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Alianza John H]|Coatsworth Races y razones k Los origenes del atraso : | Nueve ensayos de historia econémica de México en los siglos XVII y XIX John H. Coatsworth Adolfo Gilly Friedrich Katz Enrique Semo Iién Semo John Womack \ Consejo editorial de la coleccién | | El consejo editorial de Rafces y razones pretende poner al alcance, del publico una variada selecci6n de titulos en donde se dé cuenta del origen, consecuenciasy actualidad del proceso histérico mexicano. Cor! ‘un criterio interdisciplinario, esta coleccién reuniré los estudios e inves: tigaciones més notables y recientes sobre historia de México. i Alianza Editorial IV. LOS OBSTACULOS AL DESARROLLO ECONOMICO EN EL SIGLO XIX* La historia econémica de México ha avanzado notablemente en los ‘iltimos afios. La labor de revisi6n mas importante se ha concentrado en los sigios xvHry XIX, aunque también han aparecido obras importantes sobre los siglos XVI, Xvi y 20%.! Gran parte dc ia nueva investigacién haa sido cuantitativa o comparativa, y ha vinculado el estudio del pasado mexicanoscon corrientes metodoldgicas de los Estados Unidos y de Europa occidental.” Hoy es posible revisar algunas de las principales hipétesis acerca del relativo atraso de México desde fines del periodo colonial.. Pueden utilizarse estimaciones comparativas del producto nacional bruto mexicano en el siglo XIX para evaluar la repercusién dela labor de revisidn sobre tas interpretaciones tradicionales de ta historia econémica de México, -.esde los Borbones hasta la Revolucion de 1910. cane versiGn original fue publicada en American Historical Review, 83:1 (1978), pags. 80- Paral period colonial, vas a excelente rita de Cares Gibson "Wetngs on Colonial Merceo’ en isi, 33 (91S), pigs 287-323. Tara una revision dela obra Ge los silos xix y xx, vase Enrique Floreseano, “Ensayo de interpretacda” Introducciga iSda ates Reto Cos Grey amy San Comp) En nro A Cute to Beononie Hy, 1430-1090 (Bettas, Univers of Calon Press, 1977), pags. 435-455. telat desnieefchir SVeame lan muchas referencias a Mésico on John J. TePaske, “Recent Tends in {uanttatne Histon Colonial Latin Ameria en Latin dmerer Research Fee, 10 (1975), pigs. 51-62. La obra dol propio TePacke sobre datos dela Colonia ofvece un Seah Sempio de os nuetes tendency a Re ate See ag Obsticulos al desarrotto econémico a1 1 Las estimaciones del ingreso nacional de México revelan tendencias es- peradas. El ingreso per capita asi como el total bajaban hasta después ‘de 1860. Cierta recuperaci6n comenzé durante ia Repablica restau- rada (1867-1876), pero México no sobrepas6 los niveles coloniales de ingreso hasta bien entrado el Porfiriato (1877-1910). Entre 1877 y 1910, el ingreso nacional per capita aument6 a una tasa media anual de 2.3%: un desarrollo extremadamente rapido para las normas mundiales de la época, tan répido que el ingreso per capita se duplic6, con creces, en 33 afios En cl cuadro IV.A he reunido eélculos del ingreso nacional para México, Brasil, Gran Bretafla y los Estados Unidos, en afios selec- cionados de 1800 a 1910. (Estos son los tnicos paises de los que se dispone de estimaciones durante todo el siglo XIX.) Los datos compa- rativos muestran que cl ingreso nacional per capita en México estuvo més cerca del de Gran Bretafa y los Estados Unidos en 1800 que en ningdn otro momento més adelante. En aquel aiio, México produjo més de un tercio det ingreso per capita de Gran Bretafia y casi la mitad del de los Estados Unidos. La brecha en productividad entre la eco- nomifa mexicana y la de los paises avanzados del Atléntico norte nunca hua sido tan pequefia como entonces. Para 1877, el ingreso per capita de ‘México habia cafdo poco més de un décimo del de las naciones indus- iriales, Desde entonces ha fluctuado entre el 10y el 15% del ingreso per capita en los Estados Unidos. La comparacién con Brasil muestra una pauta distinta, Al comienzo del siglo, el ingreso per capita de México era de casi un 20% por encima del de Brasil. Mientras que la productividad mexicana se redujo durante mds de fa mitad del siglo, la de Brasil au- ment6 y sobrepas6 a la de México. Sin embargo, durante el Porfiriato, Ia economia mexicana crecié muy répidamente, y para 1910 el ingreso per capita de México era 40% superior al de Brasil. Hoy, la diferencia ‘entre estos dos paises se encuentra aproximadamente como en 1800.* En materia de dimensiones totales, el contraste entre México y las naciones industriales, especialmente los Estados Unicios, es atin’ més 3s datos del cuadro TV pueden compararse con estimaciones de ingrso per copia para otros pases latinoamericanos, citadas en William P. McGreevey, “Recent Research Ente Economie History of Latin America”, en Latin America Research Review, 3 (1968), pags, 96-99. Véase tambien Laura Randall, Comparaive Economic History of Lain ‘merce, 1500-1914, 1 (Ann Arbor, University Miroforms, 1977), pég. 224, para un sfuerzo para consult estimzeiones de “Inte superior” det ingreso nacional mexicano a partir de 1520. 82 John H. Coatsworth, agudo. facia 1800, México producia mas de la mitad de los bienes y servicios de los Estados Unidos. En 1877, México slo produjo'un 2% de la producciGn que salfa de las fabricas, granjas y depdsitos del coloso del norte, y s6l0 5% del total de la produccidn briténica, El aumento de ia poblacién explica en gran parte la diferencia entre México y estas dos economfas indusiriales. En 1800, la poblacién de México (seis millones) era mayor que la de los Estados Unidos (poco mas de cinco millones) y més de la mitad de la poblacién de la Gran Bretafia (casi 11 millones, sin incluir Irlanda), En 1910, 1a poblacién de México era de 15 millones, la det Reino Unido de 45 millones y la de los Estados Unidos de 92 millones. Aun Brasil, cuya poblaci6n én 1800 s6lo era de poco més de tres millones, sobrepas6 a México durante el siglo XIX, y ego a set de més de 22 millones en 1910. Los Estados Unidos y Brasil recibieron grandes masas de inmigrantes, sobre todo después de 1890. ‘México atrajo a muy pocos inmigrantes, en tanto que las altas tasas de fallecimiento mantenfan bajo ef aumento natural de la poblacién hasta el decenio de 1930." ‘Aunque las estimaciones que aparecen en el cuadro IV.1 pueden con- tener errores, es improbable que la posici6n relativa de los cuatro pafses y la magnitud de las brechas entre ellos fueran afectadas si se obtuvie~ an datos ms precisos. Para un anélisis del atraso rclativo de México en el siglo xx, se destacan dos aspectos de Ja comparacién. El primero es la diferencia considerable entre ias economtas de México y de los Es- ‘tados Unidos a comienzos det sigio. En 1800, los Estados Unidas fue un pafs predominantemente agrario, a décadas de distancia todavia de la Revolucién Industrial, En ef mismo afio, México era la colonia mas de rica de Espafia en el Nuevo Mundo, con una avanzada industria minera «que exportaba grandes cantidades de metales procesados. En realidad, el valor de las exportaciones estadunidenses y mexicanas a finales del siglo xvin era muy similar’ 2Por qué empez6 ta economfa mexicana el siglo XIX con menos de la mitad de la produccién que Ta de los Esta,, La estimacién briténica de 1910 incluye a Irlanda, Para datos de poblacin de estos patses, weanse las fuentes eitadas en el cvadro 1V.l; para Mésico, véase El Colegio de México, Esiadécicas econémicas del Poririato: Fueraa de irabajo y actividad por sectores (México, El Colegio de México, s/), 1. SLos Estados Unidos exporiaron artfeulos por un valor aproximado de 20 millones de pesos (o de délares; el tipo de cambio era !:1) anvalmente, poco antes de las Guerras Napolesnicas. American State Papers, 7. Clase 4; Commerce and Navigation (Washington, 1832), 1: 34yss. Los datos del comercio exterior mexicano comienzan en 1796, Mientras «que el comereio de los Estados Unidos aument6 marcadamente durante la guerra, el de México no lo hizo. Lerdo de Tejada, Comercio exterior de México, sin paginacion. ‘Obstaculos al desarrolio econémico 3 CUADRO IV.L. INGRESOS NACIONALES, 1800-1910 (délares de 1950) A. Ingreso per capita Alto México Brasil Gran Bretaia Estados Unidos 1800 B 62 (118) 196 G7) 165 (44) 1845 56 72 (8) 323 7) 214 20) 1860 9 TT (6A) 370 (13) 359 (14) 1877 oe 83 (75) 491 (12) 430 (14) 1895 1 89 (102) 745 (12) 735 (12) 1910 132 94 (140) 807 (16) 1035 (13) B. Ingreso total (en millones) Alo México Brasil Gran Breiana Estados Unidos 1800 438 198 (221) 2.094 (21) 858 (51) 1845 420 510 (62) 6293 (7) 5493 (8) 1860 392 778 (50) 8510 (5) 10900 (4) 1977 613 «1115 (55) 16690 (4) 21629 (3) 189511461633 (70) 27930 (4) 50754 (2) joo 2006 «2.129 (4) 36556 (5) @s201 2) ‘Nota: Las ndmeros entre paréntesis muestran el ingreso de México como porcentaje de ‘cada estimacin Todos los céleulos sc computaron en délares estadunidenses de 1950. FUENTES: Las estimaciones del PIB de México se explican con més detalle en el capitulo $ (iia), Para Brasil, véase Nathaniel 1. Leff, “A Technique for Estimating Income Tiends {rom Currency Data and an Application to Brazil”, Review of Income and Wealth, 5 (1972), pgs. 355-368. Leffcalcu’6 que el ingreso nacional de Brasil crecfaa un ritmo medio anual 4e-0.4% entre 1822 y 1913. Los valores de este cuadro se han extrapolado a partir de un célculo de 98 délares estadunienses de 1920-1925, a esta tasa. Hay que notar que en ‘un trabajo mas reciente, Leif da célculos distintos; véase Undendevelopment and Deve opment in Brazil, vol. 1, Beonomie Siructure and Change, 1822-1947 (Londres, Allen y ‘Unwin, 1982), cap. 3, Para Gran Bretaiia, véase Phyllis Deane y W.A. Cole, Bris Eeo- ‘nomic Growih, 1688-1959 Trends and Structure (Cambridge, 1962), pigs. 282, 329-330, 1La estimacin inicial para 1800 emplea la eifra de Deane y Cole de 232 libras esteriinas para 1801, convertida a délares de 1950 utilizando el fndice de precios de mayoreo de Wa- ren Pearson y del Bureau of Labor Statistics (WP/BLS) en el U.S. Bureau of the Consus, Historical Statistics of the United States from Colonial Times to 1957 (Washington, 1958), ‘pags. 115-117. Ulteriores estimaciones inglesas emplean las tasas de desarrollode Deane y Cole aplicadas ala cif incial. Las estimaciones para 1800, 1845 y 1860 son tan slo para la Gran Bretafia, el resto es para el Reino Unido (que incluye Irlanda), Las esti- Imaciones de los Estados Unidos para 1800, 1845 y 1860 se bacan en Paul A. David, “The Growth of Real Product in the United States before 1840: New Evidence, Controlled 82 ag se de ae de dc ot de ye ary van reer ere a7 PRCETET CUSTER ENE STU sz Se oat ecegte een eee eee 8 John H. Coatswonth dos Unidos? El segundo aspecto sorprendente de los datos analizados es la medida en que la brecha entre México y los paises industrializa- dos se ensanch6 entre 1800 y el tiltimo cuarto del siglo. $i la economia mexicana se hubiese mantenido al ritmo del desarrollo de los Estados Unidos durante todo el siglo, México habria llegado a su nivel de i- ‘greso per capita’ de 1950 antes de la Revolucién de 1910. Si la brecha entre México y los Estados Unidos hubiese seguido siendo la misma, de 1800 a la actualidad, México se encontrarfa hoy entre las potencias industriales del mundo.,.Desde la perspectiva del siglo xx, es posible in vertir la pregunta hecha anteriormente: 6Por qué se quedé la economia mexicana tan atrds de los gigantes industrializados del Atlantico nore durante el siglo xix 0 ‘Tres obstéculos principales al desarrollo econémico han sido propues- tos para explicar el relativo atraso de México a finales del periodo co- Jonial: el colonialismo espaiiol, el sistema de tenencia de la tierra y la Iglesia catélica. Todos ellos deben rechazarse, sobre la base de la evi- dencia de los efectos econémicos directos. Primero, puesto que Expafia administr —o “desadministro”— scs colonias del Nuevo Mundo durante tres siglos enteros, ella fue sin duda responsable de todo Jo que las colonias lograron o dejaron de lograr, axioma que ha sido repetido por estudiosos e historiadores desde que el barn Alexander von Humboldt lo popularizé en sus monumentales estudios de las colonias espafiolas en el primer decenio del siglo xr¥. Pero la emancipacién de Espafia prometia pocos beneficios, Con fines de medici6n, los costos del colonialismo espafiol serdn definidos com> aquellas limitaciones econémicas que la Independencia en realidad eli- ‘min6: 1) limitaciones metcantilistas al comercio directo con patses ex- tranjeros, y 2) la exportacién no compensada del oro y la plata extrafdos por el gobierno colonial como ingresos fiscales netos. (Esta definicién eja para su ulterior estudio los efectos del colonialismo espanol que Conjectures”, Journal of Economie History, 27 (1967), pégs. 151-197, Las estimaciones ‘de David, de las tasas de desarrollo real entre 1800 y 1860, fueron utlizadas para exe polar su estimacién del producto nacional bruto de Ios Estados Unidos de 1840, justada A d6lares de 1950 con el indice WP/BLS. Para 1877, 1895 y 1910 se hizo wn ajuste similar 8 Gélares de 1950, en las estimaciones de! ingreso nacional, en la U.S, Bureau of the Cer sus, Historical Statistics, pig. 139. Nétese que la cia de 1877 es un promedio estimad> para 1877-1881, y la estinacién de 1895 es un promedio pata 1892-1896. Obsticulos al desarrollo econémico 85 subsistieron después de la Independencia.) Hay dos preguntas a las ‘que puede buscarse respuestas precisas. {Cuénto habria ganado la eco- nomia mexicana si la independencia de Espafia se hubiese logrado mas temprano, es decir, a finales del siglo XvilI? ZY qué parte de la diferen- cia en productividad entre las cconomfas estadunidense y mexicana se habria eliminado con estos avances? EI cuadro 1V2 presenta estimaciones de las respuestas. Compara el costo promedio anual del colonialismo espafiol a México entre 1797 ¥ 1820, con el costo del colonialismo briténico para las trece colonias norteamericanas en 1775. Las cifras para la América del Norte fueron tomadas de las conocidas estimaciones de Robert Paul Thomas, quien caloulé la pérdida del ingreso colonial debida a las restvicciones impues- tas por los briténicos al comercio directo (principalmente con Europa del norte y con las Indias occidentales) y rest6 de esta pérdida cier- tos beneficios (subsidios para la produccion de materiales estratégicos, proteccién naval y de las fronteras, y similares). Las estimaciones me- xicanas tienen dos componentes. El primero es un cilculo del ingreso colonial perdido por las restricciones impuestas por Espafia al comer- cio extranjero directo, similar a los célculos de Thomas para las colo- nias briténicas.’ El segundo componente es la carga fiscal: los ingresos Ascules reeabados por funcionarios de ta colonia én Mexico y exporta- os para subsidiar la administracién de otras colonias espafiolas, o para enar las arcas reales en Madrid.® Puesto que los briténicos no fijaron impuestos directos internos, esa carga no existi6 en las trece colonias. Robert P. Thomas, “A Quantitative Approach to the Study of the Effects of Bri tish Imperial Policy upon Colonial Welfare", en Journal of Economic History, 25 (1956), igs. 615-638. Thomas ha sido criticado por razones metodolégicas, pero las reestima ‘lones que hia empleado procedimientos més refinados han producido os mismos resul- tados. Véase Peter.D. MeCiclland, “The Cost to America of British Imperiat Policy”, en American Economic Review, 59 (1969), pigs.370-381, y Joseph D. Reid, Jr, "On Naviga- ting the Navigation Acts with Peter B. MeClellsnd: Comment, en American Economie Review, 60 (1970), pigs. 949-955. ‘La pérdida de ingresos se calculé uliizando datos de aranceles y de costos de. lwansbordo, aplicados al valor de los artculos legalmente intercambiados entre 1797 y 1820. Los costos indirect se estimaron suponiendo una elastiidad-precio de demanda igual 2 uno. sf como las estimaciones de Thomas para la Norteamérica britinica, 18s estimaciones para México aquf constituyen una medida méxima y muy aproximada de} ravamen del comereio indirect, Pepin Humbold ls ingresos scales dela Nueva Espa en 1803 sumaban cercade 20 millones de pesos, de los que poco més dela mitad ecan exportades a Espatia ya otras ‘olonias espafolas. Humbolet, Polical Essay, vol. 4, pigs. 224-229, Vere también el cap. yf), te k e e @ ti ei si si ase eenze 86 John Hi. Coatsworth, CUADRO IV.2, COMPARACION DE LOS COSTOS DEL MERCANTILISMO BRITANICO Y ESPAROL, se Sse Colonia Costo (millones Costo per capita Costo como de pesos) (p2s08) porcentaje del ingreso colorial Norteamérica briténica (1775) as 026 03 Nueva Espafia (1797-1820) ‘Carga comercial 12 1.20 3.0 ‘Carga fiscal 10.1 1.68 42 Tol 173 2.88 72 ‘Nota: El ingreso colonial para las trece colontas briténicas se ha calculado como la esti- rmacign per capita de 1800 (90 d6tares estadunidenses) multiplicada por la poblacin. de 1775. En pesos corrientes de 1800, esto llega a un ingreso total de 175 millones de pesos. [Nétese, sin embargo, que Thomas estimé los costos del meteantilism briténico en di roe cortiontee de 1773) antes de la inflackdn que eamen/ en la década de 1780. De este ‘modo, a magnitud de la earga briténica como porcentaje del totaly del ingreso per cnita std um tanto exagerada, Para la Nueva Espafa, las estimaciones son promedios anuales de 1797 a 1820. Fupwres: Para la Norteamérica britinica, véase Robert Paul Thomas, “A Quantitative “Approach to the Study of the Effects of British Imperial Policy upon Colonial Welfare”, Jeutrnal of Econamie History, 25 (1965), pigs. 615-638, Para ls estimaciones mexicanas, ‘véase texto y notas 7-8. 7 Como Jo muestra el cuadro 1V.2, el costo total de la soberaifa espafiola lleg6 a ser poco més de 17 millones de pesos anuales. En contraste, el costo del colonialismo briténico s6lo fue de medio millén de pesos. Por consiguiente, la carga espafiola era 35 veces mayor que la de Jos briténicos. Sin embargo, el cuadro IV.2 también muestra que la carga espafiola equivalia a menos de tres pesos per capita a comienzos del siglo x1x Desde luego, uno puede preguntarse si los esplendores de la ciudadanfa espafiola valfan tanto. De todos modos, en términos estrictamente econémicos, un 7.2% del ingreso de 1800 se perdi6, 10 que es una cantidad nada insignificante, Pero aun si esta estimacion fuera cinco o diez veces demasiado baja, la Independencia no habria eliminado Ia brecha en productividad entre las economfas mexicara y ‘Obstéculos al desarrollo econémico 87 estadunidense en 1800. Si afiadimos tres pesos al ingreso mexicano per capita, ain quedarfa en menos de la mitad del de los Estados Unidos, Muchos mexicanos en cl siglo XIX, y més adelante no pocos histo- riadores, se han preguntade gor qué la Independencia no estimul6 la economia mexicana Muchos han buscado la respuesta a esta pregunta enel torbellino de Ia lucha por la independencia y en la consiguiente in- estabilidad politica, Sin duda, estos fendmenos ayudaron a deprimir la economia después de 1810; pero mas importante todavia, el ingreso de ‘México no aument6 espectacularmente norque la Independencia tuvo resultados econdmicos directamente adversos, que contrapesaron con creces los beneficios. En efecto, la continua depresién en la crucial in- ustria minera, que persisti6 hasta bien entrado el sigio xix, fue en gran parte el resultado de un costo de la Independencia que no se anticipé: Ja pérdida de abastecimientos seguros dé azogue —indispensable para procesar mineraies de bajo grado— que Espana habia aportado a pre- ios bajos y fijos, de la enorme mina de azogue de Almadén de propie- dad estatal.” En segundo lugar, un importante obstéculo al avance econdmico ci- tado en los estudios convencionales es el sistema de tenencia de la tierra , mas precisamente,, fa organizaci6n de la producci6n agricola mexi- na ent grandes haciendas, sta explicacion generat puede dividirse en cierto ndmero de afirmationes distintas, de las cuales al menos dos pueden ser rechazadas de inmediato: 1) que las grandes haciendas del periodo colonial y también del siglo XIX estaban ineficientemente orga- nizadas y eran nial administradas, y 2) que la concentraci6n de propic~ dad de la tierra caus6 per se despilfarro y mala asignaciGn de los recur- 50s. Es imposible abordar en un espacio tan limitado toda la discusién sobre el sistema de tenencia de la tierra. Por fortuna, hoy podemos de~ pender de gran némero de estudios sobre Ia hacienda, muchos de los cuales se completaron en los titimos afios. Gran parte de las hacien- das estudiadas se encontraban en la meseta central, desde Oaxaca en el sur hasta San Luis Potosf en el norté} Se han estudiado intensivamente los archivos —incluyendo libros de cuentas, correspondencia y docu- mentos de transferencia de propicdad— de més de cincuenta grandes haciendas, mientras que se ha examinado con menor detalle el doble de ese mimero. Estos archivos a menudo cubrian mas de un siglo de activi- Jean Paul Berthe, “El problema de) abastecimiento del azogue a las minas de plata en México independiente” (ponencia presentada al XLI Congreso Internacional ‘de Americanistas, México, 1974), 88 John H. Coatsworth dad, La época colonial (especialmente el primer y el tiltimo medio siglo del gobierno espafiol) ha fascinado especialmente a ios historiadorss, pero trabajos recientes se han concentrado también en las haciencas del siglo xIx.” Ademis, se ha afiadido un buen mimero de estudios re- gionales a la obra pionera de Charles Gibson sobre Tlaxcala y el Valle de México en la época de la Colonia. Estos contienen, a menudo, la mejor informacién de que disponemos sobre la agricultura de otro tipo que las haciendas, asf como datos sobre las condiciones del trabajo y la situaci6n de arrendatarios y aparceros."” Colectivamente, los estudios sobre haciendas y regiones han trans~ formado la visi6n tradicional de la agricultura mexicana y de la admi traciGn de las tierras. Aunque son primariamente deseripciones nar-a- tivas de las operaciones y la organizaci6n de las propiedades, sus cfec~ tos han sido tan importantes para la historia de México como lo fue la generaci6n de obras econométricas sobre Ja agricultura con mano de ‘obra esclava para la historia del sur de los Estados Unidos. No se ha encontrado un solo propietario de haciendas que pudiese pasar por el tipo de aristécrata absolutamente incompetente en materias econdmi- €as, obsesionado por el prestigio, que en un tiempo se consideré como €l tipico hacendado hispanoamericano. ‘Todos ellos eran ambiciosos, ala manera cuacteristiva; basta los administradores de las propieda- des de ia Tglesia, ya que, después de todo, los ingresos eran para obras pias. Cada uno de ellos demostr6 un deseo primordial de maximizar Jos ingresos y minimizar los eostos de produccién, Durante los perio- dos de prosperidad, ios propictarios de haciendas invertian en sus ope- raciones, experimentaban con nuevas cosechas y métodos y buscaban "Juan Felipe Leal y Mario Huacuja claboraron en 1975 una excelente bibliogetia ‘que cubre la mayor parie de {a obra del sig xix: “Fuentes para el estudio de la hacienda fen México, 1856-1940" (México, Centro de Estadios Latinoamericanos, Universidad Nacional Auténoma de México, Avances de Investigaci6a nm, 10, 1975). Entique Seno también cubre el periodo colonial en “La hacienda mexicana ylatransicion de feudalisno al captatsno" en Hora y Sida, 2, ceri, § (1975), ps 2-8. Vea ambin Enrique Floreseano comp.) Haciendas, laijundios y plaruaciones en América Lufna ‘(México Siglo Veintiano Editores, 1975); Enrique Semo (comp,), Siete ensayas sobre la hacienda mexicana, 1780-1880 (México, instituio Nacional de Antropologta e Historia, Coleccién Gientiia: Historia, nim. 55, 197). NiVeanse, por ejemplo, tres de los més destacados: Taylor, Landlord and Peasent, Van Young, Hacienda and Market y Claude Morin, Michoacén en la Nueva Espari dei siglo xvi Creimiento desigualdad en una economia colonial (México, Fondo de Cultara Exondmica, 1979). Y, desde luego, véase Charles Gibson, Tlaxcala inthe Siatenth Cennury (New Haven, Yale University Press, 1952), y su magistral Aztecs under Spanish Rule Obstéculos al desarrollo econémico 89 nuevos mercados. En periodos de dificultades econémicas, cambiaban de [a agricultura a la ganaderfa, reorganizaban sus haciendas en nuevas formas de tenencia, vendian para reducir las pérdidas, o abandonaban ‘por comipleto sus posesiones. Dados los costos relativos de la mano de obra, el capital y especialmente la administraci6n y supervision, su ‘ racionalidad econdmica era comparable a ta de los émpresarios mo- demos. Hasta ahora no se han encontrado pruebas que sostengan la hipGtesis de que el sector de las haciendas de la economia agricola me- xicana despilfarr6 recursos que habrian podido ponerse en uso mds pro- ductivo on diferentes condiciones de tenencia de la tierra;** El cuadto de la agricultura en el México colonial y del sigio xix que surge de los testimonigs de que hay disponemos parece indicar dos con- clusiones principales. ‘La agricultura de la hacienda gozaba de ventajas de que no disponian ios pueblos de indios, los pequefios propietarios ! 9 los aparceros: economfas de escala, acceso a crédito exterior, infor- macién acerca de nuevas tecnologfas y mercados Iejanos, cierta pro- teccién ante funcionarios demasiado vidos y mayor seguridad de ta . teneneia, A pesar de estas ventajas, y por importantes que fueran, no climinaBan la produccién en pequefia escala, porque no bastaban compensar los altos costos de reclutar y supervisar la mano de obra. Las | grandes havicudas tenfan una ventaja comparativa en la produccién de | ganado yacuno, ovejas, lana, granos alimentarios, pulque, azGear y he- nequén: En otros productos que necesitaban una supervisi6n muy mi- * nuciosa (0 trabajadores sumamente motivados) para producir o pata | transportar sin grandes pérdidas, los pueblos y los productores en pe- | quefa escala tenfan ventaja: frutas, productos de las huertas como to- | mates chiles, seda, cochinilla, animales pequefios, incluyendo cerdos, ' aves de corral, huevos y similares. Hasta algodén, tabaco y vino eran producidos comtinmente por los pueblos y los pequeiios propietarios La especializacién de productos segdn tamafo, ubicacion y organi zacién de las unidades, hizo que la agricultura mexicana Luese mis efi- ciente de lo que hubiera sido de otta manera, Ademés, Ia diseiptina de los mercados locales y regionales actuaba para favorecer una distri- . buci6n de los tamatios de las unidades de produccién en términos de | to que un economista moderno describirfa como “mezcla optima”. Le- | jos de distorsionar la asignacién de recursos en el México agrario, la "so uno de los estudios dela hacienda enfoca directamente Ia cuesti6n de is pro- ucsvidad y sn ut, la obra de Barret ofrece un excelente rodeo para os historiado- |, resinteresais en a evestonesanaticas aqu planteadas: The Sugar Hacienda 90 John Hi. Coatsworth -concentracién de la tenencia de la tierra funcioné para permitir una produccién més eficiente de las coséchas apropiadas para grandes uni- dades, sin sacrificar las ventajas de la produccion de unidades pequefias para otros productos." ‘A finales del siglo XIX, 1a mayor disponibilidad de nuevos transportes y tecnologfas de produccién volvid ineficiente a Jaya tradicional divisin el trabajo entre agricultura de hacienda y la de otro tipo. La balanza ‘ccondmica se inclin6 espectacularmente en favor de las grandes hacien- das, La productividad agricola, estancada durante el medio siglo que siguié a fa Independencia, aument6 répidamente cuando las haciendas se agrandaron a expensas de puebios libres y pequefios terratenientes." Pueden aducirse prucbas adicionales a partir de datos comparativos. En 1800, entre el 70 y 80% de la fuerza laboral mexicana trabajaba en la agticultura, para rendir aproximadamente un 40% det producto bruto de la colonia, Casi idénticas son las mejores estimaciones en el mismo ‘iio para los Estados Unidos: ligeramente més de] 80% de la fuerza la~ oral en la agricultura producfa aproximadamente un 40% del ingreso dela nacién. La brecha en la productividad agricola entre las dos regio- nes era exactamente igual a la brecha en la productividad no agricola entre fas dos economias. México obtenia la mitad de lo que producfan os Estados Unidos, tanto en produccién agricola como no agricola.” Por consiguiente, en términos comparativos, ¢] sector agricola de la eco- nomfa mexicana no fue un lastre impuesto al desarrollo de la nacién. ‘Aunque este testimonio no es decisivo, deja al menos una sugerencia a los historiadores que buscan los obstaculos que dificultaron el des rrolio de Ja economfa mexicana en la época colonial y en él s : concentrarse menos en las condiciones de un solo séctor, por impor- tante que fuera, y mas en las condiciones que afectaban a la economia ensw conjunto. *Pgobrela producci6n de pequeias unidades, incluyendo fos pueblos, véase Wiliam B. “Taylor, “Haciendas cofoniales en el valle de Oaxaca", en Historfa Mexicana, 23 (1973), ‘pigs, 284-325; Rabell, Lor dieemos; Harnett, Politics and Trade; y Woodsow Borah, Silk Ratsing in Colonial Mexico (Berkeley, University of California Press, 1943). Mohn H, Coatsworth, "Anotaciones sobre le produccién de alimentos durante et ato, en Mixoria Mericana, 26 (1976), pigs. 167-187. Se reproduce como cap. PX, Pa ‘para datos de los Estados Unidos, véase Stanley Lebergots, Manpower in American eonomie Growth: The American Record since 1800 (Nueva York, MeGra-Hil, 1964), pie. 117; y Paul A. David, “The Growth of Real Product in the United Statas before Tet: New Evidence, Controlled Conjectures”, en Joumal of Economie Histon, 21 (1967), igs. 151-197, Para estimaciones mexicanas, vease cap fra Obstéculos al desarrolio econémico 1 En tercer lugar, se supone que la Iglesia retard6 el desarrollo eco- némico de México durante el periodo colonial y, al menos, durante tres décadas después de la Independencia, hasta que la revoluci6n liberal logré expropiar los bienes del clero y reducir su papel en la vida polltica de la nacion.) El argumento anticlerical ocupa voltimenes enteros de muy densa prosay atremete no s6lo contra las actividades estrictamente econémicas de la Iglesia, sino también con su influencia politica, social y cultural, La parte del argumento que hoy se puede rechazar es Ja que atribuye importancia a las actividades estrictamente econdmicas de la Iglesia: 1) cl diezmo, 2) los préstamos hipotecarios, y 3) la propiedad de bienes de manos muertas. = (El diezmo era un impuestd de 10% al producto bruto, que se fijaba principaimente a la produccién agricola y ganadera de las haciendas privadas, Como cualquier impuesto directo de hoy, el diezmo reducia la rentabilidad de la empresa agricola, Pero, 6cudnto redujo este impuesto e] producto nacional bruto de México? A menudo se ha supuesto implfcitamente que la produccién agricola (y por cllo el PNB) se redujo en la cantidad exacta del impuesto, es decir, en un 10%, como si los. cobradores del impuesto se hubiesen llevado una décima parte de cada cosecha para ofrendarla como sacrificio. Y aun si se midiera de esta manera, absolulamepte inapropiada, Ia reduccién cn cl ingreso per capita provocado por el diezmo en 1800 habria sido de menos de la mitad de un peso, €s decir, poco més del 1% del ingreso nacional. Para Ia época de la Independencia (hasta 1833, cuando tue abolido el diezmo como obligacién legal de la ciudadanfa), los ingresos de la Igiesia por esta fuente ya se habfan reducido a sumas insignificantes.”* ‘Una medida apropiada de la importancia del diezmo habria sido to- mar en cuenta su efecto sobre la rentabilidad de la empresa agricola privada, Al reducir las ganancias de la agricultura privada, el diezmo redujo el empleo y la inversidn en ese sector de la economia, haciendo que capital y trabajo se desplazaran a otras actividades menos produc: tivas Asf pues, el efecto negativo sobre el PNB es la diferencia entre lo que el capital y el trabajo producian en otras actividades al ser expulsa- dos por el efecto del diezmo de la agricultura y fo que habria producido (a falta de diezmo) si se hubiesen quedado en las haciendas. La canti- dad de mano de obra y de capital que abandons la agricultura privada Michael Costeloe, Chures Wealth in Meso: A Suidy of the “Suzgado de Copetantas” in the Arcibishopric of Mexico, 1800-1856 (Cambridge, Cambridge University Press, 1967), pags. 14-18, 2 John H. Coatsworth fue insignificante; por ello, esta diferencia es de alrededor de cero, aun cuando el cobro de diezmos llegara a su maximo a finales del siglo Xvi La Iglesia misma y los pueblos indios no s6lo produjeron una parte im- portante de los productos agricolas y del ganado de la colonia (apar- tando asf una porciGn considerable de 1a agricultura de los efectos del diezmo), sino que Jas diferencias de productividad entre Ia agricultura privada y el resto de la economfa indican que las empresas no agricolas ya eran inds productivas que la agricultura. Por consiguiente, 8 efecto mds importante del diezmo fue de distribuci6n: la Iglesia y los pueblos de indios conservaron una mayor parte de la tierra de la que habrian conseguido si no se hubiera aplicado el diezmoz” Aun cuando los historiadores se han dado cuenta de que el cobro del diezmo no redujo directamente el producto nacional bruto, han su- gerido sin embargo que ta Iglesia dio un uso improductivo a este in- greso: en lugar de invertir sus ganancias en nuevas industrias y empre- sas, la Iglesia disipo una décima parte de la produccién econdmica en nuevas construcciones religiosas o en la paga de sacerdotes, Esta afir- maci6n tropieza con dos dificultades. Primera, el efecto multiplicador del gasto “improductivo” en los tiempos modernos ha demostrado ser razonablemente eficaz para estimular, en lugar de deprimir, la actividad econémica; y no hay razén para suponer a priori que este efecto estu- viese ausente en el México colonial. Y segundo, la Iglesia invirtié una parte considerable de sus ingresos en présiamos hipotecarios a empro- sarios privados. En realidad, la Iglesia probablemente aument6 la tasa de inversi6n en 1a economia por encima de lo que habria ocutrido si los ingresos del diezmo hubiesen permanecido en manos privadas. ‘También se ha interpretado mal el papel de 1a Iglesia como princi- pal institucién bancaria del pais. La Iglesia obtenia un ingreso neto el diezmo, de los donativos privados y de sus diversas propiedades. Ademés, actuaba como agente fiduciario de los fideicomisos que esta. ban a su cuidado, La Iglesia invertfa una gran porcién de su ingreso neto y de todo el capital de fideicomisos que administraba, habitual- mente con intereses del 6% en préstamos hipotecarios. Como cobraba ‘una baja tasa de interés, que no era la del mercado, la Iglesia domin6 el mercado de préstamos hipotecarios. éQué efectos tuvo esto sobre la actividad econémica? Précticamente ninguno, Una vez més, el efecto principal fue de distribuci6n. La Igiesia perdia dinero cuando prestaba U7Bste andllsis de la importancia del diezmo est en deuce con Pascual Garcla Alba, “Los liberals y los bienes del clero®(manvscrto inédito, El Colegio de Mésieo, 1974), ‘Obstéculos al desarrollo econémico 93 fondos por debajo de la tasa de interés del mercado, aunque los recep- tores del crédito de la Iglesia lo ganaran. Actuaba como un modern banco de desarrollo, gravando a tos contribuyentes para subsidiar la acumulacién de capital privado. La Iglesia no impuso obstéculos lega- les o practicos para impedir que los receptores invirtieran en fébbricas y no en haciendas 0 en articulos suntuarios.® Si no se construyeron fabri- cas, ello se debié a razones distintas de la intervencién de Ia Iglesia, Por dltimo, la Iglesia posefa propiedades. Estudios de las haciendas que eran propiedad del clero parecen indicar que eran al menos tan bien administradas como las que se encontraron en manos privadas. Las ha- ciendas mds grandes de la Iglesia gozaban de considerables ventajas, incluyendo una red de comunicaciones a larga distancia que hacia posi. ble planar a la vez comprasy ventas para aprovechar las condiciones de mercado en areas bastante dispersas."” Después de la Independencia, la mayor parte de las haciendas de la Iglesia fueron alquiladas a particu- lares, por lo que la eficiencia de estas propiedades no dependiG en ab- soluto de la administracion eclesidstica.” La principal diferencia entre los sectores eclesidstico y privado se encontré en que la Iglesia estuvo exenta de la mayor parte de los impuestos fijados a Ia empresa privada por los gobiernos coloniales y, después, nacionales. Sin embargo, no hay evidencia de que la autoridiad pabiica hublese dado mejor uso @ los ingresos obtenidos fijando impuestos a la Iglesia; en realidad, muchos testimonios parecen indicar lo contrario. Por ejemplo, después de la expropiacién de los bienes del clero por los gobiernos liberates en los ahos 1850, desaparecié gran ntimero de actividades de caridad mante- nidas por la Iglesia, de modo que el efecto a corto plazo de traspasar las propiedades eclesidsticas al sector privado gravable parece haber sido una pérdida para el bienestar de los pobres. mu Huubo dos obstéculos principales al desarrollo econémico en el México colonialjque, en conjunto, explican casi toda la diferencia de productivi- "$Coesteloe, Church Wealth in Mexico, cap. Ml. Berman Konrad, A Jesuit Hacienda iz Colonial Mexico: Santa Lucta, 1576-1767 (Stanford, Stanford University Press, 1980), tian Bazant, Alienation of Church Wealih in Mexico: Social and Economic Aspects ofthe Liberal Revolution, 1886-1875 (Cambridge, Cambridge University Press, 1971), fg. 257. 94 John H. Coatsworth, dad entre las economfas mexicana y estadunidense en 1800: transportes jnadecuados y una ineficiente organizacién econémica, 0 sea, geogratia y “feudalismo”,, La poblaci6n y la actividad econémica de México siempre se han concentrado en altos vailes y mesetas alejados del mar. No existfan vias acudticas al interior, ni se las habria podido construir. Por consi- ‘guiente, toda la economfa depends de un costoso transporte por tierra, para llevar bienes y personas. Un ejemplo bastard para mostrar c6mo Ja geografia afect6 los costos de transporte y, de esta manera, el de- sarrollo de mercados y e] aumento de la productividad. A finales del siglo xvut la Diputacién Minera de Guanajuato calculé que esta ciu- dad recibia su abasto de maiz desde haciendas localizadas dentro de un radio de diez leguas (55 kil6metros).”' A las tasas prevalecientes en esta zona, los productores tenfan que pagar entre un real y yanrdal y un tercio (0.125 a 0.166 pesos) por tonelada-kilémetro para embarcar bie- nes comercialmente.” El precio del maiz fluctuaba enormemente, pero para dar una idea ilustrativa, lo fijaremos en $0 pesos por tonelada.” Las haciendas situadas al margen de este radio de 55 kilémetros tenfan que pagar mas de 8 pesos (40% del precio de venta del maiz) tan s6lo para llevarlo a Guanajuato. Si los productores de matz. hubiesen lo- ‘grado embarcarlo a Guanajuato, a los mismos precios payados pur ei- ‘arque en canoa en los lagos que rodeaban @ la ciudad de México, el radio de abastecimiento de Guanajuato habria aumentado hasta entre 485 y 725 kilémetros." Los efectos de este transporte barato s6l0 po- Gdemios imaginarlos, pero el impacto sobre el ingreso nacional habria sido enorme: una mayor especializacin regional y una mayor division de trabajo, nuevos centros de produceién previamente sin explotar a causa de la distancia de los centros de poblacién y los mercados, ma- yor dependencia de los mercados para intercambiar productos, mayor para el radio de abastecimiento para Guanajuato, veae la cita en Wolf, “The Mexican Bajo", pée. 183. ‘Biprading y Potash can costes idénticos para el fete euando se les convirte a toncladas-Kldmetros. Véase Brading, Miners and Merchants, pg. 16, Robert Potash, Banco de Avio de México: El foment dela industria, 1821-1846 (México, Fondo de Cultura Beondmica, 1959), pg 17. “Bparael precio del maiz ctado, vase Beading, Miner and Merchants, pag. 16.y Wot, “The Mexican Bajo”, pig. 17, donde la cifras sparecen como aproximadamente once reales por fancge. "ivara los costos por canon en Toi lagos de la ciudad de México, véase Humboldt, Poltical Esny, Ol. 2, pgs. VTA-17. a Obstdculos al desarrollo econémico 95 movilidad de capital y trabajo, economfas externas debidas a mejores comunicaciones, etc. Desde luego, los Estados Unidos ya posefan estas ventajas. Si México las hubiese compartido, la diferencia de producti dad enire las economias mexicana y estadunidense se habrfa reducido, ceteris paribus, al menos en un tercio. Esta conclusion se basa en Io que en realidad sucedié cuando se construyeron los ferrocarriles durante el Porfitiato. Los costos del transporte de carga se tedujeron a menos de un décimo de sus niveles anteriores. Los ahorros sociales, para 1910, sumaban al menos un 10.8% del producto interno bruto, equivalente a un tercio de fos avances de productividad de la economia mexicana entre 1895 y 1910/° Si México hubiese contado con un sistema de rfos como los que bay a lo largo de Ia costa este de los Estados Unidos, una parte importante de Ja ventaja de los Estados Unidos de comienzos del siglo xIx se habria eliminado. Desde luego, no todos los otros factores eran iguales. El gobierno virreinal bien habria podido aumentar las alcabalas hasta eliminar las redueciones de los costos del transporte. O Madrid habria podido or- denar al gobierno colonial que negara licencias a los empresarios que querian aprovechar reducidos costos del transporte ¢ invertir pronta- mente en nuevas empresas produetivas. © la Corona habria podido decidir que el transporte fuese un monopolio real (estanco, del que se deriva estancar) y controlar el abasto de los embarques para poder co- brar fletes casi tan altos como los det transporte terrestre. O el Con sejo de Indias habria podido pedir al rey que protegiera a la poblacién indigena, prohibiendo su empleo en la producci6n de articulos que se vendfan en lugares remotos. O, después de incontables pleitos legates que duraban varias décadas, la Audiencia habria podido decidirse en favor de las peticiones de atrieros, carreteros y venteros, y ordenado que todos Jos botes, balsas y piraguas de la colonia debian ser propie- dad exclusiva de los exarrieros, carreteros y venteros registrados ante las autoridades, y que estuvieran de acuerdo en prestar diez mil pesos al rey. ‘La misma posibilidad de medidas como éstas parece indicar un me- dio institucional seriamente deficiente para la actividad empresarial. En efecto, é1 segundo de los dos principales obstaculos al desarrollo 28Para Jos datos del ferrocaril, véase John H. Coatsworth, Crecinniento conta desa~ trollos Elimpacio econémico de los ferocaniles en ef Porfriaco (México, Ediciones Era, 1984), 96 John H. Coatsworth econ6mico de México fue una organizacin econémica ineficiente. Este término no significa que las haciendas privadas 0 compafiias mineras desperdiciaran recursos, dado el medio al que se enfrentaban. En cam- bio, ¥p refiere a un conjunto de medidas politicas, leyes ¢ instituciones que ampliaron, en lugar de reducir, la brecha entre los bencficios priva- dos y los sociales de la actividad econémica Durante la época colonial y la mayor parte del siglo 21x, actividades que habrian podido contri- buir al desarrollo econdmico nunca se emprendieron porque prometian ganancias demasiado pequefias a los potenciales propietarios y produc- tores. La ley o la practica existentes iban en contra de una empresa més produetiva,o de leyes y précticas nuevas, necesarias para proteget y estimular una actividad produetiva que nunca se desarroll6. En el periodo colonial, las limitaciones legales impuestas a la movi lidad del capital y el trabajo impidieron el desarrollo del mercado de factores de producci6n.”” Minuciosas regulaciones piiblicas de fa activi- dad econémica, con fines fiscales y de otros tipos, aumentaron los cos- tos iniciales y desalentaron a fos empresarios.” El sistema judicial au- ‘ment6 los riesgos de la actividad empresarial al no aplicar un conjunto bien definido de derechos de propiedad. La politica fiscal hizo mas ‘costosas las transacclones, desalents el uso de los mercados como me- 2+Véase North y Thomas, Te Rise ofthe Westem World, cap. 1 "Para un andliss de las testrcciones a Ia movilidad geogréfica y ocupacional, veasc ‘Wolf, “The Mexican Bajo”, pigs. 179-183. La movilidad de capital era obstaculizada de ‘muy diversas maneras, Por ejemplo, estaba prohibida la actividad comercial para iertos {grupos laborales (como clérigosy funcionarios pablics) y Timitada para la mayoria dela poblacién (indios y personas con mezcla de antepasados indios y europeos). Guillermo Hernéndez Peialose, El derecho en Indiayen su metrdpolf (Bogota, Editorial emis, 1969), igs, 408-4125 y Jacinto Pallaes, El derecho mercanil mexicano (México, Tip. 3. Guerra 4 Valles, 1893}, pigs. 167=191, 28Véase Wolf, “The Mexican Bajio", para algunos ejemplos. Para una revisiOn de la Politica fiscal y econdmica en el siglo xviu, véase Florescano y Gil Sénchez, "La época dc las reformas borbénicas”, en Moreno Toscano et a, Historia general de Mésico, ol. 2, pgs. 183-301. Véase también, Enrique Semo, Historia del eapitaliino en Mexico: Los onlgnes, 1521-1763 (Mésico, Ediciones Era, 1973), pags. 162-165. En el siglo xv ain se consultaban, para resolver disputas, once diferentes oédigos * legates espaiotes el primera de los cuales databa de 693 6.C, Gustavus Schmidt, The Cuil Law of Spain and Mexico (Nueva Orle4ns, Thomas Res, 1851), pag 152. Ades, la ley ‘mercanti habia sido parcialmente codificada en las Ordenanzas de Bilbao, modernizadas ‘en varios puntos después de su promulgacisn inicial en 1459; y en 1783 se expidi un ‘nuevo e6digo mincro, las Ordenanzas de Mineria. John T. Vance y Helen L. Clagett, A Guide 10 the Law and Legal Literature of Mevico (Washington, The Library of Congress, 1945), pgs. 67-203. Existian varios e6digos menores, que eran aplicados a terrenos ‘spotiales de actividad sin sobreseer nunca claramente una legislacidn ms genera. sf Obstéculos al desarrollo cconémico 7 dio de intercambiar productos y contribuyé al aislamiento geografico de Jos mercados regionales y locales que si se desarrollaror,{° Los monopo- lios reales de la producci6n y distribucién de muchos articulos alteraron Jos precios y redujeron la produccién" La inversiGn, por autoridades diblicas o agencias voluntarias, en infraestructura o capital humano, fue insignificante, No existié una legislacién general que promoviera Ja realizacién de economias de escala por medio de sociedades an6ni- ‘mas. La innovacién fue desalentada por un sistema de privilegios que no garantizaba una ganancia al inventor 0 a los inversionistas en la apli- cacién de procesos nuevos.” La exencién a corporaciones de una parte. de los riesgos y limitaciones impuestos al resto de la sociedad fue dis- tribuida por la Corona a grupos e individuos favorecidos, con el efecto neto de aumentar la carga a los demas. Los tribunales especiales es- ‘tablecidos para atender casos en que participaban miembros de cada grupo corporativo, aumentaban el caos ordinario del sistema judicial con interminables litigios sobre qué tribunal era el apropiado para ofr cada caso, incrementando asf la incertidumbre que ya viciaba el medio juridico.* La propiedad de los pueblos indigenas, cabildos, ciertas ins- tituciones ptiblicas, mayorazgos y los fideicomisos administrados por la Iglesia estaba definida por ley como inalienable. Las tierras asi ocupa- 29s¢establecieron aduanas interns por todo el pas para gravat ls articulos que pasa- ban entre jurisdiccionesseparadas. Unos permisos obligatorios (gufas) para transporiar ‘antculos de fabricacién extranjera, bienesdestinados ala exportacién debfan indicat el ‘amino preciso que la mercancta tba a seguir yespeeiiar el tiempo calculado de trans- porte. Alllegara.su destino, era emitido un nuevo documento que debfa ser transportado fisiamente a lugar de origen del embarque y sometido, en un periodo especiico, para probar que se habfa cumplido con la gufa. Una desviaci6n de tiempo o deeaminosomietfa lembarque a confiscacin, Para cast todos los mercados, se necsitaban permis expe- dials olcencias; de otra manera se confiscaban los bienes: Enrique Orozco, La evoluctén dea legislacién en la Replica (México, Diaz de Leén, 1911), pag. 7. 5'Para una lista de monopolios reales a finales del siglo xvim, véase Lira, “Aspecto fiscal dela Nueva Expaia”, pgs. 388-309, Juan do la Torte, Legtacion de patenesy marcas: Coleccién completa de todas las disposiciones que ha regido en México sobre esta materi, desde la dominacton espanola hasta la Epoce aca, concordada y explcadas (México, Antigua Imprenta de Murgut, 1902), pas. 1-5. ‘Uno de os més distinguidos viereyes de la Colonia, el conde de Revillaggedo lo jo mds sucintamente, a amar que en su corce cada quien cree que seré mejor teatado ‘que cn la de otros, y asf se hacen todos los esfuerzos por leva las disputasy Ios pleitos ‘terreno propio. Citodo en Jacinto Palaces, E! poder judicial: 0 Tatado completo de le orzanizacion, competenca y rocedimientes de ls tibnates dela Replica Meticana (México, Ienprenta de N. Chaves, 1874), pg. 35. 98. John H. Coatsworth das no podian utilizarse como garantfa de préstamos hipotecarios, al- quilarse durante periodos extensos a un solo aparcero, ni ser vendidas a nadie. Por mucho que estas limitaciones fuesen evadidas o aun vio- Jadas en la préctica, ellas ayudaron a inmovilizar recursos 0 desviarlos hacia usos menos productivos. En lo més alto de este sistema de gobierno se hallaba la Corona, ‘cuyo poder era constitucionalmente absoluto, Ningin derecho de los ciudadanos, ninguna ley, regulacién o costumbre limitaba la libertad de accién det rey en las colonias. Todos los actos legislativos y judiciales derivaban su autoridad de la Corona. El rey podfa conceder exenciones individuales —y a menudo lo hizo— de {a aplicacién de sus leyes, 0 cemitir por peticién decisiones judiciales que contradecian sus propios decretos, para tomar en cuenta los méritos personales de los litigantes. No pocas veces, los ministros del rey, los virreyes y los tribunales de apelaci6n actuaron de la misma manera. La naturaleza intervencionista y continuamente arbitraria del me- dio institucional obligaba a cada empresa, fuese urbana o rural, a ope- rar en forma sumamente politizada, aprovechando redes de parentesco, influencia politica y prestigin familiar Jara ganar acceso privilegiado a créditos subsidiados, aplicar diversas estratagemas para reclutar mano ‘de obra, cobrar deudas 0 aplicar contratos, evadir impuestos o Ja accion de los tribunales, o defender o afirmar derechos sobre la tierra. El éxito el fracaso en el terreno econémico dependia siempre de las relaciones del productor con las autoridades politicas, ya con funcionarios locales para arreglar asuntos inmediatos ya con el gobierno central de la Co- lonia para una interpretaci6n favorable de la ley o intervencidn al nivel local, cuando tas condiciones lo exigian. La pequefia empresa, excluida del sistema de privilegio corporativo y de favores politicos, se vefa obli- ‘gada a actuar en un estado permanente de semiclandestinidad, siempre al margen de la ley, a merced de pequefios funcionarios, nunca segura ante posibles actos arbitrarios y nunca protegida contra los derechos de os més poderosos. Este sistema de gobierno hacia imposible la “libre” empresa. No era tan s6lo una cuestion de politicas, leyes ¢ instituciones especificas, 0 de ‘su impacto general en un determinado momento, lo que desalentaba el espiritu de empresa. El obstéculo principal era la naturaleza del Estado mismo, sus principios de operacién, ef fundamento de todos, Wyosé Maria Ots Capdequt, Espaiia en América: El régimen de ta terra en ta é colonial (México, Fondo de Cultura Eeonémica, 1959), caps. 2-3. ‘ae Obstéculos al desarrollo econémico 99 sus actos. Para ser més eficiente, la organizacién econ6mica de México necesitaba una revolucién en la relacién misma entre el Estado y la actividad econdmica. Lamentablemente, el enfoque de costos-beneficios, tan util para identificar el efecto de la organizaci6n econdmica en términos te6ricos, no puede aplicarse cuantitativamente. Es posible saber la direccién (positiva 0 negativa) de los efectos de leyes, politicas especificas, pero.no la magnitud de su impacto. La medicién directa es imposible en la préctica, aun para distinguir la importancia relativa de los diversos componentes del sistema. Algunos adelantos se pueden obtener de la agregacién de estudios de casos individuales, al nivel de la ‘empresa, pero éstos no parecen ser muy tiles para estimar las pérdidas por actividades econémicas que nunca llegaron a empezar. Considerar pacto de la organizacién econémica como residual no resulta satisfactorio, especialmente cuando las dimensiones del residuo quedan sugeridas por una comparacién internacional, y no por una estimaci6n del potencial del propio México para el desarrollo. Sin embargo, un punto de partida para futuros trabajos bien puede ser la hipdtesis de que la mayor parte de la brecha entre las economfas mexicana y estadunidense en 1800 se debi6 a diferencias en su organizaci6n ‘economica. Vv Los dos principales obstéculos al desarrollo econémico en el México colonial —transportes inadecuados ¢ ineficiente organizacién econémi- ‘ca—habrfan podido ser etiminados a comienzos del siglo x1x. La Inde- pendencia, en 1821, emancip6 al pais del origen de las medidas politi- as, leyes ¢ instituciones que inhibfan la actividad empresarial. Y la tecnologfa de los ferrocarriles se desarroll6 durante el decenio de 1830, y fécilmente habria podido ser importada en la década de 1840. Al llegar ta época de la independencia, las liberales cortes espafiolas, esta- blecidas para resistir la invasi6n napolesnica y después resurgidas bajo la presién popular, ya habfan eliminado muchas limitaciones importan- Las primeras concesiones emitidas por el gobierno mexicano para la construccién do un ferrocaril dataa de 1837, La linea as{planeada, dela ciudad de Méxicoa Veracruz, slo se completé en 1873. John G. Chapman, La consiruccin del Ferrocaril Mexicano, 1837-1880 (México, SepiSetentas, 1974), pags. 22-25, 160. 100 John H. Coatsworth tes impuestas ala actividad econémica. Fueron abolidas las distinciones étnicas entre los ciudacanos en materia de empleo, fisco y justicia; los derechos de propiedad corporativa fueron limitados a la iglesia y a los pueblos indfgenas y cabildos; se redujo el niimero de los monopolios Teales y se impusieron cortapisas a sus actividades; se eliminaron los privilegios corporativos de ciertos grupos ¢ incluso de la mayor parte de los gremios; se hicieron esfuerzos por modernizar el sistema judi cial, y se inicié una revisién de los anticuados c6digos juridicos.* Pero Iuego México cayd en medio sigio de guerras politicas, sociales ¢ inter- nacionales. La caida de un gobierno estable anulé los efectos potencial- mente positivos de los cambios que acompafiaron a la Independencia, privando al nuevo gobierno y al sector privado de los recursos necesa- ios para mejorar los transportes. La Independencia lleg6 a México por medio de un virtual coup d’Etat de la élite criolta de la Colonia, levado a cabo en gran parte para sepa- Tara México del proceso liberalizador que estaba en marcha en Espatia. Durante el medio siglo siguiente se hicieron repetidos esfuerzos por re- crear el centralismo arbitrario del Estado colonial. Et principal par- tidario de estos esfuerzos conservadores fue un limitado grupo social de grandes terratenientes ¢ industriales situados en el centro del pats, ‘8 menudo residentes de la ciudad Ue Méxieu, “Estos Nabian sido 10¢ principales beneficiarios del intervencionismo de la Corona duratite la €poca colonial o, como las grandes casas mercantiles de la capitai, tra- taban de recuperar los privitegios que la propia Corona habia abolido en las reformas de finales de la época borbénica. Aliada a estos gru- Pos estaba la Iglesia, que intentaba conservar su posicién privilegiada y fovertir el anticlericalismo de los Gltimos reyes Borbones, y el nuevo ejército profesional, dotado de privilegios en las constituciones ante- riores, cuya principal raz6n de ser era encargarse de practicar el nuevo centralismo contra las demandas regionales de mayor autonomia y el clamor de reforma de los liberales.*” Para los actos principales de las cortes y los principales cambios legislativos aplica- dos en México después dela Independencia, véae Manvel Dubin ySose Marfa Lease Legslcin mexicana o coleceon dete dposcnes eile expliar fete tak, pendent de lap (45 vl, Mey Imprenta sel Conteh 166) col. Michael Csiloe, La Print Replies Fede! de Meo, 1524859 (eco, Fondo de Cus sini 397) pe 8-5 yan Br Cnc oy of Me fom s (Cambrige, Cambridge Unversity res, Obstéculos al desarrollo econémico 101 Las descripciones tradicionales de México después de la Indepen-

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