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y las ideologías; más aún, haber adquirido, en contacto por excelencia


con Hegel, el sentido y la práctica de la abstracción, indispensable
a la constitución de toda teoría científica, el sentido y la práctica 3
de la síntesis teórica, y de la lógica de un proceso del que la dialéc- CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN
tica hegeliana le ofrecía un "modelo" abstracto y "puro". Indico
aquí estos puntos de referencia sin pretender aportar todavía una
(NOTAS PARA UNA INVESTIGACióN)
respuesta a la cuestión; pero permiten tal vez definir, bajo la reserva
de estudios científicos en curso, cuál pudo ser el papel de esta ideo- En He~el esta~a cabeza abajo. Es preciso invertirla para
logía alemana, y aun de la "filosofía especulativa" alemana en la descubnr el nucleo racional, encubierto en la envoltura
mística.
formación de Marx. Me inclino a ver en ella más que un papel de
formación teórica, un papel de formación a la teoría, una especie K. MARX, Das Kapital. "Nachwort zur zweiten Auflage".
de pedagogía del espíritu teórico a través de las formaciones teóri-
cas de la misma ideología. Como si, esta vez, pero bajo una forma
extranjera a su pretensión, este sobredesarrollo ideológico del espíritu
alemán hubiera servido doblemente de propedéutica al joven Marx:
a la vez al haberlo obligado a criticar toda ideología para poder
alcanzar el más acá de los mitos y al entrenarlo a manejar las estruc-
turas abstractas de sus sistemas, independientemente de su validez. Y
si se quiere tomar una cierta distancia en relación con el descubri- A MARGRITTE Y A GUI
miento de Marx, considerar que ha fundado una nueva disciplina
científica, que esa aparición misma es análoga a todos los descubri- Subraté hace, algún tiempo, en un artículo consagrado al joven
mientos científicos de la historia, es necesario convenir que ningún ~arx, el eqmvoco ?el concepto de "inversión de Hegel". Me pare-
gran descubrimiento se ha hecho sin que se haya puesto en eviden- cw que, tomada ngur?sament,e, esta expresión convenía perfecta-
cia un nuevo objeto, o un nuevo campo, sin que aparezca un nuevo mente a ~euerbach, qmen volv1a a poner efectivamente "la filosofía
horizonte de sentido, una nueva tierra en la que desaparecen las an- esp~c~ahva sobre s~s pies", para no sacar de ello, en virtud de una
tiguas imágenes y los antiguos mitos. Pero, al mismo tiempo, es nece- lóg~ca Implacable, smo una antropología idealista; pero que no podía
sario que el inventor de este nuevo mundo haya ejercitado el espíritu fl~~:~~e a Marx, al menos al Marx liberado de esa fase "antropo-
en las formas antiguas mismas, que las haya aprendido y practicado
y que en su crítica haya tomado el gusto y aprendido el arte de ma- l , ~ré más lejos, sugiriendo que en la expresión conocida: "La dia-
nejar las formas abstractas en general, sin las cuales no habría podido echca, .en H~gel, estaba cabeza abajo. Es preciso invertirla para
concebir formas nuevas para pensar su nuevo objeto. En el contexto descubnr el nucleo racional encubierto en la envoltura mística",2 la
general del desarrollo humano que hace, por así decirlo, urgente, si
1 Ver capítulo 2.
no inevitable, todo gran descubrimiento histórico, el individuo que
será su autor se ve sometido a la condición paradójica de tener la e~i!Ón~~~~:enfa {inal ~ la. segunda. edición", traducción literal del texto de
(Costes Le capital tg:t~a. a tr)a uc~!Ón .Mohtofr (fr~ncesa) sigue igualmente este texto
que aprender el arte que le permitirá decir lo que va a descubrir b ~ ' · ' P· xcv no sm c1ertas antasms. En cuanto a Ro cu ruo-
en aquello mismo que debe olvidar. Tal vez también esta condicíón a:X ~~v~~;;t:;: ;~~n~:l ~d text? titr~?uciendo por ejemplo: "die mystif'[;¡renYJ: ~eite
es la que da a las obras de juventud de Marx ese aspecto trágico de la el texto original dice ue en ~ m~l ?o .. :' cu.ando no lo corta dir~ctamente. Ejemplo:
inmanencia y de la permanencia, esa extrema tensión entre el co- tiria hpara descubri~ el ~úcleo ralnal 'l:n ~~al=~~~tu~;a~~s:~~ap:!';J~oyE:J>¡ecis.o ..inveér--
marc a sobre la cabeza; basta ponerla sobre lo . ' . uce. en 1
mienzo y el fin, entre el lenguaje y el sentido, de las que no se podría mente razonable'' ( lll) El ' 1 s pies para .encontrarle una f1sonom!a total-
hacer una filosofía sin olvidar que el destino que comprometen es, decir, por lo demás lo. que ~~e d~ / d~u t:;ol~u:a han Sido escamoteados. Es necesario
Roy un texto men~s "difícil" CJ r¡ m erés, que Marx aceptó en la versión de
en sí, irreversible.
elloí/ pos~erz"ori, reco?ocer la 'd~ic~l~~s d~~l;~~~~ d~es:J :;~~ío~~:br!r:i~pta;o, con
"e .aqm la tra~ucc¡~n de pasaJes liDportantes del texto alemán: p vas
M1 método dtaléctico no es sól · · · d
método de Hegel sino que es direc~~~~u pnnetplot ( (eG~. Grun~Iage nach) distinto del
' e su opues o egenteil). Para Hegel el pro-
[ 71] '
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fórmula de la "inversión" no es sino indicativa, aún más metafórica, y conciencia, las formas g~n~ral_es de su m~vimiento". Se trataría; por
que plantea tantos problemas como los ~ue resuelve: lo !anto, de tomar la dialecbca y de aplicarla a la vida en lugar de
¿Cómo entenderla, en efecto, en este e¡eJ?plo preci~o? N? se trata aplicad~ a la_ Idea. La "inversión" sería una inversión del "sentido"
de una "inversión" general de Hegel, es decir, de una mversiÓn de la ?e la d1alé~bc~ .. Pero esta inversión del sentido dejaría, en efecto
filosofía especulativa como tal. A part,ir de~ ideolo~a alemana sa~e­ mtacta la dialechca. '
mos que esta empresa no tie~e ni~gun sentid?. Qmen pretende m-
~hora bien,_ en el artículo citado ·sugería, justamente, tomando
vertir pura y simplem:n~e la filosofia ;speculati~a (para sacar de ella, e~ e¡emplo del ¡oven ~arx, que la utilización rigurosa, de la dialéc-
por ejemplo, el matenalismo), no sera nunca smo el Proudhon de la
hc~ en su forma heg~hana no podí~ sino conducirnos a equívocos
filosofía, su prisionero inconsciente, como P~o~d~on lo era de la eco-
nomía burguesa. Nos referimos ahora a la dwlectlca y a ella sola. Pero
peligrosos~ e? _la m~d1da en que es Impensable concebir, en virtud
de los _pnn~r¡~ws mismo~ de la interpretación marxista de un fenó-
cuando Marx escribe que es necesario "descubrir el núcleo racional
men_o Ideologico cualqutera, que la dialéctica pueda ser alojada en
encubierto en la envoltura mística", podría creerse que el "núcleo ra-
el szstema de Hegel como un núcleo en su envcltura. 4 Con ello
cional" es la dialéctica misma, y la envoltura mística la filosofía es-
quería ~eñalar que es _imposible. q~e ~a ideología hegeliana no haya
peculativa ... Es, por lo demás., lo que E~g_els dice en ,los términ?s
cont~;nmado _la ~s,e~~Ia de la d~alechca en Hegel mismo o, ya que
que la tradición ha consagrado, cuando distingue el m,et?do del ~IS­ e~ta, ~ontammacwn no puede descansar sino en la ficción de una
tema.3 Botaríamos entonces la escoria, la envoltura mistica (la filo- d1a~ecbca pura, a~terior a la "contaminación", que la dialéctica he-
sofía especulativa) para guardar el núcleo precioso: la dialéc~ica. Sin
Wdzana p~eda de¡ar de ser hegeliana y llegar a ser marxista por el
embargo, en la misma frase Marx dice que el descortezan:uento del stmple mzlagro de una "extracción".
núcleo y la inversión de la dialéctica se producen en un mismo acto.
Ahora bien, en las líneas rápidas de las palabras finales a la se-
Pero, ¿cómo puede esta extracción ser una inversión? De otra manera
gunda edi~i_ón de El capital observamos que Marx ha percibido sin
¿qué es lo que se "invierte" en esta extracción? . . .
duda la, dificultad, y q~e no solamente sugiere, con la acumulación
Veamos esto de más cerca. Una vez que la dialéctica ha sido
de_ meta~?ras, ~ en particular con el encuentro singular de extracción
extraída de su escoria idealista, llega a ser el "contrario directo de l_a
e mverswn, mas de lo que dice, sino que, más aún, lo dice clara-
dialéctica hegeliana". ¿Quiere esto decir que, en l~gar de concermr mente en otros pasajes, escamoteados a medias por Roy.
al mundo sublimado e invertido de Hegel, se aplicará de ahora en
adelante, con Marx, al mundo real? En este sentid~, Hegel ha sido
Bas~a ~eer de cerca el texto alemán para descubrir que la envol-
sin duda "el primero en exponer, en toda su amplitud y con toda
t~ra mzstzc~ no es ~n absoluto, como podría creerse (confiando en
Ciertos escntos ultenores de Engels) ,S la filosofía especulativa, o la
ceso del pensamiento que él convierte, bajo el nombre de idea, en sujeto autónomo, es el 4
demiurgo (creador) de lo real y éste no representa (biidet) sino su fenómeno. Para mí, Acerca del "núcleo", cf. Hegel: Introducción a Ia filosofía de Ia, historia: "[a los
gran?es hombres] se les debe ll~~ar héroes en cuanto han sacado sus fines y su vocación
por el contrario, lo mental (das Ideeiie) no es más que. 1~ _material tra~J:u~sto y tradu-
cido en la cabeza del hombre. Yo critiqué el aspecto misbflcador (myshf1Zrrende) de la n_o solo. del curso de los acontecimientos, tranquilo, ordenado, consagrado por el sistema en
dialéctica hegeliana hace cerca de 30 años, cuando todavía estaba de_ moda. . . Por eso vigor, sm~ ?e u_na f~ente cuy? contenid,o está oculto y no ha logrado la existencia actual,
en el espmtu mtenor, todavia subterraneo, que golpea contra el mundo exterior y lo
me he declarado abiertamente discípulo de aquel gran pensador e mc~uso, en ~lgunos
rompe, porque no es la almendra que conviene a ese núcleo." Variante interesante en
pasajes del capítulo sobre la teoría del valor, he lleg~d? .a ~oquetea~ (Ich koket~Irte._..
la larga, historia del nú~leo, la pulpa y la almendra. El núcleo desempeña aquí el papel
mit . .. ) con su modo particular de expresarse. La .i!usbfica~ón sufnda por la dmlécbca
en manos de Hegel, no impide reconocer que haya s1do el pnmero _en. exponer de la ma- ?e 1~ cascara que contiene una alm_en~r~, siendo_ el núcleo lo exterior y la almendra lo
nera más completa y más consciente las formas generales de s~ mov1~mento. En él e~taba mtenor. La almend~a (el ~uevo pnncipi?) termma por hacer estallar el antiguo núcleo,
cabeza abajo. Es preciso invertirla ( umstüipen) para descubnr el nucl~o . (_Kern) ra~onal q~e ya no le conviene mas (era el nucleo de la antigua almendra ... ); quiere un
encubierto en la envoltura mística ( mystische H ülle) . En su forma mistificada la dmléc- nucleo que sea el_ suyo: nuevas formas políticas, sociales, etc... Se podrá recordar este
tica se puso de moda en Alemania, ya que parecía transfigurar lo dado (das Bestehende). texto5
en algunos mstantes más cuando se trate de la dialéctica hegeliana de la historia.
En su forma (Gestalt) racional, es un escándalo y un objeto de horror p_ara los. burgue- Cf. e! Feuerbach de Engels. No es necesario, sin duda, tomar al pie de la letra
ses... Como incluye en la comprensión de lo dado (Bestehende) a~ mismo tiempo la todas las formulas de un texto, por una parte destinado a una gran difusión popular
-y por ello, Eng~ls no }o ~c?lta, bastante esquemático-- y, por otra parte, redactado
comprensión de su negación y de su destr~cción necesaria, como_ concibe toda f?rma ma-
por un hombre que babia VIVIdo 40 años antes la gran avenrura intelecrual del descu.
dura (gewordne) en el curso de su movim1ento_y po~ ~o tanto baJO ~u aspe;;to ehmero,_ no brimient.o d_el I_Dat;r!alismo histórico, que había, por lo tanto, pasado por las formas
se deja dominar por nadie. Es, en su esencia, cntica y revolucwnana. Das Kapttal,
''Nacbwort zur zweiten Auflage" . de conCiencia illosoilcas de las que hace, a grandes rasgos, su historia. Y, de hecho, se
a Cf. Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, Ed. en Lenguas ExtranJeras, encu.entra en este texto una crítica bastante notable a la ideología de Feuerbach (Engels
Moscú. ve b1en que en él "la naturaleza y el hombre siguen siendo meras palabras" [p. 39] y un
buen enfoque de los puntos de rclación entre el marxismo y el hegelianismo. Engels
CONTRADICCióN y SOBREDETERMINACióN CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN 75
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" ., d 1 d " o el "sistema"' es decir, un elemento CO~·
naturaleza de los objetos a los cuales se trata de aplicar un misma
concepcwn e mun ° .1 ét do pero que tendna método (el mundo de la Idea en Hegel, el mundQ de lo real en
siderado de esta .man~ra co_mo ext~~~ ~ m a ~edir que la dialéctica Marx), sino el problema de la naturaleza de la dialéctica considerada
que ver con la dtalécttca mtsma. d egaH g l" habla de su "aspec- en sí misma, es decir, el problema de sus estructuras específicas. No
" ist1'fi aci6n en las manos e e e ' plantea el problema de la inversión del "sentido" de la dialéctica,
sufre una m e " istificada" opone precisamente
to mistificador" Y de su format..~ t Form) yde la dialéctica hege- sino el problema de la transformación de sus estructuras. Es casi
· t'ficada (mys tftztr e . . . inútil indicar que, en el primer caso, la exterioridad de la dialéctica
a esta forma mtS 1• l ( t' lle Gestalt) de su propta dtaléctica.
liana~ ~a. forma racw'!"-a r;o::: más clara que la envoltura m_fstica a sus objetos posibles, es decir, la cuestión de la aplicación de un
Es dtftctl poder dectr ~~'f' da de la dialéctica misma, es deetr, no método, plantea una cuesti6n predialéctica, es decir, una cuestión
no es sino la form_a mlS 1 zca . a la dialéctica (como el "siste- que, en todo rigor, no puede tener sentido para Marx. Por el contra-
un elemento relattVament.e texteno:onsustancial a la dialéctica hege- rio, el segundo problema plantea una cuestión real, a la que sería
ma")' sino un elemento ¡~ ~~· separado de su primera envoltura muy improbable que Marx y sus discípulos no hubieran dado, en la
liana. No basta en~onces a r a ecesario liberarla también de esa teoría o en la práctica, una respuesta concreta.
(el sistema) para hberarlf' Es nl cuerpo que es me atrevo a decir, Terminemos esta explicación de texto, demasiado larga, dicien~
segunda envoltura que se e pega a . 'ue es elÍa misma hegeliana do que si la dialéctica marxista es en su principio "mismo" lo opues-
su propia piel, i~~dp~~ab~~~:}i~;)~mriiiamos entonces que no se to de la dialéctica hegeliana, si es racional y no mística-mistificada-
hasta en su pn . . d lor ue este aparente descorteza- mistificadora, esta diferencia radical debe manifestarse en su esen-
trata de una extradcetón sdm . ot'fi~a~6~ es decir una operación que cia, es decir, en sus determinaciones y en sus estructuras propias. Para
miento es en verda una emlS t ' ' hablar claro, ello implica que estructuras fundamentales de la dia-
transforma lo que ella extrae. · act'o'n esta expresión meta- léctica hegeliana tales como la negación, la negación de la negación,
e 1 t to que en su aproxtm la identidad de los contrarios, la "superación", la transformación
fóriC:~~ ~o~i:ve:S7ór:" de la dialéctica no plantea el problema de la de la cantidad en cualidad, la contradicción, etc ... , posean en Marx
·t 1) la extraordinaria virtud crítica de (en la medida en que vuelven a ser empleadas: cosa que no ocurre
muestra, por ejemplo (lo que me pare~e ~PI :n, términos adecuados que e1 método siempre) una estructura diferente de la que poseen en Hegel. Ello
Hegel en relación con Kant (J?· 28) Y. ec ~¡ , (p. 41). Otra tesis fundamental: ~!
dialéctico "ba¡'o su forma hegeJ¡ana era mservi el " 'dades prácticas de su lucha implica también que es posible poner en evidencia, describir, deter-
, fl ófco· son as necesi , d H
desarrollo de la filosoÍia no ~s 1 os I ' h ranos a oponerse al "sistema' e e- minar y pensar estas diferencias de estructura. Y si es posible, es
religiosa y política lo que obligÓ ~ lo~ neod ,~ ¡industria lo que trastorna las filosofías
gel (p. 15); es el progreso ~e lela crencJa ~ .:nto de la profunda influencia de Fe~er­
por lo tanto necesario, y diría más aún, vital para el marxismo, ya
( . 21). Observemos todavl_'l. reconocJml Sin embar o, este mismo texto con~ene que no podemos contentarnos con repetir indefinidamente aproxi-
~eh sobre La Sagrada Fanulia (p. 16), etc. 't' en ~n callejón sin salida. Asl, el maciones tales como: la diferencia del' sistema y el método, la inver-
fórmulas que, tomadas al pie d~ !a letra, nos .SI u:mo ara inspirar a Engels esta con-
terna de la "inversión" es lo suÍicJent~m.en~e "VIVO or últi~o el sistema de Hegel ya no sión de la filosofía y la dialéctica, la extracción del "núcleo racio-
clusión -es necesario reconocerlo-;- lo?Ica. n ·~~ferialismo que aparece invertido de una nal", etc... , a menos de dejar a estas fórmulas la preocupación de
representa por su método y COJ?-teru~o sm?ó u d Hegel en el marxismo está ver~dera· pensar en nuestro lugar, es decir, de no pensar, y de confiar en la
manera idealista" (p. 22) . SJ 1~ mvers~ n e H el no sea a su vez smo un
mente bien fundada, es necesano. que mver~am:teuna ~firmación. Más allá (p. 42) magia de ciertas palabras totalmente desvalorizadas para realizar
materialismo inve~tido:. dos ne&ac¡ones U:~~~{¡~~ble en su forma hegeliana, precisa.men~e la obra de Marx. Digo vital, pues estoy convencido de que el desarro-
vemos que esta dmléctlca hegelmna _es l) . ''Pero con esto, la prop1a d1a-
b
porque camina sob re 1a ca eza , .
(la Idea y no 1o rea . • . • t
ente en el reflejo consciente del. mov1m1en o
llo filosófico del marxismo depende de esta tarea.6
léctica del concepto se convertm Slmp ~1' 1 convertir la dialéctica hegeliana e_n pro-
dialéctico del mundo real,. lo '!u e eqmya l:rt~ la dialéctica que está cabeza aba¡ o, po- s El folleto de Mao Tse-tung (Sobre la contradicción) redactado en 1937 contiene
dueto de la ca~~~· o, me¡or dicho, a ~~~identemente aproximativas, pero ,que en ~u una serie de análisis en los que la concepción marxista de la contradicción aparece
niéndola de pie. (p. 42). Fórmulasd d'f'cultad Observemos todavia una afir- bajo una forma extraña a la perspectiva hegeliana. En vano se buscará en Hegel los
. · d' 1 lugar e una 1 1 • • t conceptos esenciales de este texto: contradicción principal y contradicción secundaria;
aproximación misma m 1can e . d tiene todo filósofo de construir un SIS ~a.
mación singular sob~e la necesJda qufdad de construir un sistema, y un sistema f~o­ aspecto principal y aspecto secundario de la contradicción; contradicciones antagonistas
Hegel. "velase coacc10na~o por la n,eces exi encías tradicionales, su remate '::n Ufi; tipo y no antagonistas; ley de la desigualdad del desarrollo de las contradicciones. Sin em-
sófico tiene que tener s1empre, segun las .g . e "brota de una necesidad ¡mpe· bargo, el texto de Mao, inspirado en la lucha contra el dogmatismo en el Partido
Cllalquiera de verdad absoluta" (p. 1?J•d ~¡gen~ra;utodas las contradicciones" (p. 12); chino, permanece en general en estado descriptivo, y en contrapartida, abstracto en
recedera del espíritu humano.: la necel~l .a . e su del materialismo de Feuerbach por la ciertos aspectos. Descriptivo: estos conceptos corresponden a experiencias concretas.
f ·ó ue exphca las ImitaciOnes , ( ) En parte abstracto: estos conceptos nuevos y fecundos son presentados más bien como
Y.dotra a.~rmacJ nbl q ho" donde "se aldcanizaba y se avinagraba. . . p. 26 .
VI a en un pue uc
CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACiúN CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACiúN 77
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y como es necesario que alguien lance la primera ¡;>iedra querría motines y prand~s huelgas en Fran~ia e. Italia, los ~oviets en Tocino),
· tentar por mi propia cuenta y riesgo, reflexiOnar un mstante sobre no provoco el tnunfo de la revoluetón smo en Rusza precisamente e
' .." 't a rasa d"dE
o e uropa. ¿A , se debe
' esta excepción n
~~ conc~pto marxist~ ~e cont~~dicci?n,· a, pr~p~~~to de un ejemplo e1 pa1~ mas que
paradopca? Fundamentalmente a que Rusia representaba en el "sis-
preciso: el tema lemmsta del eslabon mas d~b1~ . ,
Lenin daba antes que nada un sentido practico a esta metafora. tem~ ~e, Estados ~mperial~sta, 8 • ~1 punto más débil. La G~an Guerra
Una cadena vale lo que vale su eslabón más débil. Quien quie~a, prectpito Y. ,agravo esta sttu,aciOn, pero no fue la única en crearla.
en general, controlar una situación dada~ se preocurará de que n.m- L~ revolucwn .~e 1905 hab1a ya medido y mostrado, en su fracaso
gún punto débil haga vulnerable el ~on1unto. del. Sistema. A qm7n mtsmo, la debthdad de la Rusia zarista. Esta debilidad resultaba de
quiera por el contrario atacarlo, au~ s~ las ap~r.tenctas del poder esta!l este rasgo específico: la acumulación y la exasperación de todas las
en su contra le basta descubrir la umca debthdad, que hace precana contradicciones entonces posibles en un solo Estado. Contradicciones
toda esa fue;za. Nada hasta aquí que parezca algo nuevo, cuando se de un régimen de explotación feudal reinante, bajo la impostura de
ha leído a Maquiavelo o a Vauban, que conocían tanto el arte de lo~ popes, sobre una enorme masa campesina "inculta" 9 al comienzo
defender como de destruir un lugar, juzgando toda coraza en su mismo del siglo xx, tanto más feroz cuanto más aum;ntaba la ame-
naza, circun~~ancia que acercó sin~ul~rmente la rebelión campesina
aspecto débil. , , . a. la reyoluct_on. obrera.1 ° Contradicciones de la explotación capita-
Pero he aquí el meollo del pro~lema. Si la, teona del. eslabon
más débil guía evidentemen~e a. Lemn en su teo~1a ~~1 partido r.evo- lista e tmpenahs~a desarrolladas en gran escala en las grandes ciuda-
lucionario (será en su conCiencia y en su orgamzaciOn una umda~ des y en. lo~ barnos suburbanos, las regiones mineras, petroleras, etc.
sin fallas'para escapar a todo golpe adverso y ser capaz .~e de~trmr ContradicciOnes de la explotación y de las guerras coloniales, im-
al enemigo), inspira también su reflexión en la revol~c10n ,mtsm~: puestas a pueblos enteros. Contradicción gigantesca entre el grado
·Por qué fue posible la revolución en Rusia? ¿Por que logro la v.Ic- d.e desarrollo ~~ los métodos de la. rroducción capitalista (en par-
~oria? Fue posible en Rusia por una razón que iba más. allá ~e ~us1a: ticular en relacw~ c~m la c?ncentracwn obrera: la fábrica más grande
~el mundo, la fabnca Publov, que agrupaba 40 000 obreros y auxi-
debido a que con el desencadenamiento de la guerra tmpenahsta, .la
liares, que se encontraba entonces en Petrogrado) y el estado medie-
humanidad había entrado en una situación objet~;am~'!te,revol~C:
val del campo. Exasperación de la lucha de clases en todo el país, no
naria.r El imperialismo había trastocado el rostr~ p~ctfico. del VIeJO
solamente entre explotadores y explotados, sino aun en el seno de las
capitalismo. La concen~raci~n de. los mou_opohos mdustnales Y su
cla~es domina.nte~ mis~a.s (grand~~ p~opietarios feudales ligados al
sumisión a los monopolios fmancteros habtan acrecentado ~a expl?-
tación obrera y colonial. La competencia entre los monopolios hacia zansmo autontano, pohctaco y mditansta; pequeños nobles ~ue fo-
inevitable la guerra. Pero esta misma guerra, que enrolaba en s~
~entaban constantemente conjuras; gr.andes burgueses y b~rguesía
hberal en lucha contra el zar; pequeños burgueses oscilando entre el
sufrimientos interminables masas inmensas, y hasta pueblos coloma-
conformismo y el "izquierdismo" anarquizante). A lo que fueron
les de los que se sacaban tropas, arr~j,aba su gi.gan~esca infante~ía ~o
agregándose, en el detalle de los acontecimientos otras circunstan-
solamente a las matanzas sino tambten a la htstona. La expenencia
cias "excepcionales", 11 ininteligibles fuera de este "entrelazamien-
y el horror de la guerra iban a servir, en to~os los países, de refuerzo y
to" de contradicciones interiores y exteriores de Rusia. Por ejemplo:
de revelador de la larga protesta de un stglo entero contra la explo-
el carácter "avanzado" de la élite revolucionaria rusa, obligada por la
tación capitalista; y también de punto ~e fijació~j procur~ndole, al
r~presión zarist~ al .exilio,, :n la que se cultivó y recogió toda la heren-
fin la evidencia deslumbrante y los medios de acc10n efectivos. Pero
cia de la expenenCia pohbca de las clases obreras de la Europa occi-
esht conclusiÓn, a la que fueron conducidas la mayor. parte de l,as
dental (y ante todo: el marxismo), circunstancia que no fue extraña
masas populares de Europa (revoluciones en Alemama y Hungna,
a la formación. del .rart~d~ bo!;hevi:¡ue, que iba mucho más allá que
especificaciones de la dialécti~a en general c¡ue .como complicaciones necesarias de la todos los partzdos soczalzstas occzdentales, en cuanto a conciencia
concepción marxista de la soc1edad y de la b1stona. .. . . . Len!n, ::r~f~rme del ce. ~.1 vm Congreso", Obras, t. xxrv, p. 122 (ed. rusa).
Son las ~nd1C!ones ob¡e-
S
1 Lenin, Oeuvres, t. xxm, p. 400 (traducción francesa): 9 Lem';l, .~agmas del dmn_o , ~bras ~~ogi.das•. Ed; Moscú, t. 3, p. 804.'
tivas reunidas por la guerra imperialista las que ha~ conduCido la ~um~mdad entera a un 1 0 Lenm, La,;nferm~d~d mfanhl d~l 1Zq~1erd1smo en el comunismo", Obras escogí·
impasse y la han colocado frente al dilema: o de¡ar monr todav1a m11lones ?e ho.~~res das, t. 3, p. 409; La TroiSieme Internatwnale , Oeuvres t XXXIX, p 313 (ed francesa)
y aniquilar la civilización enropea, o bien transmitir el poder c;n todos los pa1ses CIVIliza·
dos al proletariado revolucionario, realizar la revolución sociahsta."
3,
11 Len in, "Nuestra revolución", Obras escogidas, t. .PP· 816-8i 7. . •

,¡'

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CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN 79
CONTRADICCióN y SOBREDETERMINACióN
78
una cadena sin eslabón débil, las condiciones subjetivas, el medio
• •' la "leccton
.12
. , general"
~
de la revolución
. de 1905, que de asalto decisivo contra ese eslabón débil de la cadena imperialista.
y organzzact?n, 1 1 . es de clase las cristalizó, como ocurre
hizo más eVIdentes ¡s re ~c~n de crisis g;ave y permitió también el ¿Marx y Engels habían dicho otra cosa al declarar que la historia
generalmente en to 0 peno 0 f ma de ~rganización política de progresa por su lado más malo? 18 Debemos entender por ello el lado
" descub nmwn
· · to". de una. nueva teor no es lo menos smgular,
. la " tre- menos bueno para los que la dominan. Entendamos también, sin
las masas: los sovzetsY Fmal~en. 'fo de las naciones imperialistas forzar las palabras, el lado menos bueno para aquellos que ... espe-
gua" inesperada Ju~ el ago a~~~~rse paso" en la historia, el apoyo ran la historia desde el otro lado, los social-demócratas alemanes de
ofreció a l~s bolc e~ques para ur uesía franco-inglesa, que queriendo fines del siglo XIX, por ejemplo, que creían ser' llevados, en corto
involuntano pero eficaz t~ la b gel momento decisivo, el juego a la plazo, al triunfo socialista por pertenecer al Estado capitalista más
desembarazarse del zar, IZf,ben hasta en las circunstancias de poderoso, en plena expansión económica, y encontrándose ellos mis-
revolución. • En. ,poca~ .fa ~ ;asd YRusia frente a la posible revolu-
14
mos en plena expansión electoral (existen ciertas coincidencias ... ) .
.detalle, la sltuacwn pnvi ~m . ~ e exasperación tales de las contra- Creían, evidentemente, que la Historia avanza por el otro lado, el
ción se debe a una acum ~cton Y.d0 · ·nteli 'bles en todo otro país "bueno", aquel del más grande desarrollo económico, de la más
dicciones históricas, que hubier~ s~ ;~~ vezg; en retardo de por lo grande expansión, de la contradicción reducida a su nufs pura purifi-
que no hubiera estado, ~~mo usila, d · 'perialista y al mismo cación (la del Capital y el Trabajo). Olvidaban que todo ello ocurría
menos un siglo en relacton con e mun o tm ' en una Alemania armada de un poderoso aparato de Estado y que
tiempo, a su catez;: Lenin en numerosos textos/s los que Stalin contaban con trua burguesía que, desde hacía mucho tiempo, se había
Todo esto o Ice t' 1 ente claros en sus conferen- tragado "su" revolución política a cambio de la protección policiaca,
'd t' ·nos par ICU arm ' . burocrática y militar de Bismarck y luego de Guillermo, a cambio
ha resumi o en ermi 16 L d . ldad del desarrollo del capita-
cias de abril de 1924. d la esiguad 1914 en la Revolución rusa de los beneficios gigantescos de la explotación capitalista y colonia-
. . través e a guerra e ' . . 1 lista, rodeada de una pequeña burguesía chauvinista y reaccionaria.
hsmo termma, a . ,odo revolucionano abierto a a
debido a que Rusia ,era, ~n ~~~1.f~~ la cadena de Estados imperia- Olvidaban que esta purificación tan simple de la contradicción era
humanidad, el eslabon ~as e fdad de contradicciones histó- simplemente abstracta: la contradicción real se confunde de tal modo
Zistas; porque acun;ulaba a m:~~~ c:f ~ismo tiempo, la nación nufs con estas "circunstancias" que no es discernible, identificable ni
ricas entonces posible; podrqu t' d'cci'ón gigantesca que sus clases manuable sino a través de ellas y en ellas.
l nufs avanza a, con ra I 1
atrasa da Y a , . tam oco resolver. En otras pa a- Intentemos captar lo esencial de esta experiencia práctica y la
dominant.es no podmn ~ludir r~~~~do fr~nte a la revolución burguesa reflexión que inspira a Lenin. Pero digamos, en un principio, que
bras, Rusm se encontra a er . , proletaria· gestando, por lo tanto, esta experiencia no fue la única en aclarar a Lenin. Antes de 1917
y a la vísp~ra de .una revo ucw~ster ando ~na, de contener la ~~· existió 1905; antes de 1905, las grandes decepciones históricas de
dos revolucwnes~ mc;p~zd_aun 1? n ~sta situación excepcional y sm Inglaterra y de Alemania; antes de éstas, la Comuna; aún más lejos,
Lenin no se eqmvoco a ~s~emu e) 17 1 s condiciones objetivas de la el fracaso alemán del 48-49. Todas estas experiencias habían sido
salida" (para las clases dmgei_Ites ' a tido comunista que fue reflexionadas en el camino (Engels: Revolución y contrarrevolución
revolución en Rusia, y al for¡ar, en ese par
en Alémania; Marx: La lucha de clases en Francia; El 18 Brumario;
· f t'l " op cit p 375.
Lenin, "La enfe1meda d m an ~ · · · .~ · · ., · 313-314.
La guerra civil en Francia; La crítica del programa de Gotha; Engels:
12
13 Lenin, "La Troisieme Intemationa~e ;, ob. cit;~sPli' XXIV, PP· 135-136 (ed. francesa). La crítica del programa de Erfurt, etc... ) directa o indirectamente, y
14 Lenin "Conférence de Pétrograd-v!lled, . feuvt'l ' ;, op. cit.. "La Troisieme Inter• habían sido puestas en relación con otras experiencias revolucionarias
1
' · 1 "La enf=eda
15 Véase en parbcu ar: . , m an ••• •
•t. "Cartas desde ' leJOS.
• (P nmera
· carta) •
, ' · "N estra revolución , 0 P· CI ., . 2 25 35· "Lettre anteriores: las revoluciones burguesas de Inglaterra y Francia.
nationale , op. Cit.; u . 1 ·ó " Obr.as escogidas, t. • PP· • '
La rimera etapa de la pnmera revo ucl n ' 396 ss etc. • Cómo rest.mir entonces estas experiencias prácticas y sus comen-
d'aleu aux ouvriers suisses", Oeuvres, t. x~~· PP· d ~revolución ("La enfermedad m- tarios teóricos, sino diciendo que toda la experiencia revolucionaria
La notable teoría leninista de las cond)¡cio~es erf~ctamente los efectos decisivos de la
fantil. .. ", op. cit., PP· 42~-427, 435-437 cu re pe . marxista demuestra que, si la contradicción en general (que está ya
situación específica ~e Rusia. . . Ediciones Sociales, México, 1941 (t~d?cCI~? especificada: contradicción entre las fuerzas de producción y las rela-
1s Stalin Cuestiones del Iemmsmo, C "S b los fundamentos del 1emmsmo ,
según la undécima edición rusa de 1939)~b1C:P~ pC:arr~e su sequedad "pedagógica".
9-98. Textos en muchos aspe;,tos no . 18 Mise1ia de Ia filosofía, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, pp. 116-117.
PP· 17 Lenin, "Nuestra revolución , op. Cit., P· 818 ·
80 CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN
CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN
81
ciones de producción, encarnada esencialmente en la relación entre
dos clases antagónicas) es suficiente para definir una situación en la ya. . no, se
, puede1s· hablar más de la única virtud ,simple de la "co nra~ t
que la revolución está "a la orden del día", no puede, por simple vir- elICCIOn ge?era . m duda, la contradicción fundamental que domina
tud directa, provocar una "situación revolucionaria" y, con mayor todo est_e tiempo (en el que la revolución está "a la orden del d' ")
es t' t t d " Ia " '
razón, una situación de ruptura revolucionaria y el triunfo de la p a ac 1va en o as .esas contradicciones" y hasta en SU "fUSIOn ·' .
revolución. Para que esta contradicción llegue a ser "activa" en "ero n~_se_puede, sm embargo, pretender con todo rigor que esas
el sentido fuerte del término, es decir, principio de ruptura, es nece- c?ntra ICCI~nes" y su "fusión" sean su puro fenómeno ya que las
sario que se produzca una acumulación de "circunstancias" y de "Circunstancias" o las "corrientes" que la llevan a cabo s'o '
· 1 f ' n mas que
"corrientes", de tal forma que, sea cual fuere su origen y sentido (y su puro y ~1mp e enomeno. Surgen de las relaciones de producción
muchas de entre ellas son necesariamente, por su origen y sentido, q~e son,. sm duda, uno ?~,los térm~nos de la contradicción, pero aÍ
paradójicamente extrañas, aún más, "absolutamente opuestas" a la :n1smo .tiempo, su. condzcwn de exzstencia; de las superestructuras,
revolución), puedan "fusionarse" en una unidad de ruptura: lo que mstanc1as
. . que
. denvan de ella' pero
. que t 1'enen su COnSIS · t encia
· y
ocurre cuando se logra agrupar la inmensa mayoría de las masas eficacia prop1~s; ~~ la coyuntura mternacional misma que interviene
populares para derrocar un régimen cuyas clases dirigentes son im-. como determmacwn y desempeña su parJel específico 20 Ello ·
d · 1 "d'f · , · qmere
potentes para defenderlo.19 Esta situación supone, no solamente la ec~r que as 1 erencws que constituyen cada una de las instancias
"fusión" de dos condiciones fundamentales en una "crisis nacional en ¡uego ~Y que se ~anifiestan en esta "acumulación" de la que
única", sino que cada condición misma, tomada aparte (abstractamen- habla Lemn), al fundirSe en una unidad real , no se "d'zsz·pan " como
te ), supone a su vez la "fusión" de una "acumulación" de contra- un puro fe~omeno en la unidad interior ele una contradicción sim-
dicciones. ¿Cómo es posible de otra manera que las masas popula- ple. La umdad que constituyen con esta "fusión" de t
1 · · 21 l . rup ura revo-
res, divididas en clases (proletarios, campesinos, pequeños burgueses) UCI~nana, a constltuyen con su esencia y su eficacia propias
puedan, consciente o confusamente, lanzarse juntos al asalto general partir ?e lo que son Y según las modalidades específicas ele su acciÓna
del régimen existente? Y ¿cómo es posible que las clases dominan- Constttuyendo esta unid~d, constituyen y 11evan a cabo la unidad
tes, que saben después de tan largas experiencias y. con tan seguro fundamental que las amma, pero, haciéndolo indican también 1
instinto sellar entre ellas, a pesar de la diferencia de clases ( feuda- naturaleza ele dicha unidad: que la "contradi~ción" es inseparabl:
les, grandes burgueses, industriales, financieros, etc.), la unión sa- ?e la estructura del cuerpo social todo entero en el que ella actúa
grada contra los explotados, hayan podido ser reducidas así a la ~nsepar~ ble ~e las condiciones formales ele ~u existencia y de la~
impotencia, destruidas en el instante supremo, sin que contaran con msta~cws mismas que gobierna; que el~a es e11a misma afectada, en
una solución ni dirigentes políticos de relevo, privadas de sus apoyos lo m~~ profund~ ele su ser, por dichas mstancias, determinante pero
de clase en el extranjero, desarmadas en la fortaleza misma de su tamb1en determmada en un solo y mismo movimiento y d t ·
aparato de Estado y hundidas de repente, por ese· pueblo que ellas d 1 1· · , e ermt-
na _a por os e 1vers~s mveles Y, las diversas instancias de la formación
habían tan bien sometido a través de la explotación, la violencia y so~Ial_ 9ue ella amma; podnamos decir: sobredeterminada e
la impostura? Cuando en esta situación entra en juego, en el mismo prmpzpzo.22 n su
juego, una prodigiosa acumulación de "contradicciones", de las que . No me aferro especialmente a este término de sobredetermina-
algunas son radicalmente heterogéneas, que no todas tienen el mis- czón (sacado de otras disciplinas), pero lo empleo a falta de uno
mo origen, ni el mismo sentido, ni el mismo nivel y lugar de apli-

:~~~~~~~~~~~~~{:,t;¡;~~:!: ;~1:~~!1~s~~u~~ :s~la~~~n:~~~ ~e r~;o;~!f:ci~o;i;ti~~ :u~


cación, y que, sin embargo, "se funden" en una unidad de ruptura,
19 Sobre todo este pasaje, véase: 1. Lenin, "La enfermedad infantil. .. ", op. cit.,
21
pp. 426-427, 435-437; en particular: "Sólo cuando los 'de abajo' no quieren y los 'de La situación de "'crisis" desempefia. o L · J h d' h
arribá no pueden seguir viviendo a la antigua manera, sólo entonces puede triunfar
la revolución ... " (p. 427). Estas condiciones formales son ilustradas en las pp. 435-437.
~:ve~~~~~ d~e la1aes~tuch~róa y de Ia ~iná~ic; ~e~~ fo~~~ciZn s~ci~f
SI uac1 n revo1ucwnana conc1erne o J t t d'
;u: l~~~:e~\~nq~?:
2. Lenin, "Cartas desde lejos. (Primera carta.)" Op. cit., pp. 817-818 y especialmente: todas las proporciones a la formac·' . ' P. r ~ an o, ~uar andose también
"Si la revolución ha triunfado con tanta rapidez . . . es únicamente porque, debido a la cionaria. ' wn socia1 en una SitUaCIÓn antenor a la crisis revolu-
situación histórica original en extremo, se fundieron, con 'unanimidad' notable, corrientes 22 Véase el desarrollo consagrad M T t · · ·
absolutamente diferentes, intereses de clase absolutamente heterogéneos, aspiraciones polí· contradicciones anta 6nic 5 ( 1 · 0 por ao. se~ ung al tema de la d1shnc16n de las
ticas y sociales absolutamente opuestas" (pp. 28-29). [Cursivas de Lenin.) gónicas. (Sobr,e la ~<mtr:dic:!n os~:;s, pr~olucwnanas) .. ¡;:J de las contradicciones no-anta-
contradicción", pp. 50-53.) ' · e m, cap. vr: papel del antagonismo en la
CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACI6N CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACI6N 83
82
mejor, a la vez como un índic~ y como ~n problema, y también da por una infinidad de determinaciones concretas, de las leyes
porque permite ver, bastante_ b~~n, por gue se trata de algo total- políticas a la religión, pasando por las costumbres, los usos, los regí-
mente diferente a la contradzccwn hegelzana. menes financiero, comercial, económico, el sistema de educación, las
La contradicción hegeliana, en efecto, no está jamás realmente artes, la filosofía, etc.? Sin embargo, ninguna de estas determinacio-
sobredetermínada aunque, a menudo, parezca tener todas las apa- nes es en su esencia exterior a las otras, no solamente porque cons-
riencias de e11o. En la Fenomenología, por ejemplo, que describe las tituyen todas juntas una totalidad orgánica original sino, más aún y
"experiencias" de la conciencia y su dialé~ti~~ culminando ~n el sobre todo, porque esta totalidad se refleja en un principio interno
advenimiento del Saber absoluto, la contrad1ccwn no aparece szmple único, que es la verdad de todas las determinaciones concretas. Así
sino, por el contrario, muy compleja. En rigor, sólo pue~e c~nside­ Roma: su gigantesca historia, sus instituciones, sus crisis y sus em-
rarse simple la primera contradicción,: aquella de la con:Ienci~ sen- presas, no son sino la manifestación en el tiempo y luego la destruc-
sible y de su saber. Pero mie~tras mas se avanza en la d_1alé:hca ~e ción del principio interno de la personalidad jurídica abstracta. Este
su producción y mientras m~s .:ica ll_ega a ser la con~1encia, mas principio interno contiene en él, como ecos, todos los principios
compleja se hace su contradiccwn. Sm embargo, podna mostr~rse de las formaciones históricas superadas, pero como ecos de sí mis-
que esta complejidad no es 1~. complejidad _de ~na. so~~edetermzna­ mo, y a ello se debe que no tenga sino un centro, que es el centro
ción efectiva, sino 1~ complepda~ d~ una mtenon:wcz~n ~~umula­ de todos los mundos pasados conservados en su recuerdo, razón que
tiva que no posee smo las apanenCias de sobredetcrmmacwn. En explica que sea simple. Y en esta simplicidad misma aparece su pro-
efe¿to, en cada momento de su evolución la conciencia vive y expe- pia contradicción: en Roma, la conciencia estoica, como conciencia
rimenta su propia esencia (que corresponde al grado que ha alcan- de la contradicción inherente al concepto de la personalidad jurídica
zado), a través de todos Los ecos de las esencias anteriores a ~na, J?is- abstracta, que apunta sin duda al mundo concreto de la subjetividad,
ma, y a través de la presencia alusiva d~ todas las forma~ hi~tor:cas pero yen·a el tiro. Esta contradicción hará esta11ar a la misma Roma
correspondientes. Con lo que Hegel indica que toda conciencia tzeJ?-e y producirá aquello que la continuará: la figura de la subjetividad
un pasado suprimido-conservado ( aufgehoben) en su presente mis- en el cristianismo medieval. Toda la complejidad de Roma no sobre-
mo, y un mundo (el mundo del que podría ser la ?onciencia, pero determina en nada la contradicción del principio simple de Roma,
que permanece como al margen en la Fenomenologza, con. ?na pre- que no es sino la esencia interior de esta infinita riqueza histórica.
sencia virtual y latente) y que, por lo tanto, posee tambien como Basta entonces interrogarse sobre la razón por la que los fenó-
pasado los mundos de las esencias superadas. Pero estas fig:Lras pa- menos de la mutación histórica son pensados por Hegel en este
sadas de la conciencia y estos mundos latentes (correspondientes a concepto simple de la contradicción, para plantear justamente la
estas figuras) no afectan jamás la conciencia presente como deter- cuestión esencial. La simplicidad de la contradicción hegeliana no
minaciones efectivas diferentes de ella misma: estas figuras y estos es posible, en efecto, sino a partir de la simplicidad del principio in-
mundos no la conciernen sino como ecos (recuerdos, fantasmas de terno que constituye la esencia de todo período histórico. Es debido
su historicidad) de lo que ella ha negado a ser, es decir, como anti- a que es posible de derecho reducir la totalidad y la infinita diversi-
cipaciones de sí o alusiones de sí. Debido a que el pasado no es jamás dad de una sociedad histórica dada (Grecia, Roma, el Sacro Impe-
sino la escuela interior (en-sí) del futuro que encierra, esta presencia rio, Inglaterra, etc... ) a un principio interno simple, que esta misma
del pasado es la presencia ante sí de la conciencia misma, y no una simplicidad, adquirida así de derecho a la contradicción, puede re-
verdadera determinación exterior a ella. Círcztlo de círculos, la con- flejarse en ella. ¿Es necesario ser aún más claro? Esta reducción
ciencia no tiene sino un centro, que es el único que ia determina: nece- misma (cuya idea sacó Hegel de Montesquieu), la reducción de
sitaría poseer círculos que tuvieran otro centro que el de ella, círculos todos los elementos que forman la vida concreta de un mundo his-
descentrados para que pudiera ser afectada en su centro por su efi- tórico (instituciones económicas, sociales, políticas, jurídicas, costum-
cacia, para que su esencia fuera sobredeterminada por ellos. Pero bres, moral, arte, religión, filosofía, y hasta los acontecimientos
éste no es el caso. históricos: guerras, batallas, derrotas, etc.) a un principio de unidad
Esta verdad aparece aún más claramente en la Filosofía de la interna, esta reducción misma no es en sí posible sino bajo la condi-
Historia. Aquí, nuevamente, se encuentran las apariencias de la so- ción absoluta de considerar toda la vida concreta de un pueblo como
brcdeterminación: ¿toda sociedad histórica no está acaso constituí- la exteriorización-enajenación ( Entiiusserung-Entfremdung) de un
84 CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN 85
principio espiritual interno que no es, en definitiva, sino la forma la rrácti~a y la re~exión le~inistas lo prueban, que la situación revo-
abstracta de la conciencia de sí de ese mundo: su conciencia religiosa luciOnaria en Rusra se debra al carácter de intensa sobredetermina-
o filosófica, es decir, su propia ideología. Creo que se percibe bien ción de la contradicción fundamental de clase, es necesario interro-
aquí en qué sentido la "envoltura mística" afecta y contamina el g.arse, tal vez, sobre ~~ exc¡epcional de esta "situación excepcional" y
"núcleo", ya que la simplicidad de la contradicción hegeliana no es sr, como toda excepcwn, e~ta no aclara la regla, sino que es, a espal-
sino la reflexión de la simplicidad de este principio interno de un das de. la regla, la regla mzsma. Ya que, al fin de cuentas ·no esta-
pueblo, es decir, no de su realidad material sino de su ideología más mos szem~re en la excepción? Excepción es el fracaso ale~án del
abstracta. A ello se debe, por lo demás, que Hegel pueda represen- 49; e;cepCIÓn, el, fracaso p~risino del ~l; excepción, el fracaso social-
tarnos como "dialéctica", es decir, movida por el juego sencillo de d~r~ocrata aleman de comrenzos del srglo xx, y aun la traición chau-
un principio de contradicción simple, la Historia Universal desde el vmrs~~ del 14;, ex~epción, el éxito. del 17... Excepciones, pero ¿en
Lejano Oriente hasta nuestros días. A ello se debe que para él no relacwn a que? sr no es en relacrón con una cierta idea abstracta
haya jamás, en el fondo, una verdadera ruptura, un fin efectivo de pero. cómoda, tranquilizante, de un esquema "dialéctico" purifica-
una historia real, ni tampoco un comienzo radical. A ello se debe do, srmple que, en_ su simplicidad misma, había guardado la memoria
también el que su filosofía de la Historia se encuentre llena de mu- del modelo hegeliano, y la fe en la "virtud" solucionadora de la
taciones, todas ellas uniformemente "dialécticas". No puede defen- contradicción abstracta como tal: la "bella" contradicción entre Ca-
der esta concepción aturdidora sino manteniéndose en la cima del P.i~al y Trabajo. ~o nie~o que la "simplicidad" de este esquema pu-
Espíritu, donde poco importa que un pueblo muera, ya que ha en- nfzc_ad? haya podrd?. cre_r~amente responder a algunas necesidades
carnado el principio determinado de un momento de la Idea (que st~b¡etzvas de la movrhzacwn de las masas; después de todo, sabemos
tiene otros a vuestro servicio), y ya que encarnándolo lo ha despoja- b:~n que las formas d~l ;~cialismo utópico han desempeñado, tam-
do, al mismo tiempo, para legarlo a esa Memoria de Sí que es la bren ellas, un pap~l hrstonco, y ~o h~n desempeñado porque toma-
Historia, y al mismo tiempo, a tal otro pueblo (¡aun si su relación ban las masas al mvel de su concrencra, porque es necesario tomarlas
histórica con él es muy débil!), quien, reflejándolo en su sustancia, allí, aur: cuando (Y, sob~e todo) se desee conducirlas más lejos. Será
encontrará en él la promesa de su propia principio interno, es decir, necesano hacer algun dra lo que Marx y Engels hicieron en relación
como por azar, el momento lógicamente consecutivo de la Idea, etc. con e~ ~ocialis;n? utópico, pero. est~ vez para las formas todavía es-
Es necesario comprender de una vez y para siempre que todas estas que~abcas-ut,oprca~ de la co~cre~cra de las masas influidas por el
arbitrariedades (aunque atravesadas por instantes de visión verda- mar~zsmo ( a~n mas, la .con~rencra de algunos de sus teóricos) en
deramente geniales) no están milagrosamente confinadas a la sola la pn_rr;era mrtad de su hrstona: un verdadero estudio histórico de las
"concepción del mundo", al solo "sistema" de Hegel, sino que se condzcwnes y de las formas de esta conciencia. 23 Ahora bien, ocurre
reflejan de hecho en la estructura, en las estructuras mismas de la dia-
léctica, y particularmente en esa "contradicción" que tiene por tarea 2
~ ~ngels escribía en 1890 ("Carta a J. B!och", 21 de septiembre de 1890): "Que
mover mágicamente hacia su Fin ideológico los contenidos concre- los dlSC!pulos hagan a veces más hincapié del debido en el aspecto económico es cosa
de la que, en parte, tenemos la culpa Marx y yo mismo. Frente a los adversarios tenía-
tos de ese mundo histórico. ll_IOS que subrayar este. principio cardinal que se negaba y no siempre disponíamos de
A ello se debe que la "inversión" marxista de la dialéctica hege- h_cmpo, espac1? y ocas1ón para dar la debida importancia a los demás factores que inter-
vienen en el ¡uego ?e l_~s ~?cior:es. y reacciones." Sobre la representación que se hace
liana sea algo totalmente diferente de una extracción pura y simple. Engcls de la detennmac10n en ultima instancia", véase el "Anexo".
Si se percibe claramente, en efecto, la relación íntima, estrecha que En relación c?n estas investigaciones que deben emprenderse, me gustaría citar las
la dialéctica hegeliana guarda con la "concepción del mundo" notas. que GramsCI consagra a la ,tentación mecanicista-fatalista en la historia del marxismo
~el s1glo xn: .(Oeuvres choises, Ed. Sociales, pp. 33·34); "El elemento determinista fata-
de Hegel, es decir, con su filosofía especulativa, es imposible echar lista, mecam~1s.t~, ha sido el 'aroma' ideológico inmediato de la filosofía de la praxi;, una
por la borda esta "concepción del mundo", sin que uno se vea obli- forma d~ r~hgwn y .de ~xcltante (pero a la manera de estupefacientes), que hacía nece-
gado a transformar profundamente las estructuras de esta misma sano Y ¡usbhca~a h¡stó~lc.ar_ne?te el carácter 'subalterno' de capas sociales determinadas.
Cuando no. se tiene la IniCiativa de la lucha y cuando la lucha termina por identificarse
dialéctica. Si no, quiérase o no, se arrastrará todavía, después de 150 co~ una. sene de derrotas, el. ?eterminismo mecánico llega a ser una formidable fuerza de
años de la muerte ele Hegel, y 100 años después de Marx, los andra- res1stenc:a moral, de coheswn, de perseverancia, paciente y obstinada. 'Soy vencido
?lor_n~ntaneamente; pero a la larga la fuerza de las cosas trabaja para mi', etc. La voluntad
jos de la famosa "envoltura mística". mdlVI?ual se transtorma en un acto de fe en cierta racionalidad histórica en una forma
Volvamos a Lenin y, a través de él, a Marx. Si es verdad, como empínca y primitiva de finalismo apasionado que aparece como un sustituto de la predes·
CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN 87
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que todos los textos políticos e históricos i~portantes de_ Marx y ría 24
(la Rusia del 17), pero que en ambos casos no se presenta
Enge1s en este período nos ofrecen la matena de una pnmera re- jamás en estado "puro"? Entonces es la "pureza" misma la que sería
flexión sobre las llamadas "excepciones". De ellos se d~spre111de Ja una excepción, pero no veo bien qué ejemplo podría citarse.
idea fundamental de que la contradicción Cap~t~l-Traba¡o no' es ¡a- . ~e:o, entonces, si .tod~ c~nt;a?icción se presenta en la práctica
más simple, sino que se encuentra siempre especrfrcada por. las formas h1stonca y en la expenenc1a h1stonca del marxismo como una contra-
las circunstancias históricas concretas en las cuales se e¡erce. Espe- dición sobredeterminada, si esta sobredeterminación constituye frente
~ificada por las formas de la superestructura (~stado, ideología ~~­ a la contradicción hegeliana, la especificidad de la contradicción
minante, religión, movimientos políticos orgamzados, etc.); es_reCifi- marxista: si la "simplicidad" de la dialéctica hegeliana envía a una
cada por la situación histórica interna y externa que la deter~ma en "co~cep~ión del mun~o" y particularmente a una concepción de
función del pasado nacional mismo, por una parte (revolucwn bur- la h1stona que se refle¡a en ella; es necesario interrogarse, sin duda
guesa realiz~da o "reprimid~", explotac!~n feudal ~li~i?ada, tot~l­ acerca de cuál es el contenido, cuál es la razón de ser de la sobredete/-
mente, parcialment~ o n?, ,;os~umbres. ~~cales, t1adrcwnes naciO- minación de la contradicción marxista, y plantearse la cuestión de
nales específicas, aun mas, eshlo propiO de las lucha~ y d~ los saber cómo la concepción marxista de la sociedad puede reflejarse
comportamientos político~, etc. : . ) , y del cont~xto mun_dwl exist~n­ en esta sobredeterminación. Esta cuestión es capital, ya que es evi-
te, por la otra (lo que alli domma: competencia de na~wnes capita- dente que si no se. muestra el lazo necesario que une la estructura
listas o "internacionalismo imperialista", o competencia en el seno propia de la contradicción en Marx a su concepción de la sociedad
del imperialismo, etc ... ) ; pudiendo provenir, numerosos ~e esto.s y de la historia, si no se funda esta sobredeterminación en los con-
fenómenos de la "ley del desarrollo desigual en el sentido lem- ceptos mis~~~ de la. t~?ría de la historia marxista, esta categoría
permanecera en el arre ya que, aunque exacta, aunque verificada
nista. . ., por la prác.tica política, hasta aquí no es sino descriptiva y, por lo
·Qué queda por decir sino que la contradiccwn aparentemente
sim~le está siempre sobredeterminada? Es allí donde la ex~epción tanto, contmgente, y por este hecho, como toda descripción, queda a
se descubre como regla, la regla de la regla.' y en~?nces, ~ par~~r de la merced de las primeras o últimas teorías filosóficas que aparezcan.
nueva regla, deben ser pensadas las antiguas excepciOnes como Pero aquí encontraremos, nuevamente, el fantasma del modelo
ejemplos metodológicos. simples de la regla. ¿P~edo entonces adelan- hegeliano, ya ng el modelo abstracto de la contradicción sino el
tar, para intentar cubnr, desde el yunto d.e ~;sta de esta re7la, ~~ modelo concreto de la concepción de la historia que se refleja en
conjunto de los fenómenos, que la con~radrccwn so?re~e~e;;nma_da, ella. Para mostrar, en efecto, que la estructura específica de la con-
puede ser sobredeterminada en ,~1 sentido de u~a .r,nhrbr~wn hrsto- tradicción marxista está fundada en la concepción de la historia
rica de un verdadero "bloqueo de la contradiccwn ( e¡emplo, ]a marxista, es necesario asegurar que esta concepción no es ella misma
Ale~ania guillermina), o en el sentido de la ruptura revoluciona- 1~ pura y simple "inversión" de la concepción hegeliana. Ahora
b1en, es verdad que en una primera aproximación se podría sostener
tinación de la Providencia, etc. . . de las religiones confesionales. Es ne?esario insistir que Marx ha "invertido" la concepción hegeliana de la Historia.
que au; en ese caso existe una fuerte actividad de la vol~~tad. . . Conviene poner _de
relieve cómo el fatalismo no sirve sino para cubnr la deb1l;dad de una .~oluntad acttva Mostrémoslo rápidamente. La dialéctica de los principios internos
y real. He aquí la razón por la cual es nec7sario, de_mostrar Siempre la fuhh,da.d del deter- a cada sociedad, es decir, la dialéctica de los momentos de la idea,
minismo mecánico que, explicable como fdosofta mgenua de la m.asa, Y umcame~te e,n domina toda la concepción hegeliana; como Marx lo ha repetido
cuanto tal elemento intrínseco de fuerza, llega a ser, cuando es cons1der~d? como ftlosoft~
reflexiva y coherente de parte de los intelectuales, una f~ente de pasiVIdad y a_?tosu~t­ muchas veces, Hegel explica la vida material, la historia concreta de
ciencia imbécil. .. " Esta oposición ("intelectuales"-"masa ) puede parecer extra?a ba¡o los pueblos, a través de la dialéctica de la conciencia (conciencia
la pluma de un teórico marxista. Pero es necesario saber que el ~oncepto gramsCiano de
intelectual es infinitamente más vasto que el nuestro, no es. deflmdo p~r la tdea que ~o~
intelectuales se hacen de ellos mismos, sino por su papel soc1~l de organu;a~or~~ Y de dm- 24 Engels, "Carta a Schmidt" .( 27 de octubre de 1890) : "La reacción del poder del
gentes (más 0 menos subalternos): En este sentido, .Gramsct puede. escnbu: Que tod~ E~tado a~te ~1 desarrollo económico puede ser de tres tipos: puede proyectarse en la
los miembros de un partido pohttco deben ser con~1derados ?omo mtelectuales, he aqm m1sma dirección, en cuyo caso todo discurre más de prisa; puede ir en sentido inverso
una afirmación que puede prestarse a bromas y cancatu~as, sm emba~g~, de.sde el punto y enton?es, en nuestros ~ías, y si se trata de un pueblo grande, acaba siempre, a la larg~
de vista de la reflexión no hay nada más exacto. Sera necesano d1sbngmr grados, un sucun;btendo: o puede fmalmente cerrar al desarrollo económico ciertos derroteros y tra-
partido podrá tener una extensión _may?r en su g~do .más bajo o en su _grado más. alto, zarle Imperativamente otros, caso éste que se reduce, en última instancia a uno de los dos
lo que importa es su función de duecCión y orgamzac16n, o sea, su func16n educativa, o anteri?res.:' K. ~acr y F. Engels, Obras, es~ogidas, t. 2, p. 526. La c~racterística de las
sea, su función intelectual" ( Oeuvres choisies, :E d. Sociales, p. 4:40) . dos sttuacwnes hmttes se encuentra aqm bten señalada.
CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACiúN CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACiúN 89
88
de ~a contradi~ci6n interna. Esta tentativa termina con la reducción
de si de un pueblo, su ideología). Para. Ma.rx, por el co~trar~o, la radical de la dialéctica de la historia a la dialéctica generadora de los
vida material de los hombres explica su histon~: no su conciencia~ su
mod~s ~e producción st~~esivos, es decir, ~1 extremo, de las diferen-
ideología sino el fenómeno de su vida ma~~r;al. Todas las apanen- tes tecmcas de produccwn. Estas tentaciOnes tienen en la historia
·as de "inversión" se reúnen en esta oposicwn. Llevemos las cosas del marxismo nombres propios: el economismo, o sea, el tecnolo-
~~ extremo casi hasta la caricatura. ¿Qué vemos en Hegel? Una c~n­ gismo.
cepción de' la sociedad ;¡~e toma ~as adquisiciones de 1~ teoría política ~ero basta citar estos dos términos para hacer aparecer en la me-
y de la economía pohtlca del siglo xvn~ y que considera que toda
~or~a las luchas teórica~, y p~ác~icas llevadas a cabo por Marx y sus
sociedad (moderna, sin duela: pero los tiempos modern?s no ~a~en discipulos contra estas desviaciOnes . Y al lado del demasiado fa-
sino hacer aparecer lo que antes estaba en germen) ~sta cor;s~Itmda moso text~ de la máquina de vapor, ¡cuántos textos decisivos contra
por dos sociedades: la sociedad de necesidades, o soCLeda~ cml: t la el economismo! ~bandon~mos, por lo tanto, esta caricatura, no para
sociedad política o Estado y todo lo que se ,encarna ~n el: rehg!on, o~oner al ec?n~~Ismo 1~ h~ta de las c~ndenas oficiales, sino para exa-
filosofía, en una palabra, la conciencia de SI ~e un herr;po. Dicho mmar los prmcrpws autenttcos que estan en acción en estas condenas
de otra manera, esquemáticamente, por la vida mater~al, de u?a y en el pensamiento efectivo de Marx.
parte, y por la vida espiritual, de la otra. Para ~egel, la vida I?atenat Entonces es decididamente imposible mantener, en su aparente
(la sociedad civil, es ~eci~, la economía) no ,es smo u~a Astucw de la rigor, la ficción de la "inversión", ya que, en verdad, J\Jarx ·no ha
Razón; bajo las apanenCias de la autonomia, ~s mo~Ida por una ley conservado, ~unque invirtién_dol~s, los términos del modelo hegelia-
que le es extraña: su propio Fin, que es al mism? hemr:~ su condi- n_o de la _socredad. Los sustituyo por otros que no tienen sino rela-
ción ele posibilidad: el Estado, por lo tanto, la vida esl?mtual. Pues CI~nes le¡anas con ~llo~. Mucho más aún, trastocó la relación que
bien, hay una manera de invertir a Hegel, dándos~ el ai:e de eng~~­ remaba .:ntre los termi~os. En Marx, son a la vez los términos y
drar a Marx. Esta manera consiste justamente en mverttr }a r~lacwn
su relacwn lo que cambia de naturaleza y de sentido.
de los términos hegelianos, es decir, ~n conserva; .est~s term,mos: la
Los términos, primero, no son los mismos.
sociedad civil y el Estado, la economia y la pohtlca-Ideologia, pero
Sin duda Marx habla todavía de "sociedad civil" (en particular
transformando la esencia en fenómeno y el fenómeno en esencia o,
en La ideología alemana: término que se ha traducido inexacta-
si se prefiere, haciendo jugar la Astucia de la Ra~ón a contra~el~.
Mientras en Hegel es lo político-ideológico la ~se~~Ia de lo econom.l- mente po~, "sociedad burguesa")? pero no lo hace más que para
co en Marx sería lo económico lo que conshtmna toda la esencia hacer aluswn al pasado, para designar el lugar de sus descubrimien-
d; lo político-ideológico. Lo político, lo, i~eológico no s~rí~~ en-
tos, y no para volver a emplear el concepto. Sería necesario estudiar
de. cerca la formación de este concepto. Veríamos delinearse allí,
tonces sino el puro fenómeno de lo econo.miC?, que ~onstltmn~ su
baJo las formas abstractas el~ la f~losofía política, y bajo las formas
"verdad". El principio "puro" de la conCiencia (de .si ~~ un ~em­
mas concretas de la econom1a pohtica del siglo xvm, no una verda-
po), principio interno simple que, en Hegel, es el pnncrpw, ~e mte-
ligibilidad de todas las determi~ac~or;es ?e un pueblo h1s~onco, ~a­
dera teoría de la historia económica, ni una verdadera teoría de la
brÍa sido sustituido por otro prmcrpzo srmple, su contrano: la v1?a ec?nomía, sin? u.na descripción y una fundamentación de comporta-
material, la economía, principio simple que llega a ser a su ~ez .prm- 111;ren.tos ,e~onomzc~s,. en una palabra, una especie de F enomenolo-
cipio único de inteligibilidad universal de todas la~ determ~nacwn~ gw frlosofz~~-economzca. Ahora b~en, lo notable en esta empresa, tan-
de un pueblo histórico. 25 ¿Caricatura? En este sentido se or1entan~ SI to e? los filosofas (Locke, HelveciO, etc ... ), como en los economistas
se las toma a la letra, las famosas frases de Mar.x acerca del molmo (Smith, ,Turgot, ~te ... ) , es que esta descripción de la sociedad civil
movido a brazo, el molino hidráulico y la máquma de v~por. En el
se efectua como SI se tratara de la descripción (y de la fundación) de
!~ que Hegel, resumie~do p~;fectam~nte su forma de pensar, llama
horizonte de esta tentación nos encontramos con la pendzente exacta
el mundo de las necesidades , es decir, un mundo relacionado inme-
de la dialéctica hegeliana, con la {mic~ diferencia de q~e ya no se
?ia~a~ente, como con su esencia interna, con las relaciones de los
trata de engendrar los momentos sucesivos de la Ide~, smo l?s ~?­
mdividuos definidos por su voluntad particular, su interés personal
mentos sucesivos de la Economía, en virtud del mismo pnncipiO
en una palabra: por sus "necesidades". Cuando se sabe que Mar~
25 Y, por supuesto, como en toda "inversi6?" se ~al;'rán conservado todos los térmi- ha fundado toda su concepción de la economía política a partir de la
nos mismos de la concepción hegeliana: la sociedad clVll y el Estado.
CONTRADICCióN Y SOBREDETERl\1INACI6N 91
CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACI6N
90 filosofía, sino ponerlos al servicio de la clase dominante más a'
ítica de este supuesto (el horno ceconomicus, y su abstracción jurí-
~~ca 0 moral el "hombre" de los filósofos) se puede estar .s.eguro
oblig~rlas a constit_nirse a partir de las ideas y de los te;nas queu~Í
constituye en dommantes; que deja, por lo tanto de ser la "verdad"
de que no pudo utilizar un concepto que se:ía su prod~ct~, dtrecto. de la socie~ad civil, para llega,r a .ser, n~ la "v~rdad de" cualquier
Lo que interesa a Marx no es, en ef~ct~, m e~ta descnpCI~n (abs- otra .cosa_,, m aun de la economia, smo elmstrumento de acción y de
tracta) de los comportamientos economico~, m su p:,etendid~ ,fun- dommacwn de una clase social, etc.
damentación en el mito del horno ceconomtcus, es la anatomia de Sin emba:go, no .son solamente los términos los que cambian:
ese mundo, es la dialéctica de las mutaciones de esta "anatomía". A son sus relacwnes mzsmas.
ello se debe que el concepto de "sociedad civil". (mu?-do ~e.los com- Aquí no se debe pensar que se trata de una nueva distribución
portamientos económicos individuales y su ongen Ideolog1co) des- técnica de l~s ~apeles q_ue sería impuesta por la multiplicación de
aparezca en Marx. A ello se debe gue la ~eal~dad económica abstracta lo~ nuevos termmos. ¿Como se agrupan en efecto estos nuevos tér-
(que Smith encuentra, por eJemplo, en 1as .l;yes del me~cado, como mm~~? Por u~ lado, la estructura (base económica: fuerzas de pro-
resultado de su esfuerzo de fundamentacwn) es considerada por duccwn, relaciOnes de producción); por el otro, superestructura (el
Marx como el efecto de una realidad más concreta y más profunda: E_stado y todas l~s fo:mas jurídicas, políticas e ideológicas). Hemos
el modo de producción de una formación social determinada. Aquí,· visto que se podia, sm embargo, intentar mantener entre estos dos
los comportamientos económicos individuales (que servían d~ pre- grupos de cate~orías la relación. hegeli~n~ misma (la que Hegel im-
texto a esa Fenomenología económico-filosófica) son, por pnmera pone a las relaciOnes entre la soCiedad cml y el Estado): una relación
vez relacionados con su condición de existencia. Grado de desarro- de, esencia a fenómeno sublimada en el concepto de "verdad de...".
llo 'de las fuerzas de producción, estado de las relaciones de produc- Asi, .en Hepel, el Estado es 1~ "verdad de" la sociedad civil, la que,
ción: he aquí, de ahora en adelante, los conceptos fundamentales gra~Ias al 1ueg? de la AstuCia de la Razón, no es sino su propio
de Marx. , f~nomeno, realzzado en ella. Ahora bien, en un Marx, que sería así
La "sociedad dvil" le indicaba, sin duda, el lugar en el que podwn Situado ~n el status de un Hobbes o de un Locke, la sociedad civil
encontrarse (es aquí donde hay que buscar ... ) , pero ~s neces~rio con- podría sm ~uda no ser si~o la "verdad del" Estado, su fenómeno, que
fesar que no le proporcionaba en absoluto su matena. ¿Donde en- una Astucia de la Razon económica pondría entonces al servicio
contramos todo esto en Hegel? . , . de una clase:. la clase dominante. Desgraciadamente, para este es-
En cuanto al Estado se refiere, es demasiado faCil demostrar
q.uema ,d~mas1ad~ puro, las cosas no ocurren así. En Marx, la iden-
que no tiene para Marx el mismo contenido que para Heg~l. No
hdad1~a.Cita (fenomeno-esencia-verdad de ... ) de lo económico y de
solamente, por supuesto, porque el Estado no puede considerarse
lo p~~Itrco desa~arece en provecho de una concepción nueva de la
como la "realidad de la Idea", sino también y sobre todo porque relacwn de las mstancias determinantes en el complejo estructura-
el Estado es pensado, sistemáticamente, como un instrumento d~ superestructura que constituye la esencia de toda formación social.
coerción al servicio de la clase dominante de los explotadores. Aqm
Que estas relaciones, específicas en t:~ la ~structura y la superestruc-
nuevamente, bajo la "descripción" y la sublimación de. los atributos
tura merezcan todavia una elaboracwn e mvestigaciones teóricas no
del Estado, Marx descubre un nuevo concepto, presentido antes que
cabe la menor duda. Sin embargo, Marx nos da los "dos extr;mos
él desde el siglo xvm (Longuet, Roussea~, etc.),, toma~o a,un po,~ de la cadena" y nos dice que entre ellos hay que buscar. .. : de una
Hegel en la Filosofía del derecho (que hizo de el un fen?~eno p~;te, la de,ten¡únación en última instancia por el modo de produc-
de la Astucia de la Razón cuyo triunfo es el Estado: la oposiCIO~ de
cwn ( economico); de la otra, la autonomía relativa de las superes-
la pobreza y la riqueza), y utilizado abu~dantement~ ,por _los histo-
tr~ct~r~s y su 1icacia específica. Con ello rompe claramente con el
riadores de 1830: el concepto de clase socral, en relacwn directa con
~nnciplO hegehar.o de la explicación a través de la conciencia de sí
las relaciones de producción. Esta intervención de un nuevo concep-
(Ideología), pero también con el tema hegeliano fenómeno-esencia-
to, su puesta en relación con un concepto fun?~mental de la estruc-
verdad d~ . ... Realmente, nos enfrentamos a una nueva relación entre
tura económica, he aquí la materia para modificar de ~u~ta a, cabo nuevos termmos.
la esencia del Estado, que de ahora en adelante no se sltua ma~ por
Escuchemos ~1 viejo Engels del 90 volver a poner en claro las
encima de los grupos humanos, sino al servicio de la clase ??~mnan­
cosas contra los JÓvenes "economistas'', quienes no habían compren-
te; que no tiene ya como misión realizarse en el arte, la rehgwn Y la
CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN
92
· t t ba de una nueva relación. 26 La producción es el cunstancias particulares nacionales e internacionales) sobre la deter-
cbdo que se ra · a te pero en "última instancw . " so1amen t e. "N't minación en última instancia por la economía. Es aquí donde me
factor d et ermman '
·
,
hemos afirmado nunca mas que esto. 1 a guren o
s· l . l parece que puede aclararse la expresión de contradicción sobredeter-
Mar~ m y;_. 'on,do que el factor económico es el único determínan- minada que he propuesto anteriormente, ya que en este momento no
tergrversa t. l~l~quella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda. La poseemos el hecho puro y simple de la existencia de la sobredetermi-
t~t' cor;;erercroano'mt'ca es la base 11ero los diversos factores de la super- nación, sino que lo hemos relacionado, en lo esencial, y aun cuando
sz uacwn ' t' -las formas po l'ztrcas
e sobre ella se levanta · d e 1a luc ha nuestro esfuerzo es todavía indicativo, con su fundamento. Esta
estruct ura qu · d 11 ' de ganada sobredeterminacíón llega a ser inevitable y pensable, desde el mo-
de clases v sus resultados, las Constitucwnes que, est:'w;s. . ,
atalla redacta la clase triunfante; las formas ¡undzcas, filoso- ment~ en qu~ se reco_noce la existencia real, en gran parte específica
una b '
ficas las ideas religiosas y el desarro ll o u ltenor
· d e. ~s
' t as hasta
. con. - y autonoma, Irreductible, por lo tanto, a un puro fenómeno, de las
verti~las en un sistema de dogmas- ejercen tazr;bzen su mfl'!lencza formas de la superestructura y de la coyuntura nacional e interna-
sobre el curso de las luchas históricas y detenmn~n predommante- cional. Es necesario entonces ir hasta el fin y decir que esta sobre-
mente, en muchos casos, su forma . .." Es ne~esano tomar esta pa- determinación no está basada en situaciones aparentemente singu-
labra "forma" en sentido fuerte y hacerla, designar alg~r total~,ente lares y aberrantes de la historia (por ejemplo, Alemania), sino que
diferente de lo formal. Escuchemos todavia a Engels: Tam_bz~rl; el es universal. Jamás h dialéctica económica juega al estado puro.
Estado prusiano ha nacido y se ha desarr~lla_do por causas hzstonca.s, Jamás se ve en la. Historia que las instancias que constituyen las
que son en última instancia, causas economzcas. Pero ap~nas podra superestructuras, etc., se separen respetuosamenJe cuando han reali-
afirmar;e, sin incurrir en pedantería, que de los muchos Esta~os d~l zado su obra o que se disipen como su puro fenómeno, para dejar
norte de Alemania fuese precisamente. Brande111:?urgo, por zmpeno pasar, por la ruta real de la dialéctica, a su majestad la Economía
de la necesidad económica y no por la mtervencwn de otros f~;tores porque los Tiempos habrían llegado. Ni en el primer instante ni en
más (y principalmente su complicación, mediante la poseswn ?e el último, suena jamás la hora solitaria de la "última instancia".
Prusia, en los asuntos de Polonia, y a través de .~sto, en_ ~as relacw- En resumen, la idea de una contradicción "pura y simple", y no
nes políticas internacionales, que fuero_n tambzen ~eczszvas en la sobredeterminada, es, como lo dice Engels en relación con la "frase"
formación de la potencia dinástica austnaca), el destm_ado a ~onver­ economista: "una frase vacua, abstracta y absurda". Que pueda servir
tirse en la gran potencia en que tomaron cuer~? las dzf~r~ncws eco- de modelo pedagógico, o más bien, que haya podido, en un cierto
nómicas, lingüísticas y, desde la Reforma, tambzen las rellgwsas, entre mome~t? preciso de la his~oria, servir de. instrumento polémico y
pedagogico, no marca para Siempre su destino. Después de todo, los
el norte y el sur." 27 , d ·
He aquí los dos extremos de la c_adena: la economia eterm.ma: sistemas pedagógicos cambian en la historia. Es hora de hacer un
pero en última instancia, a la larga dice ~ngels, el curso de la I-listo esfuerzo por elevar la pedagogía a la altura de las circunstancias,
·a Pero este curso se "abre paso" a traves del mundo de28las formas es decir, de las necesidades históricas. Pero ¿quién no ve que este
~\timas de la superestructura, de las tradiciones locales y de los esfuerzo pedagógico presupone otro, esta vez puramente teórico? Ya
~contecimientos internacionales. Dejo aquí de lado, en este exa- que si Marx nos da principios generales y ejemplos concretos (El 18
men, la solución teórica que Engel~ pr~pone ~1 problem~ d~ la rela- Brumario, La guerra civil en Francia, etc.), si toda la práctica política
ción entre la determinación en últzma mstancw, lo economiCO, y las del movimiento socialista y comunista constituye una reserva inago-
otras determinaciones propias impuestas por las supe~estructuras, table de "protocolos de experiencias" concretas, es necesario decir
las tradiciones nacionales y los acont~cimiento~ internacwnale~; Me que la teoría de la eficacia específica de las superestructuras y otras
basta retener aquí lo que es necesano denommar: acumulacwn ~e "circunstancias" debe todavía ser en gran parte elaborada: y antes de
determinaciones eficaces (surgidas de las superestructuras y de c1r- la teoría de su eEcacia o al mismo tiempo (ya que por la compro-
bación de su eficacia puede alcanzarse su esencia) la teoría de la
2s En els "Carta a Bloch", 21 de septiembre de 1890. , •
27 En~els agrega: "Marx rara vez _ha escrito algo do~ de esta l~eor~~ no ~es~:ft~7en~~ esencia propia de los elementos de la superestructura. Esta teoría
a el, ero El 18 Brumario es un e¡emplo e:'cel_en~e e su ap ¡cacwn. permanece, como el mapa de Africa antes de las grandes explora-
p p ·t p d a e'l " c 1·ta también el AntJ-Duhnng y el Feuerbach.
rem1 e a menu o · 1 d' · ]'feas y ciones, un dominio reconocido en sus contornos, en sus grandes
28 Engels, ibid.: "Pero también desempeñan su papel. · · as con ;~w~csu{b~:s ~' '
hasta la tradición, que merodea como un duende en las cabezas de os o · cadenas y en sus grandes ríos, pero con mayor frecuencia, a excep-
94 CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN
CONTRADICCióN y SOBREDETERMINACióN
ción de algunas regiones bien dibujadas, desconocido en sus deta- 95
prim~ros balbuceos del Espíritu Oriental .
lles. ¿Quién después de Marx y Lenin ha verdaderamente intentado las gigantescas figuras del cielo el ' ~Iefe~ente cautivo de
o continuado su exploración? No conozco sino a Gramsci. 29 Sin bestiario de piedra, se traicionaba aU:~r y e _esi_erto, ~uego de su
embargo, esta tarea es indispensable para permitir enunciar, aunque de los futuros que serán realizado[ or p~e~nt~TI_liento mconsciente
sea, sólo proposiciones más precisas que esta aproximación acerca misma manera, en cada instante del ~- e spmtu absoluto, de la
del carácter, fundado antes que nada en la existencia y la natura- bajo la forma de recuerdo de lo ue hai~7Jr~o, el pa~ado se sobrevive
leza de las superestructuras, de la sobredeterminación de la contra- susurrante de su presente A ello q d b ' es decir, de Ja promesa
dicción marxista. ni opaco ni obstáculo E.s siempr~ed_e ~~ue el pasado no sea nunca
Permítaseme todavía una última ilustración. La práctica política de antemano. Roma .puede reinar ~~enb_e porque ha sido ~igerido
marxista choca constantemente con esa realidad que se llama las nado de Grecia: la Grecia "su eradaX Ien e? un mundo Impreg-
"supervivencias". Ninguna duda: existen efectivamente, si no no objetivos: esos templos reproducfdos e so~;e_~Ive ~n _sus recuerdos
tendrían una vida tan dura ... Lenin las combatía en el seno del so fía repensada. Siendo ya Ro . ' s~ re Igwn asimilada, esa fiJo-
Partido ruso aun antes de la revolución. Inútil recordar que después en morir para dar a luz su I~~t~;~ s:o~rlo, Cl~and? se encarnizaba
de la Revolución, y desde entonces y aún hoy día, han proporcio- - Roma en Roma A ello se d b ano, ¡amas obstaculiza a
nado la materia a muchas dificultades, batallas y comentarios. Ahora con las sombras. de su asadoe ~~ue ,el presente pueda alimentarse
bien, ¿qué es una supervivencia?, ¿cuál es su status teórico?, ¿es de ~omo_ esas grandes efigi~s de la Virt~~n,Rproyectarlas del~nte de él,
esencia psicológica?, ¿o social? ¿Se reduce a la supervivencia de cier- ¡acobmos la vía de la Revoluci' d l T omana que abneron a los
tas estructuras económicas que la Revolución no pudo destruir con ca más que él mismo y no le ~~e~ ~ _err~r. ~u pasado no es nun-
sus primeros decretos: la pequeña producción (campesina, sobre rioridad que es el destino de t d eEraal ¡a~as smo la ley de la inte-
todo en Rusia), por ejemplo, que preocupaba tanto a Lenin? ¿O C o a vo ucwn Humana
. ' r~o que esto es suficiente para hacer com r d . "
pone ella también en cuestión otras estructuras, políticas, ideológi- racwn en Marx mientras esta 1 b p en er que la supe-
cas, etc... costumbres, hábitos, aún más, "tradiciones", como la decir verdad no 'tiene ni~aún s P~.~ ra _tenga todavía un sentido (a
"tradición nacional" con sns rasgos específicos? "Supervivencia": he ver con la dialéctica de la ~omoJ~~doh~zftr?so)' no tiene nada que
aquí un término constantemente invocado y que está todavía en esta- totalmente diferente a una so b IS onca; qu,e el pasado es algo
do de investigación, no diré de su nombre (tiene uno) sino de su es una realidad estructurada mt r_ab,l aun cuando esta sea "objetiva",
e ern emente pos"f
concepto. Ahora bien, pretendo que para darle el concepto que me- I IVa y a~tiVa, como
o

para el obrero miserable del ue habl M


rece (y que ha ganado a ley) no podemos contentarnos con el vago bre y la noche. Pero ento q . ' a arx lo es el fno, el ham-
hegelianismo de la "superación" y del "mantenimiento-de-lo-que-es- partir de un cierto númeroncdes, ¿COZ~dodpensar las supervivencias? A
~. . e rea
negado-en-la-negación-misma" (es decir, de la negación de la nega- 1v1arx realzdades trátese d , z a es' que son ¡us · t amente para
ción) ... ya que, si volvemos todavía un momento a Hegel, compro- diciones nacion~les" más e :up~estructuras, de ideologías, de "tra-
bamos que la supervivencia del pasado como "superado" (aufgehoben) p_t;cblo, etc. A partí~ de es~~;obr~d~~sturr:bre?, Y del "espíritu" ~el
se reduce simplemente a la modalidad del r<'cuerdo, que no es sino cwn y de todo elemento constitutiv:r~unacwn d~ toda contradic-
lo inverso de la anticipación, es decir, la misma cosa. De la misma 1) ~ue una revolución en la estructura no e un~ _soc~cdad, que hace
manera, en efecto, que desde la aurora de la Historia humana, en los rclampabao (lo que se prod . ' . modifica rpso facto en un
, . nema sm embar 0 · 1 d . .
cconom1ca fuera la únic·l clete ' . . , g ' SI a etermmaciÓn
29 Las tentativas de Lukács, limitadas a 1a historia de la. literatura y a la filosofía, me rmmacwn)
t cnt~s y, en particular las ideolo ías ,
e las S'Ipe ~ t .
¡Hrcccn contaminadas por un hegelianismo vergonzoso: como si Lukács c¡uisiera ser ab-
. , , reslruc uras exis-
'uclto por Hegel por haber sido discípulo de Simmel y de Dilthey. Gramsci es de otra consistencia suficiente para s b g . : }fa que tienen como tales una
tdlla. Los desarrollos y las notas de sus Cuadernos ele Ia prisión tocan todos los proble- de su vida, más aún para r~c~~~vz~, uera ~,el contexto inmediato
mas fundamentales de la historia italiana y europea: económica, social, política, cultural.
Uno encuentra allí visiones absolutamente originales y a veces geniales sobre este pro·
condiciones de existe~cia de s t'-t' . ~ecretar durante un tiempo,
blema, hoy día fundamental, de las superestructuras. Se encuentra alli también, como salida de la revolución pued us] Lucwn; 2) que la nueva sociedad
ocurre cuando se trata de verdaderos descubrimientos, conceptos nuevos, por ejemplo el e, a a vez por las fo ·
nueva superestructura o po " . . rmas mismas de su
concepto de hegemonía, notable ejemplo de un esbozo de solución teórica a los proble· . '
les, mternacionales) provocar ell r CIIcunstancws" 'f" ( .
mas _de la interpretación de lo económico y. de lo político. Desgraciadamente, ¿quién ha . l espe~I Icas nacwna-
continuado, al menos en Francia, el esfuerzo teórico de Gramsci? la reactivación de lo; element' at ~usma, a supervzvencia, es decir
os an zguos. Esta reactivación es incon:
ANEXO
CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN . " . 97
96
cebible en una dialéctica desprovista ele sobredeterminación. Por
ejemplo, para no eludir la cuestión candente, me parece que cuando
p~o~I~: ... e¡ercen también su influencia sobre el
htstor~~as y determinan, predominantemente en c:so
forma . El problema que se plantea entonce; es 1 .uc~os casos su
de las luchas

uno se plantea el problema de saber cómo el pueblo ruso, tan gene- pensar
., d 1
en estas condiciones la unidad el e 1a ef'ICactae . SigUiente: ¿cómo.
real 1
roso y orgulloso, ha podido soportar en una escala tan vasta los crí- t na, e as superestructuras y del - . . d . ' pero re a-
menes de la represión staliniana; más aún, cómo el partido bolche- instancia de la economía? :có pnnCipiO etermmante en última
vique pudo tolerarlos -sin hablar de la última interrogación: ¿cómo cacias distintas? ¿Cómo ·fu~da;n: pe~sar l~dr~ación entre estas efi-
un dirigente comunista pudo ordenarlos?-, es necesario renunciar a instancia" de la economi'a?· Resn pues el papel
estaa udme Ea ngels. "E de "última
toda lógica de la "superación", o renunciar a decir la primera pala-
bra. Pero aun allí es claro que, teóricamente, queda mucho por
hacer. No hablo sólo de los trabajos de historia, que dominan todo:
mutuo de acciones y reacciones entr
a través de toda la muchedumbre i: d . s un iuego
i~t~s estos fa~ores, en el que
de cosas y acaecimientos cuya trabaz~n . t de casualtdades (es decir,
pero, ya que lo dominan todo, me refiero a aquello que domina hasta difícil de probar que podemo . zn erna es tan remota, o tan
los trabajos de historia que se consideran marxistas: el rigor, una con- hacer caso de ell~) acaba siem sr;~nszder~;la como inexi~tente, no
cepción rigurosa de los conceptos marxistas, de sus implicaciones y movimiento econó:nico " He p , z~ponJe~dose como necesidad el
de su desarrollo; una investigación y una concepción rigurosa de lo - sos elementos de la s;perestr~d~r:" roo ,e o explicat.ivo: "los diver-
que les pertenece propiamente, es decir, de lo que los distingue para sobre los otros, producen una in . 'd dactuan y reacciOnan los unos
asimilables a una infinidad de fznz a (de ef~ctos. Estos efect<?s: son
siempre de los fantasmas.
Más que nunca es necesario ver hoy día que uno de los primeros unión íntima es tan le ·a na d~res su nu~e~o. es infinito, y su
fantasmas es la sombra de Hegel. Es necesario un poco más de luz que puede dejársela de )lado[' a tr he,ch~, :an dificil de ser conocida
sobre Marx, para que este fantasma vuelva a la noche o, lo que es lo económico se abre paso. E;tos e~~~~os es~s cuales "el ~ovimiento"
mismo, un poco más de luz marxista sobre Hegel mismo. Sólo a este movimiento económico es la necesidad n hec~~s acCid~ntales,. el
tante de lado el modelo: azar-necesidad su necest ad. DeJO un. ms-
precio escaparemos de la "inversión", de sus equívocos y confusiones.
lar en este texto es el papel atribuido ? s~~ supuestos. Lo smgu-
superestructura. Todo ocurre como ~ os I~ersos elementos de la
ANEX0 30 vez desencadenado entre ellos el sistem estu~eran e~?argados, una
la infinita diversidad de los efecto ( a acczo~-reacczon, de fundar
Quisiera detenerme un instante en el pasaje de la carta a Bloch que
dejé de lado, deliberadamente, en el texto que precede, ya que este· entr~ los cuales, como entre otros t~nt~~s:s y ~chos, dice, Engels ~
su via soberana Dicho de otr zares, a economia trazara
estructura tiene~ sin duda una a f?Ia~era, los elementos de la super-
pasaje, que concierne a la solución teórica que Engels da al problema
del fundamento de la determinación "en última instancia" por la . e Icacia pero esta eficac· d'
en czerto sentido al infinito, en la inÍi 'el d Ia se Ispersa
'm a de l~s efectos, de los
economía, es, de hecho, independiente de las tesis marxistas que En-
azares, cuyas relaciones íntimas
gels opone al dogmatismo "economista". se haya alcanzado el extremo d P?dr.a~ s~r consideradas, cuando
(demasiado difíciles de demost~a!} mfmJtesn~al,dcomo i?int~Iigibles
Se trata, sin duda, de una simple carta. Pero como constituye
La. dispersión infinitesimal tiene 0 Y en raz?I_l e ello z:zex~tentes.
un documento teórico decisivo en la refutación del esquematismo y
del economismo, como ha desempeñado y puede desempeñar en este
sentido un papel histórico, es mejor no disimular que la fundamen-
mzcroscópica. la eficacia recono .J
r etecto diSipar en la mexistencia
tencia macroscópica Sin d d CI a a ~s s~peres.tructuras en su exis-
tación del argumento ya no responde a nuestras exigencias críticas. (se puede "consid~ar como~' a? es~at mexisltencia es epistemológica
La solución de Engels hace intervenir un mismo modelo a dos
niveles diferentes de análisis. :e~t:t~~~u:e,n~o:C''t;e.'~n~nq~e
cópi~; infinit.esimal, _la
es
mexis ente a relació 1·

pa';;, ";!':~~~:
inexistente n
necesid~d mac~~~~ó~fc:s;~e~;~~sidad mic~os­
' ·

paso ' ~s decir, terii_Ima por prevalecer.


A. PRIMER NIVEL: Engels acaba de mostrar que las superestructuras,
lejos de ser un puro fenómeno de la economía, tienen una eficacia a por abrzrse
Aqm es necesano hacer dos advertencias.
ao Este anexo al articulo "Contradicci6n y sobredeterminaci6n" permaneció inédito.
La carta de Engels a Bloch data del 21 de septiembre de 1890. K. Marx y F. Engels:
Obras escogidas, t. 2, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, pp. 520-522.
CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN ANEXO 99
98
sólo lo son aquellos que, entre los "factores" nombrados, retienen,
Primera advertencia: En este esquema no nos encontramos fr~te eligen y producen como tales (para no t0mar sino un caso: todo
a una verdadera solución, nos encontramos frente a la elaboración hombre político, instalado en el gobierno hace, en función de su
de una parte de la solución. Nos damos cuenta. de que l~s ~~per­ política, en función también de sus medios, una elección entre los
estructuras en su acción-reacción r~cí~roca pulver~za1_1 su efi,~acia ~? hechos, y los promueve de hechos al rango de acontecimientos his-
"hechos y acontecimientos" infimtesimales, es ecir, en azar~~ . tóricos, aunque sólo sea reprimiendo una manifestación). En este
Vemos que al nivel de estos azares. deb~ poder !undarse la solucwn, primer nivel, podría decir para resumir: 1) no poseemos todavía la
a que estos azares tienen por objeto mtroduCir el, c?ntra-.concep~o verdadera solución; 2) la "pulverización" de la eficacia de las formas
~e la necesidad (económica) determi1_1ante en ultima ~~stancia. de la superestructura (en cuestión aquí) en el infinito de los efectos
Pero ésta no es sino una solución a medias, ya que la r~lac101_1 .entre microscópicos (azares ininteligibles) no corresponde a la concep-
esos azares y esta necesidad no se encuen~r; fundada, m expliCitada; ción marxista de la naturaleza de las superestructuras.
ya que (y es negar propiamente esta relacwn y su proble~a) Engels
presenta la necesidad misma como algo tot~lmente extenor a e.sto.s B. sEGum;>ü NIVEL: Y de hecho, en el segundo nivel de su análisis,
azares (como un movimiento que logra abnrse ~aso entre u~a mfi- vemos como Engels abandona el caso de las superestructuras, y
nidad de azares). Pero entonces no sabem?s SI esta neceSI;dad es. aplica su modelo a otro objeto, que esta vez sí le corresponde:
·ustamente la necesidad de estos azares, y st lo es, por que. Este la combinación de las voluntades individuales. Aquí también le
1problema queda aqm' en suspenso. vemos responder al problema a través de la relación entre los azares
y la necesidad, es decir, fundándolo. ". . . la historia se hace de tal
Segunda advertencia: Uno se asombra al ver cómo Enge~s considera modo que el resultado final siempre deriva de los confictos entre
en este texto las formas de la superestructura .~om.o el ongen .d~ un~ muchas voluntades individuales, cada una de las cuales, a su vez,
infinidad microscópica de hechos cuya relaciOtl mterna es tmnteh- es lo que es por efecto de una multitud de condiciones especiales
gible (y, por lo tanto, despreciable). Ya. que, por una parte, se de vida; son, pues, innumerables fuerzas que se entrecruzan las unas
podría decir lo mismo de las formas de la mfraes~ructu;a. (¡y es ve;· con las otras, un grupo infinito de paralelogramos de fuerza, de los
dad que el detalle de los hechos económi~os microscopicos podna que surge una resultante -el acontecimiento histórico- que, a su
ser considerado como ininteligible y despreciable!). Pero sobre todo vez, puede considerarse producto de una potencia única, que, como
debido a que estas formas, como tales, son justamente formas en un todo, actúa sin conciencia y sin voluntad. Pues lo que uno
cuanto son principios de realidad, y también formas en cuanto son quiere tropieza con la resistencia que le opone otro, y lo que resulta
principios de inteligibilidad de sus efectos. Pueden ser perfectamente de todo ello es algo que nadie ha querido. De este modo, hasta
conocidas, y en este sentido son la razón transparente de los h~c~os aquí toda la historia ha discurrido a modo de un proceso natural
que surgen de ellas. ¿Cómo se explica que Engels p~se tan rapido y sometida también, sustancialmente, a las mismas leyes dinámicas.
por encima de estas formas, por :ncim~ ~e su esencia y su papel, Pero del hecho de que las distintas voluntades individuales -cada
para detenerse sólo en el polvo microscopico de sus efectos, d.~spre­ una de las cuales apetece aquello a que le impulsa su constitución
ciables e ininteligibles? En forma más preci~a: ¿esta re~~ccton al física y una serie de circunstancias externas, que son en última ins-
polvo de azares no es absolutamente contrana a la fu1_1c10n real ~ tancia circunstancias económicas (o las suyas propias personales o las
epistemológica de estas formas? Y, ya que Enge!s. ~o mvoca, ¿~?e generales de la sociedad)- no alcancen lo que desean, sino que se
h h ho Marx en El 18 Brumario, si no un anahsis de la acc10n funden todas en una media total, en una resultante común, no debe
a ec. de estos "diferentes factores" un análisis perfectamente inferirse que estas voluntades sean iguales a cero. Por el contrario,
ytn rteal.c~bt~nesde
e tgi ·1e
"""<· efectos? Pero Marx no' pudo desarrollar esta "de-
"""' h' ' · d t s
todas contribuyen a la resultante y se hallan, por lo tanto, incluidas-
mostración" sino grácias a no confundir los efectos tstoncos e es o en ella."
factores con sus efectos microscópicos. Las formas de la super- Pido disculpas por esta larga cita, pero tuve que reproducirla ·
estructura son, sin duda, la causa de una infinidad de. hechos, pero porque contiene sin duda la respuesta a nuestro problema. Aquí,
todos estos hechos no son hechos históricos (cf;, Volta~re: tod?~ los en efecto, la necesidad se encuentra fundada al nivel de los azares
niños tienen un padre, pero todos los "padres no tienen nmos)' mismos, sobre los azares mismos como su resultante global: es, por
100 CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN
101
lo tanto, sin duda, su necesidad. Encontramos aquí la respuesta que r~leza. Como el modelo q?e toma es físic~ .(encontramos el primer
faltaba en el primer análisis. Pero ¿bajo qué condiciones la obtuvi- e¡emplo en Hobbes, luego mnumerables adiciones posteriores señalo
mos? A condición de haber cambiado de ob¡eto, a condición de especialmente la de Holbach, particularmente pura), nada' de ex-
partir, no ya de las superestructuras y de su interacción, y finalmente traño tiene que pueda remitirnos a la historia de la naturaleza
de sus efectos microscópicos, sino de las voluntades individuales, No es un~ demostración, es una tautología. (Hago notar aquí que n~
afrontadas y combinadas en relaciones de fuerza. Todo ocurre como se trata smo del modelo utilizado, y que la dialéctica de la natura-
si el modelo aplicado a la eficacia de las superestructuras hubiera sido leza no es criticada aquí por la. simple razón de que pertenece a un
pedido prestado a su verdadero objeto, aquel que estamos viendo en problema totalmente diferente.) Epistemológicamente toda tauto-
este momento: el ¡uego de las voluntades individuales. Compren-
demos ahora que haya podido fracasar frente a su primer objeto, que
r
logía es nula. mal recibida; pe~~ puede, sin embargo, desempeñar
un papel ed¡fteante. Es tranqmhzador poder remitir directamente
no era el suyo, y que haya podido dar cuenta del segundo, que es a la naturaleza, eso no se discute. (Ya lo decía Hobbes: los hombres
verdaderamente el suyo. se arrancan los cabellos o la vida por la política, pero se entienden
¿Cómo se realiza la demostración? Descansa sobre el modelo sin problemas sobre la ~ipotenusa y la caída de los cuerpos.)
físico del paralelogramo de fuerzas: las voluntades son fuerzas; se . Me propongo exammar de cerca la argumentación misma de
afrontan de dos en dos, en una situación simple, su resultante es una Engels, esa argumentación que realiza, a primera vista, un acuerdo
tercera fuerza diferente de cada una y sin embargo común a las dos tan :perfe~to en~re su modelo y su ob¡eto. ¿Qué vemos? Un acuerdo
de tal modo que ninguna de las dos se reconoce en ella; pero, sin al mvel mmedwto del modelo y del objeto. Pero, más acá y más
embargo, forman parte de ella, es decir, son co-autoras. Desde el allá, .un ~cuerdo po~tulado, no demostrado, y en su lugar, la inde-
comienzo vemos, por lo tanto, aparecer ese fenómeno fundamental termmactón, es decir, el vacío desde el punto de vista del conoci-
de la trascendencia de la resultante en relación con las fuerzas com- miento.
ponentes: doble trascendencia, frente al grado respectivo de las
fuerzas componentes y frente a la reflexión de estas fuerzas sobre Más acá. La evidencia del contenido que nos asombra cuando nos
ellas mismas (es decir, frente a su conciencia, ya que se trata aquí representamos el paralelogramo de fuerzas (voluntades individua-
de voluntades). Lo que implica: 1) que la resultante será de un les) deja de existir cuando nos planteamos (¡y Engels se lo plan-
grado totalmente diferente al grado de cada fuerza (más elevado tea!) e.l p~oblema del origen (por lo tanto de la causa) de las
si se suman, más débil si se contrarrestan); 2) que la resultante será, determmacwnes de estas voluntad'es individuales. Entonces nos
en su esencia, inconsciente (inadecuada a la conciencia de cada vemos remitidos al infinito. "Cada una es lo que es gracias a un
voluntad, y al mismo tiempo una fuerza sin su¡eto, fuerza objetiva gran número de condiciones particulares de existencia." Cada volun-
desde su comienzo, fuerza de nadie). A ello se debe que pueda tad individual, simple, cuando se la considera como un comienzo
llegar a ser esa resultante global que: " ... a su vez, puede conside- absoluto, llega a ser el producto de una infinidad de circunstancias
rarse producto de una potencia única que, como un todo, actúa sin microscópicas que surgen de su "constitución física" y de circuns-
conciencia y sin voluntad". Está claro que hemos fundado y engen- tancias "exteriores", de sus "propias circunstancias personales" "o"
drado esta fuerza triunfante en última instqncia: la determinación de las "circunstancias sociales generales", de circunstancias exteriores
de la economía, que esta vez no es exterior a los azares entre los "económicas en última instancia". Este todo está enunciado de tal
cuales se abre paso, sino que es la esencia interior de estos azares. ~anera qu~ al lado de l~~ determi~aci~nes puramente contingentes y
Quisiera mostrar: 1) que estamos ahora frente al verdadero objeto smgulares figuran tarrjb1en .determmacwnes generales (y en particu-
del modelo de Engels; 2) que gracias a esta adecuación Engels lar aquello que constituye ¡ustamente nuestro problema: las circuns-
responde efectivamente al problema que se plantea; 3) que pro- tancias económicas determinantes en última instancia). Queda claro,
blema y solución no existen sino en función de la adecuación del aquí, que Engels mezcla dos tipos de explicación.
modelo a su ob¡eto; 4) que, como el objeto no existe, no existe tam-
poco ni el problema ni la solución; 5) que sería necesario buscar la Primer tipo: Un tipo no marxista pero adaptado a su ob¡eto presente
razón de toda esta construcción vana. y a sus hipotesis, la explicación por lo infinito de las circunstancias o
Dejo voluntariamente de lado la referencia de Engels a la natu- de los azares (encontramos esta fórmula en Helvecio y en Holbach):
102 CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACION ANEXO 103

esta explicación puede tener un valor crítico (en la medida en que, acabo de decir en relación al más acá: o bien permanecemos en el
como era el caso en el siglo xvm, estaba destinada, entre otras cosas, interior del problema que Engels plantea a su objeto (las volun-
a rechazar toda intervención divina), pero desde el punto de vista tades individuales), pero entonces caemos en el vacío epistemoló-
del conocimiento es vacía. Se da a sí misma un infinito sin con- gico de la infinidad de paralelogramos y de sus resultantes, o bien
tenido, una generalización abstracta y apenas programática. damos simplemente la solución marxista, pero entonces hemos de-
jado de fundarla y ya no valía la pena buscarla.
Segundo tipo: Sin embargo, al mismo tiempo Engels ha~e interve1_1ir El problema que se plantea, por lo tanto, es el siguiente: ¿por
un tipo de explicación marxís~a, c~ando, si~úa entre las .mc~nstancias qué todo está tan claro y tan bien organizado al nivel de las volun-
infinitas (que son por esencia microscopicas) determmacwnes a la {ades individuales, y por qué todo llega a ser vacío o tautológico más
vez generales y concretas como ~as circunsta?c~as so~iale.s y las_ cir- acá y más allá de ellas? ¿Cómo se explica que el problema, tan bien
cunstancias económicas (determmantes en ultimo termmo). Pero planteado, correspondiendo tan bien al objeto dentro del cual es plan-
esta explicación no responde a su objeto, ya qu~ representa en su teado, sea incapaz de dar una solución en el momento en que uno
origen l~ solución misma q~e s~, trata d,e produsrr ~ de fundar (la se aleja de su objeto inicial? Problema que continúa siendo enigma
generacion de esta determmaCI?n en ultimo termmo). Resumo: de enigmas mientras no se advierta que es su objeto inicial el que de-
0 bien permanecemos en el ob¡eto y el problema que se plantea termina a la vez la evidencia del problema y la imposibilidad de su
Engels, y entonces estamos frent~ a lo .infinito, ~ la indet~rminación solución.
(en consecuencia frente al vaciO . epistemológic?); o bien retene- Toda la demostración de Engels está en efecto limitadá a ese
mos, desde ahora, como origen mismo, la solucwn (llena de con- objeto muy particular que son las voluntades individuales puestas
tenido) que está justamente en cuestión. Pero entonces ya no en relación en el modelo físico del paralelogramo de fuerzas. Allí
estamos más dentro del objeto ni del problema. se encuentra su verdadera premisa tanto metodológica como teórica.
Aquí, en efecto, el modelo tiene un sentido: puede dársele un con-
Más allá. Nos encontramos en la misma alternativa. Ya que, una tenido, puede manejársele. "Describe" relaciones humanas bilatera-
vez planteado el primer paralelogramo, no obte1_1e~os sino una resul- les de rivalidad, de contestación o de cooperación aparentemente
tante formal que no es igual a la resultante defimhva. La resultan~e "elementales". A este nivel uno puede tener la impresión de volver
definitiva será la resultante de una infinidad de resultantes, es decir, a tomar en unidades reales, discretas y visibles, la infinita diversidad
el producto de una proliferación infinita de paralelogramos. Nueva- anterior de las causas microscópicas. A este nivel el azar se hace
mente aquí o bien se confía en el infinito (es decir, en lo indeter- hombre, el movimiento anterior se hace voluntad consciente. Es
minad~ es 'decir en el vacío epistemológico) para producir en la aquí donde todo comienza, y es a partir de aquí desde donde se pue-
resulta~te final l~ resultante que se quiere deducir: aquella que coin- de comenzar a deducir. Pero, desgraciadamente, este fundamento
cidirá con la determinación económica en última instancia, etc., es tan seguro no funda absolutamente nada, este principio tan claro no
decir, que se confía en lo vacío para producir lo pler:~, (y por ejem- desemboca sino en la noche, a menos que se permanezca dentro de
plo si se utiliza el modelo formal puro de la composiciOn de fuerzas, él y que se repita, como prueba inmóvil de todo lo que se espera
no 'escapa a Engels que las fuerzas en presencia pueden anulars.e, o de él, su propia evidencia. Es necesario reconocer que esta eviden-
contrapesarse)... en estas condicione~,¿quién n?~ asegura, por e¡em~ cia no es sino aquella de los supuestos de la ideología burguesa
plo, que la resultante global no sera nula, qmen ase7~ra que ser~ clásica y de la economía política burguesa. Y ¿de dónde parte esta
aquella que se quiere, la económica, y ~o otra, la p~hhca o 1~ re}l- ideología clásica si no es justamente -trátese de Hobbes en la com-
giosa? A este nivel formal no se posee mnguna segundad de mngun posición de los "conatus"; de Locke y de Rousseau en la genera-
tipo sobre el contenido de las . r~sultantes, de ninguna resu!tante. ción de la voluntad general; de Helvecio o de Holbach en la pro-
Entonces, o se desliza subrepticiamente en la resultante fmal ~l ducción del interés general; de Smith o de Ricardo (los textos
resultado esperado, o se vuelve a encontrar simplemente las determi- abundan) en los comportamientos del atomismo- del afrontamien-
naciones macroscópicas (la economía) que se habían deslizado desde to de estas famosas voluntades individuales, que no son en absoluto
el principio entre las determinaciones microscópicas, en el condicio- el punto de partida de la realidad, sino un punto de partida para
namiento de la voluntad singular. Me veo obligado a repetir lo que una representación de la realidad, para un mito destinado a fundar
104 CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACI6N ANEXO
105
(eternamente) en la naturaleza (es decir, eternamente) l~s objeti~
vos de la burguesía? Si Marx criticó tan bien en esta premi~a explí~ anónimas ~ fuerza de ser singulares, y el hecho histórico como tal.
cita el mito del horno oeconomicus, ¿cómo pudo Eng~ls tan mgenu~­ Es necesano plantear (¡por una vez!) el problema al revés 0 mejor
mente hacerlo suyo? ¿Cómo puede representarnos, si no es a traves de .ot~a man~ra~ Jamás, en .efecto, se podrá dar cuenta de un acon:
de una ficción tan optimista como la de la economía burguesa, por tec1m1~nto hrs.tonco -aun mvocando la ley que cambia la cantidad
una ficción que se encuentra más cerca de Locke y de Rousseau en cahdad- st s~ ~r~tende engendrarlo de la posibilidad (indefinida)
que de Marx, que la resultante de las volu.ntades individuales Y. la d~l ,h~cho no-hrstonco. Lo que hace que tal acontecimiento sea
resultante de estas resultantes tiene efectivamente un contemdo htStonco, no es que sea un acontecimiento, es justamente su inser-
general, encarna verdaderamente la determinación en última ins- ción en las formas históricas mismas, en las formas de lo histórico
tancia de la economía (pienso en Rousseau, que querí~ a toda fuerza como tal _(las formas de la estructura y de la superestructura), formas
que de un voto bien conducido, de voluntades p~rtlculares .separa- que no tienen nada que ver con ese falso infinito al que se aferra
das las unas de las otras, y luego combinadas, saliera esa milagrosa Engels cuando .ha abandonado la proximidad de su modelo original,
Minerva: la voluntad general)? Los ideól?gos del si?lo xvm ( exclu- por el c.ontrano formas perfectamente definibles y cognoscibles
yendo a Rousseau) no pedían a su premisa produCir otra cosa que ( cog~os.ci~les -~1ar; .lo ha dicho y Lenin después de él- a través
ella misma. Le pedían simplemente que. fundara los valores, que ~sta de diSCiplmas Cienhficas empíricas, es decir, no-filosóficas). Un
premisa encarnaba desde ya, y e~to explica que la tautolo~w tuv:era hecho que cae bajo estas formas, que posee aquello que le permite
para ellos un sentido, vedado evidentemente a Engels, qmen qutere caer ba¡o estas formas, que es un contenido posible para estas for-
encontrar lo contrario de la premisa misma. . mas, que las afecta, que las concierne, que las refuerza o las per-
A ello se debe que Engels reduzca a muy poco sus pretensiOnes turba, ~ue las prov?c~ o qu~ e!las provocan, escogen o seleccionan,
he aqm un acontectmtento hzstorico. Estas formas son por lo tanto
en su propio texto. ¿Qué nos qued~ entonce~ de est.e esquema y de
las que determinan todo, las que poseen por adelantado la soluci6~
esta "demostración"? Esta frase: dandose todo el s1stema. de. ~esul­
tantes, la resultante final contiene algo de las voluntades mdlVldua- del fal~o pro?lema que se plantea Engels, las que, para decir la ver-
dad, m siqmera poseen la solución, ya que jamás ha existido otro
les originarias: "todas contribuyen a la resu~tante y se hallan, por lo
tanto incluidas en ella". Éste es un pensamiento que en un contexto problema q~e a~~el que Enge!s s~ planteó a partir de premisas
pura~ente rdeologr~a~, ya que ¡amas ha habido un problema.
completamente distint? puede tr~nqu.ilizar a los espíritus inqui~tos
,Ciertamente, e~Isba la apariencia de un problema para la ideo-
acerca de su influencia en la histona, o, una vez . muert~ ~~os,
inquietos acerca del reconocimiento d~ su personalidad histonca. logw ~ur~~esa: sahr al encuent:o del mundo de la historia a partir
Llegaría a decir que es un buen ~ensamiento desesperado, que pued~ d.e ~n.netpws ( horr:o oeconomw~s y .sus metamorfosis políticas y
alimentar desesperanzas, es deCir, esperanzas. (No es un azar Sl ftlosoftcas) que, le¡os ?e ser pnncipiOs de explicación científica,
eran, por el contrano, Simple?lente ~a ~royección de su propia ima-
Sartre basándose en el mismo "problema" de Engels, en el pro-
blem; del "fundamento" y la génesis de la necesidad ':sin autor" gen del mundo, d~ sus propias a~pirac10nes, de su programa ideal
de la historia, persigue el mismo objeto, con argumentos Igualmente .(u~ ~mndo reduc!1ble a su esencia: la voluntad consciente de los
mdlVlduos, sus. acc10nes y sus empresas privadas ... ) . Pero una vez
filosóficos, aunque de otra inspiración.) .
que Marx barnó con esta ideología, ¿cómo puede existir todavía el
¿Qué nos queda aún? ,UI_Ia frase donde la resul~ante ft~al no es
problema que planteaba, es decir, cómo puede existir todavía un pro-
ya la determinación economica de lar~o ~l~ance, smo . . . el acon- blema?
tecimiento histórico". Las voluntades mdlVlduales producen por, lo
tanto acontecimientos históricos. Pero cuando se m1ra de cerca solo Par~ terminar este largo comentario, permítanseme aún dos ad-
se puede admitir, al extremo, que el esquema permite la posibil~dad v~r~enc1as: una advertencia epistemológica y una advertencia bis-
tonca .
del acontecimiento (cuando los hombres se afr~nt~n: ocurre Siem-
pre algo o nada, que también ~s. ~m acontecimien~o:. espera; a . Pen~an~~ en el modelo de Engels' debo señalar que toda disci-
Godot), pero en absoluto la posrbthdad. d~l a:ontectmten!o . h~stó­ plma cienhfica se establece a un cierto nivel, precisamente al nivel
rico en absoluto la razón que permite distmgmr entre la mflmdad en que sus conceptos pueden recibir un contenido (sin lo cual no
de ~osas que le ocurren a los hombres en sus días y sus noches, son conce~tos .de, ~ada, es decir, no son conceptos). Tal es el nivel
de la teona htStonca de Marx: el nivel de los conceptos de estruc~
106 CONTRADICCióN Y SOBREDETERMINACióN

tura, de superestructura y todas sus especificaciones. Pero cuando


la misma disciplina científica pretende producir, a partir de otro
nivel que el suyo, a partir de un nivel que no es objeto de ningún 4
conocimiento científico (como en nuestro caso, la génesis de las EL "PICCOLO", BERTOLAZZI y BRECHT
voluntades individuales a partir de lo infinito de las circunstancias, (NOTAS ACERCA DE UN TEATRO
y la génesis de la resultante final a partir de lo infinito de los para- MATERIALISTA) ·
lelogramos ... ) , la posibilidad de su propio objeto y de los conceptos
que le corresponden cae en el vacío epistemológico, o en aquello que
es su vértigo, lo pleno filosófico. Es el destino de la tentativa de
fundación a la que es llevado Engels en su carta a Bloch; vemos
aquí cómo es imposible distinguir el vacío epistemológico del vértigo
filosófico, ya que no son sino una sola y misma cosa. En este pasaje
preciso, utilizando argumentos sacados (lo que, finalmente, es su
única fianza puramente moral) de los modelos de la ciencia de la . Ouiero hacer a ' · t· ·
naturaleza, bajo sus especies mismas, Engels no es sino un filósofo. ;;ñ julio de 196fmp¿~seliCPia. a Zia Textraordinari~ representación dada,
Pero también, y sobre todo, es filosófico su proyecto de fundación. . ' lCco o eatro de Milán en 1 Th " d
Insisto voluntariamente sobre este punto, ya que tenemos otro ejem- Nbahonsd. Justicia porque Ia pieza de Bertolazzi, El N~st M~~:~e fes
plo reciente, el de Sartre, quien también ha pretendido fundar filo- a ruma a por las ctmdenas 1 · d ,. ' ue
ello privada del p 'bl' y as que¡as e 1a cnbca parisiense, 1 y con
sóficamente (tiene sobre Engels la ventaja de saberlo y de decirlo) ' u Ico que merecía Justicia 1· d
los conceptos del materialismo histórico. Y basta trasladarse a cier-
traernos con el espectáculo de . t .
:porque, e¡os e dis-
puesta en escena de Strehl ve¡esd onos rancws, la elección y la
tas páginas de la Crítica de la razón dialéctica (pp. 68-69, ed. fran- mas de la dramaturgia mo~e~::. con ucen al corazón de los proble-
cesa, por ejemplo) para ver que si bien Sartre rechaza la respuesta
de Engels y sus argumentos, aprueba en el fondo su tentativa misma.
La querella que existe entre ellos no es sino sobre los medios, pero ~e me r,erdonará, en razón de la comprensión de 1 .
cuente brevemente la pieza de Bert 1 . 2 o que Sigue, que
en este punto están unidos por una misma tarea filosófica. No se El . o azz1.
puede impedir a Sartre su propia vía sino cerrando la que abre un "L pnn;,er~,?e los tres a~tos es el Tívoli de Milán de los años 90.
Engels. de oto~:a- ~:ta rpular, miSeralble, e~ la bruma densa de una tard~
Pero es necesario plantearse el problema de esta tentación filo- . ruma no es a Itaha de nuestr 't y
pueblo que, terminada la ·ornada dea . os mi os. este
sófica que aparece en ciertos textos de Engels. ¿Por qué al lado adivinas, el circo y todos lo~ a tractÍvos d~ fau~a ~~tre las barracas, !as
de intuiciones teóricas geniales, encontramos en Engels ejemplos de
vuelta atrás, más atrás de la crítica marxista de toda "filosofía"?
~rtesanos, semi-mendigos, niñas en búsqueda e~= .f c~santes~ :pequen.os
¡as en búsqueda de algunas m d .. u uro, VIe¡os y VIe-
Este problema no puede recibir una respuesta sino de la historia perseguidos por los policías o~~t:s, m~;tares en permiso, rateros
de las relaciones entre el pensamiento marxista y la "filosofía", y la de nuestros mitos, sino un. ·s~b rol!t~~aJ tampoco es el ~ueblo
nueva teoría filosófica (en un sentido no ideológico) que contenía como puede, antes de la comida fno h o, que pasa el hempo
en sí el nuevo descubrimiento de Marx. No puedo, evidentemente,
abordarlo aquí. Pero es necesario, primero, convencerse de la exis-
l.!na buena treintena de personajes q:J
J:ra to~os) Y de la noche.
CIO vacío, esperando un no sé qué que algon c~~~enen ~n desed espa-
tencia de este problema, para que surjan los deseos y los medios que ' 1ence sm u a, ¿el
permitan plantearla correctamente, y luego resolverla. 1
"Melodrama épic~", "teatro po u!
roto", "nna canción ara Piaf" uU:
r ., .. . .
Central", "el melodrama lacrimoso"p .. ma1~bÍ ,miser~bi1Ismo contagioso de la Europa
a sensi _ena mas detestable", "un zapato viejo
las del Parisien-Iibéré,Pdel Combat, de~~~f~: m~sera?Ihsta: presun.ción realista'' (fónnu-
2. Autor _dramático milanés de fines delg úl~imoe sl:Il~éra!lon, Pms P:ess~, Le Monde).
mediOcre, sm duda porque se ob r ó . ¡g. , que no conoció smo una carrera
mente singular como para disgust~:n al en, bfcribu piezas realistas, de estilo suficiente-
el público burgués. pu Ico que entonces fijaba el "gusto teatral":

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