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El ojo humano

La vista es considerada frecuentemente como el mas valioso de los sentidos. Es a través


de ella que conocemos las formas, colores y texturas. La vista nos da también nuestra
primera, y para la mayoría de las personas la única, impresión del Universo: el Sol, la
Luna, los planetas y las estrellas. Algunas personas han tenido la oportunidad de ver el
cielo a través de un telescopio, mirando directamente en una lente ocular. La vista es tan
inherente al hombre, y a un buen número de las especies, que mucha gente se sorprende
al aprender que los astrónomos de hoy en día rara vez miran directamente al cielo y que
emplean formas indirectas de observar el cielo al detectar la luz utilizando dispositivos
optoelectrónicos. De hecho, desde que a finales del siglo pasado la fotografía se
convirtió en el método principal para adquirir imágenes, el ojo humano ha sido
desplazado a un lugar secundario en el estudio del cielo.

A pesar de lo anterior el ojo humano es un sistema óptico con características notables,


como por ejemplo los muy distintos niveles de intensidad luminosa en que puede
funcionar. Un ojo plenamente adaptado a la oscuridad puede captar un flujo luminoso
mil millones de veces menos intenso que el de un foco de cien watts situado a un metro
de distancia. El ojo funciona en forma similar a una cámara1 : la luz que entra en la
córnea, el "lente externo" de ojo, es enfocada y proyectada hacia la retina. En la medida
en que este "sistema óptico" funcione correctamente, y la imagen proyectada por la
córnea quede enfocada en la retina, uno puede prescindir de lentes. Si el punto focal
queda adelante o atrás de la córnea uno sufre de miopía o hipermetropía. Un elemento
notable es el iris, un disco con una apertura que puede variar de dimensiones, la pupila,
situado inmediatemente después de la córnea. El iris, ademas de darle al ojo su color
castaño, azul, gris, verde, abre o cierra la pupila dependiendo de la cantidad de luz que
incide sobre el ojo. En condiciones de alta iluminación la pupila mide dos milímetros,
bloqueando la entrada de un exceso de luz al ojo, mientras que en la oscuridad mide
ocho milímetros, procurando aprovechar toda la luz disponible.

La luz puede separarse en distintos colores, perfectamente identificados por su longitud


de onda. El ojo humano está "diseñado" de tal forma que su respuesta es óptima para
luz de 550 nanómetros de longitud de onda, la cual corresponde al color amarillo. El
rango normal de longitudes de onda perceptibles, "los colores del arcoiris", va de 390
nanómetros (violeta) a 780 nanómetros (rojo). La respuesta promedio del ojo humano
define lo que se conoce como "curva de luminosidad estándar", empleada para
cuantificar la eficiencia de sistemas de iluminación. En casos extremos la respuesta del
ojo puede ir mas allá de esta curva: la extirpación quirúrgica del cristalino permite
extender este rango hasta 310 nanómetros del lado ultravioleta; por otro lado se sabe
que algunas personas pueden ver luz infrarroja con longitudes de onda de alrededor de
1050 nanómetros.

El ojo es, sin embargo, un instrumento con muchas desventajas para realizar mediciones
astronómicas. Primeramente el ojo, a diferencia de las placas fotográficas por ejemplo,
no es un sistema "integrador": al abrir el obturador de una cámara fotográfica un tiempo
relativamente, digamos algunos minutos, vamos juntando toda la luz que recibe el
sistema, permitiendo percibir fuentes luminosas cada vez mas débiles. El ojo humano,
por el contrario, tiene una respuesta relativamente rápida que no permite el ir agregando
luz por un tiempo arbitrariamente largo. Otra desventaja del ojo es su poca confiabilidad
para estimar o medir la cantidad de luz: Sirio, la estrella brillante del cielo nocturno, es
unas diez mil veces mas débil que la Luna llena pero mil veces mas brillante que la
estrella mas débil perceptible. A diferencia del ojo, los detectores astronómicos
modernos permiten medir niveles bajísimos de luz, comunmente con precisiones mas
allá del 1\% (es decir distinguen "0.94" de "0.93" sin dificultad). Finalmente, gracias en
un principio a la fotografía y hoy en día a los dispositivos optoelectrónicos, el estudio
de luz no visible ha ampliado notablemente nuestro conocimiento del Universo en las
últimas décadas. De hecho, hemos descubierto que hay mucha mas luz de lo que nuestro
ojo puede ver.

EL TELESCOPIO
Cápsula 27 del 18 de Enero de 2003

Investigación y Guión: Conti González Báez

Los fenicios descubrieron el vidrio hace 5,500 años, mientras cocinaban sobre arena, pero pasaron
5,000 años para que el vidrio pudiera ser moldeado en una lente para el primer telescopio, que pudo
haber sido hecho por algún fabricante de espejuelos.

Sin embargo, se dice que el telescopio fue inventado por el fabricante de lentes holandés Hans
Lippershey, durante los primeros años del siglo Diecisiete, ya que fue el primero en dar a conocer el
artefacto al mundo. Parece ser que sus hijos jugaban con las lentes de su taller cuando notaron que, con
cierta combinación de ellas, los objetos lejanos se amplificaban. Lippershey observó ese fenómeno y
ofreció el invento en secreto a la corona de su país, dado su indiscutible valor estratégico.

Sin embargo, en las demostraciones que siguieron, se hallaba un amigo de Galileo Galilei quien, a su
regreso a Italia, le comunicó con gran entusiasmo lo que había visto en ellas. Galileo, sin perder un
momento y habiendo imaginado cómo se podría lograr tal efecto, comenzó a experimentar con las lentes
de otro amigo suyo, fabricante de anteojos. Así logró, en pocos días, reproducir el fenómeno de la
amplificación de objetos lejanos, pensando de inmediato en su aplicación al estudio del firmamento.

Para montar las lentes de su primer instrumento, Galileo empleó un viejo tubo de órgano, y en 1609
estrenó su telescopio al apuntarlo a la Luna, las estrellas y el planeta Júpiter, que podía verse al
anochecer. Nacía así la astronomía moderna.

Además de ser el primer hombre en ver los cráteres de la Luna, las manchas solares y cientos de
estrellas de escasa magnitud jamás vistas antes, el descubrimiento más importante de Galileo fue el de
los satélites de Júpiter, cuya observación ratificó la teoría heliocéntrica de Copérnico y le hizo escribir su
famoso compendio Sidereos Nuncius, que de inmediato circuló por toda Europa.

El telescopio del gran científico italiano era parecido a un par de binoculares de teatro, en el sentido de
que usaba una combinación de lentes de vidrio para amplificar los objetos. El aumento era limitado, de
unas 30 veces y proporcionaba un campo visual muy angosto; Galileo no podía ver más que un cuarto de
la superficie lunar sin tener que reposicionar su telescopio.

Galileo construyó varias docenas de telescopios similares, fabricados con una lente objetivo convexa, de
unos tres centímetros de diámetro, y otra lente cóncava, más pequeña, llamada ocular por estar cerca del
ojo del observador.

Johannes Kepler mejoró el instrumento de Galileo, utilizando dos lentes convexas, lo que aumentaba
considerablemente el campo de visión, aunque invertía la imagen aumentada. La mejora introducida por
Kepler era relativa, ya que aunque proporcionaba un campo mayor, provocaba en la imagen resultante
una mayor aberración esférica respecto al diseño de Galileo, que en cierta forma compensaba esa
aberración.

Posteriormente, Christian Huygens trató de combatir la aberración esférica aumentando la distancia focal
entre sus objetivos, logrando un aumento de la imagen proporcionalmente mayor. Gracias a ello, pudo
constatar que Saturno, el "planeta triple" descrito anteriormente por Galileo, no era tal, sino que en
realidad estaba circundado por un brillante anillo; más tarde, Cassini descubriría que el anillo en realidad
está separado por la famosa división que lleva su nombre.

Años después, el físico y matemático inglés Isaac Newton, que creía que la aberración esférica no se
podría corregir nunca, ideó otro tipo de telescopio, el reflector, a base de espejos. El razonamiento de
Newton era simple y brillante: si la luz no atravesaba ninguna lente, la aberración esférica dejaría de ser
un problema. En vez de lentes de vidrio para refractar la luz, utilizaba un espejo cóncavo para recolectar
la luz y reflejarla de nuevo a un punto focal al lado del instrumento o debajo de él. El espejo funcionaba
como un cubo recolector de luz que, entre más grande fuera su tamaño, podía recoger mayor cantidad de
luz.
El telescopio reflector abrió la puerta a la posibilidad de amplificar objetos millones de veces, mucho más
allá de lo que podía obtenerse con las lentes y le valió a Newton el ingreso a la prestigiada Academia de
Ciencias de Inglaterra.

El principio fundamental de Newton de usar un solo espejo curvo para recolectar la luz permaneció igual
durante siglos. El principal cambio fue el aumento en el tamaño del espejo, de los 15 centímetros que
tenía el de Newton a los seis metros de diámetro del espejo usado en el Observatorio Astrofísico de
Rusia, inaugurado en 1974.

Simultáneamente con Newton, el físico y astrónomo francés Cassegrain inventaba el telescopio reflector
que lleva su nombre y James Gregory, en Escocia, inventaba otro sistema similar. Desgraciadamente,
este tipo de telescopios, conocidos como catadióptricos, requerían de espejos con superficies curvas que
ningún óptico podía fabricar en esa época, y en ambos casos recién pudieron construirse hacia fines del
siglo Diecinueve.

La variante más popular en la actualidad es la Schmidt-Cassegrain, denominada así ya que en 1930 el


astrónomo estonio Bernard Schmidt agregó al diseño del francés una lente con la que logró corregir la
aberración propia de ese tipo de telescopios.

En la época de Cassegrain, surgió en Inglaterra John Dollond, defensor de Newton en la controversia con
Huygens sobre la aberración esférica. Para demostrar que Newton tenía razón, Dollond construyó
telescopios con toda clase de combinaciones de lentes. Para su gran sorpresa, descubrió que con cierta
combinación de tipos de vidrio y de curvaturas, la aberración esférica sí podía corregirse. Así surgieron en
el siglo Dieciocho los objetivos acromáticos y con ellos, el invento de Newton se dejó de usar, por lo que
los telescopios volvieron a ser en su mayoría refractores.

La siguiente gran mejora la logró el francés Léon Foucault, quien fabricó sus espejos con vidrio en lugar
de metal e inventó un procedimiento químico para platearlos. De ese modo, los telescopios reflectores se
volvieron prácticos y se inició una competencia contra los refractores, construyéndose instrumentos de los
dos tipos, cada vez mayores. El refractor más grande resultó el de Yerkes, construido a fines del siglo
Diecinueve en Estados Unidos, con poco más de un metro de diámetro.

Ya en el siglo pasado y ante la imposibilidad física de construir telescopios refractores más grandes, los
reflectores ganaron la batalla, especialmente con el de Monte Wilson en California, de 2.5 metros de
diámetro, con el que Edwin Hubble descubrió la expansión del universo, y más tarde con el de Monte
Palomar, de 5 metros de diámetro, que fue el mayor del mundo hasta 1970.

Desde hace algunos años, se construyen telescopios de hasta 8.4 metros de diámetro con espejos
monolíticos, como el VLT europeo, el LBT estadounidense y el Subaru japonés, así como de hasta diez
metros de diámetro con espejos segmentados, como los dos telescopios Keck instalados en Hawaii.

En estos telescopios, los espejos están controlados por computadoras, con lo cual se puede ajustar la
curvatura de los mismos para un máximo poder de resolución en los llamados sistemas activos y también
para contrarrestar las aberraciones producidas por el movimiento de las capas atmosféricas en los
denominados sistemas adaptativos. Con los detectores electrónicos, conocidos como dispositivos de
carga acoplada y con la ayuda de computadoras para procesar las imágenes, se logran resultados
inimaginables hasta hace apenas un par de décadas.

La idea de los espejos segmentados se remonta al siglo Diecinueve, pero se habían realizado pocos
experimentos y algunos científicos dudaban de su viabilidad, hasta que se desarrolló la tecnología para
hacerla realidad en el proyecto del telescopio gemelo Keck, que dobla el rango de observación de
cualquier otro telescopio, permitiendo observar objetos a miles de millones de años luz de distancia.

El diseño del espejo primario del telescopio Keck consta de 36 segmentos hexagonales. Estos son
alineados dos veces por segundo con una exactitud de cuatro nanómetros, es decir, mil veces menos que
el grosor de un cabello humano, formando así virtualmente el equivalente a un espejo de una sola pieza,
similar a una gigantesca antena parabólica.
Como dato curioso, el telescopio del Observatorio Mauna Kea en Hawaii no se llama así en honor de
algún astrónomo, sino de William Keck, un magnate petrolero cuya fundación donó la mayor parte de los
fondos necesarios para la realización del ambicioso proyecto científico.

En la actualidad, los astrónomos cuentan con telescopios capaces de obtener imágenes de otras regiones
del espectro electromagnético además de la luz visible. Sin embargo, éstos requieren ser colocados en
órbita alrededor de la Tierra, ya que la atmósfera de nuestro planeta actúa como un filtro que evita la
llegada a la superficie de la radiación en esas longitudes de onda.

El telescopio espacial más famoso es sin duda el Hubble, que posee un espejo primario de 2.4 metros de
diámetro. Fue lanzado en 1990 con múltiples problemas mecánicos y electrónicos, siendo reparado en
1993. Incluso antes de la reparación, proporcionó imágenes mejores que las obtenidas con cualquier
telescopio instalado en la Tierra.

La NASA planea lanzar en el año 2010 el Telescopio Espacial de Nueva Generación, recientemente
rebautizado como James Webb, en honor al segundo administrador de la NASA. Este telescopio promete
superar ampliamente las capacidades del Hubble, ya que su espejo primario tendrá un diámetro de más
de 6 metros.

Algunos telescopios "ven", por así decirlo, ondas de radio, rayos X o el calor emitido por los objetos
celestiales, pero el pan de cada día de la astronomía moderna siguen siendo los telescopios ópticos,
aquellos que ven la luz, la principal radiación de las estrellas.

Es evidente que, gracias a la evolución tecnológica de los telescopios modernos, la astronomía ha


progresado más en los últimos 40 años que en los 400 años que han pasado desde la aplicación por
Galileo Galilei del telescopio para la observación del universo.

PREPARACIÓN:

Para mirar algo en el microscopio, se coloca entre dos cristales


( portaobjetos y cubre objetos). La forma correcta de cargar el porta objeto
es hacerlo por los bordes, nunca por la superficie plana para evitar así el
dejar manchas que dificultarían la visión.

MANEJO DEL MICROSCOPIO:

• Se mira por el ocular y se mueve el espejo y el diafragma hasta


conseguir el máximode iluminación posible.
• Se coloca la preparación sobre la platina, sujetándola con las pinzas,
procurando que la parte del objeto que interesa ver quede justo debajo
del objetivo.
• Se coloca el objetivo lo más próximo a la preparación y observando
por el ocular se gira el mando de enfoque muy despacio hasta que
aparezca la imagen con claridad. Si el microscopio tiene varios
objetivos, se empieza a mirar por el de menor aumento, cambiando
después a otro de mayor y tanteando la luminosidad para obtener el
contraste deseado.
• Se mueve la preparación con la mano para localizar las partes más
interesantes para su observación. Esto ha de hacerse con el objetivo
de menor aumento.
• Para saber el aumento total con que se observa una preparación, se
multiplica el aumento del objetivo por el del ocular. Así, por ejemplo:

Objetivo: 40 X

Ocular: 10 X

Aumento: 40.10 = 400X

El ser humano posee el sentido de la vista desarrollado. Sin embargo, no se pueden ver a simple vista
cosas que midan menos de una décima de milímetro. Y muchos de los avances en química, biología y
medicina no se hubieran logrado si antes no se hubiera inventado el microscopio.

El primer microscopio fue inventado, por una casualidad en experimentos con lentes, lo que sucedió de
similar manera pocos años después con el telescopio de Hans Lippershey (1608). Entre 1590 y 1600, el
óptico holandés Zacharías Janssen (1580-1638) inventó un microscopio con una especie de tubo con
lentes en sus extremos, de 8 cm de largo soportado por tres delfines de bronce; pero se obtenían imágenes
borrosas a causa de las lentes de mala calidad. Estos primeros microscopios aumentaban la imagen 200
veces. Estos microscopios ópticos no permiten agrandar la imagen más de 2000 veces. En la actualidad
los de efecto túnel los amplían 100 millones de veces.

Durante el siglo XVII muchos estudiosos de las lentes y los microscopios hicieron toda clase de pruebas
y ensayos para lograr un resultado de mayor precisión. Entre los intentos fue el del italiano Marcello
Malpighi (1628-1694) que en 1660 logró ver los vasos capilares de un ala de murciélago.

El inglés Robert Hooke (1635-1701) hizo múltiples experiencias que publicó en el libro
"Micrographia"(1665) con dibujos de sus observaciones. Sus aparatos usaban lentes relativamente
grandes.

El holandés Antonie van Leeuwenhoek (1632-1723), perfeccionó el microscopio usando lentes


pequeñas, potentes, de calidad, y su artefacto era de menor tamaño. Alrededor del 1676 logró observar la
cantidad de microorganismos que contenía el agua estancada. También descubrió los espermatozoides del
semen humano; y más adelante, en 1683, las bacterias. Durante las siguientes décadas los microscopios
fueron creciendo en precisión y complejidad y fueron la base de numerosos adelantos científicos.

Pero recién en el Siglo XX llegó el gran cambio, con el microscopio electrónico, que sustituyó la luz por
electrones; y las lentes por campos magnéticos. El primer microscopio electrónico lo construyó el físico
canadiense James Hillier en 1937 y podía ampliar las imágenes hasta 7000 veces. Se continuó
perfeccionando hasta llegar a aumentar unos dos millones de veces.

En 1981 surgió el microscopio de efecto túnel (MET), que surgió aplicando la mecánica cuántica, y
logrando atrapar a los electrones que escapan en ese efecto túnel, para lograr una imagen ultradetallada de
la estructura atómica de la materia con una espectacular resolución, en la que cada átomo se puede
distinguir de otro, y que ha sido esencial para el avance -a su vez- de la microelectrónica moderna.

El Microscopio óptico compuesto


PARTES DE UN MICROSCOPIO ÓPTICO

• Sistema óptico
o OCULAR: Lente situada cerca del ojo del observador. Amplía la imagen
del objetivo.
o OBJETIVO: Lente situada cerca de la preparación. Amplía la imagen de
ésta.
o CONDENSADOR: Lente que concentra los rayos luminosos sobre la
preparación.
o DIAFRAGMA: Regula la cantidad de luz que entra en el condensador.
o FOCO: Dirige los rayos luminosos hacia el condensador.
• Sistema mecánico
o SOPORTE: Mantiene la parte óptica. Tiene dos partes: el pie o base y el
brazo.
o PLATINA: Lugar donde se deposita la preparación.
o CABEZAL: Contiene los sistemas de lentes oculares. Puede ser
monocular, binocular, …..
o REVÓLVER: Contiene los sistemas de lentes objetivos. Permite, al girar,
cambiar los objetivos.
o TORNILLOS DE ENFOQUE: Macrométrico que aproxima el enfoque y
micrométrico que consigue el enfoque correcto.

MANEJO Y USO DEL MICROSCOPIO ÓPTICO

1. Colocar el objetivo de menor aumento en posición de empleo y bajar la platina


completamente. Si el microscopio se recogió correctamente en el uso anterior, ya
debería estar en esas condiciones.
2. Colocar la preparación sobre la platina sujetándola con las pinzas metálicas.
3. Comenzar la observación con el objetivo de 4x (ya está en posición) o colocar el
de 10 aumentos (10x) si la preparación es de bacterias.
4. Para realizar el enfoque:

a. Acercar al máximo la lente del objetivo a la preparación, empleando el


tornillo macrométrico. Esto debe hacerse mirando directamente y no a
través del ocular, ya que se corre el riesgo de incrustar el objetivo en la
preparación pudiéndose dañar alguno de ellos o ambos.
b. Mirando, ahora sí, a través de los oculares, ir separando lentamente el
objetivo de la preparación con el macrométrico y, cuando se observe algo
nítida la muestra, girar el micrométrico hasta obtener un enfoque fino.
2. Pasar al siguiente objetivo. La imagen debería estar ya casi enfocada y suele ser
suficiente con mover un poco el micrométrico para lograr el enfoque fino. Si al
cambiar de objetivo se perdió por completo la imagen, es preferible volver a
enfocar con el objetivo anterior y repetir la operación desde el paso 3. El objetivo
de 40x enfoca a muy poca distancia de la preparación y por ello es fácil que
ocurran dos tipos de percances: incrustarlo en la preparación si se descuidan las
precauciones anteriores y mancharlo con aceite de inmersión si se observa una
preparación que ya se enfocó con el objetivo de inmersión.
3. Empleo del objetivo de inmersión:
a. Bajar totalmente la platina.
b. Subir totalmente el condensador para ver claramente el círculo de luz que
nos indica la zona que se va a visualizar y donde habrá que echar el aceite.
c. Girar el revólver hacia el objetivo de inmersión dejándolo a medio camino
entre éste y el de x40.
d. Colocar una gota mínima de aceite de inmersión sobre el círculo de luz.
e. Terminar de girar suavemente el revólver hasta la posición del objetivo de
inmersión.
f. Mirando directamente al objetivo, subir la platina lentamente hasta que la
lente toca la gota de aceite. En ese momento se nota como si la gota
ascendiera y se adosara a la lente.
g. Enfocar cuidadosamente con el micrométrico. La distancia de trabajo entre
el objetivo de inmersión y la preparación es mínima, aun menor que con el
de 40x por lo que el riesgo de accidente es muy grande.
h. Una vez se haya puesto aceite de inmersión sobre la preparación, ya no se
puede volver a usar el objetivo 40x sobre esa zona, pues se mancharía de
aceite. Por tanto, si desea enfocar otro campo, hay que bajar la platina y
repetir la operación desde el paso 3.
i. Una vez finalizada la observación de la preparación se baja la platina y se
coloca el objetivo de menor aumento girando el revólver. En este
momento ya se puede retirar la preparación de la platina. Nunca se debe
retirar con el objetivo de inmersión en posición de observación.
j. Limpiar el objetivo de inmersión con cuidado empleando un papel
especial para óptica. Comprobar también que el objetivo 40x está
perfectamente limpio.

MANTENIMIENTO Y PRECAUCIONES

1. Al finalizar el trabajo, hay que dejar puesto el objetivo de menor aumento en


posición de observación, asegurarse de que la parte mecánica de la platina no
sobresale del borde de la misma y dejarlo cubierto con su funda.
2. Cuando no se está utilizando el microscopio, hay que mantenerlo cubierto con su
funda para evitar que se ensucien y dañen las lentes. Si no se va a usar de forma
prolongada, se debe guardar en su caja dentro de un armario para protegerlo del
polvo.
3. Nunca hay que tocar las lentes con las manos. Si se ensucian, limpiarlas muy
suavemente con un papel de filtro o, mejor, con un papel de óptica.
4. No dejar el portaobjetos puesto sobre la platina si no se está utilizando el
microscopio.
5. Después de utilizar el objetivo de inmersión, hay que limpiar el aceite que queda
en el objetivo con pañuelos especiales para óptica o con papel de filtro (menos
recomendable). En cualquier caso se pasará el papel por la lente en un solo
sentido y con suavidad. Si el aceite ha llegado a secarse y pegarse en el objetivo,
hay que limpiarlo con una mezcla de alcohol-acetona (7:3) o xilol. No hay que
abusar de este tipo de limpieza, porque si se aplican estos disolventes en exceso se
pueden dañar las lentes y su sujeción.
6. No forzar nunca los tornillos giratorios del microscopio (macrométrico,
micrométrico, platina, revólver y condensador).
7. El cambio de objetivo se hace girando el revólver y dirigiendo siempre la mirada
a la preparación para prevenir el roce de la lente con la muestra. No cambiar
nunca de objetivo agarrándolo por el tubo del mismo ni hacerlo mientras se está
observando a través del ocular.
8. Mantener seca y limpia la platina del microscopio. Si se derrama sobre ella algún
líquido, secarlo con un paño. Si se mancha de aceite, limpiarla con un paño
humedecido en xilol.

9. Es conveniente limpiar y revisar siempre los microscopios al finalizar la sesión


práctica y, al acabar el curso, encargar a un técnico un ajuste y revisión general de
los mismos.

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