Está en la página 1de 5

3.

1 La inclusión social como meta

En el marco de transformaciones que se han experimentado respecto a


las formas en que se entiende la discapacidad y el reconocimiento de las
personas con discapacidad como sujetos de derecho y protagonistas de
su propio desarrollo, la transición del concepto de integración al de
inclusión marca otro de los cambios radicales.
Integración
El paradigma de la integración se fundamenta en un enfoque médico-
asistencialista, el cual supone que las personas con discapacidad tienen
un problema que les impide acceder a las oportunidades y ejercer
plenamente sus derechos. Por ejemplo:

 El problema de una persona sorda es que su limitación para


escuchar no le permite comunicarse con los demás como lo hace
una persona normal, es decir, mediante el lenguaje oral o escrito.

En consecuencia y desde este punto de vista, sería preciso brindar a las


personas con discapacidad los apoyos y herramientas necesarias para
que desarrollen habilidades que les permitan integrarse a la sociedad.
Siguiendo con el ejemplo anterior, parecería que, para poder
desenvolverse prácticamente como una persona que escucha, sería
necesario que la persona sorda desarrolle habilidades para la lectura de
labios, el lenguaje oral y la escritura que le permita comunicarse con el
resto de las personas.
La integración supone, entonces, que en la sociedad hay personas que
se consideran normales o competentes y que existen otras que, por su
condición (discapacidad, edad, origen étnico, preferencia sexual, entre
otras), no pueden participar al mismo nivel que el resto y, por tanto, están
excluidas en mayor o menor medida de las oportunidades. Por este
motivo, ellas debían entonces tratar de acercarse a lo considerado
como normal para que les fuera posible ser partícipes de la sociedad tal
como está organizada. La siguiente imagen ilustra la exclusión social que
suelen experimentar las personas con discapacidad:

En este sentido, la exclusión social no se deriva de la condición particular


de la persona sino del orden social que asume un esquema
de normalidad excluyente, ya que sólo posibilita el ejercicio de los
derechos y el acceso a las oportunidades para las personas que cumplen
con estándares también excluyentes y exige esfuerzos extraordinarios
para quienes no se ajustan a estos.
De esta forma, las instituciones, la infraestructura, el transporte, la
información, los medios de comunicación, la educación, el empleo, los
eventos culturales, entre otras muchas actividades, no están pensados
para que las PCD sean incluidas y participen de manera independiente.
El principal problema radica, así, no en las limitaciones funcionales que
pueda tener una persona; más bien, el problema real es que la sociedad,
la cultura, la forma en que se concibe el mundo no da cabida a las
personas con discapacidad.
La integración, por otra parte, procura los medios para que las PCD y
otros grupos sociales excluidos del ejercicio de los derechos y las
oportunidades; tampoco establece obligaciones y responsabilidades
compartidas para que ellas logren participar en la sociedad. La siguiente
imagen ejemplifica el paradigma que se ha venido refiriendo:

En este sentido, sólo las personas que consiguen parecerse más al


esquema de lo normal o desarrollar habilidades excepcionales de
adaptación son quienes consiguen una integración exitosa. En el caso de
la población con discapacidad, se han escuchado historias de personas
que logran acceder a aspectos tan fundamentales como la educación, el
trabajo o el deporte, porque han generado recursos personales que les
permiten interactuar y posicionarse en el marco social imperante. Por
ejemplo:

 Personas en sillas de ruedas que aprenden a subir y bajar


escaleras por sí mismas, para sortear la falta de rampas y transitar
libremente por los espacios a los que todo el mundo debería tener
acceso.

La pregunta para reflexionar es la siguiente: ¿qué pasa en la sociedad


que las PCD tienen que realizar acciones heroicas para conseguir lo que
a cualquier persona le corresponde por derecho?
Inclusión
En contraposición, el nuevo paradigma de derechos humanos sobre la
discapacidad parte de un enfoque totalmente diferente, a saber, la
inclusión. Esto implica tener como punto de partida el hecho innegable de
que las personas pueden tener condiciones diferentes como el género, la
edad, la discapacidad, el perfilamiento racial, la preferencia sexual, el
estado de salud, la situación económica o cualquier otra, sin que ello
tenga que ser un impedimento para que nos sean garantizados el
ejercicio de los derechos y el acceso a las oportunidades en condiciones
de igualdad.
Es por ello que la inclusión consiste en transformar el entorno social: la
cultura, las instituciones, los procesos, la infraestructura, los servicios, las
formas de comunicación, los mecanismos para acceder a la información,
las calles, los señalamientos, el marco legal, las alternativas de
participación política, los criterios para la selección de personal, la
educación, los instrumentos de impartición de justicia, entre otros
muchos aspectos, para poder ser realmente una sociedad incluyente.
Y cuando se habla de transformación se hace referencia a realizar las
modificaciones necesarias para que todas las personas puedan gozar de
igualdad de condiciones para buscar y obtener un empleo, acceder a la
educación, realizar deporte, votar y ser votadas, recorrer el camino a
casa, decidir por ellas mismas, recibir un crédito, disfrutar de la cultura,
tener una atención médica con calidad y calidez, conocer información de
interés público, etcétera. La mayoría de las PCD tienen que sortear una
infinidad de obstáculos para poder acceder a estos y otros derechos. Por
ejemplo:

 Cuando una persona o una empresa está planeando su negocio,


no piensa que podrá tener entre sus clientes a PCD que podrían
requerir condiciones específicas para usar las instalaciones o conocer
la información sobre el producto o servicio por medios alternativos de
comunicación.
 Cuando una institución pública de cualquier nivel de gobierno
desarrolla un programa dirigido a toda la población, generalmente no
considera que potencialmente pueda haber PCD que quieran acceder
a sus beneficios. Esto ocasiona que ellas se encuentren limitadas si
se prevén requisitos que les son imposibles de cumplir o simplemente
porque la forma en que se difunde la información al respecto no es
clara y accesible para ellas. Incluso, se llega a considerar que las
PCD sólo pueden ser destinatarias de asistencia social, de caridad,
curiosidad, miedo, compasión o lástima.
La inclusión plantea un escenario totalmente distinto en el que todas y
todos tienen mucho que hacer para cambiar sus concepciones, sus
actitudes, su forma de ver y tratar a las PCD desde los diferentes ámbitos
en los cuales se desenvuelven. Esto con el objetivo de erradicar dicha
idea de normalidad que las lleva a la exclusión y, en consecuencia, para
comenzar a construir una sociedad en la que todas las personas accedan
a los mismos derechos y oportunidades. En la siguiente imagen se
ejemplifica la inclusión:
Desde esta visión, la sociedad no permanece inmutable ante las
exclusiones, sino que modifica los límites establecidos para poder
incorporar a todas las personas. Es por ello por lo que, en lugar de hacer
que las personas diversas se adecúen a los esquemas rígidos de la
sociedad, estos se modifican y amplían sus límites para darles cabida.

También podría gustarte