Otra voz

CONVERSACIÓN CON EL MAESTRO

DE CEREMONIAS CIRCENSE
CHUCK WAGNER

Actuar para
que todos
lo vean
La cara visible de Ringling Bros.
y Barnum & Bailey Circus conversa
sobre cómo dirigir la atención
de 20.000 personas mientras
sostiene 138 años de tradición
sobre sus espaldas.

ES DIFÍCIL VISUALIZAR una imagen de liderazgo

más icónica que la de un maestro de ceremonias
circense. Esas solas palabras traen a la mente
la imagen de un capitán elegante dirgiendo
Photo courtesy of Ringling Bros. and Barnum & Bailey Circus

un conjunto de animales salvajes y personas,

domando el caos y marcando los tiempos con
acertados chasquidos de su látigo. Histórica-
mente, el rol fue ganado con esfuerzo; el maes-
tro de ceremonias, si bien no era el dueño del
circo propiamente tal, era el entrenador jefe
de su equipo ecuestre. Pero antes que nada,
era un hombre de a caballo: un veterano del
establo y, en los primeros tiempos, un jinete.
Chuck Wagner, de la edición número 138 de Ringling
Bros. y Barnum & Bailey, no es nada de lo anterior. Es parte
de una nueva variedad de maestros de ceremonias, una es-

Enero 2009 | Harvard Business Review 41

Otra voz Actuar para que todos lo vean
trella de obras musicales que trae el lla-
mativo estilo de Broadway al circo. Para
él, el cambio desde el escenario teatral a
la pista circense fue una transición emo-
cionante, pero no abrumadora. “Cuando
iba de gira nacional con una obra”, dice,
“siempre sentí como que me estaba es-
capando para unirme al circo. Eso es
literalmente lo que hice al tomar este
trabajo”. Posiblemente más discordante
es la transición que confrontarían sus
audiencias si vinieran al circo esperando
un acontecimiento pintoresco, con un
tinte de nostalgia. En la búsqueda por
seguir siendo algo increíble, el show ha
evolucionado hacia un espectáculo de
alta tecnología que P.T. Barnum jamás
hubiera podido imaginar.
HBR pensó que sus lectores ejecu-
tivos podrían tener algo que aprender
de cómo Wagner respeta la centenaria
tradición del circo y al mismo tiempo
proclama su reinvención a los cuatro
vientos. La editora de Ediciones Espe-
ciales Julia Kirby lo encontró en la Costa
Oeste, en algún punto del viaje entre
Portland y Seattle del tren del circo. Lo
que sigue es una transcripción editada
de su conversación.
Todo el mundo sabe lo que es un
maestro de ceremonias circense,
pero ¿qué es lo que realmente im-
plica el trabajo? ¿En qué tiene que ser
bueno un maestro de ceremonias?
En los viejos tiempos, el maestro de
ceremonias no tenía mucho que hacer.
Era casi como la chica que anunciaba
los asaltos con una pancarta en las pe-
leas de box; alguien que hace sonar el
silbato y dice: “Ahora seguiremos con
esta otra parte del show”. En mi caso,
debido a mi formación en Broadway,
también estoy ahí para traer algo de la
magia de Broadway a la experiencia cir-
cense. Hago muchas cosas más de lo que
haría otro maestro de ceremonias. No
obstante, gran parte de mi trabajo con-
siste en decir: “Les presento este acto”, y
se ejecuta el acto. Por eso amo tanto mi
trabajo. Me toca estar dentro del circo e
ir al circo al mismo tiempo. Como todos
en la multitud, me encantaría tener el
42 Harvard Business Review | Enero 2009
IDEA EN SÍNTESIS
■ Chuck Wagner realiza un acto
de equilibrismo con el que los lí-
deres se sentirán identificados:
debe ser el abanderado del ho-
norable pasado de su empresa
mientras también representa la
parte visible de su reinvención.
■ Es tanto lo que ayuda el hecho
de ser tan bien versado sobre la
historia de la organización que
siente que él puede canalizar
el espíritu de los fundadores;
quienes después de todo fueron
innovadores en su propia época,
no personas tradicionalistas.
■ El cambio puede ser consistente
con la tradición si respeta la filo-
sofía de los fundadores. Para el
circo, eso significa entender qué
es lo que constituye lo común
y corriente y siempre entregar
algo increíble.
talento para estar sobre la cuerda floja
o el trapecio.
Sí debo ser capaz de mantener la
atención de la multitud sobre las cosas
correctas. Tengo la suerte de contar con
una voz potente, y al momento de ser
amplificada es realmente poderosa. Pero
cualquier actor le dirá que atraer a una
audiencia es algo que uno también debe
hacer con emoción y su propio entu-
siasmo e inversión de energía. Proviene
desde el poder de su propia voluntad.
Si uno está personalmente enfocado y,
con un poco de suerte tiene ese toque de
carisma, uno puede sentir cuando ocu-
rre. Uno está al mando, y donde sea que
ponga el foco, la audiencia lo sigue.
Uno no puede distraerse mientras
se realiza un acto, no importa cuántas
veces lo haya visto. Si algo sale mal, los
ojos de todos se dirigen al maestro de
ceremonias, y él tiene que ayudar a coor-
dinar qué hacer a continuación.
¿Esto ha sucedido estando usted a
cargo? ¿Qué hace cuando algo sale mal?
Tenemos planes de contingencia, y
cubren prácticamente cualquier cosa
que pueda salir mal. Si algo sucede,
existe una rápida comunicación entre
el ejecutivo de producción, el director
de escena y yo. Lo más importante es
identificar el problema cuando se está
desarrollando, antes de que se con-
vierta en algo serio. Una vez tuvimos
una avería en el tapón del combustible
de una motocicleta en la cuerda floja, y
la gasolina comenzó a caer hacia abajo.
Pero yo estaba mirando la acrobacia y
fui capaz de alertar y mover muy rápi-
damente a una parte del público.
Si hay un problema en un acto que
no implica un tema de seguridad, está
en mí tratar de cubrir eso de manera tal
que, en lo que concierne a la audiencia,
nada haya salido mal. Debo estar prepa-
rado, ser profesional, conservar la calma
y mantener una sonrisa en mi rostro.
Pero algunas veces la audiencia ve cla-
ramente que ha ocurrido un accidente,
como cuando siete motocicletas estaban
corriendo dentro de una pequeña jaula
de acero y repentinamente se produjo un
choque múltiple. Todo lo que uno puede
decir es: “Estas acrobacias son reales, las
cosas pueden salir mal, y démosles un
gran aplauso”. Y uno sigue adelante.
Después de tantos años haciendo
teatro, ¿unirse al circo fue una transi-
ción muy grande?
El recorrido que hacemos no es tan dis-
tinto a una gira nacional con una obra,
aunque nunca antes había viajado con
elefantes. En ciertos aspectos, el circo es
más sencillo. En el teatro uno quiere que
la audiencia haga un viaje emocional,
con una gama completa de angustia y
enojo y frustración y romance. Darle
vida a esas emociones a una escala tan
enorme es muy catártico. Aquí en cam-
bio, se trata más bien de sonrisas.
Pero también es una oportunidad
para actuar llegando realmente hasta la
última fila. Cuando los actores hablan
de actuar hasta la última fila en el tea-
tro, ellos están tratando de conmover
quizás a 2.000 o 3.000 personas como
mucho. Es posible llegar a esa última
fila. Cuando nosotros actuamos en lu-
gares como el Madison Square Garden
o Salt Lake City, tenemos 20.000 perso-
nas en una sola actuación. Eso cambia
exponencialmente la escala –es como

actuar en el Coliseo romano– y debemos
actuar con mucha más amplitud. Yo soy
un hombre corpulento y eso ayuda, pero
también creo que tengo un foco amplio.
Siento que puedo dirigirme individual-
mente a cada miembro del público.
¿Y qué pasa después de la función?
Cuando se acaba el espectáculo, ¿ahí
termina su día laboral, o hay algo
más por el hecho de ser un maestro
de ceremonias?
Ayudo a instalar y desinstalar, a mover
los equipos como la pantalla gigante de
video. Me gusta hacer trabajo pesado.
Pero éstos no son requerimientos del
trabajo, los hago como parte de lo que
llamamos la tarta de cerezas.
¿Tarta de cerezas?
Es un término del circo que significa una
clase de trabajo casual en que los artis-
tas pueden ayudar para ganarse un poco
de dinero extra. Ellos lo llaman tarta de
cerezas, supongo, porque le permite a
uno tener dinero extra para darse algu-
nos gustos. Es posible ver a miembros
del elenco empujando roperos, subiendo
luces, colocando cables de sonido. Se ne-
cesitan muchas personas para estirar del
piso de goma. Hay mucha tarta de cere-
zas para repartir. Aunque me han dicho
que soy uno de los primeros maestros
de ceremonias que se involucra y hace
todas estas cosas.
¿Cree que el hecho de que usted
y otros artistas contribuyan con
trabajo extra ayuda a romper las
barreras que quizás existan entre el
elenco y el equipo?
Oh, absolutamente. Nos une a todos.
Es bueno para el espíritu. Nos senti-
mos parte de un mismo equipo y todos
trabajan muy duro. Parte de la belleza
del circo es que cada pieza del engra-
naje es crucial. Incluso las personas
que limpian el piso con palas después
de que han estado los animales hacen
una contribución importante, quizás no
trascendental, pero ¿qué pasaría si no
estuvieran? Creo que el hecho de invo-
lucrarme y ensuciarme las manos ayuda
a la energía del espectáculo. Es como un
general Patton o Mac-Arthur diciendo:
ìNo espero que mis soldados hagan algo
que yo no haría”. Les cuido las espaldas
cuando están montando el espectáculo,
y si algo llegara a salir mal durante el
espectáculo, sé que todo el equipo estará
cuidando las mías también.
Cuando termina el espectáculo, us-
ted todavía está acompañado por sus
colegas. ¿Acaso su rol de maestro de
ceremonias se traduce en algún rol
de liderazgo fuera del escenario?
Sólo hasta cierto punto. Realmente trato
de aportar un sentido de profesionalismo
y confianza al espectáculo; no sólo arriba
del escenario, sino que también en la vida
Enero 2009
sobre el tren. Llegan muchachos de todas
partes del mundo a trabajar al circo, y a
veces se alborotan un poco o parrandean
demasiado. Son jóvenes de alrededor de
20 años. Trabajamos 11 meses del año y
a veces tenemos 13 espectáculos en una
semana. En una semana muy agitada
podemos llegar a tener 16 espectáculos.
Eso es mucho. Significa que la gente real-
mente tiene que permanecer enfocada
para hacerlo lo mejor posible. Y llegamos
a cada ciudad como embajadores. Esta-
mos ahí para traer entretención familiar
de calidad. De manera que es importante
que presentemos al público una energía
positiva, ya sea que nos vean actuar en un
estadio o viajando en el metro. Creo que sí
tengo algo de influencia como un modelo
de conducta. La gente me ve haciendo mi
trabajo, volviendo al tren y no metién-
dome en problemas.
La sola idea de arrancarse para unirse
al circo tiene un atractivo muy mítico.
Debe ser por esa combinación po-
tente de vivir viajando y relacionarse
con un grupo de personas exóticas.
Nosotros realmente somos las Naciones
Unidas del entretenimiento. Tenemos
personas de China, Rusia, Sudamérica,
México, muchas partes de Europa. Nues-
tro coordinador de talentos, Tim Holst,
está constantemente viajando por el
mundo, y Nicole y Ken Feld, los dueños,
hacen lo mismo, siempre incorporando
talentos nuevos. Y luego tenemos los di-
ferentes equipos, como el equipo de con-
cesiones, el equipo de apoyo, los equipos
a cargo del escenario y la iluminación y
del sonido. Tenemos algunas personas
que han estado aquí por mucho, mucho
tiempo; y es una vida dura.
Ser parte de una institución con tanta
historia debe producir una sensación de
tener que conservar mucha tradición.
Cuando fui contratado, acepté una
cierta responsabilidad no sólo con
Felds y Feld Entertainment, sino que
también con el espíritu de los herma-
nos Ringling y P.T. Barnum y el señor
Bailey, quienes construyeron el Espec-
táculo Más Grande del Mundo.
| Harvard Business Review 43
Otra voz Actuar para que todos lo vean
He investigado un poco al respecto y sé
que el maestro de ceremonias a veces es un
personaje sombrío, por lo que trato de ser
lo más positivo posible en el rol. Realmente
trato de canalizar el espíritu de P.T. Bar-
num, quien era abstemio y básicamente un
sujeto estadounidense bueno y sano.
Tenía dos máximas importantes que
me encantan. Una era siempre dar a los
clientes más de lo que pagaron y, la otra
era convertir un acuerdo comercial en
una situación donde ambas partes salen
ganando. Así trato de aprender sobre
Barnum y los hermanos Ringling y lo
que ellos aportaron al circo. Y también
converso con todas estas grandes perso-
nas de aquí del circo, personas de fami-
lias con siete u ocho generaciones en el
oficio, quienes me cuentan sobre tradi-
ciones que son realmente fascinantes.
Cuando las personas vienen al circo,
no esperan ver cosas comunes y
corrientes.
Al mismo tiempo, usted es parte de
la modernización del circo. Ya no es
un espectáculo de tres pistas: hay
una pantalla de video gigante y el
maestro de ceremonias canta a voz
en cuello los temas del espectáculo.
Para los puristas allá afuera, usted
puede ser el ejemplo más evidente
de cómo el espectáculo se ha alejado
de sus raíces.
Sin embargo, el circo solía tener cinco
pistas antes de tener tres pistas. El
punto de todas esas pistas, y en esto
consistía el Barnum-ismo, era dar tanto
al público de modo que fuera imposi-
ble que vieran todo en una sola visita.
Tenían que volver.
Creo que incluso las personas que
aman las tradiciones aprecian que el
espectáculo haya evolucionado para so-
brevivir. Hace un siglo, tenía sentido es-
perar que algunos visitantes volvieran a
asistir más de una vez. Hoy estamos en
un mundo diferente. Existe mucha oferta
disponible para entretenerse. Necesita-
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mos dar a las personas la oportunidad de
apreciar todo lo que hacemos, permitirles
enfocarse en cada acto y no dejarlas con
la sensación de que se perdieron de algo.
Uno tiene que crear el espectáculo
adecuado para el mundo en que se vive,
reconociendo las realidades nuevas y los
requerimientos financieros de lo que
cuesta hacer ciertas cosas. Algunas cosas
no cambian: cada uno de nuestros dos
espectáculos completos, Red Unit y Blue
Unit, tiene un tren de 1,6 kilómetros de
largo. Si queremos actuar en una ciu-
dad, debemos encontrar un lugar donde
exista un lugar de 1,6 kilómetros de largo
para estacionarlo. Pero hace 40 años, Ir-
vin Feld se dio cuenta de que las carpas
tradicionales ya no tenían sentido, dados
los nuevos recintos deportivos que se
estaban construyendo. ¿Para qué pasar
por todo el proceso de instalar la carpa
cuando ya existe una carpa permanente,
estos lugares fantásticos que ya están
construidos? [Nota de la editora: el so-
cio de Irvin e Israel Feld en la compra de
Ringling Bros. en 1967 fue el Juez Roy M.
Hofheinz, el desarrollador en Houston
del estadio Astrodome.]
Y ahora su hijo Kenneth y la hija de
éste, Nicole y sus otras hijas también, están
incorporando tecnología del siglo 21 para
conservar esta gran tradición. Para mí, que
vengo del teatro, es muy impresionante
que cada instrumento de iluminación que
tenemos, se mueva.
La tradición que hay que mantener es
la calidad de los actos y el espectáculo
que crean. Cuando las personas vienen al
circo, no esperan ver cosas comunes y co-
rrientes. Esperan ver cosas que son increí-
bles y más emocionantes. De manera que
uno tiene que vivir en su propia época y
crear un circo que encante a los niños que
vienen hoy en día. Pues éste será el que
echarán de menos cuando sean mayores.
Otra forma en que el mundo ha cam-
biado es en su sensibilidad hacia el uso
de animales en el entretenimiento.
Tenemos que lidiar con los defensores de
los derechos de los animales donde quiera
que vayamos. La suya es una buena causa,
pero no entienden la naturaleza del cui-
dado de los animales aquí en el circo. El
uso del látigo y de la silla para el entre-
namiento de los tigres y leones, y que las
personas recuerdan, es de fotografías en li-
bros y prácticas abandonadas hace mucho
tiempo. Cuando Gunther Gebel-Williams
vino a Ringling en los sesenta, todo cambió
hacia un entrenamiento positivo de refor-
zamiento para los animales y ha sido así
desde entonces.
No viajamos con 50 elefantes asiáticos
como se solía hacer. Ahora tenemos siete.
Son criaturas hermosas, grandes y glorio-
sas; es un honor trabajar con ellas. Por
experiencia personal, me consta que estos
animales son tratados con respeto y abso-
lutamente amados. Y lo que los Felds han
hecho en el Center for Elephant Conserva-
tion en Florida muestra cuán seriamente
toman su responsabilidad como guardia-
nes de esta tradición.
Concluyamos con algo que probable-
mente nunca cambie: la frase con que
abre y da la bienvenida al Espectá-
culo Más Grande del Mundo. Lo dice
tan bien y es un clásico.
Y es un verdadero gusto tener la oportu-
nidad de decirlo. Pero yendo hacia atrás,
cuado abrimos por primera vez la versión
136, me hicieron decir: “Damas y caballe-
ros, chicos y chicas, y niños de todas las
edades”. Pensé, busquemos esta frase y
asegurémonos. Resultó que la frase ori-
ginal no tenía esa parte del medio, y real-
mente le quitaba un poco el significado.
De manera que lo cambiamos al original:
“¡Damas y caballeros, niños de todas las
edades, bienvenidos al Espectáculo Más
Grande del Mundo!”.
¿Realmente la buscó?
Lo hice. Quería estar seguro de que está-
bamos haciendo lo correcto.
Reimpresión R0901B-E