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San Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la Merced

El Fundador de la Orden redentora de la Merced es Pedro Nolasco. Nace en una villa del
Condado de Toulouse (Francia), llamada “Mas Saintes Puelles”. Pertenecía a la Galia
narbonense. Nolasco nació en torno a los años 1180/1182. Probablemente hijo único, que –al
fallecer su padre—se traslada, como mercader que era a la ciudad del mediterráneo,
Barcelona. Había entonces mucha relación entre el sur de Francia y la Ciudad Condal. La
fecha del traslado puede situarse hacia 1190, a sus 18 años. Es recibido y logra hacerse
“ciudadano catalán”, con residencia en Barcelona. Allí realiza sus mercadurías. La tradición
mercedaria nos transmite que en la noche del 1 al 2 de agosto de 1218 —previa una
“conversión” en este hombre, amante de María-—, Ella le inspira la fundación de una Orden
Religiosa para la redención de los cautivos. El 10 de agosto de dicho mes y año se realiza, de
modo solemne y oficial, en la Catedral románica de la Santa Cruz de Barcelona, bajo la
presidencia del Obispo Palou y del joven rey de Aragón —liberado ya, en Montpeller del
Conde de Monfort—, Jaime I, el Conquistador, y junto a un pequeño grupo de laicos
barceloneses, procedentes acaso de las “Cofradías de Redención” allí existentes.

Más tarde, se les entrega el “escudo o emblema, con la cruz blanca catedralicia, sobre fondo
rojo (campo superior) y los cuatro palos heráldicos del rey Jaime I, rojos sobre fondo dorado
(campo inferior). Tiene, pues, dos cuarteles este escudo, que era de lana, como el hábito
blanco y el escapulario y capilla. En épocas modernas, se usa de metal. Fue como una
garantía de la Iglesia y de la Monarquía católicas ante los jefes musulmanes o “moros” que se
sentía dueños de los cristianos cautivos en el norte africano.

Se calcula que, en sus primeros cinco siglos y medio de existencia, redimió en torno a 70.000
cautivos. Obra eximia de caridad, legado carismático permanente, recibido de San Pedro
Nolasco, bajo la advocación de Santa María de la Merced. Actualmente se realiza el carisma
en “las nuevas formas de cautividad”, según las circunstancias y urgencias de cada actividad,
adaptándose a los diversos países donde La Merced está establecida.

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