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Audelina Colomo:
Cuando la familia Barrios se estableció en Ciudad Peronia provenientes de otro
lugar, inmediatamente nos hicimos buenos amigos y conocidos por ahí por el
año 1996, veíamos como ellos trataban de ir sobresaliendo ante las
circunstancias adversas de la vida, veía como se trataba de sacar adelante a 5
hijos de los cuales Adolfo Barrios era uno de los más pequeños de todos.
Honestamente veía como cada día que pasaba ellos iban creciendo y
aprendiendo por su parte a subsistir en esta comunidad llena de costumbres
buenas y malas para vivir, ya que su mamá trabajaba todo el día para poder
traer alimento y educación a cada uno de ellos. Con el paso de los años Adolfo
iba creciendo y empecé a ver cómo un grupo de mareros que vivía en su
cuadra querían hacerlo parte de ellos, a pesar de su corta edad, él no era el
único a quien querían meter a su grupo eran todos los jovencitos que de una u
otra manera los involucraban forzadamente y que lastimosamente muchos de
ellos ya están muertos. Quizá de algún modo sufrí a la par de la familia el dolor
de ver crecer también a mis hijos en ese ambiente y le doy gracias a Dios por
que los míos tampoco se enrolaron en delincuencia. Un día recuerdo el
sufrimiento de la mamá de Adolfo porque él no aparecía, suponían que estaba
haciendo una broma de adolescentes, suponíamos que estaba con un familiar
o que quizá la familia lo había mandado a otro lugar para tratar de resguardarlo
de alguna amenaza por el sector en donde vivíamos, me preocupaba mucho
por el muchacho ya que casi tiene la misma edad de mi hijo, me daba mucha
pena como sufría de maltratos por parte de sus mismos o supuestos amigos.
Cuando por fin nos enteramos que estuvo hospitalizado por mucho tiempo y
que la familia se mantuvo en silencio por miedo a que los mareros pudieran
hacer algo en contra de ellos. Yo le preguntaba a Doña Audelia que por que no
salía de Peronia ya que veía que ya habían agarrado a hacerle problemas por
su hijo y ella no salía porque no tenía otro lugar a donde ir, la verdad fueron
momentos muy difíciles para ellos en especial para Adolfo ya que estuvo a
punto de morir. Gracias a Dios a él no le pasó nada, lastimosamente yo si vi
como otros jovencitos vecinos y amigos de él hoy en día ya no están.
César Chún
Recuerdo perfectamente el día que fuimos a vivir a la casa enfrente de la de
Adolfo y su familia, fue en el año 1995 aproximadamente cuando lo conocí ya
que nuestras familias habían adquirido un plan de ayuda para hacerse de un
terreno con posibilidades de compra, todo marchaba bien, no fue sino hasta
años más tarde cuando uno de nuestros conocidos empezó a enrolarse en las
maras y empezó a traer pandilleros de otros lados incluso de otros países
(Salvador, Honduras y deportados de Estados Unidos) la situación se agravó
ya que el lugar en donde vivíamos la cuadra como comúnmente se dice se
volvió peligrosa por muchos aspectos, los mareros violentaban en este sector,
tenían enfrentamientos con maras contrarias a plena luz del día,
enfrentamientos con la policía, se contabilizaban grandes cantidades de
muertes hasta el punto que hoy en día se considera Zona Roja a Ciudad
Peronia, zona de alto riesgo de violencia. Y a nosotros nos tocó vivir todo este
proceso lo más difícil pienso, fue el reclutamiento de jóvenes a las maras ya
que voluntaria o forzadamente uno tenía que ingresar a las pandillas, tomando
en cuenta que los que ni ingresaban directamente de alguna forma se
enrolaban en actos delictivos por el ambiente en el que vivíamos, recuerdo
perfectamente todos los actos de violencia que Adolfo sufrió y es gracias Dios
que él aún sigue con vida ya que su familia y él estaban amenazados de
muerte todo esto se confirmó cuando pasaron disparando a su vivienda,
gracias a Dios nadie resulto herido, después de los disparos nadie se atrevió a
salir inmediatamente luego de unos minutos los vecinos empezamos a salir
para ir a ver qué había sucedido para asombro y sorpresa la integridad física
de la familia estaba bien, recuerdo también como lo esperaban al salir de la
escuela para quitarle sus cosas, golpearlo, maltratarlo y en una ocasión él me
contó que ya no quería seguir estudiando y los más fuerte, que ya no quería
seguir viviendo, fue difícil su situación ya que aparte de su mamá él no tenía a
su papá a su lado para que respondiera por él, como el resto de nosotros sus
amigos, si Adolfo no hubiera salido de Ciudad Peronia hoy en día no estuviera
vivo.