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Universidad Abierta Para Adultos

(UAPA)

PARTICIPANTE:
CARMEN LUISA BATISTA CARMONA
MATRICULA
16-0151
ASIGNATURA
HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN MEDIA
FACILITADOR
LUIS DANIEL VIDAL
TEMA
MOVIMIENTOS MEDIEVALES RELIGIOSOS

Introducción.
La Edad Media es una de las etapas más fascinantes de la historia. Un período que se
caracteriza fuertemente por la existencia del Sistema Feudal o Feudalismo. Un
mundo de nobles, campesinos, tributos, vasallos, feudos, y monarquías debilitadas.
Pero más allá de esto, el mundo medieval estuvo dominado por la Iglesia católica o
cristiana. Por eso es esencial que para entender el desarrollo de la edad media,
investiguemos  en profundidad la importancia que tuvo Iglesia Medieval.

De hecho podemos decir que la iglesia católica tuvo influencia en todos los órdenes
de la vida de la edad medieval, y ningún sector de la sociedad se mantuvo ajeno a
dichas influencias.

Diversas circunstancias explican esta extraordinaria influencia eclesiástica durante esta


etapa de la historia europea y las profundas huellas culturales y religiosas que dejaron
en Europa y el mundo occidental.

La religiosidad en la Edad Media.

Pensar en el concepto de "religiosidad medieval"


resulta tremendamente complicado si hablamos por
ejemplo, de España, país donde durante siglos
convivieron tres religiones: la cristiana, la musulmana
y la judía, no siempre de forma armoniosa ni pacífica,
en un mundo que se estaba redefiniendo y
reestructurando tras la disolución del Imperio
Romano y las invasiones bárbaras en el ambiente
general, y la reconquista y las cruzadas en el
particular.

Además, la religiosidad es definida como una


práctica individual y por tanto repleta de
especificidades concernientes a cada persona así
como a una cultura o sociedad determinada.

Las tres religiones.

No cabe duda que durante siglos, la coexistencia de


las tres religiones fue aceptada por unos y por otros,
dando lugar a un enriquecimiento social, cultural y
lingüístico pleno de matices del que hoy en día
podemos gozar sin miedo a decir que somos
afortunados. Desgraciadamente, causas políticas en todo el mundo occidental, fueron
la razón del empeoramiento de las relaciones e incluso marcaron el fin de la presencia
árabe y judía en el continente, dando paso a la preponderancia de una de ellas: la
cristiana.

La Edad Media es la etapa histórica en la que la iglesia cristiana de occidente tuvo un


mayor desarrollo organizativo y doctrinario además de ser el tiempo en la que se
fundaron la mayoría de sus órdenes, que aunque de distintas naturalezas, pasaron a
formar parte de la gran estructura que suponía la institución eclesiástica.

Siendo la sociedad medieval profundamente religiosa, debemos suponer la influencia


que no sólo los clérigos sino también las monjas y las altas esferas eclesiásticas,
tuvieron. En política, la participación de la Iglesia también fue clara. Como puede leerse
en el apartado de "política medieval", la disputa de las dos espadas o la referida a la
preponderancia del poder espiritual frente al terrenal, terminó en el siglo XI con una de
las más profundas reformas de la Iglesia.
Desde el punto de vista cultural, era también el clero el máximo exponente, estando en
sus manos la producción intelectual sobre todo gracias las traducciones y las
transcripciones, esenciales para que hoy en día podamos conocer aquellos siglos.

Tras la Reconquista, la Iglesia aumenta su poder en España. Así, participa en la nueva


organización social y política del país, conservando su estructura de la época visigoda,
recordando por tanto a San Isidoro -arzobispo de Sevilla durante más de tres décadas-
quien hoy en día es considerado como el creador de la Iglesia española en la época
visigoda y que será la base organizativa en la etapa medieval.

Las obras de San Isidoro, canonizado en 1528, fueron leídas durante la Edad Media,
llegando incluso su influencia al Renacimiento. Entre ellas destacamos Etimologías-
obra que resume el saber de los clásicos- pero siendo un hombre tan prolífico, también
escribió obras filosóficas, históricas, lingüísticas o literarias.

Cruzadas y Peregrinaciones.

Las Cruzadas y las peregrinaciones suponen la máxima expresión del espíritu cristiano
de occidente. En el primer caso, el Papado, con los caballeros y señores a la cabeza,
marcharon a oriente con el fin de reconquistar Palestina, la Tierra Santa mientras que
las peregrinaciones - llevadas a cabo por diferentes motivos como, por ejemplo, el de
redimir una culpa o pecado- supusieron un acercamiento más pacífico con la
religiosidad. Tres fueron las vías de peregrinación más importantes de la época: Roma,
Jerusalén y Santiago de Compostela.

Órdenes Religiosas.

Las dos órdenes más destacadas de la Edad Media fueron sin lugar a dudas la
cluniacense y la cisterciense, esenciales a la hora de entender la evolución no sólo
religiosa sino también social y sobre todo cultural de la cristiandad medieval, pero
también la franciscana y la dominica, éstas últimas basadas en la cercanía a la
sociedad, la pobreza y la austeridad como forma de entender los sufrimientos que
padeció Cristo y así poder estar más cerca de la religiosidad que practicó.

Monasterios: monjes y monjas.

En la Alta y Plena Edad Media los centros religiosos más influyentes fueron los
monasterios, centros de oración y trabajo pero también del saber, donde las distintas
órdenes monásticas llevaban-según los principios que les guiaban- a cabo sus
quehaceres diarios, donde las actividades manuales eran tan importantes como las
espirituales. Así lo estableció San Benito de Nursia quien va a poner los pilares de un
movimiento monástico esencial para la religiosidad, cultura y política de los largos
siglos de la Alta y Plena Edad Media.
Con la llegada del feudalismo- nueva organización social y política consecuencia sobre
todo de la reconquista y las cruzadas- los monasterios adquirieron ventajas sobre las
tierras colindantes por lo que los campesinos debían trabajarlas. Los monasterios
podían ser masculinos, femeninos o dúplices-donde ambos desarrollaban su vida diaria
en el mismo edificio pero en zonas separadas-.

Fue precisamente el sexo femenino el más representado, estudiado e interpretado por


la religión pero fue, al mismo tiempo, el más devoto y el que hoy en día supone más
estudiado. Así, la religiosidad femenina, ha dado lugar a multitud de estudios entre los
que destacan aquellos que analizan la producción cultural de las mujeres en los
monasterios, las beguinas- comunidades laicas pero que llevaban a cabo ayuda
asistencial y médica, como haría cualquier monja- y los que afirman que eran
precisamente ingresar en eso lugares, los monasterios, la única forma en la que la
mujer medieval que no quería casar, estuviese lejos de la dominación masculina.

ORGANIZACIÓN DE LAS IGLESIAS DURANTE LA EDAD MEDIA.

Ya hemos dicho como la Iglesia en la Edad Media tenía mucho poder. El principal
motivo lo encontramos en su riqueza, y como no, en una clara organización así como
en la importancia cultural, y en la influencia sobre la vida social. La iglesia se
contraponía al desorden, la ignorancia y la violencia de la sociedad feudal. Todos los
miembros de la Iglesia conformaban el clero, que se dividía en dos: el clero secular y el
clero regular. El jefe espiritual de todos era el Papa.
EL CLERO SECULAR.

El clero secular eran aquellos miembros de la Iglesia que vivían en el mundo,


mezclados con los laicos: el Papa, los arzobispos, los obispos y los párrocos.

Los párrocos eran los que estaban al mando y regulaban pequeños distritos


llamados parroquias. Varias parroquias formaban una diócesis, cuyo jefe era un
obispo, y varias diócesis formaban una arquidiócesis, dirigida por un arzobispo.

EL CLERO REGULAR.

A partir del siglo VI se organiza en Occidente el clero regular. Sus miembros


son aquellos que optaron por aislarse del mundo y vivir en monasterios regidos por
un abad. Seguían, además unas reglas específicas. Su regla se basaba en el lema ora
et labora, es decir, reza y trabaja.

En Occidente, el monacato lo inició San Benito de Nursia, quien fundó la orden


benedictina, la cuál obligó a sus miembros a cumplir votos de obediencia,
castidad y pobreza. La regla de San Benito fue respaldada por el Papado.

Los principales movimientos heréticos de la edad Media.

Durante la extensa edad Media, surgieron distintas interpretaciones y corrientes de


pensamiento vinculadas al cristianismo que, en los algunos casos, se alejaron
sustancialmente de los dictados de Roma. El Papado, a través del poder civil de los
distintos territorios, trató de luchar contra cualquier atisbo de heterodoxia que se
detectara aunque, en algunos casos, como vamos a ver a continuación, las formas de
religiosidad cristiana consideradas heréticas tuvieron tal preeminencia que lograron
atraer a miles de personas de diferentes lugares de Europa. Los principales
movimientos heréticos (aunque no los únicos) que convulsionaron Europa durante la
edad Media fueron los siguientes:

Priscilianismo. El priscilianismo fue un movimiento religioso que se originó en el siglo


IV que recibe el nombre de su principal predicador, Prisciliano. Esta corriente surgió
como un rechazo a la creciente riqueza y relajación de costumbres que presentaba la
Iglesia de Roma y defendía que la Iglesia debía volver a la pobreza. Asimismo, ente
otros cambios, una de las tesis más revolucionarias en aquel momento que defendía el
priscilianismo era que la mujer debía tener un papel protagonista en el ámbito
eclesiástico, debía disfrutar de una amplia libertad y, además, debía tener autoridad en
el contexto cristiano. El priscilianismo se extendió mucho por la península Ibérica y fue
ganando muchos adeptos, pese a las crecientes medidas de contención que puso en
marcha la Iglesia de Roma. Tanto Prisciliano como sus colaboradores más
cercanos fueron excomulgados, pero esto solo hizo que su influencia continuara
creciendo y las autoridades tomaron medidas cada vez más expeditivas para atajar el
problema prisciliano. Tras ser traicionado por algunos de sus acompañantes, Prisciliano
fue ejecutado, la mayoría de sus adeptos más importantes fueron apresados y el resto
de los que profesaban esa religión fueron considerados como herejes, llegando a sufrir
diversas penas como la confiscación de sus bienes o el destierro.

Adopcionismo. La idea que defendía el adopcionismo era que Jesús no era un ser
divino desde su origen, sino que había sido adoptado por Dios para actuar como su
hijo en la Tierra. El adopcionismo cobró una gran importancia durante los primeros
siglos del cristianismo, ya que este dictado era fácil de vincular con la cultura clásica,
donde muchos héroes habían alcanzado la condición de dioses en reconocimiento a
sus actos o hazañas, o con la judía, donde se consideraba que el Mesías era un
humano elegido por Dios. Aunque las teorías adopcionistas en general fueron
perdiendo fuerza a medida que los sucesivos concilios decidieron que la Encarnación
de Dios era la teoría ortodoxa reconocida por la Iglesia, pero otras teorías muy
relacionadas con esta idea conocieron una gran fuerza hasta bien entrado el siglo VI.

Los cátaros o albigenses. La herejía cátara se ha convertido en la más popular y


conocida de todas las herejías cristianas medievales, en buena medida gracias a la
inmensa cantidad de novelas y películas que se han creado en torno a ella. Esta
corriente se hizo muy popular en la zona del sur de Francia y de Aragón y tenía muy
poco que ver con los dictados del cristianismo oficial. Los cátaros defendían que el
mundo estaba compuesto por una realidad dual, el mundo físico, creado por el
Demonio o el Diablo, y el Reino de los Cielos o de Dios, que se encontraba más allá
de los límites del ámbito material. Para ellos, el alma era el único elemento sagrado del
ser humano, considerando el cuerpo como una vestidura terrena a la que no debía
darse importancia. Tomando el alma como elemento principal y negando todo el
contacto posible con el mundo material, los cátaros practicaban el ascetismo y una
severa abstinencia de todo lo terreno. Negaban los sacramentos y crearon una
organización propia ajena a la Iglesia y, en buena medida, también al resto de la
sociedad del momento.

En un principio, la Iglesia de Roma organizó misiones para evangelizar estas


comunidades y devolverlas a la ortodoxia, pero dichas misiones no solo no
consiguieron su objetivo, sino que tuvieron que resignarse ante la continua expansión
de las ideas cátaras. Ante tal fracaso, la Iglesia de Roma inició una violenta ofensiva y
dio a la lucha contra los cátaros la condición de “cruzada”, presentándolos como
peligrosos herejes y convenciendo a los poderes civiles de los territorios que contaban
con mayor presencia de cátaros de que debían ser exterminados por la fuerza.
Perseguidos por autoridades tanto civiles como religiosas y ante la amenaza de sufrir
graves castigos corporales o, incluso, de ser ejecutados si eran encontrados
sospechosos de la más mínima simpatía hacia los cátaros, los pocos que quedaron se
refugiaron en los bosques y en el más estricto secretismo para poder sobrevivir,
aunque probablemente se extinguieron completamente ya a finales del siglo XIV.
Los husitas. La última de las grandes herejías medievales antes de la llegada de los
movimientos protestantes fue la de los husitas. La llamada “iglesia husita” surgió en
Bohemia en el siglo XV y recibe el nombre de su principal ideólogo, Juan o Jan Hus.
Juan Hus, vinculado a la universidad de Praga, defendía que la Iglesia se había
apartado hacía mucho de los preceptos de la Biblia, que se había convertido en una
autoridad terrena rica y degenerada y que la única autoridad a la que debía obediencia
era a la del Libro Sagrado.

Sus críticas constantes a la jerarquía eclesiástica despertaron un importante rechazo


entre la Iglesia de Roma, pero en un principio las autoridades civiles prestaron su
apoyo a Juan Hus, que se hizo con el control de la universidad de Praga y llegó a ser
confesor de la reina Sofía de Baviera. Sin embargo, las posturas de los husitas se
fueron radicalizando y, después de que Juan Hus fuera quemado en la hoguera tras
acudir al concilio de Constanza a defender sus preceptos, estalló una verdadera
revolución religiosa y civil en la zona de Bohemia. En 1419 comenzaron las llamadas
revueltas o guerras husitas, en las que el ámbito religioso se unía con graves
problemas de índole civil. Estas guerras se extendieron hasta el año 1434.

CONCLUSION

En Occidente, la Iglesia se vinculó estrechamente a la sociedad feudal; la misma


Iglesia era un gran poder feudal, pues poseía la tercera parte de la propiedad
territorial del mundo católico y entre otras cosas, tenía derecho al diezmo, que era le
décima parte de las cosechas de toda la gente.

En la Edad Media, la Iglesia Cristiana tuvo un rol decisivo. Fue la única institución
que logró ejercer su poder a lo largo de una Europa fragmentada políticamente.

La vida cotidiana en la Edad Media y la forma de pensar de nobles y campesinos


estaban muy influenciados por los principios y creencias de la Iglesia Cristiana. Como
consecuencia de esto, las acciones de la gente se hallaban estrechamente ligadas a
las normas religiosas.

La Iglesia era al mismo tiempo el centro de la vida intelectual. Desde este rol
preeminente, posibilitó el afianzamiento de una particular interpretación del mundo,
diseñado y ordenado según los designios Dios.

Se cristalizó así una mentalidad medieval basada en preceptos religiosos que


perduró durante siglos.

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