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Románico. S.

X-XIII

Arquitectura del interior de la Catedral de Santiago. 1077-1211


Análisis
La planta de cruz latina es simétrica y regular. Se organiza en tres naves longitudinales
cruzadas por un gran transepto o crucero que sobresale mucho en planta y está dividido
también en tres naves, una central y dos laterales. La nave central es bastante más ancha que
las laterales pero es idéntica a la nave central del crucero en anchura y altura. Da la sensación
de que las dos naves centrales son los fundamentos de la cruz latina y las naves laterales
rodean en todo su perímetro a esta cruz inicial. La cabecera acoge una girola o deambulatorio
que rodea un amplio ábside principal. A todo esto se añade un nártex a modo de vestíbulo que
precede a la nave central por la portada principal. También encontramos cuatro absidiolos
adosados al crucero y cinco capillas radiales alrededor de la girola, todos ellos de planta
semicircular excepto la capilla axial que es mayor y de planta cuadrada. A todo este conjunto
se añaden dos grandes torres que flanquean la fachada principal y dos torres más pequeñas en
los ángulos del crucero que contienen escaleras de acceso a la tribuna. También se observa
cimentación de torres, aunque más pequeñas en los flancos de las do fachadas del rucero.

En cuanto a las cubiertas, se observa en planta que las naves centrales (general y
crucero) se cubren con bóveda de medio cañón reforzada con arcos fajones. Las naves
laterales se cubren con tramos cuadrados de bóveda de arista, al igual que el nártex. La girola
se cubre con tramos trapeziodales de bóveda arista, a modo de dovelas de una arco para
adaptarse a la curvatura del deambulatorio. Estas bóvedas, junto con las de las naves laterales
y las del nártex forman un continuo que rodea toda la catedral, como el envoltorio de la cruz
latina interna. Los absidiolos y las capillas radiales se cubren con bóveda de cuarto de esfera, al
igual que el ábside central. Vemos también en planta que el cuadrado del crucero está
resaltado con una gran cúpula nervada montada sobre trompas que transicionan el espacio
cuadrangular en octogonal.

Los soportes que separan las naves laterales de las centrales son pilares cruciformes,
con semicolumnas adosadas en sus cuatro lados. Estos soportes son mucho más grandes en el
cuadrado del crucero para soportar el peso de la cúpula del cimborrio y de la propia torre
cimborrio. Sus columnas suben hasta las bóvedas para recoger el peso de los arcos fajones en
las naves centrales y de los arcos formeros y perpiaños en las laterales.

El alzado se articula en dos niveles: las arcadas y una tribuna muy desarrollada. Los
arcos del primer nivel son de medio punto pero muy peraltados para dar una mayor sensación
de altura y esbeltez. A esto se une la gran desproporción entre los 22 metros de altura de la
nave central y los 8 de anchura. Este afán verticalista y ese peraltado de los arcos son
reminiscencias de un pasado prerrománico asturiano (no en vano la primera iglesia que fue
destruida por Almanzor correspondía a ese estilo).

El siguiente nivel corresponde al triforio que abre la tribuna a la nave central.


Efectivamente esta catedral tiene una tribuna que no se aprecia en la planta pero sí en el
alzado. La tribuna es la segunda planta de todas las naves laterales y, como ya hemos
mencionado que éstas, junto con nártex y girola, daban la vuelta a todo el edificio, también la
tribuna rodea por completo la catedral y permitía a los peregrinos recorrer todo el templo sin
interferir la celebración del oficio. Esta tribuna ayuda a contrarrestar los empujes laterales de
la enorme bóveda central y se cubre con tramos de bóveda de cuarto de esfera y se abre al
exterior mediante algunos vanos que perforan el muro y a la nave central mediante arcos
geminados de medio punto y también peraltados. Esta galería conforma el triforio que rodea
todo el edificio, característico de las iglesias de peregrinación. La tribuna ampliaba el espacio
para los peregrinos que normalmente pernoctaban en la propia catedral.

También observamos en el alzado las tres fachadas originales: la de la Azabachería y la


de Platerías en los dos extremos del crucero y la fachada interna del Pórtico de la Gloria en el
Nartex de la entrada principal. Dicha portada estaba flanqueada por dos torres de sección
cuadrada, de igual altura que la gran torre cimborrio del cuadrado del crucero. Todo ello se
cubría al exterior con techumbre de doble vertiente en las naves centrales, de una sola
vertiente en las naves laterales, incluyendo el segundo piso de la girola, y con techumbre
piramidal en las tres torres, todo ello revestido de teja sobre entramado de madera. Al exterior
la sensación era de solidez románica, predominio de muro sobre vano, techumbres en
descenso en la cabecera y juego de volúmenes compactos y rotundos en general.

Hay que añadir a planta y alzado que esta catedral contiene una cripta inferior a la cual
se accede por una puerta inferior en la escalinata de acceso de la plaza del Obradoiro y que
llega hasta debajo del presbiterio, con acceso también desde la girola. Esta cripta donde se
guardan los restos del apóstol Santiago son los restos de la antigua iglesia prerrománica.

En cuanto a la decoración, esta se reduce en el interior a los relieves escultóricos de los


capiteles, más profusamente decorados en los capiteles de la arcada inferior que en los que
suben hasta los arcos fajones de la nave central, por estar más lejos del ojo humano. También
encontramos decoración arquitectónica en esa banda de ajedrezado (alguien diría taqueado
jaqués) que recorre horizontalmente todo el edificio y que sirve para articular el muro y
quitarle monotonía. Este motivo decorativo es característico de todo el Camino de Santiago.

Comentario

La Catedral de Santiago es principio y fin del principal camino de peregrinación de toda


la Europa medieval, constituyendo además el segundo lugar de referencia del universo
cristiano después de San Pedro de Roma, así que su importancia simbólica se da por
descontada. Nacido al amparo del descubrimiento, igualmente simbólico, de la tumba del
apóstol Santiago en tiempo de Alfonso II de Asturias, se convertirá en el eje de comunicación
más transitado de Europa durante los Siglos XI y XII.

La historia de la construcción de la Catedral está estrechamente relacionada con estos


acontecimientos. Así, cuando en el año 814 el Obispo de Iria Flavio, Teodomiro, descubre la
tumba con los restos del Apóstol Santiago, se propicia la erección de una pequeña iglesia en el
lugar. En el año 899, reinando Alfonso III se consagra esta iglesia prerrománica, con elementos
visigóticos y mozárabes, que es destruida por Almanzor en el 997.

La construcción de la actual Catedral responde ya al patronazgo del rey Alfonso VI y del


obispado de Diego Peláez, dando comienzo las obras entre 1077-1078. Desde ese momento se
suceden una serie de campañas constructivas. La primera tiene al frente al Maestro Bernardo,
dura diez años en los que se construiría poco más que la cabecera, pero queda interrumpida al
desaparecer la figura del Obispo Peláez, acusado por el rey de intrigar contra la Corte.

Hay que esperar al año 1100 para que fuera nombrado un nuevo obispo cuya fuerte
personalidad iba a permitir la reactivación de las obras, Diego Gelmírez. Desde entonces hasta
1122-1124 se construye la práctica totalidad del conjunto catedraliceo, a falta de concluirse los
últimos tramos de la parte occidental, la fachada de los pies y las torres que la flanquean.
La tercera y última etapa comienza en 1168 cuando el cabildo de la Catedral encarga al
maestro Mateo la realización de la llamada Catedral Vieja o Cripta, soporte previo de su
famoso Pórtico de la Gloria. La Catedral es definitivamente consagrada en 1211. Siglos después
será remozada en su exterior por una serie de campañas barrocas que transforman
profundamente su original imagen románica, especialmente la fachada del Obradoiro de Casas
Novoa en el siglo XVIII.

La catedral de Santiago es la culminación de las grandes iglesias de peregrinación que


recoge, en su distribución, los precedentes de templos franceses como Sainte-Foy de Conques
o Saint-Sernin de Toulouse. Es un monumento arquetípico del románico pleno. Su modelo de
partida fue el francés (deambulatorio, tribuna y triple nave en el transepto), recogió también
soluciones prerrománicas (uso de arcos de medio punto muy peraltados). El resultado es un
proyecto maduro que influyó muchísimo no sólo en el resto del románico hispánico del
noroeste (Catedral de Zamora y Salamanca) sino también en otras iglesias de peregrinación
europeas, puesto que el camino de Santiago sería, tras su construcción, un camino de ida y
vuelta.

Esculturas de Praterías (como ejemplo de románico pleno, en vez de Silos y Conques)


Situada en el brazo sur del transepto de la Catedral de Santiago de Compostela, España. Fue
construida entre 1103 y 1104, y su escultor fue Maestro Esteban. Esta portada está tallada
sobre piedra. En su origen estuvo policromada, pero hoy día no se conserva. 

En la Puerta de Platerías asistimos a una composición especialmente abigarrada con una


tendencia evidente al "Horror vacuii", donde no sólo se acumulan figuras en sus tímpanos,
jambas y friso superior, sino que las enmarcan todo tipo de elementos arquitectónicos, arcos
lobulados, "mochetas", columnas sogueadas, etc. Aunque esta acumulación de piezas
ornamentales, que llegan a adquirir una cierta apariencia caótica, es también producto de las
vicisitudes por las que ha pasado la Puerta a lo largo del tiempo, de tal forma que su aspecto
actual dista mucho del original, entremezclándose esculturas procedentes de otras puertas
junto a las originales.

Es igualmente magnífico el trabajo de las cabelleras, de los pliegues de las túnicas, con caídas
onduladas que crean efectos rítmicos de luces y sombras, el tratamiento volumétrico, sólido y
casi exento, la fuerza y el vigor de las formas, e incluso en ocasiones un naturalismo que
permite completar su innato simbolismo con una cierta carga de emotividad y humanismo.

La portada de las Platerías o Meridional es el único pórtico románico exterior que se conserva
de la catedral de Santiago de Compostela. La obra de Platerías destaca, aparte de por su
riqueza iconográfica, por las tallas magníficas del maestro de Platerías, caracterizadas por su
fuerte expresionismo de ojos grandes y abiertos en los que a veces para mayor efectismo se
les excavaba el iris que se rellenaba con pasta. Sus puertas dan acceso a la nave central del
transepto desde la fachada sur de la catedral.

La obra en su conjunto responde a las características que definen la escultura románica de su


periodo pleno, su adaptación al marco arquitectónico, su esquematización anatómica, y su
grafía clara y concisa, en este caso de talla exquisita.

Estructuralmente el conjunto se organiza en dos puertas con sus arquivoltas de medio punto
abocinadas, tímpanos esculpidos y jambas de columnas adosadas a un piar y machón central.
El contenido iconográfico de este pórtico presenta un desorden en la organización de las
imágenes, derivado de los destrozos causados por el incendio del año 1117 y los añadidos de
relieves procedentes de la desaparecida fachada norte o Francigena.
Por un lado, en el tímpano de la derecha, en la parte superior encontramos a la Virgen
María  aparece  bienaventurada con su hijo en Belén y la Epifanía de los Reyes Magos de
Oriente, y la estrella y el ángel que los conduce hacia el portal de Belén. En la parte inferior nos
encontramos con la Pasión de Cristo. Ahí lo podemos ver atado a la columna a manos de los
judíos y azotado, mientras que Pilatos aparece sentado en su trono en actitud de juez.

Por otro lado, en el tímpano de la izquierda aparece Cristo sometido a las tentaciones
de ángeles con aspecto muy feo y violento, demonios. Cristo resiste a las tentaciones de estos. 
 
Con respecto a los maestros creadores de este pórtico, podemos decir que los relieves que
habitan aquí son fruto de diferentes manos, entre las que cabe destacarse: por un lado, el
maestro de la Traición, a este se le atribuyen los relieves de la Pasión de Cristo, los ángeles
trompeteros y los Reyes Magos. Y por otro lado, el maestro Esteban, el cual realizó las
imágenes de mayor calidad. Sus figuras tienen los ojos saltones, los pómulos hinchados y los
labios gruesos.

En las jambas de ambas puertas también se sitúan magníficas tallas, sobresaliendo sobre todas
las del rey David músico, la creación de Adán, Cristo en Majestad, la mujer de los leoncitos, etc.
El friso se remata por canecillos y metopas, que lo separan de una parte superior que abre
otros dos arcos, en este caso lobulados y con arquivoltas decoradas con ostentosos motivos
vegetales, culminando el conjunto con una balaustrada con pináculos, construida en siglos
posteriores.

Las columnas, unas de mármol y otras de piedra, tienen esculpidas bellas imágenes de flores,
hombres, aves y animales. El mármol es de color blanco.
Fuera de los tímpanos, enmarcando la portada encontramos a Jesucristo Pantocrátor, ángeles
trompeteros, bestiarios o signos del Zodiaco, la Expulsión del Paraíso y al Rey David músico
(obra del maestro Esteban que también procede de la portada norte) En toda la portada se
observa las características del estilo románico: adaptación al marco, “horror vacuii” (no dejar
ningún hueco sin relieves), ausencia de naturalismo, perspectiva jerárquica, etc.

En la confluencia de las dos arcadas, sobre ellas y en el friso se distribuye un gran número de
relieves. Encontramos a Cristo, los endemoniados, Abraham saliendo del sarcófago y ángeles
trompeteros.

En cuanto al friso superior situado sobre las arquivoltas y el Crismón, mezcla figuras de distinta
procedencia, destacando del conjunto la figura de un Cristo, ya del S. XIII, rodeado por los
apóstoles. En el friso resplandece con hermosura un llamativo conjunto de piezas de mármol
blanco. Se amontona como en un rompecabezas el Pantocrátor, en posición central,
acompañado de Santiago, San Juan, seres fantásticos procedentes de los bestiarios
medievales, cipreses y signos del Zodíaco. 

También en el friso se dispone la expulsión de Adán y Eva –procedentes de la Puerta del


Paraíso- que se completan con las relieves de la creación ubicados en los contrafuertes. A la
primitiva portada norte pertenecería la excepcional imagen del rey David tocando la cítara que
se ubica actualmente en el contrafuerte occidental.  
Finalmente, sobre los ciborios, hay cuatro ángeles con sendas trompetas que anuncian el día
del juicio.

O Pórtico da Gloria
Catedral de Santiago de Compostela, siglo XII. Maestro Mateo 1168-1188
El Pórtico de la Gloria de la Catedral Compostelana es sin duda alguna la obra cumbre de la
Escultura Románica. Por primera vez la Edad Media ensaya la animación de las figuras. El
simbolismo medieval se realiza aquí a través de un conjunto escultórico en que las figuras
hablan, cantan y constituyen una verdadera atmósfera mística y religiosa.

Su autor es el Maestro Mateo, arquitecto de Fernando II de León, que supo plasmar en


piedra un denso mensaje teológico que no sabemos quién lo ideó. . En 1168 se pusieron los
fundamentos de esta obra y se finalizo en 1188 según consta de una inscripción en los dinteles.
Para salvar el desnivel del terreno, el maestro Mateo construyó una cripta en forma de
pequeño y bello templo que se llama la Catedral Vieja. Sobre esta base levantó el Pórtico de la
Gloria, construcción de tres comportamientos cubiertos por bóvedas de crucería que cobijan el
ingreso principal a la iglesia, compuesto de tres arcos abocinados que dan acceso a las tres
naves, y de los cuales el principal tiene tímpano sostenido por un parteluz.

La interpretación de este mensaje ha suscitado una auténtica polémica entre los


estudiosos en arte que se han ocupado del tema. De todas formas, es indiscutible que el
mensaje catequético del Pórtico responde a su condición de nartex de la Iglesia meta del
Camino de peregrinos. Será, pues, un mensaje primariamente para ellos, y sólo desde la
peregrinación se podrá interpretar adecuadamente.

El propósito de la peregrinación terminó marcando caminos desde todos los rincones


de la Europa Medieval hasta Santiago. Puente La Reina, en Navarra, es el lugar a donde todos
confluyen convirtiéndose en un sólo camino hasta Compostela. Al final, el Maestro Mateo
supo resumir en el más genial de los pórticos el significado simbólico del Santuario Apostólico:
La Jerusalén Celestial. Como él corona su peregrinación abrazando la columna sobre la que
descansa la estatua sedente de Santiago, así también la humanidad entera coronará el
esfuerzo de su historia resucitando e incorporándose al Reino de Dios en plenitud, realizado en
la magnífica iconografía del Pórtico de la Gloria.

Significado del Pórtico

Esta idea final la toma Mateo del Apocalipsis de San Juan, según la cual el templo
apostólico es el símbolo de la nueva Jerusalén que desciende del Cielo. Se trata, pues, de una
representación de la ciudad Celeste tomando para ello símbolos provenientes del Apocalipsis
de San Juan, del Libro IV de Esdras, y de los elementos apocalípticos contenidos en los profetas
Isaías, Ezequiel y Daniel.

En el tímpano del arco central nos encontramos resumidas varias páginas del
Apocalipsis de San Juan. Preside la escena una imagen mayestática e hierática de Cristo
Salvador, indudablemente inspirada en la descripción que del Hijo del Hombre (Cristo) hace el
apóstol San Juan en el Apocalipsis (Cap. 1,1-18). De acuerdo con esto, le encontramos un tanto
hierático, consciente de su dignidad y poder. En sus manos y pies muestra las cicatrices de las
llagas. Sus vestiduras quieren demostrar su realeza y su sacerdocio. Completando la idea del
Cordero inmolado e inspirado en el mismo Apocalipsis de Juan (Cap. 5,14) nos presenta Mateo
ocho bellísimos ángeles llevando instrumentos de la pasión: la columna, la Cruz, la corona de
espinas, los cuatro clavos y la lanza; un pergamino y una jarra, aludiendo sin duda a la
sentencia y lavatorio de manos de Pilato; y por último una caña, esponja y un pergamino en
que probablemente se leyó la inscripción INRI.

Rodeando el trono del Salvador vemos los cuatro evangelistas en actitud de escribir el
Evangelio sobre cada uno de sus animales simbólicos: San Mateo sobre el cofre de recaudador
de tributos; debajo San Marcos sobre el león alado; a la izquierda San Juan sobre el águila y
debajo San Lucas sobre el Toro. Junto al trono jalonándolo, dos ángeles que a ambos lados
homenajean al Señor.

Tomado del Capítulo 4 del Apocalipsis de San Juan todo el tímpano quiere plasmar la
disposición del trono de Dios tal como lo ha visto el autor sagrado. Veinticuatro ancianos que
representan en la visión apocalíptica a las 24 clases de cantores y sacerdotes del antiguo
templo de Jerusalén, se sientan en una especie de sofá, dialogan entres sí vistiendo túnicas
blancas y sobre sus cabezas llevan una corona de oro. En sus manos (excepto las figuras 4 y 21)
sostienen instrumentos musicales (14 cítaras, 4 salterios, 2 arpas, llamando la atención la
zanfoña que sostienen sobre sus rodillas los dos que están sobre la clave).

En los espacios curvos del tímpano para plasmar la descripción de los elegidos, que figura en el
cap. 7,4-17 del Apocalipsis, ideó Mateo treinta y ocho figuras humanas que representan las 12
de abajo a las 12 tribus de Israel y las 19 de arriba a la turba celeste que nadie podía contar, y
que estaba delante del trono y del Cordero. Todas estas figuras, al igual que los ancianos, están
a punto de comenzar una sinfonía litúrgica en honor del Cordero.

El Maestro Mateo ha concebido el Arco central del Pórtico como una pequeña ciudad
con su templo y su liturgia propias. En esta ciudad nadie puede entrar sin estar escritos en libro
de la vida; en ella se entra incluso llevados por ángeles.

Estatuas en las columnas.

La gran ciudad celeste descansa sobre unas figuras concretas pertenecientes tanto al
Antiguo como al Nuevo Testamento. Así vemos como adosados a las columnas de nuestra
izquierda aparecen unas figuras de sorprendente calidad artística que representan personajes
del Antiguo Testamento: Moisés, con las Tablas de la Ley en su mano; Isaías; Daniel, sonriente
como anunciador de la venida del Salvador, y Jeremías con su rostro triste, dado lo mucho que
tuvo que sufrir de los poderes de su pueblo por la crudeza de su denuncia profética. Las
restantes figuras no han sido identificadas, pero sin duda pertenecen también a personajes del
Antiguo Testamento.

El lado derecho está dedicado al Nuevo Testamento y así nos encontramos con San
Pedro, vestido de Pontifical y sus llaves en la mano; San Pablo, calvo y descalzo; Santiago lleva
un báculo y un cartel, San Juan, joven y de pie sobre un águila; las otras cuatro figuras no se
han identificado. Por lo tanto la ciudad descrita por San Juan está fundamentada sobre unas
columnas que constituyen y representan a los dos Testamentos

Según San Juan sobre cada una de las 12 puertas de la Ciudad Nueva de Jerusalén
(Apocalipsis 21, 12) hay un ángel que la guarda. Mateo expresó esto en los ángeles que sobre
las figuras de los apóstoles y profetas van introduciendo en la ciudad a los seres humanos que
vienen de la gran tribulación. Los que proceden del arco izquierdo vienen coronados, como
símbolo de sus privilegios (como veremos luego) y con un pergamino que representa la Ley; y
los de la derecha vienen sin coronar y van asidos de la mano del ángel.

Los otros ángeles representados en la fachada exterior son dos serafines que están de
pie ante el trono del Cordero (escoltados por dos ángeles cada uno). En los ángulos del Pórtico
hay cuatro ángeles con trompetas que tienen también un hondo sentido apocalíptico. Su
misión es congregar a los elegidos de los cuatro puntos cardinales para doquier entonen un
cántico nuevo. Los elegidos y su procedencia constituye el tema de los dos arcos laterales.
Columna del parteluz: La columna central del pórtico sostiene de forma llamativa la
estatua sedente del Apóstol Santiago, como patrono, acogiendo a los peregrinos.

La columna de mármol representa la genealogía humana de Jesús. De la figura de José


(padre del Rey David), brota un tallo (Isaías 11, 1), que crece y enreda a David, Salomón y al
llegar a la Madre de Dios aparta sus ramas dejándola exenta. El capitel nos muestra la
generación eterna de Cristo en cuanto Dios: El Padre le tiene en su regazo, y sobre ellos en
forma de paloma el Espíritu Santo.

En el capitel que se encuentra tras la corona del Apóstol vemos representado uno de
los episodios simbólicos más característicos de la vida de Cristo: Las tentaciones. El diablo en
figura repugnante y monstruosa tienta en tres ocasiones a Jesús que, una vez rechazadas las
tentaciones, es servido por los ángeles.

Arco lateral izquierdo: En este arco encontramos representado un tema del Antiguo
Testamento: La expectación mesiánica. Todo el antedicho Testamento gira en torno a él. El
autor del Pórtico se ha inspirado en el libro IV de Esdras.

La primera arquivolta nos muestra una serie de figuras envueltas en la fronda. En el


centro con una corona en la cabeza nos encontramos la figura de Dios Creador, a la derecha de
Dios está Adán, sin corona ya que perdió la inocencia; a su lado vemos la figura de Noé, que es
el nuevo padre de la humanidad al haber perecido todos los demás en el diluvio; después
viene coronado Abraham, a continuación Esaú y Jacob; sólo Jacob aparece coronado como
heredero de la promesa y bendición de Abraham. A la derecha de Dios tenemos en primer
lugar a Eva, sin corona también por el mismo motivo que Adán, después Moisés, a
continuación David el rey; las dos figuras restantes parecen representar las tribus judías y Judá
y Benjamín, ya que eran consideradas como restauradas por el libro de Esdras. Se trata pues
de la representación de la primera promesa de Salvación y su realización en el Antiguo
Testamento.

Su segunda arquivolta nos lleva a un tema sumamente interesante y actual. Se trata de


presentarnos un símbolo o tipo, de la salvación de los hombres en el destierro y opresión que
padeció en Babilonia el pueblo de Israel, inspirándose en el libro IV de Esdras (Cap. 13,25-7).
Las figuras que aparecen son diez y representan a las diez tribus de Israel, menos Judá (tribu de
Cristo) y Benjamin.

Todas las figura están coronadas, símbolo de los privilegios y promesas que gozan los
judíos; el bocel que las aprisiona contra la arquivolta simboliza la esclavitud y cautiverio a que
están sometidas; las cartelas que tienen en su mano simbolizan la Ley que ellas observaron
cuidadosamente en el destierro. La figura central de Cristo las atrae hacia la salvación,
simbolizada en las que van pasando al arco central del Pórtico desnudas y con la Ley en la
mano, pero coronadas y libres de la esclavitud. Cristo pues es el libertador.

Arco lateral de la derecha: Probablemente en la intención original es una


representación del Juicio Final: En el centro Cristo--juez--y debajo un ángel. A su derecha
vemos a los elegidos, a quienes el Señor dice: "Venid benditos de mi Padre" y a la izquierda los
réprobos a quienes el Rey dice: Apartaos, malditos, al fuego eterno". Mientras que en manos
de ángeles los de la derecha pasan a la Jerusalén Celestial, representada en el arco central, los
réprobos se ven aprisionados por multitud de monstruos que los inmovilizan y castigan.
(Mateo 25).
Sin embargo, podemos ver en esta representación una visión de Cristo liberador. Sin
duda es éste el sentido profundo del Juicio. Al lado izquierdo se muestra a los esclavos del
orgullo y egoísmo. Basta ver como las figuras atenazadas por monstruos están comiendo y
bebiendo tranquilamente. ¿No es acaso un esclavo el alcohólico, el ludópata, el drogadicto, el
cleptómano y tantos otros? ¿No se hace el pecador adicto a su pecado? Jesús en el centro
sirve de punto de crisis y liberación. Por ello, las figuras van pasando desnudas del hombre
viejo, liberadas de sus esclavitudes al reino de la felicidad y del amor: La Jerusalén Celestial.

Otros elementos: Debajo de la figura del profeta Isaías, en la serie de columnas de la


izquierda, tenemos una columna marmórea en la que se representa el sacrificio de Isaac. En la
derecha debajo del Apóstol San Pablo hay otra columna de mármol en la que se presentan
algunas escenas de la vida de San Pablo. os monstruos del zócalo representan motivos
apocalípticos heredados de la literatura caldea. Así en el centro probablemente se representa
al héroe Gilgamés, destructor de monstruos. Después una serie de vivientes que se inspiran sin
duda en el profeta Ezequiel. Los monstruos quieren simbolizar probablemente el mundo
dominado por la fuerza del orgullo y del egoísmo, que enfrenta a los humanos entre sí
originando las guerras, el hambre y la muerte. Estos monstruos son utilizados por los
miniaturistas medievales para significar esto. La cabeza humana significa probablemente que
la inteligencia del hombre es capaz de vencer la fuerza del león y la velocidad del águila.

El Pórtico conserva parte de su policromía original retocada en el s. XVI. Es de notar no


obstante que no está completo; al construir la fachada actual del Obradoiro se retiraron
estatuas, alguna de las cuales se conservan en el museo catedralicio.

La efigie de Mateo: Arrodillado en la nave cara al Altar Mayor de la Catedral nos


encontramos en actitud orante y penitente al autor del Pórtico: el Maestro Mateo. Muchas
madres, deseando que sus hijos tuvieran la inteligencia del autor del Pórtico. los llevan a él y
chocan las cabezas de los estudiantes contra los rizos pétreos del arquitecto. De ahí el nombre
gallego con que se conoce esta estatua: "Santo dos Croques".

La música del Pórtico

Uno de los aspectos que más llama la atención dentro de la complicada composición
escultórica del Pórtico de la Gloria es el referido a la variedad de instrumentos musicales que
sostienen entre las manos los veinticuatro ancianos del Apocalipsis, tallados en la primera
arquivolta del vano central. Lejos de representar objetos inventados, son un completo
catálogo de instrumentos reales y por lo tanto, un valioso testimonio que nos permite conocer
cómo era, o al menos, cómo podía sonar la música de la época.

Entre unos y otros, los ancianos tañen instrumentos pertenecientes a casi la totalidad
de las familias de cuerda medievales, que se podrían catalogar, adoptando su denominación
más frecuente, del siguiente modo:

Fídulas ovales: su cuerpo tiene forma semejante al óvalo. Se ejecutaban con arco.
Fídulas en ocho: como los anteriores, también precisaban del arco para hacerlos
sonar.
Arpas: también denominadas cítaras o liras.
Salterios: de forma triangular, los músicos precisaban tocarlos en posición vertical.
Cítaras: de forma trapezoidal, los músicos pulsaban las cuerdas con un pequeño
apéndice en forma de púa.
Laúdes: con este nombre se designan unos pequeños instrumentos con mástil y
caja en forma de media pera, con cuerdas pulsadas por plectros.
Organistrum: prolijamente citado en los textos medievales, sus cuerdas se hacían
sonar frotándolas con una rueda de madera.

Dada la fidelidad con la que fueron representados hasta en sus más mínimos detalles,
estos instrumentos se han podido reproducir en nuestro tiempo. Así se ha contribuido de
modo más efectivo al conocimiento de la música de la Edad Media.

Influencias porteriores

Aún, los principales protagonistas del Pórtico que son Cristo en Majestad y el apóstol
Santiago conservan un solemne hieratismo, pero no así el resto de las estatuas. En especial,
nuestra mirada se fija en la abierta sonrisa de Daniel y en las conversaciones que parecen
mantener profetas y apóstoles que giran sus cabezas para facilitar tal diálogo.

Este hecho va a ser la norma heredada en el arte gallego durante los siguientes dos
siglos. Y en que en Galicia, como en pocas partes de España, la estela de las formas románicas
perduró de manera constante durante los siglos XIII y XIV, e incluso en edificios del XV todavía
se aprecia la herencia románica. El verdadero gótico tuvo grandes dificultades de penetración,
bloqueado por las estructuras tardorrománicas inerciales complementadas con la escultura
naturalista y barroca heredada de Mateo.

El Pórtico de la Gloria y el estilo mateano influyeron en la evolución hacia el


naturalismo del románico español de los siglos XII y XIII. Al margen de Galicia, no hay más que
observar la relación entre la portada occidental de la Basílica de San Vicente de Ávila y el portal
compostelano o las portadas y escultura de diversas iglesias zamoranas como las de
Benavente, donde incluso los ángeles de las mochetas adoptan las mismas posturas que en
Santiago.

Interior del Monasterio de Oseira

A) CLASIFICACIÓN
NOMBRE: Monasterio de Oseira
ARQUITECTO: Desconocido
CONCOMITANTES: Orden del Cister
CRONOLOGÍA: S. XII,XIII
LOCALIZACIÓN: Cea (Ourense)
ESTILO: Cisterciense
MATERIALES: Piedra (granito) trabajada en sillares.

El Monasterio cisterciense de Santa María de Oseira se cuenta entre los grandes


monumentos de Galicia. Algunos, por su magnificencia lo denominan "el Escorial Gallego".
Este monasterio, originario del siglo XII, está situado en la provincia de Ourense, en el concello
de Cea.

Fue la primera fundación del Cister en Galicia. Ya antes había un monasterio fundado por
unos poco eremitas. En 1141 decidieron seguir la Regla Cisterciense y llegaron nuevos
monjes desde el propio Claraval (abadía francesa).
Así el Monasterio de Oseira se convierte en emblema del Cister en tierras gallegas, semilla que
se propagaría en numerosos lugares de Galicia.
La iglesia no se iniciaría mucho más tarde siendo consagrada en el año 1239. Fueron estos
siglos, el XII y XIII, los de mayor esplendor de Oseira, que empieza decaer en el XIV. En el siglo
XVI, el Monasterio de Oseira entra en la Congregación Cisterciense de Castilla, comenzando un
nuevo periodo de florecimiento que trajo la renovación artística, impulsora de las obras
llevadas a cabo durante los siglos XVI, XVII y XVIII.
Con la exclaustración provocada por la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, el
conjunto monástico es abandonado y con ello comienza una progresiva ruina de su
arquitectura y el expolio de sus obras de arte y muebles.
En el siglo XX vuelven monjes a Oseira y se emprende una titánica y exitosa labor de
restauración y recuperación de este complejo monacal, recuperando el brillo de lo que fuera.
Actualmente es uno de los más fastuosos ejemplos de arquitectura religiosa española.

Tiene este monasterio, entre otras muchas dependencias, una extraordinaria iglesia
románica de transición, tres claustros de distintas épocas y estilos y una sala capitular de gran
vistosidad. La iglesia es románica. Tiene planta de cruz latina con tres naves y crucero.
Las naves están separadas por pilares con columnas embebidas. La bóveda de la nave central
es de cañón apuntado con fajones. Los ventanales de medio punto se abren en el arranque de
la bóveda. La cabecera imitaba a la de Santiago con girola y capillas, aunque hoy están muy
alteradas las originales. Sobresale la belleza del presbiterio con una colección de columnas
sosteniendo el muro de cierre. En el siglo XIII se construye un cimborrio con cúpula sobre
pechinas en el crucero.

Como era preceptivo en las iglesias cistercienses, la decoración escultórica es prácticamente


nula. Esta escasez ornamental parece engrandecer su monumentalidad arquitectónica. En el
siglo XVI se transforma la fachada principal y se replantean estilo renacentista,
con sillería almohadillada, frontispicio (fachada o parte delantera), esculturas clasicistas, etc.
En el lado meridional de esta fachada y perpendicular a ella, encontramos otra grandiosa
fachada, en este aso barroca de influencia compostelana, la del conjunto residencial del
monasterio.
Tiene tres claustros. El de la Portería, el Procesional y el de los Pináculos.
El claustro procesional destaca por las esfinges situadas en las arquerías y que representan
rostros de personajes históricos.
La antigua sala capitular es obra del siglo XV y es el elemento más pintoresco del monasterio.
Construida sobre planteamientos tardogóticos, es un espacio abovedado con
complicadas bóvedas estrelladas, cuyos nervios arrancan de imaginativas columnas estriadas.
Estos soportes palmeriformes que se abren en infinidad de nervios, como si fueran ramas de
palmera, nos trae al recuerdo los soportes de la lejana lonja de Valencia, también de fecha
semejante

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