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CIVILIZACIÓN INCAICA

Tahuantinsuyu, la agonía de un sueño

Con la desaparición de Huascar y Atahualpa, el Tahuantisuyu quedaba sin gobierno y


completamente desorganizado. Una situación muy favorable para las ambiciones de Francisco
Pizarro, que era visto favorablemente por los cusqueños por haber acabado con Atahualpa y hacer
prisionero al cruel y sanguinario Calcuchimac, el verdugo del Cusco. Haciendo prueba de astucia
política, para asegurarse el apoyo de los Orejones, declaró como Inca a un hermano menor del
último Inca legítimo, Huascar.
Tupac Huallpa. fue coronado con el nombre de Toparpa, primer Inca de la conquista,. nombrado
por Francisco Pizarro para suceder a Atahualpa y no perturbar los intereses españoles en la zona. Su
mascapaicha, junto a la borla roja, lucía el blasón de la Corona de Castilla.
Era uno de los más de 100 hijos de Huayna Capac, que apoyó a Huascar en la guerra civil incaica.
Cuando lo nombraron sucesor de Atahualpa aceptó servir al rey Carlos I de España.
Toparpa ordenó a sus súbditos que se dedicaran de lleno a la extracción de metales preciosos,
atendiendo a los deseos de Pizarro y los suyos.
El 10 de septiembre de 1533 en compañía del Inca, del general Calcuchimac (que estaba
encadenado), y con más de 500 soldados castellanos, los conquistadores tomaron el Qhapaq Ñan
(camino del Inca) de la sierra de Cajamarca hacia Cusco.
Toparpa por su infancia y debilidad de carácter no llegó a tener ascendencia sobre sus súbditos,
creciendo la influencia y poderío de Calcuchimac. Esto se vio claramente cuando llegaron a
Huamachuco: al surgir problemas en el abastecimiento de los tambos y en el servicio a tantos
millares de personas. Calcuchimac compelió enérgicamente a los curacas de la zona a resolver de
inmediato las dificultades. Este sanguinario general era más temido que el nuevo Inca, a quien
terminó envenenando en Jauja, convencido de que era incapaz de organizar la resistencia.
Eliminado Tupac Huallpa, Calcuchimac quedó como el hombre fuerte de los indígenas. Pese a estar
quemado y no poder caminar por sus heridas (estuvo a punto de ser quemado vivo por Pizarro en
Cajamarca), fue encadenado en previsión de una posible fuga. Prosiguiendo los españoles su
marcha hacia el Cusco llegaron a Jaquijahuana y recibieron a Manco Inca, quien habría de suceder
a Toparpa. Francisco Pizarro vio la ocasión soñada para deshacerse de Calcuchimac, entregándolo a
Manco Inca, quien, deseoso de vengar los crímenes cometidos contra sus hermanos, ordenó que
fuese quemado vivo. Allí mismo, ante el entusiasmo de los cusqueños, se levantó la hoguera donde
murió Calcuchimac invocando a Pachacamac (versión quiteña de Huiracocha), reacio a toda
conversión al cristianismo.
Tras este nuevo magnicidio, en la persona de Tupac Huallpa , Manco Inca se alió con los españoles
en la lucha contra los quiteños comandados por Quisquis uno de los principales generales del
difunto Atahualpa.
Francisco Pizarro, convencido de no ser aceptado por los vencidos y de no poder ganar la confianza
del pueblo, decidió entronizar a Manco Inca, que se había mantenido al margen de las disputas por
el trono que sostuvieron sus hermanastros tras la desaparición de Huayna Capac. Circunstancias,
todas, que estaban a su favor.
Este anuncio fue recibido con entusiasmo por el pueblo que amaba la memoria de su ilustre padre y
se complacía de ser gobernado por un monarca de la antigua rama del Cusco.
Manco Inca era hijo de Huayna Capac y
hermanastro de Atahualpa y Huascar. Fue el
segundo Inca de los conquistadores y el primero
de los Incas de Vilcabamba.
Se observaron escrupulosamente las ceremonias
de la coronación, el joven auqui guardó las
vigilias y los ayunos prescritos, en el día señalado
los nobles, el pueblo y toda la tropa española se
reunieron en la gran plaza del Cusco para celebrar
la ceremonia. El padre Valverde dijo la misa, y
Manco Inca recibió la mascaipacha de las manos
de Pizarro.
Después los indios prestaron su obediencia en la
forma acostumbrada, y luego el notario real leyó
un documento en que se afirmaba la supremacía
de la corona de Castilla y se exigía a todos los
presentes que rindieran homenaje a su autoridad.
Explicado el documento por un intérprete, se
verificó la ceremonia del homenaje, saludando a
la bandera de Castilla con la mano. Luego,
Manco Inca brindó con Pizarro en una copa de
oro, con chicha. El jefe español después de haber
abrazado cordialmente al nuevo monarca, dio la
Estatua de Manco Inca en Ollantaytambo señal a las trompetas para anunciar el fin de la
ceremonia.
Sus sonidos eran de humillación, anunciaban que los extranjeros habían tomado los palacios incas,
que la ceremonia de la coronación era una farsa, que el Inca era una marioneta en manos del
conquistador, y que la gloria de los hijos del Sol había desaparecido.
El pueblo se dejó llevar fácilmente de sus ilusiones y se apresuró a aceptar esta imagen de su
antigua independencia. El advenimiento del joven monarca al trono fue solemnizado con las fiestas
y regocijos de costumbre. Se sacaron a la plaza, con gran pompa, las momias de sus regios
antepasados, cubiertas de los ornamentos que se les hablan dejado y servidas por numeroso séquito
que desempeñaba para con ellas todos los oficios que hubieran desempeñado para con los vivos.
Cada uno de los cadáveres fue colocado en su silla delante de la mesa del banquete.
El general quiteño, Quisquis, no aceptó su derrota en Cusco y trató de recuperar la ciudad, pero fue
rechazado por la nueva alianza hispano-cusqueña y tuvo que retirarse, siendo perseguido.
La campaña llegó hasta el norte de Jauja, a donde se habían replegado las tropas quiteñas, y Manco
Inca combatió allí al lado de Hernando de Soto, venciendo definitivamente a sus rivales.

Al retornar al Cusco, Manco Inca se encontró con la sorpresa de que la actitud de los españoles
había cambiado totalmente y el trato amistoso había sido reemplazado por violaciones, saqueos,
robos, torturas y humillaciones. En abril de 1536 y tras los saqueos que caracterizaron la toma del
Cusco, Manco Inca se enfrentó abiertamente a los españoles. Ante esta actitud fue mantenido
cautivo en su palacio. Un día el Inca, después de haber prometido a Hernando Pizarro traerle unas
estatuas de oro macizo, pudo dejar la ciudad y se dirigió a Yucay donde convocó un gran ejército,
abriendo tres frentes: una expedición de castigo a los pueblos huancas del valle de Mantaro (por
apoyar a Pizarro y sus hombres), otra contra la población de Lima y una tercera y muy importante
contra el Cusco, al que mantuvo bajo sitio entre el 6 de mayo de 1536 y el 18 de abril de 1537.
Con su ataque a la capital del Cusco, en el cual la mayor parte de la llacta fue demolida, dio un
golpe terrible a las armas de Pizarro y por un momento la suerte de los conquistadores estuvo en
suspenso en la balanza del destino. Tras estar inmovilizadas en el Cusco las tropas españolas,
Hernando Pizarro decidió pasar a la ofensiva y atacar la fortaleza de Sacsayhuaman. Después de dos
intentos y a costa de numerosas perdidas en vidas, logró desalojar a las huestes incaicas. Manco
Inca se refugió inicialmente en Calca y luego, considerando que debía reorganizar su ejército, se
retiró a Ollantaytambo.
Pese haber sido roto el cerco del Cusco, los choques entre ambas facciones se sucedían diariamente
y Hernando Pizarro sabía que la única manera de terminar con la rebelión era capturando a su líder.
Con este fin armó una nueva expedición formada por 60 jinetes y 30 soldados de a pie, seguidos de
miles de indios auxiliares. Cerca a Ollantaytambo dividió a su ejército para efectuar un ataque por
dos flancos, pero grande fue su sorpresa cuando Manco Inca, en una hábil maniobra, dejó aislados a
ambos ejércitos. La batalla fue una verdadera carnicería en donde llevaron la peor parte los
auxiliares indígenas de los españoles. Después de esa derrota Hernando Pizarro fue sucesivamente
hostigado tanto en la ciudad del Cusco como en sus alrededores, a donde salían las huestes hispanas
en busca de alimentos, y así hubo choques en Canchis, Jaquijahuana, Chincheros en donde
sucesivamente fueron derrotados los españoles.
Astutamente Manco Inca aprendió el manejo de las armas europeas, gracias a las instrucciones de
prisioneros de guerra españoles y en los siguientes combates se le vio montado a caballo.
En marzo de 1537 retornó Diego de Almagro de su fracasada expedición a Chile y trató de llegar,
sin éxito, a un acuerdo con el inca rebelde. En realidad el objetivo de Almagro era ganarse el apoyo
de Manco Inca y expulsar a los Pizarro del Cusco.
Estando Manco Inca en Ollantaytambo tuvo noticias del fracaso del cerco de Lima y de cómo sus
capitanes eran derrotados en la sierra central; consideró entonces prudente atrincherarse en
Vilcabamba, desde donde emprendió una guerra de guerrillas, asolando las caravanas que
transitaban entre Cusco y Lima. A fin de contener dichos ataques los españoles se vieron en la
necesidad de fundar la ciudad de San Juan de la Frontera de Huamanga.
Con el correr de los años, Manco Inca, fue menos hostigado por los españoles, que dejaron de
considerarlo como un peligro real para su conquista y se ocuparon más de afianzar su presencia en
los territorios ocupados.
Por su parte Manco Inca, desplegó una política más flexible y trató de recuperar parte de su perdida
influencia interviniendo en la querella entre los bandos de Pizarro y Almagro.
En 1544 acogió a un grupo de españoles almagristas que huían de la represión de los Pizarro. El
gesto resultó catastrófico, pues murió asesinado, en su refugio de Vilcabamba, por esos mismos
almagristas a los que generosamente había hospedado.
El auqui Sayri Tupac era aún un niño incapaz de gobernar.

Choquequirao, Vilcabamba

El gobierno de Vilcabamba estuvo por unos años en manos de un consejo de regentes, dirigido por
Atoq Supa, quien probablemente era un familiar del pequeño Sayri Tupac, y que mantuvo la
decisión de seguir combatiendo a los españoles, manteniendo la resistencia a través de una campaña
de guerrillas en el camino del Cusco a Huamanga, con ataques esporádicos a las caravanas que
transitaban entre Cusco y Lima.
Sayri Tupac fue el segundo Inca de Vilcabamba.
Era hijo de Manco Inca y de la Coya Shihui
Chimpo Occllo, tenía unos diez años cuando su
padre fue asesinado por los almagristas en
1545. El príncipe quedó bajo la tutela de su ayo
Puma Supa y asumió la regencia su tío, Atoq
Supa, que había sido capitán de Huyana Capac
y del mismo Manco Inca. Éste continuó la
lucha de guerrillas, atacando principalmente las
comarcas vecinas a los ríos Apurimac y
Huillkamayo (Urubamba) y a las ciudades de
Cusco y Huamanga. Coincidieron esos hechos con la Gran Rebelión de Encomenderos, encabezada
por Gonzalo Pizarro, por lo que el Gobierno español no pudo intervenir en aquellos momentos.
Cuando en 1548 quedó restablecida la autoridad real, con la decapitación de Gonzalo Pizarro, el
triunfador, Pedro de la Gasca, quiso persuadir a Sayri Tupac para que saliera en paz de su refugio.
Para tal misión se valió de su tío Paullu Inca, confiando en que, siendo familiar suyo el portador del
ofrecimiento, el auqui aceptaría. Pero al joven la oferta le pareció insuficiente y cuando a principios
de 1549 murió Paullu, mientras preparaba las condiciones de la salida de Vilcabamba, rompió las
negociaciones y prefirió quedarse en su reducto hasta poder lograr un mejor convenio. Por su parte,
la Corona tampoco pudo realizar nuevas gestiones debido a varios motivos: el regreso a España del
presidente La Gasca en 1550, el fallecimiento del virrey Antonio de Mendoza, al poco tiempo de
hacerse cargo del virreinato, y por tener que hacer frente a varias rebeliones, como en 1553 la de
Hernández Girón.
El 29 de junio de 1556 hizo su entrada en Lima el nuevo virrey Andrés Hurtado de Mendoza,
marqués de Cañete. Al comprobar que la guerrilla de los incas continuaba, en julio de 1557 decidió
reiniciar las negociaciones con Vilcabamba, en cumplimiento de una Real Cédula del emperador
Carlos V, fechada el 10 de mayo de 1555, por la que ordenaba terminar con la insurrección.
Comenzaron los contactos, con gran desconfianza por ambas partes, lo que provocó una serie de
idas y venidas por los difíciles caminos de Cusco a Vilcabamba, o viceversa, y que la negociación
se alargara demasiado tiempo.
Ante esta situación, el cronista Juan de Betanzos (casado con Angelina Yupanqui, hija de Huayna
Capac), se desplazó del Cusco a Lima para proponer sus buenos oficios al virrey, Andrés Hurtado
de Mendoza, que aceptó de buena gracia.
El acuerdo llegaría a través de la mediación de Juan de Betanzos. Por su intermedio, el virrey
ofreció a Sayri Tupac 17.000 castellanos de renta, para él y sus hijos, y los títulos a perpetuidad de
las encomiendas de Yucay (Valle Sagrado o de Urubamba), Qiquijana y Pucara, situados en la
comarca del Cusco. En la misma ciudad le adjudicó unos terrenos que se hallaban encima de la
fortaleza de Sacsayhuamán, para que en ellos construyese su casa y las de sus servidores indios y
también le otorgó un escudo con armas propias. A cambio le imponía abandonar la lucha en la selva
de Vilcabamba, convertirse al cristianismo, declararse vasallo del rey de Castilla y permitir la
entrada de frailes o clérigos a predicar a sus súbditos.
Durante las negociaciones, Sayri Tupac ciñó la mascaipacha de borla roja, convirtiéndose así en el
segundo Inca de Vilcabamba y asumiendo plenamente los poderes junto a su hermana Coya Cusi
Huarcay, a quien tomó como coya. retirándose Atoq Supa. El nuevo Inca aceptó la oferta del virrey
y dispuso su salida de Vilcabamba, no sin antes haber aclarado que no lo hacía por temor a los
españoles, sino porque sus “guacas” así se lo habían ordenado.
En julio de 1557 abandonaron definitivamente el reducto de Vilcabamba y el 5 de enero de 1558
ingresó en Lima. Los cronistas indican que el Inca entró a la Plaza de Armas, junto a su hermana,
cargado en unas andas de oro, acompañado de 500 indios nobles, siendo recibido por el marqués de
Cañete y objeto de muchas atenciones, incluyendo juegos de cañas en su honor.
Entró al palacio virreinal y allí declaró que su propósito era someterse a la autoridad del rey, con el
objeto de evitar más derramamiento de sangre. Al día siguiente el arzobispo de Lima, fray Jerónimo
de Loayza, invitó al Inca a comer, al finalizar se leyó una real provisión en la que se le otorgaba una
serie de tierras, indios y rentas.
A fines de 1558, ambos retornaron al Cusco, y fueron bautizados, él como Diego de Mendoza; y su
hermana como María Manrique, nombres del padre y de la esposa del marqués de Cañete. Poco
después expresaron su deseo de casarse.
Esa decisión conmocionó hasta sus cimientos a la iglesia que no concebía un matrimonio entre dos
hermanos de padre y madre, y que además tenían una hija: Beatriz Clara Coya.
Gracias a la intervención del arzobispo Gerónimo de Loayza y a la solicitud del virrey y del rey de
España, el papa Julio III concedió una dispensa especial. Así, el obispo de la ciudad , Juan Solano,
casó a la pareja real en la catedral de Cusco. Apadrinó la boda el español Alonso de Hinojosa.
La pareja se alojó en un castillo de Yucay, en el Valle Sagrado de Urubamba, pero los incas que
habían quedado en Vilcabamba le consideraron un traidor, y su medio hermano Titu Cusí Huallpa,
comenzó a gobernar, de facto, en el reducto de Vilcabamba.
En su nueva posesión, Sayri se sintió renegado, acicateado por el desprecio familiar; y comprendió
el engaño de la nueva civilización que le garantizaba la vida, a cambio de su renuncia al imperio de
sus ancestros.
La muerte de Sayri Tupac está envuelta en el misterio: algunos autores creen que fue asesinado por
los españoles y otros que lo fue por los incas de Vilcabamba.
De todas maneras se acusó al curaca del suyu, un indio cañari llamado Francisco Chillchi, de haber
envenenado a Sayri Tupac con yerbas. El curaca fue encarcelado, mas no se le pudo probar ninguna
culpa y un año después quedó en libertad.
Los cronistas lo describen como presa de amargo dolor, vagando triste y solo por sus dominios
urubambinos, hasta que en julio o agosto de 1561 fue encontrado muerto, abrazado a la tierra, a
orillas del río Abancay.
Sus restos mortales fueron trasladados al Cusco y enterrados en una cripta de Santo Domingo,
situada al este del convento, por donde sale el sol. Sobre ella se había alzado la capilla más
importante del Coricancha, la dedicada al dios Inti, el astro solar del día.

Convento de Santo Domingo del Cusco. En primer plano, en piedra más oscura, los restos del
templo inca del Coricancha dedicado al dios Inti.
Titu Cusi Yupanqui, nació en Cusco en 1526. Era hijo natural de Manco
Inca, Tenia 10 años cuándo se refugió con éste y su familia en Vitcos, en
el valle de Vilcabamba, tras la derrota ante los españoles en la Batalla de
Atocongo (1536).
Sayri Tupac había nombrado auqui a su hermano Tupac Amaru, hijo
legítimo de Manco Inca, un príncipe de corta edad. Al llegar la noticia de
su muerte, Titu Cusi Yupanqui, se auto proclamó Inca, ciñéndose la
mascapaicha. Tachó de"uti" (bobo), al legítimo heredero, Tupac y lo
encerró en el Acllahuasi, la casa de las mamaconas o vírgenes del Sol.
Comenzó su gobierno haciendo prueba de espíritu guerrero. Armó a sus
súbditos y los lanzó en una serie de pillajes, atacando pueblos, ciudades y
caminos. En poco tiempo consiguió dominar muchas tierras en las que cultivaba maíz, cañagua,
quinoa y abundante coca, que producía en los valles calientes, que después era fácil y
ventajosamente vendida en el Cusco, Abancay, Andahuaylas y el Collao. Gracias a estos productos
el Inca se enriqueció rápidamente.
La corona española decidió terminar con la situación. Reinició negociaciones bajo el gobierno de
López García de Castro, enviando al mensajero Rodríguez de Figueroa, quien llegó a Pampacona y
se entrevistó con el Inca a quien encontró lujosamente vestido mostrando su gran poder.
Titu lo aceptó y designó a dos personas para que
se ocupasen de sus asuntos: por notario, al
mestizo Martín de Pando y de apoderado en el
Cusco al cronista Juan de Betanzos, casado con
su prima, Cuxirimay Ocllo.
Firmó la capitulación de Acobamba en 1566. En
dicho tratado se ponía fin a las hostilidades y se
perdonaban los actos cometidos por los rebeldes.
Aceptó la entrada de misioneros en Vilcabamba
e incluso, accedió a ser bautizado en 1568, por
Juan de Vivero, con el nombre de Diego de
Castro. Titu Cusi Yupanqui recibió asimismo las
enseñanzas de los frailes Marcos García y Diego
Ortiz, hecho que no fue bien visto por los
curacas más radicales.
Ello no impidió que se mantuviese firme en lo
que respecta a su soberanía, por lo que llegó a dictar a un escribano, en 1570, una carta a Felipe II,
en la que exponía los agravios a los que su pueblo había sido sometido ("Relación de cómo los
españoles entraron en Pirú y el subceso que tuvo Mango Inca en el tiempo que entre ellos vivió").
El escrito tiene una altísimo valor documental por la narración de la conquista española y del
intento inca de recuperar Cusco; Atahualpa es presentado como un usurpador, y su padre, Manco
Inca, como el Inca legítimo, injustamente acosado por Francisco Pizarro.
A pesar de haber recibido el bautizo, Titu Cusi Yupanqui conservó las prácticas paganas de los incas
en su reino, lo que contrarió a los frailes y los enfrentó a la nobleza inca. Los frailes llegaron
incluso a incendiar el templo del Sol, y los nobles los expulsaron. Marcos García se fue de
Vilcabamba, pero. Diego Ortiz se quedó para asistir a Titu Cusi, enfermo de pulmonía., pero no lo
pudo curar. Su muerte en 1570 fue achacada a los misioneros agustinos ya que, en su afán de
ayudar, le dieron brebajes que los andinos pensaron era veneno. El misionero Diego Ortiz fue
encontrado culpable siendo torturado y ajusticiado posteriormente. Los españoles y mestizos que se
encontraban en Vilcabamba también fueron ajusticiados y nuevamente comenzaron las hostilidades.
Los Orejones fueron a buscar al Acllahuasi, al auqui que había designado Sayri Tupac.
Tupac Amaru, fue el cuarto y último inca de Vilcabamba, también
conocido como Felipe Tupac Amaru. Era hijo legítimo de Manco
Inca y nació en Cusco. En quechua, “tupaq amaru” significa
‘serpiente resplandeciente’.
Tupac Amaru fue izado a la dignidad de Inca de Vilcabamba
después de que su hermanastro el Inca Titu Cusi Yupanqui muriera
en 1570. Los incas creyeron que los españoles lo habían
envenenado. El nuevo virrey del Perú, Francisco Álvarez de
Toledo, ignorando la muerte de Titu Cusi, había enviado un
negociador diplomático para continuar las negociaciones en curso,
justo poco tiempo después de la muerte del Inca, Atiliano de
Anaya, quien fue tomado por un espía y tras cruzar el puente de
Chuquisaca, fue capturado y ejecutado junto con su escolta por el
general inca Curi Paucar. Al ser confirmada esta noticia por el
cura de Amaybamba, el nuevo virrey del Perú, montó en cólera y
decidió someter por la fuerza el reducto de Vilcabamba. Por su
parte, Tupac Amaru prudente, cerró las fronteras de Vilcabamba y
destruyó el puente de Chuquichaca. Comenzó a preparar a su pequeño ejercito para repeler un
posible ataque español.
Apelando a la justificación de que los incas habían roto
«la inviolable ley de todas las naciones del mundo: el respeto a los embajadores»
el virrey declaró formalmente la guerra al Inca de Vilcabamba el 14 de abril de 1572.
La expedición de conquista fue encargada al encomendero y regidor Martín Hurtado de Arbieto,
como maestre de campo fue designado Juan Álvarez Maldonado y como alférez real y secretario
Pedro Sarmiento de Gamboa. Las poderosas tropas a su mando estaban conformadas por varias
piezas de artillería, 250 soldados españoles y 2500 nativos aliados, entre los cuales figuraban 1000
cañaris, enemigos mortales de la panaca de los incas rebeldes.
Para la defensa de Vilcabamba, el Inca Tupac Amaru contaba con aproximadamente 2000 soldados
de los cuales 600 o 700 eran guerreros anti (llamados chunchos por los incas del Cusco), de quienes
el fallecido Titu Cusi solía decir a los emisarios españoles que aun practicaban el canibalismo. Entre
sus generales figuraban Hualpa Yupanqui, Parinango, Curi Paucar y Coya Topa.
El ataque al baluarte inca comenzó por un gran número de escaramuzas, pero la única gran batalla
de la campaña tuvo lugar en Choquelluca, a orillas del río Vilcabamba. Los incas, pese a estar solo
ligeramente armados, abrieron las hostilidades con gran ardor, poniendo en dificultad a los
españoles y a sus aliados indígenas, llegando casi a arrollarlos. Pero una diestra andanada de los
arcabuceros acabó con la vida de los generales Maras Inga y Parinango, lo que provocó que los
guerreros incas abandonaran súbitamente el combate.
El cronista Martín de Murúa nos describe el momento álgido del combate, cuando el capitán inca
Huallpa se abalanzó sobre el español García de Loyola,
«Peleóse con gran porfía de una parte y otra, y Martín García de Loyola se vio en un
evidentísimo peligro de la muerte porque estando peleando salió un indio enemigo de
tan gran disposición de cuerpo y fuerza, que parecía medio gigante y se abrazó con él
por encima de los hombros que no le dejaba rebullirse, pero socorrió le un indio amigo,
de los nuestros, llamado Currillo, que llegó con un alfanje y le tiró una cuchillada a los
pies, que se los derribó, y segundando otra por los hombros lo abrió de suerte que cayó
allí muerto, y así, mediante este indio, se libró de la muerte el capitán Martín García de
Loyola, que cierto fue hazaña digna de poner en historia el ánimo y presteza con que
Currillo quitó la vida al medio gigante de dos cuchilladas, y salvó a su capitán.»
Sitio arqueológico del palacio de Vitcos
Tras esta batalla los españoles capturaron la ciudad y el palacio de Vitcos. El 23 de junio cayó ante
la artillería española el último foco de resistencia inca, el fuerte de Huayna Pucará, que los nativos
habían construido recientemente y se encontraba defendido por 500 chunchos flecheros. Los restos
del ejército inca, ahora en retirada, optaron por abandonar Vilcabamba su última ciudad y dirigirse a
la selva para reagruparse. El 24 de junio los españoles tomaron posesión de la misma cumpliendo
Sarmiento con las solemnidades del caso, quien tras enarbolar el estandarte real en la plaza del
poblado proclamó:
«Yo, el capitán Pedro Sarmiento de Gamboa, alférez general de este campo, por
mandato del ilustre señor Martín Hurtado de Arbieto, general de él, tomo posesión de
este pueblo de Vilcabamba y sus comarcas, provincias y jurisdicciones».
Acto seguido campeó tres veces el estandarte y a grandes voces dijo:
«Vilcabamba, por don Felipe, Rey de Castilla y León.»
Clavó el estandarte en la tierra y realizó las salvas de ordenanza.

Complejo arqueológico de Espíritu Pampa, identificado como la que


fuera capital de los incas de Vilcabamba.
La víspera,Tupac Amaru, había huido con los suyos hacia los bosques de las tierras bajas. El grupo,
que incluía a sus generales y a los miembros de su familia, se había dividido en pequeñas partidas
en un intento de dificultar la persecución.
Se organizaron grupos de soldados españoles con indios auxiliares para dar caza a los fugitivos. Un
primer grupo capturó a la esposa e hijo de Huayna Cusi. Un segundo regresó de vacío. El tercero
regresó habiendo capturado dos hermanos de Tupac Amaru, otros parientes y sus generales. El Inca
y su comandante permanecieron libres. A continuación un grupo de cuarenta soldados, elegidos
personalmente, salió en persecución de estos últimos. Siguieron el río Masahuay durante 170 millas,
hasta un un almacén inca donde encontraron cantidades de oro y vajilla. Los españoles capturaron
un grupo de chunchos y los obligaron a decirles si habían visto al Inca. Estos informaron que se
había ido río abajo, en bote. Los españoles construyeron 20 balsas para continuar la persecución.
Bajando el río descubrieron que Tupac Amaru había escapado por tierra. Algunos indígenas les
indicaron la ruta que habían seguido los incas e informaron que Tupac se veía retardado debido a
que su mujer estaba a punto de dar a luz. Después de una marcha de 50 millas descubrieron el
campamento de Tupac Amaru junto a su colla. Les aseguraron que no se les causaría daño alguno si
se rendían. Tupac Amaru no opuso resistencia y fue apresado.
Los cautivos fueron llevados a Cusco, el 30 de noviembre. Los vencedores también trajeron las
momias de Manco Inca y Titu Cusi y una estatua de oro de Punchao, la más preciada reliquia del
linaje inca que contenía los restos mortales de los corazones de los Incas fallecidos. Estos objetos
sagrados fueron luego destruidos.
Los españoles hicieron varios intentos para convertir a Tupac Amaru al cristianismo pero se cree
que estos esfuerzos fueron rechazados por un hombre muy fuerte, que estaba convencido de su fe.
Los cinco generales incas capturados tuvieron un juicio sumario en el que nada fue dicho en su
defensa y fueron sentenciados a la horca. Varios de los que murieron a causa de las severas torturas
que recibieron fueron también colgados.
El juicio del Inca comenzó un par de días más tarde. Se le juzgó por la muerte de los sacerdotes
agustinos (que fueran asesinados al considerarlos responsables de la muerte de Titu Cusi), la del
negociador Anaya y la del escribano Martín de Pando, de las cuales fue probablemente inocente.
Tupac Amaru fue sentenciado a la decapitación.
Autoridades, miembros del clero y de las ordenes religiosas y los principales vecinos del Cusco,
convencidos de la inocencia de Tupac Amaru, exhortaron al virrey para que se retractase y enviase
al Inca a España en vez de ejecutarlo. Francisco de Toledo, conocido por su crueldad, no cambió de
parecer y el 24 de septiembre de 1572 Tupac Amaru fue decapitado.
Frente a la catedral, en la plaza central de Cusco, un cadalso había sido erigido. Se dice que había
entre 10 000 y 15 000 personas presentes.
Tupac Amaru subió al patíbulo acompañado por el obispo de Cusco. Mientras lo hacía, se dice en
las fuentes que :
una multitud de indios [sic], que llenaron completamente la plaza, vieron el lamentable
espectáculo de que su señor e Inca iba a morir, ensordecieron los cielos, haciéndolos
reverberar con sus llantos y lamentos
(Murúa, 271)
Como es relatado por Baltasar de Ocampo y fray Gabriel de Oviedo, prior de los dominicos en
Cusco, ambos testigos oculares, el Inca levantó su mano para silenciar a las multitudes, y sus
últimas palabras fueron para invocar al dios de sus ancestros:
Ccollanan Pachacamac ricuy auccacunac yahuarniy hichascancuta
(Ilustre Pachacamac, atestigua como mis enemigos derraman mi sangre)
El virrey Toledo comunicó al rey Felipe II la ejecución de Tupac Amaru, en una carta del 24 de
septiembre de 1572, en la que manifestaba :
--- lo que vuestra majestad manda acerca del Inca, se ha hecho ---
A decir de algunos historiadores, cuando el virrey Toledo dejó su cargo para regresar a España fue
recibido por el rey Felipe II con las siguientes palabras :
Podéis iros a vuestra casa, porque yo os envié a servir reyes, no a matarlos
aludiendo a la ejecución de Tupac Amaru.
Aunque estas hubieran sido efectivamente las palabras del monarca español, lo real y cierto es que
este había mantenido a Álvarez de Toledo en el cargo de Virrey del Perú por un extenso período,
que se prolongó hasta 1581.
Las pompas fúnebres fueron impresionantes, incluso el propio virrey acudió, en riguroso luto, a la
misa de honras. Los indígenas y miembros de la élite cusqueña se arrancaban cejas y pestañas,
siguiendo la usanza andina.
El Inca fue enterrado, en un principio, en la catedral del Cusco pero al ver las autoridades que el
pueblo idolatraba los restos, lo retiró y enterró en un lugar secreto.
Con él se extinguía no sólo el último reducto de resistencia incaica, sino también la propia dinastía
real de los incas. Con el fin de prevenir el resurgimiento del imperio y borrar todo rastro de su
descendencia, la fuente de futuras generaciones reales fue prontamente expulsada por el virrey.
Varias docenas de personas, incluyendo al hijo de tres años de Tupac Amaru, fueron desterradas a lo
que hoy en día son México, Chile, Panamá y otros lugares distantes. Sin embargo, a algunos se les
permitió finalmente retornar a sus lugares de origen.
Una de las hijas de Tupac Amaru, llamada Juana Pilcohuaco, se casó con un indígena llamado
Diego Felipe Condorcanqui, curaca de Surimana, Pampamarca y Tungasuca. Dos siglos después,
uno de sus descendientes, José Gabriel Condorcanqui, Tupac Amaru II, lideró un levantamiento
indígena en 1780 contra la continua presencia española en América.
Si bien los españoles colocaron la cabeza de Tupac Amaru en un lugar visible en el Cusco para que
sirviera de advertencia a los indígenas, tuvieron que retirarla al poco tiempo, porque se había
convertido en un objeto de veneración para la gente andina.
Esta exposición de la cabeza de Tupac Amaru dio origen al mito de Inkarri. La cabeza del Inca,
lejos de descomponerse, se ponía más hermosa cada día, a partir de ella crecería nuevamente el
cuerpo del Inca que restauraría el imperio y le daría a las cosas su ordenamiento natural anterior a la
llegada de los españoles.
Con la desaparición de Tupac Amaru I, se da por consumada la conquista del Tahuantinsuyu por
los españoles. Pero su recuerdo planea sobre nosotros, como el vuelo majestuoso de un cóndor.

Vista panorámica del Machu Picchu


Bibliografía

Historia del Tahuantinsuyu. María Rostworowski. 1988 IEP Instituto de Estudios Peruanos

Suma y narracion de los Incas. Juan Díez de Betanzos y Araos 1551. MADRID I M P R E N T A
DE MANUEL O HERNÁNDEZ.Libertad, IÓ duplicado.. 188o

El Señorío de los Incas. Pedro Cieza de León (~1550) Biblioteca Hispano-Ultramarina 1880.
Edición y prólogo de Marcos Jiménez de la Espada

Historia Índica. Pedro Sarmiento de Gamboa 1572. Edición de 2004

Perú incaico. José Antonio Del Busto, (2011).2.ª edición. Lima: Empresa Editora El Comercio S.A.

Tahuantinsuyo: El cóndor herido de muerte. Alfonso Klauer 2ª edición., corregida y aumentada /


Agosto, 2000 / Lima • Perú

"Tupac Amaru I" JULIO VILLANUEVA SOTOMAYOR. BIOGRAFIA

Enlaces Internet

https://pueblosoriginarios.com/ (Pueblos Originarios de América)

https://carpetapedagogica.com/tahuantinsuyo

https://www.am-sur.com/index-ESP.html ("América" del Sur, índice)

http://www.ifea.org.pe/libreria/bulletin/1973/(INSTITUTO FRANCÉS DE ESTUDIOS ANDINOS)

https://tuymihistoria.blogspot.com/p/tupac-amaru-i.html(Blog de Historia General del Perú)

‌https://historiaperuana.pe/

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