Pero no
es raro que su ejercicio entre, de hecho, en conflicto con otros derechos de terceras personas. ¿Ha
de tener algún límite la libertad de expresión?
El derecho a expresar la propia opinión podríamos decir que tiene dos vertientes: una vertiente
positiva, que consiste en exponer la propia opinión y los motivos razonables en los que se apoya. Y
una vertiente negativa: la expresión de la propia opinión no debe ser ofensiva o injuriosa sobre
personas u opiniones contrarias. Se puede razonar por qué mi opinión es ésta y no la contraria, y
también se puede razonar por qué no nos parece bien la opinión contraria, pero no se debe
descalificar peyorativamente, con afirmaciones gratuitas o expresiones ofensivas contra las
personas o las instituciones.
Dicho de otra manera: el derecho a expresar la propia opinión no puede incluir el derecho a insultar
o injuriar al que piense de modo distinto: el derecho a ofender no existe. El derecho a la libertad de
expresión no puede anular el derecho a la fama, al honor, al buen nombre de otras personas o
instituciones. Saltar ese límite sería un abuso de la libertad de expresión, y por tanto algo injusto,
que se debe evitar.
Análisis de igualdad