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CUADERNOS

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El Metropolitano y la oportunidad de revitalizar
calles en el centro histórico de Lima:
el caso de la avenida Emancipación
Sylvia Vásquez Sánchez

Gestión municipal como marca: identidad,


espacio público y participación
Gisela Cánepa Koch

DEPARTAMENTO
ACADEMICO DE
ARQUITECTURA
CRÉDITOS
Edición:

© Pontificia Universidad Católica del Perú, 2012


Departamento Académico de Arquitectura

Av. Universitaria N° 1801, San Miguel, Lima 32, Perú.


Teléfono: (511) 626-2000 anexo 4000
Fax: (511) 626-2858
e-mail: dptoarquitectura@pucp.edu.pe

Autores:
Sylvia Vásquez Sánchez
Gisela Cánepa Koch
Diseño gráfico:
Lesly Tirado Suárez
Coordinación general:
Isabel Ruiz C.

http://ciac.pucp.edu.pe/

Edición Digital

Hecho en el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú


N° 2013-02033
CUADERNOS
ARQUITECTURA Y CIUDAD
Número 16

El Metropolitano y la oportunidad de revitalizar calles en el


centro histórico de Lima: el caso de la avenida Emancipación
SYLVIA VÁSQUEZ SÁNCHEZ

Gestión municipal como marca: identidad, espacio público


y participación
GISELA CÁNEPA KOCH

DEPARTAMENTO
ACADEMICO DE
ARQUITECTURA
PRESENTACIÓN

En el marco de los estudios metropolitanos que viene desarrollando el CIAC, en Mayo del año 2011 se
organizó el encuentro binacional “Lima-Santiago 3”, donde participaron investigadores del tema metro-
politano de nuestra universidad y del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Pontificia Univer-
sidad Católica de Chile. Fue la oportunidad para que investigadores del CIAC y de otras unidades de la
PUCP expusieran avances de los trabajos de investigación sobre Lima que venían llevando a cabo.

Entre los temas que fueron presentados para el caso de Lima, uno de ellos fue el de la antropóloga
Gisela Cánepa, quien estudia las nuevas formas de hacer política que se han expresado en la gestión
municipal llevada a cabo por Alberto Tejada en el distrito de San Borja, prestando especial atención al
impacto que genera sobre la participación ciudadana, la identidad vecinal y el uso del espacio público.
Por su parte, la arquitecta Sylvia Vásquez expuso sus primeras aproximaciones al estudio de los efec-
tos que ha tenido la habilitación del corredor segregado para ómnibus del “Metropolitano” de Lima en el
centro histórico de la ciudad, interpelándose por la forma en que este sistema de transporte se integra
o no a la ciudad y a sus espacios públicos.

Ambas investigadoras han ido desarrollando sus aproximaciones a los temas planteados y fruto de ello
son los artículos que forman parte del actual Cuadernos Arquitectura y Ciudad. Estamos seguros que
los hallazgos y planteamientos propuestos por las autoras, contribuirán a una mejor comprensión de
dos dimensiones particulares de la gestión de una metrópoli como Lima.

Pablo Vega Centeno Sara Lafosse


Director del CIAC
ÍNDICE

El Metropolitano y la oportunidad de revitalizar calles en el centro


histórico de Lima: el caso de la avenida Emancipación - SYLVIA VÁSQUEZ

INTRODUCCIÓN.......................................................................................................... 9

1. Como se define la calle. ................................................................................... 11


1.1 Vehículos y personas............................................................................................ 12
1.2 Una gran calle debe ser democrática................................................................... 12
1.3 Medir la percepción que tiene la gente de una calle............................................. 13
2. Una calle en el Centro Histórico de Lima: nueva Av. Emancipación................. 15
2.1 El imaginario actual del Centro Histórico en los jóvenes limeños.......................... 15
2.2 ¿Que imágenes mentales del centro histórico y sus calles tenemos? .................. 15
2.3 Revisión histórica de la Av. Emancipación.............................................................. 19
2.4 El diseño urbano y vial en la práctica..................................................................... 24
2.4.1 El “Metropolitano” y la remodelación de la Av. Emancipación..................... 24
2.4.2 Análisis de las dimensiones del espacio público Av. Emancipación........... 25
3. Experiencias sudamericanas de inserción del transporte público en centros
históricos.....................................................................................................................32
3.1 Análisis de las dimensiones del espacio público Av. Emancipación....................... 33

CONCLUSIONES ........................................................................................................ 37
BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................... 39

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Gestión municipal como marca: Identidad, espacio público y participación
(El caso del programa municipal Muévete San Borja) - GISELA CÁNEPA

INTRODUCCIÓN........................................................................................................ 43

1. El contexto.................................................................................................................. 48
1.1 Acerca del distrito y su identidad en el contexto del proceso de urbanización
de Lima ...............................................................................................................................48
1.2 Acerca del periodo de A. Tejada: nuevos liderazgos políticos y nuevos sujetos de
gobierno............................................................................................................................. 51
1.3 Gestión municipal, identidad de marca y la celebración del Perú: un nuevo contexto
para significar el emprendimiento de la clase media........................................................... 56
2. Un Distrito en Movimiento: Identidad, Espacio Público y Participación ................ 60
2.1 Identidad distrital y la conquista de un nuevo espacio público...................................... 60
2.2 El calendario festivo y las carreras pedestres............................................................... 69
2.3 La sostenibilidad del programa y sus socios estratégicos............................................. 70
3. Gestionando la identidad del distrito: definiendo los términos de la
competitividad y de la participación.................................................................................71
3.1 Espacios públicos como escenarios: identidad de marca y la despolitización de la
calle .................................................................................................................................... 74
3.2 Desempeño institucional y participación: cuando la eficiencia de la marca entra en
contradicción con la eficacia cultural .................................................................................. 75
3.3 Liderazgo y legitimidad política: el alcalde y la lealtad de marca.................................. 79
REFLEXIONES FINALES................................................................................................... 82
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................. 85

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El Metropolitano y la oportunidad de
revitalizar calles en el centro histórico de
Lima: el caso de la avenida Emancipación

SYLVIA VÁSQUEZ SÁNCHEZ

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INTRODUCCIÓN

La ciudad que caminamos está compuesta por diferentes formas y tipos de espacios. Los pasos que
damos están guiados con frecuencia por la necesidad. La experiencia diaria queda confundida en la
rutina y nuestras habilidades de adaptación, sin mayor trascendencia. Estos espacios siempre son pri-
mero calles, aquellas de paso, de desplazamiento, para la función de caminar, acceder, transportarnos
a pie, en auto, o en bicicleta, etc. La experiencia extraordinaria, generalmente está relacionada a los
espacios centrales como parques o plazas. La calle, entonces, aparece menos como espacio atractivo,
en nuestra percepción.

Sin embargo, estas calles son los espacios que poseen una relación inmediata con nuestra vida diaria;
ir a parques o plazas puede ser cosa de un momento en la semana. Las calles estructuran nuestros
pasos en la ciudad, nos dan acceso o permiten el ingreso a otros espacios públicos o privados.

“De una manera elemental, las calles son espacios para estar afuera. (…) Las calles son lugares para
el intercambio social y comercial. Espacios para encontrarse con otras personas (…) Las calles son
movimiento: ver, sentir el movimiento de la gente, caras y formas, cambios de posturas y trajes”. (Ja-
cobs, 1995, pg. 4)

Las calles permiten nuestro encuentro cotidiano con todos los demás y, pueden ser tan importantes
como los parques o plazas, incluso llegar a ser el destino y la permanencia, tan estimulante como cual-
quier otro espacio de la ciudad. William White considera que el espacio clave de una plaza no es la pla-
za, es la calle. Su relación con la calle es integral y es un factor muy importante de diseño. Una buena
plaza se inicia en la esquina. La actividad en la esquina es el espacio principal, si hay asientos atrae
más personas; a veces, lo contrario, es demasiado angosta y pequeña. Otra característica importante
de la calle es la presencia de escaparates, tiendas y señales que atraen atención, personas entrando y
saliendo. Los edificios nuevos han ido eliminando tiendas y han sido reemplazadas por cristal o paredes
ciegas. El área donde la calle y la plaza se encuentran en clave para su éxito o fracaso. La calle en
frente de la plaza es parte integral de ella. (White, 1980)

El presente trabajo propone explorar la construcción mental de la ciudad y sus calles. Esto se contrasta
con la construcción física de la ciudad y de las facilidades en la movilidad. El trabajo pretende demos-
trar la escasa relación existente entre el diseño vial, vinculado al transporte en este caso, y las reales
necesidades de los usuarios de la ciudad. Necesidades que no se solicitan, que solo se evidencian con
la crisis del uso, la poca apropiación y la indiferencia.

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Se busca llamar la atención sobre elementos del diseño que deberían ser fundamentales en el pla-
neamiento del espacio público. En este caso, se aprovecha la coyuntura, donde las implementaciones
de nuevas alternativas de transporte público generan oportunidades de construir ciudad, reconstruir
memoria o crearla e introducir nuevos espacios a los mapas mentales de la gente. Ambos aspectos se
unen para explorar las soluciones que relacionan calle y transporte, a la gente y su ciudad.

El trabajo está organizado en tres partes. Primero se define la calle como un espacio sustantivo en la
ciudad; la jerarquía que ésta puede alcanzar en la memoria y su rol para los ciudadanos. La segunda
tiene que ver con el escenario local. Se expone un ejercicio de análisis desde el punto de vista peatonal
de la Av. Emancipación, uno de los espacios recientemente remodelados para permitir el ingreso de un
sistema de transporte público, el Metropolitano, al Centro Histórico de Lima. Y la tercera parte, revisa
rápidamente las oportunidades que las reestructuraciones viales con motivo del transporte masivo han
generado en centros urbanos, con énfasis en el reposicionamiento del espacio público para la gente y
la ciudad.

Desde el punto de vista del transporte y la movilidad, una buena calle es el mejor y principal articulador
del desplazamiento de la gente, entre las diferentes velocidades y escalas de transporte y el punto de
acceso inicial, intermedio o final en la intermodalidad.

El presente artículo evolucionó de una propuesta de evaluación del caso limeño de la implementación
del corredor segregado de transporte público en el centro a la idea de conformar un marco teórico que
oriente la superación de los retos de diseño de calles como espacios públicos que estructuran las imá-
genes de la ciudad y relacionarlas con calles que conviven con el transporte público. Más allá de lo fun-
cional, se pone énfasis en las facilidades que la velocidad de caminar requiere no solo para movilizarse
sino para experimentar el espacio, todo lo cual estimula permanecer y retornar: “La actividad peatonal
no puede existir en la ausencia de estimulantes y destinos accesibles (…) “A la usual determinación
de la sección vial y de las dimensiones de la vereda por métodos matemáticos y funcionales, se debe
agregar el concepto de la experiencia” (social y sensorial). (Carmona, pg. 2006). Se trata de constituir
una buena relación entre la forma de desplazarse o moverse de autos y peatones.

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1. COMO SE DEFINE LA CALLE

La particularidad del presente estudio obliga a abordar ciertos temas previos que ayudan a una mayor
comprensión de la relación entre el hombre y su medio, de las propuestas de clasificaciones climáticas
y geográficas existentes, así como de los procedimientos de sistematización gráfica e interpretación de
las condiciones climáticas de un determinado emplazamiento.

Dichas consideraciones justifican y fundamentan el propio enfoque del estudio y la metodología que per-
miten llegar a la propuesta específica de zonificación climática para efectos de diseño arquitectónico.

En la revisión de la definición de calle encontramos varios niveles: la calle vista desde la relación com-
portamiento humano y medio ambiente físico, la calle entendida partiendo de lo cognitivo y la percepción
ambiental, la calle desde lo social y político. Estos niveles se superponen, combinan, relacionan de di-
versas maneras, etc., en la experiencia del ser humano.

Amos Rapoport define las calles como espacios “más o menos de forma alargada, espacios lineales
definidos por edificios y barrios y usadas para movilizarnos, y algunas veces, para otras actividades”
(Rapoport, 1991, pg. 80). Según la perspectiva de la investigación medio ambiente – comportamiento,
la relación de personas y medio ambiente es el resultado de una compleja interacción entre variables
culturales, ambientales, físicas, y perceptuales. Existen factores culturales que determinan el compor-
tamiento, “las variables culturales primarias para cada actividad, incluyendo caminar, ocurren en las
calles”, “es el comportamiento cultural el que estructura y ayuda a explicar el uso o no uso de las calles”.
Pero el ambiente físico puede apoyar o inhibir el comportamiento. Dado un determinado contexto cultu-
ral, las características físicas y perceptuales proveen calidad ambiental apropiada para los peatones. Por
consiguiente, los ambientes, no determinan o generan comportamiento pero pueden ser inhibidores o
efectivamente bloquearlo impactando positiva o negativamente en el uso del espacio. (Rapoport, 1991)

Las calles son más que un espacio de uso público, más que lo equivalente a conductos de agua o electri-
cidad, más que espacios lineales que permiten a las personas llegar de un lugar a otro. La comunicación
es el mayor propósito de las calles. Las calles modelan la forma y la estructura y confort de la comunidad.
Sus dimensiones y acomodos permiten o restringen la luz y sombra, las calles nos permiten focalizar
nuestra atención y actividades. (Jacobs, 1995)

Considerando que en la calle se puede desarrollar una variedad amplia de actividades, es el caminar lo
que brinda una serie de lecciones para el diseño urbano. Dada una relación de reglas culturales, algunas

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características perceptuales son necesarias para que estas funcionen. “Se puede hacer tres preguntas
acerca de los ambientes que sostiene el caminar: ¿que está siendo sostenido?, ¿cómo es sostenido?,
y ¿por qué es sostenido?” En este caso la hipótesis es la siguiente: el caminar es sostenido, por man-
tener altos grados de interés, y esto es conseguido por altos niveles de complejidad perceptiva, las ca-
racterísticas perceptuales incrementan el placer de caminar estimuladas por actividades exploratorias.
(Rapoport, 1991)

1.1 Vehículos y personas

Las diferencias en la actividad que distingue espacios peatonales y vehiculares, radican en la velocidad
del viaje y las diferentes formas en que el ambiente es percibido. Diferentes grados de información son
percibidos por unidad de tiempo. Los peatones tienen mucha más atención a espacios y mucha más cla-
ra idea del significado de las actividades en la ciudad, más que los conductores de autos y los usuarios
del transporte público. Cuando los peatones son perturbados por el tráfico, su tarea perceptual es mucho
más crítica y ellos no pueden percibir el ambiente en una forma adecuada a la velocidad en la que van.

Los peatones pueden usar el deseo, mucho más y en más abruptos espacios de transición, experien-
cias sensoriales, etc. Los vehículos requieren lapsos más largos de tiempo en la acción y reacción, el
desplazamiento tiene mayor demanda de espacio, se mueven a mayor velocidad y menor capacidad de
percepción. Rapoport (1991) concluye que por la diferencia de velocidad de desplazamiento y tipos de
movimiento, los vehículos y peatones son incompatibles.

1.2 Una gran calle debe ser democrática

Como un efecto social de la comodidad y las formas de apropiación que permite, se califica como de-
mocrática a aquella calle que refleja la historia tanto como la diversidad social y económica de un ba-
rrio y ciudad. La calle democrática no excluye automóviles pero provee espacio seguro para vehículos
consiguiendo un balance equitativo entre los usuarios de la calle como los peatones y ciclistas. Como
una calle vivible, ésta debe ser segura y confortable. Una calle democrática también enfatiza el acceso
y las necesidades de diferentes tipos de personas, y provee oportunidades para descubrir, y estimular
en los usuarios, el uso, manipulación, apropiación y transformación. Una calle democrática provee una
estructura en la cual una cultura publica puede desarrollarse y florecer. Los ingredientes específicos de
una calle democrática son: diversidad, accesibilidad, participación. La gestión del tráfico y la seguridad,
son importantes. El miedo puede ser una importante barrera para el uso de la calle, especialmente en
la apertura a mujeres y adultos mayores. “Una calle democrática, (…), es aquella que es amada por sus

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habitantes y usuarios. Esto es muy difícil de medir, el significado y la memorabilidad de los signos físicos
exitosos de la calle” (Francis, 1991).

Finalmente, las grandes calles son aquellas que “tienen más interés, algo más que atrae (…) de sen-
tirlas o verlas, es posible anticipar cuan placentero sería pasar el tiempo en ellas” El criterio funciona a
diferentes escalas de la ciudad, desde la escala metropolitana hasta el barrio. Una gran calle es el lugar
preferido para estar, pasar tiempo en ella, jugar, trabajar y, al mismo tiempo, contribuye económicamen-
te con la ciudad. (Jacobs, 1995)

1.3 Medir la percepción que tiene la gente de una calle

Partiendo de una aproximación a la lectura de la ciudad según sus usuarios, se considera que uno de
los más efectivos y tradicionales métodos es la observación de la calle mediante mapas de comporta-
miento; incluye el conteo de peatones y ciclistas, usuarios de la calle, mapeo de los elementos físicos de
la calle. Otros métodos más interactivos incluyen la preparación de mapas mentales que muestren qué
gusta o disgusta de la calle, los espacios favoritos, y la preferencia de niños, jóvenes, adultos, adultos
mayores, esto incluye también mapas de grupos, talleres de calidad de la calle, cuestionarios a usuarios
y no usuarios de la ciudad. (Francis, 1991)

Esta metodología ha sido impulsada por Kevin Lynch, en sus estudios cognitivos en diferentes ciudades,
con la finalidad de establecer lecturas que relacionen la forma y los imaginarios que los usuarios confi-
guran de ella. Como es de esperar, existen diversas “fotos” o mapas mentales de la ciudad, tan diversos
como personas, y esto depende de la rutina de cada individuo, sus intereses, prioridades, costumbres,
etc. En el mar de diversidad, los mapas mentales pueden dictarnos espacios comunes para muchos,
donde se sienten cómodos y prefieren estar. Esta metodología puede ofrecer importantes pautas para
definir niveles de tipos de espacios relevantes o “en blanco”, inaccesibles, desconocidos o desintegrados
de la ciudad.

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Foto 1. Jirón de la Unión, Centro de Lima.

Foto 2. Av. Larco, Miraflores.

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2. UNA CALLE EN EL CENTRO HISTÓRICO DE LIMA: NUEVA AV. EMANCIPACIÓN

2.1 El imaginario actual del Centro Histórico en los jóvenes limeños

La visión generalizada del centro histórico de Lima es de un despoblamiento residencial, ocupación co-
mercial especializada, problemas de seguridad ciudadana, altos índices de contaminación, congestión
y abandono de muchas de sus edificaciones, todo lo cual lo ha depreciado como un espacio de perma-
nencia, de destino para actividades complementarias a lo administrativo y comercial, en comparación a
otros espacios de Lima.

En las últimas décadas, los limeños hemos sido testigos de numerosas intervenciones urbanas en el
centro histórico, vinculadas en mayor medida a efectos políticos que a lineamientos de desarrollo plani-
ficado. Así mismo, estas intervenciones se manejaron en planos superficiales, con escasa propuesta en
temas de fondo como la renovación urbana y aspectos sociales y culturales inherentes a nuestro centro
histórico.

Ludeña (2005) con una percepción de mayor profundidad, describe la incertidumbre del centro a través
de los eventos políticos e intervenciones municipales urbanas experimentados en las últimas décadas;
el dilema del centro está entre la “reapropiación por los exponentes de la neo oligarquía limeña”, lo cual
significaría gentrification, o “un renovado centro para quienes desde los años cincuenta empezaron a
otorgarle un nuevo significado social, cultural y económico distinto de esa cultura oficial criolla y oligár-
quica”. (Ludeña, 2005, p. 166)

2.2 ¿Qué imágenes mentales del centro histórico y sus calles tenemos?

Como introducción a la descripción y análisis del caso de la Av. Emancipación, se consideró importante
describir el centro con la mirada del usuario. Podemos tomar como referencia, un ejercicio reciente rea-
lizado por estudiantes de arquitectura de la PUCP1.

En este caso, se entrevistaron a alrededor de 100 jóvenes entre 16 y 25 años con el objetivo de obtener
su percepción del Centro Histórico de Lima. Se consideró relevante conocer la percepción que los jóve-
nes tienen del centro por diversas razones. Por su rango de edad, los jóvenes podrían haber heredado
1 El ejercicio se realizó en el mes de setiembre del 2011, en el curso Espacio Público 1 dictado en la FAUA-PUCP. El ejercicio de campo fue planteado
con una metodología flexible. Los datos obtenidos pueden ser muy útiles para iniciar una observación más detenida entre 16 y 25 años de su centro histórico. No
se profundizó en el perfil socio económico de los entrevistados. Se estima que el 50% de los entrevistados fueron alumnos de la PUCP, de diferentes especialida-
des.

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imaginarios de cierto prejuicio, lo cual impediría introducir el espacio del centro en sus mapas mentales
de la ciudad. Por el contrario, también existe la posibilidad que actualmente los jóvenes encuentren en
el centro, espacios atractivos para encontrarse y expresarse. Es cierto, depende mucho de la carga per-
sonal del entrevistado.

Por otro lado, de existir una propuesta de revitalización, los jóvenes son una fuerza importantísima para
ello, y para involucrarse en compromisos de niveles más trascendentes que el simple entretenimiento.

El ejercicio consistió en solicitar a los entrevistados que dibujen un esquema del centro histórico de Lima,
como lo harían para un turista, luego otro esquema de la ruta que acostumbran tomar para llegar al cen-
tro. Finalmente, se solicitó al entrevistado que describa sus propias evocaciones sensoriales obtenidas
durante sus visitas al centro.

En principio se observaron dudas en la definición del espacio urbano “centro histórico”. Esto se manifes-
tó en dudas sobre el ámbito: ¿solo la Plaza Mayor y los edificios de alrededor?, ¿las avenidas de acce-
so?, etc. El espacio más recordado es el eje peatonal Plaza San Martín, el Jirón de la Unión y la Plaza
de Armas de Lima, los entrevistados recuerdan otros espacios más, algunos aislados como el mercado
central, “Wilson”. En otros casos no es fácil ubicar lugares espacialmente o dibujarlo como se solicitó.
Las evocaciones varían entre temor, inseguridad, nostalgia y en otros casos de diversión nocturna y
bohemia.

El tema del acceso al centro mereció comentarios reiterados. En las encuestas notaron la desarticulación
del centro con el resto de la ciudad. Las experiencias comentadas de acceso variaron entre la percep-
ción de inseguridad del acceso por las Avenidas Tacna y Abancay, el acceso en vehículo particular o taxi
para llegar directo al destino. Es importante mencionar que la presencia del Metropolitano como ingreso
al centro hace que la Av. Emancipación ingrese en la memoria de la gente, no como un eje con identidad
propia sino como un punto de acceso al Jirón de la Unión. Sin embargo, este eje peatonal permanece
aislado en la memoria e imagen del centro, el acceso es una gran limitación pues desde el punto de vista
físico es inseguro y con poco atractivo. La condición de inseguridad, ruido, congestión, informalidad, evi-
denciada en las encuestas sobre las avenidas Abancay y Tacna siguen siendo una importante limitación
de acceso “libre y atractivo” al centro.

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Figuras 1 y 2: Mapas mentales del Centro Histórico de Lima recogidos
por los alumnos del ciclo 2011-1 del Curso Espacio Público 1,
entre jóvenes de 15 y 26 años

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Figura 3: Espacios y vías más recordadas del Centro Histórico de Lima
Elaboración: Alumnos del Curso Espacio Público 1 ciclo 2011-2

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2.3 Revisión histórica de la Av. Emancipación

El eje completo del cual forma parte el área de estudio toma el nombre de Jr. Cusco desde la Av. Aban-
cay al este hasta el Jirón de la Unión, desde ese punto se denomina Av. Emancipación, y cruza la Av.
Tacna al oeste, llegando hasta la Plaza Ramón Castilla. La Av. Emancipación aparece en documentos de
1971 (Itinerarios de Lima de Héctor Velarde, 1971) con el nombre de Jr. Arequipa. Está ubicada dentro
de la zona monumental definida como Patrimonio Histórico de la Humanidad.

Foto 3: Antiguo Jr. Cusco.


Antiguas calles de Lima, Herrera (2003)

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Figura 4: Recorrido del Metropolitano y principales calles del centro Histórico de
Lima. (Elaboración propia)

Figura 5: Área del estudio.


(Elaboración propia)

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El eje Jr. Cusco – Av. Emancipación tiene actualmente carácter comercial. La Av. Emancipación hasta el
año 2008 tenía doble sentido en toda su extensión. Es eje de paso que une el Mercado Central – Barrio
Chino desde el este hasta la Plaza Castilla por el oeste. Sobre su eje se ubican la conocida tienda Casa
Hiraoka, el Instituto Peruano Norteamericano, el Santuario de la Santísima Trinidad, la casa de Ramón
Castilla, el Palace Concert, la Iglesia San Marcelo.

En el caso de la Av. Emancipación, por su uso comercial y de paso, concentra una gran oferta de taxis,
los que a su vez generan desorden y congestión permanentemente. La venta de electrodomésticos, la
oferta de restaurantes y de centros comerciales de todo tipo hacen el tránsito peatonal muy intenso,
donde mucha gente camina “rápido”.

Por el ensanche histórico producido, es evidente la diferencia temporal de las edificaciones en el lado sur
y el lado norte. Por el lado norte, predominan edificaciones contemporáneas de 5 a 13 pisos construidas
alrededor de la década de los 70s con finalidades comercial e institucional. En el lado sur permanecen
más edificaciones históricas de dos pisos. También existen varios edificios altos cuyas extensas facha-
das acristaladas contrastan con los detalles y relieves de las edificaciones históricas.

Esta variedad de estilos y de altura le da a la Av. Emancipación un perfil indefinido, recortado, no cons-
tante. La Av. Emancipación no tiene la forma y el perfil que caracterizan a la Av. Colmena (ex Nicolás de
Piérola), la cual es una paralela a 3 cuadras, y cuenta en su desarrollo con la Plaza San Martin con cuya
amplitud, mobiliario, paisaje y escala uniforme se conforma un espacio muy bien definido, de buenas
proporciones y escala.

La Av. Emancipación no existe como tal en el imaginario de los jóvenes limeños entrevistados en una
muestra libre realizada por alumnos de la PUCP. Esta no es recordada exactamente por su nombre,
últimamente es recordada por ser el acceso al centro ya que ahí se encuentra la estación Jirón de la
Unión del Metropolitano.

Cerca de 10 mil personas ingresan diariamente a la Estación Jirón de la Unión. Esta estación se ubica a
pocos metros del principal eje peatonal, histórico y turístico del centro de Lima, el mismo que une las dos
principales plazas de la ciudad: la Plaza de Armas o Plaza Mayor y la Plaza San Martin.

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Foto 4: Av. Emancipación, esquina con Av. Abancay
Foto: Sylvia Vásquez (autora)

Foto 5: Jr. Cusco, esquina con Jr. Carabaya


Foto: Sylvia Vásquez (autora)

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Foto 6: Av. Emancipación y Jirón de la Unión
Foto: Sylvia Vásquez (autora)

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2.4 El diseño urbano y vial en la práctica

2.4.1 El “Metropolitano” y la remodelación de la Av. Emancipación

El Metropolitano tuvo como objetivos básicos implementar un sistema rápido, eficiente, seguro, limpio
y accesible a todos. Uno de sus principales enunciados fue la recuperación del espacio público. La im-
plantación de un sistema de transporte público BRT (Bus Rapid Transit) en el tejido urbano, implica la
remodelación de la infraestructura existente y la necesaria reconformación de la sección vial en primera
instancia, además de una serie de adecuaciones o transformaciones del espacio peatonal que afectan la
forma de uso de la vía. En general, se debe conceptualizar y planificar la convivencia peatón – vehículo,
armonizar la velocidad optima, en los elementos a escala del peatón que servirán para orientarlo, las
señales horizontales y verticales y finalmente las restricciones si fueran necesarias.

La velocidad de las unidades de transporte o buses articulados puede ser diseñada de acuerdo a la
densidad poblacional, nivel y tipo de uso de la vía urbana. Este factor es muy importante en el diseño de
la vía y del correspondiente espacio público. Las restricciones de seguridad y un ordenamiento de las
intersecciones vehiculares y peatonales variarán al respecto. En la mayoría de los casos se recurre a
cercos o vallas de seguridad para evitar la invasión de peatones de los corredores.

En el caso del tramo Jr. Cusco- Av. Emancipación se conceptualizó un corredor de doble sentido y una
vía mixta de doble carril. Por el carácter comercial y alto nivel de uso peatonal se han previsto paradas
semafóricas en la mayoría de las intersecciones del tramo Jr. Lampa y Av. Emancipación.

Desde el punto de vista urbano, si bien es cierto, el Metropolitano es una nueva alternativa de acceso
al Centro Histórico de Lima, ingresa con características físicas similares al resto del recorrido con un
pavimento de concreto y vías dos vías mixtas. Sus características de vía segregada hacen necesarias
medidas de prevención del cruce peatonal indebido por lo que se han colocado vallas metálicas de se-
guridad en las esquinas y bolardos a los largo de la vereda.

Sin embargo, aun existiendo estas medidas de seguridad diariamente se observa el cruce de personas
por el medio de la vía saltando las vallas, incluso se han registrado accidentes de mayor gravedad ge-
nerados por la imprudencia peatonal, a su vez generada por una intervención que se centró casi exclu-
sivamente en el sistema de transporte, prestándose poca atención a su integración a la ciudad y a sus
espacios públicos.

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“El cambio de un sistema de transporte público involucra una decisión política sobre el futuro de la ciu-
dad, cuya continuidad debe ser garantizada al margen de los cambios de gobierno. Por ello experiencias
exitosas de transporte público han implicado una coordinación con la visión de ciudad y el cambio de las
prácticas y los conceptos de los ciudadanos. El reemplazo de varias unidades pequeñas por un bus ar-
ticulado permite recuperar espacio público, que debe ser destinado a peatones y ciclistas. Esto sumado
a una mejora de parques y plazas de la ciudad, ayuda a elevar la calidad de vida de los ciudadanos. La-
mentablemente en el caso del Metropolitano, la atención se ha centrado solo en el sistema de transporte
público y ha dejado pasar la oportunidad de intervenir en el espacio público colindante con el proyecto.”
(Vega Centeno, Dextre, Alegre 2011).

La implantación del Metropolitano en la Av. Emancipación del Centro Histórico de Lima ha usado el tra-
dicional enfoque que segrega peatones de vehículos, con medidas restrictivas, que enfatizan la tensión
en cada esquina. El peatón deberá, en este entorno estar alerta, atento, no puede relajarse al disfrute del
paisaje monumental, sino debe resignarse al estrés del camino, ya sea por la cantidad de peatones que
lo acompañan, las dimensiones de las veredas y las múltiples señales a las que debe atender.

Consideramos que la intervención urbana en una vía de la jerarquía de la Av. Emancipación, la accesibi-
lidad a las estaciones y los flujos diversos que se generarían, sustentan un concepto de gran calle des-
tinada al peatón, lo que supone un reposicionamiento de la Av. Emancipación como espacio de ingreso
al Centro Histórico de Lima.

2.4.2 Análisis de las dimensiones del espacio público Av. Emancipación

En Lima, la base normativa vigente es el Plano del Sistema Vial Metropolitano de Lima. Las definiciones
de cada uno de los tipos de vías, se concentran en su carácter de articulador vehicular, intensidad y
volúmenes de tráfico vehicular y funcionalidad respecto al acceso a propiedades. No se menciona su
funcionalidad respecto al tránsito peatonal y condiciones ambientales.
Una criterio para evaluar el dimensionamiento de las calles desde el punto de vista espacio – actividad
humana, diferente al tipo de flujo en sí mismo, son los parámetros que refieren al número de personas
por minuto por metro de ancho y las facilidades para desenvolverse y percibir del peatón en el espacio
de la siguiente manera;
- de 2 a 3 personas , percepción de vacío
- de 3 a 8 personas, cómodo para caminar sin apuro
- de 9 a 13 personas, caminar lentamente y disfrutar se hace difícil
- más de 13 personas, sensación de congestión ( Jacobs, 1995)

25
Análisis de las secciones de la Av. Emancipación, en la planta de izquierda a derecha las transversales son: Jr. Camaná, Jirón de la Unión, Jr.
Carabaya y Jr. Lampa. Nótese el cambio de sección de vereda y las forma de limitar las posibilidades de caminar a distintas velocidades.

26
Foto 7: Jr. Cusco cuadra 1 – Av. Emancipación cuadra 1,
esquina con el Jr. De la Unión, eje del Metropolitano
Foto: PROTRANSPORTE

Foto 8: Esquina Jr. Cusco con Jr. Lampa


Foto: Sylvia Vásquez (autora)

27
Figura 6: Aproximaciones al diseño de áreas para peatones,
desde la arquitectura
Fuente: Bentley, 1999

Figura 7: Dimensionamiento y sectorización de veredas de


acuerdo al uso y actividades
Fuente: Manual de diseño geométrico de vías urbanas - 2004

28
De acuerdo a la Figura Nro.7 se dimensiona la sección de las veredas, de acuerdo al tipo de actividad
en las edificaciones. Espacialmente se reconoce un AI o área de influencia que se amplia de residencial
a comercial. Lo mismo ocurre en el AR o área de retiro, la misma que podría albergar funciones de per-
manencia, mientras que el AE o área efectiva de circulación. Si llevamos esto a una lectura de activida-
des podríamos entender que, de acuerdo al esquema, en la calle los bordes concentran las actividades
sociales y de comunicación visual más cercana, mientras que en el centro se ubica el desplazamiento
a mayor velocidad y comunicación visual con elementos a mayor distancia. Teóricamente, el esquema
respondería a las necesidades sociales y de movilidad de los usuarios. Pero ¿cuánto de esto se cumple
y/o es imperativo en la práctica del diseño urbano local?

De acuerdo a lo mencionado, resulta interesante efectuar un análisis de la calidad del espacio público
que Av. Emancipación actualmente ofrece al peatón. Desde un punto de partida físico, podremos el nivel
de confort que ofrece al caminante, tomando el caminar como la principal e inicial acción de las infinitas
que se realizan en la calle. De acuerdo a lo citado por Rapoport anteriormente, si caminar es cómodo y
satisfactorio, el potencial de desencadenar acciones y percepciones diversas se multiplican (Rapoport,
1991).

El Cuadro Nro. 1 describe en detalle los hallazgos obtenidos. En diferentes horas del día se tomaron
datos del número de personas por minuto por metro lineal, estos datos fueron comparados con el rango
de confort obtenido de los parámetros de Allan Jacobs (1995). Se observa que en algunos puntos la
movilidad peatonal es restringida, ya sea por la cantidad de gente o la aglomeración de interferencias
(mobiliario, kioscos, etc.). Esto corresponde al caso del sector de la Av. Emancipación que se acerca al
Jirón de la Unión, donde se puede apreciar un área total reducida, teniendo como superficie útil solo el
60% del ancho de la vereda.

Este análisis matemático, es sencillo y corrobora lo evidente. No significa simplemente un déficit del
ancho de la calle para la movilidad urbana, lo cual tendrá efectos enormes en la facilidad para el flujo
y circulación peatonal. Significa, como ya hemos mencionado que actividades colaterales y no menos
significativas para la actividad y percepción de comodidad de la calle también se verán afectadas. Esto
definitivamente limita el potencial de una gran calle como propiciadora y estimuladora de una cadena de
actividades diversas e infinitas.

Ahora bien, esto no sugiere que un análisis matemático será la única forma de medir el confort y disfrute.
Ya se mencionó que existen factores culturales y sociales definitivos en el comportamiento y uso de la
calle. El componente físico es muy importante, y en algunos casos contundente en propiciar accesos,

29
oportunidades y restricciones, todo desde el punto de vista sensorial y físico. Es importante generar
nuestras propias variables, con estudio de casos diversos y enfocarnos en el usuario y su comporta-
miento.

Cuadro Nro. 1: Análisis de las dimensiones del espacio peatonal en la Av. Emancipación. Fuente: Elaboración propia

30
Foto 9: Dimensiones del espacio peatonal en la Av. Emancipación esquina con el Jiron de la Unión
Fuente: PROTRANSPORTE

31
3. EXPERIENCIAS SUDAMERICANAS DE INSERCIÓN DEL TRANSPORTE PÚBLICO EN CENTROS
HISTÓRICOS

Una calle es, como ya se ha dicho, componente fundamental de una estructura urbana espacial, articula-
dora a diferentes escalas, del flujo vital de personas. Definitivamente, la regeneración del centro histórico
implicará el manejo concertado de múltiples componentes de escalas diversas y a diversos niveles. El fin
es la revitalización. En este sentido el diseño urbano constituye una herramienta que permite propiciar
y estimular el uso y encuentro, atraer y retener a la gente. Las facilidades para moverse y el transporte
eficiente son fundamentales en este sentido, para crear las condiciones reales de percepción de acce-
sibilidad y proximidad.

En este punto, es interesante citar una perspectiva psicológico ambiental respecto a los espacios dentro
y próximos a los sistemas de transporte público. Al respecto Pep Vivas (2008), dice “Son, en definitiva,
espacios que guardan coherencia con la necesidad de unas movilidades, transitoriedades y relaciones
sociales que tienen implicaciones profundas tanto en la vida cotidiana como en los procesos globales.
Para una sociedad estabilizada en el movimiento, quizá como antaño eran las calles, los espacios de
sociabilidad transitoria o espacios de tránsito implican trayectos que no son sólo espaciales; trayectos
que nos hablan de cómo vivimos”. (Vivas, 2008)

En ese sentido, el proyecto de inserción urbana del transporte público es, entonces, inherente a su en-
torno, a los trayectos de espera, encuentro, acceso y salida. El proyecto, por ende, no tendría que con-
cebirse como mero proyecto vial - vehicular y de transporte sino parte de una estructurada estrategia de
revitalización integral, donde el espacio público alberga y propicia actividades e intercambios diversos,
en ambientes seguros y estimulantes, tomando conciencia de los objetos y modos de percibir nuestros
espacios.

Ricardo Montezuma (2010) recuerda que la infraestructura del transporte por sí misma no es una varita
mágica de transformación para mejorar el espacio y el desarrollo urbano. Cita el caso de proyectos de
transporte en ciudades francesas, donde se está invirtiendo entre un 30% y 40% en mejoras urbanísti-
cas. Esto “sobrepasa largamente la necesidad de mover pasajeros, y son ante todo grandes impulsores
o dinamizadores para transformaciones urbanas muy positivas”. (Montezuma, p. 285)

32
3.1 Centros Históricos y Sistemas de Transportes Masivo

El Desarrollo orientado por el transporte, implica el desarrollo de una ciudad favorece las interrelaciones
entre los sistemas de transporte público y los distintos desarrollos urbanos, ya sean proyectos de conso-
lidación, renovación urbana o de redesarrollo. Alex Ricardo Jiménez (2010) cita a Robert Cervero (1998)
quien ha estudiado la relación entre el desarrollo urbano y movilidad materializada en ciudades como
Curitiba, Estocolmo, entre otras.

Vale la pena mencionar ejemplos de intervenciones en centros históricos en Latinoamérica que alcanza-
ron relevancia por el reposicionamiento del peatón y su derecho al espacio público, dentro de una visión
de desarrollo urbano integral.

Como se ha citado, en el caso de Curitiba, el transporte público es totalmente integrado. La planifica-


ción urbana, la densificación y crecimiento ha tenido históricamente un componente muy importante en
el transporte. El centro histórico de Curitiba, tiene una extensa red de vías de uso exclusivo peatonal y
comercial.

Luis Fragomeni (2010), explica sobre el planeamiento de Curitiba en los últimos 40 años: “ La administra-
ción de la ciudad (…), ha sido basada esencialmente en dos campos de acción: uno que planea, constru-
ye, consolida y organiza la infraestructura urbana para que funcione adecuadamente, y otro que intenta
expandir el acceso de cada persona a condiciones dignas de vida”. Describe también los cambios que ha
atravesado la ciudad: cambio medio ambiental, cambio económico, cambio cultural, “con la promoción y
refuerzo de la identidad local, basada en referencias urbanas y participación comunitaria”; cambio físico,
“con la construcción de corredores estructurales que permitieron la implementación de un sistema de
transporte adaptable a la creciente densidad de cada área”; (…) cambio social, “con la implementación
de programas y facilidades en red que contribuyen a reducir efectos de la concentración entrante, y con
la continua preocupación para asegurar la equidad, la accesibilidad y la calidad de servicios públicos”.
(Fragomeni, 2010, p. 32-33)

El desarrollo de la ciudad de Curitiba se basa en una visión integral y estructurada por la calidad y buena
articulación del transporte lo que estructura el desarrollo urbano. Desde el punto de vista peatonal es evi-
dente que domina el espacio público un concepto de comodidad y accesibilidad hacia la intermodalidad
y se presentan las condiciones si se prefiere caminar, como apreciamos en las Fotos 10 y 11.

33
Fotos 10 y 11: Curitiba. Fotografías de la autora. (Sylvia Vásquez)

34
En el año 1998 se inició en Bogotá la construcción de los primeros ejes del nuevo sistema de transporte
Transmilenio: corredores segregados, estaciones, buses articulados y alimentadores. Actualmente, el
sistema transporta más de un millón de pasajeros. (Alcaldía Mayor de Bogotá, 2012). El caso de Bogotá
es ampliamente conocido por la recuperación del eje Jiménez de la ocupación predominante de vehí-
culos particulares y unidades de transporte por el cambio hacia el Eje Ambiental en el área central de
la ciudad, de uso exclusivo segregado y del sistema de transporte y la percepción de la prioridad de la
movilidad y el confort sensorial hacia el peatón.

En 1990, se inicia en Quito, el Trolebus, como parte del Plan Maestro de transporte de la ciudad, Antes,
en el año 2004 se había presentado el Plan urbano, el cual incluía Recuperación urbano arquitectónica
del Centro Histórico de Quito, el mismo que posee el título de Patrimonio Histórico de la Humanidad.
A partir de éstas directiva, el centro histórico ha experimentado una recuperación notable de sus áreas
peatonales, accediendo a puntos clave y centrales mediante el Trolebus, buses articulados de transporte
público, integrándolo efectivamente a la actividad diurna y nocturna segura de la ciudad.

La revisión de modelos sudamericanos de inserción del transporte público en centros urbanos consoli-
dados y especialmente históricos, evidencia primero decisiones planificadas y presupuestos previstos
no solo para el sistema vehicular sino también para el mejoramiento de la calidad de vida y del espacio
público entorno a él, donde la movilidad peatonal y el transporte se integran compartiendo el mismo
espacio y paisaje urbano; donde el espacio es único, no está particionado. Los efectos no solo fueron
una mejora de la movilidad de acceso y paso, sino también espacios que propician el uso y el dinamismo
urbano como parte de iniciativas planificadas de desarrollo.

35
Fotos 12 y 13: Plaza Santo Domingo, Centro Histórico de Quito y Trolebus. Se observa que el sistema ingresa muy cerca a las áreas
peatonales con velocidad controlada y con un tratamiento muy amigable a la gente. Fotos: Jurado (2011)

36
CONCLUSIONES

Definitivamente, las nuevas formas de transporte público nos abren paso a nuevas oportunidades y ac-
ceso más rápido y seguro a diversos espacios de la ciudad. Estos espacios se insertarán o reinsertarán
en el mapa mental de la gente como parte de la articulación generada por el transporte. Muchos de ellos
se constituirán en nuevas oportunidades y destinos, ya que será fácil acceder. De hecho, el Centro His-
tórico de Lima se está beneficiando de esta condición. Pero esta experiencia es aun limitada. La nueva
alternativa pronto se hará intrascendente si la experiencia se presenta así.

Hemos explorado el efecto y potencial de hacer accesible un espacio, una calle, a una unidad de trans-
porte público, no solo como vía de paso vehicular solamente sino como experiencia para la gente. El
análisis de esta escala no se considera relevante a veces. Es el trazo vial y las fórmulas de ingeniería
las que definen el espacio, dejando al final del análisis el detalle, la tercera dimensión, el confort, la per-
cepción, cuando por el contrario es esto lo que al final del día va a estimular muchas de las actividades,
recuerdos, sensaciones, atractivos y deseos de la gente. En este sentido es importante reconocer que la
práctica arquitectónica no se ha vinculado lo suficiente a los proyectos de infraestructura vial urbana.

El error consiste en pensar que lo vial se resuelve por sí mismo y no está contenido en lo urbano, y que
la gente por acceder y estar dentro del transporte no se vincula con su entorno. Si bien el transporte
articula y acerca espacios a nivel metropolitano, parecer ser, que quiebra espacios a escala peatonal.
En el caso de un BRT aún existe mucha vinculación con el espacio inmediato, las velocidades pueden
ser manejables como en el caso de Bogotá, y en los puntos de parada y paso, el espacio, la calle, es
fundamental.

El estrés del caminar evadiendo obstáculos, personas, ruidos, autos, propicia poco las oportunidades de
interactuar positivamente. El transporte y la calle son muy importantes en la construcción de relaciones y
de desarrollo humano. Un suave cambio de relación espacio –velocidad, hacia el aspecto positivo de la
experiencia sensorial o cognitiva propiciará muchas más oportunidades de comunicarnos, reconocernos
entre nosotros y de abrir más nuestros sentidos al espacio que nos rodea. Y esto trae consigo la coloca-
ción de espacios gratos en nuestra memoria. Esos espacios que, en común construyen nuestra imagen
compartida de ciudad.

En términos prácticos, existen tareas pendientes en la ciudad y el Centro Histórico de Lima, un estudio
integral del sistema de calles, de su aptitud peatonal, que deben llevar a inversiones precisas que ten-
gan como finalidad la reapropiación de sus calles, motivos para retornar, pasar tiempo en ellas, recorrer-

37
las sin estrés y con seguridad vial, a la velocidad que permita admirar el entorno, observar, conversar,
detenerse, etc.

Esto exige una labor conjunta de gestión, planeamiento y de diseño. Desde la gestión priorizar la movili-
dad peatonal, desde el planeamiento dotar de secciones para incrementar la satisfacción de la movilidad
peatonal; desde el diseño, lograr una aproximación multidisciplinaria, integrando la ingeniería, la arqui-
tectura, la psicología ambiental, etc., con la finalidad de obtener propuestas integrales y estimulantes
para el uso y apropiación de la ciudad. Lo anterior, implica una visión de ciudad comprometida con dife-
rentes modalidades de transporte y peatones, conviviendo en espacios saludables y estimulantes, visión
que debe ser compartida entre ciudadanos, técnicos y políticos, especialmente.

38
BIBLIOGRAFÍA

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40
Gestión municipal como marca:
Identidad, espacio público y participación
(El caso del programa municipal Muévete San Borja)

GISELA CÁNEPA KOCH

41
42
INTRODUCCIÓN

La promoción y generación de políticas públicas saludables a nivel local, que enfaticen la participación
ciudadana y que promuevan proyectos de promoción de la salud y cuidado del medio ambiente en el
distrito de San Borja en Lima, han sido prioridad en la gestión del Dr. Alberto Tejada en sus dos periodos
de gobierno (2003-2010). Uno de los programas emblemáticos de esa gestión es el programa Muévete
San Borja. El programa que promueve la actividad física y recreativa como parte de la promoción de la
salud preventiva y el cuidado del medioambiente, se ha convertido en la marca del distrito, deviniendo
en referente de identidad de la comunidad, así como de la propia gestión, e incluso de la propia figura
del alcalde. Esta cualidad de marca se expresa en el hecho que el lema Muévete San Borja se itera en
distintas variantes y en múltiples contextos. ‘San Borja se mueve para reciclar’ como parte de una cam-
paña en favor del medio ambiente promovida en el 2008; “San Borja se mueve por amor” como parte de
las celebraciones del día del amor y la amistad, y como parte de la promoción de valores; y en la última
campaña electoral el entonces candidato Marco Álvarez1 prometía que con él como alcalde “San Borja
se seguiría moviendo”. El lema se encuentra en forma de escultura en distintos puntos del distrito y en el
año 2010 en los distintos eventos organizados por la municipalidad se empezó a escuchar un himno al
distrito, inspirado en el lema. Pero la frase también puede ser oída en contextos cotidianos ya sea para
aceptar el mandato o para oponérsele.2

El Muévete San Borja ha implicado la creación de una oferta de actividades recreativas y deportivas
sostenible en el tiempo, así como del cuidadoso diseño y realización de eventos culturales y campañas,
junto con la implementación de espacios públicos y la regulación de su uso para que el mandato de
moverse se haga efectivo y visible. Finamente, y como se ha hecho también con otras iniciativas de la
gestión, el programa y sus logros se han publicitado a través de afiches, carteles y publicaciones de la
municipalidad que acompañan y comentan las distintas iniciativas de la gestión con respecto a sus polí-
ticas de salud, seguridad, medioambiente y participación ciudadana.

En otras palabras, la gestión del Muévete San Borja y su constitución en marca se ha llevado a cabo a
través del cuidadoso despliegue de recursos visuales y de repertorios deportivos, artísticos y recreativos,
así como del diseño de escenarios. Además ha implicado convocar a distintos actores, como el personal
de la municipalidad, los vecinos y la empresa privada, a participar en calidad de actores del programa.

1 Hay que anotar que Marco Álvarez fue el Teniente Alcalde de Tejada en su segundo gobierno y el candidato de la continuidad después de
los dos periodos que éste gobernó.
2 En una reunión de vecinos que eran críticos a Alberto Tejada y que se oponían a la elección de M. Álvarez, uno de ellos me comentó en
tono irónico cuando se presentó: “yo soy de San Borja, pero no quiero moverme“.

43
Se trata de una lógica de gestión que hace tal uso de un conjunto de repertorios escénicos y visuales,
que es posible afirmar que se gobierna desde la cultura, es decir a través de la puesta en escena de
una identidad, y más específicamente de una identidad de marca. Como argumentaré más adelante, la
naturaleza de ésta no radica en una esencia que la defina, sino más bien en su capacidad de ponerse
en acción a través de múltiples interacciones. Gobernar a través de una identidad de marca implica
gestionar sus atributos de tal forma que éstos sean puestos en práctica por los sujetos de gobierno. En
el caso que nos interesa, implica lograr que la comunidad participe activamente en la puesta en práctica
de los repertorios que la municipalidad ha dispuesto para activar su mandato Muévete San Borja, para
los distintos fines que se han ido estableciendo. Tal forma de gobierno ciertamente despierta una serie
de preguntas de interés antropológico en torno a los modos en que opera la cultura en el ámbito de la
gestión y el gobierno municipal, y consecuentemente en la constitución de sujetos políticos, prácticas
ciudadanas y espacios públicos.

Las respuestas a estas interrogantes cobran especial interés si se considera que nos encontramos en un
contexto caracterizado por un proceso de despolitización de la política (Comaroff y Comaroff 2002), vale
decir, en un contexto en el cual los asuntos políticos son definidos y abordados como si fueran asuntos
de orden técnico. En tal sentido las “alternativas políticas” se evalúan en términos de “verdad técnica”
(Xolela Mangcu en: Comaroff y Comaroff 2002, p.102), al mismo tiempo que los asuntos de interés pú-
blico se priorizan en términos de eficiencia económica, y se gestionan en términos de logros.

Mi argumento es que el concepto de marca ciudad que ha devenido en central para planificar e imple-
mentar políticas de gestión urbana y para gobernar las ciudades (Puig, 2009), es precisamente una
expresión de tal régimen. Este implica un nuevo vínculo entre gobierno y ciudadanos que se construye
a través de la comunicación y el marketing, y encuentra en la gestión de repertorios culturales el ámbito
privilegiado para diseñar y promover la participación ciudadana. Cabe preguntarse entonces, ¿cómo
operan las dinámicas de identidad de marca en este proceso? Con el fin de problematizar esta relación
entre gestión urbana e identidad de marca, propongo tomar la experiencia del programa municipal Mué-
vete San Borja para discutir la manera cómo éste se viene dando en el marco de las particularidades
de un distrito limeño como San Borja, así como las implicancias que esta manera de gestionar tiene en
términos de la configuración de un régimen político local. Los ejes en torno a los cuales ordenaré mi
análisis son identidad, espacio público y participación.

Los datos que presento y discuto en este artículo han sido recogido a través de entrevistas, conversa-
ciones informales, registros visuales, recopilación de documentos, así como de observación participante
en las actividades que se realizan en el marco del programa Muévete San Borja, desde mediados del

44
2009 hasta mediados del 20113. Si bien el programa se implementó en otras locaciones del distrito como
en el polideportivo de Limatambo, yo me he concentrado en las actividades que se llevan a cabo en las
inmediaciones del Cuartel General del Ejército, conocido como Pentagonito. Esto se debe a que a ese
lugar fueron dirigidos los mayores esfuerzos y recursos en la implementación del programa. Esto a su
vez se explica por las características que ofrece ese espacio en términos de la extensión de áreas ver-
des, la longitud del perímetro (4.5 km.) que conforma el circuito para correr, caminar, montar bicicleta o
patinar, y las rutas de acceso constituidas por avenidas amplias (San Borja Norte y San Borja Sur). Por
otro lado, se trata de una de las zonas residenciales más adineradas del distrito, a diferencia de otras
que son de extracción media baja, lo cual hace de las inmediaciones del Pentagonito una buena vitrina
para presentar la marca San Borja hacia otros distritos, al mismo tiempo que ofrecía la posibilidad de
renovar la mala imagen que la historia reciente del Cuartel General le daba a la zona.

Foto 1: Bianca Tristán, 18 de Enero del 2009. Foto 2: Bianca Tristán, 18 de enero del 2009.

3 En esta investigación he contado con el invalorable apoyo de Bianca Tristán, mi asistente de investigación. Giacomo Bassilio colaboró en
distintas etapas del trabajo de campo. Ocasionalmente tuve el apoyo de Juan Manuel Saldivar, Iván Curioso y Leonor Lamas. Le agradezco a
cada uno por las tareas que realizaron, pero también por las interesantes reflexiones que compartimos en nuestras reuniones de trabajo.

45
Foto 3: Bianca Tristán, 22 de febrero del 2009. Foto 4: Bianca Tristán, 18 de enero del 2009.

Foto 5: Bianca Tristán, 22 de febrero del 2009.

46
Foto 6: Bianca Tristán, 18 de enero del 2009

Foto 7: Bianca Tristán, 18 de enero del 2009 Foto 8: Bianca Tristán, 30 de diciembre del 2008

47
1. EL CONTEXTO

1.1 Acerca del distrito y su identidad en el contexto del proceso de urbanización de Lima

El distrito de San Borja es uno de los 43 distritos que conforman la Provincia de Lima y está ubicado al
centro este entre los distritos de San Luis, La Victoria, Ate, Santiago de Surco, Surquillo y San Isidro. En
el período prehispánico esta área correspondía al Señorío de Ichma. Los únicos vestigios arqueológi-
cos que quedan son las Huacas San Borja y el Complejo Arqueológico Limatambo. El primer dueño de
estas tierras fue Antonio Picado, secretario de Francisco Pizarro, hasta que pasó a conformar el fundo
Limatambo que, junto con otras propiedades ubicadas en los alrededores de la ciudad de Lima y desti-
nadas a labores agrícolas, abastecían en su totalidad a la ciudad hasta mediados del siglo XX. En 1568
el fundo Limatambo empieza a ser administrado por la Compañía de Jesús como parte de la Hacienda
San Borja, dedicada con éxito a labores agroindustriales y agroexportadoras. Cuando los jesuitas fueron
expulsados en 1767, los terrenos volvieron a pasar por distintas manos hasta que a fines del siglo XX
fue adquirida por la familia Brescia, origen italiano, y que en la actualidad conforma una de los grupos
empresariales más importantes del país.

En la década del 60, marcada por la ola migratoria a la capital, las revueltas campesinas y finalmente la
expropiación de las haciendas durante la Reforma Agraria, Pedro Brescia, transforma sus propiedades
rurales en un proyecto urbanizador, creando San Borja, que en ese entonces aún formaba parte de la
Municipalidad de Surquillo, considerado un distrito de extracción popular1.

Se trata de una época de grandes transformaciones en el país y en la ciudad de Lima que empieza a
surgir como una mega ciudad. Paralelamente a la creación de San Borja y de otros distritos como Surco
y La Molina, todos resultados de proyectos de urbanización en lo que antes fueran haciendas y fundos,
y que son ocupados por sectores medios y altos, se forman las barriadas y asentamientos humanos
alrededor del caso urbano tradicional, y producto de las múltiples invasiones de terrenos por parte de
vastas poblaciones de migrantes andinos. Se trata de un proceso de urbanización paralelo caracterizado
por las luchas e iniciativas de los sectores populares por acceder a los servicios urbanos y convertirse
en ciudadanos plenos. (Degregori,Blondet, Lynch 1986)

1 La información consignada acerca de la historia de San Borja proviene de mi conversación personal con el economista Eduardo Recoba-
Martínez a quien agradezco por su generosidad de compartir información que recogió en su trabajo Gestión Económico Financiera de la
Hacienda Jesuita San Borja en el Valle de Lima: siglo XVII. Proyecto de Tesis para optar al título economista. UPSMP, Lima, 2000, y del blog
del historiador Juan Luis Orrego http://blog.pucp.edu.pe/item/24049/la-hacienda-limatambo-san-isidro-san-borja (última visita 1/2/2012).

48
Estas transformaciones trastocan las distinciones sociales y culturales que ordenaban la sociedad li-
meña hasta este entonces, generando reacomodos y redefiniciones que comprometieron también una
geopolítica urbana que, heredera de una tradición aristocrática, consistía en restablecer las fronteras
espaciales que permitieran a las clases altas preservar su prestigio y distinción social. Las identidades
específicas atribuidas a las distintas jurisdicciones de la ciudad, asi como la valoración y significados
atribuidos a sus particularidades arquitectónicas, demográficas y de actividad económicas, han jugado
y siguen jugando un papel fundamental en este proceso. En la conformación de esta geografía de iden-
tidades (Radcliff, Westwood 1996) San Borja ha sido estereotipado como el distrito de una clase media
emprendedora, un atributo que puede ser entendido en un doble sentido.

Por un lado, como reconocimiento a una disposición al trabajo y al deseo de superación, pero por otro
lado, como la marca del que es un advenedizo, cuyos éxitos requieren de la aprobación de un otro que
califica. En ese sentido, San Borja también ha sido estereotipado como el distrito huachafo, de los que
quieren ser, pero que tienen limitaciones para lograrlo porque no cuentan con los atributos que otorga
haber nacido con clase. En términos de identidad y de prestigio, los san borjinos se vienen debatiendo
entre la afirmación y rechazo a estas marcas de identidad, y es en este contexto que una serie de inicia-
tivas privadas como de gestión pública se encuentran enmarcadas y encuentran sentido. Me atrevería a
afirmar que incluso la propia creación de San Borja, que implicó su separación del distrito de Surquillo,
estuvo animada por esta tensión ya sea de afirmarse como clase emergente, pero digna, o de lograr
asemejarse a los sectores más prestigiosos de la ciudad.

Una muestra de la vigencia que tiene esta preocupación de un sector importante de los san borjinos, y de
que los distritos de Miraflores y San Isidro constituyen sus referentes más importantes la pude observar
en una función de teatro que organizara la Gerencia de Desarrollo Humano y Social de la municipalidad
a propósito del día del adulto mayor. La obra fue diseñada e interpretada por las agrupaciones del Adulto
Mayor que hay en el distrito. En la obra dos amigas residentes en San Borja, reciben la visita de una
amiga de San Isidro. A través de comentarios irónicos se comentan los aires de superioridad de la san
isidrina, que es a su vez descalificada por su frivolidad y porque no estaría en condiciones de mostrar
los números artísticos que los vecinos de San Borja pueden presentan porque llevan una vida activa, en
comunidad y realizando actividades que los cultivan y enriquecen como personas.

San Borja es un distrito socialmente heterogéneo. Es posible encontrar asentamientos humanos como
San Juan Masías, cuya población tendría su origen en la antigua hacienda, y que hasta hace poco
carecían de todos los servicios urbanos, así como también áreas residenciales ocupadas por familias
adineradas. Sin embargo, desde el inicio de su urbanización el distrito fue principalmente ocupado por

49
sectores medios conformados por familias de profesionales y comerciantes emergentes. Si bien tenían
capacidad adquisitiva, y eventualmente incluso provenían de los sectores medios y altos de las provin-
cias, no contaban con los apellidos, el prestigio y atributos culturales y morales que en una ciudad que
aun se aferraba a su tradición aristocrática y centralista, era prerrogativa de las familias tradicionales que
para ese entonces vivían en San Isidro, Miraflores, o en ciertas zonas de distritos como La Molina.

Por otro lado, el proyecto de urbanización de San Borja siempre estuvo dirigido a atender la demanda
de familias de clase media, razón por la cual los terrenos eran relativamente pequeños, a diferencia
del tipo de urbanización que se realizó en el vecino distrito de San Isidro con propiedades de mayores
extensiones donde se construyeron amplias casonas. El estilo arquitectónico de las casas de San Borja
se define en el lenguaje arquitectónico como “pintoresco” o “ecléctico popular”2. A esto se suma el hecho
que a partir del 2000 muchas de las familias emergentes que poblaron inicialmente San Borja, entraron
en una fase de declive económico al mismo tiempo que sus hijos, ya casaos y con hijos, no necesaria-
mente cuentan con la holgura económica con la que contaron sus padres en los años ‘70. Esta situación
económica se traduce en el hecho que muchas casas fueron subdivididas o se construyeron terceros
pisos para alojar a los hijos con sus nuevas familias o para obtener una renta adicional. En otros casos
se acondicionó un sector de la casa para poner un negocio y generar ingresos adicionales. Esta falta de
un estilo propio en la arquitectura o las improvisadas modificaciones le ha valido a San Borja ser tildada
por una corriente de opinión dominante como un distrito de mal gusto, con una población inestable con
respecto al status económico adquirido.

Las Torres de Lima Tambo y Las Torres de San Borja, ambos complejos habitacionales erigidos durante
el segundo gobierno del presidente Fernando Belaunde Terry en el marco de los proyectos urbanísticos
que desarrolló para la ciudad, y que fueron ampliamente publicitados en su momento, también le otorga-
ron una identidad de clase media a la zona. Por otro lado, la existencia de edificios públicos3 y grandes
terrenos de propiedad estatal que eran administrados por distintas instancias del estado, favoreció que
en el distrito se establecieran maestros, funcionarios públicos y miembros de las fuerzas armadas. Hay
que anotar que en el contexto de los años de la dictadura militar esta fuerte presencia del Estado a través
de sus imponentes edificios y de sus funcionarios, desprestigiaba la zona frente a distritos como San
Isidro que ostentaba sus zonas residenciales y edificios financieros.

2 Agradezco al urbanista Wiley Ludeña quien en conversación personal me ilustró sobre estilo el estilo arquitectónico que caracteriza las
viviendas de San Borja.
3 Se encuentran en el distrito de San Borja imponentes edificaciones como el Cuartel General del Ejercito conocido como Pentagonito y el
Museo de la Nación, inicialmente Ministerio de la Pesquería, así como el Ministerio de Energía y Minas, el Centro de Esparcimiento de la
Marina de Guerra del Perú, la Biblioteca Nacional, el Ministerio de Educación y el Instituto Nacional de Salud del Niño.

50
1.2 Acerca del periodo de A. Tejada: nuevos liderazgos políticos y nuevos sujetos de gobierno

El ex alcalde San Borja Alberto Tejada nació en Lima el 11 de noviembre de 1956. Es médico urólogo de
profesión y ha realizado una maestría en gestión pública. Es Miembro Honorario de la Sociedad perua-
na de Promoción de la Salud, fue nombrado Presidente de la Autoridad Autónoma de la Costa Verde y
actualmente es Ministro de Salud. Pero su inicio en la vida pública fue ciertamente a través del deporte,
donde se desempeñó como árbitro profesional de futbol y juez FIFA siendo designado para participar
como árbitro en las copas mundiales de Estados Unidos (1994) y Francia (1998). Además es miembro
de la Confederación Sudamericana de Fútbol.

Antecedieron en la alcaldía a Tejada, Hugo Sánchez Solari (1984-1992), Luisa María Cuculiza (1993-
1999) y Jorge Lermo (1999-2002). Alberto Tejada llega a la alcaldía como candidato independiente y
luego con la agrupación Valores Perú. Como figura política puede ser ubicado junto con muchos otros
líderes políticos independientes que ganan protagonismo en el Perú y llegan a ocupar cargos políticos
importantes. En ese sentido A. Tejada puede ser ubicado como parte de una corriente política que
emerge en un contexto de desprestigio y desarticulación de los partidos tradicionales (Tanaka 1999) y
que antepone argumentos técnicos por sobre los ideológicos o partidarios. Por otro lado, si se toma en
cuenta que en el país se estaban implementando medidas de descentralización en varios niveles, las
instancias municipales se constituyeron en interesantes plataformas para la emergencia y afianzamiento
de estos nuevos liderazgos políticos. Cabe mencionar el protagonismo que adquieren las ciudades fren-
te al Estado-Nación, lo cual a su vez tiene que ver con un reordenamiento de los poderes económicos
y de la soberanía del estado, así como con el desarrollo de una sociedad de consumo (Sassen 2001,
García Canclini 1995).

Para entender el contexto en el cual surge una figura como la de Tejada también es necesario tomar en
cuenta procesos globales en los cuales el Perú empezó a participar de manera decisiva a partir de las re-
formas de la dictadura de Alberto Fujimori, dirigidas a insertar al país en el mercado global y a implemen-
tar el modelo neoliberal. Para Lyotard (1987) este modelo que él atribuye a la posmodernidad, implica
la instalación de un orden de saber y poder regido por el principio de performatividad, vale decir, por un
mandato según el cual el conocimiento y el poder se legitiman en términos de su operacionalidad. Este
principio a su vez se encuentra en concordancia con valores como eficiencia, eficacia, y efectividad, he-
cho que se traducen en un conjunto de discursos y prácticas como, por ejemplo, la creciente convicción
que las políticas sociales deben ser gestionadas en un sentido empresarial y por personal técnicamente
capacitado. Por otro lado, el principio de la performatividad se encontraría alineado con una manera
particular de racionalizar y ejercer el gobierno, que Foucault (1991) identifica como propia del Neolibe-

51
ralismo y que según Lemke (2001) busca darle viabilidad política a una situación en la que el estado se
reduce y los servicios de salud, educación y seguridad se privatizan. Para garantizar la gobernabilidad
en un contexto como este, se requieren de sujetos autónomos, responsables y emprendedores, quienes
en palabras de Rose (1999) no solo tengan libertad para elegir, sino que entiendan, organicen y realicen
su vida en términos de elección.

La sostenibilidad de tal orden político depende en gran medida de un sujeto de gobierno que sea al-
tamente participativo y que organice su consumo en el marco de estilos de vida específicos. Uno de
los campos en donde esto se expresa de forma más clara es en el de la salud y particularmente en el
modelo de la salud preventiva, promovida por la Organización Mundial de la Salud, y que se traduce en
la necesidad de que los ciudadanos opten e inviertan en estilos de vida saludables. Esto significa orga-
nizar la alimentación, la vida familiar y el uso del tiempo libre de modo tal que cumpla con los mandatos
de consumo y actividad física que la ciencia establece como apropiada para prevenir enfermedades no
transmisibles. Realizar ejercicio físico o comer cinco verduras y frutas al día son asuntos privados que
tienen que ver con el cuidado personal, pero constituyen en otro plano, la puesta en práctica de los man-
datos propios de la gran política dominada por los estados, las organizaciones mundiales y las empresas
que requieren de ciudadanos y consumidores previsibles.

Como régimen cultural, el neoliberalismo tiene a la noción de emprendimiento como ethos. Si en un


sentido económico y político, el neoliberalismo requiere de consumidores y sujetos participativos, en
un sentido cultural requiere de emprendedores (Oritz 2004). Esto quiere decir, de sujetos que afronten
sus proyectos de vida en términos empresariales, administrándolos de acuerdo a planes estratégicos.
Siguiendo esta línea de reflexión, el principio de la performatividad, se traduce en el mandato de la par-
ticipación. ¡Participa! Este constituye uno de los imperativos más frecuentes al que nos encontramos
expuestos en el mundo actual. Este orienta nuestras acciones, y anima nuestros deseos. En los distintos
ámbitos de la vida social se viene configurando e imponiendo una cultura de la participación que requiere
ampliar la noción de participación ciudadana, más allá de la agencia en el ámbito de la política –como
toma de decisiones y vigilancia- ya que ésta constituye solo una instancia en la configuración de la per-
sona. Para que ésta se configure en un sujeto participativo en el real sentido de la palabra es necesario
que el mandato de la participación se instale en todos los ámbitos de su ser, constituyéndose en una
disposición tanto del cuerpo como de la mente. Esto requiere la consideración de otras instancias de
acción que comprometen actividades cotidianas, recreativas y del cuidado de sí mismo. Es en este punto
donde reside precisamente la importancia de estudiar las ofertas recreativas y culturales que una gestión
urbana como la de A.Tejada ofreció.

52
La contraparte de tales sujetos de gobierno es precisamente una nueva forma de liderazgo político que
base su legitimidad menos en la representatividad obtenida por el voto, que en su desempeño, el cual se
traduce en proyectos y promesas ejecutadas, en obras. Un asunto que los políticos independientes pa-
recen haber comprendido muy bien, o es porque provienen del mundo empresarial, de los medios o del
deporte que su pragmatismo se alinea mejor con los nuevos modos de la política y sus nuevas formas
de legitimación. Este desempeño encuentra su expresión más acabada en el diseño de una figura que
practique y encarne los valores, atributos y aspiraciones que identifican a la comunidad que lidera. En
otras palabras, su capacidad de gobernar está estrechamente vinculada a la excelencia con que prac-
tique el autogobierno que se le pide al propio sujeto de gobierno. Es de ese modo que se interpreta el
“estar cerca de la gente”…recogido por Tejada. El modo como A. Tejada ha construido esta figura ha sido
un proceso complejo que daría pie a una discusión aparte. Aquí me limitaré a referirme a la performance
que lleva a cabo en relación al Programa Muévete San Borja.

Cuando Tejada lanza el Programa Muévete San Borja con el fin de promover estilos de vida saludables
entre sus vecinos, el perímetro que bordea el Pentagonito y que tiene una dimensión de aproximada-
mente 4.5 km, ya estaba siendo utilizado por los vecinos para caminar o trotar. Lo que lleva a cabo A.
Tejada es lo que se puede denominar la puesta en valor del espacio y el uso que los vecinos le daban,
a través de su gestión y marketing. El primer paso fue desviando el tráfico vehicular de tal modo que
todos los domingos entre 6:00 a.m. y 1:00 p.m del día, los 4.5 km pudieran ser usados exclusivamente
por niños y adultos para transitar a pie, en bicicleta o en patines con plena libertad. El segundo, paso
consistió en que el propio A.Tejada, acompañado de algunos de sus regidores y funcionarios saliera a
trotar. Desde entonces el ex alcalde incursionó en el mundo del running, entrenando con personal de
la municipalidad e incluso participando con ellos en algunas de las carreras que se realizaban en otros
distritos de la ciudad, así como las que empezaron a hacerse con gran frecuencia en las inmediaciones
del Pentagonito.

53
Las Performances del Alcalde Alberto Tejada

Foto 9: Revista de la Municipalidad de San Borja, Mayo 2010.

Foto 10: Revista de la Municipalidad de San Borja,


Marzo 2007.

54
Foto 11: Revista de la Municipalidad de San Borja, 2005 N° 1.

Foto 12: Bianca Tristán, 22 de abril del 2010.

55
En un recorrido por las imágenes del alcalde que aparecen en la revista de la municipalidad o en los
carteles que publicitan las actividades municipales se puede ver A. Tejada vistiendo de terno, con su
mandil de médico, incluso de Frac o informal realizando alguna presentación sobre el escenario; pero se
le ve sobre todo con su indumentaria deportiva y corriendo. Si el mandato era que San Borja se moviera,
el ex alcalde se encargó ciertamente de encarnar ese mismo mandato. Sus logros en las carreras que
participó eran también los logros del programa y de los vecinos.

1.3 Gestión municipal, identidad de marca y la celebración del Perú: un nuevo contexto para
significar el emprendimiento de la clase media

Si bien en mi investigación no he podido recoger evidencia que el concepto de Marca Ciudad haya sido
utilizado de manera explícita o implementado de manera sistemática, durante el gobierno del Dr. Alberto
Tejada, existen varios elementos que aluden a una lógica de creación de marca que subyace a la ges-
tión del programa Muévete San Borja. Estos son: (i) la creación de una identidad visual, (ii) creación de
eventos en línea a la identidad y posicionamiento deseado, (iii) construcción de símbolos arquitectóni-
cos, de planes de revitalización urbana, de mejoras de un entorno medioambiental más saludable, y (iv)
la participación de los usuarios (Antonio Martínez Gómez 2006). Por otro lado, el alcalde Tejada estaba
plenamente familiarizado con las experiencias de gestión urbana en otras ciudades del mundo que son
pioneras en aplicar el marketing urbano y muy específicamente en trabajar con las nociones de estilos
de vida saludable como uno de los ejes centrales en la gestión del medio ambiente y la participación
ciudadana. La Gerencia de Imagen se convirtió ciertamente en una instancia fundamental de su gestión
y tenía a su cargo la organización de un nutrido calendario de celebraciones en cada una de las cuales
el Muévete San Borja, así como los demás lemas que identificaban a la comunidad era puestos en es-
cena.

Mi argumento es que en el neoliberalismo, los regímenes político y cultural se intersectan en la noción de


marca ciudad. En un contexto altamente competitivo, en el que se entiende el posicionamiento estratégi-
co –en el caso que nos ocupa el ranking de ciudades- como la condición para lograr el desarrollo social,
económico y territorial, la marca se constituye en un elemento diferenciador, así como en un mecanismo
de medición y acreditación importante.

En este contexto, la marca ciudad no solo respalda una identidad, sino que define las ventajas compara-
tivas de una urbe con respecto a otras similares. En el marco de los proceso de globalización, las ciuda-
des adquieren protagonismos frente al Estado-Nación, al mismo tiempo que el talento y la creatividad

56
ciudadana conforman el modo más eficaz de obtener competencia económica. En tal sentido, construir
una marca ciudad se viene constituyendo en un modo particular de encarar la propia gestión urbana y
el gobierno de una ciudad (Della Mea 2009). De acuerdo a los expertos en este esfuerzo por construir
y dar viabilidad a una marca ciudad, el city marketing es una herramienta básica para la planificación
estratégica de la ciudad, ya que tiene los recursos para transformar de manera reflexiva y participativa
la definición de una visión de futuro, en imágenes y recursos reconocibles, así como en compromisos y
acciones sostenidas en el tiempo. (Antonio Martínez Gómez 2006)

Los instrumentos del marketing urbano son un conjunto de repertorios escénicos y visuales, que provie-
nen del ámbito de la cultura. Es a través de ellos que se busca configurar los escenarios, discursos, prác-
ticas y sujetos que le otorgan viabilidad a un proyecto específico de ciudad. En tal sentido, el marketing
urbano no es simplemente una herramienta de gestión, sino que es parte de un conjunto de discursos
y prácticas a través de las cuales se construyen los propios sujetos de gobierno y se diseña una men-
talidad particular acerca del gobernar. En otras palabras, como herramienta de gestión, el marketing de
ciudad viene a ser parte constitutiva de la gobermentalidad (Foucault 1991) en la actualidad. Es decir,
un conjunto de acciones organizadas que comprometen mentalidades, racionalidades y tecnologías, a
través de las cuales una comunidad se hace gobernable.

En el marco de los principios de performatividad que rigen en el orden neoliberal, la conceptualización


y puesta en práctica de la identidad entendida como marca constituye un giro importante con respecto
al modo en que las identidades operan. A diferencia de la identidad en la modernidad, donde ésta se
legitimaba principalmente en términos de un origen, una esencia que le otorga verdad, la identidad de
marca se legitima en términos performativos, vale decir, en términos de su desempeño, de su operacio-
nalidad para desarrollar determinadas agendas. Siguiendo esta misma lógica la marca no representa a
una persona, comunidad o cosa, sino que es un dispositivo para otorgarles existencia en la práctica; en
una práctica que se diseña siguiendo un plan que le otorgue viabilidad, sostenibilidad y competitividad.
Esto implica que las identidades requieren ser gestionadas, más que representadas, y que se valoran
en términos de una racionalidad económica y, por tanto, de una lógica de mercado. En otras palabras la
identidad de marca debe ser sobre todo un valor de marca.

Naturalmente que los regímenes políticos y culturales del neoliberalismo, así como los vengo descri-
biendo y operan a nivel global, se instalan localmente estableciendo complejas dinámicas con historias
y contextos específicos. En ese sentido por ejemplo, mi argumento es, que la noción de competitividad
implicada en la noción de marca ciudad se traduce en el caso del distrito de San Borja en distinción so-
cial, un criterio que proviene de una historia socio-cultural y un proceso de urbanización previos. No está

57
en juego solamente la competitividad en un sentido de mercado, ya que San Borja cuenta con autonomía
a nivel municipal, pero sigue estando inserta en el complejo mayor que es la ciudad de Lima.

Considerando el perfil identitario del distrito de San Borja y la posición en la que éste coloca a los vecinos
del distrito dentro de la ciudad de Lima, se puede argumentar que en la medida en que el programa Mué-
vete San Borja hace posible la puesta en práctica de un estilo de vida saludable que a su vez requiere
de espacios públicos verdes y seguros, éste se alinea con la demanda de un sector de san borjinos de
poder proyectar una identidad y una imagen pública positivas, que les otorgue prestigio social y moral.
Lo que está en juego es la posibilidad de obtener un reconocimiento pleno como una comunidad líder y
por lo tanto competitiva con respecto a los distritos limeños de mayor prestigio.

En ese sentido, la imagen de A. Tejada, como profesional, hombre de acción y de vida sana, que marca
una distancia con respecto a los políticos tradicionales, así como el discurso y las prácticas que envuel-
ven el Muévete San Borja, constituyen elementos poderosos para comprometer a los san borjinos en
un proyecto colectivo que ha tenido logros importantes. El programa y la infraestructura que se ha ge-
nerado alrededor del Pentagonito no solo han merecido reconocimientos públicos sino que también se
han constituido en ejemplos emblemáticos de gestión municipal, que vienen siendo imitados por otros
distritos. El hecho que un contingente importante de usuarios de otros distritos participe del programa,
es otra instancia del éxito de la gestión1.

Sin embargo, quiero argumentar que estos logros no se deben únicamente a un adecuado marketing
urbano, llevado acabo por A. Tejada, sino además a un contexto favorable para resignificar la condición
de comunidad de clase media emprendedora, a través de la puesta en práctica de estilos de vida salu-
dables. Este contexto es a su vez el marco particular en el que los principios y valores del neoliberalismo
toman expresión en el contexto peruano. Me refiero a lo que propongo llamar la era celebratoria de la
peruanidad, la cual ha sido recientemente sintetizada en la campaña de la Marca Perú y que se encuen-
tra contenida en la frase ¡Si se puede!.

Para explicar nuestras dificultades para desarrollarnos como nación los peruanos recurríamos a la figura
del mendigo sentado en un banco de oro. De ese modo, se aludía al hecho de ser un país con numero-
sos recursos naturales, al mismo tiempo que incapaz de sacar provecho de ellos. En los últimos años, y
a raíz de algunos logros relativos en el deporte, la cultura y la producción, se ha impuesto la frase ¡Si se
puede! La victoria del Cienciano en el año 2003, cuando gana la copa Sudamericana, constituye un hito
1 Según un estudio realizado por encargo de la municipalidad, casi un 50% de asistentes al Pentagonito para realizar actividad física proviene
de otros distritos.

58
en la instalación de esta frase en el escenario nacional 2. El entrenador del equipo, Freddy Ternero, que
se convierte en ejemplo de liderazgo y es reclamado en ese momento como futuro presidente del Perú,
publicó en el 2004 un libro autobiográfico titulado ¡Si se puede! La conquista de un sueño3.

Con esta frase, cuyo uso coloquial se ha difundido ampliamente, los peruanos hemos empezado a con-
fiar en un futuro viable como nación. Esta frase, que captura valores como emprendimiento, creatividad y
responsabilidad y que podemos identificar como valores propios de una subjetividad neoliberal, han ve-
nido transformando nuestra imaginación de la nación y con ello nuestra valoración de la peruanidad y de
la diversidad cultural. El ¡Si se puede! al mismo tiempo se funda sobre la base de una serie de nociones
de identidad que están en boga actualmente. Estas son, (i) la identidad como una condición adquirida a
través de la puesta en práctica de una serie de repertorios culturales, (ii) la identidad producida a través
del consumo cultural, y (iii) la identidad como estilo de vida. El discurso del ¡Si se puede! mueve emocio-
nes vinculadas al éxito y al bienestar, al mismo tiempo que legitima un orden ideológico que naturaliza
y despolitiza tanto el éxito como el fracaso, al considerar a estos como un asunto de responsabilidad
personal. Y valora el éxito como la manifestación más acabada del ejercicio del libertad y poder. Se trata
pues de un contexto en el cual la tradición aristocrática ha dado paso a la resignificación del empren-
dimiento como el valor máximo de la sociedad peruana y como la garantía de progreso y desarrollo, al
mismo tiempo que la clase media se constituye en la garante de un mercado saludable, y se expresa a
través de una diversidad de estilos de vida. (Arellano 2008)

Es precisamente en este marco que se inscriben los lemas de Comunidad Saludable, Comunidad Ejem-
plar y Feliz, Comunidad que deja Huella, que la gestión de A. Tejada fue promoviendo progresivamente,
y que él como líder político fue encarnando. En la era celebratoria de la peruanidad, el programa no
solo ofrece a los san borjinos la oportunidad de resignificar su emprendimiento en términos positivos,
sino que al dar expresión a su emprendimiento económico en la forma de un estilo de vida saludable, lo
enaltecen en términos de un proyecto cultural, a través del cual se atribuyen a ellos como sujetos una
condición moral superior, tanto privada como pública. En un sentido político, la gestión enviste a los
vecinos de agencia haciendo que sus proyectos personales de cuidado de la salud, adquieran un valor
2 Hay que anotar que esta frase no se inventa en el Perú. Esta fue originalmente creada en 1972 en el marco de la lucha por derechos civiles
en Arizona, Estados Unidos, por los sindicalistas y activistas mexicano-estadounidenses, César Chávez y Dolores Huertas. Luego, pasó al
campo del deporte cuando en México durante un partido de la Liga Mundial Infantil 1997 los jugadores mexicanos voltearon el partido que
iban perdiendo contra el equipo estadounidense, alentados por el grito del “si se puede”. En el año 1998 los mexicanos la usaron en el Mun-
dial de Francia. La frase regreso al ámbito de la política durante la campaña de Barack Obama para las elecciones presidenciales en el 2008.
Por otro lado, cabe destacar que la frase es central en el contexto de una cultura del emprendedurismo y del éxito, a la vez que cumple una
función motivacional en los programas de autoayuda. Finalmente, se puede afirmar que ésta a pasado al ámbito cotidiano, siendo invocada
en una multiplicidad de contextos y para una variedad de metas.
3 Freddy Ternero,!Sí se puede: la conquista de un sueño!. Lima: Peisa, 2004

59
público. ¿Pero cuál es el modo particular en que una gestión regida por la lógica de marca ciudad se
inserta y pone en práctica en un contexto social e históricamente específico? ¿Cuáles son las paradojas
y tensiones que emergen del propio régimen de gestión, así como de la forma particular en la que éste
se inserta en el distrito de San Borja? A continuación me propongo reflexionar sobre lo que el caso que
nos ocupa nos dice sobre el modo en que el marketing urbano configura la participación ciudadana, los
espacios públicos y la legitimación de la autoridad.

2. UN DISTRITO EN MOVIMIENTO: IDENTIDAD, ESPACIO PÚBLICO Y PARTICIPACIÓN

2.1 Identidad distrital y la conquista de un nuevo espacio público

La identidad de una ciudad está indefectiblemente vinculada a sus edificios, a sus espacios públicos y
a los usos que se le dan a estos. Líneas arriba ya he hecho alusión a las particularidades de San Borja
con respecto a su arquitectura y los edificios públicos que alberga, así como a la identidad de clase
media emprendedora que la define. También he mencionado el hecho que tal característica descalifica-
ba a los san borjinos en una sociedad aún dominada por una tradición aristocrática. Dos asuntos más
contribuyeron a esta descalificación. Las acusaciones de corrupción de la que fueran objeto el alcalde
Jorge Lermo que estuvo en el cargo de la gestión entre los años 1999 y 2002, y las revelaciones acerca
de los sucesos ocurridos en el Pentagonito durante la Dictadura de Fujimori4, que referían a torturas y
desapariciones, así como a actos de corrupción de empresarios y dueños de los medios que visitaron a
Montesinos en las instalaciones del Servicio de Inteligencia que operaba allí. Por otro lado, las inmedia-
ciones del Pentagonito se encontraban en situación de descuido y, aún después de la pacificación del
país, eran recordadas y percibidas como zona militar. El paisaje urbano que se observa hoy en la zona
contrasta con el que presentaba la zona en aquellos tiempos.

En la actualidad las instalaciones invitan a estar allí, a permanecer, y ofrecen la posibilidad de realizar
actividades familiares y recreativas. En la zona que se encuentra en el frontis que corresponde a la en-
trada principal del Pentagonito se ubican las instalaciones más importantes diseñadas para la salud, las
actividades deportivas y recreativas y las actividades de esparcimiento familiar. Al medio, el Parque de la
Familia cuenta con una explanada para organizar eventos al aire libre, una zona de juegos para niños,
una laguna con gansos, un puente y una pérgola, una estación con bicicletas estacionarias y una zona
de servicios.

4 El libro de Ricardo Uceda Muerte en el Pentagonito. Los cementerios secretos del Ejército Peruano. Bogotá: Editorial Planeta, 2004 recoge
parte del actuar del Ejército Peruano durante la guerra contra Sendero Luminoso, que tiene como uno de sus escenarios más tenebrosos las
instalaciones del Cuartel General del Ejército.

60
En el extremo que da a la avenida San Borja Norte se encuentra un gimnasio al aire libre, una pista de
baile donde se dan clases de tai chi, aeróbicos y danzas, la estación de Salud Preventiva y una zona
de servicios. En el otro extremo, que da a la avenida San Borja Sur se encuentra otro gimnasio al aire
libre y destaca el Parque Olímpico con su pequeño coliseo, un monumento con los aros olímpico, otro
que representa dos corredores y una zona de servicios de uso exclusivo para el club de corredores
Corre Perú. Finalmente, en una sección del parque De La Familia se encuentra una instalación alusiva
al sistema de tratamiento de agua de riego en clara alusión a la política municipal por crear un espacio
ecológico auto-sostenible.

61
Foto 13: Tríptico elaborado por la Municipalidad de San Borja, cortesía de Waltraud Müllauer-Seichter

62
Fotos 14 y 15 : Revista Informativa de la Municipalidad de San Borja, Año 2 N°3.

Foto 16: Revista de la Municipalidad de San Borja, Marzo 2010.

63
Foto 17: Revista de la Municipalidad de San Borja, Mayo 2010.

Foto 18: Bianca Tristán, 30 de Diciembre del 2008.

64
Aunque en varios relatos recopilados he podido recoger testimonios en el sentido que ya antes de la
implementación del Muévete San Borja en el año 2003, vecinos de la zona realizaban de forma individual
o en grupo actividades físicas en las inmediaciones del Pentagonito, la implementación del programa
se presenta como una épica de conquista del espacio en favor de su uso por civiles y para realizar ac-
tividades de naturaleza deportiva y recreativa. Durante la época del conflicto armado, los alrededores
del Pentagonito contaban con una fuerte custodia militar y el tránsito estaba restringido ya que en sus
inmediaciones había orden de disparar. En aquellos años se registró por lo menos un caso de un civil
que perdió la vida al pasar por allí. Además de la inseguridad, las inmediaciones del Pentagonito eran
insalubres. Transcurría por allí uno de los canales del río Surco que se encontraba abierto, rodeado de
vegetación silvestre y con basura que atraía a roedores y otras plagas. Con el fin de ofrecer un espacio
saludable además de seguro se realizaron trabajos de limpieza, se arreglaron las áreas verdes, se saneó
el canal del río Surco, se implementaron las instalaciones recreativas y para el deporte y se negoció con
el ejército el acceso libre de personas y autos, así como el uso de las áreas verdes que colindan con los
muros del Pentagonito, todos los domingos, con el fin de generar un circuito seguro para los usuarios
del programa. Fue de esta manera que el programa contribuyó a la desmilitarización de la zona, a la vez
que se generaba un espacio seguro, saludable y ecológico.

Si en algún momento el Pentagonito tiñó el distrito y en particular la zona residencial donde está ubicado,
de un aura de inseguridad, insalubridad y decadencia, en la actualidad la zona constituye el espacio pú-
blico por excelencia donde san borjinos y vecinos de otros distritos pueden acudir para mostrarse como
peruanos emprendedores y con valores; como peruanos que encarnan el ¡Si se puede! Un estudio reali-
zado por la propia municipalidad muestra que los domingos, se recibe la visita de unos 5000 usuarios. El
programa ha recibido una Mención Honorífica en el concurso ‘Ciudades Activas y Saludables’ convocado
por la Organización Panamericana de la Salud, OPS, y ha ganado el premio de creatividad empresarial
2009. Pero tal vez la expresión más emblemática de lo que se ha constituido en una épica de conquista
del espacio público en concordancia con un sentido de identidad fue la acción que realizaron los vecinos
de la zona, apoyados por usuarios de otros distritos, cuando Alan García anunció la venta de una parte
de los terrenos del Cuartel General con el fin de construir un complejo habitacional y un centro comercial.
Civiles y militares se opusieron a la venta, y de forma coordinada recolectaron firmas, contactaron los
medios, realizaron vigilias y llegaron hasta el Congreso. El argumento que enarbolaron fue la defensa del
espacio público y las áreas verdes que debían ser preservadas para salvaguardar la seguridad, salud y
bienestar de los san borjinos, así como para honrar su identidad como comunidad saludable, ejemplar y
feliz. Finalmente, cuando el gobierno se retractó, se inició una campaña para plantar árboles en el área
que había querido ser vendida.

65
Foto 19: Diario Perú 21, 13 Diciembre 2008.

Foto 20: Diario La República, 13 Diciembre 2008.

66
Foto 21: Diario La Primera, 13 Diciembre 2008.

Foto 22: Diario La Primera, 13 Diciembre 2008.

67
Foto 23: Revista de la Municipalidad de San Borja, Enero 2009.

68
2.2 El calendario festivo y las carreras pedestres

Además de las actividades promovidas por el Muévete San Borja, como caminar, correr, montar bicicleta,
patinar, bailar o ejercitarse en las máquinas, y aquellas otras que el espacio invita a realizar como jugar,
pasear o tomarse fotos, se observa un nutrido calendario de eventos organizados por iniciativa del alcal-
de principalmente en coordinación con la Gerencia de Comunicación e Imagen institucional y que han
ido configurando un calendario de actividades de carácter conmemorativo o fundacional que se llevan a
cabo en el área del Pentagonito. Por ejemplo, las celebraciones por el día del amor, el día de la madre o
la navidad, así como la inauguración del Parque Olímpico, o el Camino de la Actitud. En todos los casos,
lo que se observa es que las ceremonias se diseñan como puestas en escena a través de las cuales se
acreditan los usos para los cuales debían estar destinados los espacios, estableciendo el vínculo signi-
ficante entre espacio público, actividades específicas y los valores atribuidos a la identidad del distrito. A
través de estas escenificaciones el espacio y sus usos se consagran en la expresión material y corporal
de la identidad del distrito.

En este sentido vale la pena resaltar la inauguración del Parque Olímpico el fin de semana anterior a la
realización de la segunda versión de la Lima 42K organizada por Adidas y que tiene su punto de partida y
llegada frente al Pentagonito. Además de dar por inaugurados un gimnasio al aire libre y esculturas alusi-
vas a la actividad del maratonismo, se presentó una escenificación que recordaba la historia del soldado
griego Filipides quien corrió desde Marathon hasta Atenas para anunciar la victoria sobre los persas. En
la historia que se narra a través de la puesta en escena de recursos teatrales, coreográficos y visuales se
establece un vínculo directo entre este evento de la historia civilizatoria de occidente de hace 2500 años
con el presente en San Borja y la afición de su comunidad por el deporte y por encarar desafíos de todo
orden. En esta escena final aparece en el escenario el propio alcalde A. Tejada corriendo, quien luego
participó en la carrera del fin de semana siguiente cumpliendo la meta de los 42 Km.

Ésta no es la única vez que el alcalde subía al escenario participando directamente en las escenificacio-
nes que se presentaban con motivo de los distintos eventos celebratorios. Esta disposición a performar
ha sido su característica y aspecto fundamental de su gestión. Es a través de sus performances que
encarnó el mandato a moverse y que estableció el vínculo directo entre su persona y la identidad del dis-
trito. Tomando esto en consideración, se puede argumentar que la práctica del running y la realización de
carreras pedestres de diverso tipo que nutren el calendario de actividades en el Pentagonito, funcionan
como performances del mandato de moverse y que opera como metáfora del emprendimiento. No es de
extrañar que la acción de correr y los conceptos afines de desafío, meta, estrategia, disciplina, actitud y
trascendencia sean utilizados ampliamente en la publicidad así como en la amplia literatura vinculada al

69
coaching y a la gestión empresarial o personal. Así también, la actividad de correr ha sido ampliamente
explotada por la gestión y por el exalcalde, resultando ciertamente eficaz tanto en la configuración de la
marca del distrito, así como en su legitimación como alcalde.

2.3 La sostenibilidad del programa y sus socios estratégicos

Complementan el paisaje visual de las inmediaciones del Pentagonito los carteles publicitarios alusivos a
productos vinculados a la actividad deportiva como zapatillas, bebidas hidratantes o cremas para dolen-
cias musculares. Algunas empresas tienen sus logos inscritos en los propios espacios, cuando aparecen
por ejemplo en los carteles que contienen la señalética que permite reconocer las instalaciones y hacer
un uso adecuado de las mismas. Estos carteles hacen alusión a la participación en el Muévete San
Borja de empresas que a cambio de publicidad realizan canjes que ayudan a subvencionar gastos de
mantenimiento o de mejoras de las instalaciones, así como a ofrecer servicios gratuitos a los usuarios.
Por ejemplo, la medición del ritmo cardiaco, del stress muscular, la hidratación, etc, son auspiciados por
empresas privadas que publicitan sus productos o servicios.

Por otro lado, servicios como las clases de baile, el alquiler de bicicletas, el alquiler y las clases de
patines, las clases de golfito, y el kiosco son pequeños emprendimientos a cargo de particulares, que
tienen un costo para los usuarios y se ofrecen también durante la semana. Algunas actividades como los
aeróbicos, las bicicletas estacionarias y algunas clases de baile, son administradas por la municipalidad
y solo en algunos casos requieren de un pago mínimo. La lógica es que el costo del programa para la
municipalidad sea reducido al mínimo y se limite al pago de las horas de trabajo de sus empleados.

Sin embargo, los usuarios son los que realmente le dan sostenibilidad al Programa. Entre estos se
distinguen aquellos que asisten de forma individual, en familia o en grupo de amigos, de aquellos que
constituyen agrupaciones con cierto grado de institucionalidad. Entre los primeros se encuentran los ve-
cinos del distrito, así como aquellos usuarios que vienen de otros lugares. Entre los segundos se puede
mencionar al Tour del Caminante y la agrupación de corredores Corre Perú. Los primeros existen como
agrupación desde antes que se implementara el programa Muévete San Borja y reúnen a miembros
mayoritariamente de la tercera edad que se juntan para caminar y/o tomar clases de baile. Los segun-
dos tienen como punto de encuentro para sus entrenamientos el parque Olímpico. En la medida en que
cuentan con cierto nivel de organización, la municipalidad puede convocarlos como grupo haciéndolos
participar activamente en muchos de los eventos que se montan durante el año. Por ejemplo, realizando
alguna coreografía en algunas de las representaciones, o acompañando al alcalde, como cuando se
inauguró el Camino de la Actitud con un trote que cubría la ruta. La municipalidad fomenta su participa-

70
ción y ofrece facilidades para que puedan reunirse y realizar las actividades que los convoca. Mientras
realizaba el trabajo de campo, la municipalidad estaba impulsando la institucionalización de éstos como
agrupaciones vecinales.

3. GESTIONANDO LA IDENTIDAD DEL DISTRITO: DEFINIENDO LOS TÉRMINOS DE LA


COMPETITIVIDAD Y DE LA PARTICIPACIÓN

Si bien la gestión lleva a cabo la elección de representantes vecinales y convoca a los vecinos para los
presupuestos participativos, se puede argumentar que el ámbito donde mayores esfuerzos se han esta-
blecido para fomentar la participación ha sido en el de las actividades deportivas y recreativas, a través
del programa Muévete San Borja y del calendario de celebraciones. Es en ese ámbito, en el de la marca
de identidad y sus mandatos, donde la gestión otorga agencia, a la vez que establece los marcos de
la participación posible. Muévete San Borja es ciertamente una invitación a actuar, a poner en práctica
los mandatos del proyecto municipal, de manera particular aquellos que se refieren a sus programas de
salud preventiva, que a su vez se inscriben en los lineamientos dictados por la Organización Mundial de
la Salud. El lema en cuestión puede ser leído como una invitación a ocuparse del cuidado personal a la
vez que a participar de un proyecto comunitario y público aportando a la sostenibilidad de la salud de
los vecinos y a la creación y consolidación de la identidad del distrito. En resumen, Muévete San Borja,
constituye una instancia de participación ciudadana, que se presenta como una forma de empodera-
miento a través de la cual se puede actuar sobre el propio bienestar y el bienestar de la comunidad.

El programa también es una plataforma para escenificar la propia gestión municipal, es decir, la capa-
cidad de movilizar a la gente dentro de un marco de actividades reguladas y en un espacio delimitado,
de manejar una logística que garantice seguridad y limpieza. Por otro lado, la participación ciudadana
se constituye en uno de los criterios principales en los procesos de evaluación y acreditación a través
de los cuales las gestiones municipales reciben reconocimiento y se legitiman a nivel nacional e inter-
nacional. En otras palabras, el buen desempeño de la gestión municipal en la aplicación de programas
específicos, está estrechamente vinculado a su capacidad de ponerla en escena. Es decir, la eficiencia
y eficacia de la gestión municipal depende tanto de su desempeño en un sentido técnico, como de su
performance en un sentido cultural.

Esta dinámica alude a una serie de tensiones y paradojas observadas durante la investigación que nos
plantea interrogantes acerca del alcance de este tipo de gestión en la constitución de sujetos ciudadanos
con capacidad de participación efectiva y de una institucionalidad democrática que favorezca los asuntos
de interés público.

71
Foto 24: Revista de la Municipalidad de San Borja, Diciembre 2010.

72
Foto 25: Revista de la Municipalidad de San Borja, Diciembre 2008. Foto 26: Revista de la Municipalidad de San Borja, Julio 2010.

Foto 27: Revista de la Municipalidad de San Borja, Octubre 2010.

73
3.1 Espacios públicos como escenarios: identidad de marca y la despolitización de la calle

No se puede negar que el espacio que rodea el Pentagonito no solamente ha sido recuperado como
un espacio civil, sino también como uno seguro y sano. La capacidad de convocatoria del Muévete San
Borja es incuestionable y las actividades que allí se realizan obligan a los usuarios a entrenarse en el
uso adecuado y en el cuidado del espacio y el respeto a los demás usuarios. Por otro lado, este espacio
constituye una puesta en escena de los contenidos atribuidos a la identidad del distrito, ya que ofrece
circuitos para realizar actividades acordes con los valores promocionados: estilos de vida saludable,
cuidado del medio ambiente y vida en familia. En este sentido, la regulación del mismo se rige principal-
mente por una lógica escénica que introduce una forma de diseñar el espacio y de regular su uso que
termina por convertirlo en una suerte de parque temático. Si bien se trata de un espacio público en el
sentido de que está abierto a todos y ofrece una serie de servicios gratuitos, termina siendo excluyente
de aquellos iniciativas de participación ciudadana que no encajen en los mandatos establecidos por la
marca Muévete San Borja y su puesta en escena. Es así que se abre a la inclusión de niños discapaci-
tados que realizan actividad física, pero se cierra para aquellos que deseen realizar una campaña para
recaudar fondos, o para quienes quisieran hacer actividades de índole política. Los argumentos nunca
son de orden ideológico, sino técnico. Se afirma de parte de la administración municipal, por ejemplo,
que ciertas actividades no guardan coherencia temática, estética o de estilo con los contenidos y valores
que se quieren promover en el espacio, o con los públicos objetivos.

Por otro lado, la bebida Sporade no es admitida como auspiciador en el espacio del Muévete San Borja,
porque se trata de un producto de consumo popular, y la municipalidad no la considera representativa de
la identidad que se busca proyectar. Esto es así aunque eventualmente esta empresa estaría dispuesta
a realizar canjes más interesantes que otras como Powerade y Gatorate. Lo que prima nuevamente es el
criterio escénico sobre los intereses de los usuarios. Esto mismo explica porque en los dos periodos de
la gestión de Tejada los esfuerzos por implementar el Muévete San Borja se concentraron en el espacio
alrededor del Pentagonito y no se realizaron mayores esfuerzos por descentralizar el programa y levarlo
a las zonas más populares del distrito.

El espacio público se define aquí en términos de los mandatos de la identidad de marca del distrito que
termina por naturalizar, a través de argumentos técnicos y de orden estético, la hegemonía impuesta
por los intereses de la gestión. Al respecto es interesante señalar la paradoja que esta situación plantea
en términos de inclusión social. Esta finalmente se entiende en un sentido técnico/estético y es válida
siempre y cuando opere en función de la eficacia y eficiencia del programa. Es así que la inclusión social
o los temas de interés público terminan siendo despolitizados.

74
Por otro lado, en términos escénicos, el espacio del programa Muévete San Borja, es efectivamente
un espacio tomado ya que la asistencia es numéricamente significativa. El tipo de actividades a través
de las cuales el espacio es tomado refieren además a un público que responde a un tipo y nivel de
consumo relacionado a saberes y prácticas vinculados a un estilo de vida saludable. Este hecho otorga
competitividad al distrito de San Borja y su gestión municipal como posible mercado y socio estratégico
por sobre otros distritos para establecer alianzas con el sector privado, en especial con empresas que
ofrecen productos y servicios relacionados a la salud, la alimentación y las actividades deportivas. Esto
establece una tensión entre la lógica de mercado que impone la competitividad de la identidad de marca
y la participación efectiva que se requiere para lograr competencia política.

3.2 Desempeño institucional y participación: cuando la eficiencia de la marca entra en


contradicción con la eficacia cultural

Las tensiones descritas arriba se manifiestan por otro lado en las paradojas entre participación ciudada-
na y desempeño institucional que eventualmente dan lugar al descuido de los intereses de orden público
a favor de los intereses del aparato burocrático y político, así como a la reducción de la participación
ciudadana a asuntos meramente técnicos en desmedro de aquellos de relevancia política. Por ejemplo,
las agrupaciones del Tour del caminante y Corre Perú cuentan con el apoyo de la municipalidad. Esta
les ha facilitado unas instalaciones ubicadas en el circuito del Muévete San Borja. Estas instalaciones
les permiten reunirse en el lugar y realizar sus actividades, al mismo tiempo que ofrecen una monumen-
talidad que los representa. Sin embargo, la gestión que dio lugar a este apoyo no se realizó siguiendo
procedimientos participativos y de consulta formales, sino que fue resultado, por un lado, de vínculos
amicales entre vecino y autoridades, y por el otro, por el valor simbólico de ambas agrupaciones con
respecto al programa al estar dedicadas a la actividad física. De este modo, el apoyo a estos grupos está
fuertemente sesgado por el hecho que ambos son estratégicos en cuanto al requerimiento de actores y
públicos por parte de la municipalidad cuando realiza sus actividades y eventos, y necesita garantizar el
éxito de los mismos.

Por otro lado, hay que anotar que en la negociación sobre los términos en los que se darán la participa-
ción de las empresas o de los proveedores de servicios en el Muévete San Borja, ni los usuarios, ni las
agrupaciones tienen mayor injerencia. En este caso, los intereses públicos pueden verse perjudicados
por las criterios de orden técnico y económico de la gestión y del marketing, que son por los que se
rigen el gobierno municipal y la actividad empresarial. Al respecto se puede señalar, por ejemplo, que
la realización de carreras y maratones en las inmediaciones del Pentagonito se han convertido en una
actividad estratégica para el municipio en el sentido que no solo contribuyen con la imagen pública de

75
San Borja como el distrito saludable, sino que la municipalidad negocia con las empresas e instituciones
organizadoras una serie de canjes que resultan instrumentales a los intereses de ambos, pero no nece-
sariamente para todos los vecinos, menos aún para aquellos que no son corredores.

Es en este punto en el que se puede notar que la competitividad de la marca ciudad en términos de efi-
ciencia, que se traduce en captación de canjes o de premios y reconocimientos públicos, puede llegar a
reñirse con la competitividad de la marca en términos culturales, la que a su vez se traduce en eficacia
para generar una identidad que cuente con el prestigio social y status moral anhelado. Por ejemplo, para
un sector de san borjinos que consideran que la oferta y éxito del programa ha terminado por masificar-
lo y popularizarlo, atrayendo a la zona del Pentagonito a los sectores de extracción popular del propio
distrito de San Borja, así como de otros distritos. En una reunión de vecinos descontentos con la gestión
y opositores de Marco Álvarez, que en ese entonces era el candidato de Tejada en las elecciones mu-
nicipales del 2010, señalaban como un problema la convocatoria que el programa Muévete San Borja
tenía porque estaba convirtiendo la zona del Pentagonito en un Parque Zonal, aludiendo a los parques
públicos situados en las zonas de expansión de la ciudad, que en la imaginación de los residentes en
los barrios tradicionales limeños son vinculados a los sectores urbano marginales. Incluso usuarias entu-
siastas del programa, como las que utilizan las bicicletas estacionarias han expresado su disconformidad
de tener que compartirlas con personas consideradas ajenas al distrito. Si bien se argumenta en térmi-
nos territoriales, diciendo que las usuarias san borjinas deberían tener preferencia sobre las usuarias de
otros distritos, lo que la disconformidad en realidad expresa es el deseo de salvaguardar la exclusividad
de la marca del distrito, frente a usuarias que no estarían a la altura de ésta.

En otras palabras, los criterios técnicos de la gestión de la marca entran en contradicción con lo que
podríamos calificar como criterios culturales. Como podemos observar la gestión de la marca no está
exenta de los conflictos de intereses de los distintos grupos involucrados en su gestión, la comunidad
de San Borja, en si misma heterogénea, el gobierno municipal de turno y las empresas. Si bien, como
régimen, la gestión de la marca se presenta como un asunto de orden técnico y tiende a despolitizar el
espacio público y la participación vecinal, ésta constituye un arduo campo de disputa política.

Es de interés anotar que en los meses previos a las elecciones municipales un grupo de vecinos resi-
dentes en las zonas ubicadas en las inmediaciones del Pentagonito y del Parque Boulevard realizaron
una campaña en contra de la gestión de A. Tejada y en particular en contra de las actividades y gastos
de infraestructura vinculados al Muévete San Borja. Si bien los vecinos estaban al tanto de las denun-
cias de corrupción que recaían sobre la administración de A. Tejada, los argumentos de los opositores
se centraron principalmente en torno al programa y estaban articulados en términos de ineficiencia en

76
la gestión con respecto a los parámetros establecidos por el propio gobierno de A.Tejada: cuidado de la
salud y del medio ambiente, y bienestar y residencialidad.

La oposición estaba dirigida directamente contra el programa Muévete San Borja. En otras palabras, la
gestión no solo había tenido éxito en establecer los términos de la participación ciudadana, sino también
los términos de cualquier disputa posible, así como el ámbito donde ésta debía llevarse a cabo.

Naturalmente que ante la opinión pública en general era casi imposible objetar la gestión de A. Tejada.
Por otro lado, hacia el interior de la comunidad distrital, la crítica al programa podía ser interpretada
como una ofensa contra la propia identidad distrital que los san borjinos y el propio alcalde encarnaban
y ponían en acción a través de su participación en el Muévete San Borja. En diciembre del 2010 la admi-
nistración de A.Tejada respondió a la campaña que se había realizado en su contra y en contra del can-
didato Marco Álvarez, para ese entonces el nuevo alcalde electo, poniendo en escena una pieza teatral
con motivo de la fiesta de navidad organizada por la municipalidad en el Parque Olímpico. En esta se
narraba la historia de un hombre amargado por los avatares de la vida y la lejanía de su familia, que odia
los pasos, voces y risas de niños, jóvenes y adultos que se escuchan en el parque donde suele sentarse
a leer juegos. Es una pequeña niña quien logra enternecerlo y hacerle reconocer que el problema no
está en el bullicio que hay en el parque, sino que el problema está en él1. De esta forma, y apelando a
un lenguaje teatral, la administración desacredita cualquier crítica, definiéndola como una expresión de
índole personal y psicológico, y por tanto desprovista de interés público y social. Al mismo tiempo, se
configura un perfil del san borjino y de cuál debe ser su actitud.

1 Esta obra montada como parte de las celebraciones de Navidad tiene reminiscencias del cuento El Gigante Egoísta de Oscar Wilde, En
este se relata la historia de un gigante malvado que construye un muro alrededor de su jardín para que los niños no puedan jugar en él. Esto
condena al jardín a un perpetuo invierno. Sin embargo, una mañana el gigante despierta y descubre que la primavera había llegado. Los
niños habían abierto un hueco en el muro y entrado a jugar a escondidas. Cuando el gigante aparece los niños primero escapan, pero uno de
ellos queda. Este tenía dificultad de subir a un árbol y el gigante decide ayudarlo. En agradecimiento, el niño besa al gigante y este descubre
que había cometido un error. Derrumbó el muro e hizo de su jardín un jardín para todos los niños.

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Foto 28: Cartel en la fachada de una casa de la Av. Boulevard, frente
al Pentagonito.
Foto: Bianca Tristán, 21 de Junio del 2009.

Foto 29: Revista de la Municipalidad de San Borja, diciembre


2010.

78
3.3 Liderazgo y legitimidad política: el alcalde y la lealtad de marca

En el proceso de construcción de la marca Muévete San Borja, se va gestando una identidad que es
atribuida tanto al distrito como a la propia gestión, e incluso a la figura misma del alcalde. Su participa-
ción en las distintas actividades y sus permanentes apariciones en los carteles y la revista municipal,
realizando las actividades que el programa promueve, lo presentan como la encarnación propia de los
valores y prácticas que identifican al programa y a la comunidad. No es en vano, que el alcalde Tejada
no solo iniciara el programa, él mismo recorriendo el circuito, sino que se le encontró participando en
las carreras y maratones más importantes, y actuando, cantando y bailando sobre el escenario en los
distintos eventos organizados por la municipalidad.

El alcalde como figura política emerge como un sujeto participativo, de modo que liderazgo y legitimidad
se configuran en el terreno de la acción, y ya no exclusivamente en el de las ideas o de la ideología. Un
ejemplo claro de la eficacia con la que opera esta forma de hacer política, es el modo en que funcionó el
lema Muévete San Borja, durante la campaña para las elecciones municipales del 2010. Su enunciación
permanente y las apariciones públicas del teniente alcalde Marco Álvarez, en ese entonces candidato a
la alcaldía, realizando actividades deportivas junto a Tejada, se tradujo en el alto porcentaje de aproba-
ción del alcalde, 82% en el último año de su gestión, en una alta votación para el candidato, quien obtuvo
el 45.5% de votos.

De este modo y para el caso de San Borja como distrito saludable se establecen los criterios de liderazgo
y de legitimidad política en el campo de la performance. Cuando M. Álvarez asumió el cargo, continuó
presentándose los domingos en las inmediaciones del Pentagonito, en ropa de deporte e integrándose a
las actividades físicas, junto con los vecinos. Uno de los últimos actos públicos realizados por el alcalde
Tejada, fue la inauguración del Camino de la Actitud, para lo cual convocó la participación de la agrupa-
ción Corre Perú y a los alcaldes electos de los distritos colindantes de San Borja. El acto de inauguración
consistía en recorrer, ataviados con ropa de deporte, el circuito que agregaba 10 Km más a los 4.5 Km
del perímetro del Pentagonito. El alcalde Cantella, el alcalde electo de San Isidro, un hombre de edad y
con problemas de salud, no se presentó y mandó a un representante. Sin embargo, como corredor éste
no estuvo tampoco a la altura de las circunstancias, ya que partió con el grupo y luego fue recogido por
un auto que lo llevo al punto de llegada. Por el contrario el alcalde electo de Miraflores, él mismo un hom-
bre dedicado a la práctica del running y miembro de Perú Runners, pudo posicionarse como protagonista
junto con A. Tejada, y M. Álvarez, el nuevo alcalde de San Borja.

79
Por último, correr o no correr se constituye en un elemento de distinción que otorga una valoración social
y moral a aquellos que lo hacen. En tal sentido el san borjino, verdadero, es aquel que responde a y
participa del estilo de vida promovido por el programa.

Captar la lealtad de los vecinos hacia una determinada opción política no se logra ya únicamente a través
de convicciones ideológicas o programáticas, sino que se consolida a través de una suerte de fidelidad
de marca. En el caso que nos ocupa, la de un sujeto que encarna los valores de salud y medioambiente.
La marca Muévete San Borja requiere de una autoridad que la pueda poner en práctica, y en ese sentido,
quien no corre no está capacitado, ni legitimado para ejercer el cargo. Al encarnar la marca del distrito,
resulta difícil separarla de la persona del propio alcalde, de modo tal que éste está en condiciones de
llevarse los atributes de esta consigo. No sorprende en este sentido que Tejada siguiera recurriendo a la
figura del corredor en su nueva función de ministro de salud, cargo que ejerció entre el 2011 y 2012.

Foto 30: Revista de la Municipalidad de San Borja, octubre 2010.

80
Foto 31: Revista de la Municipalidad de San Borja, octubre 2010.

81
REFLEXIONES FINALES

El caso estudiado nos permite entonces retomar la discusión de los asuntos planteados al inicio y que
responden a la discusión de marca ciudad y marketing urbano como instancias de una gobermentalidad
neoliberal. Más precisamente, el caso permite reflexionar en torno al modo en que ésta se instala en el
contexto particular de un distrito de clase media limeña con una historia social y política particular, así
como indagar sobre el tipo de cultura política que ésta instaura.

Esta discusión se inscribe a su vez en el deseo de comprender la relación particular en que en la ac-
tualidad cultura y política se intersectan. Vale decir, el modo en que la cultura, más específicamente sus
manifestaciones expresivas y performativas, son instrumentalizadas en favor de la definición de los tér-
minos de la participación ciudadana, de los liderazgos políticos, y de los propios sujetos de gobierno. Tal
dinámica se vincula además a un proceso de despolitización de la política que opera como mecanismo
ideológico, a través del cual se naturaliza la dominación y se invisibilizan los mecanismos de gobierno.
Naturalmente que en este punto es de interés anotar el sentido político que los asuntos y argumentos de
orden técnico tienen, así como la emergencia de liderazgos políticos independientes, con el fin de pro-
blematizar el argumento según el cual la política peruana estaría pasando por un proceso de desencan-
to, rechazo y alejamiento de la política. Nos encontramos más bien frente a nuevos modos de gobierno
y de vinculación política entre estado, ciudadanía y empresa privada.

De la discusión planteada hasta aquí podemos argumentar que efectivamente el caso del Muévete San
Borja, constituye una instancia de la gobernabilidad neoliberal, a través de la cual hemos podido obser-
var y discutir tres asuntos de interés. Como primer asunto, he podido identificar que la marca ciudad y el
marketing urbano han instituido un régimen en el cual los criterios de valoración y legitimación que rigen
son los de eficacia, eficiencia y efectividad. Estos a su vez se expresan a través de lenguajes técnico y
estético. Por otro lado, he observado la implementación de una serie de repertorios performativos con los
respectivos escenarios para su puesta en acción, que operan como tecnologías de poder que facilitan la
configuración de sujetos de gobierno participativos, a la vez que definen los términos de las participacio-
nes posibles y legítimas. Finalmente, me ha sido posible anotar la generación y legitimación de lideraz-
gos políticos, en donde opera una lógica de marca, que tiene como principio central la fidelización.

Lo anterior me permite entonces plantear algunas conclusiones en dos planos de reflexión: uno teórico
que tiene que ver con lo que McKenzie (2001) identifica como las tensiones y paradojas que surgen de
las interacciones simultaneas y complejas entre los estratos de performance cultural y organizacional; y
otro etnográfico que se refiere a lo que revela el caso estudiado con respecto al modo histórica y cultu-

82
ralmente específico en que el neoliberalismo opera en el Perú.

McKenzie (2001) propone que para entender la performance como un mandato del régimen posmoder-
no, es necesario tomar en cuenta que éste opera en los distintos ámbitos de la vida social, y que él define
como estratos que se superponen. El identifica tres grandes estratos de performance que denomina el
performance cultural, el performance organizacional y el performance tecnológico. A cada uno de estos
corresponde un principio de evaluación distinto; así en la performance cultural lo que está en juego es
la eficacia, mientras que en el performance organizacional es la eficiencia, y en el performance tecnoló-
gico la efectividad. Pero, como lo cultural y lo tecnológico están también presentes en lo organizacional,
un buen desempeño organizacional podría entrar en contradicción con la eficacia y efectividad de los
desempeños culturales y tecnológicos.

Para el caso de San Borja, en el cual me he concentrado en los estratos de performance organizacional
y cultural, he podido identificar las tensiones entre la eficiencia de la gestión y la eficacia de la identidad
cultural del distrito, que podríamos a su vez extender a la tensión entre la eficiencia de la marca como
generadora de valor y la eficacia cultural de la marca como generadora de identidad. En ese sentido he
podido observar cómo se imponen aquellos criterios de orden técnico y estético que anteponen el valor
de marca y su performatividad a los intereses de los ciudadanos.

La lógica de marca no solo opera a nivel de la gestión municipal, sino también en el modo en que se
construye y legitima el liderazgo político. En ese sentido, el liderazgo de A. Tejada no responde a un crite-
rio de representatividad, sino más bien a uno de fidelización. En la medida en que Tejada realiza a través
se su propia performance los ideales y valores de la marca, se logra la identificación plena entre ésta y
su persona. De este modo, la autoridad política no simplemente representa la identidad distrital sino que
la encarna. Por otro lado, la fidelización de los vecinos e incluso de los residentes de otros distritos con
la marca se logra a través de la participación de éstos en las actividades promovidas por el Muévete San
Borja. Tal fidelización, que se activa y expresa a través del mandato a la participación, se traduce en la
fidelización para con la persona del alcalde quien encarna la marca. De esta forma autoridad política y
ciudadanía se hacen una.

En la dinámica observada en San Borja, son el alcalde y su candidato los que logran capitalizar el valor
que la fidelización con la marca genera. De este modo, la participación en el Muévete San Borja ad-
quiere un sentido productivo. Esta pasa a ser el trabajo de producción de una identidad susceptible de
ser apropiada para convertirse en poder político que es apropiado por quien ostenta la autoridad. A más
participación, menos ejercicio de poder efectivo y mayor legitimidad para la autoridad. En otras palabras,

83
la participación trabaja a favor de la despolitización de la política.

Por otro lado, hay que anotar que este proceso opera en un contexto con una cultura política pobre y
una vocación democrática muy débil, que por lo tanto termina reforzándose. Si bien el principio de fide-
lización requiere de una intensa participación en el programa Muévete San Borja, convirtiéndolo en un
potencial mecanismo para el fortalecimiento de acciones y espacios públicos, se observa más bien
que el trabajo de creación de una identidad de marca tiene como trasfondo lograr distinción social, en
vez de ejercer poder político.

En este sentido, resulta interesante anotar que el rechazo a participar en el Muévete San Borja por parte
de algunos vecinos, se argumenta en términos identitarios y no políticos, aduciendo que el programa
atenta contra el bienestar y el buen gusto del distrito. Es así que se recurre a un lenguaje y argumento
más cultural que político, que toma la apariencia de un proceso de despolitización de la política. Consi-
derando que la ciudad de Lima es una ciudad en la cual la calle ha sido sistemáticamente desmoralizada
y criminalizada, el argumento cultural e identitario encubre una agenda que es en realidad política y que
consiste en reducir el potencial de la calle como lugar de disputa, lo cual podría otorgar poder político a
la participación en el programa Muévete San Borja. En consecuencia, no nos encontramos en una etapa
de despolitización de la política, sino que ésta se gestiona hoy a través de lo cultural e identitario que
opera además a través de una lógica de marca.

Para concluir, se puede argumentar que Muévete San Borja da muestras de una gestión municipal efi-
ciente, eficacia en la legitimación del liderazgo político, y de un índice alto de fidelización y participación
vecinal en el programa del Muévete San Borja. Sin embargo, hay que anotar que en un contexto como el
peruano, caracterizado por la debilidad de sus instituciones, una cultura política y ciudadana incipiente
y una tradición caudillista, el éxito del Muévete San Borja nos refiere a una situación de mucha partici-
pación, intenso uso del espacio público, significativo contacto con la autoridad, pero de un desempeño
deficiente en cuanto a la construcción de institucionalidad democrática. Finalmente hay que anotar que
la gestión, a través del marketing urbano y la fidelización del ciudadano a la marca, no suspende las for-
mas de distinción social, sino que éstas se redefinen en términos de estilo de vida, al crear al ciudadano
ideal y definir lo que se acepta como participación legítima.

84
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