En vista de que en su mayoría los gestos que realizamos son de manera
inconsciente, los convierten en una gran fuente para el análisis de la información
transmitida por un emisor. Esta acción es realizada comúnmente, para conocer las emociones y pensamientos del individuo mientras comunica cierta información. La comunicación en sentido general, puede ser dividida en dos grupos:
Lo que decimos de forma verbal: Utilizando la lingüística.
Lo decimos o expresamos: Utilizando la kinésica (gestos, microexpresiones faciales, postura corporal) y paralingüística (tono de voz, volumen, velocidad o entonación).
Todos estos elementos reunidos y analizados, pueden revelarnos las intenciones
reales que tiene una persona mientras se comunica. Pero, como hemos mencionado recientemente, el sólo examinar las expresiones faciales o escuchar su entonación al hablar, puede no ser enteramente concluyentes. Debe ser estudiado el medioambiente en el cual se desarrolla el intercambio comunicativo; en razón de que, una persona no se comunica igual en un ambiente óptimo y estable, que en uno saturado y estresante.
El analizar el lenguaje corporal de una audiencia, puede revelarnos si está
conectada o desconectada de la exposición que llevamos a cabo. Al notar pequeños gestos de ansiedad como mover los pies, mover los dedos o jugar con el lápiz; puede dejar ver que nuestro discurso bien puede ser tedioso o la manera en la que lo transmitimos requiere una corrección.
Se dice, que pasados los primeros 30 minutos la audiencia comienza a perder la
concentración, por lo que emplear técnicas de oratoria, junto con la paralingüística y la kinésica, hará que la audiencia se mantenga enfocada en nosotros.