Está en la página 1de 13

Intervención Psicosocial, 2004, Vol. 13 N.° 2 Págs.

141-153

DOSSIER

Violencia doméstica: sexo y género en las teorías


psicosociales sobre la violencia. Hacia otras
propuestas de comprensión e intervención
Domestic violence: sex and gender in psychosocial
theories about violence. New approach to it
comprehension and intervention

Teresa CABRUJA UBACH*


Fecha de recepción: 30-07-2004 Fecha de Aceptación: 14-09-2004

RESUMEN
En el artículo se presenta la violencia doméstica como violencia política de género mas-
culino. Se señalan el individualismo, la naturalización y el sexismo en el tratamiento de la
violencia y la agresión así como de la identidad, por parte de la psicología tradicional,
como factores que dificultan las intervenciones en la violencia doméstica. Los prejuicios,
valores y estrategias de la sociedad patriarcal continúan influyendo en ellas. Desde la psi-
cología crítica feminista se propone :
a) una comprensión de la subjetividad, la diferencia sexo-género y la violencia como
construcciones sociales;
b) intervenciones menos autoritarias y que no participen en la reproducción del orden
social;
c) la incorporación de las resistencias desarrolladas, y
d) un análisis basado en las relaciones de poder y las prácticas discursivas.

PALABRAS CLAVE
Violencia doméstica, Feminismo, Sistema sexo-género, Relaciones de poder, Subjetivi-
dad, Psicología crítica, Discurso.

ABSTRACT
In this article, domestic violence is shown as a politic violence of male gender. Individua-
lism, naturalization, sexism in the treatment of violence and aggression by traditional psy-

* Universitat de Girona. Departament de Psicologia. Faculta de Psicologia i Educació..

INTERVENCION PSICOSOCIAL 141


Violencia doméstica: sexo y género en las teorías psicosociales sobre la violencia

chology is signaled as making difficult interventions in domestic violence. Prejudice, values


and strategy in patriarchal society still have influence on it. From critical feminist psycho-
logy, the following proposition are made:
a) comprehension of subjectivity, gender difference and violence as social construction;
b) less authoritative interventionism and that do not participate in social order repro-
duction;
c) incorporation of developed resistances;
d) an analysis based on power relationship and discourse practices.

KEY WORDS
Domestic violence, Feminism, Sex-gender system, Power relations, Subjectivity, Critical
psychology, Discourse.

La dibujante Pat Carra1 tiene un dibu- violencia de género, se encuentran repre-


jo en el cual podemos ver a un hombre y sentadas en estos diálogos que, entre
una mujer hablando. El hombre dice: “La texto y dibujo, entrelazan, además, lo
violencia se acaba sólo con la violencia” y público y lo privado con su dimensión
la mujer responde: “Entonces ¿cuándo se política. Vamos a presentar algunas de
acaba?”. En otro de sus dibujos, el hom- ellas. En concreto:
bre afirma: “Recurrir a la violencia es
siempre horrible, pero esta vez era justo • Una comprensión de la violencia
e inevitable” y la mujer responde “¿Has doméstica como una extensión de la vio-
masacrado a toda la familia o has escrito lencia social, económica y cultural de las
un artículo a favor de la guerra?” Y, en relaciones patriarcales. Violencia que pro-
un tercero, aparece una mujer haciendo cede de un orden social androcéntrico
un llamamiento a todas las mujeres, que desarrolla mecanismos para mante-
mientras podemos leer en el cartel que ner las relaciones de dominación y poder
sostiene: “No mandéis vuestros ejércitos instituidas para la diferencia sexo-género.
a salvarnos. Ni siquiera conseguimos sal-
varnos de los nuestros”. • De algunos problemas (reduccionis-
mos, valores, mitos, descontextualizacio-
Bien, creo que algunas de las cuestio- nes,...) en el estudio de la violencia de la
nes más importantes sobre la violencia a psicología convencional, que provocan
las mujeres, la violencia doméstica2 y la efectos como: psicologización, despoliti-

1 Los he sacado de Carra, Pat (2001) Bombas de Risa. Ed. Horas y horas, Madrid.
2 Término controvertido, pues reproduce la escisión público/privado.

142 INTERVENCION PSICOSOCIAL


Teresa Cabruja Ubach

zación, naturalización, patologización, una prioridad mucho más controvertida


normativización, etc. de lo que puede parecer a primera vista,
si tenemos en cuenta la dureza y persis-
• De otros recursos epistemológicos y tencia de sus manifestaciones y los pro-
metodológicos para una comprensión e blemas que se deben afrontar con los
intervención sobre la violencia más com- distintos recursos disponibles para su
prometida desde la psicología social críti- comprensión e intervención.
ca feminista, que incluyan los contextos
sociohistóricos e ideológicos así como los Uno de los principales problemas lo
microcontextos de poder. constituye la concepción de violencia pre-
dominante, sostenida tanto por parte de
• De la incorporación con un status los medios de comunicación como por el
importante de las víctimas de la violencia. mismo conocimiento científico que
retransmiten y consolidan ideas de ani-
• De la incorporación de otras mani- malidad, instintivismo o defensa, que
festaciones de violencia sin despolitizar poco ayudan en la comprensión de todo
ni neutralizar la denuncia de los efectos, el fenómeno. Se construyen unas relacio-
en términos de poder, de la construcción nes lógico-causales, excesivamente indi-
social de la diferencia sexo-género. vidualizadas, basadas en psicologismos,
mitos y sesgos, que simplifican el fenó-
• De la comprensión de las subjetivi- meno de la violencia doméstica, trasla-
dades “generizadas” como construcciones dándola del orden de lo político al orden
sociales, menos individualizadas, no de lo personal, es decir, al orden de lo
esencialistas y como posiciones para psicológico. Estos “desplazamientos es-
posibilitar transformaciones personales y tratégicos” consiguen varias funciones
sociales. importantes: la de naturalizar los fenó-
menos de violencia y, la de desresponsa-
• Del rol de las prácticas discursivas bilizar al sistema o estructura social de
en la construcción social de la violencia. su participación en ella. Se entiende que
la “naturalización” la constituyen:

I. Lo político y lo personal nombrando “las explicaciones que tienden a iden-


a la violencia doméstica: hablemos de tificar el orden social, o un estado de
violencia política de género masculino cosas con el orden natural, que ha sido
un método de legitimación social utiliza-
Afortunadamente, después de mucho do en todas las épocas. La naturalización
tiempo y dificultades, el problema de la de los sexos –en las atribuciones estereo-
violencia doméstica, como forma de vio- tipadas de género- ha proporcionado legi-
lencia de género y manifestación de vio- timación a la desigualdad que se cons-
lencia contra las mujeres se ha converti- truyó sobre su diferencia así como la
do en un tema de necesidad y urgencia naturalización de la violencia ha justifi-
social. El largo y constante esfuerzo de cado y sustentado el uso persistente e
los movimientos y asociaciones feminis- institucional del recurso a la fuerza”
tas para visibilizar los crueles y conti- (Margallón, 1998, pág. 100).
nuos datos ha sido determinante en todo
este proceso. En los medios de comuni- De tal forma que, justamente, la psico-
cación, asociaciones, debates políticos, logía juega un rol determinante con las
producción cinematográfica y literaria y tesis y con los modelos de ser humano
conversaciones cotidianas, ha pasado a que subyacen a sus intervenciones que
constituir una prioridad. Sin embargo, funcionan, en tanto que producidos desde

INTERVENCION PSICOSOCIAL 143


Violencia doméstica: sexo y género en las teorías psicosociales sobre la violencia

el conocimiento científico, con carácter de res en una sociedad patriarcal, así como
“verdad” (Rose, 1985), que se insieren en del papel que la “privacidad” y la “norma-
lo social y configuran las redes de signifi- tividad” han jugado en el silenciamiento
cación de estos problemas. Creo que las o el reconocimiento como violencia.
consecuencias son muy importantes,
puesto que actúan a un doble nivel: el de A este significativo título, sólo añadi-
los mismos profesionales que participan ría, por una parte, un “apellido” a la vio-
en los distintos niveles de estos procesos lencia de género, ¿qué género? Pues el
y en la producción de ideas sobre los MASCULINO, y un camino (o mejor un
seres humanos y sus relaciones, que cruce) de lo privado a lo social: el POLITI-
marcan patrones de comprensión y expli- CO; en el sentido de las relaciones de
cación en términos de “inevitables” cau- dominación y poder que configuran
sas ya sean de origen biológico, instintivo nuestra sociedad y que abarcan las rela-
o aprendido, de difícil intervención. Estos ciones personales, institucionales y
desplazamientos y las subsecuentes des- sociales. Sin intención de cerrar, sino
socializaciones tanto de la violencia como más bien continuar, con el indispensable
de las”identidades”, dificultan transfor- debate sobre qué término es más apro-
mar el actual estado de cosas. piado elegir, ya que conviene contemplar
los distintos niveles y relaciones que se
Además, existen otras violencias no producen, encuentran y potencian en las
nombradas que se traducen en unas vio- situaciones de violencia doméstica. Tam-
lencias excesivamente focalizadas. Por bién esta última denominación ha sido
ejemplo, ahora se puede nombrar una objeto de hasta qué punto es adecuada o
parte de esta violencia, la agresión y mal- no ( Mullender, 1996).
trato en las relaciones de pareja, pero no
tanto lo que la hace posible. Combatirlas, Uno de los principales objetivos del
requiere no caer en un reduccionismo dossier que presentamos y de este artícu-
individualizador y buscar otras explica- lo, es mostrar que para abordar la violen-
ciones más complejas, puesto que atacar cia doméstica necesitamos modelos de
los fundamentos, las raices de las violen- comprensión de su origen, desarrollo y
cias, pocas veces se concluye con atacar mantenimiento, distintos a los habitual-
a algun@s de sus realizadores sino en mente manejados en la psicología en
operar transformaciones de carácter más general. Empezando por asumir que pro-
estructural. cede de una sociedad estructurada desi-
gualmente para la diferencia sexual y de
Partiremos de reconocer la necesidad género, que partiendo de una separación
de una visibilización y una toma de con- publico-privado y otras de las dicotomías
ciencia social, tal como citaban Bosch y del pensamiento de la racionalidad
Ferrer (2000), en un monográfico dedica- moderna positivista, tan importantes
do por esta misma revista a la Violencia como masculino-femenino, cultura-natu-
de Género, en un artículo cuyo título raleza, etc. ha conseguido invisibilizar y
resumía muy bien uno de los aspectos silenciar su propia constitución. Estas
básicos que debemos tomar como punto dicotomías configuran los fundamentos
de partida para cualquier intervención: básicos del conocimiento psicológico
“La violencia de género: De cuestión pri- dominante tanto como constituyen el tipo
vada a problema social” . Estas autoras de subjetividades generizadas (masculina
planteaban la necesidad de analizar sus y femenina) y las relaciones interperso-
causas y desarrollar actuaciones a partir nales que son útiles o funcionales a la
de introducir la relación entre violencia reproducción del orden social. Pero aquí
doméstica y la violencia contra las muje- mantenemos que constituyen prácticas

144 INTERVENCION PSICOSOCIAL


Teresa Cabruja Ubach

de regulación social, que construyen basadas en el género, porque la tradición


socialmente las diferencias a partir de de la masculinidad que ha dominado la
distintos regímenes de verdad. Éstas sociedad tiene su raíz en la interrelación
pueden ser reproducidas o resistidas en entre sexismo y homofobia.” (Mullender,
un entramado de relaciones de poder. 1996, pág. 38). Que queda también muy
bien recogido por unas preguntas esen-
La cuestión de las violencias que se ciales formuladas por Doménech e Iñi-
producen de hombres contra mujeres (la guez, (2002), respecto a las posibilidades
mayoría), no impide incorporar violencias de que cualquiera pueda agredir a cual-
que se producen de mujeres a hombres y quier otro: “¿Qué es más probable que
entre hombres y entre mujeres, pero, una mujer agreda a su compañero o al
siempre que proceden de una situación revés? ¿o que los hijos agredan a sus
de relación afectiva o personal previa, padres o al revés?”. Como, por supuesto,
revelan, como mínimo, un origen común: no hay las mismas probabilidades, esto
todas ellas son producto de la construc- les permite sostener que los patrones y
ción patriarcal de las diferencias y desi- normas que regulan las direcciones más
gualdades entre sexos y géneros (también probables de la violencia constituyen la
de su hetereosexualidad normativa y su característica de una sociedad concreta.
homofobia). Cuando se pretende ampliar La pluralidad de posiciones que se pue-
la comprensión de otros tipos de violen- den desarrollar en las relaciones huma-
cia, cuando se añade el “pero de mujeres nas no impiden para nada, más bien al
a hombres también” o “entre personas contrario, muestran la terrible vigencia
del mismo sexo también”, a menudo se de una comprensión de los sistemas de
presenta como paradigma de un trato dominación y poder de carácter patriar-
igualitario, cayendo, sin embargo, en una cal. Sin que implique caer en una cons-
neutralización y reificación de lo que se trucción de una naturaleza femenina de
supone aluden o, reproduciendo, en la carácter más bondadoso, o pacífico, o
mayoría de los casos, un discurso de solidario, en base a la diferencia sexual,
corte neoliberal, donde libertad e igual- ni a negar la posibilidad de agresión y
dad son constructos fuera de cualquier violencia por parte de las mujeres. Exis-
contexto, y donde la crítica a las medidas ten ya numerosos estudios sobre ello. La
de acción positiva, se producen sin violencia doméstica tiene sexo y género,
incluir la situación previa de desigualdad otra cosa es, tal como veremos más ade-
o discriminación e injusticia, y desde la lante, cuáles son las múltiples combina-
reapropiación de los lugares y posiciones ciones que puede dar.
de dominación.
Tal y como Mullender (1996) afirma, a
Cuando nos encontramos ante agre- pesar de la reciente publicidad sobre el
siones de maridos, compañeros a muje- tema de la violencia doméstica, continúa
res, novias e hijos, aparecen las normas siendo poco comprendida su naturaleza.
heterosexuales de intercambio social y En concreto, su propuesta es la de escu-
económico de la familia patriarcal que char y aprender de las mujeres supervi-
comprenden relaciones de autoridad y vientes de la violencia doméstica. Puesto
dominación que regulan el control social que la incomprensión llega hasta el
de las mujeres. Puesto que: “Numérica- punto que, a menudo, continúa siendo
mente, la incidencia de abusos perpetra- una idea mayoritaria el que las mujeres
dos por los hombres contra las mujeres la provocan, al menos, en alguna medi-
es mucho mayor que a la inversa (...). da, e incluso se pueden encontrar res-
Todos los abusos se pueden englobar en puestas discriminatorias por parte de
el contexto de las relaciones de poder los/las mismos/as profesionales, impli-

INTERVENCION PSICOSOCIAL 145


Violencia doméstica: sexo y género en las teorías psicosociales sobre la violencia

cados en algún momento u otro en los relaciones entre sexos y sexualidades. De


procedimientos requeridos, además de tal manera que la herencia patriarcal y la
los entornos más inmediatos dónde ésta mirada androcéntrica centrifuga todo el
se produce (familiares, amigos, trabajo, debate.
etc...). Pero es que, además, este imagi-
nario de la feminidad tiene efectos en Pero es que, además, hasta hace algu-
todo lo que se construye como pasividad nos años, los estudios psicosociales
femenina, que si se rompe, opera como sobre la intervención por parte de obser-
excusa de provocación de violencia, pues vadores en situaciones de agresión de un
configura la sumisión social y sexual. De hombre a una mujer, mostraban que ésta
hecho, una buena ilustración de cómo era más alta si creían que no se conocían
operan estas construcciones de la femini- que si consideraban que era una pareja.
dad, la encontramos en el trabajo sobre Entonces, mucho más difícilmente se
las representaciones fotográficas de la intervenía, es decir, se legitimaba la agre-
sexualidad femenina de Coward (1982, sión2. Y, en esta misma línea, encontra-
en Walkerdine, 1990, pág. 98): “No sólo mos el problema sobre cuál es la razón
refuerzan las ideologías de la sexualidad por la que una gran parte de casos de
como sumisión femenina a la fuerza violación, por ejemplo, no eran conside-
masculina, sino que también hacen recir- rados, en EEUU, como delito por parte de
cular poderosamente la conexión entre la policía, jueces y jurados. Paradójica-
sexualidad y muerte que tan cruelmente mente, Estrich (2001 en Ehrlich, 2002),
se plasma en nuestra sociedad”. encuentra que la ley actúa con más fuer-
za en los menos frecuentes, es decir, en
Esta situación, por supuesto, pocas los producidos por extraños (y ya no
veces obedece a que no se condene la vio- digamos si el extraño en cuestión, es
lencia contra las mujeres por una gran negro, por ejemplo), que en los produci-
parte de la población, puesto que en dos por conocidos: maridos, compañeros
estos momentos se ha conseguido una etc., con una operación discursiva por
gran sensibilización, sino, más bien, al parte de la justicia criminal que constitu-
entramado sexista y patriarcal que per- ye como “verdaderas violaciones” las de
dura en nuestras sociedades y que influ- extraños y transforma las otras, las más
ye explícita o implícitamente en las opi- continuas y de conocidos, en “invisibles”
niones, acciones y disquisiciones tanto o “simples”. Este tipo de situaciones lleva
de profesionales o no. Además, tenemos a Lees (1997 en Ehrlich, 2002), a afirmar
una muestra bastante reciente sobre la que esta operación funciona como un
permanencia de las ideas de provocación, mecanismo de poder disciplinario, en el
con la polémica en Francia a raiz de la sentido de Foucault, instando a las muje-
asistencia a clase de jóvenes con tangas res a un temor a la esfera pública a pesar
asomando por los pantalones. Pero, una de que, justamente, las violaciones no
vez más, parte del debate se centra en la ocurren mayoritariamente en ella, sino
provocación: el estímulo, y no en la cons- en la doméstica o privada, pero instalan-
trucción o mirada que hacen posible esta do autoregulaciones y autovigilancias, a
significación, reacción o atribución, es partir de las cuales se mantienen los
decir, a las construcciones sexistas de las intereses sexuales de los hombres a

2 Se puede ver una interesante revisión del caso de Kitty Genovese, citado como ejemplo en diversos manuales de

psicología social, que desarrollan Doménech e Iñiguez (20002), a partir de la reinterpretación en clave de relaciones
sexo-género que realiza Cherry , F. (1995) The “subborn particulars” of social psychology” London: Routledge.

146 INTERVENCION PSICOSOCIAL


Teresa Cabruja Ubach

expensas de la autonomia sexual de las los problemas del concepto de género en


mujeres. Tal y como los distintos movi- la teoría feminista, o tal como plantean
mientos y estudios feministas han mos- Hare-Mustin y Marecek (1990) para la
trado, la cuestión central es entender que psicología, mostrando como ésta partici-
la violencia doméstica constituye una pa de la construcción de la diferencia de
extensión o continuación de una violen- sexo y de género, reproduciendo sus
cia cultural hacia las mujeres. Puesto efectos indiseables.
que tratamos justamente de política, de
relaciones de poder, libertad, sumisión y Para los estudios de la violencia y la
autoridad en la violencia de género. agresión, contamos con algunos trabajos
más clásicos en psicología social que
mantienen toda su vigencia y que, aun-
II. Del “mal trato” de las teorías que no parten de las relaciones patriar-
psicológicas y psicosociales cales y los presupuestos sexistas directa-
tradicionales a la violencia: mente, permiten, me parece, incorporar-
individualismo, naturalización y los de algún modo. Así, tenemos entre
sexismo. otros, por ejemplo, a Lubek (1979) que
ponía en evidencia algunas asunciones
El tema de la violencia y la agresión, generales de los estudios psicológicos de
sus orígenes o causas, su tratamiento o la violencia y la agresión como que: (a)
prevención ha formado parte del estudio siempre era perjudicial, (b) se debía
de las distintas áreas de la psicología reprimir y (c) debía ser explicada sólo a
desde hace tiempo. Sin embargo, y a nivel individual o, como mucho, intrain-
pesar de las numerosas aportaciones dividual, pero sin ni las instituciones ni
existentes desde los distintos paradig- las relaciones entre grupos; a Apfelbaum
mas, el desarrollo específico en el ámbito (1979) , quien, siguiendo a Foucault, diri-
de la violencia doméstica es de más ge la atención a lo que se llama violencia
reciente elaboración. Nos encontramos por parte del poder, que en realidad se
con dos problemas, uno, la del mismo produce cuando las personas o grupos
concepto de violencia y agresión, sus subordinados toman la palabra, entonces
tesis y, otro, el carácter sexista o, al esta ruptura de lo formal, de las reglas
menos, la falta de inclusión de las pers- de expresión conceptualizadas e instala-
pectivas de género, en sus distintas das desde la dominación hacen aparecer
expresiones. De hecho, ambas proceden como violento e irritante cualquier reivin-
de la misma concepción de la ciencia, del dicación; y a Martin-Baró (1983), que
carácter androcéntrico y masculino del señaló las dificultades para la compren-
saber ( Fox-Keller 1985, Harding 1986, sión de las situaciones de violencia de las
Longino, 1990,...), al menos, desde la teorías clásicas de la psicología, cuyo
perspectiva que aquí mantenemos, la reduccionismo redunda en el servicio de
feminista postestructuralista o decons- los intereses sociales dominantes y que
tructiva (Hekman, 1990, Nicholson, propuso entender los comportamientos
1990, ...). Puesto que, cuando la alusión agresivos como ideológicos, en cuanto
al género, se realiza considerándolo una expresión y materialización de fuerzas
variable, asociando la diferencia de géne- sociales, a partir de una exhaustiva revi-
ro aproblemáticamente con la diferencia sión de cada uno de los modelos psicoso-
de sexo, entonces continúa manteniendo ciales dominantes ( instintivistas y
el problema ya que procede neutralizan- ambientalistas), y los problemas que
do toda la carga comprometida que pose- suponen respecto a la inevitabilidad o
ía, al inicio, el término género. Tal y naturalización de la violencia, su ahisto-
como se debate en Tubert (2003), sobre ricismo y/o falta de contexto.

INTERVENCION PSICOSOCIAL 147


Violencia doméstica: sexo y género en las teorías psicosociales sobre la violencia

Aunque la investigación psicosocial matices, desde el asesinato masivo hasta


sobre género y agresión es muy amplia y la violencia estructural, o desde la coer-
constituye un campo de larga tradición, ción psíquica hasta la violación (por
una gran parte de estos trabajos continú- poner ejemplos dispares), nos encontra-
an presentando una visión de la agresión mos con un fenómeno difícil de encasillar
explicada por biologismos (testosterona, bajo una misma definición. Y, sin embar-
cerebro, aprendizajes, percepciones, go, ésta es imprescindible. No es válido el
motivaciones, influencias, etc...) crimina- consenso implícito de "todos sabemos lo
lizándola o justificándola, mientras que que es la violencia o la agresión", porque
la agresión por parte de las mujeres en la "todos" casi siempre aparece como refe-
mayoría de los casos resulta patologiza- rente de un colectivo menos universalis-
da. Tanto uno como otro proceso, son ta. (...) Por tanto, un análisis de cual-
producto de los discursos hegemónicos quier tipo de violencia debe tener en
sobre la masculinidad y la feminidad y cuenta los contextos específicos en los
proceden de una construcción causal e que se produce y las consecuencias que
individualizada de procesos de orden tiene para los agresores concretos."
más intrinsecamente psicosociales. Como
consecuencia de ello, se procede a inter- Todos estos estudios muestran el pro-
venir individualmente y a descontextuali- blema de una investigación reclamada
zar su desarrollo, su carácter casi siem- como neutra para la comprensión de la
pre dinámico y sus particularidades, a la violencia entre grupos y las consecuen-
vez que se neutraliza lo que tienen de cias que acarrea: (a) la desvinculación del
común, es decir, toda la participación comportamiento agresivo de su participa-
institucional y social, tanto de la ciencia ción en la regulación social; (b) la concep-
como de las prácticas cotidianas por los ción del comportamiento agresivo como
procesos de subjetivación en una diferen- independiente de las estructuras e ideolo-
cia establecida como desigualdad alrede- gías sociales y, (c) la falta de atención a
dor de la diferencia sexual. En la psicolo- las relaciones y dinámicas de poder. Los
gía de la violencia doméstica todo lo que efectos, legitimar, excusar o justificar
consiste en interpretar, fruto de la cultu- como “natural” la violencia a partir de la
ra patriarcal, las relaciones sociales de psicologización e individualización, pre-
desigualdad como consecuencia de ele- sentado o bien como un tema de descon-
mentos biológicos o rasgos psicológicos, trol, ya sea por substancias (alcohol, dro-
participa en la regulación social del gas, etc.), por emociones (ira, rabia, etc.),
orden establecido (Maqueira y Sánchez, por incapacidades o inhabilidades com-
1990). Tal y como Fernández-Villanueva portamentales, o por hormonas; despla-
(1998, pág. 14) afirma: "Es la nuestra zar involuntariamente la culpabilidad, a
una sociedad que ha pretendido ocultar, partir de esta privatización e individuali-
tapar, reprimir o silenciar la violencia zación del problema, dificulta una trans-
intentando que pareciese ajena a lo "civi- formación de las condiciones sociales,
lizado"; pero una y otra vez ha surgido y económicas, políticas e institucionales
resurgido por todas partes. Desde la vio- donde se producen estas construcciones,
lencia del Estado hasta la agresión más amplia y profundamente de lo que se
doméstica.(...) "Aunque quizás se pudie- realiza a nivel legal, puesto que no se visi-
sen exceptuar algunas conductas pun- biliza la relación que se produce entre la
tuales de tipo patológico (...) se puede violencia social contra las mujeres del sis-
afirmar que la violencia siempre va ligada tema patriarcal con la privada.
a fenómenos de poder. (...) El que la vio-
lencia sea algo muy extendido en la De dónde, para las relaciones sexo-
sociedad hace que adopte mil formas y género, tenemos, por ejemplo, una vio-

148 INTERVENCION PSICOSOCIAL


Teresa Cabruja Ubach

lencia simbólica pero institucionalizada cionalizado. El mito de Antígona, tan


hacia las mujeres que aparece “adorme- sugerentemente analizado por distint@s
cida”, y sólo se desvela y expresa con autor@s, da buena muestra de la conjun-
toda su contundencia cuando las muje- ción de violencias institucionales marca-
res hacen algo en contra. Esto permite das por valores y normas patriarcales y
comprender que, según esta lógica, se donde se mezcla el parentesco y lo políti-
construya a la mujer como causante, co de forma fulminante.
puesto que si ella no hubiera dicho,
hecho, etc... en contra de la norma esta- Es decir, que a menudo se ha puesto
blecida, como agresión a la masculini- a disposición de las intervenciones indi-
dad, no hubiera habido reacción. Por viduales o grupales el amplio abanico
esta misma razón, también, aunque de técnicas desarrolladas por la psicolo-
agresiones ha habido durante muchísimo gía que, aunque ofrecen recursos (auto-
tiempo (otra cosa es que no se codifica- estima, autocontrol, etc...) carecen, sin
ran como tales o no se visibilizaran), embargo, de la inclusión de compren-
actualmente, una gran mayoría de muer- siones más relacionales en su micro-
tes suceden después que la mujer se ha contexto, y más macrosociales y estruc-
separado, pues se considera “intolera- turales en su posibilidad, tanto del
ble”, exacerba la reacción, ya que se fenómeno como de su intervención.
actúa hacia la dominación y autoridad Como dificultades, no sólo está la de la
masculina. La fórmula “sumisión por concepción de la violencia sino, tam-
protección” (Lozoya, 2004), que “aparen- bién, la de la concepción de las identi-
temente funciona” es sólo uno de los dades y de la de la masculinidad y la
aspectos que debe ser tomado en cuenta feminidad sólo como roles, esquemas,
en las relaciones de poder, además de la etc...que intentan ser subsanadas por
propia construcción de la masculinidad distintas aportaciones, tal como vere-
Entre ellos, tenemos, por ejemplo, el mos a continuación, de la psicología crí-
aprendizaje de que todo se resuelve con tica y feminista.
violencia, el temor a ser percibidos como
dependientes, la dificultad de expresar
emociones, la autosuficiencia, etc. Pero, III. Psicología crítica: propuestas
sobre todo, todo lo que tiene que ver con de análisis e intervención sobre
la autoridad, eje central en muchas de la violencia
las situaciones de agresión tanto física
como psíquica, de índole muy distinta Un enfoque radicalmente psicosocial
(silencio, gritos, etc...) que todas ellas se presenta como necesario si se quiere
pueden tener que ver con mantener o atender a la comprensión e intervención
recuperar o el control o la supuesta de esta problemática dirigiendo la aten-
“identidad” (Cabruja, 2002). Además, ción a sus múltiples factores interrelacio-
cuando se interviene sólo en el hombre, nados: estructura de desigualdad sexual,
para que controle sus actos, sin interve- socialización en subjetividades de género,
nir en el resto, es decir, en lo que hace disciplinarización de los cuerpos sexua-
posible estos actos, los sostiene y pro- dos, relaciones de dominación y relacio-
mueve; o sea, el orden social al cual res- nes de poder, contextualización de la
ponden de una manera u otra, la ideolo- agresión, violencia macroestructural y
gía que ha hecho posible y da soporte a microestructural, etc...Pero no sólo un
esos actos, la violencia institucional que enfoque psicosocial sino, además, un
esconden y que requiere de una interven- enfoque socioconstruccionista crítico
ción psicosocial y política, más bien se (Gergen, 1982; Gordo y Linaza, 1996;
refuerza el proceder de un poder institu- Ibáñez, 1989; Ibáñez e Iñíguez, 1997;

INTERVENCION PSICOSOCIAL 149


Violencia doméstica: sexo y género en las teorías psicosociales sobre la violencia

Henriquez et al, (1984); Walkerdine, (aunque sea involuntariamente, por su


2001,....) y feminista (Burman, 1990 y propia concepción de neutralidad y objeti-
1996; Hare-Mustin y Marecek (1990), ...). vidad) en el orden social establecido
desde hace siglos, disciplinando, en pala-
Estudios recientes, es decir, de los bras de Foucault, el espacio social; (d)
producidos a partir de finales de los 80 y una psicología que incorpore las relacio-
durante los 90 hasta nuestros tiempos, nes de dominación y sumisión y las rela-
han incorporado las aportaciones del ciones de poder, en los análisis de los
feminismo de la segunda ola (con la conflictos interpersonales e intergrupales
atención a las particularidades entre que configuran posiciones distintas para
mujeres y sus diferencias por razón de las personas implicadas; (e) la importan-
etnia, edad, lugar, clase, formación, cia de recoger las experiencias y combi-
sexualidad, etc..) (Hooks, 2004) con una narlas con intervenciones menos autori-
perspectiva de género postestructuralis- tarias a nivel institucional y social, desde
ta.. El rechazo a un determinismo bioló- una metodología feminista comprometida;
gico para uno y otro sexo abre las posibi- (f) una comprensión de la violencia como
lidades a una comprensión de las subje- construcción social (Gergen, 1984; Domé-
tividades como construcciones sociales nech y Iñíguez, 2002; Stainton-Rogers et
(Kitzinger, 1987), performatividades al, 1995; ...); (g) que en la intervención
(Butler 1990) y posiciones situadas tanto individual como psicosocial, se
(Haraway, 1991), juntamente con un incorporen los análisis feministas y del
análisis de las condiciones de domina- socioconstruccionismo y para no despoli-
ción y poder instaladas y promovidas. tizar las terapias (Swan, 1999); (h) enfati-
Estas continúan siendo para las mujeres zar el rol que tienen las prácticas discur-
mayoritariamente de un alto coste y de sivas en las construcciones de los objetos
difícil y lenta transformación. de estudio de la ciencia y de las identida-
des, en la regulación y control social. De
Los trabajos llevados a cabo por psicó- esta forma, para los discursos de la vio-
logos y psicólogas sobre la violencia en lencia masculina hacia las mujeres
estos últimos años se han desarrollado supondría romper las construcciones nor-
dando lugar a experiencias, proyectos, mativas e institucionalizadas respecto a
investigaciones, publicaciones e interven- las relaciones de la diferencia sexual y de
ciones que están consolidando y dinami- género sobre las que se asientan los pro-
zando, con su complejidad, un tema de cedimientos y efectos de desigualdad. En
crucial importancia y necesitado de apro- definitiva, incorporar un trabajo con el
ximaciones interdisciplinarias. Ya que no lenguaje que no lo tome como transpa-
podemos desarrollarlos aquí, se pueden rente sino que incorpore sus funciones
indicar, al menos, algunas de sus carac- como performatividades y sus cargas o
terísticas más relevantes para la violencia marcas de género así como sus resisten-
doméstica. Entre ellas: (a) una concep- cias, no sólo reproducciones, a las ideolo-
ción de las relaciones interpersonales y la gías hegemónicas, es decir, entendiéndolo
subjetividad que no partan de la ficticia como conjunto de prácticas discursivas
separación entre lo personal y lo social; (Wetherell, 2001)
(b) una deconstrucción de las identidades
heredadas desde la racionalidad moderna
terriblemente cargadas de individualismo, IV. Breve introducción a los artículos
occidentalismo, androcentrismo y logo- del dossier sobre Violencia Doméstica
centrismo, que dificultan el cambio perso-
nal y político; (c) tomar en cuenta el rol de En el dossier se presentan trabajos
la psicología como ciencia que participa que, de una forma u otra, analizan los

150 INTERVENCION PSICOSOCIAL


Teresa Cabruja Ubach

procesos de violencia doméstica desarro- empoderamiento y de creación de narra-


llando algunos de los aspectos que tivas alternativas. Pero siempre repoliti-
hemos comentado hasta ahora. Presenta- zando lo que ha sido despolitizado a par-
ré, brevemente, estas aportaciones: tir de mostrar los contextos donde se
producen las historias dominantes, des-
En el texto “Violencia contra las muje- plazando, por lo tanto, de esta forma, las
res: una visión estructural “, Concepción culpabilidades personales.y recuperando
Fernández-Villanueva muestra cómo la agencias. Hace referencia también, aun-
violencia contra las mujeres en el ámbito que no lo desarrolla, al trabajo con los
doméstico funciona, al igual que otro tipo hombres y la construccion de la masculi-
de violencias más estructurales, para nidad patriarcal y de la violencia como
mantener el poder patriarcal e impedir método de resolución de conflictos.
un cambio para las mujeres. Es decir,
como una estrategia para mantener la En el texto de “Dimensiones psicoso-
distribución patriarcal del poder. En este ciales en la administración de justicia
sentido muestra el carácter evaluativo de sobre violencia de género”, Concepción
la definición e identificación de los actos Fernández-Villanueva presenta una aná-
de violencia y su relación con los valores, lisis pormenorizado de los factores psico-
con el contexto. Asimismo, manifiesta la sociales que intervienen en el enjuicia-
ineficacia o parcialidad de una explica- miento y sanción de los delitos así como
ción sólo psicologicista para comprender de las personas que aplican las leyes.
las violencias contra las mujeres, que, a Desde el marco jurídico inadecuado y
menudo, es objeto de minimización o con desajustes hasta las actuaciones de
aceptación por parte de los hombres. Por las personas implicadas en la adminis-
otra parte, se enfatiza la importancia del tración de justicia (policías, médicos, jue-
nombre que le demos y la necesidad de ces, etc) que participan y “dirigen”, en
tomar decisiones al respecto. cierta forma, las posibles trayectorias en
los juicios. Actitudes sexistas, valores,
En el texto “Enfoque narrativo y violen- prejuicios, atribuciones inadecuadas,
cia: intervención con mujeres que sufren mitos, etc., como, por ejemplo, que el
maltrato”, Imma Lloret nos presenta el alcohol es la causa para agredir, en vez
esfuerzo realizado para encontrar méto- de entender que la verdadera causa de la
dos para realizar intervenciones que no agresión tiene que ver con el control de la
sean individualistas y psicologizantes. La independencia de la mujer, que hacen
autora reúne las aportaciones feministas que, parafraseando a la autora “esta
que han trabajado la educación en con- interpretación de los patrones tipo de
tra-valores, la agencia, las resistencias y hombres y mujeres implicados en la vio-
las responsabilidades, junto con las lencia doméstica tienda a reforzar la
aportaciones del socioconstruccionismo y dimensión psicológica y a minimizar la
un enfoque terapéutico narrativo y cola- importancia de los vínculos interpersona-
borativo que se desarrolla entre lo perso- les entre el agresor y la víctima, formados
nal y lo social, promoviendo un marco de y reforzados socialmente, en un contexto
inteligibilidad y actuación distinto. En de dominación social de hombres y muje-
concreto, a partir de un programa de res sostenido por la estructura económi-
intervención con mujeres que sufren ca, la dinámica social, las leyes y los
maltrato y con hombres que maltratan, estereotipos sociales”. Propone, asimis-
nos presenta la importancia de los estu- mo, entender la persistencia de la violen-
dios sobre el poder en las intervenciones cia contra las mujeres como síntoma de
con familias, a la vez que su utilización la persistencia de la desigualdad y la
para el desarrollo de estrategias de necesidad de discursos institucionales

INTERVENCION PSICOSOCIAL 151


Violencia doméstica: sexo y género en las teorías psicosociales sobre la violencia

transformadores, entre ellos, el de consi- entrevistas dónde recupera los intentos


derarla como “terrorismo familiar”. Final- por salir del maltrato y el maltrato de
mente, muestra también cómo la idea de hombre a hombre o de mujer a mujer, en
mujer dependiente o masoquista queda las cuales se pone de manifiesto la agen-
totalmente desmentida cuando se pue- cia de las personas víctimas de maltrato.
den ver las acciones iniciadas por las Se sirve de los perfiles psicológicos de la
mujeres víctimas del maltrato. “víctima maltratada” y del “agente maltra-
tador”, a los que, metafóricamente define
En el texto “Aproximación empírica a la como “camaleón” y “caracol”, para expli-
agenda oculta en el campo de la violencia car los ciclos de violencia.
en la pareja”, Leonor Cantera presenta un
trabajo empírico (ver sección Investigacio- Coincidimos en la necesidad de conti-
nes Aplicadas) realizado, por una parte, nuar avanzando en estos desarrollos, en
con encuestas sobre las explicaciones ir incorporando más propuestas, en la
dadas por una población de hombres y continuación y suma de esfuerzos y acti-
mujeres de distintas opciones sexuales a vismos para ir consiguiendo transforma-
la violencia en la pareja, donde se verán ción social; en definitiva, colaborar en el
algunos de los tópicos y mitos más comu- proyecto de generar nuevas técnicas y
nes de las representaciones de las relacio- nuevos paradigmas para el fenómeno de
nes familiares y de pareja y, por otra, con la violencia doméstica.

BIBLIOGRAFÍA
Apfelbaum, E. (1979 ) "Relaciones de dominación y Cabruja, T. (1998) Psicología Social Crítica y post-
movimientos de liberación. Un análisis del poder modernidad: implicacionees para las identidades
entre los grupos”, p.262-295, en Morales, J.F. y construidas bajo la racionalidad moderna”. Anthro-
Huici, C. (1989) : Lecturas de psicología social, pos, nº177, pp. 49-58.
UNED, Madrid.
Cabruja, T. (2002) Discursos sobre la diferencia:
Bosch Fiol, E. Y Ferrer Pérez, V. A. (2000). La vio- subjetividades supuestas, subjetividades impues-
lencia de género: De cuestión privada a problema tas y subjetividades soñadas. En Furtado, O. Y
social. Revista de Intervención Psicosocial , vol (9), González, F.L. (org) Por uma epistemologia da sub-
nº 1, pp 7-20. jetividade: Um debate entre a Teoria sócio-histórica
e a teoria das representaçoes sociais. Sao Paulo:
Burman, E. Et al. (1996). Challenging Women. Psy- Casa do Psicólogo.
chology Exclusions, Feminist Possibilities. Buc-
kingham: Open University Press. Coward, R. (1982). “ Sexual Violence and Sexua-
lity”. Feminist Review, nº 11.
Burman, E. (1990). Feminists and Psychological
Practice. London: Sage. Domènech, M. Y Iñíguez, L. (2002). La construcción
social de la violencia. Athenea Digital, (2), pp 1-10.
Butler, J. (1990) Gender Trouble. Feminism and
the Subversion of Identity. New York: Routledge. Ehrlich, S. (2002).Discourse, gender and sexual

152 INTERVENCION PSICOSOCIAL


Teresa Cabruja Ubach

violence. Discourse & Society, Vol 13(1): 5-7. Sage. Jersey: Princeton University Press.
Fernández Villanueva, C. (ed)( 1998). Jóvenes vio- Lozoya, J. A. (2004). La identidad masculina ante el
lentos. Madrid: Icaria. reto de la igualdad. Texto Mecanografiado.
Fok-Keller, E. (1985) Reflexiones sobre género y Lubek, I. (1979). A brief social psychological analy-
ciencia. Valencia: Alfons el Magnànim, 1991. sis of research on aggression in social psychology.
En Buss, A. R. 8ed) Psychology in Social Context.
Gerge, K. J. (1982) Towards a transformation in Nex Yorrk: Irvington.
social knowlwedge. Nueva York: Springer-Verlag.
Magallón Pórtolas, C. (1998). Sostener la vida; pro-
Gergen, K.J. (1984). Agression as discourse. En ducir la muerte: estereotipos de género y violencia.
Mummendey, A. (ed). Social Psychology of Agres- En Fisas, V. (ed.). El sexo de la violencia. Género y
sion. From Individual Behaviour to Social Interac- cultura de la violencia. Barcelona: Icaria. Pp. 93-
tion. Berlin: Springer-Verlag, pp 51-68. 116.
Gordo, A. J. y Linaza, J. (comp) (1996). Psicologías, Maqueira, V. Y Sánchez, C. (comp) (1990). Violencia
Discursos y Poder. Madrid: Visor. y sociedad patriarcal. Madrid: Pablo Iglesias.
Haraway, D. (1991) Ciencia, cyborgs y mujeres. La Martín-Baró, I. (1983) Acción e Ideología. Psicología
reinvención de la naturaleza. Madrid: Cátedra. social desde centroamérica. San Salvador: UCA ed.
1995. 1996.
Harding, S. (1986). The Science Question in Femi- Mullender, A. (1996). La violencia doméstica. Una
nism. Milton Keynes, Open University Press. nueva visión de un viejo problema. Barcelona: Pai-
Hare-Mustin, R. T. y Marecek, J. (1990). Marcar la dós. 2000
Diferencia. Psicología y construcción de los sexos. Nicholson, L. (ed) Feminism/Postmodernism. New
Barcelona: Herder, 1994. York: Routledge.
Hekman, S. (1990) Gender and Knowledge: Ele- Rose, N. (1985). The Psychological complex: Psyh-
ments of a postmodern feminism. Camdridge: Polity cology, Politics and Society. London: Routledge.
press.
Stainton Rogers, R. Et al (1995). Social Psychology.
Henriques, J. y ot. (1984). Changing the subject: A critical agenda. Cambridge: Polity Press.
Psychology, Social Regulation and Subjectivity.
London: Routledge & Kegan Paul. Swan, V. (1999) Narrative, Foucault and Feminism:
Implications for Therapeutic Practice. Pp 103-114.
Hooks, B. Et al. (2004). Otras inapropiables. Femi- En Parker, I. Deconstructing Psychotherapy. Lon-
nismos desde las fronteras. Madrid: Traficantes de don : Sage.
Sueños.
Tubert, S. (2003). Del sexo al género. Los equívocos
Ibáñez, T. (1989). El conocimiento de la realidad de un concepto. Madrid: Cátedra.
social. Barcelona: Sendai.
Walkerdine, V. (1990) Schoolgirl fictions. London:
Ibáñez, T. y Iñíguez, L. (1997) Critical Social Psy- Verso.
chology. Londres. Sage.
Walkerdine, V. (ed) (2001). Critical Psychology. The
Kitzinger, C.(1987) The social construction of les- International Journal of Critical Psychology. London:
bianism. London: Sage. lawrence & Wishart.
Longino, H. (1990). Science as Social Knowledge. Wetherell, M. Et al (2001). Discourse Theory and
Values and Objectivity in Scientific Inquiry. New Practice. A Reader. London: Sage.

INTERVENCION PSICOSOCIAL 153

También podría gustarte