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Poner límites claros y razonables es una de las tareas para que los niños/as no se
conviertan en pequeños/as “tiranos/as” y aprendan a convivir con los demás.
Algunos consejos prácticos a la hora de poner límites a los/las hijos/as son los siguientes:
1. Mostrar objetividad. Es frecuente oír: “pórtate bien" o “sé bueno". Dichas expresiones
pueden resultar imprecisas. Los/las niños/as lo entenderán mejor si se ponen las normas
de una forma más concreta ("habla bajito en la biblioteca " o “dame la mano para cruzar la
calle").
2. Ofrecer opciones. Dar a los/las niños/as la oportunidad limitada de decidir cómo cumplir
las "órdenes". Así sienten una sensación de poder y control, reduciendo las resistencias
("es la hora de vestirse, ¿quieres elegir un traje, o lo hago yo?”).
3. Ser firmes. Ejecutar con voz segura, sin gritos, y con mirada seria en la cara lo que se
quiere hacer cumplir (“vete a tu habitación ahora" o "¡para!, los juguetes no son para
tirar").
4. Acentuar lo positivo. Expresiones como el "no" o "para!" dicen lo que es inaceptable
pero no explican qué comportamiento se debería tener. Es más oportuno decir a un/una
niño/a lo que debe hacer (“habla bajo") antes de lo que no debe hacer (“no grites").
5. Mantenerse al margen. Cuándo se dice "quiero que te vayas a la cama ahora mismo",
se está creando una lucha de poder personal con los/las niños/as. Una buena estrategia
es hacer constar la regla de una forma impersonal (“son las 8, hora de acostarse" y se le
enseña el reloj).
6. Explicar el porqué. Evitar dar una larga explicación que les distraiga, es decir,
manifestar la razón en pocas palabras (“no muerdas a las personas. Eso les hará daño" o
“si tiras los juguetes de otros niños, ellos se sentirán tristes porque les gustaría jugar con
ellos").
7. Sugerir una alternativa. Así aprenden que sus sentimientos y deseos son aceptables
("no sé si te gustaría mi pintalabios, pero eso es para los labios y no para jugar. Aquí
tienes un lápiz y papel a cambio" o “no te puedo dar un caramelo antes de la cena, pero te
puedo dar un helado de chocolate después".
8. Ser consistente. Las rutinas y reglas de la familia deben ser consistentes días tras día
(hora de comer, acostarse, etc.), aunque se esté cansado o indispuesto.
9. Desaprobar la conducta, no al niño/a. Dejar claro a los/las niños/as que la
desaprobación está relacionada con su comportamiento y no directamente con ellos/as.
En vez de decir “eres malo" (desaprobación del niño/a), se puede decir “no muerdas"
(desaprobación de la conducta).
10. Controlar las emociones. Cuando se está muy enfadado, se castiga más seriamente y
se puede sin quererlo ser más abusivos verbalmente y/o físicamente.
RESUMEN
Las familias deben poner las normas que consideren justas, exigir que se cumplan, actuar
con seguridad y firmeza, desde el conocimiento de los niños/as y el cariño que tienen a
sus hijos e hijas, sabiendo que son el modelo a imitar y sabiendo que la valoración y
respeto son una meta y una guía para ellos/as.
Nuestros Sentimientos
Nuestros sentimientos son un sexto sentido, el sentido que interpreta, ordena, dirige y resume los otros cinco. Los sentimientos nos
dicen si lo que experimentamos es amenazador, doloroso, lamentable, triste o regocijante. Podemos describirlos y explicarlos de
manera sencilla y directa, ya que no hay en ellos nada de místico ni de mágico. Conforman todo un lenguaje propio.
Cuando hablan los sentimientos, nos vemos obligados a escuchar y a veces, a actuar, aun cuando no siempre comprendamos el
porqué. No tener conciencia de los propios sentimientos, no comprenderlos o no saber cómo utilizarlos y expresarlos es peor que la
ceguera, la sordera o la parálisis.”No sentir es no estar vivo”. Más que ninguna otra cosa, los sentimientos nos hacen humanos. Nos
hacen semejantes.
Los Sentimientos son nuestra reacción frente a lo que percibimos y a su vez tiñen y definen nuestra percepción del mundo. Son, en
realidad, el mundo en el que vivimos. Dado que buena parte de lo que conocemos depende de nuestros sentimientos, flotar a la
deriva en medio de sentimientos confusos o vagamente percibidos equivale a sentirse avasallado por un mundo confuso.
El lenguaje de los sentimientos es el medio por el cual nos relacionamos con nosotros mismos. Si no podemos comunicarnos con
nosotros mismos, no podemos comunicarnos con los demás. Percibimos el mundo por medio de los cinco sentidos. Las impresiones
sensoriales que nos llegan por dichos sentidos deben ser integradas nuevamente por cada uno de nosotros. La manera como cada
uno percibe con un sentido determinado vana, pero no tanto como la manera como cada uno "crea un sentido" del mundo que
percibe. Este proceso de integrar el mundo a nosotros a nuestra propia manera, es un proceso mental básico, así como también un
proceso creativo.
Nuestros sentimientos son la reacción a lo que percibimos por medio de los sentidos y dan forma a nuestras reacciones frente a lo
que percibiremos en el futuro. La persona que lleva dentro una gran dosis de enojo no resuelto, por ejemplo, puede tender a hallar
que el mundo que encara es un mundo también lleno de enojo y con ello justificar y perpetuar su propio sentimiento.
Creo que de esto cabe inferir que el mundo es en buena parte el que nosotros mismos nos creamos. En realidad, el mundo se halla
mucho más bajo nuestra influencia de lo que la mayoría de nosotros advierte. Cuando asumimos la responsabilidad de nuestros
sentimientos, asumimos, además, nuestra responsabilidad frente a nuestro mundo. En la comprensión de nuestros propios
sentimientos reside la clave del dominio de nosotros mismos, la verdadera independencia, lo cual significa lograr el único poder real
que merece ser obtenido.
Si bien la idea implica que cada uno de nosotros actúa en forma autónoma, también significa que cada uno puede hacer mucho para
reconstruir las piezas inconexas de su vida y llevarlas a una armonía. Si cada uno aceptase la responsabilidad de poner orden en su
propio mundo emocional, el mundo más amplio podría adquirir también mayor realidad, armonía y aun paz.
Despejar el misterio que rodea a los sentimientos, permite en mayor medida reconocer y comprender lo que sentimos, muestre el
origen de los sentimientos, así como su dirección, a fin de que se transformen en aliados, en lugar de enemigos de nuestro propio
desarrollo normal. El método básico es la comprensión es adquirir una conciencia renovada de sí mismo.
A medida que expresamos en forma más abierta nuestros sentimientos, tenemos menos necesidad de precavernos con cosas que
hallamos amenazadoras en el mundo, ya que en lugar de ocultarlos, la persona abierta los utiliza como guía para interpretar el
mundo que vive. Quienes confían exclusivamente en el intelecto para encontrar su camino en el mundo no tienden a estar tan en
armonía con él como quienes utilizan sus sentimientos. Los más altos logros del hombre no se encuentran en la precisión de su
ciencia, sino en la perfección de su arte. El arte del hombre es la celebración de sus sentimientos en su punto de mayor coherencia.
No es posible captar la realidad sin tener en cuenta los sentimientos. Las abstracciones del intelecto y el razonamiento tienen
importancia, pero cuando ellas pierden contacto con los sentimientos, abren el camino para los actos inhumanos y destructivos.
Cuando perdemos contacto con nuestros sentimientos, perdemos a la vez el contacto con nuestras cualidades más humanas.
Recordemos a Descartes y digamos, en una paráfrasis de su célebre frase: "Siento, luego, soy".
Podemos manejar nuestros sentimientos en forma defensiva o bien constructiva. En la primera, nos volvemos hacia adentro,
mientras que la segunda es un expresivo volverse hacia afuera.
Libro: El Lenguaje de los Sentimientos
David Viscott
El modelo familiar es fundamental en el aprendizaje del amor. Un niño que aprende a ser aceptado y se siente querido por sus
padres y hermanos, será capaz de aprender de sus padres a aceptar a los demás y a expresarle sus sentimientos positivos, su afecto
y también otro tipo de emociones, todas ellas tan importantes en la vida, como el amor.
La expresión de emociones es un factor muy importante en la formación de los seres humanos. Aunque en la cultura occidental en
la cual vivimos existen distintas culturas que aceptan diversas formas de expresión, por lo general es muy poco aceptado el expresar
lo que se siente. Ello por que vivimos en una cultura que tiende a negar las emociones y los afectos, y sobrevalora la razón por
encima de todo.
Los seres humanos nacemos con una expresión natural de nuestras necesidades y emociones: el bebe expresa sus molestia a
través del llanto, expresa su alegría a través de la expresión facial, y cuando comienzan a tener una comunicación más clara con los
adultos expresan sus rabias como algo natural. No obstante lo anterior, a medida que los niños crecen se les va enseñando a negar
determinadas emociones de acuerdo a si son varones o niñas. A las niñas se les enseña a no expresar la rabia y se les facilita la
expresión del llanto, los afectos y no se les reprime en su expresión de amor. En cambio a los varones se les permite expresar la
rabia pero no la pena, el dolor ni los afectos, ya que estas expresiones están reservadas por lo general para las mujeres para cumplir
adecuadamente su futuro rol de madres.
La expresión del amor y los afectos son entonces socializadas para las mujeres y negadas en general para los hombres a los que se
les enseña a ser racionales, prácticos y competitivos.
Desde esta perspectiva el amor pasa a ser un sentimiento propio del dominio de lo femenino, y los hombres no cuentan con
modelos afectivos y expresivos del cariño y afecto, aún cuando lo sientan, no se les permite expresarlo con facilidad. Por esto se dice
que los hombres son más fríos y duros, que las mujeres y que las mujeres son más emotivas y sentimentales.
Por lo general la familia es la encargada de formar, tanto en hombres como en las mujeres, la expresión de los afectos. Este
proceso se inicia desde que se establece una relación entre padres e hijos. En algunas familias esto se da durante el embarazo,
cuando el padre y/o la madre le hablan al niño por nacer y en otras el proceso se inicia con el nacimiento cuando la mamá o el papá
se relacionan con el niño o niña.
Aunque lo más frecuente es que la expresión del amor y los sentimientos estén a cargo de la mamá, el papá también participa en
esta formación y si es que no es activo en esta expresión del amor o los afectos, los hijos aprenderán de él a no expresar sus
sentimientos o emociones, y probablemente pensarán que los hombres no deben ser expresivos y que ese es un patrimonio de las
mujeres.