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Yo siempre le pedi parar, sabia que el juego estaba mal, estaba loco, fuera de si.

Ella insistió, y no
pude desobedecer a esos ojos suplicantes, y esa cara con pucheros. Pero vaya que hubiera sido lo
mejor. Creo que tenia algún cable torcido, o algo por el estilo, no me imagino que alguien naciera
con esos instintos. Le encantaba el dolor, suplicaba que quería sentir cada vez más dolor que
pensara en ella como un objeto. Lo lamento hasta el dia de hoy.

Ella se llamaba Luisa Delgado, la conocí cuando realizaba la sustentación de mi tesis de pregrado
en la Escuela de Ingenieria Química. Una tesis sobre nuevos materiales absorbentes, tan
interesantes, que dormí a media audiencia. Sin embargo, todo fue bien, me hicieron algunas
preguntas lo calificadores y dubité varias veces, pero lo lleve de buena manera o eso creo. Al
responder vi la cara de desprecio de aquellos señores sentados, haciendo preguntas porque les
tocaba hacerlas mas no porque les naciera hacerlas.

Al termino de presentación, ella se acerco y me dijo: ‘’estuvo muy interesante tu presentación’’ y


me dio un beso en la frente, y desapareció en la euforia que desataron mis amigos. Su beso quedó
en el aire, las explicaciones en sus labios, y el silencio en la nada. No entendia nada. Habia
superado, miles de pruebas de diferentes asignaturas, había peleado con coraje con cada una de
ellas, pero esto me parecía bastante complicado.

En m

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