En los capítulos finales del libro, el pueblo, impaciente por la demora de su
jefe y por el silencio de Dios, decide hacer una imagen para adorar. Piden un dios que vaya adelante. Ya no experimentan la presencia y compañía de su Dios y buscan reemplazarlo con un ídolo. Eligen el becerro, que era una representación de un toro joven, figura adorada por los egipcios como fuente de fecundidad y fortaleza. Los israelitas prefieren “hacerse” un dios a su medida antes que esperar pacientemente. El relato del becerro de oro es un paradigma de la limitación humana, de la dificultad de reconocer el paso de Dios en la historia y de la facilidad con la que construimos ídolos a los cuales luego adoramos. Actividad 1.Lee y Reflexiona el texto. 2.Desarrolla la actividad propuesta (“salteado” de Creencias) en tu cuaderno.