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A lo largo de la historia, el concepto de muerte ha sido abarcado desde distintas

perspectivas, esto dependiendo de los factores geográficos y sociales de un periodo en


especifico, lo cual se ve determinado por el nivel de conciencia reflexiva que se adopta al
desarrollar una percepción de nuestra propia existencia y la de los demás. Concepto que en
la época paleolítica se vincula al inicio de los mundos mágico-religiosos y a la
supervivencia, por lo tanto la muerte no era un concepto existente, ya que todo giraba en
torno a la vida. Con la llegada de las culturas urbanas se vuelve necesario el pensar sobre la
muerte, para ello los egipcios crean el concepto de Ká, una fuerza inmaterial que
continuaba viva después de que el cuerpo haya perecido, lo que actualmente podríamos
traducir como “alma”. El Ká de una persona podía necesitar el mismo sustento de un ser
vivo, entretenimiento y herramientas de trabajo, razón por la cual se le propiciaba de todo
tipo de elementos en sus tumbas.

Con el desarrollo del alma, la muerte deja de ser algo desconocido para el ser humano de la
edad media y pasa a ocupar un lugar privilegiado en su estructura mental, por ende la
muerte obtiene un mayor valor, ya que se acepta que es algo inevitable, el miedo y el
concepto tétrico que se le otorga produce la aparición de la fe y de la religión.

En el paleolítico el ser humano tenía un tipo de organización básica, basada en la


supervivencia del grupo familiar, el principal sustento de vida era la caza de animales. Aquí
parte la búsqueda de una forma de hacer efectiva la caza, lo que conlleva a la creación de
rituales, los cuales consistían en capturar al animal a través de una representación grafica en
un área determinada de la cueva, con lo cual conseguían asegurar la captura de la presa.

Estas manifestaciones artísticas buscan representar al animal de manera vital, por lo cual
resaltan sus rasgos más distintivos dibujándolos de perfil, “las representaciones plásticas
eran una parte del aparejo técnico de esa magia; eran la “trampa” en la que la caza tenía
que caer; o mejor, eran la trampa con el animal capturado ya, pues la pintura era al
mismo tiempo la representación y la cosa representada” (Hauser, A. (1978b). historia
social de la literatura y el arte (14ª ed.). Barcelona, España: Editorial labor.) , para
potenciar el realismo del dibujo, se apoyaban de las piedras salientes de la cueva, así
recreaban el volumen del animal, además estas representaciones no siguen un orden en
especifico, ya que hay áreas de la cueva en que estos dibujos son más efectivos, por este
motivo se pueden encontrar sectores en los que estos dibujos se superponen, debido a la
diferencia generacional.

A pesar de la percepción básica y mágica que depositaban sobre el animal capturado, tanto
sus restos como la defunción de alguna de las partes de la familia los llevaba a confrontarse
con un cadáver, lo que desencadena una importante serie de reacciones biológicas y
psicológicas que dificultan la convivencia. Biológicamente se enfrentaban a la
descomposición de la carne y psicológicamente se ven obligados a desarrollar una
conciencia reflexiva que les permita de alguna forma separar la existencia de la vida y la
muerte, creando así la primera concepción de un mundo mágico, el cual es demasiado
básico para entrar en el campo de la religión “la perspectiva de la filosofía de la religión
no es la perspectiva del pre-historiador, cuando se dispone a describir conductas del
hombre cazador”( Bueno, G. (1989). Cuestiones cuodlibetales sobre Dios y la religión
(Ed. rev.). Madrid, España: Editorial mondadori.).

El ser humano desarrolla un nivel cognitivo superior y descubre que la caza no es el mejor
medio de supervivencia, lo que provoca el descubrimiento de la agricultura y ganadería,
generando asi los primeros asentamientos, los cuales se construían estratégicamente cerca
de fuentes de un elemento esencial para la vida, por ejemplo: el agua, la cual se encontraba
en vertientes, lagos y principalmente ríos. Una civilización que se desarrollo alrededor de
uno de los ríos más largos del mundo, fue la Egipcia, que basaba su calendario a partir de
las subidas y bajadas del rio, desarrollan su propio tipo de escritura: los jeroglíficos, y
poseen una religión politeísta con creencias de ultratumba, la cual afirmaba que los seres
humanos estaban formados por un cuerpo y un alma (el Ká). Cuando el cuerpo moría, el Ká
pasaba a la vida del más alla, “para los antiguos egipcios la muerte no existía. Cada uno
podía estar seguro de encontrar del otro lado de la tierra una nueva existencia bastante
semejante a la que había conocido aquí abajo” ( Champdor, A. (1982). el libro egipcio de
los muertos (Ed. rev.). Madrid, España: Edaf.), pero para que esto fuese posible, el cuerpo
debía permanecer incorrupto y con este fin la familia lo momificaba, en la tumba se
depositaban diversos objetos que el fallecido pudiese necesitar en la otra vida: esculturas,
las cuales representaban al difunto de forma vital e idealizada, con cuerpos rectilíneos y
hieráticos, siguiendo comúnmente la ley de la frontalidad, las paredes de la tumba se
cubrían con murales, los cuales mostraban al difunto realizando acciones cotidianas o
acompañado de su familia, predominan los colores puros, sin matiz para realzar la figura,
los temas festivos, naturalistas, funerarios y religiosos, utilizaban el paisaje: animales y
plantas, los cuales eran representados con gran realismo y naturalidad, ya que se enfatizaba
más en lo natural que en la figura humana, la cual se mantenía rígida e idealizada, con el
ojo enfrentado y rostro perfilado, se agregan a la tumba aves y gatos, entre otros animales,
los que también eran embalsamados para servir de compañía a los hombres en su viaje al
otro mundo, “El mas allá no es el cielo ni la tierra, y se halla poblado por los muertos,
siempre que estos se lleven todos los medios de vida que necesitan para su existencia, que
es lo esencial. A esta existencia corresponde todo lo que antes les había acompañado en su
vida terrenal.” (Ceram, C. W. (1985). dioses, tumbas y sabios (Ed. rev.). Barcelona,
España: Orbis. Existen distintos tipos de tumbas, dentro de las cuales resaltan: las
mastabas, construcciones de piedra con forma rectangular, las pirámides escalonadas, nacen
del concepto de superponer mastabas unas sobre otras, las pirámides, centros mortuorios
que poseían una gran altura, esto debido a la creencia de que el dios Rá se posaba en la
punta de la pirámide y bajaba a la tierra guiado por los vértices de esta y al tocar el suelo
impregnaba todo con su poder, finalmente los hipogeos, estructuras que se construían a
través de la excavación en piedras o salientes de montañas. A partir de aquí el arte deja de
enfocarse en las tumbas y se enfatiza más en los templos para divinidades, puesto que son
estructuras más complejas.

El arte Egipcio toma un giro completamente opuesto, alejándose de los cuerpos y rostros
carentes de movimientos, para pasar a la utilización de los retratos funerarios, los cuales
sustituyen a las mascaras, rinden culto a la memoria familiar, se construyen a base de
manchas y pinceladas y son más realistas y contemporáneos.

Estas ideas de tránsito, de renacer nuevamente tras la muerte, no se perdieron a lo largo de


los siglos, sino que se reafirmaron con la llegada del Cristianismo, donde la vida después de
la muerte, cobró nueva energía, sustentándose en un campo de ideas más complejo, latente
en toda la Edad Media. La muerte tomada exclusivamente como un hecho biológico, no
pareció causar grandes temores ni sufrimientos al hombre medieval, obviando el dolor
propio que producía la separación de un "ser querido". Lo verdaderamente terrible para el
hombre de esta época, era la posibilidad de condenación tras el juicio hecho a su vida
terrenal “La muerte no solo nos impide vivir, limita la vida, y después de un buen día la
acorta, al mismo tiempo comprendemos que el hombre no sería él mismo sin la muerte, es
la presencia latente de esa muerte la que hace las grandes existencias, la que les brinda su
fervor, su ardor, su tono.” (Mitre Fernandez, E. (2003). dioses, tumbas y sabios (6ª ed.).
Madrid, España: Revista de historia.), a esto se suma la existencia de innumerables
miedos, como el miedo a morir sin ser confesado, el miedo a morir a causa de una
enfermedad grave como la peste negra, epidemias, hambrunas y guerras devastadoras,
sucesos muy comunes de esta época. Gran parte de la población, busca refugiarse de la
muerte a través del cristianismo, lo que desemboca en la construcción de un gran número
de iglesias, ya que eran un lugar sagrado que conseguía unir a las personas con el plano
divino. La Iglesia en la Edad Media tenía mucho poder. Esto se debía a su enorme riqueza,
a su clara organización y a su importancia cultural, que se contraponía al desorden, la
ignorancia y la violencia de la sociedad feudal. La iglesia se convierte en un gran texto a
través del uso de las imágenes, ya que es el medio de comunicación del cristianismo,
debido a que no todos pueden leer a Dios. Por esto la imagen cobra un sentido narrativo.
Uno de los principales ejemplos del uso de la imagen, es el mosaico: el cual se encontraba
generalmente en la zona de rito de la iglesia, se utilizaban fondos oscuros o dorados, para
que la luz creara un efecto de separación de la imagen y el muro, posee gran color y
simbolismo, repitiéndose en distintas iglesias algunos símbolos sagrados como: el símbolo
del buen pastor, el alfa y omega, la esfera, la virgen y el niño, entre otros.

Durante esta época, existió un grupo de personas que se oponía al uso de la imagen, “los
iconoclastas”, los cuales se indignaban al ver a las personas adorando a un santo a través de
un objeto o imagen, ya que consideraban completamente innecesario el uso de estos.

Una parte fundamental de la iglesia fue la creación de los monasterios, los cuales cumplían
la función de «ciudades de Dios», eran microcosmos en los que los hombres allí reunidos se
entregaban al trabajo y la oración; en un mundo oscuro y bárbaro fueron los que
preservaron la cultura clásica para los siglos venideros. Los monjes fueron los
“intelectuales de la edad media”, es decir, podían interpretar lo que está entre las líneas, no
las frases como tal, además eran los encargados de elaborar los manuscritos, los cuales
adoptan un carácter artesanal debido a que son hechos a mano. La biblia se convierte en el
manuscrito más importante, cuyos textos son acompañados de ilustraciones representativas
de una escena determinada, cada monasterio tenía su propia forma de escribir y de dibujar,
posteriormente, con el paso del tiempo los monasterios se homogenizan y adoptan cierto
grado de autonomía, estableciéndose una forma igualitaria de escritura y de dibujo.

La muerte ha tenido un puesto crucial he importante, ya que representa el mayor miedo de


la sociedad. Desde los inicios del ser humano, el significado de la muerte ha variado, siendo
en el paleolítico un concepto muy banal, relacionado netamente al mundo mágico para así
hacer efectiva la supervivencia, esto a través de pinturas rupestres las cuales capturaban
directamente al animal, sin separar el dibujo de la presa. Muy diferente fue para los
egipcios, que con un nivel de conciencia reflexiva superior, desarrollan un concepto de
muerte mucho más complejo: crean el Ká (alma) y lo separan del cuerpo, de esta forma
establecen la vida después de la muerte, creando una unión entre el mundo de los vivos y el
de los muertos, esto sin separar al difunto de sus bienes materiales, por ende en las tumbas
se almacenaban distintas pertenencias que ayuden al Ká a recordar su vida terrenal, entre
ellos pinturas murales, llenas de color, simbolismo, rostros perfilados y ojos enfrentados,
con un gran realismo con respecto a lo vegetal y animal, esculturas, aves y gatos
embalsamados, entre otros. Con el paso del tiempo el cristianismo (edad media), logra
neutralizar los miedos asociados a la muerte, esto conlleva la creación de las iglesias, las
cuales sirven como refugio debido a la expansión de la fe. Las iglesias se vuelven grandes
textos, ya que no todos pueden leer a Dios, por este motivo son ornamentadas con
mosaicos, los cuales representan la imagen de un santo o alguna escena de la biblia, además
de introducir dentro de estas obras distintos símbolos sagrados. Uno de los elementos más
relevantes de la edad media es la creación de los monasterios los cuales preservan el
cristianismo clásico y traducen la biblia en manuscritos, los cuales van acompañados de
ilustraciones de una escena determinada.

El ser humano no sería él mismo sin la muerte, ya que su presencia latente es la que hace
las grandes existencias, la que les brinda su fervor, su ardor y su tono.

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