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suspenden las leyes ordinarias e instauran mo- ‘mentdncamente una nueva legislacion, que es la nica que cuenta; 6 Ficticia: acompafiada de una conciencia es- pecifica de realidad secundaria 0 de franca irrea- Tidad en comparacién con la vida corriente. Esas diversas cualidades son puramente for- males. No prejuzgan sobre el contenido de los jucgos. Sin embargo, of hecho de que las dos uiltimas —Ia regla y la ficcién— hayan parecido casi exclusivas Ta una con respecto a la otra de- ‘muestra que la naturaleza intima de los elemen- tos que ambas tratan de definir implica. y tal vex exige que éstos sean a su vez objeto de una reparticion que, esta vez, se esforzard por tener en cuenta, no caracteristicas que los oponen en Su conjunto al resto de la realidad, sino las que Tos distribuyenen grupos de una originalidad decididamente irreductible. IL. CLASIFICACION DE LOS JUEGOS La autrrrup y Ia variedad infinitas de los jue- gos hacen perler, al comianzn, la esperanza de descubrir un principio de clasificacion que per mita distribuirlos # todos en un némero redu- cido de categorias bien definidas. Ademés, los juegos presentan tantos aspectos diferentes que hay la posibilidad de maltiples puntos de vista. EI vocabulario comin muestra a las claras hasta qué punto permanece vacilante ¢ incierta la men- te; a decir verdad, emplea diverszs clasificacio- nes opuestas=No tiene sentido enfrentar los jue- gos de naipes a los juegos de habilidad, como tampoco oponer los juegos de sociedad a los jue- gos de estadio. En efecto, en un caso se escoge como criterio de distribucién el instramento de juego; en otro, la cualidad principal que exige; en un tercero, el miimero de jugadores y el am- biente de la partida; finalmente, en el tiltimo, el lugar en que se disputa la prueba, Ademés, lo que viene a complicarlo todo es el hecho de que se puede jugar a un mismo juego solo o en gru- po. Un juego determinado puede movilizar di- versas cualidades a la vez o bien no necesitar ninguna. En un mismo lugar, se puede jugar a juegos marcadamente distintos: los caballos de madera 39 y. el didbolo:sondiversiones al aire-libre; pero 21 nifio que juega pasivamente por el placer de verse arrastrado por la rotacién del tiovivo no Jo hace con el mismo espiritu que quien realiza su mejor esfuerzo para atrapar correctamente su diabolo. Por otra parte, muchos juegos se jue- gan sin instrumentos ni accesorios. A lo cual se Agrega que tun mismo accesorio puede tener fun- cciones diversas segtin el juego considerado. Por Jo general, las canicas son el instrumento en un juego de habilidad, pero uno de los jugadores puede tratar de adivinar si el némero que su adversario tiene en la mano cerrada es par 0 impar: y entonces las canicas son instrumento en_un juego de azar. ‘Sin embargo, quicro detenerme en esta silt ma expresién. Por una vez, hace alusién al ca- [+ ~-aadeteasfundamental-de una especicgbiengdeter: minada de juegos. Sea al hacer una apuesta 0 en la Toterfa, sea en Ia ruleta ‘0 el bacara, es claro que el jugador adopta la misma actitud. No hace nada, sélo espera la decisién de la suerte. En cambio el boxeador, el corredor, el jugador de ajedrez o de rayuela ponen todo en_pric- tica para ganar. Poco importa que esos juegos sean ora atléticos, ora intelectuales. La actitud del jugador es Ia misma: el esfuerzo por vencer a un rival colocado en. las mismas condiciones que él. Asi, al parecer esta justificado oponer los jucgos de azar y los juegos de competencia. Sobre todo, resulta tentador ver si es posible descubrir otras actitudes no menos furidamen- tales, que posiblemente ofrecerian los titulos de una clasificacién razonada de los juegos. I ) Luego- del examen de Jas diferentes posibilida- des, propongo con ese fin una divisién en cuatro secciones principales segin que, en los juegos considerados, predomine el papel de la compe- tencia, del azar, del simulacro 0 del vértigo. Las amo respectivamente Agon, Alea, Mimicry © Ilinx. Las cuatro pertenecen’ claramente al te rreno de los juegos: se juega al futbol, a las canicas o al ajedrez (agon), se juega a la ruleta 0a la loteria (alea), se juega al pirata como se interpreta [francés: 'on joue] a Nerén o a Ham- let (mimicry) y, mediante un movimiento répido de rotacién 0 de caida, se juega a provocar en s{ mismo un estado orgénico de confusién y de desconcierto (ilinx). Sin embargo, esas desi naciores atin no.cubren enteramente el universo del juego. Lo distribuyen en-tuadrantes, cada suno-de-los-cyales.ge-rigepor-un-pprineipio origi nal. Delimitan sectores que retinelt juegos de la misme especie. Pero, dentro de eso sectores, los distintos juegos se escalonan erf-el mismo ox den, de acuerdo con una progresién compara. ble.’ As{, al mismo tiempo se les puede situar entre dos polos opuestos. Casi por completo, en tuno de los extremos reina_un principio comin de diversion, de turbulencia, de libre improvi- sacién y de despreocupada plenitud, mediante la cual se.manifiesta cierta fantasia desbocada gue podemos designar mediante el nombre de paidia. En el extremo opuesto, esa exuberancia taviesa_y espontanea casi es’ absorbida 0, en todo caso, disciplinada por una tendencia com- plementaria, puesta por algunos conceptos, pero no por todos, de su naturaleza anarquica y ca- at prichota: una ‘necesidad:crcciente de plegarla'a onvenclonalismesarbittarios, mperadvos y mon (astos a propasito, de contrariaria cada vez mas eek eT ata tetas indefinidamente cad ver fds estorbosas, con el fin de hacerle mas dificil Iicgar al resultado deseado. Este. sigue siendo peffectamente inutil, aunque’ exija ‘una suma Cada ‘ver mayor de esfuerzos, de paciencia, de Rabilided @ de ingenin. A ecto eegrnde compo. nente Io llamo ludus. Recurriendo a estas extrafias denominaciones, no es mi intencién constituir quién sabe qué mi: tologia pedante, enteramente desprovista de sen- tido. Pero, ante Ia obligacién de reunir bajo una misma etiqueta manifestaciones diversas, me ha parecido que el medio més econémico de lograr- Jo consistia.én.tomar de-tal-e cuakotra lenguacel~ vocablo a la yez'mas significative y mas amplio posible, con el fin de evitar que cada conjunto que examineiiies se vea marcado de manera uni- forme por la cualidad particular de uno de los elementos que retine, lo que no dejaria de ocw. rrir si el nombre de éste sirviera para designar a todo el grupo. Por lo demas, a medida que tra- te yo de establecer Ia chsificacin en la que me he empeniado, cada cual tendra la ocasion de darse cuenta por si mismo de la necesidad en que me vi de utilizar una nomenclatura que no remita demasiado directamente a la expe riencia concreta, a la que en parte esta dest nada a distribuir de acuerdo con un principio inédito. Con la misma intencién, me he esforzado por 2 Henar cada ‘seccién con los: juegos “al “parecer més diferentes, a fin de hacer resaltar mejor su parentesco fundamental. Mezslé los juegos corporales y los juegos intelectuales, los que se apoyan en la fuerza y los que recurren a la ha- bilidad 0 al célculo. En el interior de cada cla- se, tampoco distingui entre los juegos infantiles y los juegos para adultos; ademas, cada vez que pade, buaqué cn cl mundo animal conductas homdlogas. Al hacerlo, se trataba de subrayar el principio mismo de la clasificacién propues- ta: ésta tendria menos alcance si no nos diéra- mos cuenta de que las divisiones que establece corresponden a impulsos esenciales © irreduc- tibles. a) CaTzcon{AS FUNDAMENTALDS Agon. Todo un grupo de juegos aparece como competencia, es decir, como una lucha en que Ia igualdad de oportunidades se crea artificial- mente para que los antagonistas se enfrenten en condiciones ideales, con posibilidad de dar un valor preciso e indiscutible al triunfo del vence- dor. Por tanto, siempre se trata de una rivalidad en torno de una sola cualidad (capidez, resis- tencia, vigor, memoria, habilidad, ingenio, etc), que se ejerce dentro de limites definidos y sin ninguna ayuda exterior, de tal suerte que el ga- nador aparezca como ei mejor en cierta catego- rfa de proezas. Esa es la regla de las competen- cias deportivas y la raz6n de ser de sus rmviltiples subdivisiones, ya opongan a dos individuos 0 a dos equipos’ (polo, tenis, futbol, box, esgri- 4B ma, etc), ya'se disputen entre’ un niinero in- determinado de concursantes (carreras de toda especie, competencias de tiro, de golf, de atle- tismo, etc.). A la misma clase pertenécen ade- mis los juegos en que los adversarios disponen al principio de elementos exactamente del mis- mo valor y en el mismo numero. El juego de damas, el ajedrez, el billar, son ejemplos per fectos. La busqueda de la igualdad de oports: nidades al principiar constituye de manera tan ‘manifiesta €l principio esencial de'la rivalidad que se la restablece por medio de una ventaja entre dos jugadores de fuerzas diferentes, es de- cir, que dentro de la igualdad de oportunidades establecida en un principio, se prepara una des igualdad secundaria, proporcional ala fuerza relativa supuesta en Ios participantes. Es signi- cate t caricter muscular (los encuentras deportivos) como para el agon de tipo mas cerebral (las par- tidas de ajedrez, por ejemplo, en las que se da al jugador mas débil la veniaja de un pedn, de un caballo o de una torre) Por cuidadosamente que se trate de conser- varla, una igualdad absoluta no parece sin em- bargo del todo aleanzable. En ocasiones, como en las damas 0 el ajedrer, el hecho de jugar primero da cierta ventaja, pues esa prioridad permite al jugador favorecido ocupar posicio- nes clave o imponer su estrategia. Por el con- trario, en Ios juegos de puja, quien ofrece al liltimo aprovecha las indicaciones que le dan los anuncios de sus adversarios. Asimismo, en el croquet, salir en ultimo término multiplica “4 T | ig aie eas ik ils Sd los recursos del jugador. En los encuentros de. portivos, la exposicién, el hecho de tener el sol de frente o a la espalda; el viento que ayuda o que estorba a uno de los dos campos; en las carrerus disputadas sobre una pista cerrada, el hecho de encontrarse en el interior o en el exte- rior de la curva, constituyen, dado el caso, otras tantas ventajas 0 inconvenientes cuya influencia no necesariamente es infima. Esos inevitables desequilibrios se anulan o se moderan mediante el sortzo de la situacién inicial, y luego median- te una estricta alternancia de la situacién privi- legiada. Para cada competidor, el resorte del juego es el deseo de ver reconocida su excelencia en un te- rreno determinado. La practica del-ygon supone ~por.ello ana. aigucidu-sestenidactncgubisnainicn fo apropiado, esfuerzos asiduos y-la voluntad™ de vencer. Implica disciplina y~pgrseverancia. Deja al competidor solo con sus recursos, lo in vita a sacar de ellos el mejor partido posible, lo obliga en fin a usarlos lealmente y dentro’de Jos limites determinados que, siendo iguales para todos, conducen sin embargo a hacer indiscuti ble Ia superioridad del vencedor. El agon se pre senta como Ia forma pura del mérito personal y sirve para manifestarlo, Fuera, o en los limites del juego, se encuentra el espiritu del agon en otros fenémenos cultu- rales que obedecen al mismo eédigo: el duclo, el torneo, ciertos aspectos constantes y sorpren- dentes de Ia Hamada guerra cortés. 45 En principio, puesto qué no conciben limites ni reglas y buscan sélo en una lucha implacable una victoria brutal, parecerfa que los animales tuvieran que desconocer el agon. Es claro que no podrian invocarse ni las carreras de caba- Hos ni las peleas de gallos: unas y otras son Tuchas en que los hombres hacen enfrentarse @ animales adiestrados, de acuerdo con normas que solo ellos han fijado. No ubstatc, conside- rando ciertos hechos, los animales al parecer tienen ya el gusto de oporerse en encuentros en que, si bien esta ausente la regla, como es de esperar, al menos hay un limite implicitamente convenido y respetado esponténeamente. Asi ocu- rre sobre todo con los gatos pequefios, los ca- chorros de perro, las focas jévenes y los oseznos, derribarse guardandose bien de ‘Mas conéincente atin es la costumbre de los bovidos que, con la eabern gacha, testuz contra testuz, tratan de hacerse recular él uno al otro. os cabalos practican el mismo tipo de duelo amistoso y ademas copocen otro: para medir ths fucraas, se yerguen scbre las patas traseras J se dejan caer uno sobre otro con sim vigoroso Impulso oblicuo y. con todo su peso, a fin de hhager perder el equilibrio at adversario. Asim mo, las observadores han schalado numerosos acgos de persecucion, que tienen lugar median te desafio 0 invitacion. E! animal aleanzado no tiene nada que temer de su vencedor. El caso inde clocuente et sin dude el de Ine pequenios Davos reales silwestres Hamados “combatientes” Escopen un campo de batalla, “un lugar‘un tanto elevado", dice Karl Groos} “siempre himedo cubierto de pasto raso, de un diametro deme. tro y medio a dos metros”. Ali se reGnen cot dianamente algunos machos, El que llega prime. ro espera a un adversario y empieza la lucha Los campeones tiemblan e inclinan la cabeza en ret teradas ocasiones, Sus plumas se erizan. Se lan zan uno contra otro, con cl pico al frente, Zolpoan. Nusuca hay persecsidn mt lucha fara del espacio delimitado para el torneo. Por ello, fen cuanto a los ejemplos anteriores, me parece legitimo pronunciar aqui la palabra aon: hasta ese grado es claro. que la fnalidad de os en euentros no es para los antagonistas infligir un dafio grave a su rival, sino demostrar su propia Superioridad. Los hotnbres s6lo agregan fos re- finamientos y Ia. precision de la resla se afirma su personalidad y antes de Ja aparicién de las competencias reglamentadas, entre los nifios se aprecia la frecuencia de ex: trafios desafios, en que los adversarios se csfuer- zan por demostrar su mayor resistencia, Se les Ye competir por quign mirara fijamente el sol durante més tiempo, resistira las cosquillas, de- jard de respirar, de parpadear, et. Bn ocasiones, lo que esta en juego es mas serio, pues se trate de ‘resistir el hambre 0 el dolor, en forma de azoies, de pellizeos, de piquetes y de quemadu ras, Entontes, esos juegos de ascetismo, como se les ha dado en Hamar, inauguran. pruebas severas, Son anticipo de los malos tratos y las 2K, Groos, Les jeux des animaux, trad francesa, Pa is, 1902, pp. 150-151 a7 rales © adquiridas de los individuos a fin de poner a cada cual en igualdad absoluta de con- Giciones ante el-eiego veredicto de la suerte. Como el resultado del agon es incierto por necesidad, y parad6jicamente debe parecerse al efecto del azar puro, dado que las oportunida- des de los competidores en principio son lo mas equilibradas posible, de alll se sigue que todo encuentro que posea las caracteristicas dé una competencia reglamentada ideal puede ser ob- jeto de apuestas, es decir, de aleas: ast ocurre fen las carreras de caballos o de lebreles, en los encuentros de futbol o de pelota vasca, en las peleas de gallos. Incluso Sucede que Ia tasa Ge apuestas varie sin cesar durante Ia partida, de acuerdo con las peripecias del agon.” © juegos de competencia, de simulacro-o-de vér- tigo. K. Groos, principalmente, ofrece ejemplos sorprenidentes ‘para cada una de esas categorias. En cambio, demasiado metidos en lo inmediato y demasiado esclavos de sus impulsos, los ani- 'Por ejemplo, en las Islas Baleares para el juego de pelota, en Colombia y las Antillas para las peleas de gallos. Huelga decir que no es conveniente tener en Euenta los montos en especie que pueden cobrar joo eys © propletarios, corredores, boxeadores, jugadores, de fulbol 0 el tipo de atletss que sea. Por considerables ‘que se supongan, esos precios no entran en la catego: Fla del alea. Recompensan una victoria disputada con asin. Esa recompensa, otorgada al meérito, nada ene fue ver con el favor de la suerte, resultado de 1a for- tuna gue sigue siendo monopolio Incierto de las apos- adores, Incluso es lo. contrari. 50 males no-podrian imaginar una fuerza abstracta ¢ insensible, a cuyo veredicto se sometieran de fantemano por juego y sin reaccidn. Esperar pa- siva y deliberadamente la decisin de una fata- Tidad, arriesgar en ella un bien para multipli carlo en proporcién a las probabilidades de perderlo es una actitud que exige una posibilidad Ge previsién, de representacién y de especula- cién dela que sélo es capaz una reflexion obje- tiva y calculadora. Tal vez en la medida en que el nifo atin esta préximo al animal, los juegos de azar no tienen para él la importancia que cobran para el adulto, Para él, jugar es actuar. Por otra parte, privado de independencia econé- mica y sin dinero que le pertenezca, no encuen- tra en los juegos de azar aquello que constituye su atractivo- principal. Estos no logran hacerle 1 una monedae-SiiPeribargo, para ganarlas cuen- ta més con st habilidad que con la suerte. El agor y el alea manifiestan actitudes opuestas y en cierto modo simétricas, pero ambos obe- decen a una misma ley: Ia creacién artificial en. tre los jugadores de las condiciones de igualdad pura que la realidad niega a los hombres, pues nada en la vida es claro sino que, precisamente, todo en ella es confuso en un principio, tanto las oportunidades como los méritos, Sea agon, sea alea, el juego es entonces una tentativa de sustituir la confusién normal de la existencia comin por situaciones perfectas. Estas son tales que el papel del mérito 0 del azar se muestra en ellas de manera clara e indiscutible. También st nos claborado, complejo y sorprendente. Asi, me parece legitimo tomar aqui en consideracion los, fenémenos de mimetismo cuyos ejemplos mas perturbadores presentan los insectos. En efec- to, a una conducta libre del hombre, versatil, arbitraria e imperfecta, que sobre todo acaba en una obra exterior, corresponde en el animal y, de manera mas particular en ¢! insecto, una inodificaciGn urganica, fija y absoluva que carac- teriza a la especie y se ve reproducida infinita y exactamente de generacién en generacién en- tre miles de millones de individuos: por ejem- plo, las castas de las hormigas y de los termes frente a la lucha de clases, los dibujos de las alas de las mariposas frenté a la historia de la pintura. Por poco que se admita esa hipétesis, | implican que todos de3en gozar exactamente de las mismas posibilidaces de demostrar su valer 0, en Ia otra escala, exactamente de las mismas ‘oportunidades de recibir un favor. De uno u otro modo, el jugador escapa del mundo haciéndolo otro. Pero también es posible evadirse de él ha- ciéndose otro. Que es a lo que responde la mi- micry, Mimicry. Todo juego supone la aceptacién tem- poral, si no de una ilusién (aunque esta éltima palabra no signifique otra cosa que entrada en Juego: inlusio), cuando menos de un universo cerrado, convencional y, en ciertos aspectos, fic- ticio. Ei juego puede consistir, no en desplegar luna actividad o en soportar un destino en un + a a Re Nos encontramos entonces frente a una serie variada de manifestaciones que,tienen como ca- racteristica comtin apoyarse en el hecho de que el sujeto juega a creer, a hacerse creer o a hacer creer a los demas que es distinto de sf mismo. EI sujeto olvida, disfre¢a, despoja pasajeramen- te su personalidad para fingir otra, He decidido designar esas manifestaciones mediante el tér- mino mimicry, que da nombre en inglés al mi metismo, sobre todo de los insectos, a fin de subrayar la naturaleza fundamental y elemental, | tos ofrece de pronto una réplica extraordinaria al gusto que el hombre encuentra en disfrazar- se, en disimularse, en ponerse una mascara, en representar [jouer] a un personaje. Sélo qui en esta ocasién, la mascara y el disfraz forman parte del cuerpo, en vez de ser un accesorio fabricado. Pero én ambos casos sirve exacta: mente a los mismos fines: cambiar la aparienci del portador y dar miedo a los demas.* Se encontrarén ejemplos de_mimicas aterradoras de los insectos (actitud espectral de la mantis, trance de la Smerinthus ocellata) 0 de morfolog.as disimulade. ras en mi estudio titulads, "Mimetisme et paychastenie legenaaire’, Le Mythe ef THomme, Barts, 138, pp. 10k: 1G. Por desgracia, ese estudio aborda el problema des- de una perspectiva que en la actualidad me parece de casi organica, del impulso que las suscita. El mundo ‘de los irsectos aparece frente al mundo humane como la colucin mas divergen- te que ofrece la naturaleza. Fse mundo se opone punto por punto al del hombre, pero no es me- 92 53 “tregan.qiachdsey-hembras con.una raraggpli- tie ls Veitdedo, tinct ia se manifesta en primer lugar por medio de un contagio enteramente fisico, casi irresistible, se- fmejante al contagio del bostezo, de la carrera, de la claudication, de la sonrisa y sobre todo det movimiento. Hudson rey6 poder afirmar gue, esporadicamente, un animal joven “sigue 2 todo objeto que se aicja, y huye de todo objeto que se acerca". Al grado de que un cordero se Sobresalta y escapa si su madre se vuelve y ige hacia 2l sin reconocerla, y en cambio, sigue el paso del hombre, del perro o del caballo que Se lalejarse. El contagio y la simulacion todavia no son simulacro, pero lo hacen posible y dan ugar a la idea y al gusto por la mimica, Entre Jas aves, esa tendencia culmina en los pavoneos nupeiales, en las ceremonias.y las exhibiciones cacién y un evidente placer. En cuanto @ los “cangrejos oxirincos, que plantan sobre su: ca- rapacho toda alga ‘0 todo pdlipo que pueden coger, su aptitud para el disfraz no ofrece lu gar a duda, sea cual fuere la explicacién que pueda darsele, lo més caprichosa. En efecto, ya no baré del mime: lismo un desarreglo de ls percepeién del espacio 9 una tendencia a regresar a lo inanimado, sino, como lo proponge agul, el equivalente en ef insecto de fos Jue Joo de simulacro en cl hombre, Sin embargo, Tos SFemplos ullizados conservan todo su valor, Reprod Sb algunos de ellos en el "Expediente”, al final de este votumen (p. 29D. La mimica y el disfraz son asf los resortes com- plementarios de esa clase de juegos. En el nino, Antes que nada se trata de imiiar a los adultos. De alli el éxito de las colecciones y de los juguetes en miniatura que reproducen Jos utensilios, los aparates, las armas y las méquinas que wtili- zan los mayores. La nifia juega'a la mamé, a la cocinera, a la lavandera ya la planchadora; el nino finge ser soldado, mosquetero, agente de poliefa, pirata, vaquero, marciano, etc. Juega al avin abriendo los brazos y haciendo el ruido del motor. Pero las conductas de la mimicry pasan ampliamente de la infancia a la vida adul fa. También cubren toda diversion a la que nos entreguemos, enmascarados 0 disfrazados, y que consiste tanio en el propio hecho de esiar el jugador enmascarado 0 disfrazado como en sts Presentacion teatral y la interpret Tica entran con todo derecho ‘én ee" grupo. El placer consiste en ser otro#i#ien. hacerse pasar por otro. Pero, como se trata de un jue- g0, en esencia no es cosa de engafiar al espec- tador. El nifio que juega al tren bien puede ne~ garse al beso de su padre diciéndole que no se besa a las Jocomotoras, pero no trata de hacerle creer que es una verdadera locomotora. En el carnaval, el enmascarado no trata de hacer creer gue es in verdadero marqués, ni un verdade- jon drama “Come se ha observado con toda razén, los juguctes de lar rifas estan destinados a imitar conductas cer ‘canas, realistas y domésticas, y les de los nifios evocan Sctvidades Iejanas, novelscaé e inaccesibles © incluso rancamente trreales. ro: torero, ni tampoco un verdadero piel roja; intenta infundir miedo y sacar provecho de la licencia ambiente, a su vez resultado del hecho de que la mascara disimula al personaje social y libera la personalidad verdadera. Tampoco el actor trata de hacer creer que es “de veras” el Rey Lear © Carlos Quinto. Sélo el espia y el fugitivo se disfrazan para engafiar realmente, pero ellos no juegan, Como actividad, imaginacién ¢ interpretacién, Ja mimicry no podria tener relacién alguna cow el lea, que impone al jugador la tamovilded el estremecimiento de la espera, pero no queda excluido que se acomode com el gon: NO estoy pensando en los concurses de disfraces: donde a alianza es enteramente exterior. Una com rics hee descUTOMP TET dad. Para quienes no participan en €), todo agon es un espectéculo, Solo gue es un espoctacato fen que, paraaite sea vilido, se excliye el semis lacro, Las’ grandes manifestaciones “deportivas no por ello dejan de ser ceasiones privilegindas para la mimicry, con sélo que se recuerde que cl shmulacro se teansfiere aqui de os actores @ los espectadores: los que imitan no son tos ac, tores, sino claramente los asistentes. Por sf sola, Ja identficacién com el campeon constituye. ya tina mimicry préxima a la que hace que elector se reconozca en el héroe de novela, ef expectador en el héroe de la pelicula, Para convencerse, de elle o hay nas ae considera Ta ufone isctamente simetrica del campeon y de la estre: Ma, sobre ta cual tendré acasion de insist. de 56 | d § manera mas explicita, Los campeones, triunfa- Gores del azon, son las esirelfas de los encuen- tros deportivos. En cambio, las estrellas son las vencedoras de una competencia difusa donde se juega el favor del pablico. Unos y otros reciben Zorrespondencia abundanie, conceden entrevis- tas a una prensa vida y firman autografos. ‘A decir verdad, la carrera ciciista, el encuentro de boro © de lucha, el partido ce futbol, de tenis 0 de polo, constituyen en sf espectaculos con trajes, nauguracién solemne, liturgia apro- piada y desarrollo reglamentado. En una pala- bra, son dramas cuyas diferentes peripecias ha- cen al pablico contener el aliento y legan a un desenlace que exalta a unos y decepciona a otros. La naturaleza de esos espectaculos sigue siendo la del agon, pero aparecen con las caracteristicas no se.contentan. con alentar con Ia voz y los ade- manes el esfuerzo de los atletas de su prefe- rencia sino también, en el hipédromo, el de los caballos de su eleccién. Un contagio fisico los lle- va a esbozar la actitud de los hombres o de Jos animales, para ayudarios, a la manera en que se sabe que un jugador de bolos inclina el cuerpo de manera imperceptible en la direc- cién que quisiera ver tomar a la pesada bola al término de su recorrido. En esas condicio- nes, ademas del espectaculo, entre el piblico se suscita una competencia con mimicry, que dupli- ca el verdadero agon del campo o de la pista. Con exce} de uma sala, la snimicry pre. senta todas las caracteristicas del juego: liber- tad, convencién, suspensién de Ia realidad, es- 37 ecigytiempe, delimitdos. No obstante, a Eontinta sumision a reglas imperatives y prec sas no se deja apreciar en ella: Ya lo hemos vis. to; ocupan su lugar la disimulacion de a realidad y'la simulacién de una segunda realidad La Imicry es invencién incesante. La regla del juego 5 tinica: para el actor, consiste en faseinar al espectador, evitando que un error condusea a Este a recharar la iusidn; para el espectador, Gonsiste en prestarse ala liusign sin reeusar desde un principio In escenografia, la mascara, el artificio al que se le invita a dar erédite, ds Fante un tiempo determinado, como a una real dad més real que la realidad ling. Un tltimo tipo de juegos reine a los que se basan en buscar el vértigo, y consisten ea dela percepeson Yate Jnfligir’s In cougenets fdeida’ "na eopoci AES Soe ean cualquier easor se trata de alean de espasmo, de trance © de aturdimiente, que provoca la aniquilacion de la realidad con na Brusquedad soberana Es" sumamente comin que la_perturbacién provocada por el vertigo se busque por st ae ma: no citaré més ejemplo que el de los cen Cicios de los derviches bailadores y-de'Tos yo. ladores mexicanos, Los eovojo a proposito, pice les primeros, mediante la tenica emplesd, se vineulan a ciertos ucyos infantile, mientras que los segundos evocan imas bien los’ recursos roth nados de la acrobacia y de la cucrda Hoja: de ese modo aleanzan los os polos de los juegos 58 de vértigo. Los derviches buscaii"el ‘éxtasis gi- rando sobre si mismos, de acuerdo con un mo- Vimiento que aceleran toques de tambor cada vez mas precipitados. El panico y la hipnosis de Ia conciencia se alcanzan mediante el paroxismo de una rotacién frenética contagiosa y compar- tida? En México, los voladores —-huastecos 0 totonacas— se izan hasta lo alto de un poste de veinge a treinta metros de altura, Falsas alas suspendidas de sus mufiecas los disfrazan de Aguilas. Se atan de la cintura al extremo de una cuerda, Luego, ésta pasa entre los dedos de sus, pies, de manera que puedan efectuar el descenso entera cabeza abajo y con los brazos abiertos. ‘Antes de llegar al suelo, dan varias vueltas com- pletas, trece segin Torquemada, describiendo una espiral_que va ensanchandose, La ceremo- aque“ ‘medicdlia, se interpreta con gusto Golyp una dan- ma del sol poniente, al que acgmpatian aves, muertos divinizados. La frecuencia de Tos acti dentes ha Hevado a las autoridades mexicanas a prohibir ese peligroso ejercicio. ; Por lo demas, casi no resulta necesario invo- car esos ejemplos raros y prestigiosos. Girando aaa Con fee Ss, Stet il Tr hl ea Se ety at 59 cy PEE i rapidamente Sobre’ si misino, todo nifio conoc también el modo de Iegar 4 un estado centri- fugo de huida y de escape, en que el cuerpo tiene dificultad en recobrar su equilibrio y la percepcién su claridad. No cabe duda de que el nifio lo hace por juego y se complace en ello. Asi ocurre en el juego de la perinola en que gira sobre un talén lo mas rapido que puede. De una manera analuga, eu vl juego haitiano del maiz de oro, dos nifios se toman de las manos, frente 4 frente, extendiendo los brazos. Con el ‘cuerpo rigido e inclinado hacia atras, los pies juntos y encontrados, giran hasta perder el aliento por el solo placer’ de vacilar después de detenerse. Gritar a voz en cuello, precipitarse por una pen- diente, resbalar por ei tobogai ¥ baja, ar se"eleva lo bastan iran sense ‘ciones’ analogas. : " También:Jas provocan tratamientos fisicos di- versos: la pitueta, la caida o la proyeccién en el espacio, la rotacin rapida, el deslizamien- to, la velocidad, la aceleracion de un movimiento rectilineo © su’ combinacién con un movimien- to giratorio. Paralelamente, existe un vértigo de ‘orden moral, un arrebato que de pronto hace presa del individuo. Ese vértigo se compara de buen grado con el gusto normalmente reprimido por el desorden y Ia destruccién. Manifiesta for- mas toscas y brutales de la afirmacién de la per- tre los adultos, nada mas revelador en ese te- rreno que la extrafia excitacién que contintan experimentando al segar con una vara las flores altas de una pradera o hacer caer en avalancha Ia nieve de un techo, 0 incluso la embriaguez que Hegan a conocer en las carpas de feria, por ejemplo, destrozando ruidosamerte montones de vajilla de desecho. Para cubrir las diversas variedades de esos arrebatos que al mismo tiempo son un descon- cierto, ya orginico, ya Fisica, propongo el te mino ilinx, nombre griego del remolino de agua, de donde’se deriva precisamente en 1a misma lengua el nombre del vértigo (ilingos). Ese placer tampoco es privilegio del hombre. Fe ee a jas™tu cuando en” 888%%aso se traté“de“una imanifestaci6n patolégica, es demasiado significa. tiva para no mencionarla. Por lo demas, no fal- tan los ejemplos cuyo cardcter de juego no deja lugar a dudas. Los perros giran sobre sf mismos para atraparse la cola, hasta caer. Otras veces, son presas de una fiebre de correr que sélo los abandona cuando se agotan. Los antilopes, las g2- celas y los caballos salvajes son victimas con frecuencia de un panico que no corresponde a ningin peligro real, ni tampoco el menor asomo, de peligro, panico gue refleja mis bien el efec- seis aap ttoepsa sonalidad. Entre los nifios, se aprecia sobre todo on ocasién de los juegoe de mano caliente, de prendas y del salto de rana, que de pronto se precipitan y degeneran en simple barahtinda. En: to de un contagio imperioso y de una compla- concia inmediats « entregaise @ el? Las salas de + Karl Groos, op. cit, p. 208. i 60 so eee Dianee. sipea se diviertén rodinds sobre si raismas, como SFfucran arrastradas por los movimicmtos de Ie | Sonente."El cago doing germane aan cas | nota Segtn Ril Groosssuben a los nevados | Yall"somando cada cual impo, se” deslea | X’suver'a lo largo de una abrupts pendiensc, | Inienteas que las Sands la ven gear | El glbon escoge una rama flenble, Ia curva con su peso hasta que se afloja; provecténdolo por los aires, Se recupera como peede 9 wuclve Sempezar interminablemente eee ejerckio inte fil'e inexplicable sino es por su seducelén In. tima, Pero las aves, sobre todo, son amantes Je fos juegos de vertigo Se dejan caer Como aya piedra desde. gran altura y no abren las, alee ino a unos cuantos metros del suclor dando is impresign de que se estrellaran contra gt Liege de eslo, utiizan-ese vuglgede procea. ducir'a a hembra, EY halestnorturie ds Sa, deserito por Audubon, es-un Vietoxe Aficionado a esa impresionante acrobacin® Después de la perinola, el maiz de oro, Ia res: baladilla, cl tiovivo y el’ columpio de Ia infancia, los hombres disponen antes que nada de los efectos de la embriaguez y de numerosas danzas, desde el torbellino.mundano pera insidiaso dei vals, hasta diversas gesticulaciones obsesivas, trepidantes y convulsas. Los mayores experimen. tan un placer del mismo tipo con el aturdimien- to provocado por una velocidad extrema, con * Karl Groos, sbi, pp. 111, 265-266 - 62 . | | oméquinas de vértigo. Devuelven a las personas “el que se siente por ejemplo sobre esquies, en srolpseleta' cn un auto convertible, Para dar mole dpe de sensaciones ta intensidad y la brav tafidae paces de aturdir fos organtsmos adul {eects babido que Inventar miquinas potentes 1 Eico: ne es vorprendente que con frecuencia Pofaga tenido que llegar ala a industrial para Sera vertigo constiteirse en verdadera catego: Tin de Jucge, Desde enronees se oftece a uta Hida clulttad por medio'de all aparatos ime Slacables Instalddos en los ferias yen low pa sons de atracciones. Bvidcntemente, esos aparatos rebasarian’ si fin si sdlo se tratara de perturbar los Organos G5 ‘Sido intersor de los que depende el Sentt oro cl cuerpo lero es some odes Jemetan, po, view ie para Sulvirioe: N deci sread, vale_la pana gbservar.Ja-salida--de-esaqy< demacradas, tambaleantes y al borde de Ia ndu- sea. Acaban de dar alaridos de terror, han tenido Ia respiracion entrecortada y sentido la horrible impresién de que dentro de si mismas hasta sus Grganos tenian miedo y se encogian para esca par de un terrible asalto, Sin embargo, en su mayoria e incluso antes de tranquilizarse, se precipitan ya a la taquilla para comprar el de- cho de experimentar una vez més el mismo suplicio, del que esperan un goce. Fuerza es decir goce, pues vacilamos en Ia- mar distraccién a semejante arrebato, que se acerca més al espasmo que a la diversién. Por otra parte, es importante observar que la vio- 63 Jencia de Ia impresién sentida és tal’ que los propietarios de los aparatos, en casos extremos, hacen esfuerzos por seducir a los ingenuos me. diante el cardcter gratuito de la atraccién, Fa- lazmente anuncian que “todavia esta vez” cuesta nada, cuando en realidad ast ocurre sis- tematicamente. En cambio, se hace pagar a los espectadores su privilegio’ de considerar tran- quilamente desde Jo alto de una galeria las an- gustias de las victimas voluntarias o sorprendi- das, expuestas a fuerzas temibles o a extrafios caprichos. Seria temerario sacar conclusiones demasiado precisas respecto de esa curiosa y cruel distri- bucion de papeles. Esta no es caracteristica de tuna sola clase de juegos: se encuentra en el bo- momentneo,definido por el término del vérti- g0 y de las indudables caracteristicas de juego gue van asociadas a él: libertad de aceptar 0 de rechazar la prueba, limites estrictos ¢ invaria- bles, separacién del resto de la realidad. Que la prueba dé ademés materia de espectéculo no disminuye sino que refuerza su naturaleza de juego. b) De LA TURBULENCIA ALA REGLA é Las reglas son, inseparables del juego en cuanto éste adquiore lo que yo Hamar una oxi : institucional. A partir de ese momento, forman : parte de su naturaleza, Son ellas las que lo trans- ot ta € Has ‘diadoreé“AQaY, Io esenciat redide eh'la busqueda ™ de esesilesconcierto espettfico, de ese panico | ae forman en instrumento de cultura fecundo y de- cisivo. Pero sigue siendo cierto que en el origen el juego reside una libertad primordial, una ecesidad de relajariento, y en general de dis- traccién y fantasia, Esa libertad es su motor indispensable y permanece en el origen de sus formas mas complejas v mas estrictamente or ganizadas. Su capacidad primaria de improvi- Eacign y de alegria, a la que yo lamo paidia, se conjuga con el gusto por la dificul:ad gratuita, a la que propongo lamar fudus, para llegar a os diferentes juegos a los que sin exagerar se puede atribuir una virtud civilizadora. En efec- to, esos juegos ejemplifican los valores morales e intelectuales de una cultura. Ademds, contri- buyen a precisarlos y a desarrollarlos, He escogido la palabra paidia por tener como la prepexpagién de no. desconcertar indtilmgn. te al lector recurriéndo a un’ término tomado de una lengua de las antfpodas. Pero el sans- crito kredati y el chino wan parecen a la vez més ricos y més reveladores, por Ia variedad y Ta naturaleza de sus significados anexos. Cierto es que también presentan los inconvenientes de una riqueza demasiado grande, entre otros, cier- to peligro de confusién. Kredati designa el juego de los adultos, de los nifios y de los animales. Se aplica de manera més exclusiva al brinco, es de- cir, a los movimientos bruscos y caprichosos provocados por una superabundancia de alegria © de vitalidad. Se emplea también para las rela ciones erdticas ilfcitas, para el vaiven de las olas y para cualquier otra cosa que ondule de acuer- 6 do con el viento. La palabra‘wan 6 todaita ins explicita, tanto por lo que nombra como por io'que descarta, es decir, los juegos de habit dad; de competeneia, de simulacro y de azar. En cambio, manifiesta “numerosos reso niaco aislado que. se. consagra-a-L-pom enlerO--== Y aue, para hacerlo, descuida cada ver mas sus Peluciones con el projimo. La civilizacién industrial ha hecho nacer una forma particular de ludus: es el hobby, activi | dad secundaria, gratuita, emprencida y conti- nuada por gusto: coleccién, arte por placer, ale- | grias del Bricolage 0 del pequeno invento; en } tuna palabra, toda ocupacién que aparece en pri- mer lugar como compensadora de la mutilacién de la personalidad que trac consigo el trabajo fon serie, de naturalesa automatics y fragmen- laria. Est4 comprobado que, en el obrero, cons- tituido de nuevo en artesano, el hobby tomaba B ( I i Sass Ja forma de constriccién de models a escata pero completes, de las maquinas en la construc: ion de las cuales esta condenado a no cooperar sino mediante un ‘mismo ademdn que se repite siempre, que no exige de su parte mi habilidad ni Intligeneia El desquite contra fa realidad aqui evidente: por lo. demés, es positive y fe: undo. Responde a una de las fanciones ‘mas altas del espiritu de juego. No es sorprendente ue la civilizacion técnica contribuya @ desarro. Tarlo, incluso a titulo de contrapeso de sus as- pectos mas ingratos. El hobby es la imagen de Bes faras cualidades que hacen posible el des De una manera general, el ludus propone al deseo primitive de retorar_y divertirse, unos obstéculds arbitrarios renovados.perpetuamen spiran. sasistaccion Mo pescado i poder librarse: de ‘utilizar como puro desperdicio el saber, Ia aplicacién, la ha- Bilidad y' la inteligencia de que dispone. sin el dominio de si, sin la capacidad de resistir el su- frimiento, la fatiga, el panico o la embriaguee Por ese motivo, lo que yo lamo Indus repre. senia en el juego el elemento cuyo aleance ¥ cuya fecundidad culturales aparecen como. lox mas sorprendentes. No revela una actitud psi colépica tan clara como el agon, el ale, In mt micry 0 el ilex pero, disciplinando a la’ paidia, trabaja indistintamente para dar a las categorias fundamentales det jucgo su purezay su exce- 74 Por lo derfids, él Iudus'no’es la dnica: metamor- fosis concebible de la poidia, Una civilizactén como lo de la China clisica invent para ella tin destino diferente. Hecha toda de tabiduria ¥ de circunspeccién, la cultura china se orienta menos hacia’ la innovacion como idea. precon: tebida, La necesidad de progreso y el espiritu emprendedor le parecen facilmente una especie de comezén sin fertilidad decisiva. En esas con diciones, orienta naturalmente la turbulencia, el exceso de energia de la paidia en una direccion mas acorde con sus valores supremos. Y éste GS el memento de volver sobre el término wan Segin elgunos, designaria etimoldgicamente la accion de acariciar de manera. indefinida- un de la paidia: La-reserva-de-agit la define en un principio, al ese caso, no hacia Ia proeza, el EAlculo y la di- ficultad vencida, sino hacia la calmpa, la pacien ia y el sucho vano. En efecto, el caracter wan designa en esencia toda clase de ocupaciones Semimaquinales que dejan al espiritu distratdo ¥ vagatundo, ciertos juegos complejos que’ lo Emparentan con el Iudus y, al mismo tiempo, Ta meditacién despreacupada y la contemplacion perezosa EI tumulto y el estruendo se designan me diante la expresién jeownao, literalmente “ar jente-desorden”. Compuesto con ese mismo tér- ino nao, el carécter wan evoca toda conducta exuberante y. alegre, Pero debe combinarse con 5 de pullas, para la esprima, para los ejercicios pre Pa NCUSRR cate SA RE a ese Caracter: Con el cardcter tchouang' (simu- lar), significa “divertirse simulando que...”-Se puede apreciar que coincide de manera bastante Exacta con las diferentes manifestaciones posi- bles de Ia paidia, sin que por sf solo pueda di signar un tipo de juego en particular. No se util za ni para la competencia, ni para los dados, ni tampoco para la interpretacion dramatica. Vale decir que excluye las diversas eategorias de los Juegos que he llamado institucionales. ‘Términos mas especializados designan a éstos. El cardcter hsi corresponde a los juegos de dis. fraz o de simulacro: cubre el campo del teatro y de las artes del especticulo. El carécter chua remite a los juegos de habilidad y destreza: pero también se emplea para Jas justas de bromas ipter. tguidetiena la lucha proplamente dicha: as, eleaaag galls, ol dutio. Se. emplea sin ‘embargo palf'los juegos de bataja. En fin, el caréecter fu, que en ningin caso podria aplicarse a los juegos infantiles, designa los juegos de azar, los tiesgos, las apuesias y las ordalias. También designs al blasemo, pues tentar a Ta suerte se considera una apuesta sacrflega contra el destino. ° i El amplio campo seméntico del término wan no parece por ello menos digno de interés. Ane EI chino posee ademas €i término yew que designa los vagabundeos y los jueyos del espacio, en particular In cometa, adeads de Tas grandes caminatas el aiina, los viajes misticas de los chamanes y el caracter eran te de los fantasmas y de los condenados. 16 tes que nada incluye el juego infantil y toda la variedad de diversiones despreocupadas y fri- volas, que pueden evocar por ejemplo los verbos retozar, juguetear, bromear, etc. Se emplea para las practicas sexuales desenvueltas, anormales © extrafias. Al mismo tiempo, se utiliza para los juegos que exigen reflexion y gue prohiben la risa, como el ajedrez, el juego de fichas, el puzz- Je (Tai Kino) y el jucgo de los nucve anillos.!* Tncluye también el placer de apreciar el sabor de una vianda o el aroma de un vino, el gusto de coleccionar obras de arte incluso el de exa- minar, de tocar con voluptuosidad y aun de dar forma’ a pequeftas chucherias, lo cual lo empa- renta con Ia categoria occidental del hobby, es decir, con la mania de la coleccién o la practica del bricolage. y. Reposadg, del-claro-de luna,el placer. de- an. paseo en..barca_por un lago limpido y la con- templacién profongada de una cascada."* "Juego andlogo al juego de anillos: nueve anillos forman una cadena, estan metidos unos en otros ¥ altar vvesados por un trldngulo sujetoa un soporte. El juego consiste en soltarios. Con experiencia, se logra, sin Po- her mucha atencién a una ‘manipulacion a pesar de todo complicada, siempre larga y on la cual 6l menor error obliga a empezar todo de nuevo. Seguin los informes proporcionados por Duyvendak ‘a Huizinga (Homo ludens, trad. francesa, p. 64), por lun estudio del doctor Chou Ling. por valiosas indica. tlones “de André d’Hormon y por’ el Chinese-English Dichonary, de Herbert A, Giles, 2 6d, Londres, 1212, pp. S1OSiI (si), 1250 (chua), I4l3 (eeu), 1452 (wan), 14871488 (cou) y’ 1662-1683 (yeou). ‘qussuoo ‘upiquiny eraueUL op 99819 supHy owuauia}a {2 onb ome; uo ‘oyusoyuersuoo e222199p piprod owuouija ja anb e wapso un U2 Bsn \eupeoxde sno wrouour ap ueayysey> 96 sogsnf soy ‘Teqy94 wuUmIOD spe Uy VION 13 epi veouss wo | stem asta Ceniop ms su seo) semiodos | | euestion| nam Pe sapate Tos sisbone sioms|swues ltd] | Serpe Sopot eettslinne “eee || Sau | woot ss de vfeg & se | cusnge | | plane ano rm 6 09|srsoa (oe mmr see ton oant, sayameyuy sepuos Joorsies | wana CONC : mug | epee ve Sy | soBan{ so} ap wowonguisiq "| owavng ‘| ye a decidir el por- ‘ta, pero funda- izaci6n. Asimismo, desviar la mt pemn ata ry 0 al ilinx contribu venir de_una civ a invencién o hacia el ensuefio manifiesta tuna eleccién, sin duda_iny juegos. Dar preferencia al agon, al alea, a la reserva de energia que representa la paidia ha- El ejemplo-de-la-palabra-wan demuestra ya que el destino de las culturas se lee tambign en los mental y de aleance indiscutible. ‘Los pedazos a los perros friar ventaja. ‘Al tiempo que lanza ‘y-atrapa’ él Los perros comen.. Balero, el jugador mima una aventura 0 analiza una aceién. Cuenta un viaje, alguna cacerfa o un Combate, enumera las diferentes fases del desta- zado de ia presa, operacién que es monopolio de Jas mujeres. A cada nuevo hoyo, anuncia triun- fante: ¥ no sélo los perros; sino también los zorros, los cuervos, los cangrejos y todo lo que se le ocurre. Antes de volver a Ia lucha, el otro pre- viamente tendra que reconstruir su cuerpo en el orden inverso. Esa persecucién ideal va subra- yada por los Climores de los asistentes, que si guen con pasidn los episodios del duelo. En ese estadio, el juego de destreza evidente- mente es fenémeno de cultura: apoyo de la co- municacion y de alegria colectiva en el frio y la larga oscuridad de la noche Artica. ¥ ese caso extremo no es ninguna excepcién, aunque ofre- ce la ventaja de sugerir hasta qué punto el juego mds individual por su naturaleza o su destino sevprest-Ficilmente'a-toda clase de-desarrollos= y de enriquecimientos que, dado el caso, no se hallan lejos de hacer de él una especie de insti tucién. Se diria que algo le falta a la actividad del juego cuando queda reducida a un simple ejercicio solitario. Por lo general, los juegos no alcanzan su ple- nitud sino en el’ momento en que suscitan una resonancia cémplice. Incluso cuando, en. prin- cipio, los jugadores podrian sin ningdn incon. veniente entregarse a ellos aisladamente y cada cual por su lado, Ios juegos pronto se constitu- yen en pretextos de concurso o de especticulos, como acabamos de comprobarlo en el caso de Ta cometa y del halera. Fn efecto, la mayor parte de ellos aparecen como pregunta y respuesta, como desafio y réplica, provocecién y conta: Ella toma su cuchillo Corta Ia foca Le quita la piel Saca los intestinos Abre et pecho Saca las entrafias Saca las costillas Saca la columna vertebral Quita la pelvis Quita Ja grasa Dobla Ia piel en dos La empapa en la orina’ La pone a secar al sol, eteétera. En ocasiones, el jugador la emprende con su rival y en la imaginacién emprende la tarea de cortarlo en pedazos: Te asesto un golpe Te mato Te corto la cabeza Te corto un brazo ¥ Tuogo el otro Te corto una pierna Luego la otra 83 See gio, efervescencia o tensién. compartida.. Tienen necesidad de presencias atentas y simpatizantes. Es posible que ninguna de las categorias de juegos se libre de esa ley. Incluso los juegos de azar parecen ser mas atractivos en Ia mul- titud, si no es que en el barullo. Nada impide a los jugadores comunicar sus apuestas por telé- fond o arriesgarlas cmodamente en casa de uno de ellos, en algan salén discreto. Pero no, pre- fieren estar alli, apretujados por la afluencia que atesta cl hipédromo o el casino, ya que su placer y su excitacién aumentan con el estre- mecimiento fraterno de una multitud de desco- nacidos. ‘Asimismo, es penoso encontrarse solo en una sala de espectaculos, incluso en el cine, pese a la ausencia de actores que sufran por ese vacio. Por otra parte, 2 is _ ‘nos enmascaramos para los demas. En fin, los juegos de vértigo caben bajo el ntismo aparta- do: el sube y baja, el tiovive y el tobogan exigen Por su parte una efervescencia y una fiebre colectivas que sostienen y alientan el aturdi- miento que provocan, Asi, las diferentes categorias de juegos, el agon (por definicién) , el alea, la mimicry, el ilinx su- ponen, no la soledad sino la compafifa, Sin em- argo, las mas de las veces se trata de un cfreu- Jo necesariamente restringido. Como cada cual debe jugar cuando Ie toca, Tievar su juego a la ver, segiin su entender y como lo ordenan las re- glas, cl nimero de jugadores no podria multi plicarse al infinito, por poco que todos inter- vengan activamente. Una partida no soporta sino a4 } un ‘grupo limitado de ‘coinpafteros, asociados g,no, Entonces, el jusgo aparece gustosaments como una ocupacién de pequenos grupos de ink ciados 0 de aficionados, que se entregan aparte ¥ por unos instantes a su diversién favorita. Sin embargo, una multitud de espectadores favore- ce la mimicry, exactamente como una turbulen. cia colectiva estimula el ilinx y a su vez se ali menta de él En determinadas circunstancias, inchiso los Juegos cuya naturaleza parecia destinarlos a ser Jugados entre pocos jugadores rebasan ese limi te y se manifiestan en formas que, a pesar de seguir perteneciendo sin duda alguna al terreno del juego, no dejan de reclamar de él una or- ganizacion desarrollada, un aparato complejo ¥ tun_personal especializado vy. jerarquizado.. En ~“unapalabra;”‘suscitan’ estrictiiras permancntes y delicadas, que hacen del juego una institucién de cardcter oficioso, privado y marginal, a ve~ ces clandestino, pero cuyo status aparece nota- blemente seguro y durable, Cada una de esas categorfas fundamentales del juego presenta de ese modo aspectos socia- lizados que, por su amplitud y su estabilidad, han adquirido carta de naturalizacién en la vida colectivs. Para el agon, esa forma socializada es en esencia el deporte, al cual se agregan pruebas impuras que mezclan insidiosamente ¢l mérito y la suerte, como los juegos radiofénicos y los concursos que dependen de la publicidad co. mercial; para el alea, son los casinos, los campos de carreras, las loterfas de Estado y la varie- dad de jucgos administrados por grandes so- ciedades de apuesias; para la miniiory, las artes ceases apoeea a"9 a mao SE Te je une manera ms equivo: Belay et Saya Racin el veruigo, el carnaval SFpSle de aisfraces: Finalmente, para el dies, Ia ferig ambulante ¥ las ocasiones anuales ciclicas, Se francachela y de }abilo populares Todo un capliulo ‘del estucio de los juegos debe chaminar sas manifesiaciones mediante iat Shales los Juegos encajan airectamente cn las cos” fumbres coudianas eas, magifestaciones, con tmibuyen en efecto a dara las diferentes culturas flguros de sus uzos y de sus instituciones. més facilmente identificables. IV. LA CORRUPCION DE LOS JUEGOS Cuanpo se traté de enumerar las caracteristicas que definen el juego, éste aparecio como cna actividad. 12, Hlie, 2°, sepanada; 3%, lnclerta; 4%, improductiva; 5°, reglamentada; 6°, ficticia, quedando entendido que las dos tltimas carac: teristicas suelen excluirse una a otra, Puramente formales, esas seis cualidades re velan bastante poco sobre las diferentes actitu- des psicologicas que rigen los juegos. Oponien do fuertemente el mundo del juego al mundo de la realidad, y subrayando que el juego es en eseneia-una actividad “aparte;=permitenprever-———— Que toda contaminacién con Ja vida corriente amenaza con corromper y arruinar su propia naturaleza, Desde ese momento, puede ser interesante pre- guntarse qué ocurre con los juegos cuando Ia division rigurosa que separa sus. reglas ideales de las leyes difusas e insidiosas de la existencia cotidiana pierde su claridad necesaria. Cierta- mente, no podrian extenderse tal cual més alla del terreno (tablero de ajedrez 0 de damas, liza, pista, estadio o escenario) que les esté reserva: do, 0'del tiempo que se les ha concedido y cuyo fin’ significa de manera inexorable el cierre de tun paréntesis. Por necesidad, los juegos adopta. ran formas bastante distintas y sin duda a veces inesperadas. 87 ‘Ademés,-en.el- juego, un-cédigo estricto.y.ab- solute gobiemna por's! solo a aficionados ‘cuya seepisclgn previ "aparece como la condion tnisma de st participacion en tga actividad als inde yy entcramente convencional. Pero, ¢y de pronto Ia convencién ya no se acepta no se Siente como tal? ¥ si l aislamiento ya no se res: peta? Con toda seguridad, ni las formas ai la Tbertad det juego pueden subsistin. Tirénica ¥ apremiante, sélo. queda la actitud. psicoldgica gue impulsaba a adoptar tal juego’0 tal especie de juego de preferencia sobre algin ote, Se recordara que esas actitudes distintivas son cuss tro: la ambicién de triunfar gracias al solo me: tito en una competencia reglamentada (agar), Tevtentneta de la woluntad en benclics dena espera ansiosa y pasiva del fallo del. destine (atea), el gusto. por adoptar,una, personalidad roach “Cmntargy 9: Tnalinenton bs Basset aad igo (ifinx). En el agors el jugador solo cen ta consigo mismo, se esfuerza y se empefia: en el alea, euenta con todo salve Consiga mismo ¥ se abandona a faerzas que se le escapan: en la ‘mimicry, imagina que es otro distinto. dest € nventa tin universo feticio, en cl iline.satistace el deseo de ver estropeados pasajeramente la es. labilidad y ctequiltorio de su cuerpo, de ecapar le Ia tirania de su percepelén y de provocar la derrota ‘de su concienciar Si el juego consiste en ofrecer a esos pode- rosos.instintos una salisfaccion formal, fdcal, Timitada y mantenida al margen de la vida co riente, zqué ocurre. con él cuando se recuse foda convencién? Cuando el universo del juego 88. ws il i ‘ya no es estanco? ¢Cuando hay: contaminacién 2on"el mundo real,“en donde cada movimiento fae consigo consecuencias incluctables? A cada tin de las ribrieas fundamentals responds = ances una perversion especifica que es. resul {ado de la ausencia a la vez de freno y de pro: teccidn, Al volverse en absolut el dominio’ del instint, la tendencia que lograba engafiar a la Betivided sislada, protegida y en cierto modo heutralizada del juego se extiende a la vida co- Tmiente y es proclive a subordinarla hasta donde puede a sus exigencias propias. Lo que era pla- Eor se constituye en idea fija; 1o que era evasion én oblgacion; Io que era diversion en pasion, en Obsesion yen causa de angustia EI principio del juego se ha corrompido. Es preciso saber aqui que no 10 esta por la. exis fencia de tramposos ode. jugade ofesio ales, sino unisamente. por’ el comagie con la Fealidad. Bn el fondo, no hay perversi6it del jue. f0, hay extravioy desviacion de unorde fos cus fo impulses primarios que rigen los juegos. cago mo es excepcional en absoluto, Se produce cada vez que el instinto considerado no encuen- fra-en la categoria de juegos que le corresponde In disciplina y el refugio que lo fija, o cada vez que se niega a contentarse con ese engafo. or su parte, el tramposo permanece en él universe del juego. Si bien infringe las reglas, cuando menos lo hace fingiendo respetatlas, Tra: ta de engaiar. Rs deshonesto, pero hipderita. De Sucrte que cuida y proclama mediante st ac ud la validez de las Convenciones que viola, pies al’ menos tiene necesidad de que los demas las 89 obedezcan. Si lo descubren, lo echan.. ¥.¢l verso del jtego se conserva intacto. Asimismo, quien de una actividad de juego hace su oficie no cambia en modo algao la naturaleza de aquélla. Cierto es que él mismo no juega: ejerce una profesién. La naturaleza de la competencia © Is del espectaculo dificilmente se modifica si los atletas 0 los comediantes son profesiona. Jes que acttan por un salario y no aficionados gue ‘sul pretenden darse gusto. La. diferencia solo los afecta a ellos. Para los boxeadores, profesionales, el agom, de ser una distraceién sus fatigas o a bajo que los ciclistas 0 los actores © la mimicry, ha dejado destinada a descansar de cambiar la monotonfa de un tra. Pesa y desgasta. Son su propio traba: Para su subsistencia, una activi Jo, necesarios dela que se distracn precisa, mente jugando-a-un juego que'no los Puce come Prometer, También para el actor, la representacién tea- tral es un simulnro, Hace estos se vise, ae tia, recta, Pero, cuando cae el telén y se apap los reflectores, cs devuelto a la realidad. Pass paracién de lov_dos universos permanece abso. uta. Asimismo, para el profesional del ciclenaoy del boxeo, del tenis o del futbol, I pusher of Partido o la carrera siguen siendo competenciat reslamentadas y formales. En canto ee teva nan, el publico se precipita a la salida. El cam, edn es devuclto a sus’ prescupactones colli nas. deke defender sus! huereses, coneebs oner' en marcha Ia politica que ie asepne el 90 mejor porvenir, Las: tivalidades perfoctas.¥ pre- sas en Ins que acaba de medir. su valor en {as condiciones mae artificiales que existan dan aso a competencias teinibles por otros concep- {osen Gugnto abandona el estado, el velodromo Ca euadrilters. Hipocritas, incesantes em. placables, estas hmpregnan toda su vida. Como Er'comediante fuera de escena, se encuentra em. tones devin ah dation comin fem del cio cerrado y del tiempo privilegado en que Feinan las leyes estrictas, pratuitas e indiseut bles del juego nyern de In arena, Inego que suena It camps: Fer es i werdadets perversion del gona mda de todas. Aparece en cad ait etiam ge ya\po.atempery ol *f0F Gel nk Bde jaupo. Alora bten;ls-competencia ab ile mimeo lo ley dela navorslena” En ie eid encuentra su bratalidad origina, ex Gatto ve una via fibre en ln red de presones saarea slates legates que, come ine del ue Tovton itmites y convenclones, Por sso, en cal Stjce terreno que se eleva y Sempre que sea Sa vetpetar tes roplas del Juego 9 del juego franco, la Se ee aeatcads y obsesiva debe qpransiterncclay, uci ae-a ln stwacon de part, Ror To dens, madara mejor da, Tol juno gan foe Benes ae Eabotumbra oponer @ la avider natural. Se da seercemiady ate el buen Tugador es aquel” que mobs Covaidenar eon cierto alejamiento, con des. Spgs y eanndo menos con clerta spaviencia de or i sangre fria los resultados. adversos del esfuers’ més sostenido o la pérdida de una apuesta den mesurada. Aun siendo injusta, la decision del Arbitro se aprueba por principio. La corrupeién del agon empieza alli donde no se reconoce ns gin arbitro ni ningtin arbitraje. En cuanto a los juegos de azar, también hay s , también hay co- rupcién del principio en cuanto el jugader defy le respetar el azar, es decir, cuando deja de considerarlo un resorte impersonal y neutr, sin on ni memoria, como un efecto puro de las Teyes que rigen la distribucién de las probe bilidades. Con la supersticién nace la corrupeion del tea. En efecto, para quien se pone eh ma nos del destino resulta tentador tratar de prever su fallo w obtener su favor. El jugador concede _Yalor de sefial a.tode tipo de fenémenes-eneuen: FOS ¥ Prodigios que en su imaginacion prefs. Tat, guy buena @ stu mala fortuna. Busca Tos ta lismanes que lo protegen con mayor eficacia. § abstiene ala menor sdverincia de Is sos gsc conoce en suefios, mediante presagios 0 por pre. sentimiento. En fin, para apartar las influcnias nefastas, procede o hace proceder a los conju. Por lo demés, esa actitud no hace sino exas- erarse con la practica de los juegos de azar: se Je encuentra sumamente difundida en estado de trasfondo psicol6gico. Se halla lejos de afectar Yinicamente a quienes frecuentan los casinos Jas plsiay de. carreras o a quienes compra BR letes de loterfa. La publicacion regular de horde, copos'en Tos diariogy Tos hebdomadariee nents, 92 forma, para 1a: multitnd-de-sus-lectores; cada Tharp dda semana en ana especie de promesa O42 amenaza que el cielo y el oscuro poder de fos Sstros mantfonen en suspenso. Las mas de lag Neces esos horoscopes, indlcan’ sobre todo el Tnmero favorable del dia para los lectores nad dos bajo los diferentes signos del zodiaco, Gada Gual puede hacer entonces la compra de billetes Correspondientes: de loteria aquellos. termina. dee en tse nimero, aquellos que lo contienen tina o varias veces 0 aquellos cuyo.mimero Fe- ducido a la unidad por adiciones sucesivas coin: dide con él, es deci, pricticamente todos. Es Signifieative que, en ese forma mis popular y iis cardida, Ie. supersticion. se muestre. tan Girectamente’ vinculada a los juegos de azar. Sin embargo, fuerea es confesar’ que los supera. Asal cama, se supe iesead- cual jana © picrde en una gigantesca,loteria ine> Sante, gyatuita © inevitable que durinfe velnt Guatro ‘horas determina. su cocticisnte general de exito o de fracaso. Beste afecta tambien fas stiones, las nuevas empresas y las cuestiones SSndmeriales. Bl cronista, tiene la. precatcion de advertir que Ia influencia de los astros se ejerce dentro de limites sumamente variables, de suerte que la profecia simplista no podria fslarenteramente false. Girt es que [a ma jor parte del pablico se entera de esas predic: Zones pieriles con una sonrisa. Pero al fin y a) cabo las lee. Mas todavia, insiste en leerlas, Y Glo al grado de que muchos que se dicen escép *Véase el “Expediente” (p. 310). 93, | “ticos empieza 1a lectura. del: diario, porta sec Gién de astrologia. Al parecer, las publicaciones de gran tiraje no se arriesgan con gusto a pri Var'a su clientela de-esa satiafaccion, cuya tin portancia y cuya difusién no es conveniente subestimar. Los més erédulos no se contentan con las in- dicaciones sumarias de las gacetas y de las re vistas. File recurren 2 lap Publicaciones ‘cope- Gializadas, En Paris, una de’ las tira mas de sien mil ejemplares. Con frecuencia, el adepto Visita de manera més > menos regular a un exegeta patentado. Algunas cifras son aqui reve- ladoras: cien mil parisienses consultan dia tras dia a seis mil adivinos, videntes o cartoménti cas; segtin el Instituto Nacional de Estadistica, en Francia se gastan anualmente treinta y cua ~ to-mil--millones.de~ francos'~fantiguos}* en astrélogos, magos y otros “fakires”. Tan solo para Ia astiologia, una encuesta hecha en 1953 hha encontrado en fos Estados Unidos treinta rail profesionales establecidos, veinte revistas espe Sializadas, una de las, cuales tira quinientox mil ejemplares, ademas de dos mil perisdicos. que Publican aha seccion de hordscopos. En ia mi ma encuesta se ha evaluado en doscientos mi llones de délares las sumas gastadas anualmente tan sélo para interrogar a los astros, sin pre Juicio de los demas métodos de adivinacién. No serfa dificil descubrir numerosos indicios de la connivencia de los juegos de azar y de TSR ros Ree Se rE 2 Tans lar cantidaden que figuran ca ta obi ponden’'al tipo de cambio cel ano. de. 1958, aparicion de la primera edicion, 94 | la adivinacion: uno'de los més visibles y de tos thas inmediatos tal ver sea que Tas mismas by Tajas sirven tanto a los jugadores para probar Gherte como a las videntes para predecir el por- Senir. Estas s6lo utizan juegos capetaizados ra mayor prestigio. Y aun asi, solo se trata Se"laminas Eomunes, complementadas” tard mente por medio de leyendas ingenuas, Hlustra Giotts pailantes 0 alegorias tradicionales. Lor propios tarots fueron y ton empleados con am Boe'fines. Por todos conceptos, existe cierto des- Tizamiento como natural entre el riesgo y la su- persticidn En cuanto a la avider en la busqueda del fa vor de la suerte que se aprecia en la actualidad, al parccer compensa Ia tension continua exigida por la competencia en la vida moderna, Ouien Sesespern de sus propios recursos se ve llevado contar con el destino. Un rigor excesivo de la Competencta desalienta al puslanine y lo invita a ponerse en manos de las potencias exteriores. Mediante el conocimiento y la utilzacién de las Seasiones que le prepara el ciclo, trata de obte- fer la recompensa que dada conquistar por sus Cualidades, gracias a un esfuerzo empenioso y tna aplicacion. paciente. Antes que obstinarse fen una labor ingrata, pide las cartas 0a las estrellas sefialarle el momento propicio para el Grito de su empresa La supersticién aparece asi como la perversion, ee decir, Ia aplicacién a la realidad de aauel principio del juego, el afea, que hace no esperar nada de si y esperarlo todo del azar. La corrup- 95 cién:de-lasmimiery sigue‘un camino-paralelo: $6 produce cuando el simulacro ya no se considers fal y cuando el que se disfraza cree en In we lidad del papel, del distraz y de la mascara. Ya no interpreta [joue] a ese otro que represents Convencido de que es el otro, se conduce on con, secuencia y olvida el ser que es. La pérdide de su identidad profunda representa el castigo de quien no sabe limitar al juego el gusto que tens por adoptar una personalidad ajena, Seria co. rrecto hablar de enajenacién. Una vez més, aqui el jucgo protege del peli- gro. EI papel del actor esta delimitado tajante, mente por el espacio escénico y por la duracion del espectaculo, Una vez abandonado el espacio mégico, terminada la fantasmaporia, el histriGa ms vanidoso y el intérprete mis fervi -Shligadas_-brutalmente -por-tas -propias “condi, ciones del teatro a pasar por el vestidor para Tecobrar en él su personalidad. Los aplausos no s6lo son tina aproba can el fin de la ilusié baile de mascaras termina al alba y el carnaval tiene una fecha, El traje vuelve al almacén ‘0 al armario. Cada cual reencuentra al hombre de antes. La precisién de los limites impide la enajenacién. Esta sobreviene al término de un trabajo subterraneo y continuo. Se produce cua do no ha habido division franca entre Ia magia y la realidad, cuando, lentamente, el sujeto ha Podido adoptar a sus propios ojos una perso. nalidad segunda, quimérica y apremiante que reivindiea derechos exorbitantes respecto de tna realidad necesariamente incompatible eon elle, 96. Lega et momenta én que et eiajenide el cans. ftaido en otro. se empens desesperadamente mn negar, en someter o.en destruir esa. decors: cion demasiado resistente y para él inconcebible ¥ provocadors porns Seaton athens ie Saori Saree nee ae Seriamente como se pueda, desgastarse en ello ioe seas cence SS eee re eee Juego, a la vez liberadoras y aislantes, ya no tie- nities ee ve con ips estafadores, lor expias y lor fugitivos raras profesiones, en que todo el valor del hom- bre de este oficio consiste por lo demés en do- minarlo. Ademds, casi al punto implica un pe- ligro de muerte. En los terrenos de ferias, en los eae re 7 Ts 2 ce ochon ms mtgcins cmos Soe 7 es inven tele ee Sra

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