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Eric Smidt Literatura Inglesa y Alemana

A continuación, les envío algunas preguntas a modo de guía para que analicen el texto
(basta con que escriban como máximo tres páginas):

1- ¿Podrían describir cuáles son los tres niveles del relato enmarcado en El jinete
del caballo blanco?

La narración comienza así:

“Lo que me propongo referir, lo leí sentado junto a un sillón hace más de medio siglo, en
casa de mi abuela, la esposa del senador feddersen, en un librito ilustrado, encuadernado en
cartón azul, no pudiendo recordar si era el leipziger o el pappes hamburger lesefruechen.”

Este extracto inicial corresponde al primer nivel del relato enmarcado. El narrador
añade “no puedo asegurar la verdad de los hechos; si alguien los negase, no tendría pruebas
de convicción”. Este fragmento indica que el primer narrador no tiene las herramientas para
verificar el texto que presentará a continuación, pero que sin embargo lo hará. Esto es típico
en el pasaje de historias de una generación a la otra, como nuestras abuelas nos habrán
contado historias de sus tierras de origen, que en su momento contaremos a nuestros hijos, al
estilo de un rito de pasaje.

“Era una tarde del mes de octubre, de la tercera década de nuestro siglo –así empezaba el
narrador de antaño–, cuando, montado a caballo, continuaba mi camino sobre un dique de la
Frisia del Norte, durante una fuerte tempestad.”

En el fragmento anterior, podemos ver comenzar el segundo nivel del relato


enmarcado. Este relato será de un joven que está volviendo a la ciudad luego de pasar unos
días con unos familiares suyos que tenían una finca. En su camino verá una figura que
llamará su atención:

“creí reconocer una figura oscura, que, al fin, dada la rapidez con que se acercaba vi que
marchaba sobre un caballo, un caballo blanco, esquelético, de largas patas; un capote oscuro
envolvía el cuerpo de la figura y, al pasar volando, me miraron dos ojos llameantes, hundidos
en una faz pálida.”

Pronto encontrará un motivo que pondrá en duda a su percepción, o a la realidad: “Y


entonces me di cuenta de que yo no había oído ningún ruido de cascos, ningún resoplido de
caballo, y eso que jinete y caballo cruzaron casi rozándome”.

Este misterioso jinete, entrará en la historia como un halo misterioso hilando la


urdimbre del segundo relato enmarcado con el siguiente. Esto pondrá en la mente del
segundo protagonista preguntas que serán contestadas a través del relato del maestro, que
contará la historia del antiguo Deichgraff desde su infancia hasta su trágico desenlace a modo
de bildungsroman.

El protagonista (no sabemos su nombre) del segundo relato enmarcado, encontrará


una posada en la que podrá repararse de la tempestad que azotaba la región. Cuando entró, se
encontró con una reunión en que los apoderados de la zona y el Deichgraff discutían temas
vinculados con el mantenimiento de los diques. Nos enteraremos que la historia que se nos
relatará a continuación data de un siglo atrás por el siguiente dato: “nuestro dique principal
se renovó el siglo pasado”. El actual Deichgraff lo pronunció. Cuando el protagonista
menciona al jinete del caballo blanco, hay una gran reacción, y la gente en la posada lo
reconoce como un signo sobrenatural.

Señalan a un maestro de escuela, quién contará la historia del antiguo Deichgraff, pero
la contará con la condición de que la pelará de toda superstición, a lo que el innominado
protagonista pedirá que cuente la historia tal cual la recibió, sin quitar nada.

“–Bueno –dijo el viejo, dirigiéndose a mí–, les voy a dar gusto; pero, como quiera que hay
mezclada mucha superstición, es un arte contarlo despojándola de ella.
–Os ruego –supliqué– que no prescindáis de nada, pues sé
muy bien distinguir la paja del grano”.

La historia de Hauke Haien comenzará así:

“–Comencemos. A mediados del siglo pasado, o, para decirlo con más seguridad, antes o
después, había aquí un Deichgraf que entendía de cosas de diques lo que otros labradores y
propietarios suelen entender, pero aun así no era lo suficiente, porque
no había leído todo lo que habían escrito sobre ello los profesionales; había adquirido su
ciencia por sí solo desde su niñez.”

Hay numerosas didascalias, en que el relator del segundo relato enmarcado interrumpe
su narración del tercer relato enmarcado para hacer algún comentario, entonces tendremos
que estar atentos al texto. Algunas de estas interrupciones son estas:

“Acomódese –dijo el amable maestro, y puso unos trozos de


turba, en una pequeña estufa, que estaba coronada por una tetera
de hojalata–. Dentro de un ratito, tan pronto como borbotee,
tomaremos una copita de grog; esto nos despabilará.
–No me hace falta –dije–; no me duermo acompañando a
Hauke por la senda de su vida.
–¿Cree usted? –dijo mirándome, después de acomodarse bien
en su sillón–. ¿Dónde quedamos? ¡Sí, sí... ya sé! Pues...
Hauke se posesionó de su herencia, y como la vieja Antje
Wohlrs también había sucumbido a su enfermedad, engrandeció
con las fincas de ésta su patrimonio.” (Pág. 24)

“–Quiero hacer constar –interrumpió el maestro su narración,


mirándome fijo y amable–, que todo lo comunicado hasta ahora
lo he reunido por la tradición de gente formal del Koog o relatos
de nietos y bisnietos. Lo que ahora le voy a contar, necesario
para aclarar algunos hechos de la historia, era entonces y lo es
aún ahora la conversación de todo el vecindario de la aldea de la
Marsch, tan pronto empiezan a hilar las ruecas, después de Todos
los Santos.
Unos quinientos o seiscientos pies más al norte de la finca
del Reichgraf, se veía en aquellos tiempos, mirando desde el dique,
a unos mil pies de distancia mar adentro, y otros tantos
distantes de la orilla de la Marsch de enfrente, un pequeño islote
que llamaban Jeverssand o también Jevershallig.” (Pág. 32)
“La luna alumbraba desde lo alto; pero abajo, sobre el dique,
ya no había vida, solamente las tumultuosas aguas, que pronto
inundaron el Koog viejo. Aún sobresalía la colina de Hauke Haien
entre el torrente, aún brillaba la luz en la casa. Desde la Geest,
donde las casas quedaban poco a poco oscuras, la linterna solitaria
de la torre de la iglesia mandaba su luz temblona sobre las
olas espumosas.
El narrador calló. Cogí la copa llena que tenía ante mí hacía
rato, pero no me la llevé a los labios; dejé mi mano descansar
sobre la mesa.
–Esta es la historia de Hauke Haien –dijo de nuevo mi amigo–
como yo la puedo contar. Naturalmente, el ama de llaves de
nuestro Deichgraf la habría relatado de otra manera, porque también
pretenden saber que, después de la gran marejada, aquel
esqueleto blanco de caballo volvió a verse en Jevershallig durante
las noches de luna.” (Pág. 60)

De este modo, los tres relatos quedarían enmarcados de la siguiente manera:


Marco 1: Actualidad, refiere a lectura de hace más de 50 años

Marco 2: Refiere a un siglo después de la renovación del dique principal. La


extensión temporal es de una noche.

Marco 3: Alrededor del año 1756, año en que Trin Jans muere en casa de
Hauke y Elke, pero relata una extensión de casi toda la vida de Hauke
Haien y no un suceso puntual.

2- ¿Cuáles creen ustedes que son los personajes principales de la obra?

Podemos hacer varios tipos de lectura y como resultado dar distintas respuestas a esta
pregunta. En el caso de hacer una lectura rápida, descartaremos al personaje del primer
marco, y tomaremos a la ligera a los personajes del segundo marco, sólo teniendo en cuenta a
la misteriosa figura del jinete y su caballo blanco que se sigue apareciendo mucho tiempo
después. Aquí el primer lugar lo tendrá el protagonista principal, Hauke Haien. Si tenemos en
cuenta el título de la obra, él es el “jinete del caballo blanco”. Él compra y devuelve la vida a
un viejo caballo blanco, joven, pero de mal aspecto:

“En ocasión de la feria de caballos, montó un día Hauke Haien el suyo, para ir a la ciudad.
No llevaba el propósito de comprar nada, y, a pesar de eso, cuando al anochecer regresó a
casa, trajo un segundo caballo, pero de pelo áspero, y tan flaco, que se podían contar sus
costillas; y los ojos, sin brillo, hundidos en las cuencas del cráneo. (…) A las pocas semanas
mejoró de aspecto el animal; poco a poco, fue desapareciendo la aspereza del pelo y se
descubrió una piel lustrosa llena de rodales azulados, y, cuando un día lo paseó por el corral,
andaba esbelto sobre sus seguras patas. Hauke se acordaba del gitano vendedor. «Aquel tío
era un tonto, o un bribón que lo habría robado», dijo para sí.”

Es él quién es asemejado con Sócrates, o con el mismísimo Jesucristo. Se alude a él


cuando se habla del espectro:

“Porque siempre sucede así, señor: a Sócrates le dieron a beber la cicuta y a Nuestro Señor
Jesucristo, lo crucificaron. Eso, en estos últimos tiempos, no sería tan fácil, pero... de un
déspota o de un cura malo con cerviz de toro, hacen un santo, y de un hombre capaz,
solamente porque nos sobrepasa una cabeza de altura, hacen un fantasma; esto se viene
haciendo todos los días.”
Así queda claro su rol protagónico. Es su infancia y evolución la que se relata. Nos
queda claro su carácter y la dignidad con la que se envistió con el puesto de Deichgraff. Su
labor fue resistida, debido a las exigencias que puso sobre los demás hombres, pero su dique
resistió la embestida climática durante más de un siglo, según se nos relata.

También podemos identificar fácilmente a la deuteragonista, que no será otra que Elke
Volkerts. Ella estará a su lado como una fiel compañera durante toda la vida profesional de su
marido y hasta la muerte de ambos. Tendrá una altura moral semejante a la del bueno de
Hauke, puesto que ella siempre lo sustentará cuando los rumores calumniadores lleguen a
oídos del joven Deichgraff.

Si somos apresurados, entenderemos que el antagonista será Ole Peters; pero una
mirada más exhaustiva nos hará detenernos en más aspectos que apuntarían a que los
antagonistas reales pueden no estar centrados en una persona, sino estar difusos. El
clima emocional de los habitantes de la región, las opiniones de los demás, el prejuicio, la
consideración que el vulgo tenía acerca de su estatus, o de sus capacidades.

La llegada de Hauke, desde el principio generó polémica. Mientras algunos


reconocían el importante rol que servía al Deichgraff, otros se vieron forzados a trabajar más
duro, a hacer las cosas de un mejor modo, y de ese modo fue ganando enemigos. Las malas
lenguas fueron corriendo y las supersticiones tiñeron lo que era un disgusto, en un rechazo
total.

Pero veamos cómo fue la evolución de los antagonistas de Hauke; en primer lugar, lo
fue su padre que, al necesitar de una mano en el campo, lo desincentivaba al estudio. En
segundo lugar, sus compañeros de trabajo bajo el Deichgraff, que entendían que Hauke era
más listo que los demás y esto exponía el hecho de que ellos no hacían bien el trabajo dando
de comer a los animales en el establo. Siguiendo, los enemigos pasan a ser los que no lo
consideran suficientemente rico como para ser el nuevo Deichgraff e incluso el padre de
Elke, puesto que tuvieron que posponer el casamiento para después de la muerte de éste.
Después, una vez que llega al puesto de Deichgraff las malas lenguas opinaban que había
llegado allí por ser el esposo de Elke, hija del fallecido Deichgraff. A partir de esto Hauke
comienza un proyecto para justificarse ante los demás en cuanto a sus cualidades personales
para ocupar el puesto de Deichgraff. Comprará un flaco caballo blanco, muy barato y
Carsten, su mozo, sugestionado por la leyenda del caballo blanco, cree en la historia cuando
Hauke trae al maltratado caballo, y Carsten renuncia a su puesto e irá a trabajar para Ole
Peters. Luego, cuando su mujer está moribunda, reza a Dios pidiéndole que se salve:

“–¡Señor, Dios mío –gritó–, no me la quites! Tú sabes que no puedo prescindir de ella.
Entonces, como si volviera en sí, y bajando la voz, añadió: –Yo sé que tú tampoco puedes
conceder siempre lo que quisieras; Tú eres la fuente de la sabiduría; Tú debes hacer lo que te
mande tu sabiduría. ¡Oh, Señor! háblame y aliéntame.”

A partir de este acontecimiento los que pertenecían a una secta interpretan la oración
del pobre Hauke como un signo de su manifiesta duda acerca de la omnipotencia Dios.
Infieren entonces que él debe ser el fantasmagórico jinete del caballo blanco.

Más tarde, durante los trabajos, los supersticiosos trabajadores quieren enterrar vivo a
un perrito en el dique, porque según éstos, eso haría duradero el trabajo. Hauke los acusa de
paganos, a lo que el grupo se le pone en contra. Hauke había cosechado un numeroso grupo
de antagonistas. Entendemos que Hauke es el Jinete del Caballo blanco, eso concluye la
historia, y éste es el que hila a los dos relatos enmarcados, el segundo con el tercero.

3- Con respecto a las supersticiones, ¿Pueden señalar cuáles son los motivos o
elementos que representan las principales creencias o supersticiones en la obra y
cómo determinan la actitud de los personajes?

El narrador que llegará a la posada, durante el segundo relato enmarcado, verá al


jinete con sus propios ojos. En ese momento llegará a la posada. Tanto el Deichgraff como
los apoderados están aterrados acerca de esa aparición. Algunos lo ven tirarse a través del
dique.

Pero, ¿quién es ese jinete del caballo blanco? Cuando se habla de jinetes
fantasmagóricos, es fácil vincularlo con la visión que el apóstol de Patmos tuvo acerca del
final de esta historia de salvación que relata la Biblia. En el libro del Apocalipsis, capítulo 6,
versículo 2 se lee:

“Cuando abrió el primer sello, oí al primer ser viviente, que decía: Ven. Miré y vi un caballo
blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió vencedor, y
para vencer.”

Este caballo ha sido identificado con la propagación del evangelio, el triunfo no sólo
religioso, sino político y militar del cristianismo.  Este jinete no sólo tiene autoridad para
actuar como un rey guerrero y, además, no es ni corrupto ni abusa de su poder. Los demás
jinetes son más siniestros. El cuarto jinete es el que nos llamará la atención, puesto que su
caballo es más fantasmagórico y su figura no es la de un rey, sino una temible.

“Y miré, y he aquí un caballo pálido; y el que estaba sentado sobre él tenía por nombre
Muerte; y el infierno le seguía. Y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para
matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.” Ap.6:8

El desenvolvimiento de los hechos a través de la historia nos demuestra que


identificar la diferencia entre el uno y el otro es vital. A Hauke, dijimos, se lo compara con
Cristo, rechazado, no comprendido, muy capaz y noble. El pueblo, mientras tanto,
confundiría a Hauke no con el primer jinete blanco, sino con el jinete pálido, un jinete que
traerá males como la peste, el hambre y el caos.

Desde la infancia de Hauke que el tema de lo fantasmagórico de los cadáveres (que


eran arrastrados de los diques que cedían ante las tormentas) lo atormentaban. Pero Hauke
tenía un carácter determinado a que estas ilusiones no lo influyan:

“Entonces pasaron por su mente aquellos horribles fantasmas de Noruega que le


contara un viejo capitán y que tienen en lugar de cara un manojo de hierbas
marinas. Pero no corrió, hundió los tacones de sus botas fuertemente en el barro y
siguió mirando aquella escena fantástica que el oscurecer mostraba ante su visita.

–Aunque estéis ahí vosotros, a mí no me apartaréis de aquí


–dijo con voz dura.”

El mismo padre de Hauke, Tede Haien, creía en la maldición de la tercera generación.


Trin Jans también creía en esto, y lamentablemente sucedió de este modo. La pequeña hija de
Elke y Hauke nació disminuída. Este es uno de los casos en que la superstición concuerda
con el desenvolvimiento de los hechos. A pesar de esto, Hauke la quiere consigo, y no duda.
Jamás la entregaría a los malos hombres que quieren entregar un niño al dique para que éste
dure, y que ni siquiera quiso entregar un perro a esos hombres malos y supersticiosos:

“–No lo he oído decir; tal vez porque sea demasiado fuerte–. Un recuerdo pasó por
su mente y una sonrisa casi pícara invadió su rostro tan serio–. Cuando yo era niña
–dijo–, lo oí contar una vez a los mozos; opinaban para que durase un dique así,
había que meter dentro un ser vivo y utilizarlo como material en la obra del dique. Al
otro lado, hace más de un siglo, sacrificaron un niño que habían logrado comprar a
unos gitanos por mucho dinero; pero ahora nadie vendería su hijo. Hauke movió la
cabeza –Gracias que no tenemos nosotros ninguno, pues seguramente nos lo
exigirían.”

Más adelante tendrán una niña, y sufrirán la enemistad de muchos habitantes del
pueblo, pero Hauke no perderá su integridad:

“–No, Hauke, déjame hablar: la niña que te he dado al cabo de los años, siempre
será una niña. ¡Oh, Dios mío!, es imbécil; necesito decirlo delante de ti.
–Ya lo sabía hace tiempo –dijo Hauke, sin soltar la mano de Elke.
–Así estamos como si estuviéramos solos –añadió ella.
Pero Hauke movió la cabeza: –Yo la quiero, y ella me echa sus bracitos al cuello y
se aprieta fuertemente contra mi pecho; por nada del mundo quisiera perderla.”

Tanto es así que impidió incluso que enterraran a un perro, lo que le valió el rechazo
de casi todos los trabajadores poniendo en riesgo la terminación del proyecto.

“Todos callaron al momento, porque la enjuta cara del Deichgraf destellaba ira y le
tenían miedo, un miedo supersticioso. Después se le acercó un gañán con una nuca
como un toro. –Yo no he sido, Deichgraf –dijo, y mordió un pedazo de tabaco de
marcas que introdujo con calma en la boca–; pero el que lo hizo, ha hecho bien; si
queréis que dure vuestro dique, hay que enterrar algo vivo en él.
–¿Algo vivo? ¿En qué catecismo has aprendido eso?
–En ninguno, señor –respondió el hombre, y en su boca se
dibujó una sonrisa descarada–; eso lo sabían ya nuestros abuelos,
que se podían medir bien con vuestro cristianismo. Un niño
es mejor; pero, cuando no lo hay, también sirve un perro.
–Cállate con tus doctrinas paganas –le gritó Hauke–. ¡Mejor se taparía echándote a
ti!”

Incluso su mozo comenzó a pensar que su amo Hauke era el jinete del caballo
espectral. Esto fue debido a la compra de ese caballo huesudo que había sido maltratado y por
ello el animal no quería ser servido por nadie más que por su amo, y ese hecho se sumó a que
dejó de ver las luces que producían los huesos de las ovejas y las vacas en el islote. Entonces
hiló ambos hechos y pidió la renuncia, para ir a trabajar para Ole Peters, su rival.

Ese pueblo no tenía piedad de Hauke incluso cuando él estaba desesperado debido a la
enfermedad puerperal de su mujer. Cuando éste reza, podemos equiparar su oración con la
que Jesús hace en el huerto de Getsemaní: “Padre, para ti todo es posible; quítame esta
copa. Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres” Mc 14:35-36. Mientras
que la oración de Hauke era: “–Yo sé que tú tampoco puedes conceder siempre lo que
quisieras; Tú eres la fuente de la sabiduría; Tú debes hacer lo que te mande tu sabiduría.
¡Oh, Señor! háblame y aliéntame.”
Esto impactó al pueblo mal, y decían que Hauke dudaba de la omnipotencia divina.
Claramente el pueblo estaba actuando con una malicia intensa:

“A la tercera tarde después de este día, un zapatero despedido del trabajo


por el Deichgraf, actuaba de orador devoto en casa del sastre holandés. Explicaba a
sus oyentes las cualidades de Dios y decía: –El que niega la omnipotencia de Dios, el
que dice «Yo sé que Tú no puedes hacer lo que quieres», (todos conocemos al
desgraciado; pesa como una losa sobre nuestra parroquia) ha caído en el olvido de
Dios y busca el enemigo de Dios, al amigo del pecado, para que le consuele, porque
la mano del hombre necesita donde agarrarse. Pero, vosotras, guardaos de él; su
oración es una maldición.”

La superstición del pueblo impactaba incluso en su forma de razonar, puesto que


confiaban excesivamente en el favor de Dios. Cuando Hauke en reunión propuso fortalecer el
dique viejo, todos alegaron que había durado treinta años. Fue el bueno de Jewe Manners el
que justificó que tal tarea sería necesaria ya que no quería que abusaran de la bondad de Dios,
que controla los elementos.

En casa del deichgraff llegaron las malas lenguas que interpretaban diversos hechos
acaecidos en las inmediaciones como un claro signo de un mal que los acechaba. Orugas que
comían el trigo, sangre que caía del cielo, todo se debía al jinete del caballo blanco.

“En casa del Deichgraf las habladurías supersticiosas caían en el vacío, pero en las
demás casas se infiltraban, y cada vez más, conforme iban creciendo las noches.
Pesaba sobre todos como una atmósfera cargada y en la intimidad se decía que una
desgracia muy grande iba a caer sobre toda la Frisia del norte.”

Los trabajadores, entonces, comenzaron su trabajo de conspiración. Cuando no eran


observados comenzaron a cavar un pozo que cruzaba el dique nuevo, para inundar el koog de
Hauke y justificar ante todos, la incompetencia del Deichgraff. No querían que los explote
más, no querían ser mandoneados por quien les exigía tanto trabajo y tanto rendimiento. Ole
Peters comandará a un grupo de hombres a que caven durante una marejada tremenda una
fosa en el dique nuevo.

“Pronto distinguió Hauke cómo un par de docenas de hombres estaban allí reunidos
en afanoso trabajo y pudo ver claramente que habían cavado una zanja atravesando
el nuevo dique.”

Hauke hará un mea culpa final, reconociendo que obró mal en el puesto de
Deichgraff, pero no por lo que quiso hacer, sino por dejar que las malas lenguas afecten su
juicio. El dique de Hauke no se rompió a pesar de que lo hayan saboteado. El dique que se
rompió es el que Hauke quería restaurar, y que por hacer caso a su rival Ole Peters y no
ganarse más enemigos, no lo hizo.

Los supersticiosos llegan a actuar como criminales, no siendo frontales, hablando por
la espalda, no reconociendo las virtudes de sus superiores y careciendo de magnanimidad,
cosa que a Hauke le sobraba. Nuestro protagonista es un alter christus, y el personaje de Ole
Peters bien puede ser una figura similar a Judas, Barrabás, o bien Caifás. Una figura que se
gana el favor del pueblo no por sus virtudes, sino porque el pueblo necesita ensalzarlo para
contraponerlo en rivalidad a la rectitud de Hauke. Así Hauke cumplirá el rol de Chivo
expiatorio:

¡Señor, Dios mío! ¡Una rotura! ¡Una rotura en el dique viejo!


–Por vuestra culpa, Deichgraf –gritó una voz–. Es vuestra culpa; llevadla ante el
trono de Dios.

4- ¿Qué pueden concluir con respecto a Hauke Haien y la construcción del dique y
dónde se presentaría la ironía principal de la obra?

Entendemos que Hauke es un personaje muy interesante, aunque su ὕβρις corresponde


a dejarse llevar por un pueblo de mala cerviz. Un pueblo pequeño, dicen los dichos populares,
crea infiernos grandes.

En este caso, la ironía principal de la obra consiste en que será la propia inoperancia
de los pobladores la que hará posible el hecho de que los diques duren poco. En este caso, a
pesar de sabotear el sólido dique de Hauke, fue el dique viejo, el mismo que no habían
querido restaurar el que filtró. Si el pueblo hubiera destinado mayor energía en tirar para el
mismo lado en vez de elucubrar historias sombrías acerca de futuros apocalípticos, y si
hubieran querido ser gobernados por alguien capaz, hubieran sabido ser disciplinados y
corregidos cuando actuaban de mala fe, o con floja voluntad:

“ Tal vez la hubiera terminado, si no les hubiera mandado parar; pero... había otra
cosa, y una ola de sangre le subió al corazón. Él lo sabía muy bien... Si Ole Peters,
con su mala lengua, no lo hubiera detenido, el verano pasado... Eso era. Él sólo
había visto la debilidad del dique viejo: debía haberlo reparado a pesar de todo.
«¡Señor, Dios mío, sí, lo confieso! –gritó de pronto y con fuerza, mezclando su voz
con el tumulto de la tempestad–. No he desempeñado bien mi cargo».”

Entendemos que cuando trabajamos y somos controlados eso impone sobre nosotros
el peso del control externo. Siempre que ese control externo esté personificado en alguien,
podremos culparlo de ser exagerado en las exigencias, y ubicar en él todas nuestras
frustraciones que no provienen de otro lugar que de nuestra propia desidia. Este concepto se
sintetiza en el concepto psicológico de locus de control. El locus de control es un término
psicológico que hace referencia a la percepción que tiene una persona acerca de dónde se
localiza el agente causal de los acontecimientos de su vida cotidiana. Es el grado en que un
sujeto percibe que el origen de eventos, conductas y de su propio comportamiento es interno
o externo a él. Así un locus de control demasiado internalizado, impondrá cargas pesadísimas
sobre el Yo propio (todos nuestros males provienen de nuestra propia inacción), mientras que
un locus de control demasiado externalizado nos desresponsabilizará de todo (todos los males
que me suceden provienen de fuera de mí, yo no soy responsable de mi realidad).

De este modo vemos como Hauke pecó de hiper responsabilizarse ante un pueblo que
gustaba desresponsabilizarse. El justo pereció por los pecadores.

“–¡Adelante –gritó una vez más, como tantas veces había gritado cuando cabalgaba
sobre tierra firme–. ¡Dios mío, llévame, pero respeta a los demás!”

Y sucedió que el pueblo se libró del justo y abrazó al malo. Y es que el pueblo hoy
sigue viendo los fantasmas, porque los convirtió en fantasmas. Serán las culpas proyectadas
en los elementos de la naturaleza las que cavilarán sobre las conciencias de los que obraron el
mal.

“Porque siempre sucede así, señor: a Sócrates le dieron a beber la cicuta y a


Nuestro Señor Jesucristo, lo crucificaron. Eso, en estos últimos tiempos, no sería tan
fácil, pero... de un déspota o de un cura malo con cerviz de toro, hacen un santo, y de
un hombre capaz, solamente porque nos sobrepasa una cabeza de altura, hacen un
fantasma; esto se viene haciendo todos los días.”

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