La Guerra Cristera, también llamada Guerra de los Cristeros o Cristiada,
fue un conflicto armado de México que se prolongó desde 1926 a 1929 entre el Gobierno y milicias de laicos, presbíteros y religiosos católicos que se resistían a la aplicación de la llamada Ley Calles la cual proponía limitar y controlar el culto católico en la nación. La Guerra Cristera o la Cristiada —como también se conoce —, comenzó cuando Plutarco Elías Calles modificó el Código Penal de la Constitución de 1917. Calles instauró lo que conocemos como “Ley Calles” el 21 de junio de 1926. En esta ley se buscaba reducir el número de sacerdotes, restringir la realización del culto religioso y aminorar las libertades de los creyentes. Además, se buscaba prohibir las manifestaciones de fe fuera de los hogares y expropiar las propiedades y bienes de la Iglesia. Sin embargo, con lo que no contaba el gobierno era con la fe y el valor de todos los católicos, protestantes y hasta no creyentes, que estaban dispuestos a levantarse en armas e incluso perder la vida, todo por conservar la libertad de ser y de creer.
La Guerra Cristera fue un enfrentamiento armado que inundó de sangre
gran parte del territorio mexicano. En esta contienda lucharon los que se conocieron como cristeros contra las políticas de intolerancia religiosa promulgadas por el gobierno de Plutarco Elías Calles. La Guerra Cristera tiñó de rojo el suelo mexicano por tres largos años. Durante ese periodo se enfrentaron creyentes y militares del gobierno de Plutarco Elías Calles. Elías Calles había impuesto leyes que limitaban la libertad de culto y con ello la libertad de expresión. Sin embargo, no solo los cristeros sufrieron las consecuencias de una guerra que marcaría su vida para siempre, sino también militares, y civiles ajenos a la lucha.
Causas de la Guerra Cristera en México
El apoyo que brindó la Iglesia a Porfirio Díaz y su gobierno, según los revolucionarios, La expropiación de bienes a la Iglesia. La limitación a la libertad religiosa que se dio desde la promulgación de la Constitución de 1917. Esta limitación empeoró durante el mandato de Plutarco Elías Calles. La Constitución mexicana de 1917 establecía una política que negaba la personalidad jurídica a las iglesias, prohibía la participación del clero en política, privaba a las iglesias del derecho a poseer bienes raíces e impedía el culto público fuera de los templos. Algunas estimaciones ubican el número de personas muertas en un máximo de 250 mil, entre civiles, efectivos de las fuerzas cristeras y del Ejército Mexicano. Aunque, cabe mencionar, que los cristeros no solo fueron víctimas sino también victimarios, pues al enfrentarse contra los militares no tenían piedad alguna. Lamentablemente, quienes se encontraban “ajenos” al movimiento, también sufrieron las consecuencias de esta violenta guerra pues sus hogares fueron saqueados, sus mujeres sufrieron abusos sexuales y otras tantas personas perdieron la vida. Hay que mencionar que la Ley Calles fue una modificación al Código Penal en 1926 por el presidente Plutarco Elías Calles, para limitar las manifestaciones religiosas con el fin de contar con instrumentos más precisos para ejercer los controles que la Constitución de 1917 estableció en el artículo 130 como parte del modelo de sujeción de las Iglesias al Estado. Estos instrumentos buscaban limitar o suprimir la participación de las iglesias en general en la vida pública, pero dadas algunas características de la legislación, en algunos estados se llegaron a establecer leyes que obligaban a que los ministros de culto fueran personas casadas y se prohibía la existencia de comunidades religiosas, además de limitar el culto religioso únicamente a las iglesias, así como prohibir el uso de hábitos fuera de los recintos religiosos.
En enero de 1927, empezó el acopio de armas; las primeras guerrillas
estuvieron compuestas por campesinos. El apoyo a los grupos armados fue creciendo, cada vez se unían más personas a las proclamas de ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva Santa María de Guadalupe! lanzadas por quienes fueron conocidos como los cristeros.
El origen del sustantivo cristero es disputado. Hay quienes consideran que
fueron ellos mismos quienes utilizaron el nombre primero para identificarse, pero hay investigadores del fenómeno, como Jean Meyer, quienes consideran que, en sus orígenes, era una expresión despectiva, usada por agentes del Gobierno federal, derivada de cristiano. En todo caso, los que se conocían como cristeros fueron capaces de articular rápidamente una serie de descontentos locales con las consecuencias de la Revolución mexicana, así como de aglutinar en torno suyo a grupos que, por distintas razones, se oponían a lo que ya para entonces se conocía como el "Grupo Sonora", nombre creado por el origen sonorense de los presidentes Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. No sólo eso, la Cristiada, como también se le conoce, logró un uso muy eficaz de símbolos religiosos profundamente arraigados en las prácticas colectivas en México como la Virgen de Guadalupe. La Guerra Cristera debió terminar en 1929, cuando el episcopado y el gobierno se pusieron de acuerdo por medio de “arreglos” para establecer la paz. Sin embargo, al ser este un arreglo entre élites, los campesinos no quedaron conformes y nuevamente se levantaron en armas durante los años 30’s.
Quienes participaron en la Guerra Cristera pueden dividirse en dos bandos;
el católico, conformado por obispos, intelectuales, y cristeros -combatientes armados-, mientras que en el otro bando estaba el gobierno, el Ejército Federal y aunque parezca increíble, también había un sector campesino.