Está en la página 1de 9

NUESTRA HERMANA CREACIÓN

Una relectura de Gn 2,4-25

Hna. Ana Francisca Vergara Abril, OP

“Toda casa es construida por alguien,


pero el constructor de todo es Dios” Hb 3,4

Cuando tenemos la oportunidad de leer, en varias ocasiones, un texto escrito desarrollamos


en nosotros la capacidad de ver cada vez algo nuevo. Mucho más lo experimentamos cuando
nos acercamos, una y otra vez, a un pasaje emanado de la rica literatura bíblica; pareciera
como si en cada lectura se nos abrieran los sentidos, los ojos percibieran nuevas palabras, los
oídos escucharan nuevos significados, el olfato sintiera nuevos aromas y el tacto palpara
nuevas sensaciones. Desarrollar los sentidos es lo que necesitamos para entrar también en
contacto con la creación, con nuestra hermana naturaleza que pide a gritos que nos
sensibilicemos ante su presencia.

Releer el segundo relato de la creación puede ser un viaje maravilloso que nos conduzca a
descubrir la relación de hermandad con la naturaleza. Tradicionalmente, se da inicio a esta
narración desde el versículo 4 en su segunda parte, es decir lo que se ha llamado 4b. Aunque,
en boca de los expertos biblistas no se sepa en concreto el por qué de esta desmembración.1
Nosotros, tomaremos todo el versículo; básicamente lo hacemos por dos razones: la primera,
de orden sintáctico, porque el texto hebreo no corta el versículo sino que inicia el texto en
cuestión con él. La segunda, de carácter hermenéutico, porque el versículo entero mantiene
una relación estrecha y es en él mismo una profesión de fe.

Partiendo de este preámbulo ingresemos en el relato contenido en Gn 2,4-25, ahondando en


su rico simbolismo y en su alto valor teológico a través de siete gradas que, como en los
baños rituales del judaísmo y de los primitivos bautisterios cristianos, nos conducirán hacia la
profundidad de nuestra existencia como servidores de la creación y a la vez hermanos de las
creaturas.

Lo haremos de la mano del texto hebreo y su traducción literal que abre a nuevos
significados, a lo mejor desconocidos, para nuestra tradición cristiana pues estos no siempre
afloran en las traducciones que poseemos. Por este motivo, pedimos paciencia para leer con
atención cada palabra y cada frase traducida, permitiéndonos que brote un nuevo texto para
ser gustado y visto por nuestros sentidos y nuestro intelecto; pues como dice el salmo
“Gusten y vean que bueno es el Señor” (Sal 34,9).

1
“Pienso que esta fórmula que en P constituye una especie de cabeza de capítulos, fue incluida a posteriori en el capítulo de
la creación por razones sistemáticas en el sentido traslaticio de "historia de los orígenes". Y como el comienzo del capítulo
había recibido ya un cuño canónico, el interpolador tuvo que conformarse con añadirla a modo de signatura.” Von Rad,
Gerhard, El libro del Génesis. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1982. 75.

1
1. Movimiento descendente - trascendente en la creación

‫אֵ לֶּה תֹולְ דֹות ַהשָּׁ מַ יִם וְ הָּׁ אָּׁ ֶּרץ בְ הִ בָּׁ ְר ָּׁ ָ֑אם בְ י֗ ֹום עֲׂשֹות ְיהוָּׁה ֱאֹלהִ ים אֶּ ֶּרץ וְ שָּׁ מָּׁ יִם׃‬4
4
Éste es el engendramiento de los cielos y de la tierra cuando fueron creados;
En el día en que hizo el Señor Dios la tierra y los cielos.

Este versículo puede ser considerado la introducción al hermoso relato de nuestra vocación;
con él entramos en la narración por dos puertas; por la amplia, auxiliados por un hermoso
juego de frases que muestran dos procesos de la creación: ella es engendrada (‫ )תֹולְ דֹות‬y a la
vez hecha (‫ ;)עֲׂשֹות‬y por la estrecha, que da a luz, como una madre, a quienes existen en ella.
San Pablo expresa que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto (cf.: Rom 8,22).

El término engendramiento plantea que la naturaleza no surgió en forma espontánea sino que,
detrás de ella, existe un hacedor. Este primer versículo recoge, empleando la figura retórica
del merismo, todo lo contenido en el universo. A diferencia del primer relato de Gn 1,1-2,3 el
segundo inicia cruzando el orden de los dos polos: cielos y tierra.

Engendró cielos y tierra


Hizo tierra y cielos

Es necesario para comprender la dinámica de este versículo recordar el recurso literario más
empleado en la poesía hebrea: el paralelismo. Este consiste en la repetición de una línea de
pensamiento ya sea de forma sinonímica, antonímica o sintética. En este caso los dos
hemistiquios, que conforman el estico, están armonizados de forma sinonímica; pero,
alterando el orden de las palabras principales. En ello, se descubren dos movimientos, el
primero descendente y el segundo ascendente, como lo es la obra conjunta entre Dios que
desciende y la humanidad que trasciende.

Observemos que este movimiento descendente-trascendente no está dirigido, en este


momento, a la humanidad sino a la creación. Antes de que el hombre trascienda ella está
llamada a hacerlo.

2. El lugar del Adam, en la creación

‫ֹלהים ַעל־הָּׁ אָּׁ ֶּרץ וְ אָּׁ דָּׁ ם אַ יִ ן ַלעֲבֹ ד‬


ִ ‫וְ כֹ ל ִׂשיחַ הַ שָּׁ דֶּ ה טֶּ ֶּרם ִיהְ ֶּיה בָּׁ אָּׁ ֶּרץ וְ כָּׁל־עֵׂשֶּ ב ַהשָּׁ דֶּ ה טֶּ ֶּרם יִצְ ָּׁ ָ֑מח כִ י ֹ֙ל ֹא ִה ְמ ִטיר ְיהוָּׁה ֱא‬5
‫אֶּ ת־הָּׁ אֲדָּׁ מָּׁ ה׃‬
5
No había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, porque el Señor
Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, y Adam no había para servir la Adamah.
‫וְ אֵ ד ַי ֲעלֶּה ִמן־הָּׁ ָּׁ ָ֑א ֶּרץ וְ הִ ְשקָּׁ ה אֶּ ת־כָּׁל־פְ ֵני־הָּׁ אֲדָּׁ מָּׁ ה׃‬6
6
Y un agua subterránea subía de la tierra, y regaba todo los rostros de la Adamah.

2
Los versículos 5 y 6 hacen la presentación oficial de la humanidad es decir del Adam (‫)אָּׁ דָּׁ ם‬,
ellos indican su relación estrecha con su madre tierra, la Adamah (‫)אֲדָּׁ מָּׁ ה‬, de la que en parte
proviene.

La tierra se presenta aun estéril, ella ha sido engendrada; pero, en sí misma, no puede generar
vida. Dos fuerzas deben unirse para que el suelo, la Adamah, logre producir hierba: el Señor
que desciende en forma de lluvia y el ser humano, el Adam, que debe servirla. El texto
emplea el verbo servir, colocando desde ya un principio que debe regir las relaciones entre el
ser humano y la naturaleza; él debe servirla, es decir trabajar para que ella pueda a su vez
servirlo a él con su producción. Es un servicio mutuo que no consiste en ser esclavos el uno
del otro sino, en ayudarse mutuamente a desarrollar la vocación para la que fueron creados
por el mismo Señor. Los dos están íntimamente unidos pues llevan la misma raíz en sus
nombres, igual ADN, el mismo color los define ya que se hermanan con la palabra adom que
significa rojo como la sangre que corre por las venas de todos los seres vivos de la creación.

La Adamah posee unos rostros, que deben ser cuidados, hidratados, como lo debe ser el rostro
humano, para que trasmita e irradie vida y juventud. Podríamos decir que un rostro reseco y
envejecido es el fruto de años sin cuidado. El agua es necesaria tanto para la naturaleza como
para nosotros; el elemento vital está muy presente en la Escritura y desde el inicio se resalta
su rol y cuidado. Es interesante reflexionar en el por qué en el planeta tierra, llamado planeta
azul, hay más cantidad de agua, 71 por ciento de la superficie, con relación a la parte solida;
por ello, podríamos preguntarnos si servimos con nuestros cuidados a la tierra o si solo la
utilizamos sirviéndonos de ella.

3. Modelados de arcilla

‫ ַויִיצֶּ ר ְיה ָּׁוה אֱֹלהִ ים אֶּ ת־הָּׁ אָּׁ דָּׁ ם ָּׁעפָּׁר ִמן־הָּׁ אֲדָּׁ מָּׁ ה ַו ִי ַפח בְ אַ פָּׁיו נ ְִשמַ ת חַ יִ ָ֑ים ַו ְי ִהי הָּׁ אָּׁ דָּׁ ם לְ ֶּנפֶּש חַ יָּׁה׃‬7
7
Modeló el Señor Dios al Adam con arcilla de la Adamah, sopló en sus narices aliento
de vida, y fue el Adam un alma viviente.

A la gran pregunta ¿de dónde provenimos, de qué materia estamos hechos?, parece querer
responder el versículo 7. Hemos sido modelados por las dos manos del Señor, es decir con
misericordia (mano derecha) y con rigor (mano izquierda). Modelar vasijas de arcilla es todo
un arte, para ello necesitamos un hacedor de la obra y una materia prima con que realizarla.
La arcilla es la materia con la que trabaja el alfarero, su modelador es ante todo un artesano,
alguien que produce arte con sus manos.

La Biblia presenta a Dios como un alfarero, que modela a la humanidad a partir de la arcilla
de la Adamah, sopla en sus narices, y comienza a residir allí el aliento de vida que lo hace ser
un ser vivo. Job también hace mención de esta expresión en 27,3: “mientras haya en mí un
soplo de vida y el aliento de Dios esté en mis narices…” Es toda la humanidad la que es
modelada y más tarde lo serán, también, los animales. La arcilla es una materia humilde que
en las manos divinas se deja trabajar (cf.: Is 29,16). Que no pleitea con su hacedor (cf.: Is

3
45,9). Al Adam solo le queda reconocer que es obra de la mano de Dios (cf.: Is 64,7). Como
lo acepta Job: “Yo soy obra de Dios lo mismo que tú, también yo fui modelado de arcilla”
(Job 33,6) y lo dicen quienes gobiernan la tierra, todos sin importar nuestro linaje y dignidad
fuimos amasados de la misma roca: “También yo soy un hombre mortal, igual que todos, hijo
del primer hombre modelado en arcilla, en el vientre materno fue esculpida mi carne” (Sab
7,1).

El vocablo empleado por el texto hebreo para determinar la materia de la cual fuimos
formados es apar (‫) ָּׁעפָּׁר‬, que traduce arcilla, tierra, polvo, barro, lodo e incluso ceniza.
Tomaremos para nuestra interpretación del texto la acepción de arcilla por su simbolismo y la
pertinencia para descubrir nuestra naturaleza. La arcilla es considerada una roca que al
contacto con el agua o la humedad se hace maleable; así, podríamos decir que somos de roca,
pero una roca obediente que pierde su dureza al entrar en contacto con el agua. Así, diríamos
que de la misma manera que nuestra madre tierra necesita de la lluvia para dar a luz a sus
criaturas, nosotros necesitamos del elemento húmedo para ser formados.

Imaginemos al Señor Dios humedeciéndose las manos para trabajar nuestra arcilla y darle la
forma querida por Él, como dice Jeremías: “Baja al taller del alfarero y allí te comunicaré mi
palabra. Bajé al taller del alfarero, y lo encontré trabajando en el torno. A veces, trabajando
el barro, le salía mal una vasija; entonces hacía otra vasija, como mejor le parecía. Y me
dirigió la palabra el Señor: –Y yo, ¿no podré, israelitas, tratarlos como ese alfarero? Como
está el barro en manos del alfarero, así están ustedes en mis manos, israelitas” (Jr 18,1-6).

La Escritura insiste en la disponibilidad de la arcilla, ésta se confía a la voluntad de su


alfarero, que con libertad la modela como lo recuerda San Pablo: “Y tú, hombre, ¿quién eres
para replicar a Dios? ¿Puede la obra reclamar al artesano por qué la hace así? ¿No tiene el
alfarero libertad para hacer de la misma arcilla un objeto precioso y otro sin valor?” (Rom
9,20). Su libertad es tanta que la obra de sus manos es modelada según para lo que el desee
destinarla “Un alfarero se esfuerza amasando y reblandeciendo la arcilla; moldea cacharros
para nuestro servicio, pero con la misma arcilla modela por igual vasijas destinadas a
menesteres nobles o innobles; el destino de cada una lo decide el alfarero” (Sab 15,7).

Sin embargo, sabemos que ser formados de arcilla manifiesta también la grandeza de la
confianza que Dios coloca en su humanidad, somos amasados de algo humilde y servible,
pero, que a la vez es frágil pues: “ese tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea
bien que ese poder extraordinario procede de Dios y no de nosotros” (2Co 4,7).

4. Nuestra vocación viene y se dirige hacia Oriente

‫ ַו ִיטַ ע ְיהוָּׁ ָ֧ה אֱֹלהִ ים גַן־בְ עֵדֶּ ן ִמ ֶּ ָ֑קדֶּ ם ַויָּׁׂשֶּ ם שָּׁ ם אֶּ ת־הָּׁ אָּׁ דָּׁ ם ֲאשֶּ ר יָּׁצָּׁ ר׃‬8
8
Plantó el Señor Dios un jardín en Edén, en el Oriente, y colocó allí al Adam
que había modelado.

Un jardín en Edén, en el lugar de las delicias, los deleites y los placeres. Un sitio que además
está ubicado en Oriente; como quien dice Dios escogió para la humanidad el mejor de los
lugares sobre la tierra. Edén y Oriente son dos palabras que deben ser bien pesadas, las dos
conducen al equilibrio de la humanidad y de la creación. Un Edén sin Oriente sería algo
lujurioso y a lo mejor sensual, un goce puramente carnal. El Oriente lo equilibra.

4
La palabra orientar indica que alguien o algo está en el lugar equivocado y que debería ser
ubicado. Por ello, en la antigüedad, para saber dónde se estaba correctamente se hacía
referencia a la posición del sol. El sol nace en el oriente, como punto cardinal; de aquí que
orientarse sea ver hacia el lugar del nacimiento del sol. En latín se dice oriens, que significa
aparecer, nacer; como quien dice: estar orientado es haber nacido de nuevo.

Es necesario retornar a nuestro origen. La palabra oriente, está muy presente en la Escritura,
como en el caso del libro del profeta Ezequiel que habla del agua y del Templo que miraba
hacia este punto cardinal, y sus aguas fluían hacia el mismo. Otros textos hacen también
referencia al oriente, como el de los magos que vienen desde esta región a adorar al Señor
(Mt 2,1). Esta es una invitación a preguntarnos por nuestra ubicación: ¿Hacia dónde nos
dirigimos y cuál es nuestro propósito? Esta pregunta incluye, a su vez, un llamado a retornar
a nuestro origen.

5. Los árboles y los rios bíblicos prototipos de nuestra existencia

‫ ַויַצְ מַ ח ְיהוָּׁה אֱֹלהִ ים ִמן־הָּׁ אֲדָּׁ מָּׁ ה כָּׁל־עֵץ נֶּחְ מָּׁ ד לְ מַ ְראֶּ ה וְ טֹוב לְמַ ֲאכָּׁ ָ֑ל וְ עֵץ ַהחַ יִים ְבתֹוְך הַ גָּׁן וְ עֵץ הַ ַּדַ עַת טֹוב ו ָָּּׁׁרע׃‬9
9
Hizo brotar el Señor Dios del suelo toda clase de árbol hermoso de ver y bueno
de comer; y el árbol de la vida en el centro del jardín y el árbol del conocimiento de lo
bueno y lo malo.
‫אשים׃‬ִ ‫ּומשָּׁ ם ִיפ ֵָּׁרד וְ הָּׁ יָּׁה לְ אַ ְרבָּׁ עָּׁה ָּׁר‬
ִ ‫וְ נָּׁהָּׁ ּר יֹ צֵ א מֵ ֵעדֶּ ן ְלהַ ְש ֖קֹות אֶּ ת־הַ גָּׁ ָָּ֑֑ן‬10
10
Un río salía del Edén para regar el jardín y después se dividía en cuatro cabezas.
‫ישֹון הּוא הַ סֹ ֵבב אֵ ת כָּׁל־אֶּ ֶּרץ הַ חֲוִ ילָּׁה ֲאשֶּ ר־שָּׁ ם הַ זָּׁהָּׁ ב׃‬ ָ֑ ִ‫ שֵ ם הָּׁ אֶּ חָּׁ ד פ‬11
11
El nombre del uno: Pishón que rodea todo el territorio de Javilá, pues allí está el
oro;
‫ּוז ֲהַ ב הָּׁ אָּׁ ֶּרץ ַההִ וא ָ֑טֹוב שָּׁ ם ַהבְ דֹ לַח וְ אֶּ בֶּ ן ַהשֹ הַ ם׃‬12
12
Y el oro de esa tierra es bueno, y hay allí ámbar y piedra de ónice.
‫יחֹון הּוא הַ סֹובֵ ב אֵ ת כָּׁל־אֶּ ֶּרץ כּוש׃‬ ָ֑ ִ‫ וְ שֵ ם־הַ נָּׁהָּׁ ר ַהשֵ נִי ג‬13
13
El nombre del rio segundo: Guijón, él rodea toda la tierra de Kús.
‫לִישי חִ ַּדֶּ ֶּקל הּוא הַ הֹ לְֵך קִ דְ מַ ת אַ ָ֑שּור וְ הַ נָּׁהָּׁ ר הָּׁ ְרבִ יעִ י הּוא פְ ָּׁרת׃‬ ִ ‫ וְ שֵ ם הַ נָּׁהָּׁ ר הַ ְש‬14
14
El nombre del rio tercero: Jidequél, el corre al este de Asur. Y el rio cuarto es el
Pherat.

Muchos han pretendido buscar el lugar geográfico del Edén sin encontrarlo. Por un lado, las
mismas traducciones apelan a los nombres de las cuatro corrientes de agua para decir que son
el Tigris, el Éufrates y otros dos desconocidos; por otro lado, se busca cual es el árbol del
discernimiento sin hallarlo. El texto enuncia la presencia de árboles y de ríos, agua y árboles
son imágenes que van juntas en la Biblia (cf.: Sal 1, y Jr 17,5) y hacen referencia al hombre
sabio, contrario al imbécil o insensato; juntos están presentes en el lugar ideal.

Los árboles, que en el texto aparecen en singular, poseen adjetivos llamativos que apuntan a
los sentidos: hermosos de ver y buenos de comer. De nuevo, se evidencian los verbos gustar y
ver. La naturaleza es bella y buena; pero, para percibirla en toda su grandeza hay que activar

5
la vista y el gusto. Estas expresiones hacen eco al primer relato de la creación, “y vio Dios
que todo era bueno” (Gn1,12).

Se podría decir que casi todas las traducciones afirman que los nombres de las cuatro
vertientes son: Pisón, Guijón, Tigris y Éufrates, tomados como nombres propios. Pero,
si se va directamente al texto masorético (TM), es decir el texto hebreo vocalizado,
sorprende ver que aparecen otros significados: el primer afluente se llama ‫פִ ישֹון‬, de la
raíz ‫ׁשפ‬, que significa abundancia. El segundo ‫גִ יחֹון‬, de la raíz ‫נגח‬, que traduce ir con
ímpetu. El tercero ‫חַּדֶּ קֶּ ל‬,
ִ compuesto de ‫ַח‬, uno, y ַ ‫ק‬, ligero, es decir el liviano. Y el
cuarto ‫פְ ָּׁרת‬, de ‫ׁשרה‬, que traduce fecundar o florecer. A partir de estos vocablos y su
significado surgen entonces, en el espíritu de un lector curioso y abierto a la
admiración, preguntas como: ¿El autor sagrado pensaba en ríos? ¿Qué quería decir?
¿Para quién hablaba? ¿Serán esos cuatro nombres los atributos de ese lugar paradisiaco
llamado Edén?

Cuatro corrientes de agua que bañan todo el jardín, es decir que todo es irrigado y por lo tanto
el jardín es el paradigma de la fertilidad. ¡Agua en abundancia! una verdadera Mesopotamia,
un vergel entre ríos. El simbolismo de los árboles y los ríos puede ser útil para presentar la
existencia humana. Los primeros tienden hacia lo alto y los segundos hacia lo horizontal,
como hablando de las dos dimensiones de nuestra vida relacional. Somos como un árbol que
tiende su copa hacia el cielo, significando así su dimensión trascendente y sus raíces a lo
profundo de la tierra, evocando su dimensión inmanente. También, el rio y su correr hablan
de nuestra vida que avanza entre subidas y bajadas, entre momentos tranquilos y caudalosos,
entre silencios y ruidos pero que no vuelve atrás; el rio nace, se desarrolla y muere generando
y entregando su vida.

6. La vocación del ser humano

‫ ַו ִיקַ ח ְיהוָּׁה ֱאֹלהִ ים אֶּ ת־הָּׁ אָּׁ ָּׁדָ֑ם ַו ַי ִנחֵ הּו בְ גַן־עֵדֶּ ן לְ עָּׁבְ דָּׁ ּה ּו ְלשָּׁ ְמ ָּׁרּה׃‬15
15
Tomó el Señor Dios al Adam y lo colocó en el jardín del Edén, para servirlo y
cuidarlo.
‫ ַויְצַ ו ְיהוָּׁה אֱֹלהִ ים עַל־הָּׁ אָּׁ דָּׁ ם לֵאמָֹ֑ ר ִמכֹ ל עֵץ־הַ גן אָּׁ כֹ ל ת ֹאכֵל׃‬16
16
Ordenó el Señor Dios al hombre diciéndole: –de todo árbol del jardín comer
comerás.
‫ ּומֵ עֵץ הַ ַּדַ עַת טֹוב ו ָָּּׁׁרע ל ֹא ת ֹאכַל ִמ ֶּמָ֑נּו כִ י בְ יֹום ֲא ָּׁכ ְלָך ִממֶּ נּו מֹות תָּׁ מּות׃‬17
17
Pero del árbol del conocimiento de lo bueno y de lo malo no comerás; porque el día
en que comas tu morir morirás.

Tres mandamientos dirigen la dinámica de estos versículos: servir, cuidar y comer, los tres
hablan de la misión y de la relación del ser humano con la naturaleza. Él es puesto en el
jardín de las delicias con una tarea específica servir y cuidar; no fue puesto allí ni para
dominar ni para maltratar. La vocación del ser humano es servir a la creación y obedecer al
creador.

6
Las criaturas humanas deben respetar lo que ellos a su llegada al mundo encontraron ya
establecido y organizado. Antes de la humanidad fue el agua, los ríos y los árboles; todo
organizado y en armonía. Los árboles están a su servicio pero no para ser talados, ni
manipulados, sino para proveerle a la humanidad lo que necesita para vivir. Ellos, brindan su
alimento, nutren a los seres vivientes de la creación, podemos decir que los árboles brindan
provisiones de pancoger, es decir de productos vegetales que satisfacen las necesidades
alimenticias de una comunidad humana concreta. Por ejemplo, existen zonas tropicales en el
planeta en las que en la base de la alimentación están la papaya, el aguacate, la guayaba, entre
otros. Estas comunidades toman lo necesario para el día sin deseo de acaparar, algo así como
lo fue el maná para el pueblo de Israel durante su estadía en el desierto (cf.: Ex 16).

Los dos primeros relatos de la Biblia parecieran defender una alimentación vegetariana, tanto
para el hombre como para los animales; ésta es la orden de Gn 1,29-30 que luego
encontraremos en Gn 2,16. Podríamos afirmar que el permiso para consumir carne es dado en
Gn 9,3 luego del diluvio.

En Gn 2, 17, aparece la primera prohibición: No comerás del árbol del discernimiento de lo


bueno y de lo malo. Esta es una interdicción que sorprende, pues ¿por qué colocar un árbol
con frutos vedados entre todos los que son buenos para comer? Este árbol es de por sí
tentador y atractivo, ¿quién no desea poder discernir entre el bien y el mal? Quizás, sea un
llamado a saber que hay límites y que ellos son pedagógicos. Aplicando esta interpretación a
la reflexión que estamos realizando sobre nuestras relaciones con la naturaleza, diríamos que
si el hombre quiere vivir sanamente y santamente, relacionándose con la creación, debe saber
que no todo le es conveniente, que hay límites que no se deben franquear bajo el riesgo de
destruirnos y destruir la creación. Como dice el apóstol pablo: “Todo nos es licito pero todo
no nos conviene” (1Co 10,23).

7. La ayuda opuesta para la humanidad

‫ ַוי ֹאמֶּ ר ְיהוָּׁה ֱאֹלהִ ים ל ֹא־טֹוב הֱיֹות הָּׁ אָּׁ דָּׁ ם לְ בַ ַָּ֑דֹו אֶּ עֱׂשֶּ ּה־לֹו ֵעזֶּר כְ נֶּגְ ַּדֹו׃‬18
Dijo el Señor Dios: –No está bien estar el Adam solo; voy a hacer para él una ayuda
18

opuesta.
‫ל־ה֣אָּׁ דָּׁ ם לִ ְר ֖אֹות מַ ה־ ִיקְ ָּׁרא־לָ֑ ֹו וְ כֹ ל אֲשֶּ ר‬ ָּׁ ֶּ‫ן־האֲדָּׁ ֗ ָּׁמה כָּׁל־חַ יַ ַּ֤ת ַהשָּׁ דֶּ ה וְ אֵ ת כָּׁל־ע֣ ֹוף ַהשָּׁ מַ יִם ַויָּׁבֵ א א‬ ָֽ ָּׁ ‫ ַויִצֶּ ר ְיהוָּׁה ֱאֹלהִ ים ִמ‬19
‫יִ קְ ָּׁרא־לָ֧ ֹו ָּׁ ָֽהאָּׁ ָּׁדָ֛ם נֶּ ֶ֥פֶּש חַ יָּׁ ֖ה ֶ֥הּוא ְש ָֽמֹו׃‬
19
Modeló el Señor Dios de la Adamah todo animal del campo y todo ser alado de los
cielos, y los hizo venir al Adam, para ver qué les proclamaría. Y todo lo que le
proclame el Adam al alma viviente es su nombre.
‫ ַו ִיקְ ָּׁרא הָּׁ אָּׁ דָּׁ ם שֵ מֹות לְ כָּׁל־הַ בְ הֵ מָּׁ ה ּולְ עֹוף ַהשָּׁ מַ יִם ּולְ ֹכל חַ יַת ַהשָּׁ ֶּ ָ֑דה ּולְ אָּׁ דָּׁ ם ל ֹא־מָּׁ צָּׁ א ֵעזֶּר כְ נֶּגְ ַָּֽדֹו׃‬20
20
Proclamó el Adam nombres para toda bestia y para los alados de los cielos y a todo
animal del campo. Pero para el Adam no encontró ayuda opuesta.
‫ִישן ַו ִיקַ ח אַ חַ ת ִמ ַצלְ עֹתָּׁ יו ַו ִי ְסגֹ ר בָּׁ ׂשָּׁ ר תַ ְחתֶּ נָּׁה׃‬ ָ֑ ָּׁ ‫ ַו ַי ֵפל ְיהוָּׁה אֱֹלהִ ים תַ ְרַּדֵ מָּׁ ה עַל־הָּׁ אָּׁ דָּׁ ם ַוי‬21
21
Hizo caer el Señor Dios un estupor profundo sobre el Adam, él se durmió. El tomó
uno de sus lados y cerró con carne el lugar íntimo.

7
‫ל־האָּׁ ָּׁ ָֽדם׃‬
ָֽ ָּׁ ֶּ‫ן־האָּׁ ָּׁד֖ם לְאִ ָּׁ ָ֑שה ַויְבִ ֶּ ֖אהָּׁ א‬
ָֽ ָּׁ ‫ֹלהים׀ ֶּ ָֽאת־הַ ֵצלָּׁ ָ֛ע אֲשֶּ ר־ל ַ ֶָּׁ֥קח ִמ‬
ָ֧ ִ ‫ ַו ִיבֶּ ן ְיה ָּׁוה ֱא‬22
22
Construyó el Señor Dios con el lado que tomó del Adam a la Isháh y la hizo venir
hacia el Adam.
‫ ַוי ֹאמֶּ ר הָּׁ אָּׁ דָּׁ ם ז ֹאת הַ ַפעַם עֶּצֶּ ם מֵ עֲצָּׁ מַ י ּו ָּׁבׂשָּׁ ר ִמבְ ׂשָּׁ ִ ָ֑רי לְ ז ֹאת ִיק ֵָּׁרא ִאשָּׁ ה כִ י מֵ ִאיש לֻקֳ ָּׁחה־ז ֹאת׃‬23
23
Dijo el Adam: –¡Ésta sí, justo es, hueso de mis huesos y carne de mi carne! Para esta
proclamaré será Isháh, porque del Ish fue tomada esta.
‫ת־א ָ֑מֹו וְ דָּׁ בַ ק בְ ִא ְשתֹו וְ הָּׁ יּו לְ בָּׁׂשָּׁ ר אֶּ חָּׁ ד׃‬
ִ ֶּ‫ָּׁב־איש אֶּ ת־אָּׁ בִ יו וְ א‬ ִ ‫ ַעל־כֵן ַי ֲעז‬24
24
Sobre esto abandona el Ish su padre y su madre, se junta a su Isháh y son para una
carne uno.
‫ֲרּומים הָּׁ אָּׁ דָּׁ ם וְ ִא ְש ָ֑תֹו וְ ל ֹא י ְִתבֹ שָּׁ שּו׃‬
ִ ‫ ַו ִיהְ יּו ְשנֵיהֶּ ם ע‬25
25
Eran los dos desnudos, el Adam y su Isháh, y no se avergonzaban.

La creación mantiene desde el origen una dinámica de relaciones en las que el hombre es
como el centro. Desde él hacia los cuatro puntos cardinales se abren las distintitas
posibilidades de encuentros. Hacia arriba con su Creador, hacia abajo con la tierra que lo
ayudó a ser un ser viviente y hacia los lados con los otros seres vivos. Después de haberse
relacionado con Dios y con la Adamah comienzan una serie de encuentros con los seres vivos
del reino animal. En un principio sus más cercanos son los animales y las bestias, terrestres y
aéreos, todos formados de la misma arcilla; el Señor Dios los coloca frente al ser humano
para que él les proclame su nombre. Proclamar los nombres de los animales es maravillarse
de su existencia y a la vez anunciar a todo el universo que ellos portan un título que los hacen
a cada uno único. Pero, aunque sean modelados de la misma materia, los animales no son la
ayuda que necesita la humanidad. La ayuda que le conviene al ser humano es aquella que es
opuesta, es decir es el encuentro con el otro, es la relación de alteridad que permite que nos
conozcamos verdaderamente.

En segundo lugar, el Señor Dios construye a la Isháh, ella no es modelada sino construida; la
humanidad, Adam, ya había sido modelada y en ella se integran el Ish y la Isháh.
Curiosamente el varón no es edificado, mientras que la mujer si lo es. El texto hebreo emplea
el verbo ‫בנה‬, banah, que puede ser traducido por construir, edificar, fundar o establecer; a
partir de estas acepciones podría sugerirse que Dios funda y establece en la mujer la
verdadera ayuda de la humanidad: la opuesta, que permite al varón reconocerse a sí mismo.
Sólo después de este encuentro frente a frente, comienza la Escritura a determinar al varón y
a la mujer invitándolos a vivir juntos hasta ser una sola carne, a ser engendradores a su vez,
como lo es Dios, de la carne que es una. Ser una carne es fecundar al hijo nacido de la unidad
estrecha entre los dos, es decir es dar vida al embrión que se forma del óvulo y del
espermatozoide. Así, el varón y la mujer aportan cada uno lo suyo y el resultado es el uno.

Conclusión

La creación es la gran obra maestra del Artista por excelencia, que con delicadeza y cuidado
fue colocando cada uno de sus elementos en el lugar que le corresponde para una misión

8
concreta. En esta obra armoniosa Dios desea que la humanidad colabore, desde su vocación
de servicio y de cuidado, para que la naturaleza pueda desarrollar su ser de madre nutricia y
prestar su seno para que el mismo hombre pueda a su vez desarrollarse plenamente.

Nuestra vida consagrada no puede existir al margen de las relaciones con la creación, ella
debe ser, hoy más que nunca, un testimonio claro y convocador de la presencia del Creador
en medio de su obra. En muchos casos, nosotros mismos, abusamos de la naturaleza
malgastándola y perjudicándola; quizás, criticamos a los demás por su consumo desaforado
pero nos movemos en la misma dinámica; y lo que es peor, como poco nos cuesta, podemos
llegar a ser los más derrochadores en agua y energías.

La dinámica relacional del segundo relato de la creación invita a que se valore la alteridad de
las relaciones pues esto es lo que nos permite crecer y conocernos internamente para entablar
diálogos y encuentros de respeto con lo otro y con los otros. Dios crea y deja que dentro de su
obra el Adam despliegue su rol de cuidador, servidor y proclamador. De esta manera, él debe
comprender que no es dueño absoluto y que no tiene derecho a manipular ni a destruir ya que
descuidando su tarea relega la relación con su propia identidad humana, la Adamah, puesto
que ella es la materia de la que fue modelado y por consiguiente es como su carne.

Todo en la creación tiene su razón de ser y su misión; por ello, el respeto de cada elemento es
esencial para que el universo entone un himno melodioso a su Creador. Dentro de este
universo, el ser humano posee un rol particular como cuidador y no como dominador; él, que
posee la capacidad para razonar y decidir inteligentemente, no puede ni debe abusar del lugar
privilegiado que ocupa. Concluyamos esta reflexión con las palabras del Salmo 8 que en su
canto de alabanza nos invita a reflexionar sobre nuestro lugar en la obra divina:

2
Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!
Quiero adorar tu majestad sobre el cielo
3
con los labios de un pequeño lactante:
levantaste una fortaleza frente a tus adversarios para reprimir al enemigo vengativo.
4
Cuando contemplo tu cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que en él fijaste,
5
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano para que te ocupes de él?
6
Lo hiciste apenas inferior a un dios, lo coronaste de gloria y esplendor,
7
le diste poder sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste bajo sus pies:
8
manadas de ovejas y toros, también las bestias salvajes,
9
aves del aire, peces del mar que trazan sendas por los mares.
10
Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu Nombre en toda la tierra!

También podría gustarte