en destrucción de empleos, e incremento de la pobreza y la
pobreza extrema” que se verá más adelante.
Críticos y amigos del Gobierno coinciden en que las medidas de aislamiento preventivo han
servido para frenar el avance del coronavirus y evitar un colapso en los sistemas de salud.
Pero también que la cuarentena le está pasando una costosa factura a la economía. Las
cifras que comienzan a salir así lo revelan.
El país arrancó el año con fuerza y en el primer bimestre la economía crecía a un ritmo del
4,1 por ciento, pero en marzo sufrió un tremendo revés. Esto llevó a que en el trimestre el
crecimiento fuera de solo 1,1 por ciento, es decir, 1,8 por ciento menos que en el mismo
periodo de 2019. Comparado con la mayoría de países de la región y varios desarrollados,
que reportaron caídas importantes en el PIB durante el primer trimestre, el caso de
Colombia resultó menos dramático. Pero las cifras no dan para cantar victoria.
La caída en marzo, del 4,9 por ciento, significó un frenazo y la explicación es ya conocida: la
enorme incertidumbre ante el inicio de una inédita cuarentena.
El deterioro se acentuó en abril, cuando se endurecieron las medidas de aislamiento. La
actividad productiva pasó de crecer por encima del 4 por ciento a desplomarse casi 5 por
ciento. Para el director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, eso significa que la cuarentena
produjo una contracción cercana al 36 por ciento.
Esta desastrosa contracción tuvo como consecuencia lógica un impacto sobre el mercado
laboral, que ya lo había sentido en marzo, cuando solo hubo diez días de aislamiento
obligatorio. El desempleo en Colombia llegó ese mes a 12,6 por ciento, es decir, 1,8 puntos
porcentuales más que el mismo mes del año anterior y el peor registro en la última década.
Esto significa 290.000 desocupados más, por lo que el número ya alcanzó la triste cifra de
2,9 millones de personas sin trabajo.
Pero hay un dato más preocupante. En marzo casi 1,6 millones de personas perdieron su
puesto, aunque no pasaron a ser desempleadas, pues metodológicamente se requiere que
hayan buscado trabajo para entrar en esa categoría. Pero no pudieron hacerlo por la propia
cuarentena.
Esto implica niveles de desocupación sin precedentes y así lo calculan ya analistas de
Bancolombia, que prevén que este indicador podría llegar este año a bordear el 20 por
ciento.
El economista Eduardo Lora cree que las cifras de marzo pueden ser un poco engañosas y
que en realidad pudieron desaparecer más empleos. “Eso quiere decir que las cifras de abril
son brutales y veremos que los empleos cayeron de 4 a 4,5 millones de personas, la mitad
de ellos informales”.
Esto implica niveles de desocupación sin precedentes y así lo calculan ya analistas de
Bancolombia, que prevén que este indicador podría llegar este año a bordear el 20 por
ciento.
Mauricio Santamaría, director de la Anif, cree que, por efectos de las medidas de
aislamiento social, los ingresos laborales de los hogares caerían hasta 12,8 billones de pesos
para finales de mayo. Un aislamiento hasta finales de julio causaría en la economía un daño
de mayor magnitud: una pérdida de ingresos de los hogares de 30 billones de pesos.
Con un agravante: las clases medias vulnerables, o sea, aquellas que en las últimas décadas
salieron de la pobreza, así como los hogares de ingresos más bajos dependen de sectores
muy débiles ante la crisis. Por eso serán los más afectados, y eso tendrá impacto en los
niveles de pobreza y desigualdad.
El aumento de la pobreza y la pérdida de empleos y de tejido empresarial es enorme. La
reactivación, en términos seguros de salubridad, no da espera.
Un estudio de la Universidad de los Andes estima que la pobreza podría treparse casi 15
puntos porcentuales. Eso equivaldría a devolver al país casi dos décadas, cuando esta
condición afectaba a más del 40 por ciento de la población. La pobreza en el país pasó del
49,7 por ciento en 2002 a 27 por ciento en 2018.
El estudio va más allá y explica que la disminución de la pobreza en Colombia se ha
traducido, sobre todo, en crecimiento de una clase media frágil. O vulnerable: hogares con
niveles de ingreso y consumo apenas superiores a las líneas de pobreza, pero no suficientes
para acumular capital.
El Gobierno lanzó una batería de medidas para mitigar los impactos sobre las compañías.
Sin embargo, apenas se harán efectivas la próxima semana.
Estos hogares son los más sensibles a cualquier cambio económico por la alta informalidad
y porque muchos se ganan la vida por cuenta propia o con fuentes de ingreso asociadas a
los sectores más afectados, como restaurantes, bares, turismo y entretenimiento, entre
otros.
El estudio dice que esta crisis podría llevar a la pobreza a casi 7,3 millones de personas, lo
cual traería un impacto en los niveles de desigualdad que significará retroceder a niveles de
comienzo de siglo.
El Gobierno ha reaccionado para proteger los ingresos de las familias con instrumentos
como la devolución del IVA a los hogares más vulnerables, y los giros adicionales a los
programas sociales, como Colombia Mayor, Familias en Acción y Jóvenes en Acción, y la
nueva iniciativa de Ingreso Solidario. Estas decisiones son las correctas, y tal vez las únicas
posibles. Pero como destaca Lora, si bien resultaron oportunas, son insuficientes para
atender la enorme necesidad de las familias pobres y vulnerables.
Nada ‘chichipatos’
Además de las ayudas a las familias, el Gobierno lanzó una batería de medidas para mitigar
los impactos sobre las compañías. Sin embargo, apenas se harán efectivas la próxima
semana, cuando empezarán a desembolsar los subsidios a la nómina para las micros,
pequeñas y medianas empresas a fin de garantizar el empleo.
Se trata de un programa que entregará ayudas de 350.000 pesos por trabajador a las
compañías con más de tres empleados, que por la pandemia vieron caer sus ventas más del
20 por ciento.
La iniciativa está bien encaminada, pero quizás llega tarde y en una proporción menor a la
requerida. Como dirían los gringos, “too little, too late”. Al fin y al cabo, aparece cuando
muchos empresarios ya han cerrado negocios y despedido gente.
Lora y el exministro de Comercio, Jorge Humberto Botero, habían advertido esta situación
a comienzos de abril, cuando pidieron al Gobierno adoptar con urgencia salvavidas para las
compañías.
El ministro de Hacienda ha calculado en 2 billones de pesos mensuales el costo fiscal del
programa de ayuda a las empresas que durará tres meses. Ante la insistencia de algunos
gremios y analistas, también incluirá a las personas naturales que generen más de tres
empleos.
Las cifras resultan insuficientes para atender las necesidades del sector productivo y de las
familias. Pero, según Carrasquilla, ya están comprometidos 30 billones de pesos. Es decir,
casi 3 puntos del PIB.
Una cifra similar ha dispuesto el Gobierno para mantener la liquidez de las compañías en
forma de créditos en condiciones especiales de tasa y plazo y con el aval del Fondo Nacional
de Garantías (FNG). El Gobierno ha puesto su confianza en los préstamos al sector
productivo para reflotar la economía. Y subió las garantías del Estado a los créditos, por
medio del FNG, que ahora llegan al 80 por ciento. O sea que si una empresa que pidió un
crédito en un momento dado no puede pagarlo, el Gobierno le responde al banco en esos
porcentajes.
Algunos cuestionan en montos y oportunidad las cifras de Carrasquilla sobre lo que el
Gobierno le ha inyectado a la economía. El excodirector del Banco de la República Salomón
Kalmanovitz insiste en que los datos oficiales del FMI indicarían que el gasto efectivo ha sido
muy modesto: apenas 1,8 por ciento del PIB. Mientras que Mac Master lo califica de ‘muy
tímido’, y Lora cree que ha tardado mucho.
La crisis abre para el país la oportunidad de hacer a corto plazo las reformas tributaria,
laboral y pensional que requiere.
Este respaldo es inferior al que han ofrecido países de la región como Chile y Perú, que han
comprometido hasta del 10 por ciento de su PIB para enfrentar la crisis. Ni qué decir de
Estados Unidos, que ya anunció 12 por ciento, o Alemania, con un 22 por ciento. Se trata
de una crisis inédita que requiere medidas extraordinarias.
Conseguir la plata y endeudarse a niveles descomunales es la única opción y esto puede
encender las alarmas fiscales, entre otras razones porque la economía apenas empezaba a
recuperarse cuando apareció la pandemia. Sin embargo, el Comité de la Regla Fiscal,
consciente de este tema, ya autorizó una meta de déficit fiscal –la diferencia entre los
ingresos y los gastos– del 6,1 por ciento del PIB para 2020. En 2019 fue del 2,5.
¿Hora de reformas?
Los cálculos preliminares indican que la deuda pública del país podría aumentar alrededor
de 10 puntos del PIB.
La situación lo amerita y nadie discute un incremento en la contratación de deuda, que
podría disparar el déficit fiscal vigente en este momento. Pero luego habrá que pagar esa
cuenta en un par de años, y todo el país deberá estar dispuesto a hacer sacrificios en
términos de austeridad del gasto, adopción de las reformas necesarias, y, especialmente,
en un proceso de reactivación de la economía. Porque el crecimiento en el mediano plazo
será el único camino para solucionar los problemas económicos y sociales.

Santamaría dice que todo lo que el país invierte ahora lo tendrá que pagar en algún
momento. “Y no hay otra manera que con impuestos. Eso nos va a exigir un esfuerzo y es el
momento para lograr una reforma tributaria que de verdad sea estructural”, advierte.
Lora fue economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y es un experto en
crisis económicas, pues trabajó en los noventa apoyando a varios países de la región en este
frente. Con esas credenciales, cree que la crisis actual le ofrece la mejor oportunidad al país
para adoptar las reformas clave que necesita en materia tributaria, laboral y pensional, las
mismas que ha aplazado por años.
Esperar a que pase la crisis para reabrir los debates sobre ajustes a los ingresos tributarios,
la eficiencia del gasto, la financiación de las pensiones o incluso la venta de activos quizás
suena políticamente correcto. Pero para ese momento de pronto sea tarde. Por eso, Lora
sugiere empezar a trabajar en estos temas y convocar un gran acuerdo, que de la mano de
un liderazgo adecuado haga realidad estas iniciativas.
El presidente Iván Duque ha dicho que este no es momento para pensar en reformas
tributarias. Pero académicos y analistas coinciden en que es necesario hacer los cambios
que permitan mejorar la estructura fiscal, el mercado laboral y la sostenibilidad pensional.
El director de la Anif, Mauricio Santamaría, ha dicho que esta crisis debe propiciar una
reforma tributaria que mejore los ingresos requeridos para reducir la pobreza.
A pesar de los mensajes tranquilizantes del Gobierno, una reforma tributaria resulta
inevitable, ya que por efectos de la crisis habrá una fuerte caída en los ingresos fiscales
tanto a nivel nacional como regional.
La Dian ya advirtió que el recaudo se ha reducido por efectos de la pandemia en más de 2
billones de pesos mensuales y calcula que para final del año el hueco fiscal se elevará a casi
15 billones de pesos. Solo en abril, el recaudo se redujo en 75 por ciento, ha dicho José
Andrés Romero, director de la entidad.
También los recaudos han caído en las regiones. Un informe de la Federación Nacional de
Departamentos calculó en 45 por ciento la pérdida de ingresos durante abril. Estos entes
territoriales habrían recaudado 352.000 millones de pesos menos el mes pasado en
comparación con el mismo periodo de 2019.
Trabajar para que el país por fin modernice su estatuto tributario, su sistema pensional y su
estructura laboral son temas clave. Pero será necesario generar consensos y para hacerlo
habrá que dejar de lado las ideologías.
En el corto plazo también será fundamental lograr una reapertura gradual y segura de
distintos sectores. Las críticas cifras demuestran lo catastrófico que hubiera resultado
mantener un confinamiento por mucho tiempo.
La deuda podría dispararse al 60 por ciento. Ese riesgo está calculado, pero el país tendrá
que pagarlo en algún momento.
La esperanza está centrada en que la peor parte de la covid-19 haya quedado atrás en la
medida en que las normas de distanciamiento social se van flexibilizando y el cumplimiento
de la cuarentena es menos estricto. Además, como se convertirá en una enfermedad
endémica, será necesario trabajar en mejorar estilos de vida y confianza para retomar las
labores.
La recuperación de la economía tomará algún tiempo y su velocidad dependerá de varios
factores, como la disciplina social para mitigar los contagios, el impacto definitivo de la
cuarentena en el desempleo, el impacto de las medidas de alivio para reactivar sectores. Y,
sobre todo, del retorno de la confianza.
Asimismo, el Gobierno tendrá que evaluar constantemente las medidas económicas para
aumentar las ayudas en los sectores y familias que más lo requieren o ‘graduar’ y reducir
los aportes a aquellos que ya empiecen a volar solos.
Esta crisis le está generando al país una nueva oportunidad para modernizar viejas
estructuras que ya no funcionan, trabajar unido por transformarlas y reactivar la confianza.
Esa será la clave para imprimirle una nueva velocidad a la reactivación.

Cauca grita con dolor: radiografía de la violencia en esa región


Este departamento vive un preocupante recrudecimiento de la violencia. SEMANA cuenta
detalles de cómo y por qué llegaron estos niveles de barbarie, que el año pasado dejaron
una cifra cercana a los 1.000 muertos. Disidencias, ELN, Clan del Golfo y carteles
mexicanos operan allí.
Quizás la mayor
preocupación que hoy
vive el Cauca es que se
normalice la barbarie.
Desde hace un poco más
de dos años, en las áreas
rurales de esa región los
pobladores viven al límite
de ser alcanzados por una
bala de fusil. Hay miedo,
dolor, zozobra, grupos
armados con mentalidad
de mafiosos mexicanos, masacres, pero todo sigue como si nada: la violencia parece
sentirse cómoda en este lugar.
En los 29.000 kilómetros cuadrados y 42 municipios del Cauca hay al menos seis grandes
estructuras criminales herederas de las Farc, agrupadas en el Comando Coordinador de
Occidente. También hay presencia del Clan del Golfo, herederos del paramilitarismo, y de
dos frentes del ELN. Todo ese coctel delictivo libra una guerra por el control de cultivos
ilícitos, laboratorios de procesamiento, rutas estratégicas para sacar la droga hacia el
Pacífico caucano, explotación ilegal de reservas naturales de donde extraen oro y tráfico de
armas que entran por el sur de Colombia.
A pesar de la guerra declarada, esas estructuras criminales solo han combatido
tímidamente entre ellos. En contraste, contra la población civil despliegan una sevicia solo
comparable con los años noventa, cuando las Farc y paramilitares arrasaban pueblos
completos y masacraban cientos de personas ante la mirada atónita del país. En el
recrudecimiento de la violencia en el Cauca han asesinado a más de 3.200 personas en los
últimos cuatro años, según datos de la Policía Nacional. Matan políticos, guardias indígenas,
líderes sociales, ambientales, dirigentes campesinos, excombatientes de las Farc,
presidentes de juntas de acción comunal, afrodescendientes, niños. Y a todo aquel que
desacate una orden como salir cuando los violentos decretan toque de queda, por ejemplo.
El arzobispo de Popayán, Luis José Rueda Aparicio –recientemente trasladado por el papa
Francisco a Bogotá– dice que el nivel de violencia en ese departamento cayó a niveles
infrahumanos. Cauca tiene todo lo que la criminalidad anhela: dos cordilleras, amplias zonas
rurales, bosques, montañas, cultivos de marihuana en el norte, coca en el sur, abandono
estatal, salida al océano Pacífico, ríos que albergan oro, pasos porosos y, lo más importante,
su ubicación en el suroccidente, cerca de Ecuador, allá en la otra Colombia donde los hechos
no copan los titulares de prensa.
Cuando Colombia y el mundo tratan de hacerle frente a la covid-19, en el Cauca, de lejos,
ese es uno de los males menores. Desde el inicio de la cuarentena nacional, el 21 de marzo,
han asesinado a 37 personas, según cálculos del gobernador Elías Larrahondo. Esto, en un
departamento con 1.464.000 habitantes, es una cifra alta y más en una temporada de
confinamiento.

Los líderes sociales componen el grueso de esa lista de asesinatos en cuarentena: 28 fueron
brutalmente atacados por estas estructuras criminales. Uno de ellos, Álvaro Narváez, fue
masacrado junto a tres de sus familiares mientras cenaban en su casa en Mercaderes, sur
del departamento. Disidentes de las Farc llegaron fuertemente armados y descargaron tres
proveedores de fusil –cada uno de 35 cartuchos– sobre la humilde vivienda.
El resurgir de la violencia
¿Por qué ese nivel de violencia y el recrudecimiento del conflicto en el Cauca? La respuesta
depende de la orilla política que la emita. Elías Larrahondo, gobernador del Cauca, cree que
el Gobierno nacional no ha hecho lo suficiente. “Hay territorios donde hace falta que llegue
la institucionalidad, especialmente con inversión”, asegura.
En el Cauca hubo un periodo de paz durante menos de 24 meses, tras la salida del sexto
frente y la columna Jacobo Arenas de las Farc en el marco del proceso de paz. La dicha duró
hasta 2017, cuando narcotraficantes aportaron su brazo financiero para rearmar a aquellos
excombatientes inconformes con lo pactado en La Habana.
Los narcos necesitaban una fuerza de choque para hacerle frente a los indígenas, que, con
el fin del conflicto, iniciaron un proceso de armonización del territorio. Ese plan espiritual
contempla desterrar los cultivos ilícitos de sus corregimientos y veredas.
Los grandes cultivos de marihuana de los 13 municipios del norte empezaron a peligrar por
la acción decidida de la guardia ancestral. La primera estructura en aparecer en Miranda,
Corinto, Caloto y Toribío, denominada el ‘triángulo de oro de la marihuana’, fue la columna
disidente Dagoberto Ramos.
Las organizaciones ancestrales respondieron con la misma estrategia aplicada con las Farc:
esperar una citación formal para ponerles los puntos sobre las íes respecto al control
territorial y armonización del territorio.
En su primera comunicación hicieron circular una lista con más de 100 nombres de
comuneros indígenas declarados objetivo militar. Las organizaciones ancestrales
respondieron con la misma estrategia aplicada con las Farc: esperar una citación formal
para ponerles los puntos sobre las íes respecto al control territorial y armonización del
territorio. Pero las disidencias no hablan, actúan. Desde 2017 hasta el primer trimestre de
2020 asesinaron a 121 guardias y gobernadores indígenas solo en el norte del
departamento, límites con Valle del Cauca, Tolima y Huila. Un genocidio silencioso y
sistemático.
Con los primeros asesinatos las disidencias dejaron claro que sus principales aportantes
eran emisarios de carteles mexicanos. Los cadáveres aparecían con señales de tortura,
desmembramientos y mensajes terroríficos para sembrar miedo y obligar a masivos
desplazamientos.
La estrategia de miedo no impresionó a los indígenas, acostumbrados a hablarles sin
titubear a las Farc y llegar con mingas gigantes a los campamentos para reclamar por las
acciones violentas contra sus comunidades.
Con las disidencias quisieron hacer lo mismo, pero nunca las encontraron. Se mueven
rápido y no permanecen en el mismo lugar. Atacan con pequeños grupos y siempre a
objetivos previamente estudiados. Operan como una gran banda de sicarios que se refugia
en las montañas y vela porque nadie interrumpa la línea del narcotráfico en ninguna de sus
fases.
Los indígenas optaron por organizarse y plantar guardia las 24 horas en sus territorios.
Creyeron que la unidad espantaría a los violentos, sin embargo, no sucedió. En el Cauca
comenzaron a hablar de dobles y triples asesinatos y masacres contra nativos. En 2019 hubo
46 crímenes contra comuneros y seis masacres en el norte. Una de las más sonadas ocurrió
el 29 de octubre en zona rural de Tacueyó, corregimiento del municipio de Toribío.
La gobernadora indígena Cristina Bautista, molesta por los constantes asesinatos y el
reclutamiento de menores en su comunidad, juró en una minga que la próxima vez se
enfrentarían a los violentos para defender el territorio. “Si hablamos, nos matan, y si nos
callamos, también”, dijo ante una multitud. Sus palabras aún retumban en las montañas
que rodean a Tacueyó.
Ese trágico 29 de octubre llegaron cuatro disidentes hacia el mediodía a la vereda La Luz.
Entraron a una de las casas ubicadas sobre la carretera destapada y sacaron a la fuerza a
dos niños. Sin sonrojarse, los montaron a un carro y dejaron el mensaje de que ahora le
pertenecían a la Dagoberto Ramos. La guardia indígena bloqueó el paso con una camioneta
blindada de uno de los líderes amenazados, retuvieron a los violentos y rescataron a los
secuestrados.
Ahí mismo, y bajo el sol que a esa hora en el Cauca quema pero no calienta, discutieron qué
hacer con los disidentes. Los interrumpió el estruendo envolvente de armas de largo alcance
disparadas desde cerca. Más de diez minutos bajo el fuego. Algunos comuneros, sin más
defensa que el bastón de mando, se lanzaron por un abismo de más de 20 metros; otros se
refugiaron en la camioneta blindada, y los más desafortunados recibieron de lleno los
disparos de fusil. Cristina murió. También cinco guardias indígenas.
Un día después, ya en la noche, disidentes volvieron a la escena del crimen y quemaron los
restos de la camioneta blindada, destruida bajo la lluvia de balas.
En la vereda La Luz hubo una gran minga los días siguientes. Llegaron indígenas desde todos
los rincones del Cauca. Con bastones de mando al aire juraron que nunca darían un paso
atrás. El miedo no se podía descifrar en sus rostros y palabras. La muerte no los amedrenta,
pero los nuevos inquilinos de la violencia en esa región del país solo hablan ese lenguaje.
Nadie se salva
Mientras los indígenas trataban de defenderse unidos en el nororiente con la madre tierra
y la palabra, del otro lado, en el noroccidente, el municipio de Suárez aún era preso del
miedo. Había transcurrido un mes y medio de una de las peores masacres del pueblo
cuando la columna disidente Jaime Martínez, dueña de este lado del Cauca, asesinó a la
candidata liberal a la alcaldía, Karina García; su madre Blanca Otilia Sierra, y cinco personas
más.
Interceptaron la comitiva de la candidata puntera en las encuestas el primero de
septiembre en el corregimiento Betania. Venían en una camioneta blindada y las recibieron
con ráfagas de fusil. El vehículo resistió las balas durante más de 20 minutos. Incluso los
disparos se escuchaban en el casco urbano y el rumor corrió por todas las calles: “Hay
combates en la montaña”.
El poder de las disidencias creció en corto tiempo. Sus armas se quintuplicaron y la guerra
entre las columnas Dagoberto Ramos y Jaime Martínez dejaba cada tanto dos o tres cuerpos
desmembrados y torturados sobre la vía Panamericana.
A esas alturas nadie sospechaba que la víctima era Karina, expersonera de Suárez y líder
social. Tras los disparos, los atacantes incendiaron la camioneta y cuando los ocupantes
trataron de salir, los remataron con tiros de gracia, antes de devolverlos al interior del
vehículo. Al otro día, las autoridades no hallaron a la candidata ni tampoco los cuerpos.
Hablaron en las primeras horas de un secuestro cometido por las disidencias.
Hacia el mediodía todo quedó confirmado: el carro ardió toda la noche y los restos de los
ocupantes quedaron fundidos entre metales. Johany Noscué, alias Mayimbú,
excombatiente de las Farc raso y sanguinario, comanda la columna Jaime Martínez. Alcanzó
a pasar algunos días en una zona veredal para hacer tránsito hacia la vida civil, luego de
dejar las armas. Pero atendió nuevamente el llamado de la guerra.
Controla desde las montañas de Jamundí, límites con el Valle, hasta Cajibío, centro del
Cauca. Tiene una fuerte relación con el cartel de Sinaloa. Mayimbú cuenta con un peaje en
la salida norte hacia el mar por la ruta de la subregión del Naya. Sus hombres ponen la droga
en manos de los mexicanos en Puerto Merizalde y estos la llevan hasta Centroamérica.
Quienes lo conocen dicen que no habla mucho, es controlador y pierde la paciencia muy
fácil. Semanas antes de la masacre de Karina, el líder disidente la citó a ella y a otros
candidatos a las montañas de Suárez. Alonso Giraldo, padrastro y padrino político de la
candidata, dijo en su momento que Mayimbú dio un parte de tranquilidad a los aspirantes.
Prometió no interferir en la campaña y les pidió socializar sus propuestas a realizar de llegar
a la alcaldía. Sin embargo, días después la asesinó.
El poder de las disidencias creció en corto tiempo. Sus armas se quintuplicaron y la guerra
entre las columnas Dagoberto Ramos y Jaime Martínez dejaba cada tanto dos o tres cuerpos
desmembrados y torturados sobre la vía Panamericana, su frontera invisible para demarcar
el territorio.
Ese dominio les permitía citar a funcionarios a las montañas para rendir cuentas. Edward
García, exalcalde de Corinto (2016-2019), se negó varias veces a ese llamado y para evitar
represalias trasladó su despacho a Cali, a 61 kilómetros de distancia. Porque las disidencias
pueden hasta desplazar del municipio al propio alcalde. “Todo eso me atemorizó y por eso
me tocó salir del municipio. Desde agosto del año pasado tuve que abandonar mi casa”, dijo
en noviembre de 2019. Furiosos por el desplante del funcionario, secuestraron por un mes
a su hermano menor.
La unificación criminal
La creación del Comando Coordinador de Occidente acabó con las disputas entre las
disidencias, que ahora tiran para un solo lado: conquistar todo el departamento.
Los frentes José María Becerra y Manuel Vásquez, del ELN, así como pequeñas estructuras
del Clan del Golfo controlaban sin contrapesos el sur, donde están la mayoría de cultivos de
coca. Las disidencias de las Farc, comandadas por el frente Carlos Patiño, entraron a
principios de 2020 a disputar la coca y las rutas del sur, que tienen una salida al mar por la
subregión del cañón del Micay, entre El Tambo y Argelia, cerca de Nariño.
Allí, dirigentes campesinos y de organizaciones sociales tenían un proceso adelantado de
sustitución voluntaria de cultivos ilícitos. A todos los amenazaron y les dieron dos días para
abandonar sus hogares. Los que no se fueron hoy forman parte de las listas de líderes
asesinados en Colombia. De acuerdo con el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz
(Indepaz), este año se han presentado 104 homicidios de líderes sociales, 30 de ellos en el
Cauca. A esta lista se suman siete personas cuyo único pecado fue pertenecer a la familia
de las víctimas.
En los últimos cinco años las disidencias, el ELN y el Clan del Golfo han asesinado a 236
líderes en el Cauca. Las voces de los líderes resuenan incómodas en medio de un escenario
de guerra y narcotráfico. Pero como dice el escritor Eduardo Galeano, “...cuando es
verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare”.
En el Cauca ni siquiera se salvan los niños, siete de los cuales han muerto asesinados durante
la cuarentena. El último caso ocurrió en Suárez, cuando dos menores de 9 meses y 5 años
fueron baleadas junto a su padre por violar la cuarentena.
La lucha del Cauca tiene hoy dos frentes: evitar que estos hechos se conviertan en parte del
paisaje, de la rutina diaria de un departamento pujante, y atraer la mayor atención posible
para un plan integral que permita arrebatarle el control a los violentos. Necesitan del Estado
y de organismos internacionales. Porque solos no pueden.

El juicio de las carpetas


SEMANA revela los detalles clave del proceso por el que la Procuraduría llamó a juicio a
13 militares por el caso del espionaje contra decenas de personas.
Espionaje del Ejército: detalles del proceso de la Procuraduría contra militares El primero
de mayo, SEMANA reveló el caso del espionaje masivo hecho por unidades del Ejército. El
miércoles, la Procuraduría llamó a juicio disciplinario a dos generales y cinco coroneles,
entre otros, para responder por esas actividades.

El miércoles 20 de mayo,
el procurador general,
Fernando Carrillo, tomó
una de las medidas más
fuertes desde que dirige
el Ministerio Público:
anunció el llamado a
juicio disciplinario a 13
militares por el caso de
espionaje masivo.
Se trata de una
investigación, revelada por SEMANA hace casi un mes, que denunció cómo varios batallones
de ciberinteligencia recolectaron de forma irregular todo tipo de información de más de un
centenar de personas, entre los que estaban periodistas nacionales y extranjeros, políticos,
militares y altos funcionarios del Gobierno, entre otros. Esos datos terminaron consignados
en perfiles de inteligencia militar, una acción por fuera de la ley.
La Procuraduría no tomó una decisión menor. No solo por el numeroso grupo de vinculados
al proceso, sino por la importancia, los altos rangos y cargos de los integrantes del Ejército
involucrados. Por el caso deberán responder dos generales recientemente retirados, cinco
coroneles, tres mayores, un teniente y dos suboficiales.
En un extenso documento, la Procuraduría consignó los cargos y las posibles actuaciones
irregulares de cada uno de los uniformados. Entre las pruebas que obran en el expediente
figura la visita de inspección disciplinaria efectuada a las instalaciones del Batallón de
Ciberinteligencia (Bacib), así como los informes técnicos científicos elaborados por la
Dirección Nacional de Investigaciones Especiales de la Procuraduría. También, las
declaraciones de varios uniformados involucrados en los hechos, así como las de los
comandantes de las Fuerzas Militares y del Ejército Nacional, y el resultado de la visita a la
Inspección General del Comando General de las Fuerzas Militares, entre otras.
Tras revisar una decena de discos duros y más de 12 memorias USB, el Ministerio Público
concluyó que no todas las actividades del Bacib se enmarcaron en una misión oficial, un
requisito de ley. En estos dispositivos se encuentran reveladoras evidencias de las
actividades de los militares.
Collar de perlas
“De los archivos denominados ‘CASO ESPECIAL’ en la evidencia observada corresponden a
análisis realizados a diferentes personalidades (nacionales y extranjeros) políticos y
militares, así como ciudadanos del común (…). En el archivo del formato de PowerPoint que
contiene 51 diapositivas se presenta información correspondiente a quien identifican como
Nicholas Casey”. Así reza uno de los apartes del documento en el que se refieren a las
pruebas encontradas en el caso de perfilamiento del corresponsal del diario
estadounidense The New York Times.
Como reveló esta revista en su momento, la investigación del Ministerio Público corroboró
que muchas de las víctimas de esos perfilamientos del Ejército terminaron cayendo en los
radares de los militares como una especie de dominó. “También se ha logrado demostrar,
hasta el momento procesal actual, que las labores de obtención de información para
realizar la perfilación del periodista Casey abarcaban también las personas con las que
aparentemente tenía mayor interacción y aquellas que resultaban afines a sus
pensamientos o publicaciones, lo cual derivaba en la necesidad de hacer labores de
obtención de ellas para igualmente hacer perfilamientos, lo cual resultaba contrario a las
normas que regulan las labores de inteligencia y contrainteligencia”, afirma la Procuraduría.
En el arsenal de evidencias que obran en el expediente –por él llaman a juicio a los 13
militares–, aparecieron pruebas que demostrarían que los uniformados eran conscientes
de que actuaban por fuera de la ley; por eso, “ubicaron misiones de trabajo” en las que
plasman medidas de seguridad, como realizar intervalos y saltos de red para disminuir el
riesgo de ser detectados por “agentes de la amenaza o por propios del Estado”.
En este chat, el coronel Rozo felicita a sus subalternos por los trabajos de perfilamientos
que venían realizando. Por el caso de las carpetas secretas, el ministro de Defensa, Carlos
H. Trujillo, ordenó separar del Ejército a 11 militares.
No menos reveladores son los testimonios de varios de los involucrados que contaron
quiénes, dentro del Ejército, ordenaron realizar estas actividades. “En mayo de 2019 recibí
una llamada del señor teniente Trujillo para que me comunicara con el señor teniente
coronel Rozo, ahí me dio la orden de buscar en fuentes abiertas la información sobre
Nicholas Casey. Me dijo haga lo que usted hace siempre. Esa es una orden del señor general
García Luna”, contó uno de los militares.
"Se aprecia que en el obrar de los imputados convergen los elementos de la imputación
dolosa: conocimiento y voluntad": Procuraduría
Este uniformado confesó igualmente que estuvo en varias reuniones con sus superiores
para hablar sobre estos temas. “Hubo una tercera reunión en el Cotef (Comando de
Transformación del Ejército). Allá llegó el general García. Otro general de allá nos prestó
una oficina mientras llegaba el alto mando militar, yo supongo que era el general Nicacio
Martínez”, confesó el uniformado llamado a juicio. “El señor teniente coronel Rozo le dio la
orden a Betancur, la orden fue verbal vía WhatsApp, de iniciar perfilación de la periodista
Lynsey Addario”, dijo al referirse al caso de otra de las comunicadoras estadounidenses que
fue víctima de estas actividades.
Los investigadores de la Procuraduría también encontraron documentos clave que
demuestran que, en algunos casos, los involucrados emitieron incluso órdenes de
operaciones ilegales para realizar actividades de inteligencia contra periodistas y otras
personas. Uno de estos casos documentados corresponde a María Alejandra Villamizar.
En un informe de la Inspección del Comando de las Fuerzas Militares, que hace parte de las
evidencias con que cuenta el Ministerio Público, está un oficio del 4 de mayo de 2019
dirigido al teniente coronel Hugo Díaz, comandante del Batallón de Inteligencia Militar
Estratégica n.º 4. Allí se lee: “Con toda atención me permito enviar a ese comando unos
requerimientos de búsqueda para ampliar y/o verificar (…) realizar las coordinaciones
necesarios para obtener el nombre y ubicación de la periodista de caracol que realizó una
entrevista a este cabecilla el día 03-mar19 en La Habana, lo anterior con el fin de realizarle
OSINT y si es posible coordinar una entrevista para indagarle sobre temas relacionados de
interés de (a.Pablo Beltrán)”.
“Por medio de labores de inteligencia se obtuvo información de la periodista María
Alejandra Villamizar, logrando establecer su plena identificación, número de abonados,
dirección de residencia (…)”, responde a los pocos días un teniente al reportar los hallazgos
sobre la comunicadora.
Al referirse a este tipo de actividades, la Procuraduría las reprocha claramente y cuestiona
su legalidad. Afirma que no era posible tramitar y cumplir ese tipo de órdenes de recolectar
información personal, y mucho menos tratar de disimularlas al hacerlas ver como una
supuesta operación contra el jefe guerrillero alias Pablo Beltrán. SEMANA conoció incluso
un chat en el que el coronel Rozo felicita a sus subalternos por este y otros trabajos, y los
alienta a seguir con el tema de los perfilamientos.
El Ministerio Público en el llamado a juicio también hace énfasis en que encontraron
pruebas que señalarían que, a diferencia de lo que habían dicho los militares, esa unidad de
ciberinteligencia sí tenía la capacidad técnica para chuzar teléfonos, mediante diferentes
softwares que habían desarrollado. “Se aprecia que en el obrar de los imputados convergen
los elementos de la imputación dolosa: conocimiento y voluntad. Pues sabían que la
conducta que estaban desplegando era contraria a los lineamientos impartidos por la ley
1621 de 2013”, dice una de las duras conclusiones de la Procuraduría.
Hace dos semanas, después de las denuncias de SEMANA, el ministro de Defensa, Carlos
Holmes Trujillo García, anunció que retiraba del Ejército a 11 oficiales por el caso del
espionaje masivo, entre ellos dos generales. En la noche del jueves 21 de mayo, después de
conocerse el llamado a juicio disciplinario de 13 militares, el funcionario emitió un
comunicado para afirmar que “estamos ante lo que puede llamarse una gran ‘Operación
Verdad’ para llegar, de la mano de la Ley y de las autoridades competentes, hasta el fondo
de lo que sucedió con las denuncias sobre presuntos usos irregulares o ilegales de la
inteligencia militar”.
Sin duda alguna, el llamado a juicio disciplinario de altos oficiales significa un gran paso para
esclarecer la verdad de un episodio que se convirtió en un escándalo dentro y fuera de
Colombia. La rapidez y contundencia de la actuación de la Procuraduría demuestra, de paso,
que esta oscura novela, a la que le faltan varios capítulos, posiblemente llegará hasta los
niveles más altos.

Arias gana un round


Después de múltiples reveses el exministro le encontró el quiebre al sistema de
juzgamiento de única instancia. La
revisión de su sentencia no será
fácil, pero seguramente abrirá un
boquete para que otros aforados
pidan lo mismo.

En siete años, el exministro Andrés


Felipe Arias acudió a todos los
recursos posibles para tumbar la
sentencia que lo condenó a 17 años de cárcel y 30.000 millones de pesos de multa. Se trata
de una de las penas más altas por corrupción que se hayan impuesto en Colombia. Al
exministro lo encontraron culpable de una modalidad de contratación técnicamente
irregular, pero aceptada hasta ese momento.
Tras la condena, Arias reclamó la garantía de juez imparcial, doble instancia, doble
conformidad y el principio de favorabilidad penal. Pidió su libertad y lo juzgará un tribunal
ad hoc, intentó asilarse en Estados Unidos y hasta existe un proyecto de ley con su nombre
en el Congreso.
Esta semana, un recurso por fin le cuajó en la Corte Constitucional, en una decisión que
desató un choque de trenes con la Corte Suprema de Justicia, la instancia que lo condenó.
Los magistrados de la Constitucional le concedieron la doble conformidad, es decir, el
derecho a que un segundo juez revise el veredicto en su contra. Los de la Corte Suprema se
sintieron revisados en su fallo y vieron lo sucedido como una desautorización. En un hecho
sin precedentes, sacaron un comunicado en el que dijeron que hubo un cambio
“intempestivo de reglas” para favorecer exclusivamente a Arias, y que la determinación
genera “un impacto de insospechadas consecuencias” frente a sentencias ya ejecutoriadas
a partir de enero de 2014. Independientemente de la validez de los argumentos, como la
revisión quedará en manos de una sala de esa misma instancia, el pronunciamiento contra
la decisión de la Corte Constitucional puede ser visto como un prejuzgamiento.
El tema de la doble instancia y la doble conformidad puede ser perfectamente uno de los
más debatidos en la Corte Constitucional. Este tribunal llevaba años exhortando al Congreso
para que creara el mecanismo de juzgamiento de dos instancias para aforados y abriera las
vías para garantizar la doble conformidad a los colombianos. La diferencia entre las dos es
que la conformidad implica que otro juez distinto al que falla revise los veredictos
condenatorios, mientras que la doble instancia garantiza que toda sentencia, condenatoria
o absolutoria, pase por un segundo juez.
En realidad son casi lo mismo: un repaso para reducir la posibilidad de equivocación. En
enero de 2018, en Colombia se estableció el sistema de juzgamiento en dos instancias para
los aforados, pero nunca fue aplicado retroactivamente hasta que el exministro Arias entró
en escena. ¿Cómo lo consiguió?
En el fondo invocó el principio de favorabilidad del derecho penal. Esto significa que un
cambio de ley rige para un condenado solo si lo favorece. En el caso de Arias esto no había
sido automático con el argumento de que ese principio vale cuando cambian las leyes, pero
no para aspectos procedimentales. Sobre ese asunto, como sucede con frecuencia en
derecho, solo hay opiniones encontradas.
La Corte Constitucional comenzó a ambientar el fallo de Arias hace un año, cuando le
concedió retroactivamente el recurso de revisión a un exconcejal de Gigante (Huila). El
procesado había sido absuelto en primera instancia por una falsedad, pero en 2016, cuando
el caso escaló al Tribunal Superior de Huila, este lo condenó. Una típica decisión de cierre.
Pero vino la sorpresa. La Corte Constitucional ordenó que la Corte Suprema revisara el caso
con el argumento de que un segundo juez debe revisar toda sentencia condenatoria. O sea,
no se había agotado la doble conformidad frente al castigo impuesto.
En ese momento solo el magistrado Carlos Bernal Pulido se opuso a sus ocho colegas de la
Corte Constitucional. Argumentó que la doble conformidad no es un principio de aplicación
absoluta y admite excepciones. También que su aplicación retroactiva restringía la
expectativa de las víctimas que confiaron en la justicia penal y en la firmeza de las
decisiones. Era evidente que la decisión del exconcejal vaticinaba algo más gordo por abrir
el camino de la retroactividad. Pero no era previsible que Bernal abandonara su lugar
solitario y se convirtiera en el voto que inclinaría la balanza en favor de Arias.
Luego del fallo del exconcejal del Huila, Arias comenzó a reclamar con tutelas el mismo
rasero. La Corte Suprema, reiteradamente, le cerró todas las puertas, pero la Constitucional
no. Al contrario de lo ocurrido hace cinco años, cuando fue imposible que le seleccionaran
una tutela a Arias, en esta ocasión dos magistrados votaron a favor de estudiar el caso:
Diana Fajardo y Alejandro Linares. Y le sonó la flauta.
Esta semana, cinco magistrados de la Corte Constitucional, Rojas, Linares, Lizarazo, Reyes y
el propio Bernal se montaron en la tesis de Arias, apoyados en un fallo de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos sobre un caso similar de una condena a un
exministro en Surinam. El debate fue candente y lo demuestra que tres de los ahora
derrotados, en el pasado habían apoyado la retroactividad para un no aforado.
Durante el debate, Bernal se comportó como el mayor crítico de la ponencia de Diana
Fajardo. Sus posturas alcanzaron a cerrar varios boquetes. Por ejemplo, la Corte incluyó una
cláusula que aclara que el recurso de revisión no permitirá aplicar figuras como la
prescripción, ni ninguna otra derivada del transcurso del tiempo. Este riesgo atormentaba
a los magistrados de la Sala Penal de la Suprema. La decisión mantiene los efectos de la
sentencia mientras esta va a revisión. Eso significa que Arias no puede recuperar la libertad
mientras aguarda el veredicto final.
Por otro lado, la norma de la Convención Interamericana Derechos Humanos aplicada en el
caso de Surinam, invocada en el caso de Arias, se refiere a que los ciudadanos tienen
derecho a una revisión de su condena. Frente al tema, la Corte Constitucional solo menciona
en el comunicado que debe hacer la revisión una sala de la Corte Suprema conformada por
magistrados que no se hayan pronunciado sobre el caso. Pero la Corte Suprema, el máximo
órgano en la pirámide del derecho penal, tiene previsto desde 2018 que tres magistrados
resuelven las revisiones. ¿Querría decir que los tres togados que se ocupen de revisar la
sentencia de Arias serían superiores a sus colegas que se pronunciaron por primera vez
sobre el particular? Al fin y al cabo se trata de evaluar las mismas pruebas, pues no hay
hechos nuevos. ¿Cómo determinarán quién tiene la última palabra entre las dos cortes si el
Congreso no se ha pronunciado sobre el tema?
Como el caso de Arias va a crear un precedente para otros aforados, ya muchos especulan
sobre las solicitudes de revisión que vienen. La Rama Judicial no tiene ni siquiera las cuentas
de cuántos fallos condenatorios fueron proferidos por primera vez por jueces de circuito,
tribunales o en casación después de enero de 2014. Solo en aforados la cuenta puede llegar
a 30, incluidos una decena de parapolíticos, los cerebros de las chuzadas del DAS y de la
Yidispolítica. En teoría, todos podrían pedir revisión basados en el caso Arias.
Todo este largo embrollo judicial con efectos retroactivos tiene lugar exclusivamente
porque hay un consenso de que la condena a Arias fue excesiva. En Colombia, los peores
criminales resuelven sus deudas con la Justicia con carcelazos de ocho o diez años, por lo
que los 17 de Arias suenan fuera de lugar. Si el exministro hubiera recibido una condena
más ajustada, nada de esto habría pasado. Pero ese ajuste de la normatividad con base en
un caso individual va a tener consecuencias. Docenas de condenados van a pedir que les
revisen sus casos y en la mayoría de estos se confirmará la sentencia. En el proceso de la
parapolítica, y en otros emblemáticos, el acervo probatorio es tan sólido que será imposible
llegar a una conclusión distinta, pero tomará mucho tiempo. Aprobada la doble
conformidad el caso de Arias, será una papa caliente para los magistrados a los que les
toque revisarla.
Como se ha repetido una y otra vez, su caso ha pasado por las siguientes manos: 1) Lo acusó
la fiscal Viviane Morales y lo condenó la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, 2) En lo
disciplinario lo condenó el procurador Alejandro Ordóñez, en una decisión confirmada por
el Consejo de Estado, 3) La Justicia norteamericana le negó el asilo político y lo extraditó.
Estos elementos tendrán que ser sopesados frente a la percepción de condena exagerada.
Por lo pronto, Arias consiguió un nuevo pronunciamiento que podría tomar cerca de un
año, si el aterrizaje de la sentencia de la Corte Constitucional no se dilata. A partir de ahora
el exministro se moverá en tres escenarios: la ratificación de su condena, la modificación de
la sentencia y probable reducción de la pena, o la absolución. Todo puede pasar, pero
difícilmente conseguirá lo último, pues ni el sentido del fallo, ni las pruebas, ni las reglas
que aplicaron quienes lo condenaron están en cuestión.

La pandemia disparó el virus de la corrupción en los contratos


Órdenes de captura contra 10 alcaldes, 26 gobernadores investigados y sobrecostos en
contratos por medio billón de pesos aparecen en el balance de la lucha contra los
corruptos durante la cuarentena.

Las contundentes cifras indignan. En los


últimos dos meses ya van más de 500
procesos disciplinarios que comprometen
a 26 gobernadores y 272 alcaldes del país
por temas relacionados con actos de
corrupción con las ayudas destinadas a
atender a la población afectada por
cuenta la pandemia. A diez alcaldes la
Fiscalía les dictó medida de aseguramiento por estos hechos y la Contraloría inició procesos
de responsabilidad fiscal por sobrecostos y abusos en la contratación por la emergencia,
que rondan el medio billón de pesos.
El 21 de mayo, durante una rueda de prensa conjunta, el procurador general, Fernando
Carrillo; el contralor general, Carlos Felipe Córdoba, y el fiscal general, Francisco Barbosa,
anunciaron estos datos y otras medidas. Dieron a conocer decisiones que ponen contra las
cuerdas a una gran cantidad de mandatarios departamentales y municipales en el marco de
la llamada ‘Transparencia para la emergencia’.
La Fiscalía imputará cargos y solicitará orden de captura contra los alcaldes José Manuel
Ríos, Armenia (Quindío); Rummenigger Monsalve, Malambo (Atlántico); Luis Rhenals,
Cereté (Córdoba); Claudia Porras, Socorro (Santander); Luis Balcero, Calarcá (Quindío); Jhon
Ospina, San Pedro (Valle del Cauca); Jorge Vásquez, San Antonio (Tolima); Germán Herrera,
Guaduas (Cundinamarca); Nelson Gómez, Palocabildo (Tolima); Rummenigge Monsalve,
Malambo; Rafael Ospina, Coveñas (Sucre). El ente acusador los señala, junto a otras 32
personas, de los presuntos delitos de peculado y celebración indebida de contratos, entre
otros.
La Procuraduría, por su parte, citó a juicio disciplinario al gobernador de Vichada, Álvaro
Arley León; abrió investigación a los mandatarios de Tolima, José Ricardo Orozco;
Amazonas, Jesús Galdino Cedeño, y la gobernadora del Valle, Clara Luz Roldán. A esta última
la Contraloría también le abrió un proceso de responsabilidad fiscal por el manejo de
algunos de los millonarios recursos de la pandemia.
La Fiscalía reveló que fiscales delegados investigan a 14 gobernadores para determinar su
relación con la entrega de millones de pesos en contratos.
Tampoco se quedó por fuera de esta cascada de decisiones el director de la Unidad Nacional
para la Gestión del Riesgo de Desastres, José González, a quien las entidades de control
investigan por un contrato para adquirir y entregar kits alimentarios en todo el país por
96.000 millones de pesos.
La Contraloría anunció que de los 3,1 billones de pesos destinados por el Gobierno para
atender la emergencia, detectaron sobrecostos por 420.000 millones. Solo en seis
gobernaciones no encontraron este tipo de problemas.
Uno de los casos emblemáticos involucra a dos oficiales de la Armada por presuntos
sobrecostos del ciento por ciento al comprar un millón de tapabocas. Esa entidad también
abrió un proceso contra el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, por un presunto sobrecosto
en el suministro de alimentos para la población infantil durante esta emergencia sanitaria.
Todo lo anterior es tan solo una parte del desolador panorama de los dos meses que lleva
la emergencia sanitaria, en los cuales funcionarios y contratistas vieron una oportunidad
para lucrarse con los recursos destinados a las poblaciones más vulnerables. Una actitud sin
duda reprochable.
En medio de ese lamentable espectáculo, es rescatable la actitud de la Procuraduría, la
Contraloría y la Fiscalía, que decidieron actuar en conjunto y de manera rápida y
contundente empezar a tomar medidas para detener esa danza de millones de pesos y
castigar a los responsables de expandir un mal particularmente despreciable: el virus de la
corrupción.
ENTREVISTAS

"Nos atacan con estrategias de desprestigio": Patricia Linares


La presidenta de la Justicia Especial para la Paz, responde a las críticas que han arreciado y
lanza dardos contra quienes pretenden minar el proceso de paz.

SEMANA: Hay choques entre la JEP y otras entidades, y, al mismo tiempo, llueven críticas
por cada determinación que ustedes toman. ¿Siente animadversión?
Patricia Linares: Usted se refiere a dos situaciones diferentes. Primero, el debate jurídico
que legítimamente plantean, en la instancia que corresponde, instituciones como la Corte
Suprema de Justicia y la Fiscalía, sobre temas relacionados con el alcance de la competencia
prevalente de la JEP, eso no es animadversión, sino el Estado de derecho funcionando. Y,
segundo, la reacción permanente y sistemática de ciertos sectores políticos y de opinión
que desde siempre han manifestado su férrea oposición al proceso de paz y a la JEP, lo cual
es legítimo. Desafortunadamente, algunos acuden a estrategias sistemáticas de
desprestigio que incluyen el insulto y la descalificación, y eso no responde a los principios
democráticos que nos rigen.

SEMANA: La JEP admitió a Salvador Arana, y la Corte Suprema protestó diciendo que es
inaceptable porque él es un paramilitar puro con dos sentencias de ese tribunal. ¿La JEP
está por encima de fallos de la Corte Suprema?
P.L.: La JEP es y será respetuosa de todas las autoridades judiciales y profesa el mayor
respeto por las altas cortes, que han sido un pilar fundamental en el proceso de
implementación. Somos una jurisdicción creada por la Constitución, que tiene competencia
prevalente sobre delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra cometidos en el marco
del conflicto. Sobre el caso que usted cita no me puedo pronunciar, solo le puedo decir que
la Corte Suprema planteó un conflicto de competencia que debe resolver la Corte
Constitucional, cuyo eje gira alrededor de lo que significa la prevalencia constitucional que
tiene la JEP para decidir los asuntos relacionados directa o indirectamente con el conflicto
armado interno. Esperaremos la decisión y, por supuesto, como siempre, la acataremos y
cumpliremos.

SEMANA: Los casos de los exsenadores Álvaro Ashton y Musa Besaile, implicados en el
cartel de la toga y admitidos en la JEP, también han causado ronchas. ¿Para la JEP la
corrupción puede ser un delito conexo al conflicto?
P.L.: Muchos delitos comunes pueden eventualmente tener relación indirecta con el
conflicto armado. Un debate semejante se ha planteado no solo con el cohecho, sino
también con el narcotráfico y los delitos sexuales. Habrá ocasiones en que no hay ninguna
relación y otras en que sí, dependiendo de muchos factores en cada caso. Lo importante es
que el país conozca todos los posibles ámbitos de degradación social e institucional a donde
nos condujo una guerra prolongada, con múltiples aristas, causas y responsables.

SEMANA: Al igual que ellos, son muchos los condenados que van a la JEP sin nada que
perder. ¿Cómo lograrán que los admitidos vayan más allá de lo que han dicho en la justicia
ordinaria?
P.L.: Efectivamente, muchos comparecientes de la JEP se encuentran condenados;
exguerrilleros, exmilitares y otros ex servidores públicos. Frente a estos últimos en
particular, que son terceros que acuden voluntariamente a la JEP, la jurisprudencia es
estricta en dos cosas: su acceso y permanencia dependen del cumplimiento de un
compromiso de reparación integral con las víctimas, que incluye un aporte significativo y
relevante a la verdad, mucho más alto que el establecido por la justicia que los condenó.

SEMANA: ¿Los jefes paras como Salvatore Mancuso tendrán cabida?


P.L.: Los paramilitares combatientes no son de competencia de la JEP. Sí lo son los terceros
que financiaron, promovieron o auspiciaron la guerra; ellos pueden presentarse y
someterse a un juicio de admisibilidad estricto que incluye evaluar la oferta de verdad que
hacen, la cual debe ser verificable, relevante y distinta a la conocida en la justicia ordinaria.
La persona que usted menciona, en efecto, presentó una solicitud que está siendo
estudiada y será resuelta en las próximas semanas. La labor de la JEP seguirá siendo muy
cuidadosa con esta distinción para determinar quiénes podrían entrar y quiénes
definitivamente no.

SEMANA: Algunas víctimas del holocausto del Palacio de Justicia critican la libertad
otorgada al general retirado Jesús Armando Arias. ¿La JEP logrará lo que la justicia
ordinaria no ha podido en más de 30 años de ese caso?
P.L.: Los miembros de la fuerza pública procesados o condenados por los delitos de nuestra
competencia son comparecientes forzosos de la JEP. Ellos pueden solicitar el otorgamiento
de beneficios provisionales, como la libertad condicionada, a la que tienen derecho si
cumplen los presupuestos de ley. El principal, aportar verdad plena, distinta a la que reposa
en la justicia ordinaria, relevante y esencial para la reparación de las víctimas. Hay que
recordar que en la justicia ordinaria se desarrolla un proceso contencioso en el que el
sindicado se defiende de una acusación, mientras que en la JEP adquiere un compromiso
de aportar a la verdad, so pena de perder el tratamiento especial. Es una apuesta que vale
la pena explorar con miras a una verdadera reconciliación.

SEMANA: Los bienes efectivamente entregados por las Farc son pírricos. De otra parte,
siguen asesinado exguerrilleros. ¿Cuándo serán examinados los incumplimientos al
acuerdo de paz?
P.L.: El acuerdo final de paz determinó la forma en que los bienes y activos de las Farc-EP
serían inventariados y entregados al Gobierno nacional. Los bienes y activos no
inventariados reciben el tratamiento previsto en la legislación ordinaria: su dominio puede
ser extinguido, tarea que debe impulsar la Fiscalía. Cualquier incumplimiento de los
comparecientes al sistema en un caso concreto puede implicar la pérdida del tratamiento
jurídico especial, pues supone por parte de quien lo recibe el incumplimiento de sus
compromisos con las víctimas.

SEMANA: Hablando de incumplimientos, tras la novela del caso de Santrich y luego por la
volada de este, ¿reconocen que ahí cometieron errores?
P.L.: La responsabilidad principal recae sobre el propio Santrich y sus cómplices. Fueron
ellos quienes decidieron traicionar el proceso de paz, a sus propios compañeros y
rearmarse. Santrich fue capturado con fines de extradición por la Fiscalía, la cual afirmó
tener todas las pruebas necesarias para demostrar que este sujeto había delinquido con
posterioridad a la firma del acuerdo de paz. La labor de la JEP era analizar eso. Como toda
autoridad jurisdiccional, la JEP debía practicar y obtener pruebas, como el famoso video que
circuló por redes, remitido por la Fiscalía, pero inaudible; eso es lo que nos ordena hacer la
Constitución. Todo estudiante de Derecho sabe ese dicho de “dame la prueba y te daré el
derecho”. Yo me pregunto, ¿por qué se piensa que la JEP en esta materia debe ser diferente
a cualquier otro tribunal?

SEMANA: Pero en medio de la discusión jurídica Santrich se voló…


P.L.: La JEP debía resolver con base en las pruebas sobre la garantía de no extradición.
Santrich estaba preso como consecuencia de una orden de captura de la Fiscalía con fines
de extradición. El Consejo de Estado reconoció su investidura como congresista. Sus
abogados presentaron un habeas corpus, y el Tribunal Superior de Bogotá lo concedió
porque consideró que su captura había violado la ley. Esto, aclaro, no debe ser objeto de
crítica, porque lo que usted observa es a las autoridades judiciales actuando, que es lo que
se espera en un Estado de derecho. En todo caso, todos hemos aprendido de este proceso
y eso servirá para evitar que suceda algo similar en el futuro.

SEMANA: Un cuestionamiento reiterado es que la JEP está conformada por magistrados


ideologizados. ¿Qué opina?
P.L.: Ese cuestionamiento hace parte de las estrategias sistemáticas de desprestigio a las
que me he referido. El país conoció la idoneidad e integridad de los miembros del Comité
de Escogencia; ellos nos seleccionaron de un universo de más de 2.000 aspirantes.
Acreditamos sólida formación académica, experiencia y trayectoria en materia de justicia
transicional, derechos humanos y derecho internacional humanitario. Administramos
justicia sin admitir presiones políticas, aplicamos un modelo de justicia restaurativa, no
somos ni seremos una justicia de vencedores, mucho menos de vengadores, trabajamos
por las víctimas y la paz del país.

SEMANA: ¿A qué se refiere con “estrategias sistemáticas de desprestigio” y quiénes son


los responsables?
P.L.: Me refiero a sectores políticos y algunos de opinión cuyo propósito es minar y acabar
con el proceso de paz y con la JEP; eso no es un secreto para nadie. Para cumplirlo acuden
a campañas de desprestigio a través de las redes sociales; a ‘análisis’ distorsionados que
manipulan cifras y comparan lo que no es comparable; y a la permanente estigmatización
de nuestros magistrados y funcionarios. En un Estado de derecho, pluralista e incluyente,
es inadmisible que se haga uso de las herramientas democráticas que consagra y brinda la
Constitución a los distintos poderes públicos para destruir un proceso de paz que tanto le
ha costado al país.

SEMANA: Luego de todo el choque por los intentos frustrados de modificar la JEP, ¿cómo
está su relación con el presidente Iván Duque?
P.L.: Siempre ha sido cordial y respetuosa, hemos avanzado consolidando una relación de
colaboración armónica con varios de sus funcionarios. En ese propósito, el Gobierno y
nosotros hemos contado con el apoyo técnico de la comunidad internacional y de la Misión
de Verificación de las Naciones Unidas. Por eso, y ese es un punto urgente, es tan
importante concretar que el monitoreo y vigilancia de las sanciones propias que
próximamente comenzarán a imponerse esté a cargo de ese mecanismo, que genera
confianza a nivel nacional e internacional.

“No me enredo con las burlas y críticas mal intencionadas”: Alicia Arango
En entrevista con SEMANA, la ministra del Interior dice que hay 800 municipios sin
coronavirus en el país y que, si hay rebrotes, la responsabilidad de imponer nuevas
restricciones será ahora de los alcaldes.

SEMANA: La decisión del


presidente Iván Duque ha
sido ir reactivando poco a
poco el país y una de sus
principales apuestas está
en los municipios no
covid-19. ¿Cuántos son a
la fecha y cuál es la tarea
que se realiza con las
autoridades en dichas
poblaciones?
Alicia Arango: Este es un proceso gradual, lo estamos haciendo con todo el rigor, pero sin
demoras. Son 800 municipios sin afectación de coronavirus. De ellos, 418 solicitaron la
autorización para levantar el confinamiento. Este trabajo se articula con gobernadores,
alcaldes y las autoridades del sector salud. Es importante aclarar que este es un tema
voluntario; se hace si el alcalde considera que están dadas las condiciones para abrir
gradualmente la economía del municipio.

SEMANA: ¿En esos lugares, qué tipo de protocolos habrá? ¿Cualquier persona los puede
visitar, por ejemplo?
A.A.: La regla de oro es no bajar la guardia. El virus, hasta que no exista una vacuna, estará
ahí. Aquí hay una guía básica y la constituyen los protocolos del Ministerio de Salud y las
normas que ha expedido el Gobierno. Los municipios sin afectación dinamizarán la
economía, pero sigue la restricción a la movilidad para entrar y salir, y se conservarán las
excepciones de abastecimiento, gasolina y urgencias.

SEMANA: Si se llega a presentar un rebrote, ¿el país volvería a una nueva cuarentena
drástica, como se vio en Chile, donde tuvieron que retroceder en los planes de
reactivación?
A.A.: El Gobierno va a mantener las alarmas prendidas. El monitoreo es permanente.
Cualquier rebrote, obligaría a los municipios a tomar decisiones, de acuerdo con los
protocolos del Ministerio de Salud. Este determinará el grado de apertura o cerramiento
que necesite el municipio. Lo importante es mantener el crecimiento del virus controlado y
de manera tal que el sistema de salud siempre esté preparado para atender a las personas
contagiadas, ojalá en casa, y que se haga el menor uso de las unidades de cuidados
intensivos. El autocontrol y el autocuidado son la clave para evitar el contagio. De nuestro
comportamiento depende, en muchas ocasiones, contagiarse o no del virus.

SEMANA: En diversos municipios hay quejas porque no llegan las ayudas del Gobierno.
¿A qué obedecen las demoras?
A.A.: Este es un esfuerzo colosal. Es nuestra prioridad atender todos los frentes de esta
emergencia. Tanto el Gobierno nacional como gobernadores y alcaldes han dedicado gran
parte de sus esfuerzos en controlar el contagio y entregar ayudas humanitarias a los más
necesitados. Estamos haciendo todos los esfuerzos para evitar más demoras. Somos
conscientes de que tenemos que mejorar en este sentido.

SEMANA: Otro problema es la falta de cultura ciudadana. ¿Qué hacer?


A.A.: Este es un momento especial en la historia de la humanidad. Es nuestra obligación
reflexionar al respecto y tomar las decisiones que nos lleven a evitar el contagio y a cuidar
a los demás. La mayor parte de los colombianos son responsables, saben que el autocuidado
es la mejor manera de enfrentar el virus y proteger a sus familias, a sus amigos, a sus
vecinos. Se han expedido aproximadamente 400.000 comparendos en el país por el
incumplimiento de las reglas del aislamiento.
Tanto el Gobierno nacional como gobernadores y alcaldes han dedicado gran parte de sus
esfuerzos en controlar el contagio y entregar ayudas humanitarias a los más necesitados.
SEMANA: Ministra, ¿es verdad que no está pudiendo viajar a las regiones?
A.A.: Todo el trabajo ha cambiado. Me encanta estar en el territorio, hablar con la gente,
saber directamente de sus problemas y aportar soluciones. Antes de la emergencia viajaba
a las regiones dos, tres, cuatro veces a la semana. En un mismo día podía visitar tres o cuatro
poblaciones, y pasar, en un solo día, por dos o tres departamentos. La emergencia fijó
prioridades y restricciones logísticas. Gracias a la tecnología todos los días estoy en contacto
con autoridades regionales y la comunidad. Espero reanudar pronto mi agenda de visitas a
territorio. Soy abuela y debo dar ejemplo de autocuidado.

SEMANA: “Los asesinos salen en cuarentena sin permiso”. Esa fue una de sus frases para
hablar de la crítica situación de violencia en el Cauca, donde se siguen presentando
asesinatos de líderes sociales. ¿Qué está pasando?
A.A.: Esa frase coloquial fue una repetición que hice a una afirmación de un congresista en
una citación de control político. Es claro que la delincuencia no descansa. No respeta. Todas
las muertes de líderes sociales nos duelen, por eso seguimos trabajando intensamente en
su protección. Según las más recientes cifras de la Fiscalía, del primero de enero al 15 de
mayo se han verificado 25 homicidios de líderes sociales y 33 casos se encuentran en
verificación por el ente acusador. Naciones Unidas ha reportado 27 casos.
Si comparamos cifras entre 2018 y 2019, periodo enero y mayo, se ha reducido el número
de muertes de líderes sociales. En 2018 fueron asesinados 41 y en 2019, 46. En lo que va de
este año se han presentado 25 homicidios. La Fiscalía ha aumentado el porcentaje de
avance en el esclarecimiento de estos casos en un 54 por ciento. Se han expedido 48
órdenes de captura, se han capturado 19 personas y se ha formulado imputación a 22
personas.
También quiero destacar el trabajo que venimos haciendo desde la Unidad Nacional de
Protección. El 69 por ciento de las medidas de protección son destinadas a líderes sociales
y defensores de derechos humanos. Actualmente, de los 7.176 beneficiarios de la UNP,
4.947 son líderes sociales.

SEMANA: Ministra, desde que fue nombrada en el cargo le han llovido muchas críticas por
algunas frases…
A.A.: Soy Caribe, hablo claro, directo y llamo las cosas por su nombre. Además, llevo
conmigo la alegría y el buen humor, características de mi Cartagena del alma. Así mismo,
por ser Caribe, no me enredo con las burlas, las críticas mal intencionadas. Mi vocación de
servicio al país también la llevo conmigo, y así será siempre.

SEMANA: ¿Por qué el Gobierno respalda la cadena perpetua para violadores de niños?
A.A.: Porque es un delito atroz. Nuestros niños y niñas son sagrados. Es el momento de que
como sociedad enviemos un mensaje de cero impunidad, cero tolerancia y castigos
ejemplares a estos delincuentes. Todos debemos preguntarnos qué tipo de adultos
tendremos en 15 años si tenemos en cuenta que hoy violan tres niños por hora en Colombia.
El futuro de una sociedad es clave para una convivencia armónica.
El Congreso, con el fin de cumplir con sus funciones, optó por la virtualidad o las sesiones
semipresenciales. El Gobierno apoya cualquier decisión del Congreso al respecto.
SEMANA: ¿Qué balance hace de las sesiones virtuales y ahora de las sesiones
semipresenciales del Congreso? ¿Se paralizó la agenda legislativa del Gobierno?
A.A.: El coronavirus modificó radicalmente las formas de trabajo y las agendas de todos. El
Congreso, con el fin de cumplir con sus funciones, optó por la virtualidad o las sesiones
semipresenciales. El Gobierno apoya cualquier decisión del Congreso al respecto. Es
importante aclarar que el ritmo de trabajo del Congreso con virtualidad es muy
impresionante. Dos y tres citaciones por día, además de las plenarias de la Cámara y el
Senado. Quiero felicitarlos por este compromiso con el país.

SEMANA: Se vienen las sesiones extras en el Congreso. ¿Cuáles son los temas más
urgentes?
A.A.: Cadena perpetua para violadores y asesinos de niños, pliegos tipo, dejar adelantados
algunos debates de proyectos de ley como el de anticorrupción para que pasen en el
segundo semestre. Estamos revisando lo que presentaremos en la próxima legislatura:
reforma a la justicia; reforma electoral; reglamentación de la Ley de Garantías; reforma a la
consulta previa, entre otras. Es claro que temas como economía, desempleo y problemas
sociales también tendrán prioridad, así como los rezagos de la pandemia.

SEMANA: Dicen que al presidente Duque la pandemia le cambió el rumbo del Gobierno.
¿Usted lo ve así? ¿Cómo será recordado el presidente en dos años?
A.A.: Los problemas de salud pública introducen cambios en la agenda de Gobierno. El
presidente Iván Duque asumió ese liderazgo. Ha tomado las medidas para enfrentar el virus
y reducir al máximo el impacto de la pandemia en los ciudadanos. Su prioridad es salvar
vidas, y en eso trabaja él y todo su Gobierno. Enfrentamos al mismo tiempo las graves
consecuencias sociales y económicas que por la pandemia se dan en Colombia. El desafío
es colosal. Salvar vidas y evitar una catástrofe social y económica. Es un reto de Estado
superar todo esto.

SEMANA: Usted fue la mano derecha de Uribe, cuando él fue presidente. ¿Qué tan
uribista es el Gobierno Duque?
A.A.: El Gobierno Duque fue elegido por un partido cuya cabeza es el presidente Uribe, a
este esfuerzo se suman otros partidos políticos que también fueron muy importantes para
alcanzar la Presidencia de Colombia. El presidente Uribe es una persona que respetamos y
admiramos, y con quien tenemos mucha gratitud. En mi caso personal, el presidente Álvaro
Uribe Vélez me brindó oportunidades laborales que agradezco mucho. El presidente Iván
Duque es una persona siempre abierta a escuchar, toma sus decisiones de acuerdo con lo
que considera adecuado a las circunstancias. Este es su Gobierno, él ha fijado un rumbo y
unas metas claras en beneficio de todos los colombianos, y en eso estamos trabajando con
todo el compromiso.

SEMANA: Han sido públicos los roces con la alcaldesa Claudia López. ¿Qué lectura hace de
esa situación?
A.A.: La prioridad es salvar vidas. No se puede desconocer, sin embargo, la necesidad de
mantener una economía que permita conservar empleos y generar ingresos. Gracias al
liderazgo del presidente Iván Duque, Colombia es calificado como uno de los países con
mejor manejo de la pandemia. Ha marcado las líneas de acción, y cuenta con el apoyo de
alcaldes y gobernadores que han entendido que se está haciendo lo mejor para superar la
crisis. Es un momento en el que todos debemos construir. Somos un Gobierno que respeta
las posiciones y la autonomía de los mandatarios.

OPINION

Juan Ricardo Ortega


Justicia ciega
Que declaren inocente a Albornoz muestra lo mal que opera la justicia en Colombia.
Camilo Bula, el único condenado por la corrupción en la Dirección Nacional de
Estupefacientes (DNE), dijo en una entrevista radial en 2015 que imploraba a los medios de
comunicación que no dejaran que la justicia se arrodillara frente a la corrupción de esa
institución, y predijo que todos, menos él, quedarían impunes. Esta semana el Tribunal
Superior de Cundinamarca declaró inocente a Carlos Albornoz, el exdirector de esa
institución. ¿Será casualidad que, en medio de la conmoción generada por la covid-19, los
corruptos y sus abogados acumulen tantos éxitos judiciales?
Mientras nuestros ojos están puestos en la covid-19, el virus de la corrupción –esa
pandemia moral con la que convivimos– sigue erosionando los cimientos de lo público. Y es
el peor momento para atentar contra el fisco, no solo por la pérdida de legitimidad de lo
público, sino porque hoy cada peso cuenta para salvar vidas y nuestra economía está en
coma. Sin embargo, la declaración de inocencia de Albornoz es una poderosa señal de lo
que nos ofrece la justicia: impotencia.
La entidad que estaba a su cargo era fundamental para la política antidrogas del país, pues
administraba los bienes objeto de procesos de extinción de dominio por provenir de
actividades ilegales, y se encargaba de venderlos en caso de proceder la extinción. Este es
uno de los mecanismos más efectivos para enfrentar el narcotráfico, pues pocas personas
cometen este crimen por placer; el beneficio económico es la motivación, así que quitarlo
es clave en la lucha contra el crimen. Además, la gestión eficiente de estos enormes
patrimonios constituye un ingreso importante para fortalecer esa misma lucha y, en
tiempos de pandemia, para generar recursos adicionales para el Estado. En 50 años el
narcotráfico y sus cómplices tienen que haber acumulado una fortuna, que puede superar
los 20.000 millones de dólares.
Que declaren inocente a Albornoz muestra lo mal que opera la justicia en Colombia.
Pero bajo la dirección de Albornoz ocurrieron innumerables anomalías que enriquecieron a
muchas personas, con el agravante de que Camilo Bula, cual Quijote, trató de contarnos lo
que pasó hasta que la misma justicia lo silenció. Así mismo, fuentes aún anónimas dentro
de la entidad revelaron serias ilegalidades, entre ellas, la desaparición de archivos y la
eliminación del registro de más de 14.000 predios y empresas del crimen organizado de las
bases de datos del sistema Faro de la DNE; una auditoría que aún no se ha hecho. Otras
versiones cuentan cómo los narcotraficantes influían la selección de depositarios para
recuperar sus bienes. La selección de administradores (depositarios) de los bienes en
procesos de extinción no obedecía a criterio alguno; de hecho, muchos parecen más bien
formas de testaferrato. Por ejemplo, las propiedades de Popeye que fueron objeto de
incautación quedaron en manos de sus familiares, y su madre vivió en una de ellas hasta
hace un par de años.
El caso por el que fue recientemente absuelto Albornoz tiene que ver con las ventas de
bienes por parte de la DNE en una fracción de su valor. Las inmobiliarias que acompañaron
estos procesos eran parte de las denuncias, y aunque es evidente la subvaloración de los
bienes, nadie ha rendido cuentas. Acordémonos que Ambuila, de la Dian, también dice
haberse hecho rico con la inmobiliaria de su mujer. Aún quedan varios casos emblemáticos
por resolver, como el de los predios de la familia Nasser Arana en el centro comercial Villa
Country, en Barranquilla; el inmueble de Rodríguez Gacha de 32.000 metros cuadrados en
la calle 175 # 22-10 de Bogotá; y las fincas Cuba y Casablanca, de aproximadamente 780
hectáreas, entre Barranquilla y Puerto Colombia.
Cada uno revela las formas en que opera la captura del Estado en Colombia y la capacidad
de nuestros creativos criminales para urdir el entramado. En el caso del predio de Rodríguez
Gacha, por ejemplo, se da un juicio posesorio para hacer creer que la venta del predio sería
un riesgo para el comprador que generosamente lo asumiría; se altera el avalúo catastral
para ocultar que la compra era por un valor muy inferior al comercial; una funcionaria
sorprendentemente acuciosa manda un oportuno e-mail solicitando el pago de la supuesta
transacción y un ejército de abogados y demandas que le pueden representar al fisco 55.000
millones de pesos. El valor del predio ronda los 100.000 millones, y pretendían comprarlo
por apenas 15.000 millones. Detrás de Recibanc, la sociedad que busca quedarse con el
predio, está el poderoso agiotista tan mentado últimamente.
Aunque todavía hay otro proceso penal por resolver, la reciente sentencia, que la Fiscalía y
la Procuraduría deberían apelar, es sin duda un gran triunfo para la corrupción y un mensaje
importante para el país de las sombras.

María Jimena Duzán


Los elefantes de Palacio
Mientras ellos niegan todo, surgen nuevas evidencias de que la campaña de Duque pudo
ser financiada con dineros ilícitos.
Lavarse las manos se está convirtiendo en este Gobierno más que en una medida de
prevención sanitaria. Duque, el presidente que no gobierna, se las lava pero como Pilatos;
es decir, se las lava no por el temor al coronavirus, sino para rehuir la responsabilidad que
le cabe en todos los escándalos que cada semana le estallan en sus narices.
Duque no supo de la Operación Gedeón contra Maduro, ni tuvo conocimiento de que esta
se preparó desde una base de La Guajira. Tampoco se enteró de la Operación Bastón ni de
cómo su comandante del Ejército, Nicacio Martínez, intentó sepultarla y no supo que la
inteligencia colombiana estaba utilizando la ayuda de Washington para espiar a periodistas
y a políticos de oposición.
Con la Ñeñepolítica, Duque no solo se ha lavado las manos, sino que ha negado haber sido
cercano al Neñe Hernández, un ganadero del Cesar que les lavaba los dineros a las mafias
de La Guajira y a Goyo, su hermano menor, con quien Duque parece haber tenido una
relación mucho más estrecha. Eso dice María Claudia Daza en un audio que no ha sido
desmentido y que publiqué hace unas semanas. En este se oye a la entonces asesora de la
UTL del expresidente Álvaro Uribe confesarle a Goyo Hernández que en la campaña Duque
mandó decir que lo que dispusiera Goyo era prácticamente una orden. Según un informe
del portal La Nueva Prensa, Goyo Hernández figura como miembro y beneficiario de las
principales empresas que lavaban el dinero de varias organizaciones criminales de la región.
Mientras ellos niegan todo, surgen nuevas evidencias de que la campaña de Duque pudo
ser financiada con dineros ilícitos.
Esos audios también muestran cómo los Hernández habrían sido una pieza clave para armar
una coalición electoral en la segunda vuelta a favor de la candidatura de Duque con
cuestionadas figuras de La Guajira y el Cesar, muchas de las cuales tienen vínculos con la
mafia. Esta coalición en la sombra, que ahora nadie reconoce, habría pagado costos de
propaganda y “pegatones” –los eventos en los que se empapela un pueblo con los afiches
y propaganda del candidato–.
Hasta ahora, tanto el presidente Duque con su silencio como su gerente de campaña han
escurrido el bulto y solo han abierto la boca para decir la pendejada de que si eso ocurrió
fue a sus espaldas. Sorprende que un Gobierno que habla de cero tolerancia con la
corrupción reivindique tanto la tesis del elefante.
Mientras ellos niegan todo, surgen nuevas evidencias de que la campaña de Duque pudo
haber sido financiada con dineros ilícitos, los cuales también habrían ido al partido Centro
Democrático. Así se desprende de un nuevo audio que hoy publico, en el que se escucha a
María Claudia Daza hablando con uno de sus hermanos en vísperas de la segunda vuelta
electoral.
En la conversación, él le cuenta a ella la buena nueva de que el Ñeñe ha hecho una vaca
para recoger dinero con destino a la campaña de Duque en la que habría participado Jaime
Pineda, el cuestionado dirigente deportivo, socio del Once Caldas, quien en ese entonces
era miembro de la Federación Colombiana de Fútbol.
–“El Ñeñe me dijo que ayer había recogido con los amigos de Medellín que estaban en su
casa ¡mil barras!”. Le dice su hermano a María Claudia (mil barras en la costa pueden ser
1.000 pesos o 1.000 millones. Y se cae de su peso que se trate de la primera opción).

–“¿Y qué va a hacer con eso?”. Le pregunta, interesada, la exasesora del senador Álvaro
Uribe a su hermano.

–“Dice que se va para Bogotá a reunirse con 20 empresarios para recogerles otro billete”.

–“Sí –le contesta en tono de lamento María Claudia–. Pero él no puede abrir su boca, porque
aquí no están recibiendo plata, imagínate tú. Eso es para el partido”. (Se refiere al partido
Centro Democrático).

–“Por eso tienes tú que ponerte de acuerdo con él”, le insiste el hermano.

–“Que me llame… dile”.


–“Tú sabes que él habla todo. A mí me lo dijo el otro día que estaba bebiendo. Tienes que
ponerte de acuerdo con él a ver por qué lado se entrega esa vaina para ver si queda algo –
le vuelve a decir de manera vehemente su hermano–. Me dijo que había levantado con los
manes que estaban ahí, con Jaime Pineda y dos más, ¡mil barras!”.

–“Ojalá –le dice la Daza–. Yo quisiera”.

Si esa plata era para el partido, como dice María Claudia Daza, esta no aparece registrada.

Es importante saber si la campaña de Duque y su partido fueron financiados con dineros


non sanctos. La mafia no suele apoyar a ningún candidato sin que este lo sepa y el Ñeñe y
su combo provienen de una mafia poderosa que se mueve por esa parte del Caribe con toda
la frescura del caso, porque tiene un pie en la política y otro en la ilegalidad.
CODA: Hablando de coincidencias, me dicen mis fuentes que en el nombramiento del hijo
de Jorge 40 tuvo que ver Daniel Palacios, actual viceministro del Interior y director
encargado de la UNP. Palacios aparece en los audios en que María Claudia Daza habla con
el Ñeñe y con Goyo Hernández, como el coordinador de la agenda del expresidente Uribe
en la costa, y por lo que dicen las conversaciones sería una persona cercana al Neñe.
Fuentes periodísticas que me generan toda credibilidad me aseguran que los esquemas de
protección se estarían utilizando para espiar a los protegidos en la UNP. ¿Será que el
presidente tampoco sabe lo que está pasando en la Unidad Nacional de Protección?

Vicky Dávila
La decisión de Pastrana
En esta tensión, ¿Marta Lucía Ramírez está del lado del presidente o del expresidente?
La luna de miel entre el presidente Iván Duque y el expresidente Andrés Pastrana terminó.
Así lo demuestra cada una de las ráfagas tuiteras de Pastrana, quien mandó la diplomacia
al carajo y ya no puede ocultar su inconformismo. Poco a poco se ha ido convirtiendo en un
crítico agudo del Gobierno en temas clave. Palacio parece ignorarlo intencionalmente.
Mientras, la alianza política Duque-Pastrana está hecha pedazos. Cada día el exmandatario
se llena de más y más motivos que le pesan evidentemente.
Quizás su mayor molestia está centrada en la labor del ministro de Defensa, Carlos Holmes
Trujillo, frente a los escándalos de corrupción del Ejército y la Policía. Se nota que Pastrana
hace un seguimiento milimétrico a todo lo que hace el Gobierno. Especialmente en el sector
defensa. Sus trinos tienen una fuerte carga de profundidad. El expresidente quiere que el
país sepa la verdad de la Operación Bastón, no es ajeno a la grave fractura en la estructura
militar, no admite los perfilamientos y considera una equivocación lo que ha llamado una
política “avestruz” en el gabinete presidencial.
“El General Mejía Embajador en Australia y el @mindefensa @CarlosHolmesTru deben
hablarle al país de la corrupción en las FFAA destapada por la Operación Bastón”.
La inesperada renuncia del general Juan Carlos Buitrago fue un motivo más de indignación
para el expresidente. ¿Qué sabe Pastrana sobre este oficial que compromete la seguridad
nacional? ¿Qué fue lo que el exmandatario le entregó al ministro? Vino otro mensaje.
Pastrana emplazó a Trujillo a que no le tiemble la mano con la Policía y le reclamó.
(…) la información de seguridad nacional que usted conoció en la reunión de meses atrás
no era para engavetarla”.
Pastrana también le pidió explicaciones a Carlos Holmes Trujillo por la salida de José
Alejandro Ramírez como director de la Justicia Penal Militar y calificó el hecho como grave.
En esta tensión, ¿Marta Lucía Ramírez está del lado del presidente o del expresidente?
Ante todos estos reclamos, solo ha habido silencio, nada más.
Pero ese rosario de quejas va más allá. El nombramiento de Mónica de Greiff como
embajadora en Kenia le dolió. Quien conoce a Pastrana sabe que él no admite nada que le
recuerde a Ernesto Samper y ella fue tesorera en la campaña samperista. Ahí se volvió a
desahogar en el Twitter:
“El Presidente @IvanDuque nombra Embajadora en la tierra de los elefantes a quien le abrió
la puerta al elefante”.
A mediados de esta semana, Pastrana mandó otro misil a su relación con Duque. Esta vez
el reclamo tuvo que ver con el nombramiento del hijo del exjefe paramilitar Jorge 40 en la
coordinación de víctimas en el Ministerio del Interior.
“No podemos untarnos de Jorge 40 presidente @IvanDuque”.
Aunque dijo que esto ponía en entredicho su coalición con el Gobierno, no hubo respuesta
de la Casa de Nariño. Por el contrario, la ministra Alicia Arango salió en defensa del joven.
No hay duda, Pastrana le habla a un Gobierno sordo que no lo quiere oír. Tal vez pensando
que no lo necesita más. Nadie le atendió sus propuestas de entablar una comunicación con
Maduro por la pandemia para salvar vidas en la frontera. Menos eco tuvo su iniciativa de
volver a fumigar en tiempos de emergencia para atacar el narcotráfico. Todo esto sin contar
que se ha tenido que tragar el sapo de la Ñeñepolítica y el Aidagate.
El expresidente Andrés Pastrana se debe sentir usado y conejiado por Duque, y aunque sus
relaciones con Uribe están bien, con el jefe de gobierno pasan por su peor momento.
Sencillamente no existen.
Poco queda de la alianza política (Pastrana-Uribe-Duque-Ramírez) que nació y llevó a Duque
a la presidencia. A pesar del precandidato y exprocurador Alejandro Ordóñez, en plena
campaña presidencial para contener la llegada de la izquierda a Palacio, justo en momentos
en que Gustavo Petro parecía imbatible. La presencia del pastranismo en el gabinete es nula
y lo único en común es la vicepresidenta, que francamente debe sentirse muy incómoda
con tantos reparos de Pastrana al Gobierno que ella representa. ¿Será que comparte las
mismas críticas? En esta tensión, ¿Marta Lucía Ramírez está del lado del presidente o del
expresidente?
A pesar de su lealtad con Duque, la situación de la vice es compleja. Cada vez es más
ignorada por el círculo íntimo de su jefe, no pertenece al circulito palaciego, no la tienen en
cuenta para las grandes decisiones a pesar de su experiencia y las tareas que le encargan
son de bajo perfil. Lo cual es un error. Sin embargo, parece atrapada. Todavía le queda un
año para pensar si renuncia y así poder jugar en 2022. Pero no está fácil.
Mientras tanto, Duque cada vez estará más solo. Esa es la maldición de los presidentes
cuando su tiempo en el poder va expirando. Creo que a Pastrana ya lo perdió.
Salud Hernández-Mora
Los tales amigos de la paz
Si fuera coherente, Cristo habría dedicado la misma frase tras la elección de una
exguerrillera de la Teófilo Forero para dirigir la Oficina de Paz de Neiva.
Proclaman a los cuatro vientos que son los guardianes de la reconciliación nacional, que el
perdón es su dios supremo y, sin embargo, a la mínima trampita pelan el cobre. Imposible
hallar mayor incoherencia.
El espectáculo que dieron esta semana fue lamentable. Para esos tales amigos de la paz, la
vida es como un embudo: muy ancho para ellos y los que consideran sus aliados, estrecho
para los que piensan distinto.
Fui de las primeras que salí a criticar el nombramiento del hijo de Jorge 40. Aunque era
pequeño cuando los crímenes del papá, resulta una afrenta innecesaria para los que
padecieron las atrocidades del exjefe paramilitar y siguen esperando respuestas. Además,
Jorge 40 no confesó casi nada en Justicia y Paz. Todavía esperamos que diga dónde
enterraron a los siete miembros de la comisión del CTI que mandó asesinar en marzo de
2000. Una revelación que hubiera aliviado el dolor de las familias. Pero no le dio la gana. Así
solo fuera por eso, ilógico escoger al joven Tovar para un cargo sensible.
Lo paradójico, lo hipócrita, lo irritante es que salgan a rasgarse las vestiduras alegando
solidaridad con las víctimas, los mismos que defendieron las curules para autores de
crímenes de lesa humanidad. No les preocupó que reclutaran niños, ordenaran asesinatos,
ataques a poblaciones, secuestros, desplazamientos, extorsiones, atentados sangrientos y
demás espantos. Y encima encuentran formidable que den lecciones de moral desde el
Senado y Congreso. Ni siquiera rechazaron que mantuvieran para el partido unas siglas que
chorrean sangre.
Si fuera coherente, Cristo habría dedicado la misma frase tras la elección de una
exguerrillera de la Teófilo Forero para dirigir la Oficina de Paz de Neiva.
Ahí las víctimas no cuentan y, si alguna se atreve a manifestar que todo eso la trastorna y
ofende, corren a declararla enemiga de la paz con ansias vengativas.
¿Y qué tal la actitud de personajes como Juan Fernando Cristo, que se iba lanza en ristre
contra cualquiera que criticara las gabelas que concedían a las cabezas de las Farc? El
exsenador, que nos recordó su perdón al ELN por asesinar a su papá, considera la
designación de Tovar “cruel e inhumana con las víctimas”.
Si conociera la palabra coherente, habría dedicado la misma frase tras la elección de una
exguerrillera de la Teófilo Forero para dirigir la Oficina de Paz y Derechos Humanos de la
Alcaldía de Neiva. Smith Duarte lanzó un rocket contra el avión presidencial en 2005 y no
debe estar muy arrepentida cuando bautizó ‘Manuel Marulanda’ a una cooperativa que
creó.
¿Dijeron algo todos los que ahora patalean? Con el agravante, en ese caso, de que su
presencia genera aún más resquemor entre las víctimas, puesto que el Paisa, que fuera su
jefe, está de vuelta en las disidencias y ya desplaza y mata.
El también opita, mi colega Melquisedec Torres, publica que Carlos Roberto Sáenz, hermano
del fallecido líder de las Farc, Alfonso Cano, firmó en abril un contrato de un año con la
Defensoría del Pueblo, de 11 millones mensuales. ¿Será eso cruel con víctimas de la guerrilla
que perdieron todo?
Lo que no entiendo es que Claudia López, que bastante tiene con la covid-19, se sume al
orfeón de críticos: “¿Este es el trato y el respeto que le merecen al gobierno nacional las
víctimas?”, escribió en Twitter.
Los senadores y congresistas de las Farc, aplaudidos por verdes, liberales y polistas, mataron
niños, ancianos, embarazadas. ¿Darles impunidad y curules era el respeto que merecían
quienes padecieron tanta barbarie?
Tampoco comprendo a María José Pizarro. Hija de guerrillero que secuestró y mató para
alcanzar sus fines, y el país lo perdonó sin exigirle nada a cambio. Ella fue contratista de
Memoria Histórica y no hubo quejas, pese al evidente sesgo que tendrían sus
intervenciones. Y nunca armaron escándalo el día que Francisco Santos nombró a Carlos
Franco, ex-EPL, director de Derechos Humanos en la Vicepresidencia. ¿No era insultante
para los que sufrieron a manos de esa guerrilla?
Y ni siquiera un respingo en la designación, en el Gobierno Santos, como viceministro del
Interior al hijo de Ernesto Samper. La mafia y la corrupción son cánceres tan corrosivos
como paramilitares y guerrillas. Pero no importó.
No menciono la incoherencia de periodistas que se pasaron cuatro años tildando de
guerreristas e indolentes a quienes no comulgábamos con la impunidad que otorgaban a
las Farc, ni con seguir otro proceso idéntico con el ELN. “Entonces, ¿qué quieren, más
guerra?”, nos increpaban con un tono de superioridad moral.
Insisto, no veo la razón de irritar a las víctimas de Jorge 40 que aguardan la verdad. Y eso
que, a diferencia de los jefes farianos, al menos lleva 13 años preso y todavía pagará más.
NOTA: La Corte Suprema notificó a Andrés Felipe Arias que lo clava porque lo clava. El
honorable Santrich sí podía quedar libre. No era un peligro social.

Alfonso Cuéllar
La incómoda verdad de Jorge 40
De los jefes paramilitares, Jorge 40 se destaca por su silencio y por defender lo indefendible.
No es un ejemplo de confesión; con él no hay contrición.
Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, no es un ilegal paramilitar. Tampoco es un
narcotraficante confeso. Son acusaciones sin fundamento hechas por autoridades
colombianas y estadounidenses. Lo dice su hijo Jorge Rodrigo Tovar, hoy recién designado
director del equipo de víctimas del Ministerio del Interior. En tuit de julio de 2017, dijo: “Mi
papá, prisionero político en Estados Unidos, lleva 9 años preso en ese país y no le han
mostrado una sola prueba en su contra”.
Jorge 40 insiste en que no es culpable y merece una calle de honor en Valledupar. Que
gracias a él la guerrilla fue derrotada en el Cesar.
Infortunadamente, a Jorge 40 no le creen. Gracias a procesos de Justicia y Paz, los
testimonios de hombres del bloque Norte que él dirigió pintan un escenario muy diferente.
Se estima que más de 30.000 colombianos fueron victimizados por Jorge 40 y sus cómplices.
Hubo 333 masacres en la región Caribe, dejando miles de desplazados y desaparecidos,
violencia sexual al por mayor, y 4.000 niños y niñas reclutas. Una verdadera pesadilla.
De los jefes paramilitares, Jorge 40 se destaca por su silencio y por defender lo indefendible.
No es un ejemplo de confesión; con él no hay contrición.
A Jorge 40 le ofrecieron el bloque Norte en 1999. En siete años logró dominar varios
departamentos y apropiarse del recaudo de impuestos, de licitaciones y contrataciones.
Fue el hombre de la costa. Se le recuerda, especialmente, por las masacres de El Salado en
2000, en Puerto Nuevo también ese año y de bahía Portete en La Guajira en 2004. Era un
jefe militar sin remordimientos. En 2000, ordenó la captura y asesinato de un equipo del
Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía. Murió un amigo de infancia de Jorge 40.
“Estaba en el lugar equivocado en la situación equivocada”, dijo Tovar Pupo. Fue condenado
a 26 años de cárcel.
En el famoso computador de su lugarteniente –hecho público por SEMANA en septiembre
de 2006–, hay más de una veintena de homicidios cometidos entre 2004 y 2005 en el
departamento del Atlántico. Buscaba “limpiar” a los dirigentes sindicalistas y otros
“comunistas”. Entre ellos cayó el profesor Alfredo Rafael Francisco Correa de Andréis, en
septiembre de 2004.
Manejó a dedo lo que se conoció como parapolítica, la incursión de las autodefensas en
política. Hay mucho que contar. Pero niega todo. Jorge 40 prefiere el misterio de su
accionar, como su nombre. Según Alonso Sánchez Baute, el número es referencia bíblica a
los 40 días que duró el diluvio y a los que estuvo Jesús en el desierto tentado por el diablo.
Cosa seria.
De los jefes paramilitares, Jorge 40 se destaca por su silencio y por defender lo indefendible.
No es un ejemplo de confesión; con él no hay contrición. En su opinión, actuó
correctamente y fue el Gobierno de Álvaro Uribe Vélez que lo traicionó al extraditarlo.
Es difícil pensar que el nombramiento de su hijo en el Ministerio del Interior sea un mensaje
de paz. Se equivoca, de manera grande, la ministra Alicia Arango. “Es increíble que no
seamos capaces de darle oportunidad a quien no ha cometido delitos. El día que él no
cumpla o cometa algún delito se tiene que ir. Pero mientras tanto no se va a ir, porque él
no tiene ningún problema con la justicia, por un lado, y, por el otro, porque cumple con sus
funciones a cabalidad. Es una persona absolutamente abierta a todos los escenarios de
reconciliación en este país”, expresó la ministra Arango.
“Tampoco tiene la culpa que su papá se hubiera equivocado –dijo Arango–. El tema no es
porque sea Jorge Tovar, la cosa es porque son inocentes, que no tienen por qué llevar
durante toda su vida una carga que no le pertenece”.
Y agregó: “A mí me duele tremendamente que juzguen a una persona sin conocerla, que se
juzgue por el hecho de ser hijo de equis persona, eso no puede ser, eso no es justicia, eso
no es paz ni reconciliación”, dijo Arango.
Jorge Rodrigo Tovar se ratificó en el puesto. Arango dice que no se va. Un escándalo
innecesario para el Gobierno. Por obvias razones, la oposición no cree en la buena fe, sino
en una provocación. El expresidente Andrés Pastrana Arango lo dijo en un tuit:
“Desafortunadamente personajes como este, por razón de sus relaciones de sangre, ponen
en entredicho los principios y la moral de nuestra coalición. No podemos untarnos de Jorge
40, señor Presidente @Ivanduque”. Pastrana tiene la razón.
Antonio Caballero
Igual o peor
También hay signos cómicos de que la pandemia no nos ha hecho más buenos. Miren al
primer ministro británico, que emergió de su choque con el coronavirus idéntico a sí mismo.
Todas las guerras del mundo prosiguen su marcha, desde las varias que se reproducen en
el Oriente Medio hasta la guerrita perpetua del ELN en Colombia. Se acabó su cese el fuego
de un mes, que no había sido respondido por el Gobierno de Iván Duque, aun más
empeñado que los guerrilleros en perpetuar la violencia. Y las disidencias de las
desmovilizadas Farc, y los renovados paramilitares, los llamados grupos armados
organizados (GAO), también siguen actuando.
Se habla ya de 32 de ellos. Sigue la guerra comercial entre los Estados Unidos y la China. Y
se ha desatado también una guerra más o menos clandestina con muchos beligerantes por
los derechos sobre la posible vacuna contra la covid-19: una guerra nueva.
Si este de la continuidad de las guerras es un signo trágico de que la pandemia no nos ha
hecho más buenos y solidarios, como esperaban (o esperan) las buenas almas optimistas,
también hay signos cómicos. Miren al primer ministro británico Boris Johnson, que de su
choque personal con el coronavirus emergió idéntico a sí mismo, con su misma peluca y su
misma ambición rubia. Le dio las gracias al enfermero que le salvó la vida, un inmigrante,
pero a continuación siguió promoviendo su ‘brexit duro’ que expulsa del Reino Unido a los
inmigrantes (y tal vez también a los escoceses). No es que sea tonto; es que es egoísta. Y
sabe que su egoísmo coincide con el egoísmo y la xenofobia de millones de votantes del
partido tory, que por eso lo llevaron al poder. O miren el caso del presidente
norteamericano Donald Trump, enquistado en su campaña electoral. O vean al primer
ministro indio Narendra Modi, que está utilizando la pandemia para hinduizar la India en
contra de los musulmanes y de los budistas. O al israelí Bibi Netanyahu, que la usa para
anexar media Palestina. O al primer ministro húngaro Viktor Orbán, o al mariscal egipcio
Abdulfatah al Sisi, o al comandante nicaragüense Daniel Ortega, que la usan para
consolidarse en el poder. Cada cual en lo suyo, y a lo suyo. ¿Solidaridad llaman a eso? Ya
vemos cómo los bancos –¡los bancos!– pagan en la prensa anuncios “solidarios”. Que son,
como han sido siempre, anuncios publicitarios. Porque ni siquiera es cierto, como nos
prometen los optimistas, que la industria publicitaria vaya a ser la primera en desaparecer,
con el turismo. Al revés: va a florecer, más dañina que nunca.
También hay signos cómicos de que la pandemia no nos ha hecho más buenos. Miren al
primer ministro británico, que emergió de su choque con el coronavirus idéntico a sí mismo.
Sí, tal vez haya alguna gente sin poder, aunque sí con cierta resonancia mediática –
economistas como el francés Thomas Piketty o el bangladesí Muhammad Yunus; los
partidarios del “capitalismo con rostro humano” propuesto y a veces logrado en Europa
occidental por la socialdemocracia; o hasta la revista The Economist, habitualmente tan
inclinada a la defensa del capitalismo realmente existente pero que hoy de golpe sueña con
una economía sin carbón ni petróleo: con otro capitalismo–, tal vez haya gente sin poder,
digo, que (y tal vez por eso) crea posible un cambio para mejor de la sociedad humana.
Libertad, igualdad, fraternidad, como prometía hace más de dos siglos la Revolución
francesa. Otros economistas, como Paul Krugman en sus columnas del New York Times o
Salomón Kalmanovitz en las suyas de El Espectador, son más escépticos. Y cuando uno ve,
por ejemplo, cómo el Gobierno de Iván Duque y Alberto Carrasquilla solo les da plata a los
ricos para aliviarles los costos de la producción pero no les ayuda a los pobres a aliviarles
los costos del consumo, el escepticismo parece bastante lógico.
Entre tanto, como siempre, los raponeros raponeando, los politiqueros robando, los
asesinos asesinando, y nosotros los columnistas pontificando. (El sumo pontífice también
lo hace, urbi et orbi, ante una plaza desierta).
Cuando pase la peste, la solidaridad que habrá, que seguirá habiendo, no será una sola, del
género humano en su conjunto, como canta ilusamente la letra del himno comunista La
Internacional. Sino muchas. Sectoriales, nacionales. Y nacionalistas, y de clase. Las mismas
que hoy vemos, reforzadas por el susto que habrá pasado dejando exacerbadas las
desconfianzas.
“¡America first!”, como predica Donald Trump. Y cada cual “first”, cada cual primero, de
digamos la China a, pongamos, Haití. Qué tristeza siniestra que sea Trump el heraldo de la
nueva era.

CONFIDENCIALES

Sobre Matarife

Daniel Mendoza, un abogado de las causas de izquierda, ha elaborado una serie titulada
Matarife, un genocida innombrable. Se trata de un documental de 50 capítulos sobre las
leyendas negras creadas alrededor del expresidente Álvaro Uribe. Mendoza se basó en las
investigaciones de Gonzalo Guillén y Julián Martínez, dos pioneros del antiuribismo
recalcitrante. Los videos serán difundidos inicialmente en WhatsApp y Telegram, y
posiblemente después en YouTube. No está claro quién financió la serie, pues 50 capítulos
cuestan. El Centro Democrático ha anunciado que realizará a su turno una serie de
documentales para mostrar la realidad del expresidente y su legado.

Nuevas revelaciones sobre el presunto golpe contra Maduro

El periódico El País, de Madrid, hizo revelaciones sorprendentes sobre el intento fallido de


tumbar a Maduro:1) Que el general Clíver Alcalá, uno de los dos organizadores de esa
aventura, tenía comunicación con los servicios de inteligencia colombianos. 2) Que algunos
de los golpistas capturados se jactan de haber tenido contacto con el expresidente Álvaro
Uribe y con el embajador Francisco Santos. 3) El artículo señala que el operativo había sido
infiltrado por la inteligencia cubana y que posiblemente una parte de la financiación salió
del propio Gobierno venezolano para tenderles una trampa.

Malas y buenas noticias sobre el coronavirus

El viernes pasado se rompieron dos récords: el mayor número de contagiados en el mundo


en un día, 108.000, y el mayor número de contagiados en Colombia también en un día, 800.
El consuelo es que el país tiene uno de los mejores índices en términos de mortalidad en la
pandemia. Estas son las cifras: En Reino Unido ha muerto una persona por cada 1.920
habitantes; en Suecia, una por cada 2.768; en Estados Unidos, una por 3.655; en Ecuador,
una por 6.244; en Brasil, una por 12.996, y en Colombia, una por cada 86.498

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