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Una Mercedes, caras de intriga y tímidas preguntas

Volvíamos de la selva y dos muchachas de aspecto europeo se mantenían erguidas en el


arcén, a pesar del frío del atardecer andino. Junto a ellas, un joven parecía el chofer de
la furgoneta humeante parada en la carretera. Él fue quien hizo señas con los brazos
para que parásemos. Vimos que de la Mercedes que estaba junto a ellos tres solo salía
humo y en seguida entendimos que necesitaban ayuda.

Subieron los tres, el chofer bajo amenaza de quedarse ellas dos en ese lugar, también. Al
llegar al primer pueblecito el este bajó y seguramente habría vuelto a pasar esta fría
noche en la Mercedes. Entonces las chicas nos preguntaron hacia dónde íbamos y les
dijimos que la fruta la íbamos a vender más allasito de Oyantaitambo. Ante su cara de
desorientación les ubicamos diciéndoles que de ahí salían combis hacia Cuzco.

Con ellas dos en la camioneta, llegamos a un abra un espacio ancho y despejado entre
montañas, a 4.000 metros donde había pequeña capillita. Las muchachas, que no
superarían los 23 tenían cara de susto.

Bambú, más allasito de Oyantaitambo y una oración a 4.000 metros

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