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Hay mucho que hablar respecto de la conferencia del maestro

Zaffaroni, y hago referencia en primer momento a la introducción del


maestro, donde hace referencia a que la necesidad de la realidad
actual ya ha adelantado a aquella respuesta que nuestras sociedades
están daño, y como el virus ha establecido en algunas personas una
percepción aparentemente bélica, pero que solo enaltece aquella
mutación y capacidad de adaptabilidad del planeta a lo que surgen
nuevos virus de igual manera, entonces esto nos deja una
expectativa de cómo debemos responder al final de esta crisis, tanto
social como en el aspecto jurídico.

Pero surgen muchas preguntas de como los juristas tenemos


participación, y se pregunta el maestro ¿Qué leyes estamos
interpretando? Recordando que quienes hacen las leyes es producto
de la política y el resultado de la aplicación a través de las sentencias
es un acto político, es un acto de gobierno.

Acota el maestro que se ha tratado de legitimar el Derecho Penal, con


la idea de que es el ejercicio del poder punitivo del Estado, pero que
no es sino una fracción o una parte de este, pero es que el operador
jurídico no hace ejercicio de este poder punitivo, sino los organismos
ejecutivos como la policía, la función jurisdiccional ejerce el ejercicio
del poder jurídico, es acotamiento del poner punitivo, y hace un
ejemplo de un semáforo judicial, en resumen, una regulación de
aquel poder punitivo del estado, un límite.

Desbocar el poner punitivo genera un estado criminal, donde no


existen limitaciones al estado y crea atropellos incesantes como las
SS, o la Gestapo, entendiendo que el ejercicio de este poder no ha
sido sino un desarrollo de brutalidades a las cuales se hace caso
omiso, y que incluso actualmente es violencia, convierte este poder
punitivo en estado como homicida, y critica mucho que los sistemas
penitenciarios incluso se podrían convertir en campos de
concentración.
El maestro acerco su discurso a la negación del intento histórico de
los penalistas de legitimar el poder punitivo, sino, cambiar el
paradigma, establecer una legitimación del poder jurídico, establece
en la actualidad, el derecho penal aparentemente juega una suerte de
protección de los Bienes Jurídicos pero en realidad no es el bien
jurídico individual, sino aquellos intereses que el Estado trata de
proteger.

En el íter lógico del discursivo plantea la necesidad de la


racionalización de los límites que acoten el poder punitivo del Estado,
para limitar aquella violencia o selectividad que existe dentro de este
poder punitivo, esta racionalización no es solo observar la realidad
como lo haría una ciencia social, sino ejercer el poder discursivo
racional, donde si bien es cierto no vamos a cambiar la realidad, este
discurso resultará en una apropiación por parte de los aplicadores del
derecho, al menos en países que sus modelos de estado sean más
abiertos.

Hay que iniciar comprendiendo que la pena no es legitimada, no es la


legitimación del poder punitivo, esta es un hecho político, es una
realidad que está implícita en la sociedad, y se compara la guerra,
que su legitimación o no, no la desaparece, sino que el interés que se
busca es una suerte de “humanización” o una especie de función
“civilizadora” de estos hechos políticos, que son por su naturaleza
brutales y violentos, que si no fuera porque el derecho se inmiscuye
como el derecho internacional humanitario que no niega la guerra
sino afirma que seguirá existiendo entonces hagámosla en mayor o
menor medida más civilizada.

La realidad jurídica deberá permear las realidades sociales y cita a


Welzel, diciendo que la realidad jurídica cualquier invento del derecho
deberá tener como limites las realidades sociales, no inventar cosas
que traten de deslegitimar las realidades, en búsqueda de una
sociedad casi idílica, negando que hay cosas que seguirán pasando
independientemente de nuestro pensamiento, por eso el derecho
deberá acoplarse a la realidad para racionalizarla y no para negarla.

El maestro hace referencia al futuro de la dogmática penal, aquel


discurso deberá corresponder a las necesidades de nuestras
realidades políticas, esos límites que se deben establecer al poder
punitivo del estado es distinta a la limitación europea, dejar de
importar absolutamente sistemas ajenos al nuestro, que se hicieron
con base en realidades totalmente ajenas a las nuestras, hablamos
que la historia de Latinoamérica han tenido distintos conflictos bélicos
que producen distintas respuestas y distintos límites, que no
atenderían a los alcances que a veces le han dado los estados han
realizado en nuestros contextos.

El maestro hizo referencia al modelo acusatorio de los procesos


penales, como un modelo que provee más garantías, porque en el
inquisitorio era donde solo habían papeles y no personas, pero el
acusatorio en teoría es muy bueno, pero en la práctica no es sino
dependiente de la cantidad de dinero que se quiera o pueda invertir
en la aplicación de este sistema, lo que hacemos es usar un juicio
abreviado y llega a un juicio donde lo que se hace un juego de
negociación y se termina en una suerte de condenar a personas sin el
juicio que garantice su defensa.

Lo procesos penales deberán ser más expeditos, más humanos, como


en Inglaterra, que no se lleva a un proceso penal acusatorio, se
imponen multas, si se pudiera reducir el área del derecho penal, a
conductas de tipo contravenciones administrativas, y mejorar un
presupuesto se podría ver una aplicación más coherente y que
cumpliera más con los fines que el derecho penal busca, en la
actualidad, tratar de convertir todo en delito y llevarlo por un proceso
penal de plenario, solo desgasta el sistema judicial y será imposible
lograr perseguir todas las conductas que contravengan la ley, es por
eso que se debe hacer eficiente este tipo de tipificación de conductas
reprochables según el maestro Zaffaroni, ya que sería la única
manera que se podría salir adelante en este aspecto.

Entendiendo a la pena como un hecho de poder, sus usos pueden


variar, porque no es lo mismo la finalidad para un agresor de
distintos tipos de delitos, pero en ese orden de ideas el delito es una
abstracción que se instaura en una ley, pero socialmente es percibido
de forma distinta, y las consecuencias son diferentes, entonces el
mantener la pena con ciertas finalidades será cerrar a aquel ejercicio
del poder frente a conductas reprochables.

En cuanto a la culpabilidad, si realmente somos autónomos o


estamos determinados, más allá partimos del hecho que algún grado
de autonomía tenemos en el quehacer diario y a la hora de afrontar
conflictos, no podemos hacer todo lo que se nos ocurra, estaríamos
locos, sabemos que tenemos límites, no obstante hay una minoría
que actúa con la torpeza que le ha sido determinada, por esa
diferencia social, no es lo mismo, alguien de una zona marginal que
alguien con dinero.

En Latinoamérica podría haber un sistema eficiente pero debe ser


construido entendiendo la realidad, ya no se debe importar todo lo
que se hace en otros países, se debe seguir un proyecto de política
criminal, pero es muy difícil pensar que un solo sistema podría ser
aplicable en razón de la riqueza cultural, lo que se debe buscar un
sistema más humano y más real.

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