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En esta línea es el mismo presidente Jorge Alessandri quien, en el año 1964, escribía a Pedro Lira

Urquieta, su embajador en la Santa Sede, haciendo un balance al finalizar su gobierno:

“La iglesia no tendrá jamás tiempo suficiente para arrepentirse de haber estado alentando entre
nosotros aspiraciones imposibles de cumplir. Sobre la base de estudios económicos equivocados
se ha formado el convencimiento de que nuestro país, con una mejor distribución de la riqueza,
podría darle un enorme bienestar a todos… Las universidades y la iglesia deberían hacerle
entender al país y especialmente a la juventud que para llegar a ese mejoramiento necesitamos de
un intenso trabajo y de un gran sacrificio, porque el país no puede pagar el actual standard de
vida; pensar mejorarlo de un día para otro, o en unos pocos años, es una insensatez que conducirá
a un rápido desencanto que se convertirá, a poco caminar, en violenta protesta.
Desgraciadamente unas y otra hacen todo lo contrario. Mucho me temo que estemos caminando
a un golpe de Estado”.

Como vemos, Jorge Alessandri percibió de modo clarividente el alcance de la crisis en la que Chile
se comenzaba a precipitar, la cual era producto de tremendas expectativas, cuyo incumplimiento
generaría frustración y violencia .

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