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El número siete

E l número siete se compone de cuatro + tres; cuatro


se refiere a lo que ha sido creado y tres a la
manifestación divina. Así pues, el número siete
representa la creación proclamando a ,su Creador. Es el
símbolo de la perfección espiritual, ya sea del bien o del
mal. Es también el número más frecuente en las
Escrituras; sólo en el libro del Apocalipsis, donde el
enfrentamiento del bien con el mal llega a su climax, ya
se le menciona más de cincuenta veces.
El día de reposo era en el séptimo día, ya que, tras
seis días de esfuerzo, Dios descansó en el conocimiento
de su perfección. Enoc, el séptimo desde Adán, «desapareció,
porque le llevó Dios». Moisés, también, fue el
séptimo desde Abraham. En Génesis 12:2-3 encontramos
la séptuple bendición que Dios dio a Abraham: «(1)
Haré de ti una nación grande, (2) y te bendeciré, (3) y
engrandeceré tu nombre, (4) y serás bendición. (5)
Bendeciré a los que te bendijeren, (6) y a los que te maldijeren
maldeciré, (7) y serán benditas en ti todas las
familias de la tierra.»
También hizo Dios una séptuple promesa parecida al
pueblo de Israel; promesa que viene asegurada, en su
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principio y final, por la declaración: «Yo soy JEHOVÁ.»
Así dijo: (1) «Yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas
de Egipto, (2) y os libraré de su servidumbre, (3) y
os redimiré con brazo extendido y con juicios grandes;
(4) y os tomaré por mi pueblo, (5) y seré vuestro Dios ....
(6) Y os meteré por la cual alcé mi mano jurando que la
daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; (7) y os la daré por
heredad. Yo Jehová» (Éx. 6:6-8). En estas siete promesas,
encabezadas por «y (yo) os...», se expresa la perfección
de los propósitos de Jehová.
En Levítico 14, donde Dios da a conocer la ley del
leproso, se dice que éste debía ser rociado siete veces (v.
7). Siete eran las fiestas de Jehová, algunas de las cuales
se prolongaban hasta los siete días. También cuando
Balac, rey de los moabitas, quiso que el contratado
Balaam maldijera a Israel, mandó construir siete altares
y preparó siete becerros y siete carneros, perfección de
la adoración idólatra (Nm. 23:29). Siete veces, por mandato
de Jehová, rodeó la ciudad de Jcricó en el séptimo
día el pueblo de Dios, precedido de siete sacerdotes que
llevaban siete bocinas de cuerno de carnero. Así se consumó
la victoria de la fe y la destrucción de la ciudad de
la maldición (Jos. 6).
Posteriormente, en el libro de Jueces, siete cosas débiles
se usaron para confundir a los poderosos, expresando
la perfección espiritual de la obra divina de
liberación: en 3:21, Dios usó a un hombre zurdo; en
3:31, una aguijada de bueyes; en 4:4, una mujer; en 4:21,
una estaca de tienda; en 9:53, un pedazo de rueda de
molino; en 7:20, cántaros y trompetas; y en 1515, una
quijada de asno.
En 1 Samuel 16:10 se habla de los siete hijos de Isaí;
y en 2 Samuel 21:9, de los siete hijos de Saúl. En Mateo
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12:45 aparecen siete espíritus inmundos más, verdadera
culminación del mal. En Mateo 18:22, Jesucristo estableció
la medida perfecta del perdón: setenta veces siete.
En Marcos 16:9, se da esta explicación de María
Magdalena: «de quien [Jesús] había echado siete demonios
»; cima, nuevamente, de la iniquidad. En Hechos
6:2-3, para que los apóstoles no tuvieran que dejar «la
palabra de Dios, para servir a las mesas», se escogieron
«siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu
Santo y de sabiduría» para que se ocuparan de los asuntos
seculares. En el mismo libro se indica cómo luchó
Dios por su pueblo y destruyó siete naciones en la tierra
de Canaán (13:19).
Siete fueron las epístolas escritas a las iglesias para
dar perfectas instrucciones acerca de los asuntos de la
vida y la santidad; y también siete son las cartas a las
iglesias que aparecen en Apocalipsis y que aportan una
visión completa de la historia de la Iglesia. En
Apocalipsis también se mencionan siete candeleras, siete
estrellas, siete ángeles, siete espíritus, junto con siete
sellos que cierran y protegen firmemente el libro, y siete
plagas postreras en las que «se consumaba

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