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III. LIDERAZGO POLITICO Y GOBERNABILIDAD: EL ARTE DE GOBERNAR.

Guillermo Justo Chaves


LIDERAZGO. EVOLUCION DEL CONCEPTO. NATURALEZA. NECESIDAD.
Cuando se habla de liderazgo se parte siempre de la premisa de hacernos una
serie de preguntas. La primera de ellas consiste en interrogarnos acerca de por
qué no tenemos mejores líderes. Luego casi inmediatamente nos preguntamos,
pero en realidad ¿Qué es ser un líder? ¿Líder se nace o se hace? ¿Son
todos los liderazgos iguales? ¿Son necesarios los líderes? ¿Cuál es el
papel del líder?, en las respuestas a estas preguntas estará el desarrollo de
una temática que es clave en la vida de las organizaciones. Para nosotros, el
análisis desde el punto de vista del Estado, va a estar enfocado al liderazgo y la
conducción política.

Hay un concepto corriente de liderazgo que se remonta al pensamiento clásico


y en una formulación moderna de esas ideas podríamos definirlo como “la
capacidad de persuadir o dirigir a los hombres que se deriva de cualidades
personales independientemente del oficio"1, de manera que el liderazgo sería un
proceso en el cual un individuo induce al grupo a perseguir objetivos sostenidos
por el líder o compartidos por sus seguidores.

Este concepto derivado la tradición clásica se identifica con la idea de una


biología particular del líder, que lo vincula finalmente con la concepción de
¨héroe” carismático”.

Esto, mas allá de los dones y talentos propios de cualquier capacidad humana
desarrollada, rodea a la palabra “líder” y “liderazgo” de un aura que nos va a
dificultar el estudio de la cuestión.

Siempre está presente el análisis convencional y superficial de ver al líder como


la figura paterna que arregla todo en una sociedad de niños-adultos. Pero la
idea es trascender este pensamiento popular y saber que nuestras
preocupaciones acerca de la necesidad de líderes ejemplares, que encarnen
ideales o causas y que formulen y logren metas son reales y concretas. De
manera que el liderazgo se transforma en un tema apasionante ya que atrás de
éste se encuentra la realización de los propósitos comunitarios.

Desde un concepto mas actual se considera al liderazgo un papel que a) se


desempeña en un contexto específico de interacción y refleja en sí mismo la
“situación” de este contexto; b) manifiesta ciertas motivaciones del líder y
requiere ciertos atributos de personalidad y habilidad, además de ciertos
recursos en general, que son todos (motivación, atributos y recursos) variables

1
R.M. MacIver y C.H. Page, Sociología (1937), Madrid, Tecnos, 3ª. Edición, 1977.

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en función del contexto, c) está ligado a las expectativas de sus seguidores, con
sus recursos, demandas y actitudes.

A su vez, también está claro que pese a considerar el liderazgo como un papel,
es el líder quien puede por sí mismo elaborar y determinar su papel.

Antes de seguir avanzando es necesario realiza una aclaración para evitar


equivocadas interpretaciones: No debe confundirse el “liderazgo” con el “status”,
ni tampoco “liderazgo” con “poder” o con “autoridad oficial”. Todos hemos
observado personas que se hallan en las posiciones mas importantes y que no
pueden guiar a un grupo de chicos de jardín de infantes. Cuando hablamos de
“poder” el ejemplo es claro: un dictador tiene poder.

La palabra élite es incompatible con nuestra concepción del mundo igualitaria,


pero para diferenciarlo de lo anterior podríamos concluir el liderazgo es una
suerte de “élite de desempeño¨

Asimismo no está demás destacar que al haber líder y seguidores puede haber
a veces alguna cuota de coerción, aunque sea sutil, pero es importante destacar
que los procesos que entrañan menor coerción el liderazgo adquiere mayor
altura.

TIPOS DE LIDERAZGO.
Del filósofo y sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) heredamos una de las
clasificaciones mas conocidas del liderazgo, también llamado por el sociólogo
“tipos de dominación”. Hace una distinción entre:
 Liderazgo carismático: se basa en la personalidad del líder, se lo sigue
en virtud de una confianza personal en lo revelado, en lo heroico o en lo
ejemplar dentro de un determinado ámbito.
 Liderazgo tradicional: se apoya en la fe cotidiana de las tradiciones. Se
cree en la rectitud absoluta de la forma tradicional de hacer las cosas. El
liderazgo se transmite por mecanismos como la herencia. La estructura
de organización es del tipo patriarcal o feudal.
 Liderazgo racional-legal: donde la vigencia del liderazgo tiene carácter
racional, se apoya en la legalidad de los órdenes establecidos y del
derecho, de forma impersonal. Es el liderazgo democrático.

Otros autores como Bertrand de Jouvenel (1958) plantea la oposición entre


Liderazgo subsistente y emergente o emprendedor. Siguiendo esa línea Gerth y
Mills (1953) distinguen:
 Liderazgo rutinario: no crea (ni reelabora) ni su papel ni el contexto
donde se desempeña, cumple un rol dentro de los límites previstos e
instituciones existentes.
 Liderazgo innovador: reelabora radicalmente un papel de guía de una
institución existente.
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 Liderazgo precursor: crea tanto su papel como el del contexto donde lo
realiza (por ejemplo el que se convierte en fundador de un grupo, partido,
estado, etc.)
Sin perjuicio de ello debemos remarcar la frase de Hegel cuando decía que “los
grandes líderes surgen mas fácilmente en las sociedades en fase de rápida
transformación estructural.

ATRIBUTOS. TAREAS DEL LIDER.


Tanto los atributos de la personalidad o habilidades intrínsecas, así como las
tareas realizadas por el líder terminan de desentrañar este apasionante
temática.

A través de la historia se ha intentado resumir estas cualidades, así Platón en


“La República” plantea al líder como el conocedor del bien y del mal (filósofo
rey), así como el custodio de la “polis”, es decir no sólo hace referencia a sus
dones naturales sino también a la educación.

Aristóteles, nos dice que “desde el nacimiento, algunos están destinados a


mandar y otros a obedecer” (Política). Robert Michels en su obra “Partidos
Políticos” (1911) va a escribir sobre las “dotes específicas de los líderes”:

 Talento oratorio.

 Fuerza de voluntad.

 Superioridad de conocimientos.

 Profundidad de convicciones.

 Solidez ideológica.

 Confianza.

 Capacidad de concentración.

 Bondad de ánimo y desinterés (en casos especiales).

Nicolás Maquiavelo, en su obra mas conocida, El Príncipe, va a elaborar el


concepto de “virtu”, entendido como virtud política.
Otros van a hablar de la vitalidad física y el vigor, inteligencia y decisión en la
acción, voluntad de aceptar responsabilidad, capacidad para las tareas,
comprender a los seguidores y sus necesidades, habilidad para tratar a la
gente, coraje, resolución, constancia y flexibilidad de método (adaptación).

Estos atributos de personalidad y habilidad del líder, se perciben cuando se


ponen en juego para la conquista y conservación del liderazgo.

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TAREAS DEL LIDER.
Trazar Objetivos. Los líderes desempeñan la función de trazar metas. En el
complejo mundo en el que hoy vivimos, de intereses contrapuestos, se trata,
simplificando de definir metas comunes en grupos divididos. Por otro lado, debe
resolver la tensión inevitable del corto y largo plazo.

Afirmación de valores. Una comunidad vive en la mente de sus integrantes. Allí


hay ideas, valores, costumbres. Se trata de interpretarlas y representarlas. La
actitud moral y el mantenimiento de convicciones profundas. La búsqueda del
equilibrio armónico entre los derechos individuales y los derechos colectivos.
Esencialmente, el reconocimiento de las necesidades reales de la gente, la
redefinición de sus valores.

Motivación. Es ni mas ni menos que lograr el alineamiento de las voluntades


individuales y colectivas. Tiene que ver también con la forma de comunicarse,
pero objetivos y motivación se encuentran en el imaginario popular como las
dos tareas excluyentes del liderazgo

Administración. El liderazgo tiene aspectos “administrativos” como, por ejemplo,


la planificación y fijación de objetivos, la formación de instituciones y
organizaciones (convertir propósitos en instituciones), la imposición de la
agenda y por último la toma de decisiones.

REPRESENTACION. INTERACCION CON LOS SEGUIDORES.


Desde ya que representar al grupo en sus relaciones con los otros es una tarea
sustancial del liderazgo. Pero el vínculo complejo es el del líder con sus
seguidores. En primer lugar, debemos remarcar que lo mas importante para
decir acerca de los seguidores es que éstos desempeñan papeles activos, los
líderes casi nunca tienen control sobre ellos, como se piensa. No es una
relación unilateral guía-guiado. Sobre esa relación pueden existir tres tipos de
liderazgo:

 Los que arrastran a la gente: con una gran idea fuerzan a la


muchedumbre.

 Los intérpretes de la gente: clarifican las ideas de la masa.

 Los líderes representantes de la gente: manifiestan la opinión


establecida.

LIDERAZGO Y PODER.
Ya hicimos referencia a que liderazgo y poder no son lo mismo. Por definición,
los líderes siempre tienen aunque sea mínima, una cuota de poder. Pero,
muchas veces quienes tiene el poder, carecen de liderazgo.

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Los líderes que además tienen poder institucional, no dudan en usar ese poder,
pueden ser persuasivos por sus dotes de liderazgo pero unen la persuasión con
el ejercicio efectivo del poder.

Sin embargo mas allá de ese poder institucional hay otras fuentes de poder,
como por ejemplo: la riqueza, el conocimiento y la información, el atractivo
personal, la fuerza, la costumbre, las creencias, la opinión pública, los símbolos,
o simplemente…estar cerca del poder.

DIMENSION MORAL
Desde ya que cuando pensamos en el liderazgo, o en un líder sabemos que si
cumple con los atributos que estamos analizando llevará adelante su rol con
eficacia, la cuestión es que aquí se trata de vincular al líder con los valores de la
sociedad en la que se desenvuelve y su cultura.

En el punto IV del programa volveremos a reflexionar acerca de la dimensión


ética del liderazgo, cuando tratemos el líder conductor como ejemplo a seguir o
el liderazgo ético como factor aglutinador y generador de expectativa y de un
círculo virtuoso en la sociedad.

En este caso, la idea era hacer una referencia a otra parte de la dimensión
moral: a los transgresores. A través de la historia podemos hacer un recorrido
de personajes que han ejercitado métodos crueles con sus propios ciudadanos.
Idi Amin en Uganda, Stalin, en la U.R.S.S., Duvallier en Haití, o el mismo Adolf
Hitler.

UN MODELO DE LIDERAZGO
Como un aporte mas, acercamos un simple modelo de liderazgo asimilable a
diferentes organizaciones. Para ésta postura el líder auténtico se expresa en el
llamado “modelo diamante del liderazgo” ya que se estructura en torno a cuatro
formas:

1- Visión: Perspectiva amplia, piensa en lo grande y en lo nuevo.


2- Realidad: Responde rápidamente ante los hechos.
3- Ética: Está al servicio de los demás. Sensibilidad frente a las personas.
4- Coraje: Audacia y acción. Reclama el poder y arriesga. Toma la iniciativa.

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IV. LIDERAZGO Y CONDUCCIÓN POLÍTICA.
Julián Licastro ()

1- El Lider como Maestro de Vida.


«Somos lo que hacemos repetidamente, por eso la excelencia no es un
acto sino un hábito»
ARISTÓTELES

LIDERAZGO COMO EJEMPLO


El liderazgo encarna la conducción y la encamina eficazmente en un sistema
para realizar la estrategia. Esta definición reúne tres conceptos inseparables: el
liderazgo como don personal educado para el mando, la conducción como
su desarrollo sistemático, y la estrategia como visión inteligente de
avance.
Sin embargo, las condiciones esenciales que caracterizan a un líder surgen de
una fuente más vital y profunda, ya que el conductor de hombres lo es por su
cualidad y no por su cargo [Confucio].

Distinguimos, en consecuencia, la mera jefatura que proviene de designaciones


formales o burocráticas, del verdadero liderazgo y sus cualidades esenciales
vocación, carisma y formación. Esta diferencia de fondo presupone un núcleo
de virtudes espirituales, éticas e intelectuales que hacen a la razón de ser de
quienes se proponen como guías de sus semejantes, lo que los expone también
a la crítica inexorable de sus limitaciones y errores, por la evaluación colectiva
del rol especial que asumen.

Los grupos humanos, valga la aclaración, no se establecen como estructuras


mecánicas. Más allá de sus reglas de funcionamiento son organismos vivientes,
existentes, cuya necesidad primaria es de afirmación, implicando el sentido de
responsabilidad del mando humanizado que ampara, protege y desarrolla. Esta
es la acción que hace crecer algo en el alma de las personas que participan de
una entidad plural que los trasciende.

Quién está al frente del grupo se constituye por lo tanto en modelo de ejercicio
laboral o profesional, y también del plano espiritual que refiere su actividad
específica, es decir se convierte en un ejemplo de vida. Este puede ser positivo
o negativo, constructivo o destructivo del accionar del grupo, pero nunca resulta
neutral.

He aquí el campo principal del líder, ante todo como maestro de vida, evitando
que las relaciones humanas se deslicen al mundo inanimado de las cosas. Por


Ex Secretario político del Presidente Perón, embajador y representante argentino ante la OEA en materia de
Defensa.

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esta causa, aún en la preocupación normal por el criterio de producción, no
debe resaltar en ninguna acción del grupo la idea de «objeto» [Kusch].

EL SER DEL LÍDER ES DAR Y DARSE


El concepto «ser», desde los clásicos hasta la actualidad, fue adquiriendo el
valor de verbo activo, de ejecución, de ejercicio, como el esforzado sostenerse
en la existencia [Ortega y Gasset]. En esta acepción del vocablo, que es distinta
a su significado ontológico, vemos al ser del líder comprometido en la acción, en
el hacer. Es el ser del dar y el darse, que en una cultura solidaria demuestra
abnegación al no trabajar para uno mismo como acumulación, sino sirviendo a
los demás con espíritu equitativo.

La concepción comunitaria postula el protagonismo de todos dentro de la


organización, impidiendo que las personas se sientan individualmente
insignificantes y predispuestas a subordinar su propia existencia a propósitos
ajenos y alienantes (Fromm). Por eso, el protagonismo plural es el mérito del
liderazgo, encargado de luchar en el lugar en que se encuentre contra la
decadencia cultural que divorcia el saber y el tener del vivir y el sentir, anulando
la esperanza en una vida auténtica.

El líder hace de la organización una manifestación de cultura, y por esa razón la


considera un organismo viviente y no una estructura inerte, como ocurre cuando
se soslaya lo natural y espiritual y se hace la apología de lo artificial y material.
Por esta senda, que se angosta con el paso del tiempo, desaparece el ideal del
compartir, y se piensa que el significado de la existencia se reduce primero a
competir y después a sobrevivir.

CONVICCIÓN Y LEALTAD RECÍPROCA


El rol del líder exige el ejercicio constante de estas verdades interiores que
siempre se expresarán en su conducta más que en su declamación, porque la
fe en si mismo es imprescindible para infundirla a los demás. Un equilibrio entre
la elocuencia y la reserva, entre la pasión y el tacto, entre la argumentación
propia y la asimilación de lo que piensa y dice cada integrante del equipo. Es la
clave además para lograr la adhesión activa y la cooperación de la gente.

El líder es un mediador entre contradicciones que está forzado a superar, si


quiere conducir los acontecimientos y no dejar que los acontecimientos lo
conduzcan a él. Los problemas que enfrentará son más humanos que técnicos,
y en su solución tendrá que apelar a procesos psicológicos complejos. Muchas
veces deberá llevar al plano conciente ciertos estados emocionales reprimidos,
con su secuela de ansiedad y tensión. En esa instancia toda violencia es
negativa y la ira mala consejera, porque al timón tienen que estar la calma y la
prudencia.

No hay líder fuerte y duradero para salvar la crisis, si su poder se ha construido


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sobre el miedo [Confucio]; porque el poder es el producto de la maestría.
Ella se reflejará en la actitud conjunta de luchar con convicción y lealtad
recíproca. El líder como formador de su gente debe enseñar constantemente
conducción, en la teoría y en la práctica, para que haya el máximo posible de
autogobierno en cada sector y participante, y reine en todos una disciplina
consciente y voluntaria.

LIDERAR HOMBRES, NO DIRIGIR ESTRUCTURAS


Las formas orgánicas no sirven para nada si carecen de verdadero contenido,
porque la mera apariencia en conducción mata la esencia. Y estos contenidos
están dados siempre por las mentes y los corazones de sus integrantes.

La antinomia es clara: dirigir estructuras o liderar hombres. Este último


concepto, que es el verdadero, corresponde a la actitud de sembrar, de cultivar,
de cosechar en un trabajo que, como tiene raíz y arraigo, puede fructificar y
reproducirse en la continuidad del proceso estratégico.

La maestría del liderazgo es de vida, y no sólo de trabajo o profesión, porque


debe responder a la interrogación existencial del ser humano que siempre duda,
lo reconozca o no en el seno del grupo, sobre la necesidad. y permanencia de
los esfuerzos que se realizan. Si el devenir aparece como temor, no sólo a las
dificultades en cuanto a empleo, familia, país, sino al sentido en sí de la
existencia hundido en el escepticismo, es el líder quien debe responder con su
ejemplo, apoyo y sentido de justicia.

2- La Formación de los Líderes.


«El conductor nace y se hace»
PERÓN.

DESARROLLAR LAS CONDICIONES INNATAS


La potencialidad personal del liderazgo se desarrolla a partir de condiciones
básicas como la sensibilidad vocacional, la capacidad natural para conducir y la
aspiración a hacerlo con toda dedicación. Estas condiciones son prácticamente
innatas, pero tienen que educarse para alcanzar su mejor efecto. Significan
además tres ejes de desenvolvimiento de la personalidad del líder, que debe
avanzar con armonía, porque la asimetría de virtudes puede generar
negativamente una conducción sin temple, incapaz o individualista.

La sensibilidad vocacional procede tempranamente de comprender la


conducción como una necesidad de la existencia, ya que todos los seres de la
creación giran alrededor de una energía orientadora y de leyes naturas de
ordenamiento de la vida. En la sociedad este fenómeno lo encarnan los líderes
que en diferentes lugares, momentos y circunstancias desean entrar en acción y
«hacerse cargo» de la situación. Este primer don del aspirante al liderazgo se

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educa con los fundamentos de la filosofía de la acción, el estudio del
comportamiento social y grupal y la teoría y práctica del arte de conducir.

Aquí tenemos ya una conclusión importante, porque para liderar es tan valiosa
la actitud como la aptitud. La capacidad innata es la habilidad o destreza
espontánea que se manifiesta en los episodios iniciales de vida grupal, donde
las personas más dotadas para el arte se destacan enseguida. El temperamento
inherente al guía de sus propios compañeros o amigos se pone en evidencia
fácilmente y va siendo aceptado por un número cada vez mayor de ellos. Sin
embargo, para alcanzar el nivel de un conductor esta cualidad en estado natural
no es suficiente y requiere el dominio paulatino de la metodología del poder con
criterio orgánico y sentido estratégico. Aquí el temperamento se convierte en
carácter y la habilidad se traduce en un verdadero estilo.

En cuanto a la aspiración de conducir, ella representa la ambición proporcional


a asumir grados progresivos de liderazgo, siempre en función de los objetivos
del conjunto. Pero la ambición, necesaria como «vocación de poder para
hacer», pierde legitimidad cuando es egocéntrica o sectaria y se desvía del
rumbo del bien común. Por eso la aspiración propia del líder, fuerza impulsora
de su trayectoria de dirigente, tiene que armarse éticamente con el
cumplimiento de las proposiciones de unidad, cohesión y espíritu de
cooperación. Es la exigencia de un conductor solidario.

PERSONIFICAR EL LIDERAZGO SIN INDIVIDUALISMO


Tanto en la historia de una comunidad como en la vida cotidiana, la prueba más
difícil es la prueba de la autoridad ejercida de manera honorable y ecuánime. La
dificultad de este desafío se comprueba en la perspectiva del tiempo, con tantos
fracasos éticos y contrastes estratégicos. Por eso se dice que para conocer de
verdad el carácter de alguien habría que conferirle poder. De todas maneras y
en cada lugar que sea, la personificación del liderazgo es inexorable porque, si
bien representa una situación subjetiva de quien quiere dirigir, obedece
orgánicamente al principio objetivo de «unidad de conducción». Esta necesidad
se cubre precisamente con los conductores capaces de asegurar la coherencia
de la acción común, sin divisiones ni interferencias.

En la personalidad especial del líder ocurren, como algo normal, una serie de
percepciones, elaboraciones y expresiones propias de la conducción, pero que
son vistas como excepcionales cuando logran la eficiencia buscada. En realidad
en este arte como en otros «el genio es trabajo», queriendo simbolizar que el
talento recibido al nacer exige su perfeccionamiento con esfuerzo, seriedad y
constancia [Perón]

LOGRAR EFICACIA SIN ARROGANCIA


La personificación del liderazgo es entonces insoslayable. Si no-se realiza de
manera adecuada da origen a algunas de las fallas estructurales insalvables
para una organización. Estas son: el vacío de conducción, seguido de anarquía
y pérdida de identidad por falta de referencia para contener; la
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despersonalización del liderazgo, por criterios burocráticos y métodos
mecánicos que desmotivan y deshumanizan; y en el otro extremo, el
personalismo exagerado que transgrede las pautas de ecuanimidad con
actitudes individualistas y arrogantes (Sun Tzu).

El líder tiene como función indelegable el definir, custodiar y procurar los


objetivos comunes del grupo. El amor a la responsabilidad señala que el logro o
no de esos objetivos será producto directo de su capacidad de conducción, y no
podrá adjudicarlo a la casualidad o a la suerte. Es obvio que hay cuestiones
atribuibles al azar, o mejor dicho contingencias extrañas o poco previsibles, pero
esto no sirve como regla de la conducción ni axioma del liderazgo.

En rigor, el logro de los objetivos, que hay que perseguir tenazmente, es la


conclusión del proceso creador que implica conducir como un arte, respetando
su teoría y su técnica. Este proceso que cumple el liderazgo y su equipo abarca
etapas sucesivas para construir el éxito: la concepción, que es pensar, sentir y
querer la coronación del esfuerzo; la preparación, que es organizar, planificar y
ensayar las actividades necesarias, la realización, que es llevar de la mano la
capacidad reunida sobre la línea de avance, y por último, la explotación del
propósito alcanzado, por el empleo activo de sus efectos consecuentes.
Es el aprovechamiento de cada éxito logrado, para la continuidad del plan
estratégico.

ALCANZAR PRESTIGIO SIN VANIDAD


La realización de la personalidad del conductor, y la eficacia demostrada en su
accionar, construyen su prestigio. Sin él no hay liderazgo sino jefatura como
mera autoridad formal carente de dotación ética, afectiva intelectual para
adquirir el poder de la adhesión directa y el acuerdo sincero. El prestigio que
corresponde a la excelencia no expresa un mando impuesto sino querido y
respetado, que incluso actúa en ausencia porque ha sabido internarse en los
sentimientos del grupo, que se identifica con él y participa de sus anhelos y
motivaciones.

Este tipo de prestigio incluye lo carismático, sin exagerar el sentido de éste


concepto que no abarca 1a demagogia pero sí la popularidad. Tal condición
proyecta y multiplica el liderazgo, porque equivale a ser conocido y seguido en
sus iniciativas de acción, entendiendo todas sus razones cuando convoca a la
unión y al trabajo. Esto es imprescindible para resolver casos difíciles o producir
saltos de calidad en el grupo. Retornamos así a una valoración correcta del
poder, dentro del código de conducta que implica compartir, cooperar y convivir;
porque en la teoría de la acción el concepto de código significa que el actuar
sensato es gobernado por reglas (Ricoeur).

ESTRATEGIA DE ACCIÓN Y ESTRATEGIA DE VIDA


La llamada de la vocación, que ubicamos al principio de las condiciones del
líder, tiene representada en la imagen de la buena conducción el fin de un arte
superior, porque va directo al corazón de los hombres y no a las cosas. En
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conducción nada es tácticamente correcto cuando está éticamente equivocado,
aunque esto se disimule en la apariencia que el tiempo al final descubre. El
ejemplo del líder es crucial porque, o frustra en muchos las esperanzas, o
promueve en todos el desarrollo de las mejores virtudes. Por eso decimos que
sólo es líder quien une a la estrategia operativa una estrategia de la vida
personal.

Un líder prestigioso y aplomado puede desempeñarse sin riesgo aún en


situaciones críticas; porque «estar centrado» entraña la fuerza de carácter y el
dominio personal para recuperar el equilibrio ante el impacto de circunstancias
adversas. Centrarse expresa con sencillez, en la sabiduría de antiguas
tradiciones de filosofía y estrategia, el acto de recomposición espiritual con el
cual el conductor sabe asimilar los golpes sorpresivos y superar las emociones
súbitas. (Lao Tse).

3- El Liderazgo Organizado.
«Una buena intención se reviste de poder para realizarse o se anula».
EMERSON

LAS VIRTUDES DEL LIDERAZGO Y SU CÓDIGO DE SÍMBOLOS


Hemos visto que existe una equivalencia entre el ejercicio del liderazgo y la
consecución de objetivos, lo que lleva a investir la intención estratégica con el
poder de la organización. Esta necesita a su vez la manifestación de las virtudes
del mando, que debe «ser» y «parecer» efectivo. En nuestra perspectiva
cultural, aparentar estas virtudes sin tenerlas es simulación o hipocresía; y
tenerlas sin demostrarlas es un exceso de sobriedad o de bajo perfil, que
dificulta la reciprocidad entre atracción y persuasión encargada de poner en
marcha las fuerzas de la organización. Por supuesto que lo aparente es frágil e
ingenuo en la vida y en la conducción, y que en cambio lo sólido y seguro es lo
esencial, pero no nos referimos a este aspecto de la cuestión.

En el arte de conducir hay un contexto de utilización de signos y significados, de


actitudes y gestos que facilitan la dirección. Es un código de símbolos que
posee un carácter organizador, porque enmarcan el ámbito de acción y dan
prioridad a determinadas jerarquías y conductas que preservan la unidad común
(Kusch).

En el código de conducta correcto, el «yo» del egoísmo evoluciona al «sí


mismo» de una conciencia armonizada con el todo. Y los participantes del grupo
pueden aportar al trabajo colectivo desde «adentro» y desde «afuera », o sea
en el orden espiritual y en el orden material. Es el «ser» y el «hacer» de la
organización, que se revela plenamente en la función para la cual fue creada.
Aquí el liderazgo no es el resultado automático de la simple acumulación de
títulos y cargos, ni sus integrantes caen en la paradoja de ser sujetos
«organizados sin organización», porque, más allá de las estructuras, los
participantes se integran e identifican como conjunto activo.
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EL LÍDER EN EL ORDEN DEMOCRÁTICO
Democracia significa lo contrario de arbitrariedad, porque implica desterrar la
sumisión personal, garantizar igualdad de oportunidades y respetar la equidad.
Supone prevenir toda forma de absolutismo, estableciendo claramente los
límites legales del poder, porque sólo donde hay ley es posible la libertad.
(Locke).

Pero las leyes son nulas sin las costumbres (Horacio), porque la legitimidad no
nace de la mera formalidad de la norma, sino de las convicciones y prácticas
sociales que la sustentan. Esto no sólo vale en el marco general de la sociedad
civil, sino que su espíritu debe penetrar en los distintos grupos y organizaciones
para producir liderazgos con reales criterios y métodos democráticos,
adecuados naturalmente al tipo funcional de cada estructura.

En consecuencia, lo importante de éstas definiciones no está en las virtudes


que se declaman sino en las que realmente se practican, sin caer en extremos o
sobreactuaciones. Por ejemplo: la fe en sí mismo del líder no debe llegar al
mesianismo; su deber de vencer no tiene que confundirse con el triunfalismo; y
la lealtad que exige al grupo no puede entrañar sumisión, porque establece una
disciplina voluntaria y recíproca.

NI AUTORITARISMO NI DEBILIDAD.
El liderazgo no nace repentinamente de la voluntad de conducir, porque
requiere fijar y cumplir un itinerario adecuado: la educación para la organización,
la organización para la dirección, y la dirección para la acción y el resultado. En
este camino por tramos bien pautados, educar es integrar los valores, las ideas
y los sentimientos que constituyen la concepción del grupo; organizar es ubicar
a cada participante en su espacio exacto de trabajo; y dirigir es ordenar el
tiempo de avance hacia los objetivos programados, aprovechando los
momentos apropiados y las ventajas del terreno.

Por simple contraste quedan señalados los principales defectos que anulan la
conducción: en el campo intelectual, la ineptitud y la carencia de capacitación;
en el campo ético, la deshonestidad individual y la corrupción estructural; en el
campo táctico, la simulación y el oportunismo; en el campo estratégico, la
imprevisión, la ambigüedad y la vacilación en el mando.

El ideal del liderazgo es el liderazgo democrático sin debilidades erráticas. Este


liderazgo se diferencia de la dirección autoritaria, reacia al diálogo y a la
participación y de la dirección permisiva sin firmeza para tomar en control.

La debilidad es una condición riesgosa porque se expresa en la indecisión que


es lo contrario de conducir y se realimenta sin cesar acumulando situaciones
indefinidas que terminan por-explotar en un total fracaso.

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En cuanto al «genio estratégico», es un concepto especial que debe reservarse
solamente a aquella mente que, poseyendo un alto grado de discernimiento y
creatividad, se manifiesta por hechos extraordinarios (Clausewitz).

EL MODO DE RELACIÓN CON EL GRUPO


El modo como algo se presenta a sí mimo forma parte de su propio ser
(Gadamer). En tal sentido el verdadero liderazgo se organiza para descartar
todo riesgo improvisación, porque un plan no depende de un acierto casual, sino
de una suma cualitativa de logros sucesivos. Por consiguiente considera al
propio sistema de conducción como la prioridad en la tarea de organizar;
estableciendo una relación de apoyo mutuo y ayuda recíproca con los
integrantes del grupo. De este modo, puede concentrarse en el propósito y
utilizar eficazmente los recursos a su alcance, sin distracciones ni incoherencia.
Con este criterio de centramiento y concentración anímica el líder no sólo utiliza
mejor las fuerzas, sino que con su conducción acertada las consolida e
incrementa.
Del sentido y la calidad de la relación del líder y su grupo, surgen distintos
modelos de liderazgo.

Comencemos por definir y descartar al dirigente inorgánico, que no educa ni


organiza y manda de manera individualista y autoritaria. Le sigue el líder
gregario, que inicia el proceso de formación y constitución del grupo y dirige con
tono paternalista. Luego, en el primer rango de esta tipología, se destaca el líder
orgánico, quien consolida la labor educativa y organizativa y dirige con amplia
participación. Finalmente y con la más baja calificación, tenemos al dirigente
burocrático, que cierra el sistema conceptual y corta los lazos solidarios al
actuar con mentalidad de «aparato».

Excluidos por su falta de procedencia y eficacia los esquemas inorgánico y


burocrático, quedan en pie los modelos gregario o paternal y orgánico o
fraterno. En realidad una transición de uno a otro nivel, en la evolución relativa a
una mayor madurez de la participación alcanzada. Paralelamente, corresponde
incentivar la integración de equipos de liderazgo para un mejor asesoramiento y
asistencia de la conducción, ya que el líder sin equipo puede inclinarse a
actitudes inorgánicas, improvisadas y aún autoritarias cuando es desbordado
por los acontecimientos.

AMPLIAR LA PERSPECTIVA DE ACCIÓN


Podemos ya sintetizar el perfil de un líder. Una reseña de atributos y cualidades
que vimos pasar en este panorama de su desempeño ideal, incluye: su
presencia, conducta y representatividad que emana de su identificación con la
organización y sus integrantes; su actitud vocacional, ejemplo personal y
sentido acendrado de responsabilidad; su formación y deseo de perfeccionarse;
su don de atracción, poder de convocatoria y dedicación al trabajo y, finalmente,
su capacidad resolutiva, constancia y perseverancia.

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Es el conductor en potencia y en acto, que concentra su atención, aprecia la
situación, reúne energías genera proyectos. Él tiene una gran visión para
advertir tendencias, posibilidades, alternativas y ocasiones de éxito. Líder
orientador y constructor que sabe unir eficacia operativa, respecto del
cumplimiento de funciones y tareas, la solidaridad interna que se refleja en el
espíritu de cooperación, motivación y afecto que brilla a su alrededor. Así su
grupo prevalece y se abre a más y mejores perspectivas de acción.

El liderazgo es al mismo tiempo principio y proceso, «qué» y «cómo», porque en


la acción además de «saber» hay que «sentir» la situación que se vive.
Con su guía los acontecimientos no se fuerzan ni se precipitan y todo se
despliega por sí, de acuerdo a la naturaleza de las cosas. La lucidez del líder
viene de sus meditaciones reflexiones, expresadas con claridad y a su turno,
para facilitar el desenvolvimiento del grupo sin coartar el entusiasmo ni la
inventiva de nadie.

5- Metodología del Liderazgo.

«Existimos en tanto hacemos proyectos para afirmar el ser, porque existir implica ser posible».
KUSCH

DAR VIDA A LOS PROYECTOS


Liderar es dar vida a la organización e impulso a la estrategia, por obra de la
energía personal que emana de quienes tienen la fuerza espiritual y el talento
especial correspondiente. Esa energía crece por la voluntad de conducir y la
voluntad de vencer, sostenidas por una base de fe y creencias que anidan en la
personalidad del líder. Toda creencia que se expresa y se practica, empezando
por una vocación íntima poderosa, se irradia naturalmente a los demás, como
prolongación del alma de las personas. Este es el primer fenómeno del
liderazgo, más ligado al sentir que al saber.

De un modo sencillo podemos describir esta relación afectiva que se mueve


alrededor del liderazgo. Quien lo protagoniza percibe las posibilidades
contenidas en una situación, y las procesa con agilidad en su entendimiento:
porque «ve» la realidad con penetración, «cree» en el éxito. A su vez la gente,
en un acto de comprensión, «cree» en el líder y «ve» como útil su proyecto. Así,
mediante una regulación intuitiva de juicio, le brinda su adhesión y lo acompaña.

Todo lo humano, pues, tiene un sentido, y si la lógica estricta no se lo otorga, el


sentimiento y el deseo se lo confieren. En sentido inverso, cuando la autoestima
de los líderes y su capacidad creadora declinan, la adhesión de la gente se
repliega para volcarse a otros focos irradiantes de energía. Porque la acción es
una necesidad de la existencia y el liderazgo es una necesidad de la acción. Y
la naturaleza humana y social aborrece al vacío de conducción.

UN BUEN COMIENZO ES LA MITAD DEL ÉXITO


La clave de la actuación del liderazgo es lograr un buen comienzo de cada
acción. Un viejo axioma dice que allí reside una gran parte del éxito final,
14 / 3
además de reducir el volumen de esfuerzo. A partir de este inicio auspicioso, es
preciso continuar con el aprovechamiento de oportunidades que se presentan.
Ellas provienen de los acontecimientos que se producen, de las tendencias que
se insinúan y de las condiciones que se generan.

Para identificar y utilizar dichas oportunidades a favor del plan propuesto, hace
falta golpe de vista, mentalidad previsora y audacia. Esto permite compendiar la
situación e interpretar con rapidez la modalidad que van tomando las acciones
propias y adversas a fin de decidir la situación con el empleo de los medios
necesarios, según sugiera la misma realidad de los hechos.

ADELANTARSE A LOS ACONTECIMIENTOS


La conducción siempre debe anticiparse a los acontecimientos para
controlarlos. Por este motivo se adelanta a los hechos, en la medida adecuada,
procede a formular las perspectivas, conjeturas y proyecciones que manifiestan
su capacidad creadora. En ese marco también, la previsión de los peligros
permite superarlos, ya que: lo difícil de conocer, como un mal incipiente, es fácil
de curar, mientras lo fácil de ver, por el avance del mal, es difícil de tratar.
(Maquiavelo).

La dirección de la estrategia por parte del liderazgo requiere no exagerar esta


anticipación a los hechos, propias en cambio de la pose falsamente intelectual y
de la actitud arbitraria. El intelectualismo simula indiferencia ante la conducción
de la organización que construye un poder, que sin embargo envidia. En el otro
extremo, el estilo arbitrario quiere conquistar poder a cualquier precio. Ambas
alternativas muestran una conducta irracional, no importa la causa que invoquen
ni el signo que se atribuyan.

LA EXIGENCIA DEL DEBER COMPARTIDO


Es imprescindible descartar el carácter posesivo que potencia la arbitrariedad.
Quien padece este hábito destructivo, y se lo hace sufrir a su grupo, no quiere
ver ni admitir en torno suyo sino manifestaciones de su propio poder.
Se presenta como el único capaz de tomar iniciativas, inhibiendo esta facultad
tan importante de la participación, sin la cual el orden orgánico cae en la
inactividad cuando no se siente vigilado (Gavet).Otro tanto ocurre con el
procedimiento de acción por temor, que plantea con exageración y asimetría la
ecuación «mando-obediencia», en desmedro de quien ocupa
circunstancialmente un nivel subordinado.

En realidad la relación de conducción no se establece entre dos términos


aislados, sino vinculados con un término mayor que los integra: la misión
común. Esta trae aparejada la disciplina de trabajo forjada por la vocación de
servicio, valores que hay que preservar a toda costa, porque no deben ser
sustituidos por medidas represivas o intimidatorias.

Obviamente, la persuasión no excluye la firmeza con la que es preciso asegurar


el cumplimiento de las medidas necesarias, y que se han dispuesto con
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referencia a la autoridad orgánica que corresponde. Pero este recurso indicativo
de un error a corregir y de una crítica a aceptar, no significa un sistema sino la
excepción. Se trata de infracciones pequeñas y puntuales que merecen una
sanción temporaria, pasada la cual urge reconstruir la calidad de un vínculo
fundado en la exigencia del deber compartido.

La acción del verdadero liderazgo es una práctica vital que se orienta por los
principios y se apoya en los valores. Su expresión fundamental se concreta en
las ideas y planes que su particular energía moviliza. El orden democrático que
establece es un situarse «con» el otro y no «ante» el otro, lo que no implica
debilidades ni vacilaciones, pero sí descarta de plano la opresión y la represión.

En este orden equilibrado y dinámico, que no se dicta sino que se alcanza, el


respeto y el afecto recíproco de los integrantes del grupo, cualquiera fuere su
función y precedencia, garantizan su efectividad por obra del espíritu de
cooperación. Es el ambiente propicio donde surgen y se sostienen los proyectos
porque, como leímos al comienzo de este tema, sin convertir nuestra vida en
proyectos no podemos realmente existir.

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Algunas reflexiones acerca del Liderazgo
Daniel Arzadún( )

1. Cuando las jerarquías y el orden vigente son fuertes y estables, no hace falta
explicar por qué el líder manda (sea de una agrupación barrial o de la Nación).
Su lugar está asegurado. Muchas veces, entonces, se vuelve la atención hacia
sus cualidades personales, hacia su carisma: el líder manda porque es
seductor, porque tiene cualidades “mágicas” que logran generar obediencia.
Cuando, por el contrario, aquellas jerarquías y aquel orden se debilitan y
tambalean, no sólo se vuelve más difícil explicar por qué manda el líder, sino
que muchas veces no se sabe bien quién es el que manda. En este último caso,
la falta de certezas hecha un manto de duda sobre todo aquel que es visto
como líder: siempre puede ser, en realidad, el títere de otro, un invento
mediático o un simple oportunista.

Esta incertidumbre parece hoy constituirnos, es un rasgo de nuestro presente. Y


no refiere sólo a los líderes, sino también a las instituciones y proyectos que
representan. La aparición de nuevas formas de organización de la política y el
permanente entrecruzamiento de prácticas tradicionalmente reconocidas como
políticas con otras no políticas vuelven aún más incierto el panorama. En la
sociedad de masas la palabra “política” tenía un punto fijo de referencia en el
Estado. En nuestro presente de fragmentación, en cambio, el Estado se ha
desplazado del centro y compite hoy con otras instituciones.

Construir políticamente hoy supone interrumpir la tendencia a la fragmentación.


Ni ignorarla ni subestimarla, sino impedir su pleno despliegue. En ese sentido,
construir políticamente es recomponer, de algún modo, aquello que la
fragmentación tiende a disolver: el lazo social. Un proyecto político surge,
entonces, cuando personas o instituciones que permanecían dispersas, logran
reconocerse ahora bajo un mismo nombre y articular en torno a él un conjunto
común de prácticas, ideas y objetivos. Por otra parte, un proyecto político no se
construye de igual modo en todas partes, sino que se encuentra ligado a unas
condiciones territoriales específicas. En este sentido, es posible entender la
construcción de un proyecto político como una forma de ocupación del territorio.

2. Un proyecto político es una apuesta en común. Pero que un conjunto de


hombres comparta un mismo camino, no quiere decir que todos son idénticos.
No sólo cada uno posee distintas particularidades, sino que, dentro de un
proyecto cada uno cumple un rol distinto. El líder es aquel que representa el
proyecto y posibilita así su articulación. En este sentido el líder produce unidad
en un contexto de dispersión social. La representación no refiere aquí,
entonces, a la delegación formal de un mandato, sino al reconocimiento de las


Profesor INCaP

17 / 3
acciones y palabras del líder como expresivas del proyecto político, tanto por los
miembros del mismo, como por sus adversarios. En tanto líder, todo lo que un
hombre dice o hace no es referido a él como individuo, sino al grupo que
representa en su conjunto. La representación pues no refiere a los intereses
particulares de individuos aislados, sino a la subjetividad política que se
constituye en un proyecto. Esta subjetividad, sin embargo, no es anterior a la
representación, sino que se constituye a través de ella. Es decir, no existe una
unidad anterior que posteriormente es representada por un líder, sino que la
representación es la que produce aquella unidad. Aquí se hacer referencia a un
hombre, pero es posible imaginar —y existen numerosos ejemplos— de grupos
y proyectos liderados por un conjunto de hombres. En este punto lo decisivo no
es tanto el número, sino el hecho de que sean vistos como una unidad. En tanto
sean reconocidos de esa manera la relación de liderazgo será la misma.

3. La posición de liderazgo tiene dos aspectos fundamentales y solidarios entre


sí: la hegemonía y la legitimidad. Contrariamente a la idea más difundida que la
equipara con autoritarismo, la coerción y la imposición de un proyecto, la
hegemonía es autoridad, mandato reconocido y construcción de un proyecto.
No es una relación basada en la violencia (aunque está pueda tener lugar), sino
en el reconocimiento: no se obedece al líder por temor a una respuesta violenta,
sino porque se reconoce su autoridad para conducir. La legitimidad es la misma
relación que la hegemonía, pero vista desde otra posición. Mientras que esta
última refiere al carácter fundamental del líder en la articulación de las prácticas
que constituyen un proyecto, la primera remite al reconocimiento que permite al
líder ocupar una posición hegemónica. La legitimidad es la base en la que se
apoya la hegemonía, pero esa base sólo subsiste si esta última es
efectivamente ejercida: sin legitimidad no hay hegemonía y viceversa, sin
hegemonía no hay legitimidad. No hay líder sin seguidores, pero tampoco hay
unidad sin un punto de referencia hegemónico, es decir sin liderazgo.

4. ¿Cómo es posible en una época donde los hombres tienden a separarse,


reunirlos bajo un mismo nombre? ¿Cuáles son las operaciones que dejan paso
a tal unidad? Es justamente la operación de liderazgo la que permite realizar
esta tarea de unificación. El liderazgo consiste, en este sentido, en la
articulación de un proyecto político. Es decir, en la reunión de personas e
instituciones que permanecían por sí solas dispersas, en torno a un conjunto de
prácticas, ideas y objetivos en común.

Pero esta operación de Liderazgo no se da en el aire ni en todos los lugares y


en todos los momentos del mismo modo. La construcción política se realiza
siempre en una territorialidad específica. No es lo mismo construir políticamente
dentro de una institución ya consolidada con vistas a ganar el control sobre la
misma, que construir en un barrio donde falta toda institución. La posibilidad de
llevar adelante un proyecto político no puede ignorar entonces la territorialidad
particular en la que ese proyecto habita y busca ganar. Este espacio de disputa
no refiere, entonces, meramente a coordenadas geográficas. La territorialidad
es, más bien, un lugar de cruce de distintas prácticas y determinaciones que lo
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surcan y definen como espacio de construcción política. Así, una territorialidad
está constituida tanto por unas coordenadas espaciales (barrio, municipio,
ciudad, provincia, Nación, pero también: ministerio, secretaria, comedor,
escuela, etc.) como por determinaciones simbólicas (una bandera, un
determinado objetivo, un nombre, una imagen, etc.), estéticas (estilos de
conducción, de construcción, una retórica, etc.), históricas (homenajes, figuras
históricas, historias locales, etc.), conceptuales (una doctrina, un corriente de
pensamiento, etc.). En la construcción política se lucha tanto por ganar un barrio
como por ganar un nombre (p. ej. “piqueteros”) o una imagen (p. ej. Evita
¿llevaba el pelo recogido o suelto?).

El reconocimiento de la territorialidad en la que se juega la construcción política


no es, sin embargo, una tarea “objetiva”, científica, sino eminentemente política.
Reconocer los límites del espacio que se busca ganar y los medios para ganarlo
supone una resignificación de lo dado en el territorio. La operación de liderazgo
no consiste meramente en contabilizar empíricamente los recursos disponibles
(humanos, morales, políticos, simbólicos, institucionales, materiales, etc.); sino
que es, a la vez, una puesta en acto de la imaginación política que resignifica
esos recursos, ya que los piensa y reconoce en función de un proyecto que es,
justamente el que les otorga un nuevo sentido. La operación de liderazgo, pues,
no consiste solamente en proponer los fines e ideas que constituyen un
proyecto, no se trata de decir lo que hay que hacer, sino pensar cómo hacerlo,
con qué hacerlo y con quiénes hacerlo.

Y, si bien es cierto que un proyecto da un nuevo sentido a los recursos dados


en un territorio porque los pone a su servicio, también lo es que esos recursos
también dan sentido al proyecto. Porque un proyecto que se presenta sólo como
una buena idea, pero que no se sitúa en una territorialidad específica y no se
articula los recursos para ser llevado a cabo, puede ser valioso como objeto de
contemplación y goce estético, pero se vuelve impotente en el ámbito de la
política.

La operación de liderazgo consiste entonces en la articulación de personas e


instituciones en torno a un proyecto político y en una territorialidad específica.
Pero ¿por qué se juntan aquellos que antes permanecían dispersos? ¿Qué es
lo que tienen en común? Y, más precisamente, ¿qué es lo que tienen
políticamente en común? Porque si bien todas las características de las
personas que se integrarán en el proyecto son en cierto modos relevantes (y
aquí se cuenta el espacio que habitan, la historia, la ideas, las costumbres, la
apariencia física, etc.), ninguna de ella es por sí sola determinante. Antes de la
operación de liderazgo, en verdad, no tenían nada en común políticamente. Es
justamente esta operación la que crea el lazo específicamente político. Si
aquellos que forman parte de un proyecto político ya hubiesen tenido en común
lo que los reúne en torno a él, entonces no hubiese sido necesario operación
alguna.

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Al tener lugar, la operación de liderazgo pone en común un conjunto de
prácticas, ideas, objetivos, etc., que antes, por sí solos no lograban unificar
nada. Esta operación de “poner en común” se expresa y resume en la creación
de un nombre para sí mismos y en la definición de un sentido de la política.
Puede decirse que una operación de liderazgo tiene lugar cuando un nombre
expresa todo un conjunto de prácticas que tiene un sentido político definido para
un grupo, constituido, precisamente en torno a ese nombre. A la luz de las
operaciones y procedimientos que constituyen la operación de liderazgo es
posible referirse a la construcción de un proyecto político como manera
específica de ocupar un territorio.

5. Ahora bien, en la medida en que la operación de liderazgo se relaciona


estrechamente con la construcción política, en el sentido de creación de lazo
social, los cambios en la condiciones de esta última suponen asimismo cambios
en el modo en que se da aquella. Es que, como se ha dicho, la operación de
liderazgo tiene lugar en una territorialidad y una situación específicas, y esto no
refiere únicamente a las diferencias que pueden darse entre un barrio, una
provincia o una institución, sino también a las condiciones históricas en que
tiene lugar. No es lo mismo construir políticamente en el Estado de bienestar
que en nuestro presente en el que el Estado ha dejado de ser el centro.

Así, cuando la construcción política tenía como referencia exclusiva al Estado,


la territorialidad era más homogénea. Todas las luchas políticas pisaban un
mismo suelo, aun cuando hubiese importantes diferencias de terreno. El Estado
era garante de una meta-operación de liderazgo que era la Nación. Y la
construcción política partía de ese suelo firme. Las diferencias y la diversidad
eran puestas en suspenso por la identidad nacional. La tendencia social
predominante era la cohesión. El lazo social y la operación de liderazgo no eran
percibidos como frutos de un trabajo y un esfuerzo, sino que aparecían como
“naturales”.

En tiempos de fragmentación, por el contrario, ya no es posible presuponer esa


homogeneidad. Hoy espacios en los que se juega la construcción política son
heterogéneos de raíz; no hay ya una base común garantizada. Lo común no
tiene ya la fuerza para poner en suspenso lo diverso, pero tampoco es
inalcanzable. Lo común se construye hoy en la diversidad. Es decir, lo diverso
permanece a la vista y en permanente riesgo de fractura. Podría decirse que
siempre fue así, pero que en una época de fuerte estatalidad no era visible. Lo
mismo sucede con la operación de liderazgo: hoy en día pierde la pretendida
“naturalidad” que aparentemente poseía y es percibida como un esfuerzo.

6. En situación de fragmentación la política es confinada cada vez más a


espacios reducidos y problemáticos. En este sentido, el desprestigio de la
política tiene como contracara su desplazamiento de espacios que le eran
propios y la ocupación de dichos espacios por otras prácticas que ya no poseen
el potencial de producción de lazo social que tenía aquella. Con relación al
liderazgo y al intento de construcción de lo común puede nombrarse el ejemplo
20 / 3
del lobby que logra influir en las decisiones políticas respecto de cuestiones
particulares, pero en ningún caso produce lazo social. Es mero ejercicio del
poder. Contrariamente, ligado a la operación de liderazgo es posible identificar
al poder político que articula el poder con la construcción de lo común. Otro
caso, por ejemplo, es la idea de que un proyecto político puede surgir
espontáneamente del encuentro azaroso de personas con algunos rasgos y
objetivos en común. Frente a esta idea, el liderazgo opone la decisión y la
acción creadora como artífices de todo proyecto específicamente político. Otros
ejemplos podrían ser: la aterritorialidad, el determinismo y la mediatización.

7. En nuestro presente de fragmentación, la operación de liderazgo ha perdido


el respaldo institucional que poseía en tiempos del Estado de bienestar, y debe
ser hoy sostenida y recreada permanentemente. En fragmentación el liderazgo
es, entonces, un ejercicio permanente. La construcción de lo común no tiene ya
un garante institucional fuerte y requiere entonces una lectura permanente de
las condiciones y del territorio, una continuo desarrollo de nuevas estrategias y
una constante puesta en acto de la imaginación política. Todo esto constituye
las dos dimensiones fundamentales del liderazgo. Por un lado, la dimensión
propiamente política referida al aspecto agonal propio de la construcción de un
proyecto y, por otro, la dimensión ético-política referida a la necesidad de un
constante ejercicio del pensamiento con vistas al cuidado del proyecto.

21 / 3
Conducción política.2
Guillermo Justo Chaves

INTRODUCCION. CONCEPTO.
En la estructura del poder, cualquiera sea ella, adquiere singular importancia la
presencia de algunos seres humanos cuya actividad como conductores
determina en alta dosis el comportamiento de la sociedad.

El liderazgo político3 caracterizado por el poder, status, visión, integridad,


inteligencia, es clave en las democracias y fue vituperado por los tecnócratas y
los fundamentalistas de la racionalidad económica y del mercado.

El sostenido ataque de la ortodoxia neoliberal hacia el Estado y la política


intentó desvirtuar la trascendencia de la conducción política en el arte de
gobernar, jerarquizando aspectos técnico-económicos en detrimento de las
múltiples facetas que presenta la vida humana en comunidad y que el líder
político virtuoso se halla en condiciones de integrar.

Por ello es que es imprescindible recuperar la noción de conducción política y


colocarla en el lugar que le corresponde en la esfera de la política y mas
precisamente del arte de gobernar.

En definitiva la conducción política consiste en tener una visión actual del


entorno y del futuro; la autoridad moral para lograr el compromiso participativo
de la sociedad; la preparación necesaria para enfrentar la realidad. La
conducción como función política integradora y equilibrante de las fuerzas
sociales, detentando capacidad de maniobra y negociación.

2 “Se ha llegado a discutir muchas veces si la conducción es un arte o una ciencia. Asunto difícil de establecer en
forma categórica, porque en ella uno utiliza todos los conocimientos, sean éstos de la ciencia o de la vida, que es la
mas grande de todas las ciencias, para un conductor. Sin embargo, es indudable que la conducción es un arte; es
puramente un arte, y utiliza como las demás artes, parte de la ciencia. Si en lugar de arte fuese ciencia, ya existiría
alguna fórmula para crear una obra de arte como la de Napoleón, como la de Alejandro o la de César. Creo que no
existe una ciencia que capacite al hombre para este trabajo. La ciencia, en general difiere del arte y se rige por leyes,
las cuales establecen que a los mismos efectos, corresponden las mismas causas. El arte, en cambio, es una cosa
distinta; no tiene reglas fijas ni leyes, sino que se rige por principios que se enuncian en una misma forma pero que
se aplican de diferentes modos y maneras. Vale decir que nada nos da la posesión del arte, de un principio como
cierto, sino mediante la transformación que el criterio y la capacidad del conductor hace en su aplicación en cada
caso concreto; porque las mismas causas en la conducción no producen los mismos efectos.” Perón, Juan Domingo,
Conducción Política, Ed. CS, Buenos Aires, 1998, p.189.

3 “...Construcción de acuerdos, armado de redes, ejercicio de poder no jurisdiccional, construcción de instituciones y


flexibilidad, son cinco habilidades clave para un mundo interdependiente...” Gardner, John W., El Liderazgo, Ed.
Grupo Editor Latinoanericano, Buenos Aires, 1991, p.152.

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El conductor político debe seguir el objetivo fundamental del Estado soberano
consistente en defender los intereses de la comunidad de la cual es
instrumento, ya sea en el ámbito político, el económico y el cultural. Debe tener
la capacidad para cumplir con una función integradora de los muchas veces
intereses contrapuestos de una sociedad; una actitud previsora ante el
escenario de oportunidades y amenazas, siendo consciente del poder real con
que cuenta. Asimismo contar con el talento de poder “ver mas allá”, de manera
de saber “crear el futuro”4

No es sencillo, pero debe ser un modelo de conducta a emular,5 inspirador de


confianza y sobre todo de credibilidad.

La democracia se debilita y pierde gobernabilidad cuando la ciudadanía llega a


la convicción de que ni el interés general ni sus intereses, aspiraciones y valores
están protegidos por el sistema político y el régimen de gobierno.6

La gobernabilidad requiere de liderazgos transformacionales, se trata de una


parte vital para el cambio institucional, en sociedades como las actuales donde
los nuevos escenarios exigen líderes que orienten el proceso de aprendizaje
colectivo.

Juan Domingo Perón, sostenía que “la habilidad del conductor está en percibir
el problema, en captar cada uno de sus factores en su verdadero valor, sin
equivocar ninguno de los coeficientes que, con distinta importancia, escalonan
las formas principales y secundarias de los hechos. Captado el problema en su
conjunto, elaborado por el propio criterio y resuelto con espíritu objetivo y real el
hecho se penetra; el análisis lo descompone, la síntesis lo arma y el método lo
desarrolla. Eso es todo cuanto se puede decir de la operación que,
naturalmente, se produce en la personalidad del conductor. Es algo tan
extraordinario como lo que sucede con los organismos fisiológicos que,
ingiriendo distintas sustancias, producen reacciones y efectos similares”.7

4 N. del A.: Tal como decía G. F. Hegel en su Filosofía de la Historia.

5“Si el conductor debe ser también maestro, debe enseñar; y debe enseñar por el mejor camino, que es el del
ejemplo...”, Perón, Juan Domingo, op.cit., p.214.

6 “...Así es como, lo mas importante, motorizador de la sociedad y su desarrollo se ha perdido: la confianza entre
gobernantes y gobernados. El capital moral. Ella –la confianza- es la esperanza firme que se tiene en una persona,
un proyecto o un partido político. Cuando alguien la pierde deja de ser “creíble”, “fiable” y así es como se desmorona
la legitimidad de un gobierno. Sin credibilidad no hay confianza, no hay legitimidad y tambalea peligrosamente la
“gobernabilidad”. Además, sin credibilidad no hay liderazgo ni conducción política...”, ver Chaves, Guillermo Justo,
“Credibilidad, el verdadero poder”, en Diario EL DIA de La Plata del viernes 7 de junio de 2002, p.4.

7 Perón, Juan Domingo, op.cit., p.190.

23 / 3
Por ello, hoy en lo que denominamos “el arte de gobernar”, la conducción
política asume un protagonismo del cual en algún momento se la había
desplazado, fundamentalmente en los noventa a partir de las “mágicas recetas”
del Washington consensus.

ELEMENTOS.
Hemos pasado por numerosos autores antes de arribar al conocido texto de
Juan Domingo Perón “Conducción Política”, en él su autor hace una distinción
de tres elementos (en tanto sujetos) de la conducción política:

1- El Conductor.
2- Los cuadros auxiliares de la conducción.
3- El pueblo o “la masa” y su organización.

También hace una distinción de elementos (en tanto aspecto espiritual,


intelectual y material):

1- Doctrina.
2- Teoría.
3- Formas de ejecución (preparación, publicidad, propaganda,
medios de acción, ejecución estratégica y táctica, agentes de
ejecución, la lucha política).

Estos tres elementos deben actuar en forma interdependiente, la doctrina como


“concepción de la vida” o “del mundo”, la teoría como esa doctrina que se
conoce y explica y las forma de ejecución es como llevar a la acción lo anterior.
La complementación de estos factores permite lograr lo que Perón llamaba
“unidad de concepción y de acción”, es decir en la doctrina y la teoría “unidad de
concepción” y “unidad de acción en la ejecución”.

CARACTERES.
Perón habla de las características de la conducción política moderna,
remarcando que depende de las circunstancias de tiempo y lugar, de la misma
manera que hay una evolución en las artes y en las ciencias, también ocurre
con esta disciplina.

Ese encuadramiento en las condiciones de tiempo y lugar hacen que pensemos


la conducción política en el contexto del siglo XXI -por ejemplo-, y teniendo en
cuenta que no son los mismo “los argentinos que los suecos, noruegos o
lapones”8

EL CONDUCTOR.
Hemos definido las capacidades del líder o del conductor, el perfil que se traza
en la obra que estamos analizando lo tratamos mas arriba, pero para agregar
8 Perón, Juan D., op.cit. p.57.

24 / 3
algo mas a esta cuestión resulta de utilidad la caracterización que hace
Napoleón del genio del conductor y dice: “representando los calores morales por
las coordenadas verticales y los valores intelectuales por la base, el genio es
aquel que tiene una base igual a su coordenada”, es decir que tiene repartido
armoniosamente sus valores morales y sus valores intelectuales, o sea que es
capaz de concebir el bien y de ejecutarlo.

Sin embargo, a decir de Perón (a la que agrega condiciones partidarias), los


valores morales están por sobre los intelectuales. Estos serían entre otros la
capacidad, el criterio, el método, la creatividad, entre otros. Y los espirituales
serían el optimismo, la fuerza de voluntad para las grandes acciones, la decisión
o el deber de vencer, el carácter, la energía y la tenacidad. El espíritu de
sacrificio y el sentido innato de la justicia. Por supuesto, la visión de conjunto.

VISION DE CONJUNTO.
La visión de conjunto es sin duda una cualidad fundamental del conductor, pero
su tratamiento individual tiene sentido porque es un aspecto que coinciden
unánimemente los autores y se vincula con el liderazgo estratégico, es ni mas ni
menos que esa mirada panorámica que hace que el conductor vea mas allá,
abarcando todas la partes de la realidad política.

ESTRATEGIA Y TACTICA.
En el capítulo III hace referencia al método de la conducción diciendo “siendo la
conducción todo un sistema de acción, es indispensable recurrir a un método,
que le da racionalidad”.

En ese marco hace referencia a dos tipos de acciones, la acción estratégica y


la táctica. La conducción estratégica es la conducción total, busca dominar a los
adversarios de conjunto, y con una visión total ordena el rumbo. La conducción
táctica es la de las partes y prepara el éxito de la estratégica.

Es como mirar con un lente panorámico o mirar con un lente de concentración.


Así también hay conductores tácticos y estratégicos. Ambos son necesarios.
Dentro del esquema anterior el conductor sería el estratégico y los cuadros
auxiliares los tácticos.

La conducción estratégica da grandes directivas pues deben ser llevadas


adelante en distintos lugares, circunstancias y tiempos.

La conducción táctica se dirige directamente por disposiciones, por “órdenes”


específicas.

No queda mucho para decir sólo que el éxito se mide por los resultados y la
conclusión es que si la conducción es buena, resulta; si es mala fracasa.

25 / 3
CONDUCCION POLITICA, PRESIDENCIALISMO Y FORTALECIMIENTO
INSTITUCIONAL.
Como último aspecto a analizar es la vinculación entre estos tres grandes temas
en la realidad argentina y latinoamericana.

El presidencialismo “es el régimen político por el cual el Jefe del Estado es el


Presidente, resulta electo popularmente, no puede ser despedido del cargo por
votación del pueblo durante su período y encabeza el gobierno, que además,
designa”.9

En la actualidad en América Latina tenemos concentrada la mayoría de los


sistemas presidenciales puros.

Pero las contradicciones que impiden determinar el verdadero papel del


presidente de la Nación en el sistema político emanan de la doble tradición
(republicana y monárquica) que se presenta –por ejemplo- en la historia
argentina.10

Los que critican al presidencialismo hablan de un doble peligro. Si el mandatario


es exitoso tiende a avanzar sobre los demás poderes. Si, en cambio, fracasa en
su gestión, las exageradas expectativas en sus atribuciones generan una
frustración colectiva y una crisis institucional.
Una solución propuesta desde mediados de la década de 1980 es la del
reemplazo del presidencialismo por un régimen parlamentario. Pensamos que
difícilmente la sociedad argentina se preste a un ensayo institucional de
semejante naturaleza y, por lo tanto, tenemos que avanzar en fortalecer el
modelo de un presidente ciudadano con gran capacidad de gestión pero que
coexista con un Congreso fuerte.

9 Sartori, Giovanni. Ingeniería Constitucional comparada, Ed. FCE, México (1994), cuarta reimpresión, 2000, p.99.

10“...Si consideramos que la primera autoridad política directa se remonta a 1536 encontramos que, hasta estos días,
nuestro territorio conoció 274 años de gobierno absoluto, 193 de gobierno republicano y, dentro de éstos, 43 del
período de organización nacional, 127 de gobierno constitucional y 23 de dictaduras militares.

Por un lado, el presidente es heredero de la tradición republicana del ciudadano presidente, cuya persona no se
identifica con el cargo que ejerce. Durante los primeros tiempos de nuestra vida nacional éste fue el pensamiento
prevaleciente. En el primer gobierno patrio se estableció que “ni el presidente, ni algún otro individuo de la Junta en
particular, revestirán carácter público, ni tendrán comitiva, escolta o aparato que los distinga de los demás
ciudadanos”. También que “en las diversiones públicas, los individuos de la Junta comprarán entrada como cualquier
ciudadano...”, Frossasco, Diego Luis, Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Córdoba, “La
institución presidencial”, en diario La Voz del Interior, del Jueves 16 de agosto de 2001,Córdoba, Argentina, p.6.

26 / 3
Es necesario, por lo tanto, cambiar la óptica de enfoque del “problema” del
presidencialismo. Hasta el año 2001, la preocupación fue la concentración de
facultades en el presidente, alterando el principio de equilibrio de los poderes.

Pero el problema en la Argentina de la crisis fue la debilidad estatal y la


consecuente debilidad del máximo responsable de la marcha del país. Por lo
tanto hay que apuntar a fortalecer el presidencialismo, no en detrimento de los
otros poderes sino en favor de su capacidad de gestión.

En cuestiones de ejercicio del arte de gobernar se separa la política de la


economía, lo social y lo cultural. En el caso latinoamericano debe reconocerse
que las dificultades están relacionadas con el estancamiento económico, las
grandes desigualdades y las herencias socioculturales. Sin embargo otra vez
remarcamos que el único instrumento para resolver los problemas es “la
política”.11

Resulta imprescindible remarcar que la reorientación hacia el eje de la política


(superando paradigmas economicistas) como factor esencial de cambio de la
realidad social, incluyendo la necesidad de una gestión activa por parte del
Estado, nos pone en el sendero del análisis desde la óptica del régimen político
a fin de buscar las soluciones a la problemática en Argentina y la región.
Pero para ello es necesario un elemento fundamental: la CONDUCCION
POLITICA. Aquí hallamos el centro de la cuestión.

Insistimos, el problema es la conducción como función política integradora y


equilibrante de las fuerzas sociales, detentando capacidad de maniobra y
negociación.

Quién está al frente debe conducir con decisión un proceso que apunte a que la
sociedad civil se organice, a fortalecer los partidos políticos como
representantes de la comunidad, las organizaciones sociales y a que la
economía funcione mínimamente sobre valores éticos.
La conducción política implica asumir un firme compromiso de evitar la
corrupción, estimular la participación de la sociedad y crear redes sociales; que
en el complejo social existan valores morales y normas compartidas: una ética,
una moral para el trabajo, la producción, el comercio, la política, la cultura.

Es el conductor el que debe alinear voluntades y objetivos insistiendo con el


sentimiento de comunidad nacional, con pertenencia a valores locales
fundamentales, buscando exaltar los valores individuales y promoviendo el
resurgimiento de los colectivos como el orden social, la responsabilidad familliar,
la moderación, la ayuda mutua y la solidaridad. Todo con el fin último de lograr

11 Sartori, Giovanni. op. cit. p.109.

27 / 3
el desarrollo integral de la sociedad, la reconstrucción de las instituciones y la
"CONFIANZA".

Sin conducción política un país se halla sin rumbo, la carencia deriva en un


vacío de poder que sí o sí termina ocupado por alguien (llámese, mercados
financieros, grupos económicos, etc.).
Entonces, ante un escenario habitual de debilidad partidaria, o muchas veces de
fragmentación parlamentaria, la combinación que garantizará el ejercicio
efectivo del gobierno o la “gobernabilidad” teniendo en cuenta los singulares
factores políticos, sociales, culturales e históricos será: presidencialismo mas
calidad institucional con un fuerte grado de conducción política.

La eficacia de las políticas públicas, la existencia de órganos y actores sociales


comprometidos, el funcionamiento de los canales institucionales para satisfacer
las demandas de participación social y la cultura cívica de la población basada
en la ética, los valores morales y la transparencia, son elementos
trascendentes pero estarán condicionados por la combinación esbozada en el
párrafo anterior.

No es un desafío sencillo ya que la elección del conductor muchas veces


quedará sujeta a imponderables que escapan al marco institucional, pero en
condiciones adecuadas y con el resto de los requisitos exigidos que acompañen
a la conducción política estará garantizada la estabilidad, el camino del
fortalecimiento institucional y se evitarán los escenarios de crisis.

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29 / 3
BARATARIA. Revista Castellano-Manchega
de Ciencias sociales
ISSN: 1575-0825
eduardo.diaz@urjc.es
Asociación Castellano Manchega de
Sociología
España

Jiménez Díaz, José Francisco


ENFOQUE SOCIOLÓGICO PARA EL ESTUDIO DEL LIDERAZGO POLÍTICO
BARATARIA. Revista Castellano-Manchega de Ciencias sociales, núm. 9, 2008, pp. 189-203
Asociación Castellano Manchega de Sociología
Toledo, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=322127619009

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BARATARIA
Revista Castellano-Manchega de Ciencias Sociales
Nº 9, pp. 189-203, 2008, ISSN: 1575-0825

ENFOQUE SOCIOLÓGICO PARA EL ESTUDIO DEL LIDERAZGO


POLÍTICO

SOCIOLOGICAL APPROACH FOR THE STUDY OF POLITICAL


LEADERSHIP

José Francisco Jiménez Díaz


Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
josefco@upo.es

RESUMEN
En este trabajo se desarrolla un enfoque sociológico para el estudio del liderazgo político.
El enfoque sociológico del liderazgo está relacionado con su proceso de construcción
social. Este proceso es analizado mediante los dos conceptos principales del
“constructivismo estructuralista” de Bourdieu: habitus y campo del líder político.
Conceptos que expresan las dimensiones subjetivas y objetivas del fenómeno del liderazgo
y que se manifiestan en tres procesos interrelacionados: la socialización, la
institucionalización y la legitimación de las prácticas políticas del líder.

PALABRAS CLAVE
Líder, habitus, campo político, construcción social.

ABSTRACT
This paper develops a sociological approach to the study of political leadership. The
sociological approach of the leadership is related to the process of social construction. This
process is analyzed by the two main concepts of Bourdieu’s “constructivism structuralist”:
habitus and field of political leader. These concepts express the objective and subjective
dimensions of the phenomenon of leadership. The subjective and objective dimensions are
manifested in three interrelated processes: socialization, institutionalization and
legitimization of the political practices of the leader.

KEYWORDS
Leader, habitus, political field, social construction.

INTRODUCCIÓN

El liderazgo ha sido una preocupación central en la teoría social y política


clásica. Sin embargo, el liderazgo es uno de los fenómenos de la historia humana
“más observados y menos entendidos” (Burns, 1978, citado en Rejai y Phillips,
1997:1). De hecho, después de varios milenios de historia y de los innumerables
190 José Francisco Jiménez Díaz

estudios sobre los líderes y/o dirigentes políticos que la han orientado, aún no
disponemos de una concepción o definición del liderazgo universalmente aceptada.
Además el liderazgo político se caracteriza por ser un campo de estudio
especialmente incómodo, debido a su carácter multidimensional. Como ya
señalaron Bass y Stogdill (1974) en su Handbook of Leadership, existen tantas
definiciones de liderazgo como investigadores han intentado definirlo. Así, la
Enciclopedia internacional de las ciencias sociales admitió que el liderazgo podía
ser estudiado desde tres aspectos diferentes: psicológicos, sociológicos y políticos
(Gibb, Tannenbaum y Seligman, 1979:589-608). Este trabajo se concentra en los
aspectos “sociológicos” del liderazgo.
Gran parte de los sociólogos han visto en el liderazgo el ejercicio del poder
o de influencia en colectividades sociales tales como grupos, organizaciones,
comunidades o naciones. Ese ejercicio del poder está mediatizado por el carisma
personal del líder, concepto escurridizo y de difícil delimitación, aunque
“característica inherente al estudio del liderazgo político cuyo análisis no puede
Práctica obviarse” (Deusdad Ayala 2001:212). En la práctica el poder de los líderes se ha
del poder, 3
funciones:
aplicado a las tres funciones siguientes, muy generales y relacionadas entre sí: fijar
-Fijar fines los fines, metas u objetivos de la colectividad; crear las estructuras necesarias para
para alcanzarlos alcanzar los fines de ésta; y mantener o reforzar esas estructuras. Los estudios
-Crear estructuras

-Mantener dichas sociológicos han dedicado especial atención a la última de estas funciones, en
estructuras.
parte, porque es más susceptible de estudio empírico, especialmente en los
contextos burocráticos que es donde se han realizado muchos de los estudios sobre
liderazgo. El énfasis en la función de mantenimiento del orden social ha llevado a
las teorías del liderazgo a su vertiente más “estática”, por lo menos hasta los años
setenta del siglo XX (Tannenbaum, 1979:597-598). El enfoque aquí propuesto para
Énfasis
Construcción social
el estudio del liderazgo considera las tres funciones apuntadas anteriormente,
del líder, como haciendo énfasis en un proceso “dinámico” de construcción social del líder.
proceso dinámico.
Si atendemos a las ideas que sobre el liderazgo político se han ofrecido a lo
largo de la historia, se pueden distinguir tres enfoques principales (Rejai y Phillips,
1997:1-2). El primer enfoque coincide con los escritos de los grandes pensadores
clásicos que se aproximan al estudio del liderazgo en términos del “Gran hombre”
Visión subjetivista y sus rasgos distintivos. En este grupo están las siguientes caracterizaciones
del liderazgo
originales del líder: Platón y el Rey filósofo, Nicolás Maquiavelo y el Príncipe,
Thomas Carlyle y el Héroe, Nietzsche y el Superhombre. A este grupo de estudios,
en tanto que realzan las dimensiones subjetivas-personales del líder, se le llamará
“visión subjetivista del liderazgo”. Un segundo enfoque ha estado representado por
grandes pensadores de la historia moderna y contemporánea, quienes acentúan el
papel de las situaciones y contextos sociales en la formación de los líderes. En este
Visión objetivista grupo hallamos una múltiple relación de pensadores. Por ejemplo: Adam Smith y
del liderazgo
la mano invisible, Herbert Spencer y el Darwinismo social, Carlos Marx y la lucha
de clases. A este conjunto de estudios, en tanto que destacan las condiciones
objetivas-impersonales en las que se producen los líderes, los denominaremos

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Enfoque sociológico para el estudio del liderazgo político 191

“visión objetivista del liderazgo”. Otro tercer grupo de investigadores intentan


conciliar los dos enfoques anteriores, pues sólo en apariencia se presentan
irreconciliables. Desde principios del siglo XX, una serie de estudiosos apuntan la
necesidad de crear un ajuste entre el “hombre” y la “hora”, parafraseando a
William James. Un estudio que fusionó las dos escuelas tradicionales fue realizado
por Stogdill (1974). Desde que se publicara el trabajo de Stogdill, todos los
estudios sobre el liderazgo han reconocido la interacción de las características
personales y de las situaciones sociales. De este modo, se ha desarrollado una
Teoría de la
interacción teoría de la interacción, destacando la “dinámica” entre el líder, los seguidores, la
situación y los objetivos implicados. Hollander (1978) desarrolló una teoría Teoría
transaccio-
transaccional, la cual combina la aproximación situacional con un componente de nal
intercambio social centrado en las influencias recíprocas entre el líder y los
seguidores.
Uno de los más influyentes investigadores sobre liderazgo en las últimas
décadas destaca varios aspectos de este fenómeno multidimensional y, por tanto,
complejo. Burns (1978), en primer lugar, reconoce que el liderazgo es “disensión”, Liderazgo=
Disensión
ya que está basado en el conflicto y en el poder sobre la asignación autoritaria de
valores para una sociedad. En segundo lugar, el liderazgo es “colectivo” ya que Liderazgo=
colectivo
está envuelto en la interacción entre líder-seguidores. En tercer lugar, el liderazgo
es “resuelto” y “determinado”, en el sentido de que lleva a la creación de ideas, Liderazgo=
resuelto
movimientos, instituciones, naciones. En cuarto lugar, el liderazgo adquiere dos determinado
Liderazgo, 2 formas: formas diferentes dependiendo de los “objetivos” implicados. Por una parte, el
-Transacción o ne- liderazgo de transacción o negociación consiste en el intercambio entre líder y
gociación.
-Transformador seguidores para aproximar necesidades recíprocas y deseos (intercambio de
trabajos por votos); este tipo de liderazgo persigue valores como la sinceridad,
honestidad y la responsabilidad. Por otra parte, el liderazgo transformador, además
de intercambiar necesidades mutuas, elimina y sacrifica seguidores si llega el caso,
ya que es moralmente elevado y persigue valores como la libertad, la igualdad y la
justicia (Burns, 1978). Considerando críticamente esta perspectiva, Tucker (1981)
ha equiparado la acción política con el liderazgo, instando a que cualquier
aproximación al mismo debe ser neutral en términos de valores con objeto de que
nos permita estudiar líderes tan inquietantes como Stalin y Hitler. Realzando la
importancia que este enfoque y sus desarrollos recientes han otorgado a la
combinación de las características personales del líder con los escenarios sociales Enfoque
integrador
en que realiza sus prácticas, lo denominaremos enfoque “integrador” del liderazgo. del
liderazgo
En este sentido, aquí proponemos un análisis integrador sobre el liderazgo político
inspirado en la perspectiva del constructivismo estructuralista de Pierre Bourdieu.
El texto se enmarca en el enfoque integrador del liderazgo, desde la perspectiva estructuralista
de Pierre Bourdieu.

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192 José Francisco Jiménez Díaz

ENFOQUE SOCIOLÓGICO DEL LIDERAZGO: CONSTRUCTIVISMO


ESTRUCTURALISTA

Como recientemente han reconocido diversos especialistas en el


pensamiento de Pierre Bourdieu, casi nunca se le ha interpretado como a un
sociólogo político. Sin embargo, su obra y buena parte de su actividad intelectual
representan un “intento continuo y de enfoques múltiples por configurar una
ciencia de las condiciones sociales que hacen posible la democracia -definida ésta
en un sentido amplio como el estado social que permitiera a todo el mundo tener
tanto la inclinación como la capacidad de acceder a los asuntos públicos- y detectar
las dificultades y las posibilidades históricas de las luchas orientadas a propiciar su
avance en los distintos ámbitos de nuestra vida” (Wacquant, 2005:23). Además, la
sociología de Pierre Bourdieu es desde sus comienzos una sociología política en el
sentido de que se ha desarrollado en estrecha relación con las grandes preguntas
políticas que han sacudido a la sociedad francesa desde 1950: en primer lugar la
Guerra de Argelia; después durante el gaullismo, la falsa democratización cultural;
la crisis del sistema educativo como agente que contribuye a la reproducción social
de la desigualdad; y posteriormente el cierre del mundo político seguido de los
efectos de la política neoliberal de abandono del Estado (Champagne, 2005). De
este modo, la producción intelectual de Bourdieu no ha pasado inadvertida en la
sociedad francesa. Es más, su influencia ha sido más que notable en la sociología
europea y norteamericana, como demuestran diversos intérpretes de su obra
(Alonso, Martín Criado y Moreno Pestaña, 2004; Accardo y Corcuff, 1986;
Tarea de la
Corcuff, 1998; Gutiérrez, 2002; Wacquant 2005).
Sociología La tarea de la sociología, de acuerdo con Bourdieu, consiste en la
según
Bourdieu comprensión científica, teórica y empírica, del sistema de poder y sus estrechas
vinculaciones con las estructuras culturales (Oltra et al., 2004:513). Para llevar a
cabo dicha tarea, Bourdieu desarrolla una perspectiva analítica denominada por él
Perspectiva mismo como “constructivismo estructuralista” o “estructuralismo constructivista”.
analítica -
Constructivismo Una perspectiva centrada en aprehender las diferentes prácticas sociales mediante
estructuralista o
estructuralismo
la relación dialéctica entre las estructuras y los agentes, entre las relaciones
constructivista objetivas (campo) y los fenómenos subjetivos o cognitivos (habitus). Cuando dice
“estructuralista”, el pensador francés, se refiere a “que existen en el mundo social Estructuralista
por?
mismo, y no solamente en los sistemas simbólicos, lenguaje, mito, etc., estructuras
objetivas, independientes de la conciencia y de la voluntad de los agentes, que son Estructuras
objetivas por?
capaces de orientar o de coaccionar sus prácticas o sus representaciones”
Constructivismo (Bourdieu, 1988:128). Al decir “constructivismo”, Bourdieu considera que “hay
Génesis social
Habitus
una génesis social de una parte de los esquemas de percepción, de pensamiento y
de acción que son constitutivos de lo que llamó habitus, y por otra parte
estructuras, y en particular de lo que llamó campo y grupos, especialmente de lo
que se llama generalmente las clases sociales” (Bourdieu, 1988:128). Con esta
perspectiva analítica el autor francés pretende disolver el dualismo convencional de

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Enfoque sociológico para el estudio del liderazgo político 193

Deja de lado el la estructura y de la agencia que ha caracterizado la producción intelectual de las


determinismo
estructural, ciencias sociales desde sus orígenes hasta mediados del siglo XX. Para liberarse
pasando al
ENFOQUE del determinismo estructural acude al enfoque fenomenológico y a la “intención”,
FENOMENOLÓGI-
CO y a la intención
tratando de conciliar lo que la realidad social tiene de objetivo con lo que tiene de
subjetivo (Castón Boyer, 1996:78). Cuando se habla de objetividad y de Objetividad subjetividad
y

subjetividad se está hablando de una misma realidad, porque en el orden humano una mismapresentes en

existen al unísono “interiorización de la exterioridad y exteriorización de la realidad


interioridad”.
La dicotomía de las perspectivas objetivista y subjetivista presentes en los
estudios clásicos sobre liderazgo político, ha constituido el obstáculo principal para
la construcción de una teoría adecuada del liderazgo. Con el objetivo de resolver Teoría social
de Bourdieu
este problema, la teoría social de Bourdieu “tiene en cuenta la determinación de las dicotomia
p/superar

estructuras objetivas y el proceso de construcción social que establecen los actores”


(Ayerdi, 1994:275). Como reconoce Wacquant (2005:162), el toque distintivo de
esta empresa es que “no se limita a los enunciados teóricos abstractos sobre el
‘vínculo entre la cultura y el poder’, sino que establece y lleva a cabo un programa
detallado de investigación o, para ser más precisos, de ‘construcción de objetos’”.
Aplicado a nuestro estudio, ello implica el análisis del “liderazgo político” en tanto Liderazgo
político
que realidad “social” sometida a un “doble” proceso de construcción social (Berger como realidad
y Luckmann, 1997). Por un lado, el líder político como “objeto social” que social sometida a un
construyen los distintos investigadores, especialmente los politólogos, en DOBLE
PROCESO
participación conjunta y mediante diversas luchas sociales en las que están de constucción
implicados dichos investigadores 1 . Por otro lado, el liderazgo, en tanto que realidad
social:

Lider como
sometida a un proceso de construcción social, se caracteriza por ser relacional e OBJETO
interactivo, más que estrictamente “personal”, sobre todo en lo referente a la SOCIAL y
relación del líder con sus seguidores reales y potenciales 2 , así como con otros como construcción
agentes del campo político y del campo de poder en los que el líder intenta relacional interactiva
e

capitalizar sus intervenciones mediante las diferentes especies de capital en juego.


Veamos.

EL LIDERAZGO EN EL MARCO ANALÍTICO DEL HABITUS Y DEL


CAMPO

El marco analítico del constructivismo estructuralista aporta un conjunto de


ideas y categorías de observación apropiadas para una mejor compresión del
liderazgo político. Dicho marco contribuye a un estudio detallado de los líderes y
su entorno social. En este sentido, consideramos muy relevante la elaboración de
técnica: relatos de
relatos de vida o relatos biográficos 3 del líder político, como una técnica de
vida o relatos biográ-
ficos.
investigación clave para indagar en el habitus del mismo, así como en las
estructuras sociales en las que se encuentra inmerso y la configuración concreta del
campo “político” que posibilita su acción como líder. A continuación exponemos
de forma resumida los conceptos de habitus y campo, aplicados al estudio del

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liderazgo político. Como se ha referido, ambos conceptos son indispensables si


pretendemos reconstruir una teoría y una investigación sobre liderazgo político
basada en los planteamientos de Bourdieu.
Habitus El habitus del líder político consiste en las estructuras sociales de su
del subjetividad, la interiorización de las estructuras sociales y de las instituciones por
Lider el líder. El líder representa la historia de un grupo de personas o asociación, sea en
político sentido territorial (Estado, región o municipio), sea en sentido funcional (partido,
sindicato u organización socio-política). Comprendido desde el habitus, el líder es
parte de la historia de una institución o sociedad hecha cuerpo, interiorizada, a
través de su voz, gestos, movimientos corporales, discursos, prácticas políticas,
formas de sentir, formas de percibir la realidad y modos de valorar la misma. La
persona que llega a ser líder es el encargado, en tanto que es reconocido por otros
agentes sociales por una especie de “misterio” 4 , de representar las voluntades
particulares.
El habitus se puede comprender de forma análoga al concepto de
socialización primaria (infancia) y secundaria del líder (vida adulta). Asimismo, el
habitus del líder está vinculado al fenómeno de la resocialización del líder;
cambios profundos producidos en la socialización del líder, por ejemplo, entrada en
una nueva institución, confesión religiosa, partido político, sindicato, institución
educativa, universidad, etc. La socialización es un proceso constante e inacabado
en la vida: empieza cuando nace el líder y sólo acaba al morir éste. Por ello
insistimos en la importancia de recabar el relato de vida del líder como técnica de
investigación necesaria para el análisis de su habitus 5 . Respecto a los procesos de
socialización y resocialización del líder nos podemos preguntar: ¿terminan estos
procesos al morir el líder? ¿Y el espectro simbólico que deja tras de sí el líder:
lemas, emblemas, banderas, imágenes, edificios, leyes, costumbres, normas,
creencias, etc.? Algunos líderes continúan socializando a sus potenciales
seguidores incluso después de su muerte. He aquí el poder real y simbólico de los
líderes: véase el caso de Lenin en la Unión Soviética (1924-1989). Un ejemplo más
cercano para los españoles es el de Francisco Franco para una parte de los mismos
después de 1975. Franco incorporó y representó el régimen “franquista”, “por la
gracia de Dios”, hasta tal punto que su figura monopolizó el mundo sociopolítico
de los españoles durante su mandato e incluso tras su muerte. Es significativo que
muchos regímenes políticos, sobre todo los de cariz autoritario y totalitario, reciban
el nombre propio de sus líderes incuestionables o dictadores. He aquí la huella
“histórica” que deja el habitus del líder. En ese sentido, se podría decir que la
“sombra” del líder (habitus) es alargada por sus seguidores.
Una definición general de habitus es la siguiente: “sistema de disposiciones
perdurables y transferibles” (Corcuff, 1998:32). Analicemos esta definición, pues
puede aportar luz para una comprensión más profunda del liderazgo político.
Disposiciones: inclinaciones a percibir, sentir, hacer y pensar de una
determinada manera, interiorizadas e incorporadas -hechas cuerpo-, casi siempre de

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Enfoque sociológico para el estudio del liderazgo político 195

forma inconsciente, por cada individuo, dependiendo de las condiciones objetivas


de su existencia y de su trayectoria biográfica y social. El líder y sus seguidores
perciben, piensan y evalúan de una determinada forma la realidad socio-política, en
función de sus condiciones sociales de existencia y de sus trayectorias personales.
Perdurables: aunque estas percepciones pueden modificarse durante las
experiencias, están fuertemente enraizadas y tienden a resistir el cambio, marcando
así una cierta continuidad en la vida personal del líder y sus seguidores. El líder y
sus seguidores construyen una máscara tan sofisticada que intentan perpetuar de
por vida. Muchas veces esa máscara está basada en elementos sobrenaturales (“por
la gracia de dios” en el caso de Franco), que ayudan a prolongar el carisma del
líder.
Transponibles: las disposiciones adquiridas merced a ciertas experiencias
vitales (familiares por ejemplo) tienen efectos sobre otras esferas de la experiencia
del líder (la carrera política profesional) y sus seguidores (formas de apoyar). Este
es un elemento primordial en la unidad de acción y de visión del líder.
La idea de sistema como conjunto de elementos en interacción insiste en el
aspecto relacional del liderazgo, tanto en sentido teórico para comprender el
fenómeno social del liderazgo (perspectiva relacional), como en las prácticas reales
del líder político que depende de las relaciones líder-seguidores, líder-instituciones,
líder-opositores, etc. Por otro lado, la idea de sistema hace referencia a que las
disposiciones tienden a estar unificadas. Según Bourdieu la unidad y la continuidad
de la persona (líder), que suelen ser efecto del habitus, no son normalmente las que
la persona se imagina consciente y retrospectivamente, sino resultado de la ilusión
biográfica (Corcuff, 1998:33). Más bien la unidad y continuidad son en buena
medida inconscientes, reconstruidas por el científico social, en función de la
situación en el ámbito de las clases sociales, de las posiciones institucionales, de
las sucesivas experiencias en diferentes campos y, por tanto, también de la
trayectoria en el mundo social. Una reciente monografía sobre liderazgo que viene
a confirmar estos argumentos es el excelente estudio biográfico del líder político de
la transición española Francisco Fernández Ordóñez (Delgado Fernández y
Sánchez Millas, 2007).
Categorías de A tenor de los argumentos anteriores, las categorías de observación para
observación estudiar el habitus de un líder político serían:
para estudiar
el habitus Primero.-La percepción y conocimiento que el líder adquiere de la realidad
del líder
social (socialización, familia, proceso de escolarización y capacidades
intelectuales),
Segundo.-Evaluación de la realidad que elabora el líder (lenguaje verbal:
discursos políticos, diarios personales, ideología, creencias, valores,
afiliaciones religiosas),
Tercero.-Los sentimientos que expresa el líder (lenguaje verbal: libros, diarios
y notas personales, y lenguaje no verbal: voz, gestos),

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Cuarto.-Adopción de decisiones y fijación de la agenda (acción política en


proyecto: prácticas políticas “presentes”, agenda política del líder),
Quinto.-Las tareas políticas realizadas (carrera política realizada: prácticas
políticas “pasadas”, agendas políticas del líder),
Sexto.-Búsqueda de recursos y apoyos (redes de apoyo: redes sociales del líder
en el espacio social, formas de apoyar al líder por sus seguidores).

Por otro lado, el campo político constituye el momento de expresión de la


Campo
político interioridad o subjetividad del líder y sus seguidores. En este momento el líder y
sus seguidores manifiestan la historia -sus historias- en el campo político. El campo
político es la historia del líder y sus seguidores convertida en cosas (instituciones),
mediante el capital político, económico, cultural y simbólico que pone en juego el
líder dentro de las instituciones que dirige (asociaciones, partido, Estado). El
campo político es una esfera de la vida social que ha ido adquiriendo autonomía
relativa a lo largo de la historia en torno a las relaciones sociales, intereses y
recursos propios, diferentes de otros campos. El concepto de campo nos recuerda el
modo en que Bourdieu concibe las instituciones no como sustancias, sino de
manera relacional, esto es, como configuraciones de relaciones entre agentes
individuales y colectivos. Los campos son espacios de juego históricamente
constituidos con sus instituciones específicas y sus leyes de funcionamiento propias
(Bourdieu citado en Gutiérrez, 2002:31). Las personas no se mueven por las
mismas razones en el campo político, económico, artístico, universitario,
periodístico, etc. Cada campo es al mismo tiempo un “campo de fuerzas”-
caracterizado por una distribución desigual de los recursos y por una correlación de
fuerzas entre los dominantes y los dominados- y un “campo de luchas” -en el que
los agentes sociales se enfrentan para conservar o para transformar esta correlación
de fuerzas. En esas luchas puede estar en juego la propia definición del campo y su
delimitación. Además, cada campo se caracteriza por relaciones de competencia
entre sus agentes, por eso Bourdieu habla de “mercado”. Sin embargo, la
participación en el juego implica un mínimo de acuerdo sobre la existencia del
campo.
Cada campo se caracteriza por mecanismos específicos de capitalización
de sus recursos “legítimos”. De acuerdo con Bourdieu, no hay una sola clase de
capital tal como apreciara Marx (el capital económico), sino una multiplicidad de
capitales (cultural, político, simbólico, etc.). Por lo que no existe una
representación unidimensional del espacio social, sino una representación
pluridimensional, estando compuesto el espacio social por diversos campos
autónomos, cada uno de los cuales define modos de dominación específicos. De
esta manera, no nos hallamos ante un “capitalismo”, caracterizado por una forma
determinante de dominación (la explotación económica), sino ante capitalizaciones
y dominaciones diversas: relaciones asimétricas entre individuos y grupos, algunas
de las cuales atraviesan diferentes campos (Corcuff, 1998: 34). Al mismo tiempo,

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Enfoque sociológico para el estudio del liderazgo político 197

estos modos de capitalización son autónomos, a veces compitiendo entre sí. Por
ejemplo: el conflicto entre quienes detentan el capital cultural y los que poseen el
capital político, intelectuales contra políticos, o viceversa. Otras veces los modos
de capitalización se vinculan y se tornan acumulativos, aliándose los que detentan
el capital económico y los que aspiran a obtener capital político. Por ejemplo, las
alianzas entre los hombres de negocios y los políticos, orientando los primeros
como han de actuar los segundos, o viceversa. Esto se puede ver claramente en la
influencia y presión que ejercen los lobbies norteamericanos sobre la legislación y
las políticas federales proyectadas por el Presidente de los Estados Unidos. O
incluso más visiblemente el hombre de negocios que gana la presidencia de un
gobierno (piénsese en Silvio Berlusconi, Italia) y acaba su mandato no sólo siendo
más rico sino más poderoso, y mientras tanto otros agentes políticos han sido
excluidos de la obtención de gran parte de los capitales legítimos en juego.
Lo que Bourdieu denomina “campo de poder” es un lugar donde entran en
relación varios campos y capitales: es ahí donde se enfrentan, o se alían, los
dominantes de diferentes campos. El campo de poder es un campo de luchas por el
poder entre los que detentan distintos poderes. El concepto bourdesiano de campo
de poder puede abrir nuevos horizontes en los estudios del liderazgo político, en la
medida que el fenómeno del liderazgo político trasciende el propio campo político
y enlaza con el campo cultural, campo económico, campo periodístico, etc. Es más,
se puede apreciar como los líderes políticos del ámbito estatal acumulan gran
capital cultural, en forma de títulos oficiales adquiridos en prestigiosas
universidades públicas o centros educativos privados, poseen puestos públicos de
trabajo como funcionarios en excedencia debido a que son titulares de una plaza
obtenida en una oposición y, asimismo, acumulan el reconocimiento a las labores
ejercidas durante su anterior carrera política como representantes locales,
regionales o nacionales de su partido. Por esto, el campo político no es autónomo
en el sentido que lo pueda ser el campo artístico o el campo intelectual respecto de
otros campos. Más bien, el político es un campo que está vinculado a otros campos
y capitales (cultural, administrativo, económico, periodístico), con los cuales
establece una lógica de alianza o enfrentamiento y, de este modo, el líder político
puede acumular o perder capitales de diversos campos y disfrutar de mayor o
menor reconocimiento entre sus seguidores. De acuerdo con este razonamiento, el
líder político gozaría de un gran volumen de capital “simbólico”, en la medida que
le sean reconocidos capitales acumulados anteriormente en distintos campos.
Considerando los anteriores argumentos las categorías de observación del
campo político, vendrían dadas por las leyes generales de los campos sociales, las
leyes específicas del campo “político” (véase ley 2) y el capital e intereses puestos
en juego. De acuerdo con la interpretación de Gutiérrez (2002:31), las leyes
generales de los campos sociales son leyes de funcionamiento invariable, válidas
para campos tan diferentes como puedan serlo el campo económico, el político, el
campo científico, el campo de la religión, etc. Dichas leyes generales son:

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En su aprensión sincrónica, los campos sociales se presentan como


“sistemas de posiciones y de relaciones entre posiciones”. Esto es, el líder
poseerá poder en relación con otros agentes: seguidores, competidores,
opositores.
Un campo social se define, entre otras cosas, definiendo “lo que está en
juego y los intereses específicos del mismo”. Cada campo engendra el interés
que le es propio, que es la condición de su funcionamiento. En el caso del
campo político lo que está en juego es el hecho de conseguir el poder político,
el poder ejecutivo, la acción de gobierno local, regional o estatal. Dicha acción
de gobierno, normalmente es dirigida por una persona (líder), junto con la
ayuda de otras (asesores, concejales, consejeros, ministros), con el
consentimiento de un grupo de seguidores (votantes, militantes, simpatizantes),
la oposición y la pugna de un grupo de personas en desacuerdo explícito o
implícito con la acción política del líder y su partido (opositores, competidores)
y, todo ello ubicado en un determinado escenario socio-histórico.
La estructura de un campo es un estado de la distribución, en un
momento dado del tiempo, del “capital específico” que está allí en juego. Se
trata de un capital que ha sido acumulado en el curso de las luchas anteriores y
que orienta las estrategias de los agentes comprometidos en el campo.
La estructura de un campo es un estado de las “relaciones de fuerza”
entre los agentes o las instituciones comprometidos en el juego. Así, la
estructura de un campo puede identificarse como un “campo de fuerzas”.
Un campo constituye un “espacio de luchas” destinadas a “conservar o
a transformar dichas relaciones de fuerza”. Es decir, es la propia estructura del
campo, en cuanto sistema de diferencias, lo que está permanentemente en
juego.
El campo social como campo de luchas no debe hacernos olvidar que
los “agentes comprometidos” en las mismas tienen en “común” cierto número
de “intereses fundamentales”. El campo como complicidad básica acerca de lo
que merece ser objeto de lucha, juego, apuestas y compromisos.
Al hablar de “luchas permanentes, de acumulación de capital, de estado
de relaciones de fuerza”, etc., estamos considerando a los campos en su aspecto
“dinámico e histórico”.
Asimismo, también se “definen y redefinen históricamente los límites
de cada campo y sus relaciones con los demás campos”. Ello conlleva una
redefinición permanente de la autonomía “relativa” de cada uno de los campos.
La autonomía del campo político es muy contingente, debido a que este campo
está directamente relacionado con la definición del “campo del poder”.
Efectivamente, en el campo del poder están en juego, mediante
relaciones de fuerza y luchas sociales entre los diferentes agentes, la
distribución relativa y la cantidad global del capital cultural, capital
económico, capital político y el capital simbólico que puedan poseer dichos

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Enfoque sociológico para el estudio del liderazgo político 199

agentes. Es decir, las clases dominantes luchan por estos cuatro tipos de
capitales y dependiendo de la cantidad de cada especie de capital y de su
distribución relativa en el espacio social (volumen y estructura de capital),
tendremos diferentes grupos de la clase dominante. El grupo de los
intelectuales detentan gran volumen de capital cultural; poseen innumerables
títulos escolares, conocimientos especializados en ciencias o artes concretas. El
grupo de los dueños y directivos de grandes empresas ostentan gran volumen
de capital económico (patrimonio y dinero) y capital social en forma de
relaciones sociales. El grupo de los dirigentes de organizaciones políticas y los
gobernantes ostentan gran volumen de capital político “institucionalizado”,
capital social en forma de relaciones sociales y capital cultural en forma de
títulos escolares “superiores”. Los nobles y aristócratas poseen gran volumen
de capital social “institucionalizado” y capital cultural; detentan numerosos
títulos de nobleza, nombramientos oficiales y títulos escolares. En la medida
que cada grupo de la clase dominante posea capitales característicos de otros
campos, ello incidirá en un mayor reconocimiento social por parte de quienes
poseen más de una especie de capital (capital simbólico). El capital simbólico
es el “capital económico o cultural cuando es conocido y reconocido”
(Bourdieu, 1988:139). El capital simbólico es un capital de reconocimiento o
de consagración. En definitiva, la distribución desigual del capital dentro de un
campo lleva a posiciones diferentes. La posición es el lugar ocupado en cada
campo, en relación con el capital específico que allí está en juego. Las
posiciones son relativas y suponen pensarlas relacionalmente.
Sobre las ocho leyes antes comentadas, de modo especial la segunda ley
que marca la especificidad del campo político, está cimentada la construcción
social de todo líder político. Si profundizamos en el análisis de la segunda ley,
observamos que el capital y los intereses “políticos” en juego, en un momento
histórico determinado, van a estructurar el campo político en cuestión. Un capital
político origina un campo específico con sus posiciones y relaciones entre
posiciones, que llamaremos campo político. El capital político puede definirse
como “conjunto de bienes acumulados que se producen, se distribuyen, se
consumen, se invierten, se pierden” en un campo político (Costa 1976; citado en
Gutiérrez, 2002:35). Concretamente, el capital político “proporciona a sus
poseedores una forma de apropiación privada de bienes y de servicios públicos”
(residencias, hospitales, escuelas, etc.)” 6 . La apropiación privada de bienes y
servicios públicos implica la acumulación de poder material y poder simbólico para
sus poseedores. El poder simbólico, junto con el poder político, implica la
imposición de una visión de la realidad sobre los actores desprovistos de los
recursos monopolizados por unos pocos (los líderes), en detrimento de los muchos
(sus seguidores, opositores y competidores). Así, el líder se caracteriza por poseer
una decisiva capacidad para la construcción y definición de la realidad
sociopolítica con su lenguaje, sus palabras y sus clasificaciones. Así lo hizo Luís

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200 José Francisco Jiménez Díaz

XIV cuando decía: “El Estado soy yo”, célebre frase que rememora el inmenso
poder ejercido por el “Rey Sol”.

CONCLUSIONES

La perspectiva del liderazgo político como construcción social aquí


desarrollada puede contribuir a la elaboración de un enfoque integrador del
liderazgo. Un enfoque que integre las dimensiones subjetiva y objetiva del
liderazgo se torna fundamental para la comprensión de la biografía, la historia y el
aspecto relacional que implica el análisis del líder como realidad social. Pensamos
que el enfoque teórico creado por Bourdieu, denominado “constructivismo
estructuralista”, está en disposición de aportar elementos analíticos apropiados para
el análisis del liderazgo. En efecto, dichos elementos analíticos se derivan de las
categorías de observación que posibilitan los conceptos de habitus y campo,
aplicados al estudio del liderazgo político. Es muy importante que los estudios
sobre liderazgo político no olviden “la perspectiva relacional y la dimensión
histórica” que subyace en todo líder político.
En este sentido, el liderazgo político como construcción social implica
diversas relaciones dialécticas: líder y sus seguidores; líder y su contexto; habitus
del líder y su campo político; campo político y campo del poder. De este modo,
pensamos que se torna esencial en la comprensión del liderazgo político el estudio
de tres procesos interrelacionados. Estos tres procesos son: la socialización a que
está sujeto el líder, esto es, el proceso de incorporación de la estructura social por
la persona que un día representará las “voluntades” de un conjunto de agentes
sociales (habitus). La institucionalización o proceso por el que el líder expresa su
interioridad en el campo político y, que puede llevar a que la particular visión del
líder sobre la realidad política influya en la estructuración del campo político. Por
último, la legitimación de las prácticas políticas del líder, que implica a diversos
agentes sociales (seguidores) reconociendo y aprobando la trayectoria, capitales y
acciones políticas del líder, al tiempo que justificando esta situación de poder.
Considerando la interacción del líder como persona (habitus) y el líder
como institución (campo), observamos la objetivación de la persona del líder en la
historia. Ello nos lleva a la comprensión del líder político como ‘agente histórico
necesario pero no suficiente’, pues se forma interactuando con otros agentes
sociales en el origen, transformación y consolidación de las organizaciones
políticas durante sus diferentes fases históricas. Organizaciones que pueden
considerarse como grandes concentraciones de un tipo de capital o de diferentes
tipos de capitales acumulados en las luchas sociales acontecidas dentro de los
diversos campos. Efectivamente, los Estados-nacionales constituyen la
acumulación de muy diversos tipos de capital, mientras que los partidos políticos
implican la acumulación de un capital político jugado por sus líderes y seguidores a
lo largo de su historia. Por tanto, un líder político estará legitimado para gobernar si

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le son reconocidos diversos capitales, pues el campo político no es autónomo.


Estudiar el liderazgo político implica analizar los ‘capitales’ del líder.

NOTAS

1
Considerar la construcción social de una realidad social, tal como lo es el liderazgo
político, desde la perspectiva de Bourdieu, “implica plantear una manera de mirar y analizar
los condicionamientos sociales que afectan al proceso de investigación, tomando como
punto especial de la mirada, al propio investigador y sus relaciones” (Gutiérrez, 2002:18-
19). En concreto, las relaciones que mantiene el investigador con la realidad que analiza y
con los agentes cuyas prácticas investiga (a), y, las relaciones que a la vez lo unen y lo
enfrentan con sus pares y las instituciones comprometidas en el juego científico (b).
2
Antonio Robles Egea afirma que la dimensión de construcción social del liderazgo
político, en tanto tarea o invención colectiva, ha sido reconocida por gran parte de los
estudios clásicos del fenómeno (Robles Egea, 2008). Asimismo, han reconocido dicha
dimensión en sus investigaciones Natera Peral (2001) y Lucas (1999).
3
Consideramos la definición de relatos biográficos que ha utilizado Daniel Bertaux en sus
investigaciones. De este modo, “el relato de vida puede constituir un instrumento precioso
de adquisición de conocimientos prácticos, con la condición de orientarlo hacia la
descripción de experiencias vividas en primera persona y de contextos en los que esas
experiencias se han desarrollado. Eso equivale a orientar los relatos de vida hacia la forma
que un día propusimos llamar “relatos de prácticas” (Bertaux, 2005:21).
4
“Misterio” que no se llega a conocer en tanto no se comprende el particular habitus del
líder político. Un elemento central de este “misterio” sería el particular carisma del líder
político, el cual puede estar rodeado de elementos ‘naturales, aprendidos y manufacturados’
(Deusdad Ayala 2001:212). Es la cuestión del ‘misterio del ministerio’, como llamaban los
canonistas (Bourdieu, 1988:142).
5
Véase el trabajo de Boas Shamir y Galit Eilam (2005): “What´s your story? A life-story
approach to authentic leadership development”, en The Leadership Quarterly, Volume 16,
Issue 3, pp. 395-417. Asimismo es muy interesante el trabajo de Delgado Fernández y
Sánchez Millas (2007).
6
Bourdieu (1997:30). Asimismo, véase Bourdieu (2000).

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RECIBIDO: 29/04/08
ACEPTADO: 14/07/08

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Celestino del Arenal

La teoría de las relaciones internacionales hoy:


debates y paradigmas

7. Introducción

Referirse, hoy a la teoría de las relaciones internacionales


supone necesariamente plantear un tema central como es el del
paradigma científico de las relaciones internacionales. Si en
anteriores momentos de la todavía corta historia de las relacio-
nes internacionales, como ciencia, el objeto de debate estuvo
centrado en el campo de estudio, en el concepto o en la meto-
dología más adecuada para el análisis de los fenómenos inter-
nacionales, desde finales de los años sesenta hasta el presente
es la cuestión relativa al paradigma de las relaciones inter-
nacionales la que está en el centro del debate teórico, que
caracteriza nuestra ciencia.1
Esta cuestión no es superfina a baladí, pues hace referencia
a los valores con que el estudioso interpreta el mundo y a la
visión y modelo que está en la base del intento científico de
aprehensión de la realidad internacional. K. J. Holsty, al plan-
tearse el reciente debate existente en el campo de las relacio-
nes internacionales sobre los paradigmas, señala acertadamente
que el mismo:

"it is not merely a question of which picture or model of


the world is more consistent with realities. More funda-
mental questions are involved; they concern questions of
the appropiate or crucial units of analysis, of the core
and peripheries of the field, and most important, of the
proper subject of study".2

¿Cuál es la razón de que hoy la teoría de las relaciones


centre su. debate en la cuestión paradigmática? La razón parece
clara. Por un lado, se debe a la propia evolución y cambio de

Ver, Celestino del Arenal, Introducción a las relaciones internacionales,


(Madrid: 1987, 2da. ed.).
K. J. Holsty, The Dividing Discipline, Hegemony and Piversity in Inter-
national Theory, (Boston: 19851, p. 48.

[153]
ESTUDIOS INTERNACIONALES

la realidad internacional, que es objeto de estudio. Los profun-


dos y radicales cambios sociales, políticos, económicos y
científico-técnicos, de una parte, y el espectacular aumento
cuantitativo, en el plano de los actores y de las interacciones,
de otra, acompañados por la aparición de nuevos y dramáticos
problemas y el agravamiento de los anteriores, que, sobre todo,
desde la segunda guerra mundial, han experimentado las relacio-
nes internacionales y con ellas la sociedad internacional, han
influido poderosamente, como no podía ser de otra forma, en la
evolución de las propias concepciones científicas de las relacio-
nes internacionales y con ello en el paradigma que inspira a las
mismas. El contexto histórico es, pues, un factor que debe
tenerse en cuenta en orden a entender el actual debate. Como
debe tenerse en cuenta también, al mismo tiempo, el contexto
científico que caracteriza la evolución de las ciencias sociales
en cada momento histórico, que, en nuestro caso, ha influido
igualmente de forma decisiva.
De acuerdo con lo anterior, el objeto del presente estudio es
plantear y analizar en su dimensión teórico-práctica la cuestión
del paradigma de las relaciones internacionales. Para ello,
primero, analizaremos breve y críticamente los distintos para-
digmas de las relaciones internacionales, y después, establecere-
mos nuestra propia posición al respecto.

2. Paradigmas y relaciones internacionales

Si hubiera que resumir cuál ha sido la situación de la teoría de


las relaciones internacionales en los últimos trescientos años,
habría que afirmar, con K. J. Holsty, que, en términos genera-
les, se puede decir que desde el siglo XVII hasta fecha relati-
vamente reciente un único paradigma ha dominado absoluta-
mente en el campo del estudio de las relaciones internacionales.
Se trata del paradigma hoy denominado tradicional, realista o
estatocéntrico, que hacía del Estado y del poder los referentes
absolutos para el análisis de las relaciones internacionales.3
De esta forma, durante más de tres siglos, en concreto a
partir de la configuración del sistema europeo de Estados, ha
existido un claro consenso intelectual y científico, que ha
generalizado una visión de la sociedad internacional, determi-

3Ibid. p.VII.

[154]
Celestino del Arenal / Teoría de las relaciones internacionales hoy: ...

nado el pensamiento internacional, guiado la investigación


empírica y proporcionando respuestas a los problemas que
planteaba la política internacional. Esta monolítica interpreta-
ción científica de las relaciones internacionales sólo ha cono-
cido históricamente excepciones aisladas, sin incidencia real en
la teorización internacional, la más relevante de las cuales es
el marxismo.
En este sentido, a pesar de la gran variedad de escuelas y
concepciones teóricas y la ausencia de un marco conceptual,
teórico y metodológico, comúnmente aceptado por la mayoría de
los estudiosos, que caracteriza a la teoría de las relaciones
internacionales, ésta se ha movido hasta fecha reciente en un
contexto intelectual y científico cómodo, cerrado en sí mismo y
confiado en su virtualidad explicativa de la realidad interna-
cional.
Hoy, sin embargo, esa situación ha cambiado. Desde finales
de los años sesenta han aparecido nuevos o remozados paradig-
mas, nuevas concepciones e imágenes del mundo,que, enfrentán-
dose críticamente con el paradigma tradicional, tratan de ser
reflejo adecuado de los cambios experimentados por la sociedad
internacional y tratan de ofrecer respuestas apropiadas a los
problemas. De esta forma, las relaciones internacionales se
encuentran sumidas hoy en pleno debate paradigmático. Debate
que, como ya hemos señalado, es central en nuestra ciencia,ya
que hace referencia directa y pone en cuestión el propio
concepto y objeto de estudio de las relaciones internacionales,
además de determinar las soluciones que se ofrecen a la
problemática del presente. Como veremos, en última instancia,
de ahí la importancia del mismo, lo que este debate ha puesto
en juego es la noción y la realidad misma de "cambio" en las
relaciones internacionales.
Sin embargo, antes de entrar directamente en el tema, es
necesario clarificar que se entiende por paradigma, dada la
multiplicidad de significados y alcances con que se ha utilizado
este término desde su popularización por Thomas S. Kuhn en la
obra The Structure of Scienlific Revoluíions (Chicago, 1962).
El propio Kuhn usa en esa obra el concepto en veintiún
sentidos diferentes. Posteriormente, en la segunda edición de la
misma, haciéndose eco de la crítica que por ello se le hizo, ha
tratado de clarificar este punto, admitiendo el uso del concepto
de paradigma en un doble sentido:

[755]
ESTUDIOS INTERNACIONALES

"On the one hand, it stands for the entire constellation


of beliefs, valúes, techniques, and so on shared by
members of a given communitity. On the other, it
denotes one sort of element in that constellaíion, the
concrete puzzle-solutions which, employed as models or
examples, can replace explicit rules as a basis for the
solution of the remaining puzzles of normal science".4

El primero lo denomina "disciplinary matrix" y el segundo "the


paradigm as exemplar". Aún así, como ha señalado la crítica,
ambos conceptos continúan siendo ambiguos y excesivamente
genéricos, lo que dificulta la identificación práctica del paradig-
ma o paradigmas de una disciplina científica y permite la
existencia de un cierto grado de confusión y contradicción.
Esta confusión en cuanto a lo que es un paradigma es
evidente en el campo de las relaciones internacionales. Así, por
ejemplo, hay estudiosos, como Arend Lijphart que consideran
que el behaviorismo es un paradigma, 5 lo que es puesto en
entredicho por la mayoría de los especialistas. Algo parecido
sucede con John A. Vásquez, que habla del paradigma idealista,
cuando la mayoría de los autores estiman que el paradigma
idealista no es diferente del paradigma realista.6 Otros, como
Ralph Pettman, frente a los tres paradigmas que normalmente
se afirma existen en nuestro campo, considera que sólo hay dos
paradigmas, pluralista y estructuralista. 7 Incluso entre los
numerosos estudiosos que reconocen la existencia de tres
paradigmas existe una gran variedad de matices no sólo termi-
nológicos sino también respecto de las características más
relevantes de los mismos. "
Esta confusión se debe a que frecuentemente, ante la falta
de un concepto unívoco ds paradigma, éste se identifica, según
los especialistas, con concepción, perspectiva, enfoque, marco,
teoría general o método. Sin embargo, aunque la base de un

4Thomas S.Kuhn, The Structure of Scientiflc Revolutions, (Chicago: 1970,


2» ed.), p. 175.
Arend Lijphart, "The Structure of the Theoretical Revolution in Interna-
tional Relationfl", International Studies Quaterly, Vol.18, 1974, pp.41-74.
6 John A. Vásquez, The Power of Power Politics. A Critique, (Londres: 1983),
pp. 13-15.
rr
Ralph Pettman, State and Clasa: A Sociology of International Affairs,
(Londres: 1979), pp. 53 y 54.

[156]
Celestino del Arenal / Teoría de las relaciones internacionales hoy: ...

paradigma es fundamentalmente substantiva, un paradigma no es


simplemente una concepción, ni un enfoque, ni una teoría, ni
mucho menos un método. Un paradigma consiste, de acuerdo
con el espíritu de lo señalado por Thomas S. Kuhn, en una
serie de postulados fundamentales sobre el mundo, que centran
la atención del estudioso sobre ciertos fenómenos, determinando
su interpretación.
Más concretamente, el concepto de paradigma puede definir-
se, siguiendo a John A. Yásquez, como:

"íhe fundamental assumptions scholars make about the


world they are studying. These assumptions provide
answers to the questions that musí be addressed before
theorizing even begins. (...) By responding to this ques-
tions, the fundamental assumptions form a picture of
the world the scholar is studying and tell the scholar
what is known about the world, what is unknown about
it, how one should view the world if one wonts to know
the unknown, and finally what is worth knowing".8

En este sentido, es claro que un paradigma sólo cambia cuando


cambian esas asunciones fundamentales y que sólo aparece un
nuevo paradigma cuando aparecen nuevos postulados básicos
sobre la realidad.
En base a lo anterior es evidente, como ya hemos apuntado,
que en el campo de los estudios internacionales hasta fecha
reciente ha dominado de forma absoluta un único paradigma,
denominado paradigma realista, tradicional o estatocéntrico, que
ha marcado las líneas maestras de la investigación y la inter1-
pretación de los fenómenos internacionales durante más de
trescientos años.
Desde esta perspectiva, K. J. Holsti ha señalado acertada-
mente que la teoría internacional y, en consecuencia, el
paradigma tradicional y los demás paradigmas, han girado y
giran alrededor de tres cuestiones claves, que son:

"(1) the causes of war and conditions of pea-


ce/security/order; an essential subsidiary
problem is the nature of power;
(2) the essential actors and/or units of analysis;

o
John A. Vásquez, op. cit.. p. 5

[157}
ESTUDIOS INTERNACIONALES

(3) images of the world/system/society of


states".

La primera cuestión es esencial, por cuanto es la razón de ser


del campo de estudio, mientras que las dos restantes nos dan
las claves para la solución de los problemas.9
Este paradigma ha sido el que ha proporcionado hasta
finales de los años sesenta el marco intelectual en el que se ha
desarrollado prácticamente toda la actividad científica en el
campo de las relaciones internacionales. El reto a este paradig-
ma no se ha producido por lo tanto de la mano del debate
entre idealismo y realismo de los años treinta y cuarenta o del
debate entre tradicionalismo y cientifismo de los años cincuenta
y sesenta, que han caracterizado una parte importante del
desarrollo de las relaciones internacionales como teoría y como
ciencia. Tampoco ha venido, sin más, de la simple ampliación
del campo de estudio, como consecuencia del reconocimiento del
papel de los actores no estatales, ni de la proliferación de
nuevos enfoques o el descubrimiento de nuevas dimensiones en
el estudio de los fenómenos internacionales. Mucho menos ha
venido de las "revoluciones" metodológicas que se han producido
en nuestro campo de estudio.
Como ya hemos apuntado, ni el idealismo, ni el behaviorismo
han puesto en entredicho el paradigma tradicional, ni han dado
origen a diferentes paradigmas. Entre otros muchos estudiosos,
como John A. Vásquez, que ha estudiado, en profundidad la
cuestión respecto al behaviorismo, 10 hay que destacar la clara
posición del Michael Banks en este punto:

"Like idealism before it, behavioralism never challenged


the underlying realist paradigme, it focussed on research
methods, as idealism had focussed on valúes and policy
prescriptions. Both left the crucial state-centric assump-
tions of realism in command".11

^K. J. Holsty, op. cit., pp. T y 8.


John A. Vásquez, op. cit. pp. 19-23.
Michae] Banks, "The Inter-Paradigm Debate", en: M. Light y A. 3. R.
Groom (eds.), International RelationB. A Handbook of Current Theory, (Londres:
1985), p. 11.

[158]
Celestino del Arenal / Teoría de las relacione» internacionales hoy: ...

La puesta en entredicho del paradigma tradicional se ha


producido sólo a consecuencia de la formulación de nuevas y
diferentes respuestas a las tres cuestiones señaladas, es decir,
ha venido de la mano de nuevas y diferentes conceptualizacio-
nes e ideas sobre los procesos claves, los actores y las imá-
genes del mundo.
Ha venido, en última instancia, de la aparición en primer
plano en el campo de las relaciones internacionales del proble-
ma del "cambio", es decir, de la toma de conciencia del cambio
que se ha producido en la sociedad internacional respecto de un
pasado que dio origen al paradigma tradicional y de la necesi-
dad, en consecuencia, de buscar nuevos paradigmas capaces de
dar adecuada cuenta de esa nueva realidad. Tanto el paradigma
realista como los paradigmas alternativos están condicionados
por la propia realidad internacional y por la percepción que de
esa realidad tiene el estudioso, que determina sus prioridades de
estudio. Frente a la high politics, que se refiere a la actividad
diplomático-estratégica y que es el objeto de análisis del
paradigma tradicional, los paradigmas alternativos hacen hinca-
pié en la creciente importancia de la llamada low polilics, que
se refiere, entre otras, a las actividades económicas, cientí- í
fico-técnicas y culturales, en la actual sociedad internacional. ¡
El problema de fondo en el desarrollo de nuevos paradigmas
y en el debate entre los mismos está, así, en la cuestión clave
de cómo explicar el cambio en las relaciones internacionales y
en el alcance del mismo. Frente a un paradigma tradicional que
tiene como principio la continuidad, que tiende a desconocer el
cambio real y para el que, por lo tanto, en principio, el cambio
no es un problema teórico, los nuevos paradigmas hacen de laj
noción de cambio su razón de ser.12 Lo más importante, sin i
embargo, es que asumen el cambio en una doble dimensión, por
un lado, en cuanto realidad o hecho que se ha producido en las
relaciones internacionales, y, por otro, en cuanto valor o
ideología, que debe guiar la teorización sobre la realidad
internacional de nuestros días, inspirando las soluciones que se
ofrecen.
Desde esta óptica, que hemos tratado de explicitar, sólo

12
Ver: David J. Dunn, "The Emergence of Change as a Theoretical Concern
in International Relations", en: B. Buían y R. J. B. Jones (eds), Change and the
Study of International Relations: The Evaded Diinenaions, (Londres: 1981), pp. 71-84.

[159}
ESTUDIOS INTERNACIONALES

cabe establecer, en consecuencia, la existencia actual de tres


paradigmas en las relaciones internacionales:

(1) El paradigma tradicional, también llamado realista o


estatocéntrico, que es el que ha dominado el campo hasta
fecha reciente;
(2) El paradigma de la dependencia, también llamado neo-
marxista o estructuralista, según los énfasis con que se
formule, que, aunque encuentra sus iniciales formulacio-
nes en Marx y Engels, sólo a partir de los años sesenta
de este siglo adquiere carta de naturaleza en el campo de
las relaciones internacionales;
(3) El paradigma de la sociedad global, transnacional o de la
interdependencia, que presenta también diferentes formu-
laciones.

2.1 El paradigma tradicional

Aunque este paradigma de las relaciones internacionales, que ha


dominado durante más de trescientos años, es fruto directo de
la teoría política y de la experiencia que se deriva, a partir del
Renacimiento, de la afirmación del Estado como forma por
antonomasia de organización política y social, y de la teoría y
de la experiencia que nace de la constitución en el siglo XVII
de un sistema europeo de Estados, no debe olvidarse que los
fundamentos del mismo hunden sus raíces en una larga corrien-
te de pensamiento, que se remonta a Mencio, Kautilya y
Tucídides. Su definitiva configuración será producto, por otro
lado, de la experiencia de los críticos años treinta y del
período de guerra fría. La concepción del realismo político o
del "power politics", que se impone en esos años en el campo
de las relaciones será su más patente expresión.13
La base de este paradigma descansa en la teoría política
que, como reflejo de una realidad que experimenta un proceso
de concentración y secularización del poder a nivel de entida-
des políticas y de descentralización a nivel internacional, se
desarrolla e impone desde la Edad Moderna, de la mano, entre
otros, de Maquiavello y Hobbes. Teoría política que, al entroni-
zar al Estado como suprema unidad política y al dividir la vida

1SVer: Celestino del Arenal, op. cit., pp. 106-131.

U 60}
Celestino del Arenal / Teoría de las relaciones internacionales hoy: ...

social en dos mundos contrapuestos, uno, el propio del Estado,


en el que se presupone que a través del pacto social reina el
orden, la ley y la paz, y otro, el de la sociedad internacional,
en el que reina la anarquía, el estado de naturaleza y la ley
del más fuerte, determina una visión de la realidad internacio-
nal en la que el Estado y el poder se transforman en el actor
y el factor de referencia para la política y la teoría. El sistema
europeo de Estados que nace formalmente a raíz de la Paz de
Westfalia no será sino la confirmación de esa dinámica.
Desde esta perspectiva la característica específica de las
relaciones internacionales está en la legitimidad del recurso a
la fuerza armada por parte de los Estados y en la separación
de las esferas de la política interna y la política internacional.
En ésta los Estados operan "racionalmente" en función del
interés nacional y de la relación de fuerzas. El poder se
transforma, así, en el factor decisorio de las relaciones inter-
nacionales1* y el equilibrio del poder en la dinámica y la
política que, sin eliminar la naturaleza substancialmente anár-
quica del sistema internacional, asegura un mínimo orden que
tiene como fin la supervivencia y perpetuación de los propios
Estados.
La base última de este planteamiento está en la considera-
ción de que la ambición de poder es inherente a la naturaleza
humana, dado el sentimiento de inseguridad con que se mueve
el hombre en el mundo. Hay, de esta forma, un claro pesimismo
antropológico en la interpretación de la naturaleza humana.
Sumariamente, puede decirse que el paradigma tradicional
ofrece una visión de la sociedad internacional, que determina su
interpretación, caracterizada por tres postulados generales:

(1) Existe una rígida separación entre la política interna y la


política internacional. Esta tiene su propia moral, en la
que priman los valores del poder y de la seguridad y en
ella las motivaciones humanas no son relevantes.
(2) Los Estados y los estadistas son los actores fundamenta-
les de las relaciones internacionales. Los seres humanos
sólo cuentan en cuanto miembros de un Estado. Las
relaciones internacionales son y deben interpretarse
como relaciones interestatales.

Ver: Celestino del Arenal, "Poder y relaciones internacionales: Un análisis


conceptual", Revista de Estudios Internacionales, Vol, 4, Madrid, 1983, pp. 601-524.
ESTUDIOS INTERNACIONALES

(3) Las relaciones internacionales son por naturaleza esen-


cialmente conflictivas, son, así, la lucha por el poder y
por la paz. El poder es el factor fundamental de esa
política.15

En ese contexto conflictivo, en el plano práctico, la prioridad


que inspira la investigación que se desarrolla bajo este paradig-
ma está constituida por la seguridad nacional. Al no existir un
poder superior los Estados han de velar por su propia seguri-
dad. Donald J. Puchala y Stuart I. Fagan han podido, así,
denominar también esta imagen dominante de las relaciones
internacionales como el paradigma de la política de seguridad.16
Este paradigma, que hemos esbozado en sus rasgos más
generales, pero que se manifiesta teóricamente bajo múltiples y
diferentes formulaciones en los numerosos estudiosos que la han
adoptado, ha alimentado una larga tradición de indagación
teórica y empírica, que ha servido para explicar la naturaleza y
dinámica de la sociedad internacional, es decir, porqué y cómo
los Estados hacen la guerra, conducen su diplomacia, elaboran
el derecho internacional, constituyen organizaciones interna-
cionales y, en general, organizan el poder de acuerdo con sus
intereses y objetivos. En este sentido, su contribución al
desarrollo del estudio de las relaciones internacionales ha sido
decisiva y hegemónica, en el sentido de orientar la ciencia de
las relaciones internacionales por un determinado camino y
proporcionar una visión del mundo, que ha permitido un desa-
rrollo coherente y acumulativo, desde su interpretación par-
ticular, del conocimiento en nuestro campo de estudio.

2.2 El paradigma de la sociedad mundial

Los cambios que experimentan las relaciones internacionales a


partir de la década de los sesenta, a raíz del nuevo clima de
distensión que se va generando, que favorece la toma de
conciencia de los cambios que ya se habían venido produciendo
aceleradamente desde la segunda guerra mundial, unido a la

15Ver: Robert G.Gilpin, "The Richness of the Tradition of Political Realism",


International Organigation. vol.38, 1984, pp.287-304.
•''Donald
Donald J.Puchala y Stuart I.Fagan, "International
"Interns Politics in the 1970'»:
The Search of a Perspective", International Organiüation. vol. 28, 1974, p. 248.

[162]
Celestino del Arenal / Teoría de la« relacione» internacionales hoy: ...

insatisfacción que empiezan a sentir los medios académicos


respecto de la capacidad del paradigma realista para dar
adecuada cuenta de una realidad internacional cada vez más
compleja, da lugar a la aparición desde finales de los años
sesenta, como ya hemos señalado, de dos "nuevos" paradigmas
en el campo de las relaciones internacionales.
Uno de ellos, el paradigma de la sociedad global o mundial,
va a conocer un importante desarrollo en el mundo académico
norteamericano, dando lugar a un nuevo debate de nuestro
campo de estudio entre realismo y globalismo.
Este paradigma de la sociedad mundial, que se desarrolla en
los años setenta, no es, sin embargo, nuevo, sino que sus
postulados tienen una larga tradición de pensamiento, que desde
los estoicos, a través de distintas formulaciones, llega a Kant.
Lo que si es nuevo es la fcrmulación con que se desarrolla en
los años setenta, que es reflejo de una nueva realidad, y el
alcance y fuerza con que b hace, pues ya no es una simple
exigencia de la razón o un ceseo humanitario o moral, sino una
exigencia que además impone la propia realidad de nuestros
días.
La necesidad de este nuevo paradigma viene determinada, en
opinión de sus defensores, por una realidad internacional que
poco tiene que ver con la que originó y justificó el desarrollo
del paradigma realista. Si por un lado, la sociedad internacional
es ya radicalmente diferente, en todos los planos, a la simple
sociedad política de Estados que el paradigma tradicional tiene
como postulado, por otro, el nuevo clima de distensión que
conocen las relaciones Este-Oeste determina que el principio de
la seguridad nacional, característico del realismo, ya no cons-
tituya una prioridad en la investigación.
Ray Maghroori dibuja, así, la situación:

"The disutility of forcé, coupled with the proliferation


of international organizations and the emergence of
interdependence, suggest to the globalists that states will
no longer be preoccupied by the security concerns that
dominated international politics throught the 1960's.

[163}
ESTUDIOS INTERNACIONALES

Accordingly, they view the realism paradigm as out-


moded".17

Aunque los primeros ataques al paradigma tradicional se


producen ya en los años sesenta, serán Robert O. Keohane y
Joseph S. Nye, por un lado, y Karl Kaiser, por otro, los que de
una forma precisa primero plantean la necesidad de una alter-
nativa. Sus críticas al paradigma realista descansan principal-
mente en su ignorancia de los procesos transnacionales y de los
actores no estatales, que tienen, en su opinión, un papel
central en las actuales relaciones internacionales. Dados los
cambios que se han producido en el campo social, económico y
de las comunicaciones no se puede hablar ya exclusivamente de
una sociedad de Estados con relaciones limitadas prácticamente
al campo diplomático y militar.
Este énfasis que ponen en la importancia de la política
transnacional y en la dimensión económica y científico-técnica
supone la negación de que las relaciones internacionales sean
por naturaleza esencialmente conflictivas y puedan interpretarse
exclusivamente en términos de lucha por el poder. Aunque se
reconoce el carácter conflictivo o, mejor, "problemático", de las
relaciones internacionales, se afirma igualmente su carácter
cooperativo.
En última instancia, este cambio que se produce en la
interpretación de los fenómenos internacionales, que tiene como
eje principal precisamente a los Estados Unidos, responde en
gran medida a la necesidad de dar respuesta adecuada a los
nuevos problemas de liderazgo económico a que, en ese nuevo
contexto internacional, tienen que hacer frente ese país. De
ahí, que las opciones ideológicas subyacentes en una parte
importante de estas concepciones no precognicen un cambio
radical respecto del orden internacional y en el manejo de la
interdependencia.
A partir de ese momento, numerosos estudiosos avanzarán
por esa línea, tratando de perfilar y desarrollar, mediante
diferentes formulaciones, el marco teórico y conceptual capaz
de analizar e interpretar adecuadamente una realidad interna-

R. Maghroori, "Introduction: Major Debates in International Relationa", en:


R. Maghroori J. B. Ramberg, Globalism versua Realiam. International Relationa
Third Debate. (Boulder Co.: 1982), p. 17.

[164]
Celestino del Arenal / Teoría de las relaciones internacionales hoy: ...

cional, que presente características diferentes a las de la


sociedad internacional anterior a la segunda guerra mundial.18

Sumariamente, los principales postulados de este paradigma son


los siguientes:

(1) El mundo, como consecuencia del acelerado desarrollo


social, económico, científico-técnico y comunicacional,
está caracterizado por el creciente fenómeno de la
interdependencia y de la cooperación y se ha transforma-
do realmente en una sociedad mundial. Sus estructuras y
dinámicas han experimentado un cambio transcendental.
Este fenómeno ha originado nuevos problemas y retos, ha
suscitado necesidades y demandas nuevas y ha dado lugar
a la aparición de valores e intereses comunes al conjunto
de esa sociedad mundial. Las relaciones internacionales no
se corresponden, por lo tanto, con el modelo exclusiva-
mente conflictívo e interestal del paradigma realista, sino
que responden a un modelo basado más en factores
culturales, tecnológicos y económicos que estrictamente
políticos.
(2) En este sentido, uno de los más importantes cambios ha
sido el debilitamiento del papel y significado del Estado,
como entidad soberana y como estructura capaz de
garantizar el bienestar y la seguridad de sus ciudadanos,
y la aparición de nuevos actores, tanto intergubernamen-
tales como no gubernamentales, de las relaciones interna-
cionales, que, por su acción transnacional, tienden a
limitar aún más el margen de maniobra de los Estados. El
sistema internacional ha perdido, pues, el carácter
estatocéntrico anterior.
(3) En consecuencia, ha desaparecido la tradicional distinción
y separación entre la esfera interna y la esfera interna-
cional. El fenómeno de la interdependencia y la necesidad
de atender a las demandas de desarrollo económico y
social ha obligado al Estado a abrirse cada vez más al
exterior, lo que ha acrecentado aún más esa interdepen-
dencia y restringido su margen de autonomía. Todo ello
hace que ya no sea posible separar la política interna y

1R
Ver: Celestino del Arenal, Introducción a las Relaciones Internacionales.
op. cit., pp. 288-311.

[165]
ESTUDIOS INTERNACIONALES

la política internacional y que el comportamiento interna-


cional del Estado no pueda explicarse en términos
exclusivamente políticos y militares.

Desde la perspectiva de las relaciones internacionales, como


ciencia, la consecuencia más importante de la adopción de este
paradigma es una redefinición y ampliación del campo de
estudio y, por lo tanto, un replanteamiento de los modelos,
categorías y conceptos con los que analizar la realidad interna-
cional. Aunque en este punto la variedad de planteamientos es
grande, así como las opciones ideológicas implícitas en los
mismos, pues hay notables diferencias entre, por ejemplo, los
que se insertan en una concepción propiamente transnacional y
los que de forma estricta pueden denominarse como globalistas,
en general puede decirse que los principales efectos materiales
de la adopción de este paradigma son los siguientes:
En primer lugar, como consecuencia de la desaparición de la
distinción entre lo interno y lo internacional y del debilita-
miento del significado de las fronteras estatales, debido al
fenómeno de la interdependencia, el campo de estudio se amplia
desde el sistema internacional clásico a un sistema mundial
global en el que ya no cabe separar lo interno y lo interna-
cional. Se afirma, así, una visión y una interpretación holística
de los fenómenos sociales.
En segundo lugar, el cambio de la naturaleza de la sociedad
internacional, ahora mundial o universal, que ya no es esencial-
mente conflictiva, sino también cooperativa, que ya no conoce
las fronteras estatales, ya que cualquier evento tiene reper-
cusiones mundiales, origina una ampliación de las dimensiones1,
estructuras y procesos, objeto de consideración.
Como consecuencia de lo anterior, se produce una ampliación
de la problemática característica del estudio de las relaciones
internacionales. Al clásico problema de la guerra y de la paz
que continua presente, e, incluso, se acentúa y dramatiza por
efecto de las consecuencias del arma nuclear, se añaden los
problemas derivados de las relaciones económicas y culturales,
del desarrollo y del subdesarrollo, de la desigualdad y de las
privaciones socio-económicas, del hambre y de la explosión
demográfica, del agotamiento y explotación de los recursos, del
desequilibrio ecológico y de la opresión y violación de los
derechos humanos. Todos se presentan como problemas inse-
parables, que pueden llevar a la guerra y el conflicto, que
atestiguan el carácter mundial del sistema internacional y la

U66}
Celestino del Arenal / Teoría de la» relaciones internacionales hoy: ...

naturaleza global y común de sus problemas y, en consecuencia,


de sus soluciones.
También se produce una ampliación en cuanto a los actores.
De la consideración exclusiva de los actores estatales se pasa a
una consideración que toma también en cuenta los numerosos y
variados actores no estatales, supranacionales, transnacionales,
subnacionales e," incluso, a nivel de seres humanos, que están
presentes y actúan en la sociedad mundial y que, en algunos
casos, juegan un papel más decisivo que los propios Estados.
Finalmente, se produce, en principio, un cambio en los
valores imperantes, o que deben imperar, en el sistema. De los
valores exclusivamente individualistas y nacionales del pasado se
pasa, como consecuencia del carácter global de los problemas y
de la comunidad de intereses, a la afirmación de valores
comunes y universales. En este punto, como es lógico, es donde
las diferencias existentes entre las distintas concepciones que
se insertan en este paradigma son más importantes.19

2.3 El paradigma de la dependencia

Como ya hemos apuntado, este paradigma es fruto, al igual que


el paradigma de la sociedad global, de la toma de conciencia de
que la realidad internacional es mucho más compleja de lo que
pretende el paradigma tradicional. Su afirmación se produce
precisamente al mismo tiempo que el paradigma de la sociedad
global. Sin embargo, su visión e interpretación de la sociedad
internacional responde a perspectivas ideológicas muy diferen-
tes.
Aunque su centro de atención son, como en gran medida en
el paradigma de la sociedad global, las relaciones económicas
internacionales, su interpretación de las mismas, en vez de en
términos de interdependencia, se plantea principalmente en
términos de dependencia, es decir, en términos de desigualdad y
dominación. Parte, pues, de la naturaleza desequilibrada e
injusta del sistema internacional y pone de manifiesto la
complejidad de su estructura y los fenómenos de dominación y
explotación que lo caracterizan. En este sentido, el paradigma
de la dependencia responde a una visión especialmente asimé-
trica y negativa de la interdependencia.

19Ibid, pp. 302-306, 308 y 309.

[767]
ESTUDIOS INTERNACIONALES

Este paradigma, también llamado neo-marxista, no es, sin


embargo, nuevo, sino que tiene sus raíces en la concepción
marxista, que desde mediados del siglo XIX interpreta la
realidad social, y con ello las relaciones internacionales, desde
planteamientos absolutamente diferentes a los del paradigma
tradicional. 20 Con todo su base hace referencia principalmente
a la teoría del imperialismo elaborada por Rosa Luxemburgo y
Lenin. Por otro lado, responde a los nuevos fenómenos políticos
y económicos de dominación y explotación que aparecen en las
relaciones internacionales a raíz del proceso de descolonización
y de la afirmación a nivel mundial del sistema capitalista. Este
nuevo hecho dota al paradigma de la dependencia de diferencias
importantes, a pesar del trasfondo común, respecto del marxis-
mo clásico.
La razón de que se hable de la aparición de un "nuevo"
paradigma, se debe al escaso impacto que el marxismo ha tenido
en la teoría de las relaciones internacionales hasta fecha
relativamente reciente, dado el carácter eminentemente occiden-
tal de la misma y la hegemonía del paradigma tradicional, y a
que sólo a partir del período de distensión, que se inicia en los
años sesenta, la problemática de las relaciones Este-Oeste
pierde importancia frente a la problemática de las relaciones
Norte-Sur.
Además su incidencia en las relaciones internacionales se
produce desde el campo de la economía. Emerge, pues, no tanto
como una reacción a las insuficiencias del paradigma tradicional
de las relaciones internacionales, sino como una respuesta a las
teorías del desarrollo económico, que inspiran la teoría y la
política durante los años cincuenta y sesenta. De ahí, so
todavía relativamente escaso eco en la actual teoría de las
relaciones internacionales.
Las características generales más relevantes de este paradig-
ma son las siguientes:

(1) La consideración del mundo como un único sistema


económico, dominado por el capitalismo transnacional. La
naturaleza del sistema internacional es, así, conflictiva, si
bien, frente al realismo, se considera que la causa de ello
está en los intereses y en la naturaleza del propio
sistema capitalista mundial. La característica fundamental

20 Ibid. pp.365-381.

[168]
Celestino del Arenal / Teoría de la» relaciones internacionales hoy: ...

de este sistema mundial es la desigualdad económica


global, el intercambio desigual entre el centro y la
periferia. Aunque se introduce la noción de cambio y se
afirma la existencia de mecanismos de superación del
actual sistema, y ésta es una de las prioridades de la
investigación, la imagen del mundo que proporciona este
paradigma es profundamente pesimista.
(2) La unidad de, análisis principal es, en consecuencia, el
propio sistema capitalista mundial, pues todos los proce-
sos y relaciones se producen en su seno y vienen deter-
minados por ese sistema global. Así, se afirma, incluso,
que no es posible un cambio radical en las estructuras de
un Estado sin que tenga lugar un cambio en el sistema
global. De acuerdo con esto, la investigación se orienta
más hacia el desarrollo y problemática del sistema como
un todo, que hacia Ja problemática particular de los
actores que actúan en su seno. En este sentido, no existe
distinción entre la esfera estatal y la internacional.
Desde esta perspectiva global, se considera que los
actores de las relaciones internacionales son fundamen-
talmente las clases transnacionales, las empresas trans-
nacionales, las organizaciones no gubernamentales y los
movimientos de liberación nacional, entre otros. En este
punto, sin embargo, aunque se asume, en principio,la
posición marxista de que el Estado es sólo una superes-
tructura y que los actores reales son las clases y grupos
socio-económicos, se afirma también el papel decisivo del
Estado en las relaciones de explotación y dominación que
caracterizan al sistema. "
(3) Finalmente, la dinámica y los procesos del sistema se
caracterizan en términos de conflicto, por un lado y
sobre todo, de explotación y dominación, de creación
continuada de lazos de dependencia entre el Norte y el
Sur, entre el centro y la periferia, y, por otro y en
mucho menor escala, de lucha de los pueblos y clases
oprimidos contra la explotación y dominación. Tiende a
dominar, así, una visión de las relaciones internacionales
como un juego de suma cero, en el que siempre hay un
ganador y un perdedor. Ello supone la negación de la
existencia de valores, intereses y objetivos comunes y
globales a nivel de todo el sistema global actual y de
todos los actores y la afirmación de valores e intereses
de naturaleza particular.

[169]
ESTUDIOS INTERNACIONALES

2.4 Apreciación crítica

La exposición realizada sobre las características de los tres


paradigmas existentes actualmente en el campo de las relaciones
internacionales ha servido ya para poner de manifiesto, aunque
sea implícitamente, las críticas que se hacen mutuamente y las
lagunas e insuficiencias que se atribuyen. Ello nos libera de la
necesidad de entretenernos en una apreciación crítica detallada
de los distintos paradigmas. Con todo sí son oportunas para el
objeto del presente estudio la realización de algunas considera-
ciones generales críticas, en orden a poder avanzar en la
formulación de nuestra opinión sobre la cuestión del paradigma
en las relaciones internacionales.
Como hemos visto, la afirmación de los nuevos paradigmas
se produce precisamente en base a las críticas que, sobre todo
desde el paradigma de la sociedad global, se realizan respecto
del paradigma tradicional. Se afirma que dicho paradigma ya no
sirve para interpretar y estudiar adecuadamente la actual
sociedad internacional, dados los sustanciales cambios que han
experimentado la estructura, los actores, los factores, los
intereses y las interacciones de la sociedad internacional. Se
llega incluso a afirmar, como lo hace John A. Vásquez, que la
ausencia de progreso científico en nuestro campo de estudio se
debe al dominio de un paradigma inadecuado como es el para-
digma realista,21
Respecto del paradigma de la sociedad global, las críticas
han provenido sobre todo desde el paradigma tradicional',
alegándose la inconsistencia de sus afirmaciones en cuanto a la
existencia de una nueva y distinta sociedad internacional. En
este sentido, se ha señalado que una cosa es reconocer los
cambios que se han producido, como el incremento de la
interdependencia y la aparición de nuevos actores, y otra muy
diferente argumentar que de ello se derive un nuevo tipo de
política internacional, que requiera un nuevo paradigma, sobre
todo cuando la investigación realizada hasta el presente conti-
núa demostrando el papel decisivo del Estado y la importancia
del sistema de Estados. En esta misma línea se afirma que no
hay de momento ninguna evidencia que sugiera que los graves

21John A. V asquee, op. cit., p. 226.

[170]
Celestino del Arenal / Teoría de las relaciones internacionales hoy: ...

problemas actuales a que se enfrenta el mundo puedan resol-


verse por medios diferentes a los de la tradicional negociación
diplomática, creación de organizaciones internacionales guberna-
mentales, medidas de presión política y económica, recompensas,
e incluso el uso de la fuerza, es decir, a través de las estruc-
turas y procesos característicos del paradigma clásico.22
Si a lo anterior se une que el desarrollo científico del
paradigma de la sociedad global sólo está en sus primeros pasos
y que carece todavía de una poderosa síntesis, al estilo de la
obra de Hans J. Morgenthau para el paradigma tradicional,
capaz de orientar la indagación y enfrentarse en condiciones de
igual fuerza a este paradigma, se comprende que, desde esta
perspectiva crítica, el paradigma de la sociedad global aparezca
sólo como un modesto reto al paradigma tradicional, que no ha
supuesto en ningún caso su superación.
En cuanto al paradigma de la dependencia, una parte
importante de las críticas van en la misma línea de las que
acabamos de ver respecto del paradigma de la sociedad global.
En general puede decirse que la crítica de fondo más fuerte es
la que hace referencia de su carácter periférico y secundario
respecto tanto del paradigma tradicional como del paradigma de
la sociedad global, pues si, por un lado, subestima la importan-
cia de los fenómenos clásicos de la política internacional y no
presta excesiva atención al problema clave de la paz y de la
guerra, por otro su análisis fundamental sobre la naturaleza
desequilibrada del sistema internacional se basa en una simpli-
ficación interpretativa y sobre una visión unilateral y exclusiva
de la interdependencia como dependencia, que reduce a extre-
mos incomprensibles la actual sociedad global.
En definitiva, lo que implícitamente se puede deducir de
estas críticas mutuas que se dirigen los tres paradigmas es que
ninguno de ellos puede aspirar hoy a ser exclusivamente el
paradigma de las relaciones internacionales. A la vista de las
características de la actual sociedad internacional parece claro
que cada uno de estos paradigmas se funda en exclusiva sobre
una dimensión importante de las relaciones internacionales, por
lo que con ello tiende a ignorar las restantes dimensiones y a
distorsionar su interpretación de la realidad internacional.
Mientras que el paradigma tradicional se centra en los proble-
mas de la paz, la guerra, el orden y la seguridad, el paradigma

22 K. J. Holsti, op. cit.. pp. 58 y 59.

[171]
ESTUDIOS INTERNACIONALES

de la sociedad global lo hace sobre el manejo de la interdepen-


dencia y la necesidad de dar respuesta global a los problemas
globales y comunes y el paradigma de la dependencia se reduce
a los problemas de la dominación, la explotación, la desigualdad
y la igualdad. Problemas y dimensiones que, sin embargo, todos
ellos son, sin exclusiones de ningún tipo, característicos de la
actual sociedad internacional.
Por otro lado, ya hemos visto cómo el desarrollo de cada
paradigma ha ido unido a la propia evolución de las relaciones
internacionales, no sólo como campo de estudio sino también
como ciencia, por lo que cada paradigma tiende a privilegiar
ciertos fenómenos y preocupaciones sobre otros en función de
los hechos más sobresalientes en cada momento histórico y de
las ideologías dominantes en cada paradigma.
Esto último, el trasfondo ideológico que sustenta cada
paradigma, hace que la solución que a primera vista aparece
como más fácil, la síntesis entre los distintos paradigmas, sea
prácticamente imposible. Si entre el paradigma tradicional y el
paradigma de la sociedad global es posible, dado que la ideolo-
gía que los sustenta no es incompatible, plantearse su síntesis,
a pesar de las dificultades teóricas y conceptuales que ello
supone, no sucede lo mismo, en ningún caso, entre el paradigma
clásico y el paradigma de la sociedad global con el paradigma
de la dependencia. Sus planteamientos ideológicos difieren
radicalmente, imposibilitando cualquier intento de síntesis.
A la vista de las anteriores consideraciones críticas, y sin
perjuicio de volver en breve sobre el tema, de momento cabe
una conclusión provisional en lo que hace al debate paradig-
mático que conocen las relaciones internacionales. Por un ladd,
como hemos apuntado, es clara la dificultad, cuando no imposi-
bilidad de una síntesis entre los diferentes paradigmas. Por
otro, la realidad internacional, y no sólo la teoría, nos impone
la evidencia de que hoy no hay un único paradigma válido. A
esta difícil situación en que se encuentran las relaciones
internacionales desde el punto de vista científico, se refiere
Edward L. Morse, cuando, después de señalar que el paradigma
clásico de las relaciones internacionales ya no es adecuado para
explicar la realidad actual, apunta que:

"we seem to be in an era without a general concurrence

[172]
Celestino del Arenal / Teoría de las relaciones internacionales hoy: ...

on a paradigm that would serve to explain the changes


that the international system has undergone".23

2,5 Neorrealismo y relaciones internacionales

Precisamente esta situación de crisis y fragmentación paradig-


mática en que se encuentran las relaciones internacionales, a la
que se refiere Morse, unido a un nuevo contexto internacional,
es la que ha puesto de nuevo de actualidad, si en algún mo-
mento había dejado de estarlo, al paradigma tradicional. 24
Por un lado, las debilidades y limitaciones conceptuales y
analíticas de los paradigmas de la sociedad global y de la
dependencia, la fragmentación del campo de estudio en función
de los distintos paradigmas y la escasa capacidad que han
mostrado hasta el presente los nuevos paradigmas para demos-
trar que los cambios que se han producido en la sociedad
internacional son de tal envergadura que han supuesto un
cambio radical de la actual sociedad internacional frente al
pasado, de forma que se justifique su diferente concepción de
la sociedad internacional, y, por otro lado, los cambios internos
e internacionales que se han producido en los Estados Unidos y
en la política internacional, desde finales de los años setenta,
como la superación del síndrome de Vietnam en la vida social y
política de ese país, que ha ido unido a una política exterior
que ha pasado a la ofensiva, afirmando decididamente de nuevo
su presencia e intereses en el mundo, y la agudización de los
enfrentamientos entre los Estados Unidos y la Unión Soviética,
que ha originado una nueva guerra fría, son los elementos
contextúales más significativos, tanto a nivel científico como
político, que explican la renovada fuerza con que ha "resuci-
tado" en los primeros años ochenta el paradigma tradicional.
Su rechazo, en principio, del paradigma de la sociedad global
se basa, como apuntábamos, en las insuficiencias de ese para-
digma, que si, por un lado, ha reducido al máximo el papel del
Estado como actor de las relaciones internacionales, capaz de
hacer frente a los problemas globales del mundo, y ha acen-
tuado la importancia de la interdependencia en cuanto elemento

no .
Edward L. Morae, Modernization and the Transformation of International
Relations, (Nueva York/Londres: 1976), p. XVI.
Ver Robert O. Keohane (ed.). Neorealism and its Critica, (Nueva York: 1986).

[173]
ESTUDIOS INTERNACIONALES

dinámico que ha transformado la sociedad internacional en una


sociedad global o mundial, por otro lado, sin embargo, no ha
sido capaz de proporcionar un marco teórico capaz de aprehen-
derlo.
La razón de este fracaso del paradigma de la sociedad global
está, en opinión de los neorrealistas, en que las estructuras y
dinámicas claves del sistema internacional no han cambiado
substancialmente, como lo demuestra la realidad internacional
de nuestros días, en la que los Estados y el poder siguen
siendo elementos esenciales de las relaciones internacionales.
Admiten que nuevos actores y fuerzas actúan en la sociedad
internacional pero rechazan que su protagonismo haya desvir-
tuado la acción del Estado y haya dado lugar a una sociedad
mundial no interestatal, hasta el punto de que sea necesario un
nuevo paradigma.
Esta reacción en favor del paradigma realista se ha produci-
do incluso entre una parte significativa de aquellos estudiosos
que en los años setenta jugaron un papel pionero en el desa-
rrollo del paradigma de la interdependencia o de la sociedad
global, como es el caso, por ejemplo de Robert O. Keohane.
Este estudioso señala al respecto:

"The fixations of critics and reformers on the Realist


theory of state action reflects the importance of this
research tradition, in my view, there is good reason for
this. Realism is a necessary component in a coherent
analysis of world politics because its focus on power,
interests, and rationality is crucial to any understanding
of the subject. Thus any approach to international
relations has to incorpórate, or at least come to grips
with, key elements of realist thinking. Even writers who
are concerned principally with international institutions
and rules, or analysts in the Marxist tradition, make use
of some realist premises. Since realism builds on funda-
mental insights about world politics and state action,
progress in the study of international relations requires
that we seek to build on the core".25

25Robert O. Keohane, "Theory of World Politics: Structural Realism and


Beyond", en: A.W. Finifter (ed.), Political Science: The State of the Diacipline,
(Washington: 1983), p. 504.

[174]
Celestino del Arenal / Teoría de la* relacione» internacionale» hoy: ...

En esta línea, que conoce un importante predicamento en los


Estados Unidos, se insertan ya numerosos estudiosos de las
relaciones internacionales, siendo Kenneth N. Waltz y su obra
Theory of internaüonal Politics (Reading, Mass., 1979), el
"sucesor paradigmático" de Hans J. Morgenthau.
Este neorrealismo, dado el desarrollo científico de las
relaciones internacionales a través de los debates anteriores y
los cambios que se han producido a nivel interno e internacio-
nal, presenta, sin embargo, nuevos elementos teóricos y meto-
dológicos respecto del realismo tradicional, derivados del
behaviorismo y de los nuevos paradigmas.
Los nuevos realistas, también llamados "realistas estructu-
ralistas", por su planteamiento tomado del estructuralismo, que
les hace poner su énfasis en la estructura del sistema interna-
cional para explicar las relaciones internacionales, aportan, por
lo tanto, un marco metodológico nuevo, que al mismo tiempo
que trata de obviar las insuficiencias del paradigma de la
sociedad global persigue, frente a los realistas tradicionales,
incorporar un mayor rigor científico en la elaboración teórica.
Los neorrealistas prestan una especial atención a las influencias
y condicionamientos que la estructura del sistema internacional
tiene sobre la política internacional de los Estados, lo que en
paralelo con su acento en los métodos cuantitativo-matemáticos,
ha proporcionado a la reformulación del paradigma tradicional
un renovado vigor científico.
Sin embargo, sus premisas filosóficas sobre las relaciones
internacionales no experimentan cambio substancial en relación
a los realistas clásicos. En este sentido, la concepción estato-
céntrica continua siendo el eje de sus planteamientos. Lo mismo
cabe decir de sus consideraciones sobre el poder, sobre la no
aplicación de los principios morales universales a la acción
exterior de los Estados y sobre la distinción entre lo interno y
lo internacional. Como apuntan Ray Maghroori y Bennett
Ramberg:

"Any comparison of inter-world war realist to contempo-


rary realist shows that the two are almost identical. Both
generations see the state as the main actor and maintain
that power 'and the struggle for it determine world
affairs. Neither has faith in international law or interna-
tional organizations as ordering devices. Both maintain
distinctions between domestic and foreign policy. They
recognize that moral concerns have a definite place in

[775]
ESTUDIOS INTERNACIONALES

domestic politics but share the view that universal moral


principles.cannot be applied
?• MA/U^-o. (-«-,-. ,~
toI the actions of states.
I ' .
26

de
Jomo decíamos es, sobre todo, su referencia explícita a la
estructura del sistema lo que distingue a los neorrealistas de
los realistas clásicos, aunque en este punto hay diferencias
significativas entre los mismos en cuanto al alcance de los
imperativos estructurales. De esta forma, en palabras de
Richard K. Ashley, el realismo estructural contemporáneo puede
considerarse como una redención científica de la erudición
realista clásica.27 Con todo, no se puede desconocer que en la
mayoría de los realistas clásicos, como es el caso, entre otros,
de Hans J. Morgenthau, la estructura del sistema internacional,
jugaba implícitamente un papel no desdeñable. No hay más que
recordar que el realismo tradicional consideraba que los Estados
actuaban en el marco de un sistema de Estados, cuyo principio
básico de funcionamiento era el equilibrio de poder, que
actuaba como imperativo estructural.
Lo que caracteriza, así, al neorrealismo es que, junto a la
lucha por el poder y el interés nacional, como principios
rectores de la política internacional, introduce explícitamente y
al mismo nivel, en cuanto principio rector, las influencias y
condicionamientos que se derivan de la estructura del sistema
internacional. Como establecerá Kenneth N. Waltz:

"Realpolitik indicates the methods by which foreign


policy is conducted and provides a rationale for them.
Structural constraints explain why the methods are
repeatedly used despite differences in the persons and
states who use them".28

Al mismo tiempo, los neorrealistas, frente a la tendencia al


continuismo de los realistas tradicionales, reconocen el cambio
y la transformación de las estructuras del sistema internacional,
lo que puede originar cambios en la distribución de las capaci-

Ray Maghroori y Bennet Ramberg, "globalism versus Realism: A Reconci-


liation", en R. Maghroori y B. Ramberg, Op. cit., p. 223.
2TRichard K. Ashely, "The Poverty of Neorealism", International Organisa-
tion. vol.38, 1984, p.230.
28 Kenneth N. Waltz, Theory of International Politic». (Reading, Mass.: 1979),

p.117.

[176]
Celestino del Arenal / Teoría de las relaciones internacionales hoy: ...

dades y poder de los Estados. En suma, no es sólo la lógica


interna del sistema estatal sino también los repartos relativos
del poder global entre las unidades estatales, que origina la
estructura del sistema internacional, los que fijan los paráme-
tros de las relaciones políticas entre las unidades estatales.29
De ahí, que otro de los neorrealistas, Robert P. Gilpin, haya
podido afirmar que la importancia de la estructura del sistema
internacional para las políticas estatales es, sin lugar a dudas,
la premisa fundamental del realismo político.30
Finalmente, hay que señalar el carácter estatocéntrico, y el
papel decisivo que se atribuye a las grandes potencias, con que
se concibe la estructura del sistema internacional. Aunque no se
desconoce la existencia y el papel internacional de otros
actores no estatales, que actúan a nivel de procesos, sólo se
atribuye relevancia política en la conformación de la estructura
del sistema político internacional a los Estados. Kenneth N.
Waltz, en base a esa distinción entre procesos y estructuras,
puede afirmar, así, que, frente a otros actores no estatales, los
Estados son las unidades cuyas interacciones configuran la
estructura del sistema político internacional, si bien serán
aquellos que tienen mayor peso los que en definitiva definen la
estructura del sistema internacional.31
Hoy, como acabamos de ver, la fuerza y el atractivo del
paradigma tradicional, en su formulación neorrealista, es
evidente en el campo de las relaciones. Su formulación, abierta
a la consideración, aunque siempre desde una perspectiva
estatocéntrica, de nuevos actores, de nuevos problemas, de las
relaciones pacíficas y de cooperación e incluso de objetivos
globales y comunes, ha renovado su valor como paradigma dé
las relaciones internacionales. En este sentido, son plenamente
expresivas las palabras de K. J. Holsti al respecto:

"To put the conclusión succintly: the classical paradigm


provides a core for both descriptivo and theorical efforts.
It can accommodate new types of actors and issues, and
with some imaginativo theorizing, it can incorpórate some
of the insights emerging from the challenging paradigms.
The case that the classical paradigm is obsoleto has ñor

29 Ibid,
p. 129.
30RobertP. Gilpin, War and Change in World Politics. (Cambridge: 1981), p. 86.
31Kenneth N. Walti, op. cit.. pp. 93-94.

V77]
ESTUDIOS INTERNACIONALES

been made, persuasively, on either theorical or empirical


grounds. Many of the criticisms are, in fact, based on
erroneous or incompleted characterizations of it. If the
theoretical core -the essential characteristics of a states
system and the problematic- is ignored, downplayed, or
dismissed as irrelevant, then the field will fly apart into
ghettoes of specialization, and international theory will
exist only as an unlinked group of micro and middle-ran-
ge generalizations, often reflecting current issues of the
day or the latest intellectual fad".32

3. Conclusión

Las anteriores palabras, expresivas de la fuerza actual del


paradigma tradicional, dejan abierta la puerta a la acomodación
dentro de dicho paradigma de nuevos actores, factores, proble-
mas y objetivos. Ello es prueba de que el paradigma de la
sociedad global, sobre todo, y, en mucha menor medida, el
paradigma de la dependencia, han hecho sentir sus efectos
sobre los neorrealistas, además de continuar presentes en las
relaciones internacionales.
Como señala John A. Vásquez:

"the work on transnational relations, non-state actors,


and neo-colonialism has made a strong case against the
conceptualization of the world along state-centric lines.
How devasting this is for the realist paradigm is an open
question. It is clear that a truly transnational society has
not emerged and does not seem likely to do so in the
near future. Since this is the case, it is then a relatively
simple matter for the adherents of the realism paradigm
to include those non-state actors that are important
without changing very much in their analysis. Since the
realism paradigm never totally ignored non-state actors,
the criticism posed by a transnational perspective can be
interpreted as one of emphasis".33

32 K.J. Holsti, op. cit... p. 144.


33John A. V asquee, op. cit.. p. 216.

[178]
Celestino del Arenal / Teoría de las relaciones internacionales hoy: ...

El resultado de todo ello, a nivel teórico, ha sido la apari-


ción, en especial en los Estados Unidos, de una tendencia,
presente incluso en los neorrealistas, hacia la reconciliación, la
complementariedad o el pluralismo teóricos entre los distintos
paradigmas, en especial entre el tradicional y el de la sociedad
global. La compleja realidad internacional actual, que impide
negar la importancia tanto de los Estados como de los actores
transnacionales, tanto de las relaciones interestatales como de
las relaciones transnacionales, tanto de las situaciones de
conflicto como de cooperación, hace que la teoría de las
relaciones internacionales haya optado, en cierta medida, por
una solución ecléctica, de compromiso.
Cada uno de los paradigmas estudiados se basa en una
dimensión importante de las relaciones internacionales, pero
tiende a olvidar otras dimensiones igualmente importantes. En
este sentido, los distintos paradigmas serían en la realidad más
complementarios que opuestos, pues mostrarían las distintas
dimensiones de una sola y única realidad, que es a la vez
cooperación y conflicto, interdependencia y dependencia,
continuidad y cambio.
Sin embargo, como señala acertadamente Philippe Braillard,
existe un límite importante a esa complementariedad, derivado
de las diferentes opciones ideológicas subyacentes en los
paradigmas, que hace difícil su realización:

"Cette complémentarité des paradigmes, tels qu'ils


apparaissent aujourd'hui, a toutefois une limite radicale
dans la mesure ou leur prise en compte de telle oü telle
dimensión des relatíons internationales repose sur des
philosophies de l'histoire, sur des visions des relations
sociales et sur des options ideologiques difficilement
compatibles. En d'autres termes, si l'on peut espérer
intégrer dans un modele commun les divers aspects des
relations internationales véhiculés par les paradigmes,
cette integration ne peut se faire qu'en détachant ees
aspects des cadres philosophiques et ideologiques dans
lesquels ils apparaissent. Reste alors a savoir comment
les intégrer dans une structure coherente qui pourrait

[179]
ESTUDIOS INTERNACIONALES

devenir un jour le paradigme autour duquel se développe-


rait la recherche".34

Problema, sin lugar a dudas, de muy difícil solución, dado el


papel que las ideologías, por encima de las realidades, juegan
en la afirmación de uno u otro paradigma y en la orientación
en uno u otro sentido de las relaciones internacionales.
Otra cuestión presente en esta tendencia a la reconciliación,
al compromiso, a la complementariedad entre los paradigmas,
que no se puede desconocer, es que dicha tendencia se afirma
sobre todo desde posiciones neorrealistas, es decir, se hace, en
muchos casos, desde una posición de predominio del paradigma
tradicional sobre los demás paradigmas que se quiere recon-
ciliar, que tienden a quedar en posición secundaria. La trampa
es que con ello se desvirtúan los otros paradigmas y se asienta
de nuevo, bajo un supuesto eclecticismo o compromiso, el
paradigma tradicional.
Esto puede ser un paso atrás en el estudio de las relaciones
internacionales y en la formulación de una teoría, que se
enfrente realmente a una realidad mundial compleja, con graves
problemas, que requiere urgentemente planteamientos nuevos.
Esto puede ser una vuelta, bajo ropajes más atractivos, a las
concepciones que han dominado tradicionalmente el estudio de
la sociedad internacional y que, por su conservadurismo a
ultranza y su entronización del Estado y del interés nacional,
se han revelado insuficientes, cuando no incapaces, para dar
cuenta de la misma y ofrecer soluciones solidarias a sus graves
problemas.
Sin menospreciar en ningún momento el protagonismo y él
papel decisivo que tienen hoy día los Estados en las relaciones
internacionales, nuestra opinión es que la ciencia y la teoría de
las relaciones internacionales deben continuar abiertas al
estudio de una realidad internacional compleja y global, que no
se reduce, ni mucho menos, al mundo interestatal y a la
política internacional, y que deben continuar profundizando en
la línea apuntada por el paradigma de la sociedad global y por
el paradigma de la dependencia, que reflejan dimensiones
esenciales de la sociedad internacional.

Q 1

Philippe Braillard, "Les sciences sociales et l'étude des relations interna-


tionales", Revue Internationalea des Sciencea Sociales, col. 36, 1984, p. 669.

[180]
Celestino del Arenal / Teoría de las relacione» internacionales hoy: ...

Es verdad que ninguno de estos dos nuevos paradigmas


puede hoy erigirse en el "paradigma" de las relaciones interna-
cionales, pero tampoco puede hacerlo el paradigma tradicional.
De ahí, que el pluralismo teórico pueda ser válido, siempre y
cuando que predomine en el mismo la toma en consideración del
presente y del futuro, con toda su complejidad y todos sus
dramáticos y acuciantes problemas, que tienen al hombre y a la
humanidad como sus verdaderos sujetos y que requieren solucio-
nes solidarias y cooperativas, y no predomine un pasado en el
que la lucha descarnada por el poder y los Estados eran los
únicos referentes.
Como hemos visto, las relaciones internacionales se encuen-
tran hoy en una situación científica que tiende hacia la com-
plementariedad o el compromiso entre las visiones y modelos
aportados por los tres paradigmas existentes. La afirmación
progresiva de esta tendencia, a pesar de las dificultades de
realización práctica que tiene y a pesar del peligro de reintro-
ducción de la hegemonía del paradigma realista, supone ya, en
si misma, un paso adelante transcendental en la teoría de las
relaciones internacionales. Supone que, por encima del carácter
simplificador del paradigma realista y, también, de los paradig-
mas de la sociedad global y de la dependencia, se empieza a
asumir el hecho de la complejidad, la globalidad y el carácter
multidimensional de las relaciones internacionales, que no puede
ser aprehendido exclusivamente a través de uno solo de los
paradigmas actualmente existentes.
Esto constituye un indudable progreso, en una teoría y una
ciencia que hasta la fecha muy reciente habían estado domina-
das absolutamente por el paradigma realista, con todo lo que
ello suponía de limitación y pobreza en orden a una adecuada
comprensión, análisis y acción de la presente realidad interna-
cional.
En este sentido, nuestra posición en el actual debate
paradigmático de las relaciones internacionales, explicitada ya
in extenso en otro lugar,35 se puede resumir en el sentido, por
un lado, de asumir un pluralismo de paradigmas, como única
forma de analizar y aprehender adecuadamente la compleja
realidad internacional de nuestros días, y, por otro lado, de
situarnos en una perspectiva teórica tendiente a hacer valer los

Ver Celestino del Arenal, Introducción a las relaciones internacionales.


op. cit.. pp. 387-432.

[181]
ESTUDIOS INTERNACIONALES

valores e intereses de naturaleza global y humana, que caracte-


rizan la actual problemática, global y humana antes que exclu-
sivamente estatal, de las relaciones internacionales, como única
forma de ofrecer realmente soluciones justas y válidas para
esos dramáticos y graves problemas de la sociedad internacio-
nal.

[182]
Capítulo 1

ENFOQUES TEóRICOS
DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

En toda disciplina la teoría es esencial para la comprenslOn de los fen6~


menos, para pensar acerca de su interrelación, para conducir la investi·
gación y -para mencionar un objetivo más inmediatam.ente . útil · en las
ciencias sociales- para recomendar una acción política sólida. Los espe-
cialistas en biología, química y otras ciencias exigen teorías adecuadas
para que les den una dirección bien orientada a su trabajo de búsqueda
de curas para enfermedades tales como el cáncer. No menos importantes
son los diseños teóricos en la búsqueda mucho más antigua de una solu-
ción para lo que, en ' general, se considera como el problema 'central de
las relaciones internacionales: el de impedir la guerra mientras que, al
mismo tiempo, se les permite a las sociedades preservar sus valores más
caros y mejores. El teórico de las relaciones internacionales rechaza la
tendencia a sustituir el análisis cuidadoso por consignas superficiales de
calcomanía del tipo de "Hagamos el amor, no la guerra". Una doctrina
de amor universal; si se -la practicara universalmente, sin duda nos lle~
varía, con toda probabilidad, a una era de paz en la tierra, pero seme-
jante doctrina no parece a punto de ser aceptada por el grueso de la huma-
nidad. Quienes se ' sienten obligados -sea como miembros del Poder
Ejecutivo o legisladores, encargados de tomar decisiones económicas, ase-
sores, diplomáticos, especialistas, maestros, periodistas o votantes- a
adoptar un enfoque responsable dé los asuntos internacionales; deben ir
más allá de las opiniones y consignas, a un estudio sistemático del sistema
global. Cualquiera que intente sacar algún sentido de la aparente incohe-
rencia de la escena mundial, de manera que los acontecimientos separa~
dos, en lugar' de resultar puramente azarosos, puedan ser explicados den-
tro de un modelo ordenado e inteligible, es un teórico de corazón.

Los primeros enfoques de la teoría de las relaciones internacionales

Los esfuerzos por teorizar acerca de las naturaleza de las relaciones en.
tre los estados son bastante viejos; algunos de hecho se remontan a la
antigüedad en la India, China y Grecia. Si bien las reflexiones de Platón
y Aristóteles sobre el tema son bastante esquemáticas, el historiador c;le la
antigua Grecia, Tucídides, escribió un tratado clásico, Historia de la Gue-
rra del Peloponeso, que cualquier estudiante de relaciones internaciona-
les todavía puede leer con provecho.! El príncipe de Maquíavelo, un pre"
cursor del moderno análisis del poder y del sistema de los estados, ponía

11
12 ~ Enfoques teóricos de las relaciones internacionales

el énfasis en una ciencia "libre de valores", del trazado de políticas exte-


riores y del arte del manejo del Estado.2 De Monarchia de Dante se con-
virtió eIi uno de los primeros · y más poderosos llamados de la bibliogra-
fía política occidental a . una .Qrganización internacional capaz de hacer
cumplir la paz.3 Otros tempranos defensores de una confederación o liga
de naciones-estado fueron Pierre Dubois (abogado y autor de panfletos
políticos francés de fines del siglo XIV y principios del xv), Emeric Crucé
(monje francés de fines del siglo XVI y principios del XVII), el Duc de Sully
(ministro del rey Enrique IV de Francia), William Penn, el Abbé de Saint
Pierre (publicista francés y reformador teórico de fines del siglo XVII y
principios del siglo XVIII), Jean-Jacques Rousseau, Jeremy Bentham e
Immanuel Kant. 4
A pesar de estos escritos clásicos, no se produjo ningún desarrollo
sistemático .comparable al de las teorías políticas internas del Estado en
el campo de la teoría internacional antes de la Primera Guerra Mundial.
Martin Wight ha señalado que si por "teoría internacional" aludimos a una
"tradición · de especulación acerca de las relaciones entre los estados,
una tradición pensada como gemela de la especulación acerca del Estado
a la que le corresponde el nombre de 'teoría política' ", semejante tradi-
ción no existe.s W~ght sugiere que 'una explicación de esta ausencia es que
desde Grotius (1583-1645), el jurista y estadista holandés, y Pufendorf
(1632-1694), el jurista e historiador alemán, casi toda la especulación acer:
ca de la comunidad internacional cayó bajo el encabezamiento de derecho
internacional. Señala que la mayoría de los escritos sobre relaciones entre
los estados antes de este siglo estaba contenida en la bibliografía política
de los escritores centrados en la paz, como los antes citados; enterrado
'en los trabajos de los historiadores; enclaustrado en las reflexionesperi-
·féricas de los filósofos ·o albergados en discursos, despachos y memorias
de estadistas y diplomáticos. Wight llega a la conclusión de que .en la trá-
'dición política clásica, "la teoría internacional, o lo que hay de ella, está
dispersa; es no sistemática y en su mayoría resulta inaccesible para el
-lego", tanto como es "en gran medida rechazanteOe intratable en su for-
ma".6 La única teoría que inspiraba el pensamiento de la época ·--jera
una teoría ·en cierta forma más cara a los diplomáticos profesionales que
a los especialistas universitarios- era· la del equilibrio de poder. Por cier-
to, era una recolección de lo que parecían ser axiomas de sentido común,
más que una teoría rigurosa.
El' período de la historia europea que va de 1648 a 1914 constituye la
edad de oro de la diplomacia, el equilibrio de poder, las alianzas y el dere-
cho internacional. Casi todo el pensamiento político se centraba en el
éstado-nación soberano: los orígenes; funciones y limitaciones de los pode-
r es gubernamentales, los derechos de los individuos dentro del Estado,
las exigeJ?das de orden y los imperativos de la autodetermin~ción y la in-
·dependencia. nacional; El orden económico, de manera simplista, s~ enten~
d ía como algo separado de la política y las políticas internas derivadas
del arte ~e la diplomacia. Se esperaba que los gobiernos promovieran y
protegieran el comercio, pero no que lo regularan. Diversas ramas del pen-
samiento socialista buscaban avanzar en nuevas direcciones, pero los socia-
listas, a pesar de su profesado internacionalismo, realmente no produjeron
· Enfoques teóricos de las relaciones internacionales ,""" '13

una' teoría internacional coherente. Postularon una teoría del imperialismo


tomada: en gran parte de John A. Hobson (1858-1940) , el economistabri-
tánico, y en consecuencia derivada de una teoría económica oriunda de los
estados capitalistas.7 Hasta 1914, los teóricos de las relaciones internacio-
nales casi uniformemente suponían que la estructura de la sociedad in-
ternacional era inalterable y que la división del mundo en estados sobe-
ranos era necesar ia y natural.8 El estudio de las relaciones internacionales
consistía casi enteramente en la historia diplomática y el . derecho in-
ternacional más que en la investigación de los procesos del sistema inter-
nacional.

Los enfoques modernos de la teoría de las relaciones internacionales

Cierto ímpetu tendiente a un estudio serio de las relaciones internaciona.


les se produjo en nuestro país cuando Estados Unidos emergió como po-
tencia mundial, pero las ambigüedades de la política exterior norteameri-
cana, junto con la tendencia "hacia el aislacionismo durante las décadas
de 1920 y 1930, impidieron el desarrollo de las relaciones internacionales
como una disciplina ' intelectual. Se ' desarrolló. una ditotomíaentre los
idealistas intelectuales, que compartían la visión de Woodtow Wilson de
la Liga de las Naciones, y los políticos que, sintiendo presiones ert favor
de un "retorno a la nórmalidad", bloquearon la entrada de Estados Uni-
dos en la organización mundial. Los norteamericanos exigían tín ·orden
mundial moral y pacífico, pero no estaban dispuestos a pagar el precio.
Esta dicotomía entre impulsos nobles y tendencias hacia el aislacionismo
se vio claramente reflejada en el Tratado Kellogg~Briand de 1928, que
"deslegitimaba" la guerra a través de una declaración moralista, pero no
suministraba ningún medio adecuado para hacerlo cumplir.9
Durante una década o más después de Versailles, los dos enfoques más
populares de la enseñanza de los asuntos mundiales en las universidades
norteamericanas incluían cursos' de acontecimientos actuales y cursos de
derecho y organización internacional. Los cursos de acontecimientos actua"
les ' estaban diseñados más para promover la comprensión internacional
que para aplicar metodologías de ciencias sociales con provecho. lo Los
cursos de derecho internacional subrayaban las discrepancias entre las
obligaciones formales de los estados (especialmente los miembros de ' la
Liga) y su' condúcta concreta en una era de lucha entre potencias ansiosas
por preservar el statu quo internacional y aquellas decididas a transfor-
mado,\1
'- Mientras algunos especialistas ingleses y norteamericanos de este pe-
ríodo entre las dos guerras mundiales se concentraban en el estudio del
derecho y la organización internacional, otros buscaban evaluaciones más
dinámicas, y abarcadoras de fuerzas y acontecimientos ' en las relaciones
erttre los estados. Los historiadores diplomáticos de primer nivel busca-
ban las "causas" y loS "orígenes" de la Gran Guerra de 1914-1918.12 Otros
historiadores exploraban el fenómeno del naciortalismo, durante mucho
tiempo considerado (hasta hoy) como la fuerza política más poterite del
mundo moderno, ' a pesar del advenimiento de ideologías universalistas .l~
14 ... 'Enfoques teóricos de las relaciones internacionales

Wpat'édieI'on ; eséritos especializadbs ceri diversas áreas -problémas de se-


~ticlad:, guerra y desarme;14 imperialismop diplomacia y negociación;16
el leq'uilibrio de poder;17 los aspectos geográficos del poder mundial (que
's é'apoyó en' el trabajo de Alfrea Thayer Máhan y Sir Halford Mackinder,
1riltádoen el Capítulo 2) ;18 la historia de la teoría de las relaciones inter-
nadonales;19 y los factores economiéos en las relaciones internacionales.lO
Por ejemplo, Sir Norman AngeU, urio de los escritores británicos más pro-
líficos de este tiempo y recip'iendario"del Premio Nobel de lá Paz de 1933,
-Sugirió que la ' guerra entve 'estados , altamente industrializados era un
ejercicio fútil, porque el comercio libre había hecho surgir una ' interde-
pendencia sin precedentes, que a su vez hacía esencial la cooperación inter-
nacional para su bienestar individual y colectivo. Un conjunto de teorías
parciales ' estaba en proceso de desarrollarse. Muchas de éstas luego se
convirtieron en elementos de esfuerzos más abarcadores tendientes a hacer
síntesis a posterioride' la Segunda ~uerra Mundial.

E. H. Carr 'y la' crisis de la política 'mundial


• \. . • ~ '. ,"" r

Para lbs años tremta ' había un creciente reconocimiento entre los profeo
soresde relaciones! internacionales' de la 'brecha existente entre los ' "uto-
pistas" y los "realistas" . . El: clima académico posterior' a la Primera 'Gue-
rra1Mundial ,hiio que fuera ' conducente 'para los utopistas ' preocUparse pOI!
los , medios de Impedir: otra guerra. En consecuencia, . esta ' tarea '. impulsó
el estadio 'serio de las"relaciones' 'internacionales. Ningún especialista de
dicho~ ,pedoi:lo 'analizó' de ~ manera más ' aguda que Edward Hallet Carr en
su ;"(:er~oliadó · trabajó~21 ' las ' diferenCias' filosófica's entre utopistas : y realis-
tas. , ~·ste, 'si bien publicadO: eil' 1939, noiuvo su efeoto' en Estados' UÍlidoS
hasta despué's :de la Segunda' Guerra 'Mundial. · La mayor,íi de"las análisis
ebmpara,tistassiguientes"se remiten 'claramente a .dkhol ·trabajOl;¡ '.
i':JfmCarr; veía a los utopistas', en su ' mayoría,' corr1'0 i~a:descendientes' ¡nte-
iéctuales '}del optimismo iluminista del siglo xVIIT," el "liheralismo ' delsi~
glol ~IX'<y' :el ¡idealismo wilsoniano-del siglo, xx; El utopisnioestá' estrecha-
inente ;asomado' :c onuna tendencia distintivamente :: anglo-norteamericana
ao~pbnér.'que 'IO's estadista:s' disfrutan 'de amplia' -libertad de · elección en
eNtrazado ;de~. la" poIítíca 'e xterior..22 Echados apeTder por un cierto fari·
séísmo-;<>!t}!r¡,utopistas ' se aferraban ' a: la ' creencia ' de que Estados -Unidos
habfa: entraooeh la Primera Guerra Mundial como un adalid desinteresado,
ine1asi:ve ¡remis'O,' de la moral internacional. Subrayando tómodebería:
comportarse la gente en sus relaciones internacionales más que cómo
se-Icol'inportade 'hecho; los utopistas norteameriCanos desdeñaban la política
tlel equilibrió· de"podér (históricamente identificada: con Europa), los ar~
mamentos"nacionales,el uso de la fuerZa en los asUntos internacionales y
los'1ratadoS' !s~aretos . de -alianza que ·precedieron a la Primera Guerra Mun-
dial; ' Pdr-rci:ontraposición, subrayaban los' derechos y obligaciones legales
intetnáddriáles; la' armonía natural del interés nadonal -que recordaha
la' "IJlano' invisible" : del Adam Sinith 23_ como ' regUladora de la preserva-
ción de la paz' internacional, uría fuerte confianza en la razón' en los asun-
tos hümanos y la'~ cohñanza' en la funci6n de presetvador de la paz del
Enfoques . teóricos .de lfls r,elq.ciones int~rnacionqles. '::'.. l~

"tribunal mundial de la opinión pública". (Los utopistas, por cierto,. po,.


dían aducir que el equilibrio de poder mismo correspondía a la ' ".,J;llano
invisible" que había sido desacreditada en su enfoque.)
El utopismo en la teoría de las relaciones internacionales se basa "en
el presupuesto, tomado del Iluminismo del siglo XVIII, de que las circuns-
tancias del entorno configuran la conducta humana y que tales factore's
pueden ser alterados como base para transformar la conducta humana. En
agudo contraste con la teoría realista, que se discutirá en el Capítulo ' 3,
los utopistas sostienen que la humanidad es perfectible, o al menos capaz
de mejorar. En el nivel internacional, el entorno político puede ser trans-
formado por el desárrolló de nuevas instituciones tale~ como la Liga de las
Naciones o las Naciones Unidas. A través del, establecimiento de normas
de conducta, el comportamiento político puede cambiarse. Una vez que ta-
les patrones se planteen, sería posiele crear electorados educados y un
liderazgo 'capaz de aceptarlos. Se ,Sup-Q.ne que ,pueqe esperarse que la opi-
nión pública esclarecida tome decisiones racionales. Más aún, capital
para lá teoría utópica ,. era. el presupuesto de una armonía de inte,r és en la
paz en el nivel de la colectividad oel estado-nación, basado en el interés
del individuo en un mundo pacífico. El interés más alto del individuo
coincide con ' el de la comunidad en general. Si los estados no han abra-
zado la;:paz¡ ~e debe a que el liderazgo no ha resp<mdido a la voluntad,
del pueblo. Un ' sistema .-intérnacional baSado. en gobi~rnos representati~
vos (un .mundo que se ha vuelto seguro para la democracia, en palabras
de Wooeb;ow :Wilson) necesariamente sería un m\lndo pacífico. Por este
motivo, un dogma principal de la teoría utópica era laautodetermÍIiación
nacionaL Si .los 'pueblos . son libres de elegir la forma: degobiel'I\o ,bajo
ta' cuaLqtiíet eil vivir, :.elegirán fotrnas' rel>rese~tativas de 'gobiem? El ·re-
suItado~ será crear el marco 'necesario para , la realización ' de la armonía
de interes en un mundo pacífico. , . , , '. .. .'
'. El ,titopismose :planteó en un eS,ta:dio inicial del d~arroll() ',de la'
teoría de las 'relacjon~sinternacionales.: En palabras q~ E. H. Ca):T, .las,
relaciones,;internacipnales "surgieron de' una guerra ·grancte ,y . -desastrosa;
y .el propósi.to ,abrumador que dominaba e inspiraba'. aiQ.s ,pioneros Jc¡le,la.
Duéva :éien'cia ;era: i.mp~ir la recurrencia de . esta enfernwdad. en el <:¡lle:n><>:
político, ,mtetnacioxral,'!.24 La , de.s trucci6n prodllcida ,:por la. Primera , G1,t~r!"a,
Mundial tue ,lo que 'llevó además a la búsqueda ' de normas /e ,iilstitucj on,e s.
intemacionale.s-, en Ja {o-rroa- -dd, ACllerdo. de, la :Liga 'de ' las :Naciones ,.y .4 ,
m:arc~ :de oSe'guridad colectiva ' e~tablecido po.r: ~~s ,f undadores .. En , ppixV-ó~
de 'Carr, :se ,d iee: qUé el deseo es el, padre dt)l pensamiento, en ,el sentipo de,
que.\,1Il urgc;:nte deseo por abolir,la guerra <>: reducir su 'poder de destruc~,
ción ;configuI'Ó ;la J1Proximación ,a "la teoría de ' las relaciones : mterFlaciqn~;
les. :En ' este.:-estadio 'inicia.!:) elJip o . la teleología ~ 'p:re.cede ,y condiciona;
~lpeI;l.S}lmjeJ;lto"\ En ConS"ecuencia~ anl'Il1a Carr, al , principio ' del: estab~eci...,
t.Di~nto de: un nUevo' campo de investigación, ~'elelemento de deseo ,o pr o.--
pósito es abrumador amente fUerte,- y la "tendencia 'a analiz¡ir hechos y me...
dios; débil o inexistente".25 Tal es la perspectiva que ,guió el desat;I:oIlo de'
las' -relaciones ,internacionales -e l). la:s 'décadas t.ra1,'lscurric,f:as -entre -las " ~'{i,
guerrasmpndia:les,' espe,cialmente' en "Estados 'Untdqs, pero :tamb~é:a, l; ~
~r.an, :a.tet&ñaJ -~l~ pW1tQ de,, "\T~~ta, 'dC¡>In'inantc;: t;o~si'st(ª t)n_; , ~~qp:t~,),~,¡qll~
i6 N Enfoques teóricos de las relaciones -internacionales

éra internacional y rechazar lo que -era "nacional, y evaluar los aconteci-


m1entos del día según el nivel en el que se adecuaran a los patrones esta-
blecidos por las normas Íegales internacionales Y la Liga de las Naciones.
Así surgió una literatura especial, altamente normativa en su contenido,
cuyo propósito era, tal como se establecía en el prólogo de uno de tales
volúmenes de G. Lowes Dickinson: "Diseminar el conocimiento de los
hechos de las relaciones internacionales e inculcar la forma internacional
más que la nacionalista de considerarlos. .. pues el mundo no puede ser
salvado por gobiernos y clases gobernantes. Sólo puede ser salvado por
la creación, entre los pueblos del mundo, de una opiriión pública tal que
no pueda ser engañada por una mala interpretación ni llevada a posicio-
nes erróneas por la pasióh".26 Además de Dickinson, la lista de contribu-
yentes a esta bibliografía utópica incluía a Nicholas Murray ButIer, Ja-
mes T. Shotwell, Alfred Zimmern, Nolinan AngelI y Gilbert Murray.
_En la medida eIi que la Segunda Guerra Mundial se aproximaba, la
brecha entre la teoría utópica y los acontecimientos del momehto se 'en--
sanchaba. Los fracasos de la Liga de las Naciones en los años treinta
arrojan dudas acerca de ia armonía de interés en la paz, que parecía ade-
cuarse más a los intereses de !llS :potencias satisfechas del statu qua, que
a las necesidades notodas de los estados revisionistas: -que buscaban -cam"
bibs de fronteras, una posición más importante yun -mayor poder y,
especialmente "en el caso de la Alemania nazi, la venganza por la humi-
nación del acuerdo posterior a la Primera Guerra Mundial impuesto por
el traÍ<tdo de Versailles. -Coritrai-iamente alpresupue'sto utópico, la auto-
detenilinacióh nacional no siempre " producía -gobiernos -representativos.
PÓÍ"e.l cOIitr?rió, el derrocamiento del vIejo orden monárquico dio surgi-
miento, en muchos lugares, Rusia incluida, á un Estado totalitario aúti
mas generalizado. El mundo no consistía "principalmente en estados -que
amaban la paz, basados en la realización de-una armonía internacional de
interés en la paz. Por el 'éontrario, cada vez más los agentes prinCipales
abraiabán ideologías como el fascismo y el comunismo; unidos, por ejem-
pló,en elinfame Pacto Molotov-Ribbentrop de -agostó de 1939 entre la
Unión Soviétiea y la Alemania 'nazi, que dispuso el escenario para la .inva-
sión nazi a Polonia, el estallido de la -Segunda GúeÍTa Mundial; "la división
de P~lonia y la absorción de los estados bálticos -en la Unión Soviética,
todo en contravenci()n de los pat~nes de conducta internacional plantea-
do'! . ~n la teoría utópica. Los estados que de manera más fuerte encarna..
ban' látetiría utópiea y eran sus centros intelectuales, fueron los que más
cortos se quedaron respecto de sus preceptos. Estados Unidos había recha-
zado el llamado wilsoniano al internacionalismo y se había negado a
unirse a la Liga de las Naciones, revirtiéndose por el contrario_hacia el
aislacionismo. En Gran Bretaña la carnicería de hi Primera Guerra Mun-
dial, que había tenido como resultado la pérdida de gran
parte de una
generación de hombres, generó un pacifismo cuyo efecto fue restringir.
en gran medida, cualquier capacidad de aplicar la fuerza necesaria den,,:
tro o fuera de la Liga de las Naciones contra los estados expansionistas
como la Alemania nazi o la Italia fascista, tanto como el Japón imperial,
hasta el principio de la Segunda Guerra Mundial. :este fue el escenario
internacional que marcó la deClinación de la fase utópica y suministró un
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales - lT

terreno intelectual fértil para la revalorización y reformulación de una


teoría ~ealista de las .r elaciones internacionales, ' discutida en el Capítulo 3.
.Los· realistas; en contraste con los utopistas, subrayaban el poder y
el interés, más que 10s ideales, en las relaciones internacionales. El rea-
lismo es básicamente conservador, empírico, prudente, sospechoso ante
los principios idealistas y respetuoso de las lecciones de la historia. Es
más probable que produzca un enfoque pesimista que uno optimista de la
política internacional. Los realistas consideran el poder como 'el concepto
fundamental de las ciencias sociales (tal como la energía en la física), si;
bien admiten que las relaciones de poder a menudo están encubiertas en
términos morales y legales. Más aún, critican a lós utopistas por preferir
las metas visionarias al análisis científico . .
Para los realistas, las apelaciones a la razón y a la opinión pública
han demostrado ser, lamentablemente, débiles apoyos para mantener la
paz en los años treinta; por ejemplo, rio salvaron a Manchuria y Etiopía.
de la agresión. Así, si bien los idealistas esperaban un cambio que permi-
tiera el desarme, los realistas subrayaban la seguridad nacional y la nece-
sidad de la fuerza militar para apoyar la diplomacia. .
El argumento que opone el utopismo al realismo es clásico. ' El aná-
lisis ' de Can de esta ' dialéctica sigue siendo oportuno: "El sentido más
profundo de la crisis internacional moderna", afirmaba,: "es el colapso de
toda la estructura del útopismo basado enelcontepto de la armonía de in-
tereses".27 En su opinión, la moral internacional de los años de entreguerra
simplemente justificaba los intereses ' de las potencias dominantes esta"
blecidas, angloparlantes, de loS satisfechos frente a los .insatisfechos, de.
los "que tienen" frente a los "que no tienen". Carr¡ tinpragrriático, cen~
suraba a utópicos y realistas. Veía que mientnis los utopistas ignoran las:
lecclones . de ·la 'histori'a, los realistas amenudó leen la historia de forma
demasiado . pesimista. 'Mientras los idealistas exageraban la libertad d'e-
eleédóit; :.losrt'Jalistás ' exageraban la ea'úsalidad'·fijá y ' caíah en ' el ' detet+.
minisrnó. Mientras los idealistas podían confundir ·él interés nacional con
los principios morales UIíiversáles, el realismo' corre el riesgo del cinis~
mo ' y "frnéasa: en.' suministrar cualquÍer terreno "para las acciones con
fines y sentido",28 es decir, el realismo niega que el pensamiento humano·
modifique la acción humana. El fin precede a la observación; la visión de
un Platón viene antes que el análisis de un Aristóteles. La visión inclusive
puede parecer totalmente irreal. Carr cita a lOs alquimistas que intentaban'.
convertir d plomo en oro, señalando que cuando su proyecto Visionario
fracasó, empezaron a analizar los "hechos" con mas cuidado, dando naci-
miento así a la ciencia m'oderna.29 LIega a la conclusión de que his teorías
políticas sólidas contienen elementos de utopismo y realismo, de poder-
tanto como de valores morales.30

El realismo posterior a la Segunda Guerra Mundial

Como no es sorprendente, la Segunda Guerra Mundial y su período inme-·


diatamente posterior apartaron aún más el pensamiento occidental sobre-
las relaciones internacionales del idealismo del temprano período de ' la
"18 _ Bnto,q ues, \teór.icos, de las relaciones internacionales

higa de las' NaCiones llevándolo hacia un anterior realismo en restirgimien-


tÓi<desd~; eI tlerecho y la organización a los elementos del poder. Inclusive
, i@S1ahaüstasJcon inclinaciones idealistas -y había muchos que habían apo-
yado ,e l esfuerzo bélico por razones del más alto idealismo moral- se vol-
WeIlonescépticos respecto de los programas utópicos y, por el contrario,
pillieron una mezcla de derecho y organización internacional cón el poder
efectivo para asegurar la paz internacional, la seguridad de las ilaciones
y 'el arreglo equitativo de las disputas.
j / 'A lo largo del período posterior a la Segunda Guerra Mundial, el co-
mienzo: de' la Guerra Fría y la emergencia de Estados Unidos coma potencia
con intereses y compromisos globales generaron dentro de las universidades
norteamericanas un reforzado interés en el estudio de las relaCiones inter-
~acionales. Los veteranos de guerra que éstaban en las universidades mos-
t raron una aguda preocupación por los "asuntos extranjeros". Bajo el
efecto de acontecimientos internacionales críticos, el gobierno de Estados
Unidos expandió en gran medida ·sus operaciones en las áreas de seguridad
militar nacional, alianzas y otras organizaciones internacionales, y la ayuda
para el desarrollo eCQnómico a países extranjeros. Todas estas operacio-
nes, por cierto, aumentaron la necesidad de personal entrenado. Por pri-
mera vez, muchas empresas norteamericanas ' se volvieron conscientes del
4(;q.m~l'cio internacional y de las posibilidades de inversión. Los científicos,
:alarmados por las consecuencias de la nueva tecnología nuclear que ata-
p-aban , de producir, entraron en" política como novatos de diversas cruza·
das, advirtiendo al público de los peligros que 'enfrentaba la humanidad. Las
personas consentido , cÍ\~ico desarrollado organizaron celosamente canse';
Jos .y ,asociaciones para ed1,lcar y exhortar, a fin de , hacer conscientes a
los ciudadanos de, los problemas internacionales.. , " "
j,l, Ü>s 'cspecialistl:ls universitarios "de · Gran Bretaña. y ' Estados , Unidos,

lqs dos pmses en. los', cuales las universidades ',habil:lo : n;tO:strado'.'m ayor
avanCe :en :el desarrollo: de: entregueJ;raS de:llas "relaciones ·internacionales¡
produjeron. análisis 'adecuados para la , reali~c!l ; de poSguerra:" Varios ' tra~
bajos públicados a . fines de ' los' años ic1,latentl:l ;s;u;brayaban lel enfoque del
po,derpata el estudio ,de,.las' relacio~es : J.ntelillaCiOnales. "Uno :de Jos auto-
..-es ,inglesesniás a menudo citado: eralMarrtim Wight" 'quien :señalaba que : 1

; ' ,- " '.: -', ',"":i . ;:'; ,r': : ~. I ~ ...r ! . . ... . . ..;- ,
.10 que :distingbe alá,'historia modetíia' dé ,lanhistoria medieval es el
:¡predominio 'de -la ¡idea: de' poder sobve,ila,')i4ea; ~de:, tlerecho; " el " mislllQ
J élin::iino,¡< '.p oder" :para describir. a un EstadQ \em su asp.ecto: intemaci~
-nal',es ' significativ<;) ~ la visión del 'hombre¡¡de.Ja: calle; quien,'quizá$
'está.inclinade} a aar'pQr selitado que 'l a política ,e",teriores inevitable"~
,mente upolítica de poder'.'¡ no 'carece de ;una .aguda,' ;p eneít:ac;:iÓn.31 ' .
." •. :: : o;,. ,O!. ':') . ,' .

Otro especialista inglés, Georg Schwarzenberger, analizaba el poder como


un factor primordial de la política internacional. En ausencia de una
genuina comunidad intemacional,afitrnába; s é ' puede, ~sperar que ' CierHf$
grupos dentro de~ sistema internacional hagan lo que son físicamente ca-
paces: de hacer, más~ qUe lo' que se los exhorta- mora:lmente a que hagan"
Elepode.r" en 'Opinión de Schwarzenberger¡ de ,ninguna ,manera es algo per:-,
y.~r~<> y<,destrnct,ivo. Es una ~ombinación de influencia persuasiva ' Y' fuerz~
Enfoques teóricos ' de las relaciol1esinternac'ion'tile's ~ rl90

coerei-ij\Ta, pero quienes esgrimen el poder, si bien inimtienert,' y "'eXhiBen


una capacidad de imponer sus voluntades sobre quienes no coinéideh~
normalménte prefieren lograr sus fines simplemente planteando la l t:ü:fié~
naza de sanciones efectivas, sin recurrir de hecho a la fuerza física. Los
libros de textos sobre relaciones internacionales que se publicaron duranté
las dos primeras décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial teco:
nocían al "poder" como concepto central del campo. El ,texto ' que tuvOo
el mayor impacto en' la enseñanza universitaria de las relaciones interhá!:.
cionales, el de Hans J. Morgenthau, explicaba elcomportaniiento der
estado-nación sobre la base del ·interés nacional (definido en términos dé
poder) como el objetivo normal perseguido por los gobiernos cuando era
posible}2 Los otros libros de texto importantes de dicho período consagra-
ban todos un promedio de tres capítulos por lo nierio~f a la mlturaleia déi
poder y los elementos o factores del poder nacional. La mayoría de los es-
pecialistas en ciencia ' política conteinporám!os y los · estudiosos de relacio~
nes intérnacionales siguen dIstinguiendo entre: el poder y la influencia y
considerando el poder comO una variable, de capital importancia.33

El desarrollo 'de la teoría de las relaoiones internacionales


. :t

Los libros de ' texto anteriores 'c ontenían algunas observaciones teóricaS:
sobre tópicos cOIl1o el nacionalismo, el imperialismo, el 'colonialismo, la
emergencia del Tercer Mundo, la ideología y la propaganda, y el efecto
de los factores e'conóriiicos y tecnológicos en his relaciones' intt~rnadonales.
Algúnos corttenían ' capítulos sobre alianzas, integraéión regiorial o funcio-,
nal, desarme o contr.ol de 'armamentos y técnicas :especfficas de política
exterior como la intervención, la no alineación y r el ' aislamiento. Pocas
vecesse'Veíáun esfuerZo por trazar vínculos precisos' entre las teodas o
por averiguar SI las teorías parciales podían unirse en un todo mayor y
coherente.M Esto Iiopreteride 'sugerir que los' autores necesariamente care-,
cieran de 'su propia teoría configuradorá. Peto no presentaban una teoría
generalizada de forma sistemática. Por cierto, varios de ellos sin duda
sospechaban 'de las teoda'!; aisladas y 'abarcadoras. ' '
A 'lo largo de todo el período que va hasta' fines de los años cuarenta,
ha habido ' un lento desarrollo de metodologías y técnicas. de investigación,
análisis y enseñanza de relaciones internacionales, que ha .contribuido al
crecimiento de la teo'ría.3s El esfuerzo hacia la construcción de una teoría
abarcadora empezó con el "Gran Debate'" entre realistas e idealistas (tra-
tado en el . Capítulo 3). Originalmente, la mayoría de ¡os mlen:ibros de-
ambas escuelas era lo que ahora llamamos tradicionaliStas. Quienes esta-
ban interesados ·en rechazar las premisas de la política internacional tra-
dicional encabezaron el camino en el desarrollo de metodologÍas conduc-
tistás cuan,titativas, pero pronto se les unieron algunos realistas que querían
demostrar que la evaluaCión básica de poder no se podía dejar fácilmente
de lado.
Los añoS sesenta fueron testigos de una considerable expansión del in-
terés eh el análisis teórico,36 y su convalidación por medio de metodologías
tales como el análisis de contenido y las correlaciones de., dos variables;
•20 ~ Enfoqu.~s. teóricos de las relaciones internacionales

.0 de múltiples variables. Se tomaron prestadas reflexiones de la biología,


la antropología, la sociología, la economía y otras ciencias del comporta-
miento, en el esfuerzo por explicar la política internacional. Se puso el
.énfasis en la construcción de modelos abstractos, tanto como en una va-
riedad de nuevos enfoques para la comprensióil de los factores ecológicos
y las relaciones individuales entre los hombres y su medio, la integración
regional, la interacción en el sistema internacional, las causas de la gue-
rra, las condiciones para la disuasión, la carrera armamentista y el control
>de armamentos, la toma de decisiones, la teoría de los juegos y temas
'vinculados de la política exterior y las relaciones internacionales.

T eorías de "gran" y de "mediano alcance"


Los teóricos de las relaciones internacionales han estado preocupados por
-·v arias cuestiones básicas en las últimas décadas. No todos los teóricos han
trabajado o demostrado interés en todas las cuestiones. Por cierto, la ma-
yoría de los teóricos más conocidos ha consagrado su atenciórt principal-
-mente a un enfoque preferido (generalmente una teoría abarcadora o
''''grande'') o si no a una o a unas pocas teorías parciales "de mediano al-
cance". Bajo la denominación de "gran" teoría, aquella que se propone
e xplicar de forma generalizada una amplia gama de fenómenos, ' incluire-
:mos perspectivas tan abarcadoras como las siguientes:

1. Las teorías de cambio de Quincy Wright y 'Rudolf Rummel.


2. Las teorías realistas (o de poder) de Hans Morgenthau, Raymond
Aron y Henry Kissinger y el neorrealismo (Kenneth Waltz y Karl
Gottfried Kindermann).
J. Las teorías de los sistemas de Morton Kaplan y Richard Rosecrance.
Los ejemplos de teorías parciales, de mediano alcance, pensadas
. 'para explicar una gama limitada de fenómenos con unas pocas va-
riables, incluyen las vinculadas con

a. la influencia del entorno geográfico (Alfred Thayer Mahan, Hal-


ford Mackinder, Nicholas Spykman, Harold y Margaret Sprout);
b . . modelos de comunicaciones y formadores de comunidad · (Karl
Deutsch);
c. funcionalismo e integración sectorial (David Mitrany, Ernst
Haas, Leon Lindberg y Joseph S. Nye);
d. disuasión : (Bernard Brodie, Herman Kahn', Glenn Snyder y Paul
Diesing);
e. desarrollo internacional y conflicto (Nazli Choucri y Robert
North);
f. los correlatos de la guerra (J. David Singer y Melvin Small);
g. comportamiento de las alianzas -(William Riker y Stephen Walt);
h. comportamiento en las negociaciones (Thomas Schelling y Ana-
- -tol Rapaport);
l . toma de decisiones (Richard Snyder, Graham Allison y Glenn
Paige).
Enfoques teóricos de ,las relaciones ' internacionales

. .
Inclusive el esfuerzo por clasificar teorías como "grandes" o "de 'mediano
alca?ce" ~uede provocar debate. No se trata de categorías completamen-
te dIsyuntIvas, algunas teorías pueden ubicarse entre ellas y otras pueden
no adecuarse bien a ninguna de las dos. La teoría de toma de decisiones
d~ Richard Snyder y sus colegas, por ejemplo, no es tanto una teoría ex-
plIcativa con poder de predicción como un esquema taxon6mico o clasifi-
catorio ' preciso, un marco conceptual que le suministra al investigador
que está haciendo un estudio de casos aislados o comparados en el tema
de toma de decisiones, un marco ordenado para recoger y analizar datos.
Otras teorías de la toma de decisiones como la "cibernética" (John Stein-
bruner), la del "comportamiento satisfactorio" (Herbert Simon), la "buro-
crática" (Morton Halperin) y la del "agente racional" o de los "procesos
de organización" (Graham Allison) se acercan más a ser explicativas. To-
das las teorías antes mencionadas, más otras, serán tratadas en los capí-
tulos siguientes. El fin de mencionarlas aquí no apunta tanto a abrumar,
menos aún a desalentar al estudiante, sino a indicar que no sólo hay
muchas teorías diferentes sino también tipos y formas diferentes de teori-
zar sobre las relaciones internacionales. Las autoridades del campo en
absoluto coinciden en qué sería mejor: construir una gran teoría primero
y dejar que la formulación de teorías de mediano alcance fluyera de
ella, o probar y solidificar un conjunto de teorías de mediano alcance
antes de proceder a un nivel más elevado y abstracto. Stanley Hoffmann,
por ejemplo, prefiere empezar con la gran teoría mientras que J. David
Singer se inclinaría a poner las bases con teorías de mediano alcance, de
base empírica. La situación ha cambiado poco desde que Glenn Snyder
y Paul Diesing escribieron, más de una década atrás:

En nuestra enseñanza e investigación, somos como VIajerOS en una


casa flotante, yendo y veniendo entre "islas" teóricas diferentes, cuya .
vinculación sólo consiste en el hecho de estar juntas en el gran "océano"
del "comportamiento internacional". Algunos teóricos fijan su resi-
dencia permanente en una isla o en otra, otros siguen yendo y vinien-
do, pero pocos intentan construir puentes, quizás porque las islas
parecen demasiado apartadas entresí.37

A riesgo de simplificar en exceso, podemos decir que quienes adoptan un


cuidadoso enfoque "contable" prefieren las hipótesis más modestas que
se encarnan en teorías de mediano alcance o inclusive de "pequeño alcan-
ce", mientras que aquellos que tienen una inclinación más filosófica fa-
vorecen la visión más grande y abarcadora. (Esto no es exactamente lo
mismo que la dicotomía entre los conductistas cuantitativos y los tradicio-
nalistas, que se explicará más adelante, pero se vincula con dicha dicoto-
mía.) Los especialistas modernos a los que a menudo se los acusa injusta-
mente de saber y escribir cada vez más acerca de cosas cada vez menos
significativas, a menudo manifiestan impaciencia o desprecio hacia los
productos de mentes generalizadoras como Toynbee, Parsons o Morgen-
thau. Kenneth Boulding, por el otro lado, desestima la investigación espe-
cializada en pequeña escala e insta a quienes pueden entender el sistema
22 ~ E'nfotjues, teóricos de las relaciones internacionales

internacional a abandonar el microscopio y las trivialidades infinitesima-


l~:¡ . !y) -a- -tomar el telescoI?io para. abarcar t?do el univers<? mientras evolu-
.cti9ua: a través del espacIO y el tIempo.38 Solo entonces, dIce, podemos em-
pe~ " a , ver cómo la sociedad humana internacional de este diminuto
Planeta se ajusta al esquema cada vez más complejo e interactivo del uni-
.verso. Dado que el cambio inevitable es la ley fundamental , aduce, debemos
dejar de lado los conceptos aparentemente inmodificables de la política del
poder heredados de Tucídides, Maquiavelo y Hobbes y reconocer que la
amenaza y el conflicto más tarde o más temprano dejarán lugar a la coope-
ración y la integración mutuamente beneficiosas. Boulding pulsa una cuer-
da novedosa y refrescante que probablemente le suene más consoladora
al filósofo que al encargado responsable de trazar políticas, que no piensa
en términos de eones o siglos sino del año que viene, la semana que viene
o mañana. El aspecto principal, por el momento, es que gran parte de-
pende de la propia visión filosófica general, incluida la propia visión
de la historia y la naturaleza humana, tanto como de si la naturaleza hu-
mana sigue siendo en gran medida la misma o pasa por un desarrollo
progresista genuino, desde el egoísmo hacia el altruismo, durante el curso
de la historia. Obviamente, la sociedad cambia hacia afuera como resul-
tado del conocimiento acumulado y del efecto de la educación, la ciencia,
la tecnología, la producción, la economía, la religión y la cultura. Pero que
los seres humanos experimenten un cambio interno igualmente profundo
en sus cualidades psicológicas y morales es un asunto diferente. ,

Cuestiones lógicdm ente previas

Antes de que examinemos en detalle los escritos de los teóricos modernos


de las relaciones internacionales,ciertos temas deben considerarse primero
porque son lógicamertte previos:

1. ¿Qué' queremos decir con "relaciones internacionales"? ¿Cuál es el


alcance del campo?
2. ¿Qué queremos decir con "teoría"? (,Cuáles son sus funciones?
3. ¿Qué relación hay entre teoría y práctica?
4. ¿Qué método es mejor, el inductivo o el deductivo?
S. ¿Cuál es el "problema del nivel de análisis"?
6. ¿En qué unidades (o agentes) deberíamos centrar nuestra atención?
7. ¿Qué predomina, la política o la economía? O, para decirlo de otra
forma , ¿ el "poder" está siendo reemplazado por la "interdepen-
dencia"?
8. ¿En qué medida puede o debería estar libre de valores la teoría?
9. ¿Cuál es el lugar apropiado de la teoría normativa?
_ Enf9qT,l~S .te()ricos de las relaciones internacionales ~ 23

La definici6n y el alcance de las relaciones internacionales

La definición es apenas el principio, no el fin, de la indagación sistemáti-


ca. La ciencia moderna empieza, como lo señaló Alfred North Whitehead
en una conferencia de 1925, cuando el énfasis pasó del método aristotélico
de clasificación al método pitagórico-platónico de medición; sin embargo,
se apresuró a agregar que la clasificación es necesaria para el pensamiento
ordenado y lógico. 39 Todo campo disciplinario debería poder definirse a
sí mismo con claridad, tanto como todo pensador científico debería asumir
un proyecto de investigación con una noción precisa del fenómeno que
investigará. Cuando el tema de las relaciones internacionales apenas es-
taba emergiendo como campo de estudio dentro de las universidades bri-
tánicas y norteamericanas, los especialistas de ambos lados del Atlántico
tuvieron dificultades en enfrentar con su naturaleza y alcance. En 1935,
Sir Alfred Zimmern sugirió que "el estudio de las relaciones internacio-
nales se extiende desde las ciencias naturales en un extremo a la filosofía
moral . .. en el otro". Definió el campo no como un solo tema o disciplina,
sino como un "conjunto de temas·, .. ·considerados desde un ángulo ca-
mún".40 Muchos profesores, desde su época, han señalado irónicamente
junto con Zimmern que los estudiantes que se "especializan" en rela:ciones
internacionales desearían saber más de historia, pOlítica, economía, geo-
grafía, demografía, diplomacia, derecho internacional, ética, religión y casi
todas las ramas de la cienda y la tecnología contemporáneas. Por cierto,
aquellos que alcanzan un lugar distinguido y perdurable dentro del campo,
.parecen ser aquellos preparados por un trasfondo educativo liberal para
una vida de investigación activa basada en un interés insaciable en la
~'dimensión internacional".
Nicholas J. Spykman, que se cuenta entre los primeros en' proponer
una definición rigurosa, usó el término relaciones entre los estados que,
~in embargo, no esperaba que .ganara gran aceptación: "Las relaciones
fimeI1lacionales sonrelacione.S entre individ.u os quepérténecena diferentes
estados .. . . el comportamiento .internacional es el comportamiento social
de individuos o ' grupos que apuntan a . .• o influenciados por la existencia
o comportamiento de individuos o grupos que pertenecen a un Estado di-
fer~nt!:!';'¡41 Definida dti-!orma na rigurosa·¡- el tétminorelaciones internacio,.
nales podría abarcar muchas · actividades diferentes -comunicaciones in~
.~ernacionales ; transacciones comerciales, competencias ' atléticas, turismo,
cQ11ferenciascientíficas, programas de intercambio .e ducativo, y actividades
misionales religiosas. Los especialistas en relaciones ,internacionales hun-
.cé¡. han es tado -de' acuerdo sobre dónde están las fronteras de su campo.
Frederick S .. Dunn una vez advirtió que la palabra alcance es ~1igros'a~
mente ambigua porque implica -la existencia de .. fronteras claramente dis.
cernibles, identificables tan fácilmente como la marca de un investigador.

Un campo de conocimento no 'posee una extensión fija en el espacio


sino que es un conjunto ,de datos y métodos en constante cambio que
en el momento r esultan útiles para responder a un conjunto identi-
ficable de preguntas. En cualquier momento ' dado les presenta : .<life-
2~ _ Enfoques 'teóricos de las relaciones internacionales

rentes aspectos a diferentes observadores, según su punto de vista y


finalidad. Las fronteras que supuestamente dividen mi campo de cono-
cimÍento de otro no son paredes fijas entre células de verdad sepa-
rradás, sino inventos convenientes 'p ara' disponer , hechos ' y ' métodos
conocidos en segmentos manejables para la instrucción y la práctica.
,P ero ,los focos de interés cambian constantemente y estas divisiones
Itlenden' a cambiar con ellos.42 '

Seguía sugiriendo, con bastante ' sensatez, ,q ué el ' "tema de 'las relaciones
internacionales consiste en cualquier conocimiento, tomado de cualquier
fuente, que puedá ser de ayuda para responder' a nuevos problemas inter-
nacionales o para entender los viejos".43 ' '
, Durante más de una década después de la Segunda Guerra Mundial.
los e's Pecialistas discutieron si las relaciones internacionales podían ' lIa-
,r narse ima disciplina con metodología y conÚmído sustancial propio, o si
era tan encidopédkacomo para pertenecer a varias disciplinas. Quincy
Wright la consideraba una "disciplina en emergencia" en proceso de for-
madón~ y aducía que responde a los criterios ' definitorios de sus criti-
cos tánto :como la mayoría de las disciplinas académiCas, en el desarrollo
tle la',ctúll la historia ha jugado un papel tan importante cómo la lógica.44
Morton' A. Kaplan,al insistir en 'que las relaciones internacionales carecen
'del carácter de disciplinaporque ' D.o "hay un centro disciplinario común
'ql;l~, J>ue~a ' ser ~ndqu~cid?,: com~ lo ha 1?-abi~,~ ef,1 .e~,a' ~quivál~n.te?e
-la cIénCIa polítIca"; nmgun conjunto de habIlIdades ,y: tecmcas y nmgun
cuerpo desarrollado deproposiciories teóricas,preferia reconocer a Ul polí-
tica internacionalsiírtplemente , como una subdisciplina ,dentro de la cien-
dapolítica.4s " , ,, ,
Frederick S. D~nn afirma que las relaciones intemaciohales ptteden
"ser , consideradas COlpO las ' relaciones concretaS que tienen :l ugar !a: tra-
vés de las froníerasnacionales; o como el 'cuerpo, 'de conochnieIltos que
tenemos sobre tales relaciones: en cualquier' 'meirrierlto ' dado".46 Este es un
enfoque bastante ' habitúal, peró ¿es , ádecuadó? 'És : ~barcadory no llinita
el tema alas relaciones 'oficiales entre 'estados y:gobiemos. Pero ¿es acaso
e's ta determinación demasiado amplia y sería mejor incluir las relaciones
·transnadonales sobre la ' base de susignifiCad6ii ' política; , por ejemplo,
céntrándose en las influenchis que 'ellas ejercen en las unidades polítiCas' del
mundo?: Como estudiosos de la polítiCa, nos preocupan las relaciones en-
tre todos los' agentes ' -estatales y no estatales, internacionales y transna-
cionales- en la medida en que contribuyen a una comprensIón 'de ,los
fenómenos políticos. Definimos la política internacional como el esfuetz6
de un Estado u otro agente internacional por influir en cierta forma: a otro
Estado, u otro agente internacional. Una reÜtción de influencia puede abar-
-ca:¡. el uso concreto o la amenaza de uso de la fuerza militar o puede ba-
sarse 'e nteramente o en parte en otros alicientes, tales como incentivos
políticos o económicos. La política internacional, más aún, al igual que
toda la política, representa la conciliación de perspectivas, metas e mtere-
's es variables. Así la política internacional incluye muchas pero no nece-
'sariamente todas las transacciones o interacciones que tienen lugar a tra-
vés de las fronteras nacionales. "
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales ,." i5:

Stanley Hoffmann descubrió que "los debates que intentan. determinar.


el alc~ce de una ciencia social son bastante sin sentido" porque no hay.
esencias inmutables en las relaciones internacionales. En su opinión, todas
las definiciones están condenadas a entrañar ambigüedades y dificulta-
des, especialmente en el caso de un campo marcado por un flujo cons-
tante .. Prefiriendo una fórmula que lleve a investigaciones penetrantes · y
no viole el sentido común, Hoffmann sugiere una definición operativa del
campo para abarcar "los factores y las actividades que afectan las políticas
externas y el poder de las unidades básicas en las cuales está dividido el
mundo".47 Advierte, sin embargo, en contra de intentar guardarlo todo den-
tro del campo, señalando que "un cajón de sastre no es una disciplina".
El teórico de las relaciones internacionales prudente eludirá el Scila
y Caribdis ya de incluir trivialidades, ya de excluir fenómenos significati-
vos. Un campo que es demasiado amplio o está demasiado lleno no puede
ser abarcado por la mente humana, y puede parecerles a los de afuera,
pertenecientes a otras disciplinas académicas, que es intelectualmente arro-
gante, ,si no directamente imperialista. Por el otro lado, si puede demos,
trarse que algo es importante para una comprensión plena de un tema
que pertenece a las relaciones internacionales, no debe "mantenérselo fuera
de las puertas" sobre la base de que es parte de un ámbito académico
-diferente. Gran parte depende, por -Cierto, de la naturaleza del problema
que se está investigando y del grado en el cual puede incorporarse y ma-
nejarse de forma competente material de otro campo. En cuanto al alcance
de nuestro campo, más se dirá más adelante cuando abordemos "El proble-
ma del nivel-de-análisis" y las "unidades" o "agentes" en los cuales debe-
ríamos centrar la atención.
¿ Debería centrarse la teoría de las relaciones internacionales en la es-
cena contemporánea? Hay una atracción ineludible respecto del presente,
determinada por lo que acaba de ocurrir y lo que es inminente que ocurra.
La. fascinación por lo contemporáneo se ve reforzada por la atención que
recibe en ;los medios periodísticos, por la preocupación de los encargados
de trazar políticas y por el hecho de queJos fondos para la investigación
se consiguen con · mayor facilidad para tópicos de interés actual. Sin em-
bargo, los especialistas con más experiencia en las relaciones internacio-
nales se dan cuenta .de que un conocimiento de la historia es esendal por-
que amplía inmensamente la base de datos a partir de la cual se harán
las extrapolaciones al futuro y también · refina nuestra capacidad para
formular hipótesis que se acercan a la realidad social. Morton Kaplan
abre su principal trabajo sobre el sistema !i nternacional con un tributo a
la historia: "Hay un aspecto en el cual una ciencia de la política interna-
cional siempre estará en deuda con la historia. La historia es el !!ran la-
boratorio dentro del . cual se produce la acción internaeional".48 Kaplan
pide investigaciones del sistema de ciudades-estado de la antigua Grecia,
del sistema de estados italianos del período renacentista y del sistema de
equilibrio de poder que dominó en Europa durante los siglos XVIII Y XIX,
de manera que los comportamientos típicos de los sistemas en diferentes
épocas puedan compararse.49 En su· opinión, los teóricos de las relaciones
internacionales deberían estar interesados en todos los sistemas: pasados;
presentes, futuros e hipotéticos.SO (La teoría de · Kaplan será analizada en
26 ~, Enfoques teóricos de las relaciones internacionales

el Capítuló 4.) Si limitamos nuestra atención exclusivamente al sistema


de naciones-estado existente e ignoramos el amplio registro del pasado a
partir del cual evolucionó la realidad, restringimos seriamente nuestra
capacidad para imaginar futuros posibles. La historia de las relaciones in-
ternacionales no es una teoría internacional, pero en tanto que fuente pri-
maria de datos empíricos, es la materia prima esencial con ia cual trabaja
el "teórico.51 Uno difícilmente puede captar, por ejemplo, la teoría funcio-
nalista de la integración del sector económico (cf. Capítulo 10), sin un
conocimiento "histórico preciso de los años formativos de la Comunidad
Europea.

La naturaleza y fl!-nción de la teoría

Una teoría -Cualquier teoría, en cualquier campo- es una explicación"


general de ciertos fenómenos seleccionados planteados de forma satisfac-
toria para alguien que tenga conocimiento "de las características de la reali-
dad que se está estudiando" No tiene que ser aceptable para todos los ex-
pertos; por cierto, puede satisfacer "al expositor y horrorizar a todos los
deináS: Las teorías poderosas son ,aquellas que ejercen úna gran influencia
en el ""pensamiento de una grán cantidad., quizás la abrumadora mayoría~
de pers9nas reconocidas durante un largo tiempo, ante's de ser reempla-
zadas p?r teorías nuevas. (Entre las teorías perdurables están las de los
economistas vinculadas con la división del trabajo y el principio de ven-
taja comparativa; aquellas de los teóriCos en ciencias sociales vincUladas
con el etnocentrismo de los grupos -la preferencia de lo tradicional sobre
las modalidades ajenas y nuevas- y la relación entre conflicto externo y
cohesión interna; las de los físicós vinculadas con la conservación de ener-
gía y la relatividad del continuum espacio-tiempo y las de los teóricos de
las relaciones internacionales de la escuela realista vinculadas con la ten-
dencia casi universal de los estados a buscar sus intereses según se los
define en términos de poder.) En las ciencias sociales, sin embargo, ni
siquiera las teorías más poderosas implican un asentimiento sin cuestio-
namiento dentro del campo disciplinario. Como en este texto revisamos
una variedad de teorías dentro de la disciplina académica de las r ela-
ciones internacionales, se volverá claro que ninguna generalización, prin-
cipio o hipótesis aislado hasta ahora ha demostrado tener la suficiente
fuerza como para servir como el fundamento para una teoría abarcadora y
universalmente aceptada de las relaciones internacionales.
Una teoría es una herramienta intelectual que nos ayuda a organizar
nuestro conocimiento, formular preguntas significativas y guiar la formu-
lación de prioridades en la investigación, tanto como la selección de mé-
todos para llevar adelante la investigación de manera fructífera. En otras
palabras, la teoría -si bien no debe ser confundida con el método cien tÍ-
fico- nos permite aplicar los métodos de la investigación científica en
forma ordenada más que al azar. Nos ayuda a vincular el conocimiento
de nuestro propio campo con el de otros campos. Finalmente, suministra
un "marco para evaluar las recomendaciones políticas, explícitas o implí-
citas; que abundan en todas las ciencias sociales. A menudo estamos en
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales '" 27

mejor posición para juzgar la solidez de recomendaciones políticas espe-


cíficas si conocemos algo de los presupuestos teóricos sobre los ,cuales se
basan y si también estamos familiarizados con teorías' alternativas que
pueden llevar a recomendaciones políticas diferentes.
En la biblografía sobre la filosofía de la ciencia, el término teoría ha
asumido un sentido específico. Una teoría se define como una construc-
ción simbólica, una serie de hipótesis interrelacionadas unidas a definicio-
nes, leyes, teoremas y axiomas. Una teoría plantea un enfoque sistemático
de los fenómenos, presentando una serie de proposiciones o hipótesis que es-
pecifioan relaciones entre variables a fin de presentar explicaciones y hacer
predicciones acerca de los fenómenos. En las ciencias físicas, una teoría
puede se considerada un sistema que consta de los siguientes elementos:
1) un conjunto de axiomas cuya verdad se supone y puede ser comprobada
sólo probando sus consecuencias lógicas; un axioma no puede ser dedu-
cido de otras afirmaciones contenidas en el sistema; 2) las afirmaciones
o teoremas, que se deducen de los axiomas o de otros teoremas y defi-
niciones; y 3) definiciones de términos descriptivos contenidos en los
axiomas. 52 Una teoría es un grupo de leyes que están deductivamente co-
nectadas. Algunas de las leyes son premisas de las cuales se deducen
otras leyes. Esas leyes deducidas de los axiomas son los teoremas de la
teoría. Que una ley sea o no un axioma o un teorema depende de su posición
en la teoría.
Una teoría no depende necesariamente de referentes empíricos para
su validez; sólo necesita plantear lógicamente relaciones deducidas entre
los fenómenos por los cuales se preocupa la teoría.53 Según Abraham
Kaplan, la capacidad de aplicar la teoría con éxito no es condición nece-
saria de su éxito, dado que el fracaso de la aplicación puede ser atribuible
a muchos factores externos a la teoría misma.54 Pero el desarrollo de refe-
rentes empíricos hace posible la comprobación de una teoría. Carl Hem-
pel ha ofrecido la siguiente analogía: .

En consecuencia, a una teoría científica puede equiparársela a una


compleja red espacial: sus términos están representados por los nudos,
mientras que los hilos que conectan a los últimos corresponden, en
parte, a las definiciones y, en parte, a la hipótesis fundamental y las
derivadas contenidas en la teoría. Todo el sistema flota, por así de-
cirlo, sobre la llanura de la observación y está anclado a ella por re-
glas de interpretación. ~stas pueden considerarse como hilos que no
son parte de la red, pero que vinculan ciertas partes de la última con
cordones específicos en el lugar de observación. En virtud de tales
conectores interpretativos, la red puede funcionar como una teoría
científica. Desde ciertos datos de observación, podemos ascender, a tra-
vés de un hilo interpretativo, a algún punto de la red teórica, de allí
proceder, a través de definiciones e hipótesis, a otros puntos desde
los cuales otro hilo interpretativo permite descender al lugar de obser-
vación.ss

En el campo de las relaciones internacionales, como en todas las ciencias


sociales, la teoría en cierta forma es más difusa y menos precisa de . 10
2& ..,. ErifoqUes · ,teóricos de las relaciones internacionales

.qw :eIWontr.amosen las ciencias físicas (por razones que se explicarán '
.üelante), y puede asumir muchas formas diferentes. En las relacio-
ne~terria'CÍonales, el término teoría ha sido utilizado, al igual que tantos
otros términos, de formas distintivas y a menudo confusas. Entre los usos
más importantes están los siguientes. La teoría ha sido igualada con una
filosofía, una ideología, una hipótesis, un conjunto de conceptos interre-
lacionados, un conjunto de hipótesis interrelacionadas, un conjunto de
hipótesis interrelacionadas con una cantidad necesaria de pruebas que la
apoyan y un conjunto de axiomas y conceptos de los cuales pueden deri-
varse hipótesis. La teoría puede ser deductiva o inductiva, una distinción
que se elaborará más adelante. Puede ser una taxonomía -un esquema
de clasificación o un marco conceptual que permite el arreglo ordenado y
el examen de los datos. Puede ser una descripción y análisis del compor-
tamiento político de agentes racionales, basado en un solo motivo domi-
nante como el poder. 0, en lugar de describir cómo los agentes racionales
de hecho actúan, puede ser normativa, indicando cómo deberían compor-
tarse; un tema sobre el cual se dirá más a continuación. Finalmente, como
se ha sugerido antes, puede ser un conjunto de recomendaciones políticas
para seguir un particular curso de acción.

La rezaci} entre teoría y práctica


A pesaréle su ' complementariedad, ' existen diferencias ,básicas entre la
teoría de las ciencias sociales académicas y la práctica político-diplomá-
tica. También hay diferencias, quizás menos básicas, entre los enfoques
teóricos generales de las relaciones internacionales y las "ciencias de la
política" que tratan los problemas de política exterior de .los .estados es-
pecíficos, como hay diferencias e entre las "ciencias de la política" y la
conducta concreta de la diplomacia. ' Cada uno de ·los diversos niveles de
conocimiento y acción tiene una legitimidad propia que no debería ser
desestimada por 'q uien está operando en otro nivel. En todos los casos, es
útil mantener en mente la distinción entre el especialista, que busca lograr
una comprensión teórica de los fenómenos y formular generalizaciones
acerca del comportamiento político basándose en un alto nivel de probabi-
lidad, y el encargado de tomar decisiones, que tiene que elegir un curso de
acción expecífico en un conjunto' concreto de 'circunstancias, en las cuales
el análisis de probabilidades puede no ser útil.
Hace mucho tiempo, Aristóteles diferenciaba entre saber y hacer, en-
tre el intelecto especulativo y el intelecto práctico.56 David Hume trazó
un agudo contraste .entre tres clases de conocimiento: 1) razonamiento
deductivo, que se vincula con las verdades lógicas y necesadas de las ma-
temáticas y con la metafísica; 2) el conocimiento empírico, que pertenece
a relaciones aparentemente causales, las cuales en realidad no son racio-
nalmente necesarias y 3) juicios de valor, que derivan de una' acumulación
de hechos históricos en la medida en que han afectado la emoción y la
intuición humanas. Para Hume, la política y la moral siempre deben estar
inextricablemente vinculadas Con los juicios de valor y por ello no pueden
ser deductivas ni empíricas.57 Para plantear el problema de la teoría y lá
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales' ~. 291,

práctica 'en términos de Hume, podemos decir que mientras que el teóricd>
puro por lo general se preocupa principalmente por los procesos de pen-
samiento deductivos para generalizar formulaciones, el encargado de tra-
zar políticas tiene un interés principal en el conocimiento empírico e'
inductivo, derivado de la propia experiencia personal más que de cualquier-
esfuerzo sistemático de investigación. El encargado de trazar políticas se
preocupa también por los detalles sutiles de los valores, las fuerzas y las
preferencias políticas que operan en una situación particular en toda su.
realidad existencial, más que por la abstracción universal o probabilidad.,
Mientras que el teórico social quiere concentrarse primordialmente en
elementos comunes a muchas situaciones, el encargado de trazar políticas
invariablemente quiere información detallada acerca de aquellos elementos'
que son únicos respecto del caso que tiene entre manos.
Sin embargo, para que nadie reciba una impresión errónea, recalcamos:
que los énfasis diferentes del teórico y del profesional no alteran el hecho
de que sea deseable que cada uno intente apreciar las modalidades de cono-
cimiento peculiares del otro. Ninguno de ellos puede permitirse desestimar
el conocimiento generalizado o particularizado. Los líderes de fines del"
siglo xx deben pesar y mezclar diferentes teorías · en sus esfuerzos por
entender los acontecimientos, elegir políticas adecuadas y predecir resul-·
tados. Sin embargo, es probable que sigan prefiriendo sus propias "teorías-
intuitivas" -el efecto acumulativo de su propia educación y experiencia.
política ya sea en cargos electos, por designación o usurpación, ejecutivos,_
legislativos o diplomáticos- como guía confiable para elecciones políticas,
a las estructuras teóricas abstractas elaboradas en los círculos académicos'
y a menudo expresadas en una terminología no familiar para los encarga··
dos de trazar políticas. Los teóricos académicos apuntan a la comprensión;
los políticos prácticos deben elegir cursos de acción. Los primeros intentan
prescindIr de los acontecimientos de todos los días, los segundos no pueden .
. Finalmente, debemos recordar que los líderes políticos por lo generar
están preocupado's por configurar la política exterior de sus países res-
pecto dé los prinCipales aliados y adversarios. El alcance de su atención
en el ámbito internacional está limitado parla mayor cantidad de tiempo·
y esfuerzo que deben consagrarles a los asuntos internacionales. Pocas ve-
ces pueden afrontar el lu.io de pensar acerca de todo el sistema interna-
cional. El te6rico internacional debe estar profundamente interesado en la-
política exterior de un conjunto de estados, según el fenómeno preciso que
está investigando, pero se da cuenta de que las "relaciones internaciona-
les" sOn más que simplemente la suma de las políticas exteriores de las-
nácionés. Aunque hay un fuerte vínculo entre la política internacional y la:
nacional y 'la economía,58 hay una "interioridad" en el . trazado de la polí-
fÍéa exterior que exige una perspectiva nacional específica. El especialista
académico que se maneja con la teoría internacional, enfoca el tema desde'
una ' perspectiva más amplia ' y se centra en los resultados netos de los-
prótesos interactivos que los encargados de trazar la política nacional pue~·.
den querer intentar entender e influir ' en ellos, pero no siempre de forma'
completa o ·exitosa. Páraque no se nos malinterprete, agreguemos de inme~·
diato que una ' gran cantidad de nuestro conocimiento sustancial sobre
reladonesinternaeionales siempre ha venido, y seguirá haciéndolo, de estu':':
.30 ~. Enfoques teóricos de las relaciónes inlefnacionáles

dios ,de política exterior nacional y comparada.59 Los dos enfoques intersec-
tan 'e n muchos lugares pero no sonjdénticos~·

ha . t~drizacion . deductiva e inductiva

Dos eminentes teóricos del campo -Quincy . 'Wright y James N. Rose-


nau~ ofrecieron, con un intervalo de dos décadas, algunos consejos útiles
para los futuros teóricos de las relaciones intemacioFlales. Según Wright,
'' 'una teoría general de las relaciones futemaci0nales significa un cuerpo
abarcador, coherente y que se ' corrige a lsLmismo¡" ,de conocimientos que
contribuyen a la comprensión, la predicción, :la, evaluación y ·el control de
las relaciones entre los estados y de las condicIones del mundo".60 El man-
dato .deWright es bastante ambicioso: tiene \ Wla r~¡'.gr¡an teoría" en mente,
una que cubra todos los aspectos del cam~(:).' J;)e1¡)eJ:'Ía expresársela en pro-
posiciones generalizadas tan claras, precisas I y .escasas :COIlJP fuera posible.
No ' debería estar entorpecida por un montón de ,excepciones. En resumen,
la teoría debería ser parsimoniosa; es decir, ,deberla aJi.:rmar u~a verdad
importante de la forma más precisa, elegante y , br~ve . pp~ible. · 1;.9s cientí-
ficos si~~r~ ' han estad? ?ispuestos a~gtJal~~ . l~ I Y~lidad ' ci~ntífica con la
bellezá estetlca y esta ultIma con la slDWhcldad l ~telecj:ual.: , Cada : parte
de la teoría debería tener consistencia. lógica: 'comrtodas:Jas Idemás ,;partes.
La teoría debería ' ser formulada de tina forma ,qUe cQndujer:a .a constantes
actualizaciones ' y mejoras a · la luz . de nuevaevidehéia~ , :A,sí, debena,. ser
,capaz de ' una verificación y refinamiento oons,tant~$~ , DebeJ:'Í~ cQntribuir
a ,u na comprensión óbjetivade. la realidad intemacianal" ;más que a , una
comprensión distorsionada por la perspectiva fl:adonal,:;La teoría, . dijo
Wright, debería permitimos .predecir al menos . algunas ,'cosas, . y también
ayuélal100s a llegar ,a juicios de valor; aun s¡"el: ptodesorde ,evalu~ci6nmoral
pudiera no ser ,enteramente coherente con la tradiciónlibl'e de valores de la
dencia Óccidenta1.61 Wright mismocomcide, y nOSQtrQs¡co;,ncidimos<,:!on él,
<en' que una teoría que responda a todos estos .requi$itos ideales sería ex-
tremadamente difícil y quizás imposible de logr-ar: , : , : " '
-' ,' Rosehau coinCide con Hoffmann en que: ser capaz de definir la "teoría"
der¡jjorrria · precisa no nos ofrece ninguna garantía ' de que · podamos .teori-
zar !de. ,forma imaginativa o creativa. ,Distingue de .fQrmaé.más aguda que
W,right 'entre' teoría empírica y normativ;¡ (o ética).. Considera que ambos
tipos:''son importantes, pero teme que ambos puedan distorsionarse si
se·.'mézclandemasiado "lo que es" y "lo que debería ser".* El teórico,
insiste Rosenau, ' debe ' suponer que .en los asuntos humanos hay un
onden subyacente, que las cosas no ocurren azarosamente; pero que sus
caus'a s . pueden explicarse ¡racionalmente (aun cuandó lo que llamamos
~ ! comportamiento irracional" esté implicado). Urge al teóric:o a ' b~scar
nO ' ya-lo excepcioOlil sino lo general, y .sacrificar las descripcionesdeta-
lladasi del ' caso aislado ·en favor de los modelos más amplios y abstractos
que '(abrácen muchos casos. El teórico debería estar dispuesto a tole-
l'ar hi 'a mbigüedad ' y a enfrentarse con probabilidades más que con cer-
tidlitmbtes y .absolutos; Uno debe darle rienda libre a la mente para
~!jugar~~ .. c(i)n ideas ·poco: comunes', 'a un absurdas, que pueden llevar a refle-
:Enfóques teóricos de las relaciones internacional-es N 31

f¿tQ"W §ó1>re, ~xpIícaciones antes no pensadas. Los 'fenómenos internaCionaL


fe'S'~~~e~ían ~ cbnsiderarse 'c omo "rompecabezas" o "Ihisterios't que' esperan
$OliU:!lÓii(i:{ través dela mente inquisitiva. Fimilmente, el teórico debe estar
Sien@re!¡¿!'isPQesto ~ que se demuestre que está errado.62 (La mayoría lo
é'sfá/'iliáJ ,táI:áe o' más temprano.) " ' ,, ' ' " r
,1 k::1.os re$umeries qite acabamos de presentar dejan en claro que Wrighll
t~h'ía la teQda deductiva general en mente, mientras qtiti! el consejo de
R'(ise;naú ';p.arece en cierta forma llPuntado más hada teorías empíricas, fn;.;
ducHvás y idémediano alcance. ~stos son los dos enfoques básicos de ,l a
teorización en la tradición intelectual occidental. El método deductivopue-
d~ ' rastfé'arse ' hasta Platón, quien lo utilizó para ,construir su República
Ideal. Se' empieza ' con un concepto abstracto, modelo o premisa' mayor
~üd' fIUfe 'de 'tln"cónjunto dé defiriieionesy 'presuptIestos sacados ' má!i
de''la''{'sapiduría'' que d,e ejemplos recogidos , sistemáticamente- y enton¡
c'e's :se: proc;ed'e a través depasbs plaüsibles Y lógicos a deducir ("sacar:')~
pfóposit:iqnes subordinadas y conclusiones necesarias. La deducción es un
proceso for mal de derivar hipótesis desde; axiomas, presupuestos y con~
c~P"~?s ,!?gic~mel},t~ , íh~~g~adó~ ~ ~a hiP6,tésiS ,a sí , derivada; en un~ c~mcep~
CIOq "cle~íflcll" ,' cl~bena ser comprobada con datos que no sean Impre7'
sionistás, sino;'seleccionados de manera sistemática: y cuidadosa. Tomemos;
por ejemplo, :Ia :ncic~6n :de,que todas 'lasc6mimidades polítiCas sé preocupárl
eri t,lno ,i t otr o , sentido por el poder ~adquirir, -consolidar o expandir el
poder, pr oyec;:fi:u;- llÍúiiínagen de P?der pata conse'rvarlo~ equilibrar'Hpooer.
pbf ~égurldad' : o ' :i~oriiodarse ,al poder de otra comunidad política, ' ~st~
e-s ' ún~)eJéhil?lo' :<)~ teótÍadedudiva. Los'téóricos del poder no lo han-sacade)
dlna 'nadá. Lejos de desdeñar los datos empíricos;' han 'desarrollado ' suS-
ideas sobre la base de una lecturá eiiiterpr etaéfóri1altamenlecreíbles ' dé
I<?s dátos, :liistóriCos: Es ' ún errOr, en consec~encia, i~t.iaiar .la teoría deduc-
tiva 'con la teoÍ'Ía no ' empírica. El método 'deductivo ' difiere del in'ductivo-
eri la' forma :en que se recoge la evidencia histórica, factual, se' la corivier~
te en datos utÜizables, se' ia analiza y se la interpreta con fines válidoS'
paraia teona: El pensador deductivo puede llegar a un concepto, modelO.
o 'premisa mayor de forma "impreSionista"; "intuitiva" o "reflexiva" más
que según Criterios metodológicos estrictos par a elegir casos, reglas codiL
ficadoras rigurosas para cÍasificar acontecimientos o formas matemática::'
mente precisas 'de determinar correlaciones. ' ,
, El acercamiento Inductivo entraña un camino diferente hacia la gene;'
ralización a partir de la , experiencia. En lugar de saltar a una conclusión
a través de una "luz mental interior", por así decirlo, el empirista induc-
tivo es más cuidadoso acerca de observar, categorizar, medir y analizar
hechos. Este método se ' puede remontar hasta Aristóteles, quien escribió
su Política después de examinar las constituciones de unas 150 ciudades'-
estado griegas. El pensador inductivo puede considerar el método deduc~
tivo excelente en matemática, lógica y metafísica, pero prefiere investigar
los fenómenos físicos y sociales observando un conjunto de ejemplos de~
mismo tipo y describiendo en detalle tanto los procedimientos de , investi!.
gación seguidos como lbs resultados sustanciales, de manera que otros '( qüé-
pueden ser esc'é pticos) puedan copiar o repetir el trabajo si así lo qúiererí .
'
El método inductivo no produce certidumbres; sólo probabilidades; ' y ~R
.32 ~ Enfoques teóricos ,de las relaciones internacionales

las ciencias sociales (por contraste con la física o la química) éstas por 10
general no son de orden muy alto; tampoco las da él método deductivo
'<> los métodos utilizados por químicos, físicos o biólogos. Newton fue el
más grande físico de Su época, pero Einstein demostró que su trabajo era
parcial y.tenía defectos, tanto como eventualmente inc!usive el !rabaj?
de Einstem pueda ser reemplazado por una nueva teona. En la mvestI-
gación en política internacional, es algo raro obtener correlaciones esta-
dísticas en altos niveles de significación, a tal punto, por ejemplo, que
:sólo habría una sola oportunidad en mil de que estuvieran obligados a
coincidir.
La deducción y la inducción no deberían considerarse ni como enfo--
ques en competencia ni como mutuamente excluyentes. Algunos especia-
listas preferirán uno al otro y harán ' más avances, con uno que con el otro.
La construcción de la teoría exige una combinación fructífera de los dos,
más algo más, que se ,discutirá en , su momento. El argumento de que en
la era nuclear Un sistema internacional bipolar es más estable que uno
multipolar y t 'ceversa; que no pueda apoyarse en pruebas empíricas, gene-
ralmente pro ede por deducción lógica a partir de ,pr~misas supuestas res-
pecto de la ca tidad de incertidumbre en el sistem~ y .el número de agentes
a los cuales los estados deben dirigir su atención., (Ver la referencia a
Singer, Waltz y Bueno de Mesquita en el Capítulo 8.) Por el otro lado, a la
proposición teórica de mediano alcance de que los gobiernos encuentran
relativamente fácil seguir políticas de integración económica regional en
períodos de crecimiento próspero y tienden a volver a atrincherarse en el
particularismo nacional en épocas de recesión, puede llegarse, por ' deduc-
ción y puede ser ~omprobada por referencia a la evaluación de la Comu-
nidad Económica Europea. (Ver Capítulo 10.)
Kenneth N. Waltz distingue las teorías de los datos empíricos, las
correlaciones estadísticas, las hipótesis y las leyes o generalizaciones ob-
tenidas por inducción. Las correlaciones estadísticas, aun si son signifi-
cativas, no son hechos y nunca pueden establecer conexiones causales.
Podemos llegar a leyes y generalizaciones empíricas a través ' de métodos
inductjvos y éstos pueden idelltificar asociaciones invariables o proba-
bles, pero no pueden explicarlas. Los antiguos babilonios estaban fami-
liariz;ados con la~ leyes de los movimientos de las, mareas que podían
,<>bservar, medir y predecir, pero no podían explicar ,tales leyes.~sa es la
función de la teoría, a la que no puede llegarse sólo P9r la deducción,
'pues ,Ila deducción meramente procede de ' forma lógica desde premisas
iniciales y así no puede suministrar nuevas , explicaciones poderosas. Las
'teorías tienep que ser, inventadas por un prOceso intelectual creativo que
toma un r,conjunto de leyes y generalizaciones diferentes, las simplifica
aislando unos pocos factores clave, las abstrae de lo que no es importante,
las suma en'· una forma antes desconocida y las sintetiza en un Il¡uevo sis-
tema explicativo ideal y casi perfecto, Semejante proceso difícilmente pue-
,da ser enseñado. Un libro de texto no puede más que mostrar cÓmo otros
han teorizado, Los ;estudiosos pueden juzgar pOr sí mismos si una teoría
particular es reveladora, satisfactoria y prometedora. Esperamos que una
.r evisión de varias te01;Ías inspire a aquellos que las estudian a embarcarse
·en suspTo}:>i¡ls trayectorias de .teorización.<i3
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales '" 33

El problema del "nivel de análisis": ¿quiénes son los agentes?

En todas las ciencias sociales -política, economía y sociología, P9r .ejem-


plo- es imposible dejar de preguntarse dónde empezar, dónde cent,rar,
la atención, dónde intentar "encontrar una manija" para el tema. En ~tPd?s
estps campos las perspectivas "micro" y "macro" tienen sus partiqarios.
ardientes. Establecer el "punto de apoyo" es especialmente difícil ~n. )as
relaciones internacionales debido a la amplitud del campo. ¿En cuál de 10s
muchos niveles de análisis posibles deberíamos centrar nuestra atenc~ón?
¿Cuáles son las unidades adecuadas de estudio, o "agentes"? Del ·nivel
"micro" al "macro"· se puede sacar un amplio inventario de candidatos·
lógicos.

Individuos Si bien la mayoría de los teóricos internacionales probable-


mente rechazaría la noción de que los individuos son agentes internaciona-
les (en cierta forma como casi todas las autoridades legales les han negado.
cualquier estatuto como sujetos de la ley internacional), un liberal clásico.
aduciría que el individuo debería ser el fundamento de cualquier teoría
social, dado que sólo los individuos son reales, mientras que la sociedad
es una abstracción. Si bien pocos teóricos coincidirían con dicha posición
y la mayoría probablemente tendería a pensar que las fuerzas sociales pro-
ducen la figura heroica más a menudo que al revés, no puede negarse que.
los especialistas en el campo de la historia, la política y las relaciones in-o
ternacionales les prestan atención a los líderes que han jugado un papel
prominente en la escena mundial. Más aún, aquellos que analizan, por
ejemplo, las actitudes de los votantes 's obre temas internacionales están
poniendo, en todos los sentidos prácticos, al individuo en el centro de sus
investigaciones. Merece repetirse, sin embargo, que.la mayoría de .Jos teóri-
cos no hace esto, sino que subsume a los individuos en el estado-nación
o en otro contexto de organización.

Grupos subnacionales Éstos pueden adoptar muchas formas; partidos po~


líticos, los medios de comunicación y los grupos de interés organizados
de naturaleza no gubernamental que buscan influirse en la política exte-
rior a través de presiones o de la configuración de la opinión pública.
Estos agentes caen primordialmente dentro del campo de los estudios ·.de
política exterior, nacionales y comparados. Los teóricos de las relaciones
internacionales, sin embargo, si bien no los ubican en el centro de su aten-
ción, están obligados a reconocer su importancia debido al vínculo indu-
dablemente significativo entre política interna e internacional. Numerosos.
ejemplos importantes le vendrán a la mente si uno piensa en las conse-
cuencias del asunto Irán-armas-rehenes-Contras y en el incidente de Green,
peace, la relación entre la cobertura de los medios y el terrorismo
internacional, el efecto en la política exterior de los cambios gubernamen-
tales, como resultado de las elecciones en los países democráticos y el
efecto que pueden tener en los sistemas parlamentarios las minorías ét;ni-
cas, sobre la política exterior de sus países, como por ejemplo cuando Js;>~
34 ~ Enfoque-s\'teóricos de las relaciones internacionales

votantes griegos instaron al Congreso a cortar la ayuda a Turquía por


haber invadido Chipre en 1974', o como la tuvieron en la Unión Soviética de
Gorbachov. '

Naciones-estado Los teóricos realistas suscriben lo que se llama el enfo-


que "centrado en el estado" de las relaciones internacionales, ocupándose
en especial de la acción de los estados y los gobiernos. Reconocen otras
realidades mencionadas en este inventario y las toman en cuenta como
instancias adecuadas, pero insisten en que todas las demás, menos o más
amplias, están subordinadas a las naciones-estado, que son los agentes
principales en el nivel internacional. En los últimos siglos, el mundo se
dividió en potencias imperialistas y territorios o protectorados coloniales.
El número de estados que reclamaban ser legalmente' soberanos y política-
mente independientes ha aumentado rápidamente en este siglo: mientras
eran s,ó lo alrededor de 60 en lqs años treinta, hay más de 160 en la medida
eD" queentramos en la década de 1990. A lo largo de las diversas épocas
d~ 'la Jhistoria, los inodelos de organización política siempre han reflejado
álguna ' relación con el poder político, militar, económico, tecnológico, cul-
tural y otros (incluidos: el religioso y el psicológico). Los realistas 'n o afir-
~a,h que las estructuras de las naciones-estado que actualmente existen
dütlirán para siempre, pero no tienen duda de que tales estructuras ahora
é~tán firinemente atrincheradas y es probable que con's tituyail las unidades
básic,as de la realidad poIíticamternacional durante 'un largo tiempo por
venir:64 Los agentes no, estatales derivan su significación de los estados o
d,e l, grado hasta el cual pueden influir en las políticas y el comportamiento
dé lós 'estados. ' " ,
. 1":
G~up'os transnacionales y orga,nizaciones no conformadas por estados Esta
categdría incluye todas las entidades -políticas, religiosas, económico-
comerciales y otras por el estilo- que operan transnacionalmente (a tra-
ves de' una o más fronteras internacionales), pero no tienen a gobiernos o
a sus representantes formales como miembros. Durante sigloS' la Iglesia
Católica fue reconocida como un ejemplo indiscutible. En épocas más
r ecientes, la categoría ha incluido la ' Organización Sionista Mundial, los
~~rtidos, comunistas, o los movimientos nacionales de liberación que si-
gueU ,órdenes de cuarteles generales extranjeros (Moscú, Pekín o La Haba-
na, por ejemplo), la Organización para la Liberación de Palestina (OLP),
los grupos terroristas internacionales (como Haerzbollah), los traficantes
d~' armas internacionales y muchas organizaciones internacionales no gu-
be,rriamentales.65 En los últimos años ha habido una creciente conciencia
del'f,u ndamentalismo islámico (con su centro en el Irán shiíta) como fuer-
za, ~e considerable potencial transnacional, al margen del hecho de que
históricamente el Islam no ha estado caracterizado ni por un clero ni por
una' organización jerárquica.
, ¡, El}t:r:.e los fenómenos transnacionales que han atraído la atención aca-
dé~ica ,durante las últimas dos décadas está la empresa multinacional
( ~~N), un término que ha estado sometido a una variedad de sutiles refi-
~~P1ientos en cuanto a su definición por parte de otros especialistas.66-
Gis 'empresás multinacionales, en contraposición con las naciones-estado,
Enfoques teóricos de las relaciones internacio)1ales. ~. 35.

adns»eFanf¡las fronteras y el territorio como algo sin, importancia. A pCjs:¡¡.r


de> . gr:a!n¡preocupación expresada acerca de su potencial de intervenc),Q.n
}ll~.w(en· 10s países anfitriones (especildmente ~n el Tercer Mundo), e~­
t_!pcimordia1mente interesadas en las ganancias más que en la . polít~ca,
é~cepto (en . [a medida en que la última afecte a las primeras. Aparte de la
bib1iógrafía deductiva sobre la dependencia y la interdepenedncia . (que se
tratara más adelante) y el número limitado de estudios de casos sobre
EM'N específicas en países específicos, todavía no ha habido una. cantidad
impresionante de investigaciones científicas sobre el papel de las EMN en.
el sistema político internacional, en su poder político por comparación
con el de los estados anfitriones y sobre el grado en ,el cual son contro-.
lab1es o incontrolables para los países de origen, los países anfitriones o
las organizaciones internacionales. Gran parte del debate ha sido normati-
vo, vuelto a la pregunta acerca de si las EMN han sido beneficiosas o
perjudiciales para los países menos desarrollados (o para las clases socia-
les menos aventajadas) en el Tercer Mundo, un tema que se tratará con
más 'detalle en el Capítulo 6. No puede haber dudas, sin embargo, de que
Gene.ral Motors, Westinghouse, . Royar Dutch Shell, British Petroleum,
Sony, Volkswagen e International Telephone and Telegraph (ITT) son fir,
mas transnacionales y agentes internacionales importantes.
ir
Grup-os internacionales y organizaciones formadas por Estados o sus re-
presentantes :Éstos incluyen agentes internacionales universales a tal punO,
te;> principales en este siglo como la Liga de las Naciones, las Naciones
Unidas y la Corte Mundial, tanto como dependencifls especializada!) como
la Oxganización Educativa, Científica y Cultural de las Naciones Unidas:
(UNESCQ); la Organización Mundial de la Salud (OMS); la O:r:-ganización
para la Alimentación y la Agricultura (FAO); el Banco Internacional de,
:&~ponstrucción y Fomento (lBRD); el Fondo Monetario Internacional
(FMI); la Organización Internacional de Aviación Civil . (ICAO); la Unión
19wwacional de Telecomunicaciones (lTU); el ,Fondo Internacional de
l?~~arrollo Agrícola (FIDA) y otros cuerpos intergubernamentales que obe-
4.ec,en al Consejo Económico y Social de las Naciones Uni~as. Un estudio
~~ ! l~· .Unión de Asociaciones Internacionales estimaba que el número de
~~PJ.e.sentantes nacionales de más de 110 países en más de 2.100 organiza-
I;:jpg~~ internacionales excedía los 54.000.67 La mayoría de ellos desempeñan
ta.r~flS. administrativas de rutina que no atraen el interés del teórico ~nter­
ª~cional. En las ocasiones, sin embargo, en que los países árabes y de
iJtr¡9 tipo intentan expulsar a Israel de la UNESCO o cuando .el ICAO debate
qqé)lacer acerca del secuestro de aviones por parte de terroristas, o cuan-
od9 la ¡¡tdecuación del sistema de salvaguardia de la IAEA (Agencia Inter-
nacional de Energía Atómica) se vuelve un tema vinculado con el cum-
pl~miento de las cláusulas del Tratado de No Proliferación, las agencias
especializadas son sacadas del anonimato a la plena luz de la política
in.ternacional y se convierten, por un tiempo al menos, en "parquinos"¡
si nO' en actores protagónicos. ,' -
r., · ....
El sistema internacional En el nivel más abarcador y abstracto, lleg¡y:n.q~
al sistema ' internacional o global, que recibirá un tratamiento·. de.ta!l~c¡l;Q.
j'6. ~ E'Jloques teóricos de las relaciones internacionales

en ' e Capítulo 4. El analista contempla los sistemas centrándose en la


tot8ndad más que en las partes que los componen (descriptas en las cinco
sécoitfnes previas). En este esquema global, las naciones-estado específicas
y . otros agentes internacionales no están ausentes, pero se los presenta
rrlás con un perfil borroso que agudo. J. David Singer ha señalado que el
Ittodelo del estado-nación produce descripciones más ricas y explicaciones
catts.a les (es decir, de cómo y por qué empiezan las guerras específicas),
mient!as que el modelo sistémico conduce más a generalizaciones amplias
acerca de cómo se comportan normalmente todos los estados. Singer con-
sidera la tesis de Morgenthau de que los estados buscan su interés nacional
definido en términos de poder, como una teoría sistémica, una regla gene-
ral a la cual uno puede encontrarle ciertas excepciones que no vician la
regla.68
De manera general, quienes favorecen un nivel de acercamiento a los
sistemas internacionales están convencidos de que el sistema internacional
ejerce un efecto más profundo sobre las partes que lo forman que lo
contrario. Esto, por cierto, es una versión moderna del antiguo problema
filosófico conocido como "el todo y las partes", uno de esos problemas
profundos y recurrentes que siempre parecen desafiar cualquier solución
pero que hacen fascinante la vida intelectual. En anteriores períodos his-
tóricos era posible reconocer sistemas internacionales parciales (por ejem-
plo, las ciudades-estado griegas y el sistema europeo de equilibrio de po-
der), pero difícilmente podía decirse que las comunidades políticas fueran
conscientes de la existencia de un "sistema global" en el sentido en el cual
ahora usamos el término. De hecho, es difícil decir con precisión cuándo
h~~ p9sible el desarrollo de la tecnología de las comunicaciones la emer-
gehciá de un verdadero sistema global. Sin embargo, no puede negarse
que i .e l 'efecto de los factores "globales" en las unidades compositivas se
¡1~t'ci1?e"cáda vez más como la realidad internacional en la medida en que
nosffacéI:bimos al final del siglo xx .
..lb No"' hay una lista "oficial" de los agentes internacionales, tampoco
p\Íedé 'tecopilársela. Los realistas siguen concentrándose en el estado-nación
cóbtd'1a ~~a central dentro de los dramatis personae. Se supone que el
es~'dOlÍlaéión es un agente unitario, racional, que busca su propio interés
fia~ibnlil. (considerado en términos de poder) dentro de una sociedad
ariárquic;l,: \m sistema de autoayuda en el cual la seguridad sigue siendo
lapréóéttpa~ión primordial. Los pluralistas que estudian las empresas mul-
tinacionales';. las qrganizaciones internacionales, los grupos terroristas y la
Creciente' importancia de la interdependencia económica, insisten en que
los real~s'tas $on d~~asiado estrechos y unilaterales en su enfoque, si no
absolutistás' Y' ~hnplistas. Las decisiones de política exterior que afectan el
sistema iÍlternacional.no son tomadas, en realidad, por las naciones-estado,
que son abstracCiones "cosificadas" por los realistas. Por el contrario, las
decisiones las tOrr1an grupos o individuos que pueden actuar con la auto-
ridad del Estado.69 Más aún, aducen, muchas decisiones significativas se
toman fuera del marco de las naciones-estado, en las organizaciones inter-
nacionales o las empresa.s multinacionales (las cuales, investidas de recur-
sos económicos formidables, puedan seguir políticas diferentes de las de
sus gobiernos de origen).70 Los marxistas y muchos analistas de sistemas
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales ~ 37-

internacionales están convencidos de que las estructuras y los procesos


globales (sean "capitalistas" o no) predominan sobre las de los estados
y que sólo el sistema global, en consecuencia, es un objeto que merece
investigación seria.71
El nivel de los sistemas internacionales suministra un modelo pro-
lijo¡IImanéjable, si bien abarcador, que les' asigna metas homogéneas a
tddoS' los agentes nacionales, pero también da pábulo a imágenes simplis-
tas de' naciones-estado "similares", mientras que subestima sus diferencias
y exageta el grado en el cual el sistema total determina el. comportamiento
del: miembro/agente. Centrarnos en el estado-nación, por contraste, nos
~e¡:fnite ver las características y circunstancias situacionales únicas de los
agentes, pero también implica el riesgo de una diferenciación excesiva,
qae puede oscurecer los modelos generales que está buscando el teórico.
El análisis del sistema internacional y de los estados individuales como
unidades se centra en cuestiones diferentes pero igualmente legítimas.
Tales cUestiones no pueden abordarse adecuadamente excepto con tipos
diferentes de estudios de un nivel al otro. Una pregunta que debe ser res-
p'Gúdida es: "¿Qué tipo de agentes son más importantes en el sistema
global?". Una segunda es: "¿Qué tipo de factores -características de los
líderes individuales, las estructuras diferentes de los estados o las relacio-
nes. de los estados con el sistema- son los más importantes en cuanto a su
efecto en las políticas de los estados?". Una tercera es: "¿Cuál es la rela-
ción 'entre los estudios que se centran en niveles diferentes, es decir, en
diferentes entidades sociales? Por ejemplo, ¿qué puede inferir uno acerca
dell rcomportamiento de los estados individuales de los estudios que se
centrtm en todo el sistema internacional?". Los' estados sin duda son el
tipo de entidad más importante, pero esto no niega que su comportamiento
pueda ser influenciado de manera sumamente importante por las caracte-
rístiéas del líder individual o por la estructura del sistema internacional,
o por' el hecho de que el estudio de diferentes niveles sea igualmente legíti-
mo si bien aborda preguntas' diferentes. Los sistemas de equilibrio de poder
han operado durante miles de años, por ejemplo, y han operado de forma
siinilar independientemente de la importancia de los estados o de las me-
tas· de las unidades constitutivas. Para tales estudios es básica la pregunta
acerca de cuál es la relación lógica entre estudios del nivel del sistema y
de .nivel nacional y qué inferencias se pueden hacer de un nivel respecto del
atro. Igualmente importante es la pregunta acerca de qué entidades socia-
les (individuos, estados o todo el sistema internacional) debería uno con-
siderar 'para factores que tienen el mayor impacto en el comportamiento de
los estados. Planteada en cierta forma de manera diferente, ¿qué variables
independientes en el nivel internacional configuran el comportamiento de
los agentes individuales? ¿Qué variables independientes por debajo del ni-
vel del Estado configuran su política exterior?

Politica, economía e interdependencia Desde la Segunda Guerra Mundial,


el estudio de la relaciones internacionales en las universidades norteame-
ricanas ha estado organizado dentro de los departamentos de ciencia políti-
ca o, si no, tales departamentos han jugado un papel axial en los programas
interdisciplinarios. Los especialistas en ciencia política tradicionalmente
3'8 "", ~1jtf9.qt{es ' ,te,qricos d,e las relaciones internacionales

1!~~~mt!~d.o su atención en las políticas y las acciones de los ~obierno.s,


P.:tJi~~~ las última,s ,décadas se han interesado en una gama mas ampha
¿~ ~~~Jl~menos que' influyen y son influidos por la política y la diplomacia.
En el campo internacional no menos que en el nacional, ha habido tenden-
cÜ\ (¡:t~;xp~!lir el concepto de "lo político" para incluir tendencias en la
~~otloJi1ía, la ciencia y la tecnología, e inclusive la educación, la cultura
y ,la , religión. Hoy en día, "relaciones internacionales" abarca el funciona-
miento de las empresas multinacionales, las balanzas comerciales, las
fluctuaciones en el valor de las monedas, las comunicaciones satelitales,
la revolución de la superconductividad, la contaminación ambiental, el fun-
damentalismo islámico y los Juegos Olímpicos, en la medida en que tienen
aspectos políticos.
,; Ningún observador sensato negaría que el mundo se ha vuelto pro-
gresivamente integrado en este siglo, como resultado de los desarrollos
ecpnómicos y tecnológicos que vinculan todas las partes del sistema glo-
bah No se ha integrado desde el punto de vista político o cultural, sin
e;mbargo. Por cierto, muchas naciones, regiones y grupos subnacionales
han buscado resistir o limitar los procesos integrativos (se lo trata en el
<;::a,pítu,lo 10) afirmando su propia identidad e independencia contra las fuer-
zas unificadoras o centralizadoras más amplias.72 La poderosas fuerzas
1;l"~nsnacionales nuevas que han emergido en la escena internacional en el
ú,ltimo cuarto , de ,siglo dan pábulo a la preocupación, porque todavía no
se .ha probado que sea posible someterlas a controlo regulación por parte
c;le, la l:!,utoridadpolítica efectiva. Una de las definiciones modernas más a
menudo citadas de la "política" -la de David Easton, quien describía
el. proceso como aquello a partir de lo cual los valores sociales son dis-
t ribuidos autoritariamente 73_ simplemente no es adecuada para la di-
I1'!c;!nsiqn internacional. Dado que presupone la organización de una socie-
dad bajo una autoridad efectiva capaz de tomar decisiones sobre valores
Yi i pri:oridades a través del proceso presupuestario, y capaz de hacer
c,umplir : sus leyes manteniendo en el trasfondo ,la amenaza de sancio-
n~s, el modelo del sistema político nacional no puede extenderse al rei-
nq int,ernaciona:l, porque no hay autoridad efectiva en existencia ' en
e~~e. nivel. El mismo Easton admitía que "las decisiones y ' las acciones
qesempeñadas por los sistemas internacionales descansan, para su acepta-
~i9n"en la concordancia con el interés propio de los miembros partici-
p.antes" entre los cuales "el efecto de una sensación de legitimidad toda-
vía es extremadamente bajo".74 Raymond Aron, Stanley HoffmátlO; Roger
D~)yIasters, Kenneth N. Wa1tz y varios otros teóricos de la escuela realista
a ,menudo 'han advertido contr a el peligro de perder de vista la diferencia
crucial entre las sociedades nacionales ....:...en las cuales los valores, la ley y el
p,Q ~er a menudo están bastante centralizados-, y el sistema internacional,
en el cual están tan descentralizados que cada estado, tomando en cuenta
su propio interés, puede decidir qué normas observará y cuáles igtnorará.75
,fr::f~qrante los últimos quince años, varios teóricos de las relaciones
illter-nacionales han buscado tender un puente en la:' amplia brecha que
~ ', ;entr;~ "los' , sistemas , internacional y nacional, entre el orden político y
~¡a9P;Úco: y,.entre los realistas y los pluralistas/globalistas, subrayando
19fr.l ~~PC~ptQ~ de "interdependencia" y "regímenes internacionales". Ambos
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales ~ 39'

cónceptos se discutirán con más amplitud en los capítulos sobre realismo


y sisteinas. Aquí es suficiente señalar que "interdependencia" arrastra la'
connotación de que las naciones-estado están volviéndose cada vez más
sensibles y vulnerables a los cambios económico-técnológicos en las otras
naciones-estado y en el sistema global como un todo, y que están ajus-
tando lentamente sus políticas en consecuencia.76 Los regímenes interna-
cionales, discutidos de forma más completa en el Capítulo 3, son aquellos
conjuntos de acuerdos en vigencia -procedimientos, normas, reglas y, en
algunos casos, instituciones funcionales especiales -diseñados para regu-
lar y controlar cierto tipo de actividad transnacional, aquella en que tal
regulación y control parecería ser un asunto de interés común (o al menos
de interés coincidente) entre varios o muchos estados.77 Serían ejemplo de
ello los regímenes internacionales pensados para manejar las tasas de cam-
bio (en el Fondo Monetario Internacional), para quitar impedimentos al
comercio internacional (en el Acuerdo General de Aranceles Aduaneros
y Comercio o GATT, periódicamente revisado, que comenzó su octava ron~
da de negociaciones en Punta del Este en 1986), y para impedir la prolife-
ración de armas nucleares a través del Tratado de No Proliferación, el
sistema de salvaguardia de la Agencia Internacional de Energía Atómica
(IAEA) y varios acuerdos entre países proveedores de armas nucleares
para regular sus exportaciones.

La controversia entre tradicionalistas y conductistas


Los años sesenta fueron testigos de un "gran debate" entre los defensores
tradicionales de un enfoque "clásico" de las relaciones internacionales y
aquellos que preferían los métodos de las nuevas ciencias del comporta-
miento que ponían el énfasis en la cuantificación. Ambas escuelas, como lo
señaló Norman Palmer, tendían en ese momento a aceptar los presupues-
tos básicos del realismo centrado en el Estado.78 La violencia del debate
ahora se ha apaciguado y la contr~)Versia parece menos importante en el
campo contemporáneo de la teoría de las relaciones internacionales. En
ese momento, sin embargo, reflejó una dicotomía fundamental en la dis-
ciplina norteamericana de la ciencia política que perturbaba a los euro-
peos. Un resumen de los argumentos principales de cada lado todavía pue-
de contribuir a una comprensión de cómo se ha desarrollado nuestro
campo. Las dos perspectivas están menos polarizadas de lo que lo estu-
vieron una vez, pero de ninguna manera puede decirse que se hayan
unido sintéticamente.
Hedley Bull llamaba "clásico" al "enfoque de la teorización que deri-
va de la filosofía, la historia y el derecho y que se caracteriza, por sobre
todo, por una confianza explícita .en el ejercicio del juicio y por el presu-
puesto de que si nos limitamos a patrones estrictos de verificación y prue-
ba, hay muy poco significativo que pueda decirse acerca de las relaciones
internacionales".79 Los tradicionalistas por lo general son escépticos ante
el esfuerzo por predecir o por aplicar el análisis probabilístico a los asun-
tos humanos. De tanto en tanto utilizarán datos cuantitativos para ilus-
trar un punto que están tratando de probar, en una presentación que,
en otro sentido, es primordialmente discursiva, pero son críticos ante la
40_ ,,!, enfoques teóricos de las relaciones internacionales

p J,." ocliv;idad de algunos analistas contemporáneos a cuantificar a fin de


<;lgnil,o~!t:ar a través de tortuosos análisis est~dísticos, una afirma~i?n q~le
d~l>ería J>er obvia para una persona con sentido comun. Los tradlclonahs-,
t~~1 ,e~t:án prototípica pero no rígidamente interesados en el solo y exclu-
sivq ,·a contecimiento, caso, situación o problema, que buscan entender en
sus detalles más sutiles, incluidas las relaciones con otros fenómenos im-
portantes. A menudo los tradicionalistas estudiarán varios casos de natu-
raleza similar, trazando comparaciones y contrastes adecuados a lo largo
de su exposición_ (Los científicos, también, por cierto, pueden descansar
en un número pequeño de casos de estudio para desarrollar, ilustrar o
probar un modelo general.) Los' tradicionalistas' insistirán en que son al
menos tan meticulosos al recoger, escudriñar, pesar e interpretar pruebas
como cualquier especialista en ciencias sociales. No negarán que hacen uso
del juicio, la intuición y la reflexión para llegar a sus conclusiones, des-
pués de haber revisado y digerido todos los datos que consideran impor-
tantes y confiables.
El enfoque conductista-cuantitativo pone un énfasis considerable en lo
que considera métodos científicamente precisos. Diferentes especialistas
en 'ciencias sociales subrayan diferentes métodos o combinaciones de mé-
todos: investigación de actitudes, análisis de contenido, simulación y juego,
correlaciones estadísticas, construcción de modelos y el uso de análisis
cuantitativo tanto como de computadoras como base para obtener preci-
sión en las mediciones.so El enfoque científico no debe equipararse total-
mente con la metodología cuantitativa, pero a la última es mucho más
probable que se la emplee y por cierto que se la utilice en mayor escala
en el enfoque científico que en el tradicional. Si bien los especialistas cien-
tíficos no pueden eludir usar el juicio personal en la selección de sus pro-
blemas, la formulación de sus hipótesis y el desarrollo de sus esquemas
de .clasificación, intentan ir más allá de los juicios personales y lanzarse
a métodos deductivos o inductivos que son independientes de la inc1ina~
ción personal,Bl y que invocan sea la lógica o la matemática como sustitu-
tos de la intuición interpretativa .
. Los tradicionalistas a menudo critican a los conductistas por ser su-
puestamente demasiado confiados en la capacidad de generalizar, de con-
vertir afirmaciones problemáticas en proposiciones causales y de usar tales
proposiciones para predecir el comportamiento en un área en la cual las
cosas no son predecibles; por atribuirles a los modelos abstractos una
congruencia con la realidad que no tienen, por eludir los temas sustancia-
les de la política internacional porque, en su celo por el método cientí-
fico¡ ellos q ellas pueden no haber dominado nunca realmente aquellos
temas en toda su complejidad, y por sucumbir al "fetiche de la medición"
q~e ignora diferencias cualitativas crucialmente importantes entre las can-
ti¡¡lades que miden.82
! tw.s conductistas afirman que cuando buscan la comprobación de una
cQ¡:relación estadística entre dos factores, están determinando si la rela-
C,~Óll entre los dos puede ser meramente una coincidencia y cuando se
comprometen en análisis de variables múltiples están intentando averiguar
?~áJ, de varios factores constituye el factor más confiable para predecir un
r~syH~po , particular.83 El , analista científico considera la desconfianza del
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales...., 41

tradicionalista ante el método preciso, la' cuantifi,:ación '"y ' la verificación


a través de pruebas estadísticas, irresponsable¡, yl~,arrogante;" , Los tradicio-
nalistas retrucan que, a su propia manera,1¡ellos ,deSarrollan tJ,D., ,c uidadoso
"análisis de contenido" de ,las fuentés,r.prlinariasl.y¡secun:darias '(documen-
tales y de otro tipo) que pre;sentantFotnoevideneiá3---.disffursos, 'declaracio-
ne:~ ante la prenSI:!-, informes gubernamentales, mensajes' 'diplomáticos,. me-
mori,a s persOnales, descripciones y comentarios)iperio,d ísticos, entrevistas,
estudios especjal~dos y otros por el estile>- e intuitivamente ¡seleccionan
lo que. consideF~ importante y relevante sin ¡UD conteo sistemátieo de
palabras. ,yJ1m .se$'. (El tradicionalista sigue convencido de que la esencia
de,J a ItoJJ¡tica .esda J diferencia cualitativa, el matiz·:sutil de significado que
puede .J C,QnltU'licaJ.1$e a través de la elección de una sola frase o palabra,
pero ,qtfe r Il07penñite que se la cuantifique.

La teoría tradicional: el equilibrioi,de pode.r


.
La más-antigua; persistente y polémica de todas las teorías de la política
internacjonal ,'- el equilibrio de poder- fue reconocida al menos implíci-
tamente en la antigua India y en la, antigua Grecia, si bien nunca se la
articuló formalmente. David Hume señaló que si bien el ténnino equilibrio
,dA1ll-ºdªrrlnl~de :, s~r' D'lQderno, "la máxima de preservar el equilibrio de po-
~rJ(~;>tªl1fJ,u¡¡,c¡ij¡.da a tal punto en el sentido común y en el razonamiento
Aqy'jll&J.:1,l~~S?~posible 'que se le hubiera podido escapar totalmente a la
~t-igj¡ie!'lªdjt; lle.gando a ,1a conclusión de que se lo ' había practicado, desde
lQ~Jltj~J;m~Q~ i antiguos hasta el siglo XVIII. ss '
En la medida en que podía llamársela una teoría formal de la política
it;l~er¡:qªcj,~ryll, lel concepto moderno de equilibrio de poder estaba asodado
Cq~J.¡¡l; ; c~úlcepción new:toniana del universo en equilibrio. (A menudo una
te~ríJl. !4e .las cien.cias sociales ha sido adaptada ' de una teona ' de lás cien-
pÍAS¡ pSl~as o :al menos ha estado influida por el desarrollo de alguna.) De
hec:qo¡ la ·nociÓn de , equilibrio es básica para muchas ciencias. Los quími-
co~ ha'\¡)lan de una solución en equilibrio estable; los' economistas ' perci-
ben un~equilibrio de fuerzas que se contrarrestan, tales como la oferta y la
dem¡mga; los biólogos advierten contra las actividades' humanaS' que 'per-
turban , el "equilibrio de la naturaleza" entre organismo' y entorno; los
escritores políticos a menudo analizan la interacción de grupos de interés
o de los poderes gubernamentales dentro de la sociedad nacional en tér-
minos de "controles y equilibrios".86 Naturalmente, los teóricos de la
realidad social internacional emplean "equilibrio" como un concepto orga-
nizador central para las relaciones de poder de las naciones-estado y
suponen que las últimas están llevadas, casi por una ley de su propia
naturaleza, a buscar su seguridad por alguna forma de equilibrio de poder.

Equilib rio de poder: problemas y definición


El término equilibrio de poder ha sido redondamente criticado por causar
considerable confusión semántica. Ernst B. Hass descubrió al menos ocho
42 ~ Enfoques teóricos de las relaciones internacionales

significados dif~rentes para el térm~~o: 1). cualquier distribu,ción de ~o­


der 2) equilibrIO o proceso de eqUlhbramlento; 3) hegemoma o la bus-
qu;da de hegemonía, 4) estabilidad y paz en un concierto de poder, 5) ines-
tabilidad y guerra, 6) política de poder en general, 7) una ley universal
de la historia y 8) un sistema y guía para los encargados de trazar polí-
ticas.51 "El problema con el equilibrio de poder", dice Inis L. Claude, Jr.,
"no es que no tenga sentido, sino que tiene demasiados sentidos". El tér-
mino ha sido utilizado para connotar equilibrio y desequilibrio o cualquier
distribución de poder, sea equilibrada o desequilibrada, tanto como una
política y un sistema (sea automático y autorregulado o totalmente depen-
diente de la manipulación por parte de estadistas astutos). Claude llega
a la conclusión de que el concepto de equilibrio de poder es extremada-
mente difícil de analizar porque quienes escriben sobre él, no sólo fracasan
en ofrecernos claves precisas acerca de su sentido, sino que a menudo
"pasan alegremente de un uso del término a otro y de vuelta al primero,
a menudo sin hacer ninguna advertencia de que existen sentidos múl-
tiples".88
Es cierto que el concepto de equilibrio de poder está cargado de ambi-
güedad. Muchos estadistas han buscado una superioridad unilateral más
que un equilibrio bilateral objetivo con su rival principal. Sin embargo,
es posible teóricamente concebir al equilibrio de poder como una situa-
ción o condición, como una tendencia universal o ley del comportamiento
del Estado, como una guía: para el arte de gobernar, y como una forma
de mantenimiento del sistema característica de ciertos tipos de sistemas
internacionales. En la medida en que pensemos en términos de equilibrio
más que de superioridad, estos cuatro usos no necesitan ser incoherentes
entre sí.
Concebida como una situación o condición, el equilibrio de poder im-
plica un acuerdo objetivo en el cual hay una satisfacción relativamente
generalizada con la distribución del poder. La tendencia universal o ley
describe tina probabilidad ·y le permite a uno predecir que los miembros
de un sistema amenazado por la emergencia de un "perturbador del equi-
librio" -es decir, una potencia aparentemente inclinada a establecer una
hegemonía internacional- formará una coalición que la contrarreste. El
equilibrio de poder como guía política prescribe a los esÜldi~tas que quie-
ran actuar "racionalmente" que deberían mantener una vigilancia eterna
y estar preparados a organizar una coalición contrapuesta contra el per-
turbador del equilibrio. El equilibrio de poder como sistema se refiere a
una sociedad muItinac;:ional en la cual todos los agentes esenciales preser-
van su identidad, integridad e independencia a través del proceso de equi-
libramiento.89

Equilibrio de poder: fines y funciones

Diversos fines y funciones se le atribuyeron al equilibrio de poder en la


teoría clásica, tal como la expusieron Bolingbroke, Gentz, Metternich y
Castlereagh. Se suponía que 1) impedía el establecimiento de una hege-
monía universal, 2) preservaba los elementos constitutivos del sistema y
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales ~ 43

al sistem a mismo, 3) aseguraba la estabilidad y la seguridad mutua en el


sistema internacional y 4) reforzaba y prolongaba la paz al disuadir de la
guerra, es decir, al enfrentar al agresor con la posibilidad de que una
política de expansión se topara con la fonnación de una coalición contra-
ria. Los métodos y técnicas tradicionales para mantener o restaurar el
equilibrio eran: 1) la política de dividir para reinar (que trabaja para
disminuir el peso del lado más poderoso), 2) compensaciones territoriales
después de una guerra; 3) la creación de estados valla, 4) la fonnación de
alianzas, S) esferas de influencia, 6) la intervención, 7) la negociación
diplomática, 8) arreglo pacífico y legal de las disputas, 9) la reducción de
armamentos, 10) la competencia o la carerra armamentista y 11) la guerra
misma.
Una revisión de la lista de objetivos y métodos demostrará que había
incoherencias internas en la teoría y en la práctica. Éstas eran probable-
mente ineludibles, dada la oscilación histórica entre equilibrios estables
e inestables dentro del sistema de naciones-estado. Si el equilibrio de po-
der hubiera funcionado perfectamente como todos los estadistas espera-
ban y si la distribución de poder existente no le hubiera planteado ninguna
amenaza a su seguridad nacional, entonces el equilibrio de poder como
situación, política, ley y sistema casi con seguridad hubiera contribuido a
la prolongación de la paz. Pero la dinámica del sistema político interna-
cional no conducía ni a la estabilidad serena ni a una toma de decisiones
racional y prudente en todo momento. Más aún, los estadistas que sólo per-
seguían lo que consideraban su propio interés nacional legítimo -un
ténnino estrechamente asociado con el sistema de equilibrio de poder-
podrían haber aparecido a los ojoS' de otros hombres de Estado como cons-
pirando para derribar el sistema internacional y ganar predominio. Por
el contrario, un gobierno embarcado en una senda hegemónica puede
no provocar la fonnación de una coalición contraria hasta que sea dema-
siado tarde para impedir una guerra a gran escala declarada para res~
taurar el equilibrio. En teoría, el equilibrio ayudaba a preservar la paz
y la identidad de los estados miembros, pero en la práctica la política:
del equilibrio de poder a veces ha llevado a la guerra y a la división de
agentes "menos esenciales" (como Polonia en la década de 1790). Pero
mantener la paz y preservar a todos los miembros menores intactos se
subordinaba a las metas más fundamentales de preservar el sistema mul-
tiestatal observando la máxima expresada por Friedrich Gentz: "Que si se
quiere que el sistema de los estados de Europa exista y se mantenga a:
partir de esfuerzos comunes, ninguno de sus miembros puede volverse
nunca tan poderoso como para poder coaccionar a todo el resto".90
Otro concepto clave de la teoría clásica debe mencionarse. En circuns-
tancias nonnales, con varias naciones que buscan llevar al máximo su
posición de poder a través de diversos métodos y técnicas de la política
de equilibrio de poder, ninguna nación obtiene la hegemonía, y se man-
tiene un equilibrio precario. Pero por diversos motivos el equilibrio puede
estar al borde de romperse. En este punto, un "detentag.or del equilibrio"
imparcial y vigilante emerge, que es lo suficientemente fuerte para res-
taurar el equilibrio rápidamente una vez que se ve perturbado. Histó-
ricamente, Inglaterra jugó este papel en el sistema de los estados europeos.
44 ~ Enfoque s teóricos de las relaciones internacionales

En un famoso memorándum publicado el 1<:> de enero de 1907, Sir Eyre


Crowe escribió que se había "convertido casi en una perogrullada histórica
identificar la política secular de Inglaterra con el mantenimiento de su
equilibrio, poniendo su peso ahora en este platillo y luego en aquel, pero
siempre del lado opuesto a la dictadura política del Estado aislado o el
grupo de estados más fuertes en un momento dado".91 Winston Churchill
reiteró esto como un dogma fundamental de la política exterior británica
en 1936.92 Quizás la teoría del equilibrio de poder, como guía política para
los hombres de Estado, es una teoría distintivamente británica, al menos
en los tiempos modernos.

Críticas al equilibrio de poder


En las últimas décadas, la teoría del equilibrio de poder ha enfrentado
grandes críticas aun por parte de los analistas tradicionales y por motivos
diferentes a la vaguedad semántica antes mencionada. Nicholas J. Spykman
sostenía que la teoría explicaba inadecuadamente la práctica:

La verdad del asunto es que los estados están interesados sólo en un


equilibrio (desequilibrio) que está a su favor. No un equilibrio sino un
margen generoso es su objetivo. No hay seguridad verdadera en ser
exactamente tan fuerte como un enemigo potencial; hay seguridad
sólo en ser un poco más fuerte. No hay posibilidad de acción si la
propia fuerza está plenamente controlada; hay posibilidad de una
política exterior positiva sólo si hay un margen de fuerza que puede
ser libremente utilizado.93

Hans J. Morgenthau encuentra deficiente el equilibrio de poder en varios


sentidos. Ha fracasado en un conjunto de ocasiones desde fines del si-
glo XVIII para preservar la existencia independiente de los estados. El
sistema de muchos estados que impide que un solo Estado adquiera do-
minio universal se ha preservado sólo al precio de guerras frecuentes y
costosas. Encuentra el equilibrio de poder: 1) incierto porque no existe
ningún medio totalmente confiable para medir, evaluar y comparar el
poder; 2) irreal porque los hombres de Estado intentan compensar su
incertidumbre apuntando a la superioridad y 3) inadecuado para expli-
car la sobriedad nacional durante la mayoría de los años que van de 1648
a 1914, porque no le da crédito a la influencia moderadora de la unidad
intelectual básica y el consenso moral que entonces prevalecía en Europa.94
Ernst B. Haas ha obserVado que usar el equilibrio de poder .como guía
política supone un alto grado de flexibilidad en la toma de decisiones
nacional. El líder político vigilante debe comprometerse en un constante
cálculo de poder y estar listo a entrar en una coalición compensatoria, al
margen de diferencias ideológicas, intereses económicos y actitudes polí-
ticas internas. Haas ha cuestionado el grado hasta el cual los encargados
de trazar políticas, especialmente en los países democráticos, pueden dis-
frutar del tipo de flexibilidad que la teoría del equilibrio de poder pare-
cería exigir.9s Debería señalarse, sin embargo, que las democracias anglo-
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales ~ 45

norteamericanas se las arreglaron para superar su aversión al comunismo


soviético en la Segunda Guerra Mundial contra la Alemania nazi, y en las
.últimas décadas, Estados Unidos aparentemente ha buscado jugar un
juego de equilibrio de poder respecto de la República Popular China y la
Unión Soviética.
Kenneth N. Waltz ha defendido la teoría del equilibrio de poder con-
tra los críticos que, en su opinión, han malentendido ciertos puntos cru-
ciales. Toda teoría, aduce, debe empezar con ciertos presupuestos. Supone
que los estados son agentes unitarios que buscan, como mínimo, pre-
servarse y, como máximo, dominar a otros si ello es posible. Se esfuerzan
por lograr sus objetivos a través de esfuerzos internos (es decir, aumen-
tando las capacidades) y esfuerzos externos (es decir, reforzando su propia
alianza y debilitando la del adversario). Entonces agrega la condición de
que los estados están funcionando en un sistema de auto ayuda sin ningún
árbitro superior. Aquellos que no se ayudan a sí mismos tanto como
los demás lo hacen, se verán en posición desventajosa. Los presupuestos,
señala WaItz, no son ni verdaderos ni falsos, pero son esenciales para la
construcción de una teoría. En la teoría del realismo estructural de
Waltz, el equilibrio de poder está arraigado inevitable y necesariamente
en el sistema internacional de los estados. Así se separa de la compañía
de otros teóricos del equilibrio de poder -Hume, Churchill, Organski,
Morgenthau, Haas, Kissinger y otros- quienes han sostenido que la políti-
ca del equilibrio de poder es algo que debe ser seguido voluntariamente
por líderes sabios y políticamente prudentes. Para Waltz, la tendencia hacia
el equilibrio es automática, al margen de si "algunos o todos los estados
conscientemente apuntan a establecer y mantener un equilibrio, o si algu-
nos o todos los estados apuntan a un dominio universal". Si los resultados
que han de surgir (es decir, el equilibrio) dependen de algunos o todos
Jos estados que conscientemente trabajan en favor de él, entonces la polí-
tica internacional puede ser explicada por teorías del trazado de políticas
nacionales burocráticas y una teoría del equilibrio de poder internacional
no tendría nada que explicar. Waltz quiere una teoría aplicable al sistema
internacional, al margen del comportamiento de los estados particulares.96

Equilibrio de poder: modelos contemporáneos

Aun al margen del agudo análisis de Waltz, sería erróneo sugerir que la
teoría del equilibrio de poder es obsoleta. Muchos teóricos "modernos",
"no tradicionales" y "científicos" han descubierto que merece atención.
Morton A. Kaplan la convierte en uno de sus seis modelos heurísticos de
los sistemas internacionales. Le consagra más espacio al sistema del equi-
librio de poder con sus reglas esenciales que a cualquiera de los demás
sistemas.97 (Para una discusión de los modelos de sistemas deKaplan, ver
el Capítulo 4.) Arthur Lee Burns, después de estudiar el problema del sis-
tema en un equilibrio estable, llega a la conclusión de que "los arreglos
más estables parecerían ser un mundo de cinco o más potencias impares,
independientes y de aproximadamente igual fuerza", dado que no serían
fácilmente divisibles en dos lados iguales.98 Por su simplicidad para calcular
(46 '~ '1infó~ue's teoriCos de las relaciones internacionales

fá~ ;'té'la:¿¡bnds ' y por la certeza y estabilidad que produciría tal simplicidad,
'B~ms 'sosH~ne que,' óptimamente, el sistema más estable sería un mundo
!(!le "t:lhco bloques aproximadamente iguales, cada uno de los cuales inclu-
yera una familia de naciones-clientesintercambiables".99 '
Más recientemente, R. Harrison Wagner ha aducido que cualquier nú-
mero' de agentes entre dos y cinco puede ' producir un sistema estable,
'Pero 'que el sistema más estable es aquel de tres agentes.1oo Muchos ' analis-
tas dél caII1.PO de la disuasión nuclear y la teoría del control de armamentos
han actualizado y planteado en formas altamente sofistiCadas las catego-
nas del pen,samiento vinculado con 'el equilibrio de poder.101 Y si bien
'r oúchos 'intelectuales y ~specialistas universitarios consideran la teoría
"él 'equilibrio de poder una t~oríaburda, poco elaborada, simplistamente
ingenua Y ob,s oleta de las relaciones internacionales, gran cantidad de esta-
ttist'as',: polí~kos, diplomátiCos, capitostes; periodistaS y gente de la calle
<tdqavía' la consid,eta como 'tina explicación adecuadá de lo que de hecho
ocurre enelsistema internadonaly la bas~ sobre)a cual la política exte-
rior debería formuhlrse y dirigirse. La teoría retiene su encanto y validez
:para los analistas ' ~e. la limitaCión de armas e~tratégicasy de la: relación
entre Estados Unidos, la Unión Soviética; China, Europa Occidental, Japón
y otros
(. .'
centros
.~" . .
de. 'poder del
" .
sistemaglobaÍ.
. . " . ' , "

T!ri'c.as~ de, estudio ' en' metodología ,cuantitativa


;' " .' ., . ... . " . .' .

n tJ.piJ!,te lis , tre~ últimas décadas, lósespecialistas ' s~ han vueÜ:oh~cia la


'cb;ffip~tadora~' c~n:sti dipiiddád de i,minipuhición: estadística de una amplia
c'á ntÍd'atl'dé datos, para' la construccióri de' tebrias dé las relaciones inter-
n~ci6náles. ' ."Las telá:~ioiie'S , internacionales cuaiÚ:itativas", segÓn H~ll-vey

'~i:Zi;~~~i~~~::~n;,r:!e~~e s~~~::~~ti~ti~:~;~~\ó:c~~~::I~i~~~! ,:~~~~r~


diversll ' qile¿ónstituye las relaCiones ' interIiádonales":l02 Usar la :compu-
~~rdor~ pl,tede agilizar eri gran medida 'la realización de ariá1.isisestadfsiico~
'c ompléjos y 'puede 'inclusive sugerir ' correlaciones que 'de 'otra forma no se
les hubieran ocurrido a los especialistas. Las tecnologías avanzadas de alma-
cenamiento y recuperación de la información, tanto como análisis de datos,
ya han aumentado nuestra capacidad de inanipular enormes cantidades de
datos. A~gunos autores han sugerido que ha llegado el ~omento de esta-
bleeer un sistema de control global para la medición' internacional de di-
.v etsos 'feli6menos;103 A lo largo de todo este libro, tendremos ocasión de
referimos ' al uso de los métodos cuantitativos en varias áreas de construc-
Ción teórica -por ejemplo, integración, carreras armamentistas y toma
de decisiones. Aquí, discutimos sólo un caso para ilustrar la utilidad de la
computadora en nuestro campo, para analizar la relación entre conflictos
'm tranaéionales e internacionales.
_,,' En UÍl 'proyecto diseñado para encontrar modelos polít'icos recurrentes
c:lentro y entre las naCiones, Rudolph J . Rummel recolectó datos de 236
:Varia:bles para 82 naciOnes para el año 1955. Estos datos se analizaron a
~V'és de liBa t,écrtica' conocida como análisis factoriaV04 En la primera
'flls~~:(¡el Ptóyectd de DinienSionalidad de las Naciones (DON), tres análisis
Enfoques teór.lcos de lasorelaciortes internacion41eS. _ 41

separados se les aplicaron a los datos: 1) las variables de comportaruento


en conflictos extranjeros se interrelacionaron y se les aplicó análisis/ fad~ o
torial por separado, 2) las variables de comportamiento en conflictos' ex..
tranjeros se retrogradaron sobre dimensiones de características nacioQ.ales'
y dimensiones de conflicto interno (ltretrogradar" quiere decir determinar
hasta qué punto los datos de una variable pueden ser predichos a partir de
los datos de un conjunto de variables) y 3) las variables de conflicto exter-
no y conflicto interno se analizaron juntas por factoreo.
De las 235 variables, 94 eran mediciones de aspectos de las relaciones
internacionales, tratados firmados, ayuda dada y recibida y votos con
Estados Unidos en las Naciones Unidas.
Se descubrió que el comportamiento de conflicto no se correlacionaba
con el grado del compromiso de una nación en las relaciones exteriores.
Planteada de forma diferente, las naciones pueden estar profundamente
comprometidas en los asuntos exteriores sin recurrir necesariamente al
conflicto. En el análisis factorial de todas las variables, las variables de con-
flicto interno aparecieron en modelos diferentes de las variables de conflic-
to exterior.
Sin embargo, estas conclusiones estaban basadas en un método que no
diferencia entre las naciones tomadas en consideración. Jonathan Wilken-
feld volvió a evaluar los datos de Rummel utilizando un método diferente
que implicaba el reordenamiento en grupos de las naciones en considera-o
ción de acuerdo al tipo de nación, en un esfuerzo por- determinar si el tipo
de nación tiene influencia en la relación entre comportamiento interno y
externo,los Un grupo de 74 naciones se dividió en tres grupos, basados en
diferencias de liderazgo: personalista (o dictatorial), centrista (gobierno
centralizado) y poliárquico. Todos los pares posibles de conflicto interno
entre las dimensiones de comportamiento en conflicto interno y exterior
se correlacionaron para: tales grupos; Más aúri, la posibilidad de lagunas de
tiempo se tomó en consideración. Los resultados indicaron que hay una
relación entre el comportamiento ante el conflicto' interno y externo. La:
naturaleza de la relación depende del tipo de nación y de la dimensión
del conflicto: "A medida que cambiamos nuestra atención del grupo per-
sonalista al centrista y finalmente al poliárquico, la's dimensiones particu-
lares de comportamiento en conflicto que están relacionadas cambian. Por
cierto, no hay una relación particular entre ningún par de dimensiones
de conflicto internas y externas que se mantenga igualmente bien opara'
todos los grupos. . . Las naciones del sistema internacional no se compor-
tan exclusivamente sobre la base de los supuestos de la situación interna-
cional. Según el tipo de nación, debemos mirar más allá de la esfera inter-
nacional a la situación interna de la nación participante, para determinar
la reacción de dicha nación".l06 o
Rummel tiene una considerable deuda intelectual con Quincy Wright,
quien desarrolló una teoría de campo para el análisis de las relaciones
internacionales. La teoría de campo, que tiene sus orígenes en la física, ha
sido llevada a la psicología por Kurt Lewin, quien influyó sobre Wright.107
El teórico de campo subraya la situación total o "espacio vital" del orga-
nismo en el entorno considerado como una constelación de factores inter..;
dependientes. Wright, Rummel y otros teóricos de campo internO a cionales
48 .... Enf.oqu.es teóricos de las relaciones internacionales

e,onsideran el comportamiento de las naciones en relación con similarida-


des! y, dIferencias en los atributos nacionales, todos dentro del contexto de
un, campo geográfico-social definido por coordenadas tempo-espaciales. El
campo geográfico-social de Wright representa una descripción del mundo
real, con su distribución de población, recursos, agricultura y producción
industrial y poder político y económico, tanto como sus cambios a lo largo
del tiempo. Wright recubre el campo geográfico-social con uno analítico
que consiste en valores y capacidades, porque supone que los encargados
de tomar decisiones formulan y buscan políticas (tanto exteriores. como
internas) que vinculen valores con capacidades. Al ubicar cada estado u
otra unidad actuante en un punto dentro de estos campos multidimensio-
nales, ello refleja para cada coordenada empleada su posición respecto de
cada campo. Wright trata no sólo de describir el campo internacional en
cualquier momento de la historia, sino también suministrar una base para
explicar el pasado y predecir el futuro. 1OS En el campo del valor, por ejem-
plo, las coordenadas de Wright definen una gama de comportamiento que
va de una concepción estrecha a una amplia del interés nacional, de la
política de la pasividad a estrategias de intervención extranjera,l09
-Los teóricos de campo suponen que los sistemas de acción dentro de
cada campo pueden cambiar a lo largo del tiempo hacia :n uevas posicio-
nes en el campo !f así formar nuevas relaciones entre sí. La teoría de
campo es esencialmente una forma de análisis espacial en el cual se estu-
di~ la accesibilidad de la posición relativa, la conectividad y la dirección
del .movimiento. R. J. Rummel, en especial, .subraya la distancia atribuida
€omo·,concepto central, porque · "las similitudes y -diferencias atribuidas a
una'nación -son fuerzas de campo que crean un movimient0 espacio-tempo-
ral -soeíal; la -distancia, atribuida entre naciones detennina el comporta-
miento ' internacional".110
')b ,- Enilel estudio de 'Rummel,las variables de conflicto exterior se retro-
gradaban '_s~bre: otras -dimensiones de las características nacionales. Los
halllazgos:fueron que la magnitud de las características o .los atdbutos de
l!Iñár.'nació'n tienén 'escasa relación con su comportamiento en conflictos ex.,
teliio~~ J E.Jl t otr~s palabras, factores tales como el nivel de desarrollo eco-
nÓro.ico! ~ ,teenológico, las comunicaciones internacionales, el totalitarismo,
el lpo.c¡l~~¡ihl<ines,tabilidad, la capacidad militar, la ideología o los valores de
CUalquje¡:, m.a ción individual no tenían una correlación importante con su
comportanüentoen conflictos exteriores.
1.1 J '
.....1 .1 1, ,

¿Puede .haber 'una teoría internacional "científica"?

El sentido de "científico" es relativo. El término ciencia no connota nada


más que un cuerpo de conocimientos y una forma de descubrir nuevos
conocimientos. Cualquier cosa que satisfaga a los seres humanos inteligen-
tes en cualquier época como el medio óptimo para agrandar sus fronteras
intelectuales pasará por "científico".
El prógreso científico genuino generalmente se logra cuando uno em-
pieza por aceptar el c0nocimiento del campo ya aceptado en general por
los especialistas. Los individuos pueden querer reorganizar en cierta forma
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales ~ 49l

el cuerpo de conocimientos existentes para aumentar su propia compren-


sión de él. Pero el individuo debe tomar algo como dado, algo ya basado.
en la observación empírica, la experiencia y la reflexión humana. Si el
aprendizaje es social, el individuo no puede empezar a crear el universo·
de novo.
Una vez que el investigador ha dominado el conocimiento existente y
lo ha organizado para sus fines, aduce una "ignorancia llena de sentido":
"He aquí lo que sé, ¿qué no sé que valga la pena saber?". :E:.sta es una pre-
gunta muy importante. Una vez que un área ha sido seleccionada para
la investigación, la pregunta debe plantearse lo más claramente posible, y
aquí es donde la cuantificación puede demostrar que es útil,1l1 siempre-
que los métodos matemáticos se combinen con esquemas taxonómicos cui-
dadosamente construidos. Lograr una mezcla satisfactoria de herramientas.
apropiadas de análisis estadístico con tipologías es uno de los aspectos más.
difíciles a la hora de formular una hipótesis válida y comprobable en el'
ámbito de la realidad política, donde los nombres que les damos a las
cosas y las palabras que usamos son de importancia crucial. Al investigar
el campo de las relaciones internacionales o cualquier sector de éstas,
vemos muchos elementos dispares y seguimos moviéndolos a través de'
diversas permutaciones en nuestra mente, preguntándonos si puede haber-
alguna relación significativa entre A y B o entre B y C. Por un proceso
que estamos forzados a llamar "intuición" hasta que aprendamos mucho,
más acerca de él de lo que sabemos ahora, percibimos una correlación
posÍble, hasta el momento insospechada o no conocida firmemente, ' entre-
dos' o más elementos. En este punto, tenemos los ' ingredientes de una
hipótesis que puede expreSarse en referentes mensurables y, que, si se la
valida, sería a la vez explicativa y predictiva: (En dsentido científico más
estricto, lo que no podemos predecir no podemos explicarlo :plenamente,uZ"
pero se ·trata de un 'c riterio extremadamente exigente de explicación .en las:
ciencias sociales.)
-". De aquí en adelante, el método científico se vuelve más familiar. La.
hipótesis debe ser comprobada. Esto exige la ' cons't rucción de un experi-
mento o la reunión de datos de otra manera. En cualquiera 'de los dos
casos, deben hacerse todos los esfuerzos posibles para eliniinar la influen-
cia de lo desconocido, y para asegurarse de que la evidencia buscada per-
tenece a la hipótesis y a nada más. El resultado del esfuerzo de reunir-
datos se observa cuidadosamente, se registra y se analiza, luego de lo cual
la hipótesis se descarta, se modifica, se reformula o se niega. Esto, de
manera muy general, es lo que por lo general queremos decir por "el mé.·
todo científico". En cada paso del camino se pone énfasis en la precisión
de pensamiento y lenguaje y en una distinción entre lo que se supone y lo-
que es empíricamente comprobable.
La aplicación del método científico ' durante los últimos 250 años ha
producido impresionantes resultados en las ciencias físicas en forma de-
leyes generalizadas. En física, astrofísica, química, biología y ciertas áreas
de la psicología, se ha logrado un alto grado de predictibilidad. Pero aun
las ciencias "exactas", con todas sus poderosas metodologías, llegan a los
límites de lo que podemos saber en cualquier momento dado. Según Wer~
ner Heisenberg y su principio de indeterminación, por ejemplo, no éS'
50 ~ Enfoques teóricos de las relaciones internacionales

posible determinar simultáneamente la posición y el movimiento de una


partícula de materia. 1l3 En todas las ciencias, físicas y sociales, encontra-
mos que nuestros esfuerzos por medir un fenómeno pueden dislocar o
.cambiar la cosa que estamos intentando medir.

La búsqueda de modelos recurrentes

Cualquiera que afirme que es un teórico "científico", ya sea "tradicional"


o "conductista", orientado hacia el futuro, está condenado a buscar regu-
laridades. Pero debemos recordar que hay dificultades peculiares que en-
frentan todos los científicos sociales y si las tenemos en mente es más
probable que avancemos intelectualmente que si las ignoramos u olvidamos.
El científico social que estudia los asuntos humanos enfrenta proble-
mas referidos a la relación del observador y lo observado en un mayor
-g rado que el científico que estudia átomos, moléculas o estrellas. El cien-
tífico del área física, no importa cuán excitado se sienta por su trabajo,
generalmente elude el tipo de compromiso emocional con el fenómeno
,observado que puede influir en su percepción y su juicio. En la investiga-
ción de la sociedad humana es mucho más probable que la observación
-objetiva esté imbuida de fines subjetivos. Un físico o un químico que sea
un ardiente pacifista en su vida personal, no tiende por dicha convicción
,a verse más inclinado en su propuesta analítica hacia los átomos pasibles
-de fisión que hacia los demás átomos. Pero el científico social que tiene
fuertes preconceptos acerca de temas como la guerra, el terrorismo gue-
rrillero,los valores nacionales, la población mundial y el hambre, el desar-
me y la organización internacional o el conflicto entre democracia y dic-
taduras, es mucho más probable que caiga en dificultades en sus esfuerzos
por lograr la distancia completa que presupone el método científico. (En
-opinión de los autores, no hay necesidad de que los científicos sociales
:se discUlpen por este "compromiso humano".) Si bien se supo que el mé-
"todo está "libre de valores", el fenómeno que se examina a menudo está
recargado con consecuencias valorativas que influyen en el bagaje intelec-
tual y psicológico del analista-observador. Los científicos sociales difícil-
mente coinciden respecto de cuál de estas dos actitudes produce la mayor
-distorsión perceptiva en el estudio, digamos, de los problemas de la gue-
rra y la paz: un deseo puramente neutral o no ético por "entender" la
agresividad humana -con el fin de explicar y predecir sus manifestaciones
-o un compromiso moral a estudiar la guerra con el intento de abolirla, a
fin de hacer del mundo un lugar mejor. Sin duda, el esfuerzo por cons-
truir una teoría internacional científica seguirá estando caracterizado por
la interpretación de estos dos fines diferentes, tanto dentro de la mente
individual como dentro del campo como un todO.114
Las peculiaridades de la relación observador-observado en las cien-
cias sociales da origen a dificultades adicionales. Algunas de ellas son bien
conocidas y frecuentemente citadas, tales como la incapacidad de condu-
cir experimentos controlados a fin de aislar los factores estudiados. In-
clusive el régimen totalitario más brutal, sea cual sea la eficacia de los
medios técnicos de control social a su disposición, se verá presionado
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales - sr
con tremenda fuerza para llevar adelante un experimento científico estric-
tamente controlado con una sola nación, para no mencionar dos o más.
El punto es que al intentar estudiar cualquier amplio conglomerado social'
científicamente, las condiciones de control, a los fines de la exactitud, de-
ben establecerse primordialmente a través de la clarificación de los pro-
pios procesos de pensamiento, más que en el confuso e incontrolable uni-
verso social.
Otros problemas son menos fácilmente reconocidos. Dada la ampli-
tud que abarca el campo, la mera masa de datos pertinentes parece exceder
las fronteras del dominio humano. Muchos datos son inaccesibles y per-
manecen así por un largo tiempo (en los archivos gubernamentales) o para
siempre (en la mente de individuos que olvidan o mueren antes de trans-
mitirles a los especialistas todo lo que saben acerca de lo que realmente-
ocurrió). El especialista y el teórico, en consecuencia, a menudo llegan
a conclusiones generalizadas a partir de escasas pruebas que pueden ser
poco confiables sobre bases bastante al margen de su incompletud.
Finalmente, llegamos a los problemas del lenguaje, de! cual toda teoría
debe revestirse. Aun las ciencias· exactas no han sido inmunes a las difi-
cultades de vincular el lenguaje con la observación, o los símbolos verba-
les con ia experiencia. Es inexacto decir que las ciencias exactas exigen
símbolos cuantitativos, mientras que las ciencias sociales descansan en·
cierta base empírica y que el método no es empírico a menos que entrañe
las funciones esenciales de nOr.1brar y contar. En todas las ciencias contar
es .algo muy simple. Un factor de separación importante entre las ciencias
físicas y las dencias sociales es el ámbito del lenguaje cualitativo ·o el pro~
ceso de nominación. Nadie discute elserttido de términos como líquido,
vapor, magnético, carg"ado eléctricamente, cloruro de sodio o fisión nuclear..
Pero al analizar el universo social, constantemente enfrentamos términos
como democrático, agresivo, revolucíonario, ilegal, discriminatorio y vio-
lento. Ni uno de estos términos está investido de objetividad científica.
Así, si bien todos los científiéos sociales pueden contar y . una gran canti-·
dad entender el proceso del análisis estadístico, hay motivos para creer
que la base de acuerdo sobre ·la cual se cuenta o se mide en él campo,
de las relaciones internacionales es muy estrecha y sin duda precaria.

Conclusiones
Nuestro propósito en este capítulo ha sido mostrar de manera general
cómo el estudio de las relaciones internacionales ha evolucionado, a fin de
abrir el escenario para examinar las principales teorías, del pasado y el
presente, en detalle.
En el principal trabajo de Quincy Wright, A Study of International
Relations (Un estudio de las · relaciones internacionales ), .después de admi-
tir que las relaciones internacionales todavía Son "una disciplina emer-
gente que manifiesta poca unidad desde el punto de vista del método y la
lógica",115 sugiere que el campo puede ser mejor entendido si lo aborda-
mos a través de cuatro perspectivas intelectuales básicas. En su opinión,
toda la realidad social puede dividirse adecuadamente en cuatro catego-
!52 ."., ~Enfoques teóricos de las relaciones internacionales

-das ~ ,l) <lo ,concreto (lo que fue o lo que es, conocido a través del método
4 escriptivo);' 2) lo posible (lo que puede ser, conocido a través del método de
Ja: ~ especulación teórica); 3) lo probable (lo que será, conocido a través
.del ,método de predicción); 4) lo deseable (lo que debería ser, conocido a
través del método de la reflexión ética, valorativa o normativa). Estas
.cuatro categorías, dice Wright, corresponden a la historia, el arte, la cien-
,cia y la filosofía. lló Los autores encuentran esta categorización digna de
-examen, pues es útil en todas las ciencias sociales.
, Para resumir, la función esencial de la teoría internacional es permi~
-timos mejorar nuestro conocimiento respecto de la realidad internacional,
sea con el fin de la "pura comprensión" o con el fin más activo de cambiar
,dicha realidad. La teoría nos ayuda a ordenar nuestro conocimiento exis-
tente y a descubrir nuevos conocimientos de forma más eficaz. Suministra
-un marco de pensamiento en el cual definhnos las prioridades de investi-
:gación y seleccionamos las herramientas disponibles más adecuadas para
recoger y analizar datos. La teoría dirige nuestra atención a similaridades
-y diferencias significativas y sugiere relaciones que no se habían percibido
:antes. En el mejor de los casos, la teoría sirve como prueba de que las
-potencias de la mente humana han sido aplicadas a un problema concreto
·con previsión, imaginación y profundidad, y esta prueba inspira otras
-para esfuerzos ulteriores tendientes al desacuerdo o la coincidencia.
No hay un solo modelo de teoría. La teorización social se produce en
muchos niveles y a través de muchas perspectivas disciplinarias, con
-va:rios experimentos y enfoques interdisciplinarios en curso. La teoría de
"las relaciones internacionales, que va más allá de la teoría de la "política
exterior", contiene componentes que son descriptivos, especulativos, pre-
. dictivos y normativos. Un especialista aislado puede subrayar cualquiera
-tle éstos, pero cuanto más altamente desarrollado esté el campo de la
teoría de las relaciones internacionales , como un todo, será más probable
que implique una síntesis de "lo que es", "lo que puede ser", "lo 'que pro-
oablemente será" y "lo que debería ser". La buena teoría puede ser induc-
tiva o deductiva, micro o macro, altamente específica, de mediano alcance
,o "grande" en el sentido de ser tan abarcadora COmo el estado de nuestro
conocimiento en cualquier momento dado lo permite y explicando un nú-
mero lo más amplio posible de fenómenos con la menor cantidad de varia-
-bIes posible. Todos estos enfoques son válidos y útiles cuando se los
maneja con inteligencia y cuidado metodológico y cuando se aplica al nivel
apropiado, o los niveles apropiados de análisis en el estudio de las rela-
ciones internacionales.

"NOTAS AL CAPITULO 1

-:: " * El tema del desarme ofrece un ejemplo de lo que quiere decir Rosenau.
;Quienes le asignan la , más alta prioridad y urgencia al desarme en la agenda
il;tternacional pueden subestimar los problemas políticos, psicológicos, técnicos
y - estratégicos implicados. Quienes se han especializado en ' el estudio de los
·"d~tps empmco-histórico-técnicos sobre desarme pueden haber alcanzado concIu-
.sienes tan pesimistas como subestimar las dificultades de alcanzar alguna vez
..aCJlerdos ,de limitación de armas.
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales ~ 53

** Nota del editor: la norma de esta editorial consiste en citar el nombre


de los editores en su forma contemporánea en la mayoría de los casos, aun
cuando la edición original citada por los autores pueda haber sido publicada
bajo otra editorial. '
1 Tucídides: Historia de la guerra del Peloponeso, trad.: RexWarner
(Hamondsworth, Penguin Books, 1954). Ver también William T. Bluhm: Theories
of the Political System: Classics of Political Thought and Modern Political
Analysis (Englewood Cliffs, N.J., Prentice Hall, 1965), cap. Il; John H. Finley, Jr.:
Thucydides (Cambridge, Harvard University Press, 1942); Carlos Norris Cochra-
ne: Thucydides and the Science of History (Londres, Oxford University Press,
1929); Peter J. Fliess: Thucydides and the Politics of Bipolarity (Baton Rouge,
Louisiana State University Press, 1966).
2 Nicolás Maquiavelo: The Prince and the Discourses (Nueva York, Random
'House [Modern Library] , 1940); James Burnham: The Machiavellians (Nueva
York, John Day, 1943); Herbert Butterfield: The Statecraft of Machiavellt
(Nueva York, Macmillan, 1156); Friedrich Meinecke: Machiavellism: The Doctrine
of Raison d'Etat and Its Place in Modern History, trad.: Douglas Scott (New
Hav~n, Yale University Press, 1957).
• 3 Dante Alighieri: On World Government, trad.: Herbert W. Schneider, 2~
ed. rev. (Nueva York, Liberal Arts Press, 1957); Etienne Gilson: Dante arzd
Philosophy, trad.: David Moore (Nueva York, Harper & Row [Torchbooks],
1963), parte IIl. '
' ''Ver Daniel S. Cheever y H. Field Haviland: Organizing for Peace (Boston,
Houghton Mifflin, 1954), cap. 2. Para lecturas adicionales sobre la historia de la
teoría política internacional, ver F. H. Hinsley: Power and the Pursuit of Peace:
Theory and Practice in the History of Relations Between States (Cambridge
University Press, 1967), pp. 13-149; Frank M. Russell: Theories of International
Relá,t ions (Nueva York, Appleton, 1936), pp. 99-113 y cap. XI; Kenneth N. WaItz:
"Policital Philosophy and the Study of International Relations", en: William T.
R. Fox, comp., Theoretical Aspects of Intemational Relations (Notre Dame,
University of Notre Dame Press, 1959).
,s Martin Wight: "Why Is There No International Theory?", International
Relations, Il (abril de 1960), 35-48, 62.
6 Ibídem, pp. 37-38. ,
1 7 Ver en el Capítulo 6 la sección sobre 'las teorías 'marxista-Ieninistas del
imperialismo.
8 Martin Wight, op. cit., p. 40.
. 9 Grayson Kirk: The Study of International Relations in American Colleges
and Universities (Nueva York, Council on Foreign Relations, 1947), p. 4; Foster
'Rhea Dulles: America's Rise to World Power, 1898-1954 (Nueva York, Harper &
'Row, 1963), pp. .158-161. Para un excelente tratamiento de la dicotomía, ver
Robert E. Osgood: Ideals and Self-Interest in America's Foreign Relations
(Chicago, University of Chicago Press, 1953).
, 10 Kenneth W. Thompson: "The Study of International Politics: A Survey
of Trends and Developments", Review of Politics, XIV (octubre de 1952), 433-443.
11 James L. Brierly: The Law of Nations, 2~ ed. (Nueva York, Oxford Uní-
versity Press, 1936); Clyde Eagleton: International Government (Nueva York,
Ronald Press, 1932); Charles G. Fenwick: International Law, 2~ ed. (Nueva
York, Appleton, 1934); Norman L. Hi1I: International Administration (Nueva York,
I McGraw-Hill, 1931); Hersch Lauterpacht: The Function of Law in the ¡nter-
'national Community (Nueva York, Oxford University Press, 1933); J. B. Moore:
A Digest of International Law (Washington, Government Printing Office, 1906);
Lassa F. L. Oppenheim: International Law: A Treatise, 2~ ed. (Londres, Long-
mans, 1928); Pitman B. Potter: An Introduction to the Study of International
Organization, 3~ ed. (Nueva York, Appleton, 1928).
12 Sidney B. Fay: The Origins of the World War, 2~ ed. (Nueva York,
Macmillan, 1930); G. P. Gooch: History of Modern Europe, 1878-1919 (Nueva
York, Holt, Rinehart and Winston, 1923); R. B. Mowat: European Diplomacy,
1815-1914 (Londres, Longmans, 1922); Bernadotte E. Schmitt: The Coming :af
54 ~ Enfoques teóricos de las relaciones internacionales

'the Wilr' 1914 (Nueva York, Scribner's, 1930); Raymond J. Sontag: European
Diplomatic History, 1871-1932 (Nueva York, Appleton, 1933); G. P. Gooch y
Harold 'W. Temperly: British; Documen,ts on the Origins of the W~;, 1~89-19.14
(Londres His Majesty's StatIOnery Off Ice, 1928). Para una evaluacIOn histono-
'gráfica d~l trabajo de los historiadores norteamericanos, ver Warren I. Cohen:
The American Revisionists: The Lessons of Intervention in World War 1 (Chicago,
University of Chicago Press, 1967).
13 Carlton J. H. Hayes: Essays on Nationalism (Nueva York, Macmillan,
1926)· Hans Kohn: A History of Nacionalism in the . East (Londres, George
RoutÍedge, 1932); Nationalism in the Soviet Union (Londres, George Routledge,
1933), y The Idea of Nationalism (Nueva York, Macmillan, 1944).
14 Philip J. Noel-Baker: Disarmament(Nueva York, Harcourt Brace Jova-
novich, 1926); James T. Shotwell: War as an Instrument of National Policy
(Nueva York, Harcourt Brace Jovanovich, 1929); J. W. Wheeler-Bennett: Disar-
mament and Security Since Locarno, 1925..1931 (Nueva York, Macmillan, 1932).
15 Parker T. Moon: Imperialism and World Politics (Nueva York, Macmillan,
1926); Herbert I. Priestley: France Overseas: A Study of Modern Imperialism
(Nueva York, Appleton, 1938).
16 Harold Nicolson:Peacemaking, 1919 (Boston, Houghton Mifflin, 1933), Y
Diplomacy (Londres, Oxford University Press, 1939).
17 Carl J. Friedrich: Foreign Policy in the Making: The Search for a New
Balance of Power (Nueva York, Norton, 1938); Alfred Vagts: "The United States
and the Balance of Power", Journalof Politics, III (noviembre de 1941),401-449.
18 James Fairgrieve: Geography and World Power (Nueva York, Dutton,
1920; Nicholas J. Spykman: "Geography and Foreign Policy, 1", American Poli-
tical Science Review, XXXII (febrero de 1938), 213-236; Y los dos libros siguien-
tes: America's Strategy in World Politics (Nueva York, Harcourt Brace Jovano-
vich, 1942) y The Geography of Peace (Nueva York, Harcourt Brace Jovanovich,
1944). Spykman también escribió dos artículos con Abbie A. Rollins: "Geographic
Objectives in Foreign Policy 1", American Political Science Review, XXXIII
(junio de 1939), 391-410 Y "Geographic Objectives in Foreign Policy II", ibídem
(agosto de 1939), 591-614. Las teorías de Mahan y Mackinder se tratan en el
Capítulo 2 de este texto; para una discusión de las teorías de Spykman, ver
el Capítulo 3.
" 19 Frimk M. Russell: Theories of International Relations (Nueva York,
Appleton, 1936).
20 Sir Norman Angell: The Gret Illusion (Nueva York, G. P. Putnam's Sons,
1933),'Ver también J. D. B. Miller: Norman Angell and the Futility of War: Peace
and the PublicMind (Londres, Macmillan, 1986), especialmente caps. 2 y 3.
21 E. H. Carr: The Twenty-Years' Crisis, 1919-1939: An Introduction to the
'Study df International Relations (Londres, Macmillan, 1939; Harper & Row
[Torchbooks], 1964).
22 4rnold Wolfers: "Statemanship and Moral Choice", World Politícs, I
(enero de 1949), 175-195, Y "Political Theory and International Relations" en
,Arnold Wolfers y Laurence Martin, comps.: The Anglo-American Tradition in
Foreign Affairs (New Haven, Yale University Press, 1956); Kenneth W. Thompson:
"The Lilllts of PrincipIe in International Politics: Necessity and the New Balance
of Power", Journal of Politics XX (agosto de 1958), 437-467. George F. Kennan
ha comentado de la siguiente forma el enfoque legalista-moralista de los nor-
teamericanos de los problemas internacionales: "Nuestro genio nacional, nuestro
sentido ·de la decencia, nuestro sentimiento por la transacción y la ley, nues-
tra franqueza y honestidad, ¿acaso estas cualidades no han tenido éxito en pro-
d~cir e;n este contine~te un~ sociedad sin paralelo por su falta de tensiones y
vIOlencIa . .. ? No habla motIvos por los cuales el mundo exterior, con nuestra
ayud~, no ~e adecuara .a ~a vida s~ violencia." De Realities of American
Forezgn Polzcy, extracto mc1wdo en DavId L. Larson, comp.: The Puritan Ethic
in United States foreign Policy (Princeton, Van Nostrand, 1966), p. 34.
. 23. Adam Smlth y otros economistas del siglo XVIII, siguiendo los pasos indi-
vI_d...u.a..h..s..ta.s_ i..
.e_ ! ...
?hn.........!:-_ocke, enseñaron que la gente en un sistema competitivo,
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales - 55

cuando busca su propia ganancia privada, está conducida por una "mano invi-
sible" a promover el interés de toda la sociedad.
24 E. H. Carr: The Twenty Years' Crisis 1919-1939: An Introduction to the
Study of International Relations (Londres, MacmilIan and Company, Ltd., 1962),
página 9.
25 Ibídem, p. 5.
26 G. Lowes Dickinson: Causes of International War (Londres, The Swarth-
more Press, Ltd., 1920). Otros trabajos importantes que son ilustrativos de la
bibliografía de las relaciones internacionales en su fase utópica incluyen Norman
Angell, op. cit.; Nicholas Murray Butler: Between Two Worlds: Interpretations
of the Age in Which We Live (Nueva York, Charles . Scribner's Sons, 1934);
Nicholas Murray Butler: A World in Ferment: Interpretations of the War for
a New World (Nueva York, Charles Scribner's Sons, 1917); G. Lowes Dickinson:
The International Anarchy, 1904-1914 (Nueva York y Londres, The Century Com-
pany, 1926); Harold Josephson: James T. Shotwell and the Rise of Internatio-
nalísm in Ameríca (Cranbury, N.J., Associated University Presses, Ind., 1975);
Gilbert Murray: The Ordeal of This Generatíon (Nueva York y Londres, Harper
& Row, 1929); James T. ShotweIl: The Autobiography of James T. Shotwell
(Nueva York, The Bobbs-Merril Company, Inc., 1961); James T. ShotweIl: The
Hístory of History (Nueva York, Columbia University Press, 1939); Alfred
Zimmern: America & Europe and Other Essays (Freeport, N.Y., Books for
Libraries Press, 1929; reimpreso en 1969); Alfred Zimmern: The Leage of Natíons
and The Rule of Law, 1918-1935 (Nueva York, RusseIl & RusseIl, 1939; reimpreso
en 1969). Ver Alfred Zimmern: "The Problem of CoIlective Security" en Neutra-
lit y andoCollective Security, Harris Foundations Lectures, 1936 (Chicago, Univer-
sity of Chicago, 1936), pp. 3-89.
27 E. H. Carr: op. cit., p. 62, ver especialmente caps. 1-6. Para una exposición
más completa de las teorías realistas ver Capítulo 3 de este libro.
28 Ibídem, p. 92.
29 Ibídem, pp. 5-6.
30 Ibídem, pp. 10, 20-21, 93-94.
31 Martin Wight: Power Politics: "Looking Forward", Pamphlet N~ 8 (Lon-
dres, Royal Institute of International Affairs, 1946), p. 11.
32 Hans J. Morgenthau: Politics Among Nations (Nueva York, Knopf, 1948,
1954, 1960, 1967); Frederick L. Schuman: International Politics: An Introduction
to the Western State System, 4~ y 5~ ed. (Nueva York, McGraw-HilI, 1948, 1953);
Robert Strausz-Hupé y Stefan T. Possony: International Relations (Nueva York,
McGraw-HilI, 1950, 1954); Norman D. Palmer y Howard C. Perkins: International
Relations (Boston, Hourghton Mifflin, 1953, 1957, 1969); Norman J. Padelford y
George A. Lincoln: The Dynamics of International Politics (Nueva York, Mac-
milIan, 1962); Ernst B. Haas y AJ,len S. Whiting: Dynamics of International
Relations (Nueva York, McGraw-HilI, 1956); Harold y Margaret Sprout: Foun-
dations of National Power (Princeton, Van Nostrand, 1945, 1951) y Foundations
of International Politics (Princeton, Van Nostrand, 1962); Quincy Wright: The
Study of International Relations (Nueva York, Appleton-Centrury-Crofts, 1955),
pp; 23-24; Charles PI. Schleicher: Introduction to International Relations (Engle-
woodCliffs, N.J., Prentice HalI, 1954) e International Relations: Cooperation and
Conflíct (Englewood Cliffs, N.J., Prentice HalI, 1962); Frederick H. Hartmann:
The Relations of Nations (Nueva York, Macmillan, 1957, 1962); 1\.. F. K. Organski:
World Polítics (Nueva York, Knopf, 1958); Lennox A. MilIs y Charles H. McLaugh.
lin: Wórld Politics in Transition (Nueva York, Holt, Rinehart y Winston, 1956);
Fred Greene: Dynamics of International Relations (Nueva York, Holt, Rinehart
y Winston, 1964); W. W. Kulski: International Politics in a Revolutionary Age
(Filadelfia, Lippincott, 1964, 1967). Se lIama la atención del lector a las siguien-
tes revisiones de los textos tempranos de relaciones internacionales: ' Richard
C. Snyder: "Toward Greater Order in the Study of International . Politics",
World Polítics VII (abril de 1955), 462478; Fred A. Sondermann: "The Study of
International Relations: 1956 version", World Politics, X (julio de 1958), 639-647;
Kenneth W. Boulding: "The Content of International Studies in College: A
56 ~ Enfoques teóricos de las relaciones internacionales

ReVlew" The Journal of Conflict Resolution, VIII (marzo de 1964), 65-71; Y


Dina A. 'Zinnes: "An Introd~ction to .the. Behavioral Approach: A Revie~.",. The
Journal of Conflict Resolutton, XII (Jumo de 1968), 258-267. Para un anallSls de
contenido de libros de texto más recientes y otros materiales de enseñanza,
ver James N. Rosenau y otros: "Of Syllabi, Texts, Students and Scholarship
in International Relations: Sorne Data and Interpretations on the State of a
Burgeoning Field", World Politics, XXIX (enero de 1977), 263-340.
33 Georg Schwarzenberger: Power Politics: A Study of World Society (Nueva
York, Praeger, 1951), pp. 13-14. (La tercera edición de este trabajo apareció en
1964.) Para discusiones recientes de los esfuerzos por clarificar la noción de
poder, ver David V. J. Bell:· Power, Influence and Authority (Nueva York,
Oxford University Press, 1975); Jack H. Nagel: The Descriptive Analysis of Power
(New Haven, Yale University Press, 1975) y David A. Baldwin: "Power Analysis
and World Politics", World Politics, XXXI (enero de 1979), 161-194.
34 Horace V. Harrison, escribiendo en 1964 criticó no sólo los libros de
texto sino casi todos los escritos sobre teoría internacional por ser parciales,
implícitos más que explícitos, con un enfoque demasiado estrecho, diseñado
para servir a intereses profesionales particulares e incapaces de suministrar
una guía sea para la investigación sea para la acción. Agregó, sin embargo,
que había empezado un cierto avance hacia teorías más generales desde fines
de la década de 1950. Ver su introducción al libro que compiló: The Role of
Theory in International Relations (Princeton, Van Nostrand, 1964), pp. 8-9.
35 William T. R. Fox y Annette Baker Fox: "The Teaching of InternationaI
Relations in the United States", World Politics, XIII (julio de 1961), 339-359.
Ver también Quincy Wright, op. cit., caps. 3 y 4; Grayson Kirk: op. cit.; Walde-
mar Gurina: "On the Study of International Relations", Review of Politics,
VIII (julio de 1946),275-282; Frederick L. Schuman: "The Study of International
Relations in the United States", Contemporary Political Science: A Survey of
Methods, Research and Training (París, United Nations Educations, Scientific
and Cultural Organization, 1950); Frederick S. Dunn: "The .Present Course of
International Relations Research", World Politics, II (octubre de 1949), 142-146;
Kenneth W. Thompson, op. cit.; L. Fray Cowen: "Theory. and Practice in the
Teaching of International Relations in the United States" en Geoffrey L. Good~
win, comp.: The University Teaching of International Relations (Oxford, Basil
Bleckwell, 1951); John Gange: University Research on International Relations
(Washington, American Council on Education, 1958); Richard N. Swift: World
Affairs and the College Curriculum (Washington, American Council on Education,
1959); Edward W. Weidner: The World Role ,of Universities, The Carnegie Series
in American Education (Nueva York, McGraw-Hill, 1962) especialmente los
capítulos que tratan los programas de estudiantes en el extranjero, programas
de intercambio y programas internacionales de asistencia universitaria.
36 La aparición de varias antQlogías de teoría internacional a principios
de los años sesenta testimoniaba un creciénte interés en el campo. Ver William
T. R. Fox, comp.: Theoretical Aspects of International Relations (Notre Dame,
University of Notre Dame Press, 1959); Charles A. McClelland, William C. OIson
.y Fred A. Sondermann, comps.: The Theory and Practice of International
Relations (Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall, 1960); Ivo D. Duchacek, comp.
con la colaboración de Kenneth W. Thompson: Conflict and Cooperation Among
Nations (Nueva York, Holt, Rinehart y Winston, 1960); KIaus Knorr y Sidney
Verba, comps.: The International System: Theoretical Essays (World Politics
XIV [octubre de 1961]) (Princeton, Princeton University Press, 1961); James
N. Roseanu, comp.: International Politics and Foreign Policy: A Reader in
Research and Theory (Nueva York, The Free Press, 1961); Horace V. Harrison,
comp.: op. cit.
37 Glenn H. Snyder y Paul Diesing: Conflict Among Nations: Bargaining,
Decision-making, and System Structure in International Crises (Princeton, Prin-
ceton University Press, 1977), pp. 21-22.
38 Kenneth W. Boulding: Ecodynamics: A New Theory of Societal Dynamics
(Beverly Hills, California, Sage Publications, 1978), p. 9.
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales ..... 57

39 Alfred North Whitehead: Science and the Modern World (Nueva York,
Macmillan, 1925), (Nueva York, New American Library, 1948), p. 30.
40 Alfred Zimmern: "Introductory Report to the Discussions in 1935" en
Alfred Zimmern, comp.: University Teaching of International Relations, Report
.(Jf the Eleventh Session of the International Studies Conferenee (París, llIlter-
natlOnal Institute of Intellectual Cooperation, League of Nations, 1939), pp. 7-9.
Más adelante C. A. W. Manning preparó un fascículo para la UNESG:O sobre
la enseñanza universitaria de las relaciones internacionales en el cual adoptó
una posición similar. Hay un complejo de las relaciones internacionales que
tiene que ser considerado desde un "ángulo universalista" y ninguna de las
disciplinas establecidas según se las enseña tradicionalmente puede ser deposi-
taria de nuestra confianza en cuanto a que ofrezca esta perspectiva necesaria.
Ver P. D. Marchant: "Theory and Practice in the Study of International Rela-
tions", International Relations, 1 (abril de 1955), 95-102.
41 Nicholas J . Spykman: "Methods of Approach to the Study of Interna-
tional Relations", Proceedings of the Fifth Conference of Teaehers of Internatio-
nal Law and Related Subjeets (Washington, Carnegie Endowment for Inter-
national Peace, 1933), p. 60.
42 Frederich S. Dunn: "The Scope of International Relations", World Politics,
1 (octubre de 1948), p. 142.
43 Ibídem, p. 144.
44 Quincy Wright: The Study of International Relations (Nueva York,
Appleton-Century-Crofts, 1955), pp. 23-24.
4S Morton A. Kaplan: "Is International Relations a Discipline?", The Journal
.(Jf Polities, XXIII (agosto de 1961), p. 462.
46 Frederick S. Dunn, op. cit., p. 143.
47 Stanley Hoffmann, comp.: Contemporary Theory in International Rela-
tions (Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall, 1960), pp. 4-6. Raymond Aron ha
'Señalado de igual forma, si bien la dificultad para definirla es real, que no
debería exagerarse, dado que toda disciplina científica carece de límites exter-
nos precisos. Más importante que saber dónde los fenómenos empiezan o dejan
de ser datos de las relaciones internacionales, dice Aron, es el foco principal de
interés de la disciplina. Para él, está en las relaciones entre los estados. Peaee
and War: A Theory of International Relations, trad. Richard Howard y Annett
Baker Fox (Nueva York, Praeger, 1960), pp. 5-8.
48 Morton A. Kaplan: System and Proeess in International Politics (Nueva
York, Krieger, 1976) , p. 3. En un artículo escrito como respuesta a la crítica
de Bull a los autores científicos (ver nota 79), Kaplan acusaba a los tradicio-
nalistas de usar la historia de forma inepta, de caer en la trampa de "la
excesiva particularización y la generalización sin vinculaciones" y de no ser
-conscientes de que muchos autores de la nueva escuela científica consideran la
historia como un laboratorio para la adquisición de datos empíricos. Ver su
"'The New Great Debate: Traditionalism vs. Science in International Relations",
World Politics, XIX (octubre de 1966), pp. 15-16.
49 Morton A. Kaplan: "Problems of Theory Building and Theory Confir-
mation in International Politics", en Knorr y Verba, comps.: op. cit., p. 23;
Morton A. Kaplan: New Approaehes to International Relations (Nueva York,
Sto Martin's, 1968), pp. 399-404. Ver también George Modelski: "Comparative
International Systems", World Polities, XIV (julio de 1962), pp. 662-674, en el
cual comenta el libro de Adda B. Bozeman: Polities and Culture in International
History (Princeton, Princeton University Press, 1960) . Ver también Hoffmann,
·op. cit., pp. 174-180.
50 Morton A. Kaplan: System and Proeess, cap. 2.
51 "La sustancia de la teoría es la historia, compuesta de acontecimientos
y ocurrencias únicas. Un episodio de la historia y la política en un sentido
nunca se repite. Ocurre tal como lo hace sólo una vez . . . En este sentido la
historia está más allá del alcance de la teoría. Subyacente a toda teoría, sin
e mbargo, está el presupuesto de que estos mismos acontecimientos únicos tam-
b ién son instancias más concretas de proposiciones más generales. Lo totalmente
58 ~ Enfoques teóricos de las relaciones internacionales

único al no tener nada en común con otra cosa, es indescriptible . .. " Kenneth
W. Tbompson: "Toward a Theory of International Polítics", American Political
Science Review, XLIX (septiembre de 1955), p. 734.
. 52 Ver Fred N. Kerlinger: Foundation of Behavioral Research (Nueva York,
Holt Rinehart y Winston, 1966), p. 11 Y Robert Brown: Explanation in Social
Scie:Zce (Chicago, Aldine, 1963), p. 174.
-53 Gustav Bergman: The Philosophy of Scienee (Madison, University of
Wisconsin Press, 1958), pp. 31-32.
54 Abraham Kaplan: The Conduct of Inquiry (San Francisco, Chandler,
1964), p. 319.
ss Carl G. Hempel: Fundamentals of Concept Formation in Empirical
Science (Chicago, University of Chicago Press, 1952), p. 36.
56 The Ethics of Aristotle, trad.: D. P. Chase (Nueva York, Dutton, 1950),
Libro VI, p. 147. Hans J. Morgenthau, haciéndose eco de Aristóteles, subrayaba
la diferencia existente entre "lo que vale la pena conocer intelectualmente y lo
que es útil para la práctica". "Reflections on Polítical Science", Review of
Politics, XVII (octubre de 1955), p. 440.
57 David Hume: A Treatise of Human Nature, Parte III, "Of Probability
and Knowledge", en The Essential David Hume, introducción de Robert P. Wolff
(Nueva York, New American Library, 1969), pp. 53-99. Ver Sheldon S. Wolin:
"Hume and Conservatism", American Political Science Review, XLVII (diciem-
bre de 1954), pp. 999-1016. Michael Polanyi también ha tratado la diferencia
entre la teoría .de los asuntos y la práctica de los asuntos. Personal Knowledge
(Chicago, University of Chicago Press, 1958), pp. 49 Y sigs.
58 Para análisis de los vínculos entre estructuras y procesos políticos inter-
nos por un lado y la política exterior por el otro, ver James Rosenau: Linkage
Polities (Nueva York, The Free Press, 1969); Henry A. Kissinger: "Domestic
Structure and Foreign Polícy" en American Foreign Policy: Three Essays (Nueva
York, Norton, 1969); Wolfram Hanreider: "Compatibility and Consensus: A
Proposal for the Conceptual Linkage of External and Internal Dimensions of
Foreign Polícy" en Hanreider, comp.: Comparative Foreign Policy: Theoretical
Essays (Nueva York, McKay, 1971) y Jonathan Wilkenfeld, comp.: Confl ict
Behavior and Linkage Politics (Nueva York, McKay, 1973).
59 Fred A. Sondennann: "The Linkage Between Foreign Policy and Inter-
national Politics" en James N. Rosenau, comp., op. cit., pp. 8-17.
60 Quincy Wright: "Development of a General Theory of International Rela-
tions" en Horace V. Harrison, comp.: op. cit., p. 20.
6~ Ibídem, pp. 21-23.
62 James N. Rosenau: The Scientific Study of Foreign Poliey, ed. rev. (Lon-
dres, Frances Pinter, 1980), pp. 19-31.
. 63 Kenneth N. Walts: Theory of International Polities, cap. 1, "Laws and
Theories".
64 Ver J. David Singer: "The Level-of-Analysis Problem in Internationaf
Relations" en Knorr y Verba, comps.: op. cit., pp. 77-92. Reproducido en James
N. Rosenau, comp.: International Politics and Foreign Policy: A Reader in Re-
search and Theory, ed. rev. (Nueva York, The Free Press, 1969), pp. 20-29. K. J .
Holsti acepta que el paradigma clásico que postula a los estados soberanos
como agentes principales en un sistema global anárquico, ha sido muy puesto
en la picota en las últimas décadas, pero insiste en que sigue siendo el p ara-
digma dominante y todavía mantiene la fidelidad de la mayoría de los teóricos
internacionales. The Dividing Discipline: Harmony and Diversity in International
Theory (Boston, Mass., Allen & Unwin, 1985).
65 El tema de los agentes de otro tipo que los estatales está analizado de
fonna exhaustiva por Richard W. Mansbach, Yale H. Ferguson y Donald E.
Lampert: The Web of World Polities: Non-State Aetors in the Global System
(Englewood Cliffs, N.J., Prentice Hall, 1976).
66 Samuel P. Huntington: "Transnational Organizations in World Politics",
World Politics, XXV (abril de 1973); Joseph S. Nye, Jr.: "Multinational Corpo-
rations in World Politics", Feorign Affairs, 53 (octubre de 1974); Robert Gilpin:
U.S. Power and the Multinational Corporation (Nueva York, Basic Books, 1975);
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales ~ 59

David E. Apter y Louis Wold Goodman, comps.: The Multinational Corporation


and Social Change (Nueva York, Praeger, ~976); Raymond VernoD;: St?rm over
the Multinationals: The Real Issues (Cambndge, Mass.; Harvard Umverslty Press,
1977); George Modelski, comp.: Transnational Corporations and ' World. Order
(San Francisco, Freeman, 1979); Charles W. Kegley, Jr. y Eugene R. Wlttkopf,
comps.: "The Rise of Multinational Corporations: Blessing or Curse?", en el
cap. 5 de su World Politics: Trend and Transformation (Nueva York, Sto Martin's,
1980· Joan Edelman Spero: The Politics of International Economic Relations,
3~ ed: (Nueva York, Sto Martin's, 1985), caps. 4 y 8 Y Robert T. Kurdle: "The
Several Faces of the Multinational Corporation" en Jeffrey A. Frieden y David
A. Lake, comps.: International Political Economy (Nueva York, Sto Martin's,
1987).
67 Kelgley y Wittkopf, comps.: op. cit., p. 106.
68 J. David Singer, en Rosenau, comp.: op. cit., p. 23.
69 La crítica pluralista de los realistas está bien descripta en Paul R. Viotti
y Mark V. Kauppi: International Relations Theory: Realism, Pluralism, Globa-
lism (Nueva York, Macmillan, 1987), pp. 7-8, 192-193.
70 Ibídem, p. 204; Kegley y Wittkopf, comps.: op. cit., p. 139.
71 Viotti y Kauppi: op. cit., p. 9.
72 Cf. Joseph S. Nye, comp.: International Regionalism: Readings (Boston,
Little Brown, 1968); Walker Connor: "Nation-Building or Nation-Destroying?",
World Politics, XXIV (abril de 1972).
73 David Easton: The Polítical System (Nueva York, Knopf, 1959), pp. 129-131.
74 David Easton: A Systems Analysis of Political Life (Nueva York, John
Wiley y Sons, 1965), p . 284. Sin embargo, Easton sostiene que al menos en
cierto mínimo grado, es correcto considerar las decisiones tomadas a través
de estructuras internacionales adecuadas y los procedimientos como "autorita·
rios". Ibídem, y también pp. 484-488. Sin embargo, aun en ciertos casos raros
de resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que se con-
sideran entre las autoridades de derecho internacional legalmente vinculantes,
los ~stados permanecen políticamente libres de decidir por sí mismos si cum-
plir o no, porque no existe ningún mecanismo para obligar al cumplimiento.
75 Raymond Aron: "What Is a Theory of InternationalRelations?", ¡ournal
of International Affairs, XXI, N? 2 (1967), p.190; Stanley Hoffmann: The State of
War (Nueva York, Praeger, 1965), cap. 2; Roger D. Masters: "World Politics
as a Primitive Political System", World Polities, XVI (julio de 1964); Kenneth
N. Waltz: Theory of International Politics, p. 113.
76 Robert o. Keohane y Joseph S. Nye: Power and Interdependenee: World
Politics in Transition (Bostan, Little Brown, 1977), cap. 1. .
77 Ibídem, pp. 5, 19-22; ErnstB. Haas: "On Systems and International
Regimes", World Polities, XXVII (enero de 1975), y "Why Collaborate? Issue-
Linkage and International Regimes", World Polities, XXXII (abril de 1980);'
Stephen D. Krasner: "Transforming International Regimes: What the Third
World Wants and Why", International Studies Quarterly, 25 (marzo de 1981) y
el número especial de International Organization, XXXVI (primavera de 1982)
consagrado a los regímenes internacionales y compilado por Stephen D. Krasner.
78 Ver Norman D. Palmer: "The Study of International Relations in the
United States: Perspectives of Half a Century", International Studies Quarterly,
Vol. 24, N? 3 (septiembre de 1980), pp. 343-344. Cf. también KIaus Knorr y James
N. Rosenau: "Tradition and Science in the Study of International Politics" en
el libro que compilaron, Contending Approaehes to International Polities (Prin-
ceton University Press, 1970), p. 13; John J. Weltman: "The American Tradition
in International Thought: Science as Therapy" en Timothy Fuller, comp.: The
Prospeets of Liberalism, Colorado College Studies 20 (1984), Proceeding of a
~ymposium, pp. 127-144; John J. Weltman: "On the Interpretation of Interna-
tlOnal Thought", Review of Polities, Vol. 44, N? 1 (enero de 1982), pp. 27-41. .
79 Hedley Bull: "International Theory: The Case for a Classial Approach",
World Politics, XVIII (abril de 1966), p. 361. El ensayo de Bull ha sido repro-
ducido en el volumen de Knorr y Rosenau, comps.: op. cit., cf. p. 20.
60 _ Enfoques teóricos de las relaciones internacionales

!lO Klaus Knorr y James N. Rosenau, op. cit., p. 14.


81 Ibídem, p. 15. .
82 Todas estas críticas y otras están presentadas por Hedley Bull, op. CIt.
83 J. David Singer: "The Incompleat Theorist: Insight Without Evidence".
en Knorr y Rosenau, comps.: op. cit., pp. 72-73.
84 Klaus Knorr y James N. Rosenau: op. cit., p. 161.
85 David Hume: Essays and Treatises on Several Subjets (Edimburgh, Bell
and Bradfute, and W. Blackwood, 1925), Vol. 1, pp. 331-339. Reproducido en
Arend Lijphart, comp.: World Politics (Bastan, Allyn & Bacon, 1966), pp. 228-234.
86 Todos estos ejemplos están citados en Hans J. Morgenthau: Politics
Among Nations, op. cit., pp. 161-166.
87 Emst B. Haas: "The Balance of Power: Prescription, Concept or Propa-
ganda?", World Politics, V (julio de 1953), pp. 442477.
88 Inis L. Claude, Jr.: Power and International Relations (Nueva York,
Random House, 1962) , pp. 13, 22.
89 Este párrafo y el que sigue constituyen una síntesis de varias fuentes
diferentes. Para un tratamiento más amplio del equilibrio de poder, ver Inis L.
Claude, Jr.: op. cit.; Edward V. Gulick: Europe's Classical Balance of Power
(Ithaca, Comell University Press, 1955); Sydney B. Fay: "Balance of Power", en
Encyctopedia of the Social Sciences, Vol. II (Nueva York, Macmillan, 1930);
Alfred Bagts: "The Ballance of Power: Growth of an Idea", World Politics, 1
(octubre de 1948), pp. 82-101 Y Paul Seabury, comp.: Balance 01 Power (San
Francisco, Chandler, 1965).
90 Citado en Edward V. Gulick, op. cit., p. 34.
91 "Memorandum on the Present State of British Relations with France
and Germany", en G. P. Goodch y Harold V. Temperly, comps.: op. cit., III, p. 402.
92 Winston S. Churchill: The Gathering Storm (Boston, Houghton Mifflin.
1948, pp. 207-210.
93 Nicholas J. Spykman: American Strategy and World Politics (Nueva York.
Harcourt Brace Jovanovich, 1942), pp. 21-22.
94 Hans J. Morgenthau: op. cit., cap. 14.
9S Emst B. Haas: "The Balance of Power as a Guide to Policy-Making".
Journal of Politics, XV (agosto de 1953), pp. 370-398.
96 Kenneth N. Waltz: Theory 01 International Politics, op. cit., pp. 117-123.
'11 Morton A. Kaplan: System and Process, op. cit., pp. 22-36. Especialmente
importante para esta teoría es la lista de seis reglas esenciales del equilibrio
de poder. en la pág. 23.
98 Arthur Lee Burns: "From Balance to Deterrence: A Theoretical Analysis",
World Polities, IX (julio de 1957), p. 505. Mientras que Bums prefiere el cinco
como el número óptimo necesario para la seguridad, Kaplan dice que cinco es
la cantidad mínima exigida por la seguridad, pero que la seguridad aumenta
con el número de estados hacia una cifra todavía indeterminada como límite ..
"Tradicionalism vs. Science in Intemational Relations", op. cit., p. 10.
99 Arthur Lee Bums: op. cit., p. 508.
lOO R. Harrison Wagner: "The Theory of Games and the Balance of Power",
World Potities, julio de 1986, p. 575.
101 Ver Glenn H. Snyder: "Balance of Power in the Missile Age", Journat
of International Affairs, XIV, N~ 1 (1960); John H. Herz: "Balance Systems:
and Balance Policies in a Nuclear and Bipolar Age", ibídem y los libros y
artículos citados más adelante en la amplia discusión sobre la disuasión y el'
control de armamentos en el Capítulo 9 de este texto.
102 Harvey Starr: "The Quantitative Intemational Relations Scholar as·
Surfer", The Journal of Conllict Resolution, Vol. 18 (junio de 1974). p. 337.
103 J. David Singer: "Data-Making in Intemational Relations", Behaviorat
Seientist, 10 (1969).
104 Desarrollado en matemática y usado primero en psicología, luego en
economía y hace poco en ciencia política, el análisis de factores o factoreo es.
una técnica estadística por la cual un gran número de variables puede reunirse
sobre la base de su intercorrelación. El factoreo le permite al investigador
Enfoques teóricos de las relaciones internacionales ~ 6r

identificar modelos entre variables. Los resultados del factoreo, los factores que'
definen los modelos diferentes, a menudo se denominan "dimensiones", de allí"
el uso de la palabra "dimensionalidad" en el Proyecto DON. Para una discusión
detallada del factoreo, ver Harry H. Harmon: Modern Factor Analysis (Chicago,
University of Chicago Press, 1967); R. J. Rummel: Applied Factor Analysis
(Evanston, Illinois, Northwestern University Press, 1970) y L. L. Thurstone:
Multiple Factor Analysis (Chicaog, University of Chicago Press, 1965).
lOS Jonathan Wikenfeld: "Domestic and Foreign Conflict Behavior of
Nations", Journal of Peace Reseatch, I (1968), p. 57.
lOó Ibídem, p. 66.
107 Las contribuciones de Kurt Lewin para determinar los prerrequisitos
metodológicos y conceptuales para una ciencia del comportamiento humano, se-
dice que son relevantes para todas las ciencias sociales. El teórico del campo
psicológico ve el comportamiento humano como una función, no ya de las
características internas de la persona ni de una supuesta causa histórica, sino·
de la interacción de la persona y los acontecimientos contemporáneos que se
dan en el entorno. Aduce, en consecuencia, que los determinantes del compor-
tamiento humano deberían tratarse en un solo campo unificado más que sepa-
rados en disciplinas tradicionales. Según Lewin, todo comportamiento puede
concebirse como un cambio que ocurre en algún estado de un campo, en una.
unidad dada de tiempo. Al centrarse en la dinámica de la motivación, el con-
flicto y el cambio, desarrolló una teoría de campo similar en varios aspectos·
a la teoría de los sistemas. Demostró cómo los sistemas vivientes buscan un'
equilibrio en relación con sus entornos a través de procesos recurrentes de esta-
blecimiento de metas, planteo de tensiones, locomoción de la persona dentro del'
entorno psicológico o un cambio en la estructura del entorno percibido y reduc-
ción de la tensión. Ver Kurt Lewin: Field Theory in Social Science (Nueva.
York, Harper & Row, 1951), p. 45; y el artículo sobre "Field Theory" de Morton
Deutsch en la International Encyclopedia of the Social Sciences, David L. Sills,.
comp. (Nueva York, Macmillan y The Free Press, 1972), Vol. 5, pp. 407-417.
108 Ouincy Wright: "Development of a General Theory of International Rela-
tions" en Horace V. Harrison, comp.: The Role of Theory in Internationat
Relations (Princeton, Van Nostrand, 1964), p. 38 y The Study of Internatia-
nal Relations (Nueva York, Appleton, 1955), pp. 524-569.
109 Para un examen completo de coordenadas en la teoría de campo, ver
Ouincy Wright: A Study of International Relations, op. cit., pp. 540-567.
110 R. J. Rummel: "A Status Field Theory of International Relations",.
Dimensionality of Nations Project Report N~ 50 (Honolulú, 1971), p. 5.
11l Para ejemplos de estudios cuantitativos en relaciones internacionales,
ver Morton A. Kaplan, comp.: New Approaches to International Relations (Nueva
York, Sto Martin's Press, 1168); Richard L. Merritt y Stein Rokkan, comps.:
Comparing Nations: The Use of Quantitative Data in Cross-National Research
(New Haven, Yale University Press, 1966); John E. Mueller, comp.: Approaches
to Measurement in International Relations: A Non-Evangelical Survey (Nueva,
York, Appleton, 1969); James N. Rosenau, comp.: International Politics aná
Foreign Policy (Nueva York, The Free Press, 1969); Rudolph J. Rummel y otros:
Dimensions of Nations (Evanston, Illinois, Northwestern University Press, 1967);
Bruce Rus~tt: International Regions in the International System (Chicago, Rana
McNally, 1967) y J. David Singer: Quantitative International Politics: Insights
and Evidence (Nueva York, The Free Press, 1968).
112 Carl G. Hampel y Paul Oppenheim: "Studies in the Logic of Expla-
nation", Philosophy of Science, XV (1948), pp. 135-175.
113 Werner Heisenberg: Physics and Philosophy (Nueva York, Harper &
Row, 1958), pp. 179, 183, 186. Debería señalarse que el principio de indetermi-
nación a menudo se nombra de forma menos precisa entre los científicos
sociales como "el principio de incertidumbre".
• 114 Ver Quincy Wright: A Study of International Relations, cap. 7. "Educa-
tIOnal and Research Objectives", Western Political Quarterly XI (septiembre de
1958), pp. 598-606. Otra reflexión penetrante sobre el papel de la teoría norma-
62) ~ Erlf@ques teóricos de las relaciones internacionales

tiva frente a un enfoque puramente libre de valores de las relaciones interna·


cionales se puede encontrar en Charles A. McClelland: "The Function of Theory
in International Relations", Journal of Conflict Resolution, IV (septiembre de
1960), pp. 311-314.
115 Quincy Wright: A Study 01 International Relations, op. cit., p. 26.
116 Ibídem, p. 11 Y caps. 8-11. _
Las Relaciones
Internacionales y
sus debates
Teoría
FRED HALLIDAY
Informe

Las Relaciones Internacionales y


sus debates
Autor:
Fred Halliday
Fred Halliday es profesor de Relaciones Internacionales en The London School
of Economics and Political Sciences (LSE) y en el Institut Barcelona d’Estudis
Internacionals (IBEI). Nacido en la República de Irlanda en 1946 y formado en
las universidades de Oxford y Londres, es autor de dieciocho libros sobre
relaciones internacionales y la política en Oriente Medio. Entre sus principales
obras están Revolution and World Politics (1999) y The Middle East in
International Relations (2005). Cuatro de sus libros han sido traducidos al
español: Génesis de la Guerra Fría, Fondo de Cultura Económica, 1989; Irán:
Dictadura y Desarrollo, Fondo de Cultura Económica, México, 1981; Las
Relaciones Internacionales en un mundo en transformación, La Catarata,
Madrid, 2002; El Islam y el Mito del Enfrentamiento, Bellaterra, Barcelona,
2005; y la obra que publicará próximamente Global Rhythm Press en
Barcelona 100 Mitos sobre el Oriente Medio. El profesor Halliday ha
colaborado con diversas universidades españolas y en el Real Instituto Elcano.
Es miembro del Consejo Asesor de la revista Papeles de Cuestiones
Internacionales, publicada por el Centro de Investigación para la Paz (CIP-
FUHEM) y columnista de La Vanguardia.

Coordinación: Nieves Zúñiga García-Falces


Traducción: Berna Wang
Edición: Elena Couceiro Arroyo
Documentación: Susana Fernández

Maquetación: Alce Comunicación


Impresión: Perfil Gráfico

Edita: Centro de Investigación para la Paz (CIP-FUHEM)


C/ Duque de Sesto 40, 28009 Madrid
Teléfono: 91 576 32 99
Fax: 91 577 47 26
cip@fuhem.es
www.fuhem.es

Madrid, 2006
© FUHEM, Fundación Hogar del Empleado
Derechos de reproducción prohibidos. Las solicitudes deben ser dirigidas al CIP.
Sumario
Introducción: La era de lo “internacional” .................................................................................... 5

Las Relaciones Internacionales y las ciencias sociales .......................................................... 7

Las funciones de la ciencia social .................................................................................................... 8

El final de la Guerra Fría .................................................................................................................... 14

Debates sobre el Estado: globalización y derechos individuales ........................................ 16

El 11-S y la reconfiguración del orden mundial ........................................................................ 18

Temas viejos y nuevos ........................................................................................................................ 20

El futuro: perspectivas teóricas ...................................................................................................... 21

Expectativas .......................................................................................................................................... 22

La autonomía de las Relaciones Internacionales .................................................................... 24

Bibliografía ............................................................................................................................................ 25

3
.
Las Relaciones Internacionales
y sus debates

Ante los cambios recientes en el panorama mundial —la globalización, el


terrorismo de cariz mundial y otros factores— , los temas internacionales
están ganando protagonismo en las agendas de medios de comunicación y
en los intereses de los estudiantes y académicos. Sin embargo, o precisa-
mente por eso, la ciencia de las Relaciones Internacionales se encuentra en
un momento de cambios y de múltiples retos. Entre ellos está fijar cuál
debe ser el objetivo de esta disciplina teórica y cuál ha de ser su lugar y
autonomía dentro de las otras ciencias sociales. Fred Halliday describe en
este informe el panorama de las Relaciones Internacionales ante el contex-
to actual, examina cuál es la pertinencia de los modelos clásicos hoy en día
y sugiere cómo las Relaciones Internacionales podrían obtener su autonomía
y prestigio de entre las ciencias sociales, para concluir que entre las
Relaciones Internacionales y los sucesos a nivel mundial (es decir, entre la
reflexión y la práctica) debe existir una cierta tensión.

Introducción: La era de lo “estudios globales” y “política mundial”, así como


“internacional” sobre una serie de temas de cultura, geografía,
sociología e historia donde se da más importancia
El comienzo del siglo XXI, y los dramáticos aconte- que hasta ahora a la dimensión internacional. Del
cimientos que lo precedieron y lo acompañaron, mismo modo que la Sociología estudia ahora cues-
han atraído la atención y el interés, más que en tiones como la migración, la política de la diáspo-
ninguna otra época, por el estudio académico, ra, etnia y mestizaje e interacción cultural; la
comparativo y teórico, de “lo internacional”. Esto Historia está abordando nuevas formas de análisis
es evidente teniendo en cuenta el aumento, den- en términos de historia “cosmopolita” o “mun-
tro del ámbito universitario, del número de cursos dial”; y la Literatura se ocupa no sólo de temas
sobre lo que es, strictu sensu, “Relaciones comparativos, sino también de cuestiones como la
Internacionales”, una disciplina que existe desde función de las influencias coloniales y poscolonia-
el final de la I Guerra Mundial; pero también les, el papel de los exiliados, y las voces foráneas
teniendo en cuenta la difusión de otros cursos, y “no occidentales” dentro de la literatura de cada
más generales, sobre “estudios internacionales”, país.

5
Este reconocimiento de la importancia de lo el punto de vista más cosmopolita y abierto de
internacional está impulsado, en primer lugar, por todos en potencia, puesto que proporciona prue-
el conjunto de tendencias interrelacionadas que bas de la interacción y el desarrollo común de
se subsumen bajo el término “globalización”, un pueblos, economías, religiones y tecnologías
proceso que la mayoría de los autores data a par- mucho antes de que el Estado, la comunidad o la
tir de los cambios políticos, sociales y económicos nación modernos impusieran sus fronteras en los
de las décadas de 1980 y 1990. Sin embargo, la asuntos humanos.
mayor importancia de “lo internacional” conlleva Naturalmente, estos cambios académicos e
cambios intelectuales y teóricos más amplios. En intelectuales han sido reforzados en gran medida
primer lugar, implica una recuperación y reutiliza- por los sucesos acaecidos en el mundo y que han
ción de textos e ideas que están presentes en la alterado categorías de pensamiento establecidas
disciplina de las Relaciones Internacionales desde desde hace mucho tiempo sobre lo internacional.
sus comienzos —en la década de 1920—, así como Estos sucesos van desde el final de la Guerra Fría,
una recuperación de lo que suele denominarse el avance de la globalización, la oleada de gue-
“teoría clásica”. Se trata de ideas sobre lo inter- rras “nuevas”, o al menos posteriores a la Guerra
nacional que están presentes, a menudo de forma Fría, y el estallido de la ofensiva terrorista isla-
implícita o no sistemática, en los textos de los mista en todo el mundo. Mientras en muchas
teóricos de la política, filósofos e historiadores de regiones del mundo las cuestiones sobre comuni-
siglos anteriores (como Maquiavelo, Rousseau, dad, identidad y tradición han adquirido una
Kant) y se remontan a las primeras formulaciones importancia mayor, en la teoría política e inter-
de ideas sobre política, sean de las antiguas nacional viene produciéndose un notable aumen-
Grecia y Roma o, paralelamente, las antiguas to de trabajos con una orientación diferente,
China, India y el mundo islámico. Al mismo tiem- sobre cuestiones de ética global, jurisdicción
po, el aumento del énfasis en lo internacional legal universal, reforma de las instituciones inter-
implica un desafío a lo que, hasta ahora, había nacionales y cosmopolitismo en su sentido más
sido una de las premisas fundamentales de gran amplio.1 Además de generar un nuevo interés,
parte de la labor académica, sea en las Ciencias tanto por parte de los estudiantes como del públi-
Sociales o en la Literatura, a saber, la del “siste- co, por los asuntos relativos a lo internacional,
ma delimitado”, el correspondiente a la nación, el estas tendencias han obligado a los estudiantes
Estado y la comunidad tal como los concebimos de Relaciones Internacionales del entorno acadé-
hoy. El replanteamiento de lo internacional impli- mico a replantearse sus marcos históricos y teóri-
ca un cuestionamiento de la importancia y las cos generales.
limitaciones de ese enfoque del “sistema delimi- Todas las teorías y, de hecho, todas las disci-
tado”, de modo que lo que antes podía haberse plinas académicas responden en parte a los suce-
considerado una literatura o una historia de la sos que ocurren en el mundo real: en última ins-
sociedad nacional, del Estado, hoy se ve en su tancia, si no hubiera problemas en la sociedad y
contexto más general, donde lo internacional con- en los asuntos modernos, si no hubiera crisis, no
forma y determina en gran medida lo que ocurre habría ciencias sociales. Fueron los delitos y los
dentro de un país concreto. Esto es así tanto en el suicidios los que impulsaron los estudios de los
caso de la Sociología histórica que estudia la for- primeros sociólogos; la inflación y el desempleo,
mación de los Estados, las lenguas o los sistemas los que alentaron la economía; y la agitación polí-
educativos como en el de la Historia del Arte y la tica y los defectos de legitimación, los que espo-
Literatura. Paradójicamente quizás, la ciencia learon a los primeros teóricos de la política. Lo
social que, en la época moderna, se ha prestado a mismo cabe decir de las relaciones internaciona-
menudo a los usos más nacionalistas y delimita- les. De hecho, se puede considerar el aumento de
dos, la Arqueología, podría considerarse también los estudios sobre Relaciones Internacionales,

1 Archibugi, Daniele and Held, David (eds.): Cosmopolitan Democracy, Polity Press, Cambridge, 1995; Beitz, Charles: Political Theory
and International Relations, Princeton University Press, Princeton, 1979; Toulmin, Stephen: Cosmopolis. The Hidden Agenda of
Modernity, University of Chicago Press, Chicago, 1990 (traducido al español: Cosmópolis: el trasfondo de la modernidad, Península,
Barcelona, 2001).

6
Las Relaciones Internacionales y sus debates

Se vive un aumento del interés por


las relaciones internacionales debido a la
globalización. Esto conlleva cambios
amplios en la teoría

como el de todas las ciencias sociales, un produc- to intelectual, porque es la mejor forma de ver
to del cambio en tres círculos concéntricos: el cómo surgió y las fuerzas que la han determinado
central, y más claro de ellos, es la disciplina en sí, y continúan haciéndolo. Esto se aplica en primer
sus debates, sus cambios en cuanto a ideas domi- término a la limitación de un ámbito académico
nantes o “paradigmas”, y la agenda de investiga- denominado “Relaciones Internacionales”.3 Las
ción que establece y en la que trabaja. El segun- ciencias sociales son como las naciones: para el
do es el clima general de las ciencias sociales y la observador contemporáneo, afirman ser reflejos
vida intelectual en general, que de forma abierta, de divisiones naturales y eternas. Las ciencias
en el caso de los conceptos o debates que toma sociales que se enseñan en las universidades
prestados, y de forma encubierta, a través de la actuales parecen corresponderse a objetos de
ósmosis más amplia y la formulación del pensa- estudio que existen objetivamente en el mundo
miento en una época concreta, determina las exterior. En esta perspectiva, el estudio académi-
preocupaciones e ideas de una ciencia social co de las relaciones internacionales se correspon-
determinada.2 El tercero es el mundo de los suce- de con algo determinado, innegablemente objeti-
sos en sí que, aunque no de forma inmediata, sí vo, en el mundo “real”: las relaciones entre
determinan con el paso del tiempo la trayectoria Estados. Pero al igual que ocurre con las naciones,
de la ciencia social, ya sea al obligar a los autores esta apariencia de solidez y de correspondencia
a explicar el curso de los acontecimientos o al con la realidad es engañosa. Para empezar, las
inducirlos a proporcionar teorías que sirvan para ciencias sociales no siempre han existido, como
legitimar y considerar inevitables las formas de tampoco lo han hecho las naciones, sino que han
poder y de conflicto que predominan en una nacido en el último siglo o hace dos, en respuesta
determinada época. a los cambios y, en concreto, a los desafíos de la
sociedad moderna y del mundo en general. La oca-
sión para el surgimiento de una rama de las cien-
Las Relaciones cias sociales no es tanto que haya algo que estu-
Internacionales y las ciencias diar, sino que haya un desafío, un problema, una
sociales crisis que abordar.
La materia de las relaciones internacionales —
La disciplina Relaciones Internacionales y su las relaciones entre Estados, la guerra, el poder, la
evolución histórica hay que situarlas en su contex- intersección de intereses militares y económicos,

2 Algunas de las ideas más influyentes dentro del ámbito de las Relaciones Internacionales no proceden de la propia disciplina, sino
de avances más generales de las ciencias sociales de la época. Así, la obra de E.H. Carr en la década de 1930, como demuestra en
su The Twenty Years Crisis (1939), estuvo muy influida por el sociólogo Karl Mannheim y el filósofo Bertrand Russell; las teorías alter-
nativas sobre relaciones internacionales de los años 70 fueron influidas por la entonces importante filosofía del estructuralismo, las
de los años 90 por la del postmodernismo. En época reciente, los autores cuya obra es, posiblemente, de máxima relevancia para
las relaciones internacionales incluyen a Martha Nussbaum y Amartya Sen, sobre los valores y necesidades universales; Francis
Fukuyama, sobre el “final de la historia” y las implicaciones de la revolución en las ciencias de la vida para la política internacional,
y la obra del historiador Paul Kennedy, sobre la ascensión y la caída de los imperios y las hegemonías. Véanse Sen, Amartya:
Development as Freedom, Oxford University Press, Oxford, 1999 (traducido al español como Desarrollo y libertad, Planeta,
Barcelona, 2000); Fukuyama, Francis: The End of History and the Last Man, Hamish Hamilton, London, 1992 (traducido al español
como El fin de la historia y el último hombre, Planeta, Barcelona, 1992); Kennedy, Paul: The Rise and Fall of the Great Powers,
HarperCollins, Londres, 1988 (traducido al español como El auge y caída de las grandes potencias, Plaza y Janés, Espluges de
Llobregat, 1989).
3 En el uso convencional, “Relaciones Internacionales”, con iniciales mayúsculas, se refiere a las teorías, mientras que con minúscu-
las (“relaciones internacionales”) se refiere al mundo real de los Estados y de los sucesos.

7
la ética del trato con los extranjeros— existe desde nacionalismo, la ecología y la migración ejemplos
hace varios milenios. Las reflexiones sobre ello, de obvios.
mayor o menor importancia para las filosofías de la El desarrollo, pasado y futuro, del estudio aca-
época, que se agrupan bajo el nombre de “Teoría démico de las relaciones internacionales es, por
Clásica”, se remontan unos dos milenios, y no tanto, parte del desarrollo de la ciencia social, en
exclusivamente en el mundo occidental.4 El surgi- sí mismo un reflejo de desafíos y cambios más
miento de un estudio académico definido después generales de la sociedad moderna y de nuestro
de la I Guerra Mundial y de institutos de política mundo moderno. Lo que parece una reflexión
como Chatham House y el Consejo de Relaciones independiente, objetiva, sobre un área determina-
Exteriores refleja, no ya el descubrimiento de la da naturalmente no es tan imparcial ni atemporal
materia, sino más bien una sensación de preocu- como podría parecer. No estamos ocupándonos de
pación ante la quiebra del orden internacional, un objeto o contenido fijos: igual que sucede con
especialmente la larga paz del siglo XIX y la per- las naciones, la cuestión no es si se está produ-
plejidad debido a que, las sociedades occidentales ciendo un cambio, o si los cambios de fronteras o
industrializadas, lejos de hacer obsoleta la guerra, el comercio exterior son deseables, sino qué
la habían convertido, aparentemente, en algo cen- aspectos del pasado pueden y deben preservarse y
tral en su interacción. cuál es la mejor forma de gestionar estos cambios
La analogía con las naciones se refiere no sólo e interacciones. Del mismo modo, la relación de
al origen, sino también a la división. Al igual que este estudio académico con cuestiones políticas en
sucede con las naciones, lo que parece natural y el mundo exterior es ya estable. Como ha afirma-
de existencia permanente —las fronteras entre do Rafl Dahrendorf, sociólogo y ex director de The
áreas de estudio— son, cuando se las examina más London School of Economics, en referencia a la
de cerca, a menudo arbitrarias en sí mismas, mero ciencia social en general, es inevitable y deseable
reflejo de donde cayeron exhaustos una vez los que esta relación, la de la reflexión con la prácti-
combatientes, donde los funcionarios trazaron las ca, sea de tensión.5
líneas, donde se detuvieron los movimientos de
ideas. Del mismo modo, estas fronteras cambian,
como cambian los habitantes de las disciplinas Las funciones de la ciencia
afectadas. Así pues, gran parte de lo que hoy entra social
en el ámbito de las relaciones internacionales —la
política del poder en su sentido amplio y su rela- Hay que juzgar la disciplina de las Relaciones
ción con los recursos naturales y el espacio— fue Internacionales con los mismos criterios que se
en un tiempo dominio de la geografía. Muchos de aplican a otras ciencias sociales y hay que sopesar
los temas de la filosofía política clásica, incluso las su futuro desarrollo frente a los desafíos que el
ineludibles reflexiones sobre la naturaleza del ser mundo le plantea. En términos generales, hay cua-
humano, aparecen en el pensamiento político tro justificaciones para la existencia de una disci-
internacional. Hay personas a quienes desasosiega plina académica de este tipo. En primer lugar, está
especialmente que, para la interacción creativa la formación de la mente: el estudio de esta mate-
con otros, muchos temas contemporáneos parecen ria concreta en el ámbito universitario debe con-
quedar al otro lado de las fronteras, siendo el tribuir a una formación intelectual general, en

4 Para estudios de esta corriente de pensamiento, gran parte de la cual está entrelazada con reflexiones generales sobre la historia
y la teoría política y económica, véanse Knutsen, Torbjorn L.: A history of International Relations theory, Manchester University
Press, Manchester, 1997; Wight, Martin: International Relations Theory: The Three Traditions, editado por Gabriele Wight y Brian
Porter en Leicester University Press, Leicester y Londres, 1991; Williams, Howard: International Relations in Political Theory, Open
University Press, Milton Keynes, 1992; Luard, Evan: Basic Texts in International Relations, The Evolution of Ideas about International
Society, Macmillan, Londres, 1992.
5 Brown, Chris y Ainley, Kirsten: Understanding International Relations, tercera edición, Palgrave Macmillan, Basingstoke, 2005;
Carlsnaes, Walter, Risse, Thomas y Simmons, Beth A (eds.): Handbook of International Relations, Sage, Londres, 2002; Baylis, John
y Smith, Steve (eds.): The Globalization of World Politics. An introduction to international relations, tercera edición, Oxford
University Press, Oxford, 2005; Ralf Dahrendorf: LSE, A History of The London School of Economics and Political Science 1895-1995,
Oxford University Press, 1995.

8
Las Relaciones Internacionales y sus debates

cuanto a capacidad para pensar con claridad y advertencia de Dahrendorf sobre la necesaria ten-
conceptualmente, formular ideas con concisión y sión mental. La forma más frecuente de evitar el
pensar de forma independiente. Éste es el criterio engreimiento de estar totalmente abstraídos de
que se aplica tradicionalmente a una educación los sucesos y cambios contemporáneos es impli-
clásica y que se traslada al estudio de la ciencia carse menos en el debate inmediato de que una
social moderna. Si una formación universitaria en ciencia social es la que más puede aportar al
Relaciones Internacionales no puede hacer que los esclarecimiento de cuestiones políticas. Del
estudiantes piensen y escriban con rigor, compa- mismo modo que no se contrata principalmente a
rable en términos generales con el de los estu- los economistas para predecir las cotizaciones de
diantes de Historia o Economía, Sociología o mañana de la bolsa de valores, tampoco se forma
Política, entonces no se debe impartir. El segundo a los sociólogos en primer lugar para comentar el
criterio es el de la transmisión de un cuerpo de asesinato más reciente.
teoría: poner a disposición de una audiencia aca- Un informe provisional sobre las Relaciones
démica un conjunto de ideas y de textos que no Internacionales después de tres cuartos de siglo,
encontraría de forma convencional. La ciencia teniendo en cuenta estos criterios, ofrecería un
social debe colocar en un contexto más exigente y panorama variopinto.6 Desde la perspectiva de la
preciso las cuestiones que puedan surgir en la vida presencia en la universidad, las Relaciones
contemporánea y tratarlas como si carecieran de Internacionales se han afincado bien en el mundo
profundidad histórica. Puede que buena parte de anglófono y están ganando terreno en la Europa
esta transmisión sea contemporánea, pero debe continental y en algunas zonas del Tercer Mundo.
incluir esa parte de la tradición clásica que sigue La demanda estudiantil fue especialmente elevada
siendo pertinente. Y sobre todo, debe poner en durante la década pasada. Los temas de relaciones
entredicho el sentido común, la opinión general- internacionales, sobre todo las relaciones entre
mente aceptada que da por sentado o considera Estados y la interacción del poder estatal con otras
sencillo algo que no es ninguna de ambas cosas. formas más “estructurales”, se han hecho funda-
En tercer lugar, el estudio académico debe conlle- mentales en gran parte del debate de la ciencia
var la formación en un área concreta de pericia social contemporánea, sobre todo en el debate
profesional, una preparación de los estudiantes sobre la “globalización”. Dentro de la propia disci-
para trabajar, en este caso, en la organización plina, hay un ambiente de efervescencia teórica,
internacional y la política exterior. En cuarto toda una diversidad de debates conceptuales, más
lugar, debe proporcionar conocimientos que sean o menos relacionados con lo que está ocurriendo
pertinentes a la resolución de cuestiones contem- en otras ramas de las ciencias sociales. Las cues-
poráneas, a la discusión y la formulación de la tiones en discusión dentro de la materia y en
política pública. Si es importante registrar esto muchos casos de indudable sustancia intelectual y
como una de las funciones del estudio académico, política son: ¿Puede funcionar el sistema interna-
es igualmente relevante señalar que no puede ser cional sin un Estado que lo lidere, un hegemon?
la única justificación y, en muchos casos, la prin- ¿Hasta qué punto se está superando el Estado? ¿Van
cipal: hay una distinción entre una pertinencia las democracias a la guerra entre sí? ¿Puede haber,
general ante las cuestiones contemporáneas y el ha habido realmente, en las últimas décadas y
comentario sobre lo que es de importancia más siglos, “progreso” en las relaciones entre Estados?
inmediata. Aquí tenemos que tener en cuenta la Los que están a la derecha, los neoconservadores

6 Para estudios generales de la disciplina académica contemporánea véanse Groom, A.J. R. y Light, Margot (eds.): Contemporary
International Relations: A Guide to Theory, Pinter Publishers, Londres, 1994; Olson, William C. y Groom, A.J.R.: International
Relations Then & Now. Origins and Trends in Interpretation, Routledge, Londres, 1991; Booth, Ken y Smith, Steve (eds.):
International Relations Theory Today, Polity Press, Cambridge, 1995; Halliday, Fred: Rethinking International Relations, Macmillan,
Londres, 1994 (edición en español: Las relaciones internacionales en un mundo en transformación, La Catarata, Madrid, 2002).
También se pueden seguir las novedades contemporáneas en las revistas académicas pertinentes, como la Review of International
Studies, el European Journal of International Relation, y Millennium, Journal of International Studies en el Reino Unido;
International Studies Quarterly e International Organisation en Estados Unidos; y Deutsche Zeitschrift für internationale
Beziehungen en Alemania.
Mi colega Geoffrey Stern, en “International relations in a changing world: bucking the trendies”, The World Today, julio de 1995,
hace un análisis sólido y escéptico de esta literatura, considerada como un conflicto entre “tradicionales” y “modernos”.

9
Aunque el realismo continúa siendo
el enfoque dominante en las relaciones
internacionales, hay una pluralidad
de perspectivas a veces cacofónica

de un Washington hobbesiano, y los que están a la constancia de la vitalidad y la diversidad incluso


izquierda, indignados ante lo que consideran un de la disciplina central, las Relaciones
imperialismo y militarismo recurrentes, lo pondrí- Internacionales. Sin embargo, son pertinentes dos
an en duda. observaciones inmediatas para cualquier discu-
Una perspectiva amplia del estudio académico sión sobre la situación de esta disciplina. En pri-
de las Relaciones Internacionales en el periodo mer lugar, el realismo, sea en su forma original o
contemporáneo revelaría una disciplina con ciertas en las “neos”, sigue siendo el enfoque dominan-
características claras: dominada en gran parte por te, o al menos el más influyente, tanto en Estados
los debates en el mundo anglófono, y especial- Unidos como en gran parte de Europa, por no
mente en Estados Unidos, pero con escuelas bien hablar de su predominio, ligado a menudo a for-
afincadas en otros países, tanto en Europa mas de nacionalismo estatalista, en muchas par-
(Francia, Alemania, España) como en el Sur, y con tes del mundo ex comunista y del no europeo. No
una animada, si bien a veces casi cacofónica, plu- obstante, actualmente hay tal diversidad de
ralidad de enfoques teóricos entre sus filas. Las enfoques dentro del estudio académico de las
Relaciones Internacionales estadounidenses están Relaciones Internacionales que ya no es posible
dominadas, en las últimas décadas, por dos escue- volver a un paradigma único, lo que en un senti-
las generales, la del realismo y la del liberalismo, do kuhniano sería una situación de “ciencia nor-
y más recientemente por sus teorías sucesoras mal”. En segundo lugar, pese a toda la sofistica-
conocidas como neorrealismo y neoliberalismo. ción y diversidad de los enfoques teóricos, sigue
Por el contrario, los enfoques europeos son desta- estando ahí la imperecedera cuestión de cuáles
cables por su énfasis en formas de cooperación son los conocimientos adicionales, explicativos
internacional, como la “Escuela Inglesa” neogro- sobre todo, transmitidos por esta teoría, en com-
tiana, diversos enfoques neomarxistas, un resurgi- paración con las explicaciones elaboradas de una
miento del pensamiento cosmopolita basado en forma sofisticada pero no teórica que puede
líneas generales en las ideas de Kant y un énfasis haber dentro de la historia internacional: de ahí
en el derecho internacional, la disciplina de la que la inclusión al final del cuadro 1, bajo el punto
surgió buena parte de las Relaciones 15, de los nombres de importantes historiadores
Internacionales de la Europa continental. Tanto en internacionales. Los teóricos tienen que demos-
Estados Unidos como en Europa (sobre todo en el trar cómo sus explicaciones proporcionan algún
Reino Unido y Francia) ha habido también, en los valor intelectual añadido a los escritos de Eric
últimos años, un renovado interés por la Sociología Hobsbawm, Fernando Braudel, Paul Kennedy y
Histórica, el enfoque asociado, en términos gene- otros. La mera demostración de una elaboración
rales, con Karl Marx, Max Weber y Raymond Aron, teórica, o metodológica, no es suficiente; no más
que hace hincapié en la formación internacional y que la conversión de unas proposiciones genera-
conflictiva de Estados y sociedades. Otros enfo- les sobre la conducta interestatal o las causas de
ques heterodoxos, derivados del feminismo, los la guerra en alguna forma matemática, algebrai-
estudios medioambientales y la filosofía utópica, ca o cuantificada. Lo que hay que demostrar es
han dejado también su impronta. que la teoría es necesaria para lograr resultados
Los ingredientes de esta diversidad teórica se de un tipo explicativo que no pueden producirse
examinarán más adelante, baste por ahora dejar de otro modo.

10
Las Relaciones Internacionales y sus debates

Tabla 1
Teoría contemporánea de las Relaciones Internacionales: una selectiva hoja de ruta

1. Realismo 9. Enfoque matemático/ “científico”


E.H. Carr, Hans Morgenthau, John Mearsheimer Michael Nicholson, J. David Singer, Morton
Kaplan
2. Neorrealismo
Kenneth Waltz, Robert Gilpin, Steven Krasner 10. Sociología I: Sociología histórica
Michael Mann, Theda Skocpol, John Hall
3. Escuela Inglesa
Martin Wight, Hedley Bull, Geoffrey Stern, Barry 11. Sociología II: Constructivismo
Buzan Alexander Wendt, Friedrich Kratochwil, John
Ruggie, Michael Barnett
4. Interdependencia y transnacionalismo
James Rosenau, Robert Keohane, Joseph Nye 12. Feminismo
Cynthia Enloe, Jill Steans, Anne Tickner
5. Conductismo I: Análisis de la política exterior
Christopher Hill, Graham Allison, Margot Light 13. Materialismo histórico
Immanuel Wallerstein, Robert Cox, Giovanni
6. Conductismo II: Sociedad mundial Arrighi, Justin Rosenberg
John Burton, Michael Banks, John Vasquez
14. Postmodernismo
7. Economía política internacional James Der Derian, Richard Ashley, Rob Walker
Karl Polanyi, Susan Strange, Joan Spero, Robert
Baldwin 15. Historia
Fernand Braudel, Michael Howard, Eric
8. Teoría de la Elección Racional Hobsbawm, John Gaddis
Robert Axelrod, Helen Milner, Bruce Bueno de
Mesquita

Sin duda hay diversidad, productividad, vitali- de la historia, intelectual y política, han hecho
dad, debates. Pero suscitan preocupación en rela- inclinarse la balanza en contra de esta preocupa-
ción a cada uno de los cuatro criterios enunciados. ción por la educación de la mente. Del mismo
Los criterios más estrictamente académicos plan- modo, en el ámbito de la propia teoría, el panora-
tean varias dificultades. Los componentes básicos ma es muy desigual. La teoría clásica conserva
de las enseñanzas sobre relaciones internacionales cierto predominio en el campo académico y en
—teoría clásica y contemporánea, instituciones ciertos aspectos está provocando una respuesta:
internacionales, guerra y paz, más conocimientos parece que el final de la Guerra Fría ha sido bueno
de historia internacional y derecho internacional— para indagar en cuestiones fundamentales, sobre
pueden proporcionar una formación, en sus pro- todo en el campo de los aspectos éticos en las
pios términos, tan rigurosa e informativa como la relaciones internacionales (derechos humanos,
de cualquier otra ciencia social. Pero la obsesión obligación, ética transnacional, justicia).7
por las ideas contemporáneas y una depreciación Además, se están desarrollando teorías en algunas

7 Entre una lista de obras muy extensa cabe destacar Thompson, Janna: Justice and World Order, A Philosophical Inquiry, Routledge,
Londres, 1992; Beitz, Charles: Political Theory and International Relations, Princeton University Press, Princeton, 1979; O’Neill,
Onora: Faces of Hunger, Allen & Unwin, Londres, 1986; Brown, Chris: International Relations Theory: New Normative Approaches,
Harvester Wheatsheaf, Hemel Hempstead, 1992; Nardin, Terry: Law, morality and the Relations of States, Princeton University
Press, Princeton, 1983 (traducido al español: La ley y la moral en las relaciones entre los Estados, EDAMEX, México, 1985).

11
áreas nuevas y creativas: el número creciente de decible, regular. La historia es irrelevante para
investigaciones de la intersección de la política este tipo de investigaciones, salvo cuando propor-
con la economía, una reactivación de la “economía ciona un conjunto amplio de datos. Se dedican
política internacional”, es una de ellas;8 el reco- enormes esfuerzos, y cantidades de dinero, a pro-
nocimiento, largo tiempo aplazado, de la impor- yectos que, desde un punto de vista metodológico,
tancia de las cuestiones relativas al género en el son una completa pérdida de tiempo: correlacio-
campo de las relaciones internacionales es otra;9 nar las causas de la guerra o la ruptura de alian-
la investigación de cómo las formas de interacción zas, o el aumento del nacionalismo. Este cientifis-
estatal e interestatal han cambiado con el tiempo, mo es especialmente potente en el país que domi-
y de la intersección de éstas con los cambios na el estudio de las relaciones internacionales,
nacionales, es una tercera.10 Estados Unidos. Desde la revolución conductista de
Pero junto con estos cambios creativos cabe la década de 1950 hasta el actual predominio de la
observar otras tendencias que podrían hacer de- teoría de la elección racional, las ciencias sociales
saparecer estas novedades positivas, confundir al estadounidenses están dominadas por estas meto-
estudiante y ofuscar al teórico. Una es lo que dologías, para perjuicio de Estados Unidos y tam-
cabría denominar, en términos generales, “cienti- bién, y en exceso, del resto del mundo.11 Además
fismo”, la aplicación a las ciencias sociales de un de la banalización general de gran parte del tra-
modelo de análisis “científico” que está fuera de bajo académico en Estados Unidos, esto también
lugar para las ciencias sociales y que podría ser ha confirmado la distancia cultural, histórica e
irrelevante asimismo para gran parte de las cien- intelectual que separa los enfoques dominantes a
cias naturales. Si los políticos aceptan las ideas de ambos lados del Atlántico. Resulta irónico que la
unos economistas fallecidos hace tiempo, parece disciplina dedicada al estudio de las tendencias
que los autores de textos sobre relaciones interna- internacionales y globales sea cada vez más vícti-
cionales hacen lo mismo con las ideas de unos filó- ma de lo que cabría denominar esferas de influen-
sofos de las ciencias sociales fallecidos hace tiem- cia intelectuales.12
po, autores de principios del siglo XIX, para quie- Otra tendencia destacada en la teoría de las
nes lo científico equivale a algo cuantificable, pre- Relaciones Internacionales es la que se denomina,

8 El renacimiento de la “economía política internacional” refleja la convergencia de dos tendencias, inicialmente distintas: por una
parte, una preocupación nacida de la frustración tanto con la política como con la economía ortodoxas en la separación en la
teoría de dos campos estrechamente interrelacionados en la realidad; y por otra, la aplicación a las relaciones internacionales de
las teorías marxistas de las relaciones entre Estados y Norte-Sur. Las obras de Gilpin, Robert: The Political Economy of
International Relations, Princeton University Press, Princeton, 1987 (traducción al español: La economía política de las relaciones
internacionales, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1990) y Strange, Susan: States and Markets: An Introduction to
International Political Economy, Frances Pinter, Londres, 1988, son ejemplos de la primera; la de Gill, Stephen: American
Hegemony and the Trilateral Commission, Cambridge University Press, Cambridge, 1992 y la de Van der Pijl, Kaes: The Making of
an Atlantic Ruling Class, Verso, Londres, 1984, de la segunda.
9 Entre una extensa lista de obras, véanse Peterson, V. Spike y Runyan, Anne Sisson: Global Gender Issues, Westview Press, Oxford,
1993; Zalewski, Marysia: “Well, what is the feminist perspective on Bosnia”, International Affairs, vol. 71, nº 2, abril de 1995;
Grant, Rebecca y Newland, Kathleen (eds.): Gender and International Relations, Open University Press, Milton Keynes, 1991.
10 Rosenberg, Justin: The Empire of Civil Society, Verso, Londres, 1994; Little, Richard: “International relations and large-scale his-
torical change”, en Groom y Light (eds.): Contemporary International Relations, Pinter Publishers, Londres/Nueva York, 1994.
11 Como expresó de forma característica Susan Strange en su discurso presidencial ante la Convención de la Chicago International
Studies Association: “Quienes imitan a los economistas sólo tendrían excusa si los resultados de estos préstamos fueran significa-
tivamente mejores que los juicios cualitativos de situaciones sumamente complejas y dinámicas basados en análisis comparativos
realizados en el tiempo y el espacio y en diferentes sectores de actividad económica. El mero hecho de que los economistas lleven
disfrutando durante la mayor parte de este siglo de la reputación del todo inmerecida de tener capacidad predictiva no es una
buena razón intelectual para intentar imitarlos.” Para una crítica de la aplicación de conceptos de racionalidad a las relaciones
internacionales, véase Richardson, James: “History Strikes Back: the State of International Relations Theory”, Australian Journal
of Political Science, vol. 29, nº 1, 1994, pp. 179-87. Muchas de las críticas aplicables al cientifismo en las Relaciones
Internacionales fueron formuladas hace tiempo en la clásica obra de Crick, Bernard: The American Science of Politics, Routledge
& Kegan Paul, Londres, 1959.
12 Para una advertencia temprana al respecto, véase Holsti, Kal: The Dividing Discipline: Hegemony and Diversity in International
Theory, Allen & Unwin, Londres, 1987. En la década de 1960 hubo una batalla de metodologías entre el enfoque “cientifista” esta-
dounidense, basado en la cuantificación y la predicción, y el enfoque “histórico” británico, basado en “juicios”: ninguno de los
dos bandos salió muy airoso, y no se hizo ningún avance intelectual. Véase Knorr, Klaus y Rosenau, James (eds.): Contending
Approaches to International Politics, Princeton University Press, Princeton, 1969.

12
Las Relaciones Internacionales y sus debates

El cientifismo, que considera que


lo científico ha de ser cuantificable y
predecible, ofusca al teórico de
las relaciones internacionales

en términos generales, “postmodernismo”.13 Esta Además, aplicar un buen criterio pasado de moda
corriente, floreciente en varias ramas de las cien- puede explicar muy poco. Atrapado con demasiada
cias sociales, se originó con la rebelión filosófica frecuencia en el concepto verbal, en el debate
generalizada que tuvo lugar en Francia a partir de artificioso sobre la variedad de lenguajes y signifi-
la década de 1960 contra las afirmaciones del cados, el postmodernismo es, al final, un callejón
modernismo dominante, fuera racionalista ortodo- sin salida, la mayor parte de cuyas afirmaciones
xo o marxista. Para el postmodernismo es la razón válidas se han hecho ya antes en otros lugares.14
en sí la que hay que cuestionar, pues afirma la Un tercer motivo de preocupación es el concer-
existencia de una “gran narración” única, en la niente a la relación indirecta y mediada de las dis-
historia, o de un observador único y privilegiado. ciplinas, aunque inexorable, con el debate públi-
El postmodernismo acoge una multiplicidad de co. Si influir en el debate público y darle forma y
puntos de vista, niega las afirmaciones de la razón educación política es también un criterio, cuando
y celebra el relativismo en la ética. Algunos de sus no el único, entonces hay que decir que el estudio
argumentos merecen atención: es correcto indicar académico de las relaciones internacionales ha
los lazos que unen lo que se dice y los intereses de fracasado durante gran parte de su historia. Esto
la persona que lo dice; es creativo en las formas en es cierto no sólo en el caso de los centros de estu-
las que llama la atención sobre las funciones del dios políticos, sino también del reconocimiento
símbolo, el discurso y el significado en las relacio- más general, o más bien su ausencia, de los puntos
nes internacionales; su sugerencia de múltiples fuertes del enfoque académico y teórico en sí
identidades es importante. Pero, en las Relaciones mismo. En las áreas pertinentes de la vida pública,
Internacionales igual que en el resto de las cien- la mayoría de los profesionales o el lector medio
cias sociales, eso lleva con demasiada frecuencia a del The Times Literary Supplement o de la New
la confusión, a un aumento de afirmaciones sobre York Review of Books conocen las contribuciones
el discurso y a un relativismo a menudo paralítico. de, digamos, el derecho o la economía, pero pocos

13 Estas teorías se estudian en dos artículos de Brown, Chris: “Critical theory and postmodernism in international relations”, en
Groom, A.J. R. y Light, Margot (eds.): Contemporary International Relations: A Guide to Theory, Pinter Publishers, Londres, 1994
y “Turtles All the Way Down’: Anti-Foundationalism, Critical Theory and International Relations”, Millennium, Journal of
International Studies, vol. 23, nº 2, verano de 1994. Aunque el propio Brown se declara contrario a erigir una única escuela de
pensamiento que pueda etiquetarse de “postmodernismo”, esta defensa no se sostiene: los autores presentados convencional-
mente en este campo sí presentan, igual que cualquier escuela teórica, un conjunto de temas comunes y luchan batallas similares.
Evitar las autorreferencias elogiosas no es una de las virtudes más evidentes del postmodernismo. Para un reciente artículo que
sostiene la idea de un enfoque común, véase Cochran, Molly: “Postmodernism, ethics and international political theory”, Review
of International Studies, vol. 21 nº 3, julio de 1995.
14 Quizá la mejor de las muchas réplicas que se han hecho a esta corriente y su “hipocondría metodológica” sea la obra de Gellner,
Ernest: Postmodernism, Reason and Religión, Routledge, Londres, 1992 (traducido al español: Posmodernismo, Razón y Religión,
Paidós, Barcelona, 1994). Una de las afirmaciones más habituales de hoy día es que tenemos que escuchar las voces hasta ahora
marginadas y “no occidentales” en las Relaciones Internacionales, y que los currículos convencionales de las universidades occi-
dentales ignoran estas voces. Esto es algo que vale la pena señalar, pero con tres salvedades significativas: primero, no hay ningu-
na razón para suponer que quienes hablan “en nombre de” el mundo no occidental, o de un país determinado del mismo, sean
más representativos de lo que piensan las personas, en general, de ese país; en segundo lugar, aunque escuchar estas voces no
conlleva la aceptación automática de lo que dicen, hay mucha invocación falaz a lo indígena y a la teoría de la conspiración en lo
que pasa por análisis “no occidental”; en tercer lugar, el contenido de gran parte de lo que pasa por alternativo en el discurso
internacional es, si se examina de cerca, ideas occidentales recicladas: Mao, Jomeini, Gandhi, por no mencionar a Castro y
Guevara, lo confirman. Nada demuestra mejor estos tres puntos que el mismo concepto básico de rebelión antioccidental, es decir,
el nacionalismo.

13
El argumento de que la ciencia
debe explicar, no predecir,
es pertinente para las ciencias sociales

creen que esto sea así en el ámbito de las rela- creto tres: el hundimiento del comunismo y sus
ciones internacionales. Para la mayoría de quie- consecuencias; la convicción cada vez mayor de
nes se dedican a la política exterior, el mundo que lo que hasta ahora era la base del análisis, el
teórico de las relaciones internacionales es un Estado-nación, se está debilitando o superando; y
campo ajeno e irrelevante, cuando no, de hecho, las implicaciones para la teoría, y la postura ética,
uno de cuya existencia no saben nada. Después del aumento del terrorismo transnacional, así
de más de una década enseñando Relaciones como la respuesta de Estados Unidos al mismo. Si
Internacionales en un departamento universita- bien ninguno de estos tres importantes cambios
rio, he llegado a la triste conclusión de que prác- internacionales conlleva necesariamente, exami-
ticamente todas las personas que uno se encuen- nados más de cerca, las consecuencias que a veces
tra en el mundo, sea el académico u otro, creen se les asocian, ofrecen desafíos significativos a las
que el estudio académico de las relaciones inter- ideas establecidas.
nacionales es un subcampo de los comentarios de La Guerra Fría fue, a primera vista, buena para
noticias. Es fácil achacar aquí la principal respon- las relaciones internacionales: si el fracaso de la
sabilidad a lo complejo de la teoría: pero la teo- Liga de las Naciones y la II Guerra Mundial contri-
ría tiene que ser eliminada, forzosamente, de la buyeron en gran medida a establecer el “realis-
aplicación práctica inmediata, en las Relaciones mo” como el enfoque dominante de E.H. Carr,
Internacionales igual que en la Economía o el Raymond Aron y Martin Wight dentro del ámbito
Derecho. La disciplina no carece de debates de académico, la Guerra Fría, un conflicto en el que
fondo pertinentes. Lo que es más preocupante es todas las sociedades parecían ensombrecidas por
que un uso indebido de la teoría, y de la distan- el peligro de la guerra nuclear entre Estados,
cia académica, y una autocomplacencia en refle- reforzó sin duda la importancia de “lo internacio-
xiones de segunda categoría para generar textos nal” dentro de las universidades. Pero, en cierto
que carecen de disciplina teórica o trascendencia sentido, la disciplina floreció no tanto por la
práctica, han sido agravados por una desconfian- Guerra Fría como por negar su cualidad caracte-
za duradera dentro del mundo político incluso rística, pues en el pensamiento realista la Guerra
hacia las ideas y perspectivas teóricas más subal- Fría no era más que otro capítulo de la sombría
ternas. El mundo de los asuntos internacionales historia de la rivalidad, la desconfianza, la perfi-
es un carnaval de embaucadores e ignorantes. La dia de las grandes potencias, una continuación de
principal función de una disciplina académica es un patrón histórico que se remontaba a Tucídides
permitir que el individuo se cuestione el sentido y que, por tanto, no exigía en absoluto un análisis
común: en el caso de las Relaciones particular. Se puede buscar en vano en los libros
Internacionales, esta parece una tarea aún más de texto y discusiones sobre las relaciones inter-
vana que en otros ámbitos. nacionales habituales durante las décadas de 1950
y 1960 un debate sobre qué era la Guerra Fría
como tal. Con la excepción del subcampo de los
El final de la Guerra Fría estudios estratégicos, una actividad caracterizada
más por extrapolaciones falsas de una conducta
A estos desafíos de la teoría se han sumado, en los presuntamente racional que por el conocimiento
últimos años, los del propio mundo real y en con- de la historia, la disciplina permaneció más bien

14
Las Relaciones Internacionales y sus debates

silenciosa al respecto. Puesto que todo estaba en grafía, por ejemplo, la mayoría ni deben ni pue-
Maquiavelo, no había nada más que decir. Por den hacerlo.17
tanto, fue significativo que el hombre que, más Si la meta adecuada es la explicación y no la
que ningún otro, debería haber combinado un predicción, entonces surge otro desafío más perti-
interés académico por la materia con las implica- nente: el de explicar por qué el sistema soviético
ciones prácticas terminase escribiendo un libro en cayó cuando lo hizo. Obviamente, ninguna explica-
el que se limitaba a reafirmar, si bien con elegan- ción puede ser puramente internacional, pero
cia, las verdades de la teoría del equilibrio de tampoco puede hacer referencia sólo a lo que ocu-
poderes.15 rre dentro de los países, ni siquiera dentro del país
El repentino hundimiento del comunismo ha decisivo en toda la trama, la ex URSS. El fracaso
planteado diversas cuestiones prácticas que los del comunismo fue en diversos aspectos un fraca-
estudiantes de Relaciones Internacionales deben so internacional: primero, el fracaso al no lograr
comentar, entre ellas el nacionalismo, la migra- difundirlo en todo el mundo y la pérdida de opti-
ción, la proliferación de armas, la secesión. Pero mismo y legitimidad consiguientes; luego el fraca-
hay otros desafíos también más teóricos. Uno de so por no poder crear un sistema de alianzas efec-
ellos es el de la predicción: sin duda todos hemos tivo para rivalizar con el de Occidente; después la
hecho el ridículo al no ver lo que ocurriría en 1989 erosión gradual, y cada vez más visible, de la com-
y 1991. Una respuesta a esto es la que dan los his- petitividad, civil y militar, con Occidente. Al final,
toriadores, que alegan que estos sucesos han el comunismo se hundió no porque fracasara en
demostrado lo poco que se puede producir teori- ningún sentido absoluto —sus pueblos no estaban,
zando y que deberíamos volver a la narrativa.16 en general, ni en rebelión ni muriéndose de ham-
Sin embargo, este es otro ejemplo de debate mal bre— sino por la percepción de que no competía, y
formulado: aquí estamos, una vez más, atrapados de que no tenía ninguna perspectiva a largo plazo
en una falsa idea de la ciencia. El argumento de de competir con éxito, con Occidente. Una expli-
que las ciencias sociales deben predecir, porque si cación de ese hundimiento tendría que estudiar
no lo hacen no cumplen el criterio de “ciencia”, tanto la entropía general del sistema soviético
es infundado por partida doble. Por un lado, no como las percepciones y decisiones de sus líderes,
hay ninguna razón por la que las ciencias sociales pero también la forma en que fue afectado por
deban imitar a las ciencias naturales en todos sus diversos factores internacionales.
aspectos. Por otro, las ciencias naturales en sí Fuera o no la Guerra Fría un tipo de conflicto
mismas se alejan cada vez más de la prueba de la particular, muchos afirmarían ahora que con el
predicción y algunas de sus ramas (la biología evo- hundimiento del comunismo el mundo está vol-
lutiva es el ejemplo más evidente) ni siquiera fin- viendo a una preguerra fría, cuando no a la
gen hacerlo. El argumento de que la ciencia debe situación anterior a 1914. Mucho se ha escrito
explicar, no predecir, es pertinente a gran parte sobre las formas en que el mundo ha retrocedido
de las ciencias sociales y naturales. Si algunas con el final de la Guerra Fría, según un autor, al
ciencias sociales pueden predecir, como la demo- menos hasta la Edad Media. En algunos sentidos

15 Kissinger, Henry: Diplomacy, Simon & Shuster, Londres, 1993. Traducido al español: Diplomacia, Ediciones B, Barcelona, 1996.
16 Gaddis, John Lewis: “International Relations theory and the end of the Cold War”, International Security, vol. 17, nº 2, 1992-1993.
Yo he tratado el tema más exhaustivamente en Halliday, Fred: Rethinking International Relations, Macmillan, Londres, 1994, capí-
tulos 8-10. (Edición en español: Halliday, Fred: Las relaciones internacionales en un mundo en transformación, Catarata, Madrid,
2002).
17 La postura de que la tarea de las ciencias sociales es explicar se ha cuestionado desde otra postura, a saber, aquella que afirma
que las explicaciones como tales son imposibles, dada la participación del sujeto humano, y que por tanto debemos limitarnos a
comprender. Este enfoque, conocido en términos generales como hermenéutica, podría sin embargo conllevar sus propios riesgos,
al entregar cualquier afirmación de objetividad en una deferencia exagerada a la subjetividad de la interpretación. Para argu-
mentos a favor véanse Smith, Steve y Hollis, Martin: Explaining and Understanding International Relations, Clarendon Press,
Oxford, 1991, capítulo 4; Brown, Chris y Ainley, Kirsten: Understanding International Relations, tercera edición, Palgrave
Macmillan, Basingstoke, 2005 y Wendt, Alexander: “The Agent-Structure Problem, in International Relations Theory”, International
Organization, vol. 41, nº 3, verano de 1987. Una ironía de este enfoque es que el padre de la “comprensión” en las ciencias
sociales, Max Weber, fue, en cuanto a las Relaciones Internacionales, defensor de una racionalidad y una objetividad implacables.
Puede que haya espacio para teorías comparables sobre, por ejemplo, los orígenes del nacionalismo o las causas de la guerra, pero
esto podría tener poco que ver con la participación del teórico implicado en estas actividades.

15
El estado ha perdido el poder
de gestionar sus propias sociedades,
al mismo tiempo que se erosionan
viejas identidades basadas
en el estado-nación

por lo menos, el hundimiento del comunismo, si Estados democráticos desarrollados para gestio-
no nos ha devuelto a una era anterior, además de nar sus diferencias sin recurrir a la guerra o a la
reavivar reivindicaciones y símbolos históricos, amenaza de guerra.19 Aún es demasiado pronto
ha suscitado de forma muy imperiosa varias cues- para saber con certeza cuál de estas dos even-
tiones clásicas en las relaciones internacionales. tualidades prevalecerá.
Una de ellas es la del derecho de las naciones a
la autodeterminación y las condiciones en las
que la comunidad internacional reconoce este
derecho: a pesar del compromiso contenido en la
Debates sobre el Estado:
Carta de la ONU, el mapa del mundo se corres- globalización y derechos
ponde menos con cierta autodeterminación de individuales
los pueblos (ya existentes) y más con el acciden-
te, el cansancio de la guerra y la capacidad de Frente a las afirmaciones de que estamos
los Estados para crear naciones dentro de ellos. regresando al pasado, otros dicen que estamos ya
Una segunda cuestión clásica, y muy vigente, es en un sistema internacional claramente nuevo,
la del conflicto entre dos grandes potencias: sobre todo debido a lo que se denomina “globali-
estamos en una situación en la que, por primera zación”.20 Esto coincide con un mayor interés, por
vez en un siglo, ni hay un conflicto militar entre parte de los analistas de las relaciones internacio-
dos grandes potencias ni se está preparando uno, nales, por la economía política y la sociología de
aunque no está claro si esta fase puede ser dura- las relaciones internacionales: por cómo la unidad
dera. Hay quienes, basándose tanto en la histo- política, el Estado, interactúa con las estructuras
ria como en la lógica, dicen que esta abstención de poder económico y con las tendencias sociales,
no puede durar y que las disputas sobre el incluidas las de la cultura, dentro de la comunidad
comercio y la influencia que ya estamos viendo mundial. Se alega a menudo el argumento a favor
desembocarán en la reactivación de una compe- de la globalización: los cambios en el comercio,
tencia militar general y de los bloques. 18 las finanzas, las comunicaciones, los medios de
Doscientos años después de que se publicara una comunicación mundiales hacen que el Estado haya
de las mejores obras teóricas sobre las relaciones perdido su poder de gestionar, y para aislar, a sus
internacionales, las trece páginas de Kant sobre propias sociedades, al mismo tiempo que erosio-
La paz perpetua, ésta sigue siendo una cuestión nan viejas identidades basadas en estos Estados-
vital. Otros señalarían la capacidad de los nación separados. Vivimos en un mundo de estruc-

18 Rosecrance, Richard: ‘”A New Concert of Powers?”, Foreign Affairs, primavera de 1992; Mearscheimer, John, “Back to the Future:
Instability in Europe after the Cold War”, International Security , vol. 15, nº 1, verano de 1990; Harvey, Robert: The Return of the
Strong, Macmillan, Londres, 1995. Otros pesimistas son Minc, Alain: Le nouveau Moyen Age, Gallimard, París, 1993 (traducido al
español: La nueva Edad Media: el gran vacío ideológico, Temas de Hoy, Madrid, 1994) y Huntington, Samuel: “A Clash of
Civilisations?”, Foreign Affairs, verano de 1993.
19 Doyle, Michael: “Liberalism and world politics”, American Political Science Review, vol. 80, nº 4, diciembre de 1986; para argu-
mentos en contra véase Cohen, Raymond: “Pacific Unions: A Reappraisal of the Theory that ‘Democracies Do Not Go to War with
Each Other’”, Review of International Studies, vol. 20, nº 3, 1994.
20 Para discusiones representativas véanse Camilleri, Joseph y Falk, Jim: The End of Sovereignty?, Edward Elgar, Aldershot, 1992 y
Sklair, Leslie: Sociology of the Global System, Harvester Wheatsheaf, Hemel Hempstead, 1991.

16
Las Relaciones Internacionales y sus debates

turas globales cada vez mayores, o de estructuras Las relaciones internacionales siempre han
transnacionales, pero no relacionadas con el tenido una dimensión ética, sea en debates sobre
Estado, que escapan al control ortodoxo. Parte de la ética de la guerra, sobre los aciertos y errores
esto podría ser benigno (el mercado del eurodó- de la intervención o las reivindicaciones en con-
lar) y parte no tanto (el narcotráfico). Estas ideas flicto de los Estados y los derechos humanos. Nada
no son producto del final de la Guerra Fría, aun- es más prescriptivo que el “interés nacional”,
que la terminación de ese conflicto las haya favo- supuestamente objetivo y amoral. En los últimos
recido: desde la década de 1970 al menos, cuan- años hemos visto un reforzamiento de este interés
do no desde la de 1840, se debate mucho el tema ético, como respuesta a varios factores convergen-
de la “interdependencia”, con la sugerencia de tes: los derechos humanos, como una cuestión
que el creciente contacto entre países desarrolla- legal y filosófica, han adquirido mayor importancia
dos al menos reduce el riesgo de guerra, disminu- en el debate internacional en los últimos veinte
ye la importancia de las cuestiones militares y años. Además, la cuestión de la intervención ha
reduce el poder de los Estados. Sin embargo, los sido planteada nítidamente por varias crisis poste-
argumentos en contra no han perdido ninguna riores a la Guerra Fría, sobre todo las de Irak,
fuerza: se exagera la novedad histórica de todo Somalia, Haití y la ex Yugoslavia. Estos debates se
esto, pues los Estados comerciaban mayores por- basan en una contraposición de la moralidad de los
centajes del PIB antes de la I Guerra Mundial que Estados, según la cual son los Estados el principal
ahora y la gente emigraba más de un siglo antes. referente ético y la principal fuente de orden y
Además, los Estados siguen conservando poderes justicia, y una moralidad de los individuos, según
considerables y están desarrollando otros nuevos, la cual los Estados deben ceder a las reivindicacio-
y no hay confundir el cambio hacia coaliciones de nes de los individuos y a las reivindicaciones implí-
Estados, formales (UE) o informales (el BIS, el citas, igualitarias y redistributivas que surgen de
Grupo de los 7, etc.), con la disolución de los estos individuos.22 Esta discusión se cruza ahora
Estados. Por otro lado, a medida que se desarro- con otra, más antigua pero ahora igualmente vehe-
llan formas de globalización, la respuesta de mente, sobre la base moral de la propia ética; un
muchos es no identificarse con nuevas estructuras debate en el que los defensores de unos principios
cosmopolitas, sino reafirmar sus propios intereses universales, basados en la razón, son cada vez más
e identidades. Además, los realistas salmodian cuestionados por quienes afirman que la ética sólo
que la construcción de vallas es parte necesaria es inherente a grupos humanos específicos, a
de la paz. Por tanto, cabe considerar que el argu- comunidades.23 Los debates Estado/individuo
mento sobre la desaparición del Estado y sobre la comunitario/universalista son conceptualmente
“globalización” no ofrece una reafirmación con- distintos, pero se superponen en parte: quienes
sensuada de un nuevo sistema internacional, sino sostienen la primacía de los individuos tienden a
una exploración de los procesos contradictorios apoyar el argumento de que hay reivindicaciones
que conlleva esta globalización selectiva y diver- universalistas que trascienden cualquier entidad
sas evaluaciones diferentes, analíticas y éticas, de más amplia, sea la nación, el Estado o la comuni-
lo que implica.21 dad; quienes defienden los derechos de los Estados

21 Entre numerosas críticas la primera, Waltz, Kenneth: “The Myth of national interdependence”, en Kindelberger, Charles (ed.): The
International Corporation, MIT Press, Cambridge, 1971 y una de las más recientes, Hist, Paul y Thompson, Grahame: “Globalization
and the future of the nation-state”, en Economy and Society, vol. 24, nº 3, agosto 1995, pp. 408-442. Al menos estos argumentos
no deben dejar dudas sobre la afirmación de que algo llamado “soberanía” existió una vez y se está perdiendo ahora.
22 Para la crítica de la moralidad de los Estados, véase Thompson, Janna: Justice and World Order, A Philosophical Inquiry, Routledge,
Londres, 1992 (ver notas 1 y 7 más arriba); Beitz, Charles: Political Theory and International Relations, Princeton University Press,
Princeton, 1979; para argumentos en contra véanse Nardin, Terry: Law, morality and the Relations of States, Princeton University
Press, Princeton, 1983 (traducido al español: La ley y la moral en las relaciones entre los Estados, EDAMEX, México, 1985) y los
argumentos siempre pertinentes de Bull, Hedley en The anarchical society : a study of order in world politics, McMillan Press,
Basingstoke 1977, capítulos 10-14. (Edición en español: La sociedad anárquica. Un estudio sobre el orden en la política mundial,
La Catarata, Madrid, 2005).
23 Véanse Waltzer, Michael: Spheres of Justice, A Defense of Pluralism and Equality, Basic Books, Nueva York, 1983, y MacIntyre,
Alasdair: After virtue, Duckworth, Londres, 1981 (traducción al español: Tras la virtud, Crítrica, Barcelona, 1987) para declara-
ciones de la postura comunitaria.

17
bien podrían hacerlo basándose en principios uni- y que sólo con una reafirmación más enérgica de la
versalistas, pero en un mundo donde el nacionalis- cooperación internacional, incluida la creación de
mo y su supuesto correlato, la soberanía del alianzas, se podría hacer frente al desafío terroris-
Estado, se han convertido en principios tan gene- ta. Quienes en los años anteriores habían propug-
ralizados (universales), es difícil resistirse al recur- nado teorías de la globalización y las desigualda-
so de la “tradición” nacional y a reivindicaciones des que contenía se dieron prisa en atribuir el
morales enmarcadas en términos nacionales o terrorismo a las desigualdades, de riqueza, poder
“tradicionales”. Hay muchos gobiernos, y no todos y respeto humano, inherentes al sistema, mientras
son del Tercer Mundo, que lo han hecho. que la teoría del “choque de civilizaciones” pro-
pugnada en 1993 parecía haber encontrado, en los
sucesos del 11-S y la retórica sunní radical de
El 11-S y la reconfiguración Osama Bin Laden, su confirmación decisiva. Los
del orden mundial puntos de vista menos ortodoxos no fueron menos
capaces de explicar estos sucesos: para los marxis-
Si el desmoronamiento de la Guerra Fría y el inexo- tas, reflejaban otro capítulo de la contradicción
rable avance de la globalización fueron procesos existente del capitalismo avanzado y en desarro-
que tardaron años, cuando no décadas, en de- llo, si bien uno en el que la ideología de los opri-
sarrollarse, no parece que ése sea el caso de la ter- midos había alcanzado un nuevo nivel de falsa
cera crisis importante de la política mundial que, consciencia; para las feministas, la violencia de los
en época reciente, plantea un desafío al analista voluntarios suicidas islamistas reflejaba la educa-
académico, al comentarista de política pública y a ción machista distorsionada recibida en las escue-
funcionarios por igual: a saber, la explosión en la las coránicas sólo para varones y su inducción al
escena internacional del terrorismo fundamentalis- mundo homoerótico de Al Qaeda; para los postmo-
ta islamista, personificado en los atentados contra dernistas, los mismos medios con los que se lanzó
Manhattan del 11 de septiembre de 2001. el ataque, y la estructura descentralizada, no
Como siempre, cada paradigma de las relacio- jerárquica, general del movimiento islamista eran
nes internacionales puede hacer, y normalmente un rechazo decisivo a las formas predominantes
hace, la afirmación de que este suceso y sus con- hasta la fecha de organización militar y política.
secuencias, como las invasiones estadounidenses En otras palabras: “todo sigue igual”.
de Afganistán y posteriormente de Irak, eran Frente a otros sucesos mundiales importantes,
explicables en su marco de referencia. Los realis- sin embargo, puede que no sea adecuada la res-
tas proclamaron que este ataque y la respuesta puesta basada en la imperturbabilidad, por no
estadounidense personificaban la supremacía del hablar de la aucomplacencia, teórica. Se cuestio-
Estado en las relaciones internacionales y de las naron las teorías y los conceptos de las relaciones
cuestiones de seguridad tal como se entendían tra- internacionales en varios aspectos clave, igual que
dicionalmente. Por otra parte, el cambio de la las políticas de seguridad de los Estados, las fuer-
atmósfera política patente en Estados Unidos y zas policiales y los servicios de seguridad de todo
también en el mundo islámico, producido como el mundo. En primer lugar, estaban los propios
consecuencia de estos sucesos, en el que las acti- militantes islamistas y su ideología: si la explica-
tudes se alejaron de un compromiso con valores e ción es la principal tarea del análisis académico,
instituciones universales, como la ONU y el dere- entonces surgía la cuestión de cómo explicar estos
cho internacional, para ir hacia la reafirmación de sucesos, sea en función de la religión, factores cul-
preocupaciones más particularistas (los valores turales que atraviesan todas las fases de la histo-
estadounidenses, el islam) parecía confirmar una ria, el carácter dictatorial de ciertos Estados
perspectiva realista. Los liberales y quienes apo- musulmanes o la historia internacional de Oriente
yaban el derecho y las instituciones internaciona- Medio en el último siglo. Gran parte de los comen-
les alegarían, por el contrario, que estos sucesos tarios reflejaban no sólo inclinaciones y preferen-
demostraban aún más la necesidad de respetar la cias directamente nacionales o políticas, sino tam-
ONU, las normas de intervención internacionales y, bién preferencias teóricas sobre, por ejemplo, la
de hecho, el trato a los civiles, por ambos bandos, importancia del pasado lejano o de consideracio-

18
Las Relaciones Internacionales y sus debates

nes culturales y religiosas inmutables en la expli- Nueva York en 1993 hasta los atentados de Madrid
cación de la conducta política. Lo que muchos, de 2004 y Londres de 2005, afectaron a diversos
especialmente en Estados Unidos, eran reacios a países y continentes. Por último, parecía que la
ver era que los orígenes de este movimiento podí- comunidad musulmana o umma se estaba uniendo
an verse no en factores culturales y de civilización en una única causa política y militar con la conse-
atemporales, ni, como se dijo falsamente después cuencia, entre otras, de que el “choque de civili-
en relación con Irak, en las acciones de determi- zaciones”, o un conflicto general, entre Occidente
nados Estados “irresponsables” de la región, sino y el mundo islámico, era ahora una realidad.
que estaban en algo en lo que Estados Unidos y sus Sin embargo, una combinación de conocimien-
aliados habían estado implicados durante la déca- tos regionales y de precisión teórica podría ofre-
da de 1980: a saber, la Guerra Fría y la moviliza- cer algunas rectificaciones a esta visión. Era evi-
ción del radicalismo islamista por parte de dente, en primer lugar, que la gran mayoría de los
Occidente contra la URSS. Esta modernidad del musulmanes rechazaba la militancia yihadista en
contexto político estaba unida al hecho de que, general, aun cuando deseaba que su sociedad y su
analizándola más detenidamente, la ideología de sistema político fueran en cierto modo más “islá-
Al Qaeda y las cuestiones que movilizaban a micos”. En segundo lugar, es obvio que, aunque
muchos varones jóvenes en todo el mundo islámi- estos grupos armados pudieran realizar ciertas
co no eran productos de ninguna creencia religio- acciones, no estaban en condiciones de desafiar a
sa atemporal, sino que, en su esencia, eran moder- casi ninguno de los más de 50 Estados musulma-
nas, radicales, populistas, del tipo de asuntos que nes existentes ni de derrotar a ningún Estado
había movilizado a muchas personas en todo el occidental. Lo que es más importante, un mínimo
mundo: la ocupación extranjera de tierras consi- de precisión en el uso de términos de las relacio-
deradas propiedad del pueblo oprimido, la oposi- nes internacionales podría servir para demostrar
ción a gobiernos dictatoriales considerados clien- que, aunque estos grupos eran en cierta medida
tes de potencias extranjeras, el rechazo a la capaces de actuar en diferentes países, esto no
explotación de la riqueza popular y nacional por los hacía más “transnacionales”, del mismo modo
fuerzas económicas externas y el rechazo a la que el hecho de que una empresa venda produc-
derrota y la humillación por parte de Estados occi- tos, o tenga fábricas, en varios Estados no la con-
dentales. El lenguaje de expresión era islámico y vierte automáticamente en una empresa transna-
las formas de respuesta, injustificables; pero el cional. Con la caída de los talibanes en noviem-
contexto en el que había surgido Al Qaeda, y el bre de 2001, los radicales sunníes perdieron el
contexto ideológico básico de su mensaje, eran apoyo explícito de un Estado. Este hecho repre-
modernos. Los hechos y los informes por sí solos no sentó un importante revés para los yihadistas que
podían explicar esta cuestión; hacía falta una pre- desde la década de 1980 habían gozado del mece-
cisión teórica y conceptual. nazgo y la protección de una sucesión de Estados:
Un aspecto igualmente importante es el relati- Estados Unidos, Pakistán y Arabia Saudí hasta
vo al carácter “transnacional” o internacional del 1989, Sudán desde 1990 hasta 1996 y Afganistán
propio movimiento islamista. El islam como reli- desde 1996 hasta 2001. Un análisis más minucio-
gión reivindica una lealtad, como el catolicismo, so de la composición de los grupos armados impli-
que trasciende y de hecho es anterior a las formas cados también mostraba que, aunque sí había
modernas de nación y comunidad. Bin Laden y sus cierto transnacionalismo en el reclutamiento, eso
colegas radicales yihadistas también pudieron, en estaba lejos de ser la característica predominan-
el Afganistán de la década de 1980 y más tarde, te de los grupos militares islamistas: en la mayo-
reclutar militantes en una gran diversidad de paí- ría de los casos el reclutamiento y la acividad
ses musulmanes: entre sus filas había combatien- estaban claramente confinados dentro de un solo
tes procedentes de Bosnia y Chechenia, Palestina e Estado, es decir, eran grupos “nacionales”
Indonesia, Yemen e Irak, así como de países occi- (Hizbolá en el Líbano, Hamas y la Yihad Islámica
dentales. Del mismo modo, sus actividades y las de en Palestina, el GIA en Argelia), mientras que
los grupos afiliados a ellos o inspirados por ellos, dentro de Al Qaeda, aunque los miembros ordina-
desde las primeras acciones identificables en rios procedían de numerosos países, la dirección

19
era de origen saudí o egipcio. Otra prueba de la temas que abarca como en los enfoques teóricos.
supervivencia de los factores “nacionales” es el Así, el ámbito de materias que son objeto de la
hecho de que entre los miembros ordinarios había disciplina seguirá siendo probablemente amplio y
frecuentes disputas entre diferentes grupos étni- quizá aumente incluso más. La economía política
cos.24 internacional, los estudios de seguridad, el nacio-
Los sucesos del 11-S, al igual que el final de la nalismo… todos los indicios apuntan a que estas
Guerra Fría y el avance de la globalización, susci- preocupaciones establecidas seguirán siendo
taron muchas otras cuestiones de importancia his- importantes dentro y fuera de la universidad.25
tórica, analítica y teórica. Entre ellas están, sin Una cuestión que preocupó en gran medida a la
duda, la naturaleza del poder en el mundo moder- comunidad internacional en el periodo posterior al
no, los determinantes de la política exterior esta- final de la Guerra Fría de principios de la década
dounidense y el papel del miedo en las relaciones de 1990 era el de la intervención, “humanitaria”
nacionales e internacionales. El 11-S también ha en el sentido más estricto y política en un sentido
obligado a todos los que trabajan sobre las rela- más amplio: el Kurdistán, Bosnia, Somalia y
ciones internacionales a pensar con más claridad, Ruanda fueron sólo algunos de los casos más
y con más profundidad histórica, sobre el papel de importantes y es probable que, como tema de
la cultura en las relaciones internacionales, enten- relevancia ética y política, continúe preocupando.
dido como un estudio de cómo los valores cultura- Pero estos casos no han aclarado ni los principios
les y religiosos afectan a las actitudes públicas y morales, ni las directrices políticas, que siguen
estatales hacia las relaciones internacionales, pero estando sometidos tanto a los caprichos de la polí-
también cómo las fuerzas y el marco internaciona- tica nacional en los principales Estados como a
les influyen en las culturas nacionales, moldeán- cualquier cálculo de obligación. En un contexto
dolas para sus fines contemporáneos e inexora- post Guerra Fría, hay muchas razones para reexa-
bles. Así es justamente como debería ser: aparte minar la materia original del tema, eso que erró-
del desarrollo interno de la disciplina, y de la neamente se denomina “utopismo”. Si se ha aban-
influencia de tendencias intelectuales contempo- donado hace mucho la creencia ingenua de que el
ráneas más amplias, son estos sucesos mundiales derecho internacional puede prevenir la guerra,
los que, pese a todo el miedo del “presentismo”, otros dos aspectos de esa visión wilsoniana original
deben servir como materia prima y desafío dura- tienen una considerable relevancia contemporá-
dero para las supuestas y posibles autocomplacen- nea: la creación de instituciones de gobernanza
cias de la teoría de las Relaciones Internacionales. global y la relación de la democracia con la paz. El
primero abarca no sólo las principales instituciones
globales —la ONU, el FMI, la OMC, etc.—, sino tam-
Temas viejos y nuevos bién un abanico de cuestiones, relativamente nue-
vas, sobre tributación, regulación y gestión. El
Si hasta la fecha el estudio de las Relaciones segundo, un tema clásico reavivado en gran medi-
Internacionales ha tenido una trayectoria desigual, da con la desaparición del comunismo, tiene
parece probable que en el futuro siga exhibiendo numerosas implicaciones, políticas y teóricas, para
puntos fuertes y débiles comparables, tanto en los el estudio de las relaciones internacionales.26

24 Gerges, Fawaz: The Far Enemy. How Jihad Went Global. Cambridge University Press, Cambridge, 2005; Halliday, Fred: Two Hours
that Shook the World, Saqi, London, 2001; Kepel, Gilles: Jihad. The Trail of Political Islam I.B.Tauris, Londres, 2002 (traducida
al español como: La yihad. Expansión y declive del islamismo, Península, Barcelona, 2001).
25 Para una perspectiva general del programa que tienen ante sí las Relaciones Internacionales, véanse las propuestas del director
entrante de International Organization (Odell 1992). Bajo el título de “Temas tradicionales y oportunidades prometedoras” enu-
meraba: teorías generales de las relaciones internacionales y política exterior; economía política; guerra, paz y seguridad; insti-
tuciones; negociación; ideas políticas. También daba la bienvenida a los trabajos sobre la relación nacional-internacional, el
nacionalismo y la historia.
26 Doyle, Michael: “Liberalism and world politics”, American Political Science Review, vol. 80, nº 4, diciembre de 1986; Fukuyama,
Francis: The End of History and the Last Man, Hamish Hamilton, Londres, 1992 (traducido al español: El final de la historia y el
ultimo hombre, Planeta, Barcelona, 1992); Halliday, Fred: Rethinking International Relations, Macmillan, Londres, 1994 (edición
en español: Las relaciones internacionales en un mundo en transformación, Catarata, Madrid, 2002).

20
Las Relaciones Internacionales y sus debates

Desde la posición ventajosa de mediados de la económicas, es decir, de competición. En cuanto a


década de 2000, parece probable que otras cues- la percepción, la conducta interestatal y la actua-
tiones adquieran importancia, como consecuencia ción económica, la cuestión de las “civilizaciones”
de cambios en el sistema internacional más que de podría adquirir un lugar central en el discurso
cambios concretos que acompañan el final de la público y en la reflexión académica. La cuestión
Guerra Fría. La ecología, la migración y las comu- de la demografía es quizá el desafío más impor-
nicaciones constituyen tres de ellas: todas identi- tante que afronta el mundo contemporáneo, aun-
fican cuestiones transnacionales que van más allá que una buena parte de la literatura sobre ecolo-
de la competencia o el dominio de Estados indivi- gía la elude y en gran parte del Tercer Mundo se
duales y todas conllevan cuestiones políticas y éti- percibe como elemento de alguna conspiración
cas. Fukuyama ha afirmado que la revolución en “del Norte”. Dos de las clases dirigentes religiosas
curso en las ciencias de la vida, que prometen una más poderosas, la del catolicismo y la del islam,
longevidad hasta ahora inconcebible a quienes también niegan su importancia. Como cualquier
tengan los recursos para ello, constituiría una otra cuestión contemporánea, la demografía incor-
revolución en los asuntos sociales sin parangón. pora asuntos del poder estatal, de diversidad
Además de reconocer su importancia, estos temas moral y de consecuencias transnacionales.
también merecen atención por la misma compleji-
dad de las cuestiones analíticas y morales que
implican: no hay una respuesta sencilla a la pre- El futuro: perspectivas
gunta de cómo han afectado estos procesos al teóricas
papel de los Estados y a la separación de las socie-
dades, como no la hay para las opciones morales y, En el plano teórico, parece poco probable que la
por tanto, políticas que ofrecen estos fenómenos. disciplina logre una unidad metodológica como la
No es difícil hacer una lista pesimista de cues- tuvo en un tiempo, y probablemente no sería
tiones protagonistas del mundo actual:27 el terro- deseable que lo lograra. En esto, las Relaciones
rismo nuclear y de baja intensidad, las guerras Internacionales reproducen en cierto modo la
entre democracias, la fragmentación y ruptura de diversificación y la fragmentación que caracteriza
bloques comerciales, la destrucción ecológica de a otras disciplinas, sobre todo la Sociología, la
los Estados, las movilizaciones transnacionales de Geografía y la Historia. Aunque el principio de que
comunidades religiosas. Sin embargo, también “todo vale” es peligroso, es deseable una situa-
podría haber cuestiones que no son evidentes hoy, ción de pluralismo teórico siempre que cada una
pero que adquirirán importancia en las próximas de las teorías genere una agenda de investigación
décadas. Dos temas que están en el horizonte de que desemboque en un análisis sustancial. El rea-
mediados de la década de 2000 y que podrían lismo no puede recuperar el monopolio que tuvo
cobrar una importancia mucho mayor son la “civi- una vez, pero tampoco va a desaparecer: los vie-
lización” y la demografía: ambas fueron, natural- jos paradigmas nunca mueren, simplemente
mente, elementos centrales de las relaciones siguen marchando, y el realismo no será una
entre los Estados en siglos anteriores y ahora han excepción.
vuelto a surgir, después de cierto desplazamiento Esto no debe impedir que otros enfoques teóri-
temporal. Ninguna de las dos ha abandonado cos produzcan sus propias agendas y análisis alter-
nunca la ideología, la percepción popular vivida, nativos. Dos de las áreas potencialmente más fruc-
de los asuntos internacionales. La “civilización”, tíferas son la sociología histórica y el feminismo.
aunque se la considera en general como una reli- La primera, que abarca tanto la obra de los auto-
gión, una etnia y unos valores nacionales distinti- res weberianos como la de los marxistas, ofrece la
vos englobadores, no es sólo un asunto de creencia oportunidad de abordar algunas de las cuestiones
y valor, sino también de organización y actuación más complejas y menos investigadas en las

27 Encontramos esta lista en la obra de Kaplan, Robert: The Ends of the Hearth, Alfred Knopf, Nueva York, 1996 en Harvey, Robert:
The Return of the Strong, Macmillan, Londres, 1995 y en Minc, Alain: Le nouveau Moyen Age, Gallimard, París, 1993 (traducido al
español: La nueva Edad Media: el gran vacío ideológico, Temas de Hoy, Madrid, 1994).

21
Relaciones Internacionales: el nexo entre sociedad ahora en dimensiones individuales y sociales,
nacional y las relaciones internacionales, el papel podría verse afectada por este contexto: la cons-
de la cultura al influir y determinar el sistema y la titución internacional de las economías, imágenes
periodización histórica del sistema internacional. de género, prácticas sociales, posibilidades lega-
El vínculo nacional-internacional, además de su les. El encuentro del feminismo con lo internacio-
importancia intrínseca, es una cuestión a través de nal, tanto como el encuentro de la sociología,
la cual las Relaciones Internacionales pueden de- también plantea cuestiones a ambos cuerpos de
sarrollar su relación con otras áreas de las ciencias pensamiento: las mismas complejidades, analíti-
sociales, incluso estudiando la evolución del cas y éticas, de las cuestiones internacionales
Estado y examinando patrones de interacción en imponen la aclaración y el desarrollo de enfoques
diferentes periodos de la historia. De hecho, una feministas. El feminismo tampoco ha sido inmune
vez que se considera el Estado no una abstracción a las distorsiones del postmodernismo: en sus orí-
legal, sino una entidad política y social, es posible genes, socialistas y liberales, basados en princi-
una reorientación del tema.28 Acerca del papel de pios racionalistas de la Ilustración, su impacto en
la cultura, hay mucha especulación sobre cómo las la disciplina se ha visto reducido por esta asocia-
comunicaciones internacionales, por satélite, ción divisiva con interpretaciones inconsistentes,
cable y fax, han derribado barreras entre Estados antipositivistas y potencialmente antiemancipato-
y sociedades. En esta idea subyace otra afirmación rias.30 La presunción, predominante durante gran
sobre el papel de la cultura en la constitución de parte del postmodernismo, de que sólo éste ofre-
sistemas de influencia y dominación. Lo menos que ce un medio de examinar estructuras de domina-
cabe decir es que estas afirmaciones exigen una ción y dar voz a los oprimidos, se reproduce en el
evaluación cuidadosa y comparativa. La tercera de análisis de las relaciones de género. Como han
estas cuestiones, la periodización de la historia del demostrado las críticas feministas del postmoder-
sistema, nos permite examinar hasta qué punto los nismo, el riesgo es el de automarginarse, disfra-
cambios en la sociedad, y sobre todo la llegada de zado a menudo como principio: con demasiada
la “modernidad”, han reestructurado el sistema frecuencia prevalece la introversión metodológica
internacional.29 Las tres cuestiones lindan con el a expensas de la crítica ética o del análisis sus-
asunto, suprimido con frecuencia en la disciplina tantivo.
tradicional de las Relaciones Internacionales,
tanto por parte del realismo como por parte del
conductismo, de la evolución histórica del Estado Expectativas
y la alteración de sus poderes y su carácter.
Por su parte, el feminismo ya ha demostrado Sobre este telón de fondo, cualquier previsión
cómo una serie de cuestiones consideradas con- sobre a dónde va la disciplina en el próximo cuar-
vencionalmente neutrales en cuanto al género tie- to de siglo debe formularse con gran cautela y
nen en realidad un carácter de género: la seguri- debe reconocer el papel de las tres dimensiones
dad, el interés nacional, los derechos humanos, la formativas sobre el tema: la evolución de la propia
guerra, el nacionalismo. En tal sentido, suscita una disciplina, los cambios en las demás ciencias socia-
reconceptualización general de gran parte de las les y la trayectoria de la historia mundial. Dicho
Relaciones Internacionales, vinculada al desarrollo esto, algunos temas clásicos y pesimistas parecen
de otros enfoques críticos. Pero del mismo modo, abocados a permanecer con gran firmeza en la
la participación del feminismo en lo internacional agenda: la guerra, la violencia no estatal, el nacio-
sugiere una serie de cuestiones sobre las que la nalismo y el conflicto comercial. Otros atraerán la
propia perspectiva feminista, centrada hasta atención de quienes están en el extremo político:

28 Little, Richard: “International relations and large-scale historical change”, en Groom y Light (eds.): Contemporary International
Relations, Pinter Publishers, Londres/Nueva York, 1994.
29 Rosenberg, Justin: The Empire of Civil Society, Verso, Londres, 1994.
30 Molyneux, Maxine y Steinberg, Deborah: “Mies and Shiva’s Ecofeminism : a New Testament?”, en Feminist Review nº 49, prima-
vera, 1995 (traducido al español como “El ecofeminismo de Shiva y Mies: ¿regreso al futuro?”, en Ecología Política, nº 8, 1995);
Nussbaum, Martha: “The Hip Defeatism of Judith Butler”, New Republic, vol. 22, nº 2, 1999.

22
Las Relaciones Internacionales y sus debates

El terrorismo, la migración,
la guerra de los conflictos comerciales y
la proliferación nuclear
centrarán la agenda de
las relaciones internacionales

la migración, el terrorismo, la proliferación nucle- a estas transformaciones en el sistema internacio-


ar. Como ya se ha sugerido, una cuestión dominan- nal y a las perspectivas cambiantes de las propias
te que quedó al final de la Guerra Fría, la de las ciencias sociales. Aquí hay cuatro directrices gene-
perspectivas para la colaboración pacífica entre rales que podrían servir para orientar la disciplina
los principales Estados, permite tanto una inter- y cumplir los criterios que se han señalado antes.33
pretación pesimista como una optimista. Podemos En primer lugar, la disciplina de Relaciones
prever un futuro dominado por nuevas carreras de Internacionales no debería perder de vista el
armas y la competición por las esferas de influen- requisito de ser sustantiva, es decir, que aunque la
cia, con universidades en un par de décadas, o teoría es un requisito previo, puesto que los
menos, ofreciendo programas de máster sobre la hechos por sí mismos carecen de significado, debe
ruptura de los bloques comerciales y la remilitari- producir teorías que puedan analizar procesos his-
zación de las sociedades desarrolladas. tóricos y cuestiones específicas dentro de ellos:
Alternativamente, podríamos ver la consolidación una búsqueda de metodología por sí misma, divor-
y expansión de la región de Estados desarrollados ciada del análisis de sucesos reales o históricos,
y desmilitarizados, la zona de paz o “interior servirá de poco, salvo para aislar aún más el tema
lockeano”, donde los antiguos patrones de con- del público en general. Para evitar este escollo, la
ducta competitiva entre los Estados ceden ante teoría haría bien en cumplir un segundo desiderá-
nuevas formas de cooperación.31 Incluso si preva- tum: los autores sobre Relaciones Internacionales
lece lo segundo en una parte del mundo, quedaría deberían ser más conscientes de, y los estudiantes
por ver cómo llevar las relaciones con las demás ser más versados en, la filosofía de las ciencias
regiones, presumiblemente no lockeanas: seguiría- sociales en general. Parte de la reivindicación de
mos estando muy lejos de la situación que Francis ser capaz de formar la mente se basa en la medi-
Fukuyama, citando a Kojeve, calificaría de “reali- da en que las Relaciones Internacionales como
neamiento de las provincias”.32 Es especialmente tema de estudio puedan servir para educar a los
pertinente aquí la cuestión que los autores marxis- estudiantes en las cuestiones de método —hecho y
tas y “estructuralistas” han incluido en la agenda valor, explicación y generalización, causas— comu-
como la más importante: la continuidad de la exis- nes a las ciencias sociales: un excepcionalismo
tencia de desigualdades económicas en un mundo artificial, por el que las cuestiones de metodología
de prosperidad creciente para algunos. de las ciencias sociales se debaten como si fueran
Si bien la tarea del estudio académico de las característicos de la materia, no sirve ni a la ense-
relaciones internacionales no es prever estos suce- ñanza ni a la precisión metodológica. En tercer
sos, sí puede, en mejor o peor medida, responder lugar, la materia necesita mantener, y de hecho

31 Singer, Max y Wildavsky, Aaron: The Real World Order: Zones of Peace/Zones of Turmoil, Chatham House, Chantam,1993.
32 Fukuyama, Francis: The End of History and the Last Man, Hamish Hamilton, Londres, 1992 (traducido al español: El final de la his-
toria y el ultimo hombre, Planeta, Barcelona, 1992). Entre los numerosos textos que tratan de Fukuyama, dos son de interés espe-
cial: Lutz Niethammer, Posthistoire, Has History Come to an End?, Verso, Londres, 1992; y Perry Anderson, “The End of History”,
en A Zone of Engagement, Verso, Londres, 1992.
33 Una agenda que en cierto modo es paralela a ésta, y que trata de unir las Relaciones Internacionales con conceptos generales de
teoría social, es la de Rosenberg, Justin: “The International Imagination: IR Theory and ‘Classic Social Analysis’”, en Millennium,
vol. 23, nº 1, primavera de 1994.

23
desarrollar, su relación con la Historia: quizá que se necesitan mutuamente más que nunca. Las
demasiado preocupada por distanciarse de la his- Relaciones Internacionales existen como asignatu-
toria diplomática de la que surgió originalmente, ra académica, siguiendo a Dahrendorf, debido, en
las Relaciones Internacionales necesitan ahora un parte, a la permanente tensión con el mundo de la
vínculo más comprometido con la Historia. Una historia y los sucesos. A esta motivación, la fuente
base de este tipo es un requisito previo para una más duradera de insatisfacción, hay que darle la
teorización adecuada en Relaciones Interna- bienvenida sobre todas las demás.
cionales. Del mismo modo, un estudio atento de la
Historia podría servir, paradójicamente, para res-
catar las Relaciones Internacionales de la afirma- La autonomía de las
ción de continuidades transhistóricas donde no las Relaciones Internacionales
hay. Si uno de los cambios más interesantes en las
Relaciones Internacionales es el examen de cómo La disciplina de Relaciones Internacionales, para
el sistema internacional no ha sido continuamente poder hacer frente a los desafíos académicos e his-
el mismo desde las guerras del Peloponeso, los tóricos que tiene ante sí, ha de producir un traba-
argumentos a favor o en contra de esto sólo pue- jo que cumpla los criterios de la teoría de las cien-
den hacerse por medio de un estudio crítico de la cias sociales, y al mismo tiempo ayude en la doble
propia historia. Lo mismo se aplica, a fortiori, a tarea de cualquier ciencia social que se enfrente a
los argumentos sobre cómo son los patrones “nue- ella, a saber, la de explicar sucesos y procesos, y
vos” o perennes de las relaciones contemporáneas la de aclarar los debates normativos. El cumpli-
entre Estados. miento de estas tareas avanzaría mucho si los pro-
Por último, la disciplina puede reforzar la ten- fesionales prestaran el debido respeto a las formas
dencia ya evidente hacia el examen de las cues- de actividad intelectual afines a la labor de las
tiones éticas en las relaciones internacionales. Si relaciones internacionales, a saber, una buena
una de las características más sorprendentes del comprensión de la historia y un reconocimiento de
debate público contemporáneo, y también del que las bases de los debates se sitúan en el inte-
académico, es el énfasis en estas cuestiones éti- rior de la filosofía de las ciencias sociales en gene-
cas, sorprende igualmente cómo estos debates ral. Pero la labor de las relaciones internacionales
carecen normalmente de profundidad histórica o también exige que otros científicos sociales y quie-
de precisión teórica: casi todos los comentarios nes intervienen en la política pública reconozcan
sobre, por ejemplo, el enfrentamiento Irak- el propio campo específico de estudio de las
Estados Unidos en Kuwait (1990-1991) o la crisis Relaciones Internacionales, sus conceptos, teorías
bosnia (1992-1995) se hicieron con una aparente y metas; es decir, su autonomía frente a las demás
conciencia histórica, como en la invocación del ciencias sociales e igualmente frente al debate
“apaciguamiento”. Pero el debate sobre cuestio- público y político.
nes morales —cuándo y cómo intervenir, si se debe La disciplina de Relaciones Internacionales no
aceptar un mal para prevenir otro, nuestra obliga- puede ser una herramienta de políticos, periodis-
ción de ayudar a otros pueblos— se viene realizan- tas, analistas del mercado o espías, o estar impul-
do en un discurso moral desprovisto de dimensión sada por sus prioridades y metodologías. Tampoco
histórica. Esto no quiere decir, por supuesto, que es un apéndice de las ciencias sociales con un
esta dimensión proporcionaría las respuestas a enfoque “nacional” o de “sistema delimitado”, sea
todos los dilemas morales; sin embargo, serviría dentro de la historia, la política, el derecho o la
para informar e iluminar el debate público y afinar economía: lo internacional no es, como se suele
las decisiones que tienen que tomar políticos y presentar, algo residual o añadido a otras formas
votantes. Aquí, acertadamente, los mundos de la de investigación, como el último grupo minoritario
teoría clásica y del debate político público podrían al que se le pide que sume sus opiniones resumidas
encontrarse en una interacción creativa. Sin duda a una investigación más general, nacional o esta-
parece, sobre la base de los últimos tres cuartos tista. Para que la teoría de las Relaciones
de siglo, y no menos en esta época de tanta con- Internacionales haga su tarea y participe en el
fusión en las esferas internacional e intelectual, mundo en general de otras ciencias sociales y en el

24
Las Relaciones Internacionales y sus debates

debate público, esta autonomía disciplinaria debe Beitz, Charles: Political Theory and
ser reconocida, respetada y preservada. Entonces International Relations, Princeton
la ciencia de las Relaciones Internacionales podrá University Press, Princeton, 1979.
desempeñar un papel adecuado, reuniendo tres Booth, Ken y Smith, Steve (eds.): International
condiciones que cualquier ciencia social necesita Relations Theory Today, Polity Press,
para establecer y promover esa autonomía e inte- Cambridge, 1995.
gridad: primero, debe hacer bien su propio traba- Brown, Chris y Ainley, Kirsten: Understanding
jo y no caer presa de la moda metodológica y la International Relations, tercera edición,
inversión epistemológica; en segundo lugar, aque- Palgrave Macmillan, Basingstoke, 2005.
llos con los que interactúe deben respetar esa Brown, Chris: International Relations Theory:
autonomía, como la disciplina de las Relaciones New Normative Approaches, Harvester
Internacionales debe respetar la suya, sea acadé- Wheatsheaf, Hemel Hempstead, 1992.
mica o no; y por último, las Relaciones Brown, Chris: “Critical theory and postmoder-
Internacionales y sus interlocutores lejanos y cer- nism in international relations”, en Groom,
canos, todos, deben conservar cierto grado de A.J. R. y Light, Margot (eds.): Contemporary
duda estratégica sobre sí misma y aceptar que International Relations: A Guide to Theory,
para muchas cuestiones, algunas clásicas, otras Pinter Publishers, Londres, 1994.
suscitadas por sucesos o tendencias intelectuales Brown, Chris: “‘Turtles All the Way Down’: Anti-
recientes, no tenemos todavía, ninguno de nos- Foundationalism, Critical Theory and
otros, respuestas claras. La autonomía teórica, el International Relations”, Millennium, Journal
respeto mutuo y un mínimo continuo de modestia, of International Studies, vol. 23, nº 2, vera-
duda e investigación intelectual son los requisitos no de 1994.
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Títulos ya publicados

La democracia cosmopolita: una respuesta a las críticas


Daniele Archibugi

Estados frágiles: soberanía, desarrollo y conflicto


Susan L. Woodward y Mark B. Taylor

El terrorismo internacional: causas e implicaciones


estrátegicas
Laurence Thieux

Terrorismo y democracia: España y los atentados del 11-M


Mabel González Bustelo

La prevención de conflictos violentos: tareas y desafíos


para Naciones Unidas
Barnett R. Rubin

Consolidación de la paz, consolidación del estado: construir


soberanía para la seguridad
Barnett R. Rubin

Perspectivas para la paz en Colombia: la respuesta a la


política de Uribe
Daniel García-Peña Jaramillo

La ley de Justicia y Paz en Colombia a la luz del Derecho


Internacional de los derechos humanos
Hernando Valencia Villa

Estados Unidos y su guerra contra el terrorismo cuatro años


después: un repaso
Robert Matthews

Descentralización y construcción de una paz sostenible en


Mozambique
Eduardo J. Sitoe y Carolina Hunguana

El papel del desarrollo rural en la consolidación de la paz. El


caso de Afganistán
Omar Zakhilwal y Jane Murphy Thomas

El fracaso de la consolidación de la paz y la relación entre


seguridad y buen gobierno: El caso de Palestina, 1993-2005
Omar Zakhilwal y Jane Murphy Thomas
.
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La construcción política de las
Privatizaciones. Rol del sindicalismo
sociedades latinoamericanas y su talón
Caso analizado:
de Aquiles: Foetra político
el régimen
Raúl Irigaray
Cátedra de Administración Pública
Marcelo
FacultadCavarozzi
de Ciencia Política y RR.II.
(CONICET
U.N.R. - UNSAM)

cavarozzi@gmail.com

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Revista de estudios multidisciplinarios sobre la cuestión social
Año 11 / N° 13 / enero-diciembre 2014
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ISSN 1853-8827 - www.fcpolit.unr.edu.ar/cuadernos-de-ciesal
Marcelo Cavarozzi

Resumen
Democracia y no democracia fueron desde el período de entreguerras partes constitutivas de
la modernización política en América Latina.. Las nuevas democracias en la región potencian
esa ambivalencia en un contexto marcado por la dislocación de los Estados y el avance de
un capitalismo generador de desorden y desigualdad.

Palabras claves: Modernidad - Estado - Democracias en el siglo XXI

Abstract
Beginning in the interwar period, democracy and non-democracy grew simultaneously in
modernizing Latin America. Contemporary democracies retain that ambivalence wtithi a
capitalist model defined by the growth of inequality and disorder.

Keywords: Modernity - State - Democracies in the 21st century

Marcelo Cavarozzi, “La construcción política de las sociedades latinoamericanas y su


talón de Aquiles: el régimen político”. Cuadernos del Ciesal. Año 11, número 13, enero-
diciembre 2014, pp. 8-47.

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La construcción política de las sociedades latinoamericanas y su talón de
Aquiles: el régimen político

Primera parte: El siglo XX largo


En su sugerente volumen sobre la Europa contemporánea Göran Therborn postula que a partir de
la llegada de los europeos en el siglo XVI, las sociedades americanas, tanto las del Sur como las del
Norte, transitaron una ruta a la modernidad, o a través de ella como propone el sociólogo sueco, que
él denomina de los “Nuevos Mundos”.1 La pista que me sugiere esta metáfora --relacionándola con
los argumentos sobre la dinámica de la Matriz Estado-Céntrica en América Latina que expuse en un
par de textos previos—me lleva a compartir un conjunto de reflexiones en torno al proceso de cons-
trucción de las sociedades latinoamericanas.2
Originariamente, la idea que desarrollé en aquellos textos fue que a partir del período de entreguerras
del siglo XX se expandieron en América Latina tanto los mecanismos de regulación política de la eco-
nomía capitalista –entre ellos el control del comercio exterior y de cambios, el otorgamiento de subsi-
dios a las firmas que sustituían importaciones y la intervención en las relaciones obrero-patronales—
como así también el diseño e implementación de una profusa red de mecanismos de movilización
y control político de la ciudadanía, especialmente de los sectores medios y populares. 3 En resumen,
la propuesta de mis textos anteriores era que la economía y los mecanismos de ejercicio de la do-
minación, que abarcaron también los legados que perduraban de las relaciones serviles y esclavistas
previas, fueron articulados desde el Estado, al mismo tiempo que éste construía sus organizaciones,
sus prácticas y sus domains. Ahora bien, como prefacio a estas notas quiero formular dos puntualiza-
ciones adicionales. La primera es que la expansión efectiva de la regulación estatal comenzó en varias
de las sociedades de América Latina antes de la crisis abierta por la Primera Guerra Mundial: el proce-
so, de hecho, se inició durante la segunda mitad del siglo XIX cuando dichas sociedades --me refiero a
los casos de México, Brasil, Uruguay, Chile y Argentina-- se integraron plenamente al sistema mundial.
La segunda puntualización es que el diseño y la implementación de los mecanismos de dirigismo es-
tatal y de ciudadanización regulada, en realidad, fueron partes de un proceso más inclusivo y global
de “creación de un nuevo mundo”, para retornar a la imagen de Therborn.4 En otras palabras, nuevas

1. Therborn describe a la ruta de los Nuevos Mundos como una en que las cuestiones centrales tuvieron que ver con
1) la aplicación o no del discurso moderno de los derechos y 2) la determinación de quienes pertenecían al Pueblo (the
people). Agrega que los clivajes políticos en esta ruta tendieron a ser ideológicamente pragmáticos o sincretistas y socio-
económicamente sub-determinadas (under-determined) y que la cuestión racial tornó a ser decisiva.
2. Me refiero a “Más allá de las transiciones a la democracia en América Latina” originalmente publicado en el Journal of
Latin American Studies en 1991; “La Política: clave del largo plazo latinoamericano” publicado en Marcelo Cavarozzi, El
Capitalismo político tardío y su crisis en América Latina. (1996) y “Acción presidencial en la América Latina: antecedentes
históricos y una tipología del siglo XXI” en Sergio Fausto (comp.), Difícil Democracia; 2010. No hace falta aclarar que utilizo
el término "construcción" en un sentido metafórico. Las viejas sociedades coloniales dejaron legados, o escombros, que
constituyeron, en buena medida, el material sobre el cual se construyeron las "nuevas sociedades".
3. Wanderley Gilherme dos Santos capta con agudeza este fenómeno al definir a la “ciudadanía regulada” como el “…
concepto de ciudadanía cuyas raíces no se encuentra en un código de valores políticos, … sino en un sistema de estrati-
ficación ocupacional definido por norma legal”. (Cidadanía e Justiça; 1979; pg. 75)
4. En algunos casos estos “nuevos mundos” incluyeron un dramático cambio poblacional. En el medio siglo que precedió
a 1914 en Argentina, Uruguay y el Centro Sur de Brasil se produjo una verdadera revolución demográfica debido al in-
flujo masivo de la inmigración trasatlántica; también llegaron numerosos inmigrantes a otros países de la región, como
Chile, Cuba y Venezuela, pero en una proporción menor que en los primeros casos. Este aluvión –como lo denominó

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sociedades emergieron en estos países como resultado de proyectos de naturaleza eminentemente


política en los cuales los respectivos Estados jugaron un papel decisivo. No resulta descabellado, por
ende, sostener que en América Latina aquellas sociedades que se integraron al sistema mundial tem-
pranamente, “fueron construidas desde la política”. Se puede agregar, retomando nuevamente las
pistas que proporciona Therborn, que en la ruta a la modernidad de “los Nuevos Mundos” latinoame-
ricanos se generaron clivajes sociales económicamente “sub-determinados” que tuvieron un carácter
híbrido y pragmático; resultaron, por lo tanto, ser políticamente sobre-determinados.
Partiendo, entonces, de la coyuntura de mediados del siglo XIX, cuando América Latina ingresó a (o
comenzó a trasponer) la modernidad, se sucedieron tres etapas en este “itinerario”: 1) la de la segun-
da mitad del siglo XIX --que se extendió hasta comienzos de la Primera Guerra Mundial—que estuvo
centrada en la construcción del Estado-nación; 2) la de incorporación de las masas a la política que
se inauguró con la Revolución Mexicana y la experiencia batllista uruguaya y que tuvo su último hito
con la experiencia de la Unidad Popular en Chile --estas dos etapas conformaron lo que podríamos
bautizar como “el siglo XX largo” en la región y 3) la de la estabilización de regímenes democráticos
inaugurada con las transiciones de la década de 1980; estabilización que en sus primeras dos décadas
fue, como veremos, más una etapa de cierre que de apertura de algo nuevo. Es decir, la estabilización
democrática puso fin a los autoritarismos fundacionales de la década de 1970, además de clausurar
el ciclo de procesos revolucionarios iniciados con la experiencia cubana, pero durante el resto del
siglo XX no generó mecanismos alternativos a los heredados de la etapa estado-céntrica. En la pri-
mera parte de este artículo repaso algunos rasgos del par inicial de etapas con un doble propósito:
el de revisar argumentos previos sobre el período 1870-1970 y el de analizar cómo se conformaron
los legados recibidos por la etapa contemporánea. En la segunda parte reviso, primero, los fracasos
de las panaceas democratistas y neoliberales de las dos décadas finales del Siglo XX, para luego con-
centrarme en el análisis de los rasgos preliminares de las "democracias del siglo XXI", refiriéndome a
la etapa más reciente abierta en los turbulentos años de lo que José Antonio Ocampo designó como
la "media década perdida", es decir 1998-2002. La hipótesis que exploro, en ese sentido, es la de que
en el siglo actual, después del paso de las "tormentas perfectas" de dicho lustro, parecen comenzar a
desplegarse los rasgos de una nueva matriz económico-política, es decir de una modalidad diferente
de imbricación entre la economía, el Estado y el régimen político. En esa vena, resulta pertinente re-
plantearse la cuestión del régimen político para lo cual conviene ampliar el conjunto de casos a tener
en cuenta revisando también los cambios que han experimentado Venezuela y las naciones andinas
-- es decir, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.

Sección I. La construcción de Estados y de clases dominantes.


Desde los albores del siglo XIX, el problema con el que se enfrentaron las elites de los territorios lati-
noamericanos --especialmente en aquellos casos que analizo acá y que se expandieron al ritmo del
crecimiento de la minería y la agricultura de exportación-- no fue sólo el de erigir las instituciones

críticamente un aristócrata chileno-- produjo un cambio drástico de esas sociedades al generar nuevos actores y nuevas
costumbres.

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vinculadas a un modelo de organización político-administrativa que llenara el vacío dejado por el


derrumbe del imperio colonial español (o el progresivo desvanecimiento del imperio portugués en el
caso de Brasil), sino también el de construir comunidades que se basaran, aunque fuera imaginaria-
mente como apunta Fernando Escalante Gonzalbo para el caso mexicano, en la idea de ciudadanos,
reemplazando a la de súbditos (y fieles) sobre la que se habían sostenido las monarquías ibéricas.5
Inspirándonos nuevamente en Therborn, se podría argüir que esta pretensión, de por sí compleja, se
tornó aún más ilusoria en aquellos territorios o espacios en los cuales era considerable la presencia
de etnias que eran consideradas inferiores por los europeos y los criollos, es decir las originarias y las
afroamericanas. Como es sabido, esas etnias constituyeron la mayoría de la población en buena parte
de la zona andina, en el sur de Mesoamérica, en la cuenca caribeña donde se implantaron plantacio-
nes y en varias regiones del litoral brasileño.
Las nuevas clases dominantes que emergieron en el siglo 19 no tuvieron fácil tarea, porque, más allá de
definir y sostener verosímilmente un heterogéneo conjunto de relaciones jerárquicas que sometieran
a trabajadores, campesinos, esclavos y comunidades indígenas, tuvieron que construirse a sí mismas.
En la Europa post-feudal, del viejo orden sobrevivieron, por una parte, aristócratas que liquidaron o
redefinieron los patrones de relación servil –si nos atenemos a la bifurcación que Perry Anderson y
Barrington Moore subrayaron al distinguir los caminos alternativos seguidos en Europa Occidental y
Oriental-- y, por la otra, burgueses que fueron imbricando el poder del dinero con el poder estatal. En
América Latina, en cambio, la formación de comunidades que trascendieran los vínculos de carácter
local fue más o menos simultánea a la formación de las clases nacionales que dirigieron el proceso;
exagerando el contraste, porque ciertamente hubo elementos del pasado colonial que sobrevivieron
la “larga espera” a la que se refiere Halperín Donghi, se puede sostener que en la región no hubo un
“viejo orden” que fuera la antítesis del nuevo, pero que al mismo tiempo le diera un soporte, como su-
gieren --entre otros Karl Polanyi y Gregory Luebbert— que ocurrió en el caso europeo. Un argumento
similar al que sostengo lo propone Mario Góngora cuando apunta que el Estado portaliano en Chile
“carecía de un fundamento ético-religioso como lo tenía la monarquía hispánica del siglo XVI”.6
Esta afirmación no significa negar, en modo alguno, que aparte de la iglesia, también sobrevivieron
otras instituciones y prácticas del mundo colonial, como la esclavitud, las diferentes modalidades
de servidumbre y el espíritu barroco que impregnaba el derecho, la educación y la cultura. En otras
palabras, las instituciones y prácticas coloniales, cuyo arraigo en algunos casos era precario, fueron
parcialmente arrasadas por los procesos independentistas; por ende, los legados carecieron de la
densidad requerida para eventualmente sostener dialécticamente al nuevo orden.
El rasgo fundacional de las sociedades latinoamericanas al que aludo es sugerido por varios autores;
como ejemplos se pueden citar dos textos que analizan el desarrollo de Brasil y Chile durante el siglo
XIX. EL primero es de Maria de Fátima Silva Gouvêa en su O Império das Províncias, quien al explorar
5. Me refiero a Ciudadanos Imaginarios. El utilizar estos conceptos no implica desconocer que tanto antes como después
de las guerras civiles asociadas a los procesos independentistas, las sociedades de la región desbordaron esta dicotomía
esquemática.
6. En su Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX. Santiago: Editorial Universitaria, 2011; pag.
77.

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la creación y construcción institucional del imperio esclavócrata brasileño bajo los herederos de los
Bragança subraya que dicho proceso implicó la formación simultánea de un estado –con intencio-
nes centralizadoras pero en la práctica regionalizado-- y de las clases dirigentes especialmente en
las provincias más dinámicas del Centro Sur y el Sur, como Rio de Janeiro, Rio Grande do Sul y Sâo
Paulo.7 El segundo es de mi autoría en el que me refiero al Chile del ochocientos, y en él señalo que la
construcción del estado nacional chileno a partir de la década de 1830 fue paralela a la constitución
de la oligarquía terrateniente del Valle Central como una clase-en-el-Estado hegemónica.8 Claro está
que este proceso se aceleró a partir de la expansión territorial que se produjo al incorporarse al Chile
original las regiones anteriormente controladas por bolivianos, peruanos y mapuches.
Los dos casos mencionados sugieren uno de los rasgos centrales de los procesos de construcción de
la semi-periferia latinoamericana, --conjunto que incluye también a México, Argentina y Uruguay. En
los cinco casos mencionados el desarrollo primario exportador inaugurado en la segunda mitad del
siglo XIX estuvo asociado a la formación de un Estado nacional dotado de un grado relativamente sig-
nificativo de soberanía.9 Es por ello que en el análisis de esta etapa no incluyo casos como a) el colom-
biano, cuya temprana inserción en el emergente mercado mundial de capitales colapsó rápidamen-
te socavando hasta tal punto las bases materiales del Estado nacional que un presidente promovió la
anexión a los Estados Unidos en 1859 y algunas décadas más tarde no tuvo ninguna capacidad para
oponerse a la secesión de Panamá; b) el paraguayo, ya que entre 1865 y 1870 la destrucción produci-
da por la guerra de la Triple Alianza --que a partir de 1866 se desarrolló de manera exclusiva en territo-
rio del Paraguay-- no sólo implicó en los hechos la desaparición del Estado nacional, sino también el
exterminio de alrededor de la mitad de la población; c) el peruano, donde la construcción de Estado
prácticamente abortó a finales del siglo XIX con la derrota frente a Chile en la guerra del Pacífico y las
repercusiones que tuvieron la pérdida de territorio y la bancarrota fiscal sobre el crédito externo y d)
el cubano, país que a pesar del dinamismo de la economía generado por el boom azucarero (o quizás
precisamente por ello), se mantuvo en un status colonial de jure durante todo el siglo XIX y de facto
incluso después de producida la tardía independencia de España en 1902, ya que Estados Unidos
continuó interviniendo desembozadamente en la política interna hasta 1959.
Las clases dirigentes se enfrentaron con un triple desafío en los cinco casos que analizo. En primer
lugar, tuvieron que generar las condiciones materiales y de gestión para dinamizar la extracción, cul-
tivo, procesamiento y exportación de los commodities agrícolas y mineros cuya demanda estaba cre-
ciendo en el mundo –como se sabe, la canasta de exportables abarcó desde el oro y la plata y algunos
metales no preciosos como el cobre, el zinc, el hierro y el estaño y los fertilizantes (guano y salitre)
hasta la lana, la carne vacuna, las maderas, el henequén, el azúcar, los cereales, el caucho, el tabaco,
el café, el lino, la quina, las bananas, el cacao y ya hacia fines del período, el petróleo y el carbón. Para
ello, las elites latinoamericanas, muy especialmente las de los cinco países arriba mencionados, se

7. En las páginas 73 y 74 la autora repara en el hecho que “… a Coroa foi capaz de manipular eventos em favor do interesse
daquele duplo processo de construçâo: o Estado e seu principal grupo dirigente”.
8. Marcelo Cavarozzi. “El orden oligárquico en Chile” en Desarrollo Económico, 18:70 (1978)
9. Por diversas razones, que sólo menciono al pasar a continuación, en los otros casos el desarrollo estatal fue más tardío
y menos potente.

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convirtieron en los socios menores, pero ciertamente no irrelevantes, de los operadores que controla-
ban el comercio internacional y el mercado de capitales con base en la haute finance de Londres, Paris
y Nueva York. Estas tareas las desarrollaron tanto en los casos en que el respectivo sector productivo
quedó en su poder, como en aquellos otros en que la propiedad y el management pasó a manos de
firmas extranjeras.
En segundo lugar, las elites que dirigieron el proceso de plena integración al mercado mundial debie-
ron también promover la construcción de Estado, es decir la creación de los mecanismos burocráti-
cos, jurídicos, hacendarios, militares y de reproducción cultural que les permitieran ejercer un cierto
control, más o menos efectivo, sobre la población y el territorio. Este segundo proceso también tuvo
mayores avances en los cinco casos aludidos que en el resto de la región.
Finalmente, las nuevas clases dirigentes se enfrentaron con el desafío de articular un régimen polí-
tico. ¿Qué significaba esto? Implicaba por una parte, definir las características de la comunidad a la
cual se gobernaba y representaba, partiendo de una situación en la cual la existencia de lazos socia-
les previos era precaria, como sostuve al postular la debilidad relativa del “viejo orden”. Emergía, por
ende, un doble desafío: el de dibujar el contorno de la comunidad en construcción, es decir de quie-
nes la integraban y quienes no, y cómo esos “ciudadanos” eran “representados” por the ruling elite,
tanto a través del control de las instituciones del Estado, como de la influencia que ejercía en esferas
de poder formalmente ubicadas fuera del Estado, es decir las redes clientelísticas, la iglesia católica,
la prensa, las universidades y el ámbito productivo, espacio este último en el cual la discrecionalidad
de la cual dicha elite disfrutaba era prácticamente absoluta, especialmente en el mundo rural. Más
complicado aún, ¿cómo seleccionar dentro de los miembros de la elite a los “más destacados”, es
decir a los ocupantes de los cargos superiores del gobierno y la administración? Este fue el talón de
Aquiles en la ecuación oligárquica. Los conflictos generados por la competencia entre “ins” y “outs”,
como los denomina Timothy Scully en su trabajo sobre Chile, entre presidentes y parlamentos, y entre
las diferentes maquinarias regionales --unas veces entre ellas mismas y otras con el poder ejecutivo
nacional-- en ningún caso se resolvieron legítimamente de modo estable. Se diseñaron, ciertamen-
te, algunos mecanismos que aliviaron temporariamente las presiones y los estallidos – los ejemplos
más destacados fueron la república parlamentaria en Chile (1891-1925), la dictadura personalista en
México (1876-1910) y la conservación del poder en manos de las oligarquías regionales en la Repú-
blica Velha brasilera (1889-1930). Pero todos esos mecanismos acabaron desgastándose en algunos
casos, o saltando por los aires en otros, siendo la revolución mexicana el ejemplo más dramático del
segundo tipo de desenlace.
¿Cuál era el meollo de la conflictividad irresuelta de los regímenes oligárquicos? Las diferentes faccio-
nes que competían por el control de los cargos de la cúpula del Estado, y de sus adyacencias relevan-
tes, nunca se pusieron plenamente de acuerdo en torno a reglas que dirimieran las modalidades de
acceso a dichos cargos y la permanencia en ellos. Y esa falta de acuerdos se refería, centralmente, a la
determinación de quienes eran “ciudadanos”, cómo votaban, y cómo y quiénes contaban los votos; el
corolario de este desacuerdo era, claro está, la utilización sistemática del fraude y el cohecho en algu-
nos casos y la exclusión de vastas franjas de la población en otros. De esto se derivaba inevitablemente
una cuestión que tenía efectos aún más serios en cuanto a la gravedad y la violencia de los conflictos:

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las limitaciones al sufragio, el fraude, y los otros ardides y enredos que las elites, sus leguleyos y sus
policías bravas inventaban y ejecutaban, a menudo con consecuencias letales, no sólo tenían como
consecuencia excluir del sufragio, formalmente o de hecho, a la mayoría de los potenciales ciudada-
nos, es decir a las clases medias y populares. El fraude, así como otros mecanismos antidemocráticos,
era también utilizado por las diferentes facciones de las elites para dirimir los conflictos entre ellas ...
haciéndose trampa, claro está. Por ende, los dos procesos –la ampliación de la ciudadanía política y la
dilucidación de los conflictos intra-elitarios—quedaron irremisiblemente ligados. Y no resueltos.
En el mismo núcleo del régimen oligárquico, por lo tanto, se plantó la simiente de su irreductible ile-
gitimidad. Las disputas centrales no se refirieron solamente al control del Estado y al diseño y alcance
de sus funciones --incluyendo aquí que prerrogativas y bienes materiales debía ceder la iglesia católi-
ca, ni sobre los rumbos a seguir en materia de economía-- sino también a la arquitectura del régimen
político. Y en esa decisiva instancia fundacional la falta de acuerdo en torno a cómo se ampliaría efec-
tivamente el sufragio, y los caminos que se siguieron para intentar aperturas controladas, abrieron,
por el contrario, una caja de Pandora que no se cerraría por más de un siglo.
La referencia a la iglesia del párrafo precedente me suscita una reflexión sobre un tema más amplio
vinculado a la imagen de los “Nuevos Mundos”. En América Latina, el liberalismo no se topó con le-
gados absolutistas del porte y la densidad de los que enfrentaron los liberales europeos, con la ex-
cepción precisamente de las prerrogativas asociadas a los fueros eclesiásticos que sobrevivieron a las
turbulencias del primer cuarto del siglo XIX. Por cierto que estas prerrogativas no eran una cuestión
menor, teniendo en cuenta que la iglesia católica disfrutó en los territorios controlados por las monar-
quías ibéricas y las nuevas repúblicas del siglo XIX de un cuasi-monopolio cultural del que no gozaba
en Europa.
De todos modos, se podría concluir que los liberalismos latinoamericanos no tuvieron la necesidad
de defender demasiado vigorosamente la retórica y la práctica de las libertades individuales, en la
medida en que muchos de los privilegios estamentales y corporativos todavía en pie, ya habían sido
severamente erosionados durante los procesos independentistas y las guerras civiles de la primera
mitad del siglo XIX. También se podría arriesgar la opinión que, en una suerte de simetría inversa,
otro de los ingredientes del liberalismo europeo --esto es, su visión de que el Estado debía limitarse a
cumplir funciones de defensa del orden y la propiedad— “quedó patas para arriba”, si se me perdona
la expresión. Esto fue así porque la destrucción que arrasó los aparatos administrativos y políticos
coloniales requería, por el contrario, que los emergentes Estados nacionales se enfrentaran con ta-
reas de reconstrucción institucional de una magnitud descomunal. No sólo debían hacerse cargo de
diseñarse y organizarse a sí mismos, sino también de intervenir en la construcción de las "nuevas"
sociedades y reentretejer los vínculos de estas sociedades con la economía global, rigiéndose ya por
nuevos códigos: las leyes de mercado, el respeto de las constituciones y la adhesión a la Pax Britanni-
ca (en este último caso, claro está, emergieron excepciones plenamente justificadas por las jerarquías
financieras y comerciales del mundo; por ejemplo cuando se redefinió bajo que Estado latinoameri-
cano se encontraría el control de una materia prima esencial como el salitre de la costa pacífica) .

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Sección II. La incorporación de clases medias y populares y la política de masas. La conflictividad


en torno al régimen político, y al peso que tendría el "sufragio efectivo" dentro de él, no disminuyó
durante la coyuntura de derrumbe los sistemas oligárquicos, que abarcó el cuarto de siglo com-
prendido entre la guerra civil de 1904 en Uruguay y el fin de la Republica Velha en 1930 Brasil.10 Por el
contrario, los conflictos se agudizaron y un indicador de ese fenómeno fue que la intervención de las
fuerzas armadas en la política se tornó más sistemática y desembozada. Incluso en el caso uruguayo,
donde ciertamente los militares estuvieron lejos de controlar en el siglo XX los recursos materiales
y simbólicos de los que dispusieron en los otros cuatro casos, un golpe blando ejecutado por un
presidente en ejercicio, Gabriel Terra, por el que se dispuso el cierre del congreso y proscripciones de
políticos opositores, contó con el disimulado aval de las fuerzas armadas. 11
Y precisamente, excepto en el caso uruguayo, la inclusión de las clases medias y de algunos sectores
de las clases populares en el juego electoral no se tradujo en la consolidación de regímenes demo-
cráticos. Al contrario, y especialmente en Brasil y Argentina, el sistema político se tornó más inestable,
o dicho con mayor precisión, más provisorio. Los dos países sudamericanos más grandes ingresaron,
coincidentemente en 1930, en un extenso medio siglo de permanente intervencionismo militar, que
se clausuró casi de manera simultánea en 1985 y 1983. También en Chile, los militares permanecie-
ron como guardianes vigilantes dentro de un sistema pre-democrático y excluyente hasta 1958; en
ese año la modificación de las leyes que regulaban el sufragio y el fin de la larga proscripción sufrida
por los comunistas abrió las compuertas de la ampliación plena de la ciudadanía, la emergencia de
dos consistentes propuestas reformistas (la social cristiana de 1964 y la socialista de 1970), y el consi-
guiente, y sangriento, fin del breve interregno democrático.
¿Cuáles fueron los principales rasgos de estos regímenes políticos en los que, si bien de manera des-
pareja, la participación política de las masas se expandió pero sin que las modalidades de esta parti-
cipación terminaran de integrarse en un juego con reglas aceptadas uniformemente? La expansión
de la participación se canalizó por diferentes carriles, incluido el electoral; empero, ninguno de los
carriles consiguió llegar a establecerse como el “recurso de última instancia” del sistema excepto en
Uruguay. Solamente en la antigua Banda Oriental la política competitiva de partidos se transformó
en una arena predominante y relativamente estable, si se deja de lado el traspié del episodio de la
“dictablanda” de Gabriel Terra. Al carecer de ese ancla, es decir al no descansar el sistema en una regla
superior a la cual las otras hubieran debido subordinarse en caso de generarse tensión entre ellas
--o para decirlo de otro modo, en el supuesto que emergieran áreas grises en sus lindes-- el régimen
político no dejó de estar impregnado de cierta provisoriedad. A partir de la década del 30, entonces,
el régimen contuvo múltiples códigos de reglas, en parte contradictorios entre sí, y en parte comple-
mentarios. Cada uno de estos códigos estuvo asociado a un script ideológico, es decir a un guion que
lo legitimaba y lo vinculaba a patrones de conducta práctica. La plasticidad de estos scripts permitía
que cada uno de los actores políticos y sociales “se desplazara” de un código a otro según le con-

10. Como se sabe, "la no re-elección y el sufragio efectivo" fueron los lemas que levantó Madero cuando cuestionó la legi-
timidad del régimen porfirista en 1910.
11. Esta circunstancia llevó a José Nun a proponer la categoría de “golpe militar de clase media” en su pionero artículo de
la década de 1960. “América Latina: la crisis hegemónica y el golpe militar” en Desarrollo Económico; Nº 22-23 (1966).

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viniera, aunque, por supuesto, las respectivas capacidades para hacerlo dependían de los dispares
recursos de los que cada uno de ellos disponía.
Los actores políticos recurrían a los códigos para interpelar a los sujetos de variadas maneras. Como
se sabe, en la práctica lo hacían dirigiéndose básicamente a los hombres porque las mujeres recién
recibieron el derecho al voto en torno a mediados del siglo XX –las fechas que marcaron los límite
fueron 1938 en Uruguay y 1953 en México. Los distintos miembros de la ruling class, es decir los políti-
cos, los funcionarios, los militares, los caudillos, los curas, los patrones de base clientelar, así como los
propietarios de los medios de prensa escrita y oral de carácter masivo --la radio se transformó en una
herramienta política decisiva en esta etapa-- se dirigían a "las masas", aludiendo a ellas alternativa-
mente como clientes, como ciudadanos, como trabajadores, como fieles, como pueblo identificado
con un líder, o como "soldados de la nación católica en armas" marchando en contra de enemigos
externos e internos. El ingreso en la política de masas en América Latina, entonces, se canalizó si-
multáneamente a través de diversos carriles; algunos de ellos fueron heredados de etapas previas,
mientras que otros surgieron en el clima iliberal prevaleciente en la entreguerras. Me parece útil, en
ese sentido, extender la metáfora del Estado de Compromiso utilizada por Francisco Weffort y Edson
Nunes a la esfera del régimen político. En ese sentido, entonces, se puede definir a los regímenes
surgidos durante la etapa del ingreso de las masas a la política como "regímenes de compromiso", en
la medida que en ellos ningún código de reglas "detentaba una supremacía clara sobre los otros".12
Repasando lo anotado hasta aquí, se pueden destacar los rasgos en los que nuestros cinco casos di-
firieron de la experiencia europea del siglo XX. Como se desprende del sugerente texto de Luebbert
--lamentablemente poco utilizado en la academia latinoamericana-- a partir de la firma del tratado
de Versailles en cada uno de los tipos de regímenes políticos discutidos por dicho autor --esto es, las
democracias liberales, los fascismos, las social democracias escandinavas y las dictaduras tradiciona-
les-- se combinaron múltiples códigos de selección de los elencos estatales y de legitimación de sus
pretensiones de representación. Pero hubo una diferencia muy significativa entre ambos conjuntos
de casos, los latinoamericanos y los europeos. Mientras que en Europa, con la excepción de algunas
dictaduras tradicionales, una o dos reglas proveyeron el núcleo del recurso en última instancia del
régimen, en América Latina la debilidad de las anclas sociales de la política y el predominio de la
heterogeneidad político-cultural le confirieron un carácter provisorio a la fórmula; la mayoría de las
instancias de predominio de una regla sobre otras resultaron ser precarias, y por lo tanto reversibles.
Este fenómeno se presentó con claridad en la Argentina del primer peronismo, como apuntó con su
proverbial agudeza Halperín Donghi, porque en ese caso el propio eje del régimen político, el mismo
Perón, era quien promovía la precariedad de las reglas. Vale la pena, por ende, citar extensamente al
notable historiador argentino:
(La) concepción de la política (de Perón), que la reducía a una técnica para suscitar la obediencia,
privaba al veredicto del sufragio universal --a sus ojos tanto como a los de su adversarios- de buena
parte de su poder legitimante. Este hombre que supo como nadie obtener del electorado las respues-
tas que de él deseaba, había perdido hasta tal punto la fe política en el veredicto de la ciudadanía que
le hubiera permitido reconocer, como si lo hizo Yrigoyen, un signo seguro de su derecho a gobernar.

12. Cfr. Edson Nunes; A Gramática Política do Brasil. Clientelismo e Insulamento Burocrático; página 26.

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Nunca advirtió a cuanto renunciaba al ver en sus victorias electorales tan sólo una confirmación de
su innato genio de conductor, que era a su juicio el que le confería ese derecho. A más de socavar
la única justificación irrefutable para su consolidación de gobernante legítimo, esa visión de la po-
lítica estaba muy lejos de corresponder a la práctica de Perón como conductor: lejos de imponer a
movimiento, Estado y sociedad la firmeza estructural y las claras líneas de autoridad propias de una
organización militar, éste se esforzó con éxito en mantenerlos en una permanente provisionalidad e
indefinición, que hacía que la única autoridad segura fuera la suya propia. (Cfr. La Larga agonía de la
Argentina peronista; Buenos Aires: Ariel, 2006; páginas 25-26)
El desenlace de 1955 sugiere que la autoridad de Perón no era segura, ni siquiera para algunos de sus
seguidores, es decir aquellos que no lo defendieron cuando un sector de las fuerzas armadas, apo-
yado por la iglesia católica y los partidos de oposición, logró derribarlo. Pero, se puede dar un paso
más. Más precisamente, proyectar hacia adelante la fascinante disección que hizo Halperin Donghi
del Perón de la primera presidencia, abarcando las décadas que siguieron hasta el retorno del pero-
nismo al gobierno en 1973. El "tirano prófugo", como lo bautizaron ingenuamente los militares que
lo echaron en 1955, llevó al pináculo de eficacia su arte del manejo de los permanentes movimientos
tácticos y la indefinición de las reglas con las que jugaba precisamente después de ser desalojado
del gobierno. Su genio político no se apagó cuando fue depuesto en 1955; por el contrario, en los si-
guientes dieciocho años sus diestras maniobras --es decir, las de privilegiar alternativamente el diálo-
go, la resistencia o la "guerra popular", entronizar a "delegados" de diferentes signos ideológicos para
hacerlos "tronar" cuando le convenía, promover la formación de una nueva dirigencia sindical, enviar
supuestos aviones negros a surcar los cielos argentinos preanunciando su próxima llegada, ordenar
el voto en blanco o disponer el apoyo circunstancial a políticos no peronistas, (entre las numerosas
movidas que maquinó desde el exilio)-- le permitieron a Perón contribuir a que en las elecciones de
1958, 1963 y 1973 vencieran los candidatos no favorecidos por los sucesivos gobernantes militares,
desestabilizar cuando a él le pareció a los respectivos triunfadores --es decir, Frondizi, Íllia y Cámpora,
este último designado por él mismo-- y forzar a las tres dictaduras militares instaladas entre 1955 y
1966 a abandonar el gobierno --derrotadas y plagadas de disensiones internas-- al fracasar en sus
intentos de sacarlo para siempre de la escena.13
La Argentina del período 1930-1983, entonces, constituyó el ejemplo extremo de la provisoriedad
que caracterizó a los regímenes del período de ingreso de las masas a la política. También Brasil
estuvo marcado por el mismo síndrome, especialmente en las etapas que respectivamente abrieron
y cerraron dicho período, es decir la primera administración de Getulio Vargas entre 1930 y 1945 y
la dictadura militar de 1964-1985. Getulio desplegó variadas fórmulas de régimen en aquellos años,
pero en ese plano sus logros fueron efímeros ya que no consiguió que se consolidara ninguna de las
fórmulas semi-democráticas o semi-autoritarias que propuso. Este fracaso contrastó con los induda-
bles logros en la construcción de instituciones burocráticas, tanto civiles como militares. Por su parte,
13. Estudié el surgimiento de una nueva dirigencia sindical argentina partir de 1955, también peronista pero con nuevos
personajes y reglas de funcionamiento. El Vandorismo, en competencia con Perón hasta su muerte en 1974 y de manera
casi indisputada hasta 1985, fue el actor predominante del peronismo sobreviviendo incluso el asesinato de Vandor, crea-
dor y líder del renovado sindicalismo, a manos de la guerrilla peronista en 1969. (Cfr. Sindicatos y política en Argentina;
Buenos Aires: Ediciones CEDES, 1985).

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cuarenta años más tarde las prácticas de los gobiernos de las fuerzas armadas entre 1964 y 1985
incluso terminaron recurriendo a una práctica que capturó con justeza la esencia misma de la provi-
soriedad: la del casuismo. Como es conocido, la práctica del caso por caso fue aplicada por el gobier-
no militar especialmente cuando quería favorecer a sus partidarios en las elecciones, o perjudicar a
sus adversarios. Sin embargo, el régimen brasilero contuvo algunos ingredientes que se mantuvieron
relativamente inalterados durante el medio siglo abierto con el golpe de 1930 y que le confirieron un
grado de continuidad ausente en el caso argentino: 1) la legislación sindical implementada a partir de
1933 y que sobrevivió hasta la reforma constitucional de 1988; 2) el rol "moderador" que, a la manera
de Pedro II, asumieron las fuerzas armadas a través de su poder de veto; 3) la vitalidad del elenco de
políticos partidarios surgido en 1945, elenco que atravesó con una alta tasa de sobrevida las siguien-
tes cuatro décadas gracias a la bajísima lealtad que en la mayoría de los casos le demostraron a las
etiquetas de los partidos a los que eventualmente adhirieron sus miembros y 4) la estabilidad de las
burocracias públicas, tanto en la administración federal como en las empresas del Estado y los orga-
nismos descentralizados. Citar a Maria D’Alva Gil Kinzo Radiografia do quadro político brasileiro
Chile fue, seguramente, el caso más paradojal de nuestro grupo. Por una parte, se distinguió por la
continuidad de una hegemonía capitalista oligárquica que perduró por más de dos siglos y que fue
bastante más sólida que en los cuatro casos restantes. La notable capacidad adaptativa de la aristo-
cracia terrateniente constituida durante el siglo XVIII a partir de alrededor de doscientas familias del
"vecindario noble" del Valle Central --como señala Arnold Bauer, le permitió resistir los cambios en
el campo y, como resultado de ello, defender exitosamente sus prerrogativas políticas y económicas
hasta el aggiornamento de la legislación electoral en 1958 y las reformas agrarias del período 1967-
1972. Por otra parte, Chile fue el único país en América del Sur en el cual la fortaleza de una coalición
social y partidaria que se mantuvo unida durante casi dos décadas, le permitió a la izquierda llegar
al gobierno; estuvo a punto de triunfar en las elecciones de 1958 y, ya como Unidad Popular, venció
en 1970 y propuso una vía de desarrollo no capitalista dentro del marco democrático. La existencia
de un partido Comunista con sólida implantación en la clase obrera, nuevamente el único ejemplo
de América Latina, fue uno de los factores en que se apoyó dicha fortaleza. Esta combinación de “de-
recha” fuerte e “izquierda” también fuerte –si bien con muchos menos recursos que sus adversarios--
alimentó la construcción de un Estado muy eficaz para disciplinar a los trabajadores del campo y la
ciudad, pero que, a la vez, reveló una pertinaz incapacidad para desarmar las herramientas rentísticas
de los terratenientes, quienes prestamente encontraron aventajados discípulos en las prácticas de
apropiación de recursos públicos en la "burguesía" industrial. El resultado del despliegue de estos
clivajes sociales y políticos fue, en primer lugar, la formación de un Estado despótico pero débil; esta
debilidad no resultó ajena a la vigencia de una inflación que durante más de un siglo sometió a las
instituciones públicas a un sostenido proceso de corrosión. En ese sentido, resulta pertinente resca-
tar la imagen de Albert Hirschman, quien, en un notable texto escrito en 1965 definió a Chile como el
locus classicus de la inflación del continente. (Cfr. Journeys toward Progress; pag. 217).14 Los proyectos
desarrollistas que emergieron entre 1927 y 1967 abortaron o fueron bloqueados a través de la colo-

14. El largo siglo de inflación chilena fue minimizado por las corrientes de izquierda cuando triunfaron en 1970, mientras
que su interpretación fue deformada por la derecha al atribuir su origen a las inconsistencias de las políticas implementa-
das por demócratas cristianos y socialistas en el período 1964-1973.

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nización del Estado por parte de los grandes empresarios y la eficacia de las argucias parlamentarias
de los políticos de derecha. En segundo lugar, el régimen político afianzó sus atributos republicanos
y liberales a partir de 1920, pero, al mismo tiempo, negó de manera drástica el principio de soberanía
popular a través de la legislación electoral, la administración de los comicios --controlada por los ca-
ciques y socios de la oligarquía en los ámbitos rurales-- el congelamiento de la ciudadanía política, y
la proscripción del comunismo. No quedaron resquicios, entonces, para que se filtraran las demandas
de ampliación de la ciudadanía: el corolario fue una democracia truncada. El principal acierto político
de la oligarquía chilena no fue, de todas maneras, bloquear la democracia, sino velar la verdadera
naturaleza de este desenlace no democrático. La vigencia del modelo restrictivo fue eficazmente en-
mascarado por un guión, seguido ad lítteram por actores y analistas, en el que los trazos destacados
fueron el pluripartidismo y el estricto cumplimiento de los plazos electorales.
Uruguay y México, en cambio, no compartieron el síndrome de provisoriedad y tutela militar de la
política que prevaleció en Chile, Argentina y Brasil, o al menos no estuvieron afectados por muchos
de sus rasgos. En Uruguay, el "muro" reformista del batllismo mostró serias "grietas" como, hace ya
medio siglo, señaló Carlos Real de Azúa en el lúcido ensayo citado más abajo. Pero el "impulso" repu-
blicano y democrático, sobre todo a partir de la sanción de la constitución de 1917, hizo de Uruguay el
único caso de democracia masculina en la América Latina de la primera mitad del siglo XX. La propor-
cionalidad, el respeto por las minorías, el voto secreto, la elección presidencial directa, los registros
electorales confiables, la implantación del plebiscito, la autonomía departamental y el despliegue
de mecanismos consociativos aseguraron, como el mismo autor subrayó, el funcionamiento de un
régimen político en el que se respetó el principio de la soberanía popular (limitado a los hombres), y
que tuvo escasos paralelos en un mundo que hasta 1943 estuvo dominado por el avance de diversos
modelos autoritarios.15 El proyecto batllista también incluyó la implementación de un amplio sistema
de seguridad social y la reordenación de la asistencia médica pública que, como señaló Real de Azúa,
configuraron junto a otros programas, la creación de un verdadero welfare state, de hecho uno de los
primeros en el mundo. (Cfr. El Impulso y su freno; páginas 38-39)
En México, el proceso fue mucho más turbulento y prolongado que en el caso uruguayo, pero el resul-
tado fue más duradero. El régimen de partido/estado demoró más de un cuarto de siglo en revertir la
militarización de la política desatada por el comienzo de la revolución en 1910. Porque como se des-
prende de los monumentales trabajos de Katz, Womack, Garciadiego y Knight, la revolución no fue
una, sino varias revoluciones que se sucedieron a partir de la contrarrevolución de 1913. Derrotada la
reacción encabezada por el general Huerta, se desató la guerra entre las dos facciones revoluciona-
rias, sin que la Constitución de 1917 y la derrota de los Convencionalistas de Villa y Zapata pusiera fin
a la violencia política. A partir de 1920 cada sucesión presidencial involucró rebeliones y asesinatos de
personajes centrales, amén de disputas dentro de la “familia revolucionaria" en numerosos estados
en torno al control de las gobernaciones, amén de la sangrienta guerra cristera desarrollada entre

15. De todos modos, la “consociatividad” del régimen uruguayo le reservó espacios institucionales significativos al nacio-
nalismo opositor, a pesar de que fue derrotado en todas las contiendas presidenciales hasta 1958. Este particular arreglo
constituyó ciertamente uno de los reaseguros de la dominación social, al oponer “frenos” a posibles avances democráticos
de mayor magnitud.

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1926 y 1929 que se cobró casi 100.000 víctimas. Empero, precisamente a partir de 1929, el vencedor
de los cristeros, Plutarco Elías Calles, mostró la capacidad de encauzar políticamente los conflictos.
Lo hizo a través de la creación del Partido Nacional Revolucionario, movida que le permitió inducir o
forzar a los caudillos regionales a dirimir las disputas internas en el marco de un mecanismo en el que
la última palabra la tenía el "Jefe Máximo", o sea él mismo, y convertirse en el árbitro de las sucesio-
nes presidenciales a partir del asesinato de Obregón. Precisamente la última sucesión que digitó, la
de 1934, en la cual seleccionó a un general a quien presumía dócil como presidente, el michoacano
Lázaro Cárdenas, permitió que se diera la penúltima vuelta de tuerca al régimen político mexicano.
Claro que eso implicó el fin del Maximato, pues Cárdenas mandó al exilio a Calles cuando éste preten-
dió continuar ejerciendo su influencia; así se generó el espacio para reformar el partido y refundar
el régimen de la revolución. El ahora llamado Partido de la Revolución Mexicana se transformó en un
aparato corporativo de control ciertamente más efectivo, no sólo de las elites políticas y militares sino
también de las masas populares, al crearse los sectores Obrero, Campesino, Popular y Militar; como es
bien conocido, su promotor devino en el último gran caudillo militar de la revolución.
Cárdenas, por cierto, no se privó de ejercer las prerrogativas previstas por Calles; sin embargo, a la par
que promovió la progresiva purga de los militares del juego político --proceso que tuvo bastante de
auto-purga y que se materializó en definitiva en la década del 40-- dispuso otras medidas estratégicas
como la nacionalización del petróleo y el cumplimiento de las promesas de reforma agraria. El viraje
inducido por Cárdenas permitió superar dos riesgos polares: la militarización de la política, en un
extremo, y la consolidación de una dictadura personalista, en el otro. Así se dio origen al régimen po-
lítico más legítimo y estable de la etapa de incorporación de las masas a la política en América Latina
que, claro está, fue autoritario y civilista. Perduraría por más de medio siglo y por esa razón se convir-
tió en el único caso en que, a pesar de atravesar varias metamorfosis entre 1970 y 1994, un régimen
generado en la etapa de incorporación de las masas a la política sobrevivió hasta el fin del Siglo XX.
En los otros casos se fue armando un juego cuyas dos principales cartas eran, sólo aparentemente,
contradictorias: una, la amenaza, explícita o no, de intervención militar, y la otra, los bluffs a los que
recurrían los políticos y las elites --es decir los parceiros reais—utilizando como baraja al parceiro fan-
tasma, esto es el pueblo, recurriendo a la sugerente dicotomía que Weffort acuñó en 1963.16 Como
resultado de ello, la efectividad de la participación electoral de las masas estuvo fundamentalmente
vinculada a su potencial disruptivo –a través de paradójicas contribuciones a la ingobernabilidad—y
no a alimentar la legitimidad de los procesos de toma de decisiones, o a la promoción de la accounta-
bility de los funcionarios públicos electos. En un trabajo anterior, he destacado como esta modalidad
de funcionamiento de la política en la cual se “sedimentaban geológicamente” los conflictos evitando
resolverlos y generando sucesivas fugas hacia adelante. Una parecida observación en relación al mo-
delo de “industrialización dirigida por el Estado” que caracterizó a la Matriz Estado-Céntrica la realizó
Ocampo cuando señalaba que
… en lugar de modificar la estructura de protección para promover nuevas industrias, se superpusie-
ron capas de protección nuevas a las antiguas, lo que generó el patrón “geológico” de protección que

16. El artículo original de Francisco Weffort es citado por el mismo autor en O Populismo na política brasileira; 1978.

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se convertiría en una característica esencial del modelo ... Esto se debió obviamente a la economía
política que caracterizaba al proceso, en la que la protección de un sector específico se consideraba
una “conquista” permanente del sector que se beneficiaba con ella.17

Los dilemas y conflictos de los regímenes de participación de masas quedaron temporariamente se-
pultados, no sólo en un sentido metafórico, por los regímenes militares fundacionales de la década
de 1970 surgidos en Uruguay, Chile y Argentina. No fue accidental que las respuestas más drásticas
a los cuellos de botella de la América Latina, que aspiraron a eliminar la política de cuajo, surgieran
en los tres países del extremo sur latinoamericano. En este "otro polo", al decir de Camôes, se mani-
festaron de modo más agudo las estrecheces del cul-de-sac al que había arribado la fórmula merca-
do-internista e intervencionista de la Matriz Estado-Céntrica, fenómeno que, a su vez, se asoció a la
desarticulación de los "pactos fiscales" de carácter implícito que habían sido uno de los mecanismos
centrales de la fórmula. Como señalé en un trabajo previo
... se produjo una exacerbación del conflicto distributivo, cuyas manifestaciones más notorias fueron
el pasaje de un régimen de inflación moderada a otro de alta inflación y la agudización del déficit
fiscal. (Cfr. Cavarozzi: "La Política: clave del largo plazo latinoamericano; página 135).
Además, los tres regímenes del sur que habían canalizado la inclusión y participación de las masas,
a menudo con el propósito de controlarlas, carecieron de los engranajes que amortiguaran las ten-
siones y permitieran, por ende, posponer el derrumbe. En cambio, en los casos de México y Brasil la
salida de la Matriz Estado-Céntrica no estuvo asociada a quiebres políticos; esta salida no fue ajena
a la circunstancia de que el oxígeno distributivo suministrado por el último envión desarrollista de
la década 1970 complementó la capacidad de los Estados de las dos economías más grandes de la
región para poder ejercitar la represión sin tener que recurrir a mecanismos de excepción. De todos
modos, también en Brasil, el régimen de la última etapa de incorporación de las masas sucumbiría
durante la década del 80 en un proceso menos dramático en lo político, pero igualmente penoso en
lo económico.
Esa década se abrió con la crisis de la deuda que afectó a toda la región, declarada inicialmente por
no otro que el secretario de Hacienda y Crédito Público de México en 1982, Jesús Silva Herzog, y se
cerró con las derrotas políticas que los militares brasileros y los políticos priístas experimentaron, res-
pectivamente, en 1985 y 1988. En México, de todos modos, Carlos Salinas, gracias a las habilidades
como alquimistas de los cómputos oficiales de colegas como Fernando Gutiérrez Barrios y Manuel
Bartlett, "ganó" las elecciones.18 Como examino detenidamente en la próxima sección, Salinas fracasó
en su intento de aggiornare al PRI sin tener que pagar el precio de una perestroika --el fantasma de

17. Ocampo; Op.cit. página 18.


18. Ciertamente pareció ser un acto de “injusticia poética” que el funcionario de la Comisión Electoral Nacional que leyó
los resultados definitivos en Julio de 1988 fuera Fernando Elías Calles, es decir el nieto del Jefe Máximo que implementó
el primer fraude programado centralizadamente en elecciones presidenciales del siglo XX revolucionario en 1929. De to-
dos modos, los avances tecnológicos permitieron que los mecanismos de la trampa de 1988 fueran algo más sutiles que
aquellos a los que recurrió el abuelo, Plutarco Elías Calles.

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Mikhail Gorbachev era el personaje principal de las pesadillas que cotidianamente perseguían al po-
lítico mexicano, quien fue indudablemente el último gran politics-maker de su país. De todos modos,
sus maniobras pospusieron el desenlace por más de una docena de años ya que el PRI recién perdería
la presidencia en el 2000.

Segunda parte: El cambio de siglo


Como adelanto en la introducción, en las próximas secciones examino la etapa contemporánea; en
primer lugar, el final del Siglo XX y a continuación, el comienzo del actual. Las últimas dos décadas del
siglo pasado fueron más bien de cierre que de apertura; en ellas se produjo un verdadero ocaso: el de
la matriz construida desde la política. Este desenlace, en buena medida fue resultado de las contradic-
ciones y cuellos de botella que aquejaban a la matriz y se materializó en el marco del despliegue de
dos panaceas fallidas --la democrática y la neoliberal. La impotencia de los demócratas de la década
de 1980 y los desatinos de los neoliberales de la década siguiente no hicieron más que profundizar la
debacle preanunciada por la instauración de las dictaduras fundacionales de la década de 1970 que
fue coronada por la crisis de la deuda de 1981-1982. Durante las dos décadas finales del Siglo XX, las
vicisitudes de los regímenes políticos fueron poco más que un ornato del arrasamiento de la “socie-
dad industrial construida desde el Estado” durante el siglo previo.
En cambio, a partir de principios del Siglo XXI la política pareció recuperar algo de iniciativa. No sólo
aparecieron nuevos liderazgos con la capacidad de promover transformaciones significativas en las
prácticas políticas y encarnar verosímilmente la representación del “pueblo”, como Chávez, Álvaro
Uribe, Evo Morales, los Kirchner, Lula y Correa. Además, la mayoría de dichos líderes –apoyándose en
el descrédito en que estaban sumidas las reformas neoliberales a raíz de la crisis de fines de siglo--
promovieron el cuestionamiento del curso que habían seguido las sociedades latinoamericanas al
someterse a los espasmos de los mercados y a las orientaciones de las altas finanzas del capitalismo
mundial. En la última sección, precisamente, intento analizar estos fenómenos apartándome de un
par de modas teóricas que han tenido vigencia en los últimos años: la idea de un giro a la izquierda,
por un lado; la preocupación por medir la calidad de la democracia, por el otro.
Analizo las transformaciones recientes, en cambio, a través de otros ejes. El primer eje se organiza
en torno a la descripción de los rasgos de cinco rutas económico-políticas alternativas que se perfi-
lan a partir del cambio de siglo en la región. Tres de dichas rutas, las de mayor continuidad relativa,
están asociadas a casos en que las opciones prefiguran transformaciones relativamente globales de
las respectivas sociedades e implicaron estrategias bastante definidas con respecto a la nueva con-
figuración del capitalismo mundial: estos son los casos de Chile, Brasil y México. La cuarta, adoptada
decididamente por Venezuela y Argentina y con matices por Bolivia y Ecuador, la defino como la ruta
de la “doble negación”; entendiendo como tal la articulación de un camino político apoyado en la
negación de la economía de mercado y de la democracia de partidos. Y finalmente, una quinta ruta
--la de la heteronomía de la política-- agrupa a aquellos países, entre los cuales se cuentan Colombia
y Perú, en los cuales el curso adoptado refleja respuestas meramente adaptativas con respecto a los
vaivenes del capitalismo mundial, si bien en el caso colombiano las alternativas del conflicto con los

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grupos guerrilleros, especialmente las FARC, ha generado una lógica muy particular que ha impreg-
nado la política a partir de la década de 1980. En estos países, ese curso ha quedado en buena me-
dida atado a los intereses de los “poderes fácticos” nacionales y extranjeros, tanto de los que operan
dentro de los marcos legales, como de los que lo hacen al margen de ellos.
El segundo eje parte del análisis de los mecanismos del régimen político que se perfilan en las so-
ciedades analizadas durante la primera década y media del Siglo XXI. Para ello recurro al mismo pro-
cedimiento que utilicé en la Sección II al examinar los rasgos de dichos regímenes en la etapa de
incorporación de las masas a la política. Señalaba en aquella sección que el derrumbe de los regí-
menes oligárquicos había abierto una Caja de Pandora al producirse el surgimiento de carriles de
representación y legitimación que eran, a la vez, competitivos y complementarios, fenómeno que
contribuyó decisivamente a que los regímenes de esa etapa tuvieran un carácter provisorio. A partir
de las transiciones de la década de 1980, el sentido de la democracia representativa ha variado; en
este caso me refiero a que los miembros de la ruling class que habitualmente habían recurrido a ca-
rriles alternativos de representación para promover y defender sus intereses y sus orientaciones valo-
rativas, tornaron de modo más sistemático a utilizar los carriles democráticos, sin ocluir o interrumpir
los procesos electorales, ni proscribir a los partidos políticos, ni asociarse a planteos militares.19 Esta
verdadera metamorfosis del régimen tiene dos caras; por un lado, los carriles no democráticos del ré-
gimen político experimentaron profundas transformaciones que no fueron del todo ajenas a la nueva
fisonomía del capitalismo y, en particular, a los diseños de los "domicilios arcanos" donde los dueños
del dinero se encuentran con los dueños del poder político, parafraseando nuevamente a Arrighi. Por
el otro lado, el carril de la democracia de partidos “perdió peligrosidad” al reducirse, aún más, la ya
escasa importancia que tenían "los programas" y acentuarse la dependencia de los partidos y de sus
miembros con respecto a la financiación de la dedicación a la política y de las campañas electorales;
también influyó la transformación de los políticos en meros cultores de imágenes, en desmedro de
la palabra, tal como Oscar Landi anotara sagazmente hace ya tiempo. Esta metamorfosis facilitó que
los titulares del poder económico lo ejercieran sin necesidad de ir en contra de la democracia de
partidos.

Sección III. El fin de siglo y las panaceas fallidas (1980-2000).


El caracterizar al período 1980-2000 como el de un ocaso no significa negar que en esos años se
produjeran cambios significativos en las sociedades de América Latina; sin embargo, estos cambios
estuvieron fundamentalmente vinculados a la desarticulación del modelo prevaleciente hasta la dé-
cada de 1970 y fueron, por ende, de índole destructiva. Inicialmente la naturaleza de este fenómeno
de destrucción no fue cabalmente percibida. Esto tuvo que ver, en parte, con el optimismo de los
diagnósticos contemporáneos. A medida que se desplegaban las décadas del 80 y el 90, éstas fueron
concebidas tanto por sus protagonistas, como por la mayoría de los analistas, como etapas funda-
cionales primero, de democracias más estables y, más tarde, de economías de mercado libradas del

19. El tema del sentido lo desarrollo en "El sentido de la democracia en la América Latina contemporánea" en Perfiles
Latinoamericanos; N° 2 (Junio 1993).

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"artificio" del Estado. Pero la ilusión de la primavera democrática y la promesa del paraíso del mercado
se disiparon al poco tiempo. La ilusión democrático sucumbió en el fragor de las hiperinflaciones que
entre 1985 y 1990 azotaron a Bolivia, Argentina, Brasil y Perú --aunque el síndrome afectó también,
más suavemente, a México, Uruguay y Venezuela; el paraíso del mercado, por su parte, probó ser un
espejismo arrasado por el efecto Tequila de fines de 1994 y por la crisis mundial desatada en 1997.
Quiero subrayar, por lo tanto, que debajo de las "democracias de libro de texto" de una década y de
las "reformas de manual" de los profesores de Chicago y sus discípulos de la siguiente, que cautiva-
ron por igual a políticos de viejo y nuevo cuño y a las ciudadanías latinoamericanas, se desplegó un
sostenido proceso de destrucción. En la década de 1980 se produjo un proceso que fue caracteriza-
do acertadamente por Frenkel y Fanelli como de ajuste caótico, designando como tal a la serie de
brutales ajustes que achicaron el Estado, desorganizaron la economía y dispararon el índice de Gini
hacia arriba como corolario del derrumbe de sucesivos intentos de ajustes heterodoxos; la coyuntura
abierta por el lanzamiento de los planes Austral en la Argentina (1985) y Cruzado en Brasil (1986)
representaron los ejemplos más notorios de estos ajustes que fueron el resultado paradójico del fra-
caso de los planes económicos y no de su éxito. Pero no fueron Argentina y Brasil los únicos casos de
ajuste caótico pues también Bolivia, Perú, Venezuela y México enfrentaron travesías parecidas bajo
Siles Suazo, Alan García (1985-1990), Jaime Lusinchi y Miguel de la Madrid. Los secretarios del tesoro
norteamericanos, James Baker y Nicholas Brady no hicieron más que agregar leña al fuego en esos
sombríos años de la segunda mitad de la década de 1980; sus recomendaciones de ajuste y reforma
estructural fueron una suerte de reedición, acuñada en el lenguaje y las prácticas de los economistas
del siglo XX, de las letales curaciones de los matasanos de la Europa antigua.
El primer tratamiento fue el plan Baker de 1985, basado en una hipótesis bastante extravagante: el
entonces secretario del tesoro de Estados Unidos postulaba que los países endeudados no necesita-
ban una reducción de créditos, sino, por el contrario, el aporte de nuevos créditos. Baker sostenía que
si los créditos se asociaban a reformas radicales, les permitirían a los países latinoamericanos salir de
la encrucijada y encontrar el camino para crecer y rembolsar todas sus deudas, antiguas y nuevas. Ya
entonces asomaba la píldora más dura del tratamiento: las "reformas estructurales". Los países endeu-
dados no sólo debían recomponer su liquidez, para lo cual se recomendaban los habituales planes
de ajuste presupuestario y correcciones de la moneda y de la tasa de cambio, sino que además de
acuerdo al diagnóstico de economistas como Milton Friedman, Arnold Haberger, los conocidos pro-
fesores de la Universidad de Chicago20, los países de la región debían recuperar la solvencia que, era
socavada supuestamente por el "artificial" sobredimensionamiento del Estado. Para ello se requería
que al ajuste, que de hecho el Fondo Monetario Internacional venía recomendando tozudamente
desde la década de 1950, se sumaran las reformas estructurales. Luego siguió el Plan Brady, es decir el
programa que el sucesor de Baker en el cargo de secretario del Tesoro, Nicholas Brady, implementaría
al fracasar el de su antecesor. La versión académica de las reformas --esto es, los programas de desre-

20. Haberger y Friedman generaron numerosos discípulos y seguidores en América Latina. Algunos de los más prominen-
tes fueron Carlos Rodríguez y Adolfo Diz (Argentina), Alejandro Vegh Villegas (Uruguay), Sergio de Castro y Rolf Lüders
(Chile), Roberto Campos (Brasil), Miguel Gil Díaz y Jesús Reyes Heroles (México), Gonzalo Sánchez de Losada (Bolivia) y
Moisés Naim (Venezuela).

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gulación, privatizaciones y apertura comercial, al poco tiempo fue resumida, como es archiconocido,
en el célebre Consenso de Washington redactado por el economista John Williamson.
Ya a comienzos década de 1990 el ingreso de capitales de corto plazo permitió ocultar temporaria-
mente que las brechas que se habían abierto veinte años atrás no estaban cerradas.21 La destrucción
de la Matriz Estado-Céntrica siguió su curso durante la década del 90, sin que nada demasiado sólido
emergiera en su reemplazo.22 En la base misma del proceso de destrucción de la antigua matriz se
encontraba la radical redefinición del papel del Estado. Juan Antonio Ocampo dio en el blanco al
subrayar que la devastación que produjo en la región el reingreso en los mercados de capitales se
prolongó durante todo el último cuarto del siglo XX, y que, por lo tanto, no abarcó únicamente la
llamada "década perdida" de los 80. Ocampo subrayó, asimismo, un contraste fundamental: durante
el período abarcado entre 1930 y fines de la década de 1970, los Estados latinoamericanos, directa
o indirectamente, habían redistribuido recursos "hacia adentro" --entre el 2 y 3 % del PBI total de la
región. En cambio, a partir de la crisis de la deuda de 1980-1982, los Estados de la región se convir-
tieron en "cobradores" por cuenta de los actores externos --es decir, le extrajeron a sus sociedades
alrededor del 4 ó 5% del PBI para afrontar los pagos de los intereses y servicios de una deuda externa
que se había multiplicado por cinco en menos de un lustro. Sólo Chile, Costa Rica y Colombia pudie-
ron escapar de esa lógica de trituración; los dos primeros porque recibieron cuantiosos préstamos
externos oficiales --una excepcionalidad acordada entre el director del Fondo Monetario Internacio-
nal, Jacques de Larosière, y el chairman de la Reserva Federal de Estados Unidos, Paul Volcker, con el
blessing de los funcionarios de Ronald Reagan-- y en el caso de Colombia porque fue el único país
que había manejado prudentemente la expansión de la deuda externa en la década anterior y "se
benefició" con el aporte de los ingresos provenientes del narcotráfico.
A esta altura, se debe subrayar que, de hecho, fue en la década del 80 donde se comienza a perfilar
la excepcionalidad de la ruta chilena. Si bien, el apoyo político y económico que Pinochet recibió del
gobierno de los Estados Unidos fue un ingrediente imprescindible para el éxito de su empresa, no
puede ignorarse que los militares chilenos y sus ideólogos –apoyados consistentemente por casi la
mitad de la población chilena-- alcanzaron objetivos en los que fracasaron tanto las dictaduras mi-
litares de los países vecinos, como los gobiernos democráticos de las dos últimas décadas del Siglo
XX, es decir instaurar un modelo capitalista dinámico apoyado en la apertura de los mercados y en el

21. En realidad, el primer ajuste que incluyó las reformas ortodoxas preconizadas por el Consenso había sido encarado
cinco años antes por un régimen democráticamente electo; sus ejecutores, preanunciando el viraje que después pro-
tagonizaría en Argentina el peronismo menemista, fueron los viejos políticos nacionalistas del MNR boliviano todavía
comandado por Víctor Paz Estenssoro.
22. En cierto sentido, resultó paradójico que el modelo mercado-internista y de "crecimiento hacia adentro" predominan-
te desde entreguerras resultara tan vulnerable a los embates que sufrió desde el sistema económico mundial como el
modelo anterior de "crecimiento hacia afuera" que había perecido en los años que siguieron a la primera guerra mundial.
¿Porqué me parece una paradoja? Porque dos modelos orientados en direcciones bastante opuestas sufrieron por igual
la dependencia con respecto a la economía mundial. Mientras que el modelo de la belle epoque había proclamado como
su virtud principal la integración plena a los mercados comerciales y de capitales del mundo, en cambio, el surgido en
el período de entreguerras exhibió como rasgos centrales el proteccionismo, la autarquía, y en algunos casos un nacio-
nalismo económico extremo. A pesar de sus diferencias, ambos modelos sucumbieron cuando las condiciones externas
cambiaron.

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surgimiento de una nueva clase de capitalistas que se benefició tanto con una dura legislación anti-
sindical sancionada bajo la dictadura militar, como por la demolición de las conquistas que las clases
populares chilenas habían logrado en materia de servicios sociales.
Pero retomando el hilo del argumento, no fue de extrañar, entonces, que a partir de fines de la década
del 80 los pobres de América Latina pidieran "menos Estado" uniéndose al coro que hacía décadas
integraban los ricos y sus ideólogos. La década del 90, con los pobres votando por Menem, Fujimori,
Collor de Mello, y por la alianza que encabezaban Víctor Paz Estenssoro y Gonzalo Sánchez de Loza-
da, líderes del MNR boliviano, cerraba la parábola de crecimiento, estancamiento y achicamiento del
Estado que había comenzado setenta años antes.23 Otro de los casos de la década de 1990 en que
efectivamente la votación de los pobres fue recapturada por antiguos defensores de las políticas
nacionalistas, pero ahora reconvertidos a la panacea neoliberal, fue el de los políticos del Partido
Revolucionario Institucional. El gobierno del PRI, presidido por Carlos Salinas de Gortari después de
su dudosa victoria en las elecciones presidenciales de 1988, logró en las siguientes elecciones, las par-
lamentarias de 1991 y las presidenciales de 1994, retornar al tope de las preferencias de los votantes
mexicanos con relativa comodidad y con una reducida dosis de manipulación electoral.
El caso mexicano, sin embargo, no llegaría a destacarse, sin embargo, por la habilidad política de Sali-
nas, sino porque expondría de manera dramática las falacias de la panacea neoliberal. El corolario fue
que en pocos años el régimen político más sólido de América Latina se transformaría en una armazón
frágil e incapaz de mantener el orden público. Los cuellos de botella de la Matriz Estado-Céntrica,
especialmente su crónica recaída en los déficits de balanza de pagos, no fueron resueltos por las
políticas adoptadas durante el período 1982-1994; por el contrario, terminaron siendo agravados. La
llamada crisis del Tequila lo demostró concluyentemente. El episodio mismo que la desencadenó --es
decir el anuncio formulado en Diciembre de 1994 por Jaime Serra Puche, el secretario de Hacienda
y Crédito Público del recién asumido presidente Ernesto Zedillo, de que México evitaría una maxide-
valuación produjo inmediatamente ese resultado. El país fue inmediatamente arrastrado por la caída
incontrolada del peso culminando un annus horribilis que contagió a prácticamente toda la región.
La cronología de los sucesos de 1994 brinda una vívida imagen de como se imbricaron los procesos
económicos y políticos en la crisis de la antigua matriz en la que había sido, sin duda, la versión nacio-
23. Como es sabido, las transiciones a la democracia se sucedieron entre 1978 (Ecuador) y 1990 (Chile), incluyendo a Perú,
Bolivia, Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. En la siguiente década, en cambio, las transformaciones tuvieron otro con-
tenido; se generalizó la adopción de programas económicos de corte neoliberal por parte de un conjunto de gobiernos
constitucionales de la región, conjunto que abarcó asimismo a México y Venezuela. Las transiciones y los programas
neoliberales velaron, sin embargo, el fenómeno de destrucción de la antigua matriz de dirección estatal, sustitución de
importaciones, integración social y participación controlada de las masas que describí en la sección anterior. Los líderes
de la década del 80 --tipificados por Hernán Siles Suazo en Bolivia (1982-1985), Raúl Alfonsín en Argentina (1983-1989),
y el primer Alan García en Perú (1985-1990)-- nos deslumbraron inicialmente con su ethos democratizante, y que los
hiper-presidentes del 90 --algunos de cuyos ejemplos notorios fueron Paz Estenssoro, Menem y Salinas-- se convirtieron
en personajes de resonancia mundial al abrazar las ideologías del libre mercado a pesar de provenir de partidos con una
tradición nacionalista y dirigista; sin embargo, unos y otros no hicieron más que presidir un cuarto de siglo de estanca-
miento económico y creciente desigualdad. Fue más bien, lo subrayo nuevamente, un fin de época que el comienzo de
una nueva. Los países de la región fueron transformados, en realidad, por la desarticulación de los pilares de la matriz an-
terior más que por la erección de nuevos mecanismos que organizaran pautas de conducta alternativas de los individuos
y las empresas privadas.

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nal más perdurable. En sólo once meses se vino abajo un régimen que había sido edificado laboriosa-
mente durante décadas sobre la base de uno de los mitos más potentes del siglo XX latinoamericano:
la de una epopeya revolucionaria revitalizada en la década del 30 por Lázaro Cárdenas con la reforma
agraria y la nacionalización del petróleo y cimentada en el diseño y la implementación efectiva de
un conjunto de mecanismos de control, represión y cooptación armados desde la cúpula del poder
político que impregnaron completamente a la sociedad mexicana. Desde Calles hasta López Portillo,
cuyo mandato culminó precisamente cuando estalló la crisis anterior, es decir la de la deuda en 1982,
los sucesivos presidentes habían aceitado y ampliado aquellos mecanismos. Sin embargo con el fin
del sexenio de López Portillo, a la magnitud de la crisis externa se sumó la evidencia del agotamiento
de los políticos tradicionales del PRI --a quienes la calificación de "dinosaurios" se aplicó a partir de
esos años con total justeza. Este agotamiento se manifestó en la incapacidad política del sucesor de
López Portillo, Miguel de la Madrid, quien no atinó a reactivar las herramientas de cooptación y re-
presión ni a intentar seriamente promover una apertura democrática. La enorme repercusión de los
desaciertos de de la Madrid --ampliados aún más por el lente de aumento de la ineficacia del Estado
mexicano para reaccionar frente al sismo de 1985-- revelaron que no se trataba únicamente de eje-
cutar tecnocráticamente medidas de ajuste, sino que se requería de audacia, y también de una dosis
no menor de inteligencia, para reconstruir la menoscabada autoridad presidencial sobre la base de
una renovación del régimen político. De la Madrid y la cúpula dirigencial del PRI carecieron manifies-
tamente de dichas virtudes.
La impotencia del Estado federal para lidiar con el terremoto en la misma capital del país profundizó
aún más la grieta en la hegemonía del partido/Estado. Estas carencias y el manto de opacidad con
que se intentó ocultarlas, llevaron a que el PRI se dividiera en 1987-88. El candidato disidente a la pre-
sidencia, Cuahtémoc Cárdenas, prestigiado por añadidura por ser el hijo de Lázaro, obtuvo al menos
un tercio de los votos en 1988, según reconocieron los cómputos oficiales, que fueron ostensible-
mente manipulados. La trampa que benefició al ganador, Carlos Salinas de Gortari, aparentemente
un tecnopol con escasa prosapia partidaria, destapó, sin embargo, a un político de inusitada habilidad
táctica y con una clara estrategia acerca de cómo superar el bache. El nuevo presidente maniobró
para aislar, por una parte, a la oposición de "izquierda" representada por el Partido de la Revolución
Democrática (PRD) fundado por Cárdenas y otros disidentes del PRI y, por la otra, para abrir espacios
a nivel sub-nacional a los opositores de "derecha" de la antigua agrupación católica, anti revoluciona-
ria y liberal, el Partido Autonomista Nacional (PAN), reconociendo por primera vez el triunfo electoral
de un candidato a gobernador no priista --en Baja California en 1989, al que se sumaron un par más
de gobernadores opositores, siempre del PAN, en los siguientes años.
Salinas indujo, entonces, una verdadera revulsión en el sistema partidario mexicano que inicialmente
lo favoreció, pero que a la larga produjo resultados que, seguramente, él no deseaba. Todo ello lo llevó
adelante, por supuesto, sin abandonar las acendradas tradiciones priístas de manejo absolutamente
discrecional de las reglas, incluidas las electorales. Salinas llegó a promover "interinatos" de gober-
nadores en la mitad de los estados cuando los resultados no se ajustaban a sus previsiones o cuando
el candidato priista "triunfante" resultaba un fiasco -- y reiteró la confusión total de lo público y lo
privado, especial aunque no únicamente, cuando se trataba de alimentar los peculios de los jerarcas.

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Paralelamente, empero, promovió la creación de una suerte de ministerio electoral, como lo llamó Al-
berto Aziz: el Instituto Federal Electoral (IFE), inspirado por un intelectual prestigioso que hizo gala de
profesionalismo e imparcialidad. Este politólogo --primero fungiendo como Consejero Ciudadano y
más adelante ocupando la presidencia del instituto-- logró que la celebración de elecciones federales
dejara atrás muchas de las trampas del pasado.24 Salinas borró a los partidos satélites --partidos sub-
alternos no competitivos, como barrocamente los calificó el ya mencionado Woldenberg-- que el PRI
había manejado durante décadas para alimentar la ficción de un sistema pluripartidario; logró que el
PAN se transformara en una oposición más verosímil y propensa al acuerdo, pero que no tenía a esa
altura grandes chances para ganar la presidencia y, de paso, relegó al PRD al tercer lugar tanto en las
elecciones de 1991, como en las de 1994. El PRD se mantendría en un lejano tercer puesto también
en las siguientes elecciones presidenciales, las del 2000, pero la coda de ese último año ya no sería
mérito de Salinas, sino responsabilidad de los propios dirigentes perredistas y sus desaciertos.
El logro más destacado de Salinas, de todos modos, fue en el campo de la economía: la aprobación
del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá que el senado norteamericano votó
finalmente en Noviembre de 1993, después de varios años de arduas negociaciones. Y ese mismo
mes Salinas, refirmando las más puras tradiciones autoritarias e hiper-presidencialistas mexicanas,
destapó a su candidato, y seguro ganador, de las elecciones presidenciales de 1994, Luis Donaldo
Colosio, secretario de Desarrollo Social, un verdadero superministro que manejaba lo que, en la prác-
tica, se había convertido en un partido de gobierno bis, el Pronasol. Así culminaba un año en el que
la refundación salinista del priísmo parecía haber cerrado la larga década de infortunios económicos
y políticos inaugurada con el default de 1982.
No resultó así. Como bien se sabe, 1994 probó desde el minuto inicial que tanto la salida de la crisis
de la deuda, como la reconstrucción de la autoridad política de la presidencia mexicana, habían sido
un espejismo. Sin embargo, lo más sorprendente no fue el derrumbe del peso en Diciembre de 1994
--que constituyó el episodio que cerró una “crónica del desastre anunciado” por numerosos analistas
y consejeros extranjeros desde Lloyd Bentsen, secretario del Tesoro de Bill Clinton, hasta Rudiger Dor-
nbusch, economista del MIT, ante la evidencia que los inversores de capitales de corto plazo huirían
de la moneda mexicana más temprano que tarde dado que el mantenimiento del abultado déficit
externo, producido por la sobrevaluación del peso, resultaba a todas vistas insostenible.
Lo más inesperado del final de la presidencia de Salinas y del traspaso del mando a su sucesor, fue
la serie de reveses políticos que sufrió el gobierno priísta durante todo el año de 1994, comenzando
por la rebelión zapatista iniciada la noche misma de año nuevo. Ese 1 de Enero el Ejército Zapatis-
ta de Liberación Nacional (EZLN), un grupo armado compuesto por cientos de indígenas de etnias

24. José Woldenberg es a quien me refiero. Cfr. Alberto Aziz Nassif, "El rompecabezas salinista: recuento político de un
gobierno" en Marcelo Cavarozzi (coordinador), México en el Desfiladero: los años de Salinas; México, FLACSO/Juan Pablos
Editor, 1997; página 74. Woldenberg, un politólogo graduado en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México),
jugó un papel decisivo en la transformación del Instituto Federal Electoral (IFE) en un organismo con la capacidad de con-
trolar, en buena medida, la limpieza de las elecciones a nivel federal. No sucedió lo mismo en las elecciones estaduales,
donde en muchos casos los parecidos organismos que operaban en la órbita subnacional continuaron manipulando los
resultados.

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mayas de Chiapas y dirigido por el Subcomandante Marcos, un graduado de la UNAM en filosofía,


tomó violentamente siete municipios de los altos de ese estado, en los cuales ya hacía tiempo que
estaban operando, incluso detectados por los organismos de inteligencia de las fuerzas armadas. De
todos modos, en un par de días los zapatistas fueron desalojados por el ejército. Excepto en uno de
los pueblos, Ocosingo, donde fueron exterminados por los militares, en el resto de las poblaciones los
rebeldes optaron por retirarse ante la superioridad de sus adversarios. La reacción inicial de Salinas
fue declarar que se "buscarían las soluciones en el marco de la ley" y, consiguientemente, dispuso la
ejecución sumaria de los prisioneros y el bombardeo de poblaciones indígenas. Una semana más
tarde, sin embargo, y con la rebelión militarmente acorralada, el presidente dispuso un alto al fuego,
despidió a su secretario de Gobernación --casualmente un ex gobernador chiapaneco-- y nombró
como comisionado para la paz a uno de los precandidatos que había desechado en el "dedazo" de
los meses previos. La derrota política del gobierno se tornó más evidente al mes siguiente, cuando
comenzó el diálogo con los zapatistas incluyendo como mediador al obispo de San Cristóbal de las
Casas, Samuel Ruiz, un conocido defensor de los indígenas y frecuente crítico de las violaciones a
los derechos humanos cometidas por los funcionarios, civiles y militares, y las llamadas "guardias
blancas" --esto es, los grupos parapoliciales sostenidos por los terratenientes chiapanecos para per-
seguir a las etnias originarias y a otros campesinos pobres. Por primera vez en la larga historia de los
gobiernos del PRI, el Estado mexicano se abstuvo de liquidar a sangre y fuego una rebelión armada,
que, para peor, proclamaba abiertamente su adhesión a una ideología anticapitalista y denunciaba el
racismo de un partido que siempre se había reivindicado como el legítimo, y exclusivo, representante
de los sectores populares, incluidas las etnias indígenas. El episodio de la rebelión zapatista no reveló
la fuerza política o militar del EZLN, ya que su objetivo de "marchar hasta la Ciudad de México" no
tenía el menor sentido; más bien puso al desnudo la inesperada fragilidad del régimen del PRI.
Durante los meses siguientes, la situación no hizo más que empeorar para el gobierno y los episodios
de violencia política se multiplicaron: los rumores de un conflicto entre Salinas y Colosio crecieron,
culminando con el asesinato, nunca aclarado, del candidato en Tijuana, al que pocos meses después
se agregó el del secretario general del PRI y cuñado del presidente, Juan Francisco Ruiz Massieu. El
hecho de que se tornara verosímil el rumor que el crimen de Ruiz Massieu había sido ordenado, a su
vez, por el hermano del presidente, el todopoderoso Raúl Salinas, no hizo más que confirmar la mag-
nitud del proceso de desarticulación del régimen político mexicano.
Si bien el reemplazante de Colosio en la candidatura, Ernesto Zedillo, ganó cómodamente las eleccio-
nes de Agosto, su llegada a la presidencia en Diciembre no hizo más que precipitar el descalabro final.
Ante la negativa de Salinas y de su secretario de Hacienda de disponer la devaluación de la moneda
nacional antes del cambio de gobierno, las presiones se acumularon y la corrida en contra del peso
pulverizó en pocas semanas los principales logros macroeconómicos del sexenio –ciertamente no la
tasa de crecimiento, que había sido muy reducida, sino la estabilidad en el valor de la moneda y la
baja inflación. La crisis barrió con lo que quedaba de autoridad del nuevo presidente quien, ya desde
su encumbramiento como candidato, había quedado cubierto bajo un manto de provisoriedad e in-
certidumbre. La intensidad de la crisis pareció disminuir entre 1995 y 1997. No fue ajena a esa circuns-
tancia la concesión a México de un excepcional paquete de rescate en el cual Estados Unidos jugó un

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rol central. Fueron en total 53.000 millones de dólares con los cuales se creó un fondo de estabiliza-
ción que se usaría en caso que México no dispusiera de recursos propios para hacer frente a los pagos
de su deuda externa, lo cual no era para nada descartable, dada la fuerza de la corrida contra el peso.
El presidente Clinton utilizó 20.000 millones del Exchange Stabilization Fund (ESF), al cual el ejecutivo
norteamericano podía recurrir sin requerir autorización del congreso para apuntalar la creación del
fondo de emergencia; la medida no dejó de tener algo de arbitrario, pues Clinton escogió la vía de ESF
sólo después que el congreso de su país demorara la concesión de ayuda a través de una ley. México,
como consecuencia de la ayuda norteamericana, evitó el default y retomó la senda de la baja inflación
... al precio de descender a tasas aún más bajas de crecimiento. Lo que Clinton no pudo evitar, obvia-
mente, fue el continuado deterioro de la figura presidencial --que se había iniciado a las dos semanas
de inaugurado el período-- y todavía mucho más significativamente, que este deterioro arrastrara de
modo inexorable al PRI. Zedillo se desentendió de la suerte de su partido, incluyendo el steering del
proceso sucesorio, que había sido una de las tareas centrales de todo presidente mexicano desde
Calles en adelante. Se inició así un proceso de cambio profundo que comenzó por el mismo núcleo
político mexicano, el régimen presidencialista autoritario asentado en el PRI, y que, no sorprendente-
mente, abarcó a la sociedad en su conjunto. En realidad, a pesar que tanto los pensadores liberales del
estilo de Enrique Krause, como quienes querían construir una social democracia a la mexicana, entre
ellos Porfirio Muñoz Ledo y otros ex disidentes del PRI, se ilusionaron con la posibilidad de México
ingresara en la ruta de construcción de una poliarquía de libro de texto con tres partidos ordenada-
mente ubicados en la izquierda, el centro y la derecha, en realidad el país comenzaba a internarse
por un sendero que era exactamente lo contrario: la destrucción del México revolucionario sin que
nada ocupara el vacío. Sergio Zermeño captó agudamente este proceso en sus albores acuñando la
imagen de la "sociedad derrotada": en 1996 ya se refirió a un "México roto", que según el sociólogo
mexicano incluía al menos a la mitad de la población, tanto a los "que nunca fueron integrados por
la modernidad del modelo anterior (es decir el Estado-céntrico, MC)" y aquellos otros que agregó "la
pedacería dejada por la 'década perdida' y el shock neoliberal".25 La conclusión del primer acto de la
saga fue, ciertamente, la inobjetable y concluyente derrota del candidato priísta, Francisco Labastida,
en las elecciones presidenciales de 2000.
¿Porqué me he detenido para describir detalladamente los rasgos del proceso político mexicano du-
rante el período 1988-2000? Porque México constituye una metáfora elocuente de la peculiar con-
fluencia que se produjo a fines del siglo XX en toda la región. No fue, como resulta obvio, el final feliz
que había predicho Fukuyama en su renombrado ensayo --es decir la conjunción virtuosa de demo-
cracia y mercado-- sino la confluencia de dos fracasos, es decir la suma de los fracasos de la democra-
cia y el mercado para materializar los milagros que el profeta académico había prometido al anunciar
el fin de la historia. Es decir, hubo (y hay) "más democracia" y "más mercado", pero los avances de una
y otro no contribuyeron a resolver los dilemas económicos y políticos enfrentados por América Latina
en el ocaso del siglo XX. En México la confluencia fue, además, particularmente tortuosa. El temor de
Salinas de convertirse en un Gorbachev tropical y protagonizar la versión latinoamericana de la per-
estroika determinó que, en contraste con los casos sudamericanos de salida de dictaduras militares,

25. Cfr. Sergio Zermeño, 1996. La sociedad derrotada. El desorden mexicano del fin de siglo. México: Siglo XXI; página 170.

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el mercado llegara en México antes que la democracia. La democracia, o mejor dicho una promesa
verosímil de su materialización, recién advino una década y media más tarde, en 2000. Empero, la
reversión de la secuencia sudamericana no le sirvió de mucho a México: sufrió, al igual que los países
del sur, las tribulaciones de la "media década perdida". Más aún, durante la siguiente década la demo-
cracia electoral --ciertamente empañada por un nuevo resultado dudoso, el de 2006-- no consiguió
consolidar el sistema tripartidario emergente --de hecho tanto el PAN y el PRD van camino de con-
vertirse en una nueva versión de los partidos "subalternos no competitivos" a los que se refería Wol-
denberg, y el Estado mexicano quedó aún más arrinconado ante el colapso del orden público que se
profundizó durante la segunda presidencia panista, la de Felipe Calderón (2006-2012). Como señalo
en la próxima sección, el segundo acto de la saga inaugurada en la década de 1990, completando la
ominosa imagen de Zermeño, podría llegar a ser un "Estado derrotado".
Resumiendo el argumento; cuando me refiero al "doble fracaso" no estoy afirmando que los procesos
de democratización y de remercantilización no hayan avanzado en las tres décadas recientes. Por el
contrario, si se compara la América Latina de 2014 con la de 1980, ciertamente hay más mercado y
hay más democracia, o quizás con más propiedad, hay menos Estado y menos autoritarismo. Lo que
pretendo enfatizar, a riesgo de repetirme, es que, por lo menos hasta principios del siglo XXI, con la
excepción parcial de Chile, la combinación de democracia y mercado no se articuló como una fórmu-
la alternativa a la destruida Matriz Estado-Céntrica. El mercado, en todo caso, no se impuso porque
sus ideólogos convencieran, sino porque la fuerza arrasadora de la globalización que comenzó en
el segundo lustro de la década de 1970 derrumbó las fronteras comerciales, financieras y culturales
que las sociedades latinoamericanas habían erigido durante el medio siglo anterior. Por su parte, la
democracia venció sus contrincantes por walk over, si se me permite una metáfora deportiva; los ad-
versarios, anteriormente temibles, estaban replegándose cuando sobrevinieron las transiciones. En
esa lista de adversarios, por supuesto, figuraban prominentemente las dictaduras militares, tanto las
burocrático-autoritarias o´donnellianas como las fundacionales que, al decir de Garretón, se implan-
taron en la siguiente década. Empero el elenco de regímenes autoritarios en retirada también incluyó
a la fórmula del partido único mexicano y a los regímenes sultanísticos sobrevivientes hasta casi fi-
nes de siglo, como el de Stroessner en Paraguay y el más benigno, pero igualmente anti-democrático,
de Joaquín Balaguer en la República Dominicana.26 A pesar que algunos presidentes de la década
de 1980, como Hernán Siles Suazo, Raúl Alfonsín y Alan García, despertaron inicialmente la ilusión
de una democracia que refundara la política de sus países, ellos protagonizaron, por el contrario, un
verdadero eclipse de la política. El corolario del período 1980-2000 fue, por ende, la conformación de
democracias by default.

26. Realmente, el caso de la República Dominicana, no incluido en este texto, merece un comentario. A pesar de promo-
ver una suerte de distençao a la Geisel, Balaguer, un ex ministro del tirano Trujillo, tuvo la habilidad de mantener algunos
de los rasgos centrales de la dictadura trujillista --es decir el patrimonialismo a ultranza, la cooptación de los posibles
opositores, el microcontrol de las redes de poder social y el ejercicio selectivo de la represión; sobre esas bases dominó la
escena política dominicana hasta fines del siglo XX.

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Sección IV. Rutas del capitalismo latinoamericano y regímenes políticos.


1. Modalidades de integración a la economía mundial. Como ya han señalado varios analistas, las
transformaciones que se operaron en el capitalismo a partir del último cuarto del Siglo XX tuvieron
un impacto especialmente fuerte en los países de América Latina que habían avanzado más en el
proceso industrialización dirigida por el Estado; sin embargo el impacto también alcanzó al resto de
la región. Como apuntó certeramente Ocampo en el texto ya citado las tendencias negativas –bajo o
nulo crecimiento, incremento de las desigualdades en el mercado de trabajo, volatilidad financiera y
monetaria-- tuvieron mayor intensidad en los “períodos perdidos”, o sea la década de 1980 y el lustro
1998-2002. Sin embargo, el “trecho ganado”, o sea 1990-1997, no lo fue en verdad. Las debilidades
estructurales más profundas –entre ellas, como señala Ocampo, la baja productividad, la sensibilidad
a los flujos de capital extranjero y la mediocridad de los sistemas nacionales de innovación—no se
revirtieron, sino que se agravaron.27
En esta sección, empero, recojo otra propuesta de Ocampo para avanzar un par de pasos en la carac-
terización de los modelos económico-políticos que se están perfilando en América latina a partir de la
clausura de la que describió como “la media década perdida”. Me refiero al punto en el cual el econo-
mista colombiano contrasta un patrón del “norte” que comparten México, varios países centroameri-
canos y algunos caribeños que, según anota, se caracteriza por “las exportaciones de manufacturas
con alto contenido de insumos importados (en su modalidad extrema, maquiladoras) dirigidas princi-
palmente hacia el mercado estadounidense” y un patrón del “sur” típico de los países sudamericanos
que, apunta Ocampo, se define por “una combinación de exportaciones extrarregionales de produc-
tos primarios y manufacturas intensivas en recursos naturales y por un activo comercio intrarregional
dominado por las manufacturas”. ¿Cuáles son los pasos adicionales que propongo? Uno, el tener en
cuenta el dato de la expansión de las exportaciones de commodities que favoreció especialmente a
América del Sur a partir de 2002, fenómeno que, de todos modos, parece estar encontrando un techo
a esta altura; el otro, el incorporar variables políticas al esquema, lo que me permite distinguir, como
adelanto en la introducción a esta segunda parte del texto, cinco rutas.
Tres de las aludidas rutas corresponden a casos individuales que tienen gran relevancia, si bien por
diferentes razones. Brasil y México la tienen por el peso de ambos países dentro de la región y porque
efectivamente representan reacciones a la crisis de la Matriz Estado-Céntrica en las cuales persisten
algunos de los rasgos de la antigua matriz en el marco de dos sociedades extremadamente comple-
jas; como veremos, empero, en ambos casos se enfrentan cuellos de botella económicos y políticos
de magnitud que arrojan dudas acerca de la sustentabilidad a mediano plazo de las respectivas rutas,
especialmente en el caso mexicano. Chile, en cambio, la tiene porque es el único caso donde operó
una verdadera “revolución capitalista desde arriba” como resultado de la cual se está configurando
una nueva matriz societal.
A pesar de que los tres países mencionados han seguido, como veremos, itinerarios completamente
disímiles, presentan dos rasgos comunes. Por una parte, se caracterizan por una relativa continui-
dad de sus políticas públicas, más allá de las alternancias partidarias que se han producido en sus
27. Ocampo; op.cit. páginas 37-39.

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gobiernos durante el Siglo XXI.28 Por otra parte, los rasgos principales de las tres rutas comenzaron a
perfilarse hacia fines de la década de 1980, cuando coincidieron hitos que marcaron una divisoria de
aguas. La dictadura pinochetista perdió el plebiscito de 1988 abriendo el cauce para la instalación de
gobiernos popularmente electos por primera vez desde 1970. A su vez, este evento prácticamente
coincidió tanto con la celebración de la primera elección presidencial popular en Brasil después del
fin de la dictadura militar , como con el lanzamiento de la estrategia de Carlos Salinas de integración
económica de México con los otros países de América del Norte dentro del NAFTA (North American
Free Trade Association).
La excepcionalidad de Chile se remontaba más temprano, sin embargo: hasta principios de la dé-
cada. El país comenzó a ser excepcional a partir de 1980-1982, y especialmente desde 1985, cuando
logró salir del pozo en que había caído como resultado de las políticas económicas que la dictadura
pinochetista había implementado durante el período 1973-1980. La excepcionalidad tuvo mucho
que ver con la circunstancia que Chile no sufrió la “década perdida”, lo que favoreció que la transición
del autoritarismo tuviera un curso diferente al resto de los países de América del Sur. Como ya anoté
más arriba, el apoyo económico de Estados Unidos y del FMI que recibió el gobierno de Pinochet
a principios de la década de 1980 no sólo le permitió al dictador superar la encrucijada en que se
encontraba Chile en esa coyuntura –el nivel de desempleo en 1982 había superado el 20 por ciento
como resultado de una caída del PBI para el trienio 1980-1982 de alrededor del 15 por ciento.29 El
efecto más importante de la ayuda, que cobró tanto una dimensión simbólica como material, fue que
el Estado en Chile escapó de la morsa que apretó al resto de sus contrapartes de la región que se con-
virtieron en penosos agentes del pago de una deuda externa que se elevaba a proporciones mucho
más elevadas del PBI que lo que había sido históricamente.30 Como bien se sabe, el corolario de este
fenómeno no fue que países como Bolivia, Perú, Brasil o Argentina pudieran pagar la deuda, sino que
en el intento fallido de hacerlo, Estados que ya prestaban sus servicios de manera precaria y desigual
lo hicieran todavía de manera más insatisfactoria, especialmente en el caso de los sectores de la po-
blación que sufrían más carencias. La paradójica consecuencia de este contraste fue que el Estado
que promovía su propio achicamiento en aras del predominio del mercado apareció reforzado en su
rol, mientras que los Estados que defendieron hasta fines de la década de 1980 enfoques estatistas y
dirigistas –incluidos los planes heterodoxos para combatir la inflación como el Austral argentino y el
Cruzado brasileño—se desprestigiaron y perdieron la capacidad de prestar las más básicas funciones
estatales. De esa manera, se abonó el terreno para la prédica de los defensores del neoliberalismo en
la siguiente década en casos como Argentina, Perú y Brasil, quienes ya no necesitaron, como si fue el

28. De todos modos, resulta obvio que en Chile y Brasil es mayor la afinidad del gran empresariado con las coaliciones
opuestas a la Nueva Mayoría (la Concertación hasta 2013) y al PT. Tanto la Alianza (es decir, la coalición de la UDI y RN)
en Chile, como el conglomerado partidario liderado por los candidatos presidenciales del PSDB en Brasil han tendido a
recibir el apoyo político de los empresarios nacionales de mayor peso.
29. La exitosa superación por parte del dictador chileno de la encrucijada en que se encontraba a principios de la década
de 1980 también se debió a la habilidad con la que Pinochet maniobró frente a las protestas populares, que fueron dura-
mente reprimidas, y frente a los cuestionamientos surgidos en su propio frente interno.
30. En varios casos, como en Brasil y Argentina, el Estado asumió también la deuda contraída por empresas privadas, que
era aproximadamente igual a la original del sector público.

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caso de Pinochet, de la mano dura para imponer proyectos de reforma estructural. De todos modos,
a medida que avanzaba la década de 1980 el sustento de legitimación de la dictadura chilena fue
variando gradualmente: de un gobierno que basaba su legitimación en su eficacia para “poner en su
lugar a los marxistas”, a otro que la basaba en el éxito de sus programas económicos.
La diferente trayectoria que siguió Chile durante la década de 1980 dejó, claro está, su legado. El con-
traste con el resto de América del Sur se fue tornando cada vez más marcado. A fines de esa década
los presidentes de la primera etapa democrática habían atravesado, y no resuelto, las crisis económi-
cas de 1988-1990 y tuvieron que pagar el costo político por ello. Sarney en Brasil, Alan García en Perú
y Alfonsín en Argentina –como así también sus partidos-- y Lusinchi en Venezuela, fueron repudiados
por la ciudadanía que votaron a líderes y partidos que se presentaron como lo opuesto a aquellos a
quienes reemplazaron; las políticas estatistas aparecieron como los responsables de las crisis.31 No
resultó sorprendente, entonces que los sucesores, Collor de Mello, Fujimori, Menem e incluso Carlos
Andrés Pérez, propusieran soluciones que implicaban dar un giro de 180 grados y adoptaran políticas
bautizadas como neoliberales. En cambio, en Chile la coyuntura tuvo un sentido totalmente diferen-
te; el frente opositor que triunfó en las elecciones presidenciales de 1989 claramente basó su cam-
paña en el rechazo del carácter autoritario del gobierno militar, y no en una crítica al enfoque de sus
políticas económicas. Chile se instaló, entonces, en una ruta en la que, imaginaria y materialmente,
se “alejaba” de un continente atrapado por el cepo de la deuda y sumido en la alta inflación; la crítica
explícita, y a veces implícita, al pasado no se limitó a la dictadura pinochetista sino también alcanzó a
la memoria de la Unidad Popular. En otras palabras, se confirmaba el abandono tout court de la Matriz
Estado-Céntrica --es decir, de la idea de construcción política de una sociedad industrial. Esa condena
se centró en los rasgos negativos que enmarcaban el derrumbe de la MEC, pero también abarcó la
etapa previa de construcción de Estados enfocados en la incorporación social y política de sectores
excluidos. Resultó apropiado para la confirmación de la imagen de una “isla que se alejaba del caos”
el iceberg que el país envió como símbolo a su pabellón en la feria mundial de Sevilla de 1992, ya con
Patricio Aylwin en la presidencia.
El rasgo distintivo que caracterizó a la ruta chilena a partir del último cuarto del siglo XX fue, entonces,
la de una sociedad que mayoritariamente dejó atrás la idea y las prácticas de la construcción colec-
tiva de una matriz societal definida por la tutela estatal de las diferentes clases sociales, incluidos los
trabajadores organizados y los empleados públicos. Es cierto que el Chile del siglo XX había genera-
do y reforzado vínculos jerárquicos y también había consolidado una distribución extremadamente
desigual de la riqueza. Pero era igualmente cierto, al mismo tiempo, que la política chilena a partir
de la década de 1920 había contribuido contradictoria, pero decisivamente, a articular mecanismos
institucionales e informales que habían provisto los canales para implementar entre 1964 y 1970 una
reforma agraria efectiva que había erosionado seriamente el poder oligárquico en el campo y pos-

31. En realidad Bolivia resultó el caso precursor, pues la condena ciudadana al estatismo del primer presidente democrá-
tico, Hernán Siles Suazo, se dio tempranamente en 1985 y llevó al triunfo de Víctor Paz Estenssoro, del otrora nacionalista
y estatista Movimiento Nacionalista Revolucionario, quien encaró una dura política de ajuste y reestructuración de signo
neoliberal a partir de aquel año. Carlos Andrés Pérez en Venezuela representó otro ejemplo de la nueva tendencia, aun-
que en su caso él llegó a la presidencia sucediendo a otro político de su propio partido en 1989, el también Adeco Jaime
Lusinchi.

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teriormente, durante el gobierno de la Unidad Popular, habían abierto una grieta en la dominación
social por la cual se filtró una verosímil propuesta de “vía no capitalista de desarrollo” apoyada por los
partidos de izquierda y los sectores progresistas de la democracia cristiana y que promovió la incor-
poración de los sectores excluidos hasta entonces, es decir los campesinos y los pobres urbanos.
Durante los cuatro gobiernos que encabezó entre 1990 y 2010, la Concertación triunfante en 1989
no se apartó significativamente de los lineamientos heredados del gobierno militar. Esa orientación
la reconoció más tarde el ministro de Hacienda de Patricio Aylwin, el político demócrata cristiano
elegido presidente en 1990. Alejandro Foxley, que de él se trata, elogió los programas de Pinochet
como “una contribución histórica que terminó cambiando el modo de vida de todos los chilenos para
bien, no para mal”.32 Las políticas sociales implementadas por los gobiernos de Aylwyn, Frei, Lagos y
Bachelet (2006-2010), en conjunción con el sostenido crecimiento económico apoyado en el boom
del cobre, redujeron drásticamente la pobreza partir de 1990. Sin embargo, la coalición gobernante
de centro-izquierda no modificó el sesgo privatista del modelo heredado; incluso en algunas áreas lo
acentuó. Por una parte, la extrema disparidad de ingresos y de acceso a los servicios que predominó
Chile hacia finales de la dictadura, convirtiéndolo en uno de los países más desiguales del mundo, no
fue revertida en las siguientes dos décadas. Los servicios de educación, salud y seguridad social con-
tinuaron estando mayoritariamente a cargo de prestadores privados con una alta correlación entre
calidad y precio y el correlativo foco en el lucro; los hospitales y las escuelas públicas no recibieron un
financiamiento que permitiera su funcionamiento adecuado.
Por otra parte, la expansión de producción de cobre que convirtió a Chile en el primer productor
mundial del mineral –era el tercero en 1990— trajo consigo el consiguiente alza del monto de las
exportaciones, que se multiplicaron por ocho entre 1990 y 2010 medidas en precios a dólares corrien-
tes. Ahora bien, prácticamente todo ese aumento fue generado por empresas privadas, mientras que
hasta 1990 la participación del sector privado en la producción de cobre había sido muy reducida.
En conclusión, como titula Garretón en uno de sus libros más recientes, la experiencia de la Concerta-
ción fue una de neoliberalismo corregido y progresismo limitado. Chile representa el caso más claro
de una ruta centrada en la total apertura de la economía, las privatizaciones y la desregulación en
donde el fenómeno de una revolución capitalista promovida por un gobierno despótico ha generado
un escenario político plenamente renovado a pesar de la subsistencia de actores del pasado, como
los socialistas, los comunistas y los demócrata cristianos. Es cierto que la arquitectura partidaria ha
recuperado su posición como eje de la escena política después que el ex-dictador Pinochet perdiera
la influencia institucional e informal que mantuvo hasta ser puesto en prisión en Londres en 1998. Sin
embargo, la circunstancia que fuera una acción exógena al sistema político chileno la que marcara el
eclipse de Pinochet --esto es la detención promovida por el juez español Baltasar Garzón en Inglate-
rra que lo mantuvo recluido durante más de un año-- constituyó un indicador de la "levedad" de la
democracia chilena hasta fines del siglo XX.33 Ese, y otros "enclaves autoritarios" --como los denominó
32. Citado por Carlos Huneeus, La Democracia semisoberana. Chile después de Pinochet. Santiago: Taurus, 2014; página
521.
33. Pinochet continuó ejerciendo la comandancia en jefe del ejército chileno hasta marzo de 1998, es decir hasta ocho
años después de haber transferido la presidencia al opositor Patricio Aylwin. Precisamente en su discurso de despedi-

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acertadamente Manuel Antonio Garretón-- perduran todavía en cierta medida y son uno de los fac-
tores que explican porque Chile continuó transitando un sendero aparte.
El contraste de Chile con Brasil no puede ser más evidente: en el primer caso se produjo una revo-
lución capitalista autoritaria promovida por la dictadura que cambió de raíz la matriz social sin que
los gobiernos democráticos posteriores modificaran sustancialmente ese curso. En el segundo, en
cambio, los gobiernos de la transición a la democracia se enfrentaron con una situación económica
muy seria en 1985 que se agravó aún más a fines de esa década cuando los cuellos de botella del es-
tatismo desarrollista se intensificaron a raíz de la crisis de la deuda. El curso seguido a partir de 1990
no se apartó en demasía de los trazos esenciales de la MEC latinoamericana precisamente a partir de
reiterar el acendrado estilo propio de cambio –es decir, abriendo nuevos etapas sin cerrar las anterio-
res. La ruta brasileña continuó caracterizándose, entonces, por la acumulación de sucesivas etapas
de desarrollo; a partir de 1930 este proceso “sedimentario” había promovido la imbricación del sector
privado y el Estado descansando en el cierre de la economía, la creación de empresas públicas y la
regulación de las relaciones de clase. El sesgo estatista se atenuó considerablemente a partir de la
llegada de Fernando Henrique Cardoso al ministerio de hacienda en 1993 y su posterior acceso a la
presidencia dos años más tarde. El éxito de las medidas antiinflacionarias conocidas como el Plano
Real no sólo corrigió las distorsiones macroeconómicas más graves; le permitieron a Cardoso, asimis-
mo, triunfar en dos elecciones presidenciales consecutivas; las de 1994 y 1998. También se encaró la
privatización de empresas públicas marcando la reversión del largo ciclo estatista iniciado sesenta
años antes; una de las privatizaciones más importantes fue la de Vale do Rio Doce, la productora de
hierro y níquel más grande del mundo, en 1997. De todos modos, tanto la desregulación de la econo-
mía, como la apertura comercial avanzaron más tibiamente que el proceso de privatización.34 La crisis
de la “media década perdida” afectó fuertemente a Brasil; las medidas que Cardoso se vio obligado a
tomar a partir de 1999 si bien impidieron que el país sufriera una debacle catastrófica como Argentina
–que también había recurrido a la apreciación cambiaria y la entrada de capitales de corto plazo en la
década de 1990, deterioraron seriamente la popularidad del gobierno y del Partido da Social Demo-
cracia Brasileira (PSDB) integrado por disidentes del PMDB a partir de 1988. En la siguiente elección
presidencial de fines de 2002, el candidato del PSDB y antiguo colega de FHC, Jose Serra, fue clara-

da del cargo militar, el ex dictador se enorgullecía del "mantenimiento del modelo económico y las reformas sociales
emprendidas" durante su gobierno. Pocos meses después, Pinochet fue encarcelado en Londres; su desmoronamiento
político culminó seis años más tarde cuando el senado norteamericano reveló los pormenores de una investigación que
puso en descubierto que el militar tenía cuentas secretas en el Banco Riggs de aquel país, así como en otras instituciones
extranjeras, bajo nombres falsos. Esas irregularidades le permitieron acumular al menos 27.000.000 de dólares en cuentas
que también incluían a otros miembros de su familia, algunos de los cuales terminarían presos después de la muerte de
Pinochet. Quizás fue una casualidad, pero al poco tiempo el Riggs Bank cambió de nombre y pasó a denominarse PNC
Bank.
34. También en 1995 se lanzó el Mercosur, convirtiendo así a la Argentina en un socio comercial importante en la siguiente
década y media, especialmente sobre la base de la integración parcial de las industrias automotrices de ambos países.
De todos modos, el sector primario no sólo mantuvo su elevada participación en el paquete exportador, sino que la in-
crementó. Y esta circunstancia no fue ajena al relativo estancamiento de las exportaciones brasileras en la década actual,
después de haber demostrado un gran dinamismo en la anterior. Históricamente los productos primarios han estado
sujetos a mayores fluctuaciones en sus precios en el mercado mundial que los industriales, y la tendencia de recaída en
sus niveles en el bienio actual están afectando significativamente a toda Sudamérica, y en particular a Brasil.

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mente derrotado por Lula, el ex dirigente sindical que había fundado el Partido de los Trabalhadores
(PT) en 1979.
La llegada al poder de Lula en 2003, después de haber sido derrotado en las tres elecciones presi-
denciales previas no marcó una simple alternancia en el gobierno; el hecho constituyó, un profundo
quiebre con el pasado, aunque también implicó un retorno a tradiciones políticas brasileras secula-
res. ¿Cómo es posible sostener una afirmación aparentemente tan contradictoria? El componente de
ruptura se vinculó a que el acceso a la presidencia de un migrante interno nordestino proveniente
de los estratos más pobres implicó ciertamente un cuestionamiento a la estructura jerárquica de la
sociedad brasilera. Medio siglo atrás Getulio Vargas había sido conocido como “el pai dos pobres”;
Lula también tuvo una relación especial con los sectores subordinados; sin embargo, habiendo sido
pobre él mismo, les proveyó un polo de identificación identitaria más cercano e igualitario que en el
caso de Getulio. Que Lula lo hiciera al comando de un partido que reivindicó su origen en la sociedad
civil, y situándose inicialmente más allá del espectro político tradicional, no hizo más que agregar un
elemento adicional de ruptura con el pasado. La circunstancia que Lula ocupara la posición de mayor
poder político durante ocho años, y que se mantuviera luego como una figura decisiva en la presi-
dencia de Dilma Rousseff, lo situó simbólicamente en un espacio político diferente que no reemplazó,
pero si se sumó al plano propiamente partidario.
Pero, como planteo más arriba, Lula y las presidencias del PT representaron también una continuidad
en relación al pasado de Brasil. En primer lugar, porque las políticas de los tres períodos del PT en
el gobierno inaugurados en 2003, sin revertir totalmente la orientación ortodoxa de la estrategia
macroeconómica de los años previos, implicaron un retorno al curso seguido desde 1930, es decir
retomaron, en buena medida, el estatismo y la regulación socio-económica. En ese sentido, entonces,
la década de Cardoso puede ser vista como una especie de paréntesis. Las medidas antiinflacionarias
dispuestas en la década de 1990 continuaron siendo aplicadas, pero el viraje que le había impuesto
Cardoso al curso del modelo económico, en la dirección de un mayor peso de la lógica de mercado,
comenzó a revertirse cuando asumió la presidencia Lula; entre otros cambios, suavizando la dureza
de los ajustes y retornando a políticas de protección industrial a través de instrumentos arancelarios
y no arancelarios. En segundo lugar, la llegada de Lula al centro del escenario político y social de Brasil
–lugar que ha continuado ocupando incluso durante la presidencia de Dilma Rousseff—marcó una
continuidad en un sentido adicional, quizás más profundo: la continuada existencia de carriles de
representación alternativos en el espacio del régimen político, o sea el fenómeno que he caracteriza-
do como regímenes de compromiso. El ascenso de Lula se tradujo en la coexistencia de una escena
partidaria gobernada por la lógica de una persona, un voto, por un lado, y la vigencia de carriles de
representación y legitimación del régimen político vinculados a otros códigos: principalmente, los
asociados a la relación entre un líder carismático con el pueblo y los anelhos burocrático-empresaria-
les informales teorizados precisamente por el mismo Cardoso, por el otro lado.
En el cambio de siglo, la política brasilera retornó a una versión, si bien aggiornada, de los regímenes
de compromiso del pasado.35 Hasta 1985 el sistema de partidos había funcionado con un “modera-

35. A los ya citados trabajos de Nunes y Weffort se debe agregar la Radiografia del Quadro Partidario de Maria D´Alva Gil

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dor” externo, los militares, que intervinieron sistemáticamente --primero como árbitros y “correctores
de excesos populistas”, y a partir del golpe de 1964 como encargados del poder ejecutivo federal,
pero adjudicando un rol subsidiario a los partidos en el parlamento, y luego también en los gobiernos
estaduales. Como es obvio, el hecho que los militares fueran el poder moderador, le imprimió inesta-
bilidad al régimen.
El fin de la dictadura militar en 1985 abrió, como es sabido, lo que tornó a ser una transición caótica:
es decir, los años de las presidencias de Sarney y Collor de Melo. Paradojalmente, empero, y a pesar
de la crisis económica y política que culminó con el impeachment de Collor de Melo y la hiperinfla-
ción, el sistema de partidos pareció convertirse en la arena dominante de la política, generando inclu-
so una salida institucional a la doble crisis a través del Plano Real y el ascenso de Fernando Henrique.
Más aún, si concentramos la mirada en las elecciones presidenciales a partir de 1994, la dominancia
partidaria dio como un resultado un juego que tendió a estabilizarse como una partida bi-coalicional.
Entre 1994 y 2014 en ese plano han competido excluyentemente dos constelaciones partidarias, una
encabezada por el PSDB y otra por el PT, que se enfrentaron periódicamente a nivel federal sin que
aparecieran otros candidatos con posibilidades reales de vencer en la elección. Incluso cuando una
tercera candidata se perfiló inicialmente como capaz de quebrar el duopolio, como Marina Silva en
2014, ello en definitiva no se materializó.
De todos modos, la primera elección presidencial dilucidada por el voto popular en treinta años, la de
1989, ya estaba sugiriendo que la estabilización de la arquitectura partidaria a nivel federal no era la
única novedad; la otra fue la recreación de la instancia del poder moderador, esta vez encarnado en
un personaje individual, esto es Lula. El sorpresivo ascenso del Lula, que le permitió en 1989 ingre-
sar al ballotage postergando al político trabalhista Leonel Brizzola, marcó la aparición de una figura
que comenzó a trascender la escena partidaria al mismo tiempo que se transformaba en uno de sus
actores centrales. La capacidad de moverse en el tablero de los partidos, y al mismo tiempo de jugar
por fuera de él, le permitió a Lula el ir desarrollando gradualmente un poder de arbitraje dentro de la
política nacional . En este sentido, se puede establecer un paralelo entre Lula y etapas anteriores de
la historia política brasilera caracterizadas por la vigencia de un poder moderador con capacidad de
jugar por encima --o por debajo, según se prefiera-de los partidos. Obviamente, la principal diferen-
cia con el período 1930-1985 es el hecho que este poder moderador se ejerce en un contexto de un
electorado plenamente incorporado --lo que no era el caso en aquel período-- y que no descansa en
la amenaza de ruptura del juego institucional.
A partir de 2012, sin embargo, se ha generado un impasse cuyas manifestaciones más claras son el
estancamiento de la economía y la pérdida relativa de popularidad del PT; este síndrome culminó
con el dificultoso triunfo de Dilma Rousseff en la segunda vuelta de la elección presidencial de 2014.
Estas circunstancias sugieren que Brasil están enfrentando dos obstáculos extremadamente serios
al estrecharse los márgenes para mantener los difíciles equilibrios que descansan en Lula y que le
han permitido al PT triunfar en cuatro elecciones presidenciales consecutivas. Estos son equilibrios

Kinzo que brinda un completo análisis de los partidos después del fin del régimen militar. Sao Paulo: Centro de Estudios,
Fundación Konrad Adenauer; 1993.

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La construcción política de las sociedades latinoamericanas y su talón de
Aquiles: el régimen político

políticos y económicos: le han permitido a la fuerza gobernante, por una parte, retener una propor-
ción abrumadora de los votos de los más pobres y atraer, paralelamente, el apoyo electoral de un
segmento significativo de las nuevas clases medias generadas por el crecimiento del país durante el
siglo XXI; y por otra parte, expandir la base industrial del país al mismo tiempo que ha aumentado la
dependencia de Brasil de la exportación de commodities agrícolas y minerales. El interrogante que se
plantea a mediados de la década de 2010 es claro: ¿es posible para Brasil mantenerse en la ruta de un
neodesarrollismo de base regional limitada, en un mundo globalizado como el actual, generando, si-
multáneamente, los recursos que permitan continuar avanzando en la dirección de reducir la todavía
altísima desigualdad a través de la incorporación de los sectores excluídos?
México es, en contraste con Brasil y Chile, un caso más dramático de transformación fallida ante la
crisis de la MEC que estalló ya hace más de tres décadas. Lo retrató con un título, ya hace tiempo,
Isabelle Rousseau, quien al realizar un balance de la gestión de Carlos Salinas (1988-1994) se refería
a ella con la imagen de Modernidad con pies de barro.36 Obviamente la autora no podía imaginar que
tres sexenios más tarde, es decir en 2012, el PRI recuperaría la presidencia después de haberla per-
dido en 2000; lo hizo con una plataforma en la que sus dos mensajes centrales --uno explícito y otro
implícito-- fueron, por un lado, el retorno a la implementación de las "reformas estructurales" que
había prometido Salinas en 1988 y, por el otro, la reversión de la situación de evaporación del poder
político presidencial producida a partir de la asunción de Zedillo en 1994 y agudizada durante los
dos sexenios del PAN.37 Menos aún podía Rousseau intuir que su imagen no sólo retrataba adecua-
damente las limitaciones del proyecto salinista, sino que también resultaría ser una premonición del
derrumbe que protagonizaría dos décadas más tarde el otrora discípulo de Salinas de Gortari, es decir
Enrique Peña Nieto. No lo podía intuir porque sólo hace dos años, cuando Peña Nieto triunfaba en las
elecciones presidenciales de 2012 superando al político de izquierda, Andrés Manuel López Obrador,
también referido como AMLO, parecía que el retorno del PRI a la cima del poder político en México
marcaba el cierre del largo hiato de la política mexicana que se había abierto en 1994. Se llenaban va-
rios requisitos. En principio, al vencer claramente al candidato de izquierdas en 2012, se dejaba atrás
la "amenaza" que representaba AMLO, quien no sólo había encarnado por años la resistencia política
más consistente al proyecto salinista, sino también había probablemente despojado del triunfo en
las elecciones presidenciales de 2006, cuando el IFE (Instituto Federal Electoral) y el TRIFE (Tribunal
Federal Electoral) se habían negado a efectuar un recuento de las innumerables casetas impugnadas
como reclamaban sus partidarios. Pero, además, el PRI retornaba a la presidencia habiendo aparente-
mente dejado atrás sus largas décadas de partido autoritario --con lo cual se completaba la transición
incompleta a una "democracia tripartidaria de libro de texto" iniciada en 2000-- pero abriendo al
mismo tiempo la posibilidad de restaurar los mecanismos de control social gravemente erosionados

36. Isabelle Rousseau; México: 1995, Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos.
37. Efectivamente, después de ocupar durante ocho décadas el gobierno mexicano, el partido creado en 1929 por la Di-
nastía de Sonora que había emergido en 1920 como el grupo triunfante de las luchas entre las facciones revolucionarias,
esto es el PRI, perdió por primera vez una elección presidencial en 2000. Más allá de que el candidato triunfante, Vicente
Fox del PAN, tuvo la habilidad de presentarse como el abanderado de la democracia articulando una coalición que incluyó
a muchos disidentes del PRD, como ya señalé, el PRI estaba derrotado desde hacía seis años atrás, cuando Ernesto Zedillo
se había convertido en un presidente lame duck a los quince días de asumir.

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durante las presidencias panistas de Fox y Calderón. Las promesas sonaban verosímiles, y de paso
acariciaban los oídos de las calificadoras de riesgo y de los organismos económicos internacionales; el
apuesto ex gobernador del estado de México anunciaba que completaría las reformas estructurales
iniciadas por Salinas --que, dicho sea de paso, el PRI había bloqueado durante los doce años panistas
en nombre de las banderas de la Revolución. De lo que se trataba, principalmente, era de abrir plena-
mente al capital privado el sector energético y la explotación del petróleo, propuesta que terminó de
aprobarse en Agosto de 2014. Los inversores, entusiasmados con la perspectiva de grandes negocios,
no percibían que los cambios prometidos no contribuirían a revertir la tendencia al engrosamiento de
las filas del "México roto" aludido por Zermeño veinte años atrás, sino que más bien la reforzarían.
Pero el flanco más débil de las reformas de Peña Nieto era otro: precisamente lo que el PRI había
garantizado durante décadas; el control del orden social a través de una maquinaria que había com-
binado represión, cooptación, ascenso social y una inteligencia que llegaba a los estratos más bajos
de la sociedad. Ya desde las crisis de las décadas de 1980 y 1990, la ecuación de trabajo informal, nar-
cotráfico y corrupción de policías, políticos y funcionarios venía corroyendo la trama social mexicana.
Los tres elementos estaban presentes en México desde antes de las crisis, pero el estancamiento del
mercado de trabajo formal (sumado a la alta tasa de natalidad) y el crecimiento del consumo en Esta-
dos Unidos se combinaron para expandir dramáticamente el negocio de la droga a partir de 1980-82.
Y el modelo de desarrollo seguido a partir del gobierno de Salinas, del que sus sucesores, Zedillo,
Fox y Calderón, no se apartaron, profundizó la distancia entre el México moderno trasnacional y el
"México roto". La creciente integración de la industria nacional al mercado norteamericano y la crisis
de buena parte de la agricultura tradicional no hicieron más que aumentar el número de mexicanos
desintegrados de la sociedad edificada a partir del período de entreguerras bajo el paradigma de la
Revolución. Y en esa sociedad, una vez producido el eclipse político de Carlos Salinas, desapareció
rápidamente la figura disciplinadora del presidente que ponía límites a las arbitrariedades más gro-
seras, y consiguientemente más indignantes, de funcionarios y políticos y fijaba ciertos parámetros
a partir de los cuales los abusos a los derechos humanos cometidos por policías, militares y sicarios
eran relativamente ocasionales o resultaban cuidadosamente ocultados.
Ahora, a fines de 2014, se percibe que, en realidad, el retorno del PRI a la presidencia no sirvió para
revertir el derrumbe del Estado mexicano. Los episodios de asesinatos de pobres dedicados al menu-
deo de la droga, de periodistas, de mujeres sometidas a la violencia pública y privada, de estudiantes
sobre todo en el campo pero también en las ciudades, de integrantes de bandas del narcotráfico, de
jóvenes en discoteques y antros, de oficiales y soldados del ejército y de la marina mexicanos, de
centroamericanos transitando por territorio mexicano hacia Estados Unidos y de otros que se encon-
traban en el "lugar equivocado" han continuado multiplicándose; los números han seguido crecien-
do, registrándose al mismo tiempo una creciente involucración de miembros de las fuerzas armadas
en masacres y operaciones ilegales. Y no se trata solamente de los "estados pobres del sur", Guerrero,
Chiapas, Oaxaca, como cierta prensa apunta. Es en todo el país --desde Tamaulipas y Baja California en
el norte hasta la frontera guatemalteca, pasando por Michoacán, donde denominadas "autodefen-
sas" operan en vastas regiones, el Distrito Federal y el mismo estado de México, siempre gobernado
por el partido de la Revolución desde 1925-- donde los nombres de localidades grandes y pequeñas

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continúan engrosando a la lista de muertes y violaciones groseras a los derechos humanos: Uruapán,
Cuernavaca, Degollado, Tlatlaya, Ciudad Juárez, Iztapalapa, Yurécuaro, la Barca, Jitlotlán, Ciudad Vic-
toria y cientos más.
Durante dos años --los que han transcurrido del período de Peña Nieto-- y con la colaboración siste-
mática de Televisa (la principal estación de televisión) que difundía las "buenas noticias" --por ejem-
plo capturas o muertes de jefes del narcotrático-- pero censuraba las malas, se impuso el simulacro.
Pero el asesinato/desaparición/presunta calcinación de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa
en Iguala, Guerrero el 26 y 27 de Setiembre de 2014, que expuso la involucración de funcionarios
municipales y estaduales con sicarios, la inacción del ejército nacional, y el desconcierto de Peña
Nieto y sus ministros, parecen haber colmado el vaso. Y el interrogante que asoma en México es de
relevancia política, ética y teórica: ¿por cuánto tiempo podrá mantenerse la aparente compatibilidad
entre, por un lado, una sociedad que se deshace y un capitalismo que, por el otro, desarrolla nuevas
oportunidades de negocios "no apartándose de la ruta trazada" tal como lo anunció ominosamente
el presidente Peña Nieto al Consejo Coordinador Empresarial más de dos meses después de la trage-
dia de Guerrero? (Excelsior; 6-12-2014)
En Argentina, Bolivia y Ecuador el síndrome del doble fracaso --que se extendió asimismo a otro
país sudamericano en el cual, como se sabe, no hubo transición en la década de 1980, es decir Ve-
nezuela-- explica, en buena medida, lo que sucedió a partir de comienzos del nuevo siglo.38 No fue
casual que en aquellos casos en los cuales el doble fracaso se manifestó de manera más rotunda
--inicialmente a fines de la década de 1980, pero sobre todo durante la media década perdida-- varios
regímenes, comenzando en 1999 por Venezuela precisamente, y siguiendo más tarde por Argentina,
Bolivia y Ecuador, comenzaran a transitar un sendero de redefinición radical del discurso político. Esta
redefinición se produjo a partir de la articulación progresiva de una vertiente de radical negación,
sobre todo retórica pero también práctica, del par de ingredientes de la ruta que se había insinuado
durante el período 1980-2000, esto es de la ruta alla Fukuyama que predicaba la combinación de
la democracia de partidos con la economía de mercado.39 El fenómeno de redefinición al que me
refiero se apoyó, por una parte, en el aumento de la capacidad fiscal del estado --fruto a su vez de
la expansión inédita y sostenida de los ingresos producidos por las exportaciones de commodities
mineras y agrícolas que se registró a partir de 2002-- y, por la otra, en la reconstrucción significativa
de la autoridad política disuelta en las dos décadas postreras del siglo XX. En Venezuela y Ecuador
la evaporación de la autoridad política se extendió durante toda la década de 1990 mientras que en
Argentina y Bolivia se desencadenó más tardíamente, ya que los respectivos gobiernos de aquella
década, es decir los de Carlos Menem y los hegemonizados por el MNR y Gonzalo Sánchez de Losada,
protagonizaron fugas hacia adelante que parecieron inicialmente exitosas pero que se derrumbarían
en los fragores de la crisis asiático-mundial iniciada en 1997.

38. En esta última sección incorporo los países andinos al análisis ya que a partir de 1999 en prácticamente todos ellos se
registraron fenómenos políticos de relevancia que enriquecen la mirada comparativa.
39. Como las rutas seguidas en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina implicaron una crítica de las soluciones de "dere-
cha", fueron calificadas como "giros a la izquierda". Creo que debemos reflexionar un tanto más cuidadosamente acerca
de esta última calificación.

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La reconstrucción de autoridad en el siglo XXI se encarnó de manera excluyente en los titulares del
poder ejecutivo; los respectivos presidentes se convirtieron en los ejes del sistema político postulán-
dose creíblemente como la contracara de los presidentes débiles que los precedieron. En esos cua-
tro países, entonces, se desplegó una verdadera reorganización de la economía política, que como
ya señalé, se basó en la negación de la fórmula sostenida por el Consenso de Washington, es decir
de la fórmula que recomendaba la implementación de reformas de mercado radicales en el marco
de gobiernos democráticos pluripartidarios. Se produjo, entonces, en Venezuela, Argentina, Bolivia
y Ecuador un retorno de la política, retorno, sin embargo, que estuvo cargado de negatividad. Este
fenómeno tuvo mucho que ver con el glamour de los discursos que le achacaron a la "primavera de-
mocrática" (y a las salidas de mercado) la responsabilidad de los tropiezos y fracasos que culminaron
en las crisis de fines de las décadas de 1980 y 1990. Desde de esta perspectiva, los políticos de partido
llenaron a la perfección el casillero de plena culpabilidad en la que los ubicaron líderes como Chávez,
Néstor Kirchner, Evo Morales y Correa, por supuesto con la "complicidad" reiterada de las mayorías de
los electorados. Los partidos políticos y sus dirigentes --incluidos en el caso de Kirchner los miembros
de su propio partido que representaban el pasado oprobioso, expresado por Carlos Menem-- fueron
pintados como la encarnación de todos los defectos que, supuestamente o no, habían llevado a las
crisis económicas de fines de siglo y desencadenado los procesos de evaporación de la autoridad
asociados a dichas crisis. Los políticos tradicionales, entonces, quedaron ubicados en el peor espacio
posible: aquel caracterizado por la pasividad, --la "torpe inacción", como la tituló Gargarella-- la co-
rruptela generalizada, y la complicidad con los organismos internacionales, los grupos empresariales
trasnacionales, los grandes bancos y los fondos de inversión. De todos modos, cabe aclarar algo rela-
tivamente obvio: el tinte antiimperialista que se le dio a los proyectos enunciados por los presidentes
de los cuatro países incluidos en este subgrupo --que en algún caso recibieron títulos como el de
socialismo bolivariano o socialismo del Siglo XXI-- quiso recubrir, en realidad, la ausencia de una ar-
quitectura clara de la economía política que fuera más allá de la previsible adaptación a los vaivenes
de los precios de los commodities de exportación.
No resultó accidental que en los cuatro casos del síndrome de la doble negación, el cesarismo presi-
dencial resultara un componente fundamental de las respectivas fórmulas políticas que se armaron a
partir de fines de siglo. Por ende, los rasgos que definen al cesarismo se acentuaron: la provisoriedad
de las reglas, la subordinación de los poderes legislativos y judiciales a los presidentes, la recurrencia
a medidas típicas de las situaciones de emergencia permanente como los decretos de necesidad y
urgencia, la pérdida de importancia de los organismos de control y el personalismo decisionista en
el que las normas se subordinan sin restricciones al que detenta el poder. Tampoco debe sorprender
que en los dos casos en que los personajes centrales, Chávez y Néstor Kirchner, murieron temprana-
mente, el problema típico de los hiperpresidencialismos latinoamericanos desde Perón en adelante,
el de la sucesión, reapareciera con toda crudeza. Esta situación no sólo responde a la circunstancia
obvia que en estos casos la vigencia de partidos dominantes del estilo del MAS, del socialismo unido
venezolano o del peronismo torna extremadamente improbable la alternancia partidaria; lo que es
más grave aún es que las mismas fuerzas gobernantes --dada la carencia o la irrelevancia de sus nor-
mas internas-- por lo general no cuentan con mecanismos, formales o informales, que permitan re-
emplazar al "líder" con una figura de peso. La única salida, entonces, es la reelección indefinida, lo cual

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inevitablemente agrava la provisoriedad de la fórmula. En Argentina se había eludido el problema,


aparentemente, con la conformación de un liderazgo bicéfalo ejercido por el matrimonio Kirchner, lo
que tenía, entre otras ventajas, la posibilidad de escaparle a la restricción constitucional que sólo per-
mite una reelección consecutiva. Sin embargo, la muerte de Néstor eliminó ese prometedor desvío
y condenó al peronismo kirchnerista a la imposible tarea de hallar un sucesor que reuniera todos los
atributos necesarios, sobre todo el de compatibilizar el estar dotado de cierta talla política mínima y
de garantizar la lealtad a los creadores del proyecto y conductores natos del mismo, es decir a Néstor
Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.
Por último, un par de casos configuraron un patrón alternativo de imbricación economía/política;
esta ruta a la que defino como de heteronomía de la política está asociada a la debilidad intrínseca
del proceso de construcción de un Estado nacional que predominó durante el siglo XX, rasgo que
no se ha modificado durante el siglo actual. Me refiero a Perú y Colombia; en ambos casos la conti-
nuidad de las políticas neoliberales a ultranza adoptadas a partir de la presidencia de César Gaviria
(1990-1994) y del decenio fujimorista no ha hecho más que rubricar la incapacidad del Estado para
influir sobre el curso de procesos económicos en los cuales el poder del gran capital, por un lado, y
el del heterogéneo universo de mafias asociadas a la economía ilegal, desde las drogas y la trata de
personas hasta la minería, por el otro, no es contestado sino mínimamente. Tanto en Perú como en
Colombia los partidos, tal como los entendemos tradicionalmente, son prácticamente irrelevantes y
han desaparecido como actores que jueguen con eficacia en la escena electoral, más allá de etiquetas
que en el mejor de los casos representan la supervivencia de algunas camarillas de influencia local
o regional en el caso de Colombia. En Perú, los partidos en buena medida se extinguieron luego del
ocaso de la primera presidencia de Alan García en 1990, mientras que en Colombia el ascenso de
Uribe en 2002 expresó un fenómeno similar. Sin embargo, en este último caso, es obvio que el tema
de la violencia política ha mantenido centralidad vinculada a los sucesivos fracasos de los "diálogos
de paz" --es decir de los intentos de acuerdos negociados con los principales grupos guerrilleros,
las FARC y el ELN-- que se sucedieron desde la década de 1980. El ocaso definitivo de uno de los sis-
temas partidarios más longevos de América Latina que conllevó el triunfo de Uribe en 2002 estuvo
estrechamente vinculado al colapso del último intento de negociación del siglo XX que se prolongó
prácticamente durante toda la presidencia de Andrés Pastrana (1998-2002). El corolario de dicho fra-
caso, como se sabe, fue que Uribe se impusiera en las elecciones de ese último año prometiendo el
endurecimiento de las políticas en relación a los grupos guerrilleros. El político antioqueño pudo mo-
dificar la constitución y lograr la reelección en 2006 precisamente a partir de la percepción por parte
de la mayoría de los colombianos que él había avanzado en el cumplimiento de aquella promesa. Los
"diálogos de paz", o sea los intentos del Estado colombiano de acceder al "monopolio legítimo de la
violencia" del cual ha estado permanentemente alejado desde sus orígenes, se han mantenido como
una cuestión política fundamental durante el período de su sucesor y ex ministro de defensa, Juan
Manuel Santos. Tanto las negociaciones que se desarrollan con las FARC desde 2012 en La Habana,
como la disputa de Santos con Uribe que culminó con la presentación de un candidato uribista en las
elecciones de 2014 --Zuluaga estuvo cerca de batir al presidente ya que incluso triunfó en la primera
vuelta-- se inscriben en ese fenómeno. Si recordamos la definición que propuso Jean-Yves Calvez de
la política como "un reconocimiento entre libertades arrancado de la violencia, aunque siempre (se)

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mantenga (esta última) como amenaza", en Colombia ese sustrato último aparece permanentemen-
te en suspenso, por lo tanto otorgándole sustancia a la política. 40 En ese sentido, y para utilizar un
término algo desgastado, se puede sostener que la política sobredetermina los procesos sociales y
económicos en Colombia.
En cambio en Perú, la política no ha retornado del doble vaciamiento que experimentó a principios y a
fines de la década de 1990. Entre 1988 y 1990 el ocaso del APRA fue acompañado, en ambos extremos
del arco ideológico, por las implosiones de la "izquierda" y la "derecha" que les impidieron suceder a
Alan García; en 2000 la escabrosa destitución de Fujimori marcó, a su vez, el declive de la última fuerza
política a la cual se la podía asociar con un cierto ideario, si bien de esencia autoritaria.41 Se han suce-
dido en la presidencia Paniagua, Toledo, Alan García (en su segunda presidencia) y Ollanta Humala;
los cuatro han coronado la conversión de Perú en "estrella del continente" según refieren numerosos
informes de bancos de la región; efectivamente de acuerdo a la CEPAL es, por lejos, el país que más
crecido en América Latina después de Panamá. La principal "virtud" de los presidentes de este siglo
ha residido en que no han entorpecido el despliegue de grandes corporaciones mineras que convir-
tieron a Perú a en el primer productor latinoamericano de plata --mineral del cual es también primer
productor mundial-- plomo, estaño, oro, zinc y el segundo en cobre y en que no han podido detener
la exportación ilegal de minerales preciosos --solamente la de oro ya superó a las exportaciones de
drogas a partir de 2011. Puesto crudamente, la política tiene escasa influencia sobre lo que ocurre en
la sociedad y la economía peruanas; a la apertura comercial se agrega la incapacidad para regular la
economía formal y controlar la ilegal. No debe sorprender, entonces, lo que revela un reciente trabajo
de la Universidad Católica de Perú: en el periodo 2000-2010, el PBI per cápita en términos reales se
elevó en aproximadamente 50%. Sin embargo, el desempeño de las series de ingresos de los trabaja-
dores resultó menos alentador. Durante ese periodo, el salario real del sector privado cayó en 5,3% y
los sueldos en el sector público se redujeron en aproximadamente un punto porcentual.42

V. Retornando al tema del régimen político: el lado oscuro de la democracia.


Al clausurarse las dictaduras en la década de 1980, llevó algún tiempo aprender que la democracia no
alcanzaba, por si misma, para resolver los graves problemas económicos y sociales que enfrentaban
los países de América Latina. Una vez que se dejó atrás el estudio de las transiciones viramos hacia el

40. La definición de Calvez se encuentra en Política. Una introducción. (Buenos Aires: Editorial Docencia, 1999; p.21).
41. El desenlace retrató la fragilidad del régimen fujimorista; se trató del fin de una "dictablanda" que había gozado de
un efímero lustro de popularidad a raíz de sus éxitos en la supresión de la inflación y la liquidación de la guerrilla de Sen-
dero Luminoso. Sin embargo, Fujimori no resistió la revelación de los manejos corruptos del número dos de su régimen
y jefe del poderoso Servicio de Inteligencia Nacional, el "asesor" Vladimiro Montesinos, un ex militar vinculado a la CIA.
El escándalo estalló cuando se hicieron públicos videos en los cuales Montesinos aparecía personalmente comprando
el voto de parlamentarios para que aprobaran la posibilidad de que el presidente optara por una segunda reelección en
2000. Fujimori, quien de todos modos había ganado esa reelección al retirarse de la segunda vuelta el candidato opositor,
Alejandro Toledo, fue destituido por el congreso a fines de ese mismo año por "incapacidad moral".
42. Waldo Mendoza, Janneth Leyva y José Luis Flor."La distribución del ingreso en el Perú" en Janina León Castillo y Javier
Iguíñez Echeverría; Desigualdad distributiva en Perú: dimensiones. Lima: Fondo Editorial PUCP, 2011.

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tema del Estado orientándonos en la dirección del análisis de como sus debilidades históricas y las
insuficiencias de las políticas públicas se habían acentuado a partir de la crisis de la deuda de 1982,
agravando por ende las desigualdades sociales y expandiendo las "zonas marrones" a las que se refi-
rió O´Donnell. Esa búsqueda era necesaria y resultó fructífera y, sin duda, quedan aún muchos interro-
gantes por responder. En este trabajo, empero, apunto en otra dirección, la del régimen político. Los
cambios políticos que se sucedieron a partir de 1998-1999, es decir cuando la crisis mundial de fines
de siglo llegó a América Latina, nos enfrentan, nuevamente, a un rasgo que caracterizó a los regíme-
nes de la región ya desde fines del siglo XIX: en el pasado los avances de la democracia no se produ-
jeron en contra de la no-democracia, o la antidemocracia; en el presente tampoco. Tanto en la etapa
de construcción del Estado, como en la de incorporación de las masas a la política, la democracia y
la no democracia se desarrollaron en paralelo; en otras palabras, la expansión de la ciudadanía po-
lítica liberal y del principio de una persona, un voto, se produjo en simultáneo con la ampliación del
clientelismo, el desarrollo de mecanismos de regulación de la ciudadanía, el ingreso de los militares
a las arenas de la política de masas y el crecimiento del personalismo cesarista. Es cierto que a partir
de las transiciones de hace tres décadas, el autoritarismo militar está en franco retroceso y no parece
probable que se produzcan regresiones graves en ese área; sin embargo, otras modalidades no de-
mocráticas de selección de dirigentes --es decir de integración de la ruling class-- y de articulación de
comunidad están lejos de haberse eclipsado y algunas de ellas están creciendo rozagantemente en la
mayoría de las democracias inauguradas en la década de 1980, como así también en otros casos.
Reconociendo desde ya la falta de sistematicidad de los comentarios que siguen, me propongo iden-
tificar algunas de las modalidades no democráticas de representación que florecen en los regímenes
políticos del siglo XXI, adelantando el propósito de desarrollar el tema en un futuro trabajo. En primer
lugar, se han fortalecido algunos dispositivos de lo que podría definirse como un corporativismo
societalista de mercado de carácter informal. Si bien es cierto que algunos de dichos dispositivos ya
existían previamente, lo significativo es que han ganado en preponderancia después de la desarti-
culación de los canales relativamente formalizados de implementación de políticas públicas del pa-
sado estado-céntrico. En particular, las herramientas tradicionales de política económica se tornaron
anticuadas ante el avance de la globalización y el efecto de los ajustes caóticos de la década de 1980
y el desmantelamiento deliberado de lo quedaba de la maquinaria estado-céntrica implementado
por gobiernos como los de Argentina, Brasil, Perú y México --para citar algunos casos-- en la década
siguiente. Lo que quiero subrayar no tiene que ver con los contenidos sustantivos de políticas espe-
cíficas --la represión financiera y el otorgamiento de subsidios a empresas que sustituían importa-
ciones, por ejemplo-- sino que el ocaso de la fórmula estado-céntrica le hizo perder la centralidad a
mecanismos establecidos de vinculación entre los dueños del dinero y los dueños del poder político.
En su reemplazo se generaron nuevos mecanismos de regulación del capital y de eslabonamiento
de las firmas privadas al sector público (incluidas las empresas públicas) a través de los cuales se
produce un fenómeno de dos caras: por un lado, el gran capital, favorecido por los cambios en la
economía mundial, ha avanzado en la colonización del Estado maximizando su capacidad para so-
cializar pérdidas y privatizar ganancias a través de mecanismos legales y extra-legales y, por el otro,
el Estado incrementó sus capacidades para adjudicar "favores" --es decir premiar y extorsionar a los
capitalistas-- descansando tanto en la disposición de una mayor masa de recursos a partir del fin de

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la media década perdida, como en la implementación de nuevas herramientas de policy making que
le otorgan mayores grados de discrecionalidad. Este fenómeno ha adquirido especial relevancia en
ciertos sectores como la construcción de obras públicas, la prestación de servicios públicos, la minería
y la banca.
En segundo lugar, especialmente en los países federales como Argentina, Brasil y México se ha exten-
dido y reforzado el clientelismo orientado a los pobres, es decir un conjunto de prácticas que abarca
a los sectores populares que han quedado fuera de los mercados formales de trabajo o nunca han
ingresado a ellos. De todos modos, este fenómeno del neoclientelismo mantiene las características
del clientelismo tradicional que prosperó en las etapas de construcción de Estado y de ingreso de las
masas a la política, tanto en los ámbitos rurales como urbanos. Se trata entonces de una estructura
de redes informales basadas en relaciones personales y asimétricas de intercambio generalizado de
carácter desigual; como se sabe, la compulsión a integrarse como clientes en estas redes es generada
en muchos casos por el imperio de las necesidades más mínimas. La dependencia clientelar en ge-
neral, no está sancionado legalmente, sino que a menudo es implementada en tramas que incluyen
policías, políticos y funcionarios vinculados a redes criminales. Es bien conocido que el fenómeno de
los "punteros" partidarios que transan drogas está tan extendido en las grandes áreas metropolitanas
argentinas que terminan produciendo un "crowding out" en relación a los que no cuentan con ese
recurso. La expansión de este fenómeno del neoclientelismo a menudo ha estado vinculada a la im-
plementación de programas de transferencias condicionadas de ingresos que surgieron en la década
de 1990 y se expandieron especialmente en la siguiente. Me refiero a los Programas de Transferencias
Monetarias Condicionadas (PTC) como los de México "Progresa" (1997 - 2002) y Oportunidades (2002
- 2007); Brasil con su programa "Bolsa Familia" (2004 - presente); y Argentina: Programa Familias por
la Inclusión Social (2004 -2010).
Last but not least, El cesarismo presidencial ha reaparecido con renovado vigor en el siglo XXI. Señalé
que este fenómeno adquirió especial relevancia en los países caracterizados por el síndrome de la do-
ble negación, es decir Venezuela, Argentina, Bolivia y Ecuador. Sin embargo, Álvaro Uribe compartió
muchos de los atributos del cesarismo durante su presidencia entre 2002 y 2010. Y una variante cier-
tamente morigerada fue la de Lula en el mismo período; el político brasilero mantuvo una relación de
negociación permanente con el congreso, no de sujeción, a la vez que en 2010 evitó la tentación de
buscar una segunda reelección, salida que hubiera demandado una reforma constitucional.

Recibido 02/11/14 -- Aceptado 20/12/14

CUADERNOS del Ciesal


Revista de estudios multidisciplinarios sobre la cuestión social
Año 11 / N° 13 / enero-diciembre 2014
47
ISSN 1853-8827 - www.fcpolit.unr.edu.ar/cuadernos-de-ciesal
2

Nueva Sociedad Nro. 148 Marzo-Abril 1997, pp. 20-29

Revisando las transiciones


democráticas en América Latina

Manuel Antonio Garretón


Manuel Antonio Garretón: sociólogo chileno, director del Departamento de Sociología de
la Universidad de Chile.

Nota: ponencia presentada al Congreso Internacional de la Transición y Consolidación


Democrática en España 19761986, Madrid, 30/11-2/12/1995; y al Seminario «Cultura
Política, Partidos y Transformaciones en América Latina», Centro de Investigaciones
Postdoctorales (CIPOST), Doctorado en Historia de América (Facultad de Humanidades y
Grupo de Trabajo Partidos Políticos CLACSO), Caracas, 28-30/5/1996.

Palabras clave: transición democrática, movimientos sociales, América Latina.

Resumen:
Por importantes que sean los problemas remanentes de la transición y
consolidación, los desafíos principales de la democracia en la región se
pueden hoy definir mejor en términos de profundización, relevancia y calidad
de los regímenes democráticos, lo que se superpone en muchos casos con
aspectos de transición y consolidación aún pendientes. Es en la
profundización, la relevancia y la calidad del régimen donde se juega el
destino democrático de las sociedades latinoamericanas. Estos fenómenos
serán los que definirán la estabilidad de los regímenes y las posibilidades de
nuevas olas de autoritarismo.

Suele decirse que las transiciones democráticas latinoamericanas


corresponden a una nueva ola de democratizaciones en el mundo 1. Bajo esta
apelación de impacto periodístico se ocultan confusiones y diferencias entre
diversas situaciones históricas. En efecto, por un lado hay procesos de
democratización contemporáneos que, sin embargo, corresponden a
características de las anteriores «ondas» u «olas» históricas. Por otro lado, casi
todas las transiciones o democratizaciones recientes comportan rasgos de las
olas anteriores, aunque tengan especificidades nuevas.

Sentido de las democratizaciones políticas

1
S. Huntington: The Third wave. Democratization in the late twentieth century, Norma Oak,
University of Oklahoma Press, 1991; P. Schmitter: «Cinco reflexiones sobre la cuarta onda de
democratizaciones» en C. Barba, J. L. Barros y J. Hurtado (eds.): Transiciones a la democracia
en Europa y América Latina, Porrúa, México, 1991.
3

En términos generales y típico-ideales, podeinos distinguir tres tipos de


democratizaciones políticas en América Latina en las últimas décadas2. Uno se
refiere a fenómenos de fundación democrática que provienen de las luchas
contra dictaduras oligárquicas o tradicionales, a veces con carácter
patrimonialista, y donde las transiciones democráticas suceden a momentos
revolucionarios o de guerra civil. Esta situación correspondería sobre todo a
casos centroamericanos.

Un segundo tipo de democratización es el que llamaremos propiamente


transiciones. Se refiere al paso de regímenes autoritarios modernos,
especialmente militares, a fórmulas democráticas en las que están ausentes
los modelos revolucionarios, pero donde hay algún tipo de ruptura, que no es de
corte insurreccional, entre ambos regímenes. Este es el tipo prevaleciente en
todos aquellos países que tuvieron regímenes militares institucionales
modernos del tipo «nuevo autoritarismo» o «burocrático-autoritario» o «de
seguridad nacional» o «reactivo-fundacional», para usar diversas
denominaciones con las que se les ha definido. Ellos se dieron especialmente
en el Cono Sur, pero para efectos analíticos podemos incluir aquí casos como
el paraguayo o el boliviano.

Un tercer tipo de democratización política se refiere a aquellos casos en que, sin


haber un momento formal de cambio de régimen o de inauguración
democrática, hay un proceso de extensión o profundización democrática desde
un régimen de democracia restringida o semiautoritario. Este proceso implica la
transformación institucional, ya sea para incorporar a sectores excluidos del
juego democrático, ya para configurar un sistema efectivamente poliárquico y
pluripartidario, ya para eliminar trabas al ejercicio de la voluntad popular, o para
combinar todas estas dimensiones. El caso de México y, quizá, de Colombia
ilustran este tercer tipo.

Insistamos en que si bien una de las dimensiones, la fundacional, la


transicional o la profundización o extensión, define la naturaleza del proceso
histórico y el tipo particular de democratización de un determinado país, hay
elementos de todas ellas presentes en cada caso. Así, es cierto que los casos
argentino y boliviano pueden caracterizarse como transición, pero es cierto
también que hubo aquí un rasgo fundacional en cuanto término de un cielo
histórico de fórmulas políticas híbridas o de recurrencias autoritarias y
democráticas, o de cambios permanentes de régimen. También el caso
paraguayo combina las dimensiones transicionales con la fundacional, en la
medida que se pone término a varias décadas de sistema autoritario. El caso
uruguayo es un caso de transición típica, en tanto el caso chileno, siendo
básicamente una democratización vía transición, al ser ésta incompleta, vive con
posterioridad un proceso de extensión o profundización. El caso mexicano es el
que mezcla más dramáticamente los rasgos de transición y profundización, lo
2
M. A. Garretón: Hacia una nueva era política. Estudio sobre las democrtaizaciones, FCE,
Santiago-México, 1995.
4

que explica su complejidad y dificultades. El caso peruano pasó de una


transición típica a una regresión autoritaria civil que lo hace vivir con
posterioridad un proceso básicamente de extensión.

En la medida en que se trata en general de democratizaciones políticas


incompletas, el concepto de consolidación democrática aparece confundido con
el proceso de profundización o extensión. En muchos casos pareciéramos estar
paradojalmente en presencia de regímenes democráticos incompletos pero
consolidados, en el sentido que no se vislumbra en estos casos una regresión
autoritaria, y que si ella llegara a producirse se trataría de una crisis más bien
por factores nuevos que por acción de las antiguas fuerzas autoritarias.

En esta exposición nos referiremos principalmente a los casos de transiciones


propiamente tales, es decir, paso de regímenes militares formales a regímenes
democráticos, haciendo sólo alusiones contrastivas con los casos de
fundaciones y extensiones o profundizaciones, y sin analizar a fondo ningún
caso histórico sino que más bien permaneciendo al nivel de un tipo ideal que se
ilustra con situaciones históricas concretas.

Si bien las fundaciones democráticas están ligadas a situaciones de guerra civil


o modelos revolucionarios, lo que hace que estemos frente a fenómenos de
cambio social global, lo específico de las transiciones y extensiones o
profundizaciones democráticas, es que ellas no implican la confluencia en un
determinado momento de un cambio en todas las esferas de la sociedad. Se
trata de fenómenos que se dan a nivel puramente político y desde ahí influyen
en otros ámbitos (socioeconómico, cultural, internacional) pero manteniendo
éstos su propia autonomía. Del mismo modo, hay influencia de otros ámbitos
en la esfera política, pero ésta no queda determinada por aquéllos. Este es un
rasgo nuevo en la política latinoamericana, donde tradicionalmente se
confrontaron proyectos ideológicos globales que buscaban la transformación o
la conservación de la sociedad como conjunto y donde cada ámbito estaba
estrechamente relacionado con, o más bien determinado por los otros, uno de
los cuales era definido como la contradicción o elemento principal.

Esta parcialidad o limitación de la esfera política puede verse como uno de los
productos del aprendizaje que la sociedad hace de las transiciones, donde la
gradualidad y la negociación juegan un rol determinante. Pero, también, este
aspecto es el que explica la frustración de algunos sectores y la visión
desencantada, relativamente masiva, de que la democracia «no ha cambiado
nada» en la vida de cada Lino y que, aunque sin duda hay un avance en las
libertades y la seguridad, «las cosas siguen igual para la mayoría de la «ente».
No debe olvidarse que el etos democrático estuvo siempre más asociado a la
idea de igualdad y de vida mejor para las grandes masas, lo que se denominó
en otra época «democracia sustantiva», y mucho menos a la idea de
mecanismos institucionales de elección de gobernantes, a los que no siempre
se les otorgaba credibilidad. No nos olvidemos tampoco que la mayor parte de
5

las transiciones se da en la década de los 80, considerada «década perdida»


en términos económico-sociales, lo que significa que se le asignaba a las
nuevas democracias grandes responsabilidades en materia de recuperación de
niveles de vida y de desarrollo social.

Pero a fuerza de insistir en el acotamiento de los procesos de transición


democrática, se tiende a olvidar que, con su propia dinámica y autonomía, ellos
forman parte de un cambio social más profundo y que no se pueden entender
sin relación con él. No se trata de lo que muchos definen como la transición de
economías dirigidas desde el Estado a economías de mercado, o del paso de
un modelo estatista a un modelo neoliberal en lo económico, aunque los
ajustes estructurales y los cambios de modelo de desarrollo formen parte de
este cambio global 3. De hecho, sólo en el caso chileno el cambio de modelo
económico se hizo ha o el régimen militar y afectó, por lo tanto, el carácter de la
transición pero sin generar una crisis económica durante la administración
democrática. En todos los otros casos, los regímenes autoritarios o rnilitares
fracasaron en su intento de implantar el modelo neoliberal, y el ajuste para el
cambio de modelo de desarrollo tuvo que hacerse con posterioridad a la
transición, confrontación de actores sociales y políticos y bastante avanzado el
gobierno democrático. El sentido de las transiciones y las democratizaciones no
fue en ningún caso, como algunos ideólogos del fin de la historia o algunos
analistas de las transiciones en los países poscomunistas quisieran, la
consagración de la economía de mercado.

Lo anterior no quita que tales transiciones y democratizaciones en América


Latina, pese a su autonomía y dinámica propia, formaran parte de un cambio
más global, que es lo que estamos tratando de mostrar. Dicho cambio tiene que
ver con el fin de una época o tipo de sociedad de la que los autoritarismos
fueron el momento de ruptura o término, sin que fuera capaz de asegurar su
reemplazo por otro tipo societal. En efecto, bajo los regímenes militares de los
60 y 70 parece llegar a su fin lo que hemos denominado matriz sociopolítica
clásica y que otros llaman la época nacional popular o el populismo en sus
diversas vertientes 4. Este modelo sociopolítico estaba caracterizado por los
impulsos nacionalistas, desarrollistas, modernizadores, al mismo tiempo que
por una industrialización orientada al mercado interno con un rol central del
Estado, una presencia dirigente de las clases medias e intensos procesos de
movilización popular de los que la política constituyó el eje fundamental. Bajo
formas más populistas, desarrollistas o clasistas y revolucionarias;
movimentistas, partidistas o caudillistas; democráticas o autoritarias;
3
Sobre los procesos de ajuste y las reforinas neoliberales, desde una perspectiva más
sociopolítica, v. J. Nelson (ed.): A precarious balance. Democracy and economic reforms in
Latin America, International Center for Econoinic Growth and Overseas Development Council,
1994; y W. Sunth, C. Acuña y E. Gamarra (eds.): Latin American Political Economy in the age
of Neoliberal Reform, Transactions Publishers, 1994.
4
G. Germani: Política Y sociedad en una época de transición, Paidós, Buenos Aires, 1962; A.
Touraine: América Latina, Política y sociedad en América Latina, Espasa, Madrid, 1989; M. A.
Garretón: Hacia una nueva era política…, cit., cap. 8.
6

tecnocráticas o incluyentes; este fue el modelo sociopolítico predominante por


largas décadas en estos países, y contra él se dirigió principalmente la
dominación militar institucionalizada. Los sueños de generar una sociedad
alternativa en que mercado y coerción reemplazaran al Estado y la política,
cedieron paso al mero desmantelamiento y desarticulación de la sociedad
previa. Volveremos sobre ello.

Lo que importa aquí es indicar que no sólo los regímenes militares


contribuyeron al término del tipo de relación entre Estado y sociedad que
caracterizó a América Latina en la etapa postoligárquica. También los procesos
de globalización y transformación económica mundiales que afectaron a los
países de América Latina y su modo de inserción, también la crítica a los
modelos de modernidad prevaleciente en el mundo y, sobre todo, el proceso de
aprendiza ' le de actores sociales y políticos estructural y culturalmente
transformados por todos los fenómenos mencionados, hicieron de las
democratizaciones un fenómeno polivalente, de múltiples sentidos. Es decir, no
sólo consagraban al fin la revalorización de la democracia como un régimen
político por el cual en sí mismo valía la pena luchar sin subordinarlo a otros
objetivos, sino que formaban parte de un proceso más amplio de
transformación del tipo societal latinoamericano y le servían de vehículo.
Reconstruir un modelo de desarrollo con nuevas relaciones entre econornía y
Estado, reimpulsar la democratización e integración sociales y definir para cada
sociedad un modelo de modernidad que combinara trasnacionalización e
identidad, eran tareas cada una de ellas autónoma y regida por sus propias
dinámicas, pero que no podían enfrentarse sin sistemas políticos democráticos
estables. A su vez, éstos a la larga no podrían subsistir sin que se abordaran
tales tareas. Todo ello en un proceso complejo en que nada podía decirse
respecto de qué es lo que es condición de lo otro y en el que los actores
sociales y políticos clásicos desaparecían o eran redefinidos5.

Mucho de las características de las transiciones, pero además de las


fundaciones y extensiones o profundizaciones democráticas, de sus éxitos,
fracasos y limitaciones, puede entenderse mejor si, sin despreciar su
autonomía y dinámicas propias, las ubicarnos en este contexto o problemática
histórica más amplia de cambio de época y del tipo de articulación entre Estado
y sociedad. En tal contexto, los actores sociales no estaban ausentes, pero
tampoco eran los sujetos lúcidos y concientes de su dirección y sentido.

¿En qué consistieron las transiciones democráticas?

Hemos dicho que los procesos de democratización política que hemos definido
como transiciones, se desencadenan contra un tipo particular de autoritarismo:

5
He desarrollado estos temas en «Democratización, desarrollo, modernidad. ¿Una nueva
problemática para América Latina?» en M. Alcántara e I. Crespo (eds.): Los límites de la
consolidación democrática en América Latina, Ediciones Universidad Salamanca, 1995.
7

el denominado «nuevo autoritarismo» o regímenes «militares institucionales» o


regímenes «burocrático-autoritarios».

La característica central de estos regímenes fue que el poder político era


asumido por la institución militar en cuanto tal, la que combinó un proyecto de
carácter reactivo contra la matriz de tipo «nacional-popular» y un proyecto
fundacional de recomposición capitalista y reinserción en la economía mundial.
Esto implicaba una nueva forma de estructuración de las relaciones Estado-
sociedad, en la que se trataba de desactivar el rol crucial jugado por la política
entendida como movilización de fuerzas sociales. Que este proyecto haya
fracasado o no, que sus contenidos fueran diferenciales según los niveles
previos de desarrollo o activación de los sectores populares, o según el tipo de
acción política prevaleciente, la naturaleza de las Fuerzas Armadas y del núcleo
civil en su entorno, y la capacidad de resistencia de la sociedad civil, no quita
que ésta era la lógica definitoria de este tipo de gobiernos militares.

Lo cierto es que, en el momento del balance, todos estos regímenes fueron


exitosos en desmantelar los sectores sociales movilizados política o
insurreccionalmente, fracasaron en eliminar las fuerzas políticas de la sociedad
precedente y, excepto en el caso chileno, en la generación de un nuevo modelo
económico. Sin lograr establecer una nueva matriz sociopolítica, es decir, una
nueva articulación entre Estado, sistema de representación y actores sociales,
lograron desarticular la matriz precedente6.

Las transiciones democráticas en estos países no pueden entenderse si no


tenemos presente desde dónde ellas se desencadenan. Es cierto que no todas
las características de la transición y, sobre todo, de las nuevas democracias que
se inauguran como resultado de ellas, pueden atribuirse a los rasgos del punto
de partida, el régimen militar. Pero también es cierto que su naturaleza misma
consiste en que no hay derrocamiento ni derrumbe total del régimen, lo que
implica presencia o proyección de éste tanto durante el proceso de transición
como en las democracias nacientes.

Las transiciones implicaron un paso desde dictadura o régimen militar


autoritario a algún tipo de democracia, sin derrocamiento y, en general, sin
colapso, aun cuando ello pueda discutirse en el caso argentino. En su
desencadenamiento jugaron, entonces, dos tipos de factores. Por un lado, la
incapacidad de generar un régimen político permanente legitimado de carácter
autoritario, obligó a las dictaduras –ya fuera por una autopercepción de «misión
cumplida» y de cálculo triunfalista, ya fuera por autopercepción de fracaso y
búsqueda de mantener mínimas prerrogativas–, a abrirse a fórmulas que
implicaran algún tino de invocación democrática. Desde el caso más evidente
del régimen brasileño, que creó un sistema acotado de partidos de gobierno y
oposición, hasta el plebiscito chileno, en todos ellos hay un elemento de

6
Hacia una nueva era política...., cap. 9.
8

«transición» por arriba. Pero, por otro lado, en todos los casos hubo procesos
de movilización social y política que se combinaron para forzar o reforzar las
aperturas desde arriba. Es el componente «desde abajo». Mientras más
sociales fueron tales movilizaciones, más descompusieron el régimen, pero
menos avanzaron en la transición. Mientras más políticas fueron ellas, más
debieron conceder y negociar y por lo tanto hicieron más para que los sectores
militares y civiles en el poder tuvieran, precisamente, también que negociar y
conceder.

En tal sentido, estas transiciones fueron precedidas siempre por una


combinación de negociación y movilizaciones7. Pero ninguno de estos dos
componentes podrían haberse encontrado, ni lo social podría haberse
transformado en política, si no hubiera sido por la existencia de marcos
institucionales en el interior de los cuales se planteara la opción por la
continuidad o el término del régimen. Estos marcos institucionales podían
haber sido creados por el régimen mismo, como en el caso brasileño o en el
chileno, donde la dictadura de Pinochet creó su propia Constitución, en cuyo
caso la negociación de transición era muy compleja y el margen de maniobra
del régimen militar era muy alto; o podían existir con anterioridad al régimen
como el caso argentino, en cuyo caso la negociación era simplemente técnica
sobre fechas y procedimientos; o podían gestarse en momentos terminales del
régimen militar, como en el caso peruano, en el que era la oposición la
generadora de la nueva forma constitucional para la democracia futura.

No hay transiciones democráticas bajo regímenes militares institucionales sin


este triple juego de negociación, presión o movilización popular y marco
institucional que define la fórmula del cambio de régimen. Según el peso y
naturaleza de cada uno de estos elementos, cada caso se acerca más ya sea al
paradigma transicional típico, ya sea a fórmulas más híbridas que combinan tal
paradigma con aspectos más acentuados de colapso, fundación o extensión
democráticas.

De los rasgos anteriores pueden desprenderse algunas consecuencias


importantes. En primer lugar, no hay derrota militar interna –el argentino provee
la ilustración de un caso de derrota externa–, aunque sí hay algún tipo de
capitulación política para el núcleo militar en el poder. De la seriedad de esta
derrota y de la existencia o no de un marco institucional para el futuro régimen
democrático gestado por el régimen militar, dependen la capacidad de
maniobra y la influencia de la institución militar en el primer momento de
democracia, para mantener sus prerrogativas. En segundo lugar, prácticamente
en todos los casos se trata de transiciones incompletas, es decir, de regímenes
que si bien son básicamente democráticos mantienen cierta impronta del
régimen anterior, lo que hemos denominado los enclaves autoritarios 8. Estos
7
G. O’Donnell, R Schinitter y L. Whitehead: Transiciones desde gobiernos autoritarios.
Conclusiones tentativas sobre democracias inciertas, Paidós, Buenos Aires, 1988.
8
Hacia una nueva era política... cit., caps. 5 y 7.
9

pueden ser institucionales (Constitución, leyes) ético-simbólicos (problemas de


verdad y justicia respecto de violaciones de derechos humanos bajo el régimen
militar) y actorales (núcleos civiles o militares renuentes a jugar el juego
democrático). En el caso de fundaciones o extensiones democráticas que
suceden a regímenes autoritarios de larga data, cabe consignar también el
enclave cultural, o conjunto de hábitos y estilos de las elites que conspiran
contra principios y reglas del juego democráticos.

Si estas dos consecuencias son reales, entonces la tarea de los primeros


gobiernos democráticos o pos-transición es doble: una, completar la transición
superando los enclaves autoritarios para evitar una regresión posible; otra,
iniciar procesos de consolidación que van más allá de la primera tarea y que
plantean serios desafíos a la unidad del bloque democrático, que tiende a
dividirse en el momento de las primeras elecciones o precisamente cuando hay
que abordar esta doble tarea. Ello se debe a que las oposiciones o el bloque
opositor a la dictadura están diferencialmente afectados por el tema de la
represión y las relaciones con los militares, y a que la consolidación supone
asumir cuestiones de modernización y democrátización sociales; esto a su vez
coincide con necesidades de ajuste estructural y reformas económicas, frente a
todo lo cual las opciones son diferentes y a veces contradictorias. La mejor
expresión de ello son los grandes planes económicos que unos deben imponer
y administrar y por los cuales los otros pasan la cuenta del costo social. El caso
chileno presenta en este contexto una triple particularidad: en primer lugar, no
se hereda una crisis económica, por cuanto el cambio básico de modelo
económico y sus costos fueron realizados bajo el régimen militar; en segundo
lugar, se trata del único caso en que casi todo el bloque opositor a la dictadura
se configura como coalición de partidos de gobierno al inaugurarse la
democracia; en tercer lugar, las dos ventajas anteriores son contrarrestadas por
la profundidad y extensión de los enclaves autoritarios, lo que plantea la
paradoja de una de las transiciones con democracia más incompleta pero con
régimen más consolidado 9.

Las situaciones de fundaciones y profundizaciones o extensiones democráticas


poseen ciertas particularidades respecto del paradigma de las transiciones
descrito. En relación a las primeras, su cercanía del modelo revolucionario o de
guerra civil como forma de terminar con las dictaduras hace más difícil el paso a
un régimen democrático institucional, con sistema de gobierno y oposición
reconociéndose mutuamente como adversarios y no como enemigos. Las
negociaciones son aquí negociaciones de fin de conflicto y requieren
normalmente de mediación externa. La transición a formas democráticas es
extremadamente lenta, y en ella los gobiernos revolucionarios o el primer
gobierno triunfante después de la guerra civil juegan el papel de gobierno de
transición, papel que no existe en las transiciones propiamente tales. Las
fuerzas revolucionarias o combatientes tienen que sufrir una compleja

9
M. A. Garretón: «Redemocratization in Chile» en Journal of Democracy vol. 6 Nº 1, 1/1995.
10

metamorfosis en partido político. El caso nicaragüense es una ilustración de


ello.

Por su lado, los procesos de extensión democrática que se hacen desde el


régimen y el partido o partidos gobernantes, implican una continuidad político-
institucional, en la medida en que se trata de cambiar, pero manteniendo la
situación de poder. Así, las transformaciones estructurales provenientes de los
ajustes y reorientación del modelo económico no encuentran un sistema político
apto para enfrentarlas, lo que profundiza la crisis del gobierno sin que haya
fórmula de reemplazo. El caso mexicano ilustra esta situación.

La transformación de los actores políticos y sociales

Se ha analizado la dinámica de las transiciones en términos de la separación


de intereses corporativos y políticos de la institución militar, y en términos de la
interacción entre los llamados sectores «duros» y «blandos» del régimen con
los sectores «moderados» y «maximalistas» de la oposición10.

Lo primero a indicar es que no existe un patrón único para los diferentes casos
de transiciones, fundaciones o extensiones democráticas. Por otro lado, tal
enfoque descansa demasiado en la interpretación de la acción racional de los
actores, remarcando la cristalización de determinadas funciones o principios de
acción en actores determinados. Más que blandos y duros, moderados y
maximalistas, institucionales o políticos, lo que hay son principios de acción
combinados de diversa manera y en diversos momentos por actores que
cambian y se metamorfosean en contextos en que el cálculo racional no puede
separarse de las pasiones, los traumas del pasado, los temores y las
aspiraciones difusas del futuro. En el caso chileno, para citar una de las
múltiples excepciones a los modelos analíticos en términos de intereses
militares corporativos vs. intereses políticos, o de duros vs. blandos, no existió
nunca la primera distinción; y la segunda sólo apareció una vez que se produjo
el desencadenamiento irreversible de la transición, no siendo en ningún caso
su determinante.

Desde otra perspectiva, parece importante preguntarse qué les pasa a los
actores sociales en los procesos de democratización. En el periodo de vigencia
de la matriz sociopolítica nacional-popular, se dio un movimiento social central
que abarcaba, más allá de sus particularidades, a los diferentes movimientos
sociales concretos11. Esto significa que cada uno de los movimientos
particulares era al mismo tiempo desarrollista, modernizador, nacionalista,
orientado hacia el cambio social y se identificaba como parte del «pueblo». El
paradigma del movimiento nacional y popular fue generalmente el movimiento

10
G. O’Donnell, P. Schmitter, L. Whitehead: ob. cit.
11
En lo que sigue retomamos ideas desarrolladas en «Movimientos Sociales y Procesos de
Democratización. Un marco analítico» en M. A. Garretón y O. Mella (eds.): Dimensiones
actuales de la sociología, Bravo y Allende Editores, 1995.
11

obrero, probablemente debido más a su significación simbólica que a su fuerza


estructural, aunque en diferentes periodos este liderazgo fue cuestionado por la
idea de que los obreros urbanos estaban obligados a comprometerse y habían
perdido su impulso revolucionario, por lo que otros movimientos, como los
campesinos o las vanguardias estudiantiles, eran llamados a asumir el
liderazgo revolucionario.

Bajo los regímenes autoritarios, la acción colectiva adquiere una doble


significación. Por un lado, la reconstrucción del tejido social destruido por el
autoritarismo y las reformas económicas. Por el otro, la orientación de todas las
acciones hacia el término del régimen, lo que politiza todas las demandas
sectoriales no específicamente políticas.

Asimismo, la referencia al Estado y los vínculos con la política cambian


dramáticamente para los movimientos sociales, llegando a ser más
autónomos, más simbólicos y más orientados hacia la identidad y
autorreferencia que a lo instrumental o reivindicativo. En lugar de los
movimientos organizados, la principal acción colectiva durante el régimen militar
fueron las movilizaciones sociales, que tendían a enfatizar su dimensión
simbólica por sobre la orientación reivindicativa o instrumental. Es significativo,
en este sentido, el rol de liderazgo alcanzado por el movimiento de derechos
humanos. La orientación más instrumental aparece cuando los movimientos
piden el fin del régimen y su reemplazo por uno democrático, a través de una
fórmula institucional de transición que asume e involucra todas las diferentes
expresiones previas de acción colectiva, como lo ilustra el movimiento de
«elecciones directas» en el caso brasileño.

Hay así un viraje desde el movimiento nacional-popular hacia el movimiento


democrático, es decir, hacia un movimiento central que, por vez primera, no se
orienta hacia el cambio social radical y global sino hacia el cambio de régimen
político. Con ello, el movimiento social gana en términos estratégicos, pero se
paga el precio de la subordinación de las demandas particulares a las metas
políticas. A la vez, esto otorga el rol de liderazgo a los actores políticos. Las
negociaciones y concertaciones en el nivel de las cúpulas y de las elites tienden
a reemplazar las movilizaciones sociales durante la transición democrática y los
procesos de consolidación. En este sentido, el proceso de democratización
política tiende a separar la acción colectiva en dos lógicas que penetran a todos
los actores sociales. Una es la lógica político-estatal orientada hacia el
establecimiento de una democracia consolidada como condición para cualquier
otro tipo de demandas. La otra es la lógica particular de cada uno de los
movimientos orientados hacia beneficios concretos en la democratización social
como condición para apoyar activamente al nuevo régimen democrático.

La existencia de enclaves autoritarios después de la inauguración del régimen


democrático mantuvo la importancia de los movimientos de derechos humanos
al comienzo de las nuevas democracias. Pero éstos se vieron severamente
12

limitados por las restricciones de los otros enclaves autoritarios y


especialmente por el riesgo de regresión autoritaria. Ello confiere a los actores
políticos, en el gobierno y la oposición, roles claves en la acción social
subordinando, de esta manera, los principios de acción de otros actores a su
propia lógica. A su vez, las tareas relacionadas con el proceso de consolidación
privilegiaron, al comienzo, las necesidades y requerimientos del ajuste y
estabilidad económicos desestimulando, así, la acción colectiva que se
pensaba ponía en riesgo tales procesos. Como resultado, se produce un cierto
grado de desarticulación y desactivación de los movimientos sociales.

Pero más importante aún es que, al establecerse el régimen democrático,


incompleto dadas las tareas pendientes de la transición en todos los casos, se
deja a los movimientos sociales sin un principio central de proyección. Así, la
pregunta, después del movimiento nacional popular y del movimiento
democrático que lo reemplazó, tiene que ver con la posibilidad de un nuevo y
central movimiento social en América Latina y con cuáles serán los movimientos
sociales particulares que lo encarnarán.

Respecto de los partidos políticos, el momento de la transición propiamente


marca su resurrección después del largo periodo en que la dominación
autoritaria los desarticuló o los hizo irrelevantes. En la medida que en general
se trató de transiciones negociadas, el interlocutor principal por parte del bloque
democrático fueron los partidos. Ello y las tareas de gobernar o de hacer de
oposición en la recientemente inaugurada democracia implicaron cambios
significativos12. Por un lado, hay un proceso de aprendizaje colectivo, aunque
desigual, de la clase política en torno a temas tales como la naturaleza de las
dictaduras y el modo institucional como ellas pueden terminar. Por otro lado hay
un aprendizaje, muchas veces incompleto, de convivencia con el otro, pasando
de notorias antropofagias partidarias a constituir poco a poco verdaderos
sistemas partidarios. Ello es especialmente notable en aquellos países donde
reinó un partido hegemónico o un sistema bipartidista que no daba cuenta del
conjunto de la sociedad. La renovación parcial, el menor ideologismo y mayor
interacción entre los partidos existentes y el surgimiento de nuevas
organizaciones que completaron el espectro, son los hechos más significativos.

En los países en que la clase política retardó su aprendizaje, el costo fue


trágico, pues prácticamente se pulverizó una parte importante del espectro. Fue
precisamente ahí donde hubo mayores posibilidades de regresión autoritaria,
como lo prueba el caso peruano.

En cuanto a las Fuerzas Armadas, el fin de los regímenes militares y los


procesos de democratización política han significado su retiro conflictivo de la
arena política, tensiona- das entre la búsqueda del mantenimiento de las
prerrogativas y de una identidad institucional perdida, junto a un enorme
12
M. Cavarozzi: «Los partidos políticos latinoamericanos, sus configuraciones históricas y su
papel en las transiciones recientes» en M. Alcántara (ed.): L OS Iímites..., cit.
13

desprestigio social. Que en los casos en que se recrearon posibilidades de


intervención militar, ella no se haya producido, muestra su aislamiento y
perplejidad ante el nuevo escenario13.

¿Qué democracia?

Hace algunos años, después de las transiciones, se preguntaba qué


democracia para América Latina. Diversos autores han mostrado los tipos de
democracia que han ido surgiendo y otros han señalado su carácter defectuoso,
calificándolas o «de baja intensidad» o de «delegativas»14. Sin entrar a la
discusión detallada, digamos que hay dos problemas distintos15.

Las transiciones desde dictaduras militares o regímenes autoritarios a


regímenes democráticos constituyeron los procesos políticos fundamentales en
la década del 80. Se trataba de establecer un núcleo básico de instituciones
democráticas que resolvieran los problemas propios de todo régimen político:
quién y cómo se gobierna la sociedad; las relaciones entre la gente y el Estado;
y la canalización de conflictos y demandas sociales. Todo ello en reemplazo de
mecanismos e instituciones propiamente dictatoriales.

En general, lo central de estos procesos fue ya realizado. Y aunque no parece


generalizable la probabilidad de una nueva ola de regímenes autoritarios o
dictaduras militares, las transiciones dieron origen comúnmente a democracias
incompletas, con presencia de importantes enclaves autoritarios y estigmas
éticos no superados (la violación de los derechos humanos bajo la dictadura).
También, en algunos casos, llevaron a regresiones parciales, y, en otros, a
fórmulas inestables en que no se consolida un régimen democrático sino que
se vive una combinación de «situaciones», por usar la expresión de Linz, tanto
autoritarias como semidemocráticas.

Pero, por importantes que sean los problemas remanentes de la transición y


consolidación, los desafíos principales de la democracia en la región se
pueden hoy definir mejor en términos de profundización, relevancia y calidad de
los regímenes democráticos, lo que se superpone en muchos casos con los
aspectos mencionados de transición y consolidación aún pendientes.

La profundización democrática se refiere a la extensión de algunos


mecanismos y, sobre todo, de los principios éticos del régimen democrático, a
otros ámbitos de la vida social. La relevancia se refiere a que aquello que un
13
El caso más ilustrativo es el autogolpe del presidente Fujimori, que tuvo que re-encauzarse
institucionalmente con posterioridad.
14
F. Weffort: ¿Cuál democracia?, FLACSO, Costa Rica, 993; T. Karl: «Dilemas de la
democratización en América Latina» en C. Barba, J. L. Barros y J. Hurtado (eds): ob. cit.; G.
O’Donnell: «Delegative democracy?», Kellogg Institute, 1992.
15
Retomamos aquí ternas desarrollados en «Democratización...», cit.; y en M.A. Garretón y M.
Espinosa: «From the adjustment policies to the new relations between the State and Society»,
trabajo preparado para la Comisión Independiente de Población y Calidad de Vida, 1994.
14

régimen democrático tiene que resolver (gobierno, ciudadanía e


institucionalización de conflictos y demandas) se resuelva a través del régimen y
no fuera de él. Hablamos de irrelevancia de la democracia cuando ésta existe
formalmente como régimen, pero la resolución de los problemas queda
entregada a los poderes fácticos de dentro o de fuera de la sociedad. Estos
tienden a constituirse en Estados dentro del Estado y pueden ser militares,
instituciones autonomizadas del Estado, diversos sectores civiles, grupos
económicos, instituciones religiosas o culturales, gobiernos extranjeros o
actores trasnacionales, grupos ligados al narcotráfico, etc, Cuando hablamos
de riesgo de formalidad del régimen no aludimos aquí a la contraposición con lo
que en otra época se denominó democracia sustantiva, sino simplemente a un
régimen que existe formalmente, pero no procesa las tareas que le son propias.
La calidad de la democracia está relacionada con el fenómeno de expansión de
la ciudadanía, es decir, con los problemas de participación, representación y
satisfacción ciudadana en los procesos de toma de decisiones en los niveles
locales, regionales y centralizados.

Es en la profundización, la relevancia y la calidad del régimen que se juega el


destino democrático de las sociedades latinoamericanas. A la larga, estos
fenómenos serán los que definirán la estabilidad de los regímenes y las
posibilidades de nuevas olas de autoritarismo.

Lo que está en juego, entonces, es si estamos en un nuevo cielo de


autoritarismo-democracia como tradicionalmente se dio en América Latina, o si
estamos inaugurando una nueva época en nuestras sociedades y en nuestras
políticas, es decir, algo que va más allá del cambio de régimen pero a la vez lo
incluye.

Esta transformación potencial más general la hemos caracterizado como la


desarticulación y posible recomposición o refundación de lo que llamamos la
«matriz sociopolítica». Este concepto se refiere, en términos generales, al modo
mediante el cual los actores sociales se constituyen como tales en una
sociedad dada y al tipo de relaciones entre el Estado y la sociedad. Más
específicamente, una matriz sociopolítica define las relaciones entre el Estado y
sus diferentes dimensiones (unidad nacional, relaciones de dominación,
agente de desarrollo e integración), el sistema de representación (instituciones,
sistema de partidos) y la base cultural y socioeconómica de los actores sociales
(sociedad civil y economía). Las mediaciones institucionales entre estos tres
componentes constituyen el régimen político.

En términos generales, podemos decir que la matriz sociopolítica


latinoamericana, clásica o nacional-popular, prevaleciente desde la década de
los 30 hasta los 70, con variaciones acordes con los periodos y los países, se
constituyó por la fusión de diferentes procesos: desarrollo, modernización,
integración social y autonomía nacional. Toda acción colectiva estaba cruzada
por estas cuatro dimensiones y todos los diferentes conflictos reflejaban estas
15

fusiones, que caracterizaban los componentes de la matriz y debilitaban el


régimen institucional.

Los regímenes militares de los 60 y posteriores, el proceso de globalización con


sus consecuencias económicas, y los procesos de ajuste estructural ligados a
la imposición de una economía de mercado, apertura externa y reducción del
papel del Estado como agente económico, ocasionaron la crisis de esta matriz y
su descomposición o desarticulación. En todos los casos ello fue inicialmente
acompañado de un aumento de la pobreza y de las desigualdades sociales, así
como de la desarticulación de los mecanismos de protección de los sectores
vulnerables y de las formas clásicas de acción colectiva.

Esto no significa que ya haya emergido una nueva matriz, sino que tenemos
diferentes procesos que incluyen la descomposición, la persistencia de viejos
elementos, intentos de recrear la misma matriz y también la construcción de
otras nuevas. Estos procesos complejos tienden a orientarse hacia cuatro
posibilidades diferentes. Una es la descomposición sin un nuevo patrón de
acción social. La otra es la regresión a la matriz clásica. La tercera es la
construcción de una nueva matriz caracterizada por la autonomía y el
fortalecimiento y complementación mutua de cada componente. La cuarta es
una coexistencia de las tres anteriores, por ámbito o región, sin un patrón
nacional común. Los resultados de estas combinaciones son diferentes para
cada país y es demasiado pronto para predecir el resultado.

Lo más probable es que el marco institucional sea formalmente democrático,


pero hay incertidumbre acerca de cuán relevante será esta democracia y en qué
medida será sustituida por los poderes fácticos, provocándose así nuevas crisis
y desestabilizaciones que regeneren condiciones para una futura regresión
autoritaria, por ahora relativamente improbable.
Ciencia Política en América Latina
Dieter Nohlen
(de: Diccionario de Ciencia Política, editado por Dieter Nohlen, dos tomos, Ciudad de México: Porrúa 2006)

La C.P. en America Latina ha tenido un desarrollo muy desigual, en íntima relación con el propio desarrollo
político de los diferentes países. La coincidencia se refiere tanto a sus inicios y al camino recorrido hacia una
disciplina científica, como a sus temarios y a sus alcances teóricos y metodológicos. Aunque en términos
generales se puede hablar de un cierto afianzamiento de la C.P. en la región, su estado actual difiere mucho
según los países, lo que restringe fuertemente las generalizaciones. Por lo demás, existe poca autoreflexión sobre
la disciplina y su desarrollo.
(1) Las disparidades del desarrollo de la disciplina se desprenden bien de los balances por país que ha compilado
D. Altman en la Revista de Ciencia Política en su número aniversario XXV de 2005. Mientras que M. Leiras, J.
Abal Medina y M. D’Alessandro observan para Argentina el camino de la institucionalización de la C.P. desde la
retrospectiva, M. Tanaka pone énfasis en la necesidad de establecer aún la C.P. en el Perú. Mientras que para
Venezuela A.E. Álvarez Díaz y S. Dahdah Antar destacan las fortalezas pasadas y llaman la atención sobre las
vulnerabilidades presentes, R. Alfaro Redondo e I. Acuña Chaverri ven en Costa Rica la C:P. todavía en
búsqueda de su identidad disciplinaria. D. Azpuru opina que en Guatemala la C.P. se enfrenta al reto de su
consolidación como disciplina independiente, consistiendo en Brasil el reto para la C.P. en su expansión, según
O. Amorím Neto y F. Santos. En términos generales, pasar de vocación a disciplina, desarrollo exitoso que
atestan A.M. Bejarano y M.E. Wills para Colombia, ha resultado difícil, y en algunos países es obra aún no
acabada. En este proceso, el factor político ha constituido la variable de mayor impacto. El desarrollo tardío y
frágil de la democracia trajó consigo un desarrollo análogo de la C.P. Así lo constatan rotundamente A. Majía
Acosta, F. Freidenberg y S. Pachano para Ecuador. En el caso de Bolivia, M. Varmoux Garay ubica la situación
de la C.P. precisamente entre dos fases políticas, entre la reforma política, muy influida por algunos politólogos,
y la crisis de la democracia. En el caso de México, S. Loaeza considera que el pulso de la disciplina corre parejo
al pulso del cambio político. Sin embargo, en los países de mayor desarrollo de la disciplina, sobre todo en
Argentina, se observan evoluciones que tienen su fundamento en el dinamismo interno de la C.P., relacionado
con el desarrollo de la disciplina en el mundo occidental, o sea, en consideraciones algo desvinculadas del
quehacer político autóctono.
(2) Es difícil determinar de forma precisa el momento fundacional de la C.P. en América Latina, debido a la
dificultad de diferenciar bien entre estudios políticos realizados por académicos provenientes de disciplinas
vecinas, como la historia, la sociología o la economía, y la C.P. como disciplina propia. Hasta hoy día, valiosos
estudios de la política se efectúan “fuera” de la C.P. Para la constitución de la disciplina ha sido clave el
desarrollo de las →Ciencias Sociales en general. Sin embargo, tanto la debilidad de las ciencias sociales como el
predominio de una de ellas podía representar un obstáculo para el establecimiento de la C.P. La sociología,
establecida con anterioridad a la C.P., constituye un ejemplo de esta última condición, en la medida en que sus
enfoques y tradiciones teóricas hayan podido negar la autonomía de lo político y, por consiguiente, la necesidad
de una disciplina específica dedicada al análisis de la política. El caso peruano resulta el más llamativo en este
sentido, con el agregado de que cuando se genera una demanda de estudios políticos, son los propios sociólogos
los que la cubren, invadiendo y ocupando de hecho el ámbito genuinamente politológico. Esto explica la
tardanza en la constitución de la C.P. propiamente dicha en el Perú, tanto en su dimensión de investigación como
de docencia.
Para la mayoría de los países de la región se puede diferenciar entre dos épocas fundacionales, finales de los
años sesenta y principios de los años ochenta. En Venezuela, por ej., la C.P. nace en 1958 con la democracia, en
el contexto de lucha por su constitución, en la que la Universidad desempeñó un papel de abanderado. Allí se
establece por primera vez la relación prioritaria en el desarrollo de la C.P. en América Latina: su vinculación con
la →Democracia. La disciplina nace con la democracia, que es a la vez norte y objeto de su estudio. Sin
embargo, la relación no es del todo fácil. Muchos politólogos de la primera generación se sintieron atraídos por
la política, compromitiéndose con ella, lo que supuso para la C.P una pérdida de recursos intelectuales, dado que
muchos abandonaron el campo académico. El desarrollo de la profesionalidad se vió asimismo negativamente
afectado, en la medida en que las posiciones ideológicas y los enfrentamientos políticos vividos en tiempos de
democracia invadieron las oficinas de estudio y las aulas de docencia. Esta última tendencia se expresó más
claramente en el concepto de la →Ciencia Comprometida.
A partir de 1965, se crearon las primeras cátedras y escuelas de C.P., por ej. en Colombia (1965), Uruguay
(1966), Costa Rica (1968), Chile (1969) y Guatemala (1969). Ya en la fase fundacional, se observa la
peculiaridad de desligar la política internacional de la C.P. En la misma época se crearon las primeras escuelas
de Relaciones Internacionales que ofrecieron programas de estudio independientes de la C.P. En cuanto al lento
pero continuo desarrollo de la disciplina, el caso de Chile es tal vez el más paradigmático: el Instituto de Ciencia
Política de la Pontificia Universidad Católica se fundó en 1969. Primero se impartieron cursos mínimos y de
servicio para distintas unidades académicas, en 1973 se desarrolló un post-título en →Relaciones
Internacionales, en 1982 se ofreció el primer Programa de Master en C.P., y actualmente (2005) se está
preparando el primer programa de doctorado en C.P. La C.P. pudo asentarse incluso bajo el →Régimen
Autoritario de Pinochet. En opinión de los propios politólogos chilenos el desarrollo de la disciplina hubiese
resultado más dificil bajo la democracia preautoritaria, dado el alto grado de ideologización y polarización de sus
iniciadores (cf. Fernández 2005). Si esta afirmación fuera cierta, el caso chileno sería divergente, pues en todo
los demás países donde existía la disciplina, los regímenes militares supusieron una suerte de paréntesis en el
desarrollo de la C:P., de forma que a menudo se habla de un renacimiento o de una refundación acaecida tras la
redemocratización alrededor del año 1980. Esto es epecialmente cierto en los casos de mayor tradición
politológica, el de Argentina, donde los inicios de la disciplina se remontan a los años 1920 y 1930, y en
Uruguay, donde las raíces del estudio de la política datan incluso del siglo XIX. Tales refundaciones sirvieron
para renovar la disciplina en términos teóricos y metodológicos. En otros países, como por. ej. Bolivia, la C.P.
arranca por primera vez con la recuperación de la democracia a principios de los años 1980. En México, la
disciplina existía ya bajo el régimen autoritario, aunque en aquel entonces se lamentaba la escasa producción de
estudios políticos. Con la apertura del régimen, se observa un impresionante crecimiento de la C.P. Desde los
años noventa, “el panorama se enriquece y cobra forma la imagen del corpus de una C.P. méxicana, robusta,
plural y diversa que no se sujeta a un paradígma único sino que se apoya en información e instrumentos
analíticos generados en otras disciplinas. Detrás de este desarrollo disciplinario está el ascenso de la C.P. liberal,
el desplazamiento de la tradición marxista que durante décadas dominó el estudio del poder y del conflicto, así
como la autonomización del estudio de la política de la sociología y del análisis de clase” (Loaeza 2005: 194).
Así, en la segunda época de su desarrollo, la C.P. pudo aprovechar también el cambio en la valoración de la
política en tanto campo autonómo, lo cual implicaba la superación del sesgo antipolítico que dominaba en las
ciencias sociales, si bien este proceso tomó un ritmo distinto en los diferentes países. De hecho, hasta finales de
los años sesenta prevalecieron corrientes de análisis sociologistas y estructuralistas, el →Marxismo y el neo-
marxismo, predominante entre los intelectuales de América Latina, por un lado, y el →Cepalismo, predominante
entre los economistas de la región, por el otro. En este contexto se generó la teoría de la→Dependencia, de
enorme impacto en la →Teoria del Desarrollo y en la C.P. a nivel internacional, que no fue tanto un producto de
la incipiente disciplina regional como del →Estructuralismo economicista y sociologista. La fundación de la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Santiago de Chile ha sido la primera respuesta a
este desafío, consistente en superar las limitaciones conceptuales. Actualmente, sigue siendo un reto enorme para
la C.P. de la región no caer en estos u otros enfoques reduccionistas. Otro factor de cambio y de apoyo al
desarrollo de la disciplina consistió en una progresiva superación de la excesiva politización (C.P. militante),
aunque en varios países los politólogos siguieron mostrándose atraídos por la política, siempre dispuestos a
cambiar la mesa de estudio por una función política, administrativa o diplomática.
(3) El campo temático de la C.P. en América Latina está fuertemente determinado por la política nacional. En
general, modificaciones de la agenda doméstica derivan en primer lugar de las fases y problemas que los
sistemas políticos atraviesan en estos procesos. Así, anunciándose o iniciándose el →Cambio de Sistema, el
interés cognitivo se enfocó preferentemente hacia el modelo y camino concreto de la →Democratización, pero
también hacia el diseño institucional con el que fundar y hacer viable la democracia, dentro de un planteamiento
normativo: la democracia liberal como norte. Una vez instalada la democracia, el interés cognitivo se dirigió
hacia la →Consolidación de la democracia todavía incipiente, debatiéndose los temas originarios de la
subdisciplina del →Gobierno: las instituciones de la democracia - la forma de gobierno, el →Sistema Electoral y
el →Sistema de Partidos políticos -, su estructura y su funcionamiento. Lo que interesa especialmente – en el
marco de un concepto de democracia procedural - es la determinación de la influencia que tienen las reglas de
juego para el acceso al poder y para en el proceso político en general. Este interés se articula en el conocimiento
de la influencia de lo institucional en dos dimensiones: en el desempeño de los gobiernos y en la
→Gobernabilidad democrática. Los pobres resultados de la labor de los gobiernos, reflejados en las →Encuestas
en forma de evaluaciones crecientemente negativas del funcionamiento de la democracia y articulados en el
debate general bajo el concepto del →Desencanto, fomentan el interés cognitivo por la calidad de la democracia.
En esta nueva orientación de los estudios se incluyen todos los fenómenos que invaden el concepto de
democracia como sustancial y normativo, desde la →Cultura Política, hasta la desigualdad social, lo cual
contribuye a devaluar lo conseguido como →Democracia Electoral, cuestionando así la democracia misma.
Más allá de estas tendencias temáticas generales, el temario de la C.P. ha seguido la agenda política del
respectivo país. Para Venezuela, por ej., la pregunta se bifurcó: ¿qué explica la estabilidad política de los años
setenta y ochenta, y cuáles son las razones de la inestabilidad de los años 1990, y especialmente de la crisis de la
democracia venezolana a partir de 1999? En Colombia, obviamente, en el centro de atención se situó el tema de
la →Violencia, sobre todo en sus dimensiones políticas. En Guatemala, la subordinación de las fuerzas armadas
al poder civil era y sigue siendo un tema preocupante, además de peligroso. Para cada país se pueden encontrar
algunas peculiaridades, aunque su trato conceptual no se corresponde necesariamente con lo que a nivel
internacional se percibe, pues tal percepción suele a menudo estar monopolizada por un solo autor con acceso a
la comunidad internacional. Por ej., en el debate nacional de la C.P. chilena, el concepto de los →Enclaves
Autoritarios desempeña un rol mucho menor que la presencia de este concepto - derivado del análisis del caso
chileno - a nivel internacional hace suponer. En general, han sido pocos los académicos que pudieron integrarse
en el mainstream internacional, o mejor dicho estadounidense, de la C.P. dedicado al estudio de América Latina.
Sus aportaciones a las “compilaciones comparativas”, que ciertamente no reflejan la amplitud de las
investigaciones nacionales sobre los respectivos temas estudiados, no hacen más que suministrar la información
por país para los balances comparativos de los estudiosos extranjeros. Puede decirse entonces que la relativa
ventaja comparativa de la cual disponen los politólogos latinoamericanos sobre los investigadores extranjeros en
relación al más profundo conocimiento de la historia política de sus propios países no encuentra compensación
ni en el análisis comparativo ni en el refinamiento metodológico. En ocasiones, no se excluye que las
generalizaciones no respeten los resultados inductivos, pues frecuentemente la base teórica no proviene de la
región, sino que se fundamenta en la experiencia histórica de los países industrializados. Solo G. O’Donnell
pudo sustraerse de esta tendencia debido a su labor teórica, condensada en los coneptos de→Autoritarismo
Burocrático y de →Democracia Delegativa, que, pese a ser controvertidos, han enriquecido el debate teórico
sobre el desarrollo de las formas de dominación. Por otra parte, las investigaciones nacionales, muy relacionadas
con las agendas políticas del respectivo país, se desconectan a menudo de los temarios de la C.P. a nivel
internacional. Sólo para Argentina se sostiene que “la agenda temática de la C.P. es similar a la de los centros
universitarios de Estados Unidos que incluyen a países latinoamericanos dentro de sus estudios comparativos”
(Leiras et al. 2005).
(4) En cuanto a los métodos de investigación, no se distingue bien entre métodos y técnicas de investigación,
diferenciación que enseña G. Sartori (1987). En América Latina prevalece tradicionalmente el →Método
Histórico. Es la opción consecuente para explicaciones genéticas en la medida en que los politólogos se
encierran en lo monográfico nacional. Así, la estructura del sistema de partidos encuentra su explicación en la
evolución histórica, cuya exposición favorece la descripción cronológica. Siendo tal trabajo muy valioso, éste no
se corresponde bien con las aspiraciones de la C.P., consistentes en análisis sistemáticos y conocimientos
generalizables. Los propios politólogos latinoamericanos lamentan la ausencia de estudios comparativos. No es
que no existan estudios comparativos que incluyan varios países de la región y que incluso ubiquen a países en
una perspectiva comparativa con países fuera de la región, pero tales estudios han sido escritos por politólogos
norteamericanos y europeos. Amorím Neto y Santos (2005) expresan la opinión predominante entre los expertos:
Hay que “transformar la disciplina [en una cuestión] menos parroquial, lo que implica incorporar decididamente
el análisis político comparado”. Asimismo, señalan que el problema se origina en la enseñanza: “cursos de
política comparada prácticamente no existen en las graduaciones de ciencias sociales”. Es comprensible que el
interés cognitivo se centre en los problemas nacionales, sin embargo esta preocupación a la larga conduce a un
excesivo →Parroquialismo, como constatan Álvarez Díaz y Dahdah Antar para Venezuela. Se observa que los
países con una C.P. de más larga data parecen tener mayores problemas para reorientar su disciplina hacia lo
comparativo, mientras que una de las más jóvenes, la peruana, está despegando con esta metodología de análisis.
Es cierto lo que afirma Azpuru (2005) para Guatemala: “es difícil comprender la realidad guatemalteca si no se
transcienden las fronteras de lo local; es por ello que las fronteras geográficas de estudio deben ampliarse,
utilizando en particular la C.P. comparada”.
Por otra parte, a partir de los años 1990 se observa una incipiente orientación hacia modelos formales y métodos
empírico-estadísticos. En general, el uso de teorías y técnicas de investigación más modernas en los países
latinoamericanos depende mucho del contacto que sus respectivos institutos e investigadores tengan con centros
de investigación en Estados Unidos y Europa. El país mejor integrado en este sentido es probablemente
Argentina, para el cual se constata una “creciente difusión del →Neo-institucionalismo de inspiración
racionalista, los análisis basados en las teorías de la elección pública, de la elección colectiva, la →Teoría de
Juegos y las técnicas estadísticas” (Leiras et al. 2005: 81). Para Costa Rica, sin embargo – y no es un caso
aislado – se sigue lamentando: “con excepción de los estudios hechos sobre Costa Rica por politólogos
extranjeros, el empleo sistemático de técnicas de observación cuantitativas y cualitativas no sólo es reciente sino
escaso. Buena parte de la producción, además, tiene un carácter ensayístico o bien descriptivo” (Alfaro Redondo/
Acuña Chaverri 2005), lo cual pudiera deberse al hecho de que numerosos estudiosos se sirven de la prensa para
difundir sus opiniones. No sólo entre los países, sino en el seno de las comunidades académicas nacionales
mismas se observa cierta disyuntiva entre una orientación más cuantitativa-anglosajona y otra más cualitativa-
continental-europea, cuyo debate epistemológico aún está pendiente en la región.
(5) La imagen que da a la sociedad la C.P. como disciplina es muy heterogénea. Por un lado, dada su orientación
hacia las elecciones y los partidos políticos, es reconocida experta en estos temas, con un conocimiento
específico en la materia, no sólo para analizarla, sino también de consultoría de los propios actores. De esto
resulta la aceptación de la disciplina en la sociedad como ciencia para ganar elecciones. Otra herramienta de la
C.P. consiste en el análisis institucional, en el cual se encuentra en competencia con el →Derecho Público, y
especialmente con el derecho constitucional. Entre estas ramas del saber se ha llegado a dar a veces un diálogo
interdisciplinario muy fecundo, por ej. en el campo del →Derecho Electoral, así como también en el debate
sobre el →Presidencialismo y el →Parlamentarismo. La sociedad en general, sin embargo, no está tan interesada
en las reglas, sino en los resultados del juego. La falta de cultura institucional, por un lado, y las necesidades
económicas y sociales, por el otro, llevan al público a priorizar en su interés político los desempeños de los
gobiernos en el campo de las políticas sectoriales. La C.P. en América Latina aún no se considera como experta
en políticas públicas, pues no se le supone un conocimiento para gobernar bien. Lo cual, por cierto, excluye al
mismo tiempo tendencias hacia gobiernos tecnócratas, aun cuando politólogos entren en ellos. En varios países,
los politólogos han influido en el desarrollo político, pero más bien a título personal y no como representantes de
una disciplina experta en las diversas carteras. En la medida en que los politólogos partipan en la política
activamente, la disciplina puede perder credibilidad, contagiándose de la crisis de la democracia al perder la
distancia con su objeto de estudio. Por otra parte, los politólogos - aunque menos que antes – se ven influídos por
la política y por agudos conflictos políticos e ideológicos, lo que sigue repercutiendo fuertemente en el desarrollo
de la disciplina como comunidad científica. A pesar de no existir más que un pequeño grupo de politólogos,
éstos suelen no tomar nota de los demás, bien sea ignorando los escritos de los otros, bien no citándolos en sus
propios trabajos. La autopercepción de la comunidad politológica se parece mucho a lo que G.A. Almond (1999)
ha descrito como “disciplina segmentada”.
(6) Lo que observa M. Tanaka (2005) para el caso peruano, es válido para toda la región: “la politización de la
academia ha disminuido considerablemente, se ha legitimado el estudio de la política desde cánones científicos,
los politólogos (aunque todavía muy pocos) tienen mejor formación y están más al tanto de la literatura
internacional”. Es conveniente señalar que estos logros se consiguieron en el marco de un entorno financiero
precario, en el que se encuentra en general toda la academia latinoamericana. Es apropiado también mencionar el
aporte internacional al desarrollo de la disciplina regional a través de programas de cooperación entre centros de
estudios latinoamericanos, por un lado, y estadounidenses y europeos, por el otro. Especial mención merecen las
fundaciones científicas y políticas por sus programas de becas. El reclutamiento de politólogos para ejercer la
C.P. universitaria, es decir, para la investigación y la docencia, pasa en la actualidad por estudios de doctorado
en Estados Unidos o Europa, siendo el lugar del estudio muy indicativo para la orientación epistemológica del
profesional. Respecto al futuro de la C.P. en América Latina, referiéndonos nuevamente a los balances
nacionales de su estado actual en la Revista de Ciencia Política (2005), el objetivo general y mayormente
aceptado es el consolidar el establecimiento de la disciplina y fomentar su profesionalidad. Se piensa, por un
lado, en el desarrollo de un mayor pluralismo temático (especialmente a través de una mayor orientación hacia el
análisis de las políticas públicas) y metodológico (sobre todo mediante la aplicación del método comparativo en
sus múltiples dimensiones) y, por el otro, en la superación de tendencias endogámicas, o sea, en el desarrollo de
un mayor sentido de comunidad científica como comunidad de debate y crítica. Como señales positivas en esa
dirección se pueden interpretar la creciente cantidad de revistas politológicas y, en general, la mayor actividad de
las asociaciones nacionales de C.P., así como la fundación en 2003 de la Asociación Latinoamericana de Ciencia
Política, cuyos muy frecuentados congresos se celebran anualmente. Por otra parte, el crecimiento de la
disciplina plantea también un reto desde un punto de vista más material, que a menudo se tematiza en los debates
internos. Se trata, en primer lugar, del financiamiento de los estudios, en segundo lugar, de la calidad de la oferta
académica y su evaluación según criterios homologados y, por último, del ingreso de los licenciados en C.P. en
el mercado laboral a un nivel correspondiente a su formación.
Un balance político a

años del retorno a la


democracia en

Argentina
Luis Alberto ROMERO | Carlos FARA | Marcos NOVARO | Fernando RUIZ
Graciela FERNÁNDEZ MEIJIDE | Daniel SABSAY | Gabriel PALUMBO | Adrián Lucardi

Prólogo de Vicente Palermo


Gabriel C. Salvia, Compilador
Un balance político a

años del retorno a la


democracia en

Argentina
Luis Alberto ROMERO
Marcos NOVARO
Carlos FARA
Fernando RUIZ
Daniel SABSAY
Graciela FERNÁNDEZ MEIJIDE
Gabriel PALUMBO
Adrián Lucardi

Gabriel C. Salvia, Compilador


Un balance político a 30 años del retorno
a la democracia en la Argentina
Carlos Fara... [et.al.]; compilado por Salvia Gabriel Constancio. -
1a ed. - Buenos Aires : Fundación Cadal; Ciudad Autónoma
de Buenos Aires
Konrad Adenauer Stiftung, 2013.
128 p.; 22x15 cm.
ISBN 978-987-23446-3-4
1.Historia Política Argentina. I.Fara, Carlos II.Gabriel
Constancio, Salvia, comp.
CDD 320.982

Fecha de catalogación: 15/11/2013

© 2013
Diseño de tapa y armado: Yanina Arboleya
Fotos portada: Gentileza de la Agencia Diarios y Noticias
(DyN)
Hecho el depósito que establece la ley 11.723

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en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de
recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún
medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético,
electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso
previo por escrito de los editores.

Noviembre de 2013
ÍNDICE

Presentación...................................................................... 5
Gabriel C. Salvia
Prólogo.............................................................................. 7
Vicente Palermo
La democracia argentina treinta años después.................. 15
Luis Alberto Romero
Treinta años de democracia:
el problema de los partidos................................................ 29
Marcos Novaro
Treinta años de elecciones y opinión pública.................... 43
Carlos Fara
Treinta años de periodismo
y democracia: vidas circulares............................................ 53
Fernando J. Ruiz
Constitución y estado de derecho...................................... 73
Daniel Sabsay
Memoria y derechos humanos a 30 años
del retorno a la democracia................................................ 89
Graciela Fernández Meijide
El papel de legitimación de los jóvenes
en la recuperación democrática......................................... 105
Gabriel Palumbo
El regalo envenenado
de la dictadura militar........................................................ 115
Adrián Lucardi
PRESENTACIÓN

“La desventaja natural de la democracia


consiste en que les ata las manos a los que la
toman en serio, mientras que a los que no la
toman en serio les permite casi todo”

Václav Havel (1936-2011)

Del 20 de agosto al 12 de septiembre de 2013, el Cen-


tro para la Apertura y el Desarrollo de América Lati-
na (CADAL) organizó, con el apoyo de la Fundación
Konrad Adenauer, el seminario “Un balance político a
30 años del retorno a la democracia en la Argentina”.
Este libro reúne las colaboraciones de casi todos los pro-
fesores que dictaron clases en el seminario, el cual tuvo
ocho clases de duración y estuvo dirigido a jóvenes estu-
diantes y graduados universitarios menores de 30 años.
Tanto el seminario como este libro se concentran
en aspectos políticos e institucionales de estas tres dé-
cadas de democracia en la Argentina. Es que desde
CADAL se prioriza el fortalecimiento de la institu-
cionalidad democrática, considerando que un sistema
político vigoroso, respetuoso de las libertades funda-
mentales, favorece los consensos para la adopción de
políticas de estado que favorezcan al bienestar de las
personas.
Al respecto, un balance inicial de estos treinta años
de democracia ofrece grandes desafíos para el futuro.
Por empezar, la debilidad del sistema de partidos polí-
ticos, la utilización de la administración pública como

5
un botín electoral y la escasa alternancia presidencial.
En las dos terceras partes de estos treinta años
de democracia, en la Argentina gobernó una misma
persona y un matrimonio: Carlos Saúl Menem, entre
1989-1999, y Néstor Kirchner y Cristina Fernández de
Kirchner, entre 2003 y 2013, todos ellos peronistas. En
países vecinos, como Chile y Uruguay, que retornaron
más tarde a la democracia, la alternancia presidencial,
de personas y partidos, es una característica funda-
mental de su mejor desempeño político, económico e
institucional, lo cual se refleja en casi todos los índices
internacionales que miden dichos aspectos.
En términos de calidad democrática y vigencia de
la forma republicana de gobierno, puede concluirse que
entre 1983 y 2013 la Argentina viene descendiendo,
década tras década. El ascenso, en la mejora institu-
cional, la gobernabilidad democrática, el crecimiento
económico genuino y la inclusión social, llevará varias
décadas y requerirá de la madurez de la dirigencia po-
lítica junto a un esfuerzo importante de la sociedad en
su conjunto.
Este libro aspira entonces a ofrecer un balance de
estos treinta años de democracia y al mismo tiempo
llamar la atención sobre los principales desafíos políti-
cos que tiene la Argentina.
Finalmente, corresponde agradecerle a la Funda-
ción Konrad Adenauer por apoyar esta iniciativa, a los
autores por sus valiosas colaboraciones, al staff y direc-
tivos de CADAL por su confianza, y a todos ellos por
su enorme generosidad.

Gabriel C. Salvia
Presidente del Centro para la Apertura
y el Desarrollo de América Latina

6
PRÓLOGO

¿Por qué motivo leer un libro sobre los primeros 30


años de vida democrática en la Argentina? Este lar-
go período y tan reciente ha sido rico en experiencias
complejas, sobre las que sería inútil procurar decir la
última palabra. He aquí, por tanto, una primera res-
puesta: la lectura nos permite dialogar en lugar de
pensar solos, y dialogar es indispensable, tratándose de
vastos procesos colectivos, para comprender. Pero una
segunda respuesta es, quizás, no tan fácil de asir: al
elaborar una comprensión, y al hacerlo con otros, esta-
mos participando, poco o mucho, en la elaboración de
una memoria colectiva, y asimismo en la construcción
de una agenda para el futuro – ese que empieza hoy.
Un buen libro – este lo es – reúne todo eso: propone
al lector de modo explícito o implícito modos de re-
cordar experiencias que él mismo ha vivido o de las
que ha sido un contemporáneo, modos de interpretar
cuestiones que están lejos de ser indisputables, formas
de jerarquizar temas o acontecimientos que continúan
siendo o deberían ser parte de la acción pública. Es así
un grano de arena que se incorpora a los materiales
con que se piensa el pasado y se hace política presente
y futura. Porque esto es lo peculiarmente interesante
de la historia (y todos los artículos de este libro tienen
mucho de histórico, en la medida en que un “balance”
lo requiere) reciente: que es reciente para el lector, que
está inacabada en sí misma y que está tan abierta como
la vida del propio lector lo está.
La tensión que esto supone recorre fuertemente to-
dos los artículos del libro. El de Luis Alberto Romero

7
Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en la argentina

constituye una interpretación desafiante al oponer dos


tradiciones democráticas que habrían estado presentes
y en pugna a lo largo de estas décadas (en un marco
político cultural en el que los protagonistas tienden a
despojar de calidad democrática a la tradición contraria
a la propia). El desempeño de estas dos tradiciones – en
el telón de fondo de la regularidad institucional – daría
lugar a mixed feelings de optimismo y la decepción.
En todo caso en el espíritu del artículo el desaliento
termina con su punto final; queda flotando en el aire
un talante escéptico pero comprometido. Y, muestra
de la fluidez de los abordajes de la historia reciente,
a la figura, de fin de ciclo, de un Alfonsín periclitante
jaqueados por los militares y la hiperinflación, se sobre-
imprime decisivamente la de un Alfonsín que si por un
lado es el protagonista de la ilusión democrática, por
otro lado – podemos ver en perspectiva – es el padre
fundador de la democracia reciente.
El regreso – que quizás podría identificarse con el
ascenso de Menem – de la cultura política y la tradición
democrática movimientista, es un nexo con el tema
central del artículo de Marcos Novaro, que se propone
estudiar la relación entre el peronismo – considerado
como es el actor dominante de estas tres décadas – y
nuestra democracia contemporánea. Y más particu-
larmente, el papel del peronismo en la configuración
partidaria argentina, que por un lado lo tiene por pro-
tagonista principal y por otro su perfil de hegemónico
y fragmentado a la vez parece ser el principal obstáculo
para su funcionamiento. Novaro se pregunta si el pero-
nismo, desde 1983, se adaptó a los trazos instituciona-
les de la naciente democracia o, por el contrario, logró
que la democracia de adaptara a los suyos. En muchas
de sus afirmaciones parece haber una clara relación en-

8
Prólogo

tre el nivel específicamente político-partidario, y el de


la sociedad y su cultura, ya que rasgos principales de
los actores partidarios no serían comprensibles sin te-
ner en cuenta lo de la sociedad en que se desenvuelven.
“Confirmado como eje de nuestra vida política – sos-
tiene Novaro –, nos seguimos preguntando si más que
un partido es un “sistema de partidos en sí mismo”, y
si es la fuente de nuestros problemas o el principio de
su solución”. De algún modo, sobrevuelan este artícu-
lo interrogantes comunes al texto de Romero. Porque
nadie como el peronismo para expresar la “democracia
plebiscitaria de masas” a la que se refiere éste, del mis-
mo modo en que el movimientismo peronista es lo que
mejor se adapta a la labilidad y la fluidez sociopolítica
y socioelectoral y a la cultura política que la acompaña.
Significativamente, las tensiones registradas en
los primeros artículos están presentes en los siguien-
tes. Porque el actor central del artículo de Carlos Fara
está encarnado en los cambiantes ciclos políticos de
la opinión pública y en su combinación con los ciclos
electorales. Así, por ejemplo, al giro de 180 grados que
formula la opinión pública en términos de “preferen-
cias de grandes orientaciones político/ideológicas”
(mercado, privatizaciones, etc.) lo capitalizaría quien a
lo largo de los 80 había exhibido las posiciones más
conservadoras en estas materias: el peronismo, en una
muestra de la flexibilidad evocada por Novaro. Tam-
bién nos muestra Fara cómo los valores alentados por
la sociedad argentina cambian, pero en mutaciones que
no han permitido, hasta ahora, que las instituciones de
la democracia se arraiguen con firmeza en la sociedad.
Esto no es enteramente malo, por cierto: los cambios y
la gobernabilidad “a cualquier costo”, base del decisio-
nismo presidencial en varias ocasiones, no encuentra

9
Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en la argentina

– en atención a los datos de Fara – cómo hacer pie en


una opinión pública cambiante. Pero el regreso, en un
nuevo ciclo, de la demanda por un Estado protector/
reparador, con fuerte intervención en la economía, en-
cuentra otra vez al peronismo con los brazos abiertos,
para beneficiarse del nuevo ánimo colectivo, habiéndo-
se posicionado en los dos extremos del movimiento del
péndulo.
Mientras que el artículo de Fara ha abordado los
ciclos de opinión pública, el de Fernando J. Ruiz hace
lo propio con los ciclos mediáticos y su relación con los
ciclos políticos. La cuestión del pluralismo (presente
en los artículos de Romero y Novaro) aparece así con-
templada desde otro ángulo, pero en el que rasgos de la
opinión pública estudiados por Fara se hacen visibles.
“La impresión es que las audiencias todavía no resisten
enfrentarse a posiciones muy diferentes a las propias,
y entonces de alguna forma contribuyen a ratificar el
poco pluralismo que en general los medios están ofre-
ciendo”, nos dice Ruiz. La relación de los diferentes
gobiernos con los medios, por su vez, también es de-
tallada y críticamente analizada – en esencia, aunque
la intensidad con que los gobiernos presionaron a los
medios varió de un gobierno a otro, estuvo presente
en todos la dificultad para distinguir entre lo guberna-
mental y lo público. En parte como una reacción frente
al innegable poder de agenda que han desarrollado al-
gunos medios.
Desde una perspectiva muy diferente, pero tam-
bién en fuerte convergencia, Daniel Sabsay analiza la
arquitectura jurídico política argentina, a la luz de los
conceptos inherentes al derecho constitucional. Sabsay
contrapone al Estado de Derecho y a la democracia
representativa de registro constitucionalista y en los

10
Prólogo

que se basa nuestra propia tradición constitucional con


las dificultades que se hicieron presentes para la plena
vigencia de esta normativa esencial a lo largo de estas
décadas. Como en los artículos anteriores, la mirada
crítica sobre la sociedad no es menos relevante que la
mirada sobre la política: “la Argentina es un país que,
como Nino lo ha expresado, ha tenido una tradición de
manejo al margen de la ley”, sostiene. A estas caracte-
rísticas no serían en absoluto ajenos los rasgos en los
que Sabsay enfoca su análisis, en especial el decisio-
nismo, identificado como la inclinación a gobernar por
encima de la ley y arrasando con la división de poderes.
En su análisis, Sabsay llega lejos, poniendo en duda la
compatibilidad entre ciertos estilos políticos y demo-
cracia representativa: “¿Es posible – se pregunta – con-
servar el Estado de Derecho en el marco de una situa-
ción en la cual el Poder ejecutivo ha demostrado una
vocación “devoradora” de la competencia de los otros
dos poderes estatales despreciando desaprensivamente
la seguridad jurídica de los gobernados?”
En su testimonio, Graciela Fernández Meijide
aborda una cuestión no menos central, la relación en-
tre memoria, derechos humanos y democracia. Para
ello debe remontarse a los años de fuego, porque mal
podrían ecuacionarse estos términos sin dar cuenta de
aquellos años. Y aquí la conexión implícita con anterio-
res textos es importante, ya que las diferentes – y por
caso opuestas – formas de memoria y valoración de los
derechos humanos cobran formas que a veces entran
en diálogo con las líneas de tensión trabajadas por los
autores anteriores. Y si por un lado “la base de la demo-
cracia iniciada en 1983 fue la investigación y la justicia
con respecto al terrorismo de estado”, por otro “fuimos
incapaces de consolidar instituciones, a punto tal que

11
Un balance político a 30 años del retorno a la democracia en la argentina

hoy los que deberían ser los pilares de una democracia


como son los partidos políticos, son casi inexistentes”.
En otras palabras, todavía los derechos humanos son
colectivamente percibidos en un registro sesgado, mal
articulado al constitucionalismo que discute Sabsay y
en formas de memoria que no se hacen cargo de los
dramas de nuestro pasado.
Lo dicho hasta ahora puede ser un buen telón de
fondo para presentar el artículo de Gabriel Palumbo,
porque este se propone “trabajar sobre las particularida-
des de la participación juvenil en los 30 años de nuestra
recuperación democrática y en el marco del populismo
y de las democracias liberales”, populismos y democra-
cias liberales que han estado presentes en los anteriores
artículos. La tesis de Palumbo es original: la recupera-
ción democrática, en los 80, “colocó a la juventud en
otro lugar. En los años ‘80, la idea de la participación
juvenil era una idea creativa. La sensación que los es-
pacios juveniles tenían en la década del ‘80, igualmente
ficcional a la de los jóvenes del ‘70, era que absoluta-
mente todo podía ser posible”. A su modo, los jóvenes
experimentaron límites, disiparon quizás ilusiones, del
mismo modo en que otras generaciones y otros acto-
res lo harían en esa década. Pero también cambiaron
paradigmas de participación. Algunos de ellos, cabe
sospechar, ponen en cuestión las formas institucionales
vigentes, vigentes pero anquilosadas. Como sea, el aná-
lisis de Palumbo sobre las actuales formas de participa-
ción juvenil es penetrante para identificar novedades.
Siendo la última de ellas un regreso al pasado: a partir
de 2003 “puede observarse el inicio de un ejercicio polí-
tico de un signo marcadamente populista y que cambia
la lógica de relacionamiento y de participación política
de la juventud”. De la mano del populismo, la juventud

12
Prólogo

de hoy recorrería caminos ya trillados por otras y tam-


bién en este texto se evocan fantasmas.
Por fin, el artículo de Adrián Lucardi nos hace re-
gresar de lleno al mundo de la política en sentido con-
vencional, pero desde un nuevo ángulo: el de las rela-
ciones fiscales nacionales y subnacionales y sus para
muchos impensadas consecuencias en la equidad y la
democracia. ¿Cuáles son los efectos de que un peque-
ño grupo de provincias, beneficiario de un decreto de
postrimerías de la dictadura militar, se encuentre sobre-
rrepresentado en la Cámara de Diputados? ¿Cuáles son
los mecanismos que esta sobrerrepresentación pone en
movimiento? ¿Cuáles son las facetas fiscales de esta ca-
racterística de nuestro Poder Legislativo? Lucardi mira
asimismo a la sociedad, en este caso a las sociedades de
estas provincias, que, acostumbradas a no tener que pa-
gar impuestos, tienen menos incentivos para exigir buen
gobierno: “hay menos presión ciudadana ´desde abajo´
para obtener servicios a cambio de esos impuestos”. Pero
sobre todo su texto puede ser considerado como un buen
complemento, por su poder explicativo, de los artículos
que, aquí, han puesto la atención en las formas políticas y
político estatales actualmente dominantes. Lucardi nos
dice algo sobre sus condiciones de reproducción.
Pensar treinta años complejos, turbulentos, como
los transcurridos desde el nacimiento democrático, no
es una empresa fácil. Los autores aquí reunidos, sin
embargo, sobrellevaron la tarea, como espero que el
lector pueda comprobarlo a poco de que se interne en
estas páginas.

Vicente Palermo
Investigador Principal del Conicet
Miembro del Club Político Argentino

13
LA DEMOCRACIA ARGENTINA
TREINTA AÑOS DESPUÉS
Luis Alberto Romero

Una evaluación del actual ciclo democrático argentino, que acaba


de cumplir treinta años implica, como en casi todas las cuestiones
humanas, una elección, en la que juega la explicación y el pro-
yecto: elegimos hablar del vaso medio lleno o medio vacío. La
parte llena, y hasta pletórica, remite a un pasado que para muchos,
de mi edad o más jóvenes, es todavía experiencia viva: la última
dictadura militar o, más atrás, los largos períodos de gobierno o
pretorianismo militar. En ese sentido, la primera respuesta debe
ser, necesariamente, fuertemente optimista: llevamos treinta años
de regularidad institucional, de sufragio y de libertades públicas.

I.
Dicho esto, podemos pasar a un análisis un poco más refinado,
y a dos posibles respuestas, según la refiramos a las expectativas

LUIS ALBERTO ROMERO. Ha sido profesor titular de la UBA e Investi-


gador Principal del CONICET. Dicta cursos de posgrado en la Facultad Lati-
noamericana de Ciencias Sociales y la Universidad Torcuato Di Tella. Dirige la
colección Historia y Cultura. Es miembro del Consejo de Administración de
la Fundación Universidad de San Andrés. Es miembro del Club Político Ar-
gentino. Este año ha publicado “La larga crisis argentina. Del siglo XX al XXI
(Siglo XXI), La Argentina que duele (Katz) y una versión revisada y ampliada
de su “Breve historia contemporánea de la Argentina.1916-2010 (Fondo de
Cultura).

15
La democracia Argentina treinta años después

existentes en el momento inicial de la actual democracia -1983- o


bien al desempeño que a lo largo del siglo XX ha tenido la demo-
cracia en el país. Intentaré responder a esto último, confrontando
el actual ciclo democrático con otro equivalente, que transcurrió
entre 1916 y 1955. Pero anticipando mi conclusión, diré que las
expectativas de una radical transformación democrática de en-
tonces han quedado defraudadas, y creo que, en lo sustantivo, he-
mos vuelto a la normalidad. A la normalidad democrática, que
como empecé diciendo, no es poca cosa.
Antes de entrar en materia es importante precisar los términos,
pues muchas discusiones se originan simplemente en usos diferentes
de las palabras. En el caso de la democracia, particularmente, la gran
mayoría de nosotros tiene una opinión positiva, que cada uno refiere
a su propia caracterización; por eso mismo, todos coincidimos en
calificar de “no democrático” lo que se aparta de esa definición.
Para un historiador es más útil partir de una definición mí-
nima: la democracia es un régimen político que se legitima en la
voluntad del pueblo. Es tan mínima que se pueden escribir libros
enteros sobre el significado de “pueblo”, “voluntad” o “legitimar”.
Pero permite precisar la existencia de distintas familias, con un
parentesco y un aire de familia, centrado precisamente en esos
términos, pero asociados en cada variante con otras corrientes de
ideas, paralelas de la democrática. Pues “democracia” es en defini-
tiva una idea, y las ideas nunca marchan solas por la historia, sino
que se mezclan y combinan.
En este caso, es útil señalar la existencia de dos grandes fami-
lias. La primera ha asociado la democracia con la tradición liberal
de la salvaguarda de los derechos del individuo y de la sociedad, y
con la tradición republicana de la limitación y control del poder, y
el imperio de la ley. “Gobierno del pueblo” significa participación
igualitaria de todos los individuos. A muchos, como me ocurre a
mí, esta definición les parecerá aceptable y valiosa. Pero circula
otra definición, igualmente potente, que relaciona la democracia
con un pueblo unánime y homogéneo, que enfrenta a sus ene-

16
Luis Alberto Romero

migos -con los que hasta coexiste bajo el mismo estado- y cuya
voluntad se coloca por encima de la de cualquier derecho indivi-
dual, y también por encima de cualquier ley. Desde principios del
siglo XX esta idea, que recoge la tradición romántica del volk, se
ha asociado con la de líder de masas, que sintetiza y expresa su
voluntad, manifiesta a través de algún plebiscito -por ejemplo una
asamblea o una plaza unánimes- y ejerce sin límite la autoridad
que el pueblo delega en él. Suele llamarse a esta segunda versión
“democracia plebiscitaria de masas”.

II.
Subrayo el punto porque en toda la primera etapa de la experien-
cia democrática argentina, entre 1916 y 1955, fue esta segunda
forma la que predominó. No era esto lo que prometía la ley Sáenz
Peña, que en 1912 consagró el sufragio secreto y obligatorio, el
uso del padrón militar -libre de cualquier manipulación guber-
namental- y el sistema de lista incompleta. La reforma procuraba
a la vez empujar a los votantes -que no hacían uso del existente
derecho universal masculino al sufragio-, garantizarles la transpa-
rencia del comicio y estimular la formación de grandes partidos,
que serían “de ideas” y no de caudillos, y que previsiblemente se
alternarían en el poder.
En cierto sentido, la reforma fue exitosa e inauguró la moder-
na democracia de masas. El número de votantes creció gradual-
mente, hasta alcanzar en 1928 un nivel relativamente estable del
80% del padrón. Si bien la mayoría de los extranjeros no se na-
cionalizó, su número dejó de ser relevante con el paso del tiempo,
pues sus hijos sí eran argentinos. En 1947 se incorporó al sufragio
a las mujeres, y por esos años los territorios nacionales se convir-
tieron en provincias, de modo que sus habitantes se incorporaron
al padrón nacional.
La historia de las elecciones fue más matizada. Hoy los historia-
dores piensan que los procesos electorales, pasados y presentes, no se
dividen en puros y fraudulentos, blancos y negros, sino que hay una

17
La democracia Argentina treinta años después

serie de grises, que tienen que ver con lo que ocurre antes del voto,
durante el voto y después del voto. De modo que no caben las opo-
siciones tajantes. Pero visto en conjunto, en la Argentina posterior
a la ley Sáenz Peña el saldo no fue malo. El sufragio fue bastante
claro durante el período radical, entre 1916 y 1930. Nadie dudó de
la legitimidad de los presidentes electos, aunque muchos observaron
que en las elecciones provinciales, luego de una intervención federal
-y fueron muchas- los resultados se modificaban en favor de los ra-
dicales. También señalaron que las policías seguían teniendo mucho
que ver con el sufragio, en alguna de sus etapas.
Entre 1930 y 1946 -dejando de lado los períodos de gobierno
militar- las elecciones fueron mucho más oscuras, al punto que se
la denomina comúnmente la década del fraude. Efectivamente,
los gobiernos lograron evitar que los radicales volvieran a ganar la
presidencia. En 1931, lo hicieron con facilidad por la abstención
de los radicales, luego de haber sido vetado su candidato, el ex
presidente M. T. de Alvear. Pero el veto era razonable y previsible,
por el principio constitucional de no reelección durante un perío-
do completo (Alvear había sido presidente entre 1922 y 1928).
En 1937, en cambio, Alvear se presentó y fue derrotado por me-
dio de un fraude escandaloso. Los radicales se abstuvieron hasta
1935, facilitando las cosas tanto al oficialismo como a la oposición
socialista o demo-progresista. Desde 1936 los radicales ganaron
concejalías, diputaciones y gobernaciones, y en 1940 obtuvieron
un resonante triunfo legislativo, amparado en la voluntad anti
fraudulenta del presidente Ortiz. En suma, fue una historia con
matices.
La elección presidencial de 1946 fue declarada ejemplar por
ambos bandos, y todo indica que el ajustado triunfo de Perón
fue legítimo. En las elecciones siguientes, no hay razones para
dudar de la mayoría de votantes peronistas: Perón superó el 60%,
una cifra con la que cualquier candidato se entusiasmaría hoy.
Pero sugestivamente, el gobierno hizo lo imposible para reducir
la parte opositora, que rondaba entre el 30 y el 40%, cambiando

18
Luis Alberto Romero

las leyes y reglamentos y sometiendo a los electores a todo tipo


de presiones. Porque desde la perspectiva plebiscitaria de Perón,
un 30% adverso ponía en cuestión la unanimidad del pueblo, que
debía ser peronista.
En suma, en este primer período hubo votantes, pasión iden-
titaria y procedimientos en la gama de los grises, entre claros y
oscuros. No muy distinto que en otros contextos. Basta pensar en
los mecanismos usados en los estados del sur de Estados Unidos
para alejar a los votantes de color. Donde las cosas resultaron muy
distintas de lo imaginado por la ley Sáenz Peña fue en el terreno
de la República, sus principios y sus instituciones.
Aquí es necesario comparar a los dos grandes líderes democrá-
ticos del período: Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón. Las
dos otras figuras relevantes, Marcelo de Alvear y Agustín P. Justo,
son menos significativas en esta historia de la democracia. Sobre
los dos primeros, señalaré las semejanzas, con la salvedad de que
hay notorias diferencias de escala entre ambos. Uno y otro están
separados por cosas ocurridas en el mundo; por ejemplo, el ensayo
fascista, originalmente muy exitoso, con el que Perón fue muy afín e
Yrigoyen no. También es muy diferente el encuadramiento de am-
bos gobiernos en los marcos constitucionales. Yrigoyen nunca los
desbordó, mientras que Perón lo hizo, y fuertemente.
¿Qué queda en común? Ambos compartieron, en primer lu-
gar, una concepción de la presidencia, su misión y sus facultades,
poco compatible con la tradición republicana. La relación de Yri-
goyen con el Congreso fue mala. Comenzó ignorándolo a la hora
del protocolar mensaje presidencial -envió a un secretario para
leerlo-, y siguió ignorándolo cuando tropezó con la oposición,
que nunca pudo doblegar en la Cámara de Senadores. En el mis-
mo sentido. Yrigoyen apeló a los decretos, y utilizó ampliamente
el recurso de la intervención federal, decretada durante el rece-
so parlamentario. Usualmente las intervenciones cambiaban los
equilibrios políticos de cada provincia y fortalecían la autoridad
presidencial. Esa autoridad se legitimaba en la idea, largamente

19
La democracia Argentina treinta años después

predicada por Yrigoyen, de la regeneración institucional y el sa-


neamiento de lo que denominó “régimen falaz y descreído”, de-
nominación en la que englobó a todos los que no participaban de
la “causa radical” que era, en esencia, la “causa nacional”. Este fue
el meollo de su concepción política, afín con una de las familias
democráticas, fundada en la unión entre el pueblo y el líder. Una
de las consecuencias de este discurso y esta práctica fue la radical
escisión del campo político en dos bandos inconciliables, que se
potenciaron cuando Yrigoyen volvió al gobierno en 1928.
En el caso de Perón existió la misma presencia dominante
del presidente, por encima de los otros poderes y del propio gabi-
nete, y la organización de un movimiento, que articulaba fuerzas
políticas y sociales, en el que lo partidario, lo estatal y lo nacional
se fundían en una misma entidad. Los opositores fueron los ene-
migos de la patria y el pueblo, lo que legitimó las persecuciones y
el cercenamiento de la libertad de expresión y la libertad política.
En ese sentido, el peronismo -muy democrático en otros aspec-
tos- fue autoritario y dictatorial. La oposición fue inconciliable y
la división facciosa llegó a su extremo.
Lo singular es que estos dos movimientos, democráticos y
poco republicanos, se desarrollaron en una sociedad caracterizada
por el crecimiento, la integración, la movilidad y una fuerte im-
pronta igualitaria y democrática, acentuada por ambos gobiernos.
También fue característico de la época la existencia de un estado
fuerte y potente, a través del cual ambos gobiernos -mucho más
el peronista que el radical- pudieron realizar una vigorosa po-
lítica de nacionalización y de democratización. Ambos dejaron
una marca; la matriz de una democracia basada en la unidad del
pueblo y de la nación, en la delegación plebiscitaria, la legitimidad
del autoritarismo y la naturalización de la confrontación facciosa.

III.
Daré un salto a través del período 1955-1983, en el que la de-
mocracia basada en el sufragio dejó de ser el principal canal de la

20
Luis Alberto Romero

política. El espacio del conflicto y la negociación fue definido por


gobiernos militares o tutelados por los militares. Cuando hubo
elecciones, el peronismo fue proscrito y los actores principales
fueron diferentes organizaciones corporativas. La experiencia de
1973-76, que incluyó dos elecciones perfectamente democráticas,
estuvo signada por fuertes conflictos que se desarrollaron en espa-
cios diferentes de los institucionales y se resolvieron por métodos
distintos de los democráticos.
En 1983, al final de la última dictadura, se emprendió nueva-
mente el camino de la democracia. No fue exactamente una recu-
peración. El modelo de democracia que se impuso por entonces
era original y diferente de la tradición anterior, autoritaria y ple-
biscitaria. Por primera vez se intentó desarrollar una democracia
fuertemente basada en el estado de derecho y las instituciones
republicanas, y se intentó construir una convivencia democrática
plural, en la que se valoró la diferencia, el diálogo, la confronta-
ción y el acuerdo. Se sustentó en la fuerte ilusión generada como
reacción a la dictadura, y en la constitución de un sujeto político
original, la ciudadanía, que más allá de las opciones políticas par-
ticulares coincidió en sustentar y defender esta forma democrá-
tica que recuperaba la tradición liberal y republicana. Uno de los
efectos de esta movilización ciudadana fue la revitalización de los
partidos políticos, la amplia afiliación y la conformación de una
nueva camada de dirigentes.
A poco de andar, la nueva democracia comenzó a experimen-
tar las dificultades que la ilusión había permitido ignorar inicial-
mente. El gobierno de Raúl Alfonsín, que encarnó cabalmente
este proyecto de democracia republicana, la había relacionado con
la satisfacción de necesidades y reclamos sociales mínimos -ali-
mentación, educación, salud- pero se descubrió que el deterioro
fiscal y estatal no permitía avanzar demasiado en esos terrenos.
La deuda externa restringió seriamente las finanzas estatales, y
la inflación agudizó los conflictos. Sobre todo, el poder civil, aún
con el apoyo masivo de la civilidad, no pudo doblegar la resisten-

21
La democracia Argentina treinta años después

cia militar al enjuiciamiento de los oficiales en actividad. Otras


resistencias corporativas, como la sindical, fueron también indica-
dores importantes, pero el fracaso de Semana Santa de 1987 fue
decisivo para las ilusiones de la civilidad, cuya presencia comenzó
a menguar. Su lugar fue ocupado por una maquinaria política mo-
derna, eficiente y algo encerrada en sí misma, y por las antiguas y
revitalizadas corporaciones.
La desilusión hizo lo suyo para erosionar no solo el gobierno
de Alfonsín sino todo el proyecto de 1983. Más decisivos fueron
los sacudones de la economía. Luego de la hiperinflación de 1989
se impuso la idea de que el país estaba en emergencia y que re-
quería soluciones drásticas y rápidas; que no había mucho tiem-
po para la deliberación y que las circunstancias requerían de un
Moisés, que guiara la travesía del desierto. Se trata de una retóri-
ca bien conocida en otras experiencias del mundo, que funcionó
aceitadamente en la Argentina. Incluso cuando pasó la emergen-
cia, fue mantenida siempre viva en el recuerdo y en el imaginario,
y la Argentina se convirtió, según el dictum de Hugo Quiroga,
en “un país en emergencia permanente”. La emergencia trajo las
leyes que otorgaron poderes de excepción, la legitimación de los
decretos de necesidad y urgencia del Ejecutivo y todo el conjunto
de lo que, en términos de Guillermo O’Donnell, fue la versión
local de la democracia delegativa, que personificó inicialmente
Menem pero que se amplió con los Kirchner. La segunda gran
crisis, en 2002, profundizó este camino, al pulverizar a los parti-
dos políticos, con los que se esfumó la posibilidad de gobiernos
controlados por oposiciones estructuradas.
El segundo gran cambio que conspiró en contra de la de-
mocracia de 1983 fue el avance de la crisis del Estado. Me re-
fiero a varias cosas a la vez: el respeto a su marco normativo, la
continuidad de sus agencias, oficinas y reparticiones, la pérdida
de cuadros administrativos eficaces y conscientes, el desmorona-
miento de la ética funcionarial. Todo esto fue el resultado real de
políticas teóricamente concebidas para mejorar a los estados y

22
Luis Alberto Romero

quitarles sus partes excedentes, impulsadas por el llamado neo-


liberalismo. La versión argentina desarrolló la parte destructiva
del Estado, y a la vez potenció el prebendarismo -hacer negocios
a partir de privilegios concedidos por el Estado-, una práctica
anterior que se desplegó plenamente desde 1976. Todo esto en
un contexto de desfinanciamiento estatal agudo, solo reverti-
do desde 2003, cuando estas tendencias ya estaban instaladas y
tenían desarrollo autónomo. Un Estado de esas características,
además de otras debilidades, perdió los instrumentos para con-
trolar a los gobiernos, que pudieron desplegar con libertad sus
prácticas decisionistas.
El tercer gran cambio fue la emergencia de la pobreza. Se
trata de una realidad relativamente nueva, pues hasta mediados
de los años setenta su peso era menor. Pero desde entonces creció
sostenidamente, alimentada por la desocupación y multiplicada
por la ausencia, la casi deserción, del Estado. La crisis del Estado
consistió aquí en deterioro de la educación, la salud y la seguridad
pública, la imposibilidad de realizar políticas de tipo universal y la
limitación a acciones focalizadas, allí donde el problema resultaba
amenazante. Se constituyó así una “cultura de la pobreza”, según
la clásica fórmula de Oscar Lewis, que entre otras cosas, tuvo un
efecto político relevante para el destino de la democracia de 1983:
el retroceso de la ciudadanía consciente y activa -un ideal cada vez
más lejano-, y la posibilidad de que los gobiernos tejieran redes
para convertir en sufragios los paliativos a la pobreza.
Finalmente, desde la segunda mitad de los años noventa se
observa el retorno de una cultura política que la democracia de
1983 creía haber superado. Una cultura basada en parte en el vie-
jo estilo peronista, del movimiento y el líder, y en parte en el de
los años setenta, con un toque de heroicidad revolucionaria. Este
cambio se advirtió en el siempre espinoso campo de los derechos
humanos y en el giro político de muchas de sus organizaciones.
La democracia de 1983 entró en declive, y ascendió en cam-
bio una variante nueva -aunque construida con materiales cono-

23
La democracia Argentina treinta años después

cidos- que llamaré el “segundo peronismo”, gobernante en el país


desde 1989. Incluye dos experiencias decenales -el menemismo
y el kirchnerismo- separadas por un interludio. Son dos expe-
riencias con diferencias entre sí, que uno de sus protagonistas
ha subrayado. En primer lugar, la de Menem transcurrió en un
contexto de restricción económica y la de los Kirchner comenzó
en uno de holgura, de modo que los márgenes de disponibilidad
fiscal para desarrollar políticas fueron muy diferentes. Por otro
lado, una se proclamó liberal, y hasta sobreactuó su liberalismo, y
otra dijo ser estatista. Una adoptó un discurso más conservador y
la otra un relato radicalizado. Una practicó la tolerancia política
y la convivencia y la otra usó sistemáticamente la confrontación
para construir poder.
Pese a esas diferencias, las semejanzas son a mi juicio mucho
más significativas. Sobre todo la constitución de un partido de go-
bierno flexible -tanto que hasta el rótulo de “peronista” es utilizado
con moderación- construido desde el Estado, para usar sus recursos
y producir con ellos el sustento electoral necesario. La estructura
política es una prolongación de la administrativa, con menos inde-
pendencia aún que en el primer peronismo, cuando las formas se
guardaban mejor. En suma: una red estatal y política cuyo propósito
es producir sufragios.
La segunda gran semejanza es el despliegue del prebenda-
rismo, existente antes de 1989, desplegado ampliamente con las
privatizaciones y llevado a su máximo despliegue con el sistema
montado por Néstor Kirchner. Un sistema para el que la palabra
“corrupción” resulta insuficiente, y cuyas características hoy están
ampliamente bajo examen. La tercera es la limitación de las ac-
ciones del Estado a políticas focalizadas, que en definitiva están
orientadas de uno u otro modo a la construcción de la red política.
Finalmente, la discrecionalidad en el uso del poder. Podría decirse
que en estos aspectos el kirchnerismo no es lo contrario del me-
nemismo sino su fase superior.
Esto no significa que el aparato administrativo político sea

24
Luis Alberto Romero

monolítico. Ciertamente desde la presidencia los Kirchner han


usado todo el poder para mantenerlo unido, pero su propia cons-
titución, de base territorial y fundado en el arraigo local, incluye
la redefinición permanente de lealtades y la normalidad de los
cambios y reacomodamientos, que pueden dar como resultado la
reconstitución de la vieja situación de equilibrio o, eventualmente,
la formación de una nueva. Eso es lo que está ocurriendo en la
segunda mitad de 2013. Este equilibrio inestable tiene que ver
con otra particularidad más tradicional del peronismo, adecuada
a la nueva situación: ofrecer simultáneamente tres versiones de sí
mismo, o más, de modo de incluir dentro de su sistema de alianza
potenciales a partes de la oposición. De hecho, el caudal de votos
de todos los candidatos que se definen como peronistas es mucho
mayor que el que obtuvo Perón en sus mejores permaneces. En el
núcleo del peronismo gobernante, y a partir de la llamada “trans-
versalidad”, Néstor Kirchner pudo desarticular reiteradamente a
la UCR, el único partido nacional que quedó en pie luego de
2001.
La cooptación ha sido uno de los mayores problemas de una
oposición que nunca pudo consolidarse. El otro provino de la
fuerza del discurso político oficial -el llamado “relato”- que aun-
que no coincidió plenamente con sus prácticas, embretó frecuen-
temente a la oposición en dilemas que tocaban sus fundamentos
políticos e ideológicos, como el estatismo. Un denso velo ideo-
lógico obnubiló a los opositores, que varias veces apoyaron las
principales iniciativas del gobierno, sin analizar que parte de ella
sería efectivamente ejecutada y cuál se enunciaba, en términos
futbolísticos, “para la tribuna”. Súmese a ese “efecto relato” una
notable capacidad del gobierno kirchnerista para mantener la ini-
ciativa en la agenda pública: todo concurre a explicar que durante
mucho tiempo se dijera “no hay oposición”.

IV.
Así llegamos al momento del balance de los treinta años de de-

25
La democracia Argentina treinta años después

mocracia. Es característico que, al tiempo que elogiamos las tres


décadas de estabilidad, sabemos que el resultado de una elección
de medio término, en octubre de 2013, ha modificado significati-
vamente nuestro balance y sobre todo nuestra proyección. Pero es
difícil dejar de constatar que poco queda en la democracia actual
del provecto de 1983.
Sin duda queda lo más importante: las instituciones no han
sido suprimidas ni suspendidas, y el sufragio se mantiene en pie.
Pero a la vez, es claro que la idea de una convivencia política plu-
ral, donde las cuestiones se discutieran racionalmente, poco tiene
que ver con las prácticas de las dos últimas décadas, y que final-
mente retornó el viejo discurso del pueblo contra el anti-pueblo,
en alguna de sus manifestaciones. Tampoco hay mucho del ideal
republicano de la división de poderes y el control institucional
del gobierno. La casi emancipación del Poder Ejecutivo que ar-
gumenta sobre la legitimación plena dada por el voto mayorita-
rio- se acompañó con la colonización de las distintas agencias del
Estado y de la sociedad civil -la justicia, la prensa las grandes aso-
ciaciones- por agentes de un poder político unánime y faccioso.
Nada muy lejano a la Argentina de 1950. Finalmente, poco queda
de la civilidad movilizada en 1983, aplastada por la desilusión y
la privatización de la vida y reducida en su significación por el
crecimiento del mundo de la pobreza. El mismo sufragio aparece
hoy mucho más manipulado que lo que fue en 1983 o, para tomar
otro ejemplo, en la gran interna peronista de 1988.
Hay expectativas de algún cambio. El ciclo de los Kirchner pa-
rece llegar a su fin. Algunas instituciones han resistido y parecen
revivir, como la justicia. Es posible que el próximo gobierno, que po-
siblemente tendrá signo peronista, proponga una versión atenuada
o muy atenuada de sus versiones anteriores. También es posible que
en ese contexto pueda elaborarse una alternativa, que todavía no está
madura, que ofrezca una combinación atractiva de democracia, re-
pública y estado, de reordenamiento institucional y económico y, so-
bre todo, de reabsorción del mundo de la pobreza. Todo eso requiere

26
Luis Alberto Romero

un Estado en forma, pues en mi opinión, sin un Estado adecuado la


democracia republicana no tiene futuro.

BIBLIOGRAFÍA
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• Zanatta, Loris: Breve historia del peronismo clásico. Buenos
Aires, Sudamericana, 2009.

27
TREINTA AÑOS DE DEMOCRACIA:
EL PROBLEMA DE LOS PARTIDOS
Marcos Novaro

INTRODUCCIÓN.
EL PERONISMO Y LA DEBILIDAD
DE LOS PARTIDOS
Reparar la tradicional debilidad  del sistema de partidos argen-
tino fue una de las metas fundamentales que abrazó el proyecto
democrático en 1983. Su fracaso al respecto, a tres décadas de
iniciado el proceso de democratización, es sin duda uno de los
limitantes más serios que nuestro sistema político enfrenta para
su buen desempeño, y lo seguirá siendo, al menos, en el futuro
próximo.
En el centro de este desafío se encontraba entonces, y todavía
se encuentra hoy en día, el peronismo. Aunque las condiciones

MARCOS NOVARO. Es licenciado en Sociología y doctor en Filosofía por


la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actualmente es director del Progra-
ma de Historia Política del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la
UBA, del Archivo de Historia Oral de la misma universidad y del Centro de
Investigaciones Políticas. Es profesor titular de la materia “Liderazgos, repre-
sentación y opinión pública” y adjunto regular de la materia “Teoría Política
Contemporánea”. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas
nacionales y extranjeras. Entre sus libros más recientes se encuentran “Historia
de la Argentina 1955/2010” (Editorial Siglo XXI, 2010) e “Historia de la Ar-
gentina Contemporánea” (Editorial Edhasa, Buenos Aires, 2006). Es miembro
del Consejo Académico de CADAL.

29
Treinta años de democracia: el problema de los partidos

en que esta fuerza se relaciona con el sistema democrático y los


demás actores hayan cambiado drásticamente en el ínterin. La
transición encontró al peronismo sumido en una inédita crisis de
liderazgo y representatividad. Lo que exigió de su parte, si desea-
ba sobrevivir, encarar un urgente y complejo proceso de adapta-
ción a las condiciones impuestas por la competencia y el orden
institucional. Proceso del que pocos creían que lograría salir bien
parado. Sin embargo, visto desde hoy podría decirse que termi-
nó sucediendo exactamente lo contrario: fue el peronismo el que
consiguió, con el paso de los años, adaptar el juego democrático
y en particular la competencia pluralista a sus necesidades y las
peculiaridades de su vida interna, peronizando la democracia más
que democratizándose él mismo.
Desde esta perspectiva podría concluirse que el desafío de
construir una sana democracia de partidos resulta actualmente
–y al mismo tiempo- más urgente que en 1983 y más difícil de
alcanzar, o siquiera imaginar. En lo que sigue, partiendo de esta
inquietud, procederemos a analizar los problemas que los parti-
dos políticos argentinos experimentaron a lo largo de estas tres
décadas de democracia, enfocándonos en la revisión y discusión
de los análisis que se han formulado en estos años sobre el papel
del peronismo, sus cambios internos, los vínculos de representa-
ción que estableció con actores de la sociedad y con el estado, así
como la dinámica de la competencia intra e interpartidaria a ellos
asociada. Apuntando a desentrañar los obstáculos que ayer y hoy
le han impedido a esa fuerza política funcionar como un parti-
do cohesionado, así como cooperar y competir establemente con
otras fuerzas políticas.
Conviene explicitar desde ahora una primera hipótesis que
guiará esta indagación: contra la idea de que la hegemonía pe-
ronista introduce un déficit de representación, sostendremos que
ella más bien resolvió un problema. Lo que permite atribuir en
principio una cuota de verdad a la afirmación de sentido común
según la cual el peronismo es el único que puede gobernar Ar-

30
Marcos Novaro

gentina, un país precariamente institucionalizado y cuya sociedad


se resiste a someterse a reglas y ordenarse de modo más estable.
Aunque de inmediato hay que destacar la contracara de esta par-
ticular capacidad peronista: porque también es cierto que él ha
sido en gran medida el promotor de esas tendencias que vuelven
a Argentina tan difícil de gobernar, así como que les ofrece so-
luciones circunstanciales, que más temprano que tarde se revelan
como un precario e ineficaz sucedáneo de lo que en otras tierras
se denomina gobernabilidad.
Seguramente es posible identificar causalidades en las dos
direcciones. Y lo que ha quedado claro a lo largo de las últimas
décadas de vida política en Argentina es que el peronismo logra
ser la solución para problemas que él mismo ayuda a generar, tal
como explicara hace tiempo Juan Carlos Torre (1999). El resul-
tado ha sido una gran vitalidad y plasticidad de esta fuerza en la
lucha política, pero también que los gobiernos resultantes no se
distingan precisamente por su calidad. Treinta años de democra-
cia con una sucesión de crisis muy agudas y comparativamente
bajos rendimientos de las políticas públicas están a la vista para
demostrarlo. Y si a lo largo de estos años se siguió discutiendo
el papel que le toca (y el que le debería tocar) al peronismo en
nuestro sistema político no está muy claro que pueda hallarse
una progresión o maduración en las respuestas ofrecidas, ni en las
analíticas ni en las de orden práctico. Más que aprendizaje parece
haber habido, a este respecto, sobre todo recurrencia.

DEL BIPARTIDISMO AL HEGEMONISMO


FRAGMENTADO
La transición democrática de 1983 coincidió con la peor crisis de
identidad y liderazgo del peronismo. Sin su líder y fundador, ni
otros dirigentes legitimados a la mano, sufrió su primera derrota
en elecciones nacionales libres, justo en el momento en que se

31
Treinta años de democracia: el problema de los partidos

cerraba en el país una disputa de décadas sobre los principios de


legitimidad del orden político y mientras se instauraba en forma
inapelable la vigencia de la constitución. Se entiende que, por en-
tonces, no hubiera muchos motivos para ser optimista respecto al
futuro del partido de Perón. Es más: para muchos pareció con-
firmarse en esa ocasión la tesis según la cual su salud y la de la
democracia habían sido, desde un principio, inconciliables, y en el
peronismo había estado la fuente o al menos una de las fuentes de
los problemas políticos argentinos, que afortunadamente empe-
zaban a quedar atrás.
Sin embargo, en parte gracias a las dificultades que enfrentó
el gobierno surgido de esos comicios de 1983, en parte gracias
a la movilización de los recursos remanentes que el peronismo
derrotado conservó en sindicatos y provincias, no tan escasos ni
deslegitimados como en principio había parecido, él pronto vol-
vería a ser una máquina electoral casi imbatible. Con cotos elec-
torales casi monopólicos en un número creciente de distritos. Y
un control tan o más férreo que en el pasado de las muy estables
organizaciones sindicales del país.
Las sucesivas crisis económicas y de gobierno que atravesó la
democracia argentina en los años que siguieron, como sabemos,
no alcanzaron para echarla por tierra. Pero sí para desorganizar
progresivamente un sistema de partidos ya desde un principio
bastante débil. Que los costos políticos de esas crisis hayan caído
sobre todo en las espaldas de los gobiernos no peronistas votados
en 1983 y 1999, impidiéndoles terminar sus mandatos, reveló en
alguna medida las debilidades propias de las fuerzas que los soste-
nían. Pero también fue consecuencia de la competencia feroz que
les planteó el peronismo.
La conversión de las crisis mencionadas en oportunidades
para que éste se reinventara y reflotara, primero de su crisis en
la transición, y luego de la que lo dividió en el ocaso del mene-
mismo, puede considerarse en parte fruto de la casualidad, de la
azarosa coincidencia entre gobiernos ajenos y condiciones eco-

32
Marcos Novaro

nómicas ingobernables, seguida por otra no menos azarosa entre


su regreso al poder, a fines de los años ochenta y principios de la
década del dos mil, y la mejora del contexto económico interna-
cional y local. Aunque también se puede encontrar en ello el signo
de la potencia innovadora del peronismo y su “astucia histórica”
vis a vis la inubicuidad de sus adversarios.
En cuanto a esto último y a las posibilidades de que cuajara
un sistema bipartidista como el que se esbozó tímidamente a co-
mienzos de los años ochenta, y que fue concebido por muchos ac-
tores y analistas por ese entonces como la mejor solución posible
para los problemas de representación y gobernabilidad que ha-
bían afectado al país, hay que decir que fueron desde un principio
bastante reducidas. En primer lugar, porque radicales y peronistas
tenían más en común de lo que querían reconocer y la competen-
cia entre ellos tendía a ser claramente disfuncional: recordemos
que ya a poco de iniciado el ciclo democrático y de nuevo cuando
la situación económica se agravó, en 1989, la UCR y el PJ compi-
tieron a la vez por ocupar el centro y el mismo polo del espectro
político, primero el socialdemócrata, luego el neoliberal, siguien-
do las inclinaciones en cada momento predominantes de la opi-
nión pública; y fue así que a la dupla formada por Raúl Alfonsín y
Antonio Cafiero le seguiría la que compusieron Carlos Menem y
Eduardo Angeloz (luego reemplazado por Fernando De la Rúa).
En segundo lugar, y como ha señalado agudamente Carla
Carrizo (2011), los radicales, a diferencia de los peronistas, man-
tuvieron una rígida organización interna en el período, que vol-
vió a sus conducciones nacionales cada vez más dependientes de
dirigentes provenientes de distritos en que su representatividad
disminuía sin remedio (como provincia de Buenos Aires y Capi-
tal Federal), desinteresadas por tanto de la suerte de los distritos
en que la UCR conservaba cierta competitividad. Con lo cual su
capacidad para promover líderes electoralmente eficaces, formar
coaliciones sólidas y defender sus baluartes distritales siguió un
curso declinante, inverso al del peronismo.

33
Treinta años de democracia: el problema de los partidos

Otro de los problemas que enfrentó el radicalismo desde me-


diados de los ochenta en adelante se vincula con el comporta-
miento de sus electores tradicionalmente más fieles, los de clase
media urbana, cada vez más inclinados a optar por terceros parti-
dos en alguna medida dispuestos a coaligarse con el PJ (primero
el Partido Intransigente, luego la UCEDE), lo que con el tiempo
llevaría a esos votantes a elegir directamente entre las opciones
que supo ofrecerle en cada momento el arco peronista.
Si algo ha tendido a debilitarse en este ciclo es el peso de
quienes podrían todavía considerarse “antiperonistas” por el he-
cho de que bajo ninguna circunstancia votarían a un candidato
de esa procedencia. O tolerarían que sus partidos de preferen-
cia más de izquierda o de derecha sellaran alianzas con sectores
peronistas para llegar al gobierno. El cafierismo tuvo ese efecto
sobre el PI y el menemismo lo tuvo, y más ampliamente, sobre
los partidos del centro a la derecha. Mientras que el kirchneris-
mo volvió a hacerlo en el otro extremo del espectro y aun amplió
el fenómeno. Con lo cual en la última década pasó de alrededor
de 60 a más de 70% el porcentaje de electores que optan más o
menos regularmente por apoyar a algún sector y candidato pro-
veniente del peronismo. Con el agregado de que, tanto en los
años noventa como en los dos mil la división de esa fuerza alentó
también la formación de alianzas entre sus facciones disidentes y
partidos no peronistas opuestos a la orientación de los gobiernos
peronistas de turno.
Así, confirmado como eje de nuestra vida política, nos segui-
mos preguntando si más que un partido es un “sistema de partidos
en sí mismo”, y si es la fuente de nuestros problemas o el principio
de su solución. Y es que, visto en perspectiva, el proceso de cambio
por él vivido a lo largo de la democratización podría considerarse
también tanto un éxito como un fracaso: por momentos llegó a
organizarse y funcionar como un partido institucionalizado, pero
sólo por momentos y para volver a desorganizarse en momentos
de crisis; y es tan cierto que supo ofrecer, en el curso de estas crisis,

34
Marcos Novaro

salidas que evitaron su agravamiento, como que colaboró en gran


medida a provocarlas.
La última década de gobiernos peronistas aportó una intere-
sante vuelta de tuerca a estas cuestiones. En particular a las que
giran en torno a lo que podría denominarse la “hipótesis de la
partidización” de esta fuerza y la relación con sus capacidades
electorales y de gobierno, de un lado, y las que refieren a su defini-
ción como fenómeno populista y su capacidad de representar de-
mandas populares e instrumentar políticas económicas atentas a
las mismas, por otro. Nos referiremos a continuación a la primera
de esas discusiones y en el último apartado a la segunda.

¿ES POSIBLE PARTIDIZAR AL PERONISMO?

La década kirchnerista ha sido, sin duda, la etapa más estable,


tanto en términos económicos como institucionales, de las tres
que hasta aquí han protagonizado gobiernos peronistas (la pri-
mera, entre 1946 y 1955, fue interrumpida como se sabe por un
golpe de estado, la segunda, entre 1989 y 1999, estuvo atravesada
por fuertes crisis económicas). Y a la vez, fue en la que más per-
sistente y abiertamente actuaron “varios peronismos” en pugna,
porque resultó más baja la organicidad y cohesión de esta fuer-
za. En estos años, la discusión sobre su unidad y multiplicidad
y sobre su capacidad para formar mayorías y gobernar, pero no
de hacerlo “como partido”, adquirió por ello una intensidad y un
tono particulares. Remitiendo a algunos temas ya debatidos in-
tensamente en los años noventa, y también a otros más propios de
los cuarenta y cincuenta.
Hay quienes sostienen que el kirchnerismo vino a probar de-
finitivamente que el movimientismo peronista, con su informali-
dad y flexibilidad organizativa e ideológica, es insuperable en su
capacidad de representar las muy cambiantes ideas y demandas
y el personalismo irreductible a reglas que caracterizarían la vida
política argentina. Y que sólo con esos recursos el peronismo, y

35
Treinta años de democracia: el problema de los partidos

sólo él, puede ofrecer cierta estabilidad a un país como el nuestro.


Quienes así razonan ven en la experiencia kirchnerista una sali-
da innovadora y probablemente perdurable a los dilemas no re-
sueltos por experimentos previos: ella habría demostrado que, sin
organicidad partidaria, es igualmente posible para el peronismo
lograr cohesión coalicional y producir gobiernos medianamente
estables, además de indudablemente legítimos.
Otros, en cambio, objetan que esto se logró extremando los
problemas asociados al rol central adquirido por el peronismo en
nuestro sistema político, en vez de resolverlos. Tanto el fiscal, con
una centralización y una discrecionalidad por demás abusivas y
una notable ineficiencia que vuelve insostenible, aún en el mejor
de los contextos económicos imaginables, un gasto público nece-
sitado de constantes ampliaciones; como el representativo, por la
crónica subestimación o directa exclusión de los actores más diná-
micos de la sociedad civil, las clases medias y empresarias, que ine-
vitablemente termina por poner en crisis al conjunto del sistema.
Es así como la década kirchnerista repuso una pregunta y un
desafío que tienen casi tanta historia como el propio peronismo,
y cuya irresolución estaba implícita en la fórmula de Torre so-
bre el “sistema de partidos en sí mismo”: ¿podrá ser él en algún
momento un partido, sea uno predominante o hegemónico pero
sometido en alguna medida a una organización y capaz de par-
ticipar de un juego reglado con otros actores? ¿O en su defecto
habría que esperar o apostar a que él de origen en algún momento
a varios partidos, convirtiendo su pluralismo interno en la base de
un sistema de partidos nuevo?
Lo cierto es que, en distintos momentos de la historia del
país y del peronismo se han intentado ambas salidas. E incluso se
probó combinarlas: en la expectativa de que partidizar al peronis-
mo le impondría cierto grado de homogeneización ideológica y
programática, y por tanto redundaría en la exclusión de algunos
de sus componentes, probablemente los más extremos, que no
tendrán más opción que migrar a otros recipientes, en los que

36
Marcos Novaro

también podrían adquirir mayor estabilidad.


Sin embargo, aunque ocasionalmente han surgido indicios de
un proceso de este tipo, ni la organicidad ni los cismas ocasional-
mente observados en el peronismo han perdurado en el tiempo.
Y a esta altura bien podría concluirse que ninguna de esas dos
opciones para la partidización de esta fuerza tiene viabilidad.
Incluso podría pensarse que si la democracia argentina, al
menos entendida como competencia electoral, se ha podido sos-
tener a pesar de todas las dificultades que atravesó, en parte al
menos se debe a esta permanente mutación peronista y a que su
pluralismo interno tendió a actuar como sucedáneo de un plu-
ralismo interpartidario impotente. En ese aspecto, entonces, el
peronismo se habría adaptado en cierta medida a la democracia, y
no al revés. Aunque de ello no se siguió que él se unificara y par-
tidizara. Incluso al contrario: la mayor competitividad electoral
se combinó más bien con sus componentes movimientistas, y el
carácter aluvional e informal de la vida interna de esta fuerza se
vio alimentado antes que refrenado por la actuación de sus cam-
peones electorales.
Ello se pudo ya observar en el proceso que llevó a Carlos
Menem al poder, a fines de los años ochenta. En el curso de dicho
proceso el nuevo líder logró controlar al peronismo desde el movi-
miento y contra el partido. Y aunque en los años que siguieron esa
tensión se morigeró, no desapareció: Menem en alguna medida
buscó institucionalizar el funcionamiento del peronismo durante
sus dos turnos presidenciales, pero a través de mecanismos infor-
males, como la mesa de gobernadores, más que de reglas de juego
intrapartidarias, como prueba el hecho de que no se repitieran las
internas que lo consagraran candidato presidencial en 1988 (esta
“institucionalización informal” ha sido agudamente analizada en
los trabajos de Levitsky, 2005 y Mustapic, 2002).
Esta peculiar convivencia entre competitividad electoral e in-
formalidad partidaria se dio aun en mayor medida bajo el lide-
razgo de Néstor y Cristina Kirchner: el partido fue desactivado y

37
Treinta años de democracia: el problema de los partidos

reemplazado en prácticamente todas sus funciones por instancias


estatales, rigiendo una marcada inestabilidad de las reglas de jue-
go, tanto las internas a la coalición por ellos formada como las
generales que rigieron la competencia electoral (hasta el punto de
que para cada elección entre 2003 y 2011 rigieron leyes distintas,
siempre acordes a las necesidades circunstanciales del oficialismo).
De lo dicho cabría concluir que no existen muchas posibili-
dades de que suceda lo que en décadas pasadas tantos esperaron:
que una vez que la competencia electoral se consolidara en el país
y se volviera el “único juego en la ciudad” para todos los actores
políticos, en particular para los peronistas, el movimiento decan-
taría hacia la forma partido, adoptando una mayor organicidad.
Todo esto es sin duda pertinente para entender la persistencia
a lo largo del tiempo del movimientismo peronista. Pero no al-
canza para considerar las formas partidarias que él adquirió desde
su mismo origen y a las que nunca renunció. Que no las haya
logrado consolidar y volcar en una organización definida no sig-
nifica que no hayan sido parte de su ethos y en alguna medida de
su funcionamiento efectivo. Tampoco el concepto de populismo
alcanza para captar esta tensión, ni la compleja dinámica de la
vida interna que de ella se deriva, siempre en un delicado equili-
brio entre el pluralismo competitivo, finalmente bastante liberal
y, como los mismos peronistas dirían, “partidocrático”, y la aspira-
ción de alcanzar una identidad orgánica.
Los debates recientes sobre los “partidos de poder” ofrecen
una perspectiva sugerente para considerar esta cuestión. Ante
todo, porque este concepto resulta bastante más ajustado y a la
vez más abarcador para comprender el modo en que el peronismo
efectivamente funciona en el ejercicio del gobierno, que la visión
que ha enfocado la discusión sólo en términos del populismo. Ed-
ward Gibson (2013; Scherlis, 2008, en sentido semejante) que ha
estudiado esas particulares formaciones políticas destaca que ellas
surgen en democracias no consolidadas en las que la heteroge-
neidad de actores e intereses define una escena de competencia

38
Marcos Novaro

muy fluida, pero la ocupación del estado ofrece ventajas indes-


contables, dada la debilidad de la sociedad civil; con lo cual las
fuerzas que logran conquistarlo tienden a ocupar todo el espectro
político. El PRI mexicano hasta los años ochenta, el Partido del
Congreso indio y Rusia Unida de Vladimir Putin son algunos de
los ejemplos paradigmáticos de estos partidos de poder.
El peronismo cuadra bastante bien en esta caracterización.
Que nos permite entonces, por un lado, ampliar significativa-
mente los marcos comparativos dentro de los cuales se piensa y
estudia su desarrollo, hasta aquí casi siempre limitados a América
Latina; y por otro, entender mejor la muy estrecha relación que
él ha establecido con el estado. Aunque, aun aceptando que el
peronismo ha actuado al menos por momentos como un partido
de poder, comparado con otros casos de esta familia es ostensible
que se diferencia tanto por su flexibilidad organizativa e ideoló-
gica como por el grado de personalización de su conducción, y a
consecuencia de ambos factores, por su fuerte inestabilidad. Un
problema fundamental parece haber estado en el origen de estas
peculiaridades: la crónica dificultad para resolver el problema de
la sucesión.

¿DEL PLURALISMO PERONISTA A UN


NUEVO SISTEMA DE PARTIDOS?
Hoy, igual que en otros momentos críticos del pasado reciente,
nos enfrentamos al dilema de abrazar soluciones que pueden ser
eficaces en lo inmediato, pero probablemente supondrán mayores
problemas en el mediano y el largo plazo, en el terreno del funcio-
namiento de los partidos tanto como en otros asuntos.
La competencia entre facciones peronistas, que vuelve a ocupar
el centro de la escena electoral, es un claro ejemplo de ello. Ofrece
una salida sin duda oportuna y de bajo costo, considerando la gra-
vedad de la situación, el desafío que plantea un gobierno también

39
Treinta años de democracia: el problema de los partidos

peronista y empecinado en utilizar su mayoría circunstancial para


destruir las bases mismas de la convivencia republicana. Pero se
trata de una salida que reproducirá inevitablemente la debilidad
del sistema de partidos, al agudizar la indisciplina e inorganicidad
del peronismo y horadar al resto de las fuerzas políticas.
La pregunta que cabe hacerse es si en esta oportunidad habrá
alguna chance de que se aprenda de la experiencia, y quienes re-
sulten victoriosos en la puja peronista opten por institucionalizar
la vida interna de esta fuerza, imponiéndole una regla para la su-
cesión del liderazgo y sacrificando en alguna medida la libertad de
maniobra y labilidad electoral y coalicional que sus predecesores
tanto cultivaron. Podrían de este modo dar un paso decisivo para
revertir, al menos progresivamente, la tendencia a la informaliza-
ción de los partidos padecida en la última década, y proveer bases a
la larga más sólidas para la representación y la gestión de gobierno.
Que lo hagan dependerá no sólo de ellos. Una oposición a la
vez más competitiva y colaborativa y un electorado menos dis-
puesto al respaldo acrítico de los líderes del momento serán im-
prescindible para que la dirigencia peronista encuentre incentivos
adecuados a esta tarea de institucionalización, y pueda sortear la
competencia desleal de facciones internas dispuestas a apelar al
movimiento contra el partido. La decepcionante experiencia de la
última década, con sus desbordadas tendencias a la polarización y
el oportunismo, tal vez actúe como un estímulo suficiente en esta
dirección.

BIBLIOGRAFÍA
• Carrizo, Carla (2011): ““La política al interior de los
partidos: peronismo, radicalismo y kirchnernismo”, en
Malamud, Andrés y Miguel De Luca (comps) La política en
tiempos de los Kirchner, Buenos Aires: Eudeba.
• Gibson, Edward (2013): “Elasticidades del Peronismo: La
década del 90 y la transformación del sistema de partidos en

40
Marcos Novaro

la Argentina”, mimeo.
• Levitsky, Steven (2005): La transformación del justicialismo.
Del partido sindical al partido clientelista, 1983-1989. Buenos
Aires: Siglo XXI.
• Mustapic, Ana María (2002): “Del partido peronista al
partido justicialista. Las transformaciones de un partido
carismático”. En Cavarozzi, Marcelo y Abal Medina, Juan
Manuel (h.), El asedio a la política. Los partidos latinoamericanos
en la era neoliberal. Rosario: Homo Sapiens.
• Scherlis, Gerardo (2008): “Gobierno de partido y partido
de gobierno: la consolidación del partido estatal de redes en
Argentina”, Iberoamericana, N. 32, Octubre 2008, pp. 165-
170
• Torre, Juan Carlos (1999): “El peronismo como solución y
como problema”, en Marcos Novaro (comp.) Entre el abismo y
la ilusión, Buenos Aires: Norma.

41
TREINTA AÑOS DE ELECCIONES
Y OPINIÓN PÚBLICA
Carlos Fara

La opinión pública nacional tiene ciclos que están más allá de los
comicios. Cuando un ciclo se termina y aparece otro, lo más proba-
ble es que esta mutación se manifieste en los resultados de la pri-
mera elección que la sociedad tenga por delante. Es un tema poco
analizado, pero es la clave para comprender por qué y cuándo los
procesos políticos finalizan en la cabeza y el corazón de los ciudada-
nos, independientemente de los tiempos institucionales.
En este capítulo se realizará una lectura retrospectiva de qué
sucedió con la opinión pública desde 1983 a la fecha para com-
prender cómo se han desarrollado los ciclos mencionados.

I. LOS CICLOS DE LA OPINION PÚBLICA

La Argentina pasó hasta el momento por cinco ciclos y está co-

CARLOS FARA. Es Presidente de Carlos Fara y Asociados, es especialista en


Opinión Pública, Campañas Electorales, Estrategias de Comunicación y Marke-
ting Gubernamental. Ha sido galardonado con el Premio Aristóteles a la Exce-
lencia 2010, integrando el Dream Team del año que se compone por los 10 mejo-
res consultores del mundo en materia de campañas políticas. También ha ganado
el premio EIKON de Oro por mejor campaña de comunicación de gobierno
(2010). Es coautor del Manual de Marketing y Comunicación Política “Acciones
para una Buena Comunicación”. Es presidente de la Asociación Latinoamericana
de Consultores Políticos, forma parte del Board de la Asociación Internacional de
Consultores Políticos y miembro del Consejo Consultivo de CADAL.

43
Treinta años de elecciones y opinión pública

menzando el sexto. El primero (1983-1987/88) estuvo signada por


el regreso a la democracia en la cual, básicamente, se mantuvieron
algunos de los parámetros ideológico/partidarios de la opinión pú-
blica de los años previos al golpe militar, en relación al rol del Es-
tado. El eje principal era la democracia y el respeto por la legalidad.
Sin embargo, al mismo tiempo, se iban presentando temáti-
cas relativas a las coyunturas económicas: típicamente la infla-
ción y las crisis que progresivamente fueron impactando sobre
el grado de identificación partidaria de la sociedad con los dos
partidos históricos. Esa tendencia secundaria, pero creciente, es
lo que explica la aparición de la Unión del Centro Democrático
de Alvaro Alsogaray, con su prédica antiinflacionaria y anti Es-
tado. Nótese que este primer ciclo comienza en la última fase del
gobierno de Alfonsín y pre anuncia lo que sería el grueso de la
etapa de Menem.
El segundo ciclo es el que nace con la economía en crisis in-
flacionaria (1988 – 1996/97), en donde la sociedad cambia mu-
chos de sus parámetros - precisamente por el fuerte impacto que
dicha situación produjo - tanto desde el punto de vista de lo so-
cioeconómico, como desde el punto de vista de lo cultural- su
relación con la política y con el Estado. Ahí se inicia una fase
en donde la Argentina hace un giro de ciento ochenta grados en
materia de preferencias de grandes orientaciones político/ideo-
lógicas, revisa su adscripción histórica a un fuerte rol del Estado
en la economía, cuestionando esa incidencia, y se orienta hacia
valores más competitivos de una economía de mercado, valori-
zando la privatización de las empresas públicas productoras de
bienes y servicios, y el rol de lo privado sobre lo público/estatal en
lo económico. Si bien durante esta etapa la demanda de hechos/
resultados, estabilidad y liderazgo fuerte/orden es predominante,
comienza a despuntar la orientación hacia un mayor equilibrio
social y transparencia/ética.
Esto implica también un proceso de revisión de lo político
en lo colectivo, y se mantiene hasta aproximadamente mediados

44
Carlos Fara

de la década del ´90, momento en el que desde la reelección de


Carlos Menem y la “crisis del tequila” se empieza a producir una
revisión de la agenda y de los valores hacia 1996/97, y se extiende
hasta la crisis del 2001/2002. En esta tercera etapa la opinión
pública pide un cierto equilibrio entre lo que implicaba el modelo
del Estado omnipresente en lo económico - tanto en lo regulato-
rio como en la producción de bienes y servicios - y el modelo de
presencia estatal limitada, que se había verificado en la primera
parte de los ‘90.

Cambio de Valores en la Sociedad


Argentina
1989-1996 / 97 1996 / 97 – 2001 /02
Fastuosidad Austeridad
Por decreto Por ley
Sin anestesia Con dosis de anestesia
Cirugía mayor Microcirugía
Solo acción Debate, consenso, negociación
Apertura total Apertura parcial
Desregulación total Marcos regulatorios
Extremos Equilibrio
Ruptura con la historia Respeto por la historia
Sólo interesan los fines Articulación entre fines y medios
A cualquier costo Costos acordes con los beneficios

Esta tercera etapa está acompañada por los éxitos electorales de


la Alianza en el ´97 y ´99, el ascenso del Frepaso, que no implica
una vuelta atrás de las reformas económicas que implementó el
gobierno de Menem, sino poner un punto de equilibrio en la
balanza. Con esta agenda, llega el gobierno de Fernando De la
Rúa el 10 de diciembre del 1999. Pero la sociedad - en función
de la crisis del 2001/2002, sumada a un cambio general de ten-
dencias en América Latina - comienza una revisión profunda de

45
Treinta años de elecciones y opinión pública

lo que se generó en materia de reformas económicas durante la


década de Menem, y regresa a una fuerte demanda de un Estado
protector/reparador, con fuerte intervención en la economía, no
solamente en los aspectos regulatorios, sino también en lo relati-
vo a la producción de bienes y servicios. Como contrapartida se
generó una desconfianza en todo lo que representan organismos
financieros internacionales y grandes conglomerados económicos,
privilegiándose lo nacional por sobre lo extranjero.
Como resultado de la crisis social y económica, pero también
política, vuelve la demanda de liderazgo fuerte/orden –quién ase-
gura la gobernabilidad- en el medio del reclamo de “que se vayan
todos” y la fuerte demanda de renovación política: en octubre de
2002, el 71% estaba de acuerdo con que cumpliera dicha consigna.

Para ilustrar tales cuestiones, desde 2002 hasta 2007 se verificaron,


entre otras, las siguientes posiciones en la opinión pública:
• en febrero de 2003, en el marco de la última campaña elec-
toral, el 84% estaba de acuerdo con que la Argentina tuviese
una empresa estatal de petróleo, el 74% con que los ferrocarri-
les deberían volver a ser manejados por el Estado, el 67% creía
que los servicios públicos debían regresar a manos estatales;
• en la misma medición, se consultó: “frente a la posibilidad
de que los FF.CC. vuelvan a ser manejados por el Estado o
que se cree una empresa estatal de petróleo, ¿Ud. tiene miedo
que de esta manera no vengan inversiones extranjeras?”, el 71
% respondió negativamente;
• en marzo de 2003, el 84% estaba de acuerdo con que el
próximo presidente debería crear una empresa nacional de
ferrocarriles, y el 90% acordaba con que el Estado fabrique
medicamentos genéricos;
• en marzo de 2005, luego del affaire de tráfico de drogas que
involucró a la empresa Southern Winds, el 77% creía que el
Estado debería tener una empresa área;
• en esa misma medición, el 65% pensaba que ahora el Estado

46
Carlos Fara

prestaría mejor servicio que las empresas privatizadas, y el mis-


mo porcentaje consideraba que desde que Kirchner es presiden-
te, el Estado está más presente;
• en mayo de 2006, en el marco de la nacionalización de las
empresas que extraen hidrocarburos, bajo el gobierno de Evo
Morales, el 69% dijo que estaba de acuerdo con que se aplicara
una nacionalización en la Argentina;
• consultados durante los últimos años si los servicios públi-
cos debían volver a manos del Estado, más allá de los naturales
altibajos en los porcentajes, la opinión afirmativa fue amplia-
mente predominante;
• para que se visualice la transformación que ha existido en
esta materia, vale citar un caso paradigmático. En febrero de
1999 se produjo un corte de electricidad en la zona de la em-
presa Edesur, en la Ciudad de Buenos Aires, que duró va-
rios días y trajo terribles perjuicios a miles de clientes. Si se
comparan las mismas preguntas realizadas antes y después del
corte sobre el tema de los servicios públicos, se observa que el
número de quienes querían volver a estatizarlos se redujo, lo
cual indica que la sociedad pedía fundamentalmente mayor
control, y no un regreso a la propiedad pública;
• también en mayo de 2006 se consultó: “¿Ud. está de acuer-
do con los que dicen que el presidente Kirchner, al tener bue-
nas relaciones con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez,
desalienta a las inversiones extranjeras en la Argentina?”, el
56% respondió negativamente, mientras que el 25% coincidió
con la posición expresada en la pregunta;
• por segundo año consecutivo, en 2006, Hugo Chávez y Fi-
del Castro eran los dos presidentes latinoamericanos de mejor
imagen, dúo al que se sumó este año Evo Morales, todos ellos
con imágenes positivas superiores al 46%; al mismo tiempo los
mandatarios de Venezuela y Cuba, serían los dos más votados
en caso hipotético que se los pudiera elegir como presidentes
de la Argentina.

47
Treinta años de elecciones y opinión pública

El quinto ciclo se empieza a manifestar en la última parte


del gobierno de Néstor Kirchner y los primeros meses de 2008
con Cristina Fernández ya en el mando (2007/8 – 2012/3). Esta
etapa es especial porque no implica un cambio notable respecto al
cuarto. En éste la sociedad mantiene en mayor o menor medida
el apoyo al modelo económico –expresando en la percepción ser
la antítesis de los ´90- pero demanda otro estilo de liderazgo: uno
más dialoguista/consensuador o menos confrontativo. Comienza
a haber progresivamente ciertas demandas sobre los ejes institu-
cionales y éticos.
El indicador más patente es la reacción social que se desata fren-
te a la llamada “crisis del campo”. El electorado se moviliza fuerte-
mente no por gusto, sino porque el escenario le propone un desafío
a una de sus demandas centrales: el diálogo. La actitud de fuerte
tensión del gobierno nacional es respondida por la ciudadanía con el
resultado electoral de 2009, cuando el kirchnerismo se impuso por
solo un par de puntos a nivel nacional, y el ex presidente fue derro-
tado en la batalla ícono de la provincia de Buenos Aires.
Por supuesto, un ciclo puede durar más o menos en función
del contexto económico y de hechos fortuitos que fortalecen la
disposición del electorado. En el primer plano se debe computar
que la conjunción negativa de la crisis financiera mundial iniciada
por la caída de Lehman Brothers más la mala cosecha de 2009, fue
equilibrada por la gran recuperación del PBI en 2010 y 2011. En
el segundo aspecto es esencial poner en la cuenta el fallecimiento
de Néstor Kirchner, lo cual generó una corriente de solidaridad
natural con la presidenta. Se debe advertir de todos modos, que al
momento del deceso la aprobación de la gestión nacional estaba
en franca recuperación, ubicándose ya en un punto de equilibrio.
Este quinto ciclo va llegando a su fin cuando la Argentina
está cumpliendo sus 30 años de democracia. A la mencionada
inclinación por un estilo de liderazgo diferente, la mayoría social
vuelve a recostarse sobre la necesidad de un equilibrio de poder
institucional, y los valores asociados a la ética y la transparencia.

48
Carlos Fara

Sin embargo, la mutación estructural más importante reside en


la coordenada del modelo económico. En función de las medidas
que viene tomando el gobierno desde que Cristina Kirchner asu-
mió su segundo mandato, el electorado está percibiendo un exce-
so de intervención estatal, y está corriéndose al centro, buscando
un mayor equilibrio entre Estado y mercado. Esta tendencia se
viene manifestando desde mediados de 2012.

Esta tendencia se expresa, por ejemplo, en los siguientes indica-


dores:
• un rechazo persistente a lo que se considera una excesiva
intervención del Estado en la economía (oscilando entre el 54
y el 63%);
• crítica hacia las medidas como el cepo cambiario o la limi-
tación de importaciones cuando afecta al sistema productivo;
• cuestionamiento al otorgamiento de planes sociales de for-
ma indiscriminada;
• la ubicación de la educación como factor de resolución de
varios problemas sociales (pobreza, inseguridad, etc.);
• demanda de acciones que fomenten la cultura del trabajo y
el esfuerzo;
• cuando murió Hugo Chávez, era uno de los presidentes
americanos peor evaluados en la sociedad argentina, junto con
Fidel Castro; sus imágenes negativas duplican a las positivas.
Pero esto no ha sido siempre, así como se describió antes. El
líder venezolano llegó a ser el más popular hace 6 años. Con
Fidel ocurre algo similar: era el favorito hace 7 años (cuando
nuestra consultora comenzó a medir la imagen de los manda-
tarios del continente en la opinión pública nacional) y ha ido
en caída constante, al punto de recoger el año pasado la mitad
de aprobación que en 2005.

En alguna medida, este ciclo que está comenzando es una


contraparte de lo que sucedía en 1996/1997. Mientras que en ese

49
Treinta años de elecciones y opinión pública

momento, la sociedad reclamaba poner equilibrio a lo que consi-


deraba un “exceso de mercado”, ahora está pidiendo un contrape-
so al “exceso de Estado”.

II. EPILOGO

Cuando se habla de etapas no se refiere necesariamente a gobier-


nos, aunque es obvio que existen coincidencias importantes. Por
ejemplo, la segunda etapa se palpa en los dos últimos años del
gobierno de Alfonsín, y la llegada y permanencia de Menem está
plenamente identificada con la misma. Pero este segundo período
termina bastante antes que el gobierno del presidente oriundo
de La Rioja, abarcando sus dos a tres últimos años y casi todo el
gobierno de De la Rúa. Nuevamente, la cuarta fase ya se expresa
en los últimos meses del segundo gobierno radical, abarca toda la
transición de Duhalde y se prolonga durante todo el primer go-
bierno de Néstor Kirchner. De la misma manera, en el momento
en que se escriben estas líneas, se inicia un nuevo ciclo, a los pocos
meses de comenzar el segundo mandato de Cristina Fernández.
Los dos peores años de Alfonsín fueron sin duda sus dos úl-
timos, cuando el ciclo político había empezado a desgastarse. Lo
mismo podría decirse respecto a Menem. Los Kirchner repre-
sentan en este sentido una experiencia inédita: sufrir un cambio
de ciclo, pudiendo remontar con viento en contra hasta que en-
contraron el cauce (más allá de los factores económicos exógenos
muy favorables).
El interrogante que siempre se plantea a la consolidación de
la democracia es acerca de las transiciones políticas cuando los
ciclos políticos se han agotado para la sociedad. Hasta ahora tuvi-
mos claramente tres transiciones, de los cuales solo uno fue logra-
do bajo normalidad institucional (la de Menem a De la Rúa). Los
otros dos fueron forzados por crisis económicas terminales. De
no producirse una nueva hecatombe, es de esperar que Argentina
festeje sus 32 años de democracia bajo condiciones de normalidad

50
Carlos Fara

procedimental, aunque eso no resuelve de por sí un gran cúmulo


de asignaturas pendientes.

BIBLIOGRAFÍA
• “La opinión pública post crisis: de cara al Bicentenario”,
Argentina 2010. Pensando el Bicentenario (Compilado por
Juan Carlos Herrera), Editorial Corregidor, Buenos Aires,
Argentina, 2007.

51
TREINTA AÑOS DE PERIODISMO Y
DEMOCRACIA: VIDAS CIRCULARES
Fernando J. Ruiz (1)

PRIMERA PARTE: CICLOS MEDIÁTICOS


Y CICLOS POLÍTICOS
Cuando la última dictadura diseñó su transición deseada hacia la
democracia, incluyó una ley de medios. Esta fue sancionada en 1980
(decreto ley 22-285) y pretendió regular un sistema de medios con-
trolado por el poder y cuyos medios principales fuesen “amigos” pero
que ninguno fuera demasiado poderoso. Era posiblemente una for-
ma de asegurarse que cuando abandonasen los militares el gobier-
no, quedase un poder fáctico amable, comprensivo hacia el proceso
militar, como guardaespaldas de su memoria. En síntesis, era una

FERNANDO J. RUIZ. Profesor e investigador tiempo completo de Periodis-


mo y Democracia e Historia de la Comunicación en la Facultad de Comunica-
ción de la Universidad Austral. Doctor en Comunicación Pública por la Uni-
versidad de Navarra y Licenciado en Ciencias Políticas, Universidad Católica
Argentina (UCA). Es autor de los libros “Las palabras son acciones: historia
política y profesional del diario La Opinión de Jacobo Timerman, 1971-77”,
“Otra grieta en la pared: informe y testimonios de la nueva prensa cubana”, “El
señor de los mercados. Ambito Financiero, la City y el poder del periodismo
económico”. Es vicepresidente del Foro de Periodismo Argentino (Fopea) e
integra el Consejo Académico de CADAL.

1
“Colaboraron en la búsqueda de información estadística las alumnas de la Facultad de Co-
municación de la Universidad Austral, Constanza Lambertucci y Agustina de Villafañe. Los
cuadros elaborados están disponibles en el sitio: http://periodismoydemocracia.wordpress.
com/2013/11/15/30-anos-de-periodismo-y-democracia-estadisticas-2/

53
Treinta años de periodismo y democracia: vidas circulares

nueva forma de quedarse en el poder cuando se fueran del gobierno.


Esa transición deseada se esfumó con la derrota en la guerra de
Malvinas y la estrategia mediática quedó trunca. Apenas algunas
radios y un solo canal de televisión, el Canal 9, fueron privatizados
antes de la llegada de la democracia.
Desde esa hora cero, la historia democrática posterior puede
dividirse en tres ciclos principales: el alfonsinismo (seis años), el
menemismo (diez años) y el kirchnerismo (diez años). Y también
dos períodos breves que no alcanzan una identidad histórica simi-
lar, que son un breve pliegue descendente del gobierno de Fernan-
do de la Rúa (dos años) y un breve pliegue ascendente de Eduardo
Duhalde (un año y trece meses).
A esos tres ciclos políticos principales hay que combinarlos
con seis ciclos de ampliación del sistema mediático, que produ-
jeron una continua expansión del ecosistema periodístico, el que
seguramente impactó a la política de múltiples formas.

EL ALFONSINISMO

Desde el 14 de junio de 1982, que se produjo la derrota en la


guerra de Malvinas, el sistema mediático aprovechó esa crisis del
poder militar para ocupar un espacio creciente, abrir la agenda y
liberar las críticas. Por supuesto que no era una actividad sin ries-
go, como lo prueban algunos atentados ocurridos. Pero cuando
llegaron las primeras elecciones democráticas, el 30 de octubre de
1983, el sistema de medios estaba en un proceso de ampliación
que se canalizaba a través de nuevas publicaciones escritas y de un
mayor pluralismo intramedio. Este fue el primer ciclo de ampliación
mediática que vivió la democracia recuperada.
“A pesar de no tener conexiones firmes con los partidos –escri-
bió Waisbord, los diarios insinuaron su apoyo por diferentes can-
didatos. Clarín, Crónica y La Razón se inclinaron levemente por
Luder mientras que Tiempo Argentino, La Prensa y La Nación,
estos dos últimos debido a viejas antipatías peronistas más que

54
Fernando J. Ruiz

por entusiasmo ideológico por la plataforma radical, prefirieron a


Alfonsín. Ámbito Financiero y El Cronista Comercial, quienes se
centraban en información financiera y daban menos consideración
a la política electoral, mantuvieron una posición equilibrada”. (2)
Esa primera gran ampliación de voces se produjo a través de un
creciente parlamento de papel. El país era un terreno fértil para la
creación de nuevas publicaciones impresas. En 1982 surgió Tiem-
po Argentino, y para las elecciones habían nacido fugaces diarios
partidarios, como La Voz o Época, representando distintos sectores
del peronismo; las revistas Humor, El Porteño, y el semanario El
Periodista fueron dinámicos actores para ampliar la agenda.
El crecimiento de las publicaciones papel en estos años fue se-
veramente condicionado por la mala situación económica. Con el
lanzamiento del plan económico denominado ‘austral’, en abril de
1985, hubo cierta recuperación pero no llegó a durar dos años, y la
economía otra vez cayó en el pozo. Por lo tanto la sustentabilidad y
dinamismo de este creciente parlamento de papel se fue apagando
al ritmo de la economía argentina. Las motivaciones para lanzar
nuevas publicaciones tenían que ver con intereses políticos o de
influencia, más que con decisiones basadas en una rentabilidad
económica. El momento clave de la explosión de ese parlamento
de papel fue la creación de Página 12, en mayo de 1987. El diario
Página 12 fue al periodismo gráfico lo que la Rock and Pop había
provocado en el mercado radial cuando comenzó tres años antes.
Página 12 no fue un diario pluralista. En sus mejores momen-
tos contuvo un abanico limitado de las izquierdas, pero nunca salió
de eso. Era difícil que sus debates contuvieran las diferentes posi-
ciones que existían en el país. Pero aportó pluralidad al sistema de
medios al ofrecer una voz fuerte y penetrante a la izquierda de los
medios tradicionales. Todavía es un diario que no puede definir al
gobierno cubano como una dictadura o hacer una discusión plural
sobre el chavismo. Durante varios años otros diarios han hecho
2
Silvio Waisbord, El gran desfile. Campañas electorales y medios de comunicación en la Argentina,
Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1995, p. 108.

55
Treinta años de periodismo y democracia: vidas circulares

muchos más esfuerzos en aumentar su pluralismo, notoriamente


Clarín y La Nación en sus secciones de opinión. Pero la impresión
es que las audiencias todavía no resisten enfrentarse a posiciones
muy diferentes a las propias, y entonces de alguna forma contribu-
yen a ratificar el poco pluralismo que en general los medios están
ofreciendo.
La sucesión de financistas ocultos de Página 12 es una prueba
irrefutable sobre la dificultad de construir un medio con calidad
periodística en este país. Los apoyos decisivos fueron primero el
del guerrillero alocado Enrique Gorriarán Merlo, luego el políti-
co peronista Carlos Grosso, después el político radical Eduardo
Angeloz, luego el manager del grupo Clarín Héctor Magnetto, y
después, en una etapa donde llegó la estabilidad de la madurez, un
potente ducto repleto de fondos públicos, esta vez canalizados en
forma masiva por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. (3)
Con ese carnaval de apoyos, Página 12 hizo posiblemente el perio-
dismo más influyente sobre los periodistas en estos 25 años. Sobre
el final del ciclo alfonsinista, el Partido Comunista lanzó el diario
Nuevo Sur que pretendía competir en una franja ideológica similar
y que finalmente cerró a fines de 1990. (4)
Para el gobierno de Alfonsín, según Waisbord, “Clarín fue sin
duda la principal obsesión no solo porque el matutino era la cabe-
za visible de grupos presionando por cambiar la estructura legal de
medios sino por su posición descollante en el mercado de medios.
Aunque el gobierno y el diario eran socios en Papel Prensa, su
relación fue extremadamente difícil durante todo el período”. (5)
Un destacado periodista de Clarín en aquellos días, Daniel Much-
nik, recordó hace poco que “el radicalismo, en materia de prensa,
demostró intolerancia y miedo, diría un psicoterapeuta. No ad-
mitía observaciones. No ejercía la censura, no clausuraba medios,
3
Luis Majul, Lanata. Secretos, virtudes y pecados del periodista más amado y más odiado de la Ar-
gentina, Margen Izquierdo, Buenos Aires, 2013.
4
En el mismo momento cayó el comunismo en Europa del Este, en especial en la propia URSS.
5
Silvio Waisbord, op.cit., p. 112.

56
Fernando J. Ruiz

no cercaba a los periodistas ni iniciaba juicios por calumnias e in-


jurias contra ellos. Eso sí, les tiraba encima una montaña de ca-
lificativos y de sospechas. Una actitud de extremo sectarismo e
intolerancia”. (6)
Con la apertura democrática alfonsinista continuó la expansión
de las publicaciones de papel, pero en forma simultánea se produjo
un segundo ciclo de ampliación mediática. Esta otra expansión fue
quizás más profunda que la anterior, con más arraigo social, pues
fue en la radio, tanto en las FM como también en algunas AM que
quedaron en manos del estado (Nacional, Municipal, Excelsior y
Belgrano). Con la salida de los militares del poder, cientos de FMs
comenzaron a surgir por todo el país, llegando a saturar las ondas,
y a llevar a la autoridad regulatoria de ese momento, el llamado
COMFER, a declarar en el país varias “zonas conflictivas”. En
1984 nació la FM Rock and Pop para revolucionar la forma de ha-
cer radio y comenzó a crecer la radio de segmento. De esta forma
el mundo de las FM –en la legalidad o fuera de ella- fue un gran
laboratorio de la renovación del periodismo en la democracia. Una
década después, se decía que había alrededor de mil radios en todo
el país que no tenían permisos de funcionamiento. (7)
Fuera de la democracia, seguramente varias olas mediáticas
nunca hubiesen ocurrido. Ni la expansión del parlamento de pa-
pel, ni la de las radios, hubiese ocurrido sin apertura democrática.
El bloque mediático de apoyo al gobierno radical incluyó los
canales oficiales (el 7 controlado por la presidencia, el 11 por el
comité radical de la provincia de Buenos Aires y el 13 por la Junta
Coordinadora Nacional), y el intento de hacer La Razón con el
apoyo de Jacobo Timerman, el último tramo de Tiempo Argenti-
no, y la edición del semanario El Ciudadano.
De esta forma, el protagonismo político de la televisión –que
fue durante las tres décadas la reina de los medios- estaba de algu-
6
Daniel Muchnik, Aquel periodismo. Política, medios y periodistas en la Argentina, Edhasa, Buenos
Aires, 2012, p. 180.
7
Carlos Ulanovsky y otros, Días de radio, Espasa Calpe, Buenos Aires, 1995, p. 348.

57
Treinta años de periodismo y democracia: vidas circulares

na forma contenido. De hecho, algunos referentes históricos de ese


tipo de medio, como Bernardo Neustadt o Mirtha Legrand, tuvie-
ron dificultades para sostenerse en la pantalla. En sus memorias,
el periodista Julio Bazán, que trabajó durante la etapa alfonsinista
en Canal 13, recordó:
“Con la llegada de los tiempos electorales, los cristalinos aires
iniciales de libertad e independencia informativas comenzaron a
ser desplazados por las enrarecidas corrientes de partidismo y la
presión política del gobierno de Alfonsín comenzó a interferir e
influenciar notoriamente en las decisiones editoriales del noticie-
ro. Y fuimos víctimas, junto con los televidentes, de la deformación
de la condición de canal del Estado que pasa a convertirse, por
aprovechamientos políticos indebidos, en canales al servicio del
gobierno”. (8)
Ese sería el cambio fundamental del nuevo ciclo político que
estaba por comenzar.

EL MENEMISMO

La ley de medios menemista fue la ley de Reforma del Estado


(23.696), de agosto de 1989, sancionada apenas un mes después
de asumir, donde se lanzó el proceso de privatizaciones de medios
audiovisuales después de liquidar el veto de que la prensa gráfica
pudiese tener licencias de radio o de televisión. Esa re-regulación
catapultó un tercer ciclo de transformación del sistema mediático,
que pluralizó la comunicación pública, que llegó con la privati-
zación de los canales en poder del estado (el 11 y el 13). Creció
la ficción nacional y hubo mayor pluralidad informativa. Quizás
por primera vez desde el surgimiento de la televisión privada, en
1958, había un periodismo un poco más libre en la TV. Hasta
el momento, los canales habían tenido un gran control sobre sus
contenidos periodísticos, tanto en sus años privados como en los

8
Julio Bazán, Crónica de un cronista, Del nuevo extremo, Buenos Aires, 2006, p. 36.

58
Fernando J. Ruiz

años en que fueron estatizados. Por supuesto que los nuevos due-
ños de las licencias televisivas siguieron ejerciendo cierto control,
pero ya había un margen mayor para el desarrollo del periodis-
mo profesional. Comenzaron a surgir programas de periodismo
de investigación en televisión. Esto permitía que este medio que,
entonces y ahora sigue siendo la principal fuente de información
de la ciudadanía, comenzara a ofrecer información de más calidad
y profundidad.
En otro sector de la industria de la televisión se estaba pro-
duciendo una segunda transformación, en la televisión por cable.
Este fue el cuarto ciclo de ampliación del ecosistema. En 1991 la
empresa Cablevisión llegaba a sus primeros 70 mil clientes. En
1993 se creó Todo Noticias (TN) y en 1996 ese canal comenzó a
transmitir 24 horas seguidas en vivo. Para el año 2000, Argentina
tenía la industria de televisión por cable con más penetración en
América Latina. (9) Esa industria multiplicó la cantidad de canales
a niveles insospechados. Un país acostumbrado a optar entre me-
nos de una decena de canales, de pronto vio multiplicada su ofer-
ta. Además, a medida que esta poderosa industria se desarrollaba,
mostraba su potencia federal y local. De hecho, es una industria
que nació en el interior del país. Ahora era posible hacer canales
locales y generar, por primera vez en la historia, periodismo tele-
visivo de alcance local.

EL KIRCHNERISMO

A mediados de los noventa, se produjo una nueva revolución en el


sistema mediático: llegó internet. En 1994, El Cronista Comercial
fue el primer diario que hizo su página web, y luego fueron sucesi-
vamente todos sacando su web. Por supuesto era todavía un medio
incipiente.
La masividad de este nuevo medio recién se produjo en el si-
9
Guillermo Mastrini y Martín Becerra, Periodistas y magnates. Estructura y concentración de las
industrias culturales en América Latina, Prometeo libros/IPYS, Buenos Aires, 2006, p. 91.

59
Treinta años de periodismo y democracia: vidas circulares

glo veintiuno. Mientras que en el 2003 el 83 % de los internautas


argentinos se conectaba a través de la línea telefónica, la banda
ancha llegó en el 2005 a superar aquel método como forma de
conexión a internet. (10) Ese fue el evidente quinto ciclo.
Luego vino la revolución de los dispositivos móviles, los que
cada vez son más relevantes como puerta de entrada a internet.
Un sexto ciclo posible de transformación fue una revolución en la
revolución digital, el surgimiento de las redes sociales. Facebook
se tradujo al castellano en el 2007 y en el 2009 lo hizo Twitter. El
2007 es también el año, de acuerdo a Ipsos Media, en el que inter-
net superó a los diarios como fuente de información.
En la mayoría de las provincias, los ciclos mediáticos tuvieron
también su correlato, pero en varias el control político fue mayor.
* * *
Al analizar estos tres ciclos políticos junto a los seis ciclos
mediáticos, es posible definir a nuestra realidad mediática como
híbrida. Estamos en transición hacia una sociedad digital, pero to-
davía esas olas están lejos de llegar a toda la sociedad argentina.
Las últimas cifras del INDEC, difundidas en diciembre del 2012,
indican que la mitad de los hogares todavía no tienen acceso a
internet, ni tienen computadora. Mientras tanto hay por lo menos
una televisión en el 97% de los hogares y por lo menos una radio
en el 89,4%. (11) Los datos de Ibope también marcan que la tele-
visión sigue siendo la reina de los medios, tanto abierta como de
cable.

SEGUNDA PARTE. INDICADORES DE


CALIDAD DEMOCRÁTICA
Desde la llegada de la democracia ha ido creciendo la percepción
de la importancia de los medios de comunicación en la escena
10
Ibope Net Facts. Update 2012. Ibope Media
11
Encuesta Nacional sobre Acceso y Uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación
(ENTIC). Resultados del tercer trimestre de 2011. INDEC, Diciembre del 2012, p. 6.

60
Fernando J. Ruiz

política. Es curioso porque en la historia argentina los contem-


poráneos de todas las épocas han tenido esa percepción, desde la
Revolución de Mayo hasta ahora. En estos últimos treinta años
los medios han sido un poder que se ha ido “revelando” a los otros
actores, desde un lugar de claroscuro en el que se encontraba.
Raúl Alfonsín aseguró que algunos medios promovieron su caída,
Carlos Menem dijo que el principal obstáculo para su reelección
fueron algunos medios, y el kirchnerismo los eligió como su gran
enemigo. (12)
Es posible que el tipo de medios de cada época haya influido
sobre el estilo político predominante. Durante el ciclo alfonsinista,
el parlamento de papel promovió la “política letrada”, que venía
de la tradición argentina, con grandes documentos y debates en la
prensa; el ciclo menemista, coincidente con el estallido y amplia-
ción de las pantallas audiovisuales, promovió el show político, la
preeminencia de la imagen; y el kirchnerismo, durante la crecien-
te efervescencia de internet y las redes sociales, se identificó con
la ebullición militante, tanto del oficialismo como de los sectores
opositores. Esta asociación entre tipos de medios y estilos políticos
es solo un ejercicio intelectual, para sembrar hipótesis de trabajos
para futuras investigaciones.
Hay tres criterios que propongo utilizar para evaluar si avanza-
mos o no en la calidad democrática de nuestro sistema de medios.

1. La representatividad de las voces

Se puede decir que un sistema de medios perfectamente democrá-


tico es aquel en el que “la comunidad se habla a sí misma”, para-
fraseando una expresión del novelista y periodista estadounidense
Norman Mailer. ¿Es el sistema de medios en su conjunto capaz de
difundir y representar todas las voces, de todos los sectores de la co-
munidad? No se trata de que cada medio de comunicación incluya
12
Edi Zunino, Patria o medios. La loca guerra de los Kirchner por el control de la realidad, Sudame-
ricana, Buenos Aires, 2009, p.16.

61
Treinta años de periodismo y democracia: vidas circulares

todas las voces, sino de que el sistema de medios en su conjunto


le dé lugar a todas las voces. Que no haya un sector de la sociedad
que legítimamente pueda decir que no puede hacer llegar sus pre-
ferencias, intereses y deseos al espacio público. En un régimen de-
mocrático de medios de comunicación hay una continua expansión
de su representatividad popular. Acá es importante destacar que la
representación de un ciudadano no se agota en las instancias for-
males de representación como los parlamentos o los ejecutivos. La
representación política es siempre variada y multiinstitucional. Cada
ciudadano tiene varios representantes, no solo los que formalmente
elige por medio del voto. Puede tener líderes sociales, morales, pe-
riodistas, voces o medios de comunicación que ese ciudadano siente
que lo representan. (13)
También el aumento de representatividad de las voces se da
a través del pluralismo intramedia, que es cuando en un mismo
medio hay representado un arco amplio de voces. Este mecanismo
de pluralismo se ha limitado durante la era K, donde los medios
tienen posiciones tomadas más nítidas y contienen en su interior
menor pluralismo. En gran medida ese pluralismo intramedia va
de la mano de un crecimiento de la conciencia profesional. Cuánto
más profesional es un periodista, más abierto es a las nuevas voces.
Hay dos falencias severas de la representatividad de nuestro
sistema de medios. Los medios supuestamente “nacionales” son
todos porteños y son los que más incidencia tienen en los fun-
cionarios y políticos nacionales. La incidencia mediática sobre
los poderes nacionales está muy centralizada, y es poco pluralis-
ta desde el punto de vista territorial. Esta es una doble falencia:
hay una creciente desatención de los medios de Buenos Aires a
sus corresponsales provinciales, y también una reducción notable
de la cobertura de Buenos Aires por parte de los medios provin-

13
Para una discusión mayor sobre esta dimensión de la representación, ver Fernando J. Ruiz,
“Fronteras móviles: caos y control en la relación entre periodistas y políticos en América Lati-
na”, en Bernardo Sorj (comp.), Poder político y medios de comunicación. De la representación política
al reality show, Siglo XXI/Plataforma Democrática, Buenos Aires, 2010, p. 25.

62
Fernando J. Ruiz

ciales. Esto genera un retroceso democrático innegable. Y acá es


necesario pensar a fondo decisiones que sean verdaderos puntos de
inflexión, como podría ser trasladar Canal 7 al interior del país y
sacarlo de la avenida Figueroa Alcorta.
La otra severa falencia en representatividad tiene que ver con
la poca expresión de los sectores populares en los medios, que im-
pone un sesgo clasemediero al periodismo nacional. En treinta
años todavía no hemos podido construir un sistema de medios que
refleje la estructura social del país. El periodismo sigue siendo una
expresión de la clase media y alta como la mayoría de las profesio-
nes de base universitaria. Las voces de los sectores populares tie-
nen una expresión muy limitada, fuera de las experiencias radiales
en algunos barrios. La autoridad regulatoria tiene la posibilidad de
ampliar la voz de las clases más pobres en los medios, pero para eso
debe evitar contribuir con procesos de cooptación que dicen darle
voz pero que en realidad se la expropian. La propiedad social de
los medios de comunicación y la verdadera conversión de nuestros
medios estatales en medios públicos son los vectores para generar
una inclusión efectiva de esos sectores hoy sin voz directa, como
protagonistas, en el espacio mediático.
Esperemos que los esfuerzos que están haciendo universida-
des públicas y privadas para formar comunicadores provenien-
tes de los sectores más pobres permitan que tengamos en poco
tiempo una visión menos particularista y más representativa de
la sociedad argentina. En esto es clave la conciencia profesional,
la concepción que el periodista tenga de que debe servir a la so-
ciedad en su conjunto, lo que sería uno de los principales factores
democratizantes. Por otro lado, la demanda que el abogado Mi-
guel Rodríguez Villafañe llevó a la Corte Suprema logró que ésta
en el 2003 declarara inconstitucional que las asociaciones civiles
no pudieran tener licencias, pero se aplicaba solo a su defendida,
la radio comunitaria cordobesa La Ranchada. Hubo que esperar
hasta agosto del 2005 que se sancionara la ley 26.053 que gene-
ralizó ese derecho a todas las demás, menos a las cooperativas de

63
Treinta años de periodismo y democracia: vidas circulares

servicios públicos. (14)
Cada uno de estos tres ciclos políticos tuvo un arco de voces
privilegiado. Pero el hecho de que hayan sido etapas de democra-
cia real hace que las voces disidentes nunca fueron silenciadas, e
incluso tuvieron a veces un plus de noticiabilidad precisamente
por su escasez. La hegemonía de las ideas estaba más dada por la
construcción de consensos sociales abrumadores que por la censu-
ra de las alternativas. (15)

2. La institucionalización de la crítica

Las democracias necesitan institucionalizar la crítica en el sen-


tido de que haya todo un sistema de amplificación y protección
del cuestionamiento a los poderes públicos y privados existentes.
Una dictadura organiza el silencio. Una democracia organiza la
crítica. Organizar la crítica implica alentarla y protegerla. Y uno
de los roles democráticos principales del sistema de medios es ese.
Por definición, en las democracias existen una red de instituciones
formales e informales que se articulan en un complejo crítico, que
van desde sectores parlamentarios, partidos políticos opositores,
agencias de control estatales, poder judicial, organizaciones de la
sociedad civil, medios de comunicación y ciudadanos en las redes
sociales. Son máquinas de escándalo que acosan a los poderes. En
la medida en que se pueda criticar a cualquier poder –incluidos los
medios- en la sociedad sin sufrir represalias, la crítica está institu-
cionalizada.
14
Santiago Marino, “Estudio de caso: Argentina”. En: Las mordazas invisibles. Nuevas y viejas
barreras a la diversidad en la radiodifusión, AMARC, Buenos Aires, 2009, p. 75.
15
El caso del periodista Daniel Muchnik es revelador. Si bien durante los noventa era perio-
dista del principal grupo periodístico del país, su voz era notoriamente contrahegemónica, y
por eso fue amplificada en otros medios. Este es su testimonio: “En un comienzo, en Clarín
yo me sentí o me hicieron sentir muy solo en la crítica a la estrategia económica de Cavallo-
Menem, en la que persistí desde su anuncio. Esto tuvo una contrapartida en mi beneficio o en
mi experiencia audiovisual. Era invitado en mi condición de solitario ‘francotirador’ a todos
los programas políticos y económicos de la televisión. Y a la radio. Como me había atrevido a
tirar a los dioses al piso se me situaba como hombre de polémica constante con los planteos
del ministro Cavallo”, Daniel Muchnik, Aquel periodismo. Política, medios y periodistas en la
Argentina, Edhasa, Buenos Aires, 2012, p. 196.

64
Fernando J. Ruiz

Durante el ciclo alfonsinista hubo voces críticas que se auto-


censuraron en el marco del periodismo de seguridad democrática.
Muchnik escribió, recordando aquellos años, que “mayoritaria-
mente, entre nosotros imperaba el temor de que cualquier equí-
voco del gobierno constitucional podría abrir las puertas de los
cuarteles y forjar un golpe de Estado”. (16) También puede haber
habido censura directa. En 1986 hubo un gran escándalo porque
el programa “Sin Anestesia” de Eduardo Aliverti fue levantado del
aire en Radio Belgrano. De hecho hubo por primera vez expresio-
nes públicas masivas de apoyo.  (17)
La calidad de la democracia es más alta cuando se pueden
realizar, desde medios relevantes y masivos, críticas hacia los di-
ferentes poderes institucionales o fácticos. Las redes sociales han
contribuido a liberar las críticas y dar acceso, pero todavía son los
medios tradicionales los principales canales de comunicación. En
general, institucionalizar la crítica es darle voz en forma frecuente
y libre a aquellas personas o grupos que se sienten víctimas de
alguno de esos poderes. Son ellos los que motorizan las críticas. A
veces son víctimas directas y en otros casos son personas o grupos
que salen en defensa de víctimas que no pueden o no quieren ex-
presarse por sí. Esa voz de las víctimas es el nutriente del cambio y
de la mejora constante de la democracia.
Las estrategias menemistas para penalizar la crítica pública
promovieron como reacción, entre otras cosas, la formación en di-
ciembre de 1995 de la Asociación Periodistas, la que llevaba como
lema “Asociación para la Defensa del Periodismo Independiente”.
Por supuesto que no existe un periodismo independiente en el
sentido de que no tiene ninguna dependencia. Así mirado, el pe-
riodismo es siempre interdependiente, pero puede tender a ganar
más margen de autonomía en la medida en que equilibra y plura-
liza sus dependencias.
16
Daniel Muchnik, op.cit., p. 181.
17
Ricardo Horvath, La trama secreta de la radiodifusión argentina, Ediciones Unidad, Buenos
Aires, 1987, p. 107.

65
Treinta años de periodismo y democracia: vidas circulares

El kirchnerismo fue el más activo en estos treinta años en pe-


nalizar la crítica pública, en lo que fue un evidente retroceso de-
mocrático. No hizo esto por su habitual práctica de criticar a sus
críticos, algo a lo que tiene innegable derecho, siempre que guarde
las proporciones. Hay una diferencia evidente entre un gobierno
que respeta el derecho a la crítica periodística, y un gobierno in-
genuo y pasivo frente a ella. El problema en el kirchnerismo fue la
represalia posterior. Utilizó los recursos públicos como si fuera el
partido del Estado y legitimó esas políticas abiertamente reciclan-
do la vieja doctrina. (18)
La disolución de la Asociación Periodistas reflejó la ruptura
de la comunidad periodística. Aquello que el menemismo había
unido, ahora el kirchnerismo dividía. (19) Este caso demostró que
había un sector importante del periodismo que había decidido dar
un paso adelante en la defensa del gobierno. Entendió que era un
momento histórico en el que correspondía limitar su anterior culto
a la independencia periodística.

3. La base informativa común

Para un sistema de medios democrático no basta con la represen-


tación de las voces y la libertad para la crítica. Se necesita un factor
clave. Consiste en la existencia de medios periodísticos que sean
creíbles para los distintos sectores importantes de la comunidad y
que, más allá de diferencias de perspectiva, se pueda coincidir en
un relato común de acontecimientos y realidades. Se trata de que
los ciudadanos tengan, más allá de su personal perspectiva ideoló-
gica, referencias informativas comunes, es decir, que haya medios
con credibilidad razonable para todos y que produzcan porciones
considerables de información común. De esa forma se puede com-

18
‘Partido del estado’ es la expresión que utilizaba en México la oposición al gobierno del
Partido Revolucionario Institucional (PRI) hasta el año 2000. El peronismo y el PRI han sido
siempre primos hermanos.
19
Para una descripción del proceso ver Edi Zunino, op.cit., p. 47-68.

66
Fernando J. Ruiz

batir la natural bilocación social, la sensación de que, de acuerdo a


quién se escucha, se vive en una sociedad radicalmente diferente.
En este tipo de sociedad en estado de bilocación, alcanzar los con-
sensos es casi imposible. Los procesos de polarización mediática
rompen la Base Informativa Común, y refuerzan esa bilocación
social haciendo cada vez más difícil los consensos.
El discurso sobre la neutralidad, la objetividad, la equidad in-
formativa, son estrategias de maximización de influencia. En la
medida en que los medios se alejan más de eso pierden su capaci-
dad de influir en una parte de la sociedad.

TERCERA PARTE. SIN PLATAFORMA


NO HAY PROFESIÓN
El poder se va construyendo o perdiendo como si fuera una es-
calera, escalón por escalón. Son hechos, circunstancias, errores o
aciertos, momentos conmocionantes, que aumentan o reducen la
influencia social de un medio de comunicación, o de un periodista.
La historia del periodismo es por supuesto un sube y baja continuo
de influencia, donde hay momentos en los que la influencia llega a
su cénit y en otros está tan diluida que es intrascendente.
Los tres medios más influyentes en nuestra historia democrá-
tica reciente han sido La Nación, Clarín y Página 12.
Entre ellos, el caso más discutido es sin duda Clarín. Su his-
toria desde 1945 hasta 1982, escrita por el periodista y profesor
de la Universidad de Nueva York, Martín Sivak, explica cómo el
crecimiento de la empresa fue constante pero no así el de su in-
fluencia. Es evidente que treinta años después, creció la empresa y
también creció notoriamente su influencia. Los medios que Cla-
rín fue sucesivamente comprando se convirtieron en líderes de sus
respectivos mercados. Y esa acumulación de liderazgos en tipos de
medios diferentes sumó finalmente un indudable poder de agenda
que, aunque difuso, es real. Cuando se sumó su activismo perio-
dístico de la década del noventa, en que comenzó a instalar temas

67
Treinta años de periodismo y democracia: vidas circulares

a partir del periodismo de investigación, la sensación de influencia


creció. Por otro lado, un medio como Página 12, nacido en 1987,
adquirió también una influencia notable de agenda. Era en este
caso más bien una influencia intramedia. Página fijaba agenda en
los periodistas del resto de los medios. Su circulación nunca fue
grande, pero su influencia nunca fue pequeña. Es un diario de poca
audiencia pero una gran referencia intelectual y periodística. Un
caso similar fue La Opinión en la década del setenta. El diario eco-
nómico Ambito Financiero también tuvo sus momentos estelares:
el lanzamiento del plan austral, la aceleración de la sucesión de
Alfonsín a Menem, o el destape del pacto de Olivos que llevó a la
reforma constitucional de 1994. La Editorial Perfil, tanto a través
de la revista Noticias como del diario Perfil, también ha tenido
impactos notables sobre nuestra vida pública.
Hubo medios que hoy ya no existen pero que tuvieron una
influencia notable en varios tramos de estas tres décadas ganadas
para la democracia. Por ejemplo, los que se crearon en la etapa
descendente de la dictadura y luego recorrieron un tiempo en la
democracia, como las revistas Humor y El Porteño, o el diario
Tiempo Argentino.
Pero ha habido dificultades en desarrollar medios periodísticos
de gran nivel profesional. Es claro que el desarrollo de la profesión
periodística es un contrapeso frente a la presión comercial existen-
te en el interior de la empresa periodística. Es común hablar de
la influencia del objetivo lucrativo en la empresa periodística, pero
sería un error subestimar el poder de agenda de la vocación profe-
sional. A diario, los periodistas ganan batallas en el interior de las
redacciones para imponer criterios profesionales. Por supuesto, a
diario también las pierden. Esta es la lógica en los medios comer-
ciales en el mundo democrático. Hay una tensión constante para
la construcción de la noticia entre la dimensión profesional y la
dimensión mercantil.
Existe una negociación a tres bandas entre los dueños, los
apoyos que hacen sustentable el medio y la redacción. Estos tres

68
Fernando J. Ruiz

pueden estar alineados en sus objetivos, o no. De no estarlo hay


una permanente búsqueda de equilibrio, donde se compensan las
fuerzas, en la que los periodistas ven en forma fluida cómo au-
menta o decrece la autonomía para tratar un tema. Todos se van
convirtiendo de a poco en expertos sensores de autonomía, incluso
las audiencias. En el interior de los medios, los periodistas son
expertos en límites y expertos en manejar la ambigüedad. Por su-
puesto, esa relación de interdependencia es diferente de acuerdo
a cada medio, cada tema y cada circunstancia histórica. También,
cuanto más variada es una redacción, más compleja aún es esta
negociación. Es una negociación cuya enorme mayoría de gestos y
acciones, sino todas, fueron implícitas, y no explícitas.
Si en la primera década de la democracia el referente periodís-
tico principal fue Bernardo Neustadt, en los últimos años fue Jorge
Lanata. Son dos comunicadores excepcionales, de una creatividad
única. Han sido eficaces en varios tipos de plataformas, desde la
gráfica en la que seducían a las minorías ilustradas hasta la radio y
la televisión en que reinaron sobre las grandes audiencias. Si había
que ver el programa de televisión Tiempo Nuevo en los primeros
años de Alfonsín y Menem, los programas de televisión de La-
nata, en especial “Periodismo para Todos”, volvieron a unificar la
dispersión de agenda. Cuando se empezaba a descreer que otra vez
las grandes audiencias pudieran volver a reunirse alrededor de un
programa periodístico, llegó Lanata.
Neustadt tuvo problemas de censura durante el alfonsinismo y
Lanata no pudo llegar al horario central que se merecía desde hace
rato porque no era confiable para los licenciatarios privados, los
que siempre están condicionados en su relación con el gobierno.
Recién Lanata pudo aterrizar en el horario más nacional y popular
de la televisión argentina cuando el grupo Clarín necesitaba una
primera espada para enfrentar la arremetida del gobierno nacional.
Pero ambos supercomunicadores se convirtieron en líderes de
facción. Son más bien columnistas de parte que periodistas que mati-
zaban sus análisis e interpretaciones. Desde ese punto de vista se tra-

69
Treinta años de periodismo y democracia: vidas circulares

ta de palancas polarizadoras, que sirven para acumular masivamente


voluntades en una posición antagónica. Así como Neustadt organizó
la Plaza del Sí, como un apoyo al proceso privatizador, Lanata podría
organizar la Plaza del No, contra el gobierno de Cristina Kirchner.
El periodismo no ha podido en estos treinta años construir un
círculo virtuoso ni con el estado ni con el mercado. Ninguno de las
dos plataformas ha servido, de modo continuo, para potenciar un
periodismo de calidad sustentable.
El mercado ha ido asfixiando sucesivamente a las respectivas
olas mediáticas. La lógica de los dueños de medios ha sido más
la de obtener un capital de influencia que la de hacer un negocio
en forma directa. Los períodos de prosperidad han motorizado la
calidad periodística, pero fueron ciclos cortos. Los dos picos de
periodismo de investigación se dieron, el primero, en los noventa
y, el segundo, con las libertades sectarias que ofrece la actual guerra
mediática. “Libertades sectarias” quiere decir tener la libertad para
investigar a un sector y no a otro. La fortaleza económica de las
empresas periodísticas fue un factor evidente de autonomía. Des-
de 1980, las tres sucesivas “leyes de medios” fueron para discipli-
nar a los medios frente a nuevos escenarios políticos, desde la ley
de medios de la dictadura, a la menemista y la kirchnerista. Cada
una con distinto conjunto de valores, pero todas fueron concebidas
como herramientas de gestión política.
Hay algunas tendencias positivas. La Corte Suprema ha estado
desenrollando en la última década una sólida doctrina de defensa
del periodismo profesional al mostrar algunos de los notorios atra-
sos institucionales que lo afectan, como la evidente malversación
de fondos públicos a través de la publicidad oficial, la falta de pro-
moción de asociaciones no comerciales en los medios y la opaca
cultura estatal de acceso a la información pública.
Las políticas estatales han tendido a ser oscilantes entre el ser-
vicio a los intereses particulares de la industria y el intento de dis-
ciplinar a través del favor o del castigo a los actores periodísticos
principales.

70
Fernando J. Ruiz

Con respecto al Estado, la performance periodística en los


medios estatales es, salvo aisladas excepciones, bastante inferior a
la existente en los medios comerciales. Si en 1984 existía la voca-
ción de hacer medios estatales no oficialistas, treinta años después
ese impulso casi sigue en el mismo lugar. (20) El Estado tampoco
ha sido un estímulo para ninguno de las nuevas olas mediáticas.
Todas fueron por fuera del Estado.
El hecho de que ambas plataformas tengan tanta dificultad
para promover la calidad periodística afecta el núcleo de la rela-
ción entre periodismo y democracia. En la medida en que no se
desarrolla el periodismo como profesión, no puede servir con la
calidad necesaria a la democracia. Sin plataformas que lo sosten-
gan de modo estable y constante, el periodismo como profesión se
mantiene en un nivel de precariedad, muy delicada, que está siem-
pre en el filo de desmoronarse. Sin una profesión fuerte, solo muy
pocos periodistas en muy pocos medios tienen la posibilidad de
cumplir con el mandato de su conciencia profesional. Esos pocos
hacen mucho, pero a treinta años de iniciada la nueva era demo-
crática, siguen siendo demasiado pocos.
Además, el periodismo profesional ha sido lento y moroso en
aprovechar los nuevos tipos de medios. Una excesiva identificación
entre periodismo de calidad y medios gráficos ha restado impacto
a la profesión en la sociedad. A casi cien años del inicio de la radio
en el país, a más de cincuenta de la llegada de la televisión, todavía
la elite periodística está concentrada en la gráfica. Esperemos que
su demora en llegar a las redes sociales sea menor. Cuanto más
tarden los mejores periodistas en llegar a las redes, más grande será
la brecha democrática.
En la última década ha crecido en forma incipiente la plata-
forma social, el periodismo basado en organizaciones sin fines de
lucro, pero por ahora la política y el mercado también fustigan su
desarrollo mediático. Pero de a poco es posible que empiecen a
20
Horvath escribió un texto para El Porteño en agosto de 1984 con el título “Si señores, es
posible una radio estatal no oficialista”. Ricardo Horvath, op.cit., p. 82.

71
Treinta años de periodismo y democracia: vidas circulares

construirse plataformas sociales que permitan una tercera vía, no


antagónica sino complementaria, para desarrollar la profesión de
periodista.
Hoy no podemos asegurar que el periodismo que se está ha-
ciendo sea mejor que el que se hacía el 30 de octubre de 1983.
Solo el hecho de no poder afirmar de modo rotundo que hemos
avanzado, nos deja un sabor amargo. Estos treinta años segura-
mente hemos aprendido mucho, pero todavía nos cuesta decir que
el periodismo ha crecido. A veces parece que nuestro recorrido es
circular, y que volvemos siempre al punto de partida.

ANEXO
TABLA COMPARATIVA DE CICLOS
POLÍTICOS Y MEDIÁTICOS
Principio
Ciclo Norma Ciclo mediático Estilo político
mediático

(1)
Parlamento
Decreto-
de papel La política
Alfonsinismo Ley de la
(2) letrada
dictadura
Explosión de
Fms

(3) Apertura
de la TV
Ley de
abierta Periodismo de
Menem reforma del El show
(4) cuarto poder
estado
Explosión
del cable

Periodismo
de seguridad
Ley de
(5) Internet La ebullición democrática/
Servicios de
Kirchner (6) Redes de la discusión periodismo
Comunicación
sociales pública de cuarto
Audiovisual
poder/ guerra
mediática

72
CONSTITUCIONALISMO Y ESTADO
DE DERECHO
Daniel Sabsay

EL CONSTITUCIONALISMO Y EL
SURGIMIENTO DEL DERECHO
CONSTITUCIONAL
El derecho constitucional es el producto de un movimiento de
ideas, el constitucionalismo, que se desarrolla en Europa en el
Siglo XVIII. Se trata de la rama del derecho que apunta a la
organización del poder en el Estado con especial empeño en el
resguardo del espacio de libertad de la sociedad. Así, regula las
relaciones entre éste y los particulares y las que se suscitan en su
interior entre los distintos titulares del poder estatal. “Las nor-
mas del Derecho Constitucional se definen por su objeto: serían
las normas que regulan las materias directamente vinculadas a la
garantía básica de la libertad. Y se destacan dos tipos de normas

DANIEL SABSAY. Es abogado (UBA) con un Posgrado en la Facultad de


Derecho de la Universidad de París II, Francia, casa de estudios en la que se
desempeñó como docente. Profesor Titular de Derecho Constitucional en la
Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Director de la Ca-
rrera de Posgrado Especial de Derecho Constitucional (UBA). Presidente de
la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). Vicepresidente de la
Asociación Argentina de Derecho Constitucional. Consultor de organismos
internacionales. Ha escrito libros y numerosos trabajos sobre temas de su espe-
cialidad que se han publicado en el país y en el extranjero. Ha sido condecorado
por el Gobierno de Francia en dos oportunidades.

73
Constitución y estado de derecho

como “naturalmente” integradas en el Derecho Constitucional:


las que reconocen y garantizan los derechos individuales, y las que
organizan los poderes básicos del Estado” (1)
Su contenido está basado en la ideología de las nuevas ideas
que aportan el Iluminismo y el Enciclopedismo, que se oponían a
la monarquía absoluta. Fue precisamente en este ideario en el que
abrevaron las revoluciones inglesa, francesa y norteamericana, las
que permitieron plasmar en la práctica gubernamental los postu-
lados del constitucionalismo.
Al constitucionalismo se le debe la marcha hacia la demo-
cracia representativa que se denominó república, por oposición
a la democracia directa practicada en la Atenas del Siglo de Pe-
ricles (V, a. d. C.). Las características de la nueva organización
del poder democrático pueden ser descriptas por oposición al
totalitarismo. En efecto, cada uno de los rasgos que definen a
una comunidad políticamente organizada, se presenta en uno y
otro sistema de manera exactamente opuesta. En el totalitarismo
el acceso al poder se ve legitimado por el ejercicio de la fuerza,
quien por utilización de la misma puede hacerse del gobierno
y permanecer en él; y sólo por ello queda reconocido como su
titular. En una república democrática, la situación es totalmente
diferente. Quien pretende ser autoridad debe tener como soporte
el pronunciamiento favorable del pueblo expresado a través del
sufragio, el que se sustenta en la celebración de elecciones de
conformidad con las modalidades contenidas en la legislación
electoral. Esta práctica para ser válida, requiere a su vez de otras
notas que también deben estar presentes, que tienen que ver con
los requisitos para poder sufragar (sufragio activo) o ser votado
(sufragio pasivo); de esta manera irrumpimos en la esfera de los
derechos políticos, una de las categorías de libertades públicas.
En suma, se trata de un entramado, rigurosamente delineado en
normas jurídicas obligatorias que apuntan a dar valor al princi-
1
Luis López Guerra, Introducción al Derecho Constitucional, Tirant Lo Blanch, Valencia, 1994,
p. 19.

74
Daniel Sabsay

pio de legalidad. Ello, en tanto y cuanto todos estos requisitos


deben estar contemplados en normas jurídicas obligatorias que
han sido sancionadas con anterioridad por el Poder Legislativo.
Recurrimos a Midón quien define al derecho constitucional
“como la ciencia que estudia los fenómenos políticos juridizados,
en tanto y cuanto dichos fenómenos apuntan a organizar el poder
y sus relaciones con las libertades” (2). Se trata de una definición
sencilla que resalta los dos aspectos a que nos venimos refiriendo
y que es en torno a ellos que se llevan a cabo los desarrollos ju-
rídicos que elabora el constitucionalismo. Este encuadramiento
jurídico de la política de la que nos habla el autor, es un intento
de capturar a través de reglas una dinámica por demás escurridiza
y cambiante. Esta empresa tiene por gran objetivo el resguardo de
las libertades, el respeto de la persona humana, el intento de im-
pedir que la autoridad traspase los límites impuestos en normas
jurídicas, tornando imposible que se transforme en un déspota.
El constitucionalismo marca un verdadero hito en la orga-
nización del poder estatal y en la relación entre gobernantes y
gobernados. Ello es así como resultado del traslado de la titulari-
dad de la soberanía del soberano (gobernante, en aquel entonces
el monarca) al pueblo, integrado por los gobernados, es decir el
cuerpo electoral o electorado. Este giro fundamental en la historia
del ejercicio del poder importa para los gobernados el paso de la
categoría de meros súbditos a legítimos detentadores del poder y
titulares de derechos humanos. Es a través del ejercicio de estos
derechos que los gobernados les transfieren el poder a los gober-
nantes, y éstos les deben rendir cuentas de su desempeño, ya que
son sus representantes y gobiernan en nombre de ellos.
La evolución el constitucionalismo se ha visto caracterizada
por el acrecentamiento del número de derechos que a través de
diferentes categorías se van agregando en cada una de las etapas
que van jalonando su historia. El reconocimiento de prerrogati-

2
Mario Midón, Manual de Derecho Constitucional Argentino, 2º ed., Bs. As., 2004, p.

75
Constitución y estado de derecho

vas inalienables a favor de las personas que configuran una esfe-


ra intangible a su favor, ha sido uno de los acontecimientos más
importantes en la historia de la humanidad. Se trata de honrar la
dignidad del hombre y de proteger sus diferentes manifestaciones
y relaciones dentro de una órbita que no puede ser invadida por
actos provenientes de la actividad de los gobernantes. La com-
petencia de los diferentes órganos de gobierno es excepcional y
resulta de la clara definición de su respectiva esfera de facultades
contemplada en la constitución del estado que es su ley funda-
mental.
Así las cosas, queda definido el denominado Estado de Dere-
cho, modalidad caracterizada por la configuración de marcos ju-
rídicos que condicionan la actividad de los gobernantes, antes de
que éstos se conviertan en autoridad, en aras de tornar previsible
el ejercicio del poder y brindándose seguridad jurídica a la co-
munidad toda. El gran objetivo de esta construcción consiste en
el logro de un gobierno limitado, basado en lo que establece una
constitución, ley fundamental de la República. En efecto, dada su
supremacía, ella es el fundamento de validez de todas las normas
que se dicten en consecuencia en un determinado ordenamiento
jurídico. Así, todo instrumento jurídico que en lo sucesivo la con-
tradiga será declarado nulo por ser inconstitucional.

ESTADO DE DERECHO

Todo programa de derecho constitucional contiene los diferentes


elementos que configuran el Estado de Derecho, comenzando por
sus principios, para pasar luego a desarrollar los derechos funda-
mentales y sus garantías, y la organización del poder tanto vertical
como horizontal. El sistema democrático de gobierno se sustenta
en una relación particular entre poder y derecho, es así como se
construye el Estado de Derecho. El derecho es una presencia esen-
cial para la democracia ya que comprende a todos sus elementos, y
a las relaciones que los mismos suscitan de conformidad con una

76
Daniel Sabsay

nota común a todos: el sometimiento al marco jurídico positivo.


Queda a cargo de los magistrados la dificilísima tarea de asegurar
que el imperio de la ley rija en toda circunstancia y ante todo,
imponer los contenidos contemplados en el marco constitucional
y legal vigente en el país. El constitucionalismo ha previsto para
el buen funcionamiento de la democracia una serie de requisitos
que se agrupan de manera sistémica. Cuando las instituciones de
un país se comportan de conformidad con dicho orden se pue-
de afirmar que allí se ha logrado una calidad institucional que se
compadece con las pautas del Estado de Derecho.
Como ya ha quedado expresado, la limitación en el ejerci-
cio del poder es el elemento medular de esta rama del derecho,
ya que permite que se plasme el objetivo principal que persigue
esta rama jurídica. Así lo entendieron los grandes pensadores
que brindaron sus bases. Lord Acton (3) sostenía que “el poder
tiende a corromper, el poder absoluto corrompe completamente.
Sin lugar a dudas, Montesquieu (4) coincide con esta apreciación
cuando en “El Espíritu de las Leyes” manifiesta que es necesario
por la fuerza de las cosas que el poder detenga al poder. Luego
Hamilton (5), al finalizar la actividad de la Convención constitu-
yente de Filadelfia (1787) con la sanción de la constitución de
los Estados Unidos de América, sostendría exultante que a partir
de ese momento quienes gobernarían serían las instituciones y
no los hombres. Tamaña construcción habla del gran idealismo
que anidaba en quienes fueron sus pensadores. No obstante ello,
también fueron pragmáticos a la hora de establecer las técnicas y
principios que servirían en lo sucesivo como diques de contención
a las tentaciones autoritarias de los gobernantes.
3
John Emerich Edgard Dahlberg Acton, historiador (1834-1902). Sus obras ponen de mani-
fiesto su preocupación por la relación entre la historia, la religión y la libertad.
4
“Del espíritu de las leyes”, publicado en Ginebra en 1748, obra en la cual Montequieu desa-
rrolla principalmente sus teorías de la ley y de la separación de los poderes.
5
Alexander Hamilton fue además de convencional constituyente, el autor junto a Madison y
Jay de “El Federalista” (1787/8), comentario de la flamante Constitución de los Estados Unidos
de América, compendio de una serie de artículos publicados en diarios de Nueva York que
tuvieron gran influencia en el proceso de ratificación de la misma.

77
Constitución y estado de derecho

En este orden de cosas, el principio de separación de poderes


es la clave de la organización del gobierno e importa a través de
la división de competencias entre diferentes órganos, la aspira-
ción de lograr que en toda ocasión puedan anteponerse controles
oportunos a los actos inconstitucionales de las autoridades. Se
trata entonces de un sistema de frenos y contrapesos, como lo ha
dado en llamar el derecho constitucional estadounidense que se
constituyen en garantías institucionales de protección del Estado
de Derecho. Por ello se habla de una función de control que en
definitiva es la primordial para el correcto funcionamiento del
sistema en su conjunto.

CONTENIDO DEL DERECHO


CONSTITUCIONAL
El derecho constitucional se ocupa por una parte de los aspectos
vinculados con la protección de los derechos humanos. En ese
sentido los define, desarrolla las garantías necesarias para lograr
su efectiva vigencia. Asimismo, expone los diferentes principios
que inspiran a esta rama del derecho. Entre ellos, los de legali-
dad, de razonabilidad, de igualdad, de supremacía constitucional.
También define las características de la organización del poder en
el gobierno y en el territorio; esto es, las formas de gobierno y de
Estado, respectivamente, junto a otros aspectos fundamentales de
la organización estatal, como es por ejemplo la relación entre la
Iglesia y el Estado. Todas estas cuestiones conforman la primera
parte de una constitución del Estado de Derecho, conocida con
el nombre de dogmática o doctrinaria. En ella también pueden
hallarse las instituciones de emergencia, como el estado de sitio o
la intervención federal.
Pero, el derecho constitucional, tal como ha quedado esbo-
zado en el punto anterior, se ocupa de otra órbita, la relativa a
la organización del poder. Estos contenidos integran la segunda
parte de una constitución y se refieren a la construcción horizon-

78
Daniel Sabsay

tal –forma de gobierno- y vertical –forma de Estado- del poder.


La forma de gobierno alude a la estructura gubernativa dentro
de un modelo en el cual no pueden estar ausentes los elementos
fundamentales del Estado de Derecho, de lo contrario no habría
democracia. Dentro de esta esfera de contenidos se definen: la
competencia, composición, organización interna y las relaciones
entre los poderes, junto a las modalidades de acceso a los mismos,
tiempo de duración de los mandatos de sus titulares, controles
intra y extraorgánicos. La forma de Estado refiere a la organiza-
ción del poder en el territorio y gira en torno al tipo y alcance de
la descentralización del mismo dentro del elemento espacial del
Estado, en el caso argentino existen tres niveles de autonomía
territorial; las provincias, la Ciudad autónoma de Buenos Aires y
los municipios. La Nación o estado federal es el titular de la so-
beranía territorial y por ende el nivel superior de gobierno, dentro
de un esquema de distribución de competencias contempladas en
la constitución.
El derecho constitucional también abarca el procedimiento
para la reforma de la constitución, es decir el poder constituyente
reformador o derivado, por oposición al originario que es el que
tuvo a su cargo la primera redacción de la constitución. El régimen
económico-financiero del Estado es otra cuestión de relevancia
que condiciona al sistema político y que se ocupa de los recursos
materiales, del presupuesto, entre otros puntos. La ley fundamen-
tal de un país debe definir el modelo general del Estado. En este
sentido, el derecho constitucional aporta principios, metas, valores
que se integran al texto de la constitución. Se trata de un conglo-
merado de cláusulas, muchas de ellas programáticas, que se en-
cuentran en el preámbulo y en otras partes de la ley fundamental.
La Constitución argentina contiene entre las prerrogativas del
Congreso de la Nación dos incisos conocidos como cláusulas del
progreso y del progreso social, respectivamente. Nos referimos al
art. 75, incs. 18 y 19 CN, ellos condensan una serie de aspiracio-
nes, aspectos axiológicos, objetivos, que operan como una suerte

79
Constitución y estado de derecho

de faro para el legislador, al momento de trabajar en la sanción de


las leyes. La labor legislativa deberá ocuparse de elaborar normas
que posibiliten la concreción de los postulados que contienen las
mencionadas cláusulas. Las disposiciones a que hemos hecho refe-
rencia constituyen a su vez un importante elemento de auxilio para
los jueces, a la hora de interpretar a la constitución en la dilucida-
ción de los conflictos que les toca resolver.
El derecho constitucional de un país no se limita a lo esti-
pulado en su constitución. En realidad este es un aspecto funda-
mental del mismo que aspira a ser excluyente. Sin embargo, no
es posible aislarlo de la realidad de los hechos, de la dimensión
sociológica, dada por las conductas de los diferentes actores en re-
lación con el cumplimiento de la constitución. Desde esta óptica
se considera que existe un derecho constitucional formal que está
conformado por el texto de la constitución, es la “hoja de papel”
a que aludía Sieyès (6); junto a un derecho constitucional material
que se compone por esa otra esfera mencionada que tiene que ver
con la aplicación efectiva de la ley suprema en los hechos. “La
constitución material puede coincidir con la constitución formal.
Ello, acontece cuando la constitución formal tiene vigencia so-
ciológica, funciona, y se aplica. La constitución material puede
no coincidir con la constitución formal en todo o en parte. Ello
acontece cuando la constitución formal, total o parcialmente, no
tiene vigencia sociológica, ni funciona, si se aplica.” (7)
El derecho constitucional argentino está contenido en la
constitución, los tratados internacionales de derechos humanos
aludidos en el art. 75, inc. 22 CN, tanto los expresamente men-
cionados que tienen jerarquía constitucional, como los que han
logrado el mismo status a través del procedimiento de aprobación
que esa disposición prevé, y demás convenios internacionales rati-
ficados por la Argentina que en razón de su objeto también lo in-
6
Politico, escritor y eclesiástico francés (1748/1836)
7
Germán J. Bidart Campos, Manual de la Constitución Reformada, Tomo I, EDIAR, Bs. As.,
1998, p.277

80
Daniel Sabsay

tegran. Además, son parte de nuestro derecho constitucional to-


das las leyes que desarrollan el texto de la constitución. Así ocurre
con las leyes electorales, de partidos políticos, de organización del
Consejo de la Magistratura y del Jurado de Enjuiciamiento, de
la Auditoria General de la Nación, del Ministerio Público, entre
muchas otras. Se trata de leyes de contenido constitucional que
operan como medidas que reglamentan lo estipulado en la cons-
titución en los aspectos sobre los que ellas tratan. No debemos ol-
vidar que la constitución determina los grandes marcos jurídicos,
luego es el legislador el que los debe desarrollar e ir actualizando
según las necesidades que va marcando el paso del tiempo.
La actividad de los jueces con el dictado de las sentencias cons-
tituye otra fuente del derecho constitucional que es la derivada de
la jurisprudencia de los tribunales. Los fallos de los magistrados
completan lo estipulado en la constitución y en las leyes. Coinci-
dimos con Jiménez en considerar que “el derecho constitucional,
resulta ser la rama del derecho público que se ocupa del estudio del
Sistema Constitucional, integrado por las normas jusfundamenta-
les que se refieren a la estructura del Estado, a la organización y la
competencia de los poderes de gobierno y a los derechos, garantías
y obligaciones individuales y colectivos, así como las institucio-
nes que los garantizan, como asimismo la jurisprudencia, doctrina,
práctica, usos y costumbres que asientan su aplicabilidad” (8). Esta
definición redondea claramente los diferentes aspectos que inte-
gran al derecho constitucional de un país.
El derecho constitucional encierra bajo su fuerte humanismo
una clara voluntad de protección de las personas, entronizándolas
en el centro de sus construcciones, bajo reglas que conducen a la
racionalización del poder. El logro de eficacia en el cumplimien-
to del sistema que de esa construcción se deriva depende de la
existencia de una cultura fundada en la convicción de parte de
todos los actores, de que el mismo redundará en claros beneficios

8
Eduardo P. Jiménez, Derecho Constitucional Argentino, Tomo I, EDIAR, Bs. As., 2000, p. 24.

81
Constitución y estado de derecho

para ellos. Esto exige una permanente vigilancia que posibilite


que las normas se cumplan. Si se analiza el contenido básico de
toda cláusula constitucional se comprueba que siempre encierra
algún tipo de atribución de competencia. De lo que se trata es
que la misma sea ejercida por el destinatario contemplado por el
constituyente, y esto exige de un fuerte contralor que no se limita
con la edificación de sofisticados institutos, requiere ante todo
de la observancia de una fuerte toma de conciencia de parte de
todos los integrantes de la comunidad, sobre la obligatoriedad de
las normas en general y del edificio constitucional en particular.
Así, serán los propios recipiendarios quienes en todo momento
velarán por su efectiva vigencia.

CONSTITUCIÓN Y ESTADO DE DERECHO


EN LA ARGENTINA A 30 AÑOS DEL
RETORNO A LA DEMOCRACIA
En el siglo XIX nuestro país atravesó serias dificultades para lo-
grar la organización nacional con el dictado de una constitución
y luego la República tardó muchísimo en instalarse y cuando lo
hace, en 1916, no es para durar, al poco tiempo, en 1930 se pro-
duce un golpe de Estado. Por cincuenta y tres años viviríamos
en lo institucional en una suerte de “péndulo”, caracterizado por
la sucesión sin solución de continuidad de gobiernos con una
legitimidad autocrática por otros gobiernos con una legitimidad
democrática. La discontinuidad constitucional se transforma en
una regla institucional en la Argentina. Curiosamente fue nuestra
propia Corte Suprema la que avaló, a través de una acordada, la
irrupción al poder por la fuerza.
La República reaparece en 1983, ya que a pesar de la debilidad
de nuestras instituciones, hemos logrado votar regularmente por
un período de casi tres décadas, el más largo desde la Ley Sáenz
Peña (1912). Sin embargo, nuestra transición a la democracia re-
sulta muy larga. Es cierto que la democracia es una construcción

82
Daniel Sabsay

dificultosa que lleva tiempo, que no se agota con la celebración


de elecciones libres, y la puesta en vigencia de una Constitución
que consagra el Estado de Derecho. Luego de ello se requiere
de un tiempo de maduración, en cuyo transcurso se deben po-
ner en marcha las instituciones y revisar los comportamientos. Es
de destacar que la reforma constitucional de 1994 más que en el
mejoramiento institucional se inspiró en un método curioso de
redefinición y de reparto del poder. A pesar de ello las modifica-
ciones que se incorporaron en materia de derechos y garantías,
permitieron que se “colaran” una cantidad de innovaciones que
han redundado en serios avances.
Podemos hacer el siguiente balance de nuestra transición: la
Argentina es un país que, como Nino lo ha expresado, ha tenido
una tradición de manejo “al margen de la ley”. La aspiración de
Juan María Gutiérrez se hace esperar enormemente. Claro que
cuando observamos lo ocurrido en democracias consolidadas, el
tiempo que les ha llevado lograrlo, aparece una luz de esperanza
en el sentido de que la continuación del proceso que iniciamos en
1983 pueda llegar a buen puerto. Ahora bien, no podemos dejar
de expresar que numerosos episodios nos generan dudas sobre el
logro cercano de tan ansiado objetivo. Quedamos perplejos con
el dictado de decretos que invaden áreas legislativas más allá del
marco constitucional, con la voluntad descarada del Poder Ejecu-
tivo de dominar a la Justicia, con la escasísima por no decir nula
calidad institucional imperante en varias provincias.
Claro que también ocurren episodios estimulantes como lo ha
sido el dictado del decreto 222/03 de designación de miembros
de la Corte Suprema. Curiosamente este valioso instrumento que
llevó a la conformación de un tribunal superior independiente,
hoy se ve opacado por las actitudes injustificables de la titular del
Ejecutivo y por el incumplimiento de muchas de sus sentencias.
Desde hace tiempo nos inquieta la vocación hegemónica del
Ejecutivo el que a través del dictado de decretos de necesidad y
urgencia fue poco a poco destruyendo la competencia legislativa,

83
Constitución y estado de derecho

y esto no fue para nada atemperado con la reforma del 94, al


contrario, implicó un suerte de “blanqueo”, en tanto se constitu-
cionalizó la facultad, con controles inhábiles para poder detener
semejante vicio institucional.
La justicia como valor, como función, encarnada en un poder
o como una mera aspiración de los ciudadanos, constituye en to-
dos los casos un ingrediente trascendental del Estado de Derecho.
Su inclusión en este sistema de organización del poder, juega las
veces de un verdadero filtro a través del cual se van poniendo a
prueba todos los restantes elementos que integran esta noción. Si
es cierto que la democracia se sustenta en la posibilidad de ase-
gurar un modo particular y delicado de distribución de poderes
y de funciones, entre gobernados y gobernantes, como así tam-
bién entre los diferentes poderes estatales, la concreción de tan
complejo equilibrio reposa en última instancia en una estructura
judicial eficaz, dinámica, independiente, equitativa, que provea a
la resolución imparcial de los diferentes conflictos que surgen de
las relaciones que se desarrollan en el interior de una comunidad
políticamente organizada. Por ello, la creación y la puesta en fun-
cionamiento de este importante dispositivo ha marcado a muchos
de los más relevantes episodios institucionales de la historia del
constitucionalismo.
La democracia en nuestras latitudes acusa un serio déficit en
esta materia. Si realmente existe una asignatura pendiente en los
incipientes estados de Derecho de América Latina, ella es sin lu-
gar a dudas la construcción de un Poder Judicial genuino y acorde
con los postulados del constitucionalismo. La laxitud de los con-
troles que se ejercen sobre nuestras instituciones, el desamparo
que acusa el ciudadano común frente a una inquietante y crecien-
te cuota de impunidad, la falta de independencia de los tribunales,
la escasa formación de sus titulares y su designación muchas veces
resultante de las relaciones con el poder político, son algunas de la
graves falencias que exhibe la organización de la justicia, tanto en
nuestro país, como en gran parte del subcontinente.

84
Daniel Sabsay

Encontrar una solución a tan alarmante estado de cosas, no


sólo es un imperativo de la conciencia democrática, sino y sobre
todo un requisito indispensable para evitar el derrumbe de la jo-
ven y frágil institucionalidad que hemos podido conseguir desde
1983. La solución debe provenir no sólo de la labor legislativa, de-
ben concurrir serios esfuerzos desde el área educativa, enmarcada
en un verdadero compromiso de los titulares de los poderes que
se una con la voluntad de la ciudadanía. La formación de los abo-
gados en las facultades de derecho de las diferentes universidades
argentinas debe estar centrada en la calidad de auxiliares de la
justicia que a ellos les cabe de conformidad con lo que establecen
nuestras leyes. Asimismo, desde este rol se puede trabajar en la
defensa de intereses públicos que satisfagan el bienestar general y
fortalezcan al régimen democrático.
En la actualidad el término seguridad jurídica es invocado
reiteradamente, el mismo aparece cada vez que se pone de ma-
nifiesto el debilitamiento de la independencia del Poder Judicial,
como así también cuando el Presidente abusa de sus prerrogativas
en materia legislativa; y, en general, cada vez que se percibe algún
tipo de amenaza en el goce de alguno de los derechos fundamen-
tales. Pero, ¿qué queremos expresar cuando utilizamos esta suerte
de palabra símbolo? La seguridad jurídica constituye uno de los
componentes esenciales del Estado de Derecho y por ende de la
democracia. Este régimen político aparece luego de una larga y
ardua lucha encaminada a la despersonalización del poder. Para
ello se hizo necesario expresar dentro de normas jurídicas todos
los aspectos relacionados con la autoridad de los gobernantes.
Así, se crearon instituciones cuyos titulares sólo pueden ocuparlas
por un plazo predeterminado de tiempo y ejercer sus facultades
de conformidad con las prescripciones constitucionales y legales.
Ellas apuntan, fundamentalmente, a limitar las prerrogativas de
los gobernantes, eliminando en cuanto sea posible, todo tipo de
arbitrariedad de parte de ellos en aras de conseguir la más plena
vigencia de los derechos humanos. A este fenómeno se lo conoce

85
Constitución y estado de derecho

con el nombre de imperio de la ley el que se manifiesta de parte


de los titulares del poder a través de un comportamiento que sea
previsible para los gobernados. Y, éste lo será en la medida que se
ajuste a derecho, es decir a los dictados de la Constitución del Es-
tado que es la norma suprema que contiene de manera ordenada
las disposiciones de que hablábamos al comienzo.
De este modo se logra la seguridad jurídica. Gracias a la
cual dentro de una comunidad políticamente organizada impera
una situación en la cual todos los actores conocen de antemano
las reglas de juego, contenidas en normas jurídicas que operan
como diques de contención a los caprichos del “príncipe” y que
les ofrecen todas las garantías necesarias para la realización de sus
actividades y para el pleno goce de sus derechos. Cuando estos
límites ceden y la observancia de las reglas queda sometida a la
conveniencia y a la libre interpretación del ocupante del poder, el
edifico institucional flaquea con grave riesgo para la continuidad
de todo el sistema en su conjunto. He aquí el dilema a que se ve
confrontada cada vez de manera más dramática la jóven democra-
cia argentina. ¿Es posible conservar el Estado de Derecho en el
marco de una situación en la cual el Poder ejecutivo ha demostra-
do una vocación “devoradora” de la competencia de los otros dos
poderes estatales despreciando desaprensivamente la seguridad
jurídica de los gobernados?.
Para hacer frente a tan alarmante amenaza debemos refundar
los controles que la constitución prevé, cuyo funcionamiento re-
posa sobre todo en el buen desempeño del Poder Judicial. Así las
cosas nuestra realidad institucional pareciera confrontarnos a un
suerte de círculo vicioso del cual a veces nos sentimos prisione-
ros, pero del que sólo podremos salir airosos si manifestamos una
voluntad inquebrantable de bregar por el respeto, en toda circuns-
tancia, del imperio de la ley. Un sistema que se dice democrático y
que sin embargo se desprende del Derecho en que se funda toda
vez que so pretexto de hacer frente a una emergencia apela a la
razón de estado, poco a poco se va apartando de su constitución,

86
Daniel Sabsay

para internarse en un modelo cada vez más alejado de las exi-


gencias que permiten el pleno desarrollo, en libertad e igualdad.
Hacemos votos para que juntos podamos lograr un nuevo punto
de partida que nos permita volver a la constitución y de esa forma
conseguir que imperen los postulados a los que sucintamente he-
mos hecho referencia.

BIBLIOGRAFÍA
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Universidad, Buenos Aires, 1996.
• Luis López Guerra, Introducción al Derecho Constitucional,
Tirant Lo Blanch, Valencia, 1994.
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2º ed., Bs. As.
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• Helio J. Zarini, Derecho Constitucional, Editorial Astrea, 2º
edición, Buenos Aires, 1999.

87
MEMORIA Y DERECHOS HUMANOS
A 30 AÑOS DEL RETORNO
A LA DEMOCRACIA (1)
Graciela Fernández Meijide

Este texto aspira a resumir cómo fue el pasaje de la dictadura a la


democracia, cómo fue la resistencia dentro de la dictadura, la poca
que hubo, y después, la salida democrática y qué aportes hizo esa
época a la actual.

I.

Los '60 y, sobre todo, los '70 fueron años de extrema violencia en
la Argentina, durante los cuales el paradigma fue amigo-enemigo.
Hasta en el algún momento el propio general Perón, líder que vi-

GRACIELA FERNÁNDEZ MEIJIDE. Colaboró en la Asamblea Perma-


nente por los Derechos Humanos y fue Secretaria de la Comisión Nacional so-
bre la Desaparición de Personas (CONADEP) a partir de 1983. Fue Diputada
y Senadora de la Nación, Convencional Constituyente en 1994 y presidió la
Constituyente de la Ciudad de Buenos Aires en 1996. También se desempeñó
como Ministra de Desarrollo Social. Es autora de los libros “La Ilusión”, “La
Historia Íntima de los Derechos Humanos en la Argentina” y “Fueron huma-
nos NO héroes. Crítica a la violencia de los años 70”. Integra el Club Político
Argentino.

1
Transcripción de la presentación realizada por la autora en el seminario “Un balance político
a 30 años del retorno a la democracia en la Argentina”, el jueves 12 de septiembre de 2013.

89
Memoria y derechos humanos a 30 años del retorno a la democracia

vía fuera del país y cuyo partido, el Justicialista, estaba proscripto,


llegó a decir “al enemigo ni justicia”. Concepto muy severo como
definición de las relaciones políticas en cualquier país.
Hubo un fenómeno anterior a esto, que fue la aparición de la
juventud como protagonista político. No existía antes de los '60.
En occidente, por lo menos. Cuando en Estados Unidos apareció
la resistencia contra la guerra de Vietnam, y en Alemania, Francia
e Italia movimientos, unos pacíficos y otros que llegaron a la vio-
lencia se manifestaron como movimientos de resistencia al status
quo, también en Argentina se hizo visible ese fenómeno de la ju-
ventud, influenciado por el rock como una música de liberación.
En el caso de las mujeres, la pastilla anticonceptiva estimulaba la
posibilidad de libertad sexual. Es decir, entonces ingresaron a la
discusión política sectores que habían estado excluidos. De hecho,
muchas mujeres terminan formando parte de las guerrillas.
Lo que surge en los '70 en toda América Latina, es una con-
frontación entre lo que podríamos llamar la nueva izquierda, jóve-
nes que provenían de una izquierda marxista ortodoxa desechada
por reformista, que querían hacer la revolución mostrando una
muy fuerte impronta de la revolución cubana.
En tanto, el marco general era la confrontación entre la Unión
Soviética y Estados Unidos, países que procuraban que en los te-
rritorios bajo su control o prevaleciera el liberalismo y no se ins-
talara el socialismo, tal como en Cuba, o que el socialismo se
difundiera de oeste a este hecho que parecía ineluctable.
Al mismo tiempo, durante esa gran confrontación que fue la
guerra fría, en Latinoamérica, aumentaba el ingreso de la juven-
tud en la universidad. Con acceso creciente a mayor información,
aumentaban posiciones políticas cada vez más radicalizadas que
terminaron dando lugar a la aparición de las guerrillas.
En Argentina uno podría distinguir dos grupos predominantes
-no eran los únicos- que eran el Ejército Revolucionario del Pueblo
(ERP), brazo armado del PRT (Partido Revolucionario de los Traba-
jadores) y Montoneros, que era el brazo armado de la Juventud Pero-

90
Graciela Fernández Meijide

nista ( JP). Si bien sus orígenes eran absolutamente diferentes, casi to-
dos los jóvenes que ingresaban provenían de clase media y media alta.
En el caso de Montoneros la mayoría de ellos provenían de fa-
milias católicas, de formación católica y ellos mismos estudiaban en
escuelas católicas privadas, concurrían a las parroquias donde el fenó-
meno de la teología de la liberación, después del Concilio vaticano II
y del documento de Medellín, los había enfrentado con la pobreza. Y
el mensaje que recibían era: hay pobres, ustedes son responsables de
hacerse cargo de este tema. Era muy pesada la demanda para una ju-
ventud que, como todas, era romántica, quería trascender y que tenía
un bombardeo de distintas circunstancias revolucionarias, desde la
lucha anticolonial que estaba llevando a cabo Argelia, con los apor-
tes que llegaban de los intelectuales que escribían sobre eso, hasta la
guerra de Vietnam en la que un pequeño pueblo, podía ganarle al
coloso: Estados Unidos. Todas esas experiencias, con el Che Guevara
diciendo “hay que armar cien Vietnam”, eran trasladables mecánica-
mente. El razonamiento era: si Vietnam pudo por qué nosotros no.
La revolución cubana influenciaba progresivamente en esos jóvenes
católicos que iban adquiriendo valores marxistas, aun cuando nunca
terminaran uniéndose con el ERP. En cambio, hacia 1973 se produjo
la incorporación a Montoneros de las FAR, Fuerzas Armadas Revo-
lucionarias, que provenían de la izquierda tradicional.
El momento de mayor choque fue la llegada de Perón a la Ar-
gentina en 1973. Se trató del enfrentamiento entre dos sectores
del peronismo: el sindical asimilado a la derecha peronista, contra
Montoneros la izquierda nacionalista. Ambos disputaban la posi-
bilidad de imponer su propia impronta a un Perón que volvía a la
Argentina- en buena medida gracias a la permanente agitación a la
que sometía la Juventud Peronista a las sucesivas dictaduras- enfer-
mo y viejo y con la convicción de la necesidad de que era preciso
conformar un gobierno de coalición para dar solución a los proble-
mas del país. Nunca había estado dispuesto a hacer una revolución y
sabía que, por otra parte, el pueblo lo único que quería era recuperar
y mantener los beneficios otorgados por un estado de bienestar. En

91
Memoria y derechos humanos a 30 años del retorno a la democracia

consecuencia la realidad que Perón conocía y los guerrilleros obvia-


ban era que no había, ni habría, lucha de clases. Cuando dejaban
que la política la hiciera Perón mientras permanecían en la fantasía
de que se podía instalar el socialismo por el camino de las armas,
estaban alimentando con celeridad el rumbo hacia la tragedia. Sobre
todo cuando persistieron en el uso de la violencia inmediatamente
después de haber sido elegido Perón en 1973. Exactamente, a los
dos días de la asunción al gobierno, FAR y Montoneros mataron al
sindicalista José Ignacio Rucci, brazo derecho de Perón quien inter-
pretó “vienen por mí, me van a matar y quieren todo el poder”.
Esta convicción dio paso a una represión que se fue haciendo
cada vez más feroz sobre todo a la muerte del caudillo. La lucha en
primera instancia se produjo entre la triple A (Alianza Argentina
Anticomunista) grupo paramilitar constituido en el Ministerio de
Desarrollo Social cuyo titular era José López Rega y Montoneros.
En realidad, los policías y sindicalistas peronistas de derecha que
la integraban extendieron sus crímenes a sectores de izquierda aún
aquellos que no pertenecían a Montoneros. Se multiplicaron los
atentados y aparecían cadáveres en las calles, circunstancias que
instalaban la sensación de mucho miedo a la gente. Se iba prepa-
rando así el momento del golpe. A ello contribuían dos factores:
la insistencia en no abandonar la lucha armada de parte de los dos
grupos con mayor presencia, ERP y Montoneros, que confundidos
apostaban a “agudizar las contradicciones”. Su cálculo era que, lle-
gado el golpe con su natural violencia, buena parte de la ciudada-
nía, sobre todo los trabajadores, se incorporaría a la lucha; la ambi-
ción de los militares y los factores de poder que los acompañaban
de imponer no sólo el orden que prometían, sino y especialmente,
el proyecto político que los guiaba.

II.

Después de la muerte de Perón y pasado el breve período del


gobierno de su mujer Isabel, débil e incapaz de manejar las con-

92
Graciela Fernández Meijide

frontaciones que aumentaban en cantidad e intensidad, las tres


Fuerzas Armadas- por primera vez asumiendo juntas el gobierno
en la historia argentina- tras el golpe de marzo de 1976, en el
país cambia radicalmente la relación de los grupos de poder eco-
nómico, con la conducción del entonces Ministro de Economía
José Alfredo Martínez de Hoz, protegido de cualquier resistencia
por la dictadura. Cuando ésta se instala desaparecen los cadáveres
de la calle y lo que empieza a aplicarse fue la más perversa de
las formas de represión: la desaparición forzada de personas. Por
otro lado, no dejaban de ingresar a las cárceles cientos de presos
políticos que llegaron a ser alrededor de 8.000. Se los denominaba
“legales” porque estaban en una cárcel donde con mayor o menor
grado de dificultad las familias podían verlos, casi todos puestos
a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, es decir, sin proceso
judicial. Esa cifra -que para cualquier país hubiera significado un
escándalo internacional- se vio opacada por la figura del desapa-
recido. Era tan terrible el hecho de que alguien desapareciera que
hasta los propios presos bajaban sus demandas, porque ellos mis-
mos tenían familiares o compañeros en esas condiciones y sentían
que, a pesar del miedo y las durezas del encierro, por lo menos
estaban vivos y visibles.
Siendo que la mayoría de los desaparecidos pertenecían a la
clase media, sus allegados tenían acceso a recursos jurídicos, sin
embargo, destruida toda forma de control institucional sobre el
poder discrecional de las Fuerzas Armadas, se fueron agotando
los caminos para su búsqueda sin que nadie diera respuestas vá-
lidas.
El destino de los desaparecidos estaba en manos de sus se-
cuestradores, quienes decidían el destino de cada uno de ellos: a
algunos se los liberaba, cárcel para otros y asesinato en la clandes-
tinidad para la mayoría. Hoy podríamos decir que la cifra de des-
aparecidos, documentados nombre por nombre, ronda los 8.000.
Los familiares de los desaparecidos rápidamente empezaron
a regularizar sus encuentros y acciones públicas. Había organi-

93
Memoria y derechos humanos a 30 años del retorno a la democracia

zaciones preexistentes que defendían los derechos humanos. La


más antigua era la Liga Argentina por los DD.HH, muy ligada
a su creador, el Partido Comunista, que tradicionalmente se ocu-
pó de presos y perseguidos por ser comunistas, y que ya tenía
un ejercicio en su defensa y asistencia en las cárceles. Otra orga-
nización, la Asamblea Permanente por los DD.HH. (APDH),
se había fundado en 1975 para demandar al gobierno de Isabel
Perón que controlara desde el Estado a la banda Triple A. Por su
parte, el Movimiento Ecuménico de los DD.HH., conformado
por determinadas iglesias, fue un intento de recrear lo que había
aparecido en Chile como la Vicaría de la Solidaridad, dirigida por
la máxima autoridad chilena de la iglesia católica. En Argentina
la jerarquía eclesiástica católica no quiso comprometerse.
Si bien es cierto que ningún golpe es exitoso si no recibe el
apoyo de diferentes corporaciones, sean éstas políticas, económi-
cas, religiosas o sindicales, y además sin que exista algún tipo de
aquiescencia en la sociedad, cuando las guerrillas empezaron a ac-
tuar gozaron de la mirada benevolente sobre todo de sectores de
la clase media que apreciaba la acción de los jóvenes que se opo-
nían a las dictaduras como la de Juan Carlos Onganía. Además, la
gente de los barrios trabajaba con Montoneros, que desarrollaba
una empeñosa tarea social para crear las condiciones de apoyo
necesarias para la revolución que proyectaban realizar. El humor
permisivo de la sociedad cambió notoriamente cuando se percibió
que vuelto Perón, elegido por la mayoría para que gobernara, la
violencia no cesaba. En ese momento que fue caracterizado des-
pués como de “reflujo”, la gente comenzó a retirarse.
Esta situación incidió con fuerza en el hecho de que, cuando
los organismos de DD.HH quisieron hacer oír su voz no tuvie-
ron el eco necesario como para detener la enconada persecución
ilegal.
En cuanto a los organismos de DD HH, podemos decir que
hubo dos grupos: los conformados exclusivamente por familiares
de desaparecidos, entre ellos Madres y Abuelas de Plaza de Mayo,

94
Graciela Fernández Meijide

de característica sobre todo testimonial. Otros, como la Liga, la


APDH, mostraban una organización institucional clásica. Par-
ticipaban en ellos mayoritariamente personas solidarias que no
padecían la pérdida de ningún familiar.
Unos y otros se constituyeron, en acción mancomunada, en
un gran espacio de recepción de denuncias y de contención de
las familias desesperadas, aterrorizadas. En ese ámbito, nadie
se escandalizaba, nadie criticaba, nadie juzgaba a quien llegaba
diciendo “secuestraron a mi hijo, mi hermano o mi amigo”. Sin
excepción, todo caso, se lo acompañaba. Al mismo tiempo, muy
tibiamente, con muchas dificultades, se inició el trabajo de de-
nunciar públicamente los métodos del terrorismo de Estado.
Apenas los organismos empezaron a tener cierto movimien-
to u organización fueron brutalmente golpeados. En un caso fue
secuestrado el político socialista Alfredo Bravo, que era miembro
de la APDH y salvó su vida porque hubo una acción internacional
muy fuerte llevada adelante por el gremio docente y porque en la
entrevista de Videla con James Carter, éste, recién elegido presi-
dente de los Estados Unidos, le preguntó por él. Así Bravo salvó
su vida, pero esto no le evitó las torturas más seis meses de cárcel
y seis más de prisión domiciliaria. Otro hecho muy terrible fue el
secuestro en la Iglesia de Santa Cruz de madres de desapareci-
dos y de dos monjas francesas que ayudaban en los organismos de
DD.HH. Estas acciones tenían el fin de amedrentar, de escarmen-
tar. Aun así, nos repusimos y continuamos el trabajo, en la lucha
diaria de sobreponerse a la tristeza, a la desesperación, al miedo.
Por otra parte, existía el desafío de no quedar encasillados en
la pertenencia a algún partido político. Aun cuando en la APDH
había políticos, entre ellos Raúl Alfonsín, Oscar Alende, el propio
Alfredo Bravo y otros, se procuraba siempre mantener indepen-
dencia de cualquier afiliación partidaria.
En 1978, se jugó en Argentina el mundial de fútbol. Los jefes
militares, sobre todo el general Videla, se prepararon para enca-
bezar una gran movilización que respondiera a los sentimientos

95
Memoria y derechos humanos a 30 años del retorno a la democracia

nacionalistas. Obtuvieron lo que querían: el Mundial se ganó. La


gente en los estadios y en las calles gritaba el triunfo del equipo
argentino, el gobierno repartía miles y miles de obleas que pre-
gonaban “Somos derechos y humanos” y que fueron pegadas vo-
luntariamente en buena parte de los parabrisas de los coches que
transitaban por el país o en las vidrieras de los negocios.
No importaba que desde el exterior, Francia, Suiza u Holan-
da, se denunciaran las violaciones a los derechos humanos. Los
festejos continuaban mientras en los “chupaderos” había cientos
de detenidos en la clandestinidad. La respuesta del gobierno mi-
litar para contrarrestar las denuncias fue la de hacer fabricar El
éxito en el Mundial de fútbol le dio a los dictadores la sensación
de una especie de indemnidad. Tanto fue así que terminó invitan-
do al año siguiente a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos
(OEA) a que hiciera una visita in situ.
La tranquilidad de Videla residía en la sensación de que todo
estaba en orden en la Argentina cuando la CIDH se hiciera pre-
sente. Contaba con el hecho de que Alejandro Orfila, embajador
plenipotenciario argentino en los Estados Unidos y a su vez se-
cretario general de la OEA garantizaba con su presencia y expe-
riencia que la investigación de la CIDH estuviera bajo control.
Cuando llegó la comisión, en setiembre de 1979, desde los
organismos de derechos humanos ya se había enviado gran can-
tidad de testimonios, incluso clasificados por similitudes de los
hechos y por la cantidad de pruebas que aparecían en cada uno.
Además se trabajó fuerte para que los familiares se presentaran
sin temor en la sede argentina de la OEA para declarar ante la
CIDH. No era sencillo ir a hacer una cola en la Avenida de Mayo,
a la vista de cualquiera para realizar las denuncias. Yo era una de
los organizadores y cuando fui la primera mañana temprano, iba
temblando pensando en que no hubiera nadie. En la medida en
que me fui acercando vi que ya había gente y después se fueron
sumando más y más.

96
Graciela Fernández Meijide

La visita de la CIDH fue muy importante porque se metió en


las cárceles, escuchó a miles de familiares, no se quedó solamente
en Buenos Aires sino que se movió por Córdoba y Rosario mien-
tras, torpemente, los seguían los servicios de inteligencia. Esto le
permitió acercarse a más gente. Cuando se retiró, llevaba bajo su
custodia y para analizar en su sede en Washington documenta-
ción muy pesada en información, además de una idea de lo que
estaba pasando.
En 1980 la CIDH rindió su informe en la reunión de la
OEA en Washington. El informe, que marcó un hito en nues-
tra lucha, fue duro con las fuerzas armadas. De esta manera se
empezaba a quebrar la convicción de que las fuerzas armadas en
realidad estaban poniendo orden y haciendo desarrollar al país.
Empezaba a aparecer la grieta de lo que era la violación a los
DD.HH.
En este punto, vengo al presente y traigo a colación el caso de
Venezuela. El actual presidente de este país acaba de decidir que va
a salir del ámbito de la CIDH. Abandonar la CIDH es asumir que
uno no va a dejar que desde organismos internacionales se contro-
le la relación del gobierno con respecto a sus ciudadanos y sus de-
rechos. El argumento de Maduro es que la Comisión falla contra
los gobiernos de izquierda, pero Videla no era de izquierda. Era
de derecha y se sometió, si se quiere, al escudriño de la Comisión,
aunque pensando en salir airoso, pero de todas maneras se sometió.
Creo que es muy serio cuando un país abandona la posibilidad de
que se vigile el tema de los derechos humanos, porque la doctrina
más humanitaria impone, para proteger nuestros derechos de las
arbitrariedades del poder de turno, que la vigilancia sobre el res-
peto a los derechos humanos pueda y deba atravesar las fronteras
del propio país. De hecho, los primeros juicios que se hicieron con
respecto a violaciones de DDHH en Argentina, tuvieron lugar en
Francia- donde se juzgó en ausencia, al marino Alfredo Astiz por
el secuestro de las dos monjas francesas- y después en Italia y en
España, antes de que empezaran aquí.

97
Memoria y derechos humanos a 30 años del retorno a la democracia

Al mismo tiempo, para nuestra sorpresa y repudio, nos en-


contramos con que Montoneros, cuya conducción estaba afue-
ra del país, decidía mandar dos contraofensivas, una en 1979 y
otra en 1980. La motivación grosera era que no quería perder
posicionamiento político y que, la presencia de cien montoneros
organizados podía volver a poner en marcha el movimiento. La
verdad es que los estaban esperando, sobre todo en la segunda
contraofensiva. Ahí venían dos criaturas de 16 años, con una total
irresponsabilidad de quienes los mandaban. Se produjo entonces
una interesante discusión que encontré muchos años después en
documentos desclasificados de la embajada de Estados Unidos,
que sabía por la CIA lo que estaba pasando. Por tal motivo les
manifestaron a los militares que aprovecharan las circunstancias,
con las formaciones especiales que entraban al país, y realizaran
un gran juicio, lo cual hubiese puesto en aprietos a los organismos
de DD.HH. Pero no lo hicieron porque era tan fuerte la pulsión
de muerte, que a casi todos los que fueron aprehendidos los ase-
sinaron.
Por su parte, en 1980 asistimos a la grata sorpresa de que se
le otorgara el premio Nobel de la Paz a Adolfo Pérez Esquivel,
titular de la organización Paz y Justicia. En esos momentos, el
gobierno se sintió jaqueado, golpe tras golpe, por organizaciones
internacionales.
En simultáneo, ya se percibía el natural desgaste del gobier-
no que se veía envuelto por dificultades: una situación económi-
ca cada vez más complicada y la evidencia de que la sociedad
empezaba a moverse en demanda de participación. Una reacción
irreflexiva fue la de continuar la presión sobre los organismos de
DD.HH: un allanamiento al Centro de Estudio Legales y So-
ciales (CELS), con el arresto de sus autoridades. Por suerte ya
transitábamos una época de debilitamiento político notorio de
los dictadores. La consecuencia es que los miembros del CELS
fueran presos y no secuestrados. Incluso se pudo poner abogados
que ya se animaban a actuar. Tan distinto de épocas anteriores en

98
Graciela Fernández Meijide

las que los habeas corpus eran firmados por los familiares, pues los
abogados tenían miedo de hacerlo.
En este contexto empiezan las movilizaciones, hay una mar-
cha muy grande convocada por Saúl Ubaldini, entonces líder de la
CGT, bajo la consigna “Paz, Pan y Trabajo”. Las fuerzas de seguri-
dad, con presencia de carros hidrantes, impidieron violentamente
que se ingresara a la plaza de Mayo y se lanzaron a apalear y apre-
sar a jóvenes que ya se animaban a volver a participar.
Al día siguiente se amaneció con la noticia de que se iniciaba
la guerra de Malvinas. Quien entonces presidía la Junta Militar,
el general Galtieri, planificó encolumnar a la sociedad detrás del
gobierno con un tema sensible, querido por todos e inculcado
desde la escuela primaria, como era el tema Malvinas. Allí volvió
a pasar lo que a uno le cuesta creer que pase: la gente se olvidó
que Galtieri era un asesino, de los desaparecidos y responsable de
los problemas económicos. Primó el sentimiento nacionalista, tan
difícil de erradicar de nuestra tradición como argentinos. Para mi
sorpresa y tristeza hasta la gente de izquierda se alineó en la causa
Malvinas.
El conflicto terminó en derrota. Y ahí tenemos la contradic-
ción: la alegría, por un lado, de que ello nos abre el camino para
la salida a la democracia y, por otro, el dolor de sufrir más pérdida
de gente joven, los soldados de Malvinas. Además estaban los que
volverían con heridas físicas y psíquicas profundas, que termi-
naron con algunos de ellos suicidados por la poca atención que
recibieron.
De ahí en más, la sociedad argentina cambió de humor: de
no escuchar a los organismos de DDHH pasó a visibilizarlos.
Fue entonces cuando comenzó a pensar que si los militares ha-
bían sido capaces de llevarnos a semejante guerra y además ser
derrotados, cosa que no les perdonaba, también podrían haber
sido capaces de hacer todo aquello por lo que estaban siendo
denunciados por los organismos de DDHH. Es decir, que lo
de los desaparecidos era verdad. Recién entonces las marchas

99
Memoria y derechos humanos a 30 años del retorno a la democracia

en la calle de los organismos tuvieron mayor acompañamiento


de la gente.

III.

Se presenta el momento de la salida del gobierno. En otros países,


como en Uruguay, la salida había sido un gobierno cívico-militar,
un acuerdo, porque los militares no habían sido derrotados. En
Argentina los militares se habían derrotado a sí mismos y la con-
secuencia fue que, por el desprestigio en el que habían caído, no
pudieron hacer un acuerdo de impunidad.
Mientras, comenzaban a reorganizarse los partidos políticos,
prohibido su funcionamiento hasta entonces. La afiliación de ciu-
dadanos llegó en aluvión: todos ansiábamos volver a la democra-
cia. Mientras, los militares emitieron un informe en el que no
brindaban ningún tipo de información relevante sobre los desa-
parecidos y, al contrario, impulsaban a aceptar que estaban todos
muertos. Al mismo tiempo procedieron a auto amnistiarse.
Esta actitud produjo un interrogante fuerte en la sociedad.
Había dos partidos con chances de llegar al poder, uno era el
justicialismo, con aparentes más posibilidades de ganar, y el otro
era el radicalismo. El candidato a presidente del justicialismo, Íta-
lo Luder, manifestó que la auto amnistía era una ley que no se
podía derogar y que por lo tanto debía respetarse. En cambio, el
candidato por el radicalismo, Raúl Alfonsín, sostuvo que había
que investigar y después promover un juicio, para determinar las
responsabilidades.
Las elecciones las ganó por fin el radicalismo, no solamente
con el voto radical. Por caso, era entonces imposible ganar la pro-
vincia de Buenos Aires sin el voto peronista y el radicalismo ganó
ahí. Esto quiere decir que muchos peronistas emitieron un voto
ético, eligiendo un camino institucional, de menor confrontación
y de investigación y justicia con respecto a los crímenes del terro-
rismo de Estado.

100
Graciela Fernández Meijide

El gobierno de Alfonsín al instrumentar el compromiso de


“verdad y justicia”, toma dos caminos. Por un lado, los organis-
mos queríamos una comisión bicameral en el seno del Congreso,
en buena medida porque no creíamos que iba a haber justicia y
queríamos una condena política y social. El presidente responde
formando lo que fue la Comisión Nacional sobre Desaparición
de Personas (CONADEP), que al principio tomamos con total
desconfianza. Era una comisión de notables, personas muy reco-
nocidas y destacadas en su actividad. Tres de ellos pertenecían a la
APDH, amigos personales con los que habíamos luchado codo a
codo todos esos años. Finalmente ingresé como secretaria varios
días más tarde, convocada por uno de ellos, monseñor Jaime de
Nevares quien hizo mención a la práctica que tenía en el manejo
de los documentos que se recibían y con la gente que iba a hacer
denuncias.
La CONADEP trabajó durante nueve meses, durante los
cuales recibió el doble de denuncias y testimonios de los que ya
existían. Con la información que recibíamos, sobre todo de so-
brevivientes, la Comisión ingresó a los centros clandestinos ya
identificados acompañados por los testigos que habían estado
ahí. Eso nos proveyó de una cantidad de pruebas que no teníamos
hasta ese momento. El coraje de aquellos que, habiendo sobrevi-
vido fueron a dar testimonio permitió interconectar muchísimos
casos de los que ignorábamos casi todo.
Después, todo el trabajo de investigación fue elevado a la jus-
ticia por la CONADEP y sirvió de base para el Juicio a las Juntas.
Éste fue el segundo paso. La estrategia del gobierno era que las
tres primeras juntas fueran juzgadas por el tribunal natural, es de-
cir, por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Éste declaró
en dos ocasiones consecutivas que todas las órdenes que se habían
emitido para la persecución a las guerrillas habían sido correctas.
La negativa a juzgar a los militares en ámbito castrense abrió la
perspectiva de que los crímenes fueran juzgados por la Cámara
Federal.

101
Memoria y derechos humanos a 30 años del retorno a la democracia

Por lo tanto, la base de la democracia iniciada en 1983 fue la


investigación y la justicia con respecto al terrorismo de estado. Al
mismo tiempo, un trabajo duro que había que hacer era reconstruir
las instituciones. Cada vez que hay un golpe siempre se retrocede
en un país, nunca se sale del mismo lugar sino de más atrás.
La investigación y el juicio llevados a cabo, tras un avance de
alrededor de dos años en materia social e institucional, la cada vez
peor situación económica interna precipitó la salida del gobierno
de Alfonsín después que éste, presionado por militares que se ne-
gaban a declarar en los juicios que continuaban, detuvo el accio-
nar de la justicia con la ley denominada de “obediencia debida”.
Durante los posteriores gobiernos de Menem, éste concedió el
indulto total: a quienes seguían siendo procesados y, más allá, a los
que ya tenían condenas firmes como las juntas militares. Por otra
parte fuimos incapaces de consolidar instituciones, a punto tal que
hoy los que deberían ser los pilares de una democracia como son
los partidos políticos, son casi inexistentes. Los partidos aparecen
como maquinarias en los momentos de las elecciones, pero no para
discutir planes, proyectos ni para trabajar orgánicamente para que
aparezcan en sus propias filas los nuevos líderes.
Mi opinión de lo que sucedió con el tema de los DDHH es
que han logrado instalarse en la sociedad desde que ésta decidió
que la relación “yo y mis derechos” es irrenunciable. Tanto es así
que hoy se ve cuando en un barrio matan a alguien la gente recla-
ma justicia, sobre todo si creen que la policía estuvo involucrada.
En cuanto al actual oficialismo estoy convencida de que se
ha tomado el tema de los DDHH como si éste se agotara en los
hechos del pasado, es decir, en lo que fue su violación durante la
dictadura. Y DDHH es mucho más que eso. Se da por hecho que
un estado no puede violentar el derecho a la vida, la libertad y la
integridad física de las personas, aunque no veo a nadie, por ejem-
plo, preocupado por la situación de ciudadanos que hoy están en
las cárceles. Además están los derechos llamados de segunda ge-
neración, que son los económicos y sociales. Mientras haya gente

102
Graciela Fernández Meijide

viviendo en un hábitat sin agua corriente, sin cloacas; mientras


haya chicos pidiendo limosna o saliendo a deambular a la calle
que en algunos casos delinquen; mientras haya tantos jóvenes que
no trabajan ni estudian, tenemos un sector de la sociedad excluida
y sin herramientas para incluirse. Excluida de aquellos derechos
que se denominan difusos, el acceso a la cultura, a la protección
de la salud, de la familia y a la protección de la madre soltera. El
derecho a la calidad de consumo, a la veracidad de la publicidad.
El derecho al desarrollo, a la paz, al medio ambiente sano, a la
de propiedad sobre el patrimonio común de la humanidad. El
derecho al espacio público, a la moralidad administrativa etc. que
deberían ser parte de programas de estado y no de circunstancia-
les cálculos y aprovechamientos políticos.

103
EL PAPEL DE LEGITIMACIÓN
DE LOS JÓVENES EN LA
RECUPERACIÓN DEMOCRÁTICA
Gabriel Palumbo

La figura del joven está en la actualidad asociada, desde diferentes


dimensiones, a valores positivos. Desde su capacidad física, su po-
tencialidad de consumo y hasta su impronta rebelde se nos aparece
como una suerte de paraíso en plena vida. La juventud es un bien,
y por lo tanto, la pérdida de ese bien se constituye en un proble-
ma. No es casual que en los universos de mayor exposición, las
personas se expongan incluso a técnicas tremendas con el anhelo,
imposible por otro parte, de mantener la juventud.
Desde la política, la juventud es también fuente de algunos
problemas. Se la carga excesivamente con una responsabilidad ló-
gica de introducir cambios y de motivar experiencias nuevas, y al
mismo tiempo se las tilda de inexpertas y demasiado impulsivas.
Con todo, el actor juvenil se ha instalado con potencia en el mar-
co de la política, y eso merece una reflexión.

GABRIEL PALUMBO. Sociologo (UBA) y graduado en Bellas Artes. Pro-


fesor de Arte y Política en la Argentina Contemporánea (IFSA-Butler Uni-
versity) y de Teoría Sociológica (Universidad de Buenos Aires). Fue asesor
legislativo e investigador del Centro de Estudios en Filosofía Americana de
Sao Pablo. Es miembro del Consejo Asesor del Instituto Václav Havel de CA-
DAL. Colaborador en Bastión Digital y en el suplemento Enfoques del Diario
La Nación. Edita http://proyectoquilt.blogspot.com.ar/

105
El papel de legitimación de los jóvenes en la recuperación democrática

Aquí se pretende trabajar, utilizando un poco la historia y


otro poco la teoría, la pertinencia de insistir con la valoración de
la juventud como actor político y, fundamentalmente, trabajar so-
bre las particularidades de la participación juvenil en los 30 años
de nuestra recuperación democrática y en el marco del populismo
y de las democracias liberales.
En primer lugar, creo que puede resultar interesante destacar
que la idea de juventud es una idea contingente y dinámica. Hoy
no necesitamos discutir la idea de juventud, sin embargo, esto
es un fenómeno razonablemente nuevo. La idea de la juventud
como valor, sociológicamente hablando, es una propiedad típica
del resultado de la Segunda Guerra Mundial. Intentando incluso
ir un poco más lejos en esta consideración teórica, podríamos
pensar que la juventud, tal y como nosotros la concebimos, puede
ser imaginada frente a la lógica de construcción del Estado de
Bienestar.
La idea de juventud activa, ligada al cambio, que propone co-
sas, que es proactiva y creativa es propia de lo que el historiador
inglés E. Hobsbawm llamó los años dorados: aquellos años que
van entre el 45´ y el 75´, y que coloca a la juventud en un lugar
primordial dentro de la lógica de construcción simbólica de las
sociedades. Esto sucede, fundamentalmente porque es el momen-
to en donde, generacionalmente, los jóvenes empiezan a mejorar
su situación frente a la de sus padres. Más allá de entender que el
fenómeno histórico político de la formación del Estado de Bien-
estar tuvo en cada territorio particularidades muy fuertes, y sin ser
este el núcleo de este texto, mi interés es el de tratar de presentar
al actor juvenil dentro del caso argentino.
¿Cuáles fueron las ideas más potentes que marcaron el uni-
verso juvenil? ¿Qué tipos de participación política de los jóvenes
se dio en los diferentes regímenes políticos?
La idea más potente que arrullaba a la juventud en los ‘70 era
la idea del cambio. En algunos casos, ese cambio tomaba la forma
de un cambio revolucionario y en otros se moderaba por imperio

106
Gabriel Palumbo

de la prudencia y la inteligencia. Pero independientemente de los


métodos –problema nada menor- la impronta del cambio marcó
simbólica y prácticamente las juventudes en aquellos años. Unida
al cambio se encontraba, también, la noción de voluntad. El ejer-
cicio de una suerte de voluntad sin límites marcó también esas
décadas, insinuando que el cambio podía ser llevado adelante bajo
la cifra gramsciana del optimismo de la voluntad.
Cuando la relación cambio-voluntad tocaba las aristas revo-
lucionarias, la lógica crítica se planteaba de manera oposicional
frente al capitalismo. La tensión central era la disputa entre el
socialismo y el capitalismo y los ejemplos eran algunos procesos
particulares –Argelia, Vietnam y Cuba- que funcionaban como
paradigmas en donde la juvenil política se expresaba bajo la forma
de la voluntad y el cambio radicalizado.
La década del ’70 está marcada por la compleja relación con
la violencia política. La idea de la resolución por vía violenta del
conflicto político y el tratamiento radicalizado de los intereses
éticos ligados a la justicia se apoderó de buena parte de la vida
política juvenil. Si bien en Argentina este proceso se vivió con
mucha profundidad y con mucha hondura, existieron excepciones
muy interesantes que no acompañaron el esquema de plantea-
miento del conflicto in toto. Hubo espacios políticos juveniles que
discutieron críticamente el acceso a las formas violentas y que
construyeron espacios novedosos. Así, la finalización de la década
del ’60 y el comienzo de la década del ’70 marcaron también la
irrupción de otro andarivel de experimentación y participación
juvenil que, sin ocluir la lucha por los valores ligados a la igualdad
y a la idea épica de construcción de una nueva sociedad, no op-
taron por el camino de la violencia. Esta estrategia terminó en el
armado de una experiencia política muy novedosa para la época,
bastante poco estudiada, que es la experiencia de las llamadas Ju-
ventudes Políticas Argentinas ( JPA), unión de todos los espacios
juveniles universitarios y de secundarios que, aún cuando mantu-
vieron todas estas significaciones ligadas a la igualdad y a la lucha

107
El papel de legitimación de los jóvenes en la recuperación democrática

contra la injusticia, no eligieron la resolución armada y no eligie-


ron la violencia como forma de resolución de conflictos. Todo este
espectro muy grande de expresiones políticas que cruzaban el arco
ideológico encontraban en su centro organizacional y mayoritario
a la incipiente –fue creada en 1966- expresión estudiantil de la
UCR, Franja Morada. Casi al mismo tiempo, y también desde el
radicalismo aparece una formación política dinámica y potente
que tampoco se pliega a la acción violenta. La Junta Coordinado-
ra Nacional logró interpretar e interpelar a ese sujeto político ju-
venil que no abjuraba de la igualdad al tiempo que impugnaba la
acción directa. En momentos en que la Argentina tomó el camino
de la violencia, estas expresiones que conformaban las Juventudes
Políticas Argentinas tuvieron raptos de muchísima lucidez suma-
mente destacables. En alguna medida, era más sencillo y natural
para el espíritu juvenil subirse al carro de la violencia, sin embar-
go hubo quienes no lo hicieron y pudieron mantenerse, de todos
modos, involucrados con la práctica política y con sus conflictos
más urgentes.
La violencia de un signo propia de los ‘70, tiene su continui-
dad con la irrupción del poder militar en 1976 y con la gestación
de un nuevo tipo de violencia, un tipo de violencia estatal, más
organizada y con mayores grados de planificación. La paradoja de
la violencia en esos días residió en que a la violencia ejercida por
los jóvenes se le impuso en sentido inverso una violencia ejerci-
da contra los jóvenes. Una suerte de inversión de una lógica del
sujeto sobre la violencia. No es objeto de este ensayo encarar una
descripción de la vida durante la dictadura o sobre sus consecuen-
cias. Es necesario decir, de todos modos, que la lógica violenta se
acentuó por parte del agente estatal y que la represión material y
simbólica se apoderó de la escena modificando la participación
de la totalidad de los actores, incluidos, obviamente, los jóvenes.
La finalización de la dictadura y la restauración democrática,
y damos aquí un confeso salto histórico, colocó a la juventud en
otro lugar. En los años ‘80, la idea de la participación juvenil era

108
Gabriel Palumbo

una idea creativa. La sensación que los espacios juveniles tenían


en la década del ‘80, igualmente ficcional a la de los jóvenes del
‘70, era que absolutamente todo podía ser posible. Eso pudo ad-
vertirse claramente, por ejemplo, en la dimensión artística. Las
artes de la década del ’80 se plantearon a sí mismas a partir de una
lógica de creación absoluta, como si no hubiese límites. La políti-
ca acompañaba, en términos de la recuperación de la libertad, una
expresión muy genuina de los espacios de creatividad.
La idea de la juventud de los ‘80, la juventud del resurgimien-
to de la democracia, era una idea absolutamente creativa, ligada
a que la posibilidad de la creación era prácticamente inagotable
e infinita. La participación política concreta tuvo algunas parti-
cularidades muy interesantes. La reapertura de la afiliación a los
partidos funcionó especialmente en el universo juvenil. Esta afi-
liación fue particularmente importante para la UCR y puede ser
vista como uno de los factores para explicar la victoria electoral
del ‘83 frente al justicialismo.
Para analizar la década del ‘80 se hace necesario remarcar
sino su excepcionalidad, al menos sus particularidades. Las más
importantes fueron, indudablemente, las que estuvieron signadas
por un carácter espontaneísta, un poco asincrónico y, por qué no,
un poco desprolijo. Las prácticas políticas no se habían rutiniza-
do, lo que impide pensar a los distintos actores, entre ellos el actor
juvenil, de un modo único o moviéndose de un modo demasiado
articulado.
A partir de la década del ‘90, las lógicas de participación juve-
nil van a sufrir grandes cambios. Una de las razones que ayudan
a explicar estos cambios es la importancia del llamado proceso
de mundialización. La mayoría de los problemas se planteaban
como problemas globales, y los dilemas nacionales pasaron, en
alguna medida, a un segundo plano, aun cuando en nuestro caso
estuvieran lejos de su resolución. Los derechos de tercera ge-
neración se operacionalizaron políticamente y sus consecuencias
se colocaron por encima de las clásicas tensiones sobre justicia/

109
El papel de legitimación de los jóvenes en la recuperación democrática

injusticia, igualdad/desigualdad. La década del ’90 estuvo signa-


da por un cambio de tendencia en la que los mismos vectores de
igualdad/desigualdad, justicia/injusticia repercutieron sobre otras
lógicas y temáticas. Las cuestiones ambientales, de construcción
identitaria y de construcción de minorías, por señalar sólo algu-
nas, tomaron la forma del reclamo y la acción política. En los ‘90
se combinaron en la escena argentina, la potencia mundializa-
dora del cambio de tendencias políticas con un gobierno local
cuyas prácticas se orientaban en la misma dirección. Esto generó,
como no podía ser de otro modo, un nuevo paradigma de parti-
cipación, un cambio en la lógica de aproximación juvenil hacia
la política. Las causas de movilización eran otras. Ya no eran la
justicia, la injusticia, o la lucha contra el capitalismo propia de los
‘70 o contra el poder, que puede haber sido la lógica durante los
‘80. La participación juvenil era más bien un acercamiento, una
movilización novedosa ligada a la defensa del medio ambiente,
la promoción de los derechos humanos, los derechos sexuales, los
derechos reproductivos y el apoyo a la causa indígenas.
Otro cambio en los modos de participación juvenil tiene que
ver con la priorización de la acción inmediata. En los últimos
tiempos, la participación está orientada a una resolución pronta
y efectiva, aquí y ahora, de situaciones particulares que se enfren-
tan. La idea de cambiar el mundo que podría haber existido en
las décadas del ‘70 y del ’80, se cambia por la idea de cambiar el
mundo próximo.
Otro cambio de paradigma fundamental tiene que ver con la
ubicación del individuo en las organizaciones. Es decir, el papel
que el individuo tiene en la organización política. Mientras que la
organización política de los ‘70´y de los ’80 impedía la individua-
ción ya que todos participaban de un ejercicio colectivo, en los ’90
se nota un énfasis muy fuerte en la horizontalidad de las formas
organizacionales. Se abandonan lógicas jerárquicas, propias de la
participación juvenil en los ’70 y los ‘80. Ya a nadie le interesa
formar parte de un ejército de militantes.

110
Gabriel Palumbo

Las explicaciones de tono sociológico han introducido la


cuestión del juego para explicar estas nuevas tendencias parti-
cipativas. Así entendida, la participación para los jóvenes tiene
una idea lúdica que no hubiera sido posible bajo los paradigmas
anteriores. Complementariamente, hay un cambio generacional
que colabora en las modificaciones de las tendencias participa-
tivas. Las nuevas generaciones están mucho más acostumbradas
a negociar y a confrontar con el mundo adulto. Confrontan con
los padres, confrontan con los abuelos, con los amigos, con sus
pares en el colegio. Aprenden a negociar desde pequeños y eso
termina generando un ideal de horizontalidad que impugna la
verticalidad propia del paradigma anterior. Este cambio actitudi-
nal aparenta cierta banalidad pero entraña una potencia simbólica
y práctica muy fuerte.
Esta descripción del tono de la participación tuvo un corte
abrupto en el 2003. A partir de ese año puede observarse el inicio
de un ejercicio político de un signo marcadamente populista y
que cambia la lógica de relacionamiento y de participación políti-
ca de la juventud. La lógica de participación política del populis-
mo rompe el esquema del paradigma que acabamos de describir y
busca devolver las formas propias de los años ‘70.
La lógica de participación política populista reinstala la dis-
cusión en los ‘70 porque requiere un sujeto político similar al que
se consagró en aquel momento. Es decir, un sujeto obediente, con
voluntad de someterse a una lógica con condiciones de militari-
zación en el sentido de la obediencia y capaz de responder a una
estructura jerárquica. De todos modos, el cambio fundamental se
juega en el terreno de lo simbólico. El populismo busca el tono
y el temperamento épico, algo que se había perdido en la lógica
del paradigma de tendencia pos-estructuralista propio de los ’80 y
‘90. La razón populista devuelve a la participación juvenil un tono
que reconoce sus puntos fuertes en la lucha, en la voluntad y en el
cambio. Hay un abandono de la lógica del paradigma más moder-
no para ir a buscar nuevamente la lógica de la construcción épica.

111
El papel de legitimación de los jóvenes en la recuperación democrática

Uno de los objetivos de este capítulo es pensar sobre las con-


diciones de posibilidad del actor juvenil en términos políticos. La
tesis que me interesa sostener es que existen dos maneras muy
diferentes de entender y practicar la participación juvenil en po-
lítica si las cosas se dividen entre populismos y democracias libe-
rales. Hay entre ambas formas de régimen político una distancia
y una tensión muy vigorosa que marca los modos de intervención
política particular de los jóvenes tanto como marca la distancia
existente entre un régimen y otro.
Pensar la juventud como sujeto político traslada problemas
filosóficos fuertes compartidos por todas las tentaciones estructu-
ralistas de generar sujetos históricos. La construcción de sujetos
históricos suelen contener una dosis de determinación que juega
en contra de las construcciones más ligadas a la democracia. Estas
concepciones vienen por lo general acompañadas por un esquema
complejo de esencialización. Sostener la existencia de un sujeto
histórico que está en condiciones de llevar adelante un planteo
determinado –sea este sujeto el proletariado o la juventud - en-
cierra una lógica esencialista y un supuesto de necesidad histórica.
Existe una diferencia sustantiva entre las construcciones de la
vida política que generan las experiencias populistas y las libera-
les-democráticas. Mientras el populismo se ejerce desde una base
discursiva y práctica de la tragedia, la democracia liberal se funda
en la búsqueda de la felicidad.
La democracia liberal necesita que los jóvenes se formen, que
estudien mucho y que sean grandes técnicos. Necesita ciudadanos
preocupados por lo público porque tienen vocación y ambición
de gobernar bien y por ocupar espacios del poder político. Pero
esta necesidad no se funda en su concepción juvenil, sino en la
posibilidad de aportar, en base a su esfuerzo y a su formación,
algo que no puede aportar otro sujeto. La participación política
hoy, juvenil y no juvenil, está planteada desde el punto de vista de
la cualificación.
El esquema populista requiere de un sentimiento trágico y de

112
Gabriel Palumbo

una retórica sacrificial. El joven populista se sacrifica por los de-


más y se constituye en un héroe colectivo a partir de su abnegada
participación en la vida pública. En el costado de la democracia
liberal, lo que se busca es la satisfacción razonable de la búsque-
da individual de la felicidad para que esa felicidad contribuya al
armado de una conversación mucho más amplia que mejore el
estado de la sociedad en su conjunto.
La participación en general y, particularmente la participa-
ción juvenil, es fundamentalmente un llamado a la responsabi-
lidad pública y a la responsabilidad privada. Desde un punto de
vista liberal es el llamado a construir una vida feliz para mejorar la
conversación con otros y armar así una sociedad distinta y mejor
sin necesidad de renunciamientos y sacrificios.
La idea de participación juvenil no está escindida entonces
del tipo de régimen político en el cual se desarrolla. Luego de
30 años de ejercicio democrático parece más interesante pensar
el espacio juvenil dentro de una construcción política más gran-
de, que promueva para los jóvenes espacios más amplios, mayores
márgenes de libertad y condiciones menos épicas.

113
EL REGALO ENVENENADO DE LA
DICTADURA MILITAR
Adrián Lucardi

Es bien sabido que la última dictadura militar dejó un legado esca-


broso. La política de secuestro, tortura y desaparición de personas
constituye el ejemplo más emblemático de ello, pero existen varios
más, como ser la apropiación de bebés (estrechamente ligada a lo
anterior), una política exterior que convirtió al país en un paria
internacional, y la política económica, que incluyó (a) la creación
de numerosos elefantes blancos (léase empresas militares), (b) el
aumento sostenido e innecesario del presupuesto de defensa, y (c)
un aumento injustificado de la deuda pública como resultado de la
estatización de la deuda privada.
Pero el Proceso también dejó otro legado, mucho menos visible
pero no por ello menos importante: el Decreto-Ley 22.847, sanciona-
do el 12 de julio de 1983, que regula la cantidad de diputados nacio-
nales con que cuenta cada provincia. Puntualmente, dicho decreto-ley
establece que cada provincia elegirá un diputado cada 161.000 habi-
tantes o fracción no inferior a 80.500, pero agrega tres condiciones: (a)
ningún distrito podrá tener menos diputados de los que tenía el 23 de

ADRIÁN LUCARDI. Es licenciado en Ciencia Política por la Universidad


de San Andrés, y actualmente se encuentra realizando su doctorado en Ciencia
Política en la Washington University in St. Louis (Estados Unidos). Desde
2007 es Investigador Asociado del Centro para la Apertura y el Desarrollo de
América Latina (CADAL).

115
El regalo envenenado de la dictadura militar

marzo de 1976; (b) cada provincia recibirá tres bancas más de las que
le correspondan por su población; y (c) ningún distrito podrá contar
con menos de cinco diputados. De esta manera, un decreto-ley de un
gobierno de facto a punto de dejar el poder elevó la representación
de las provincias más chicas del país muy por encima del mínimo de
dos diputados que establecía el art. 42 de la constitución peronista de
1949, y ello a pesar que la igual representación en el Senado ya asegu-
raba a todas las provincias suficiente representación de sus intereses.
Pero las verdaderas consecuencias de este decreto-ley van
mucho más allá de esta desigual representación legislativa. Como
espero mostrar en este capítulo, el decreto-ley 22.847 tiene impor-
tantes consecuencias políticas y económicas, como ser una fuerte
reducción de la competencia política en varios distritos del país, el
exceso de gasto en personal en muchas provincias, e incluso serias
consecuencias macroeconómicas a nivel nacional.

VOTOS DESIGUALES

De acuerdo con el artículo 37 de la Constitución Nacional, el sufra-


gio es “universal, igual, secreto y obligatorio.” La realidad, sin embargo,
es algo distinta. Por ejemplo, la propia constitución establece que to-
das las provincias estarán igualmente representadas en el Senado, lo
que introduce marcadas diferencias en el valor del voto de diputados
provenientes de diversos distritos. La igualdad de representación en
el Senado se justifica como forma de proteger los intereses de las
provincias más chicas del país, que de otra manera quedarían en
desventaja frente a las grandes. Pero la extensión de dicho principio
a la Cámara de Diputados carece de razón de ser, toda vez que dicha
Cámara procura representar a la población en su conjunto.
Sin embargo, las provincias están desigualmente represen-
tadas en la Cámara baja. La Tabla 1 muestra la cantidad de di-
putados con los que cuenta cada provincia, comparándolos con
los que contaría si cada provincia tuviera un diputado por cada
161.000 habitantes o fracción que no baje de 80.500, pero con un

116
Adrián Lucardi

mínimo de sólo dos diputados por provincia y sin el agregado de


tres bancas establecido por el decreto-ley 22.847. Inmediatamente
salta a la vista que la provincia de Buenos Aires es la principal
perjudicada con el actual sistema, ya que actualmente cuenta con
27 diputados menos de los que le corresponden, en tanto que las
grandes beneficiadas son provincias chicas como La Rioja, Tierra
del Fuego o Santa Cruz. (1)

Tabla 1. Representación actual e hipotética de las


provincias argentinas en la Cámara de Diputados
Diputados
Diputados Diputados Diputados Diferencia
Provincia Diferencia (hipotéticos)
(actual) (hipotéticos) (actual) % %
%
CABA 25 18 7 9,7 7,2 2,5
BUE 70 97 -27 27,2 38,6 -11,4
CAT 5 2 3 1,9 0,8 1,1
CHA 7 7 0 2,7 2,8 -0,1
CHU 5 3 2 1,9 1,2 0,7
CBA 18 21 -3 7,0 8,4 -1,4
CTES 7 6 1 2,7 2,4 0,3
ER 9 8 1 3,5 3,2 0,3
FSA 5 3 2 1,9 1,2 0,7
JUJ 6 4 2 2,3 1,6 0,7
LP 5 2 3 1,9 0,8 1,1
LR 5 2 3 1,9 0,8 1,1
MZA 10 11 -1 3,9 4,4 -0,5
MIS 7 7 0 2,7 2,8 -0,1
NQN 5 3 2 1,9 1,2 0,7
RN 5 4 1 1,9 1,6 0,3
STA 7 8 -1 2,7 3,2 -0,5
SJ 6 4 2 2,3 1,6 0,7
SL 5 3 2 1,9 1,2 0,7

1
La Ciudad de Buenos Aires también se beneficia porque es el único distrito que perdió pobla-
ción desde 1980, y sin embargo no puede contar con menos diputados que en 1976.

117
El regalo envenenado de la dictadura militar

SC 5 2 3 1,9 0,8 1,1


SFE 19 20 -1 7,4 8,0 -0,6
SGO 7 5 2 2,7 2,0 0,7
TDF 5 2 3 1,9 0,8 1,1
TUC 9 9 0 3,5 3,6 -0,1
Total 257 251 -6

POR QUÉ LA DESIGUALDAD DEL VOTO


IMPORTA
Aunque decirlo sea una perogrullada, la desigualdad del voto
importa porque implica que algunos actores tienen más poder po-
lítico que otros. El ejemplo más claro radica en la distribución de
transferencias nacionales entre provincias. La ciencia política no
abunda en “leyes” empíricas que resulten válidas en distintos países
y a lo largo del tiempo, pero si hay una “ley de hierro” de estas ca-
racterísticas, es la siguiente: los distritos que están sobre-represen-
tados en la legislatura reciben muchos más fondos per capita que
los que están sub-representados. La razón es que el apoyo político
de los legisladores provenientes de distritos sobre-representados es
mucho más “barato” que el de aquellos que provienen de distritos
sub-representados. Por ejemplo, el impacto político de construir
un puente o una carretera es mucho mayor en Tierra del Fuego
que en la provincia de Buenos Aires: en el primer caso el impacto
total se divide entre 125 mil habitantes, y en el segundo, por 15
millones. En consecuencia, no debe sorprender que un presidente
que necesita aprobar su programa legislativo encuentre más fácil
conseguir apoyo entre los legisladores provenientes de distritos
más chicos.
La relación entre sobre-representación legislativa y trans-
ferencias fiscales es extremadamente robusta, y ha aparecido en
países tan diversos como los Estados Unidos, Brasil, Alemania,
Japón, Australia, e incluso la Unión Europea. En el caso argentino,
entre 1985 y 1988 el país careció de un régimen de coparticipa-

118
Adrián Lucardi

ción de impuestos, lo que obligó al presidente Raúl Alfonsín a


negociar con distintos gobernadores (y sus legisladores) de manera
casi permanente. El resultado de ello fue que las provincias menos
pobladas acabaron recibiendo muchos más fondos per capita que
el resto, diferencias que quedaron institucionalizadas en la ley de
coparticipación sancionada en 1988. Al contrario de lo que mucha
gente cree, la ley de coparticipación no es discrecional sino auto-
mática: cada provincia recibe un monto fijado por un coeficiente
que permanece inalterado desde 1988, y el presidente de turno
no puede hacer nada para desviar los fondos de la coparticipa-
ción hacia gobernadores amigos. (2) Ahora bien, dichos porcentajes
favorecen sistemáticamente a las provincias más chicas del país:
como muestra la Figura 1, existe una estrecha relación entre la po-
blación de cada provincia de acuerdo al censo de 2010, y el monto
de transferencias nacionales automáticas recibidas en ese mismo
año (notar la escala logarítmica de los ejes). (3)

2
Lo que el presidente sí puede hacer es aumentar la alícuota o la recaudación de aquellos
impuestos que no se coparticipan, como el impuesto al cheque, o las retenciones a las exporta-
ciones. Pero IVA y Ganancias son impuestos coparticipables, lo que implica que por cada peso
que se recauda, un porcentaje es transferido automáticamente a cada provincia de acuerdo a una
fórmula predeterminada.
3
Huelga decir que esta relación no es válida solo para 2010; si repitiéramos el mismo gráfico
para cada año entre 1988 y 2009, encontraríamos un patrón muy similar.

119
El regalo envenenado de la dictadura militar

EL “TOP TEN” DE LAS PROVINCIAS


ARGENTINAS
En suma, la sobre-representación en el Congreso nacional condu-
ce a mayores transferencias automáticas desde el gobierno central.
Para entender cómo es que eso incide en la política y la economía
de todos los días, en esta sección comparo el “top ten” de las pro-
vincias más beneficiadas con el decreto-ley 22.847 con el resto del
país. Dicho top ten está conformado por los diez distritos que se
beneficiaron con el mínimo de cinco diputados establecido por el
decreto-ley: Catamarca, Chubut, Formosa, La Pampa, La Rioja,
Neuquén, Río Negro, San Luis, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
En su conjunto, estos distritos reunían el 10,2% de la población
del país de acuerdo con el censo de 2010, pero contaban con 50
diputados sobre 257, el 19,5% de la Cámara. De respetarse el mí-
nimo de dos diputados por provincia, sólo les corresponderían 26
sobre 251, el 10,4%. Pero estos distritos también difieren del resto
del país en muchos otros aspectos.

Ingreso per capita. En 2004, el último año para el que tenemos


datos, el ingreso per capita de los habitantes de las provincias “top
ten” era de $41.000, un 32% más que el resto del país ($31.000). (4)
Por supuesto, Formosa o La Rioja son distritos extremadamente
pobres, pero Santa Cruz, Tierra del Fuego o Neuquén están entre
las provincias más ricas del país. De hecho, las provincias más po-
bres del país son las del NOA y las del NEA, pero sólo tres de éstas
se cuentan entre las top ten. En suma, la sobre-representación de
los distritos menos poblados no se justifica como mecanismo de
redistribución de ingresos; al contrario, es una forma de transferir
recursos a muchas provincias que ya son más ricas que el resto.

Transferencias fiscales desde la nación. Entre 2001 y 2010, las

4
Valores expresados a precios de 2010, al igual que en el resto de este capítulo.

120
Adrián Lucardi

provincias del top ten recibieron en promedio $3.600 per capi-


ta por año en concepto de transferencias nacionales automáticas,
casi el doble de lo que recibieron las demás ($1.900). Si también
contabilizamos las transferencias discrecionales, la diferencia se
mantiene ($4.500 vs. $2.250).

Recaudación propia. Las transferencias fiscales incondicionales


tienen efectos negativos sobre la calidad de las administraciones
provinciales. Una abundante literatura comparada muestra que los
estados más eficientes, aquellos que son más capaces de brindar ser-
vicios públicos de calidad a sus habitantes, se desarrollaron a con-
secuencia del conflicto entre gobernantes que querían recaudar más
(¡naturalmente!) y ciudadanos que sólo estaban dispuestos a pagar
más impuestos si obtenían algo a cambio. Cuando, como ocurre en
Venezuela o en los países de Medio Oriente, los gobernantes no tie-
nen necesidad de cobrar impuestos (porque pueden contar con re-
cursos naturales), los ciudadanos no presionan para obtener mejores
servicios gubernamentales. En el top ten de las provincias argentinas
sucede algo similar: los incentivos para recaudar impuestos propios
son escasos, y en consecuencia hay menos presión ciudadana “desde
abajo” para obtener servicios a cambio de esos impuestos. De hecho,
entre 2001 y 2010, las provincias que integran el top ten recaudaron
alrededor del 17% de sus ingresos, mientras que en el resto del país
el promedio fue del 26%.

Empleados públicos. Cuando la presión para recaudar y brindar


servicios gubernamentales es menor, la tentación de poblar el apara-
to del estado con aliados políticos en lugar de funcionarios capaces
es mucho mayor. Así, no debe extrañar que en las provincias del top
ten, el promedio de empleados públicos por mil habitantes entre
2001 y 2009 haya sido de 75, frente a 42 en el resto del país.

Competencia política. La combinación de abundantes recursos


fiscales con aparatos estatales manejados de manera clientelar re-

121
El regalo envenenado de la dictadura militar

dunda en elecciones menos competitivas. En Argentina los ejecu-


tivos generalmente corren con ventaja, pero dicha ventaja es mu-
cho más marcada en las provincias que integran el top ten. En las
elecciones para gobernador celebradas entre 1987 y 2011, el parti-
do del oficialismo obtuvo un 54,6% de los votos, en promedio, en
las provincias top ten, casi 8 puntos porcentuales más que el resto
del país (46,9%). Pero hay más. Entre 1983 y la fecha, solamente
cinco provincias permitieron la reelección indefinida del goberna-
dor, y todas integran el grupo de las top ten: Catamarca, Formosa,
La Rioja, San Luis y Santa Cruz. (5) De las ocho provincias en las
que el oficialismo nunca fue derrotado en las urnas en la elección
para gobernador, seis pertenecen al grupo de las top ten: Formo-
sa, La Pampa, La Rioja, Neuquén, San Luis y Santa Cruz. (6) En
otras dos provincias del grupo, Catamarca y Río Negro, sólo hubo
un caso de alternancia en las urnas, y recién en 2011. (7) Única-
mente Chubut y Tierra del Fuego muestran niveles saludables de
alternancia (3 y 3 casos, respectivamente). Finalmente, vale la pena
mencionar que de los siete presidentes que el país tuvo entre 1983
y la fecha, cuatro provienen de alguna de estas provincias: Carlos
Menem (La Rioja), Adolfo Rodríguez Saá (San Luis), y Néstor y
Cristina Kirchner (Santa Cruz).

POR QUÉ IMPORTA

En consecuencia, las provincias que integran el top ten reciben


muchas más transferencias per capita que el resto, y como resul-
tado son menos competitivas políticamente. ¿Importa? Sí, y por
varias razones.

5
Recientemente, La Rioja y San Luis modificaron sus constituciones para eliminar la reelec-
ción indefinida.
6
Las restantes son Jujuy y Santiago del Estero. En esta última, el PJ gobernó hasta 2004 y la
UCR lo hace desde 2005, pero ello solo fue posible por la intervención federal que removió al
juarismo del poder.
7
Para Catamarca vale lo mismo que para Santiago del Estero: la remoción de los Saadi del
poder en 1991 sólo fue posible por la intervención federal.

122
Adrián Lucardi

Crisis macroeconómicas. Una de las principales causas de la


hiperinflación que acabó con el gobierno de Raúl Alfonsín fue el
déficit fiscal crónico de las provincias del interior. Con el retorno
a la democracia en 1983, muchos mandatarios provinciales au-
mentaron sistemáticamente la plantilla de empleados públicos en
sus distritos. (8) Ahora bien, los problemas económicos caracterís-
ticos de los 80 hicieron que este aumento del gasto público pronto
se volviera insostenible. Para lidiar con el problema, muchos go-
bernadores recurrieron al expediente de endeudarse con el banco
provincial, que a su vez pedía redescuentos al Banco Central. En
otras palabras, el Banco Central emitía para cubrir el déficit de las
provincias. Alfonsín cargó con el costo político de haber llevado
al país a la hiperinflación, pero muchos mandatarios provinciales
fueron igualmente responsables del problema.

Respeto de los derechos humanos y las libertades civiles. En las


provincias que reciben más fondos del gobierno central, buena
parte de la actividad económica depende del estado. Ello incluye
a los medios de comunicación, cuya labor informativa resulta cla-
ve para limitar los abusos del poder gubernamental. Cuando los
funcionarios públicos saben que los medios no están dispuestos a
controlarlos, la tentación de cometer abusos es mucho mayor. No
es casualidad que los recientes ataques a miembros de la comu-
nidad aborigen qom tengan su epicentro en Formosa, una de las
provincias menos competitivas del país, o que el caso de María
Soledad Morales en Catamarca sólo condujera a la caída de los
Saadi porque los medios nacionales se interesaron en el tema.

El valor de la alternancia. La democracia es el mejor de los


gobiernos, pero hay democracias que son mejores que otras. En
particular, la democracia funciona mejor cuando la alternancia es
una posibilidad real. Así como los monopolios económicos son
8
Vale señalar que no todos lo hicieron; en particular, Adolfo Rodríguez Saá fue mucho más
moderado que sus pares.

123
El regalo envenenado de la dictadura militar

malos porque limitan la oferta, reducen la calidad y suben los


precios, los monopolios gubernamentales son malos por razones
muy similares: si los gobernantes saben que su permanencia en el
cargo no depende de lo que hagan o dejen de hacer en el poder,
sus incentivos para portarse bien y responder a las demandas ciu-
dadanas se ven considerablemente disminuidas.

CONCLUSIÓN

En este trabajo, espero haber demostrado que el decreto-ley 22.847


tiene efectos nocivos que van mucho más allá de la desigualdad en
el voto de los ciudadanos. ¿Qué se puede hacer al respecto? En
el corto plazo, no mucho; ninguno de los problemas planteados
aquí tiene una solución fácil, obvia o rápida. Aunque el decreto-ley
22.847 fuera derogado inmediatamente, las provincias que inte-
gran el top ten seguirían estando sobre-representadas en el Sena-
do, y la ley de coparticipación seguiría en vigencia. Como acertada-
mente lo recuerda el ex gobernador bonaerense Felipe Solá, “es más
fácil cambiar la Constitución que cambiar la ley de coparticipación”. (9)
No se trata de una afirmación exagerada: para cambiar la Cons-
titución se requiere el apoyo de dos tercios de los miembros del
Senado y la Cámara de Diputados, mientras que para cambiar la
ley de coparticipación es necesario contar con la aprobación de los
24 gobernadores del país (cláusula transitoria Sexta de la Consti-
tución de 1994).
Más aún, aunque en lo personal considero que la actual ley de
coparticipación es sumamente defectuosa, cortar el flujo de recur-
sos a las provincias más chicas no es la solución al problema. Una
política semejante conduciría a un tremendo estallido social, pero
no haría nada para solucionar el problema de fondo, que es que
muchas de las provincias del interior son improductivas econó-
micamente. Por supuesto, en buena medida ello se debe a que los
9
Felipe Solá: “Mi relación con Néstor Kirchner fue mala”, BA Noticias, http://www.banoticias.
com/nota.php?id=1459

124
Adrián Lucardi

gobernadores de dichas provincias carecen de incentivos políticos


para implementar medidas económicamente racionales; pero di-
chos incentivos no se pueden cambiar de la noche a la mañana, y
aún si se pudiera, los efectos del cambio no se harían sentir sino
lentamente. El punto pasa por cambiar los incentivos políticos
que enfrentan los gobernadores, pero una reforma drástica de la
ley de coparticipación no aporta mucho en ese sentido.
Sin embargo, derogar el decreto-ley 22.847 sí es una medida
viable y justificada, precisamente porque no tendría efectos inme-
diatos de corto plazo. Incluso si la ley fuera derogada, las provin-
cias del top ten seguirían controlando 30 bancas en el Senado,
más que suficientes para vetar una reforma constitucional, y muy
cerca de los 37 votos necesarios para vetar cualquier proyecto de
ley. En otras palabras, la derogación del decreto-ley 22.847 de
ninguna manera significaría “desproteger” o “desguarnecer” a las
provincias más chicas del país. Pero sí haría reducir el poder de los
Gildo Insfrán o los Beder Herrera, que han hecho bien poco para
aumentar la calidad de vida de sus comprovincianos.
En lo que hace a los mecanismos para derogar el decreto-ley,
es claro que la mejor alternativa sería una ley del Congreso. Ello
es improbable, sin embargo, porque las provincias más beneficia-
das por el mismo cuentan con suficientes senadores para vetar
cualquier cambio. Más aún, el Congreso nacional ha incumplido
reiteradamente con su obligación de actualizar la representación
legislativa luego de cada censo; y la actual distribución de dipu-
tados por provincia sigue estando basada en el censo de 1980.
La opción que queda es recurrir a la justicia, para que declare la
inconstitucionalidad de la norma por violar la igualdad del voto
consagrada en el artículo 37 de la Constitución Nacional. El he-
cho de que la derogación de la norma no tenga efectos drásticos
en el corto plazo debilita al principal argumento para oponerse a
una decisión judicial semejante: que reducir la representación de
las provincias chicas sería irresponsable, porque las dejaría “des-
protegidas” frente al resto. Al contrario, el principal motivo para

125
El regalo envenenado de la dictadura militar

derogar la ley consiste en equilibrar la representación legislativa


de las distintas provincias en la Cámara de Diputados, de forma
tal que los ciudadanos que viven en las provincias más sub-repre-
sentadas tengan el peso político que les corresponde.

126
REVISTA DE CIENCIA POLÍTICA / VOLUMEN 25 / Nº 1 / 2005 / 76 – 91

LA CIENCIA POLÍTICA EN ARGENTINA:


EL CAMINO DE LA INSTITUCIONALIZACIÓN
DENTRO Y FUERA DE LAS AULAS
UNIVERSITARIAS

MARCELO LEIRAS
UNIVERSIDAD DE SAN ANDRÉS, ARGENTINA

JUAN ABAL MEDINA (H.)


CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TÉCNICAS, CONICET, ARGENTINA

MARTÍN D’ALESSANDRO
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, ARGENTINA

Resumen

El presente trabajo analiza el desarrollo de la ciencia política en Argentina. Defiende cuatro tesis. La
primera, es que el análisis científico de la política en Argentina resulta de la profesionalización y diferencia-
ción interna de las ciencias sociales, tiene a las universidades como centro institucional y es altamente
vulnerable a los cambios de régimen político. La segunda, es que en los últimos años, y apoyada en el
crecimiento de los programas universitarios de grado y posgrado, crece la autonomía académica de la
disciplina. Su autonomía como campo de ejercicio profesional crece a un ritmo más lento. La tercera, es
que las agendas temáticas de los estudios políticos en el país reflejan las prioridades de los tomadores
de decisiones, las de la comunidad internacional de investigadores y las trayectorias de formación de
quienes practicamos la disciplina. Los principales temas de interés para la opinión pública tienen un papel
menos relevante. Finalmente, que la contribución de las politólogas y politólogos al análisis de la política
aún lucha por diferenciarse claramente de las intervenciones realizadas desde el derecho, la sociología,
la economía y el análisis periodístico para tratar los mismos temas.

Abstract

This article analyzes the development of political science in Argentina. It defends four theses. First, that the
development of the scientific analysis of politics in Argentina stems from the professionalization and internal
differentiation of social sciences, is centered in universities and is highly vulnerable to regime change.
Second, that in the last few years the discipline’s academic autonomy grows, supported by the growth of
university undergraduate and graduate programs. Its autonomy as a field of professional practice evolves at
a slower pace. Third, that research agendas reflect mainly the priorities of decision makers, international
scholarly communities and personal trajectories of local practitioners. Public concerns play a less significant
role. Finally, that the specific contribution of political scientists to political analysis still struggles to clearly
define its difference from interventions made by jurists, sociologists, economists and journalists.

PALABRAS CLAVE • Ciencia Política • Argentina • Institucionalización • Desarrollo Disciplinario •


Programas Universitarios

76
LA CIENCIA POLÍTICA EN ARGENTINA: EL CAMINO DE LA INSTITUCIONALIZACIÓN DENTRO Y FUERA DE LAS AULAS UNIVERSITARIAS

I. INTRODUCCIÓN

El presente trabajo analiza el desarrollo de la ciencia política en Argentina considerada como


conjunto de teorías de la política, como área de formación universitaria y como práctica profesio-
nal. Expone y defiende cuatro tesis. La primera, es que el desarrollo del análisis científico de la
política en Argentina resulta de la profesionalización y diferenciación interna de las ciencias socia-
les, tiene a las universidades como centro institucional y es altamente vulnerable a los cambios de
régimen político. La segunda, es que en los últimos años se expande la ciencia política dentro de
los programas universitarios de grado y posgrado y crece la autonomía académica de la discipli-
na. Su autonomía como campo de ejercicio profesional crece a un ritmo más lento. La tercera, es
que las agendas temáticas de los estudios políticos en el país reflejan las prioridades de la agenda
de los tomadores de decisiones, las de la agenda de la comunidad internacional de investigadores
y las trayectorias de formación de quienes practicamos la disciplina. Los principales temas de
interés para la opinión pública tienen un papel menos relevante. Finalmente, que en la sociedad, la
contribución de las politólogas y politólogos al análisis de la política aún lucha por diferenciarse
claramente de las intervenciones realizadas desde el derecho, la sociología, la economía y el
análisis periodístico para tratar los mismos temas.

II. LA POLÍTICA Y SU ANÁLISIS CIENTÍFICO EN ARGENTINA: BREVE RESEÑA HISTÓRICA

Como en casi todas las sociedades, en Argentina la reflexión sobre la política es tan antigua como
los conflictos políticos mismos. La crisis de soberanía abierta con la captura de Fernando VII en
Bayona, las guerras de independencia, los primeros ensayos de gobierno representativo, y los
largos años de disputa por la organización constitucional dieron lugar a encendidas polémicas
sobre los fundamentos del orden político. Ellos se desarrollaron en los recintos legislativos y en la
prensa. Cuando la construcción estatal comenzó a fraguar, la reflexión política se extendió tam-
bién a la historiografía y a las aulas universitarias

En las primeras décadas del siglo XX, y al mismo tiempo que en Europa o Estados Unidos, en las
universidades de Buenos Aires, La Plata, Córdoba y el Litoral se dictaban cursos de “ciencias
sociales”, “ciencias de la cultura” o “ciencias del espíritu”, de sociología y de derecho político en
facultades de Derecho y Ciencias Sociales o de Filosofía y Humanidades. Estos cursos apuntaban
a arraigar las instituciones de la Constitución, bajo un marco positivista de confianza en la Razón.
Así emerge una ciencia política “formalista”, concentrada en los marcos legales en los que se
desenvuelve la acción política. Desviándose parcialmente de este sesgo descriptivo, entre 1910 y
1928 se publicó la Revista Argentina de Ciencias Políticas, cuyas contribuciones incorporaron el
estudio de los actores, del funcionamiento de las estructuras políticas y del cambio ligado a la
ampliación del sufragio.

En los años 20 y 30, el auge de esa tradición formalista alentó la creación de institutos, acade-
mias, revistas y facultades de Ciencias Políticas y Sociales. A partir de los años 40, una nueva
generación de sociólogos, influidos por teorías acuñadas principalmente en los Estados Unidos,
cambió el ejercicio profesional de las ciencias sociales. El cambio influyó en los estudios políticos
universitarios. Con la sociología académica nació una nueva profesión intelectual que revalorizaba
la investigación empírica e impugnaba la epistemología y los métodos de las generaciones ante-
77
MARCELO LEIRAS, JUAN ABAL MEDINA, MARTÍN D’ALESSANDRO

riores. Esta nueva profesión demandaba otro modelo de universidad. Articulada alrededor del
trabajo de Gino Germani, tenía como horizonte teórico al estructural–funcionalismo y la teoría de
la modernización y como fuente de financiamiento para sus novedosas dedicaciones exclusivas,
al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y los aportes de fundacio-
nes extranjeras.

En la década de 1960, continuando el impulso profesionalizante de la Sociología y diferenciándo-


se parcialmente de esta disciplina, la “ciencia política empírica” se incorpora, primero, a los pro-
gramas de grado de otras disciplinas y, hacia 1970, da lugar a la fundación de varias licenciaturas
y programas de postgrado específicos1. Su incipiente autonomía académica acompaña a la difu-
sión de la Alianza para el Progreso y el desarrollismo en América Latina. En ellos, el ideario de la
ciencia y su correlato tecnológico y político se articulaban con proyectos de secularización, urba-
nización e industrialización. El centro neurálgico de este modo de entender y practicar la ciencia
política en la Argentina fue la Universidad del Salvador, que absorbió y difundió la teoría pluralista,
especialmente a partir de la obra de Robert Dahl. Como luego enfatizaría Guillermo O’Donnell
(1972), casos como el argentino desafiaban la validez de las versiones clásicas de la teoría de la
modernización. No obstante, el paradigma pluralista ofrecía elementos para entender la acciden-
tada trayectoria de la democracia en el país.

El golpe militar de 1966 truncó el proyecto de modernización científica y desalojó a los investigado-
res de las universidades de gestión estatal. Muchos de ellos emigraron. Quienes permanecieron en
el país, continuaron enseñando en universidades de gestión privada o trabajando en los centros de
investigación independientes constituidos a principios de la misma década2. La Sociología fue la
disciplina más importante entre las que se cultivaron en estos centros. Varios de sus estudios se
concentraron en temas políticos, entre los que se destacan las raíces sociales del peronismo (Germani,
1973; Murmis y Portantiero, 1973) y el comportamiento electoral (Canton, 1968).

A partir de 1969 y durante el primer quinquenio de la década siguiente, el conflicto social y político
en la Argentina se intensificó. La politización alcanzó al debate académico y en muchos casos
motivó la impugnación del interés científico como fundamento del análisis de la política. No impi-
dió, sin embargo, que investigadores argentinos elaboraran interpretaciones agudas y, en varios
casos, originales, sobre las consecuencias sociales y políticas de las formas de desarrollo capita-
lista características de los países latinoamericanos. Probablemente estas interpretaciones le de-
ban menos al ambiente académico e intelectual local que a la participación de sus protagonistas
en programas y redes internacionales de formación e investigación. En este marco pueden inscri-
birse los citados estudios de O’Donnell sobre la relación entre modernización y autoritarismo o los
de José Nun sobre la marginalidad (1969), que dieron lugar a una conocida polémica con Fernan-
do Henrique Cardoso3. Contemporáneamente, los intelectuales asociados con la revista Pasado &
Presente4, más vinculados con los ámbitos de reflexión cercanos a las organizaciones políticas,
difundían una influyente interpretación de las lealtades políticas de las clases populares latinoame-
ricanas inspirada en la obra de Antonio Gramsci. Las importantes contribuciones de este período
coexistieron con la pérdida de confianza en la investigación científica como vía de acceso al
1
El primero se había fundado a fines de la década de 1950 en la Universidad de Cuyo.
2
Entre estos centros cabe destacar al Instituto Torcuato Di Tella (1958) y la Fundación Bariloche (1963).
3
Recogida en José Nun (2001).
4
Entre ellos José Aricó y Juan Carlos Portantiero.
78
LA CIENCIA POLÍTICA EN ARGENTINA: EL CAMINO DE LA INSTITUCIONALIZACIÓN DENTRO Y FUERA DE LAS AULAS UNIVERSITARIAS

entendimiento de la política, el casi unánime desinterés o lisa y llana oposición a la democracia


como régimen de gobierno, la destrucción de los ámbitos públicos de investigación y el aislamien-
to de los privados, víctimas de la falta de apoyo oficial y la censura5.

Tras el golpe de 1976, los funcionarios de la dictadura dispusieron el cierre de muchas carreras
de ciencias sociales y la persecución de investigadores y docentes universitarios. Con un nuevo
éxodo, la actividad se paralizó casi por completo. Como en muchos otros países latinoamerica-
nos, se refugió en unos pocos centros de investigación (casi todos localizados en la Ciudad de
Buenos Aires)6. A pesar de la amenaza represiva, durante la segunda mitad de los 70 en estos
centros de investigación germinó la revalorización de la democracia como régimen y el interés en
el Estado como organización que impulsaría el renacimiento de la disciplina a partir de 1984
(Oszlak y O’Donnell, 1976; Oszlak, 1978; O’Donnell, 1977, 1978). Los estudios más influyentes
elaborados en esta línea formaron parte de proyectos comparativos internacionales entre los que
se destaca el de transiciones desde gobiernos autoritarios, liderado por O’Donnell, Philippe Schmitter
y Lawrence Whitehead (1988).

La reinauguración democrática en 1983 estimuló el interés en la práctica y el análisis de la políti-


ca. Las políticas universitarias del nuevo gobierno facilitaron el acceso a los estudios superiores,
promovieron el regreso de los científicos exiliados y restituyeron la autonomía que las universida-
des públicas habían perdido en 1966. En esta etapa comenzaron a abrirse nuevas carreras de
Ciencia Política, entre ellas la de la Universidad de Buenos Aires. La investigación, no obstante,
siguió concentrada en los centros privados y se ocupó principalmente de analizar la democratiza-
ción argentina (Cavarozzi, 1983; De Riz, 1987; Nun y Portantiero, 1987; Oszlak, 1984) con espe-
cial atención a las relaciones entre políticos y militares (Acuña y Smulovitz, 1991; López, 1994); la
reconfiguración de los actores sociales (Dos Santos, 1985), los partidos políticos y el sistema
partidario luego del período dictatorial (De Riz, 1986; Grossi y Gritti, 1989; Smulovitz, 1986); y las
transformaciones en el discurso y la cultura política (De Ipola, 1983; Landi, 1985). Un marco
político más propicio favoreció otros importantes esfuerzos de consolidación profesional, como la
fundación de la Sociedad Argentina de Análisis Político (1982) y la realización del Congreso de la
International Political Science Association en 1991 en Buenos Aires.

La continuidad constitucional y la recuperación de la autonomía universitaria alentaron el creci-


miento y la diversificación de la educación superior y la producción de conocimiento. La investiga-
ción retornó paulatinamente al ámbito universitario, aunque, dadas las restricciones fiscales cada
vez más fuertes y la ausencia de inversión privada, con menos ímpetu que en el período
modernizador fundacional. Las instituciones, las organizaciones (Del Campo, 1983; Torre, 1988)
y las identidades políticas (Aboy Carlés, 2001; Rinesi, 1993) continuaron concitando el interés de
los sociólogos. A ellos se sumaron, con creciente intensidad desde finales de la década del ’80,
las historiadoras y los historiadores que, abandonando parcialmente el interés en la historia social
dominante en períodos anteriores y explorando la senda abierta por Natalio Botana (1977; 1984)
en el estudio de las instituciones y las ideas políticas, produjeron novedosas reconstrucciones de
5
Podría decirse que la dispersión de la producción y reproducción académica que se dio en los centros de investigación
son el contra ejemplo del proceso de unificación (teórica, metodológica y organizativa) que se produjo en Estados
Unidos a causa de la revolución conductista.
6
Además de en los mencionados anteriormente, la investigación política encontraría un espacio especialmente fértil en el
Centro de Estudios de Estado y Sociedad, CEDES, desde 1975.
79
MARCELO LEIRAS, JUAN ABAL MEDINA, MARTÍN D’ALESSANDRO

las prácticas, las instituciones, las organizaciones y las ideas políticas durante los siglos XIX y XX
(Alonso, 2000; Botana y Gallo, 1997; Chiaramonte, 1997; Sábato, 1998; Zimmermann, 1995).

La agenda de investigación en ciencia política, por un lado, acompañó las prioridades de los
tomadores de decisiones y, por otro, analizó los problemas que empezaban a detectarse en el
funcionamiento de las instituciones de gobierno. A fines de los ’80, la preocupación por la conso-
lidación de la democracia y las aspiraciones reformistas del Presidente Alfonsín estimularon una
serie de estudios sobre la conveniencia y la posibilidad de reemplazar o moderar el régimen
presidencialista de gobierno (Consejo para la consolidación de la demoracia 1986; Nohlen y De
Riz, 1991). Los problemas de eficacia y eficiencia en el funcionamiento de las burocracias estata-
les dieron lugar a programas de investigación, de formación de postgrado y de capacitación
profesional de funcionarios en temas de administración y políticas públicas (Oszlak y otros, 2004).

La larga presidencia de Carlos Menem, sus políticas y su estilo de gestión motivaron el desarrollo
de la más amplia y nutrida agenda de trabajo que la ciencia política haya producido en Argentina
hasta el momento. El sorpresivo giro programático de un partido de base popular indicaba que la
estructura de mediaciones entre Estado y sociedad se estaba transformando (Acuña, 1995;
Cavarozzi, 2000; García Delgado, 1998). Las tendencias delegativas y la debilidad de los contro-
les horizontales que O’Donnell reconoció en las democracias latinoamericanas (1992; 1998),
preocuparon también a los investigadores en Argentina, que analizaron la relación entre el Presi-
dente y el Congreso (Ferreira Rubio y Goretti, 1996; Molinelli, 1991; Novaro, 2001), la
personalización de la toma de decisiones (Novaro, 1994; Sidicaro y Mayer, 1995) y las nuevas
formas del populismo manifestadas en el menemismo como estilo político y fenómeno identitario
(Delamata, 2001; Mackinnon y Petrone, 1999). La relación entre partidos, organizaciones, pode-
res y niveles de gobierno en las políticas de reforma estructural fueron objeto de otro fuerte
programa de trabajo (Acuña y Smith, 1996; Etchemendy y Palermo, 1998; Gibson y Calvo, 1999;
Gerchunoff y Torre, 1996; Iazetta, 1997; Palermo y Novaro, 1996; Smith, Acuña y Gamarra,
1994; Torre, 1997). Los logros, las contradicciones y los fracasos de estas políticas llamaron la
atención sobre la influencia de los gobiernos y los actores políticos provinciales en la toma de
decisiones y la formación de mayorías en la escala nacional. El análisis de la estructura fiscal
federal y las diferencias interprovinciales en el comportamiento electoral y la conformación de los
sistemas de partidos son los signos de esta influencia que motivaron la mayor cantidad y los más
influyentes estudios (Calvo y Abal Medina, 2002). El interés en los resultados de los procesos de
privatización y descentralización de los servicios públicos y las condiciones de producción de las
políticas sociales son otros programas de trabajo cuya génesis puede asociarse con la implemen-
tación de las políticas de reforma (Repetto, 2001; Faletti, 2001).

La crisis de sucesión presidencial de diciembre de 2001 exhibió, de modo particularmente cruel,


los problemas de gobernabilidad y representación que aún afectan al sistema político argentino. El
análisis de estos problemas ha motivado elaboraciones teóricas (Abal Medina, 2004; Dos Santos,
1992; Novaro, 2000), exploraciones de sus manifestaciones electorales (Cheresky y Blanquer,
2003; Escolar, Calvo y otros, 2002; Torre, 2003), y discusiones sobre su impacto en el sistema
de partidos (Abal Medina y Suárez Cao, 2002) en las organizaciones partidarias (Mustapic, 2002;
Leiras, 2004) y en las formas de la protesta social (Schuster, 2002). Estudios sobre la creciente
intervención de las organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación en la elabo-

80
LA CIENCIA POLÍTICA EN ARGENTINA: EL CAMINO DE LA INSTITUCIONALIZACIÓN DENTRO Y FUERA DE LAS AULAS UNIVERSITARIAS

ración de políticas y el control de la acción de gobierno completan de modo interesante el examen


de la evolución de las relaciones de representación (Smulovitz y Peruzzotti, 2002; González Bombal
y Villar, 2003).

Como puede observarse, la agenda temática de la ciencia política que se practica en Argentina es
similar a la de los centros universitarios de los Estados Unidos que incluyen a países latinoameri-
canos dentro de sus estudios comparativos. Las teorías y las técnicas dominantes en el currícu-
lum de ese país influyen en las investigaciones y la docencia locales. Esta influencia se manifiesta
en la creciente difusión del neo–institucionalismo de inspiración racionalista, los análisis basados
en las teorías de la elección pública, de la elección colectiva, de los juegos y las técnicas estadís-
ticas. En muchos casos, los estudios que usan estas herramientas son realizados por economis-
tas o por politólogos que colaboran con economistas (Tommasi y Saiegh, 1997; Acuña y Tommasi,
1999). En esta línea se inscribe una extensa y fructífera lista de trabajos sobre los sistemas
electorales, los mecanismos de selección de candidatos, el comportamiento de los legisladores y
la interacción estratégica entre los poderes de gobierno (De Luca et al., 2002; Jones et al., 2002;
Iaryczower et al., 2002).

Las instituciones en las que se enseña y produce la ciencia política en Argentina son plurales y
complejas. Ofrecen un panorama de “mesas separadas” como el que preocupaba a Almond (1999)
en los Estados Unidos. Pero se trata de mesas distintas7. Con los estudios más cercanos al main–
stream norteamericano coexiste un firme interés y una lectura informada de los autores clásicos
de la tradición política occidental (Borón, 2002). El interés por el canon suele estar asociado,
tanto entre los profesores como entre los alumnos, con el análisis de clásicos del siglo XX, espe-
cialmente Hannah Arendt (Hilb, 1994), Carl Schmitt (Dotti, 2000; Dotti y Pinto, 2002), Jürgen
Habermas, John Rawls y otros teóricos de la justicia (Gargarella, 1999) y, por supuesto, Max
Weber (Pinto, 1996). La influencia weberiana se manifiesta también en formas más tradicionales
de análisis institucional, que son tan frecuentes en los cursos como en las publicaciones y suelen
acompañar la cita de otros autores europeos como Norberto Bobbio y Giovanni Sartori. La teoría
política en clave post–estructuralista también aparece, aunque con peso mucho menor, del mismo
modo que los estudios de género, las teorías feministas y los debates asociados con el
multiculturalismo. En otra mesa, subsisten las referencias bibliográficas y los temas de los sesen-
tas y setentas: el estructural–funcionalismo, el análisis de sistemas eastoniano, los análisis clasis-
tas, los dependentistas y el estudio de las obras de Marx y Durkheim.

La pluralidad de sistemas de referencia refleja la trayectoria personal de quienes estudiamos


ciencia política en Argentina y las etapas de desarrollo de la disciplina en el país. La pluralidad del
mapa teórico y de los estilos de trabajo corresponde con la diversidad de los itinerarios de la
formación de posgrado (que se concentra en las instituciones argentinas, las norteamericanas,
las británicas y las francesas) y expresa nuestras competencias e incompetencias idiomáticas.
Las vacantes temáticas expresan también dificultades actitudinales y económicas para abandonar

7
Almond destacaba la ausencia de diálogo entre las escuelas teóricas y sub disciplinas que estructuran la producción de
la ciencia política en los Estados Unidos. Cada una de estas escuelas constituye, entonces, una “mesa” y, como ocurre
en las cenas muy numerosas, los comensales sólo conversan con quienes comparten la mesa e ignoran a quienes están
en mesas vecinas. Esta relativa incomunicación entre sub campos disciplinarios también se registra en Argentina.
Decimos que las “mesas” argentinas son distintas porque los criterios de división de los sub campos son distintos de los
que prevalecen en los Estados Unidos.

81
MARCELO LEIRAS, JUAN ABAL MEDINA, MARTÍN D’ALESSANDRO

cierta tendencia a la auto–referencia8. La sensibilidad a las agendas estatal y académica interna-


cional ha dificultado prestar debida atención al análisis de las raíces políticas de problemas nacio-
nales graves como la desigualdad, el desempleo, la pobreza y la inseguridad ciudadana9.

Destacamos algunas conclusiones de este breve repaso. El análisis político realizado en ámbitos
académicos ha sido vulnerable a los frecuentes cambios de régimen político que experimentó el
país. Los períodos más productivos coinciden con la estabilidad constitucional y la vigencia del
pluralismo. Cuando las circunstancias políticas y económicas lo permitieron, el estudio científico
de la política encontró en las universidades su sede principal. La multiplicidad de paradigmas,
estilos y programas de trabajo característica de la disciplina en todos los países se reproduce en
Argentina a partir de la pluralidad de trayectorias educativas y vínculos institucionales de los
docentes e investigadores universitarios. Las agendas temáticas son sensibles a la evolución de
las agendas de gobierno y a las prioridades de las redes regionales de investigación (frecuente-
mente centradas en y estructuradas desde los Estados Unidos)10. Veremos en el siguiente aparta-
do que nunca en Argentina tanta gente enseñó, investigó y publicó en ciencia política como ahora.
Sin embargo, su desarrollo profesional e influencia social marchan más lentamente.

III. LA CIENCIA POLÍTICA Y LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA EN ARGENTINA: DATOS SO-


BRE SU DESARROLLO RECIENTE

Existen en Argentina 33 programas de grado (Licenciaturas) y 42 programas de postgrado (15


doctorados y 27 maestrías) en ciencia política11. Como indicamos, la autonomización de la disci-
plina como campo de formación es muy reciente. El promedio de edad de las Licenciaturas es de
12 años y se reduce a 6 para las otorgadas por universidades de gestión pública12. La edad
promedio de los programas de postgrado es un poco mayor (14 años), pero 17 de los 27 progra-
mas sobre los que obtuvimos datos comenzaron sus actividades en 1990 o después. A diferencia
de lo que ocurrió con otras ciencias sociales, el primer impulso para la autonomía académica de
la disciplina lo dieron las universidades de gestión privada y las universidades (públicas y privadas)
del interior del país. En los últimos años, el crecimiento de los programas de grado y postgrado
estuvo impulsado por las universidades públicas, en especial las localizadas en el conurbano de
Buenos Aires13. Algunas universidades privadas de fundación reciente14 incluyeron a la ciencia
política dentro de su relativamente selecta oferta de programas de estudio. La formación en
8
El conocimiento y la investigación acerca de fenómenos y sistemas políticos extra–nacionales es pobre. Los países
latinoamericanos mejor conocidos son algunos de los más cercanos (Brasil, Chile, Uruguay, pero no Bolivia ni Paraguay).
La política norteamericana y europea tienen una presencia alarmantemente menor que su influencia global. El conocimien-
to sobre África y Asia, incluyendo a los grandes jugadores como Rusia, China y la India, es prácticamente inexistente.
9
Estudios como el de Strasser (2004), la compilación de O’Donnel, Iazzetta y Vargas Cullel (2003) y Nun (2002) consti-
tuyen más bien excepciones frente a una marcada reticencia o dificultad para retornar sobre el problema de las condi-
ciones sociales de la democracia.
10
Las prioridades de las agencias que financian la investigación y las de los organismos multilaterales de crédito, a su vez,
ejercen fuerte influencia en la determinación de las prioridades del Estado y de las redes internacionales de investigación.
11
Esta cuenta no incluye a los programas de relaciones internacionales que, en la mayoría de las casas de estudio, están
separados de los de ciencia política.
12
Los promedios corresponden a los 28 programas sobre los que tenemos datos.
13
El promedio de antigüedad de los programas de grado dictados en la Ciudad de Buenos Aires es de 16 años, el de los
dictados en las ciudades del conurbano bonaerense, 8 años, y el de los dictados en el interior del país, 11 años.
14
Como la Universidad de San Andrés y la Universidad Torcuato Di Tella.
82
LA CIENCIA POLÍTICA EN ARGENTINA: EL CAMINO DE LA INSTITUCIONALIZACIÓN DENTRO Y FUERA DE LAS AULAS UNIVERSITARIAS

ciencia política es una carta que las autoridades de las universidades jóvenes toman en cuenta y
juegan en su intento de distinguir su oferta de las casas de estudios más tradicionales. En el
campo académico, la disciplina es visible y valorada positivamente.

La demanda de formación en ciencia política acompaña al crecimiento de la oferta. En los últimos


seis años el número de alumnos de ciencia política y relaciones internacionales creció a un ritmo
más rápido que la matrícula universitaria. Consecuentemente, la incidencia de los alumnos de
estas carreras sobre el total pasó de 0,8% a 1%15. Como sugiere la Tabla 1, los nuevos programas
en las universidades públicas impulsan el crecimiento de la matrícula. El porcentaje de alumnos
que estudian estas disciplinas en universidades nacionales pasó de 67 a 76%, reduciendo la
relativa sobre–representación de la oferta privada que se registraba desde el origen.

TABLA 1: Evolución de la matrícula universitaria en ciencia política y relaciones internacionales


según tipo de universidad

1998 1999 2000 2001 2002 2003


ALUMNOS DE UNIVERSIDADES DE
GESTIÓN PÚBLICA
Alumnos de C. Política y RRII 5795 7158 8542 9354 10536 11759
Alumnos de C. Política y RRII /
Alumnos de Universidades de
Gestión Pública 0,6% 0,7% 0,7% 0,8% 0,8% 0,9%

ALUMNOS DE UNIVERSIDADES DE
GESTIÓN PRIVADA
Alumnos de C. Política y RRII 2834 2896 3056 3219 3320 3698
Alumnos de C. Política y RRII /
Alumnos de Universidades
Gestión Privada 1,8% 1,6% 1,5% 1,6% 1,6% 1,7%

TOTAL ALUMNOS DE C. 8629 10054 11598 12573 13856 15457


POLÍTICA Y RRII
TOTAL ALUMNOS UNIVERSITARIOS 1.090.516 1.243.368 1.341.757 1.413.929 1.460.120 1.493.556
Alumnos de C. Política y RRII
Gestión Pública /
Total Alumnos C. Política y RRII 67,2% 71,2% 73,7% 74,4% 76,0% 76,1%
Alumnos Gestión Pública /
Total Alumnos Universitarios 85,2% 85,2% 85,0% 85,6% 86,2% 85,6%
Fuente: Elaboración propia con base en datos de la Secretaría de Políticas Universitarias, Ministerio de Educación de la Nación.

15
Puesto que contamos con datos agrupados no podemos determinar cuánto de este crecimiento obedece a los progra-
mas de ciencia política o a los de relaciones internacionales.

83
MARCELO LEIRAS, JUAN ABAL MEDINA, MARTÍN D’ALESSANDRO

A juzgar por la Tabla 2, el interés en estas disciplinas persiste en el tiempo un poco menos que
otras vocaciones. En 2002, los estudiantes en ciencia política y relaciones internacionales repre-
sentaban el 0,9% del total y los egresados que obtuvieron estos títulos el 0,7%. La caída de estas
disciplinas en el total de diplomas de grado es más pronunciada entre quienes recibieron sus
títulos en universidades de gestión privada. Sugerimos una hipótesis de interpretación. La conso-
lidación de la ciencia política como programa de formación universitaria parece ir a un ritmo más
rápido que el de su consolidación como profesión. Esto explicaría que el porcentaje de egresados
caiga en las instituciones de gestión privada, cuyo alumnado es más sensible al valor de mercado
de los títulos, y en los años de profundización de la crisis económica, cuando aumenta el costo de
oportunidad de continuar estudios con inserción laboral más incierta. También es posible, y com-
patible con lo mencionado anteriormente, que el contenido de los programas de estudio decepcio-
ne a los alumnos una vez que ingresan a las carreras.

Tabla 2: Evolución de los egresados de programas de grado en ciencia política y relaciones


internacionales según tipo de universidad

1997 1998 1999 2000 2001 2002


EGRESADOS DE UNIVERSIDADES DE
GESTIÓN PÚBLICA
Egresados de C. Política y RRII 127 126 173 251 289 308
Egresados de C. Política y RRII /
Egresados de Universidades de
Gestión Pública 0,4% 0,3% 0,4% 0,5% 0,6% 0,5%

EGRESADOS DE UNIVERSIDADES DE
GESTIÓN PRIVADA
Egresados de C. Política y RRII 263 332 303 258 237 203
Egresados de C. Política y RRII /
Egresados de Universidades
Gestión Privada 2,4% 2,4% 2,0% 1,6% 1,5% 1,1%

TOTAL EGRESADOS DE 390 458 476 509 526 511


C. POLÍTICA Y RRII
TOTAL EGRESADOS UNIVERSITARIOS 45.642 50.140 55.174 62.830 64.619 74.798

Egresados de C. Política y RRII


Gestión Pública / Total Egresados
C. Política y RRII 32,6% 27,5% 36,3% 49,3% 54,9% 60,3%
Egresados Gestión Pública /
Total Egresados Universitarios 75,6% 72,4% 72,0% 74,3% 74,8% 75,5%

Fuente: Elaboración propia con base en datos de la Secretaría de Políticas Universitarias, Ministerio de Educación de la Nación.

84
LA CIENCIA POLÍTICA EN ARGENTINA: EL CAMINO DE LA INSTITUCIONALIZACIÓN DENTRO Y FUERA DE LAS AULAS UNIVERSITARIAS

Junto con la multiplicación de espacios en los que se enseña ciencia política surgieron nuevas
oportunidades de publicación académica. En un relevamiento informal hemos contado 11 revistas
con revisión de pares vigentes en las que se publican textos de la disciplina. Seis de ellas publican
fundamentalmente artículos politológicos16. Diez de las 11 publicaciones relevadas comenzaron a
aparecer después de 1990, confirmando el movimiento de fortalecimiento institucional de los
últimos años. Debe notarse, sin embargo, que la autonomía académica de la disciplina es aún
incompleta. Puesto que el número de puestos en los programas de ciencia política es mucho más
grande que el que puede cubrirse con los profesionales formados en la generación anterior y el
número de programas crece, la mayoría de los profesores universitarios provienen de otros cam-
pos17. La auto–reproducción de los planteles profesionales es una tarea para la próxima genera-
ción de politólogos.

IV. EL LUGAR SOCIAL DE LA CIENCIA POLÍTICA: BALANCE Y PERSPECTIVAS

El aumento en el número de estudiantes y de textos circulando en la comunidad de colegas es


todavía insuficiente para delimitar claramente un área de incumbencia profesional.

Esta insuficiencia obedece, en parte, a una divergencia, en camino de resolverse, entre las inclina-
ciones vocacionales y los itinerarios laborales de quienes estudiaron en universidades de gestión
estatal y quienes lo hicieron en las de gestión privada. Los segundos consiguen una rápida incor-
poración al ámbito laboral, principalmente en puestos con un perfil empresarial. Por ejemplo: en
consultoras políticas, en las áreas de relaciones institucionales de las empresas o en medios de
comunicación. Les insume un mayor esfuerzo ingresar al ámbito académico, especialmente en las
universidades nacionales o en proyectos de organismos estatales como el CONICET. El primer
contacto con el mundo laboral para los egresados de las universidades de gestión estatal suele
ser la docencia o la investigación ad honorem. Esta experiencia académica facilita el acceso a las
becas y subsidios ofrecidos por los organismos estatales, las fundaciones y las universidades
nacionales y extranjeras. El fuerte compromiso académico de universidades de gestión privada
como la de San Andrés y la Torcuato Di Tella y el trabajo para facilitar la inserción ocupacional de
sus egresados de algunas universidades públicas más jóvenes (como las de General San Martín,
General Sarmiento y Lanús) muestran un camino de superación de esta divergencia.

Los principales empleadores de politólogos y politólogas en puestos que requieren saber ciencia
política se concentran en actividades sin fines de lucro: el gobierno nacional, los provinciales y los
locales; los organismos internacionales, las organizaciones de la sociedad civil y las universida-
des. En el sector privado, los principales demandantes son los estudios de opinión pública y

16
Estas son: Revista Argentina de Ciencia Política, Revista de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP), PostData,
Política y Gestión (Universidad de San Martín), El Debate Político (Universidad de San Andrés, Universidad Di Tella,
FLACSO y IUPERJ) y Deus Mortalis (esta última publica textos de filosofía política). Aparecen textos de ciencia política en
Desarrollo Económico (IDES), Estudios Sociales (Universidad del Litoral), Revista de Ciencias Sociales (Universidad de
Quilmes), Sociedad (Facultad de Ciencias Sociales de la UBA) y Prismas (Universidad de Quilmes).
17
Como ejemplos de ello podemos mencionar que de los 35 profesores titulares que tiene la carrera de ciencia política en
la UBA (la más numerosa del país) solo 8 son polítólogos, es decir el 22,86%. En el mismo sentido la materia Ciencia
Política en el Ciclo Inicial (CBC) de la Universidad de Buenos Aires no tiene ni un solo politólogo sobre un total de 8
cátedras. Cabe destacar que por esta asignatura pasan anualmente cerca de 10.000 estudiantes, constituyéndose, sin
dudas, en el espacio académico cuantitativamente más relevante para difundir las particularidades de la disciplina.

85
MARCELO LEIRAS, JUAN ABAL MEDINA, MARTÍN D’ALESSANDRO

marketing político. Las tareas predominantes para las que se requiere a los colegas son el análisis
especializado de información (en forma de investigación, consultoría o asesoría); la capacitación y
la docencia (en variadas modalidades) y la gestión.

Varios de estos sectores están creciendo. La demanda de profesionales para la gestión pública en
todos los niveles de gobierno aumenta, aunque a menudo el acceso a esos puestos está sujeto a
restricciones “informales” como la identidad partidaria. Los procesos de reforma institucional,
frecuentes en las provincias y siempre presentes en la discusión pública nacional, reclaman trata-
mientos politológicos. Las organizaciones de la sociedad civil aumentan en número y tamaño y, de
manera creciente, orientan su actividad a la incidencia sobre las políticas públicas. Las universida-
des, hemos mostrado, multiplican su oferta de formación en ciencia política. Los organismos
internacionales contratan servicios de consultoría o emplean de modo permanente a profesiona-
les locales. La frecuencia de las campañas y la mediatización de la política ofrecen múltiples
oportunidades para los análisis de opinión pública.

Sin embargo, la inserción profesional en puestos para los que la ciencia política es una competencia
relevante continúa siendo muy dificultosa para la mayoría de los jóvenes egresados. Esta dificultad
obedece a varias razones. En primer lugar, puesto que la demanda de empleo se concentra en
organizaciones que no persiguen fin de lucro, la actividad es muy sensible a las oscilaciones en el
financiamiento. En segundo lugar, las políticas de contratación no son claras: en el Estado, porque la
profesionalización de la gestión pública es incompleta; en las organizaciones de la sociedad civil,
porque suelen ser pequeñas, financieramente vulnerables y están ellas mismas en proceso de madu-
ración. En tercer lugar, porque la inversión en educación superior es muy baja y el financiamiento del
sistema de investigación pobre, lo cual hace que rara vez los numerosos puestos universitarios
puedan constituirse en única fuente de ingresos. Finalmente, porque muchas veces los empleadores
desconocen cuáles son los saberes específicos de las politólogas y los politólogos.

El desconocimiento público sobre el quehacer propio de la ciencia política es mayoritario. Nueva-


mente, es necesario considerar más que un factor para comprenderlo. El primero, y probablemen-
te el más relevante, es la juventud de la disciplina. Emitir un juicio profesionalmente fundado y
creíblemente imparcial sobre temas políticos es, siempre y en todo lugar, una tarea difícil. La
dificultad se multiplica cuando el juicio se apoya en un modo de pensar y argumentar que, en
relación con disciplinas más tradicionales como la historia, el derecho o la economía, suena exó-
tico. Quien alguna vez haya tratado de explicar en público por qué los distritos uninominales
tienden a reducir el número efectivo de partidos políticos habrá experimentado esta dificultad. Los
auditorios de los argumentos nuevos necesitan siempre de un tiempo de adaptación. En segundo
lugar, la actividad partidaria es mirada con recelo en muchos países, dentro y fuera de América
Latina. El recelo es especialmente marcado en la Argentina actual. La ciencia política tiende a ser
asociada, a veces, con la actividad partidaria y a ser imaginada, entonces, como “ciencia para
ganar elecciones”. Otras veces se la concibe como “ciencia para gobernar bien”, inspirando de
este modo a quienes preferirían una tecnocracia benévola a estas democracias. Dado que el
conocimiento general sobre la disciplina es bajo (los textos de ciencia política no forman parte del
currículum de la educación primaria o secundaria) aún no es posible despejar estos equívocos.
Finalmente, también es cierto que el conocimiento disponible en ciencia política acerca de las
áreas que más preocupan a la ciudadanía argentina hoy (el desempleo, la desigualdad, la insegu-

86
LA CIENCIA POLÍTICA EN ARGENTINA: EL CAMINO DE LA INSTITUCIONALIZACIÓN DENTRO Y FUERA DE LAS AULAS UNIVERSITARIAS

ridad pública) no es muy firme. Nuestras herramientas conceptuales más poderosas sirven, sobre
todo, para el análisis institucional. El público suele estar más preocupado por los resultados y las
jugadas que por conocer las reglas del juego. Las reglas restringen las jugadas y resultados
posibles, pero esto sólo es perceptible para quien ya conoce las reglas y los modos de inferir
jugadas y resultados a partir de ellas.

Estos argumentos deben interpretarse como una descripción de las dificultades que enfrenta una
disciplina en crecimiento más que como el diagnóstico de un saber en declinación. La consolida-
ción de la ciencia política como programa de estudios debería exhibir sus frutos en poco tiempo.
Decenas de miembros de la “segunda” generación de científicos políticos argentinos, formados
durante los primeros años de universidad democrática, han sido admitidos en los más competiti-
vos programas de postgrado en el exterior, lo cual verifica la validez internacional de los estándares
de estudio locales. Algunos de ellos trabajan en departamentos de ciencia política de primer nivel
y publican en las más exigentes revistas y editoriales. Otros regresaron y realizan actividades de
docencia e investigación tanto en universidades metropolitanas como en las del interior del país.
Los congresos de la Sociedad Argentina de Análisis Político se reúnen con regularidad y convocan
presentaciones de docentes y alumnos de todos los programas existentes en Argentina. La opi-
nión de los científicos políticos ha sido muy influyente en los numerosos debates acerca de la
reforma política, tiene creciente presencia en las intervenciones públicas de las organizaciones de
la sociedad civil y dispone de un lugar en los medios gráficos. La regularización del financiamiento
de la investigación, la institucionalización de los caminos profesionales existentes y el abordaje de
los temas de preocupación ciudadana más urgente son los desafíos que el abordaje científico de
la política debe enfrentar para apuntalar y expandir el lugar social que ha tallado en su corta
trayectoria argentina.

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Marcelo Leiras es Licenciado en Sociología (UBA, 1992) y Candidato a Doctor en Ciencia Política (Department of Political
Science, University of Notre Dame, 1998). Ha concentrado sus actividades de investigación en el análisis comparado de las
instituciones de gobierno democráticas y en las teorías sobre la génesis y los efectos de las instituciones. Se ha desempeña-
do como consultor del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Unicef, OIT y la Fundación Ford. Sus publicaciones
más recientes incluyen, “¿De qué hablamos cuando hablamos de instituciones informales”, en Estudios de Política Comparada,
editado por Arturo Fernández (2004, Rosario: Universidad Nacional de Rosario), y “Organización partidaria y democracia: tres
tesis de los estudios comparativos y su aplicación a los partidos en Argentina”, en Revista SAAP 1 (3) (2004).
(E–mail: mleiras@udesa.edu.ar )

Juan Abal Medina (h.) es Doctor en Ciencia Política (FLACSO–México). Fue investigador Visitante de la Universidad de
Georgetown. Profesor en las universidades de Buenos Aires, San Andrés y San Martín e investigador del CONICET. Es autor de
numerosos libros y artículos en revistas especializadas sobre las instituciones políticas. Actualmente se desempeña como
Coordinador del Plan Estratégico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
(E–mail: juanabal@uolsinectis.com.ar )

Martín D’Alessandro es politólogo de la Universidad de Buenos Aires, UBA; Magíster en Ciencias Sociales, UBA; y Doctoran-
do UBA. Actualmente se desempeña como profesor de Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires, Universidad de San
Andrés y Universidad de San Martín.
(E–mail: mdalessandro@ciudad.com.ar)

91
Capitulo 1
La reorganizaci6n de las instituciones pollticas

Los paises de America Latina, como la Argentina, que iniciaron en la decada


de los ochenta procesos de transici6n, se enfrentaron en un aprendizaje carga-
do de incertidumbres con la compleja tarea de reconstruir un orden demo-
witico que debia establecer un sistema de previsibilidad. En el caso argentino,
como en otros, el desafio fue doble. A nivel politico suponia luchar contra los
restos de un autoritarismo debilitado, pero vigente. Se cargaba con la obliga-
ci6n de modificar las deslealtades al sistema democratico tanto en la vida civil
como en la militar para asegurar la existencia de un nuevo orden institucio-
nal. Ello implicaba la recuperaci6n de la politica de la posesi6n forzada de los
militares y la recomposici6n de un espacio publico liberal como lugar de apari-
ci6n de los sujetos de la democracia. A nive! econ6mico consistia en hallar un
mode!o de crecimiento que Ie permitiese salir con exito de la crisis, en e!
contexto de condiciones cambiantes a nive! mundial, y con la limitaci6n im-
puesta por una voluminosa deuda externa.
£1 derrumbe de la dictadura militar de 1976 permiti6 a la sociedad
argentina ingresar en un nuevo periodo democratico con un horizonte de
esperanza que la moviliz6 tras la prosecuci6n de dos gran des objetivos: la
renovaci6n deLsistema politico y la reorganizaci6n de Laeconomia. Mas tarde,
esta ultima demanda aparecera re!acionada con la estabilidad de la mone-
da. El triunfo de la transici6n democratica, tanto en su faz politica como en
la econ6mica, iba a depender en gran medida de la interacci6n de ambos
procesos. A partir de entonces una demanda de orden -politico yecon6mi-
co- se instal6 con intensidad en una sociedad que deseaba organizar su
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capacidad de convivencia, luego de tantos anos de retrocesos y frustracio- yoritarios, Italo Luder y Deolindo Bittel (proclamada eI 6 de septiembre),
nes. Los ciudadanos cifraron sus esperanzas de cambio en eI resultado de por eI justicialismo, y Raul Nfonsfn y Victor Mardnez (proclamada eI 30
ese doble juego de reclamoso Los gobernantes y dirigentes comprendieron de julio), por eI radicalismo, se lanzaba la dura competencia por eI poder,
tardfamente que ellogro de la transicion democratica iba a depender de la luego de siete anos de gobierno militar.
interrelacion de un proceso de reforma politica y de reforma economica. El discurso etico-polftico que acompano a Nfonsin durante la campana
Esta incomprension impidio que se enfrentara desde el comienzo con la electoral estuvo basado en dos ejes centrales: la Constituci6n Nacional y los
doble tarea de reinstalar la democracia y reorganizar la economfa. Era la otra derechos humanos. La democracia de 1983 encontro, entonces, dos principios
cara del desconocimiento de las profundas transformaciones operadas en eI fundantes: el Preambulo de la Constitucion, que recitaba el candidato radical
capitalismo mundial a fines de la decada del setenta. ante miles de ciudadanos, y la promesa de juzgar la violacion de los derechos
En julio de 1983 eI gobierno de Reynaldo Bignone dio a conoc;er el humanos. Se abria otra perspectiva en la sociedad: los crimenes cometidos
texto de la ley que convocaba a elecciones generales de autoridade~acio- acabarian recibiendo castigo. Esta definicion condiciono mas tarde al gobier-
nales, provinciales y municipales, a realizarse el 30 de octubre. Al mismo no radical cuando hallo dificultades para llevar adelante su promesa electoral.
tiempo que se abrian las puertas a la campana electoral, la esperanza de los Nfonsfn habia comprendido, mejor que los politicos peronistas, que los ter-
argentinos se acercaba a sus horas decisivas. La convivencia organizada bajo minos de la "contradiccion principal" en la Argentina de los anos ochenta no
eI imperio de la ley y la sucesion padfica del poder dejaba de ser una cons- eran "liberacion 0 dependencia" sino "democracia 0 dictadura". En buena
truccion simbolica y discursiva para alcanzar viso de realidad. medida la "propuesta politica" de la campana giro en torno a esos postulados:
Tres meses antes de este anuncio, cuando todavfa se discuda la fecha democracia, Estado de derecho, justicia, derechos humanos2.
delllamado a elecciones en un agitado clima antidictatorial, Raul Alfonsfn Nfonsfn cometio el error conceptual de identificar durante su campa- \
denunciola existencia de un pacta militar-sindical, entre un sector del Ejer- na a la democracia con bienestar economico, confusion que puede generar
cito y un sector del peronismo, enrolado en las 62 Organizaciones Sindica- una falsa creencia entre los ciudadanos, pensar que una vez instaladas !as
les, que conmovio la estructura del Ejercito y repercutio fuertemente en el instituciones democraticas la prosperidad economica es una consecuencia
Partido Justicialista y en la Multipartidaria. Entre los nombres que surgie- inmediata. Estas fueron las expectativas que se crearon en los pafses del Este
ron de la den uncia figuraban los generales Cristino Nicolaides, Jorge Suarez despues de 19893. Los inconvenientes de identificar democracia con pros-
Nelson, Juan Carlos Trimarco, y los sindicalistas Lorenzo Miguel, Diego peridad economica quedan demostrados ante la decepcion polftica que pro-
Ibanez, Herminio Iglesias y Rogelio Papagnol. A pesar de los desmentidos voca entre los ciudadanos la frustracion de sus esperanzas. Ngo similar podria
de los seetores involucrados, la den uncia del acuerdo corporativo dej6 un haber ocurrido en la Argentina. Aunque comprensible por el momenta en
saldo polftico favorable al precandidato radical. Con esta estrategia, Alfonsin que se vivia, a la salida de la dictadura militar, no fueron afortunados algu-
quebro la connivencia entre un segmento del Ejercito y una franja del sin- nos conceptos de Raul Nfonsfn cuando, luego de recitar el Preambulo,
dicalismo, apoyandose en los reparos a un acuerdo militar-sindical que ma- asegura ba que "con 1a d'emocraCla se come, se ed uca, y se curao.. "4 . Para no
nifestaron la Fuerza Aerea, la Armada y un sector del Ejercito. Asimismo, la cargar con valores sustantivos a la definicion de democracia (que despues
denu~cia fue bien recibida por la amplia mayoria de la sociedad que era no se pueden cumplir), hubiera sido mas conveniente aludir al Gobierno y
procl.lv.ea rechazar un esquema corporativo que pudiera conspirar contra la no al sistema democratico y decir: "con mi gobierno democrdtico se va a
tranSlClon democratica. comer, educar y cura!'. Estas reservas conceptuales tienen una finalidad muy
Restablecida la dirigencia polftica, a traves de las elecciones internas de concreta: procurar que la democracia cumpla con 10 que promete. Se bus-
cadao partido ' con'lenzo a recorrerse e 1tramo unal
C'. • .,
de la norma1JzaClon IllStl-
0 0

ca, as!, que la perdida de apoyo de un Gobierno no erosione la legitimidad


tuclOnal . Con !as fi'ormu 1as presl°d'al
enCl es constituidas en los partidos ma- del metodo democratico de seleccion de la autoridad publica.
En el marco de un proceso de transicion incierto, se realizaron las de afrontar las reformas economicas se fueron descubriendo los desafios de
elecciones libres, plurales y competitivas de ocrubre de 1983. Los rumo- la nueva democracia.
res de desestabilizacion, las acciones de los seerores golpistas y las disiden-
cias en el frente militar crearon un clima de inseguridad. La Junta Militar
6
levanto el Estado de sitio para la celebracion de las "elecciones fun dacio- La democracia como ilusi6n
nales"5, que planteaban la posibilidad de una vHelta de pagina en la acci-
dentada hisroria politica argentina. Los militares se mostraron dispuesros EI triunfo electoral del radicalismo con la formula Alfonsin-Martinez, que
a ceder el ejercicio de un poder que no podian retener, pero intentaron, obtuvo casi el 52% de los votos?, dio co~ienzo a otra etapa en la historia
sin exito, concertar con las fuerzas civiles sobre dos temas cruciales: 1) la politica argentina y fue el inicio de un nuevo liderazgo social. EI presidente
no revision de 10 acruado en la lucha contra la subversion, y 2) la inser- Alfonsin asumio el 10 de diciembre de 1983 y convoco ala poblacion a una
cion de las Fuerzas Armadas en el fururo Gobierno constitucional. El concentracion en la Plaza de Mayo, pero, como interpreta Romero8, para
fracaso de esta concertaci6n impulso a la dieradura a sancionar el 23 de marcar las continuidades y las rupturas con la tradicion politica anterior, el
septiembre de 1983 la Ley de Autoamnistia, por la que se declaraban lugar de encuentro no fue la Casa Rosada con sus "balcones" sino el histo-
extinguidas las acciones penales emergentes de los delitos cometidos en la rico Cabildo del 25 de Mayo de 1810. Desde los balcones del Cabildo
lucha antisubversiva. deda Alfonsin:
EI regimen electoral que adopto la dictadura militar no impidio la
conformacion de un amplio abanico de agrupaciones partidarias yalianzas Una feliz circunstancia ha querido que este dia en que los argenti-
variadas, ni se proscribio la participacion de los partidos de izquierda. EI nos comenzamos esta etapa de 100 aDOSde libertad, de paz y de-
sistema de representacion proporcional D'Hont, con un umbral del 3% del mocracia sea el Dia de los Derechos Humanos. Y queremos, en
padron electoral para la obtencion de cargos (en las elecciones de 1973 fue consecuencia, comprometernos una vez mas: vamos a trabajar ca-
del 8%), favorecio la representacion de partidos menores. Sin embargo, el tegorica y decisivamente por la dignidad del hombre, al que sabe-
resultado de los comicios del 30 de ocrubre confirmo que el sistema de mos hay que dade libertad, pero tambien justicia, porque la defensa
partidos continuaba siendo desde la segunda mitad del siglo xx. el de un de los derechos humanos no se agota con la preservacion de la
"bipartidismo imperfecto", con la presencia de terceras fuerzas de cierta im- vida, sino que adem as tambien en el combate que estamos absolu-
portancia: el Partido Intransigente y la Union del Centro Democratico. Es tamente decididos a librar contra la miseria y la pobreza de nues-
decir, los cambios politicos iniciados con la transicion contaron entre sus tra sociedad [00.]9.
acto res principales alas fuerzas tradicionales.
El significado de las elecciones fundacionales es doble: por un lado, EI flamante lider de los argentinos supo sumar adhesiones, ya desde la cam-
clausuraron el regimen autoritario de 1976, dando origen a un nuevo ciclo pana electoral, sobre la base de un discurso etico-politico que oponia demo-
democratico y, por otro, quebraron la hegemonia electoral de cuatro deca- cracia a dictadura y justicia a impunidad frente a la violacion de los derechos
das del peronismo. De tal forma, el gobierno de Alfonsin emergi6 ante los humanos, pero en su mirada estos derechos no debian quedar restringidos a
ojos de la sociedad como la alternativa posible a un estado de retroceso y la preservacion de la vida y los extendia a los derechos sociales.
destruccion. EI radicalismo aparecio para la mayoria de los electores como En el mensaje a la Asamblea Legislativa, en donde a grandes rasgos se
el partido mas coherente y el mas competente para encontrar soluciones presento el programa de Gobierno, Alfonsin volvia sobre los valores de la
comunes satisfactorias a una de las crisis mas agudas de la Argentina con- democracia, la etica, la justicia y los derechos humanos, con la conviccion de
tempotanea. Entre la necesidad de consolidar las instituciones politicas y la que se abria un nuevo tiempo historico, que movilizaba a la sociedad. Nada
la epoca de la democracia como ilusion. Veinte anos despues la legitimidad esbozos de un proyecto modernizador y de un discurso cuyo perfil era mas
electoral se mantiene viva, pero las ilusiones se han desvanecido. Extraemos cercano ala socialdemocracia que aI populismo progresista.
ahora algunos parrafos mas ilustrativos del mensaje presidencial: ·Como construir una nueva democracia? Ese fue eI desafio historico
del g~bierno de Alfonsin. En las ultimas decadas la sociedad argentina ~a-
[ ... J hoy convocamos a los argentinos, no solamente en nombre de bia acumulado problemas tragicos y explosivos. Tenia ante si una tarea m-
la legitimidad de origen del Gobierno democratico, sino tambien conmensurable: por un lado, debia luchar, con eI apoyo de ciudadanos y
del senti mien to etico que sostiene a esa legitimidad. [... J partidos, contra los enemigos de la democracia y, por ot~o, debia sacar a ~a
[ ... J En la vida democratica, los ciudadanos tendran la tran- Argentina de su decadencia economica. 2Como desartlcular eI complejo
quilidad que necesitan. La democracia es previsible, y esa previsi- sistema de poder autoritario que los militares crearon durante siere afios?
bilidad indica la existencia de un orden mucho mas profundo que Una vez constituidas las instituciones politicas (parlamento, partidos, co-
aquel asentado sobre eI miedo 0 eI silencio de los ciudadanos. [... J micios) mediante las e1ecciones fundacionales habia que completar la tran-
Y hemos entendido que hay fuerzas poderosas que no quieren la sicion politica con la subordinacion del poder militar al poder civil. La
democracia en la Argentina. Sabemos que la reivindicacion del tarea exigfa como condicion fundamentalla entera transformacion de una
gobierno del pueblo, de los derechos del pueblo para e1egiry con- cultura autoritaria y la e1iminacion del rol politico de las Fuerzas Armadas
trolar eI Gobierno de acuerdo con los principios de la Constitu- en la vida nacional. El esfuerzo mayor estuvo centrado en esta empresa, que
cion, plantea una lucha por eI poder en la que no podemos ni aparecia como la condicion primera y absolutamente necesaria para la
debemos bajar los brazos, una lucha que vamos a dar y en la que sobrevivencia de la democracia.
vamos a triunfar. [... J En cuanto a la segunda tarea, eI gobierno radical debia hacer frente a
[ ... J Tenemos una meta: la vida, la justicia y la libertad para dos rasgos fundamentales que caracterizaron a la economia argentina du-
todos los que habitan este suelo. rante casi todo eI siglo XX: la decadencia economica y la inflacion 10. La
Tenemos un metodo: la democracia para la Argentina. Argentina fue uno de los paises del mundo con menor crecimiento y con
Tenemos un combate: vencer a quienes desde adentro 0 des- eI indice de inflacion mas alto de larga duracion, unicamente superado
de afuera quieren impedir esa democracia. por Brasil. Esta realidad creo un c1ima favorable para la inestabilidad, con
Tenemos una tarea: gobernar para todos los argentinos sacan- la carga de injusticia que trajo aparejada la desigual distribucion de la
do al pais de la crisis que nos agobia. [... J renta.

La fuerza principal del gobierno radical residia, en sus comienzos, en el


decidido apoyo de la ciudadania a la construccion de un orden democrati- La nueva vida poHtica: entre el parlamento y la participaci6n
co. Un movimiento que atravesaba los diversos seetores sociales, por enci-
ma de las diferencias politicas e ideologicas. La democracia como ilusion, Durante los primeros afios, eI gobierno de Alfonsin se encontro, por un
como posibilidad de "buen gobierno", se convertia en un valor de la vida lado, amenazado por eI persistente pasado autoritario y, por OtrO, se vio
colectiva y convocaba a una convivencia pacifica sujeta a normas previsi- animado por las demandas de participacion y por la imperiosa necesidad de
bles. Pero aunque habia logrado un triunfo plebiscitario en las urnas, Alfonsin consolidar la democracia. De tal manera, al asegurar los derechos civiles y
no, habia obtenido mayoria en la camara de senadores , solo controlaba la garantizar la libertad politica a traves de las instituciones publicas, se abrio
camara de",d"Iputa d os. A"Slmlsmo,
" a pesar de que su partido 10 acompafiaba un periodo de lucha -que no sera largo- por la ampliacion de la participa-
en la gestlOn de Gobierno, no habfa podido homogeneizarlo detras de los cion politica.
En efecto, la participacion mayoritaria de la ciudadania junto alas cian acomodar el pais a las nuevas condiciones del capitalismo mundial, la
decisiones del primer gobierno democratico fueron facto res determinantes oposicion politica y sindical peronista sale a combatir con dureza, con tra-
del acontecer politico de una sociedad que retomaba cuidadosamente sus bas parlamentarias y con la accion directa, los exitos iniciales y a frenar en
primeros pasos en la creacion de un nuevo orden: el juicio a las Juntas nombre de una perimida matriz de pensamiento las tactic as oficiales que
Militares; la labor de la CONADEP que fue sin duda el espacio de la socie- buscaban un rendimiento mas adecuado del Estado y la economia. Los
dad civilll; el tratado de paz con Chile sustentado por un plebiscito; la grandes empresarios, de incontenibles influencias en las instituciones poli-
implementacion de un programa economico heterodoxo conocido como ticas, olvidan sus compromisos al ver que la crisis economica iba devorando
Plan Austral que suscito inmediatamente un am plio apoyo de la sociedad; la administracion radical y que el Estado resultaba de mas en mas incapaz
el Congreso Pedagogico Nacional que promovio un debate horizontal en el de manejarla. En general ese "paso al costado" no fue interpretado como
sistema ed~cativo, con la participacion de diversos sectores, sobre la futura una reaccion natural y defensiva del capital frente a una caida que pareda
Ley de educacion; y la sociedad que se abroquela en las instituciones de la inevitable sino como una reacci6n consciente y contundente destinada a
democracia (con reuniones masivas en las plazas publicas de todo el pais en producir un "golpe economico" al final del mandato de Alfonsin.
defensa de la democracia) ante la rebeldia militar de 1987 y 1988. La sociedad, segllll nuestro relato, habia cifrado sus esperanzas de cam-
La politica participativa permanece en 10 fundamental, resumida en- bio en el resultado de un doble proceso de transicion. EI exito de la trans i-
tre 1984 y 1987, en aquellas formas y espacios que, como vias de delibe- cion, tanto en su esfera politica como economica, iba a depender (y eso 10
racion convencional y no convencional, despertaron esperanzas, pero que, sabriamos despues) de la interaccion de ambos procesos, pues -como escri-
entre otras cosas, por falta de continuidad y consistencia, resultaron fi- bia Porrantierol2- son las expectativas publicas las que fijan las agendas y
nalmente insuficientes a la hora de querer construir un modelo diferente sefialan las prioridades a los dirigentes politicos. En relacion con la transi-
de sociedad. Se podcia convenir, entonces, en que la democracia partici- cion politica, el gobierno de Alfonsin no pudo subordinar completamenre
pativa comienza a declinar su fortaleza a partir de las elecciones de sep- las Fuerzas Armadas a la democracia (un sector de elias, el denominado
tiembre de 1987 que causan una derrota electoral al partido gobernante, "carapintada", se resistia e irritaba frente a los requerimienros de sanea-
signa elocuente de un imparable deterioro politico, que va estrechando miento dirigidos desde el poder civil), mientras sus instituciones funda-
los margenes de accion del gobierno. La gravedad de la crisis, el poder de mentales -partidos y parlamento- funcionaban con normalidad. La
los centros financieros internacionales, y el peso de una sociedad alta- incertidumbre generada en el campo militar hizo mas dificilla transicion
mente corporativa, doblegan la voluntad politica del Gobierno, mientras economica, en un pais que requeria de reformas estructurales para mejorar
el sistema de partidos se r~siente y los ciudadanos pierden protagonismo las condiciones de vida de la poblacion. En este"'ultimo punto estaban tam-
y buscan desentenderse (en terminos relativos) de la politica. Simultanea- bien centradas las expectativas sociales. EI fracaso del Plan Austral, las dificul-
mente, las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, impulsadas por las tades para reformar el Estado, asi como tam bien la imposible reestructuracion
presiones de los rebeldes militares, que comprometen la continuidad de economica, clausuraron las posibilidades transformadoras del gobierno ra-
los juicios militares -limitando la accion de la justicia- corroen igual- dical y 10 dejaron practicamente inhabilitado para continuar en el ejercicio
mente la credibilidad presidencial, que ha vuelto con estas medidas sobre del poder. El corolario fue la crisis de gobernabilidad del primer Gobierno
sus propios pasos.
constitucional sin que haya entrado en crisis la legitimidad del sistema de-
Hasta el comienzo del Plan Austral en 1985, el gobierno radical no mocratico. \
habia llegado a percibir integramente la gravedad de la crisis argentina ni Los lugares clasicos de la politica, amplificados por la movilizacion de
los cambios de epoca que impactaban fuertemente sobre ella. Cuando se los ciudadanos y la participacion de algunos movimientos sociales en el
propone plasmar, con un programa heterodoxo, las reformas que permiti- primer tramo del proceso de transicion, fueron gradualmente erosion ados
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por la impactante realidad de una sociedad que no podia conocer por ente- La insubordinaci6n militar y 10s derechos humanos
ro el sentido de su ubicacion. El modelo de espacio publico participativo
entro en crisis. La disminucion del entusiasmo ciud<idano Ie quita central i- EI problema de la violacion de los derechos humanos en el Cono Sur (Chi-
dad a la participacion, mientras que la vida politica se atenua y los espacios le, Uruguay, Brasil y Argentina) planteo en el espacio de las nuevas demo-
institucionales muestran sus limites. La democracia como ifusi6n dejaba fu- cracias una pregunta decisiva sobre el legado del terror: la capacidad de
gar a fa democracia como procedimiento. La autoridad presidencial, que ha- estas democracias para juzgar alas Fuerzas Armadas13. ~Seria posible un
bia conferido al pais una determinada estabilidad y seguridad como garante nuevo Nuremberg? EI interrogante dejaba entrever las limitaciones institu-
personal de la transicion en el dificultoso recorrido hacia la consolidacion cionales del sistema democratico para investigar y condenar a los responsa-
de la democracia, se abandon a en una cierta inercia peligrosa. Hacia 1987, bles de los crimenes, ante una probable regresion autoritaria. La cuestion
el Estado democd.tico ya no puede continuar como antes ofreciendo un quedo, entonces, encerrada en la exasperante tension entre justicia y politi-
espacio publico de participacion. ca, entre las exigencias de reparacion etica y el realismo politico. ~Como
Por un momento el ciudadano se sintio participe de los asuntos publi- juzgar alas Fuerzas Armadas sin poner en peligro la estabilidad del orden
cos: apoyo abiertamente al sistema democratico, puso barrera a los alzamien- democratico? En los paises mencionados, la "razon militar" no admite ni
tos militares, participo de la discusion publica (ademas del Congreso acepta discrepancias: reclama impunidad ante las consecuencias de la apli-
Pedagogico, del interes por el tema de los derechos humanos y del apoyo a la cacion de metodos ilegitimos de represion.
solucion pacifica en el conflicto con Chile por el Beagle, un vasto sector de Ninguno de los paises de America Latina que atravesaron por el horror
la poblacion se manifesto a favor de la Ley de Divorcio y de la Patria Potestad de una dictadura cruel, llego tan lejos como la Argentina en la investigacion
Compartida) y mostro disposicion para movilizarse por aquellas cuestiones y juicio alas Fuerzas Armadas, aun cuando no se pudo mantener en pie la
reltivas a la buena marcha de la vida en comun. La politica parecia no ser una sentencia condenatoria a los culpables. La comparacion con los casos de
cosa de pocos y la vida publica resultaba aceptable y digna. Empero la vida Chile, Uruguay y Brasill4 muestra nitidamente la diferencia entre las dis-
privada pronto se constituiria en el recinto donde los ciudadanos irian a refu- tintas soluciones adoptadas por los gobiernos democraticos, las que sin duda
giar su indiferencia luego de los desencantos y de la perdida de interes en los responden a los earn bios operados con el pasado segun el tipo de transicion
asuntos comunes. Un individuo decepcionado abandonaba la posibilidad de encarada: continua/discontinua, pactada/no pactada.
convertirse en el sujeto de una politica participativa, que ya no estaba dis- En la Argentina no hubo transicion pactada. EI efecto Malvinas fue
puesto a generar, al mismo tiempo que un Gobierno presionado por la crisis concluyente: permitio iniciar el proceso de transicion democratica sin ne-
y en apuros ya habia decidido dejarla de lado. cesidad de pactar el traspaso del poder. Los militares iniciaron una retirada
A pesar del "golpe de mercado" y de la resistencia de las Fuerzas Arma- desordenada, conscientes, al menos en su franja mayoritaria, de que era
das a ser investigadas y juzgadas por la violacion de los derechos humanos, imposible retornar a la situacion anterior al2 de abril, situacion que tal vez
la democracia reunio la fortaleza suficiente como para que el presidente les hubiera permitido obtener la seguridad de no ser juzgados. Dos actos
~fonsin pudiera transmitir el mando constitucional, en 1989, a otro pre- institucionales de la nueva democracia, de distinta jerarquia pero igual-
sldente elegido mediante sufragio universal. No corrio la misma suerte la mente destacables, la derogacion de la Ley de Autoamnistia y el juicio pe-
tran~icion economica. La gestion de Alfonsin ingreso en un proceso pro- nal a las Juntas Militares, pusieron de relieve la ausencia de un pacto entre
greslvo de rigidez, del que no podra salir, hasta llegar al descontrol provoca- civiles y militares.
do por situaciones hiperinflacionarias y anomicas, que 10 obligaron a adelantar Luego de la derrota de Malvinas quedo abierto el proceso de transicion
el traspaso del poder. democratica. Los militares persiguieron, en vano, una salida concertada,
negociada con las fuerzas politicas. En una situaci6n de debilidad propusie-
ron acotdar las pautas que regularfan el proceso de disoluci6n del orden ministro de Defensa designado, Raul Borras, que tendia a jerarquizar al
autoritario y la instalaci6n, pOl'ende, de un regimen democratico. De esta Estado Mayor Conjunto, organismo que asesoraria al Poder Ejecutivo a
forma, la Junta Militar enumer6 a mediados de noviembre de 1982 los traVes del titular de Defensa. En esa busqueda de subordinaci6n del poder
temas de la concertaci6n entre los que figuraban "la lucha contra el terroris- militar al poder politico, Alfonsin no acept6 que las cupulas militares sa-
mo" y el problema de los "desaparecidos"15. lientes designaran a sus sucesores. El 7 de diciembre, al dia siguiente de la
Ante el fracaso de esa estrategia de impunidad, esa busqueda continua- disoluci6n de la Junta Militar, se conoci6 el pase a retiro de los tres coman-
ra sin cesar en tiempos de democracia. Es a partir de este momento donde dantes, quienes fueron reemplazados luego de la asunci6n del mando presi-
revela su senti do la idea de pacto postergado, expresi6n de la 16gicadel realis- dencial, y el nombre de sus sucesores.
mo politico, que hemos sostenido en otro trabaj01G,y que se conecta con la La politica de Alfonsin buscaba un equilibrio entre ellegitimo reclamo
idea de una transici6n poLitica incompLeta, transici6n que no pudo comple- de justicia y la necesaria preservaci6n del sistema democratico, un equili-
tar el gobierno de Alfonsin. brio entre la itica de La convicci6n y la itica de La responsabilidad ~C6mo
Las limitaciones politi cas del sistema democratico para juzgar y condenar a juzgar a toda una instituci6n que, adem as de disponer del monopolio de la
los responsables de los crimenes, que dejaron sin efecto el reclamo de justicia fuerza, habia sido durante cincuenta anos el actor principal de la politica
por la acci6n de diversas medidas de los gobiernos democraticos de Alfonsin argentina? La estrategia gubernamental, enunciada por el propio presiden-
y Menem, pueden ser interpretadas en clave de pacto postergado. Un pacto te en su discurso del 13 de diciembre, descansaba en los siguientes puntos:
diferido en el tiempo, que no clausura situaciones sino que las suspende,
puede explicar de manera convincente los sacudones militares durante la de- 1) En funci6n del juez natural (art. 18 de la Constituci6n Nacional prohibe
mocracia que derivarian tanto en las leyes de Punto Final y Obediencia sacar al imputado de los jueces designados por ley antes del hecho de'la
Debida como en el indulto presidencial. Reaparece asi la pretendida sentencia causa) se preve lajurisdicci6n miLitarcomo instancia competente para los
de impunidady se cierra una etapa. Con la politica de derechos humanos del delitos cometidos entre el24 de marzo de 1976 y el 26 de septiembre de
gobierno de Kirchner, en otro contexto hist6rico, con una relaci6n de fuerzas 1983. La reforma del C6digo de Justicia Militar, sancionada en febrero
diferente entre civiles y militares, se reabre el ciclo de investigaci6n de la jus- de 1984, dej6 sin efecto la competencia de los tribunales militares para el
ticia y el pacto postergado comienza a resquebrajarse. futuro, pero no para los hechos del pasado. De esta manera, al encomen-
La estrategia de Alfonsin frente alas Fuerzas Armadas y a la violaci6n dar al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas el juicio a los miembros
de los derechos humanos fue definida antes del 10 de diciembre. El presi- de las tres primeras Juntas Militares, la acci6n del gobierno radical perse-
dente electo se habia propuesto como objetivo inmediato la subordinaci6n guia una doble finalidad: procurar que la "limpieza" moralizante provi-
de las Fuerzas Armadas al poder civil, al poder emanado de la Constituci6n niese del interior de las propias fuerzas y que la misma no recayese sobre
y de la voluntad popular. Con la modificaci6n de la Ley de Ministerios 17, el conjunto del personal militar, para 10 \cual se irian a distinguir tres
producto de las negociaciones entre el general Bignone y los representantes niveles de responsabilidad. En efecto, a la par que se inculpaba de mane-
de Alfonsin, el futuro presidente constitucional en su condici6n de Co- ra ejemplar a los miximos representantes del orden autoritario, se distin-
mandante en Jefe de las Fuerzas Armadas volveria a asumir las funciones guian entre el resto de los miembros esos niveles de responsabilidad que
que desempenaban los comandantes de cada fuerza. Se determinaba expre- procuraba evitar la acusaci6n generalizada.
samente en la ley que los poderes de guerra y sus atribuciones constitucio- Ademas, y de manera significativa, la reforma del C6digo de Justi-
nales en la materia corresponderfan al Ministerio de Defensa. Para fortalecer cia Militar dej6 abierta la instancia de apeLaci6n a Lajusticia civiL de los
~arecuperaci6n de las atribuciones del poder civil, el presidente eleeto ela- pronunciamientos de los tribunales militares referidos al perfodo antes
or6 Ul) proyecto de reesrructuraci6n de Ias Fuerzas Armadas a traves del aludido, asi como tambien abri6 la partici paci6n de los particulares
damnificados ante esos tribunales para la presentacion de pruebas. Igual- subordinados que no van a ser alcanzados por la eximente de obedien-
mente, ellos podian intervenir en los tribunales civiles. cia debida, y que son responsables de los hechos cometidos junto a
EI exito de esta propuesta suponia el animo y la mejor intencion de quienes impanieron las ordenes objeto de este proceso"18.
las Fuerzas Armadas para llevar adelante por si mismas una depuracion 3) Creacion de la CONADEP por decreto presidencial dellS de diciem-
en sus propias filas. Pero se desmorono aceleradamente ante la falta de bre de 1983, con la finalidad de recibir denuncias y pruebas para ser
disposicion del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas de juzgar a remitidas a la justicia. El Informe de esa labor titulado Nunca mas, entre-
sus pares en el mes de septiembre de 1984, en cuanto avalo los proce- gado al Presidente de la Nacion el 20 de septiembre de 1984, y la
dimientos empleados y no cuestiono las ordenes operacionales impar- emision del programa de television que mostraba las investigaciones
tidas por los jefes militares. En una actitud decidida, la camara federal realizadas, causaron un profundo males tar en los medios castrenses. El
se avoca inmediatamente al tratamiento de la causa ante el incumpli- "descenso al infierno", como Ernesto Sabato califico alguna vez a la
miento de los plazos concedidos al Consejo Supremo por demora in- dolo rosa tarea emprendida por la CONADEp, promovio el mas gran-
justificada. de acto de toma de conciencia de una sensibilizada sociedad.
2) A fin de no inculpar a toda la institucion militar por la represion
antisubversiva, se definieron, a traves de la reforma del Codigo de ]us- Como se ha analizado, la intencion inicial del Gobierno fracaso. En una
ticia Militar, tres niveles de responsabilidad: a) los que planificaron y actitud corporativa, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas se nego a
ejercieron la supervision; b) los que actuaron sin capacidad decisoria juzgar a los miembros de la institucion. Tampoco logro el Gobierno que la
cumpliendo ordenes; c) los que cometieron excesos en el cumplimien- camara federal deslindara a traves de sus fallos la responsabilidad de los
to de directivas superiores. Se buscaba, pues, amparar ala amplia ma- imputados, de acuerdo a los niveles previamente establecidos. En este sen-
yoria de los imputados por el principio de obediencia debida. Esta idea tido, tanto la sentencia de la camara federal como el pronunciamiento de la
marca una diferencia con 10 que fueron despues la Ley de Punto Final Corte Suprema al establecer la existencia de un pLan criminaL de los coman-
y los indultos. dantes -que provocaron los hechos atroces y aberrantes- cerraron las posi-
Ante la inexistencia de una ley reglamentaria de dicho principio, el bilidades de encontrar por via judicial una salida para la delimitacion de los
Gobierno espero que fuera la camara federal con sus fallos la que deli- grados de responsabilidad de los imputados. AI oficialismo solo Ie quedaba
mitara los casos concretos de aplicacion. Como esta via no funciono, la via legislativa, ya agotadas las otras dos. Es 10 que hara despues con la Ley
asi como tampoco la instancia de la Cone Suprema (ya que ambos de Obediencia Debida. Aqui prevalecio la etica de la responsabilidad.
tribunales desestimaron que hubiera habido una guerra que diera lu- Entre la reforma del Codigo de ]usticia Militar (febrero de 1984) y la
gar a la presuncion de obediencia debida), el ministro de Defensa en primera rebelion de abril de 1987 rondo la incertidumbre en el proceso de
una accion final instruyo, en abril de 1986, a los fiscales militares para transicion democratica, por la usina de rum ores y la intoxicacion de noti-
que pidieran tanto el reagrupamiento y aceleracion de los juicios como cias militares, por los relevos y las designaciones en los altos mandos, por el
la absolucion de todos los que siguieron las ordenes impanidas por los espiritu de cuerpo que se formaba entre la oficialidad media que se resisda
ex comandantes, siempre que no hubieran cometido hechos atroces 0 a ser juzgada, por las diferencias entre la justicia civil yel Gobierno demo-
aberrantes. Las instrucciones motivaron un notorio rechazo en el am- cratico, y por el pleito entre la justicia civil y la justicia militar. EI hecho
bito de la justicia, que destapo una crisis profunda entre la camara mas remarcable fue el temible clima golpista que rodeo la iniciacion del
federal.
yelP 0 dE' .
er Jecutlvo, en cuanto aquella entendia que las . ins- jUicio a los comandantes. La noche anterior, el 21 de abril de 1985, el
trucClOnes contradedan el sentido de su fallo historico. Fundamenta- presidente AIfonsin en un discurso dramatico sin precedentes historicos
ba la camara en la sentel1Cla . contra 1os ex comandantes: ".[...] eXlsten denuncio abienamente la conspiracion golpista y convoco a los ciudadanos
a defender el sistema democritico. Debio admitir que el proceso a los ex por 10 actuado en la "guerra sucia". Sin embargo, la intencion de los rebel-
com andantes provocaba tensiones, pero aun asi ese juicio, a su entender, des iba mas alIa: obtener de la sociedad el reconocimiento por la lucha
"terminara con cincuenta afios de frustracion democratica"19. Alfonsin for- contra la subversion.
mulo la den uncia en los terminos que siguen: La Ley de Punto Final, sancionada en diciembre de 1986, saHa al cruce
de las presiones y de una inedita crisis militar, que los diferentes alzamien-
[...) En nombre de una responsabilidad insoslayable que hemos toS pusieron de relieve con la ruptura de la cadena de mandos. El sentido de
asumido con humildad pero con firmeza inalterable denuncio al esa ley era evitar tanto ]a proliferacion de los juicios como disipar el estado
pueblo argentino la actividad disolvente de quienes pronostican el de sospecha que pesaba sobre la institucion militar, para 10 cual se promo-
caos y la anarqufa, presagian estallidos sociales, auguran aislamientos via la aceleracion de las causas y la fijacion de un termino de prescripcion
internacionales y, en definitiva, se convierten en pregoneros de la de la accion penal. Se preveian, pues, plazos exiguos de 30 y 60 dias para
disgregacion nacional. Es una evidencia que esta ante los ojos de denunciar hechos nuevos y para procesar a quienes no 10 hubieran sido.
todos. Los mas insensatos se han atrevido a tentar a oficiales su- Cumplidos los mismos se extinguia la accion penal. El dispositivo legal,
periores de las Fuerzas Armadas con diversas propuestas que van que limitaba la accion de la justicia, resulto sin embargo insuficiente para la
desde presuntos gabinetes de coalicion hasta la posibilidad de gol- voracidad de los "carapintadas", el sector del Ejercito que se alzo en arm as
pede Estado [...). cuatro meses mas tarde, en abril de 1987.
Ellevantamiento de Semana Santa, encabezado por el teniente coronel
Paralelamente, y en medio de la euforia democratica, las encuestas de opi- Aldo Rico, que mantuvo en vilo al pais durante cuatro dias, termino con
nion revelaban el apoyo mayoritario de la sociedad al enjuiciamiento de los una sospecha de negociacion entre el presidente Alfonsin y los amotinados
miembros de la Junta Militar. Desde el valor atribuido en la cultura occi- realizada en Campo de Mayo. Horas mas tarde, desde los balcones de la
dental a la persona humana y desde la justicia como presupuesto de la de- Casa Rosada Raul Alfonsin anunciaba ante una multitud que "la casa esta
mocracia se levanto otro escenario (menos transigente que ponia el acento en orden", frase celebre que en la percepcion colectiva sono mas a una clau-
en la etica de la conviccion, liderado por las organizaciones de los derechos dicacion que a una entrega incondicional de los insurrectos. La decepcion
humanos y por sectores poHticos activos de todos los partidos) que dejo de la ciudadania fue inevitable y el Estado democratico mostro sus Hmites
agudos interrogantes: ~como reconstruir una democracia solida y durable en la resolucion del tema de los derechos humanos.
sin una condena judicial por la violacion a los derechos humanos?, ~espo- En junio de 1987, dos meses despues de la rebelion de Semana Santa,
sible la reconciliacion sin la voz reparadora de la justicia?, ~la inestable his- se aprobo la ley que delimitaba la obediencia debida, en base ados fuertes
toria poHtica del pais no ha ensefiado que no se defiende alas instituciones considerandos: 1) "Se presume de pleno derecho (sin admitir prueba en
democraticas concediendo poder 0 privilegios a los representantes del or- cOntrario) que los oficiales jefes, oficiales subalternos, y suboficiales de las
den autoritario? Fuerzas Armadas y de seguridad, no son punibles por los delitos cometidos
A partir del juicio a los responsables de la represion se abrio una tensa en la lucha contra el terrorismo por haber obrado en virtud de obediencia
relacion entre el gobierno radical y las Fuerzas Armadas. Mientras un esta- deb~da". 2) "La misma presuncion se aplica a los oficiales superiores que no
do ~e sospecha pesaba sobre toda la institucion militar (sin que el discurso h~bleran revistado como com andantes en Jefe, jefe de Zona, jefe de Subzona
o.f1Clalpudiera aplacarlo con el argumento de la individualidad de los jui- o )efe de Fuerzas de Seguridad, salvo que en el plaza de 30 dias de promul-
ClOS),las rebeliones militares de Semana Santa (abril1987), de Monte Ca- gada la ley se resuelva judicialmente que ruvieron capacidad decisoria 0 que
sews (enero 1988) y Villa Martelli (diciembre 1988) reactualizaron con parriciparon en la elaboracion de las ordenes". Se dejo aclarado que la pre-
fuene presion belica la situacion altn no resuelta: la irresponsabilidad penal suncion anterior 110 era aplicable a los delitos de violacion, sustraccion u
ocultacion de menores y apropiacion extorsiva de inmuebles20. Con poste- der juzgar a todos los acusados. La idea del gobierno radical fue el enjuicia-
rioridad al indulto del presidente Menem, esa reserva legal permitio la de- miento a un centenar de militares y no a la totalidad de los involucrados en
ten cion de varios jefes de la dictadura. los actos represivos.
A pesar de esta nueva legislacion, las rebeliones continuaron en Monte En un libro reciente21, y con la distancia necesaria que Ie otorga la histo-
Caseros, en Villa Martelli y, finalmente, en diciembre de 1990 bajo el go- ria, Raul Alfonsin desde una politica abierta a la etica sefiala con crudeza 10
bierno de Carlos Menem. Las dos ultimas sublevaciones fueron lideradas que fue un obrar conforme ala etica de la responsabilidad. Dice el ex presi-
por el coronel Seineldin. Las demandas rebeldes actualizaban una preten- dente en el capitulo 2:
sion no resuelta en el campo politico: la no revision por 10 actuado en la
lucha contra la subversion. Las cuatro insurrecciones dejaban la sensacion Por otro lado, no se podian construir los cimientos de la naciente
de un conflicto no resuelto, y eran la evidente demostracion de que las democracia en nuestro pais desde una claudicacion etica. El ci-
armas de un importante sector de las Fuerzas Armadas no estaban al servi- miento de la vida democratica argentina exigia poner a considera-
cio del Gobierno civil. Una parte activa del viejo aparato del poder militar cion de la sociedad, explicitamente, el tema de la represion ejercida
permaneda intacta. Los sediciosos de las tres primeras sublevaciones no desde el Estado. Y llevar a los responsables de la violencia ante los
pudieron ser reprimidos por las fuerzas leales al gobierno de Alfonsin, por- tribunales. Pero habia que hacerlo sin perder de vista la situacion
que la demanda de impunidad cohesionaba a la institucion militar. En cam- de fragilidad de la democracia. Muchas veces me pregunte si por
bio, la represion fue posible en el curso del cuarto episodio rebelde, en defender los derechos humanos que habian sido violados en el pasa-
diciembre de 1990, cuando el conjunto de las Fuerzas Armadas tuvO la do no arriesgaba los derechos humanos del porvenir. Es decir, si
garanda del presidente Menem de indultar a los responsables del orden no estaba poniendo en peligro la estabilidad de la democracia y,
autontano. en consecuencia, la seguridad de los ciudadanos. (p. 36).
Frente a los alzamientos belicos y ante la resistencia militar a los juicios
por violacion de los derechos humanos, la sociedad civil puso de manifiest?
una lealtad generalizada al sistema democdxico, hasta entonces nunca practl-
cada, en un pais que permanecio durante medio siglo regido por un sistema Nuestro objetivo no podia ser el juicio y la condena a todos los
politico que conto con las Fuerzas Armadas como uno de sus protagonistas que de una manera u otra habfan vulnerado los derechos huma-
principales. As!' una parte activa de la sociedad se movilizaba en defensa de nos, porque esto era irrealizable, sino alcanzar un castigo ejempli-
la continuidad de los juicios y la aplicacion de las condenas a los responsa- ficador que previniera la reiteracion de hechos similares en el futuro.
bles de la represion. Por eso, las leyes de Punto Final y Obediencia Debida Necesicabamos dejar una impronta en la conciencia colectiva en el
representaron en la mirada de la mayoria el triunfo del realismo politico sentido de que no habia ningun grupo, por poderoso que fuera,
sobre las demandas eticas y de justicia de la sociedad. La verdad de la justi- que estuviera por encima de la ley y que pudiera sacrificar al ser
cia no coincidio con la verdad de la politica. Las denominadas "Ieyes de humano en funcion de logros supuestamente valiosos. Queriamos
perdon" fueron conquistadas por la presion de la espada. La democracia prevenirnos como sociedad; sentar el precedente de que nunca mas
habia perdido una batalla librada desde el campo de la justicia, que sin un argentino seria sacado de su casa en la noche, torturado 0 ase-
duda causo un impacto negativo en la conciencia y en el animo de los sinado por funcionarios del aparato estatal. (pp. 45-46).
ciudadanos que habian depositado su confianza en el Estado democratico,
que ahora comenzaba a dejar a un lado la responsabilidad de asegurar el
castigo debido por los actos criminales, al menos en los terminos de preten-
La modernizacion democratica: primer impulso (1983-1985) controlar algunos sindicatos. El proyecto de reordenamiento sindical tuvo
un "resPaldo condicionado" de un grupo de sindicalistas democraticos del
El gobierno radical avanzo con prontitud en determinad~s a~easy con d~fe- peronismo y de expresiones de izquierda que elevaron una declaracion al
rentes temas que generaban conflictos. En el terreno soclallmplemento, a minimo de Trabajo firmada, entre otros, por Julio Guillan (telefonicos),
traves de una ley, un programa alimentario nacional destinado a los secto- Alberto Piccinini (metalurgicos), Sergio Peralta (prensa), Omar Gorini (ju-
res mas postergados de la sociedad. Otra iniciativa ya mencionada fue l.a diciales), Roberto Nagera (mecanicos de Cordoba), Raul Brunel (graficos),
convocatoria al Congreso Pedagogico encargado de crear un estado de OpI- Avelino Fernandez (metalurgicos), Victor Rotuno (luz y fuerza), Daniel
nion y de elaborar propuestas para una nueva ley nacional de educacion. Egea (carne), donde compardan "la necesidad de democratizacion de la
Este congreso encontraba un significativo antecedente en aquel otrO cele- vida sindical", objetivo que no se limitaba a la renovacion de la dirigencia
brado en 1882 bajo la presidencia del general Roca, que dio lugar a. u~a sino que se prolongaba a la plena participacion de las bases24•
propuesta educativa de avanzada que se plasma en la ley 1420, con s~s pnncI- Ante la iniciariva del oficialismo, el movimiento sindical peronista -que
pios de ensefianza publica, gratuita y obligato ria. L~ que. ~staba en Juego en estaba dividido en dos centrales- inicio un rapido proceso de unificacion.
la propuesta del gobierno radical no era solo la dlscuslOn de una Ley de El temor produjo su efecto. A mediados de enero de 1984 las dos centrales
educacion sino el sistema educativo y cultural que modelada las futuras se habian unificado en una sola CGT, conducida por Ubaldini, Triaca,
generaciones de argentinos. Por eso, el tema abrio la ~osibilidad de pa~~i- Baldassini y Borda. Desde alii fueron profundizandose las criticas al radica-
cipacion a la sociedad y movilizo a la Iglesia Catoltca ~ una acruaclOn lismo ya su politica economica. A principios de febrero, el Consejo Nacio-
eneraica por la defensa de sus intereses en la ensefianza pnvada y contra el nal Justicialista presidido por Lorenzo Miguel (principal acusado del pacto
disc~rso demasiado laico que flotaba en el ambiente. Los resultados del militar-sindical) en una declaracion resolvio "repudiar la politica economi-
Congreso no fueron tal vez los esperados, la Iglesia a traves de sus delega- ca y social del partido gobernante y que es la continuidad de la implemen-
dos consiguio una participacion central en la elaboracion de los documen- rada por la dictadura militar", a la vez que apoyaba la movilizacion de la
tos finales. CGT contra el proyecto de reordenamiento sindicaF5. A fines de septiem-
Una de las propuesras mas interesantes del proyecto renovador del ra- bre de 1986, en un plenario de la CGT, el gobierno radical fue acusado
dicalismo fue la democratizacion sindical. Se apuntaba, fundamentalmen~ nuevamente de ser la "continuidad de la dictadura". El discurso antiguber-
te, a la libertad sindical y a la inclusion de las minorias en los organos de namental de la CGT continuara hasta el final del primer tramo de la tran-
conduccion, al control de las elecciones por el Estado, ala limitacion de la sicion democratica.
reeleccion de los dirigentes, ya la participacion de las bases en la seleccion El proyecto elaborado por Mucci fue aprobado en la camara de dip uta-
22
de los dirigentes. El proyecto de ley del minimo de Trabajo Antonio Mucci , dos donde el radicalismo tenia mayoda y rechazado en la camara de sena-
presentado a mediados de diciembre, golpeo en el corazon del poder gre- dores por un voto, el de Elias Sapa~G, legislador por la provincia de Neuquen,
mial, por 10 que encontro cerradas resistencias. En la opinion de Marcelo en marzo de 1984. Esta fue la primera derrota importante del radicalismo y
Luis Acufia23, el proyecto perseguia cuarro objetivos fundamentales: 1) re- se frusrro la posibilidad de hacer ingresar al sindicalismo en el proceso de
solver una situacion irregular en el campo sindical por la falta de legitimi- d~mocratizacion abierto en la sociedad argentina. En abril de 1984 el mi-
dad en los mandatos de los dirigentes. Durante la dictadura se habian nlStro Mucci fue reemplazado por Juan Manuel Casella que llevo adelante
suspendido las elecciones internas de los gremios; 2) promover la demoCl'a- Unapolirica conciliadora con los sindicatos. No obsrante, los enfrentamientos
cia en los gremios para generar una apertura hacia las corrientes no peronis- y las tensiones con el gobierno de Alfonsin no cesaran. La CGT, unificada
tas; 3) evitar que el dinero proveniente de las obras sociales fuera utilizado por Saul Ubaldini, organizo rrece paros nacionales. Finalmente, se sancio-
con fines politicos; 4) el radicalismo guardaba la secreta ilusion de poder no la Ley de Reordenamienro Sindical que impedla el control guberna-
mental de las elecciones y la representaci6n de las minodas en los 6rganos EI resultado fue la inviabilidad del acuerdo politico explicitado en el
de conducci6n. La imposible democratizaci6n sindical habia llegado a su Acta de Coincidencias. Su fracaso se debi6 principalmente a la debilidad y a
fin. En su Memoria Politica, Alfonsin recuerda que "enlos casi seis anos de la crisis interna del Partido Justicialista, que no habia superado aun su derrota
mi gestion se produjeron mas de 3.000 paros y 13 huelgas generales. Desde electoral, yal creciente poder del sector gremial en la esfera partida ria y poli-
junio de 1985 a mayo de 1986 hubo 411 paros, cifra unica en el mund.~ a tica, que no estaba muy dispuesto a celebrar alianzas con el gobierno radical.
pesar de que el nivel de desocupaci6n era del 6%, infimo en comparaclOn EI dima politico no se mostraba muy propicio para superar la fragilidad de la
con el 18% alcanzado en la gesti6n que me sucedi6 y el mas del 20% al que democracia argentina. La CGT daba comienzo a un plan de lucha, la Iglesia
Cat6lica elevaba su voz de disconformidad por el proyecto de Ley de Divor-
trepo'I astlmosamente
. Iuego "27 .
EI gobierno radical habia comprendido, tal vez sobre la b~se de la ~x- cio y las Fuerzas Armadas se resistian a ser juzgadas por la violaci6n de los
periencia espanola, que la estabilidad de la naciente democraCla argentll1a derechos humanos. Se restableda el universo corporativo en pos de los pro-
2
requeria de una indispensable concert~ci6n politica y sociaI ,8. Portanti~r.o pios intereses sectoriales, en los momenros mas diHcilesde la transici6n. Como
analizaba en 1987 que en el caso argentlno, como en otros palses de Amen- senalaba Portantiero, ante el fracaso del Acta de Coincidencias, el Gobierno
ca Latina, la concertaci6n tenia un doble objetivo. Desde el puntO de no tuVOmas alternativa que apelar al sindicalismo, trasladando la concerta-
vista politico, debia apuntar a consolidar la democracia y, desde el punto ci6n de la esfera politica al plano corporativo. La CGT fue recibida por el
de vista econ6mico, debia poner en marcha una nueva economia basada en presidente constitucional en el mes de junio de 1984.
otro ciclo de acumulacion29. En este sentido, la concertaci6n propuesta por La via de la concertacion con los seetores empresariales y sindicales
el radicalismo tuvO dos direcciones: el acuerdo entre los partidos politicos y el comenz6 a desarrollarse formalmente en el mes de agosto de 1984. En la
perspectiva del Gobierno se vislumbraba un acuerdo semejante al Pacto de
acuerdo entre empresarios y sindicatos.
EI primer paso de la concertaci6n fue el Acta de Coincidencias .Pol~ticas la Mondoa firm ado durante la transici6n espanola. Sin embargo, ~n la Ar-
firmada con las principales fuerzas de la oposici6n en el mes .de JU11l0~e gentina las cosas sedan a este nivel muy diferentes. La primera propuesta
1984. Aunque fueron invitados, no suscribieron el Acta el Parudo Intransl- del Gobierno de aumento salarial fue rechazada por la CGT que abandon6
gente y el Partido Comunista, por el campo de la izquierda, ni la Unio~ del la concertaci6n y anunciola primera huelga general que tuvo lugar el 3 de
Centro Democratico, por el espacio de la derecha. Sobre la base de un nucleo septiembre. Reintegrada a la mesa de la concertaci6n, en los primeros me-
de coincidencias minimas se buscaba fortalecer el sistema politico-institucio- ses de octubre tanto la CGT como la UIA exigieron un paquete de medidas
nal para crear mejores condiciones en la dura tarea de la reconstrucci6n eco- econ6micas, en un contexro dificil para el Gobierno que negociaba la deu-
n6mica. Detras de esta invitaci6n aparedan los temores que generaban los da con el FMI. Aunque las partes paredan unidas en la elaboracion de una
eventuales problemas de gobernabilidad. La falta de un interlocutor valido en propuesta conjunta, en una situacion econ6mica adversa, la central sindical
las ftlas del Partido Justicialista era una de las preocupaciones principales del suspendi6 nuevamente su participaci6n en las negociaciones a comienzos
gobierno radical. Por eso, como medida previa a esta concertaci6n en el mes de 1985, y manifest6 su punto de vista a traves de un documento de ocho
de mayo fue convocada a la Casa de Gobierno la ex presidenta Isabel Peron, PUntos30. En esta linea, el poder sindical ampli6 sus alianzas con la Iglesia y
quien vivia en Madrid. Se tenia la esperanza de encontrar en su persona la S~ctoresempresariales para profundizar su estrategia de confrontacion poli-
figura representativa y simb61ica de un peronismo que se hallaba en esos tlca con el Gobierno nacional.
momentos muy fragmentado y sin un lider que 10 unificara como fuerza En conclusi6n, la propuesta aprobada por las dos corporaciones conte-
politica. Mas alla de la buena voluntad de la ex presidenta fue muy poco 10 nia demandas sectoriales, contradictorias entre si, que no conformaba un
que pudo hacer, los puntos en comun a los que se arribaron se fracturaron programa comun, y que s6lo reafirmaba la alianza corporativa. Mientras la
inmediatamente ante la continuidad de la crisis justicialista. CGT aceptaba la reducci6n del gasto publico, Ja reducci6n del deficir fis-
cal, que traeria perjuicios en materia de desempleo y disminucion salarial, Ie ororgaba margen de accion a un Gobierno muy presionado pOl'los sindica-
las organizaciones empresarias aceptaban el derecho de los trabajadores a (Os,la deuda externa y la alta inflacion. Mienttas el peronismo y los sectores
administrar las obras sociales31. Entre la crisis economica y la creciente infla- de derecha y de izquierda rechazaban el plan, la CGT asumia una actitud mas
cion fue languideciendo la propuesta de concertacion que ya no interesaba a prudente y de espera ante los signos de tranquilidad social. Los exitos iniciales
las entidades empresarias ni alas sindicales. Ante la malograda concerta- del nuevo programa economico, al controlar la inflacion, contribuyeron a
cion, el presidente Alfonsin cambiara. de estrategia. que el radicalismo ganara las elecciones legislativas de noviembre de 1985,
a pesar de que perdiera ocho puntas desde las elecciones de 1983 y que el
peronismo disminuyera en seis punros33. En buena medida las elecciones
La modernizaci6n democratica: segundo impulso (1985-1987) constituian una evaluacion de la gestion de gobierno, pero tal camidad de
voros tampoco era ajena alliderazgo y popularidad de Alfonsin.
EI ano 1985 marco el momento de inflexion de la politica radical. Tal vez se La reconstruccion de la democracia en una sociedad conflictiva como la
podrfa consignar que es la senal de la consolidacion del "alfonsinismo", es nuestra requeria, mucho mas que en los paises que disfrutan de un orden
decir, de la produccion de un discurso renovador con propuestas de moder- politico estable, de un compromiso dvico tendiente a crear las condiciones
nizacion social que se alejaba claramente de las concepciones tradicionales para la estabilidad. Pero estas condiciones no pueden ser forjadas solamente
del partido centenario. Mas alIa de sus resultados finales, tres realizaciones enlos acuerdos politicos explicitos,sino que tam bien ellasdeberian formarse en el
principales distinguen a este nuevo periodo que se clausura en 1987: el Plan espacio que se consiente a una mayor participacion social. Desde este punto
Austral, el Consejo para la Consolidacion de la Democracia y el discurso de de vista no se ubico en la buena direccion el discurso presidencial pronuncia-
do enla Plaza de Mayo a fines de abril de 1985, antes de que fuera presentado
Parque Norte.
el Plan Austral, cuando se convoco oficialmente a la sociedad a la defensa de
la democracia pOl'las amenazas golpistas. Alfonsin dejo pasar la oportunidad
de crear un eje politico de unificacionnacional, enlos hechos, alrededor de la
defensa de la democracia, pOl'encima del apoyo a su Gobierno. EI cambio de
EI pumo nodal de la crisis que vivia laArgentina en los comienzos de la transi- etapa era evidente. POl'el contrario, anuncio ante una multitud integrada pOl'
cion se descubria en la gravedad de la crisis economica y en el problema de la radicales, secrores del peronismo, intransigentes, socialistas e independientes,
deuda externa. La respuesta antiinflacionaria de caracter gradualista aplicada el inicio de una "economia de guerra". Al escuchar esta definicionlos mani-
pOl'el minimo de Economia Bernardo Grinspun habia naufragado. En febrero festames encolumnados detds de las corrientes peronistas y de izquierda se
de 1985, Grinspun fue reemplazado par Juan Sourrouille, quien puso en mar- retiraron de la plaza. Esas palabras de austeridad que sonaron como medidas de
cha un plan economico heterodoxo, elaborado bajo la mas absoluta reserva, sin ajuste economico, que apuntaban a controlat el gasro publico y frenar la infla-
conocimiemo incluso del propio partido radical, denominado Plan Austral, cion, parecieron clausurar las posibilidades de acuerdo social para encarar refor-
que entre otras medidas modificaba el signa monetario, que tamaba el mismo mas profundas. Deda Alfonsin en esa oportunidad, en uno de los momentos
nombre del plan. En el discurso de presentacion del nuevo program a economi- mas destacados de su discurso:
co, el presidente Alfonsin prometio -junto a su ministro de Economia- que el
Banco Central no emitiria mas moneda para satisfacer los requerimientos de la Hemos recibido una economia desquiciada y un Estado devasta-
1esoreria. EI gasto publico solo tendria un financiamiento genuin032. do. Todos estamos sin duda demandados en estos momentos des-
Dado a conocer, enronces, a mediados de junio, el plan fue muy bien de tres puntas de vista. En primer lugar, hay un reclamo legitimo de
recibido por el conjunto de la poblacion, que abrfa un camino de esperanza y los secrores populares en busqueda de reivindicaciones justas. Hay,
al mismo tiempo, la necesidad de poner en orden la economia y por dolar y el Banco Central dejo de emitir dinero para financiar los desequili-
esto ha de lograrse a traves de un ajuste que va a ser duro y que va brios del Tesoro Nacional. Deda Alfonsin en el mensaje del 14 de junio de
a demandar el esfuerzo de todos. Por ultimo, hay tam bien una 1985 cuando anunciaba la implementacion del nuevo plan:
tercera demanda que es la necesidad de crecimiento de la econo-
mia, porque la recesion -cuando se mantiene en el tiempo- esta Nadie de be confundirse acerca de 10 que comienza. Estamos sacu-
desesperanzando a los pueblos e impide la realizacion definitiva de diendo todos los lastres que impedian que la Argentina se pusiera
la democracia. Es decir, en este estado dif£Cil,frente a una econo- en marcha. Este plan no esta concebido para resolver unicamente
mia desangrada, tenemos que dar respuesta a requerimientos po- algunos problemas actuales. La reforma economica sera la herra-
pulares y, al mismo tiempo, tenemos que ordenar la economia y mienta para enterrar definitivamente un pasado que por decadas
tenemos que crecer. Esto se llama, compatriotas, economia de nos llevo de crisis en crisis. Por 10 tanto, la apuesta no es mejorar
guerra y es bueno que todos vayamos sacando conclusiones34. algun indice. La apuesra es generar el despegue de la economia
nacional.
En esos dias, continuaba la confrontacion con la CGT que llevo adelante
su segundo paro nacional, pero esta vez sin el apoyo de seetores de la UIA, EI control de la inflacion y la estabilidad de la monecla eran los presupues-
ni de los denominados "capitanes de la industria", un grupo poderoso de tos indispensables para el crecimiento economico y la consolidacion de la
industriales que pareda apoyar el programa economico en esa etapa. Desde democracia. Durante el gobierno de Menem se pondra de relieve el rol
esa supuesta coincidencia, el ministro Sourrouille solicitaba de esos empre- institucionalizante que cum plio la estabilidad de la moneda luego del pro-
sarios la disminucion de los despidos de obreros para mejorar el clima so- ceso hiperinflacionario de 1989-1990. La experiencia argentina, como tan-
cial. Con el Plan Austral, el gobierno radical volvia a la escena poHtica mas ras otras, ha demostrado la relacion entre democracia y moneda, esto es, la
fortalecido para reimpulsar la concertacion en el marco de 10 que se deno- intima conexion entre legitimidad de la moneda y crisis poHtica. Larriquera37,
mino la conftrencia economica y sociaL No obstante, el emprendimiento no por su parte, llama la atencion sobre el enfasis que colocaba Alfonsin en la
tuvo exito. Cada uno de los sectores involucrados defendia sus propios inte- reconstruccion de fa moneda como institucion fundamental de la economia,
reses y los objetivos comunes se desdibujaban. Mientras la CGT confrontaba tanto en el mensaje del lode mayo de 1985 en el Congreso como en el
con el Gobierno (reclamando aumentos salariales imposibles de satisfacer), discurso de la Boisa de Comercio de Buenos Aires, en el mes de julio. Insis-
los empresarios (acostumbrados a vivir a expensas del Estado) presionaban da Alfonsin en este ultimo lugar:
para obtener mayores beneficios.
En un contexto complejo, de alta inflacion y de crisis de la deuda pu- Pero la inflacion no es solo un fenomeno monetario sino, princi-
blica, el gobierno radical propuso, entonces, un "plan de estabilizacion he- palmente, el cauce desleal para asignar y transferir riquezas y para
terodoxo"35, apoyado en medidas coyunturales que buscaban contener el ello ha servido en los ultimos 40 afios de la vida argentina. [Con la
gasto publico y la espiral inflacionaria sin apelar a reformas estructurales. estabilidad] vamos a empezar aver los defectos de la economia
En la opinion de Gerchunoff y Llach36, el diagnostico del equipo economi- argentina y seremos inmediatamente exigidos para realizar las co-
co de Sourrouille reconoda que el deficit fiscal y la emision monetaria eran rrecciones en una tarea aun mas vasta y mas compleja que la de la
las causas principales de la inflacion, sin embargo remarcaba que el control pollrica antiinflacionaria en senti do estricto.
de la misma pasaba por la reduccion de las expectativas inflacionarias. Con
ese plan se congelaron todos los precios de la economia, la nueva unidad AI ano, un plan de esrabilizacion de corta plazo, que cOntuvO inicialmente la
monetaria, el Austral, establecio un cambio fijo de 80 centavos de australes inflacion, puso al descubieno sus limiraciones y resurgieron los problemas
fiscales. En febrero de 1986, eI ministro Sourrouille an uncia eI comienzo de denominado Grupo de los 15. Las trarativas fueron lIevadas a cabo pOl'algu-
la "segunda etapa" del Plan Austral. Se procuraba encontrar una solucion nos miembros de la "Junta Coordinadora Nacional"39, en especial pOl'Enri-
de fondo a los problemas estructurales sobre la base de las privatizaciones, la que Nosiglia, y tLlvieron como base el Programa de Sinceramiento Salarial,
liberalizacion de los mercados, una apertura economica gradual, la promo- disenado pOl'Armando Caro Figueroa, secretario de Trabajo, y defensor de
cion de las exportaciones y eI crecimiento economico3~. Desde un diseno que un estilo de concertacion similar al implementado en Espana a traves del
rechazaba !as politicas de ajuste estructural se pensaba en la reforma del Esta- Pacto de la Moncloa.
do y en la reestructuracion industrial. Con nuevas reglas de juego, se perse- Con ese programa se otorgaron aumentos salariales que fueron, en prin-
guia la reestructuracion de las empresas publicas y se promovia Ia reconversion cipio, a beneficial' a aquellos sectores que habian negociado con eI Gobier-
industrial para mejorar eI perfil exportador del pais. Se reasignarian recursos no, sin que se hubiera tenido en cuenta la productividad de la economia y
economicos provenientes de un credito del Banco Mundial y de la venta de los riesgos que ello acarrearia al mismo Plan Austral. Las pautas fijadas pOl'
las empresas publicas para constituir un "Fondo para la Modernizacion y el Ministerio de Economia para los aumentos salariales no fueron respeta-
Desarrollo Industrial". Lentamente fue cambiando eI perfil del Plan Austral. das en las negociaciones salariales. As!, el Estado entablo un compromiso
A partir de abril de 19861as tarifas y los tipos de cambio fueron "flexibilizados" con un sector del sindicalismo, cuyos efectos se hicieron sentir rapidamente
y se establecio una pauta para el aumento de salarios y los precios privados. La sobre la estabilidad de la economia. Se inicio un nuevo proceso inflaciona-
etapa del congelamiento de precios quedaba aWlSy se produjo, como advier- rio que puso en descubierto las debilidades del Plan Austral y su incapaci-
ten Gerchunoff y Llach, la reapertura de las c1asicas disputas distributivas dad para resolver los problemas fiscales. EI plan sucumbio ante la logica
entre secrores. negociadora del presidente Alfonsin y de la Junta Coordinadora Nacional,
En el marco de una renacida plataforma liberal a nivel internacional, el que no vacilo en dejar de lado la racionalidad del equipo economico. Co-
debate sobre la necesidad de la reforma del Estado en la Argentina fue ins- menzo a derrumbarse, pues, cuando la sociedad Ie retiro su confianza y
talado durante el gobierno de Alfonsfn en la segunda etapa del Plan Aus- sobrevino una nueva frustracion ante el fracaso del programa de estabiliza-
tral. A principios de 1986 el Gobierno nacional intento poner en marcha cion economica. Lo que continuo despues fue una revision del Plan Austral
un ambicioso plan de privatizaciones con el secretario de Promocion y Cre- que se condenso en un paquete de medidas economicas aplicadas a partir
cimiento, Norberto Bertaina, iniciativa que fue recibida pOl'una oposicion de febrero de 1987 y que se conocieron periodisticamente con el nombre de
cerrada del peronismo y de sectores del radicalismo, cuyas voces disonalltes "australito" .
se pronunciaron a favor del viejo Estado intervencionista y empresario. Mas
tarde se renueva la iniciativa -en Otro infructuoso esfuerzo- con Rodolfo
Terragno como ministro de Obras y Servicios Publicos, en septiembre de
1987.
En esta segunda etapa, el gobierno radical tuvo serias dificultades para £1 Consejo para la Consolidacion de la Democracia fue creado pOl' decreto
controlar las principales variables macroeconomicas y para sostener sus acuer- presidencial en diciembre de 1985, con la "mision de contribuir a la elabora-
dos con los Capitanes de la Industria. No fue ajeno a esta situacion el acuerdo cion de un proyecto transformador fundado en la etica de la solidaridad y en la
entablado 1'01' Alfonsin con los secrores mas desprestigiados del sindicalis- democracia participativa, en orden a la modernizacion de las estructLlrascultu-
mo, en un momento en que los mismos Ie ofredan la posibilidad de dialogo rales, ciendficas, educativas, productivas y estatales de Ia sociedad argentina".
y habia muestras de fracturas en el interior del propio movimiento obrero. Coordinado pOl'el f11osofodel Derecho y la Politica Carlos Nino e integrado
De esta manera, Alfonsin definio una politica de alianzas con Lorenzo Mi- pOl'juristas, politicos y personalidades de actuacion en la vida nacional40, el
guel, secretario general de la DOM y !ide I' de Ias 62 Organizaciones, yel Consejo estuvo llamado para crear un "proyecto de consolidaci6n de nuestro
regimen republicano y democratico, tendiente a la modernizaci6n de la socie- para la Argentina del futuro, en el marco de la recuperaci6n de todas las
dad argentina", sobre la base de la "amplia participaci6n de la ciudadanfa". porencialidades del pais, para volverlo mas integrado sin las injustas desigual-
El gobierno de Alfonsfn disefi6, por tanto, un espacio de discusi6n dades regionales. El plan fue presentado como la afirmaci6n de un autentico
pluralista, representativo de los diferentes ambitos en que se puede escindir federalismo. Finalmente, las dos propuestas no pudieron ser concretadas
la organizaci6n de la vida colectiva, para la producci6n de proyectos que por falta de apoyo politico y parlamentario, aunque despertaron interes en
orientaran la tarea de Gobierno, tras los fines ya expresados. Para realizar su importantes seetores de la sociedad y mow'aron la imagen de un proyecto
labor el Consejo recibi6 la visita de reconocidas personalidades del Dere- democratico modernizador.
cho, la Ciencia Polltica y la Historia41, y se organiz6 en diferentes comisio- EI primer mandatario Ie confi6, entonces, al Consejo la confecci6n de
nes integradas por especialistas42. A titulo ilustrativo vamos a mencionar una propuesta de reforma constitucional, en la que se buscara "perfeccionar
algunas de ellas: la Comisi6n de Centros de Altos Estudios, dedicada a anali- la parte organica de la Constituci6n, para hacer mas agil y eficaz el funcio-
zar la creaci6n de institutos de nivel academico superior para la educaci6n namiento de los diversos poderes del Estado y para profundizar la partici-
post-universitaria; la Comisi6n de Ciencia y Tecnologfa, asignada al estu- paci6n democratica". La propuesta no deb fa incluir modificaci6n alguna
dio del aprovechamiento de esas capacidades del pafs; la Comisi6n de Arti- de la extensi6n y condiciones del mandato del presidente en funciones. En
culaci6n de las Relaciones y Poderes Politicos del Estado y las Organizaciones octubre de 1986, el Consejo elev6 al Presidente un Dictamen Preliminar
Sociales, consagrada al analisis del papel que cumplen en la sociedad las sobre la conveniencia, oportunidad, alcance y temario de la reforma44.
distintas organizaciones intermedias y su vinculaci6n con el Estado; la Co- El gobierno radical promovia la elaboraci6n de un proyecto de reforma
misi6n de Descentralizaci6n, Federalismo y Desburocratizaci6n, destinada constitucional de caracter semipresidencial que iria a reemplazar al clasico
al examen de medidas conducentes al fortalecimiento del federalismo y al regimen presidencialista argentino. Habfa una clara intenci6n de producir
estudio de mecanismos que permitan abandonar el centralismo adminis- una modificaci6n sustancial en el regimen polftico y, asf, atenuar la rigidez
trativo y los excesos de la burocracia. Ademas se crearon las Comisiones de del presidencialismo. Entre democracia y Constituci6n hay una estrecha
Economia y Producci6n; Comisi6n de Fuerzas Armadas; Comisi6n de Me- relaci6n, y de ella dependen aquellas disposiciones que establecen un tipo u
dios de Comunicaci6n Social; Comisi6n de Poder Judicial, Comisi6n de otro de regimen politico. En esa direcci6n trabaj6 el Consejo para la Con-
Reordenamiento Demografico e Integraci6n Territorial. solidaci6n de la Democracia, con todas las reservas de sus Consejeros, sin
El presiden te Alfonsfn encomend6 al Consejo, en los meses de marzo y que se pudiera apreciar en la practica el alcance y el significado de la refor-
abril de 1986, el estudio de dos temas relevantes para la organizaci6n del ma propuesta al no haber obtenido acuerdo legislativo. No obstante, su pro-
Estado y la sociedad. En primer lugar, la elaboraci6n de un proyecto de refor- ducci6n con los diferentes puntos de vista fue un antecedente fundamental
ma constitucional y, en segundo lugar, el disefio de un proyecto de traslado de la reforma constitucional de 1994.
de la Capital Federal a Viedma-Carmen de Patagones, a orillas del Rio Ne- Aunque el Consejo descart61a idea de proponer la sustituci6n del regi-
gro. En la opini6n de Alfonsin, era "indispensable crecer hacia el sur, hacia men presidencialista por uno parlamentario, para no violentar las tradiciones
el mar y hacia el frio, porque el sur, el mar y el frio fueron acaso los segmen- politicas argentinas, recomend6 la adopci6n de un sistema mixto de go bier-
tos del perfil inconcluso que subsiste en la Argentina"43. Las razones que se no, que permitiera la incorporaci6n de elementos del parlamentarismo para
invocaban no s610 tenian que ver con las potencialidades de la Patagonia, atemperar la inflexibilidad de nuestro sistema presidencialista. El regimen
sino de manera especial con un declamado federalismo que buscaba poner mixto tiende a favorecer la cooperaci6n entre los poderes y a desconcentrar
fin al centralismo politico y la acumulaci6n de riquezas concentradas en la las numerosas funciones que cumple el presidente, otorgandole mayor par-
Capital Federal y el area metropolitana. El proyecto de una nueva capital ticipaci6n y responsabilidad al Congreso. Por eso fueron consideradas di-
significaba para el Gobierno la mejor demostraci6n de que se trabajaba versas alternativas a partir de la creaci6n de la figura de un Jefe de Gabinete,
Presidente del Consejo de Ministros 0 Primer Ministro. Con esta nueva sectores del peronism045. En la perspectiva de Raul Alfonsin46 se habia llega-
instituci6n se buscaba aumentar el peso del parlamento en combinaci6n do a un acuerdo fundamental con Antonio Cafiero, presidente del Partido
con una Figura presidencial mas atenuada. Se introdudan cambios funda- ]usticialista y gobernador de la provincia de Buenos Aires, sobre la necesidad
mentales en el regimen politico, pero a la vez se resguardaba la tradici6n y contenido de la reforma. Pero despues de la derrota de Cafiero en las elec-
presidencialista argentina. En ese esquema, el Presidente seda el Jefe Supre- ciones internas y, en consecuencia, del triunfo de Carlos Menem como can-
mo de la Naci6n y el Primer Ministro el Jefe de la Administraci6n Publica. didato peronista para las elecciones nacionales, se produjo un vuelco en el
El Presidente debia ser designado por sufragio universal y directo, por el consenso obtenido entre los dos partidos mayoritarios. Hacia fines de sep-
sistema de doble vuelta, y disponia de la facultad de disolver la camara de tiembre de 1987, la Comisi6n de Reforma Constitucional del' Partido
diputados y de remover al Primer Ministro. Justicialista dictamin6, en funci6n de los cambios operados en el peronismo
En esta nueva organizaci6n del poder, la Corte Suprema actuaba como por las elecciones internas, de manera contra ria alas coincidencias y se opuso
arbitro ante un eventual conflicto de competencias entre el Jefe de Estado y ala creaci6n de un sistema semipresidencialista. A la par, el dictamen propi-
el Jefe de Gobierno, entre el Presidente y el Primer Ministro. Tambien se ciaba la reelecci6n ilimitada del Presidente. La voz de Carlos Menem se habia
disefiaron algunas modificaciones en el funcionamiento del poder legislati- escuchado en el interior de su partido. Como resultado, Alfonsin decidi6
vo para aumentar las jerarquias de las camaras y volver mas agil yeficiente conduir con el proceso de reforma yel 28 de septiembre esa determinaci6n
el mecanismo de elaboraci6n y sanci6n de las leyes. Se tuvo en cuenta que fue comunicada por su ministro del Interior a los partidos politicos.
en todas partes los parlamentos no hacen mas que acompafiar las iniciativas Con la creaci6n del Consejo para la Consolidaci6n de la Democracia,
del Poder Ejecutivo. se promovi6, como se dijo, la sustituci6n del regimen presidencialista por
Igualmente, se establecieron principios que buscaban reafirmar y sos- otro de caracter mixto, con el preciso objetivo de limitar la excesiva concen-
tener el federalismo real e hist6rico, el que se aseguraba a traves de un orga- traci6n del poder presidencial. Justamente, Carlos Nin047, coordinador de
nismo institucionalizado que cumplia la funci6n de control federal, es decir, ese Consejo, defini6 al sistema argentino como "hiperpresidencialista" y
el control del uso de los poderes delegados, poderes no delegados y poderes sefia16sus desventajas frente a un sistema mixto 0 parlamentario en 10 que
concurrentes. Asimismo, se propusieron reformas para garantizar las auto- hacia a la atenuaci6n de la dispersi6n temporal, espacial y funcional de la
nomias municipales, la institucionalizaci6n de los partidos politicos y las soberania popular, por 10 que su estructura rigida 10 alejaba de manera
asociaciones intermedias. Se presentaron formas semi-directas de democra- notable del ideal de la democracia deliberativa. De ahi su preferencia por
cia, como el plebiscito, el referendum, la iniciativa popular, que ampliaban un sistema mixto dinamico, como el propuesto por el Consejo, que presta-
la participaci6n de los ciudadanos en el proceso politico. Ademas, se pro- ba atenci6n alas experiencias de Francia, Portugal y Finlandia, sistema que
ponia la legitimaci6n definitiva de los derechos econ6micos y sociales, en resultaria mas descentralizado, menos disperso en la expresi6n de la volun-
donde se consagraba la funci6n social de la propiedad, para proteger a los tad popular y mas univoco en la forma de procesar el consenso.
ciudadanos desfavorecidos del reparto de capacidades y riquezas. Se preten-
dia, por otra parte, suprimir aquellos articulos de la Constituci6n Nacional
que exigian el requisito de pertenecer a la comuni6n cat61ica, apost61ica y EI Discurso de Parque Norte
romana para ser Presidente y Vicepresidente de la Naci6n. Es facil apreciar
que el dictamen preliminar del Consejo sirvi6 de fundamento, como fue El Discurso de Parque Norte48 es el mensaje que el presidente Alfonsin ley6
sefialado, de la reforma constitucional de 1994. ante el plenario de delegados al Comite Nacional de su partido en el mes de
Los estudios preliminares no conduyeron en acuerdos legislativos, entre diciembre de 1985. Raul Alfonsin habia convocado con anterioridad a un gru-
otras razones , POI' 1a escasa aceptaclOn
. , que tuvo J a ll1lClatIVa
. .. . .
entre Clertos po de intelectuales, independientes y afiliados al partido radical, a participar en
la elaboracion de 105textos presidenciales que iban a fijar 105grandes temas sobre 105que se aspira a constituir las "rutinas" de una sociedad democratica.
de la agenda politica. La convocatoria, que no exigia entonces la afiliacion En primer lugar, el pluralismo, que en esta interpretacion significa el "reco-
partidaria, modifico el vinculo entre intelectuales y poder politico. La produc- nocimiento del otro y la capacidad para aceptar las diversidades y discre-
cion mas significativa de ese nucleo de hombres de ideas, conocido como "Gru- pancias c~~o condicion para ,Iaexistencia de una sociedad libre". En segundo
po Esmeralda", fue precisamente el Discurso de Parque Norte. Los grandes lugar, la etlca de la democracla fundamentada en la idea de la "justicia como
temas propuestos pOl'el gobierno radical, la "democracia participativa", la "mo- equidad'; propuesta pOl' John Rawls en su TCoria de la }usticia de 1971,
dernizacion", y la "etica de la solidaridad", marcaron un cambio de rumbo en el concepto que en el Discurso fue definido "como distribucion de las venta-
discurso presidencial, a la vez que proponia una convocatoria a 105actores de la jas y de 105sacrificios, con arreglo aJ criterio de dar prioridad a 105desfavo-
transicion, pOl'encima de 105intereses del partido oficial. recidos aumentando relativamente su cuota de ventajas y procurando
La democracia participativa se asienta en una tradicion de discurso que, disminuir su cuota de sacrificios". En tercer lugar, la idea de pluralismo
segun Macpherson49, se inicio como consigna de 105movimientos estudian- suponia as~mir como legitimos el disenso y el conflicto. Aqui aparece un
tiles de la Nueva Izquierda de la decada del sesenta. Se difundio entre la clase punta de vista remarcable que entiende que el conflicto no siempre desesta-
obrera en 105anos sesenta y setenta, y una clara manifestacion de ese espiritu biliza a la democracia y que la democracia pluralista tiene que dar cabida al
fue el nacimiento de corrientes favorables al control obrero de la industria. La disenso y a Jos diversos intereses en lucha, en cuanto que toda forma demo-
clave de esta concepcion es la misma idea de participacion; de participacion cratica esca emplazada en un vasta campo de tensiones entre consenso y
de 105ciudadanos en la toma de decisiones politicas, sin que ello implique disenso.
adoptar la forma de una democracia directa. La pregunta fundamental que se ~n efecto, el conflicto no siempre desestabiliza, el disenso y la discon-
hacia Macpherson en 1976 (cuando escribio su libro) no era acerca de como for~ldad pueden tam bien afianzar a la democracia. AI mismo tiempo que
funcionarfa la democracia participativa, sino como llegar a ella. 105cmdadanos pretenden con justa razon evaluar la calidad de la democra-
En el Discurso se afirmaba que la "participacion es un movimiento c~a,~an,ifiestan legitimamente sus desacuerdos en la organizacion del espa-
destinado a agrandar 105espacios de libertad, de bienestar y de relacion hu- CIQpu~llco. Las pretensiones legitimas de 105ciudadanos, las luchas porIa
mana [...] Es un movimiento que provoca cambios en la mentalidad colec- creencla comun en la igualdad, no conducen indefectiblemente a la deses-
tiva y, consecuentemente, en las instituciones". Para Alfonsin la democracia tabilizacion de la democracia. La estabilidad, indica Navet50, que no es en
participativa representaba una extension e intensificacion del concepto t??O caso inmovilidad, tiene necesidad de conflicto. En esta misma direc-
moderno de democracia, y no se contrapone en modo alguno a la democra- Clon" Hir sch man 51sostlene
' "d
-sigulen 0 I'd
a teslS e Marcel Gauchet y Helmut
cia formal, en tanto toda democracia es siempre formal, pues requiere de Dublel_ que el conflicto social puede ser un 50Sten de la democracia. Pero
normas y reglas para organizar la aetividad politica y el funcionamiento de las no se trata de cualquier dase de conflicta, Hay algunos generos de conflicto
instituciones. En verdad, este modelo de democracia participativa no se q,uese deben considerar constructivos para la consolidacion de la democra-
contraponia con el modelo de democracia constitucional, no son en abso- Cia,a diferencia de otros que son destructivos. POl'ello, Hirschman escribe
luto incompatibles. El discurso presidencial reconocia que la democracia que a tra ' d 1 fl' 1
Yes e con teto a gente aprende a discutir a fondo las cosas y de
representativa establecida en nuestra Constitucion no excluia otros meca- eSamanera el co fl" "d .
, n teto actua como un pro uctor emmentemente eficien-
nismos de participacion y que se podian establecer "canales de expresion te de 1I1tegracion y cohesion"52.
adecuados a 105partidos politicos, las organizaciones sociales, 105munici- El discurso socialdemocrata de Alfonsin pronunciado en Parq ue Norte
pios, las instituciones barriales y vecinales". ~o lograba convencer a buena parte del espacio progresista argentino (in-
Esta concepcion de democracia, en su combinacion con la idea de c:~e~do a seetores importantes de su propio partido), mas indinado a
modernizaci6n y etica de la solidaridad, reconocia un conjunto de valores P SIClonespopulistas, y poco afecto al repertorio de principios de la tradi-
cion politica liberal. Sin duda, el tern a que tuvo menos aceptacion y que En el texto no hay una referencia explicita al rol de los particlos politi-
genero mas controversia en ese espacio fue el de la modernizacion. La idea cos, ni ala "democracia de partidos" (en terminos de Bernard Manin) don-
de modernizacion como concepto sociologico aparece en la concepcion de la confianza de los ciudadanos no esta puesta en las personas sino en la
estructural-funcionalista, a mediados del siglo xx. Ubicada en el marco del organizacion partidaria. El sistema de partidos parece ser el actor ausente
analisis del cambio social desperto el interes de algunos sociologos norte- de la propuesta de modernizacion. Mas bien, como se ha visto, el enfasis
ameticanos, en momentos en que se consolidaba la preeminencia de fue colocado en los poderes de la sociedad, en la mayor participacion deli-
Norteamerica en el mundo. En America Latina y en otras zonas perifericas berativa, en un "sujeto democratico", esto es, en un ciudadano responsable
fueron conceptualizadas las nociones de "subdesarrollo" y "dependencia" que hace suyos los valores de la democracia. Sin embargo, el radicalismo, el
durante las decadas del sesenta y setenta, en franca diferencia con el modelo partido mas viejo de la Argentina, esta llamado -en palabras de Alfonsin- a
de cambio social propuesto por la concepcion funcionalista. Del concepto de ser el partido de la convocatoria para el fururo, a convertirse en la "fuerza
modernizacion se infirieron dos connotaciones basicas negativas que le otor- aglutinante para la construccion del pais nuevo, del pais moderno". "[ ... J El
garon un perfil que fue una invitacion para la desestimacion de muchos: su radicalismo argentino debe provocar la sintesis, suscitar la modernidad, abrir
connotacion etnocentrica y su caracter imitativo. el futuro". Ese era el papel que el presidente Alfonsln Ie asignaba a su partido
En la Argentina de los ailos ochenta, el concepto de modernizacion a fines de 1985, tal vez en el momenta mas alto de su liderazgo social, en un
aparecio en momentos de una crisis generalizada, como una idea que momento en que la masa electoral todavia expectante respondia a los termi-
englobaba el progreso social y propiciaba la racionalidad politica. El Dis- nos que se Ie presentaban en elnuevo escenario politico; en una situacion, en
curso reclamaba la urgente necesidad de definir el paso hacia una "nueva fin, donde la crisis del Partido ]usticialista era manifiesta y ponia en evidencia
modernizacion", en tanto concepto integral, que solo era posible en un mar- la irresolucion de la derrota electoral de 1983.
co de democracia y equidad social. No se trataba, pues, de un proceso de El mensaje presidencial dio lugar a una intensa polemica en el mundo
modernizacion con "arreglo a un criterio de eficientismo tecnico", sino de un politico y cultural acerca de sus postulados y premisas, cuando la sociedad
proceso que debetia tender a incrementar el bienestar general. Frente a una argentina que no quetia hundirse en la decadencia buscaba una salida a tan-
concepcion de modernizacion liberal, que refuerza los poderes privados, y tos ailos de atrasos y postergaciones. En el marco de ese debate, la FUCADE
ante una concepcion de izquierda clasica, que refuerza los poderes del Es~a- invito en 1986 a un grupo de intelectuales a discutir el Discurs053. Entre
do, la concepcion del Discurso apostaba a una modernizacion en democra- los participantes, Atilio Boron apuntaba que mas alla de las discrepancias
cia y en solidaridad, que refuerza los poderes de la sociedad. pUntuales no era frecuente en la politica argentina un llamamiento presi-
En esa linea argumental, el "ttipode" (democracia, modernizacion y eti- dencial a discutir y poner en marcha un ambicioso programa de transfor-
ca de la solidaridad) fue concebido como un "programa, una propuesta para maciones sociales. "Por eso, nadie podtia negar que el mensaje instala el
la sociedad, no una Ley de la historia". Y esto solo se podia realizar si se ponia debate politico de nuestro pais en un nivel cualitativamente superior y dis-
a su servicio una "poderosa voluntad colectiva". Esta fue la convocatoria de tinto a todo 10 que hemos conocido en largos afios"54. Cinco afios despues
Alfonsin: "a toda la sociedad, a los ciudadanos y alas organizaciones para de que fuera pronunciado, dos de los miembros (Portantiero y De Ipola,
poner en march a una discusion franca y constructiva que permita superar los intelectuales independientes) que participaron en la reflexion yelaboracion
bloques que nos condenaran a la decadencia". El pacto democrdtico entre acto- del discurso de Parque Norte, se interrogaban sobre esa cooperacion y tra-
res era el medio mas adecuado para escapar de las pujas salvajesy de la guerra zaban un ajustado balance55. Reconocen que la voracidad de la crisis nacio-
de todos contra todos. El pacto era un compromiso que definia "un marco nalle quito toda resonancia a esas palabras, convirtiendolas en un trOZO
global com partido dentro del cuallos conflictos pueden procesarse sin desem- remOto del pasado, al no resolver los dilemas que planteo. Pero si las mis-
bocar en el caos y las diferencias coexisten sin disolverse". mas mantienen alguna relevancia -agregan los autores- ello se de be al he-
cho de haber fijado los temas de largo plazo de la agenda P?litica. C~ns- y Fuerza, integrante del mencionado grupo. Atras habia quedado la inicia-
dentes del rol de intelectuales comprometidos con la democraCla, Portantlero riva de democratizacion del sindicalismo y las intenciones de frenal' el po-
y De Ipola entienden que esa colaboracion formo parte "~e un intento ~e del' de las corporaciones. Como era de esperar, y mas aHa de algunas
otorgarle sentido a la dificil construccion de la demoCl'aCla en la Arg:ntl- diferencias, la CGT de Ubaldini y!as 62 Organizaciones dirigida pOl' Lo-
na", aunque para una parte del ambiente cultural los hombres de Ideas renzo Miguel elogiaron la accion del nuevo ministro de Trabajo, poniendo
debfan permanecer alejados del po del' para resguardar el ejercicio de la cri- de manifiesto la logica corporativa de los gremios. De todas maneras, esto
tica y evitar toda contaminacion. Cabe recordar tam bien, como una mues- no impidio que Saul Ubaldini estrechara sus alianzas con Antonio Cafiero,
tra mas de un cambio en la relacion entre intelectuales y poder56, que otros !ider del movimiento renovador en el peronismo y candidato a gobernador
intelectuales colaboraron en distintas areas del gobierno de Alfonsin, aun- de la provincia de Buenos Aires en las elecciones de septiembre de 1987. A
que no se constituyeron como grupos (pOl'ejemplo, Juan Sourrouille (mi- estas alturas, el peronismo politico pareda haber superado los efectos de la
nistro de Economfa), Adolfo Canitrot, Roberto Frenkel, Jorge Roulet, Dante derrota electoral de 1983, se reorganizaba como oposicion desde la direc-
Caputo (ministro de Relaciones Exteriores), Jorge Sabato (ministro de Edu- cion renovadora de Cafiero, recuperaba protagonismo en el interior de su
cacion), Juan Carlos Torre, Oscar Oszlak, Emilio Tenti, Marcos Aguinis) 57. propio partido, y se mow'aba como una alternativa de poder.
Para Alfonsin, el ano 1987 fue el comienzo de un cambio, yen buena
medida trazo una Frontera en su periodo de gobierno, al indicar un antes y
La derrota electoral de 1987 yel zigzag de la poHtica oficial un despues en terminos de gesrion. Debio enfrentar los sucesos de Semana
Santa, el fracaso de la alianza con el Grupo de los 15, el males tar de los
El exito inicial del Plan Austral Ie permitio al gobierno radical mantener la grupos economicos, el descontrol de la inflacion, la derrota electoral de sep-
iniciativa politica hasta 1987. A partir de entonces, debilitado pOl' el dete- tiembre, las resistencias en el interior de su partido y la perdida de legitim i-
rioro de la economia y pOl'el reducido apoyo social, ingreso en un proceso dad de apoyo. En este universo complejo, las elecciones de septiembre
de negociacion con los poderes corporativos, economicos y sindicales, sin tuvieron un doble significado. POl'un lado, la derrota electoraPB. El peronis-
encontrar una alternativa viable a la gravedad de la crisis economica. Atras mo recupero su caudal electoral historico, obtuvo e141 ,48% de los votos, el
quedaban los impulsos de un proyecto modernizador que habia sido supe- COntrolde 17 provincias y logro la mayoria en la camara de diputados. En
rado pOl' el dinamismo de la crisis y poria falta de apoyo. El gobierno de cambio, el radicalismo solo triunfo en la Capital Federal, Cordoba y Rio
Alfonsin se fue desgastando, tanto en el plano economico como en el poli- Negro, y obtuvo el 37,32% en las elecciones a diputados nacionales. El
tico, hasta llegar al traspaso adelantado del poder en julio de 1989. resto de las gobernaciones quedo en manos de partidos provinciales. POl'el
Recordemos que elnuevo marco de alianzas que definio el presidente otro, la ruptura del marco de alianzas entablado con un sector del sindicalis-
Alfonsin arrastro tambien al partido radical. Los hombres de la Junta Coor- mo y de los empresarios. Alderete renuncio al Ministerio de Trabajo y fue
dinadora Nacional, encabezados pOl'Enrique Nosiglia (con influencias cre- reemplazado pOl'Ideler Tonelli. En el Ministerio del Interior fue designado
cientes en el Gobierno), fueron desplazando en algunos lugares claves a los Enrique Nosiglia y en el Ministerio de Obras y Servicios Publicos Rodolfo
sectores historicos del radicalismo, incluso a los provenientes de la propia ~erragno. La gravedad de la crisis se revelaba igualmente en la perdida de
linea interna de Alfonsin, el Movimiento de Renovacion y Cambio, para hderazgo social de Alfonsin.
actual' como sosten de la nueva epoca. El acercamiento al Grupo de los 15 , . Inmediatamente vinieron las reformas al plan economico luego de las
(opositor al secretario de la CGT, Saul Ubaldini) fue promovido pOl' los cnticas de la oposicion y de dirigentes del partido radical, y la busqueda de
propios dirigentes de la Coordinadora. Asi, a fines de marzo de 1987 fue u~ pacto de gobernabilidad con los partidos politicos. La perdida de legiti-
designado ministro de Trabajo Carlos Alderete, dirigente del gremio de Luz tllidad del Gobierno Ie restaba fuerza y posibilidades para ordenar una si-
tuaci6n que se agravaba progresivamente. En agosro de 1988 el presidente recomendaba, como una via de soluci6n para las economias altamente en-
Alfonsin puso en marcha el denominado "Plan Primavera" que pretendi6 deudadas de los paises del Tercer Mundo, el cobro de los servicios de salud
con poca fuerza impulsar las todavia pendientes reform as estru.ctural~,s,y se y educaci6n universitaria que prestaba el sector publico, asi como tambien
mantuvo hasta febrero de 1989 wando se produjo el denomll1ado golpe el desarrollo de una linea de privarizaciones de las empresas estatales para
econ6mico" que arrastr6 al gobierno nacional a la crisis fl11~l. mejorar su eficiencia y reducir la absorci6n de recursos fiscales. El debate ya
Aplicado en un momento de debilidad del gobierno radlcal~el plan fu.e se habia instalado en la Argentina y, aunque mal planteado, uno de sus ejes
el resultado de un acuerdo desindexatorio conla Uni6n Industrial Argentl- principales era la dicotomia privatizaci6n/estatizacion. Tampoco la discu-
na y la Camara de Comercio, entidades que se be~eficiar~n c.on una reduc- si6n pasaba por la contraposici6n "menos Estado" y "mas mercado", sino,
ci6n del IVA59,sin que se hablara ahora en los mlsmos termll10S que antes en rodo caso, poria construcci6n de un nuevo tipo de Estado, mas acorde
de congelamiento de precios. El pacto implicaba, aden:as, u~a importante con los cambios del mercado internacional y con las necesidades de inser-
transferencia de recursos provenientes del sector agrano haCia el Estado y ci6n competitiva de la economia argentina. Es pOl'ello que Rodolfo Terragno,
otrOS secrores de la producci6n. Mientras los secrores del campo rechaza- ministro de Obras y Servicios Publicos, se convirti6 en el hombre mas po-
ban el plan, la CGT presionaba para debilicar al Gobierno y provocar la lemico de la administraci6n de Alfonsin, a pesar de su moderada politica de
caida de Sourrouille. Como escribe Schvarzer60, el apoyo empresario no fue privatizaciones. En tanto 10s trabajadores estatales se preparaban para lu-
gratuito y el Gobierno estuvo obligado a marchar hacia un sistema cambiario char contra la "ola privatista" que habia irrumpido en el escenario argenti-
mas libre, por el cual estableci6 dos tipos de cambio basicos: un mercado no. Al fin, la reforma de fondo del Estado, la construcci6n de un nuevo
financiero, supuestamente libre, pero sometido a la regulaci6n del ~anco Estado, como deseaba el Gobierno, no tuvo lugar. En palabras de Sidicar06J,
Central y un mercado comercial, fijado exclusivamente por las aut~ndades los cambios realizados por la politica oficial no adjudicaron demasiada im-
monetarias. Como consecuencia de la presi6n de los sectores agranos, que portancia a la recuperaci6n de la eficiencia estatal en el proceso de fortaleci-
exigian un sistema de paridad unica, y de la demanda cr~ciente de. divisas miento de la democracia. Como las reform as fueron escasas no se pudieron
en el mercado financiero, el Banco Central no tuvO mas alternatlva que mejorar las capacidades estatales.
ofrecer d61ares al mercado. Unicamente se podia mantener esta estrategia
con disponibilidad de divisas del Banco Central para poder resistir las pre-
siones del mercado, sobre todo en momentos en que la sociedad comenza-
ba a perder la confianza en su propia moneda. El problema fue que la
demanda de d61ares lleg6 a ser tan elevada que no hubo oferta capaz de En los afios ochenta culminaba el ciclo del modelo estatal de desarrollo que
ofrecer equilibrio. He ahi el escenario que se abri6 en 1989. Entre los apo- a fines de la decada del setenta habia dado muestras de agotamiento. Debi-
yos limitados y la incertidumbre econ6mica y politica, el plan no pudo do a que el Estado estaba afectado pOl'una profunda crisis de financiamien-
sobrevivir hasta las elecciones de mayo de 1989. to no podia dar cuenta, como antes, de sus principales funciones sociales.
En el contexto de la crisis mundial, los Gobiernos de los paises desa- Se extinguia una concepci6n estatal, cuya caracteristica fue durante afios el
rrollados y los organismos multilaterales de credito recomendaban politicas subsidio, la prebenda, mediclas protectoras de un empresariado antischum-
publicas similares para todos los paises: medidas de ajuste, control fiscal, peteriano, no competitivo, amante de las ganancias pingues, incapaz de
promoci6n de las inversiones extranjeras, la definici6n de un perfil produc- exponerse, que forj6 una relaci6n perversa entre desarrollo capitalista y Es-
tivo sobre la base de la especializaci6n y la busqueda incesante de integra- rado. De tal forma, en los afios serenta, ese Estado "asistencial" ingresaba en
ci6n regional. Los organismos financieros internacionales tambien disefiaron Una nueva fase que ha sido lIamada Estado contratista 0 subsidiador. El
un modelo de gestion publica. £1 Banco Mundial, en su Informe de 1988, EStado se vinculaba mediante conrratos con grandes empresas, 10que origi-
no una especie de burguesia contratista, que vivio de los encargos del Esta- social afectaba naturalmente los recursos que podian destinarse para gastos
do. Con ese tipo de Estado, que favorecio un determinado estilo de com- de inreres general. Los subsidios implicaban:
portamiento empresarial, tuvo que luchar el gobierno radical.
Los mecanismos de subsidios del Estado para la clase empresaria fue- 1) 2,75 veces 10 que destina la Administraci6n Nacional (Ad. Nac.) para
ron diversos. Un buen ejemplo se encuentra en el periodo 1981-1983 que cultura y educaci6n.
se caracterizo tanto poria expansion del gasto publico -que figuraba en el 2) Casi 7 veces 10 que la Ad. Nac. gasta en salud.
Presupuesto Nacional- como poria aparicion de una serie de "gastos ocul- 3) Mas de 7 veces del gasto en Seguridad de la Ad. Nac.
tos" que no se contabilizaban. Ese fue el resultado del analisis que realizo el 4) £1 equivalente a 1,42 veces 10que se gasta pOl' "bienestar social" (segu-
Informe de la Secretaria de HaciendaG2, firmado pOl' el Secretario Mario ridad social, vivienda, trabajo, asistencia social, depone, recreacion).
Brodersohn y el Ministro Juan Vital Sourrouille, que acompafiaba el Presu- 5) Mas de 20 veces de 10que se destina a Justicia.
puesto de 1989. Se destacaban en ese periodo los siguientes mecanismos: 6) Dos tercios de deficit de todo el sector publico argentino.
7) El 70% de toda la inversi6n real del sector pllblico.
1) Subsidios ocultos en la "licuacion" de la deuda privada interna. 8) El 37% del total de sueldos pagados por el sector publico.
2) Subsidios ocultos en los seguros de cambio y en la estatizacion de la 9) Casi el 23% de la recaudaci6n tributaria del sector publico.
deuda privada externa.
3) Regimenes de promocion industrial, con subsidios que en lugar de Un Informe de 1988 de la Sindicatura General de Empresas (SIGEP)G3
aparecer como gastos publicos se encubren en reducciones de impues- revelaba que en los 22 alios que distan entre 1965 y 1987 el conjunto de las
tos debido a desgravaciones y diferimientos fiscales. trece compafiias que integraban el Directorio de Empresas Publicas regis-
4) Avales otorgados pOl' el sector publico para el endeudamiento del sec- traba un deficit total de 52.037 millones de d6lares. El promedio del deficit
tor privado para la realizacion de obras publicas en algunos casos y en los 22 afios se elev6 a 1.900 millones de d61ares anuales. Gran parte de
grandes proyectos de inversion en otros (papel, petroquimica, sidetur- los desequilibrios fueron financiados con los apones del Tesoro Nacional:
gia) que terminaron siendo pagados por el Estado. el promedio de financiamiento sobre la necesidad global fue del 69,1%,
con un minimo del 23,4% registrado en 1979 y un maximo del 122,2% en
La "Iicuacion" de los pasivos internos y externos del sector privado, dice el 1983. No pareda, por cieno, razonable que toda la sociedad financiara las
Informe, funcionaba de la forma que sigue. En el frente interno, a HaVeSde distorsiones de empresas mal administradas que no protegian debidamente
un "shock" inflacionario con bajas tasas de interes que practicamente los capitales del Estado.
"licuaron" la deuda privada interna. En el primer semestre de 1982, el sub- La discusi6n sobre la privatizaci6n en la Argentina fue planrcada mu-
sidio a los deudores lleg6 al 7% del PBI, en cambio en el segundo semestre chas veces en terminos de eficiencia econ6mica. Situar el debate en termi-
yen 1983 oscil6 entre 10,8% y 13,4% del PBI. En el frente externo, los ~os erraticos no era mas que dar una batalla alii precisamente donde el
seguros de cambio llevaron a la estatizacion de la deuda extern a privada con hberalismo economico es fuerte. Pocas dudas quedaban entre los usuarios
subsidios que significaron una perdida para el Estado del 50% de la deuda a~gentinos que las empresas publicas, en su gran mayoria, prestaban un servi-
privada externa. c~oineficiente y eran rigurosamente deficitarias, abulrando de manera con-
En un primer intento de cuantificacion, el Informe de la Secretaria de SIderable el volumen del deficit fiscal en el PBI. Pero razonar unicamente
Hacienda determino que los subsidios del sector publico nacional, via Pre- en clave de estatizaci6n/privatizaci6n no es mas que ocultar, como escribe
supuesto Nacional, sistema tributario y precios de las empresas publicas, ~osanvallonG4, la dimensi6n sociol6gica y politica de la cuesti6n para redu-
ascendieron en 1987 a 4.000 millones de dolares, cuyo costo economico y clrla de manera exclusiva a su aspecto financiero.
Es cierto que el debate sobre las privatizaciones quedo reducido al pro- que el ministro Terragno propiciaba con su politica de privatizaciones la
blema de la ineficiencia de las empresas publicas. Planteadas las cosas en esos creacion de sociedades con empresas estatales de otros paises, conservando
t(~rminos no aparecieron muchas opciones ala propuesta neoliberal. EI deba- para el Estado argentino el comrol de la mayoria del paquete accionario.
te no coloco el tema de la privatizacion/estatizacion en el centro de la relacion En conclusion, apremiado por la crisis, el gobierno radical quedo encerra-
entre Estado y sociedad civil, es decir, en el marco de una redefinicion de las do en la imperiosa necesidad de combatir la inflacion para estabilizar la
fronteras entre el Estado y la sociedad. Como no se buscO una respuesta ecol1omia y legitimar la moneda. Ese era un paso imprescindible para ase-
diferente, las alternativas quedaron encerradas en las instancias del mercado 0 gurar la estabilidad de la democracia.
del Estado. No fue posible imaginar, como sugiere Rosanvallon en el texto
recien citado, que 10scolectivos locales (asociaciones diversas, fundaciones,
etc.) pueden asumir tareas y responsabilidades en el campo economico-social
y cultural. Transferir a esos colectivos una parte de los servicios publicos
hubiera sido buscar una via de autonomizaci6n novedosa, reduciendo las Algunos aconcecimientos de comienzos de 1989 sorprendieron a la socie-
demandas al Estado, sin apelar exclusivamente a la clasica solucion de las dad y al gobierno radical. A fines de enero, el pais se vio sacudido por la
privatizaciones. EI acento puede ser puesco en la idea de sociedad civil. No se accion terrorista del grupo denominado "Movimienco Todos por la Patria"
trataba de resolver la crisis del Estado intervencionista acosandolo u "olvidin- que ataco un cuartel militar en La Tablada, provincia de Buenos Aires, y
dolo" sino "trascendiendolo", como proponen Heller y Feher65, mediante cam- dejo un saldo de 28 muertos entre sus imegrantes. En febrero, un colapso
bios profundos en las estructuras socio-economicas y la abolicion de sus economico -calificado como "golpe de mercado"- puso fin al Plan Prima-
dimensiones paternalistas que paralizan la accion ciudadana. vera y a los intentos de privatizacion, acortando los tiempos del gobierno
Lo que habia que mudar, por consiguiente, eran las condiciones en de Alfonsin. Lo que siguio despues fue el descontrol financiero y moneta-
que se desarrollaba la gestion publica. Ello implicaba clausurar la era en la que rio. La sociedad habia perdido la confianza en la moneda nacional, el Aus-
un capitalismo anacronico, junto a una burguesia contratista y unas empre- tral, por 10que aumemaba incesamememe la demanda de divisas extranjeras.
sas publicas ineficientes, exigian para su supervivencia, 0 sus comodos be- Retornaba la tirania del dolar. AI mismo tiempo, el gobierno radical nego-
neficios, de subsidios permanentes de la sociedad. La relacion perversa entre ciaba un nuevo acuerdo con el FMl, en un clima de incertidumbre, donde
capitalismo y Estado debia ser trastocada si se ambicionaba salir del atraso el Partido ]usticialista buscaba sacar redicos politicos de la crisis.
y la postergacion. Obviamente, no era ficil invertir una arraigada cultura En los primeros dias de febrero se conocio el nuevo paquete de medi-
estatalista, que legitimaba y aceptaba como valida esas formas de interven- das economicas que comprendia la devaluaci6n de la moneda y la creacion
cion estatal, por otra que rechazara las distorsiones del sistema y pudiera de un triple mercado de cambios, que comenia un mercado libre sin nin-
emprender la busqueda de nuevas formas de solidaridad social. La relacion gun respaldo gubernamemal. EI aumento del dolar era irrefrenable, las ta-
Estado y sociedad civil fue puesta en cuestion. Los problemas que presentaba sas de inceres alcanzaron el 20% mensual y la inflacion se disparaba sin
el nuevo rol del Estado en la ecol1omia y en la sociedad eran de una natura- Control. Los empresarios abandonaron al Gobierno a su suerte y se retira-
leza esencialmente diferente de aquellos que surgieron al finalizar la Segun- ron de la alianza, para evitar la responsabilidad que les correspondia ante
da Guerra Mundial. EI desafio hist6rico estaba trazado. Las dmidas respuestas I?s fracasos de una politica economica que habian compartido. En la adver-
del radicalismo tuvieron que ver con la oposicion abierta del peronismo a sldad de ese panorama el gobierno radical se desintegraba y la sociedad
cualquier imenco de reforma del Estado y con las limitaciones para definir comenzaba a sencir 10sefectos perniciosos de la aha inflacion.
un nuevo tipo de Estado, alejado del viejo Estado intervencionista y del EI candidato presidencial de la union dvica radical, Eduardo Angeloz,
Estado minimo propiciado por e11iberalismo economico. Hay que destacar exigio a fines de marzo de 1989 la renuncia del ministro Sourrouille con la
expresa intencion de no ser arrastrado por el fracaso de la poUtica economi- alternancia tuvo lugar el 10 de diciembre de 1999 cuando la Alianza asu-
ca del Gobierno. Inmediatamente, ocupo el Ministerio de Economia el mio el poder que dejo el justicialism067.
dirigente radical Juan Carlos Pugliese, presidente de la camara de diputa- Durante el siglo XX yen el tiempo ya transcurrido del nuevo siglo, la
dos. Lo que siguio fue una politica economica erratica. En menos de dos sucesion d~1poder ha sido complicada en la Argentina. En primer lugar,
meses, el nuevo Ministro fijo un doble mercado de cambios, luego un mer- por la seguIdIlla de golpes de Estado que despojaron a los civiles del poder y, en
cado unico, el congelamiento de precios y tarifas publicas, la creacion de segundo lugar,por la inestabilidad polltica de nuestra "democracia entrecortada",
impuestos extraordinarios, mientras el alza de precios era incontenible, el en la cualla sucesion del poder no alcanza a constituir una verdadera rLltina.En
dolar seguia en su escalada, el salario real se descomponia y la hiperinfla- esta primera experiencia de alternancia polltica, el traspaso del poder presento
cion asomaba su rostro en un pais sin rumbo cierto. Luego de estas marchas sus dificultad~s por el contexto en que se desplegaba: la falta de autoridad polI-
y contramarchas, el presidente Alfonsin reemplazo a Pugliese por Jesus tica, el panico bancario, el desorden social. Aunque funcionaron las reglas y los
Rodriguez, joven dirigente de la Junta Coordinadora Nacional, cuando la procedimientos, conocidos y aceptados por todos, para la seleccion de la aLlto-
crisis recortaba los cursos de accion y reduda el horizonte temporal. La ridad publica, se abrio un escenario incierto en los momentos previos ala entre-
entrega anticipada del Gobierno sera la consecuencia directa del fracaso ga del mando denominado, como en otras ocasiones, "transicion del poder".
economico y del desorden monetario. Con ello se indicaba que hada falta algo mas que la legitimidad del procedi-
El perfil de los candidatos presidenciales66, Carlos Menem y Eduardo miento para asegurar una transferencia padfica y ordenada del poder entre dos
Angeloz, no expresaba las tendencias renovadoras de sus propios partidos civilespertenecientes a signos polfticos opuestos.
que con el retorno de la democracia habian procurado iniciar una nueva Con el presidente electo se inicio el periodo de transicion que finalizo
epoca. En el peronismo, Menem se habia impuesto frente a Cafiero en las e! 8 de julio con la transmision del mando. Alfonsin disponia todavia de
elecciones internas movilizando a los sectores marginales, con un liderazgo Slete meses d~ mandato constitucional. Un periodo extremadamente largo
paternalista que recuperaba las viejas tradiciones peronistas. En el radicalis- para un Goblerno en crisis, con una situacion economica diffeil de COntro-
mo, en cambio, el candidato surgio de una "decision autoritaria" del propio lar. Con ese panorama a la vista, el gobierno radical Ie propuso al Presidente
presidente del partido, Raul Alfonsin, que entendio que el mejor candidato electo acortar el periodo constitucional para asegurar la gobernabilidad del
era el Gobernador de la provincia de Cordoba, uno de los bastiones del pais. Se constituyeron sendos equipos de negociacion de ambos partidos
radicalismo que habia sobrevivido la derrota electoral de 1987. A pesar de que buscaron acercar las posiciones en momentos muy oscuros, pero siem-
la oposicion de la corriente progresista del radicalismo, el candidato fue un pre sobre la base de que el peronismo no hablaba de cogobierno. Finalmen-
representante de su ala tradicional. Luego de un esbozo de renovacion po- te, esa posibilidad fracaso por los desacuerdos polfticos. Entre las razones
lftica aparecieron las versiones mas conservadoras en ambos partidos, con que invocaba eI justicialismo se hallaba la negativa a apoyar "medidas im-
un estilo eficientista en el caso del radicalismo y un estilo netamente popu- populares" para la resolucion de los problemas economicos, ademas de que
lista en el candidato peronista. no habia obtenido del radicalismo la decision de encontrar una salida al
Las e1ecciones presidenciales tuvieron lugar el 14 de mayo y el vence- p:oblema militar. En buen romance se Ie exigia al gobierno nacional el
dor fue eI candidato justicialista, Carlos Menem. EI partido peronista al- dlCtado de indultos que beneficiaran a los condenados por la violacion de
canzo el47,3% de los sufragios yel partido radical el32,4%. Estas elecciones los derechos humanos.
fueron un hito significativo para nuestro sistema polftico, porque por pri- .. ~te la falta de acuerdos para acortar el periodo de transicion, Alfonsin
mera vez en nuestra historia un Gobierno democratico transfirio el poder ~lfIglO un mensaje al pais el23 de mayo en el que anuncio que continuaria
por via del sufragio universal a un partido de la oposicion. Ello indicaba asta el final de su mandato:
nuestra primera alternancia polftica en elecciones nacionales. La segunda
Pero 10 cierto es que nosotros estamos dispuesros, como dije antes, despues de la transmisi6n del mando una delegaci6n conjunta para nego-
a gobernar sin desmayo hasta el10 de diciembre del corriente ano. c.iar con los organismos internacionales de creditos; 4) promover una ex-
Eso si, que nadie venga a decir en 10 sucesivo que resulta 0 puede haustiva investigaci6n de todos los actos administrativos del actual gobierno
"
resultar conveniente una entrega antlClpa d a68 . radical. Tiempo despues Alfonsfn evocaba que "mas alla de los desacuerdos
que podian tenerse con mi gesti6n, existia un recalentamiento de la situaci6n
Pasados los efectos de ese discurso siguieron las gestiones para la entre~a politica artificialmente producido". Con un 7% de desocupaci6n -continua
anticipada del poder. Aparentemente la voracidad de la c:isis ~ehabia torCl- Alfonsfn- se produjeron "asaltos a supermercados, paros parciales cotidianos,
do el brazo al presidente Alfonsin, sin embargo nunca habla, de)a,~ode pensar huelgas generales, violencia callejera, pedidos del justicialismo para que yo
en la reducci6n del plazo constitucional, como una COntrlbUClOna la con- renunciara, en esas condiciones se produjo un estallido que no dej6 otro
tinuidad de la democracia. El delegado personal de Alfonsin, Rodolfo camino que acelerar el traspaso del poder"7l. Aunque Alfonsin ejerce en su
Terragno, fue el encargado de esas gestiones (plagadas de marchas y cont,ra~ libro una legftima defensa de su gobierno, no se puede dejar de reconocer la
marchas) hasta el discurso presidencial del 12 de junio, en el que comumco escasa voluntad polftica de Menem y los seetores que 10 acompanaban por
su decisi6n de entregar el poder el 30 de junio. El tema militar continuaba encontrar aquellos entendimientos minimos que hubieran permitido la
siendo uno de los obstaculos para el acuerdo. Las declaraciones de Menem gobernabilidad de la democracia, con 10 que se hubieran evitado las tragi-
fueron elocuentes: "Es necesario y l6gico que sea el presidente Alfonsin quien cas consecuencias de los estallidos sociales. Por el contrario, en ese clima de
resuelva los problemas que subsisten en eI' am b'lto castrense."69 , tensi6n social se escucharon discursos imprudentes y demag6gicos, yaccio-
Antes de que se difundiera la renuncia presidencial, Terragno Ie habla nes desestabilizantes de dirigentes peronistas en algunas provincias que pro-
entregado personalmente a Menem una carta de Alfonsin e~ la que 10 po- piciaban y organizaban los saqueos, junto a grupos militares 0 de las fuerzas
nia en conocimiento de los pasos que iba seguir y de la necesldad de firmar de seguridad72.
un acuerdo de cuatro puntos. Era el ultimo intento por encontrar una sali- Ante una Argentina conmocionada, Atilio Cadorin escribia en su ha-
da concertada. Terragno esper6 inutilmente la respuesta hasta las 21 ~s. del bitual columna dominical que habia dos presidentes y ningun gobierno73. En
lunes 13. Vencido el plazo, Alfonsin difundi6 alas 22hs. el mensa)e que verdad, asediado por la crisis74y ante la falta de respuesta de Menem, Alfonsin
habia sido grabado con anterioridad70. En sus palabras se aclaraba ql}e "re- retom6la iniciativa despues de un largo tiempo y acort6los plazos de la transi-
signaba a partir del 30 de junio de 1989" la primera ~agiStrat~r~, en "aras cion ante la sorpresa del peronismo. A partir de entonces se abri6 una breve
del bien com un" y explicaba que las razones de su medltada deClSlOnse en- etapa en la que los integrantes de la "comisi6n de transici6n" de ambos
contraban en "la hondura de la crisis socioecon6mica [que] requiere medidas partidos entre otros acuerdos estableci6 el 8 de julio como el dia en que
no s6lo energicas sino tambien permanentes". Ala vez, resaltaba el escaso asumirfa Menem.
margen de acci6n del Gobierno para resolverla, AI recoger el guante de su Volviendo a los obstaculos constitucionales para acortar el mandato,
adversario sostuvo, en otrO pasaje, que para tomar esa decisi6n habia tenido cabe recordar a Linz75 cuando asevera que la elecci6n por un perfodo fijo
en cuenta que el Presidente electo "habia dicho en reiteradas oportunida- muestra cabalmente la rigidez del sistema presidencialista frente al sistema
des que esra listo para asumir funciones", parlamentario. En rigor, no se puede reducir ni prolongar el mandato de un
Explic6 igualmente que no habia obsraculos constitucionales insalvables Presidente elegido mediante sufragio popular por un periodo de tiempo
para el acortamiento del mando y resumi6, por otra parte, los cuatro pun- determinado, que establece la propia Constituci6n. La emergencia en un
tos de la propuesta elevada a Menem: 1) facilitar la inmediata sanci6n de periodo de transici6n hace que la rigidez de una Constiruci6n presidencial
leyes econ6micas propuestas por el futuro Gobierno; 2) los actuales Minis- sea mas problematica que la de un sistema parlamentario que favorece res-
tros informaran de inmediato y en detalle a sus sucesores; 3) constituir puestas mas flexibles76. En el caso que nos preocupa, el debare fue plantea-
do tanto en el ambito politico como en el campo del derecho. La salida, en proposito de reconstituir la Constitucion y sus instituciones fundamenta-
el marco del Estado de derecho, se encuadraba en el artkulo 75 de la Cons- les. Aunque no pudo construir una democracia participativa, la "democra-
titucion sobre acefalia (hoy art. 88, luego de la reforma de 1994) yen la Ley cia como ilusion", puso las bases de una democracia constitucional en la
de Acefalia de 1975, por la renuncia de ambos mandatarios. Eso fue 10 que que el Go.bierno s~ elige por una competencia padfica entre partid~s y el
ocurrio con la situacion de Alfonsin y Vktor Martinez. p~der se eJ~rcesegun las re~las constitucionales. EI gobierno radical procu-
Mas alia del debate sobre los vados de la Ley de Acefalia, presentada la ro construlr una democracla constitucional de respero al derecho, ubican-
renuncia de ambos magistrados, el Congreso reunido en Asamblea Legisla- do a la Constitucion como norma superior a la ley del propio Estado.
tiva fue quien procedio a cubrir los cargos en cuestion. Como habia presi- Alfonsin goberno sin plenos poderes (pleins pouvoirs), esro es, sin aque-
dente y vicepresidente electos, la Asamblea los designo y les tome juramento 1I0spoderes que se Ie confieren al ejecutivo para expandir su esfera de deci-
en el recinto de la camara de diputados. De inmediato, en la Casa de Go- sion, permitiendole hacer frente alas circunstancias excepcionales de necesidad
bierno el Presidente saliente Ie entrego al Presidente entrante los simbolos y urgencia, en detrimento del poder legislativo. Se expanden los poderes
del cargo. Ahora bien, en nuestro Estado de derecho, que impone el princi- gubernal~entales p~r~ ingresar en el campo exclusivo de la legislacion par-
pio de division de poderes, el acortamiento del periodo de mandato del lamentana. Esta practIca se desarrolla en tiempos de excepcion, en situacio-
Poder Ejecutivo -en los terminos ya relatados- no afectaba de ninguna nes de emer?:ncia, porque la preeminencia del Poder Ejecutivo en el proceso
manera el plaza de [os mandaros de los legisladores, tam bien previsro en la de producclOn de las leyes afecta la normal distribucion del poder en un
Constitucion, Esta~o democratico constitucional. No hubo en el gobierno radical un uso
La crisis economica encontro, como vimos, su mas alta expresion en el a~uslvo de la declaracion de situacion de emergencia. Entre 1983 y 1989 se
colapso hiperinflacionario de fines de mayo: especulacion financiera, corri- dlCtaron 8 decreros de necesidad y urgencia, y 21 decretos de caracter
das bancarias, estallidos sociales, Espontaneos en algunos casos y provoca- excepcional, que no encuadran en la clasificacion antes mencionada. Del
dos en muchos otros para acelerar el retiro de Alfonsin, 10cierto fue que los total de 29 decretos, cabe notar que 20 de ellos corresponden a temas
saqueos a supermercados y los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad economicos y fueron dictados a partir de la implementacion del Plan
en el Gran Buenos Aires, Rosario, Cordoba, Mendoza, Salta, Tucuman y en Austraj77.
otros lugares, provocaron la muerte de 15 personas, centenares de heridos y , Otro pUnto importante para la consolidacion de una democracia cons-
detenidos. Ante la gravedad de los conflictos sociales, el Poder Ejecutivo trtucional es la ausencia de corrupcion en la cumbre. Si bien esta puede
decreto el 29 de mayo el Estado de sitio en todo el pais por el termino de 30 tener sus rakes en la historia y en la cultura de los pueblos, sus causas se
dias, medida que fue mas tarde convalidada por el Congreso. En fin, ante el hal~ansiempre en intereses economicos y politicos. El gobierno de Alfonsin,
desborde de la economia y frente a la crisis de confianza en la moneda a,~lferencia del gobierno de Menem, no establecio relaciones de corrup-
nacional, el dolar termino gobernando la sociedad. Sin autoridad politica CI~n, que lIevaron a un uso incorrecro del poder publico para beneficios
capaz de controlar el desorden, el presidente Alfonsin renuncio a su cargo pnvados',Los riesgos de una relacion ilegal entre la esfera publica y la priva-
seis meses antes de que venciera el mandato constitucional. ~a son eVldentes: la corrupcion destruye las instituciones. La corrupcion en
a c,umbre es la cara oculta de la ilegalidad, con ello se alimentan practicas
antldemoc 't' I ood ' , ,
d . ra lCas en e teJ! 0 111StltUClOnal,se pervierte la politica y se
Avances y limites en el primer tramo de la transici6n esallenra a los ciudadanos,
, . EI tema de la hegemonia en la politica argentina ha sido seiialado con
Con todo, ellegado principal del gobierno de Alfonsin sera el respero a la InSIStenc' N al' B
r ' la por at 10 otana, cuyas reflexiones ponen al descubierto las
ley y alas reglas que transfieren padficamente el poder. Cumplio con el alces profundas de una tradicion hegemonica representada en lideres y Go-
HUGO QUIROGA ---------------:--- _

biernos que desde el siglo pasado se proyecta hasta el presente. Esa costumbre . ,1CSobre cl
' particular,
. R. Dahrendorf, F. Furet, B. Geremek La d
' ' . '
emOCrtlClaen Europa
LucIO ,aracclolo (edn.), Ahanza, Madrid, 1993. '
ha revelado las ambiciones de perpetuidad de muchos de 10sque ejercieron el
4 EI mismo concepto fue utilizado en el primer mensaJ'e presidencial a I A 1
poder tanto en los gobiernos civiles como en los militares. Finalmente, como '·1' I 0 d d' ," nte a samb ea
Legis aClva,e c 1 e IClembre
" . de 1983: La democtacia es un valor aun mas ' aIto que el de
sabemos, esas pretensiones de supremada no lograron constituir regimenes una merab"lQrma de legmmldad del poder, porque con la democracia no sol 0 se Vota SinO .
estables. Pero 10cierto es que esd.n presentes en nuestra historia. El presiden- que tam len se come, se educa y se cura". Discursos presidenciales. Secretarf d I c'
" 1)'bl' D' " a e nlOrma-
cion u !Ca. IreCClOnGeneral de Difusion.
te Alfonsin no pudo escapar de esa tradicion hegemonica incorporada en el
juego democratico cuando se miro con buenos ojos desde un sector del go- · C5 Guillermo
I ' O'Donnell y Philippe Schmiccer, Transiciones desde un gobiemo ~ t '
, ~ll ortta-
rIO. ;nc USIOnestentatlvas sobre las democrtlcias inciertas. 4, Paidos, Buenos Aires, 1988
bierno radical1a creacion de un "Tercer Movimiento Historico", que iria a " ' bus Alberto Romero ticula como "Ilusion democratica" al primer paragrafo del
sintetizar en un nuevo movimiento politico (por encima del sistema de parti- capll'ldo
· ,"
VIII de su Ilbro Breve hIStOrIacontemnoral1ea
1''''
de la Aruentil1a ' FCE ,gun
Se d a ed'1-
dos) 1asexperiencias del yrigoyenismo y el peronismo. La idea de movimien- cIOn revisada y accuahzada, Buenos Aires, 2003.
. . 7 Para un ana'I'ISIS. de Ios cambios en el mapa electoral se puede consul tar el trabajo de
to politico refuerza 1as politicas de contenido plebiscitario, favorece las
Llhal~a De Rlz y Gerardo Adroguc, "Democracia y elecciones en Argenrina: 1983-1989"
tentaciones hegemonicas y expresa claras tendencias antiinstitucionales. Es- en
B Dieter .Nohlen y Liliana De Riz, Reforma instituciol1aly cambio politico ' Cedes-Leg asa,,
tos argumentos forman parte de las criticas que historicamente habia realiza- uenos AIres, 1991. 19ualmenre, ~n esrudio del comportamiento electoral del perfodo se
do el radicalismo al peronismo. De todas maneras, 1apropuesta de un Tercer halla ~n Manuel Mora y AraUJO, Ensayo yError, Planeta, Buenos Aires, 1991.
Movimiento Historico, aunque circulo en el pensamiento de algunos diri- ~ LUlsAlberto Romero, Bre.vehlSt~rIa contemporanea de la Argentina, op. cit.
Dmursos PrestdenClales, Secretana de InformaCion Publica. Direccion General de
gentes, no alcanzo a tener una verdadera formulacion y traduccion.
Difusion,
El escenario publico que se levanto con el juicio a las Juntas Militares IU Remito a la obra de Juan Llach, Gtro siglo, otra Aruentina Ariel Buenos Aires
fue un hecho historico irreversible, que se conservara en la memoria de los 1997. .'" " ,
argentinos. En este primer tramo de la transicion, atravesado por subleva- , ,11 :fr. Isidoro Cheresky, "La emergencia de los derechos humanos y el rerroceso de 10

ciones militares y situaciones hiperinflacionarias, los ciudadanos y dirigen- polmco , en PUIltOde Vista, N° 43, Buenos Aires, agosto, 1992.
• 12 EI rema de las distinras fases de la rransicion, as! como la necesidad de su inrerac-
tes por encima de 1asfrustraciones demostraron su apego a los valores de la
Cion, ha sido bien tratado pOl'Juan Carlos Porranriero en su rrabajo "Revisando et camino:
vida democratica. Pero en el transcurso de su mandato, Alfonsin dejo sin las apuestas de la democracia en Sudamerica", en Sociedad, Facultad de Ciencias Sociales
resolver dos temas centra1es para la estabilidad y consolidacion de l.ademo- (UBA), N° 2, Buenos Aires, Mayo de 1993.
cracia: La subordinaci6n totaL de LasFuerzas Armadas aLpoder civil, por 10 · 13 Sobre el particular, Hugo Quiroga, "La verdad de la justicia y la verdad de la poli-

tlca. Los derechos humanos en la dictadura y en la democracia", en H. Quiroga y C. Tcach


cual quedo inconclusa la transicion politica, y LaestabiLidad de La moneda,
(com ~:. ) A' , vemte altos
c deI gorpe.
I Con memOrIa ' democratica, Homo Sapiens, Rosario, 1996.
por 10 que la hiperinflacion no solo qui to valor al dinero sino que tam bien Vease Carlos H. Acuna y Catalina Smulovitz, "Ajustando las Fuerzas Armadas a la
acelero procesos de desintegracion sociaF8. De esas tareas se encargara su democracia: las Fuerzas Armadas como actor politico en la experiencia del cono sur", Ago-
sucesor en fiel sintonia con el clima de epoca. ra , No 5 ,1Ienos
B Ai"reS,ll1VlernO d e 1996; y elll1teresanre
. .
ltbro de Silvia DlIrrenit (coord.),
Waldo Ansaldi" Gerardo C'aerano, C"csar 'f cac,h D'lVerSlaa'.J d partl 'd'
arIa y d'Htaduras: Argentl-.
2~' Brady Uruguay, Instirllto Mora, Mexico, 1996. Asimismo, Manuel Antonio Garreton,
Iios derechos human os en los procesos de democratizacion", en Elizabeth Jelfn y Eric
A er~hgerg (coords.), Construir la democracia: derechos hurnanos, ciudadania y sociedad en
mertca Latina, Nueva Sociedad Caracas 1996
1'5 ) l •

,1 Vease, "La denuncia de AJfonsin. Se conmueve el tablero gremial", pOl'Luis Somine, La Nacion, 12/11182.
en hi Economisla, 29/4/83. , , 16 Hugo Q'ulroga, EI tiempo del "Proceso'~ Conflictos y coincidencias entre politicos y
.2 Raul Alfons!n, Ahortl. Mi propuesta politictl, Sudamericana-P]aneta, Buenos Aires, 2rntlttares' seg un d a e d"ICJOnrevisa
, 'd a y ampltada,
' Fundacion Ross-Homo Sapiens, Rosano, '
SerClembre de 1983. 004, en especialla "Presenraci6n".
37 Daniel Larriquera, La econorrda radicaL en La tempestad, Sudamericana, Buenos Ai-
17Ley N0 23.023, La Nacian, 9/12/83. .'
IHf'LD'ttJ.rlO
. dLJ"o
e Utel)
N°36
~)
28/1/86 , p18
.,
Perfil , BuenosAlres,LaRazon,29/4/86. res, 1988, pp. 162 Y 166.
19 La Hazan, 22/4/85, version complera del discurso. 3H Cfr. Marcelo Luis Acuna, A Lfimsin y eLpoder econamico, op. cit.

20 Clarin, 5/6/87, rexro complero de la ley. 39 Era una tendencia en el interior del partido radical, constituida pOI'jovenes dirigentes

2\ Raul Alfonsfn, Memoria polftica. Transician a La democracia y derechos humanos, que adquirio un peso creciente en el gobierno de Alfonsin. Al respecro se puede consulrar a
Carlos Alramirano, "La Coordinadora: elementos para una interpretacion", en Jose Nun y
FCE, Buenos Aires, 2004. ."
22 Dirigente grafico socialista, miembro del Movimiento NaclOn~1 de RenovaClOn Juan Carlos Portamiero, Ensayos sobre La transician dernocratica en LaArgentina, op. cit.
Sindical (MNRS), agrupacion pluralisra con predominio de radicales, pnnclpal apoyatura 40 Sus miembros fueron: Oscar Albrieu, Jose Antonio Allende, Ismael Amit, Leopoldo
Bravo, Genaro Carrio, fulul Dellepiane, Guillermo Estevez !3oero, Rene I:avaloro, Ricardo
gremial de Alfonsfn. . I
2'\ He tenido en cuenra en este punro y en el que sigue, referido a la concertaClon, a Flouret, Enrique Nosiglia, Julio H. Olivera, Ema Perez Ferreira, Oscar Puiggros, Angel F.
inreresante obra de Marcelo Luis Acuna, Alfonsin y eLpoder econamico. ELfr.acaso de La concer- Robledo, Fernando Storni, Jorge Taiana, Alfredo 1. Virolo, Maria Elena Walsh, Emilio
tacian y Lospactos corporativos entre 1983 y 1989, Corregidor, Buenos Aires, 1;'95, p. 81. Weinschelbaum.
Asimismo, en ambos temas he consultado el trabajo de Juan Carlos Portantlero, La concer- 41 Norberto Bobbio, filosofo politico italiano; Robert Dahl y Alfred Stepan, politolo-

tacion que no fue: de la ley Mucci al Plan Austral", en Jose Nun y Juan Carlos Portantlero gos norteamericanos; Robert Potash, hisroriador norteamericano; Rafael Arias, miembro
(comps.), Ensayos sobre La trawician democratica en LIIArgentina, Punwsur, Buenos Aires, del Consejo de Reforma Constitucional de Espana; Paolo Taviani, presidente de la Comi-
sion de Relaciones Exteriores del Senado italiano; Manuel Aragon, presidente del Instituro
1987.
Clarin, 21/12/83.
24
de Estudios Constitucionales de Espana; Bernard Schwanz, constitucionalista norteameri-
Clarin, 8/2/84.
2) . cano; Aulis Aarnio, fslosofo del derecho fsnlandes; Schlomo BenAmi, profesor israeli.
26 Sapag fue el arbirro en la contienda entre radicales y peronistas. Propuso l~odIflca- 42 Vease eI "Prologo" allibro Reforma Constitucional. Dictamen preLiminar deL Consejo
ciones al proyecro original que no fueron aceptadas. Su voto inclinola balanza haCia ellado para La ConsoLidacian de La Democracia, Eudeba, Buenos Aires, 1986.
43 Tres anos ganados. BaLance de gestian deL gobiemo democratico desde eL lOde diciem-
del peronismo, otorgandole la mayorfa.
bre hasta diciembre 1986. Subsecretaria de Comunicacion Social, Direcci6n General de
Op. cit., p. 50.
27 .' . . R Dos
Un trabajo pionero emre nosotros fue pubhcado por Mana GroSSI~ ~arlO " .
2H Difusion.
Samos, "La concenacion social: una perspectiva sobre instrumentos de reguiaCion economlCO- 44 Dicho Dictamen fue publicado por Eudeba en 1986, cuyas referencias fueron anre-

social en procesos de democratizacion", en Critica y Utopia, N° 9, Buenos Aires, mayo .de 1Z83. riormenre citadas. Asimismo, eI Consejo publico un volumen tirulado PresidertciaLismo vs.
29 Juan Carlos Portantiero, "La concertacion que no fue: de la ley MUCCIal lla~ ParLarnmtarismo. Materiales para eLestudio de la Reforrna COl15titucionaL, Eudeba, 1988, que
Austral", Jose Nun y Juan Carlos Portanriero (comps.), Ensayos sobre La trrlr/SlClOndemocra- presenra un debate sobre las caracteristicas de los tipos de regfmenes democraticos, que inclu-
ye un conjunro de trabajos de reconocidos profesores de ciencia politica (Linz, Lijphart,
tica en LaArgentina, 01'. cit. .' '.
30 Entre ellos la CGT reclamaba la devolucion de las obras soclales a sus legmmos Riggs, Mangabeira Unger, Nino, Nogueira).
duenos, los trabajadores; y una concenacion sin tutores y caparaces del monetansmo lI1ter- 4) En ellibro de Alberto Manuel Garcia Lema, La reforma por derttro. La dificiL COI15-
truccian deL cOl15ensoconstitucional, Planeta, Buenos Aires, 1994, se encuenrran las razones
nacional. Clarin, 4/1/85. . I
3\ Vease Marcelo Luis Acuna, A!fomin y eLpoder econamico, op. cit., cap. 2, en espeCia de ese fracaso en la opinion de uno de los actotes principales del justicialismo.
4(, Vease su Memoria PoLitica, op. cit., pp. 166-189.
1'.121.
47 Vease su trabajo, "EI hiper-presidencialismo argentino y las concepciones de la
Clarin, 15/06/85.
32 . .. ,
Vease Edgardo Catterberg, Los mxentinos frente a Lapolftica. Cultura polft/ca y opmlOn
33 democracia", en Nino, Gargarella, Rodriguez, Krsticevic, Lerer, Sabsay, De Riz,
pubLica en La transician argentina a La derrwcracia, Planeta, Buenos Aires, 1989, cap. VII. Smulovitz, EL presidenciaLismo puesto a prueba, Centro de Esrudios Constirucionales,
:14 Discursos PresidenciaLes Secretaria de Informacion Publica. Direccion General de Madrid, 1992.
Difusion Fragmenw citado en 'ellibro de Marcelo Luis Acuna, ALJonsin y eLpoder econami- , • 4H Se 10 conoce con ese nombre porque fue leido en 10ssalones de Parque None, en un

co, nora 2, p. 178. ambito privado de la ciudad de Buenos Aires. Su texto completo se encuentra en e1libro
3) Remirimos al excelente rrabajo de Juan Carlos Torre, EL promo politico de reforrnas ~LfiJrlSin discursos sobre eLdiscurso, L. Aznar, A. Boron, E. Catterberg, T. Di Tel la, M. Farrell,
econamicas en America Latina, Paid6s, Buenos Aires, 1998. "Mailman, C. Nino, F. Srorni, C. Strasser, R. Terragno, Eudeba-Fucade, Buenos Aires,
19 86.
3(, Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, El cicio de La ilusian y eL desencanto. Un sigLo de
politicas econamicas argentinas, Ariel Sociedad Economica, Buenos Aires, 1998, pp. 396-419. 49 C. B. Macpherson, La democracia liberal y su epoca, Alianza, Madrid, 1981.
)0 Georges Naver, "La ciudad en conflicro", en H. Quiroga, S. Villavicencio y P. Rua en
. el ano 2001, vease "La alrernancia imperfecra" ,.en Estudt'os Soc'tates,
I }' .
,evtsta ".
unwer-
Vermeren (comps,), Filosoflas de la ciudadania. SUjetopolitico y democracia, Homo Sapiens, sitana(JR.
Semestral, 25, Segundo Semestre 2003 ) Universidad Nacional(1 del ·L·(0 I,Ia .
Rosario, 1999. La Nacton, texeo completo del mensaje, 24/5/89.
)\ Albert O. Hirschman, "Los conflicros sociales como pilares de las sociedades de- W La Nacion, 9/6/89.
mocraricas de libre mercado", en A. O. Hirschman, Tendmcias autosubversivas. Ensayos, 71/ La Nacion, texto completo, 13/6/89.
FCE, Mexico, 1996. 71 Raul Alfonsin, Memoria Politica, op. cit., pp. 140-141.

)2 Marcel Gaucher, 'Tocqueville, l'Amerique er nous", en Libre, 7, 1980, pp. 116- 72 EI propio A1fon~indestaca en sulibro que el vicegobernador de la provincia de Sanra Fe,
117, cirado en Albert O. Hirschman, "Los conflictos sociales como pilares de las socieda- AntonIO Van rei1,conoCla 10que pasaba, porque grupos vinculados a Vanrell habian organizado
des democriricas de libre mercado", op. cit. una fuena muy dlsclpllJ1ada en 10s barrios marginales, junro a los carapintadas I· ·d d
';3 Alfimsin, discursos sobre el discurso, L. Aznar, A. Boron, E. Catrerberg, T. Di Tella,
' 'l A' . Y a segun a
provll1C1a. Slmlsmo, se sup~ que eI gobernador de la provincia, Victor Reviglio, habia retenido
M. Farrell, C. Mailman, C. Nino, F. Storni, C. Strasser, R. Terragno, op. cit. durante semanas bolsas de allmentos enviadas pOl'eI Gobierno nacional' op. cit 147
73 ' ., p. .
)4 Arilio Boron, "Los dilemas de la modernizacion y los sujeros de la democracia", en La Nacion, 18/6/89, "La Seman a PoUtica".
Alfimsin, discursos sobre el discurso , op. cit. p. 51. 74 L d" d· I
os JrIgentes ra lca es se molesraron pOl' las declaraciones del futuro viceministro
)) Juan Carlos Portanriero y Emilio De 1pola, "Luces y sombras de un discurso rrascen- de economia, Guido Di .Tella, que aseguraba que eI dolar seria "recontra alto" y habria una
denre", publicado originalmenre en La Ciudad Futura, fue reproducido en ellibro de Juan nueva ~10I1e~a, declaraclones que 110contribuyeron a mejorar las condiciones para COntro-
Carlos Porranriero, El tiempo de fa politica, Temas Grupo Editorial, Buenos Aires, 2000. lar la sltuaclOn. Tampoco las de Domingo Cavallo en el exterl'or I . d' ..
, .. ' as que esrUVleron mgJ-
)(, Sobre esta cuesri6n, remito a mi articulo "Los inrelecruales en la politica argentina. das a perrurbar los senslbliJzados mercados argentinos.
7'; J
Noras sobre una relacion problemarica", en Politica y Gestion, Volumen 7, Homo Sapiens, uan. J L'IIlZ, "I)emocracla. presl'd'encla I 0 parlamenraria. iQUe diferencia implica?",
Rosario, 2004. en Juan 1: LulZ y Arruro Valenzuela (comps.) La crisis del presidencialisrno. 1. l'erspeetiz1as
';7 Ya en 1985 Marcelo Cavarozzi senalaba con raz6n que los dos presidentes que cornparatwas, Allanza, Madrid, 1997.
manruvieron una relaci6n cercana con los intelectuales fueron Arturo Frondizi y Rald 7G EI' L' he,
, mlsmo II1Z ace rererenCla ala situacion dc Isabel Peron para ejemplificar las
Alfonsin. Reenvio a su inrervencion en la nota "1ntelecruales y polirica en Argentina", en dIficulrades que causa la :lgldez del presidencialismo. En una situacion de crisis profunda,
Revista Debate, N° 4, Buenos Aires, octubre-noviembre, 1985. de amenaza de golpe de Estado, y anre la negariva de Isabel Peron a presenrar su renuncia al
,M Sobre el comportamiento electoral de los ciudadanos en las elecciones de 1987 se cargo de presldente de la Naci6n, la oposicion busc6 destiruirJa mediante juicio politico 0
puede consultar ram bien a Edgardo Carterberg, Los argentinos Fente ala politica, op. cit. a traves de la apltcacl6n de normas de incapacidad, a partir de noviembre de 1975, sin que
,9 Para un analisis del plan remito al rexto de Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, El cicio se llegara a una soluci6n entre las fuerzas politicas. El golpe ruvo lugar el 24 de marzo de
de la ilusion y el desel1canto, op. cit., p. 417; ya la obra de Marcelo Luis Acuna, Alftmsin y el 1976, op. cit., p. 39, cita 21.
poder economico; op. cit., p. 321. . d . 77 Sobre cl particular, remiro al trabajo de Mario Maurich y Gabriela Liendo, "iEsrilo
(,1/ Jorge Schvarzer, Implantacion de un modelo econornico. La experiencia argentina en- eClslo~,IStade goblcrno 0 estrategla decretista de gobierno? La Argentina de Alfonsin y
tre 1975 y e12000, A-Z Editora, Buenos Aires, 1998, pp. 117-118. Menem , en EugenIO Kvaternik (comp.), l::.tementospara el andlisis politico. La Argentina y el
(,I Ricardo Sidicaro, La crisis del Estado y los actorespoliticos y socioeconornicos en fa Cono Sur en los 90, Paidos, Buenos Aires, 1998.
Argentina (1989-2001), Libros del Rojas, Universidad de Buenos Aires, 2001, pp. 46-51. 7~ En e1 discurso de Parque Norre, Alfonsin sostenia que "La inflacion es la otra cara
G2 Camara de Diputados de la Naci6n, Trimite Parlamentario, N° 108, 29 de sep- d e fa Viole ,. d I . 1 d '
" nCla yea anOl11la:e reverso e una 1111smamedalla de la decadencia social".
tiembre de 1988. [...] la depredacion de la moneda implicaba simulcaneameme la depredaci6n de rodos los
(,3 La Nacion, "Empresas publicas 22 anos con desequilibrios", 28/10/88. valores de la solidaridad colecriva".
G4 Pierre Rosanvallon, La crise de 1Etat Providence, Seuil, Paris, 1981.

(,';Agnes Heller y Ferenc Feher, Anatomia de la izquierda occidental, Peninsula, Barce-


lona, 1985.
(,(,AI respecto vease 1sidoro Cheresky, "Un paso en la consolidacion democratica:
elecciones presidenciales con alrernancia polirica", en 1. Cheresky, Creenciaspoliticas, parti-
dosy elecciones,Cuadernos del 1nsrituto de 1nvesrigaciones de la Facultad de Ciencias Socia-
les de la Universidad de Buenos Aires, 1991.
(,7 Es inreresanre Ia hipotesis de Juan Russo sobre la alternancia imperfecra en la Ar-
genrina desde 1983, con la salida anricipada de Alfonsin en 1989 y la de Fernando de la
CAPITULO III: PROCESOS POLÍTICOS EN
LA DEMOCRACIA DEL CHACO (1983-2013)

Lic. Facundo Kalin

1
Poroto TENEV
(peronista)
El retorno a la democracia GOB
Luis bicho
LEON (UCR)
El 10 de diciembre de 1983 regresaba al país la democracia. En el Chaco
también se realizaba la apertura política. Es así que el 30 de octubre de 1983 la Deolindo
ciudadanía concurrió a votar en elecciones generales. Mientras en la Nación se imponía BITTEL
(caudillo)
Alfonsin con el 52% de los votos por sobre el peronismo encabezado por Luder; en el
Chaco el peronista Florencio “Poroto” Tenev1 triunfaba por un escaso margen de 3723 Deolindo felipe
BITTEL
votos por encima del candidato radical Luis “Bicho” León2. La competencia electoral
fue reñida desde la misma largada de campaña por todo el territorio donde se avizoraba
un eventual empate técnico entre ambas fuerzas. La dictadura militar del coronel José
David Ruiz Palacios jugaba un papel supuestamente neutral y no apoyó a ningún
candidato en especial. Por otro lado, desde la Nación se empujaba con el espaldarazo de
los partidos fuertes. Deolindo Bittel3 hacía lo propio como caudillo del Chaco4 y como
parte de la fórmula presidencial por el justicialismo, siendo candidato a vicepresidente
en 1983.

En el cierre de aquel domingo, los resultados finales comenzaron a llegar cerca


de las tres de la mañana y la paridad comenzó a marcarse haciéndose notorio un
despegue casi irreversible de la fórmula Tenev-Torresgasti por encima de León-Salom.
El peronismo obtenía el 47,3% contra el radicalismo que sumaba un 46,2%.

Testimonio:

“Había un empate técnico donde uno de los dos ganaba al otro por 100 votos. Y
Bittel arregló con el Bicho. León fue Diputado Nacional entre 73 y 76. Y Senador en los
80. Un tipo que descolló en el Congreso. Fue Presidente del Parlamento
Latinoamericano y Vicepresidente del Parlamento Mundial. No le gustaba la tarea de
gobernador. Entonces le dieron la senaduría. También se ubicó gente del radicalismo
en cargos clave, la Luca fue al Superior Tribunal, también en Lotería y en el Tribunal
de Cuentas. No fue un gobierno de unidad, en el fondo se buscaba asegurar el triunfo
de Poroto. A los ojos de la gente si quedó como un acuerdo de gobernabilidad”.
(Edgardo)

1
Florencio Tenev fue ministro de gobierno desde 1973 a 1976 durante el gobierno de Deolindo Bittel.
Gobernador del Chaco entre 1983 y 1987. Además, candidato a gobernador del Chaco en 1995 por el
Peronismo.
2
Luis León fue diputado nacional entre 1973 y 1976. Precandidato a presidente en la interna radical de
1983 que perdió frente a Alfonsín. Candidato a gobernador del Chaco en 1983 por la UCR. Senador
nacional desde 1983 a 1992 y reelegido para el periodo 1992-2001. Presidente del Parlamento
Latinoamericano y vicepresidente del Parlamento Mundial en los 80 y 90.
3
Vicegobernador del Chaco entre 1952 y 1955. Gobernador entre 1963 y 1966 y luego entre 1973 y
1976. Candidato a vicepresidente por el PJ en 1983. Senador Nacional desde 1983 hasta 1987. Intendente
de Resistencia entre 1987 y 1989. Desde 1989 hasta 1997 fue Senador Nacional por el Chaco.
4
Deolindo Felipe Bittel fue el primer Vicegobernador Constitucional en 1951 y dos veces gobernador en
1963 y 1973 por el Partido Justicialista (ambos mandatos interrumpidos por golpes de Estado en 1966 y
1976 respectivamente).

2
Una vez asumido el poder provincial, Tenev llamó a un acuerdo de
gobernabilidad donde sumó a la oposición a integrar lugares clave del ejecutivo. De esta
forma el oficialismo provincial se ganaba un cuadro de situación tranquilizador frente a
una UCR que había ganado no sólo las presidenciales sino gobernaciones clave en gran
parte de las provincias del país. Como afirma Fernández (2008): “Pero el Justicialismo
ganador con la UCR perdedora en la provincia pero triunfadora en la Nación con
Alfonsín aceptó avanzar en un acuerdo de gobernabilidad, habilitando espacios
radicales consentidos por Tenev, del mismo modo que Raúl Bittel se aseguraba la
presidencia de la Legislatura. Por esa vía, la abogada María L. Lucas, que había sido
candidata a diputada nacional, fue promovida al Superior Tribunal de Justicia donde
batió record de permanencia, mientras Jorge Yunes ingresaba al directorio del Banco
del Chaco, Alberto Zaragoza al de Lotería Chaqueña y Héctor Ovando al Instituto de
Vivienda, para citar lo más importante”. (Fernández, 2008)

Testimonio:

“El Chaco logra obtener la cuarta coparticipación en orden nacional después de


Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe en 1985. Todo un mérito de la época y del
gobernador Tenev y su ministro de economía Rafael Gonzalez. Merito porque había un
gobierno radical en la Nación y acá uno Peronista. Fueron muchas las gestiones que se
hicieron hasta que se pudo conseguir semejante logro que perdura hasta nuestros
días.” (René)

Testimonio:

“En el año 86 con el tema de los durmientes lo plancharon a Poroto, yo no creo que fue
ni una estafa ni un error de él, la exportación estaba cerrada ya a Japón y bueno
estaba todo listo y negociaron con los Pons que hasta pelaron los quebrachos y una
diferencia en ese tema terminó archivando los palos en el ferrocarril. Ellos tenían
buena relación con Poroto y decían nos cagaron los japoneses. Ahí el Banco del Chaco
tuvo que salir a bancarlos y se desfinanció la entidad. Fue un golpe duro para el
Peronismo porque querían iniciar juicio político contra Poroto.” (Adrián)

Testimonio:

“Y junto a Bittel en esos años eran la figuras fuertes, Poroto le dio un empuje a un
partido popular y movimientista. Quico Morales era otro que nunca rompió la barrera
pero era distinto a Poroto. Era un tipo estratega Tenev y quizá eso le sirvió para
surfear la cuestión provincial. Eso le sirvió con los años para correrlo del medio a
Bittel en parte por ser un hombre mayor” (Victor)

Testimonio:

“Poroto tuvo tres problemas concretos graves: primero un secretario de él fue


involucrado con droga y tuvo que renunciar, después varios funcionarios provinciales
trayendo en el avión oficial videocaseteras (de contrabando) que recién salían al
mercado, y tercero el caso de los durmientes que se armó un despelote en el 86 y le

3
dieron duro. Eso lo mató a Poroto. Tanto fue el golpe que había un dicho de Poroto que
decía: ´el que sea candidato a gobernador en el 87 lo vamos a tener que sacar de una
sacristía´, y ahí apareció Baroni que le decían Monseñor, porque había sido
seminarista”. (Edgardo)

El mandato de Florencio Tenev pasó a la historia por ser el primero de la


apertura democrática pero sus logros quedaron manchados al dejar su gobierno por “el
caso de los durmientes”. Hecho por el cual, el oficialismo justicialista temió perder el
gobierno en las elecciones generales.

La elección de 1987

En el marco de una crisis política a nivel nacional y una hecatombe económica


generalizada en toda la República, se celebraron elecciones para gobernador en todas las
provincias del país. En el Chaco, el peronismo gobernante quería asegurar su
continuidad pero el gobernador no podía ser reelecto por cuestiones constitucionales. Se
decidió entonces que Danilo Baroni5, político destacado por su imagen de hombre probo
y honesto (fuera y dentro de la provincia), se lanzara a la competencia. Del otro lado,
Luis León en fórmula con el diputado provincial Ángel Rozas representaría a la UCR.
La elección volvió a polarizarse. Sin embargo, fue decisiva la jugada que el oficialismo
realizó en las ciudades principales, lo que le valió un triunfo rotundo. En Resistencia
ganaría el mismísimo caudillo peronista Deolindo Bittel, que bajaría a competir con
Hector “El Turco” Yunes (UCR) quien se presentó para asegurar el distrito más
importante de la provincia. En Sáenz Peña y Villa Ángela, los contundentes triunfos
completaron el esquema a favor del Partido Justicialista. Con dicho contexto, Danilo
Baroni resultó gobernador obteniendo el 50,3% de los votos frente al radicalismo que
obtenía el 47,5% en una elección muy polarizada por ambas fuerzas 6. La diferencia
fueron 14.805 votos entre ambos partidos. “A Tenev lo sucedió un gobierno también
justicialista encabezado por Danilo Baroni y su vicegobernador Emilio Carrara; estos
comicios polarizaron los sufragios entre las dos fuerzas mayoritarias tradicionales, y si
bien el radicalismo obtuvo más votos que en la anterior elección, los 50.000 nuevos
electores que se sumaron al padrón permitieron que la balanza se inclinara por mayor
margen para Baroni, quien asumió el poder el 10 de diciembre de 1987 hasta igual
fecha de 1991. Su gran elección permitió que tuviera más porcentaje de votos que su
antecesor, llegando a la gestión con el apoyo del 50,3 por ciento del electorado. La
diferencia que sacaron el PJ y la UCR con el resto fue enorme, a tal punto que la
tercera fuerza fue el socialismo con el uno por ciento de los sufragios (3.642 votos),
menos que los votos en blanco que fueron en total 4.502”. (Fernández, 2011)

5
Baroni como hombre fuerte del Bittelismo, integró la fórmula junto a Emilio Carrara, un intendente del
interior provincial. Fue senador nacional entre 1973 y 1976 por el Chaco y Ministro de Gobierno de
Deolindo Bittel entre 1963 y 1966.
6
La diferencia entre ambas fuerzas políticas sería del 3,8% llegando a copar la totalidad de votantes en
dichas elecciones.

4
Testimonio:

“Baroni fue Ministro de Gobierno en el 63, Senador Nacional en el 73, estuvo


preso en el 76, después defendió presos con Bittel en 1980, fue fundador de la caja
forense y Presidente del colegio de abogados. Un buen profesional. Su nombre surgió
cuando se hizo un congreso en el 87 para pedirlo como candidato a gobernador y él no
quería aceptar. Lo de Baroni cae por peso propio. También apareció Torresasti que era
vicegobernador de Poroto y que iba con Zafra a internas pero Baroni con Carrara le
ganan la candidatura. Yo le plantee a Bittel que había que ir con los mejores hombres,
empujar con Lita en Sáenz Peña y Pastor en Villa Ángela” (Edgardo)

Testimonio:

“Se delineo una muy buena estrategia pensada por el entonces Deolindo Felipe
Bittel (que era Senador Nacional) de asegurar los principales municipios con los
mejores hombres. El mismo bajó a la provincia, se postuló en Resistencia y ganó. Lo
mismo ocurrió con el Doctor Luis Lita, por entonces Ministro de Salud Pública de
Tenev que triunfó en Sáenz Peña y el Subsecretario de Salud, el Doctor Pastor
conquistó Villa Ángela. Con estas tres ciudades donde se ganó masivamente se arrastró
la imagen de Baroni y se mantuvo el gobierno.” (Rene)

Si bien la UCR para aquellos años venía golpeada por los desenlaces del
gobierno de Alfonsin, localmente el peronismo no lograba encauzar a un gobierno muy
tibio en sus acciones políticas, aún muy cuestionado por la administración anterior de
Tenev en materia de corrupción y jaqueado por la crisis económica arrastrada por la
hiperinflación.

Testimonio:

“Yo lo quería mucho a Baroni, lo critique mucho pero no fueron años fáciles, Poroto
hizo mucho pero dejó muchas deudas y Baroni se dedicó a sanear la provincia. En el
año 91 me llamó Bittel a Casa de Gobierno y me dijo que cada ciudad tenía un
candidato natural y que yo era el de Sáenz Peña así como en ese momento en
Resistencia era Rogelio Camarasa que fue Ministro de Economía de Baroni y ahora es
Vicepresidente del Banco del Chaco”. (Néstor)

Testimonio:

“Saliendo de Resistencia vi el acto del Bicho León, era monstruoso de la cantidad de


gente que había. Llego a Sáenz Peña y voy al cierre de Baroni y lo veo a Monseñor
Sartori en el acto de Baroni, al escribano Sudriá, al turco Haiquel. Me llamó la
atención la cantidad de gente, no era poca pero tampoco mucha y bueno, después nos
vamos a cenar al Gualok. Entonces, le digo a Baroni, vengo de Resistencia y vengo
asustando. Entonces él me mostró un papel que Poroto le pasó, que le dieron del
Ministerio del Interior de la Nación que era radical. Donde decía que se perdía en
Resistencia en el centro pero se ganaba en la periferia y en el interior del Chaco. En

5
definitiva la elección fue peleada pero se ganó cómodo gracias a la estrategia de
Bittel”. (Edgardo)

Llegada las elecciones presidenciales de 1989, el panorama político parecía


alinear al Chaco al Justicialismo nacional. Sin embargo, el triunfo de Menem no cambio
sustancialmente el trato indiferente de Nación-Provincia que reinaba. Es que, Baroni
junto a todo el aparato político chaqueño apoyaron fuertemente al candidato Antonio
Cafiero en las internas presidenciales, el cual perdió con Carlos Menem. Una vez en el
poder, el presidente Menem tomó distancia del justicialismo gobernante del Chaco. Del
otro lado, la UCR provincial perdía terreno frente al avance casi contundente de un
nuevo partido, de origen procesista y vinculado a la dictadura militar. Asomaba a la
escena política el PACh (Partido Acción Chaqueña) que en 1989 llevó al coronel Ruiz
Palacios como intendente de Resistencia. “En 1989, irrumpió en la vida política el
partido Acción Chaqueña, para las elecciones legislativas de ese año. Este sector
permitió una nueva alternativa entre los dos partidos mayoritarios, aunque afectó en
mayor medida al radicalismo que en las gubernamentales de 1987 había obtenido el
46,7 por ciento de los votos y dos años después el porcentaje bajó al 34,4”. (Fernandez,
2011)

Testimonio:

“Acá en la provincia con todo el oficialismo a favor de Cafiero, gana Menem y no tenía
ni fiscales. La gente se volcó por Menem masivamente. Esto constituyó un duro revés
para el partido a nivel interno” (Luis).

Testimonio:

“El tema de Baroni era lo mismo de Tauguinas, no eran políticos y además los años
que le tocó gobernar eran difíciles. En medio de la hiperinflación no solucionaron nada
Baroni y su equipo y el desgaste fue mayor. Nosotros queríamos que esto cambie
porque la dictadura nos dejé encandilados y creo que el peronismo pudo manejar la
cosa los primeros años de democracia pero después fueron desgastados por sus propias
gestiones. Ya para el 88 empieza a movilizarse la gente de Acción Chaqueña. Yo recién
me incorporo en el 90 al partido. Había una condición sine qua non: había que ser
buen vecino. Había que llevar soluciones a la comunidad. Porque la idea era construir
una alternativa y aprovechar el momento político de ese entonces.” (Victor)

El quiebre del bipartidismo

Llegado 1991 debían celebrarse nuevas elecciones a gobernador en el Chaco. El


oficialismo gobernante mantenía una cuota de ventaja por encima en todos los sondeos.
La fórmula encabezada desde el ejecutivo bendecía a Jorge “Quico” Morales (ex
ministro de gobierno de Tenev) junto a Julio Sotelo, un joven diputado justicialista. La
UCR, muy complicada en ámbito nacional y local, llevaba de candidatos a Livio Lataza
y Luis Sbazo. Ese año sería su peor performance electoral de toda la historia política del
Chaco, por el poco arrastre de votos que obtuvo el centenario partido.

6
Testimonio:

“La fórmula oficial era Gonzalez-Lita, todavía no estaba Quico y Lili Sotelo.
Después le calientan la cabeza a Rafa Gonzalez que el Chacho Bittel lo iba a cagar y
en vez de arreglar sentados en una mesa se abren de la línea fuerte del partido. Eso
molestó mucho a Bittel y se quedan sin candidato y piensan en Quico Morales y Lili
Sotelo. Entonces me mandan a buscar por Bittel con Chiquin Comisso que estaba en
Cámara de Diputados y Bittel me preguntó si yo seguía con Quico o me iba con Rafa.
Yo a Quico lo quería pero tenía diferencias, el había sido Ministro de Gobierno,
Justicia y Educación y había tenido fuertes encontronazos con los docentes. Y Bittel me
dice ´y bueno mi hijo es lo único que tenemos: lo vamos a bañar, lo vamos a perfumar y
le vamos a poner talco en el culo y lo largamos´”. (Néstor)

Testimonio:

“El candidato del oficialismo era Quico Morales, que había sido Ministro de
Gobierno, Justicia y Educación de Tenev. Un político muy doctrinario y bien formado,
que medía bien en las encuestas pero que había tenido algunos roces recurrentes con el
sector docente, de tipo confrontativo y que hicieron que gran parte de ese caudal de
votos se fueran a la oposición.” (René)

Testimonio:

“Hay quienes opinaron en esa época que si se hubiese hecho la estrategia del
87 se habría ganado o también si se hacia una multiplicidad de listas por ejemplo en
Sáenz Peña hubieran traccionado a favor de Morales. Quico Morales era un orador
impresionante, creo que el peronismo se confió mucho en esa época.” (Daniel)

En esta contienda irrumpió un tercer actor, el Partido Acción Chaqueña, que


tenía como líder y conductor a José David Ruiz Palacios7. Carismático y autoritario
comenzó a crecer en los sondeos de la época no sólo como alcalde de Resistencia sino
como aspirante a competir por el Sillón de Obligado de Casa de Gobierno. El
Peronismo entendió la jugada y bloqueo los avances de Palacios. Remontó una clausula
legal que no permitía al coronel presentarse como candidato a gobernador por no tener
la mayoría de años de residencia en la provincia (cinco años) puesto que Palacios vivía
en Buenos Aires.

7
José David Ruiz Palacios fue Subsecretario del Interior del General Videla entre 1976 y 1980. Fue
gobernador de Facto de la provincia entre 1981 y 1983. Creo el Partido Acción Chaqueña en 1988. En
1989 fue elegido intendente de Resistencia hasta 1991. Fue candidato a gobernador del Chaco en 1995
por Acción Chaqueña. Murió en 2001 siendo diputado provincial del Chaco. Famoso por su imagen
rustica y pueblerina, tenía amplia llegada a diversos sectores sociales y contaba con gran aceptación
popular gracias a su demagogia.

7
Testimonio:

“Cuando lo presentamos a Tauguinas en sociedad como nuestro candidato no


tuvimos rechazo porque Ruiz Palacios decía siempre: “nos conocemos con la mirada
con el doctor Tauguinas, votarlo a él es como votarme a mí”. Todo esto ocurrió porque
el Coronel estaba proscripto y al momento subió el número dos, el vice de la fórmula
que era Tauguinas, que había sido su Ministro de Salud y aparte era de Sáenz Peña y
empujaba con los votos ya que Palacios era fuerte en la capital”. (Victor)

Ante dicha imposibilidad legal, Ruiz Palacios nombra a un delfín político que
enfrente al peronismo. El designado será quien fuera su Ministro de Salud Pública en
1980, el Doctor Rolando Tauguinas. La elección se definiría por un estrecho margen de
1470 votos a favor de la PACh, quien cosecharía el 37,5% frente al Justicialismo que
llegará al 37,1%. La UCR sólo lograría un magro 22% obteniendo cerca de 90.000
votos. A estos tres actores fuertes se sumaron fórmulas por fuera del peronismo oficial
que menguaron la cantidad de votos que esperaba obtener el Justicialismo. Dos
dirigentes peronistas, Ruben Sotelo y Principe (que iban con dos partidos por fuera del
oficialismo) obtuvieron 6000 y 4000 votos en dicha contienda, esenciales para que el
Justicialismo triunfara. “Lo cierto es que luego de su primera participación en las
legislativas obteniendo el 12 por ciento de los votos, a los dos años Acción Chaqueña
presentó la fórmula gubernamental Rolando Tauguinas-Luis Alberto Varisco, que
consiguió el apoyo de la población para asumir el período entre 1991-1995. La división
de los votos entre fuerzas hizo que Tauguinas se impusiera al candidato justicialista por
solamente 1.470 votos, es decir, el 37,5 contra el 37,1 por ciento. El radicalismo vio
menguada sus fuerzas de manera abismal perdiendo en dos años más de 46.000 votos.”
(Fernández, 2011)

De esta forma llegaba al poder un partido político nuevo y distinto, en oposición


a los tradicionales de la provincia y al oficialismo nacional. Para no perder su cuota de
poder, Ruiz Palacios accede ese mismo año como diputado y dos años más tarde se
convierte en Presidente de la Legislatura, concentrando un poder casi absoluto y
teniendo injerencia directa en las decisiones del gobierno. Esto a través de la
designación del gabinete (ministros y subsecretarios respondían directamente al
Coronel) sino también estando al frente del Partido a nivel provincial.

Ante dicho panorama, el gobernador Tauguinas, quien se mantenía como


equilibrista frente a las normativas del presidente Menem, trató de conciliar con su
partido las políticas neoliberales que emanaban de la Nación. Sumado a ello, a poco de
iniciado su mandato, una fuerte pelea interna por el poder terminó distanciando a
Tauguinas con Ruiz Palacios y fracturando el poder del partido gobernante.

Testimonio:

“Para Ruiz Palacios el problema no era Tauguinas sino su hija que era la
Secretaria General de la Gobernación. La esposa de Tauguinas también era brava,
manejaba toda la agenda del gobernador y te hacían sentir su poder. Siempre fueron el

8
grano del doctor, porque se agarraban con todo el mundo, igual él no era político, era
buena gente nada más y reconocido acá en Sáenz Peña. En ese momento Ruiz Palacios
era Presidente de la Cámara, en el año 93. Pero ya el partido estaba quebrado en la
provincia”. (Victor)

Ante dicho contexto, radicales y peronistas aprovecharon la oportunidad de


recuperar terreno y comenzaron a copar espacios nuevamente. Sumado a ello, se
produjeron una catarata de renuncias de ministros y funcionarios clave alineados con
Ruiz Palacios que debilitaron fuertemente a la gestión de Tauguinas. La situación en
Educación durante todo el mandato accionchaqueñista golpeó duro al oficialismo
debido a una tenaz resistencia de los gremios docentes encabezados por Atech que dejó
sin clases al sistema por más de 50 días en 1993 hasta la llegada de un ministro enviado
por la Nación. El auxilio de Carlos Menem a Tauguinas se tradujo en aportar a
Educación una solución salarial a través de Manuel García Solá que acordó con los
gremios docentes la firma de un Pacto Ético para levantar las medidas de fuerza y
normalizar la situación provincial.

Testimonio:

“Ante una situación discordante entre Tauguinas y la Nación se le achicó el


margen de maniobra al propio gobernador. Porque la verdad, Dios está en todos lados
pero atiende en Buenos Aires. Tauguinas no tenía llegada a la Casa Rosada. Encima
Ruiz Palacios comienza a entrar a la casa de gobierno de la provincia y a digitar todo
lo que hacia Tauguinas, sabiendo que había sido su mentor político. Hasta que
Palacios tiene unas diferencias con la mujer del gobernador y lo echan. Allí comienza
el conflicto interno entre ellos que se ve plasmado cuando en el 95 Tauguinas quiere ir
de diputado nacional y no asegura ni su propia banca” (Luis Lita)

Testimonio:

“El proceso de caída de Acción Chaqueña comienza allí cuando se pelean Ruiz
Palacios y Tauguinas. Donde fue evidente que no tenían un proyecto de construcción a
futuro. Los últimos tiempos del mandato de Tauguinas fueron gobernar el día a día, con
una actuación política muy tibia y encima con una relación distante con la Nación. Fue
catastrófico como se produjo el desenlace de un partido que parecía que se proyectaba
con fuerza y que para el 95 terminó sin pena ni gloria” (René)

Testimonio:

“El problema surgió cuando Tauguinas se plantó y dijo el gobernador soy yo, el
tema es que Ruiz Palacios era presidente de la Legislatura, el creador del partido en el
88, presidente de su espacio, en sí el dueño de los votos. Ahí se produce una ruptura
política entre ellos. No bastó la buena gestión de Elda Pértile en Resistencia o el
triunfo contundente de Lapasini en Saenz Peña”. (Daniel).

9
Testimonio:

“Ruiz Palacios era diputado y tenía una oficina en casa de gobierno y esto hizo
crisis muy pronto y se rompe la relación entre ellos, la esposa apareció en escena y se
enfrenta con Ruiz Palacios y renuncian varios ministros. Entre ellos Piscini que era de
Saenz Peña. Entonces Tauguinas buscó gente que le responda a él. Ruben Piceda de
Diario Norte va a Economía y Garcia Solá a Gobierno, Justicia y Educación. Estaba
muy solo Tauguinas porque no tenía partido, no le respondía la gente de Ruiz Palacios
que eran mayoría. Pasó muy rápido estos años porque a fines del 93 el peronismo
vuelve a ganar mayoría en Diputados y desplazan a Ruiz Palacios que era el Presidente
de la Cámara. Además juegan con el desgaste de Tauguinas. En esos años quiebra el
Banco del Chaco y cierra, recién con Rozas se crea el Nuevo Banco del Chaco, además
de los conflictos docentes y la sesación de pagos, había un país estable pero Tauguinas
apuesta a terminar su mandato nada más”. (Edgardo)

Ante el caos político reinante y con una administración provincial sin


demasiados objetivos futuros, durante el año 1994 se reformó la Constitución Provincial
de la Provincia (copiando lo ocurrido a nivel nacional). De este modo, el Justicialismo
impuso claramente sus constituyentes con 16 representantes, el Radicalismo fue con 9 y
el partido gobernante sólo con 8. La experiencia en el poder de Acción Chaqueña veía
recortada sus aspiraciones de seguir en el Ejecutivo debido a sus propios errores de
gestión, no sólo de cara a las alianzas políticas que no supo conquistar sino también a
los problemas financieros que afrontaba la provincia.

El sistema de doble vuelta y el triunfo de la UCR

Con el auge de la reelección de julio de 1995 del presidente Carlos Menem por
más del 50% de los votos, el Peronismo provincial comenzó a trabajar para la elección
de septiembre del mismo año, con la esperanza de volver al poder. Es que el oficialismo
que gobernaba se veía alicaído por las peleas internas; el caudillo procesista Ruiz
Palacios, desde su diputación nacional veía recortado su poder y el saliente Tauguinas
(que tenía derecho a la reelección por la reforma de la Constitución del 94) rehuyó de un
nuevo mandato intentando una legislación nacional. En esta ocasión, por el partido de
gobierno se presentaba la fórmula Ruiz Palacios-Pértile, que consagrará así su última
elección con candidatos propios de la PACh. Ante esto, el Justicialismo se recostó en
una figura convocante como lo era el ex gobernador Florencio Tenev que compartiría
binomio con Roberto Bracone. Del otro lado, la UCR desplazó a Luis León de la
conducción y lanzó un frente político renovado liderado por el diputado provincial
Ángel Rozas8 en un espacio interno llamado Convergencia Social. El radicalismo con la
fórmula Rozas-Pibernus iría a las elecciones junto al FrePaSo (peronistas disidentes), el
Socialismo y sectores progresistas locales.

8
Angel Rozas fue diputado provincial durante tres mandatos consecutivos entre 1983 y 1995. Primero
dentro del MAI (Movimiento de Afirmación Irigoyenista) de Luis León. Ya para 1991 intentó obtener la
bendición para la candidatura a gobernador que fue ganada por Livio Lataza. En 1994, creo un espacio
político dentro del radicalismo llamado Convergencia Social con el cual desbancó la autoridad de León
del partido provincial y obtuvo la candidatura a gobernador de 1995.

10
Testimonio:

“En el año 94 Ángel Rozas me ofrece la fórmula cuando quería saltar la cerca y
patearle el tablero a León. Ya se veía un desgate político en el Bicho y había perdido la
energía que los políticos tenemos que tener para generar cambios, sobre todo en los
procesos de recuperación de la democracia. Y fue así, Rozas se lanzó a una interna y
desplazó al Bicho León y le peleo la gobernación a Poroto”. (Victor)

El juego electoral volvía a polarizarse y las dos fuerzas más grandes volverían a
chocar. Con la idea de “subir al Chaco a la Nación” Tenev alineo su campaña tras la
figura de Menem, abriendo la estrategia a una posible privatización futura de la empresa
estatal de electricidad: SECHEEP así como también otras dependencias del Estado. Esta
premisa defendida por “Poroto” Tenev le valió el rechazo de vastos sectores de la
sociedad que se negaban a las privatizaciones. Ángel Rozas supo interpretar dicho
mensaje e hizo campaña desde el proteccionismo estatal.

Testimonio:

“En ese año le dieron el apoyo a Poroto y creo que Bracone no ayudó a la fórmula, él
iba a ir a internas con Kuskman de Villa Ángela pero una última decisión de Poroto lo
dejó como candidato a vice, a la militancia no le gustó pero bueno pesaba su
popularidad pero no era de carrera peronista. Aparte trascendieron muchas cosas de
Poroto en la sociedad ese año con respecto a su salud aún así ganó primero pero no le
alcanzó. Yo nunca estuve de acuerdo con el sistema de ballotage. Un sistema encima
copiado del orden nacional. También los comentarios de los servicios públicos para Constitución
del 94
privatizarse corrieron aunque la Constitución Provincial del 94 prohibía estrictamente
privatizar los servicios básicos del estado. Creo que hubo partidos políticos pequeños
que los juntó Ángel Rozas, salvando las distancias es lo que hizo Coqui sumando a
Acosta y Bergia, como sectores disidentes del radicalismo. Rozas sumó a sectores
progresistas del Peronismo, alineados con Chacho Alvarez y Bordón a nivel nacional.
Un discurso antiprivatista donde se sumaron el Dr Santiago Montaldo, el Dr Gomez
Lestani, Claudio Mendoza, que habían sido funcionarios de Baroni en los 80. El
Peronismo fue con su caudal propio a esa elección. Y con un margen de 3000 votos le
sirvió a Angel para ganarle a Poroto. Poroto estaba muy pegado al discurso de
Menem. Esas empresas públicas habían sido creadas por Bittel en el 73 por iniciativa
de su Ministro de Economía Juan Carlos Benitez, que había sido el Ministro de
Economía más joven que tuvo el país con 28 años. SECHEEP Y SAMEEP eran un
baluarte del Peronismo. Poroto hablaba de engancharnos al Menemismo porque era
difícil salirse de eso porque en su reelección Menem ganó muy cómodo. Al final, la
Alianza ganó acá siendo el primer distrito de todo el país donde ganaban. Rozas suma
a la UCRI, al partido comunista, al socialista, al sector progresista del peronismo y
recibe el apoyo fuerte de Acción Chaqueña, sin duda”. (Edgardo)

Finalmente los resultados fueron un 40,8% para el PJ y un 32,8% para la UCR y


Acción Chaqueña retirándose del gobierno, sólo el 18,3%. No habiendo conseguido el
45% para consagrarse vencedores a una fórmula, debía haber segunda vuelta. Todas las
11
mediciones daban seguro ganador a Tenev y el justicialismo se aprestaba a regresar al
poder. “Para 1995 y luego de la reforma constitucional del año anterior, las elecciones
gubernamentales permitieron que se ponga en práctica el artículo 133 de la nueva Reforma constitu
Carta Magna, que determina la segunda vuelta electoral cuando la fórmula más votada cional: reelección
y 2da vuelta.
no hubiera obtenido más del 45 por ciento de los votos válidamente emitidos o no Art 133
existiera una diferencia igual o mayor a diez puntos porcentuales respecto del total de
los votos afirmativos”. (Fernández, 2011)

Sin embargo, un acuerdo de última hora entre Rozas y Acción Chaqueña definió
el triunfo para la UCR por una diferencia muy ajustada de 6800 votos. Es así que Ruiz
Palacios ordenó a todos sus intendentes aliados (Resistencia, Sáenz Peña y demás
ciudades) que prestaran todo el apoyo político al Radicalismo. De este modo, Rozas
consiguió el 50,6% contra el 49,3% que obtenía Tenev. Comenzaba así una etapa nueva
para la provincia, el radicalismo era gobierno por primera vez en la historia local y
recuperaba una gobernación en medio de triunfos menemistas en todo el país.

Testimonio:

“La fórmula también puede ser otro error de la elección, Bracone era un tipo
cuestionado y eso restó. Pasa que buscaron por el lado de su pasado de actor o
cantante. Fue el Palito Ortega nuestro. Yo le tenía fe a Poroto en su zona fuerte, lo que
fue después la liga de los intendentes, lo que es la ruta 16 hacia Santiago del Estero,
aunque en las ciudades grandes estábamos complicados. Eso se sabía pero estaban
todos subidos al caballo. ¡Yo les decía: nos ganó en la última elección Tauguinas
muchachos! Y bueno, Ángel Rozas arregló con Ruiz Palacios, encima cuando se
estrenaba un sistema de elecciones nuevo. Eso fue otro tema, yo creo que el piso del
45% de la Constitución del 94 fue la peor cagada de los constitucionalistas peronistas.
Encima en la sociedad chaqueña no hay voto cautivo, más de la tercera parte es un
voto volátil. En definitiva, no pensaba que perdía Poroto, no pensaba nada pero creía
que iba a estar muy peleado”. (Adrián)

Testimonio:

“La sorpresa viene porque Ruiz Palacios que aún tenía injerencia política se
juega por Rozas y ordena que todo el apoyo del partido vaya para la UCR. Una vez que
Rozas gana las elecciones, Ruiz Palacios va a saludarlo a Rozas y este lo echa de Casa
de Gobierno”. (Luis)

Testimonio:

“Además del apoyo de Acción Chaqueña a Rozas ocurrieron otros sucesos que
no permitieron que el Peronismo triunfara de manera holgada en una elección que se
pensaba ganada de antemano. Los rumores que se suscitaron sobre la figura del
envejecido Tenev y su capacidad para hacer frente a una nueva gestión de gobierno
provincial corrieron como reguero de pólvora en la gente a la hora de votar” (René)

12
Testimonio:

“Fue una desilusión muy grande esa elección con Florencio Tenev, en sí la
sociedad no acompañó más que nada por el antiperonismo que comenzó a formarse.
Creo que no ganó Rozas sino que perdió Tenev” (Daniel)

Con esta base de poder mínima y ante una oposición peronista robustecida en la
Legislatura (con mayoría propia) Rozas comenzó a establecerse como caudillo radical
dentro y fuera de su partido. A partir de 1997, el tablero político jugará a su favor con la
declinación de la imagen del presidente Menem, el crecimiento en las encuestas de
Fernando De la Rúa (que aspiraba a la presidencia por la UCR) y el control de la
Legislatura con las elecciones de medio término de ese mismo año. “En una provincia
tradicionalmente dominada por el PJ, el Frente de Todos -de conformación radical en
un 90 por ciento- tuvo más votos que los que consiguió el "aluvión" del Frejuli en 1973:
56,8 por ciento contra 56,1”. El Frente de Todos cosechó el 56,8 por ciento de la
preferencia electoral, frente al 31,1 del PJ. La Alianza ganó así 10 de las 16 bancas en
juego, el PJ renovó 5 de las 6 que expuso y Acción Chaqueña retuvo una de las dos que
tenía, aunque deben tenerse en cuenta otras cuatro bancas de legisladores que se
escindieron del partido provincial y que integran la alianza gobernante. (Diario La
Nación, 1997). Angel Rozas creaba para las elecciones legislativas de 1997 la Alianza
Frente de Todos, coalición que paralelamente era lanzada a nivel nacional con el pacto
De La Rua (UCR)-Alvarez (FrePaSo).

La reelección del gobernador

Para 1999 la imagen y el poder concentrado que tenía el gobernador Ángel


Rozas hacía presumir que su reelección para el cargo que dirigía estaba asegurada. Y así
fue. La ciudadanía del Chaco volvió a respaldar la fórmula Rozas-Pibernus con un
amplio apoyo; obteniendo para la Alianza Frente de Todos el 63% de los votos. Del otro
lado, un debilitado Justicialismo se presentaba a la contienda sin sus históricos caudillos
Bittel y Tenev que habían muerto recientemente. Un joven técnico y economista,
funcionario de la Nación sería el encargado de la renovación; Jorge Capitanich junto a
Elda Pértile (otrora intendente de Resistencia por Acción Chaqueña) harían frente a la
reelección Rozista. El resultado fue el esperado y el Peronismo perdió de manera
aplastante. Sólo cosechó el 32% de los votos, en una jornada electoral que quedó en la
historia política del Chaco. “Luego de esta primera gestión de gobierno, Rozas repitió
la fórmula para los comicios de 1999, pero en esta oportunidad ya a través de lo que
sería la Alianza Frente de Todos, que obtuvo un amplio triunfo sobre el justicialismo
inmerso en la denominada Alianza Unión Para el Nuevo Chaco. De esta manera fue
reelecto para un nuevo período al obtener 291.135 votos, es decir el 63,3 por ciento
contra el 31,2 de la oposición. Acción Chaqueña solamente alcanzó en esta
oportunidad el 2,3 por ciento de los sufragios”. (Fernández, 2011)

13
Testimonio:

“Coqui con la Pértile sacó un piso del 30%, fue desastroso y Rozas aplastó al
Peronismo. Al final se hizo un frente con Acción Chaqueña pero no chupo a nadie, el
peronismo fue con los votos de base”. (Adrian)

El gobernador Ángel Rozas no sólo era reelecto con fuerte respaldo popular sino
que la UCR ganaba en Resistencia, Sáenz Peña, Charata, Castelli y Barranqueras entre
otras ciudades fuertes. El espacio de poder que construía “el rozismo” se configuraba
como fuerza política local a gran escala que era observada con recelo desde la Nación9
por la creciente figura carismática del caudillo chaqueño.

Testimonio:

“Hubo una estrategia desde la provincia para rodear Resistencia y Sáenz Peña,
ahogando económicamente a los municipios. En Sáenz Peña, la municipalidad era un
caos, tanto es así que llega Peche y comienza a construir a partir de eso. Casualmente
en esa elección del 99 se realizó un trabajo incansable desde la provincia y desde las
principales ciudades. Y sin embargo, perdimos fuertemente. Era muy fuerte el Rozismo,
tenían de sobra y contra eso no alcanzó. El Peronismo sacó en esa elección un piso
histórico” (Daniel)

Fuente: Informe elecciones Gobierno del Chaco

De esta forma, Ángel Rozas se aprestaba a iniciar su segundo periodo (1999-


2003) frente al gobierno. Dicho periodo se caracterizará por ser el más difícil en
términos políticos y económicos de todos los tiempos. Si bien su gestión comenzó bajo
el signo del radicalismo gobernante a nivel nacional, las relaciones entre De la Rúa y
Rozas nunca fueron las mejores. Sumado a ello la recesión económica acentuada en el
año 2000, la falta de divisas para paliar la situación fiscal y el abultado déficit público
complicaron aún más a la provincia en términos financieros.

9
Las elecciones presidenciales de octubre de 1999 serían ganadas por Fernando De la Rua (Alianza
UCR-FrePaSo) por el 48% al peronista Eduardo Duhalde que obtendría el 38%. Concluía así el mandato
del justicialista Carlos Menem y comenzaba la administración radical.

14
En el panorama político, el 2001 sorprendería al Chaco un hecho inédito. El
vicegobernador Pibernus sería denunciado por corrupción y obligado a renunciar en
julio. Con este contexto, Rozas debió llamar a elecciones generales y postular a su
delfín político Roy Nikisch para ocupar el cargo. Nikisch ganó la elección a
vicegobernador a Maria Ines Pilatti Vergara (PJ) en una clara maniobra de Rozas para
presentarlo como su sucesor dos años más tarde.

Testimonio:

“Y bueno en el 2001 Rozas era muy fuerte, tanto que lo acuestan a Pibernus por
el tema de las tortas, el viejo tenía el perfil de tipo honesto y con esa lo mató pero
también fue una forma de disciplinar a la tropa y a la vez catapultarlo a Roy. En esas
elecciones a vicegobernador hice turismo en el partido, iba de candidata nuestra Marin
Pilatti Vergara, a mi me pareció absurdo pelear una elección a vicegobernador y
encima ellos nos aplastaron”. (Adrian)

Testimonio:

“Creo que fue un hecho causal, acá hubo muchos casos de escuelas donde se
facturó presupuestos que nunca fueron asignados sobre todo de viajes donde estaba
involucrado el entorno del vicegobernador. En la época se decía que Pibernus quería
suceder a Rozas, hecho por el cual le costó el cargo y cayó por este tema de
malversación. Muy jugado por parte de Rozas en un año problemático como fue el
2001, del cual salió fortalecido puesto que su candidato ganó la Vicegobernación. Un
militante joven, intendente de su ciudad, funcionario dinámico y que el mismo quería
como su sucesor”. (René)

Llegado el 2002, la crisis argentina afectó fuertemente al Chaco y el gobierno se


vio obligado a emitir cuasimonedas en forma de bonos llamados Quebrachos para
abonar los sueldos, proveedores del Estado y evitar así la cesación de pagos. Aún
teniendo un frente político y económico complicado, Rozas manejaba la situación
conservando su imagen de político fuerte a nivel provincial ante un peronismo que no
lograba ordenar su movimiento y parecía sumergirse en sus contradicciones internas.

La sucesión política

Con las elecciones a gobernador y vice del 2003 Rozas demostró que no sólo
tenían intacto su liderazgo político sino también su capacidad para nombrar la figura
que quisiera para que le sucediera. Y así ocurrió. Su candidato Roy Nikisch10 en
fórmula con Eduardo Moro representó a la Alianza Frente de Todos. Del lado del
peronismo y con un tibio apoyo nacional de Nestor Kirchner (recientemente asumido
como presidente) el binomio de Jorge Capitanich acompañado por Rafael González
intentaron hacer frente al aparato oficial.

10
Roy Nikisch fue intendente de Tres Isletas entre 1995 y 1999 (como su antecesor Pibernus), Ministro
de Gobierno, Justicia y Trabajo entre 1999 y 2001 y vicegobernador entre 2001 y 2003. Fue consagrado
candidato a gobernador en 2003 por el entonces hombre fuerte de la provincia Ángel Rozas.

15
El resultado final fue a favor del partido gobernante. La Alianza se alzó con el
53% de los votos contra el 40% que sumó el Justicialismo. La diferencia se tradujo en
59.900 votos entre uno y otro partido. El objetivo inicial de Ángel Rozas estaba
concretándose. El ex gobernador Rozas dejaba el poder luego de dos mandatos
consecutivos11 con el 80% de imagen positiva. El nuevo gobernador Nikisch debía
seguir sus pasos no sólo para asegurar la continuidad del partido en el gobierno sino
también para posibilitar que cuatros años más tarde Rozas vuelva al poder.

“En las elecciones del 2003 la Alianza Frente de Todos consiguió nuevamente
imponerse al justicialismo con la fórmula Roy Nikisch- Eduardo Moro. Si bien obtuvo
el 41,8 por ciento de los votos contra el 40,9 por ciento del Frente Para la Victoria, en
estos comicios entraron a tallar los partidos colectores que sumaron votos para la
fórmula gubernamental aliancista, que llevó a Nikisch a asumir la gestión con el 53,4
por ciento de los votos”. (Fernández, 2011)

ELECCIONES GOBERNADOR 2003


FORMULAS
Gobernador y Vice
Candidatos
Votos %
NIKISCH - MORO 255405 53,36
CAPITANICH - GONZALEZ 195489 40,84
MAÑANES - ORCE 10120 2,11
PICEDA - MIRO 6508 1,36
BILLA - FIQUENI 4187 0,87
MOLODEZKY -WYSS 3529 0,74
BRAVO - JORDAN 3414 0,71
Totales 478652
Fuente: Informe Elecciones Gobierno del Chaco

Testimonio:

“No hubo una jugada conjunta con la Nación, creo que desde el principio se dio
por perdida la elección y no se apostó a recuperar la provincia. Cuando el Peronismo
tenía dos excelentes candidatos como Capitanich que había sido Jefe de Gabinete de
Duhalde y Rafael Gonzalez diputado nacional y dirigente histórico. La gente apoyó la
continuidad del candidato de Rozas”. (René)

Una vez en el gobierno Nikisch conservó un muy bajo perfil, pasando casi
desapercibido en la escena nacional, lo que le valió la crítica de parte de su propio
partido. Esto en un contexto donde el país salía a flote de su peor crisis institucional y
económica y los gobernadores buscaban aliarse a la Casa Rosada para realizar
cuantiosas obras enmarcadas en reparaciones históricas. No fue el caso del Chaco. El

11
Ángel Rozas se había negado en 2003 a reformar la Constitución para acceder a un tercer período como
gobernador de la provincia. Por ende, debía “bendecir” a un candidato que encabezará la fórmula radical.
Por esos años existieron varios nombres en danza; Eduardo Gabardini (Ministro Coordinador del
Gabinete) que estaba bien ubicado en la nómina, Roy Nikisch (Vicegobernador de la provincia) quien
ganó la contienda y Carlos Ulrich (Presidente de la Cámara de Diputados).

16
gobernador se mantuvo distante del presidente Kirchner en una política de coexistencia
pacífica llegando a ser el único gobernador radical no alineado con el gobierno nacional.
Durante su período los bonos Quebrachos fueron eliminados, normalizando
sustancialmente la situación económica de la provincia.

Por otro lado, el Justicialismo entendió que si quería regresar al poder debía
formar un frente de amplia participación política que incluya a diversos sectores de la
sociedad. Así lo hizo y comenzó a generar adeptos en la provincia. Si bien la imagen de
Nikisch se mantenía aceptable para gran parte de los chaqueños, el núcleo del partido no
tenía contemplada la posibilidad de que se postule para una reelección. La idea primera
era que Rozas (que era diputado nacional desde 2005) volviera a la gobernación. Fue así
que las presiones entre ambos dirigentes llevaron a una tensión dentro de la misma UCR
que terminó favoreciendo a Rozas para la candidatura a gobernador y relegando a
Nikisch que intentaría una senaduría nacional en las elecciones generales.

La sorpresa del 2007

Sobre el final del año 2007 debían celebrarse nuevas elecciones a gobernador de
la provincia del Chaco. Los debates al interior del partido gobernante impusieron la
fórmula Rozas-Peche para retener el gobierno a favor del Radicalismo. El saliente
gobernador Nikisch iría por una senaduría nacional. Desde el lado del peronismo, Jorge
Capitanich12 (senador nacional desde 2001) intentaría por tercera vez consecutiva llegar
a ser gobernador. Pretendiendo sacar rédito del prestigio nacional del PJ y del presidente
Kirchner, Capitanich conformó una coalición política de 11 partidos: El Frente Chaco
Merece Más (con el Partido Justicialista a la cabeza) para enfrentar a la poderosa
Alianza Frente de Todos. La amplia coalición fue sumando adeptos desde el Peronismo
hasta el partido Nacionalista, el Movimiento de Bases, el ProCrear y el Pro; así como
también aliados propios de la Alianza Frente de Todos, como La Concertación. Con el
tiempo logró la adhesión del Partido Intransigente y de Acción Chaqueña.13

12
Jorge Capitanich fue Secretario privado del gobernador Danilo Baroni en 1987. Secretario de
Comunicación Social del Chaco en 1989. Subsecretario de Coordinación Técnico-Administrativa de la
Secretaria de Desarrollo Social de la Nación en 1995. Subsecretario de Proyectos Sociales de la Secretaría
de Desarrollo Social de la Nación en 1998. Senador Nacional por la provincia del Chaco en 2001.
Ministro de Infraestructura y Vivienda e interino de Economía, Desarrollo Social y Medio Ambiente,
Salud, Trabajo, Empleo y Formación de Recursos Humanos de Seguridad Social en diciembre de 2001
durante la presidencia interina de Ramón Puerta. Durante el año 2002 se desempeño como Jefe de
Gabinete de Ministros del presidente Eduardo Duhalde. Gobernador de la provincia del Chaco desde
diciembre de 2007.
13
Durante el mandato de Capitanich el Frente se fue ampliando fuertemente hasta llegar a sumar 14
partidos para mediados de 2011. Esos partidos eran: Partido Corriente Martín Fierro, Partido
Intransigente, Partido Proyecto Popular, Partido Movimiento Nueva Fontana, Partido Lealtad Popular,
Partido de la Victoria, Partido Movimiento de Bases, Partido Causa Reparadora, Partido Frente de la
Esperanza, Partido Pro Propuesta, Partido Frente Grande, Partido de la Concertación y Partido
Nacionalista Constitucional.

17
Testimonio:

“Creo que ahí todos entendieron que era la oportunidad de pelear. No sé si


ganarle a Rozas pero pegarle un susto. El ánimo de la gente era vamos a cambiar. El
tema de los bonos, la crisis económica de la provincia, el desgaste de los radicales,
etc”. (Adrian)

Según todas las estimaciones de la época el triunfo aplastante sería para Rozas
una vez más por encima del peronismo local. Sin embargo, celebradas las elecciones, la
cuestión se definió sorpresivamente y por un margen muy ajustado. El justicialismo
daría el batacazo electoral al imponerse por el 0,5% de los votos por encima del
radicalismo. Una diferencia de 1176 votos convertía a Capitanich-Ivanoff en la fórmula
vencedora con el 46,85% contra el 46,45% del binomio Rozas-Peche. “Después de 16
años sin conducir los destinos de la provincia, el justicialismo vuelve a imponerse en
las elecciones de 2007, con la fórmula Jorge Capitanich-Juan Carlos Bacileff Ivanoff.
En esta oportunidad Capitanich hizo uso de la estrategia aliancista y a través de
distintos partidos colectores consiguió la cantidad de votos suficientes para llegar al
poder con el 46,8 por ciento de los votos, a pesar de que el Partido Justicialista en
soledad obtuvo el 33,8 por ciento. Los comicios de ese año permitieron que se
presentaran 19 partidos políticos, la mayor cantidad que hubo para una elección
gubernamental. La mayoría de ellos llevaba candidatos propios para las legislativas
pero para gobernador impulsaban la fórmula encabezada por Capitanich, en tanto el
Poder Legislativo quedó en manos de la Alianza liderada por el radicalismo”.
(Fernández, 2011)

Testimonio:

“Fue un camino trazado por Capitanich a fuerza de mucho recorrido por el


interior provincial, el acuerdo con muchos dirigentes políticos y su gran trabajo como
senador nacional destacado lo que permitieron que pudiera llegar a la gobernación.
Un hecho totalmente sorpresivo hasta para los propios adeptos del peronismo que no
creían ganarle a Rozas. Capitanich entendió la estrategia política de aglutinar un
frente electoral luego de haber perdido en el 99 y en el 2003. Fue por eso que ganó.
(René)

Testimonio:

“La construcción incansable de Capitanich sumado a todos los dirigentes de


cada rincón de la provincia permitió asegurar el triunfo para el peronismo. Creo que
Rozas se confió, muchos funcionarios de Nikisch ayudaron a la oposición para permitir
el triunfo, descontentos con el accionar de su propio caudillo. Ante esto, el Peronismo
entendió que debía volver a recorrer a toda la provincia como hacía tiempo no se
hacía. El trabajo de ingeniería política de sumar aliados al Peronismo, a pesar de que
el partido aportó una muy buena base, fue contundente. Ese encuadre extraordinario lo
digitó Juan Carlos Bacileff Ivanoff, quien fue como vice de Capitanich. Él organizó el

18
esquema de alianzas y candidaturas de todas las fórmulas del interior que llevaron a
Capitanich como candidato”. (Daniel)

ELECCIONES GOBERNADOR 2007

FORMULAS
Gobernador y Vice
Candidatos
Votos %
ROZAS - PECHE 238475 46,45
CAPITANICH - BACILEFF 240480 46,84
OTROS 34495 6,72
Totales 513450
Fuente: Informe elecciones Gobierno del Chaco

Contra todos los pronósticos y de manera casi sorpresiva el Partido Justicialista


volvía al poder con una base de poder muy endeble. No controlaba los principales
distritos como ser Resistencia, Sáenz Peña, Castelli, Pinedo, Barranqueras; todos
reductos de la Alianza. Si mantenía Villa Ángela y General San Martin. Contaba con
minoría en la Legislatura provincial y heredaba un abultado déficit fiscal en las arcas del
Estado en materia económica.

Sin embargo, con el triunfo del peronismo en la provincia en 2007, el Chaco


pudo alinearse por primera vez en su historia con el gobierno nacional. Cristina
Fernández de Kirchner llegaba a la Casa Rosada y Capitanich decidió adherir
enfáticamente a su proyecto de gobierno. Fue así que para 2008, Nación y Provincia
firmaron el Acta de Reparación Histórica (que incluía convenios de obras públicas e
inversiones diversas).

La crisis del campo de 2008 sirvió como refuerzo para posicionar al gobernador
Capitanich aún más cerca de la Casa Rosada. La defensa del peronismo local a la causa
emanada por el Kirchnerismo logró aglutinar una base de poder que comenzó a crecer.
No obstante, en las elecciones intermedias de 2009 la difícil situación económica de la
provincia, la crisis del dengue y una oposición con mucha fuerza política cercaron la
diferencia del oficialismo para sobresalir en la elección. Por un margen ajustadísimo el
frente gobernante obtuvo mayoría en la Legislatura, lo que le permitió manejar con
mayor holgura los dos años de mandato que le quedaban. Los dos últimos años del
primer mandato de Capitanich estuvieron signados por una situación económica
tendiente a la mejoría fiscal, una relación política controlada por el oficialismo y una
paz social en términos generales en el territorio local. El afianzamiento a nivel nacional
con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner posibilitó posicionar al gobernador
chaqueño en un lugar destacado de la agenda, llegando a especular con una eventual
vicepresidencia en 2011. Es que, la visita de la Presidente siete veces en el periodo
2007-2011 a la provincia y los aumentos paulatinos y constantes en los índices de

19
coparticipación enviados desde la Nación a la provincia permitieron llegar a las
elecciones de manera cómoda al Justicialismo chaqueño.

La reelección del 2011

Los dos últimos años que completan los treinta años de democracia de este
análisis encontraran al Chaco alienado totalmente con la Nación traduciendo la re-
elección de Jorge Capitanich en un record histórico. Se impondrá nuevamente la
fórmula Capitanich-Ivanoff (PJ) a la del ex gobernador Nikisch-Polini (UCR) en una
total polarización electoral por parte de ambas fuerzas. El PJ cosechará el 66% de los
votos contra el 30% que obtendrá la UCR en una elección que apareció casi
desdibujada. El triunfo provincial fue acoplado a la re-elección presidencial de Cristina
Fernández quien se impuso por el 54% un mes después. La importante elección que
realizó el Peronismo en la provincia le posibilitó además obtener la mayoría electoral
junto a sus aliados del Frente oficialista en la Cámara de Diputados. Para el año 2012, el
Chaco logró potenciar su crecimiento económico en el orden del 50% desde 2007, esto
es un incremento del 10% promedio anual.

Bibliografía

AGUILAR, Eduardo. Discutamos un verdadero “modelo” para el Chaco.


Públicación. Chaco. 1999.

CENTRO DE ESTUDIOS NELSON MANDELA. Chaco: realidad social y


económica según indicadores. Chaco. 2002.

DIARIO LA NACIÓN. Escozor en el gobierno por la caída en el Chaco. Artículo


Diario La Nación. Buenos Aires. 1997.

EGES CONSULTORIA INTEGRAL DE GESTIÓN PÚBLICA. Informe sobre


Elecciones en Chaco. Ciudad de Buenos Aires. 2011.

FERNÁNDEZ, Miguel Angel. El bipartidismo en el Chaco sigue venciendo al


tiempo. Artículo Diario Norte. Chaco. 2008.

FERNÁNDEZ, Miguel Ángel. El Chaco elige a su decimosegundo gobierno


constitucional de su historia. Artículo Diario Norte. Chaco. 2011.

MEZZADRA, Florencia. Informes provinciales: Chaco. Centro de Implementación


de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento(CIPPEC) Chaco. 2003.

20
MORA Y ARAUJO, Manuel. La Argentina bipolar, los vaivenes de la opinión
pública (1983-2011). Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 2011.

SIDICARO, Ricardo. La crisis del Estado y los actores políticos y socioeconómicos


en la Argentina (1989-2001). Editorial Eudeba. Buenos Aires. 2007.

VALENZUELA, Cristina. Transformaciones y conflictos en el agro chaqueño


durante los ´90. Articulaciones territoriales de una nueva racionalidad productiva.
Instituto de Investigaciones Geohistóricas-CONICET. Facultad de Humanidades.
Universidad Nacional del Nordeste. Chaco. 2005.

WAINFELD, Mario. Chaco, una provincia peculiar. Articulo Diario Página 12.
Buenos Aires. 2011.

Enlaces consultados de Internet:

Tribunal electoral de la provincia del chaco: http://www.electoralchaco.gov.ar/

Informe sobre Elecciones en el Chaco: http://www.chaco.gov.ar/elecciones/

21
La Democracia Delegativa en el Chaco. Un
análisis del gobierno de Ángel Rozas (1995-2003)

Autor: Lic. Facundo Kalin

1
Índice

Introducción…………………………………………………………………….………3

Desarrollo……………………………………………………………………………….4

Aproximación a la Democracia Delegativa………………………………..……….........4

La democracia en Chaco……………………………………………….…………..........6

La Democracia Delegativa en el Chaco…………………………….…………….……..8

Conclusión………………………………………………………………………..........12

Bibliografía…………………………………………………………………………….13

2
Introducción

El presente trabajo pretende analizar la construcción teórica de Guillermo


O´Donnel denominada Democracia Delegativa enfocada en un nivel microsocial,
concretamente en la provincia del Chaco, durante los gobiernos de Angel Rozas (1995-
2003). Entendemos impererioso realizar este enfoque puesto que encontramos ciertas
características notables entre el abordaje que el autor hace de los gobiernos de la región
en los años noventa y el mandato del líder caudillista chaqueño, tanto por su ascenso al
poder, la estructuración del mismo y la serie de prácticas políticas que resultan
importantes identificar a nivel delegativo.

El abordaje que utilizaremos en el presente escrito será de tipo monográfico con


un desarrollo del estado de la cuestión sobre Democracia Delegativa para una apropiada
interpretación del lector. Además realizaremos una contextualización sobre la política
en el Chaco desde una perspectiva histórico-política para arribar al marco local que nos
interesará explicar. Finalmente, en el último apartado realizaremos un acercamiento al
estudio de la Democracia Delegativa en el Chaco enumerando una serie de indicadores
que a nuestro criterio, se asemejan al objeto de estudio en cuestión.

Por último, las fuentes de recopilación bibliográfica se asientan en las obras de


Guillermo O´Donnel sobre Democracia Delegativa, informes del CIPPEC sobre el
Chaco de los noventa, análisis de medios gráficos nacionales y provinciales de la época
y publicaciones científicas de ciencias políticas sobre la temática.

3
Desarrollo

Aproximación a la Democracia Delegativa

El análisis de la Democracia Delegativa (de ahora en más en este texto DDs1) en


el Chaco remite necesariamente a una breve contextualización espacio temporal de su
construcción teórica macro. Así podríamos acercarnos a su demensionalización a través
de la observación y complejización de la realidad social por parte de Guillermo
O´Donnel a principios de los años 90 en un intento de estudio de las democracias
liberales de la región. Cuando nos referimos a los gobiernos objeto de estudio que el
autor utilizó para su análisis debemos nombrar, concretamente, al Brasil de Collor de
Mello (1990), la Argentina de Carlos Menem en su época de mayor popularidad (entre
1992 y 1994) y el Perú de Alberto Fujimori en la misma época. En esa dimensión,
O´Donnel postula que: “Las democracias delegativas se basan en la premisa de quien
sea que gane una elección presidencial tendrá el derecho a gobernar como él (o ella)
considere apropiado, restringido sólo por la dura realidad de las relaciones de poder
existentes y por un período en funciones limitado constitucionalmente” (O´Donnel,
1994).

Asimismo a modo de complemento característico de este tipo de gobiernos el


autor señala una cuestión clave de los mandatarios regionales observados. Su
entronización como caudillos locales, fuertes y populares. Así, siguiendo esta idea el
autor afirma: “El presidente es considerado como la encarnación del país, principal
custodio e intérprete de sus intereses. Las políticas de su gobierno no necesitan
guardar ninguna semejanza con las promesas de su campaña. Debido a que a esta
figura paternal le corresponde encargarse de toda la nación, su base política debe ser
un movimiento; la supuestamente vibrante superación del faccionalismo y de los
conflictos asociados a los partidos. (O´Donnel, 1994).

Además, como se denota en la descripción arriba mencionada las DDS son ante
todo una forma de democracia, apoyadas en el voto popular, las libertades colectivas y
los derechos de los ciudadanos como garantes del sistema. Sin embargo, el sentido de
teorizar un concepto y acuñarle el nombre delegativa reside en hipotetizar que la
comunidad delega su voluntad popular en un dirigente político para que ejerza su
1Concepto creado por Guillermo O´Donnel en 1994 tras la experiencia de gobierno de Menem en Argentina, Collor
de Mello en Brasil y Fujirmori en Perú. Este concepto será revisado en 2010 a la luz de los gobiernos de Kirchner,
Chavez y Uribe, sumando nuevos planteos y enfoques analíticos.

4
representación ejecutiva y lleve adelante un programa de gobierno. Este concepto de
poder adjetivado y complejizado de las ciencias sociales deriva del concepto de
“decisionista” de Carl Schmitt2.

Por otra parte, O´Donnel entiende que en estos sistemas de gobiernos


democráticos el ejercicio del poder por parte del presidente “líder” acapara todo el
centro y control decisional de los manejos y desempeños de gobierno; reduciendo a su
mínima influencia los diferentes mecanismos existentes en las democracias
contemporáneas para mediar y contener excesos políticos. Así, el poder Legislativo y el
Judicial se mantienen “cooptados” (en términos de control directo o indirecto por la
fuerza política del presidente) debido a diversos avances sobre sus posibilidades de
ejercer control y cumplimiento de normas en relación al poder Ejecutivo. Este esquema
de poder se conecta perfectamente, según el autor, con un Congreso que acompaña
pasiblemente todas las iniciativas del primer mandatario y un ala judicial que las
legitima con un accionar desdibujado. Esto es posible porque el desempeño del
Ejecutivo desconoce implícitamente la división de poderes y las diferentes formas de
control de estos. En este contexto, O´Donnel identifica a los medios de comunicación
como sector clave también del entramado de discusiones de intereses de los actores
sociopolíticos dominantes. Así, el poder mediático se convierte muchas veces en un
enemigo acérrimo de estas formas de gobierno entronizando una fuerte puja de poder
con el poder Ejecutivo.

En el caso del desarrollo de dicha teoría y su impacto en la perspectiva histórica,


O´Donnel (después de 15 años) volvió a referirse al análisis de los gobiernos de la
región para caracterizarlos como DDS. En su obra “Revisando la Democracia
Delegativa” utilizó el análisis comparativo de la década de los 90 para mencionar a los
Gobiernos de Kirchner, Chavez y Uribe. En ella se produce la cercanía de ambos
ejemplos aunque con diferenciación de espacio, tiempo y contexto, logrando el autor
recalcar su proximidad por su similar visión de construcción de poder y el ejercicio del
mismo.

2
Para Carl Schmitt el Decisionismo es una particular doctrina política que sostiene que el Estado es la fuente
absoluta de toda decisión legal y moral en la vida política.

5
No obstante, no es menos importante mencionar que en ambas obras de análisis
de gobiernos de la región el autor hace referencia a la sociedad, como actor social clave
en el entramado de construcciones políticas de la realidad, que respalda
democráticamente a estos tipos de sistemas políticos. Así, O´Donnel refiere a las
mismas como sistemas signados por crisis políticas institucional que tienen quebrados a
los partidos políticos y donde sus líderes se enarbolan una figura que emerge llevando
adelante una gran causa nacional; la de salvación de la Patria. En estas circunstancia es
donde las instituciones políticas se ven doblegadas y los instrumentos de
materialización de arremetimiento político se plasma en leyes de emergencia, decretos y
el abuso de instrumentos legislativos excesivos (superpoderes).

Acerca de las prácticas y su evolución en el tiempo, Natanson (2010) repensando


al encumbrado politólogo afirma: “O’Donnell sostiene que, en las democracias
delegativas, los presidentes siguen viviendo constantemente de la crisis que les dio
origen. Incluso cuando la sensación de crisis ha disminuido, intentan reavivarla, con la
advertencia de que si se abandona el camino que proponen ella resurgirá, renovada.
(Natanson, 2010). Los líderes delegativos constituyen en sí mismos, caracterizaciones
de dirigentes populares, con control de territorio propio y formas de manejo con
autoridad reforzada. Así, la forma de desempeñar el poder y lograr gobernabilidad ante
la mirada de sus opositores (internos y externos dentro del plano de poder) constituye
una pieza fundamental del análisis político. Esta situación de relación poder-
gobernabilidad en las democracias delegativas tiene su etapa de esplendor, siguiendo a
O´Donnel, en el auge de los gobiernos neoliberales en América Latina y su consiguiente
instrumentación de políticas desreguladoras a nivel económico. No obstante, este
escenario encuentra un “cuello de botella” político ante la saturación y desgaste en la
construcción política, primero partidaria, de dichos lideres (ante el pedido de recambio
generacional) y por otro lado, el socavamiento político de fuerzas opositoras que
analizan y utilizan sus maniobras para debilitarlo y aumentar su cuota de poder.

La democracia en Chaco

El caso de la provincia del Chaco merece un análisis particular separándolo del


resto de las provincias del Norte con las cuales geográficamente limitan. Para entender
esta cuestión nos referimos concretamente a los ejemplos de Formosa, Corrientes y
Santiago del Estero. Realizamos este recorte metodológico y a la vez comparativo ya

6
que consideramos su particular proximidad y cercanía étnica, espacial, fundacional y
climatológica.

Concretamente, la constitución del poder político desde el retorno de la


democracia en 1983, para todos los casos antes mencionados tuvieron particularmente
diferencias sustanciales con los procesos que en el Chaco acaecieron. El caso de
Formosa, gobernada entre 1983 y 2016 por el mismo partido político con el mismo
gobernador desde 1995 (antes había sido vicegobernador)3. En Santiago del Estero estos
30 años de democracia comenzaron en los 80 y 90 con la última etapa de los 50 años de
poderío de Carlos Juarez hasta la intervención federal del 2004, que removió la cabeza
dirigencial gubernamental pero dejó intactos los cimientos del viejo régimen clientelar;
abriendo el camino a una fuerza política que gobierna hasta la actualidad asemejando y
reproduciendo muchas prácticas cuasi-feudales de los gobiernos del “Tata” Juarez.
Finalmente, Corrientes constituyen el extremo de los dos casos anteriores planteados
con dos intervenciones federales durante la democracia y en la misma década (de los
90) que desembocaron en la caída de los partidos políticos locales tradicionales de la
provincia, como ser el Nuevo y el Liberal. Siendo el único ejemplo además, donde el
partido justicialista no pudo ganar elecciones salvo en el caso de 1973 y donde el
radicalismo gobierna ininterrumpidamente desde el año 2001.

Explicitado esto, el caso del Chaco se presenta como experiencia de democracia


distintiva, donde en los años 80 gobernó el Partido Justicialista (1983-1991), principio
de los 90 el procesista partido Acción Chaqueña (1991-1995), a fines de la misma
década y principio de los 2000 la Unión Cívica Radical (1995-2007) y finalmente desde
2007 hasta hoy, nuevamente el Justicialismo. Es decir, una alternancia de partidos
políticos en tres décadas de gobiernos constitucionales, con elecciones provinciales muy
reñidas a nivel conformación de poder ejecutivo y en algunos casos con polaridad
extrema entre los dos partidos provinciales mayoritarios.

Concretamente, volviendo al eje de discusión de este trabajo, el plantea de


objeto de estudio será el periodo 1995-2003 en el Chaco, durante el gobierno de Angel
Rozas, para relacionarlo analíticamente con características de la Democracia
Delegativa.

3El caso de Gildon Insfran. Dos veces vicegobernador de Formosa (entre 1987 y 1995) y desde mediado de los
noventa hasta la actualidad gobernador de la provincia (1995-2016)

7
La Democracia Delegativa en el Chaco

Intentaremos arribar a un análisis de la Democracia Delegativa creada por


Guillermo O´Donnel, aproximándonos a sus características sociológicas y políticas,
enfocándonos en un gobierno del Chaco, concretamente en el de Rozas surgido en 1995,
con una reelección en 1999 y concluido en 2003.

Entendemos importante contextualizar que el arribo de Rozas al poder se dio en


el marco de la Unión Cívica Radical, en los años 80 como diputado provincial. Siendo
oriundo de Pinedo (una ciudad a 300km de Resistencia) comenzó a crecer dentro un
partido político que jamás fue gobierno en el Chaco. Así en 1994 desterró en una
ajustada interna partidaria al histórico dirigente Luis Bicho León (varias veces
candidato a gobernador y senador nacional en ejercicio por ese entonces) alzándose con
el control del partido y de la candidatura a gobernador de 1995. En ese entonces, las
elecciones provinciales se realizarían estrenando la nueva constitución provincial (1994)
y con un partido local en el poder (Acción Chaqueña) que se retiraba del gobierno con
muchos cuestionamientos, enfrentamientos internos y sin apoyo popular y político
nacional. En ese contexto el peronismo y el radicalismo, encabezaban las intenciones de
voto con una clara ventaja del primero sobre el segundo. Es así que llegadas las
elecciones de septiembre el peronismo triunfará por sobre el radicalismo con 43% sobre
32%, relegando al accionachaqueñismo al 18%. Siendo que ninguno de los partidos
obtuvo más del 45% de los votos que exige la constitución para proclamar un ganador,
debía procederse al sistema de segunda vuelta, que se practicó 30 días después. Las
alianzas y acuerdos políticos con el partido hasta entonces gobernante, permitió al
radicalismo imponerse por escaso margen al peronismo, 50,3% a 49,7%, resultando
electa la formula Rozas-Pibernus. Allí comenzaría el mandato de Rozas con una
construcción de poder político y económico que llegaría hasta 2003, con una reelección
al mismo cargo en 1999 con altísimos guarismos en su favor (obteniendo el 63%).

Por otro lado, según la construcción enmarcada por O´Donnel en los años
noventa para los mandatarios nacionales de la región, ciertas características se asemejan
al caudillo chaqueño casi como una repetición de la época a nivel micro gubernamental.
Es decir, analizando una de sus características, siguiendo a Natanson (2010) sobre la
DDS “es considerar un estorbo la “interferencia” de las instituciones de control sobre
el Poder Ejecutivo, incluyendo a los otros dos grandes poderes del Estado (Legislativo

8
y Judicial), así como las diversas instituciones de accountability horizontal (auditorías,
fiscalías, etc.). Esto lleva, a la larga, a esfuerzos por anular esos controles”. (Natanson,
2010). En el Chaco este tipo de prácticas se vieron ejemplificadas en dos cuestiones. En
el caso del poder legislativo la obtención de una mayoría fuerte de diputados a partir de
1997 (más de la mitad de la Cámara de Diputados que posee 32 legisladores) le permitió
obtener sanción de leyes sin mayores dificultades y el control de fondos de la
Presidencia de la Legislatura que recayó primero en Guillermo Agüero (2 años) y luego
en Carlos Ulrich por otros 6 años. Por otro lado, en el caso del Poder Judicial la
designación en 1996 de los jueces del Superior Tribunal de Justicia por decreto y
evitando el concurso de antecedentes y oposición que indica la constitución, nombrando
a los Dres. Toledo y Avalos (este último fue Secretario General de la Gobernación de
Rozas) permitió obtener influencia y una cuota de poder inusitada en la historia
institucional del Poder Judicial.

Siguiendo con el análisis de la Democracia Delegativa en el Chaco durante


gobierno de Rozas podríamos destacar que el surgimiento de este proceso se produce
dentro de una democracia en crisis. Siguiendo a Natanson (2010) podemos observar que
la teoría de O´Donnel define: “En general, dice, son producto de graves crisis. Sus
líderes emprenden una gran causa, la salvación de la patria, y en la medida en que
superan (o alivian significativamente) la crisis logran amplios apoyos. En ésos, sus
momentos de gloria, pueden decidir como mejor les parece, y el fuerte respaldo popular
les demuestra que ellos son quienes realmente saben qué hacer con el país. Aupados en
sus éxitos, los líderes avanzan entonces en su propósito de doblegar a las instituciones
de control mediante la concesión de poderes extraordinarios (leyes de emergencia
económica, superpoderes) y el abuso de instrumentos de legislación ejecutiva
(decretos)” (Natanson, 2010). Analizando estrictamente este tipo de características que
el autor enumera, en el Chaco de Rozas de mediados y fines de los 90 existieron
variables que asemejan dicha situación. El arribo al poder de la UCR y su máximo
dirigente local por una grave crisis de gobernabilidad de Acción Chaqueña que pierde
las elecciones generales, la situación económica de ahogo financiero en la que se
encontraba la provincia (apenas asumido Rozas decreta la emergencia económica) y la
utilización constante y reiterada de instrumentos legales directos como ser decretos y
resoluciones (a través de ministerios y secretarias) para afianzar su poder y expandir
influencias.

9
Por otra parte, otra característica que O´Donnel resalta en la conformación de
este tipo de democracias es que los mandatarios siguen retornando discursiva y
accionarmente a la crisis que le dio origen y sustento a su poder. Esta situación se da
aun cuando pareciera que la crisis se ha ido atenuando. En el caso del Chaco, esta
situación sirvió como argumento para frenar aumentos salariales, promoción de
ascensos, recortes a partidas a municipios y disciplinamiento fiscal (debido a la
paralización económica que acuciaba a la provincia), también por la minoría en la
Legislatura provincial hasta 1997 y la vacancia de dos cargos en el Superior Tribunal de
Justicia.

Por otra parte, otro aspecto que resalta O´Donnel en su análisis es que la no
superación de la crisis y estabilización paulatina de la situación general genera un corto
vuelo en la construcción de poder del líder. Primero, le permitirá crecimiento en su
estructura partidaria y política permitiéndole (como a Rozas) imponerse en cuanto
elecciones se realice. Por ejemplo, las acaecidas desde 1997 hasta 2007, entre
legislativas y ejecutivas. Sin embargo, O´Donnel destaca que esta característica de
apelar constantemente a la crisis y no diagramar un programa de gobierno con
planificación estratégica que permita ciertamente estabilizar la situación, terminará por
menguar el poder del líder, alejando a sus aliados políticos y reduciendo su sequito a un
grupo minoritario. De cierta forma, en 2003 al terminar su mandato Rozas concluyó con
un 80% de imagen positiva según varias mediciones locales, aunque la ruptura con
fuerzas políticas que históricamente acompañaron su performance electoral, se hizo
evidente, tal es el caso del Frente Grande y Acción Chaqueña, fuerzas políticas que le
permitieron la estratégica victoria en 1995 frente al peronismo por 5000 votos.

Por último, una particularidad que recalca O´Donnel sobre este tipo de
democracias son el control y perseguimiento a la prensa crítica y a opositores políticos.
En el Chaco durante el mandato de Rozas, ambas cuestiones fueron palpables. Por caso,
la pauta publicitaria manejada por la Secretaria de Políticas Comunicaciones permitía el
control discrecional de la pauta publicitaria a medios audivisuales y gráficos. Y por el
otro, el perseguimiento a opositores políticos se vio caracterizado por casos que
quedaron en los anales de la provincia. En 1996 sería intervenido el municipio de
Fontana, por claras diferencias entre el entonces gobernador Rozas y el intendente
Rodas. Una localidad que limita geográficamente al Gran Resistencia tenía un caudillo
justicialista administrándola. Algo parecido ocurrió con Roque Saenz Peña (segunda

10
ciudad de la provincia)4, que desde 1998 vio menguado sus recursos financieros hasta
llegar a una estrepitosa cesación de pagos con 8 meses de atrasos en los salarios de los
empleados municipales, razón por la que el gobierno provincial dejó de girar recursos
económicos a la comuna, en manos del Partido Acción Chaqueña con Victor Lapassini
como intendente. Como corolario, en 1999 a punto de ser intervenida la ciudad, se
convocó a elecciones en un clima de caos y desgobierno, y un hombre de confianza de
Rozas se impuso ampliamente otorgándole un triunfo estratégico a nivel construcción
de poder político y de proporción de votos en la reelección a gobernador del mismo año.
Por último, el caso de Elda Pertile, ex intendente de Resistencia entre 1991 y 1995,
perteneciente al Partido Acción Chaqueña, que en 1999 acompañó a Capitanich (PJ) en
la elección que terminó con la reelección de Rozas de manera aplastante. Ese acuerdo
entre Pertile y Capitanich para la elección general le valió una persecución política hasta
ser apartada de su cargo en el Tribunal de Cuentas (en el cual era empleada de carrera) e
iniciar una disputa judicial que llega hasta nuestros días por la restitución de dicho
puesto.

4El caso de Sáenz Peña representa un ejemplo de auténtico bastión del radicalismo junto con Pinedo (ciudad natal de
Rozas) donde el centenario partido gobierna ininterrumpidamente, próximo a cumplir 20 años en el poder.

11
Conclusión

El presente trabajo intentó realizar un análisis de la Democracia Delegativa en el


Chaco durante los dos mandatos de Ángel Rozas. Este acercamiento de una teoría que
planteaba un estudio a nivel macro de gobiernos de la región como ser el de Menem,
Fujimori y Collor de Melo buscó enlazar ciertas características políticas con la figura
del caudillo local provincial no sólo por compartir la misma época de desempeño de
funciones de gobierno sino también por su particular arribo y afianzamiento en el poder
ejecutivo.

Concluyendo este trabajo podemos arribar a una serie de ideas sobre la


experiencia política que significó el gobierno de Rozas en el Chaco en relación a la
Democracia Delegativa. En primer lugar, la construcción por primera vez en la historia
del Chaco de un caudillo local de extracción radical; ubicó preferencialmente en el
escenario político a Rozas frente a un poder hegemónico nacional como es el de Menem
y que desde 1997 comienza a disminuirse considerablemente. Además, la perpetuación
de la figura del caudillo chaqueño a nivel intra territorial como personaje fuerte dentro
de la dirigencia ante una serie de sucesos (característicos de la teoría de O´Donnel) que
se conectan perfectamente. El mayoría legislativa, la designación de dos miembros del
Poder Judicial, la difícil situación económica por la que atravesaba la provincia, el
discurso carismático-provinciano del líder local, los amedrentamientos y persecusiones
a la prensa local y a los opositores políticos, la debilidad cada vez más evidente del otro
partido político tradicional (PJ) que comienza a menguar su poder ante la pérdida de
líderes históricos como ser Bittel, Torresagasti y Tenev entre 1997 y 1999 y, por último,
el cambio de gobierno acaecido a fines de los años noventa a nivel nacional que empujó
la consolidación del poder local de Rozas.

Finalmente, el ejemplo de Democracia Delegativa que hemos utilizado a escala


micro en este trabajo podría servir de disparador para analizar otras provincias, ya que
la discusión de O´Donnel no se agota en este lapso; sino que incluso, se renueva debido
a su último estudio de la cuestión, hace un par de años atrás. También podría servir
como herramienta de análisis de otros gobiernos del propio Chaco, como el de
Capitanich (2007-2015) y preguntarnos sociológicamente si fue o no un caso de
Democracia Delegativa. En cualquiera de los casos, esta inquietud teórica-metodológica
deja abierta la puerta para futuros planteos sociopolíticos relacionados a la temática.

12
Bibliografía

Natanson, José. “Como vivir en una democracia delegativa (y no morir en el intento).


Página 12. Buenos Aires. 2010.

Negretto, Gabriel. “El concepto de decisionismo en Carl Schmitt”. El poder negativo


de la excepción. Universidad de Buenos Aires. FLACSO. Argentina.

O’Donnell Guillermo, “¿Democracia delegativa”, en O’Donnell Guillermo,


Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democracia. Paidós. Buenos
Aires. 1997.

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en Democracia delegativa, O’Donnell Guillermo, Iazzeta Osvaldo, Quiroga Hugo
(coordinadores), Prometeo. Buenos Aires. 2011.

Orsolini, José Maria. “Sistemas de centro de gravitación en el ejecutivo


(presidencialismo) y gobierno dividido. ¿La gobernabilidad en riesgo?” Los casos de
Angel Rozas (1995-1997) y Jorge Capitanich (2007-2009) en la provincia del Chaco.
Tesis de Maestría. Escuela de Gobierno. UNSAM. 2012.

Rivas, Axel. “Gobernar la educación”. Estudio comparado de la educación en las


provincias argentinas. Editorial Granica. Buenos Aires. 2004.

13
EL CONOCIMIENTO SOCIOLÓGICO Y LA SOCIOLOGÍA
POLÍTICA1

Dr. Jorge Hernández Martínez

Entre las esferas específicas o subsistemas que conforman la sociedad, la política es,
probablemente, la que mayor atención ha recibido por las ciencias sociales y la que cuenta
con mayor antigüedad en su definición como objeto de la reflexión científica. En su estudio
convergen diversas disciplinas como la filosofía política, ciencia política, psicología
política, antropología política y la sociología política. En rigor, se trata de abordajes que,
por encima de las diferencias entre las teorías y conceptos de partida, comparten la certeza
de que para comprender el comportamiento social del hombre, su ligazón con la sociedad
global y con las demás esferas o subsistemas -como por ejemplo, la economía y la cultura-,
es necesario entender antes el universo político.

Con independencia de las diferentes adscripciones teóricas e ideológicas, podría decirse que
cuando se habla de la política como objeto del conocimiento social se coincide en que se
trata de una región de la totalidad social en la que se expresan posiciones de poder,
intereses económicos, relaciones y diferencias de clase, entramados de dominación,
símbolos de autoridad, niveles de jerarquía y subordinación, prácticas de control o
represión. Como regla, se asume también la presencia protagónica en esa esfera de cuerpos
institucionales, como el Estado, el Derecho, los partidos y grupos de presión, y aunque no
ocurre siempre, cada vez más se incluye en ese universo a fenómenos como la llamada
sociedad civil, la socialización, la cultura y la ideología políticas. A pesar de las diferencias
entre las propuestas de corrientes clásicas en las ciencias sociales, como el positivismo, el
neokantismo y el marxismo, no hay duda acerca de la pertinencia que todas le reconocen al

1
Este artículo ha sido publicado en el libro Emilio Duharte Díaz (Compilador) y coautores: La Política:
Miradas Cruzadas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006.
2

poder, las clases sociales, la dominación, la autoridad y al Estado, como espina dorsal que
sostiene y dinamiza los distintos sistemas políticos que han existido, desde la sociedad
esclavista hasta la actualidad. Con disímiles conceptos y ponderaciones, esa podría ser la
conciencia común de autores clásicos, cuyas orientaciones teóricas son bien diferentes,
como Comte, Marx y Weber.

Sobre la base de esta constatación, y asumiendo la perspectiva de que la política es un


fenómeno histórico, con un carácter contradictorio, cambiante y sumamente complejo, el
presente ensayo se propone una meta limitada: explorar el proceso mediante el cual la
política se convierte en objeto de atención para la sociología, argumentando la
particularidad de la mirada con que esta disciplina -a diferencia de otras ciencias sociales-
define su posición científico-epistemológica y se acerca a los fenómenos que estudia,
incluidos los de connotación política.

Las notas que siguen no tienen pretensión alguna de exhaustividad ni de sentido conclusivo.
Más bien se ubican en el terreno de la búsqueda, la polémica y el intercambio con otros
estudiosos. Su intención única es presentar puntos de vista que se derivan de la experiencia
docente e investigativa de su autor, acumulada en el estudio de la historia de la sociología,
la teoría y la metodología sociológica y politológica, por requerimientos de la enseñanza
universitaria, y de la investigación de procesos sociopolíticos vinculados a las relaciones
internacionales, por imperativos de la práctica social.2

El debate acerca de las características diferenciales, las semejanzas, puntos tangenciales o


de superposición de las diferentes ciencias sociales (sobre todo de las particulares) no es
algo nuevo, pero tampoco algo terminado. Es lógico que así sea, toda vez que, en definitiva,

2
Una versión abreviada de estas ideas fueron presentadas en una mesa redonda en el marco del V Encuentro
Internacional de Estudios Políticos en enero de 2003, coordinada por el Dr. Emilio Duharte Díaz, Jefe del
Departamento de Filosofía y Teoría Política para las Ciencias Sociales, Económicas y Humanísticas de la
Universidad de La Habana.
3

todas comparten el campo de estudio en su sentido más amplio (la sociedad), si bien cada
una de ellas se detiene en alguno o algunos de sus componentes. Esa discusión, referida
tanto al objeto como al método y funciones cognoscitivas de la filosofía de la historia, la
ciencia histórica, la sociología, antropología, ciencia política, psicología social,
antropología cultural, se manifiesta también, desde luego, en aquellas especializaciones
dentro de cada una de las disciplinas citadas, que verticalizan sus indagaciones en
determinados problemas. En su mayoría, ellas contienen, en tal sentido, vertientes que se
ocupan, por ejemplo, de la familia o de la economía, con lo cual se habla y se defienden
esferas de competencia teórica y metodológica determinadas para una psicología de la
familia, y una sociología de la familia; o para una historia económica y una sociología
económica.

Antes de llegar a estas especificaciones, en el caso que nos concierne se impone, al menos,
comprometer el criterio de partida con el que este ensayo asume la demarcación de la
sociología como ciencia social. Con razón, decía Lucio Mendieta y Núñez que “lo que
distingue a la sociología de las otras ciencias sociales es la extrema complejidad de los
fenómenos que estudia (...). La sociología estudia lo que es común a todos los fenómenos
sociales y cómo se hallan relacionados entre sí los elementos no comunes de esos
fenómenos. Esto no se encuentra en ninguna otra ciencia de la sociedad (...). Para lograr el
conocimiento científico de la sociedad era necesario que se ocupara de estudiarla en su
conjunto, como un todo, como resultado de un entretejido de los fenómenos sociales
investigados por cada una de las diferentes ciencias sociales; que estudiara la forma en que
los diversos fenómenos colectivos se integran en la vida social; pero no desde un punto de
vista filosófico, trascendente, puramente especulativo, sino desde el punto de vista de las
realidades concretas científicamente captables y comprobables. Así ha llegado la
sociología, en la actualidad, a la cabal determinación de su objeto y contenido, como
ciencia autónoma de la realidad social”.3

3
Lucio Mendieta y Núñez: “La sociología y la investigación social”, en Revista Mexicana de Sociología,
UNAM, México, No. 5, Sept.-Oct., 1970, pp. 101-104.
4

Bajo esta comprensión -a la que se adscriben las presentes notas-, queda claro que la
sociología se interesa legítimamente en la diversidad de fenómenos y procesos que
acontecen en la sociedad, tanto desde el punto de vista histórico y demográfico, como
étnico, psicológico, económico y cultural. Lo que le brinda al conocimiento sociológico su
especificidad no lo es, por consiguiente (como ocurre con otras ciencias sociales
particulares, con la excepción de la historia) la aprehensión de tales o cuales aspectos, sino Especificidad del
conocimiento
la visión de conjunto, el enfoque abarcador, holístico, que busca y establece el entramado sociológico.

de interrelaciones entre los distintos factores, fenómenos, procesos, que coexisten -en una
relación dialéctica, en la que se excluyen y presuponen mutuamente- en la sociedad,
asumida ésta como un todo, o sea, como un sistema o formación social, definido por
coordenadas histórico-concretas, en términos espacio-temporales.4

Como disciplina científica que procura independizarse dentro del mosaico de las ciencias
sociales, la sociología nace en Europa, entre las décadas del cuarenta y del cincuenta del
siglo XIX, como una forma discursiva consustancial a la modernidad. Echando mano a los
métodos de las ciencias naturales en boga, y a las concepciones que daban cuenta del
dinamismo e interrelación de los fenómenos bajo estudio, compromete sus visiones del
mundo y su vínculo intelectual con la realidad a partir de intereses de clase, de
identificaciones políticas, en una escena posterior a la revolución francesa, definida por el
ascenso del capitalismo, oscilando entre las pretensiones de legitimación del orden burgués,
de una parte, y de su subversión revolucionaria, de otra.

En la medida en que los efectos de la mencionada revolución burguesa se consolidaban, y


se abría paso luego un proceso de expansión de derroteros parecidos por los distintos países
europeos que establecían de modo ejemplar el modo de producción capitalista en Francia,
Inglaterra, Alemania (que algo después se expresaría también en América del Norte, como
consecuencia de la guerra civil en Estados Unidos, en los decenios de 1860-70), la
sociología aparece a través de dos versiones contrapuestas. Por un lado, el positivismo Positivismo
social - Comte
social de Comte, que hace suyo el imperativo de estudiar las instituciones, colocando el
estudio del orden y el progreso en el centro de la teoría sociológica, junto al despliegue de

4
Ibídem.
5

la metodología basada en la observación, la comparación y la experimentación. Heredera


del conservadurismo, se apegaba a la defensa y justificación del orden establecido, a la
perpetuación del joven Estado burgués. Sus fundamentos remitían al idealismo filosófico,
la metafísica, el reduccionismo gnoseológico. Su aspiración de objetivismo subestimaba los
aspectos subjetivos. Por otro lado, la concepción de la historia aportada por Marx,
Marx
empeñada en el examen de las relaciones sociales, servía de base a una sociología de base
filosófica materialista y método dialéctico, argumentaba la necesidad y posibilidad de
cambiar el orden social vigente y proponía una alternativa afincada en los intereses de la
clase obrera, que conllevaba arrebatar el poder estatal a la burguesía. Su sentido de la
objetividad no respondía a la adopción del rasero cognoscitivo de la biología y la física,
sino a una asunción de condicionamiento social del conocimiento, que replanteaba el
enfoque de la subjetividad.

De esta manera, desde su nacimiento, la sociología como ciencia social autónoma -o al


menos, relativamente independiente-, aparece en el horizonte del pensamiento social como
una suerte de bifurcación intelectual, en cuya estructuración se afianzan, de modo
prácticamente paralelo, en medio de un proceso que no es lineal y que hasta cierto punto
posee lógicas de desarrollo propias, el paradigma del positivismo y el del marxismo. En
ambos casos, la mirada a la totalidad social se construía a partir de modelos bien
diferenciados, y hasta contrapuestos, que se alejaban de las formulaciones abstractas
inherentes a la filosofía de la historia y clamaban por la interpelación empírica de la
realidad. En el primer caso, lo apuntalaba el afán por el equilibrio, la integración, la
continuidad, la estabilidad, la reproducción sistémica. En el segundo, su soporte radicaba en
la conciencia del cambio, el conflicto, la ruptura, la transformación del sistema. Un modelo
suponía el consenso, el acuerdo, la norma. El otro, la contradicción, la lucha, la revolución.
En los dos enfoques, se prestaba atención central a cuestiones -de modo implícito o
explícito, directo o indirecto, bajo unas u otras denominaciones- como el poder. Ello
llevaría, con posterioridad, a nociones y fenómenos asociados, como los concernientes a la
dominación, la autoridad, el Estado, la ideología, las instituciones políticas, la democracia.
6

En este sentido pudiera afirmarse que la sociología conformó su agenda temática, muy
tempranamente, en el contexto de las revoluciones burguesas, de los cambios políticos y las
transformaciones industriales y tecnológicas, aprehendiendo “lo social” a través de
representaciones, nociones, conceptos, problemas. En este marco, era inevitable la
ponderación de “lo social” en términos “puros”. La representación, la noción, la
conceptualización o problematización de “lo político”, así como todas las construcciones en
torno a ella, serían un punto de detección, identificación, reflexión, en la estructuración
misma del debate sociológico originario, en la articulación de la sociología clásica. Lo
“político” contaminaba, de manera inevitable, la percepción y el abordaje de lo “social”. De
ahí que no pudiera hablarse, por ejemplo, de modo “sociológicamente puro” de las
instituciones -asumiendo solamente la familia, el matrimonio, la iglesia-, sino que de
inmediato la mirada y la inquietud se detenían también (¿o incluso primero?) en el Estado y
el Derecho.

Quizás contribuya a iluminar esa particularidad, en el sentido de precisar, aunque sea por
implicación, la incorporación de la política como objeto del conocimiento sociológico en
un proceso de intelección que posee una connotación histórico-genética, la siguiente
precisión de Pierre Bourdieu: “La sociología se opone a las prudencias de la conveniencia
académica que inclinan a la retirada hacia objetos seguros; pero se opone también a las
falsas audacias del ensayismo o a las imprudencias arrogantes del profetismo. Desechando
la alternativa en la que se encierran quienes prefieren equivocarse con Sartre a tener razón
con Aron, o, al contrario, la del humanismo decisorio que se considera generosidad y la de
la indiferencia desencantada que se quiere lucidez, su objetivo es someter, todo lo posible,
la actualidad a las exigencias ordinarias del conocimiento científico”.5

El establecimiento de la formación económico-social capitalista llevó consigo, mediante el


contrapunteo con los vestigios del absolutismo feudal, un gradual y acelerado
afianzamiento de prácticas y valores democráticos que se expresaron en la ampliación de la
participación a través del sufragio universal, la definición de las estructuras de la burocracia

5
Pierre Bordieu: “La ciencia y la actualidad”, Actes de la recherche en sciences sociales, marzo de 1986, No.
71-72, pp. 2-3.
7

a gran escala, la perfilación de los partidos políticos, la difusión de los códigos que impuso
la Revolución francesa: libertad, igualdad, fraternidad. Con el advenimiento de la
modernidad la política, podría decirse, adquirió una mayor y más definida carta de
ciudadanía en el universo social. Con ello, la política se erigía en forma de conciencia
dominante, a través de la cual el sujeto producía, traducía y reproducía su actividad clasista
en las más diversas esferas, sobre la base de imperativos económicos y de relaciones de
poder que se manifestaban a nivel material y espiritual.

En cierto modo, como lo sería en su momento la religión, la política se expresaría


paulatinamente mediante fenómenos, relaciones e instituciones, ocupando un lugar
preponderante en la sociedad. La consolidación del Estado nacional como entidad social,
legal, política, que configura y estrecha los lazos entre los ciudadanos, grupos sociales y
países, unido a la sedimentación de las relaciones capitalistas, comienza a primar -con
mayor o menor fuerza, de acuerdo a las características de cada región- en Occidente; ya sea
como realidad o como utopía a alcanzar. Es una búsqueda de la racionalidad en la política;
y el Estado moderno -burgués por definición- es el que permite la reproducción y
consolidación de esa idea a nivel social. Ello supone una estructura de poder, de relaciones
de dominación, sometimiento, explotación, que la institución estatal pujante se encarga de
generalizar en toda la sociedad, a través de sus diversos aparatos de coerción (jurídicos,
administrativos, militares, ideológicos). Como lo resumía Octavio Paz, “en el pasado (...),
fuera del ámbito político reservado a los menos (...) se extendía el inmenso dominio público
de la religión en las fiestas, sus rituales y ceremonias. La Modernidad invierte los términos:
la política se convierte en el dominio de todos y la religión en asunto de fuero interno (...).
La política es materia de elección, decisión y opiniones personales”.6

En ese contexto, resulta inevitable para la naciente sociología mirar hacia la política, ¿Sobre qué fenómenos
de la política se
detenerse en la significación de comportamientos, fenómenos, relaciones, instituciones, que interesa la Sociología?

poseen (o adquieren) una función reguladora. De ahí que, a riesgo de esquematizar, pueda
afirmarse que el estudio de “lo político” sea un campo de reflexión, un objeto de análisis,
un núcleo de investigación, en las principales corrientes o paradigmas sociológicos que

6
Octavio Paz: “La letra y el cetro”, en El Ogro Filantrópico, Editorial Joaquín Mortiz, México, 1979, p. 303.
8

maduran en Europa Occidental y Estados Unidos, desde aproximadamente mediados del


siglo XIX hasta las décadas que arriban a mediados del siglo XX; desde sus inicios, con
Comte, Spencer, Marx, prolongándose luego con Durkheim, Weber, Pareto, hasta los
enfoques de Parsons, Gramsci, Dahrendorf, Coser, Homans, Dahl, Mills, Aron, Adorno,
Habermas, Touraine, Castells, Tilly, Bordieu, pasando por las expresiones que, pongamos
por caso, asume la sociología en muchos países de América Latina y en los del socialismo
europeo (principalmente en la Unión Soviética y Alemania Oriental). Ello involucraría
nombres como los de Cardoso, Faletto, Dos Santos, Bambirra, González Casanova,
Poulantzas, Schafft, Osipov, Zdravomislov, Andreeva, Yadov, Assman, Berger, Stollberg,
Weiss, Dohnke. Las viejas antinomias de orden y progreso, se reproducen en las dicotomías
acerca de estabilidad y conflicto, reforma y revolución, desarrollo y subdesarrollo,
democracia y dictadura, a manera de ejes o constantes en el conocimiento sociológico.
Desde este ángulo, podría asumirse, en una lectura acuciosa y selectiva, si bien no
rebuscada ni forzada, que hasta cierto punto, la historia de la sociología es la de la
sociología política.

II

Aún sin compartir el criterio expuesto, entendiendo que podría expresar una absolutización
muy fuerte, que no guarda correspondencia con la realidad, no puede obviarse el hecho de
que buena parte de los sistemas sociológicos y teorías de mayor renombre -el positivista, el
neokantiano o weberiano, el marxista, el formalista, el empirista, el neopositivista, el
estructural-funcionalista, la teoría de los ciclos históricos, la del conflicto, la neomarxista,
la de las acciones colectivas- dedican tanta atención a los temas políticos como a los que se
insertan en las tradiciones de la sociología urbana, rural, del desarrollo, de la familia, de los
medios de comunicación, de la educación, del trabajo o industrial, económica y de las
relaciones internacionales. En realidad, inclusive en esferas alejadas, en apariencia, de la
problemática política, las referencias a la actividad del Estado, los derechos humanos, la
participación ciudadana, entre otros tópicos, reflejan la presencia, asumida o no, reconocida
o no, de relaciones y procesos políticos. ¿Sería posible negar que la sociología de la
9

estratificación y movilidad social, la del desarrollo, la rural o la urbana, están penetradas,


atravesadas (y de qué manera) por fenómenos políticos? ¿No intervienen los partidos
políticos, los movimientos sociales, las ideologías, las políticas gubernamentales, como
factores facilitadores, entorpecedores o retardatarios de las dinámicas de cambio social, de
participación popular, de promoción de programas de urbanización, modernización,
industrialización, apertura de mercados? Estas y otras confluencias temáticas afloran a la
luz cuando se intenta resumir la esencia de lo que se ha conformado, en su versión más
convencional y universalmente aceptada, como tradición sociológica. De aquí que sea
válida y muy gráfica la precisión que hace Jeffrey C. Alexander, cuando distingue la
centralidad de cuestiones como la libertad, la individualidad y el orden para la sociología, y
puntualiza que “el estudio de la sociedad gira alrededor de las cuestiones de la libertad y el
orden, y toda teoría sufre la atracción de ambos polos (...) De hecho, la sociología surgió
como disciplina a partir de esta diferenciación del individuo en la sociedad, pues la
independencia del individuo, el crecimiento de su capacidad para pensar libremente acerca
de la sociedad, permitió que la sociedad misma fuera concebida como objeto de estudio. La
independencia del individuo vuelve problemático el orden, y esta problematización del
orden vuelve posible a la sociología. Al mismo tiempo, los sociólogos admiten que hay
patrones aun en este orden moderno y que la vida cotidiana de los individuos está
profundamente estructurada. Esto es precisamente lo que vuelve tan preciosos los valores
de libertad e individualidad. La tensión entre la libertad y el orden brinda una justificación
intelectual y moral a la sociología: la sociología explora la naturaleza del orden social en
gran medida porque le interesa sus implicaciones para la libertad individual”.7

Cuando se pasa revista a las aproximaciones más conocidas en la comunidad sociológica,


que se convierten a la vez en puntos de referencia obligados en los círculos de la ciencia
política -al punto que se hace extremadamente difícil discernir la raíz y el compromiso
académico de los autores-, se hace imprescindible, siquiera brevemente, exponer las
posiciones y definiciones de los especialistas de mayor renombre. Veamos algunas de las

7
Jeffrey C. Alexander: Las teorías sociológicas desde la Segunda Guerra Mundial, Editorial Gedisa,
Barcelona, 2000, pp. 19-20.
10

consideraciones más difundidas y útiles, aunque no siempre se incorporan a un esquema


coherente o consecuente.

Para Duverger, cuando se refiere a la sociología y la ciencia política, como cuerpos Duverger
Sociología y
Ciencia Política
disciplinarios, se trata de que “de manera general, las dos fórmulas designan lo mismo, es
decir, sociología y política son sinónimos” (...) en ciertos países, la distinción es puramente
administrativa y pedagógica. En los Estados Unidos, donde la sociología y la ciencia
política constituyen de ordinario dos departamentos distintos de las universidades, se habla
de sociología política cuando un profesor del departamento de sociología se ocupa de los
fenómenos del poder, y de ciencia política cuando el estudio de los mismos fenómenos es
llevado a cabo por un profesor del departamento de ciencia política. En Europa, el título de
ciencia política, todavía poco extendido, sirve generalmente para designar el objeto de las
investigaciones de especialistas, cuya formación de base es histórica o jurídica; el título de
sociólogo se aplica más bien a filósofos de profesión, o más raramente, a personas de
formación sociológica”.

Ciencia Política
“Podríase decir -añade- que la expresión ciencia política tiende a manifestar una cierta
tendencia al estudio aislado de los fenómenos políticos, limitando así sus contactos con
otras ramas de las ciencias sociales. Por el contrario, la denominación sociología política Sociología
Política
parece marcar una voluntad por situar los fenómenos políticos en el conjunto de los
fenómenos sociales, por suprimir los obstáculos entre las disciplinas, por señalar la
profunda unidad de todas las ciencias sociales. En este sentido es en el que sería preferible
la expresión sociología política. Por otra parte, subraya también una más clara voluntad
para emplear los métodos de investigación empíricos y experimentales, en lugar del
razonamiento filosófico”.8

Según se puede apreciar, más allá de diferenciaciones administrativas, con esta última
precisión, Duverger se acerca a la concepción general desde la que Mendieta y Núñez nos
proponía la comprensión del horizonte de la sociología como ciencia social, con lo cual
coincidimos: en el caso de la sociología política se reproduce la perspectiva totalizadora,

8
Maurice Duverger: Sociología Política, Editorial Ariel, Barcelona, 1984, p. 30.
11

holística, integradora de los fenómenos bajo estudio desde una óptica empírica. Como parte
de su quehacer se plantea la interrelación entre los elementos objetivos y subjetivos, entre
los fenómenos que forman el objeto y los que configuran el contexto en que se ubica, la
conexión entre lo económico, lo demográfico, lo cultural, lo sociológico, lo psicológico y lo
político, lo pasado y lo presente.

Por otra parte, según Dowse y Hughes, al referirse a la sociología política, “en algunos
casos, su enseñanza se imparte en el marco de los departamentos de ciencia política; y en
otros, en el de los departamentos de sociología política. El problema parece ser de
importancia menor a no ser porque ni la sociología ni la ciencia política se caracterizan por
tener claramente definidos su ámbito y su método. En sociología, por ejemplo, resulta
obligado discutir los méritos relativos de las teorías del consenso o del conflicto social, de
la llamada teoría pura frente al empirismo vulgar de los métodos cuantitativos frente a los
cualitativos, etc. De forma similar, en la ciencia política el debate se centra en cuestiones
tales como el conductismo frente a las formas de investigación política, a las tradiciones, la
importancia del estudio comparativo, el significado del término política, y el de la posible
aplicación actual de la filosofía y la teoría política clásicas. Indudablemente, la existencia
de la ambigüedad en la posición de esta disciplina con respecto a la ciencia política y la
sociología no hará sino desafiar toda posible elucidación definitiva”.

“Parte es consecuencia del desarrollo histórico de las ciencias sociales -agregan estos
autores-, en especial de la sociología y de la ciencia política. Los primeros científicos
sociales, si a tales se les puede llamar, eran extremadamente eclécticos, tanto en sus
intereses como en sus métodos de análisis de la conducta social. Su preocupación no era ni
la ciencia política, ni la sociología, y es probable que no hubieran comprendido esta
distinción. Para ellos, la sociedad era una entidad que debía estudiarse en su totalidad, es
decir, holísticamente. Los nombres de Tocqueville, Marx, Pareto, Mosca, Spencer y Weber
descuellan como los héroes intelectuales de la ciencia política y la sociología”.

Para estos autores, las diferencias entre ambas disciplinas responden más bien al proceso
histórico de profesionalización de la actividad académica, a la manera en que la
12

institucionalización del estudio universitario llevó a una o a otra definición, en términos


inclusive administrativos, en muchos casos con un sentido de especialización. “Como parte
de estos procesos -señalan-, la sociología y la ciencia política empezaron a alejarse, en base
no tanto a diferencias conceptuales y analíticas de sus enfoques, como a criterios de
carácter profesional”.

En una reflexión más precisa, Dowse y Hughes apuntan las siguientes consideraciones,
cuya importancia para la clarificación nos llevan a reproducirlas en extenso: “La sociología
política se ocupa de los procesos subyacentes a este hecho societal de creación normativa.
Esto supone necesariamente la consideración del problema del orden social, que viene a
significar que las normas creadas, de una forma u otra, son obedecidas. La razón por la que
se obedecen las normas establecidas en diferentes contextos y por autoridades diferentes
constituye una cuestión de gran amplitud y fundamental para la sociología política. A su
vez, este interés conduce necesariamente al especialista en sociología política a estudiar las
estructuras sociales, y su desarrollo, en cuyo marco se crean las normas (...); el especialista
en sociología política tomará, muy probablemente, prestado su aparato conceptual del
sociólogo; éste incluye básicamente la idea de una red de relaciones sociales que se
analizarán a partir de conceptos tales como rol, normas, valores, estructuras y localización
social, su transmisión a través de las sucesivas generaciones y el concepto de organización.
(....) El área básica de preocupación para el especialista en sociología política es difícil de
precisar. Pero nos inclinamos por una definición amplia de lo político, de tal modo que la
limitación arbitraria de su campo de interés no sea inherente a su definición. No obstante,
creemos que un área de especial preocupación para el especialista en sociología política es
el problema del orden social y la obediencia política. La sociología política es, por tanto, el ¿Qué es la
SOCIOLOGÍA POLÍTICA?

estudio del comportamiento político dentro de un marco o perspectiva sociológica”.9

Sin duda, los aspectos que puntualizan Dowse y Hughes están comprendidos dentro del
campo de trabajo de la sociología política. Pero, en nuestra opinión, si lo restringimos a las
precisiones finales, resultaría una visión limitada, reduccionista, del conocimiento
sociológico acerca de la política. Como se ha indicado antes, en ese entramado también se

9
Robert E. Dowse y John A. Hughes: Sociología Política, Editorial Tecnos, Madrid, 1992, pp. 22-24.
13

sitúa una amplia gama de factores diversos, como las relaciones políticas, la cultura, la
socialización y la ideología políticas, sin los cuales no sería posible reproducir la totalidad,
la dimensión holística, que es consustancial a cualquier terreno de la sociología como
ciencia social.

Si se acude a otro punto de vista, se aprecia que, por ejemplo, para Jorge Benedicto: “La
sociología política es el campo de estudio que se ocupa de las múltiples y variadas
relaciones existentes entre el ámbito de lo social y el ámbito de lo político, basándose para
ello en una doble premisa: a) La política es preciso entenderla en su contexto social. b) La
realidad social está intrínsecamente moldeada por los elementos políticos. Esta delimitación
genérica del objeto de la sociología política pretende explícitamente obviar la controversia
que ha enfrentado habitualmente a los especialistas en esta materia referida a la forma y
sentido en que hay que plantearse la relación entre sociedad y política; una controversia
que, además, ha estado estrechamente vinculada a la discusión sobre su status como
disciplina (...); la sociología política se configuraría como un área de estudio fronteriza que
pretende integrar las aportaciones provenientes de la sociología y de la ciencia política,
(además de las otras ciencias sociales afines como la historia, la economía o la
antropología) y que tiene en el tema del poder su principal objeto de investigación, teórica y
empírica: las características y formas del poder, sus bases sociales, su ubicación
institucional, su distribución en las sociedades contemporáneas o las consecuencias
derivadas del ejercicio del poder por las diferentes instituciones políticas y sociales”.10

Aquí encontramos nuevas matizaciones que, desde nuestro criterio, complementan de modo
didáctico el enfoque al que se adscribe el presente ensayo.

Para finalizar estos comentarios e interpelaciones basadas en opiniones autorizadas,


acudamos a otro autor conocido, como Runciman, quien reitera un criterio parecido al de
Benedicto. En este sentido, señala que cuando se habla de sociología política, debe
distinguirse ante todo lo político y lo social, partiendo de que lo político expresa un tipo

10
Citado por Salvador Giner, E. Lamo de Espinosa Torres: Diccionario de Sociología, Ed. Ciencias Sociales,
Alianza Editorial, Madrid, 1998, pp. 749-750.
14

específico de relaciones (vinculadas al poder), que se manifiestan, desde que aparecen en la


historia de la sociedad, en casi cualquier contexto social. Sin embargo, según sus palabras,
en sentido amplio, “lo social es una categoría que comprende lo político, lo económico, lo
religioso y todas las demás zonas colectivas de conducta...distinguir lo social de lo político
puede parecer una tautología o una paradoja. Pero lo que se entiende por lo social es,
naturalmente, en este contexto, todo lo que es social y no político”.11

Tal vez convendría, para finalizar esta apretada incursión por algunas definiciones, recordar
el carácter histórico de la sociología, como es inherente también al resto de las disciplinas
que integran el mapa del conocimiento científico de la sociedad. No obstante, cuando se
aplica este principio a la sociología política, queda claro que como especialización que se
estructura en el marco de la modernidad, se beneficia de la acumulación de inquietudes y
acercamientos conceptuales que, desde la filosofía de Platón y Aristóteles, constituían una
suerte de plataforma o antecedentes. Es decir, no se partió de cero. Pero a la vez, es
necesario tener en cuenta que desde entonces, los desarrollos ulteriores de la sociología
política se verán condicionados por otros jalones históricos, asociados también a las
maneras en que el capitalismo se expande, o en que la modernidad se transmuta. En tal
sentido, por ejemplo, no hay duda de que los efectos de la segunda postguerra mundial son
importantísimos estímulos a la consolidación profesional e institucionalización académica
de la sociología política, en cuyo objeto se manifestarán las adecuaciones de las relaciones
de poder, de la estructura de clases, las formas de dominación y hegemonismo, que
caracterizan al sistema capitalista mundial a partir de los años de 1950. Con similares
efectos, los cambios globales que décadas después (como el llamado fin de la guerra fría,
basado en el desplome del socialismo como sistema y en la relativa recuperación
hegemónica del imperialismo norteamericano, a comienzos de la década de 1990) tienen
lugar, dejan su huella en los contenidos, enfoques, problemas, que aborda la sociología
política hacia finales del siglo XX, en el marco de la restructuración internacional que se
despliega sobre todo después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.

11
Walter G. Runciman: “Cap. II, Aparición de la sociología política”, Sociología y Política, FCE, México,
1966, pp 37-60, 61-85.
15

III

Una vez esbozada la especificidad de la mirada sociológica sobre la política y definidos los
contornos dentro de los que se perfila el objeto de la sociología política, nos parece
oportuno referirnos al condicionamiento que introduce, como parte de un proceso dialéctico
que vincula indisolublemente al objeto con el sujeto del conocimiento en todas las ciencias
sociales, la posición del científico al asumir, soslayar, subestimar, sobredimensionar, los
procesos, fenómenos, relaciones que considerará en sus estudios, junto a la función
cognoscitiva y social que le atribuye a su ejercicio intelectual. En gran medida, aquí se
expresa, una vez más, y con renovada vigencia, la vieja tesis kantiana, retomada por el
marxismo y amplificada especialmente por Gramsci, cuando destacaba el papel de la
intelectualidad orgánica. Nos referimos al elevado coeficiente ideológico que poseen las
ciencias sociales, lo cual adquiere un valor agregado cuando su objeto es, nada menos, que
la política.

Según lo indicaba Pablo González Casanova a raíz del desplome del socialismo europeo,
como imperativo ético, se trataría de que “tenemos que hacer la sociología de los que tienen
la razón y no saben cómo expresarla y menos cómo alcanzarla. En las polémicas del día
deberíamos redescubrir algunas verdades elementales y, a partir de ellas, aclarar el debate
actual entre el pensamiento neoconservador y lo que queda o va a nacer del marxismo, del
pensamiento socialdemócrata, del nacionalismo revolucionario y del leninismo”.12

Cuando nos asomamos a ese debate, señala ese autor, y se sopesan las polémicas
ideológicas y los proyectos políticos en curso, ello “nos coloca en una situación paradójica:
al mismo tiempo que el marxismo entra en una especie de declive hegemónico, la

12
Pablo González Casanova: “La crisis del mundo actual y las ciencias sociales en América Latina”, en Acta
Sociológica, revista cuatrimestral, FCPyS, UNAM, México, Vol.III, No. 3, Septo.-Dic., 1990, p. 93.
16

explotación aumenta”. Otra es la situación, por supuesto, quince años después, cuando
reverdecen los movimientos sociales, las experiencias nacionalistas, se hace más profunda
la nocividad del neoliberalismo, y se asumen bajo nuevas condiciones las tesis del
marxismo. Sería interesante contrastar los argumentos, presupuestos teóricos, principios
metodológicos, categorías y conceptos de las distintas corrientes de las ciencias sociales (y
en especial, las de la sociología política), en sus versiones clásicas y contemporáneas, con
las realidades del mundo de hoy. Pero sin llegar a ello, lo cual rebasaría los propósitos
limitados y las páginas del presente ensayo, no estaría demás recordar la vigencia del
precepto introducido por Charles Wright Mills en una antológica obra, al insistir en que los
fenómenos sociales más importantes eran los cualitativos, y que el principal objetivo de
rigor para un científico social debía ser el análisis cualitativo -sin que ello signifique el
desprecio por la estadística, la modelación matemática, la teoría de juegos y, en general, los
métodos cuantitativos.13

En el mundo actual, definido desde finales del siglo XX por una época de transiciones, de
restructuraciones internacionales, de crisis y recomposiciones de paradigmas teóricos, la
sociología se encuentra de nuevo ante la misma encrucijada del siglo XIX en Europa; ante
un dilema similar al de la sociología en América Latina en las décadas de 1969 y 1970. Se
replantean contradicciones parecidas. Por un lado, las tendencias de una pretendida
“sociología científica”, descriptiva, empírica, cuantitativa y sincrónica, con afanes
normativos, incapaz de estudiar ni de entender el fenómeno de transición y crisis en
nuestros días, haciendo un parcial análisis de estos procesos y fomentando ideas erróneas
sobre las relaciones internacionales, entre los finales del siglo XX y los inicios del XXI.
Como telón de fondo, se trata de recuperar el modelo de equilibrio y consenso que evoca el
positivismo, el racionalismo y el funcionalismo. Por otro, resurge aquella vertiente que trata
de asumir la historia y los procesos de cambio con una visión cualitativa, explicativa, desde
una perspectiva crítica, con una visión diacrónica, cuyo modelo recrea paradigmas como
los del conflicto social o la lucha de clases. El proceso que tiene lugar en las ciencias
sociales contemporáneas expresa pluralismo, eclecticismo, fusiones, amalgamas,

13
Charles Wright Mills: La imaginación sociológica, Edición Revolucionaria, La Habana, 1966.
17

búsquedas, renuncias, comprobaciones, redefiniciones. No puede ser más complejo,


cambiante y contradictorio. Así es la propia realidad que sirve de objeto a tales disciplinas.

Al asumir la política como objeto de estudio, recibiendo al mismo tiempo los efectos y
condicionamientos que ella les impone dada su condición de sujetos del conocimiento
científico, los sociólogos políticos enfrentan una disyuntiva. ¿Van a seguir preferentemente
los marcos del equilibrio estructural y la acumulación fáctica de rutina, con una tendencia a
detenerse en temas sin trascendencia, con las consecuencias ideológicas conservadoras? ¿O
se van a mover en un esquema que retoma el desequilibrio y el conflicto, que parecerían
estar más a tono con la dinámica de transición, desigualdad, hegemonismo, restructuración,
a escala internacional y de no pocos Estados nacionales?

En ese ejercicio, se han venido acumulando propuestas y enfoques, desde los del
postmodernismo, las concepciones del “fin de las ideologías”, “fin de las utopías” y el “fin
de la historia”, hasta la revitalización de las tesis del determinismo tecnológico, la teoría de
la convergencia, la tecnocracia, la sociedad postindustrial y tecnotrónica, el “choque” de
civilizaciones, y las más recientes corrientes neoconservadoras. Ante los procesos políticos
que tienen lugar hoy en muchas latitudes -como las de América Latina y el Medio Oriente-,
las tendencias de las relaciones políticas internacionales, en las que se mezclan la
globalización neoliberal, la agresividad imperialista, el terrorismo, y las experiencias
políticas al interior de naciones como Estados Unidos, después del 11 de septiembre, que
conmocionan su sociedad civil, su cultura y sistema políticos, o como Venezuela y Cuba,
enfrascadas en el afianzamiento de procesos revolucionarios de independencia, liberación,
de amplia base popular, la noción de compromiso en la sociología política se revela por
partida doble: como determinación que impone el propio objeto de estudio, y como
determinación que establece el condicionamiento político-ideológico del conocimiento
social.

Sociólogos como Camilo Torres, en América Latina, Wright Mills, en Estados Unidos o
Jesús Ibáñez, en España, hicieron suyo ese compromiso, mezclando el conocimiento
sociológico y la sociología política. Hoy, como ayer, la sociología se halla ante grandes
18

retos científicos y políticos, pero también ante enormes oportunidades. Todo dependerá de
si es capaz de sortear el peligro de que se reintroduzca en ella, una vez más, el
irracionalismo, la filosofía de la historia, y se desnaturalice como ciencia social particular,
así como de la forma en que asuma la noción de objetividad: si lo hace desde la perspectiva
naturalista del positivismo y el empirismo, acorde con la visión weberiana de la
“neutralidad axiológica”, o desde el criterio leninista, según el cual en los marcos de una
sociedad de clases no puede haber una ciencia social imparcial.
Perfiles Latinoamericanos
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
publicaciones@flacso.edu.mx
ISSN (Versión impresa): 0188-7653
MÉXICO

2002
Javier Auyero
CLIENTELISMO POLÍTICO EN ARGENTINA: DOBLE VIDA Y NEGACIÓN
COLECTIVA
Perfiles Latinoamericanos, junio, número 020
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
Distrito Federal, México
pp. 33-52

Red de Revistas Científicas de América Látina y el Caribe, España y Portugal

Universidad Autónoma del Estado de México


Clientelismo político en Argentina:
doble vida y negación colectiva
JAVIER AUYERO*

Perfiles Latinoamericanos 20
Junio 2002
Resumen
Con base en trabajos etnográficos, este artículo explora una de las dimensiones menos conocidas del 33
clientelismo político: los puntos de vista de quienes reciben favores, los “clientes”. El trabajo hace hincapié
en un aspecto particular del intercambio clientelar, la distribución de bienes a cambio de asistencia a
actos públicos del partido Justicialista de Buenos Aires. Especial atención se pone en la doble vida del
clientelismo (el intercambio objetivo y las experiencia de los actores) y en la negación colectiva del in-
tercambio en la que participan dirigentes políticos y clientes.

Abstract
Based on ethnographical researches, this paper explores one of the least known aspects of political
patronage: the points of view of those receiving the favors, i.e. the “clients”. The work emphasizes a
par- ticular aspect of patronage exchange, the distribution of goods in exchange for attending public
acts of the Justicialista party in Buenos Aires. Special attention is given to the double life of patronage
(in the objective exchange and the participants´ experiences) and to the collective denial of the exchange
in which political leaders and clients take part.

Palabras clave: clientelismo, peronismo, sectores populares.


Key words: political patronage, peronism, popular sectors.

Nota de campo, 10 de noviembre, 1996:

La semana pasada, Juana Medina inauguró una Unidad Básica (oficina del gobernante
Partido Justicialista, en adelante citada como UB) en la parte delantera de su casa en el

* Sociology Department SUNY-Stony Brook y Centro de Estudio en Cultura y Política (CECyP) Buenos Aires.
barrio de Villa Paraíso, en la ciudad de Cóspito.1 Emilio Pedele, concejal de un dis- están lejos de ser meras anécdotas. Ellas condensan los dos aspectos centrales del funcio-
Sección Temática

trito aledaño, está intentando penetrar en el territorio de Cóspito con la intención de namiento del clientelismo político en Buenos Aires: a) depende, en una porción signifi-
convertirse en el próximo intendente o diputado provincial. Con ese fin, Pedele está cativa, de los recursos estatales, y b) ofrece un atractivo pasaje de movilidad social.
abriendo la mayor cantidad de UBs posibles en barrios pobres y villas, y Juana, según ella En el verano de 1989, asistió al lanzamiento de la campaña de Menem en Mar del
mis- ma me comenta, se “puso en contacto con él en el lanzamiento de la campaña Plata. Era la primera vez que Juana (en ese entonces de 34 años) veía el mar. El partido
de Menem” (1995). pagó por el viaje y se alojaron en el hotel de la Unión Tranviarios Automotores, en don-
En ese momento, Juana acababa de perder su trabajo como empleada doméstica y de —Juana remarcó— “hasta había agua caliente, no me puedo quejar”. Fue a través

Clientelismo político en Argentina:


Perfiles Latinoamericanos 20

doble vida y negación colectiva


su marido el suyo como obrero de la construcción. Acababan de abrir una verdulería en del Partido Justicialista que Juana vio el mar, en un hotel con agua caliente.
la parte delantera de la casa. “Pero ¿viste? Abrimos la verdulería y las cosas no estaban
saliendo bien [...] entonces decidí abrir una UB, y mirá lo que pasó [...]”. Lo que pasó
es que su decisión coincidió con la carrera ascendente de Pedele. Él paga ahora la luz y Introducción
el gas que Juana y su familia usan en la UB, y por extensión, en su casa.

H
La UB de Juana distribuye leche en polvo del Plan Nacional Materno Infantil entre
los niños y niñas del barrio, pero no tiene el acceso directo a la comida distribuida por el
municipio del que gozan otras UBs del distrito (aunque sí obtiene periódicamente infor-
ace más de dos décadas, en lo que ya puede considerarse uno de los textos clá-
mación relativa a los días de distribución, a través de su participación en las reuniones del sicos sobre clientelismo político, Scott y Kerkvliet (1977) afirmaban que las relacio-
34 nes entre patrones y clientes debían tomarse en serio y no podían ser desmerecidas 35
partido). A pesar de que su acceso a los recursos materiales es limitado, “Yo lo compenso
con otras cosas”, me dijo. Esas “otras cosas” comprenden la organización de viajes para co- mo meros remanentes de viejas y obsoletas estructuras. Por el contrario, como
los niños y niñas de la villa. Pedele le consigue dos o tres buses de la municipalidad de El forma de satisfacer necesidades básicas entre los pobres (tan urbanos como rurales), las
Mirador, y ella obtiene pan y chorizos o carne del anexo municipal. Una vez al mes, ella Relaciones relacio- nes clientelares (entendidas como el intercambio personalizado de favores,
lleva a cuarenta niños aproximadamente a alguna playa (Punta Lara) o parque cercano. clientelares bienes y servicios por apoyo político y votos entre masas y elites) debían analizarse
“Ellos están felices”, me dijo. “Seguro”, le contesté, “pero ¿No es mucho trabajo, con- como un “tipo de lazo social” que podía ser dominante en algunas circunstancias y
seguir los colectivos, la comida, y hacerse cargo de los chicos?” Ella, proba- blemente marginal en otras. Después de veinte años, uno de los observadores más perceptivos
sin darse cuenta, me reveló uno de los secretos de las prácticas clientelares en la villa: de las nuevas democracias latinoamericanas asegura que el clientelismo político con-
“No es tan difícil conseguir las cosas, hay que saber tirar del hilo correcto, gol- pear tinúa siendo una institución informal, bastante extendida en las nuevas poliarquías. Clientelismo
la puerta correcta. Lo más importante es conocer a la persona indicada”.
Guillermo O’Donnell (1996) sugiere que los estudiosos de las democracias latinoame- político
Por el momento, Juana conoce a la “persona indicada” (Pedele) y si él mejora su
po- sición en el campo político local, ella seguramente tendrá acceso a más recursos.
ricanas de- ben liberarse de las ilusiones provocadas por una excesiva atención hacia
Si ella logra “mover gente” para su patrón político (Pedele), previsiblemente tendrá más las organi- zaciones complejas y altamente formalizadas. Reconociendo en forma
bienes y más información. Lo que acaba de suceder probablemente no vuelve a ocurrir: implícita que los modelos normativos pueden convertirse en importantes obstáculos
“¿Viste? Me perdí el Plan Vida,2 pero tengo el Plan Materno”. epistemológicos para nuestra comprensión del funcionamiento de las democracias, este
“Me perdí el Plan Vida, pero tengo el Plan Materno”, y “abrimos la verdulería y las observador afirma que “la mayoría de los estudiosos de la democratización acuerdan en
cosas no estaban saliendo bien [...] entonces decidí abrir una UB, y mirá lo que pasó”, que muchas de las nuevas poliarquías están, a lo sumo, pobremente institucionalizadas.
Pocas parecen haber institucionalizado algo más que elecciones, al menos en términos
de lo que uno podría esperar si mira a las poliarquías más viejas. Pero las apariencias
1
El trabajo de campo para este artículo se realizó durante los años 1995 y 1996 cuando el gobierno nacional estaba
a cargo del presidente Carlos Menem. El gobierno de la provincia de Buenos Aires y del municipio de Cóspito suelen ser engañosas, ya que pueden existir otras instituciones, si bien no las que
también estaban en manos de miembros del Partido Justicialista. Villa Paraíso es un enclave de pobreza urbana muchos de nosotros preferiríamos o reconoceríamos fácilmente.”3 Tal como Scott y
ubicado en la ciudad de Cóspito, en la parte sur del Conurbano Bonaerense. Setenta y cinco por ciento de su po- Kerkvliet previeron, el clientelismo perdura como una institución extremadamente
blación tiene necesidades básicas insatisfechas. Es una de la villas más viejas del Conurbano, y la más grande en
términos de población (15 mil hab.). Los nombres de personas y lugares han sido modificados.
2
El Plan Vida distribuye leche y huevos diariamente en barrios pobres a través de una extensa red de mujeres, lla-
madas “manzaneras”. 3
O’Donnell (1996, p. 37), mi traducción.
influyente, informal, y (las más de las veces) oculta, no destinada ni a desaparecer ni man (¿llamamos?) prácticas antidemocráticas. Este artículo propone una ruptura con Preguntas que
Sección Temática

Características
a permanecer en los márgenes de la sociedad, sea con la consolidación de regímenes del clientelismo este enfoque escolástico, externalista, al centrarse en las opiniones y evaluaciones de se pretenden
democráticos, sea con el desarrollo económico. aquellos actores involucrados en los “intercambios clientelares”. Se pregunta cómo la responder
Mucho antes de los sugerentes comentarios de O’Donnell, sociólogos y antropólo- gente que recibe favores, bienes y servicios de parte de los referentes del partido Justi-
gos han venido insistiendo en el carácter endémico y persistente de los arreglos clien- ¿Qué opinan
sociólogos y
cialista —quienes, sin duda, intentan obtener sus votos— piensa y siente sobre estos
telares en Latinoamérica. Esta noción se ha usado —y se ha abusado de ella— para antropólogos? intercambios, poniendo especial atención a un tipo de intercambio en particular,

Clientelismo político en Argentina:


explicar tanto las razones por las cuales los pobres “seguirían” a líderes autoritarios, aquel que se lleva a cabo antes de los actos partidarios.
Perfiles Latinoamericanos 20

doble vida y negación colectiva


conservadores y/o populistas, así como las limitaciones de nuestras siempre frágiles ¿Qué diferencia hace comprender los puntos de vista de los clientes? ¿Por qué
democracias.4 tomarnos el trabajo de excavar y examinar lo que los clientes creen que son, lo que
Especialistas en política latinoamericana y estudiosos de los procesos políticos creen que están haciendo, y con qué fin creen que lo están haciendo? Considero que
en Argentina están familiarizados con las imágenes esterotipadas del “electorado examinar la manera en que el clientelismo opera desde esta perspectiva nos ayudará
clientelar cautivo” producidas por los medios de comunicación, o con las no menos a entender dos aspectos cruciales de esta institución informal, dos dimensiones que
estereotipadas y/o prejuiciosas descripciones literarias (por ejemplo, la descripción de son constitutivas de su funcionamiento: la doble vida que lleva el clientelismo y su
Braceritas en Fin de fiesta de Beatriz Guido, o del cacique mexicano en Arráncame la negación colectiva. Entender esta doble vida y esta negación colectiva nos servirá para
36 vida de Ángeles Mastreta). La política clientelar también ha sido objeto de comenta- poder explicar mejor el carácter endémico y persistente de esta relación social. 37
rio de sus activos participantes, en trabajos menos conocidos pero no por ello menos
interesantes, como los Cuentos del Comité de Alcides Greca. Sin embargo, y más allá
de esta mere- cida atención, el funcionamiento del clientelismo en su dinámica más De clientes y mediadores
elemental nos es desconocido en Argentina. Nuestro entendimiento de esta relación ¿Qué entiende el autor
basada en la su- bordinación política a cambio de recompensas materiales se deriva respecto a la utiliización de
Notas de campo, junio-julio 1996.
la noción de clientelismo?
más de la imaginación y el sentido común, alimentados ambos por las descripciones
Medios vs investigación social
simplificadoras del periodismo, que de la investigación social. Hasta hoy, y con una Juancito y yo “empezamos nuestra amistad hace más de 12 años”, me dijo Nélida du-
notable excepción (Levitsky, 2002), no existen estudios etnográficos sobre el cliente- rante una fría mañana de invierno en Villa Paraíso. Juancito es el presidente de la UB
lismo urbano en el país. “Perón Vive”. Nélida me cuenta que Juancito, “es tan bueno. Siempre te da una mano.
Los testimonios sobre el funcionamiento del clientelismo normalmente se obtienen Ahora estoy medicada, porque tuve una hemiplegia, y los remedios son tan caros...Yo
de los políticos de la oposición, de los periodistas, o —en el mejor de los casos— de no los puedo pagar, y él me ayuda, él consigue los remedios en la municipalidad... él
me ayuda mucho, y cualquier cosa que pase en la UB él me llama, porque yo colaboro
líderes de organizaciones barriales. Sólo esporádicamente se escuchan a los llamados
en la UB”. Para ella, el político más importante de Villa Paraíso es Juancito, “acá, en esta
clientes, las razones que dan para explicar sus comportamientos (apoyar a este o a
cua- dra, lo tenemos a Juancito”, asegura Nélida.
aquel referente, asistir a los actos, etc.), sus propios juicios acerca de lo que otros lla- “Siempre me doy una vuelta por la UB de Matilde, para agradecer, o por nuestra
amistad... ellos siempre me llaman, y yo voy”, me cuenta Adela. Su hija obtuvo un
4
El clientelismo es entendido como una práctica política antidemocrática que, siendo uno de los pilares de la puesto como empleada en la municipalidad a través de Matilde. Su marido consiguió
do- minación oligárquica, refuerza y perpetúa el dominio de las elites políticas tradicionales (Hagopian, 1992), el suyo como recolector de basura, mediante una carta de recomendación de Ángel,
mante- niéndose en el centro del comportamiento de los partidos políticos (Hoskin, 1997). Esta práctica es vista marido de Matilde y subsecretario de Obras y Servicios públicos de la Municipalidad
como una de las posibles relaciones entre los partidos y los grupos políticos organizados. En este caso, el análisis de Cóspito. Adela nunca de pierde un acto organizado por Matilde; ella tiene, dice,
se cen- tra en los esfuerzos realizados por los “grupos populares” para evitar los “mecanismos tradicionales
de cooptación” (Cardoso, 1992, p. 92; Escobar, 1994; Vélez-Ibáñez, 1983). A su vez, el clientelismo político es “que ser agradecida”.
examinado como una forma de atomización y fragmentación del electorado y de los “sectores populares” (Rock,
1975; O’Donnell, 1992), un análisis que no se aplica en los casos de “clientelismo colectivo” (Burgwald, 1996).
Los lazos clientelares se conciben también como opuestos a las redes horizontales de compromiso cívico que están
Adela y Nélida son lo que la literatura sobre clientelismo político denomina “clien- "Clientes"
en la base de una ver- dadera “comunidad cívica” y que, a su vez, hacen funcionar la democracia (Putnam, tes”: agentes que dan apoyo político a un mediador/puntero o patrón a cambio de
bienes, favores o servicios particulares. Descripciones que oscilan entre lo periodístico 1969) a su alrededor, gente con la cual las interacciones son más intensas y regulares.
Sección Temática

y lo académico también denominarían a Nélida y Adela como “clientes”, pero en este Este “círculo íntimo” ayuda a los mediadores a resolver los problemas cotidianos de
caso el término estará cargado con una connotación accesoria peyorativa. Ellas son las los habitantes de la villa: son quienes manejan los comedores infantiles que funcionan
que asisten a los actos, apoyan a este o aquel dirigente político, y usualmente votan en las UBs, están encargados de abrir, cerrar, limpiar y mantener en orden el local,
por el peronismo, porque —al menos así es el relato— “reciben cosas” del partido: anuncian a los miembros de lo que podríamos llamar el “círculo externo” cuando
un trabajo, una medicina, una chapa para el techo, un par de zapatillas para sus hijos el puntero está dis- ponible en la UB, y “pasan la voz” cuando hay distribución de

Clientelismo político en Argentina:


o hijas, un choripán el día del acto, etcétera. mercadería en la UB o en la municipalidad.
Perfiles Latinoamericanos 20

doble vida y negación colectiva


Matilde y Juancito son lo que la literatura sobre clientelismo político denominaría Mediadores Círculo El “círculo exterior” —los beneficiarios potenciales de las capacidades distributivas
mediadores políticos; median entre un patrón —en este caso, Rolo Fontana, el inten- políticos exterior del mediador— está relacionado con los referentes por medio de “lazos débiles”. Se
dente de la ciudad de Cóspito— y algunos de sus seguidores. Capituleros, en el Perú comunican con él cuando surge algún problema o cuando necesitan algún tipo de fa-
de la década de los treinta y cuarenta (Stein, 1980), cabo eleitoral en el Brasil desde vor (un paquete de comida, un medicamento, una licencia de conducir, el camión
los treinta en adelante (Conniff, 1981; Mouzelis, 1985; Roniger, 1990; Gay, 1994), de agua, un amigo preso, etc.); pero no desarrollan lazos de amistad o parentesco
gestor, padrino político, o cacique en México en varios momentos de su historia moderna ficticio con los mediadores. A pesar de que pueden asistir a los actos o reuniones
(Carlos y Anderson, 1981; Cornelius, 1973; Roniger, 1990), precinct captains en las organizadas por los mediadores, o incluso votar por ella en alguna elección interna,
38 máquinas políticas de Chicago y otras grandes ciudades estadounidenses (Kornblum, no tienen una relación íntima, diaria y cercana con él o ella. En otras palabras, los 39
1974; Guterbock, 1980; Katznelson, 1981; Knoke, 1990), caudillo barrial en los par- Tipos de lazos lazos que vinculan a los mediadores con su “círculo íntimo” son densos e intensos;
tidos radical y conservador en la Argentina de los años veinte y treinta (Rock, 1975, entre el círculo en cambio, los que es-
íntimo y el
tablecen con el “círculo exterior” son más ocasionales e
1972; Walter, 1985; Bitran y Schneider, 1991), referente o puntero peronista en la Ar- círculo exterior intermitentemente activados.
gentina de los noventa. A pesar de que hay diferencias significativas entre ellos, su La base para esta relación “fuerte” es múltiple. Aquellos que son parte del círculo
función es esencialmente la misma, operan como mediadores, como “go-betweens”. íntimo conocen al mediador desde hace un buen tiempo (usualmente por más de
Intermedian entre sus caudillos, chefes politicos, ward bosses y los clientes. cua- tro o cinco años), y los referentes les han “dado una mano” en situaciones de
En Villa Paraíso, como en tantos otros enclaves de pobreza urbana del Conurbano extrema necesidad. Los referentes han “venido al rescate” sin segundas intenciones.
Bonaerense (véase Levitsky, 1997), una de las maneras de satisfacer las necesidades Desde ese “favor fundacional”, una relación de ayuda mutua se ha desarrollado. Para-
bá- sicas de alimentación y salud de los pobres es a través del partido político con fraseando al Durkheim de La división del trabajo, podríamos decir que los miembros
acceso directo a los recursos estatales (nacionales, provinciales y, en este caso, munici- del círcu- lo íntimo están vinculados con el mediador “por medio de lazos que
pales): el Partido Justicialista. En barrios pobres, asentamientos y villas, las Unidades se extienden más allá del momento fugaz en el que se realiza la transacción” (1984, p.
Básicas son los lugares más importantes donde las necesidades básicas pueden ser 173). La “transacción fundacional” se convierte en lazo, y estos lazos se concatenarán
satisfechas, y los problemas más apremiantes resueltos. Estas UBs dan una increíble en redes.
fuerza or- ganizativa al Partido Peronista y son los sitios en donde encontramos a La literatura sobre clientelismo político presenta una descripción bastante acertada Literatura,
los mediadores, conocidos como punteros o referentes. del sistema de relaciones objetivas en las que están ubicados patrones, mediadores y fundamentalmente
centrada en la
Usualmente, los mediadores hacen favores (distribuyen comida y medicamentos) Satélites clientes (redes, díadas, sets), de los intercambios que se llevan a cabo dentro de estas dimensión
objetiva del
a sus votantes potenciales, pero no están solos en la tarea. Tienen un “círculo ínti- personales redes, y de las funciones de los mediadores en ellas. A pesar de algunos enfoques cen- clientelismo
mo” de seguidores. Éstos son los “satélites personales” del mediador, para hablar con
Sahlins (1977, p. 222). La red de resolución de problemas consiste en una serie de
círculos o ruedas de forma irregular, que pivotean alrededor del puntero/referente. 5
No quiero decir que estos enfoques sean subjetivistas. A falta de otro término más adecuado utilizo el de “enfoque
Éste se relaciona con los miembros de su “círculo íntimo” por medio de lazos fuertes centrado en los actores” para referirme a los estudios sobre clientelismo que toman seriamente las percepciones
que tienen los actores involucrados en los intercambios, y que consideran la influencia mutua entre la estructura
de amistad duradera, de parentesco, real o ficticio. Tanto Matilde como Juancito de las redes de intercambio y las acciones —individuales y colectivas— de los actores (Burgwald, 1996; Gay,
—los referentes más poderosos de Villa Paraíso— tienen esta “red efectiva” (Epstein, 1994).
trados en los actores,5 un problema central de gran parte de la literatura es que nos una explicación de las disposiciones y representaciones de los actores.
Sección Temática

inadecuada
brinda una inadecuada explicación de la dimensión subjetiva del clientelismo; esto es, explicación de la La gratitud va sin palabras, porque viene —casi siempre— sin palabras. La gente
dimensión
se presta escasa atención a las experiencias, evaluaciones, pensamientos enraizados en subjetiva del que recibe cosas sabe que tiene que ir; es parte de un universo donde los favores co-
esas “relaciones objetivas”. Como sugiere una buena parte de la literatura (aunque creo clientelismo tidianos implican alguna devolución como una regla de juego, entendida como un
que se explora de manera insuficiente), la distribución de bienes y servicios es una con- Esquema
“esquema inmanente a la práctica” (Bourdieu, 1977), como un mandato que existe en
dición necesaria pero insuficiente para el funcionamiento del mundo clientelar. Dado inmanente estado práctico. En la medida en que las relaciones entre detentadores de problemas

Clientelismo político en Argentina:


de la práctica
que los intercambios son —utilizando una frase de E.P. Thompson— experiencias (“clientes”) y resolvedores de problemas (dirigentes políticos) son relaciones prácticas
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doble vida y negación colectiva


humanas vividas, el conjunto de creencias, presunciones, estilos, habilidades, reperto- —al ser practicadas y cultivadas, de manera rutinaria— la asistencia a los actos es
rios y hábitos que acompañan a estos intercambios —explicándolos y clarificándolos, parte de un “bagaje de conocimiento práctico”. Conversando con Coca, y fingiendo
justificándolos y legitimándolos— es tan importante como el conjunto de los propios que no entendía lo que me estaba diciendo (o probablemente, no entendiendo), le
intercambios. A los efectos de examinar el clientelismo como una experiencia, entonces, pregunté:
hace faltar recuperar, o mejor dicho, reconstruir la perspectiva de los clientes.
Clientelismo como experiencia, es decir, a partir de la reconstrucción desde la perspectiva de los clientes
J-Entonces usted va y le pide un medicamento a Matilde. Y Matilde se
lo consigue. Después pasa un mes y hay un acto. ¿Matilde viene y le dice
40 Todos al acto peronista usted tiene que venir con- migo 41
?
Coca es parte del personal permanente de la UB de Juancito, de su círculo íntimo. C-No yo ya sé que tengo que ir con el acto de ella en vez de con el acto del otro. Porque
Al- gunas veces obtiene un bono de parte de Juancito para retirar mercancía en la ella me dio un remedio, o me dio una leche, o un paquete de yerba o un kilo de azúcar. Yo sé
mu- nicipalidad, y recibe leche de la UB para su hijo. Abiertamente admite que hay que tengo que ir al acto de ella para cumplir con ella, en agradecimiento con ella. Porque si
yo no voy al acto de ella y voy a otro acto, después cuando yo necesito una leche no me la da.
distribución de comida antes y después de los actos, pero no está de acuerdo en que
Anda con el que fuiste al acto
ésa sea la causa de su asistencia: .
Juancito, un suponer, nosotros vamos al acto, el hecho de haber ido al acto, después
a la semana o a los tres días, él trae mercadería de la municipalidad y le da a esa gente La hija de Adela, Mariana, me cuenta lo mal que la estaban pasando cuando su padre
que fue al acto como agradecimiento de que fue al acto, le da esa mercadería, le da un fue despedido del trabajo y su hermana había perdido su empleo de tiempo parcial:
kilo de cada cosa, son nueve cosas que le da. Así cada vez que va al acto, o si no compra
chorizos, hace sanguches, les da sanguches, esas cosas. Yo tengo entendido que como lo Mariana-Lo que pasa que no teníamos recursos acá, estábamos muy mal. Entonces mamá
apo- yaron, como se lo apoya a él, entonces él lo hace...yo lo tengo entendido como fue a buscar un apoyo en Matilde, y Matilde la ayudó mucho. Tanto con mercaderías
agradecimiento, no creo que sea por comprar a la gente, porque yo tengo entendido como con el trabajo a Telma (su hermana). Por eso mi mamá en cuanto puede ayudar,
como agradecimiento. en cuanto puede estar, siempre está con Matilde.
J-¿Y ayudar en qué sentido a Matilde?
Si analizamos este testimonio (el cual sintetiza muchos de los testimonios que Mariana-Y yendo a algún acto, porque Matilde siempre necesita gente. O cuando
recogí durante mi trabajo de campo) con detenimiento vemos una clara distinción ella organiza algún festival, ir y ayudarla a organizarlo.
entre el “intercambio de cosas” y el principio generador de las acciones de los clientes.
La gran mayoría de las descripciones que oscilan entre lo académico y lo periodístico “Colaboración” con los mediadores, “expresión de gratitud” por su “sacrificado
normalmente confunden ambos elementos. Sin embargo, si le hemos de creer a Coca, trabajo”, el acto es también visto como participación “espontánea”, como una opor-
las co- sas que circulan antes y después de los actos no deben ser tomadas como tunidad para evadir lo opresivo y agotados de la vida cotidiana en la villa. Ruli y su
las razones de su asistencia a los actos; lo que ella dice nos advierte contra un error vecina me dicen que van a los actos como una “distracción”:
bastante generalizado: no podemos tomar al flujo que circula dentro de la red como
Estamos todo el día adentro de la casa, y no podemos ir a ningún lado; entonces cuando de re- solver un problema, de obtener una medicina, un paquete de comida o, en
Sección Temática

hay un acto, nos subimos al bondi (bus), y nos vamos al parque, nos distraemos. el mejor de los casos, un puesto publico, sino un elemento dentro de una red
Nos distraemos, pero no nos preguntés qué pasó en el acto, porque no entendemos de relaciones co- tidianas. Ciertamente, uno de los resultados constitutivos de esta
nada, ésa es la verdad (riéndose). Nos divertimos, porque si no, ¿dónde vamos a ir? red de resolución de problemas es la asistencia a los actos. Pero entender esta
asistencia masiva como un mero producto de la distribución personalizada
En el contexto de la violencia y de un ambiente sofocante y opresivo predominante de bienes y favores es una “distorsión que se acerca al desfiguramiento” semejante a

Clientelismo político en Argentina:


en la villa, el entretenimiento que da un acto no puede subestimarse. Sólo un punto de la que reduce el boxeo a la agresión física (Wacquant, 1995). Esta distorsión reduce
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doble vida y negación colectiva


vista distante puede dejar de ver el hecho de que muchos de quienes asisten a los actos una actividad compleja a uno sólo de sus aspectos, normalmente el más llamativo y
no suelen tener “tiempo libre”. La privación material extrema en la que transcurre su criticable para aquellos que no son par- te de la misma.
vida cotidiana nos puede ayudar a entender el sentido de “un viaje gratis”: Un viaje
gratis al centro de la ciudad para toda la familia —ocho pesos— es increíblemente
significativo, no sólo en términos materiales sino simbólicos, como lo ilustra Juana, Mi amigo el dirigente
quien vio el mar gracias a su militancia.
Buena parte del debate de la ciencia política sobre el clientelismo se preocupa Para quienes evalúan los actos públicos como una colaboración o una expresión de
42 por los determinantes negativos —privación económica, falta de “cultura cívica,” gratitud, los mediadores no son los políticos inescrupulosos y corruptos de los que 43
persistencia de la cultura de la dependencia— que supuestamente pondrían a los hablan otros vecinos, y buena parte del resto de la sociedad. Son gente “buena”, “que
pobres ba- jo la égida de la política clientelar. Si bien los diversos significados que ayuda”, “que se sacrifica”, con quienes los detentadores de problemas tienen una re-
tienen los actos para la gente que participa en ellos deben interpretarse en el contexto lación personal, que a veces se describe como “amistad”, pero siempre como valiosa
de privación material y aislamiento social que tiñe la realidad de los habitantes de la y digna de ser mantenida.
villa, la “atracción positiva” de este universo social específico no debe ser subestima- Rosa describe lo “excelente persona” que Juancito es:
da. Si bien no es el único sentido, el carácter distractivo del acto debe considerarse
cuando tomamos en consideración el punto de vista de los participantes. Como dice La manera en que se ocupa de la gente, es un ser humano excepcional.... Él sufre, porque
Ruli, “Vamos a los actos para divertirnos, realmente nos divertimos”. O como insiste los que van ahí (a la UB) no se van a ir con las manos vacías. Tiene una solución para
Juana, “Vi el mar... es tan lindo”. Si nosotros —gente que ni vivimos ni trabajamos todos. Asesora a la gente... de buena voluntad. Mucha gente le pide dinero... y él usa su
allí— hemos de entender lo que Juana está diciendo —esto es, imaginarnos en el propio dinero. Nunca les dice que no tiene plata.
lugar donde ella está y adoptar su punto de vista, entender que si estuviésemos en
sus zapatos “indudablemente seríamos y pensaríamos como ella” (Bourdieu, 1996, Según Marta, él también es “muy responsable; siempre que hay una cena en la
p. 34)— no podemos de- jar de ver este aspecto aparentemente superficial: siendo UB, Juancito le dice a los hombres de la UB que acompañen a las mujeres a sus casas”.
ella una mujer de 41 años, sin trabajo estable, con un marido que acaba de perder el Alfonsina acuerda con Marta, “todo el mundo aprecia a Juancito. Siempre dispuesto
suyo, y con una niña minus- válida, vio la inmensidad del mar y se alojó en un hotel a servir. Le gusta ayudar a la gente. Es muy paciente”. Carlitos, por su parte, cree que
con agua caliente. ¿Puede real- mente quejarse? ¿No tiene que estar agradecida “Juancito se sacrifica por la gente de la villa”.
hacia quien la invitó? “Sacrificado”, “servicial” son los mismos términos que utiliza otra gente para ha-
Desde un punto de vista distante, el acto es visto como producto de las cosas que blar de Matilde. Ella es “es la dirigente política más importante del barrio”, “siempre
se dan, y los agentes que asisten como sujetos pavlovianos que responden mecánica- dispuesta a ayudar”, “accesible”, “muy amiga”.
mente a incentivos materiales. Si tomamos en serio el punto de vista de los clientes El acuerdo más importante que se puede detectar entre quienes tienen una opinión
vemos que el acto —sea éste conceptualizado como colaboración, como expresión de positiva de “sus referentes” es que ellos son vistos como personalmente responsables por
gratitud, o como ocasión para pasarla bien— no es un acontecimiento extra-ordinario, la distribución de bienes. La organización que confiere una pensión, ofrece un trabajo,
si- no parte de la resolución rutinaria de problemas. No es algo que se suma al acto da una medicina o una bolsa de alimentos, no es el Estado nacional, provincial o local,
sino que son Juancito o Matilde. Ellos son quienes “verdaderamente se preocupan”,
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sienten algo por ellos, son sus amigos y, como buenos amigos, están siempre ac- Bourdieu ubica la “vivencia” del obsequio en el centro de su argumento y el in-
cesibles y dispuestos a ayudar. Cientos de páginas de transcripciones de entrevistas terva- lo temporal, al cual se refieren muchos miembros del círculo íntimo de los
y de notas de campo revelan un hecho simple aunque fundamental: el Estado no se mediadores (“una o dos semanas después del acto Juancito trae la mercadería”), como
percibe como el agente distribuidor de bienes, sino que son Matilde o Juancito. Y al un fac- tor central en la construcción del velo que cubre la verdad del intercambio.
ser ellos lo que distribuyen los bienes, se piensa que no tienen ninguna obligación de Siguiendo a Bourdieu, argumento que la manera en que el “intercambio objetivo” de

Clientelismo político en Argentina:


hacerlo; lo hacen porque quieren, porque les importa, porque “se sacrifican por la favores por votos se vive, se experimenta, es de fundamental importancia en el caso de la
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doble vida y negación colectiva


gente”. Como me decía un joven, parte del círculo íntimo de Matilde: resolución peronista de los problemas. Como vimos, lo que se comunica y entiende en
cada favor es un rechazo a la idea de intercambio. La experiencia, la “vivencia” importa
La gente se piensa que es obligación de ella, y no es obligación, lo hace porque ella quiere. precisamente porque hay una contradicción entre los lados objetivos y subjetivos del
¿Qué obligación tiene? ¿Qué es? ¿Tu vieja? Se confunde mucho la gente, en una palabra. arreglo clientelar, entre la vida que experimenta el clientelismo en la red de intercambio
Vos le hacés un favor, y parece que fuera obligación. Y es un favor. y la vida que vive el clientelismo en los “corazones y mentes” de quienes participan
de este arreglo informal.
Y dado que ella posee la voluntad de distribuir bienes sin tener ninguna obligación
Como señala buena parte de la literatura sobre clientelismo, la “confianza” (Roniger,
de hacerlo, el beneficiario no puede invocar ningún derecho sobre la cosa otorgada o
44 1990), la “solidaridad”, las “esperanzas” (Gunes Ayata, 1994), las “orientaciones fa- 45
el favor realizado. No hay una “tercera parte” a la cual uno puede recurrir para hacer
milísticas” (Tellis Novak, 1983), y/o la “reciprocidad” (Gouldner, 1977; Scott, 1977)
valer el reclamo (lo que podría constituir un “derecho”), sino una relación personalizada
existen en las relaciones que se establecen entre mediadores y clientes. Son verbalizadas
fuera de la cual nada se puede obtener, ningún problema puede resolverse.
tanto por los “clientes”, como acabamos de ver, como por los referentes/punteros,
de manera constante en su discursos públicos. Como estudié en otro trabajo (1997),
La negación colectiva, Bourdieu en la villa los mediadores del Partido Justicialista presentan su función de guardabarreras como
una relación especial que ellos tienen con los pobres, como una relación de deuda y
En un artículo reciente, Pierre Bourdieu establece sus diferencias con las perspectivas obligación, en términos de un cuidado especial que les tienen, del “amor que sien-
sobre el intercambio de obsequios de Mauss y Lévi-Strauss. Bourdieu sostiene que ten (por ellos)”. Para Juancito y Matilde, la mediación no es un trabajo sino “una
“Mauss describía el intercambio de obsequios como una serie discontinua de actos pasión por la gente”; lo suyo es todo “sacrificio” hasta quedar exhaustos en el cargo.
generosos; Lévi-Strauss lo definía como una estructura de reciprocidad trascendente a “Nosotros nos ocupamos de ellos”, dicen los mediadores. “Ellos (los mediadores) se
los actos de intercambio, en los que el obsequio remite al contraobsequio” (Bourdieu, ocupan de nosotros”, dicen algunos de los clientes. Susana, otra de las referentes del
1998, p. 161). De acuerdo con su análisis en El sentido práctico, distrito y coordinadora del plan de comedores infantiles (los cuales, si bien operan
con financiamiento estatal, se ubican en un 80%, en locales partidarios, esto es, en
lo que faltaba en ambos análisis era el papel determinante del intervalo temporal entre UBs), es quien mejor sintetiza esta “manera de dar”:
el obsequio y el contraobsequio, el hecho de que, prácticamente en todas las socieda-
des, está admitido en forma tácita que no se devuelve de inmediato lo que se ha recibido
Yo tomé la responsabilidad de los comedores con ese amor que se tiene por los chicos
—lo que equivaldría a rechazarlo— [...] reflexionaba sobre la función de este intervalo:
[...] Uno sabe que tiene responsabilidades pero, en ese momento, no era consciente de
¿por qué es necesario que el contraobsequio sea diferido y diferente? [...] la función del
la cantidad de trabajo [...] Por eso es que, cuando uno lo hace con amor, uno puede
intervalo consistía en hacer de pantalla entre el obsequio y el contraobsequio, y permitía
terminar teniendo cinco o seis chicos en vez de uno. Eso es lo que me pasó. Inconscien-
que dos actos perfectamente simétricos parecieran actos únicos, no vinculados [...] Es
temente empecé a hacerme cargo de más y más comedores y, gracias a Dios, todos mis
como si el intervalo de tiempo, que distingue el intercambio de obsequios del toma y
chicos son buenos. Nunca tuve un sólo dolor de cabeza, ni siquiera problemas serios[...]
daca, existiera para permitir a la persona que da vivir su obsequio como un obsequio
Yo dirijo los comedores como lo hago en mi propia casa [...] la calidad de la comida es
sin devolución, y a la que devuelve vivir su contraobsequio como gratuito y no deter-
bárbara, porque yo personalmente la pruebo.
minado por el obsequio inicial (Bourdieu, 1998, pp. 161-162, mi énfasis).
midad del lazo (cuanto más obtiene el cliente, más tenderá ella o él a ser “leal” a su
Sección Temática

La verdad del clientelismo es así colectivamente reprimida, tanto por los mediadores pa- trón). Sin embargo, poner demasiado énfasis en el equilibrio de la reciprocidad
con su énfasis en el “servicio a los pobres”, como en el “amor a los humildes”, “pa- puede hacernos perder de vista un aspecto central en el caso peronista: la legitimidad
sión por su trabajo”, como por los clientes con sus evaluaciones sobre la “amistad”, de la red clientelar como forma de resolver problemas independientemente de este o
la “colaboración”, etcétera. Esto implica que las prácticas clientelares no sólo tienen Doble vida y aquel patrón o mediador (si bien los estilos personales específicos marcan una diferencia
doble verdad
una doble vida (en la circulación objetiva de recursos y apoyos, y en la experiencia en la “manera de dar” de los mediadores).

Clientelismo político en Argentina:


de las prácticas
subjeti- va de los actores), sino que también tienen una “doble verdad”, similar a la Cholo (miembro del círculo íntimo de Matilde, y activo reclutador de asistentes a los
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clientelares

doble vida y negación colectiva


que Bourdieu detecta en el intercambio de obsequios. Debemos reinsertar esta duali- actos para la fracción partidaria en la que ella milita) ilustra claramente este elemento
dad, esta am- bigüedad, en los estudios de clientelismo porque “no es un invento del central en el funcionamiento del clientelismo peronista. En reiteradas ocasiones, puso
investigador, sino que está presente en la realidad misma, esta especie de contradicción en entredicho el equilibrio de la reciprocidad con Matilde: “Yo valgo más que eso”, me
entre la verdad subjetiva y la realidad objetiva [...] Esta dualidad es posible, y se puede dijo en más de una ocasión, refiriéndose al salario que recibe gracias a la intervención
vivir, a través de una especie de self-deception, de autoengaño. Pero esta self-deception de Matilde; “Estoy realmente cansado de esta cosa con Matilde”. Durante sus 15 años
individual se sostiene a través de una self-deception colectiva, un verdadero desconoci- de activismo peronista, Cholo ha trabajado para muchos otros mediadores. Matilde
miento colectivo cuyo fundamento está inscrito en las estructuras objetivas [...] y en las es una referente más, seguramente no la última, en una larga serie de “políticos” con
46 estructuras mentales, excluyendo la posibilidad de pensar y de obrar de otro modo” quienes, en algún momento, el equilibrio de la reciprocidad se tornó desigual. Cholo, 47
(Bourdieu, 1998, p. 163, itálicas e inglés en el original). sin embargo, no buscó otra forma de hacer política, sino que cambió lealtades entre
La única manera de entender “las conductas dobles, sin duplicidad” (Bourdieu, mediadores pero dentro del Partido Justicialista. Siguió siendo peronista (sin importar
1998, p. 166) es abandonando las teorías de la acción que han gobernado, implícita- otras posibilidades más atractivas en términos de acceso a recursos, sobre todo en
mente, la comprensión de los comportamientos de los clientes. Como mencioné, el los años de gobierno provincial y nacional Radical). Y, lo que es más importante, la
sistema de relaciones objetivas en el cual se ubican los individuos, y los intercambios legitimidad del clientelismo —como forma de resolver problemas mientras se hace
que se llevan a cabo en esas redes, constituyen el tema predilecto de la mayoría de política— nunca se puso en tela de juicio. La política clientelar, tanto para Cholo
los estudios clásicos y contemporáneos sobre el clientelismo político. Los estudios como para la mayoría de los miembros de los círculos íntimos, es algo que se da por
académicos casi nunca discuten explícitamente las teorías de la acción sobre las que descontado, es la política normal (y normalizada).
se basa su comprensión de la conducta de los clientes. Cuando sí lo hacen, esto es,
cuando tratan de responder a la pregunta ¿por qué el cliente sigue a su mediador?, ¿Por qué sigue
el cliente a su mediador?
la mayoría de los estudios se basan en modelos de acción racional o normativos. El Límites
cliente y el mediador son considerados como seguidores de una norma —una norma
de reciprocidad internalizada que funciona como fuente de la conducta intencional Sin duda, la aceptación no discutida del mundo de la resolución de problemas a través
de clientes y mediadores (Gouldner, 1977)— o como calculadores pragmáticos y uti- de la mediación política constituye la ventaja de la posición de los mediadores, en
litarios quienes, en respuesta a presiones estructurales, buscan el provecho máximo de úl- tima instancia es la expresión de su legitimidad. Sin embargo, al mismo tiempo,
las oportunidades (Menendez Carrión, 1986). Desde ambas perspectivas, el elemento representa su mayor debilidad. La legitimidad es producto de una relación cercana,
central en la evaluación de la legitimidad de la relación es la comparación entre los cotidiana, fuerte, entre el resolvedor y el detentador de problemas, una relación que
servicios que recibe y los que presta. Cuanto más grande sea el valor de lo que recibe debe sostenerse y practicarse constantemente. Este trabajo de mantenimiento de la
del patrón o mediador en relación con lo que debe retribuir, más probable será que relación depende de la capacidad que el mediador tenga para sostener la fortaleza del
el cliente vea el lazo como un vínculo legítimo. El flujo entre los distintos puntos de lazo, algo que depende de su capacidad de “cumplir”, aunque no exclusivamente. Esta
la red es el ele- mento central en la legitimidad de la relación. capacidad es limitada y dependiente de otros factores: limitada porque el referente
En el caso de las prácticas clientelares peronistas, este argumento es problemático. puede conseguir trabajos o remedios, realizar un favor “esencial”, o ayudar a alguien
Cierto es que el balance de intercambio está vinculado a la transformación de la legiti- como si fuese parte de su familia, para una cantidad restringida de gente. En el caso
de Matilde, la mediadora más poderosa en la villa, el grupo que está casi literalmente mismo tiempo, reconocemos a Matilde o Juancito como “nuestro” resolvedor de
Sección Temática

“atado” a ella mediante lazos “fuertes” no abarca a más de cien personas (en una po- problemas. Este reconocimiento es básico en la resolución de problemas mediante la
blación de más de siete mil votantes). La capacidad del mediador para mantener intermediación política. Dentro de un ambiente ideológico de cooperación, compa-
el lazo es también dependiente de la relación que éste establezca con un tercero (el ñerismo, y solidaridad, se construyen lazos que congelan un determinado equilibrio
intendente, en este caso), quien le da los bienes para distribuir. de fuerzas: cuanto más íntima es la relación, más se comparte la ideología de “cuidado
Así, para el caso que he analizado, la imagen de una electorado extenso y cautivo, por los pobres”, de “ayuda social”, propuesta por los referentes, y más completa es

Clientelismo político en Argentina:


imagen que suele prevalecer en las descripciones del clientelismo peronista, es empí- Se confirma empíricamente la negación de la asimetría que une al dirigente con el “cliente”. Dar, ahora desde el
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doble vida y negación colectiva


que, el término clientelismo
ricamente incorrecta. Aunque esto es significativo, difícilmente puede dar cuenta de se restringe solo al círculo pun- to de vista del dirigente, termina siendo una manera de poseer.
la “conquista del voto” y de la “creación del consenso electoral” que usualmente se le íntimo.
atribuye al clientelismo. Si hemos de usar el concepto, debemos restringirlo al círculo recibido en diciembre de 2001
íntimo. Sin embargo, esto no quiere decir que debamos olvidarnos del estudio del aceptado en febrero de 2002
clientelismo, no sólo porque constantemente se reproduce la dominación y la des-
igualdad en el interior de los círculos íntimos, sino también porque los lazos “fuertes”
forjados allí son de suma importancia para la política local. Específicamente, el funcio- Bibliografía
48 namiento de los círculos de lazos fuertes proporciona una impresionante durabilidad 49
al PJ. Por un lado, a pesar de ser reducida, es una cantidad muy importante durante Auyero, J., 1997. “Evita como ‘performance’. Mediación y resolución de problemas entre
las elecciones internas no sólo en cuanto a votantes, sino también como militantes y los pobres urbanos del Gran Buenos Aires”, en J. Auyero (comp.), ¿Favores por votos?
fiscales durante los días de votación, cuando las tentaciones de fraude electoral son Estudios sobre clientelismo político contemporáneo, Buenos Aires, Losada.
muy grandes si las demás líneas internas no envían a los suyos. Por otro lado, mientras
resuelven sus propios problemas, los miembros de los círculos íntimos solucionan las Bitran, R. y A. Schneider, 1991, El gobierno conservador de Manuel A. Fresco en la provincia
dificultades organizativas para los líderes partidarios, dado que mantienen la estruc- de Buenos Aires (1936-1940), Buenos Aires, Centro Editor de América Latina.
tura partidaria y a sus miembros activos durante los periodos sin elecciones.6 De esta
Bourdieu, P., 1977, Outline of a Theory of Practice, Cambridge, Cambridge University
manera, los círculos íntimos son elementos cardinales en la fortaleza organizativa y
Press.
en la penetración territorial del partido.
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coda: Desde el punto de vista del dirigente , 1996, “Understanding”, en Theory, Culture, and Society 13, núm. 2, pp. 17-37.

En la medida en que la resolución de problemas (intercambios materiales y simbóli- , 1998, Practical Reasons, Stanford, Stanford University Press.
cos, en que se otorga una cosa, un favor y se comunica un mensaje) se inclina a legi-
timar un estado de cosas de facto, un equilibrio de poder desigual, podemos describir Burgwald, G., 1996, Struggle of the Poor: Neighborhood Organization and Clientelist
esas “soluciones”, siguiendo a Bourdieu, como máquinas ideológicas. El acto de dar, las Practice in a Quito Squatter Settlement, Amsterdam, cedla.
acciones “sacrificadas y preocupadas” de los mediadores, transformam —o intentan
Cardoso, R., 1992, “Popular Movements in the Context of the Consolidation of Demo-
transformar— una relación social contingente —la ayuda a alguien que necesita— en
cracy”, en A. Escobar y S. Alvarez (comps.), The Making of Social Move- ments in
una relación reconocida, acreditada como duradera. Resolvemos un problema y, al
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LA SOCIOLOGÍA POLÍTICA EN MAX WEBER

Reina FLEITAS RUIZ1


Universidad de La Habana

INTRODUCCIÓN
Las reflexiones que pretendemos organizar y desarrollar en el presente
trabajo no tienen otra finalidad que la de exponer nuestro punto de vista
acerca del papel del pensamiento weberiano en la consolidación de una vi-
sión sociológica sobre la política. Para lograrlo, valoramos como innece-
sario realizar una comparación con otras figuras que también fueron im-
portantes por su aporte al proceso de formación de esta especialidad. No
se trata de que les restemos valor a esos pensadores, considerados incluso
hasta clásicos de la Teoría Sociológica e igualmente relevantes en su con-
tribución al pensamiento social de la modernidad; sino de ganar tiempo,
espacio y concentración para lograr nuestro fin, que es considerar la con-
tribución weberiana.
Es difícil delimitar el nacimiento de esta rama del conocimiento socio-
lógico, más bien podría decirse que la historia de la Sociología, como cien-
cia que busca su autonomía, es la propia crónica de la Sociología Política.
Desde Comte, con su Sistema de Política Positiva, y pasando por todos los
clásicos de la Sociología, la política siempre fue objeto de interés particu-
lar; esfera donde se intentaba hallar la explicación ha determinados proce-
sos sociales de significación para el sociólogo, tales como: el conflicto, el
orden, el cambio, la solidaridad, la formación de las colectividades, etc.
Así encontramos en los clásicos un afán por estudiar y explicarse el papel
del Estado distinguiéndolo de la sociedad civil; de las nuevas estructuras
políticas que nacían con la modernidad, tales como: el sufragio masculino
(y luego universal), los partidos políticos y la burocracia; de conocer la di-
námica de las relaciones de poder; definir y entender el ejercicio de la au-
toridad, los diferentes roles que desempeña el hombre y el status en que
se ubica en el transcurso de la actividad política.
El nacimiento de la Sociología política se ubica en los años 40 del siglo
XIX y se explica, en principio, por una nueva manera de reflexionar sobre

1. Departamento de Sociología, Facultad de Filosofía e Historia. Coordinadora de la


Cátedra de la Mujer, Universidad de La Habana. rfleitas@ffh.uh.cu

STVDIVM. Revista de humanidades, 11 (2005) pp. 227-240


228 ][ REINA FLEITAS RUIZ

la política que intentaba distinguir esta esfera de lo social, buscar la rela-


ción recíproca entre ambas y operar con una definición mucho más mo-
derna capaz de reflejar las nuevas complejidades estructurales de la políti-
ca capitalista. Para más tarde, a principios del siglo XX, incorporar los
métodos estadísticos a las investigaciones políticas que consolidaron esa
visión sociológica.2
El siglo XIX fue, por tanto, un período histórico de alumbramiento de
una visión y discurso moderno sobre la política que se fue consolidando
paralelamente al proceso de conformación de la Sociología como ciencia
de la modernidad. La definición de los espacios discursivos de la
Sociología, de los conceptos que le eran propios, de los métodos y técni-
cas que se fueron diseñando en función de sus intereses gnoseológicos, la
delimitación de sus principios epistemológicos y del lugar que ella ocupa
dentro de la clasificación general de las ciencias, fueron procesos intelec-
tivos que contribuyeron a la formación de la Sociología como Ciencia ge-
neral e independiente y de cada una de sus ramas especiales del conoci-
miento, en particular de la Sociología política. Weber, desde nuestro punto
de vista, cierra este período histórico de alumbramiento y conformación,
que se extiende hasta principios del siglo XX. Con él la Sociología entra en
la etapa de su adultez, hecho que se concreta en el discurso teórico sobre
la identidad científica del sociólogo, superándose en este pensador la vi-
sión positivista que hacía de la Sociología una ciencia imitativa de las cien-
cias naturales.
Fue Weber el pensador que a principios del siglo XX le diera mayor
acabado a la emergente manera de pensar la realidad de las relaciones po-
líticas. Quizás porque esta esfera de la acción social adquirió para el autor
una significación mayor que cualquier otra, o por su afán enciclopédico
del conocimiento, o porque las definiciones weberianas sobre la política
resultan de gran utilidad cuando se trata de explicar las relaciones políti-
cas de la modernidad. El hecho cierto es que aunque Marx se interesó por
la política y son muy significativos sus aportes, le dedicó más tiempo y lí-
neas de reflexión a la actividad económica, mientras que con Weber suce-
dió a la inversa. La importancia de Weber destaca cuando hoy muchos de
sus estudiosos reconocen insuperable los aportes que en este campo el
autor hiciera a la Sociología Política en cuanto a la elaboración de concep-
tos como la burocracia, la dominación, la autoridad, la legitimidad y el ca-
risma, por solo mencionar los más importantes.

CONTEXTO HISTÓRICO

No es posible entender un pensamiento al margen de los acontecimientos


históricos y biográficos que definen la vida de un hombre y de toda una

2. W.G. Ruciman, «Aparición de la Sociología política», Sociología y Política, cap. II,


México, FCE, 1966.
La sociología política en Max Weber ][229

época. Ellos en realidad son una fuente importante de información para


comprender el sentido de su actividad científica, por qué asume determi-
nadas posiciones en el campo de la ciencia y la política, se afilia a un para-
digma, defiende principios epistemológicos específicos; posiciones y ac-
ciones intelectuales que forman también parte de esa historia vivida y
escrita por un hombre que es su biografía. Todo hombre es un producto
–y parte– de la estructura social de su época que él, a su vez, contribuye a
modelar y cambiar. El valor del legado weberiano a la Sociología Política
no está al margen de esa unidad entre la acción del científico y del políti-
co, a contrapelo de lo que el propio Weber defendió en el discurso cientí-
fico.
El período weberiano coincide con una época de declinación del libe-
ralismo alemán en su actividad política, así describe Wolkgang Mommsen
la etapa postbismarckiana de la Alemania que antecede a la I Guerra
Mundial3 La burguesía es sólo para Mommsen liberal en su proyecto eco-
nómico y conservadora en lo político, en tanto pospone la transformación
de Alemania de acuerdo con los ideales constitucionales burgueses y se
acomoda al sistema político controlado por las clases feudales herederas
de Bismarck, con la expectativa de participar de esos espacios de poder y
de detener la insurgencia revolucionaria de la clase obrera.
En realidad la situación política que calificaba a la burguesía alemana
con una proyección más conservadora es ya un hecho histórico desde el
período de Bismarck caracterizado por Georg Lukács, y durante el cual se
intentó promover el compromiso político entre los junkers y la burguesía
alemana en aras de la formación y consolidación de la nación alemana.
Este es un hecho político que tiene connotaciones especiales en la bio-
grafía de Weber. El conflicto entre conservadurismo y liberalismo en las
posiciones políticas de la burguesía Weber lo sufrió al interior de un hogar
paterno que se debatía entre una familia materna inclinada por posiciones
más progresivas y liberales, y un padre miembro del Reichtag e identifica-
do con la política de Bismarck. Hermanado tempranamente con el ideal li-
beral que profesaba la familia materna, Weber viviría situaciones de con-
flicto con el padre que derivaron en una ruptura inicial, muerte paterna
posterior y una crisis nerviosa personal que lo aislaron de la producción
académica y retardaron su iniciación al quehacer discursivo sociológico.
La formación de la modernidad en Alemania adquirió determinadas
peculiaridades con relación a sus vecinos europeos; fue un proceso lento y
tardío, que tuvo que enfrentar la solución de problemas ya resueltos por
otras naciones al arribar a este estadio social, tales como: el nacimiento de
un estado nacional y la expulsión de fuerzas extranjeras que ocupaban

3. W. Mommsen, «Del Estado Constitucional-Liberal a la Democracia de Liderazgo plebis-


citario», Marx Weber y la teoría social y Política contemporánea, ed. Julio Pinto, Buenos
Aires, Colección de Estudios de Ciencias Sociales. Secretaría de Educación. Fac. de
Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires, pp. 65-66.
230 ][ REINA FLEITAS RUIZ

parte del territorio considerado alemán. La formación de ese estado nacio-


nal fue un hecho que marcó el proceso de modernización política de la na-
ción alemana bajo el dilema del conflicto entre lo nacional y lo social; cuya
solución siempre se orientó hacia la priorización de lo nacional, incluso a
costa de la no-democratización de sus instituciones políticas; en el marco
de las cuales se fueron formando las posiciones políticas conservadoras de
la burguesía alemana. Las libertades políticas y los derechos individuales
proclamados por la burguesía de otras naciones europeas se postergaron
en aras de evitar la radicalización de las posiciones de la clase obrera.4
La burocracia fue la fuerza fundamental que encabezó los cambios po-
líticos en el período posterior a Bismarck, precisamente la institución que
Weber concibió como un producto del desarrollo de la modernidad occi-
dental, pero que en la Alemania del período mencionado representaba los
intereses de las clases feudales.
La existencia de estructuras políticas atrasadas que dirigen una nación
que se desarrolla por canales de la modernización económica y que se in-
teresaba en la conversión del país en una potencia mundial; es una cuali-
dad que distingue a la sociedad alemana de la 2da mitad del siglo XIX y
principios del XX; y un dilema intelectual que Weber enfrentó en sus obras
y en la actividad política, y sobre el cual volveremos más adelante para no
perder la lógica de nuestra exposición presente en torno al marco históri-
co que vivió el autor.
Los factores que explican el sentido de la obra weberiana no se hallan
exclusivamente en la realidad política y económica de la Alemania de fines
del siglo XIX y principios del XX, también las ideas que este autor heredó
como prevalecientes a su iniciación intelectual y posterior desarrollo; y
que caracterizaron el entorno intelectual de su biografía científica, son va-
riables a considerar. Ellas nos dicen sobre las polémicas intelectuales que
Weber vivió, los paradigmas filosóficos y de otras ciencias sociales en los
que se educó en el mundo académico.
A fines del siglo XIX es que se gesta en Alemania la polémica en torno
a la legitimidad de una nueva ciencia social: la Sociología. Parto lento y
tardío como el de su progenitor: la sociedad moderna alemana; que la
nueva ciencia intentaba representar desde una óptica diferente. La dispo-
sición intelectual del alemán hacia la especulación y el pensamiento abs-
tracto, el desprecio hacia un estilo del pensar más pragmático y empírico,
e inclinado hacia un ideal semejante al proclamado por las ciencias natu-
rales, fueron factores intelectuales que retardaron la legitimación de la
Sociología en el mundo académico alemán. La primera obra de Sociología
aparece publicada en 1887 y fue escrita por quien está valorado por ello el
padre de la Sociología alemana: Ferdinand Tönnies. La obra, llamada

4. G. Lukacs, El Asalto a la razón, La Habana, Instituto del Libro, 1967.


La sociología política en Max Weber ][231

Comunidad y Sociedad, tuvo una repercusión importante en los medios


intelectuales.
Frente a la racionalidad positivista que encuentra en la ilustración uno
de sus antecedentes, o al ideal marxista que es su heredero más auténtico;
el pensamiento social alemán del período mencionado se desarrolla por los
causes de un irracionalismo que reflejaba las peculiaridades ya aquí men-
cionadas del proceso de modernización de la sociedad alemana. La contra-
razón fue la bandera del pensamiento filosófico e histórico alemán de la
época que va desde Schopenhauer hasta Spengler; a tal influencia no pudo
escapar el pensamiento sociológico alemán que empezó a delinearse a fines
del siglo XIX, aunque tampoco en su discurso llegó a gozar de los favores
que la filosofía le prodigó.
El pensamiento irracional se caracterizó por la glorificación a la intui-
ción, a la imaginación, a la especulación y la sensibilidad artística como
vías del conocimiento que se oponían a la razón científica proclamada por
el positivismo. Su visión del mundo era pesimista y decadente, y en cuan-
to a la noción de las relaciones humanas confiaba más en el poder del in-
dividuo que se impone a la masa amorfa y obediente.5 Tesis sobre la supe-
rioridad del individuo que podemos encontrarla en la teoría weberiana del
liderazgo-plebiscitario como forma política más ajustada a la modernidad.
Sin embargo, al pensamiento irracionalista se debe también, desde mi
punto de vista, a la oportuna polémica en torno al ideal de ciencia que
debía primar en el pensamiento social como una reacción al positivismo
que defendía la identidad absoluta entre ciencia natural y ciencia social.
Fue el pensamiento diltheano y la escuela filosófica de Baden, encabezada
por Rickert y Windelband, quienes lideraron la polémica favorable a una
diferenciación entre las ciencias naturales y las llamadas ahora ciencias de
la cultura o históricas.
El antipositivismo es la cualidad que caracteriza las posiciones cientí-
ficas de estos filósofos. Contrario al ideal de ciencia positivo los filósofos
alemanes parten de que el mundo natural y el social son dos mundos di-
ferentes por su contenido; la naturaleza está constituida por hechos, la so-
ciedad por significaciones. Si eso es así, no son correctos los argumentos
que legitiman una identidad metódica, explicativa y epistemológica, pues
a las ciencias naturales les tocaría tratar con hechos y a las ciencias socia-
les con símbolos. Si los fenómenos que cada una estudia son diversos; la
manera de explicarlos, los principios que regulan el proceso del conoci-
miento y los métodos para recoger la información y analizarlos deben dis-

5. Estas sólo son algunas características universales del irracionalismo como movimiento
teórico y las asumimos con todas la consecuencias que a veces entraña un proceso de ge-
neralización. No necesariamente cada una de las tesis mencionadas se expresan de igual
forma en todos sus pensadores, ni adquieren la misma dimensión. Pero dado los objeti-
vos que nos propusimos en el trabajo, no podemos detenernos en sus expresiones parti-
culares.
232 ][ REINA FLEITAS RUIZ

tinguirse. Las ciencias naturales desarrollan una perspectiva de pensa-


miento explicativo que descansa en la construcción de leyes causales deri-
vadas del conocimiento de las características externas de los fenómenos
naturales y que se obtienen mediante procedimientos de observación y ex-
perimentación. Mientras que las ciencias culturales son comprensivas,
quiere decir que enlazan significados; conocen el objeto en actos de intui-
ción y mediante el procedimiento de construcción de tipos ideales o con-
figuraciones de significados. Las ciencias naturales son nomotéticas y las
ciencias sociales son ideográficas.6 Al menos esta es la manera en que los
filósofos de la época definieron la polémica.
La visión positivista vino a ser sustituida por otra que se ubicaba en
una posición opuesta; de la identidad se pasó a la absoluta diferenciación
en el discurso filosófico en torno al problema de la especificidad del cono-
cimiento de lo social. Sin embargo, en lo que atañe al pensamiento socio-
lógico weberiano la recepción de la polémica no adquirió matices tan ex-
tremos.

LA SOCIOLOGÍA POLÍTICA Y EL MÉTODO WEBERIANO


No todos los conceptos y principios que pudieran caracterizar el pensa-
miento y método weberiano se despliegan con coherencia en toda su obra.
Así sucede con la tesis weberiana de la racionalidad Occidental, la incon-
secuencia de su enfoque le abre una brecha al irracionalismo en lo tocan-
te a la comprensión de la realidad social capitalista.
Pero la ambigüedad racional en el discurso sociológico es una realidad
a fines del siglo XIX y principios del XX que no sólo toca a Max Weber, ni
siquiera creo que él sea su exponente más representativo. La obra de
Vilfredo Pareto es más representativa de un discurso que se mueve en una
dicotomía caracterizada por una racionalidad instrumental o metódica,
consecuente con su proyección positivista, y un enfoque de la realidad so-
cial absolutamente irracional que se sustenta en la creencia de que los sen-
timientos son las fuerzas que definen la conducta de los individuos y el
cambio social. Y aún así figuras como Giorgio Braga caracterizaron el
pensamiento paretiano como un «conocimiento de lo irracional para so-
meterlo a lo racional».7
Desde nuestro punto de vista la obra de Weber puede comprenderse
como la de un teórico con una posición científica proclive al relativismo
racional; aunque en sus fundamentos metodológicos sea esencialmente ra-

6. Para una profundización diferenciada sobre esta polémica, entre los filósofos menciona-
dos recomendamos consultar las obras de Dilthey, Introducción a las ciencias del espíritu
(1883) y de Windelband, Preludios filosóficos (1864).
7. V. Pareto, Formas y Equilibrios sociales, Introducción y selección de Giorgio Braga.
Madrid, Revista de Occidente, 1967, p.17.
La sociología política en Max Weber ][233

cional y en cuanto a la evaluación histórica de la realidad se incline a valo-


rar múltiples fenómenos desde una óptica racionalista. Weber es más con-
secuente con una comprensión de la realidad social racional que Pareto, su
racionalidad es limitada pero no a la manera paretiana. Tampoco a la ma-
nera de Marx: lo que para Weber fue el proceso de racionalización de la
sociedad occidental, para Marx significó su enajenación.
La racionalidad weberiana se hace evidente en la definición del objeto
de estudio de la Sociología: «Debe entenderse por Sociología (en el senti-
do aquí aceptado de esta palabra, empleada con tan diversos significados):
una ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social para
de esa manera explicarla causalmente en su desarrollo y efectos».8 Su defi-
nición de la comprensión dista mucho de parecerse a la diltheana por el
sólo hecho de no dicotomizar explicación causal e interpretación; pero
también se distingue en lo referente a las vías que se reconocen como im-
portantes fuentes para lograr la evidencia de la comprensión, que en
Dilthey era la endopática y en Weber no se desconoce esta fuente, pero se
le da prioridad a la racional.
La expresión superior de la racionalidad instrumental está en la teoría
weberiana sobre la construcción de Tipos Ideales. Para el autor son con-
ceptos puramente racionales con una función heurística y comparativa; re-
cogen las características promedio que definen a un objeto de la realidad
social, asume las conexiones reales con sentido irracional como desviacio-
nes, y se mueven en una dirección tipológica de decreciente racionalidad.
Ese orden decreciente de racionalidad se observa en la tipología que
Weber construye en torno a la acción social, concepto básico en la
Sociología weberiana y punto de partida de cualquier estudio que el autor
realiza de la realidad social. Según Weber la acción social puede ser: «1) ra-
cional con arreglo a fines: determinada por expectativas en el comporta-
miento tanto de objetos del mundo exterior como de hombres, y utilizan-
do esas expectativas como «condiciones» o «medios» para el logro de fines
propios racionalmente sopesados y perseguidos. 2) racional con arreglo a
valores: determinada por la creencia consciente en el valor –ético, estético,
religioso o de cualquiera otra forma como se le interprete– propio y abso-
luto de una determinada conducta, sin relación alguna con el resultado, o
sea puramente en méritos de ese valor. 3) afectiva, especialmente emotiva,
determinada por afectos y estados sentimentales actuales, y 4)tradicional:
determinada por una costumbre arraigada.»9 Las dos últimas concebidas
como acciones cuyo sentido es esencialmente irracional.
La importancia que la racionalidad adquiere en Weber no sólo radica
en esta construcción tipológica, que el autor no valora como una expre-

8. M. Weber, Economía y sociedad, Madrid, FCE, 1993, p. 5.


9. M. Weber (1993), p. 20.
234 ][ REINA FLEITAS RUIZ

sión real pura en cada uno de sus tipos; sino en la aplicación que él hace
de ella para estudiar fenómenos sociales reales.
En la sociología política weberiana se evidencia ese enfoque racional
entorno a la teoría de la dominación burocrática. La Burocracia es el pro-
ducto más genuino de la racionalidad política de Occidente, es la piedra
angular de ese orden; en ninguna otra cultura se logró un orden político,
económico y técnico organizado sobre la base de la burocracia. «Producto
Occidental –dice Weber– es también el funcionario especializado, piedra
angular del Estado moderno y de la moderna economía europea; fuera de
Occidente, el funcionario especializado no ha tenido jamás una tan funda-
mental importancia para el orden social. Es claro que el «funcionario», in-
cluso el funcionario especializado, es un producto antiquísimo de las más
diversas culturas. Pero ningún país ni ninguna época se ha visto tan inexo-
rablemente condenado como el Occidente a encasillar toda nuestra exis-
tencia, todos los supuestos básicos de orden político, económico y técni-
co de nuestra vida en los estrechos moldes de una organización de
funcionarios especializados, de los funcionarios estatales, técnicos, comer-
ciales y especialmente jurídicos, como titulares de las funciones más im-
portantes de la vida social.10
La burocracia, como forma de dominación legal, abarca a toda la es-
tructura del Estado moderno, de las instituciones partidarias, estructuras
de dirección de las empresas capitalistas, entre otras. Ella es el símbolo de
la «Jaula de Hierro» en que vive el ciudadano de la sociedad moderna en
su estadio tardío, como resultado de la acción tendente a la burocratiza-
ción de todas las formas de la actividad humana. Jaula que pudiera pare-
cerle a Weber más asfixiante y rígida en Alemania que en cualquier otro
país, teniendo en cuenta lo que significamos sobre el atraso de las estruc-
turas políticas alemanas de su época.
La concepción racional que sobre la burocracia tiene Weber destaca en
el análisis comparativo que realiza entre dominación burocrática y domi-
nación patriarcal, a través de la cual se evidencia la influencia metodológi-
ca que en él ejerce la teoría de Tönnies sobre los dos tipos históricos de
asociación: «Comunidad y Sociedad».11 Ambas formas de dominación tie-
nen en común –según Weber– en que obtienen la obediencia sobre la base
de la apelación normativa pero «estas normas son en la dominación buro-
crática racionalmente creadas, recurren al sentido de la legalidad abstracta

10. M. Weber, La Ética protestante y el espíritu del Capitalismo, Madrid, Revista de Derecho
Privado, sf., p. 3-4.
11. Ambos tipos considerados dos formas históricas de la evolución humana, dos formas que
también expresan conductas humanas diferentes pues para Tönnies la mujer es la expre-
sión de la comunidad, de lo afectivo y el hombre de la sociedad, lo racional. Expresan
también diversos tipos de la organización de las relaciones sociales: lo doméstico a la co-
munidad y las instituciones políticas y económicas a la sociedad. En este último sentido
es que Weber se adhiere a los tipos dicotómicos de Tönnies.
La sociología política en Max Weber ][235

y se basan en un ejercicio técnico, en tanto que en la dominación patriar-


cal se basan en la «tradición», en la creencia en el carácter inquebrantable
de lo que ha sido siempre de una manera determinada. Y la significación
de las normas es fundamentalmente distinta para ambas formas de domi-
nación.12 Aunque un poco absoluta la interpretación de la naturaleza de la
dominación patriarcal, que no necesariamente es puramente tradicional; la
comparación es válida en cuanto al grado de racionalidad de las normas
que suelen regir en esos espacios diferentes y las formas en que se puede
obtener la obediencia; sobre todo si se habla de las comunidades domésti-
cas del tipo de familia patriarcal, ya en proceso de extinción en la sociedad
moderna, aunque no así el poder del hombre.
La racionalidad política weberiana se dirige al análisis de la acción po-
lítica en lo público y no en lo privado. En realidad Weber parte de una de-
finición amplia de la política como «cualquier género de actividad directi-
va autónoma»13; definición que no es compartida por autores como
Ruciman, pero sí por quien escribe el presente trabajo. Sin embargo, la
amplitud de su definición no oscurece la distinción entre la dirección de
una asociación política como el estado y la de una comunidad doméstica;
entre la naturaleza de las relaciones humanas en una u otro tipo de insti-
tución. Tal distinción descansa precisamente en la racionalidad de la acti-
vidad de dirección en las instituciones públicas. Para Weber todo estado
«es una relación de dominación de hombres sobre hombres, que se sostie-
ne por medio de la violencia legítima... basada en la «legalidad», en la
creencia en la validez de preceptos legales y en la «competencia» objetiva
fundada sobre normas racionalmente creadas»... 14
La ambigüedad de la racionalidad política weberiana no radica en su
noción de la política o de dominación, sino en el principio epistemológi-
co que permea los fundamentos metodológicos de su Sociología, a saber
el enunciado de que los tipos ideales sólo son hipótesis o probabilidades
típicas de la realidad, conceptos abstractos y ahistóricos. Weber incluso se
contradice en su definición inicial de la acción social cuando afirma «La
acción real sucede en la mayor parte de los casos con oscura semiconscien-
cia o plena inconsciencia de su «sentido mentado». El agente más bien
«siente» de un modo indeterminado que «sabe» o tiene clara idea; actúa en
la mayor parte de los casos por instinto o costumbre, sólo ocasionalmen-
te –y en una masa de acciones análogas únicamente en algunos individuos–
se eleva a conciencia un sentido (sea racional o irracional) de la acción.»15

12. M. Weber, Economía y sociedad. Cap IX, ep. IV. «Dominación patriarcal y patrimonial»,
Madrid, FCE, 1993, p. 753.
13. M. Weber, «El político y el científico», en Sociología Sistémica. Módulo V. Emilio De
Ipola. CECSO, Universidad de Buenos Aires, 1994, p. 63.
14. Ib., pp. 65-66.
15. M. Weber, Economía y sociedad, p. 18.
236 ][ REINA FLEITAS RUIZ

Como compatibilizar tal afirmación con la tesis de la tendencia a la bu-


rocratización de la sociedad moderna, en tanto forma de dominación ra-
cional; asentada en normas jurídicamente legitimadas, en el valor al cono-
cimiento técnico y especializado y al cálculo que pretende consolidar los
intereses de poder. Es acaso la burocracia moderna un simple concepto
ideal o una realidad histórica, no precisamente singular sino universal y
que entorpece el ejercicio de la dominación democrática en el Capitalismo
y en el Socialismo.
Punto y aparte de los fundamentos metodológicos weberianos, la no-
ción de burocracia como forma de dominación política no deja, sin em-
bargo, de ser algo rígida. La legitimidad de la estructura burocrática no
descansa exclusivamente en medios legales; la violación de la legalidad, el
uso de medios represivos en masa y violatorios de los derechos humanos,
la complejidad de los mecanismos que ella a veces crea para cumplir deter-
minadas funciones asignadas, han convertido a esta estructura moderna,
en no pocas ocasiones, en una realidad irracional, ¡legítima, innecesaria,
entorpecedora para una actividad racional con arreglo a fines basados en
la eficiencia. La rigidez quizás se deriva de la creencia que se tiene en una
supuesta tendencia ascendente, en progreso, a la racionalidad de
Occidente y que no capta como a veces lo racional suele transformarse en
irracional.
La racionalidad no es la única cualidad metodológica weberiana distin-
guida por una ambigüedad que impacta hacia el interior de su sociología
política. La metodología individualista que Weber propone para estudiar
la acción social y que expresa una actitud científica antiorganicista, no se
valida en sus construcciones analíticas sobre las diferentes estructuras de
dominación. «Para otros fines de conocimiento (p. ej. jurídicos) o por fi-
nalidades prácticas –dice Weber– puede ser conveniente y hasta sencilla-
mente inevitable tratar a determinadas formaciones sociales (estado, coo-
perativas, compañía anónima, fundación) como si fueran individuos (por
ejemplo, como sujetos de derechos y deberes, o de determinadas acciones
de alcance jurídico). Para la interpretación comprensiva de la sociología,
por el contrario, esas formaciones no son otra cosa que desarrollos y en-
trelazamientos de acciones específicas de personas individuales, ya que tan
sólo éstas pueden ser sujetos de una acción orientada por su sentido... En
todo caso no existe para ella una personalidad colectiva en acción. Cuando
habla del «estado», de la «nación», de la «sociedad anónima», de la «fami-
lia», de un «cuerpo militar» o de cualquiera otra formación semejante se
refiere únicamente al desarrollo, en una forma determinada, de la acción
social de unos cuantos individuos, bien sea real o construida como posi-
ble...»16

16. M. Weber, Economía y sociedad... p. 12.


La sociología política en Max Weber ][237

Apegarse a tal principio hubiera significado para Weber no poder rea-


lizar un estudio sobre la burocracia y todas las instituciones de domina-
ción, debido al insuficiente desarrollo del nivel microsociológico de las in-
vestigaciones, en particular de las técnicas de recogida y análisis de
información, que pudieran justificar metodológicamente tal visión episte-
mológica. Weber se afilió desde la epistemología a las posiciones simme-
lianas que confiaban en una sociología de la acción social individual como
unidad básica de análisis; pero desde el punto de vista del análisis teórico
terminó moviéndose en la línea del pensamiento sociológico de la época:
de tratar las asociaciones políticas como instituciones regidas por una nor-
matividad diferente, con diferencias estructurales y funcionales que le
confieren un sentido diverso a la acción social. La dominación burocráti-
ca es expresión de esa lógica de estudiar un fenómeno político; en su epí-
grafe sobre la «Esencia, supuestos y desarrollo de la dominación burocrá-
tica» Weber parte de la comprensión de sus funciones, posiciones de sus
funcionarios, supuestos sociales y económicos, etc.17
El fundamento metodológico weberiano que con más coherencia se
plasma en los análisis políticos de su obra y que distingue su naturaleza
comprensiva e idealista; es el de la construcción de Tipos Ideales. Hay una
relación de continuidad en su obra póstuma: Economía y Sociedad, entre
todos los capítulos en que se organiza el análisis teórico sobre la realidad
social; y esa unidad se la confiere el método de construcción de tipos idea-
les, al que se refiere en el fundamento número 6.
Como ya se dijo, el concepto básico en la teoría weberiana es el de ac-
ción social, y las construcciones típicas derivadas de él tienen función
orientadora en el análisis de la dominación política. La dominación buro-
crática responde a una clásica acción donde los medios y fines se adecuan,
aquella en la que para Weber se logra el máximo de racionalidad posible;
la dominación patriarcal se basa más bien en la tradición (aunque los lazos
sentimentales pesan), en la creencia de una autoridad que tiene un origen
natural, y en el mínimo nivel de racionalidad que se puede hallar en un sis-
tema de dominación; y por último, la dominación carismática se legitima
en la consagración de los dominados a su jefe, en la obediencia, ciega en
virtud del reconocimiento de sus cualidades inusuales y extraordinarias, o
sea, en un sentido más afectivo y emotivo de la acción. Ellos son tipos
cuya pureza es sólo intelectiva, la realidad –según Weber– logra realizar
combinaciones oportunas y eficientes. Sociología política y realidad polí-
tica no tenían porque coincidir para Weber.
El conocimiento es siempre una aproximación a la realidad, ella es
mucho más variada en sus manifestaciones y más dinámica en sus cam-
bios; pero el hombre de ciencia no renuncia por ello al intento de captar

17. Para una profundización consultar el epígrafe 3 del capítulo IX referido a los tipos de do-
minación, que va desde la página 704 hasta la 889, en la ya citada edición de Economía y
sociedad.
238 ][ REINA FLEITAS RUIZ

esa realidad en todas sus dimensiones posibles y no autolimita el saber


científico con conceptos cuya llamada «pureza racional» sólo idealmente
existente, pueden anquilosarlo.
En la sociología política weberiana encontramos el conflicto de un
hombre que cree en un ideal de ciencia al margen de valoraciones axiológi-
cas y un hombre que comparte un ideal de sistema político que intenta ma-
terializar en la sociedad donde vive. Weber proclamó la neutralidad axioló-
gica en el análisis político y aunque ella suele ser parcialmente aceptable, en
tanto resulta necesario que el lenguaje y una visión científica primen en el
discurso político del sociólogo y se conserve un distanciamiento emocio-
nal con el objeto estudiado; no es posible dicotomizar la práctica política
del científico en lo público y lo privado con las tesis científicas que él de-
fiende en el proceso de la investigación social; el compromiso político es un
principio ético de la ciencia política moderna que Weber, en una aproxima-
ción al positivismo, no compartía de palabra pero practicaba de hecho.
Una valoración de sus obras fundamentales nos permite identificar una
posición crítica weberiana a la burguesía alemana, en tanto es inconsecuen-
temente liberal en su proyección política, pero en la cual confía como fuer-
za para ejercer el liderazgo nacional que permitiría lograr el ideal de una
Alemania fuerte en su proyección interna y externa. Sus juicios científicos,
que se plasman en la defensa teórica al sistema político de liderazgo/plebis-
citario con base en una dominación carismática que se apoya en la realidad
de los mecanismos burocráticos; se adecuan muy bien a la práctica de la ac-
tividad política que Weber desplegó en vida a través de la defensa de un pro-
yecto de sistema parlamentario para Alemania. Actividad política y teórica
muestran a un hombre identificado con un ideal liberal no clásico, crítico
del derecho natural; pesimista en cuanto a la acción de la burocracia, que
quiere contener buscando fórmulas que neutralicen su poder de hacer rígi-
da la sociedad; pero cuyo ideal liberal lo supedita a la aspiración de una na-
ción alemana convertida en una potencia mundial. Weber no escapa al con-
flicto alemán entre nacionalismo y liberalismo burgués de su clase.
Para algunos estudiosos de la obra de Weber como Mommsen,18 este
pensador se nos muestra como un teórico del orden capitalista de princi-
pios del siglo XX que defiende la idea alemana, presente ya en la filosofía
política que le antecedió, del papel activo del individuo político frente a la
masa amorfa que obedece ciegamente al líder carismático y que usa como
instrumento la demagogia y a la burocracia. En su conferencia La política
como vocación, pronunciada en 1919, Weber define el conflicto político de
la Alemania de la época en la necesidad de elegir entre una democracia
caudillista con «máquina» y una democracia sin caudillos y dominada por
políticos profesionales (la jaula de hierro) sin vocación»;19 solución que

18. Ver los dos artículos de Wolkgang Mommsen que se reseñan en la bibliografía del pre-
sente trabajo.
19. M. Weber, «La política como vocación», p. 97.
La sociología política en Max Weber ][239

para él se inclina hacia la primera fórmula del liderazgo de un caudillo que


emerge sobre un sistema plebiscitario que haría renovable a los líderes con
vocación para dominar. Una idea semejante se halla en la teoría paretiana
de la circulación de las elites.
Lukács ubica a Weber en la línea intelectual que contribuyó a formar una
ideología legitimadora del ideal fascista que nació en Alemania después de
la I Guerra Mundial. Es indudable que la legitimación teórica del liderazgo
carismático potenció la idea de la primacía del individuo-caudillo frente a las
masas pasivas, que se materializó en el gobierno fascista de 1933. Pero no
puede responsabilizarse a Weber con un hecho político, que incluso él llegó
a prever como posible consecuencia de su propuesta de liderazgo. El lide-
razgo carismático preconizado por Weber descansaba en la ética de la res-
ponsabilidad de su líder, ausente en los caudillos que lideraron aquella rea-
lidad política. En la conferencia mencionada Weber afirmaba: «Puede
decirse que tres son las cualidades decisivamente importantes para el políti-
co: pasión, sentido de la responsabilidad y mesura... La pasión no convierte
a un hombre en político si no está al servicio de una «causa» y no hace de la
responsabilidad para con esa causa la estrella que oriente la acción.»20 El
error político de Weber no radica en la propuesta teórica que intenta legiti-
mar la necesidad del liderazgo de hombres con capacidad y responsabilidad
para ejercerlo, sino en atribuirle a la masa (la otra parte del proceso de inter-
acción) un rol pasivo y no comprender las capacidades que como protago-
nistas de la historia y los procesos sociales ellas suelen desarrollar.

CONCLUSIONES
La obra de Weber es, incluso en lo que se refiere sólo a la sociología polí-
tica, muy rica en matices y diversa en el abordaje de cuestiones teóricas de
interés. No fue nunca nuestra intención abarcar la totalidad de todos los
asuntos abordados por él en esta especialidad, solamente destacar la uni-
dad que entre el método y la sociología política existe, así como sus incon-
secuencias metodológicas y el impacto que tienen hacia el interior del aná-
lisis político.
Weber fue el creador de un método en la teoría sociológica: el com-
prensivo, que aplicó a diferentes ramas del conocimiento sociológico,
entre las que se halla la sociología política. La sociología política entendi-
da en términos weberianos no podría interpretarse acertadamente si no se
parte de ese punto de vista.
Su clara afiliación al orden político capitalista no demerita la monu-
mentalidad de su obra y contribución a la sociología política, aunque sí
desmitifica alguna de las tesis defendida por él en el discurso, como la lla-
mada neutralidad axiológica.

20. Ib., pp. 98-99.


240 ][ REINA FLEITAS RUIZ

Weber es efectivamente un producto alemán del período postbismarc-


kiano, pero eso no lo hace automáticamente un irracionalista identificado
con un ideal fascista. Su teoría política se inclina hacia una proyección na-
cional-liberal de tipo diferente al creado por la Ilustración, crítica frente a
la teoría ilustrada del derecho natural.
La racionalidad política weberiana tampoco lo hace un auténtico here-
dero de la ilustración pues no es una razón que se apoya en una visión crí-
tica de la sociedad, sino más bien está inclinada a la legitimación del orden;
a pesar incluso de la «Jaula de Hierro». Weber es simplemente un produc-
to del pensamiento científico moderno de principios del siglo XX defensor
de los intereses de una clase que ya había perdido sus potencialidades re-
volucionarias.
Las posiciones weberianas requieren que se juzguen desde una visión
que utilice la multiplicidad de tonalidades y colores; los extremos sólo
suelen ser clásicos de las construcciones típicas y puramente «racionales».

BIBLIOGRAFÍA
AROND, R., «Max Weber y la política del Poder», Papers, 15, Barcelona,
Universidad Autónoma, 1981.
BOTTOMORE, T. y NISBET, R., Historia del análisis sociológico, Buenos Aires,
Amorrortu editores, 1988.
LUKÁCS, G., El Asalto a la Razón, La Habana, Instituto del Libro, 1967.
MOMMSEN, W., «De Estado Constitucional-liberal a la Democracia de liderazgo-
plebiscitario», en Max Weber y la Teoría Social y Política Contemporánea, 3,
(Julio Pinto, ed.), Buenos Aires, Secretaría Académica de la Fac. de Ciencias
Sociales, Universidad de Buenos Aires.
MOMMSEN, W., «Max Weber y la crisis de¡ sistema de valores liberal», Papers, 15,
Barcelona, Universidad Autónoma, 1981.
PINTO, J. (ed.) Max Weber y la Teoría Social y Política Contemporánea, t. 3. Buenos
Aires, Secretaría Académica, Fac. de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos
Aires.
RITZER, Teoría Sociológica Contemporánea, I, New York, ed. Mac Graw Hill, 1993.
RUCIMAN, W.G., «Aparición de la Sociología Política», cap. 11 en Sociología y
Política, México, 1966.
SCHLUCHTER, W., «La vieja síntesis: La Democracia Burocrática», en Max Weber y
la Teoría Social y Política Contemporánea, 3. Buenos Aires, Universidad de
Buenos Aires.
WEBER, M., La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Madrid, Revista de
Derecho Privado.
WEBER, M., «El político y el científico», en Sociología Sistémica. Módulo V. Emilio
De Ipola, CECSO, Universidad de Buenos Aires, 1994.
WEBER, M., Economía y Sociedad, Madrid, FCE, 1993.
LOS GRUPOS FOCALES
POR: JOSE M. HUERTA, PH.D. ESPECIALISTA EN EVALUACIÓN

ORIGEN DE LOS GRUPOS FOCALES

Se originaron de la necesidad. Hacia 1930s, los científicos


sociales empezaron a investigar los problemas que de por sí tenía
la entrevista tradicional en la que el encuestador podía ejercer
una gran influencia en la manera en que el entrevistado
respondía, además de las limitaciones que ya tenían las preguntas
cerradas. Las preguntas cerradas limitan las alternativas de
respuestas, por lo que el participante está limitado en la manera
en que podía responder. Mientras que las entrevistas de preguntas
abiertas de metodología no tradicional ofrecen a los
participantes una mayor flexibilidad en la manera en que desean
responder.

Recientemente, los grupos focales están siendo muy


utilizados para la investigación de mercado, debido a que
producen resultados confiables a un costo razonable y en poco
tiempo. También los políticos usan mucho la estrategia para
determinar la manera en que las personas visualizan sus
respectivas campañas políticas.

Los científicos sociales finalmente están re-descubriendo el


valor de la técnica ante un excesivo énfasis en la investigación
cuantitativa o basada meramente en números, la cual era la
práctica preferida entre los científicos sociales tradicionales.
Sin embargo, la corriente moderna acepta mucho más el auge de lo
cualitativo, y en muchos casos se prefiere la combinación de
ambos paradigmas.

IMPORTANCIA DEL GRUPO FOCAL

El grupo focal es una herramienta muy útil para la


planificación de los programas y la evaluación de los mismos. El
secreto consiste en que los participantes puedan expresar
libremente su opinión sobre diferentes aspectos de interés en un
ambiente abierto para el libre intercambio de ideas. Otro de los
aspectos positivos estriba en el hecho de proveer participación a
las personas involucradas en los respectivos programas.

La actividad la puede dirigir cualquier persona que sea


adiestrada y adquiera las destrezas requeridas, y tenga un
interés genuíno en llevar a cabo la mencionada dinámica grupal.
Se recomienda que los diferentes grupos de interés, como en el
caso de los agricultores, amas de casa, jóvenes 4-H y líderes de
la comunidad tengan como moderadores y asistentes de moderadores
a personas que sean parte de su grupo. De esta forma, los
participantes se mostrarán más dispuestos a participar y a
cooperar, por lo que los resultados tendrán mayor credibilidad,
ya que los comentarios se generaron en un clima de mayor

1
confianza. En adición, los participantes estarían más
comprometidos a utilizar los hallazgos resultantes del proceso.
De la misma manera que no se recomendaría el utilizar a un hombre
de moderador cuando todos los participantes son mujeres. O que
haya entre el mismo grupo de participantes supervisores y
supervisados.

CARACTERÍSTICAS DE LOS GRUPOS FOCALES

 Los participantes tienen ciertas características homogéneas.

 Se proveen datos de índole cualitativo.

 La discusión es enfocada en un aspecto específico.

 Es sumamente importante la percepción de los usuarios y


consumidores sobre productos, servicios y oportunidades.

 El propósito no es el de establecer consenso, sino el de


establecer las percepciones, sentimientos, opiniones y
pensamientos de los usuarios sobre productos, servicios y
oportunidades.

 Puede constituir un buen foro para facilitar un cambio


sistémico adecuado en la organización.

 Es un proceso adecuado para facilitar el aprendizaje de los


miembros de la organización.

USOS DEL GRUPO FOCAL

 Antes de comenzar el programa, para efectos de la


planificación (incluyendo la planificación estratégica)
estudio de necesidades, diseño de programa, generar
información para los cuestionarios o investigación de mercado.

 Durante el programa, como el caso de las encuestas a los


participantes, evaluaciones formativas o para reclutar nueva
clientela para los programas existentes.

 Al final del programa; esto sucede cuando se utilizan los


grupos focales como un suplemento a las evaluación final o
sumativa.

 Después del programa; se puede utilizar en las evaluaciones de


seguimiento para observar el efecto del programa a mediano o
largo plazo, y para establecer las lecciones aprendidas y los
puntos débiles y fuertes que tuvo el programa.

VENTAJAS DEL GRUPO FOCAL

2
 Es un proceso social, donde se ofrece la oportunidad de
interactuar con otras personas.

 En nuestra cultura Hispana, la gente prefiere y responde más a


este tipo de actividad que a otras donde haya menos
interacción, como en el caso de los cuestionarios
individualizados, o el caso de los cuestionarios escritos.

 Esta técnica no excluye a aquellos participantes que tengan


limitaciones en la lectura y la escritura.

 Los participantes pueden decidir sus opiniones después de


escuchar a otros.

 El grupo focal es un proceso vivo y dinámico, el cual ocurre


naturalmente, a diferencia de las condiciones controladas de
los procesos experimentales.

 Provee suficiente flexibilidad para explorar asuntos no


anticipados de antemano, a diferencia de otras investigaciones
más estructuradas, como es el caso de la encuesta por correo.

 Tiene mayor credibilidad que otras técnicas, debido a que la


estrategia y los hallazgos son fácilmente entendibles por los
participantes y por aquellos que van a utilizar la
información.

 Otra ventaja es que los costos son bajos en relación a otras


técnicas.

 Tienen el potencial de proveer resultados rápidos.

 Provee al investigador la alternativa de aumentar el número de


participantes en relación a otras investigaciones
cualitativas, como el caso del estudio de caso.
LIMITACIONES DE LOS GRUPOS FOCALES

 El investigador tiene menos control en una entrevista de grupo


de la que pueda tener en una individualizada.

 Los datos son más difíciles de analizar, especialmente porque


los comentarios deben de ser analizados según el contexto de
la discusión.

 La técnica requiere de entrevistadores diestros. El éxito de


la actividad va a residir en gran parte de las destrezas del
moderador.

 Los grupos pueden variar considerablemente. La composición de


cada grupo focal tiende a tener unas características
especiales, para las que el moderador debe estar preparado.

 A veces resulta difícil reunir a las personas.

3
 La dinámica debe ofrecerse en un ambiente que invite al
intercambio de ideas. Esto puede representar algún tipo de
problema de logística y a menudo se requiere ofrecer algunos
incentivos para los participantes.

PLANIFICACION DEL GRUPO FOCAL

 Es necesario determinar el propósito de la actividad. Entre


otras cosas se debe establecer la razón por la cual se va a
llevar a cabo el estudio, a quiénes les interesa la
información, los tipos de información que son importantes,
quiénes van a ser los usuarios de la información, determinar
el tipo de información requerida, y la razón por lo que la
misma es requerida.

 Determinar la población a participar. Entre estos pueden ser


los miembros de grupos específicos, consejos asesores,
empleados, consumidores o clientes de algún producto o
programa específico. Se espera que los participantes en un
mismo grupo sean lo más homogéneos posibles y no se conozcan
entre sí. El propósito es que los participantes se puedan
expresar libremente sin herir susceptibilidades. Sin embargo,
aún cuando los participantes se conozcan, es posible
desarrollar buenos grupos focales si el moderador provee un
ambiente apropiado para el mismo. El tamaño de cada grupo debe
fluctuar entre 4-10 personas, con un número óptimo de 6-8.
Esto es debido a que en un grupo mayor muchos participantes
podrían cohibirse de participar, mientras que en un grupo
demasiado pequeño pudiera haber pocas ideas representadas.

 Desarrollar un plan y estimar los recursos requeridos. Esto


usualmente incluye el desarrollar el plan, desarrollar las
preguntas, identificar y reclutar a los participantes, probar
el proceso, primer GF segundo GF tercer GF cuarto GF( este
último, de ser necesario) análisis, borrador, borrador final,
presentación oral del informe. Por lo generar, se deben llevar
a cabo al menos 3 grupos focales sobre el mismo tema con las
mismas preguntas. Grupos focales adicionales pueden
justificarse si los grupos incorporan informaciones muy
diferentes. En este caso, se deben realizar otras sesiones
hasta que dejen de aparecer nuevos hallazgos.

LA REDACCIÓN DE LAS PREGUNTAS

1. Sería muy deseable contar con un grupo mixto donde haya


personas con conocimiento del tema a discutirse y también
con alguien conocedor de técnicas para redactar
cuestionarios. Este grupo debe reunirse para escribir
inicialmente las preguntas que surjan del grupo, que debe
constituírse entre 4-7 personas. Las preguntas deben ser
abiertas, de manera que éstas generen pensamiento crítico, y
que cada uno tenga la suficiente flexibilidad para elaborar
sus respuestas. Preguntas que se contesten con una palabra o

4
con un sí o un no se deben evitar. Ejemplos de preguntas son
los siguientes: ¿Qué opinas del programa? ¿Cómo te sentiste
en la conferencia? ¿Dónde conseguiste la nueva información?
¿Qué aspectos te gustan más de la propuesta o proyecto?

2. Una vez se sobrepase el número de 20 preguntas, se debe


proceder a establecer prioridades, de manera que el número
final fluctúe entre 6-8 preguntas.

3. Durante este proceso no se debe descartar el añadir


preguntas que no habían sido previamente consideradas, o el
modificar preguntas existentes.

4. Una vez se haya llegado a un consenso sobre las preguntas a


incluírse, se debe establecer una secuencia lógica de las
mismas.

5. Antes de que las preguntas puedan ser utilizadas en el grupo


focal, se deben probar las mismas con una población similar
a la del estudio. El objetivo es probar el instrumento en
condiciones reales con una población parecida. Esto se
conoce como el proyecto piloto.

6. Tras el proyecto piloto, se deben realizar las


modificaciones pertinentes, en el caso de que esto sea
necesario. La duración de un grupo focal debe fluctuar entre
1 ½ y 2 horas de duración.

FUNCIONES DE LOS DIRIGENTES DE LOS GRUPOS FOCALES

FUNCIÓN DEL MODERADOR ANTES DEL GRUPO FOCAL

 Familiarizarse con el tema a tratarse

 Coordinar el reclutamiento de los participantes.


 Coordinar la logística de los grupos focales.

 Practicar la introducción.

 Sentirse cómodo con las preguntas.

 Estar descansado.

FUNCION DEL MODERADOR DURANTE EL GRUPO FOCAL

 Llegar temprano.

 Determinar la ubicación de las personas. Se recomienda una


mesa redonda y un cartón donde se escriba el primer nombre
de los participantes. En cuanto a la ubicación de las
personas, el más tímido debe colocarse al frente del
moderador, para que se sienta confiado a hablar. El más

5
inquieto debe sentarse justamente al lado del moderador con
el propósito de que se tranquilize un poco.

 Dar la bienvenida al inicio del grupo focal.

 Comenzar y terminar en el tiempo previsto (1½ a 2 horas).

 Guardar su opinión.

 Controlar reacciones verbales y no verbales.

 Al final, pregunte si algo se ha quedado.

FUNCIONES DEL ASISTENTE EN EL GRUPO FOCAL

 Conseguir los materiales (libreta, grabadora, cintas,


cartones, incentivos para los participantes, etc...

 Conseguir y preparar los refrigerios.

 Hacerse cargo del arreglo del salón.

 Dar la bienvenida a los participantes.

 Sentarse en el lugar designado. Se recomienda que sea en una


mesa cerca de los participantes.

 Verificar la grabación.

 Tomar nota de la discusión.

 No participar en la dinámica.

 Realizar preguntas cuando se lo indique el moderador.

 Proveer un resumen de la actividad.

 Proveer insumos al informe del moderador.

6
PROCESO DEL ANALISIS DEL GRUPO FOCAL

 Preparar entre 3-6 páginas de resumen de la dinámica. Se debe


hacer tan pronto como la actividad haya finalizado. Se deben
separar alrededor de 4 horas para la actividad.

 Transcripción total de la actividad, con exactamente las


mismas palabras utilizadas por los participantes. Esto deberá
hacerlo una secretaria o voluntario que tenga las destrezas
requeridas. La transcripción deberá hacerse lo antes posible,
con el fin de que la discusión efectuada esté lo más fresca
posible en la mente de los participantes. Esto se debe
realizar escuchando la grabación pregunta por pregunta, y
observando el siguiente formato sugerido.

Fecha del Grupo Focal


Lugar del Grupo Focal
Número y tipo de participantes
Nombre del Moderador
Nombre del Asistente Moderador

RESPUESTAS A LAS PREGUNTAS

P2. Cuál fue el problema y cómo obtuvo la respuesta?


Resumen Breve/Aspectos Claves Frases Notables

7
P3. ¿Qué aspectos considera cuando solicita ayuda?
Resumen Breve/Aspectos Claves Frases Notables

 Compartir el análisis con el asistente de moderador. El


asistente de moderador debe sentirse cómodo con el informe.

 Enviar copia del borrador a los participantes del grupo focal


para obtener sus reacciones

 Realizar el informe final, incorporando las recomendaciones de


los participantes.

 Informar de manera oral los resultados de la actividad.

EJEMPLO DE UNA INTRODUCCIÓN AL GRUPO FOCAL

Buenas tardes y bienvenidos a nuestra sesión. Gracias por


sacar un tiempo para participar en esta discusión del Servicio de
Extensión Agrícola. Me llamo _____ y trabajo para ________. Me
asiste ______. Cada uno de ustedes tiene experiencia en el tema.
El propósito del estudio es el de _____. La información que nos
provean será muy importante para tenerse en cuenta para futuras
decisiones que debe tomar el Servicio de Extensión Agrícola.

En esta actividad no hay respuestas correctas o incorrectas,


sino diferentes puntos de vista. Favor de sentirse con libertad
de expresar su opinión, aún cuando esta difiera con la que
expresen sus compañeros.

Se les pide que por favor hablen alto. Estaremos grabando


sus respuestas, ya que no queremos perdernos ninguno de sus
comentarios. Si varios participantes hablan al mismo tiempo, la
grabación se perderá. Estaremos llamando a cada uno por el primer
nombre. El informe final no incluirá los mismos para asegurar la
confiabilidad. Tengan en cuenta que estamos tan interesados en
los comentarios negativos como en los positivos. En algunos casos
los comentarios negativos son aún más útiles que los positivos.

Nuestra sesión durará unas dos horas, y no tomaremos ningún


receso formal. Colocaremos tarjetas en la mesa al frente de
Usted, para que nos ayuden a recordar los nombres de cada cual.
Para romper el hielo, vamos a averiguar algo sobre Ustedes, su
nombre, organización, lugar de trabajo, y díganos por favor lo
primero que le viene a su mente cuando escucha el término de
Agricultura Sustentable.

8
Referencia:

Krueger, Richard A. (1988). Focus Group: A Practical Guide for


Applied Research, Sage, California.

EJEMPLO DE PREGUNTAS DE UN GRUPO FOCAL

Fecha: 27 de noviembre de 1997

Lugar: Finca Alzamora, Recinto Universitario de Mayagüez

Actividad: Grupo Focal

Tema: Opiniones sobre la aplicabilidad de las prácticas de


Agricultura Sustentable en la región montañosa central

Nombre del moderador _________________________

Asist. del moderador _________________________

Participantes: 8 agrónomos que laboran en la empresa de café

Preguntas:

1. ¿De las prácticas que se llevan a cabo en la empresa del


café, cuáles propenden más hacia la sustentabilidad?

2. ¿Cuáles son los aspectos limitantes para la adopción de


prácticas de sustentabilidad en la empresa del café?

3. ¿Qué ventajas tienen las fincas de la región montañosa


central para lograr su permanencia como unidades
sustentables y económicamente viables?

4. ¿Cuál es la manera más viable de obtener una sincronización


entre las prácticas de agricultura sustentable y las
políticas agrarias del Departamento de Agricultura?

5. ¿Cuál es la metodología más adecuada para capacitar al


agricultor en aspectos de sustentabilidad con el fin de que
éste adopte las prácticas?

6. ¿Cuál sería el procedimiento más adecuado de establecer


vínculos entre el agricultor, el investigador y el
divulgador?

7. ¿Cómo ustedes trabajarían para lograr un desarrollo socio-


económico íntegro y sustentable en las comunidades que
atienden?

8. EJEMPLO DE FORMA DE RECLUTAMIENTO POR TELÉFONO

9
MIEMBROS 4-H ENTRE 9-14 AÑOS MUNICIPIO DE ARECIBO

Nombre del entrevistado ____________________ Fecha __________

Dirección ______________________________ TEL: _______________

Hola, me llamo __________ estoy llamando de la oficina del


Servicio de Extensión Agrícola de ____________. Estamos llevando
a cabo una pequeña encuesta y quisiéramos hablar con miembros 4-
H. ¿Están ellos disponibles?

Si están disponibles, continúe, si no lo están, termine la


conversación.

El Servicio de Extensión Agrícola está llevando a cabo un estudio


sobre la educación no formal de los jóvenes 4-H, y quisiera
hacerle algunas preguntas. Las preguntas tomarán menos de 2
minutos. ¿Podemos comenzar?

1. ¿Vive en el pueblo de Arecibo?

( ) Sí (continúe)
( ) No (termine)

2. ¿Eres miembro activo 4-H?

( ) Sí (continúe)
( ) No (termine)

3. ¿A qué categoría de edad pertenece?

( ) menos de 9 años (termine)


( ) de 9-11 años (reclute al menos 8)
( ) 12-14 años (reclute al menos 8)
( ) 15 años o más (termine)

La oficina local del Servicio de Extensión Agrícola está


patrocinando una reunión con jóvenes 4-H para discutir aspectos
de la educación informal. Esto no es una reunión de ventas, sino
es estrictamente un proyecto de investigación. Nos gustaría
discutir sus tópicos de interés en un grupo. La reunión será el
próximo 6 de mayo a las 3:30 en el centro comunal del barrio de
Domingo Ruiz de Arecibo. ¡Habrá refrigerios! . ¿Asistirás?

( ) Sí (confirme nombre y dirección)


( ) No (Agradezca su tiempo y termine)
Si aceptó la invitación, le estaré enviando una carta en unos
días confirmando su participación. Si necesita alguna ayuda sobre
la manera de llegar al lugar, o si desea cancelar, favor de
llamar a nuestra oficina al teléfono: _______________
Muchas gracias por su atención, y hasta pronto.

10
Cordialmente,

Dr. José M. Huerta


Especialista en Evaluación

11
EJEMPLO DE CARTA DE INVITACION PARA LOS GRUPOS FOCALES

Encabezado oficial de la Agencia

Nombre y dirección Fecha


del participante

Muchas gracias por haber aceptado la invitación para asistir a la


reunión pautada para el próximo 6 de abril en el centro comunal
del barrio Domingo Ruiz de Arecibo. La reunión comenzará a las
3:30 PM y concluirá con unos refrigerios y confraternización
social a las 5:00 PM.

Debido a que estaremos hablando con un número limitado de


personas, el éxito y la calidad de la discusión estará basado en
la cooperación de las personas que asisten. Debido a que ha
aceptado la invitación, se espera que asista para de esta manera
contribuya a que el proyecto de investigación sea un éxito. De la
misma manera, tendrá la oportunidad de proveer sugerencias para
el mejoramiento de las actividades de los clubes 4-H de las que
usted participa.

La discusión a la que asistirá será una reunión de un grupo


pequeño de jóvenes 4-H. Discutiremos diferentes tipos de
actividades, y nos gustaría conocer su opinión sobre el tema.
Esto es un proyecto de investigación que auspicia la Universidad
de Puerto Rico a través del Servicio de Extensión Agrícola, por
lo que todo tipo de ventas y contribuciones económicas estarán
estrictamente prohibidas. También garantizamos la
confidencialidad de sus opiniones. El informe final será
totalmente anónimo, y sólo servirá para documentar las opiniones
de los miembros 4-H del municipio de Arecibo sobre sus
actividades. Al final de la sesión, cada participante recibirá un
pequeño presente por su participación.

Si por alguna razón no puede participar, favor de llamar cuanto


antes a la oficina, para así poder realizar las gestiones para
sustituirlo. Nuestro teléfono es ____________________

Espero tener la oportunidad de saludarle personalmente el próximo


6 de abril.

Cordialmente,

José M. Huerta, Ph.D.


Especialista en Evaluació SEA
Moderador del Grupo Focal

Revisado en febrero de 2005

12
REFERENCIAS

Fetterman, D. & Kaftarian, S & Wandersman, A, (1996).


Empowerment Evaluation. Sage Publications.

Greenbaum, Thomas L. (1993). The Handbook for Focus Group


Research, Lexington Books, New York.

Hammond, Meryl (1986). Creative Focus Groups: Uses and


Misuses, Marketing & Media Decisions, 21(8),154,156.

Krueger, Richard A. (1988). Focus Groups: A practical Guide


for Applied Research, Sage, California.

Lydecker, Tony H. (1986). Focus Group dynamics: Association


Management, 38(3),73-78.

Patton, M. (1987). How to use qualitative methods in


evaluation. Center for study of evaluation, University of
California, Los Angeles, Sage Publications Inc.

Patton, Michael Q. (1980). Qualitative Evaluation Methods.


Beverly Hills, CA: Sage.

Patton, Michael Q. (1982). Practical Evaluation, Beverly


Hills, CA: Sage

Steward, D. W. & Shamdasani, P.N. (1990). Focus Group:


Theory and Practice, Sage, California.

Templeton, Jane F. (1994). Focus Group: A Strategic Guide to


Organizing, conducting and Analyzing the Focus Group Interview,
Irwin, Illinois and New York.

13
EL PAPEL DE LAS ENCUESTAS DE 
OPINIÓN EN LAS ELECCIONES 
FEDERALES DE 2012 
 
Murilo Kuschick 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
   
EL PAPEL DE LAS ENCUESTAS DE OPINIÓN EN LAS ELECCIONES FEDERALES DE 2012 es un 
documento  de  investigación  del  Centro  para  el  Desarrollo  Democrático  del  Instituto 
Nacional Electoral. 
La  investigación  fue  realizada  por  el  Dr.  Murilo  Kuschick,  profesor  e  investigador  del 
Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana – Azcapotzalco. 
Las opiniones y los contenidos de la investigación son responsabilidad del autor. 
   

 
ÍNDICE 

INTRODUCCIÓN  5 
 
I. ELECCIONES Y ENCUESTAS EN MÉXICO  19 
 
II. ENCUESTAS ELECTORALES Y MEDIOS DE INFORMACIÓN  25 
 
III. SURGIMIENTO Y UTILIZACIÓN DE LAS ENCUESTAS DE OPINIÓN  27 
 
IV. ANÁLISIS DE LAS ENCUESTAS EN LAS ELECCIONES DE MÉXICO DEL  39 
AÑO 2000 AL 2012 
 
V. RESULTADOS DE LA ENCUESTA DE PERCEPCIÓN SOBRE LAS  65 
ENCUESTAS DE OPINIÓN PREELECTORALES 2012 
 
VI. CONCLUSIONES  181 
 
BIBLIOGRAFÍA  187 
 
   

 
   

 
INTRODUCCIÓN 

 
En  la  actualidad,  las  encuestas  de  opinión  ocupan  un  lugar  preponderante  en  las 
campañas y son un elemento importante dentro del ritual político electoral, pues es casi 
imposible pensar en las elecciones sin encuestas. 
En  términos  hipotéticos,  las  encuestas  de  opinión  comienzan  a  tener  una  función 
relevante en México a partir del proceso de democratización del país que se inició con la 
primera reforma electoral en 1977;1 sin embargo, no se tiene noticia de la realización de 
encuestas  preelectorales  en  esas  elecciones.  Si  bien  las  elecciones  comienzan  a  ser  más 
competitivas, pues además del PRI hay otros partidos que se disputan el poder, no había 
equidad  suficiente  para  que  además  de  la  competencia  hubiera  otro  ingrediente 
fundamental  en  la  contienda,  que  es  la  incertidumbre;  es  decir,  el  hecho  de  que  no  se 
sepa de manera anticipada quién va a ganar el proceso electoral, situación que será más 
evidente a partir de la elección de 1988. En esas elecciones se realizaron encuestas con la 
finalidad de anticipar quién podría ser el ganador de la elección; sin embargo, una de las 
funciones básicas y fundamentales de las encuestas de opinión es mostrar en momentos 
diferentes  una  fotografía  del  proceso  electoral,  es  decir,  cómo  se  van  perfilando  los 
distintos candidatos y partidos y cuál es la intención de voto que la ciudadanía tiene para 
cada uno de ellos. 
Ante  este  panorama  surge  la  pregunta,  ¿qué  tan  importante  es  saber  de  forma 
anticipada quién podrá ganar una contienda electoral? En una democracia representativa 
para acceder al poder, obtener y direccionar recursos, los candidatos y partidos políticos 
necesitan  ganar  en  las  elecciones.  En  ese  sentido,  las  elecciones  son  procesos 
competitivos en donde se gana y se pierde; para participar de una manera más racional en 

                                                            
1
 Las  encuestas  de  opinión  en  México  se  utilizan    a  partir  de  los  años  cuarenta  cuando  la  Revista  Tiempo 
dirigida por Martín Luis Guzmán publicó resultados de encuestas que llevó a cabo Lazlo Radvanyi sobre la 
participación de México en la II Guerra Mundial. Sin embargo, el despegue de las encuestas se inicia en 1988 
cuando  por  iniciativa  de  investigadores  privados  se  lleva  a  cabo  una  veintena  de  encuestas  de  opinión 
preelectorales. Miguel Basañez, “Opinión Pública en México: una historia”, Revista Este País, núm. 109, abril 
2005. 

 
la  campaña  política,  los  partidos  deben  conocer:  cuáles  son  las  necesidades,  deseos, 
aspiraciones y expectativas de los ciudadanos; el conocimiento que tienen de los partidos 
y  sus  candidatos,  predilecciones,  simpatías  o  antipatías;  la  aceptación  o  rechazo  a  las 
políticas  públicas  que  implementan  los  distintos  gobiernos.  El  conocimiento  de  estos 
asuntos puede investigarse mediante la aplicación de encuestas. 
Además, a otros actores de la contienda política les interesa saber quién va ganar una 
elección, como es el caso de las élites políticas y económicas que apoyan a candidatos y 
partidos y que hacen todo tipo de apuestas sobre los posibles ganadores; también están 
interesados  los  medios  de  información  que  se  comprometen  con  los  políticos  y  sus 
programas, ya que la contienda les va a reportar ganancias, aumento de tiraje y audiencia, 
prestigio e influencia entre el público; por último, los electores quienes de manera directa 
no  ganan  nada  en  términos  materiales,  aunque  como  señala  Murray  Edelman2 reciben 
ganancias simbólicas, esto es, en la campaña obtienen premios y todo tipo de regalos al 
mismo tiempo que reciben promesas de una vida mejor, satisfacciones de que su partido 
o  el  candidato  con  el  cual  están  identificados  gane  las  elecciones  y  apliqué  después 
políticas  públicas  mediante  las  cuales  sentirán  que  cierto  tipo  de  problemas  han  sido 
resueltos. 
En ese sentido, con tantos asuntos en juego para tal cantidad de actores, las encuestas 
se  vuelven  mecanismos  imprescindibles  como  medio  de  información  para  la  toma  de 
decisiones; y también son un medio para intentar influir en la decisión de los ciudadanos 
que  aún  no  se  han  decidido.  Por  tanto,  las  encuestas  como  veremos  son  útiles  para  la 
toma de decisiones y al mismo tiempo funcionan como propaganda y manipulación. Las 
encuestas de opinión preelectorales no sólo son una fuente de información, sino también 
un mecanismo de influencia. En este trabajo demostraremos que las encuestas juegan un 
papel  cada  vez  más  relevante  como  mecanismo  de  apoyo  para  la  toma  de  decisión 
ciudadana.3 

                                                            
2
 Murray Edelman, La Construcción del espectáculo político, Manantial, Buenos Aires, 1991. 
3
 Shanto Iyengar y Donald Kinder, Televisión y Opinión Pública, Gernika, México, 2004. 

 
En  la  actualidad  las  encuestas  han  llegado  a  ser  empleadas  por  los  partidos  y 
candidatos como un medio más para la propagación, no de sus ideas o de sus propuestas 
de  campaña,  sino  como  un  mecanismo  publicitario  auxiliar  que  busca  influir  en  los 
electores indecisos para que se suban al carro ganador, band wagon effect, o al perdedor, 
por tanto son usadas tanto como medio de información, de planificación de estrategias o 
como un mecanismo de propaganda y relaciones públicas. 
En  efecto,  las  encuestas  de  opinión  en  México  han  sido  utilizadas  sobre  todo  como 
mecanismo de influencia, pues se emplean como medio de propaganda a través de spots, 
espectaculares  y  otras  vías  de  difusión,  lo  que  podría  significar  que  han  comenzado  a 
perder o disminuir su credibilidad e importancia en las elecciones. 
Sin  embargo,  mientras  los  políticos  tienen  gran  fe  en  los  efectos  de  los  medios  de 
comunicación en la ciudadanía, no sucede lo mismo en el ámbito académico, en donde no 
hay unanimidad al respecto. Desde que se planteó la teoría de la aguja hipodérmica se ha 
discutido  la  premisa  de  que  todo  lo  trasmitido  por  los  medios  es  aceptado  por  la 
audiencia, es decir, que los efectos de los medios masivos de comunicación son ilimitados 
de  manera  que  logran  manipular  a  la  audiencia. 4 La  teoría  fue  cuestionada  en  los  años 
cuarenta por un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia con la idea de los 
efectos  limitados  de  los  medios  de  información,5 ahí  se  propone  que  el  efecto  de  los 
mensajes puede ser evitado o disminuido, ya que la audiencia los selecciona en función de 
sus características sociales. Los diversos grupos “censuran” los mensajes, lo que significa 
que no van a votar, comprar, vestir o decir algo que vaya en contra de las costumbres y 
valores de su grupo social, con los casos de excepción en los que al sujeto no le interesa la 
opinión  de  los  miembros  de  su  grupo  de  referencia.  Otra  propuesta  dice  que  la 
comunicación  funciona  con  relación  a  los  usos  y  gratificaciones  que  proporciona,  por  lo 
que las personas se exponen a los medios que reflejan sus propias opiniones y, por último, 

                                                            
4
 Rafael  Roda  Fernández.  Medios  de  Comunicación  de  Masas,  Siglo  XXI  editores,  Madrid,  1990.  Cándido 
Monzón A. La Opinión Pública, Tecnos, Madrid, 1990. 
5
 Paul Lazarsfeld, B. Berelson y H. Gaudet, El Pueblo Elige, Paidós, Buenos Aires, 1964. 

 
se  ha  señalado  que  en  cuestiones  de  comunicación,  por  lo  regular,  un  tema  no  llama  la 
atención hasta que un líder de opinión hace referencia al mismo. 
Sería imposible decir que la comunicación no tiene efectos sobre la audiencia, de ahí 
que las campañas políticas procuren colocar la información de sus candidatos en distintos 
medios para lograr impactos sobre diversos integrantes de la audiencia. En razón de ello 
se  han  multiplicado  los  medios  dirigidos  a  los  distintos  segmentos  que  conforman  la 
opinión pública, si bien su poder para influir en las audiencias está ligado a la confianza, 
credibilidad y a la imagen de los políticos, partidos y candidatos. Además, los medios y las 
encuestas crean una “agenda”, esto es, guían a las audiencias sobre cómo pensar y en qué 
pensar:  todos  los  días  en  las  páginas  de  los  periódicos,  en  las  pantallas  de  televisores  y 
computadoras  se  leen  y  proyectan  historias,  imágenes  y  conceptos  relacionados  con  las 
propuestas de los partidos y candidatos, tal cantidad de información va a generar el efecto 
de priming (impresión) que las personas van a considerar para tomar decisiones. 6 
Al llamar la atención sobre unos asuntos, ignorando otros, las noticias de la 
televisión  influyen  en  los  parámetros  mediante  los  cuales  se  juzgan  a  los 
gobiernos, a los presidentes, a los políticos y a los candidatos a la función 
pública. 
La impresión se refiere a los cambios de conceptos que utiliza la gente para 
hacer evaluaciones políticas. Cuando juzgan la actuación de un gobierno o 
de  un  presidente  y  la  conveniencia  de  una  política  o  de  un  candidato,  los 
ciudadanos  aplican  una  cantidad  de  parámetros.  Por  ejemplo,  nuestra 
opinión  del  presidente  Reagan  podría  depender  de  su  actitud  respecto  al 
control  del  armamento,  la  vitalidad  de  la  economía  nacional,  su  posición 
respecto  al  aborto,  sus  citas  políticas,  su  actuación  en  las  conferencias  de 
prensa, y más mucho más. De acuerdo con la hipótesis de la impresión, si 
las  noticias  de  la  televisión  se  inclinan  por,  digamos,  la  perspectiva  de  la 
aniquilación atómica, entonces los ciudadanos juzgarían al presidente ante 
todo,  por  su  éxito  en  reducir  los  riesgos  de  guerra.  Si  los  noticieros 
                                                            
6
 S. Iyengar y D. Kinder, op. cit.  

 
trasladan su atención a la economía, los ciudadanos seguirían la tendencia 
evaluando  ahora  al  presidente  por  su  capacidad  de  mantener  la 
prosperidad, por lo menos de acuerdo con la hipótesis de la impresión.7  
 
La hipótesis de la impresión tiene que ver por tanto, con la capacidad de los noticieros y 
de los medios en general por fijar ciertos asuntos en la agenda pública, como es el caso de 
las encuestas que imprimen en la mente de los electores la idea de que tal candidato va 
delante de los demás, o que resolverá cierto tipo de problemas; lo que no está claramente 
fijado  en  la  hipótesis  es  hasta  qué  punto,  los  asuntos  que  plantean  los  creadores  de  la 
agenda  son  aceptados  o  rechazados  en  función  del  prestigio  que  tienen  los  diferentes 
medios de información frente al público. 
Además, también es importante tener en cuenta la hipótesis del framing8 (enmarcado) 
que está relacionada con la manera en que los medios construyen sus noticias, con qué 
frases, en qué posición‐‐primera plana, páginas interiores, entre otros elementos‐‐colocan 
las noticias y con qué tipo de argumentos las explican, a partir de qué marcos y esquemas 
las  presentan.  Todo  este  conjunto  de  situaciones  podrá  incidir  en  la  capacidad  de  los 
medios para afectar, modificar y cambiar a la opinión pública y la opinión con respecto a 
las encuestas y el papel que las mismas juegan en las contiendas electorales. 
En ese sentido, averiguar el papel de las encuestas implica conocer la percepción que 
el público tiene de ellas, más allá de proponer su posible influencia, es importante conocer 
cómo son  vistas; pues la relación de la opinión pública con las encuestas depende de la 
relación  del  público  con  los  medios  de  comunicación.  En  términos  hipotéticos  se  puede 
decir  que  a  mayor  exposición  a  los  medios,  mayor  conocimiento  de  las  encuestas,  y 
viceversa,  a  menor  exposición,  la  ciudadanía  tendrá  un  menor  conocimiento  de  la 

                                                            
7
 Ibid., p. 105 
8
 La  idea  de  framing  (encuadre)  fue  propuesta  por  Erving  Goffman  para  explicar  la  manera  en  que  las 
personas o los medios crean marcos, mediante los cuales interpretan a la realidad social. El efecto encuadre 
(framing)  presenta  un  marco  cognitivo  o  interpretativo  sociopolítico.  Justamente,  en  los  medios,  tan 
importantes  como  los  asuntos  que  se  publican  son  los  argumentos  con  los  que  se  definen  las  realidades 
sociales,  a  través  de  los  marcos.  Erving  Goffman,  Frame  Analysis.  An  Essay  on  the  Organization  of  the 
Experience, Harper and Row, London, 1974. 

 
publicación de las encuestas en los medios de información; y, por lo tanto, hará un menor 
uso de las mismas. 
No existe una definición aceptada del concepto de opinión pública, para la mayoría de 
los investigadores no hay un acuerdo generalizado de qué conjunto de atributos encierra. 
Esta idea se asocia por lo general con un pensamiento que involucra a muchas personas, 
lo  que  Emile  Durkheim  denominó  “inconsciente  colectivo”.9 Se  puede  plantear  que  la 
opinión  pública  es  algo  que  se  encuentra  en  todos  y  en  ninguno  de  nosotros,  pues  se 
compone  de  ideas  y  percepciones  que  compartimos  sobre  ciertos  temas,  asuntos  y 
problemas,  relacionados  con  la  cosa  pública,  esto  es,  con  los  asuntos  que  afectan  a  la 
mayoría de las personas que viven en un país, localidad, ciudad o región. De esta manera, 
la  opinión  pública  no  tiene  una  forma  determinada,  no  es  una  institución,  no  tiene  una 
razón  social,  un  nombre  o  algún  tipo  de  representante,  además  hay que  considerar  que 
existe una diferencia entre la opinión pública agregada y la discursiva.10 La primera es un 
resultado, la suma de los juicios individuales que se amalgaman a través del voto y de los 
sondeos.  Y  la  segunda  es  fruto  de  un  proceso  colectivo  que  conversa  y  discute  en 
ambientes  formales  e  informales  procesando  experiencias  propias,  conocimientos  e 
información. Mediante las encuestas de opinión se puede documentar la opinión pública 
en la recopilación de datos, juicios, temas y asuntos que ingresan a la agenda pública vía 
los medios de información. 
La  opinión  pública  para  algunos  son  las  opiniones  que  las  personas  adultas  hacen 
acerca  de  temas  que  están  ligados  a  la  agenda  gubernamental.11 Por  lo  regular  estas 
opiniones  no  son  necesariamente  compartidas  entre  quienes  las  emiten  de  tal  manera 
que  puedan  surgir  discusiones  y  controversias.  Elisabeth  Noelle‐Neuman  plantea  que  la 
opinión no es un mecanismo racional, sino de control, pues los individuos sólo van a emitir 
opiniones  cuando  confían  en  quienes  están  a  su  alrededor,  pero  cuando  sienten  que  su 
opinión  no  es  mayoritaria  no  la  divulgan,  por  lo  que  existe  una  diferencia  entre  las 

                                                            
9
 Emile Durkheim, Las Formas elementales de la vida religiosa, Schapire, Buenos Aires, 1985. 
10
 Víctor Sampedro Opinión Pública y democracia representativa, Akal editores, Madrid, 2000. 
11
 Barbara Bardes y Robert Oldendick, Public Opinion, Wadsworth, Belmont, 2000. 
10 

 
opiniones  pensadas  y  las  expresadas,  de  manera  que  los  individuos  sólo  se  unirán  a  un 
punto de vista cuando consulten el clima de opinión predominante y verifiquen si la suya 
es o no popular.12 La legitimidad de los gobiernos democráticos depende en gran medida 
de la opinión pública, la cual se plasma en las contiendas electorales, dando la victoria o 
uno  a  otro  de  los  candidatos;  por  lo  tanto,  la  medición  de  las  opiniones  mediante  las 
encuestas  es  un  mecanismo  para  aquilatar  los  cambios  y  las  modificaciones  en  las 
actitudes  de  los  ciudadanos.  Se  puede  decir  que  las  encuestas  no  miden  propiamente 
opinión,  sino  actitudes,  es  decir,  la  aceptación  o  el  rechazo  de  una  política  pública,  el 
acuerdo  o  el  desacuerdo  con  un  gobernante,  la  imagen  favorable  o  desfavorable  de  un 
candidato;  es  decir,  las  actitudes  son  la  predisposición  para  responder  de  manera 
favorable o desfavorable hacia un objeto. De esta manera, las actitudes se relacionan con 
cierto  tipo  de  estímulos,  principalmente  aquellos  que  son  enviados  por  los  medios  de 
comunicación  como  noticias,  publicidad  y  propaganda  considerando  que  en  momentos 
distintos los mismos estímulos tendrán resultados diferentes.  
Los  medios  de  información  no  pueden  cambiar  la  actitud  y  el  comportamiento  de 
todos los electores, sino que el cambio podrá producirse con aquellos que se encuentran 
indecisos  o  que  no  tienen  elementos  para  tomar  una  decisión,  por  tanto  los  medios  de 
información difícilmente van a cambiar la opinión de quienes ya han optado por algo, su 
mayor apuesta está en los confundidos o indecisos que no desean invertir su tiempo en 
hacer  acopio  de  información  de  candidatos,  partidos  y  sus  respectivas  ofertas.  Estas 
personas  toman  decisiones  con  información  limitada,  como  plantea  Popkin;13 lo  que 
significa que los spots, noticieros de televisión, radio, espectaculares de las calles, folletos 
que distribuyen los partidos en las campañas serán sus fuentes principales de información, 
además de lo que dicen sus amistades y conocidos, así como las propias encuestas. 
Por  lo  tanto,  la  toma  de  decisión  para  una  gran  cantidad  de  electores  se  efectuará 
mediante modalidades informativas y no a través de los discursos de los candidatos y sus 
presentaciones.  Dichas  modalidades  son  más  económicas,  ya  que  no  exigen  dedicación, 

                                                            
12
 Elisabeth Noelle‐Neuman, La espiral del Silencio, Gedisa, Barcelona, 1990. 
13
 Samuel Popkin, The Reasoning Voter, The John Hopkins, Nueva York, 1991. 
11 

 
detenimiento y análisis, de manera que las encuestas pueden ser uno de esos elementos. 
Sin embargo, también encontramos información y teorías que pregonan la poca capacidad 
informativa y persuasiva de las encuestas debido a su presentación, formato y sobre todo 
al hecho de que aparezcan fundamentalmente en los periódicos, medio que ya no tiene la 
capacidad  de  llegar  a  un  público  más  amplio;  por  lo  que  se  afirma  que  persuadir  y 
convencer  utilizando  encuestas  es  una  actividad  infructuosa. 14  Se  pueden  encontrar 
distintas  opiniones  con  respecto  a  la  capacidad  de  las  encuestas  para  persuadir  a  los 
públicos, no obstante, ni los partidos ni los candidatos pueden descartar su uso para tales 
propósitos;  pese  al  escepticismo  de  los  académicos,  en  las  campañas  políticas  se  ha 
incrementado  la  publicación  de  encuestas  preelectorales,  particularmente  en  la 
televisión.15  
En la elección presidencial del 2012, las encuestas y los encuestadores se multiplicaron 
e  hicieron  su  aparición  no  sólo  como  medio  para  generar  información  y  realizar 
pronósticos de manera imparcial, sino que se convirtieron y fueron parte del espectáculo 
mediático. En ese sentido, la demoscopia, ciencia para el conocimiento y la anticipación, 
como la definió George Gallup, 16 dejó de ser un mero espectador para convertirse en la 
protagonista  de  un  espectáculo  que  no  tuvo  un  feliz  desenlace,  por  lo  menos  para  las 

                                                            
14
 José  Maria  Claver  y  Vicente  Manzano,  “Encuestas  y  persuasión”,  Universidad  de  Sevilla.  Disponible  en: 
www.aloj.us.es/manzano/pdf/academia/encuestaspersuasion.pdf 
15
 Llamó  la  atención  la  actividad  de  Televisión  Milenio  que  durante  el  proceso  electoral  presentó 
diariamente los resultados de una encuesta de opinión preelectoral de la empresa GEA/ISA, esto le generó al 
noticiero mucho público, que al final se sintió frustrado, pues pese a que Ciro Gómez Leyva –conductor del 
noticiero‐,  la  haya  presentado  como  la  encuesta  más  exitosa  de  las  elecciones  de  2006,  al  final  por  las 
diferencias entre el resultado de la elección y las estimaciones que presentaba el estudio, presentó disculpas 
al público por lo poco certeras que fueron las predicciones de GEA/ISA, aun aquellas presentadas días antes 
del pleito. Otra modalidad que se han difundido las encuestas preelectorales ha sido en los sitios de Internet, 
como el de Revista Expansión, ADNPolitico.com, así como el sitio de la Asociación Mexicana de Agencias de 
Investigación de Mercado (AMAI) OpinaMexico.com.mx 
16
 Existen varias definiciones de la demoscopia, pero se decidió tomar ésta, pues la desaparición de las straw 
polls en los años treinta se debió fundamentalmente al surgimiento de las encuestas de opinión, que en el 
caso de la encuesta de George Gallup logró una mayor capacidad predictiva del resultado electoral que las 
straw  polls  que  publicaba  el  Literary  Digest.  David  Moore,  The  Superpollsters,  Four  Walls,  Eight  Windows, 
Nueva York, 1995. 
12 

 
empresas  encuestadoras,  pues  fueron  acusadas  de  haberse  confabulado  para  dar  un 
mismo resultado.17  
Con  esta  investigación  queremos  hacer  patente,  a  partir  de  la  presentación  de  un 
conjunto de resultados de un estudio empírico, cómo se ha pretendido usar las encuestas 
de opinión en México, desde su aparición, tanto como medio de información auxiliar para 
la  toma  de  decisión  de  los  electores,  como  para  influir  en  los  propios  electores; 
describiremos  de  qué  forma  las  percibe  la  población  en  la  actualidad,  si  las  aceptan  o 
rechazan  y  si  en  la  opinión  pública  ha  aumentado  o  disminuido  su  importancia  e 
influencia; si existe desconfianza hacia ellas a partir de los resultados que arrojaron en las 
últimas  elecciones  presidenciales,  si  llegan  a  servir  como  apoyo  para  la  decisión  de  los 
electores,  o  si  son  finalmente  un  elemento  más  en  las  campañas  electorales;  además, 
esbozaremos  de  qué  forma  puede  la  autoridad  electoral  modificar  la  legislación  con 
respecto  a  la  publicación  de  los  resultados  electorales  en  los  medios  de  información 
públicos. 
Analizaremos  si  las  encuestas  preelectorales  son  un  referente  para  la  población  o 
simplemente  pasan  inadvertidas:  se  trata  de  averiguar  hasta  qué  punto  han  ido 
asumiendo un lugar preponderante en la contienda. Asimismo, se indagará si son tomadas 
en  cuenta  como  un  instrumento  para  la  toma  de  decisión  electoral,  lo  que  las  colocaría 
como una pieza clave en el juego político. 
Se  puede  plantear  como  hipótesis  que  el  poder  de  las  encuestas  de  opinión 
preelectorales  descansa  en  su  influencia,18 y  en  su  capacidad  de  informar  el  posible 
resultado electoral, lo que incrementa su credibilidad y confianza. Se puede plantear que 
a  medida  que  los  resultados  de  las  encuestas  publicadas  se  acercan  al  resultado  oficial 
incrementa su poder y a medida que se alejan, disminuye. La influencia de las encuestas y 
de las empresas encuestadoras puede aumentar por el prestigio, conocimiento y su poder 
                                                            
17
 AFP, “El fracaso de encuestas electorales agudiza debate por impugnación”, Zócalo Saltillo, 18/07/2012, 
www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/fracaso‐de‐encuestas‐electorales‐agudiza‐debate‐por‐impugnacion, 
(Consulta 29/05/2014) 
18
 Poder significa toda la posibilidad de hacer triunfar la propia voluntad en el seno de una relación social, 
incluso a pesar de las resistencias, sin importar en qué reposa aquella posibilidad. Max Weber, Economía y 
Sociedad, FCE; México, 1987, p. 43. 
13 

 
predictivo.  Empero,  como  se  muestra  con  los  resultados  de  la  investigación,  si  bien 
muchos  de  los  entrevistados  fueron  encuestados,  pocos  mostraban  un  amplio 
conocimiento  de  las  empresas  encuestadoras  que  aún  no  tienen  un  nombre  reconocido 
por la ciudadanía.  
Definiremos  el  papel  de  las  encuestas  en  función  de  la  importancia  que  tiene  en  los 
procesos electorales , que si bien en otras latitudes, como es el caso de los Estados Unidos 
tiene una larga historia, en México y América Latina es un fenómeno muy reciente. Por lo 
tanto,  debemos  intentar  explicar  su  relevancia  así  como  los  posibles  problemas  que  se 
pueden  asociar  a  su  reciente  “fracaso”  en  las  elecciones  presidenciales  de  México  en  el 
2012. 
La  idea  de  fracaso  de  las  encuestas  de  opinión  apareció  en  los  medios  de 
comunicación  al  finalizar  las  elecciones,  al  no  poder  estimar  correctamente  la  distancia 
entre  los  contrincantes  y  el  resultado  oficial  de  la  elección. 19 Ahora  bien,  ¿deben  las 
encuestas  predecir  y  anticipar  el  desenlace  de  los  procesos  electorales  o  simplemente 
establecer  un  posible  resultado  de  las  elecciones  sin  generar  un  pronóstico? 20  Las 
encuestas  no  están  obligadas  a  predecir,  pero  son  un  instrumento  que,  en  ciertas 
condiciones, puede aproximarse del resultado final, con un margen de error establecido. 
Se puede decir que las encuestas siempre han padecido el estigma del fracaso, debido 
a que no pueden ser una anticipación exacta sino sólo aproximada. Ahora bien, se puede 
realizar un conjunto de pruebas como las establecidas por Mosteller: 21 
Cualquier  medición  de  la  desviación  entre  el  pronóstico  y  el  resultado  tiene 
problemas.  Los  métodos  de  estimación  del  error  más  convencionales  y  utilizados  en 
este trabajo son: 
                                                            
19
 www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/fracaso‐de‐encuestas‐electorales‐agudiza‐debate‐por‐impugnacion 
20
 El  procedimiento  de  recolección  de  información  conocido  popularmente  bajo  el  nombre  de  “encuesta” 
constituye una técnica propia –y casi exclusiva‐ de investigaciones sociales y políticas que permiten generar 
datos  cuantitativos.  Así  vista,  la  herramienta  tiene  características  particulares  que  la  diferencian  de  otras 
prácticas, y que implican una serie de posibilidades y limitaciones que el investigador no debe desconocer. 
La definición del término que brinda la Real Academia Española‐ “conjunto de preguntas tipificadas dirigidas 
a una muestra representativa para averiguar estados de opinión o diversas cuestiones de hecho”‐ sintetiza 
muy  bien  a  sus  tres  principales  componentes:  el  cuestionario,  la  muestra  y  su  muy  extendido  rango 
temático. Daniel Cabrera “En Defensa de las encuestas”, Posdata, vol. 15, no. 2, Buenos Aires, jul./dic. 2010  
21
 Frederick Mosteller, The Preelections Polls of 1948, Social Science Reaserch Council New York, 1949.  
14 

 
La diferencia entre el pronóstico y el resultado al ganador (M1). 
El promedio de la diferencias entre el pronóstico y la votación para los tres partidos 
más grandes o los que obtuvieron más de 15%, sin considerar signo (M3). 
La  diferencia  entre  el  pronóstico  y  la  votación  entre  el  primero  y  el  segundo  lugar 
(M5). 22 
 
Como se aprecia, es posible realizar algunas pruebas objetivas para establecer el grado 
de  fallo  de  una  encuesta.  No  es  la  primera  vez  que  en  México  se  acusa  a  las  empresas 
encuestadoras de haber fallado en sus estimaciones, esto no es el problema, sino el grado 
de  tal  fallo  y  qué  tanto  se  aproxima  o  se  distancia  del  error  establecido  en  el  cálculo 
muestral. El objetivo de esta investigación no es indagar tanto el procedimiento mediante 
el cual se realizaron las encuestas, sino la percepción que el público tiene de ellas, y hasta 
qué punto las consultan, siguen sus resultados y les dan importancia en el momento de 
votar. 
Ahora bien, en términos metodológicos, ¿es la única manera de juzgar a las encuestas 
de opinión? Los efectos de las encuestas dependen de la casa encuestadora, del tamaño 
de la muestra, su dispersión, entre otros elementos; pero, otro tipo de efectos deriva de 
situaciones  provocados  por  la  campaña  electoral,  como  sería  el  efecto  band  wagon,  es 
decir,  crear  la  sensación  de  que  el  puntero  es  inalcanzable  mediante  la  publicación  del 
resultado  de  las  encuestas.  El  otro  efecto  sería  lograr  que  los  votos  del  perdedor,  o  del 
que se coloca en el tercer lugar, se unan al segundo; y por último, el efecto de la espiral 
del  silencio  planteado  por  Elisabeth  Noelle  Neuman  quien  propone  que  las  personas 
temen al aislamiento o a quedar en el grupo minoritario, por lo que al manifestar sus ideas 
tratan  de identificarlas con  las  opiniones  predominantes.23 La  autora  menciona  que  este 
punto  de  vista  dominante  se  conoce  como  el  clima  de  opinión.  Por  lo  tanto,  en  las 
encuestas de opinión no sólo es importante indagar a quién dirige uno su voto, sino quién 
cree qué va a ganar la elección. Se podría plantear que las encuestas de opinión no sólo 

                                                            
22
 Ulises Beltrán ¿Fallaron las encuestas?, disponible en:  www.bibliojuridica.org/libros/3/117874.pdf 
23
 E. Noelle Neuman, op. cit. 
15 

 
deben preguntar la posible intención de voto de los electores, sino proponerse investigar 
cómo ciertas circunstancias, el clima de opinión, el medio ambiente, la cultura y la cultura 
política afectan las posibles respuestas de los electores. 24 La idea de la espiral del silencio 
establece  que  la  población  toma  en  cuenta  lo  que  ellos  creen  que  es  la  opinión 
predominante en su comunidad y en ocasiones se suman a ella.  
También podemos encontrar el efecto ‘Bradley’ y el efecto ‘Nicaragua’, como posible 
explicación del comportamiento de los encuestados para entender el abultamiento de una 
predicción, antes de explicar la diferencia solamente como parte de la mala intención de 
las empresas encuestadoras. 
El efecto Bradley refiere al hecho de que Tom Bradley, candidato negro a gobernador 
del  estado  de  California,  tenía  una  clara  ventaja  frente  a  su  oponente  en  las  encuestas 
electorales, sin embargo fue derrotado. Según la teoría, esto se debió a que los electores, 
principalmente  blancos,  habían  declarado  en  las  encuestas  que  votarían  por  él,  pues 
temían  que  si  decían  otra  cosa  serían  tachados  de  racistas.  Efecto  similar,  tal  vez  más 
similar al caso mexicano, ocurrió en Nicaragua en la elección de 1990, cuando se daba por 
hecho la victoria de Daniel Ortega y del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y 
salió  victoriosa  Violeta  Chamorro.  Ello  se  explica  por  el  comportamiento  de  los 
encuestados que declaraban que votarían por el Frente cuando en realidad lo iban hacer 
por la candidata opositora; tal conducta respondía al temor de los electores de represalias 
de parte del partido gobernante. Este tipo de efectos pueden ayudar a generar hipótesis 
sobre  el  comportamiento  de  los  electores  mexicanos  en  2012,  además  de  la  explicación 
que  plantea  que  las  encuestadoras  cometieron  algún  tipo  de  “fraude”,  lo  cual  no  es 
imposible,  sino  difícil  de  comprobar.  En  el  caso  de  México,  no  podemos  alegar  la 
existencia de un temor generalizado en la población; sin embargo, ha persistido en varios 
procesos  electorales  la  existencia  de  una  sobrestimación  hacia  el  candidato  priista, 
situación que se vivió, principalmente en las elecciones del 2000 y 2006, que, sin embargo, 
                                                            
24
 El clima de opinión tiene que ver con el consenso básico, la tradición y los valores permanentes de una 
sociedad; también con el sistema de creencias, actitudes, exigencias y expectativas de los individuos; y por 
último, con los hechos sociales y las reacciones que pueden producir en la población. C. Monzón Arribas, op. 
cit., p. 154. 
16 

 
no  fue  tomado  en  cuenta,  pues  el  PRI  perdió;  pero  en  2012,  el  fenómeno  cobra 
importancia tanto por la victoria de este partido como por el hecho de que la preferencia 
que  mostraba  con  anterioridad  a  la  elección  no  se  confirmó.  Estos  fenómenos  son 
suficientes  para  generar  entre  la  comunidad  de  investigadores  de  opinión  y  las  propias 
casas encuestadoras, la necesidad de revisar los métodos y procedimientos utilizados para 
levantar la información y difundir los resultados. 
Se  pudiera  plantear,  a  partir  de  la  teoría  que  hemos  propuesto,  una  alternativa  de 
comparación  en  términos  sucintos  entre  las  personas  que  siguieron  las  encuestas  por 
diferentes tipos de medios: televisión, radio y prensa, es decir, se puede conjeturar que el 
medio  al  que  el  público  se  expone  puede  producir  alguna  diferencia  en  la  confianza  y 
credibilidad  que  les  despiertan  las  encuestas;  otro  elemento  que  puede  modificar  la 
confianza y credibilidad de las encuestas se relaciona con el hecho de si las encuestas son 
percibidas con un mecanismo racional y un factor de toma de decisiones, o si se perciben 
como un factor de control. Si todas las encuestas señalan que tal candidato va adelante, 
como elector me sumo a la mayoría o, por el contrario, si todas las encuestas me dicen 
que un candidato va adelante, desconfío de este resultado. 
La  otra  relación  posible  la  encontramos  con  la  simpatía  y  la  identidad  político‐
partidaria: no hay un uso desinteresado de las encuestas, ya que no son exclusivamente 
una fuente de información. Los votantes del partido “A”, “B” o “C” toman los resultados 
de las encuestas con una dosis de escepticismo, en función de la fuente y de la orientación 
de  la  misma  (framing),  ya  que  los  únicos  que  verían  los  resultados  de  las  encuestas  en 
forma “ingenua” son aquellos sin orientación política definida, aquellos que simplemente 
buscan  información  sin  juzgar  de  dónde  proviene;  por  tanto,  la  utilización  de  los 
resultados  de  las  encuestas  está  ligada  tanto  al  conocimiento  y  cultura  política  del 
electorado, como al uso que les dan quienes no tiene grandes conocimientos de política y 
las toman como medio de información y de decisión. 
Esta  investigación  tiene  como  objetivo  establecer  el  papel  que  jugaron  las  encuestas 
de  opinión  en  los  comicios  federales  de  2012  para  elegir  presidente  de  la  República  y 
cómo  incidieron  en  la  percepción  ciudadana;  en  este  sentido,  se  analiza  si  los  ejercicios 
17 

 
demoscópicos  determinaron  o  modificaron  las  intenciones  de  participar  en  los  procesos 
electorales, si incidieron en la credibilidad y confianza en los mismos, o en la aceptación o 
rechazo  de  la  autoridad  electoral.  Además,  se  pretende  identificar  algunas  acciones  que 
podría  implementar  la  autoridad  electoral  frente  al  uso  que  medios  y  partidos  le  están 
dando a las encuestas en los procesos político‐electorales. 

   

18 

 
I. ELECCIONES Y ENCUESTAS EN MÉXICO 
 
En  México  se  celebraron  elecciones  presidenciales  en  el  año  2012  y  uno  de  los 
acontecimientos más importantes de tal suceso fue la publicación de encuestas de opinión 
electoral.25 En algunos casos como el de la empresa Parametría, se dio más de un año de 
seguimiento a los distintos actores del proceso. 
La  cantidad  de  encuestas  de  opinión  preelectoral  que  fueron  publicadas  en  el 
marco del proceso electoral 2012 superaron en cantidad las del 2006, así como las del año 
2000.26 Además, la diferencia fundamental con los procesos electorales anteriores está en 

                                                            
25
 Las  encuestas  de opinión  son  un procedimiento  para conseguir  información (opiniones)  de  un grupo  de 
sujetos (muestra) que pretende representar a un universo mayor (población), dentro de unos márgenes de 
error  controlados  (probabilidad).  Las  encuestas  de  opinión  miden  eso,  opiniones,  que  a  su  vez  guardan 
relación con la situación cultural del país, los estados y corrientes de opinión o la opinión pública. No miden 
propiamente  opinión  pública,  tal  como  se  ha  entendido  y  se  entiende  normalmente,  sino  opiniones  de  la 
población relacionadas directa o indirectamente con actitud vigilante y crítica de la población sobre asuntos 
de  interés  general.  La  técnica  de  las  encuestas,  por  lo  tanto,  recoge  una  instantánea  del  mapa  mental  y 
actitudinal de la población a través de una muestra representativa, en términos de probabilidad. Véase: C. 
Monzón, op. cit, p. 164) 
26
 En términos coloquiales y en el lenguaje común podemos hablar en el mundo hispánico de encuestas de 
opinión  pública,  así  como  de  sondeos  de  opinión  como  términos  distintos,  ya  que  se  piensa  que  las 
encuestas  son  realizadas  mediante  un  procedimiento  científico  (muestras  representativas  de  un  universo 
poblacional  y  los  sondeos  no).  Sin  embargo  en  la  literatura  británica,  francesa y  estadounidense  se  usa  el 
término poll, el cual remite tanto al proceso electoral como una encuesta acerca del mismo. “The casting 
and  registering  of  votes  in  on  election”.  “A  survey  of  the  public  or  a  sample  of  public  opinion  to  acquire 
information.  El  vocablo  survey,  de  la  misma  manera  que  encuesta  y  sondeo,  son  términos  originarios  del 
francés.  Survey,  del  antiguo  verbo  surveeir,  oversight,supervision.(Online  Etymology  Dictionary).  Les 
enquêtes par sondages permettent d'étudier une population sans avoir à en traiter tous les éléments. On ne 
prend alors en compte qu'un échantillon sélectionné et représentatif de cette  
population.  http://montaiguvendee.fr/cms/uploads/pdf/Reference%20et%20Savoir‐
faire/Enquetes%20par%20sondages.pdf. En la trayectoria que conduce a las encuestas y sondeos las social 
survey  o  “estudios  de  pobreza”  iniciadas  en  Inglaterra  a  finales  del  siglo  XIX,  representan  el  primer 
precedente. Las social survey emprendieron la recogida de datos individuales en el seno de la comunidad a 
través  de  entrevistas  personales  realizadas  casa  por  casa  por  equipos  organizados  de  investigadores  (…) 
Survey,  aunque  recibió  adjetivos  distintos  al  de  social,  tales  como  research,  sociological,  scientifical  o 
sample, siguió siendo una expresión que denotaba gran número de cosas, la mayoría de ellas empíricas, y 
sirvió como sinónimo de investigación. (…) Los estudios de mercado y de medición de audiencias, iniciados 
en los felices años veinte y consolidados en la Gran Depresión, constituyen otro ámbito más de explicación 
en  el  éxito  y  expansión  de  las  encuestas  y  sondeos  (subrayado  del  autor  M.K.)(…)  Entre  1934  y  1936  el 
término  poll  (1989)  y  la  expresión  “public  opinión  polling”  se  abrieron  paso  y  en  diez  años  pasaron  a 
significar  el  estudio  de  las  opiniones  políticas  e  intenciones  de  voto  a  través  de  entrevistas  a  grupos 
concretos de personas. (Rospir, 2010, :99‐101). En función a lo anterior he utilizados los términos encuesta y 
sondeo como sinónimos dado el tratamiento que realiza tanto Juan Ignacio Rospir en el texto arriba citado, 
como en Encuestas: Guía para electores de Michael W. Traugott y Paul J. Lavrakas, como planteo al inicio de 
19 

 
la  participación  de  empresas  dedicadas  de  manera  profesional  a  la  investigación  de 
opinión.27 Sin embargo, uno de los hechos más destacables ha sido la disparidad entre los 
resultados  de  la  elección  y  las  encuestas,  lo  que  propicia  la  búsqueda  de  algún  tipo  de 
explicación para el supuesto “fracaso” de las encuestas. 
La  idea  de  fracaso  de  las  encuestas  se  ha  difundido  especialmente  en  los 
periódicos,  pues  existe  el  supuesto  de  que  las  encuestas  deberían  predecir  el  resultado 
electoral;  no  obstante,  esta  es  una  noción  equivocada,  ya  que  las  encuestas  son  un 
ejercicio  teórico  y  metodológico,  no  una  bola  de  cristal.  Sin  embargo,  las  encuestas 
pueden en ciertas circunstancias y suponiendo que las condiciones no varíen, anticipar lo 
que  los  posibles  electores  harán  en  el  futuro.  Este  supuesto  implica  que  entre  los 
electores  existe  un  grado  determinado  o  mínimo  de  racionalidad  y  que  a  partir  de  esto 
actúan,  la  idea  de  racionalidad  supone  la  existencia  de  un  cálculo  costo/beneficio.  Pues 
aunque se puede suponer que la ciudadanía actúa motivada por algún tipo de elemento 
irracional,  pasión,  amor  u  odio,  se  tendría  que  especificar  bajo  qué  circunstancias 
funcionan esas emociones; lo que haría que la explicación de las emociones ya tuviera un 
sustrato racional, como cuando los electores explican su comportamiento por la simpatía 
con un partido política o por la imagen de la persona candidata o por factores que tienen 
que ver con la supuesta actuación de quien gobierna.  
La aplicación de una encuesta supone realizar uno o varios sondeos a una muestra 
que teóricamente reproduce las condiciones del universo poblacional, asimismo hay que 
tomar  en  cuenta  el  procedimiento  de  selección  de  los  encuestados,  además  de  la 
construcción de un cuestionario y de modalidades apropiadas en términos de neutralidad 
y  de  confianza  entre  el  encuestado  y  el  encuestador.  Suponiendo  que  todas  estas 
condiciones  se  den,  es  posible  que  a  medida  que  nos  acerquemos  al  evento  las 
                                                                                                                                                                                     
esta  nota  en  el  ámbito  no  académico  (televisión,  radio)  se  suele  utilizar  el  término  encuesta,  haciendo 
referencia  a  la  investigación  por  muestreo  estadístico,  mientras  que  sondeo  utilizaría  un  muestreo  no 
probabilístico,  aun  cuando  conozca  esta  acepción  planteo  que  es  incorrecta,  pues  como  muestro  ambos 
términos tienen un origen similar y suelen utilizarse de manera indistinta. 
27
 Si bien existen muchas empresas encuestadoras, en el presente proceso electoral fue importante no sólo 
la  existencia  de  éstas  empresas  sino  su  vinculación  con  algunas  empresas  periodística:  la  empresa 
Parametría se relacionó con EL Sol de México, Buendía y Laredo, con El Universal, BGC, Excelsior, Consulta 
Mitofski, con Radio Fórmula, GEA‐ISA, periódico Milenio y, Demotecnia, con UNO‐TV. 
20 

 
mediciones  serán  más  precisas  y  el  error  será  menor.  En  este  sentido,  sólo  podemos 
hablar del fracaso de las encuestas, si entendemos por fracaso el hecho de que no logren 
establecer  de  manera  fidedigna  el  ganador  y  si  el  margen  de  error  previamente 
establecido de tres o cuatro puntos por arriba o por abajo del estadístico fue rebasado con 
relación  al  parámetro.28 Ahora  bien,  ¿por  qué  sucedería  algo  así?  porque  un  ejercicio 
estadístico como una encuesta puede compararse a una fotografía o definirse como una 
aproximación  de  algo  que  va  a  pasar,  meses  o  días  después.  ¿Puede  fallar?  Falla,  como 
falla todo tipo de predicción, que no tiene la obligación de decir lo que va pasar, pero lo 
que  puede  hacer  es  aproximarse  al  resultado  dentro  de  ciertos  márgenes  de  error,  el 
problema sucede cuando los márgenes son rebasados. 
Lo que sí se puede y se debe investigar son los posibles y probables errores de las 
empresas  que  realizan  encuestas  de  opinión  y,  sobre  todo,  si  los  errores  derivan  de  la 
metodología aplicada o de otras condiciones que estuvieron fuera de su control. 
A  partir  de  lo  anterior  se  puede  plantear  que  el  objeto  del  presente  capítulo  es 
hacer  un  recuento  de  algunas  de  las  encuestas  que  se  realizaron  en  los  procesos 
electorales  de  2000  a  2012  que  fueron  publicadas  en  los  periódicos  de  circulación 
nacional; esta observación se hace teniendo en cuenta que haremos uso de la información 
que  fue  divulgada  en  medios  y  principalmente  páginas  del  Internet,  como  es  el  caso  de 
ADN Político, Revista Expansión y Opina México de AMAI, además de lo que fue publicado 
diariamente en los periódicos.29  

                                                            
28
 Se suele llamar estadístico al valor de una variable que se obtiene al realizar un muestreo a una población 
determinada; ya el parámetro es el valor de una variable pero cuyo referente es el universo poblacional. Por 
ejemplo la estatura, el peso son parámetros cuya variabilidad en el tiempo puede ser mínima, sin embargo, 
al  encuestar  poblaciones  específicas  podemos  darnos  cuenta  de  su  variabilidad,  en  función  de  las 
características del universo poblacional, de ahí que podemos comparar el estadístico con el parámetro. Ya la 
decisión  de  voto  por  un  partido  o  un  candidato  varía  de  elección  a  elección,  de  ahí  que  las  encuestas  de 
opinión sean la manera más apropiada para obtener un estadístico que se comparará con el parámetro de la 
elección, es decir el resultado. 
29
 www.ADNPolitico.com.mx,  www.OpinaMexico.com.mx.  En  estos  sitios  se  encuentran  las  encuestas 
realizadas ex profeso por ciertas empresas para algunos medios informativos como: Excélsior, El Universal, El 
Sol de México, Diario Milenio, Periódico Reforma, Radio Fórmula, UNO‐TV, las cuáles son utilizadas en este 
trabajo. 
21 

 
A  partir  de  lo  anterior  podríamos  plantear  las  siguientes  preguntas:  ¿cuál  es  la 
importancia de llevar a cabo encuestas de opinión?, ¿qué función cumplen?, ¿es posible 
afirmar que algunas encuestas además de ayudar a formular las estrategias de campaña 
de  los  partidos  políticos  han  funcionado  como  un  instrumento  de  propaganda  y  de 
relaciones  públicas?  Para  responder  estos  cuestionamientos  podríamos  dividir  a  las 
encuestasen dos tipos: privadas y públicas. Las primeras son diseñadas con la finalidad de 
informar  a  los  estrategas  de  las  campañas  políticas,  mientras  que  las  públicas  tienen  la 
principal  función  de  divulgar  el  estado  de  la  contienda  electoral  al  exponer  quién  va 
adelante, cuáles son sus contrincantes y quién puede ganar. 
Los  medios  de  comunicación  realizan  sondeos  para  reunir  la  información  que  se 
utilizará en las historias noticiosas  y para decidir los tipos de cobertura que deberán 
proporcionar.  Una  parte  importante  de  las  noticias  derivadas  de  los  sondeos  implica 
saber quién va ganando, quién va perdiendo y por cuánto. Al final de la campaña, las 
agencias informativas utilizan las encuestas para proyectar quién será el ganador de la 
carrera.30 
Traugott y Lavrakas señalan que: 
(…)La  cobertura  de  las  elecciones  siempre  ha  sido  una  “buena  historia”  para  las 
empresas  informativas.  Las  elecciones  tienen  un  alto  grado  de  impacto  sobre  el 
público y ocurren en un orden programado que facilita la planeación de la cobertura y 
la  asignación  de  recursos.  Las  campañas  implican  conflicto  y  están  llenas  de  fuentes 
dispuestas  a  hablar  con  los  reporteros  y,  además,  siempre  se  resuelven  el  día  de  la 
elección,  cuando  se  declara  quiénes  son  los  ganadores  y  quiénes  los  perdedores.  La 
encuestas electorales contribuyen a muchas de estas características de la cobertura de 
campaña  que  existen  mucho  antes  de  que  siquiera  surgieran  los  sondeos.  Los 
periodistas  disfrutan  al  usar  de  los  datos  de  las  encuestas  en  sus  historias  porque 
respaldan muchas de las tendencias y los estilos de reportaje que prefieren. 
¿Por  qué  los  medios  de  comunicación  realizan  sondeos  de  opinión?  [cursivas  de  los 
autores] 
                                                            
30
 Michael Traugott y Paul Lavrakas, Encuestas: guía para electores, Siglo XXI, 1997, p.19 
22 

 
Son tres las razones principales por las que los  medios de comunicación realizan sus 
propios  sondeos  :  1)  les  gusta  tener  control  editorial  sobre  el  contenido  y  la 
distribución del tiempo en las encuestas y usar su propia opinión sobre las decisiones 
noticiosas  y  los  valores;  2)  disfrutan  del  prestigio  profesional  que  obtienen  del 
reconocimiento de sus compañeros por la calidad de sus sondeos, esto sucede cuando 
las  otras  agencias  informativas  toman  sus  historias  o  citan  los  resultados  de  sus 
encuestas  en  las  historias  que  producen,  y  3)  utilizan  los  resultados  de  sus  sondeos 
para informar y estructurar los reportajes subsecuentes de sus campañas.31  
 
En términos ideales, se puede decir que por su notoriedad, importancia y prestigio los 
medios de información deberían estar interesados en divulgar resultados fidedignos de los 
sondeos de opinión. Sin embargo, en México por la trascendencia del proceso electoral y 
de la desigualdad relativa entre los contrincantes, además de la desconfianza existente en 
la ciudadanía, se ha divulgado la idea que en las elecciones de 2012 algunos medios, como 
fue el caso del periódico Milenio que publicaba diariamente los resultados de la empresa 
GEA‐ISA,  habrían  difundido  resultados  no  fidedignos  o  que  favorecían  al  candidato  del 
Partido  Revolucionario  Institucional  (PRI),  derivado  del  hecho  de  que  las  estimaciones 
presentadas en los medios mostraron en algunos casos una diferencia importante entre la 
estimación y el resultado de la elección. 
Ahora  bien,  ¿dichas  diferencias  se  deben  a  errores  derivados  de  la  metodología 
utilizada por la casa encuestadora o son fruto de una acción premeditada y solicitada por 
los medios de comunicación que podrían lucrar con tales manipulaciones? 
Algunos  analistas  como  Vidal  Romero 32  y  Javier  Alagón 33 han  señalado  algunas 
inconsistencias en los métodos utilizados por las empresas encuestadoras principalmente 
por  parte  de  aquellas  que  publican  resultados  de  encuestas  en  medios  de  información, 

                                                            
31
 M. Traugott y P. Lavrakas, op.cit, p. 63‐64 
32
 Vidal Romero, “Notas para la evaluación de las encuestas preelectorales”, Política y Gobierno, CIDE, vol. 
XIX, núm. 1, 2012, México. 
33
 Javier  Alagón  “¿Cómo  sobrevivir  a  la  tormenta?:  Una  guía  para  leer  encuestas  electorales  en  México”, 
www.opionamexico.org/docs/Como_sobrevivir_la_tormenta.pdf  
23 

 
Romero examina varios efectos de la elección y de la casa encuestadora, como elementos 
que podrían llevarnos a entender los errores cometidos. 
La hipótesis general de efecto elección señala que la diferencia entre la encuesta y la 
elección  se  debe  a  eventos  contextuales  específicos  de  una  elección,  o  subconjunto  de 
elecciones, que no son considerados por el encuestador y que sesgan la estimación de las 
preferencias electorales respecto a la distribución poblacional real de dichas preferencias. 
Los temas específicos de efectos de elección que exploro son: a) eventos “impredecibles”, 
b) ocultamiento de preferencias de los entrevistados y c) alianzas electorales. 
La hipótesis de efectos de casa encuestadora se refiere a que las diferencias entre los 
datos  de  intención  de  vota  de  la  encuesta  y  el  resultado  se  generan  por  sesgos 
sistemáticos  de  cada  casa  encuestadora  tanto  en  la  estimación  de  las  preferencias  en 
distintas  elecciones  a  lo  largo  del  tiempo  como  en  una  ronda  en  un  mismo  punto  del 
tiempo. La naturaleza privada de los datos para el caso de México limita la posibilidad de 
verificar exhaustivamente las fuentes específicas de los sesgos por casa encuestadora ‐por 
ejemplo, sesgos debidos al diseño del cuestionario o al trabajo de campo. 
De  la  información  disponible  analizada  en  esta  se  desprende  la  existencia  de  claros 
efectos de casa encuestadora; buena parte de las empresas que más encuestas publicaron 
en  los  procesos  para  gobernador  de  2010  sistemáticamente  sobrerrepresentaron  al 
Partido Revolucionario Institucional (PRI) y subrepresentaron a los principales opositores 
de este partido.34 
Como  se  plantea  en  la  hipótesis  existe  una  coincidencia  entre  algunos  autores  del 
ámbito  académico  acerca  de  la  sobrerrepresentación  del  Partido  Revolucionario 
Institucional PRI en los resultados de las empresas encuestadoras y la sub representación 
de  los  otros  partidos.  Como  el  PRI  perdió  las  elecciones  presidenciales  en  2000  y  2006, 
este tema no fue considerado por los analistas; quienes, como dice Vidal Romero se han 
enfocado más en la honorabilidad de las casas encuestadoras y sus sospechosas ligas con 
los partidos políticos, los diarios y los medios de información.   

                                                            
34
 V. Romero, op. cit., p.102‐103 
24 

 
II. ENCUESTAS ELECTORALES Y MEDIOS DE INFORMACIÓN 

 
El hecho de publicar encuestas se incluye dentro de la lógica y racionalidad de los medios 
de  información  cuyos  fines  están  guiados,  entre  otros  temas,  por  sus  intereses 
económicos  y  por  el  espectáculo. 35  Los  medios  de  información  pretenden  atraer  la 
atención  del  público  por  acontecimientos  inesperados  e  insólitos  que  únicamente  el 
medio  podrá  revelar;  de  esta  manera  los  medios  de  comunicación  señalarán  quién  va 
ganando, con quién es la disputa y cómo será la contienda en las urnas. Podemos afirmar 
que una de las funciones de la publicación de las encuestas en los medios de información 
es generar un espectáculo al despertar el interés de saber quién va a ganar la contienda y 
cómo  se  va  a  decidir.  Además,  podemos  suponer  que  la  cobertura  de  las  campañas 
electorales  les  ofrece  a  los  medios  la  posibilidad  de  aumentar  su  tiraje  y  sus  ingresos 
económicos. 
El espectáculo según Murray Edelman36 es una característica de los medios que buscan 
dramatizar,  establecer  disputas  y  enfrentamientos,  así  como  mostrar  la  posibilidad  de 
finales  felices;  estas  situaciones  se  exponen  en  el  ámbito  político,  donde  existe  una 
distancia  entre  los  acontecimientos  políticos  y  ciudadanía,  que  hace  necesario  que  los 
acontecimientos  y  actores  políticos  sean  representados  bajo  formas  y  modalidades 
conocidos.  La  política  se  expresa  en  lenguaje  simbólico  de  ahí  que  en  ocasiones  se 
presente  la  contienda  electoral  como  una  carrera  de  caballos  que  pretende  que  los 
electores  se  identifiquen  con  los  candidatos  y  reciban  ganancias  emotivas  al  ganar  sus 
candidatos;  ya  que  las  ganancias  materiales  las  reciben  los  políticos  y  sus  allegados.  Los 
medios realizan esta traducción a la opinión pública, la incorporan a la actividad política, 

                                                            
35
 El  filósofo  brasileño,  Wison  Gomes  (2004)  discute  la  idea  del  espectáculo  político  y  que  existe  una 
dificultad para definirlo, ya que se supone que todos sabemos que significa, pues por lo regular espectáculo 
tiene que ver como una representación escénica, “lo que se da a ver” aquello que aparece como un show, 
como una exhibición, como los programas de televisión que son hechos para que sean vistos, consumidos 
como  parte de  la  industria de  la  cultura  audiovisual.  En este  sentido  es  como  plantea  la  política  como  un 
espectáculo.  En  el  caso  de  las  encuestas  pueden  ser  parte  de  este  espectáculo,  ya  que  no  sabemos 
anticipadamente cual va a ser el desenlace de la elección y por tanto cumplen su papel en este show. 
36
 Murray Edelman, op. cit. 
25 

 
permiten  cierta  intimidad,  conocimiento  y  hacen  posible  una  humanización  de  los 
candidatos;  las  encuestas  son  un  mecanismo  de  representación  numérica  de  esta 
contienda y permiten que cualquiera entienda la posición y situación de los candidatos. 
La divulgación de los resultados de encuestas representa un aumento del poder de los 
medios de información y expone una forma de dominación ideológica y una posibilidad de 
consolidar el prestigio de ellos mismos como lo plantea Max Weber: 
Poder significa la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación 
social,  aun  contra  toda  la  resistencia  y  cualquiera  que  sea  el  fundamento  de  esa 
probabilidad. 
Por  dominación  debe  entenderse  la  probabilidad  de  encontrar  obediencia  a  un 
mandato determinado contenido entre personas dadas. 37 
 
En  ese  sentido  los  medios  de  comunicación  ejercerían  una  dominación  sobre  la 
audiencia bajo la forma de una influencia en los términos de Talcott Parsons: 
La  influencia  es  la  manera  de  tener  cierto  efecto  sobre  las  actitudes  y  opiniones  de 
otros a través de la acción intencional y (aunque no necesariamente racional) el efecto 
puede  ser  o  no  ser  el  de  provocar  un  cambio  de  opinión  o  prevenir  un  posible 
cambio.38 
Las encuestas son un mecanismo de poder bajo la forma de la influencia que se logra no 
porque el medio de información dice que tal o cual candidato vaya ganar, sino que lo hace 
mediante  un  mecanismo  simbólico  que  utiliza  un  indicador  numérico,  bajo  la  forma  de 
una  framing  metafórico,39 esto  es,  si  lo  dicen  los  números  debe  ser  verdad,  ya  que  se 
sostiene en la estadística que es una ciencia; por lo tanto, los números que presentan las 
encuestas  toman  la  forma  de  argumentos  de  manera  que  los  números  sustituyen  los 
argumentos. 
   

                                                            
37
 Max Weber, op. cit. p.170 
38
 Talcott Parsons, “Sobre el Concepto de influencia”, Revista Mexicana de Sociología, vol. 26, núm. 2, (mayo 
‐ agosto, 1964, p. 364  
39
 George Lakoff, No pienses en un elefante, Foro Complutense, Madrid, 2007. 
26 

 
III. SURGIMIENTO Y UTILIZACIÓN DE LAS ENCUESTAS DE OPINIÓN 

 
Las encuestas de opinión han sido utilizadas desde el siglo XIX, tanto en Europa como en 
los  Estados  Unidos  para  anticipar  los  resultados  electorales.  La  primera  encuesta  sobre 
una  contienda  electoral  fue  publicada  el  24  de  julio  de  1824  en  el  diario  Harrisburg 
Pennsylvanian.  Sin  embargo,  no  fue  hasta  1896  cuando  las  encuestas  se  convirtieron  en 
un  negocio  rentable,  los  periódicos  de  Chicago  enviaron  cuestionarios  a  más  de  300  mil 
electores registrados, y determinaron que el candidato McKinley ganaría la elección con el 
58% de los votos.40 El hecho interesante es que serán los periódicos quienes fomenten la 
aparición  de  las  encuestas  tanto  como  un  medio  para  mostrar  su  independencia  de  los 
“party press” como para llamar la atención de los electores. 
Entre 1924 y 1928 se publica la primera encuesta falsa, straw poll, a nivel nacional en 
Estados  Unidos  fue  realizada  por  el  Literay  Digest,  publicación  semanal  con  un  formato 
muy similar a las revistas Times y Newsweek. En 1936 el periódico envió 20 millones de 
boletas  dirigidas  a  subscritores  y  compradores  de  sus  revistas  y  periódicos,  así  como  de 
nombres  sacados  de  directorios  telefónicos  y  de  propietarios  de  automóviles  para 
predecir  los  resultados  de  la  elección  de  ese  año.  Sin  embargo,  la  encuesta  del  Literay 
Digest falló en la predicción de la elección, la cual fue acertada por el periodista George 
Gallup quien propuso un nuevo método de investigación: 
“…special care had to be taken to ensure that respondents from all economic 
levels  were  included  in  proportion  to  their  existence  in  the  population  at  large. 
“Sampling bias” had to be overcome by choosing a method that would ensure every 
voters an equal probability of being included in the sample…”41  
 
Se adoptó el método de cuotas que consiste en entrevistar a un número determinado de 
personas de cada categoría económica, y que en este caso se dividió en tres categorías: 
los  ricos  (20%),  la  clase  media  (60%)  y  los  pobres  (20%),  asunto  no  considerado  por  el 

                                                            
40
 D. Moore, op. cit. 
41
 D. Moore, op. cit., p. 54 
27 

 
Literay Digest, con esta metodología había surgido otra manera de predecir los resultados 
electorales. 
Desde  entonces  se  puede  constatar  la  relación  entre  los  medios  de  información  y  la 
realización  de  encuestas,  ya  que  a  los  periódicos  les  interesa  divulgar  una  noticia  que 
llame la atención de sus lectores, ser los primeros en divulgarla, disminuir los niveles de 
incertidumbre,  y  por  tanto,  anticipar  y  predecir  un  supuesto  ganador.  El  método  de 
George Gallup tampoco puede ser exacto al 100% pero es más cercano a la realidad que el 
que aplicaba el Literay Digest, además que resultó más barato y más rápido, ya que no era 
necesario remitir las enormes cantidades de cuestionarios  a los posibles electores como 
antes lo hacía la revista. 42 
Se puede afirmar que Gallup junto a otros encuestadores como Roper y Harris habían 
establecido un mecanismo confiable, y veraz para dar a conocer las intenciones de voto de 
los electores. 
Cuadro y gráfica 1. Resultado de las elecciones de Estados Unidos de 1936 y encuesta Gallup.  

Elección USA 1936  Landon %   Roosevelt % 


Resultado Oficial  37.5  62.5 
Literary Digest  55  41 
GallupPoll  44.3  55.7 
Dif. Oficial/Digest  +17.5  ‐21.5 
Dif.Oficial/Gallup  +6.8  ‐6.8 
Fuente:www.gallup.com/poll/9442/election‐polls‐acuracy‐record‐presidential‐elections.aspx 

                                                            
42
 Ibid. 
28 

 
 
   

29 

 
Cuadro y gráfica 2. Resultados de las elecciones de Estados Unidos de 1948 y encuesta Gallup. 

Elección 1948  Truman  Dewey  Wallace  Thurmond 


Resultado final  49.5  49.5  2.4  2 
Encuesta Gallup  44.5  45.1  4.0  2 
Desviación Gallup  ‐5.0  +4.4  +1.6  0 
Fuente: www.gallup.com/poll/9442/election‐polls‐acuracy‐record‐presidential‐elections.aspx 

 
En 1948 durante la elección presidencial en la que contendió Harry Truman las empresas 
encuestadoras fallaron al determinar a los porcentajes y al ganador, ya que semanas antes 
de la votación habían determinado que Dewey ganaría. Gallup determinó una diferencia 
de  5  puntos  porcentuales  en  contra  del  presidente  Truman,  quien  finalmente  ganó  la 
elección a pesar de lo dicho por las encuestas. Para aminorar este error, el Congreso de 
Estados Unidos obligó a las encuestadoras a adoptar el método probabilístico que es más 
complicado  que  el  método  de  cuotas,  ya  que  requiere  que  el  encuestador  precise  qué 
hogares y qué persona de cada hogar deben ser incluida en la encuesta. El encuestador 
debe  dividir  el  territorio  nacional  en  varias  regiones  que  se  seleccionarán  mediante  un 
método probabilístico, después se seleccionarán ciudades y en cada una, manzanas y en 

30 

 
cada  una  de  ellas,  se  seleccionarán  hogares,  y  en  cada  hogar,  personas  ‐‐hombres, 
mujeres‐‐de  diferentes  edades  y  así  sucesivamente  hasta  completar  la  totalidad  de  la 
muestra. 
Mediante  este  método  las  encuestas  volvieron  a  ser  confiables  para  predecir  las 
elecciones  en  los  Estados  Unidos,  sin  que  esto  significara  que  no  habría  desviación.  No 
obstante,  las  encuestas  son  un  método  que  puede  tener  resultados  inesperados;  por 
ejemplo,  en  la  elección  del  año  2000,  las  encuestas  norteamericanas  predijeron  que  Al 
Gore perdería con 46% de los votos y recibió 48.4% mientras que Bush obtendría 48% y 
quedó  con  el  47.9%  en  la  elección  popular.  Con  base  en  el  sistema  electoral 
estadounidense lo que importa es obtener la mayoría en el Colegio Electoral, en donde el 
candidato republicano recibió 271 votos y Al Gore, 266. 
   

31 

 
 
Cuadro y gráfica 3. Resultados elecciones de Estados Unidos y Encuesta Gallup, año 2000.  

Elección 2000  Encuesta Gallup  Resultado  Diferencia 


George Bush  48.0 %  47.9%  .1 
Al Gore  46.0%  48.4%  ‐2.4 
Ralph Nader  4.0%  2.7%  1.3 
Fuente: www.gallup.com/poll/9442/election‐polls‐acuracy‐record‐presidential‐elections.aspx 

 
Las encuestas no son medios infalibles aun cuando sean un mecanismo muy confiable 
para  que  los  políticos,  partidos  y  candidatos  planifiquen  sus  campañas  políticas.  Sin 
embargo,  las  encuestas  pueden  ser  definidas  y  utilizadas  de  diferente  manera.  Las 
encuestas se pueden clasificar en: 
a) Públicas, aquellas que aparecen en medios masivos de comunicación, 
b) Privadas, aquellas que sólo son accesibles a los asesores de los candidatos. 
Los  dos  tipos  de  encuestas  no  implican  sondeos  contrapuestos,  sino  que,  si  en  una 
encuesta  un  candidato  sale  muy  favorecido  por  los  electores,  hay  que  divulgar  sus 
resultados,  caso  contrario,  no  se  divulgan.  Además  de  su  posible  publicación  la  función 
primordial de las encuestas privadas es de establecer la estrategia de campaña, así como 
32 

 
el público objetivo a quién será destinada la propaganda electoral. Sin embargo, lo que ha 
sucedido  con  frecuencia  es  que  las  encuestas  se  utilizan  como  un  mecanismo  de 
divulgación  o  un  medio  de  publicitario,  con  la  finalidad  de  influir  en  la  decisión  de  los 
electores. 
Las encuestas pueden realizar diversas funciones: predecir los resultados; ser insumo 
para  la  planificación  de  la  estrategia  de  la  campaña  política;  y  ser  un  mecanismo  de 
relaciones públicas al tener como propósito modificar la opinión de la ciudadanía. 
Daniel Bell define la predicción de la siguiente manera: 
Habitualmente  las  predicciones  se  refieren  a  acontecimientos  –quién  ganará  una 
elección, si un país irá o no a la guerra, quién vencerá en ella, la condición de una 
invención‐,  es  decir,  se  centran  sobre  decisiones.  Pero  en  tales  predicciones, 
aunque  posibles,  no  pueden  ser  formalizadas o  sometidas  a  reglas.  La  predicción 
de  los  acontecimientos  es  inherentemente  difícil.  Los  acontecimientos  son  la 
intersección  de  vectores  sociales  (intereses,  fuerzas,  presiones  y  cosas 
semejantes).  Aun  cuando  de  alguna  manera  se  puede  determinar  la  fuerza  de 
estos vectores individualmente, se necesitaría una “física social” para predecir los 
puntos  de  cruce  donde  se  combinan  las  decisiones  y  las  fuerzas  no  sólo  para 
producir el acontecimiento sino, lo que es más importante, su éxito. La predicción, 
por lo tanto, (y la Kremlinología es un buen ejemplo) está en función en alto grado 
de  un  conocimiento  y  servicios  detallados  de  las  interioridades  que  preceden  de 
una amplia imbricación con la situación. 
La  prognosis  es  posible  donde  se  dan  regularidades  y  recurrencias  de  los 
fenómenos  (éstas  son  raras)  o  donde  se  dan  tendencias  cuya  dirección,  si  no  la 
trayectoria exacta se puede dibujar en series temporales estadísticas o formularse 
como  tendencias  históricas  persistentes.  Sin  embargo,  se  trata  siempre 
necesariamente de probabilidades y de un conjunto de proyecciones posibles. Pero 
las limitaciones de la prognosis son también evidentes (…) 
También cabe plantearlo de manera diferente: la prognosis es posible sólo donde 
se  puede  presumir  un  alto  grado  de  racionalidad  por  parte  de  los  hombres  que 
influyen  en  los  acontecimientos,  reflejado  en  el  reconocimiento  de  los  costos  y 
limitaciones, la aceptación o definición general de las reglas del juego, el acuerdo 
de seguir estas reglas y la buena disposición para ser consecuentes (…) 
¿Para  qué  sirve,  entonces,  la  prognosis?  Aunque  no  se  pueden  predecir  los 
resultados,  se  pueden  especificar  las  restricciones,  o  los  límites,  dentro  de  los 
cuales serán efectivas las decisiones políticas. Dados los deseos de los hombres de 
controlar  su  historia,  la  prognosis  supone  una  conquista  distintiva  en  la 
autoconsciencia social.43  
                                                            
43
 Daniel Bell, El Advenimiento de la Sociedad Post Industrial, Alianza Editorial, Madrid, 1997, p.18‐19 
33 

 
 
La  predicción  está  limitada  por  los  acontecimientos  y  por  vectores  sociales  sobre  los 
cuáles los actores políticos y sociales tienen escasa capacidad de dirección, de ahí el uso 
de encuestas de opinión para conocer las preferencias del electorado, y de esta manera ir 
modificando  la  estrategia  comunicativa.  En  la  campaña  de  Vicente  Fox  asesorada  por 
Francisco Ortiz las encuestas permitieron establecer que la juventud era el segmento en el 
que  principalmente  debería  enfocarse  la  campaña,  con  esa  información  desarrollaron 
spots e hicieron mediciones sucesivas para establecer mediante un mecanismo de ensayo 
y  error  que  la  juventud  era  el  segmento  en  el  cual  deberían  enfocarse  los  esfuerzos 
comunicativos  de  la  campaña.  Otra  cuestión  es  el  uso  carácter  propagandístico  y 
publicitario para influir en la decisión del electorado con estos datos. Existe una opinión 
dividida  entre  aquellos  que  piensan  que  las  encuestas  influyen  de  manera  directa  en  la 
decisión de los electores y quienes suponen lo contrario, los efectos más estudiados son el 
bandwagon  y  el  underdog;44 y  aquellos  que  suponen  que  es  poco  probable  que  las 
encuestas  afecten  de  manera  directa  a  los  electores.  Pero  como  lo  plantean  los 
investigadores Lazarsfeld, Berelson y Gaudet, si los medios o la prensa o algunos líderes de 
opinión difunden cierto tipo de ideas es probable que sean aceptadas y asumidas por la 
mayoría del público. 45 
El efecto bandwagon predice que los individuos tienden a votar por el candidato que 
lidera los sondeos, lo que significa que se suben al carro del vencedor porque los indecisos 
quieren sentirse ganadores, no quieren malgastar su voto o desean estar de acuerdo con 
la mayoría. El efecto underdog predice que los votantes sienten simpatía por el catalogado 
de antemano como perdedor, ya sea porque hay temor de una victoria aplastante por el 
otro partido, o porque los votantes de ese partido reaccionan, mientras que los votantes 
del otro partido asumen una actitud de exceso de confianza, se quedan en casa y no van a 
votar.  Es  difícil  determinar  la  veracidad  de  estas  teorías;  sin  embargo,  se  puede  afirmar 
que  los  medios  de  información  ponen  más  atención  en  aquel  candidato  que  lidera  los 

                                                            
44
 Lourdes Martín Salgado, Marketing Política, Paidós, Madrid, 2002. 
45
 P. Lazarsfeld, B. Berelson y Gaudet, H., op. cit. 
34 

 
sondeos  de  opinión;  además,  los  asesores  de  campaña  se  esfuerzan  por  hacer  que  su 
candidato aparezca como posible vencedor e inalcanzable por sus contrincantes. 
La confiabilidad en las encuestas es proporcional a su exactitud científica, de manera 
que el encuestador se esmera por presentar información acerca de la metodología ‐‐aun 
cuando  el  público,  no  la  entienda.  Así  mismo  hay  una  reiteración  de  los  resultados  que 
exponen  la  secuencia  de  los  sondeos  (tracking  polls),  aun  cuando  las  presentaciones 
diarias presentan menor confiabilidad en sus resultados; también enfatizan la información 
del tamaño de la muestra, el número de los sondeos que coinciden o muestran la misma 
tendencia  en  sus  resultados  ‐‐tantos  encuestadores  no  pueden  estar  equivocados—y  el 
intento por establecer la neutralidad del encuestador o del medio “nuestro único interés 
es  informarle”.  Finalmente,  como  la  mayoría  de  los  ciudadanos  no  conocen  ni  son 
expertos  en  cuestiones  numéricas  y  estadísticas  suelen  confiar  y  creen  en  las  encuestas 
que  se  publican,  sea  por  la  credibilidad  del  medio,  sea  porque  muchas  encuestas 
coinciden al mismo tiempo. 

35 

 
Fuente: http://www.gallup.com/poll/9442/Election‐Polls‐Accuracy‐Record‐Presidential‐Elections.aspx 

 
En esta tabla de encuestas realizadas por la empresa Gallup se puede observar el error en 
las estimaciones; pues es imposible que en una predicción no haya error o que la empresa 
pretenda maquillarlo, situación que desconocemos; lo que es observable es que los datos 
metodológicos brillan por su ausencia en gran parte de los estudios que se hacen en los 
Estados  Unidos,  práctica  que  en  México  y  en  otros  países  con  mayores  niveles  de 
desconfianza  no  es  común,  pues  los  datos  metodológicos  siempre  acompañan  a  la 
divulgación de los sondeos. 

36 

 
En  algunas  elecciones  estadounidenses  el  margen  de  error  es  menor,  como 
sucedió en la elección presidencial del año 2000, donde la diferencia entre la predicción y 
el resultado del candidato ganador de la elección, George Bush, fue mínima, apenas 0.1%, 
aunque no se acertó en el ganador de la elección popular como fue Al Gore. Mientras que 
en  la  elección  de  1992,  (Clinton/Bush)  entre  la  predicción  y  el  resultado  hubo  una 
diferencia de cinco puntos porcentuales, aun cuando si acierta en el ganador; de manera 
que ninguna encuesta puede hacer un pronóstico totalmente acertado, sino dentro de los 
margenes de error. 
La  encuestadora  Gallup  aplica  muestras  de  1,000  a  1,500  individuos,  mayores  de 
18  años,  seleccionados  de  manera  aleatoria  de  acuerdo  con  la  cantidad  de  hogares  que 
hay  en  cada  uno  de  los  estados  que  forman  parte  de  la  Unión  Americana.46 A  partir  de 
1980  se  seleccionan  aleatoriamente  números  telefónicos  de  hogares  y  después  se 
seleccionan  a  individuos  de  sexo  masculino  y  femenino,  de  diferentes  edades  y  de 
diferentes niveles socio‐económicos, pero siempre respetando los niveles de confianza, y 
márgenes  de  error.  Una  muestra  puede  calcularse  con  diferentes  niveles  de  confianza 
(68.3%,  95.5%  y  99.7%),  así  como  diferentes  margenes  de  error,  por  lo  regular  puede 
aceptarse una muestra de 1,111 integrantes con un nivel de confianza de 95.5 (el nivel de 
confianza significa que el estadístico se acerca al parámetro poblacional en 95 de cada 100 
casos) y un márgen de error de 3%, lo que significa que si el resultado estimado fue de que 
el ganador obtendrá el 35% de los votos, el resultado observado deberá estar en el rango, 
32%  y  38%;  si  la  distancia  entre  el  resultado  de  la  encuesta  y  el  resultado  oficial  se 
encuentra el rango propuesto, entonces se puede afirmar que la encuesta fue exitosa. 

                                                            
46
 Véase http://www.gallup.com/region/es‐xm/americas.aspx 
37 

 
   

38 

 
IV. ANÁLISIS DE LAS ENCUESTAS EN LAS ELECCIONES DE MÉXICO DEL AÑO 2000 AL 2012 

 
A partir de las elecciones federales de 1988 y de 1994 se comenzaron a utilizar encuestas 
de  opinión  preelectorales  frecuentemente.  Los  resultados  electorales  aquí  presentados 
nos  permiten  afirmar  que  la  competencia  en  las  elecciones  aumenta  sucesivamente;  lo 
que  propiciará  una  acumulación  de  conocimiento  y  profesionalismo  en  las  empresas 
encuestadoras.  En  ese  periodo  el  panorama  de  las  empresas  se  modifica,  desaparecen 
algunas, principalmente extranjeras, que todavía realizaron pronósticos electorales en el 
año 2000. 
Cuadro 4. Resultados elecciones presidenciales México 1929‐2012 

Años  Candidatos y Partidos  Votos  % 


1929  Pascual O. Rubio(PNR)  1,947,848  93.55
  José Vasconcelos  110,979  5.33
  Rodrigo Rodríguez  32,279  1.12
1934  Lázaro Cárdenas(PNR)  2,265,971  98.19
  Antonio J. Villareal  24,395  1.08
  Adalberto Tejeda  16,037  .70
1940  Manuel Ávila Camacho(PRM)  2,476,641  93.90
  Juan Andreu Almazán  151,101  5.73
  Rafael Sánchez T.  9,840  .37
1946  Miguel Alemán Valdés(PRI)  1,786,901  77.91
  Ezequiel Padilla  443,357  19.33
  Jesús Agustín C.   29,337  1.28
  Enrique Calderón  33,952  1.48
1952  Adolfo Ruíz C.(PRI)  2,713,419  74.32
  Miguel Henríquez(FPP)  579,745  15.88
  Efraín González L.(PAN)  285,555  7.82
  V. Lombardo Toledano (PP)  72,482  1.99

39 

 
1958  Adolfo López Mateos (PRI)  6,767,7549  90.43
  Luis H. Álvarez (PAN)  705,303  9.42
1964  G. Díaz Ordaz(PRI; PPS y PARM)  8,368,446  88.82
  José González T. (PAN)  1,034,337  10.98
1970  Luis Echeverría A.(PRI,PPS y PARM)  11,970,893  86.02
  Efraín González Morfín (PAN)  1,945,070  13.98
1976  José López Portillo (PRI,PPS y PARM)  16,727,993  100
1982  M. de la Madrid H.(PRI;PPS y PARM)  16,748,006  70.99
  Pablo E. Madero (PAN)  3,700,045  15.68
  Arnoldo Martínez V. (PSUM)  821,995  3.48
  I. González Gollás (PDM)  433,886  1.85
  Rosario Ibarra de Piedra(PRT)  416,448  1.76
  Cándido Díaz Cerecedo (PST)  342,005  1.45
  Manuel Moreno Sánchez(PSD)  48,413  .20
1988  Carlos Salinas de Gortari (PRI)  9,687,929  50.47
  C. Cárdenas S.(PARM,PPS;PFCRN,PMS)  5,929,585  30.97
  Manuel Clouthier (PAN)  3,208,584  16.71
  Gumersindo Magaña (PDM)   190,891  1.00
  Rosario Ibarra de Piedra (PRT)  74,857  .40
1994  Ernesto Zedillo (PRI)  17,336,325  50.18
  Diego Fernández de Cevallos (PAN)  9,222,899  26.69
  Cuauhtémoc Cárdenas (PRD)  5,901,557  17.08
  Cecilia Soto (PT)  975,356  2.82
  Jorge González Torres (PVEM)  330,381  .96
  Otros  764,429  2.21
2000  Vicente Fox Quesada (PAN,PVEM)  15,988,740  42,52
  Francisco Labastida O. (PRI)  13,576,385  36.10
  Cuauhtémoc Cárdenas (PRD)  6,259,048  16.64
  Gilberto Rincón Gallardo(PDS)  592,075  1.57
2006  Felipe Calderón Hinojosa (PAN)  14,916,927  35.89

40 

 
  Roberto Madrazo P. (CPM)  9,237,000  22.23
  Andrés M. López Obrador (CPBDT)  14,683,096  35.33
  Roberto Campa (PANAL)  397,550  .95
  Patricia Mercado (Alternativa)  1,124,280  2.70
  Voto Nulos  900,372  2.16
2012  Josefina Vázquez Mota (PAN)  12,786,647  25.14%
  Enrique Peña Nieto (C. por México)  19,226,784  38.21%
  A. M. López Obrador (M. Progresista)  15,896,999  31.59%
  Gabriel Quadri (PANAL)  1,150,662  2.29%
  Votos Nulos  1,241,154  2.47%
  No registrados  20,907  .004%
  Total  50,323,153 
  Electores  79,454,802 
  Participación    63.14%
Fuente: Instituto Federal Electoral 
   

41 

 
 

Cuadro 5. México 2000. Encuestas preelectorales elecciones presidenciales año 2000 

Empresa  Fecha  muestra Tipo  FLO47  VFQ48  CCS49  Otros 


MundOpinion  11/99  ‐‐‐  Proceso  43.0  39.0  18.0  0.0 
Indermec  11/99  ‐‐‐‐  Proceso  39.0  44.0  16.0  0.0 
GEA  11/99  1200  Hogar  41.8  38.0  16.5  3.7 
Reforma  11/99  1542  Hogar  53.1  33.3  9.9  3.7 
Universal  11/99  1537  Call/tel  46.2  33.8  11.7  8.3 
CEO  11/99  1500  Hogar  47.0  37.0  11.0  4.0 
Person(PRI)  12/99  1647  Hogar  47.0  34.0  13.0  6.0 
Universal  12/99  1475  Call/tel  47.1  39.2  12.5  1.2 
Milenio  12/99  1006  Hogar  42.2  37.8  17.8  2.2 
CEPROSEP  01/00  1510  Telf.  51.0  32.0  11.0  6.0 
Reforma  01/00  1544  Hogar  48.2  38.6  12.0  1.2 
GAUSSC(PAN)  01/00  20,866  Hogar  45.0  39.0  14.0  2.0 
Pearson(PRI)  01/00  1678  Hogar  49.7  36.7  11.9  1.7 
GAUSSC(PAN)  01/00  1500  Hogar  43.5  42.4  13.0  1.1 
Milenio  02/00  1200  Hogar  42.2  41.1  14.5  2.2 
CEPROSEPP  02/00  1346  Telf.  45.5  32.4  16.1  6.0 
GEA  02/00  1200  Hogar  36.0  44.0  18.0  2.0 
Techomanag.  02/00  2697  Hogar  45.3  34.5  17.2  3.0 
Universal  02/00  1438  Calle  41.8  38.8  15.7  3.7 
Reforma  02/00  1510  Hogar  47.0  38.6  13.2  1.2 
Reforma  02/00  2397  Hogar  50.0  37.8  11.0  1.2 
MundOpinion  02/00  1182  Hogar  40.5  35.7  22.6  1.2 
Ceprosepp  03/00  1322  Telef.  46.1  31.8  17.0  5.1 
Pearson (PRI)  03/00  1127  Hogar  51.6  33.4  13.6  1.5 
Milenio  03/00  1200  Hogar  41.6  39.3  16.9  2.2 

                                                            
47
 FLO: Francisco Labastida Ochoa 
48
 VFQ: Vicente Fox Quesada 
49
 CCS: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano 
42 

 
Universal  03/00  1438  Calle  45.0  39.7  12.7  2.6 
Reforma  03/00  1533  Hogar  47.0  38.6  13.3  1.2 
GEA  03/00  1200  Hogar  38.8  43.3  16.5  1.4 
Technomagmt.  03/00  ‐‐‐  ‐‐‐‐  47.9  32.3  17.0  2.8 
Ceprosepp  04/00  ‐‐‐‐  Telef.  45.7  31.2  17.6  5.5 
GAUSSC  04/000  1500  ‐‐‐‐  41.4  46.0  12.3  .3 
Technomgmt.  04/00  ‐‐‐‐‐  ‐‐‐‐‐  47.4  32.7  17.7  2.2 
Reforma  04/00  1647  Hogar  45.0  42.0  12.0  1.0 
Quantum  04/00  1920  Hogar  50.4  36.9  10.0  2.7 
Universal  04/00  1074  calle  42.2  39.2  14.0  4.5 
Reuters/Zogby  04/00  1062  Hog/call 41.6  46.3  9.3  2.8 
Pearson(PRI)  05/00  1590  Hogar  45.0  39.0  12.0  2.9 
Technomgmt.  05/00  8000  ‐‐‐‐  45.5  39.1  12.5  2.9 
Reforma  05/00  1547  Hogar  42.0  40.0  16.0  2.0 
GEA  05/00  ‐‐‐‐  ‐‐‐‐‐  38.6  43.6  16.4  1.4 
Univesal  05/00  1787  Calle  35.9  42.2  16.2  5.7 
Milenio(Nielsen)  05/00  2005  ‐‐‐‐  43.0  36.0  17.0  4.0 
CEO  05/00  2450  Calle  42.7  39.0  15.1  3.2 
ARCOP  06/00  1400  Hogar  38.0  43.0  17.0  3.0 
D. Watch  06/00  1542  Hogar  36.0  41.0  20.0  3.0 
Demotecnia  06/00  2,054  Hogar  34.0  44.0  16.0  6.0 
GEA  06/00  2287  Hogar  38.0  39.0  19.0  3.0 
Universal  06/00  2095  calle  35.0  41.0  20  4.0 
Reforma  06/00  1545  Hogar  42.0  39.0  19.0  3.0 
CMPolítico  06/00  1800  Hogar  41.0  38.0  18.0  3.0 
Milenio  06/00  2489  Hogar  43.0  39.0  16.0  3.0 
CEO/UdeG  06/00  2423  hogar  43.0  39.0  15.0  3.0 
Pearson  06/00  1800  1800  43.0  39.0  15.0  3.0 
Reuters/Zogby  06/00  1330  Hogar  44.0  41.0  15.0  1.0 
Fishers  06/00  2750  Hogar  42.0  36.0  19.0  3.0 

43 

 
Mund/Dallas  06/00  1362  Hogar  37.0  36.0  27.0  0.0 
Technomgmt.  06/00  ‐‐‐  ‐‐‐‐‐  41.0  34.0  20.0  5.0 
Promedio    2145    43.40  38.40  15.40  2.85 
Resultado        36.11  42.53  16.64   
Diferencia        +7.29  ‐4.13  ‐1.24   
Error promedio              4.22 
Fuente: Murilo Kuschick, “El uso de las encuestas de opinión en las elecciones del año 2000”, Revista 
Mexicana de Ciencias Políticas, UNAM, México, 2002. 

 
Las  encuestas  preelectorales  divulgadas  en  el  año  2000  muestran  la  constante  de  la 
sobreestimación  del  PRI  y  de  su  candidato,  situación  que  encontraremos  en  elecciones 
posteriores.  Sin  embargo  este  fenómeno  no  fue  ponderado  adecuadamente,  pues  tanto 
en  las  elecciones  federales  del  2000  como  en  las  de  2006,  el  PRI  perdió  las  elecciones 
presidenciales.  
El análisis de las encuestas preelectorales durante las elecciones federales del año 
2000 pone en evidencia el hecho de que el candidato priista fue sobreestimado mientras 
que el candidato del PAN fue subestimado. El candidato del PRI obtuvo una intención de 
voto  de  43.4%  en  las  encuestas,  mientras  que  obtuvo  36.11%  de  la  votación,  lo  que 
representa  una  diferencia  de  7.29  puntos  porcentuales.  El  candidato  del  PAN  obtuvo 
38.4%  de  la  intención  de  voto  y  42.53  %  en  las  elecciones,  lo  que  representa  una 
diferencia de 4.13 puntos porcentuales. Ahora bien, no tenemos una explicación plausible 
para  la  sobreestimación  y  subestimación  de  candidatos.  Ulises  Beltrán  analiza  el 
fenómeno  con  el  siguiente  procedimiento:  establece  M1,  que  será  la  diferencia  entre  el 
pronóstico  y  el  ganador;  determina  M3  a  partir  del  promedio  de  la  diferencia  entre  el 
pronóstico  y  la  votación  para  los  tres  partidos  más  grandes;  e  identifica  M5  que  será  la 
diferencia entre el pronóstico y la votación de la diferencia entre el primer y el segundo 
lugar.50  
   

                                                            
50
 U. Beltrán, op. cit. 
44 

 
 
Cuadro  6.  Pronóstico  realizado  por  diferentes  agencias  junio  y  desviación  medida  por  tres 
métodos distintos junio 2000. Elección presidencial. 

Agencia  FLO  FOX  CCS  Otros  M1  M3  M5 


Milenio  43  39 16 3 4.4 3.8  10.5
D.Watch  36  41 20 3 2.4 2.1  1.5
Alducin  35  41 20 4 2.4 2.4  .5
Arcop  38  43 17 3 .4 .5  1.5
CEO  43  39 17 3 4.4 4.2  10.5
M. Político  41  38 18 3 5.4 3.5  9.5
Demotecnia  34  44 16 6 .6 1.5  3.5
Fishers  42  36 19 3 7.4 4.8  12.5
Pearson  39  39 15 3 4.2 10.5 
GEA/ISA  37  39 19 3 4.4 2.5  5.5
M.Dallas  37  36 27 0 7.4 5.8  7.5
Reforma  42  39 16 3 4.4 3.5  9.5
Reuters/Zogby  44  41 15 1 2.4 3.8  9.5
Promedio  40  40 18 3 3.9 3.3  7.1
ResultadoOficial  36.9  43.4 17.0 2.7  
Fuente: www.bibliojuridica.org/libros/3/1178/4.pdf 

 
M1 significa en términos promedio que la diferencia entre el pronóstico y el ganador es 
de  aproximadamente  4  puntos  porcentuales,  un  punto  por  arriba  del  error, 
generalmente  aceptado  en  las  encuestas  electorales.  Sin  embargo,  las  encuestas 
predecían  un  empate  técnico  entre  ambos  contendientes.  En  lo  que  respecta  a  M3,  la 
diferencia se atenúa pues la predicción con respecto del candidato del PRD es baja, pues 
el  promedio  de  las  predicciones  fue  de  18  puntos  porcentuales  y  el  resultado  final  de 
17%.  En  el  caso  de  M5,  la  diferencia  vuelve  a  acentuarse,  pues  la  mayoría  de  las 
encuestas pronosticaba una diferencia de más de 4 puntos porcentuales entre el primer 

45 

 
y el segundo lugar, mientras que la diferencia real fue mayor, además en la mayoría de 
las estimaciones se daba ventaja al candidato del PRI. 
La  explicación  que  propone  el  autor  Ulises  Beltrán  parte  del  hecho  de  reconocer 
que la calidad de la investigación demoscópica en México no es la más precisa y compara 
el error promedio para los tres partidos que sacaron más de 15% del resultado electoral y 
lo explica en tres puntos: 
 Ocultamiento del voto en la no respuesta a la pregunta electoral. 
 Las preferencias cambiaron entre la última medición y la elección. 
 Las  encuestas  fallaron  porque  no  captaron  o  no  buscaron  adecuadamente  al 
votante. 
La primera explicación del posible fracaso de las encuestas en la elección del año 2000 
pone  el  énfasis  en  los  encuestados  más  que  en  el  método  de  recolección  de  la 
información;  sin  embargo,  el  investigador  también  definirá  “fuentes  de  error  en  las 
encuestas”,51 es decir un conjunto de posibles errores en los elementos que integran el 
diseño y el proceso de las encuestas: muestreo, selección de la muestra; definición de la 
población  objetivo;  diseño  del  cuestionario:  redacción  de  las  preguntas,  el  lugar  de  la 
inserción  de  las  mismas;  el  uso  de  las  Áreas  Geoestadísticas  Básicas  (AGEBS)  o  de 
secciones  electorales;  recolección  de  la  muestra,  el  momento  del  levantamiento  de  la 
información,  selección  aleatoria,  selección  por  cuotas,  manejo  de  los  rechazos,  efectos 
de la entrevista, ponderación de los resultados; y, por último, lo que tiene que ver con la 
interpretación de los resultados y el reporte de las mediciones, así como la realización de 
estimaciones para establecer el resultado de la elección y el informe de la no respuesta, 
es  decir,  los  criterios  que  utilizará  el  investigador  para  trabajar  con  los  llamados 
indecisos.  En  ese  sentido,  sin  presentar  recriminaciones  ni  culpables,  Ulises  Beltrán 
establece  que  un  posible  origen  del  fracaso  de  las  encuestas  se  encuentra  en  la 
metodología  y  en  la  manera  que  fueron  aplicadas  de  las  elecciones  presidenciales  del 
año 2000. Estos errores no se corrigieron y aparecieron en las elecciones subsecuentes.

                                                            
51
 Op. cit. p. 15 
46 

 
 
Cuadro 7. Resultados elecciones para Presidente de la República, 2006. 
Resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación  
PAN  Cp.M.  CPBdeT  Alianza Altern N.reg V. válidos V. nulos  Total
14,916,927  9,237,000  14,683,096  397,550 1,124,280 298,204 40,657,057 900,373  41,557,430
35.89  22.22  35.33  0.95 2.70 0.71 2.16   
Fuente: www.ife.org 
 
 

Cuadro  8.  Asociación  Mexicana  de  Agencias  de  Investigación,  AMAI.  Encuestas  Electorales: 
Elecciones para presidente 2006, preferencia por partido‐candidato. Las cifras entre paréntesis 
representan  el  cálculo  efectivo  sobre  el  total  de  la  muestra.  Las  cifras  sin  paréntesis  son  el 
cálculo bruto sobre el total de la muestra encuestada.52 
Empresa  Fecha  Felipe  Robert López  Patrici Robert Otro NS/N Muestra error 
Calder o  Obrad a  o  s  C 
ón  Madra or  Merca Campa
zo  do 
ARCOP  17/06/06  (37)  (25)  (34)      (4)    1400   
Reforma  17/06/06  (34)  (26)  (36)  (3)  (1)      1721  2.3 
Universal  16/06/06  (34)  (26)  (34)  (3)  (1)      2000  2.9 
BGC  16/06/06  (34)  (26)  (34)  (4)  (1)  (1)    1200  2.9 
Consulta  15/06/06  (33)  (27)  (36)  (3)  (1)      2000  2.2 
M.Politico  16/06/06  31  22  29  3      16  1200  3.3 
M.Politico  16/06/06  (37)  (26)  (34)  (3)  (1)      1200  3.3 
CEO  17/06/06  (34)  (25)  (36)  (4)  (2)      2000  2.19 
GEA/ISA  15/06/06  33  20  31      2  14  1600  2.5 
GEA/ISA  15/06/06  (38)  (23)  (36)        (3)  1600  2.5 

                                                            
52
 El  cálculo  efectivo  se  realiza  después  de  restar  la  no  respuesta  de  la  muestra  inicial,  por  lo  tanto,  la 
preferencia  efectiva  se  logra  estableciendo  una  nueva  distribución  de  las  preferencias  con  base  en  una 
muestra menor (efectiva) que sólo toma en cuenta a los entrevistados que respondieron de manera efectiva 
con  respecto  a  su  probable  intención  de  voto.  La  preferencia  bruta  no  discrimina  las  preferencias  de  los 
posibles votantes y muestra tanto las respuestas efectivas, como la no respuesta en el cuadro. 
47 

 
GEA/ISA  15/06/06  (41)  (21)  (36)      (2)    1600  2.5 
Parametríia  15/06/06  (33)  (27)  (37)  (3)  (1)      1000  3.1 
Indermec  12/06/06  (32)  (28)  (33)  (5)  (1)  (1)    1500  2.8 
Zogby  10/06/06  30  24  27  3  1  1  13  1000  3.1 
Zogby  10/06/06  (35)  (28)  (31)  (4)  (1)      1000  3.1 
GEA/ISA  9/06/06  33  22  31      3  11  1152  3.0 
GEA/ISA  9/06/06  (37)  (24)  (35)      (4)    1152  3.0 
GEA/ISA  9/06/06  (39)  (23)  (35)      (3)    1152  3.0 
Reforma  9/06/06  (35)  (23)  (37)  (3)  (1)      2100  2.3 
Consulta  8/06/06  (32)  (28)  (35)  (4)  (1)      1400  3.3 
Demotecnia  07/06/06  (31)  (30)  (34)  (4)  (1)      1500  2.6 
Universal  07/06/06  (37)  (22)  (34)  (6)  (1)      1500  2.5 
Parametría  01/06/06  (34)  (27)  (36)  (2)  (1)      1000  3.1 
Universal  01/06/06  (36)  (24)  (36)  (4)        1500  3.4 
BGC  31/05/06  (35)  (26)  (35)          1200  2.98 
GEA/ISA  25/05/06  34  22  26      2  16  1440  3.0 
GEA/ISA  25/05/06  (40)  (27)  (31)      (2)    1440  3.0 
Consulta  23/05/06  (34)  (28)  (34)  (3)  (1)      1400  3.3 
Demotecnia  21/05/06  (33)  (30)  (34)  (3)  (1)      1000  3.2 
Indermec  15/05/06  (36)  (24)  (33)  (4)  (1)  (2)  24  1500  2.8 
Reforma  19/05/06  (39)  (22)  (35)  (2)  (1)      1099  2.3 
Zogby  6/05/06  34  22  29  2  1    12  999  3.2 
Zogby  6/05/06  (38)  (25)  (33)  (2)  (1)      999  3.2 
Universal  5/05/06  (39)  (21)  (35)  (4)  (1)      1500  2.5 
Parametría  5/05/06  (36)  (26)  (34)  (3)  (1)      1000  3.1 
Promedio    35.08  24.85  33.6  3.36  .95  1.75  13.6 1372  2.86 

Resultado    35.89  22.2  35.33  2.7  .96      1372  2.86 
Prom/resul    .81  2.63  1.73  .66  0.01    13.6 1372  2.86 

Fuente: www.opinamexico.org/encuestas_elect.php 
48 

 
Cuadro  9.  Evaluación  de  desempeño  de  las  empresas  encuestadoras.  Elección  presidencial 
México 2006 
Encuestadora  Acertó  Acertó en Promedio de  Suma de  N53 
ganador (%)  margen de  diferencias  diferencias 
error a 1°  absolutas a 1°  absolutas 
y2°(%)  y 2°  entre el núm. 
Efectivo de 
candidatos 
Arcop  100% 98.2 1.5 2.39  1
Reforma  33% 100 0 .57  3
Universal  66% 99.96 1.03 .76  4
BGC  100% 97  0 1.74  2
Consulta  0% 96 2 2.38  3
M. político  100% 92.5 1.25 2.02  2
CEO  0% 98.22 2 1.42  1
GEA/ISA  100% 97.66 2.07 1.03  8
Parametría  66% 98.42 .63 1.57  3
Indermec  50% 94.5 .5 2.46  2
Zogby  100% 91.9 .55 2.33  4
Promedio  56.8 81.19 .96 1.68  2.75
Fuente: elaboración propia como datos de: www.opinamexico.org/encuestas_elect.php 

 
Si bien nuestro interés radica en el análisis de las encuestas y sondeos llevados a cabo en 
la  elección  presidencial  de  2012,  es  importante  hacer  mención  a  las  encuestas  del  año 
2006, que no fueron tan criticadas como las de 2012, ya que las estimaciones que hicieron 
los  encuestadores  no  estuvieron  tan  alejadas  del  resultado  final.  La  metodología 
propuesta  por  Vidal  Romero  presentada  en  la  tabla  nos  permite  hace  las  siguientes, 
consideraciones: 54 

                                                            
53
 N: número de encuestas realizadas por empresa encuestadora. 
54
 V. Romero, op. cit. 
49 

 
En  la  primera  columna  encontramos  que  la  mitad  de  las  empresas  acertaron 
ganador, si bien esto muestra un desempeño no muy brillante de las empresas, se justifica 
por  lo  disputado  de  la  elección,  de  ahí  que  algunas  empresas  como  las  de  los  diarios 
Reforma  y  El  Universal  le  daban  la  ventaja  a  uno  u  otra  de  los  contendientes  y  hasta 
pronosticaban un empate. 
La  segunda  columna  plantea  la  proporción  de  encuestas  en  que  cada  empresa 
acertó  en  margen  de  error  de  forma  conjunta  al  primero  y  al  segundo  lugar  tomando 
como línea de corte (+/‐3 por ciento) que es la mediana de las encuestas en la muestra, 
ésta  es  una  buena  aproximación  de  la  precisión  estadística  del  instrumento;  dada  la 
cercanía  entre  primer  y  segundo  lugar.  La  mayor  parte  de  las  empresas  acertaron  esta 
medida,  ya  que  en  promedio  lograron  80%  de  acierto.  De  ahí  que  la  reputación  de  las 
encuestadoras no fue muy cuestionada en aquella elección. 55 
La tercera columna es la medida 3 de Mosteller que es el promedio de la diferencia 
entre la encuesta (aquí el promedio de las encuestas de cada empresa encuestadora) y el 
resultado  de  la  elección  para  los  dos  candidatos  punteros.  Como  se  observa  este 
promedio es menor que uno y en algunos casos llega a cero, es decir en una gran cantidad 
de encuestas no se llega al margen de error, la que más se acerca a este indicador es BGC, 
cuyo valor es cero; mientras que el valor de GEA/ISA es dos, por lo que supera el margen 
de error establecido para las encuestas preelectorales, que por convención debe ser tres. 
Como la medida anterior no funciona para elecciones con más de tres candidatos, 
para corregirla se utiiza la cuarta medida que presenta la suma de los errores absolutos de 
todos  los  candidatos  dividido  por  el  número  de  candidatos  en  la  elección,  la  medida 
anterior es más del doble de la anterior y expresa la sobrestimación del candidato del PRI, 
Roberto Madrazo. 
   

                                                            
55
 Ibid., p.105 
50 

 
 
Cuadro 10. Resultados preliminares elección presidencial, México 2012. 

J.Vázquez  E.Peña  A.López  G.Quadri No  V.Nulos  T.Votos  ListaNominal


regstr. 
25.40%  38.15%  31.64%  2.30%  0.06%  2.42%  100%  77,738,849 
Fuente: prep2012.ife.org.mx/prep/Nacional/PresidenciaNacionalVPC.html 
 
Gráfica 4. Intención de Voto, por candidato, según empresa encuestadora 2011‐2012. 

 
Fuente: www.adnpolitico.com/encuestas 

 
Cuadro 11. Resultados de encuestas pre electorales. México 2012. Resultados brutos y efectivos. 

Encuesta  Fecha  Muestra Error Peña Vázquez López Quadri  NS/NC  Ventaja
GEA‐ISA  25/06/12  1144  3%  39.5  18.9  24.1  1.8  15.7  P.+15.4 
GEA‐ISA  24/06/12  1152  3%  39.8  19.2  23.9  2.2  14.9  P.+15.9 

51 

 
GEA‐ISA  23/06/12  1152  3%  38.8  21.1  22.9  2.3  14.9  P.+15.9 
Mitofsky  22/06/12  1000  3.1%  38.4  20.8  25.4  1.8  13.6  P.+13.0 
Fórmula  22/06/12  1150  3.0%  36.3  20.2  21.8  3.5  18.2  P.+14.5 
GEA‐ISA  22/06/12  1152  3.0%  38.3  22.1  22.8  2.3  14.5  P.+15.5 
B.Laredo  22/06/12  2000  2.5%  41.2  20.6  23.8  2.0  12.4  P.+17.4 
GEA‐ISA  21/06/12  1152  3.0%  38.5  21.4  22.9  2.5  14.7  P.+15.6 
Covarrubia  21/06/12  1500  2.5%  38  25  28  3.0  6.0  P.+10 
Reforma  21/06/12  1616  2.7%  32.2  18.8  24.1  3.0  21.3  P.+8.1 
GEA‐ISA  20/06/12  1150  3.0%  38.6  20.6  23.3  2.6  14.9  P.+15.3 
GEA‐ISA  19/06/12  1150  3.0%  39.8  20.3  23.3  2.4  14.2  P.+16.5 
GEA‐ISA  18/06/12  1150  3.0%  39  21.5  23.1  2.4  14.0  P+15.9 
Parametría  18/06/12  1000  3.1%  35.5  19.1  23.3  3.1  19  P.+12.2 
GEA‐ISA  17/06/12  1152  3.0%  39.9  21.7  23  2.4  13  P.+16.9 
Mitofsky  15/06/12  1000  3.1%  37.6  20.8  24.3  2  15.3  P.+13,3 
GEA‐ISA  15/06/12  1152  3%  37.5  22  22.9  2.1  15.5  P.+14.6 
Reforma  14/06/12  1515  2.8%  33.4  19  24.1  3.5  20  P.+9.3 
Ipsos‐B.  14/06/12  1000  3.7%  35  20  29  1  15  P.+6.0 
GEA‐ISA  14/06/12  1152  3.0%  36.7  21.2  24.2  2.2  15.7  P‐+12.5 
GEA‐ISA  13/06/12  1152  3.0%  37.6  20.4  24.7  2  15.3  P.+12.9 
GEA‐ISA  12/06/12  1152  3.0%  39.2  19.6  25.4  2.5  13.3  P.+13.8 
Parametría  12/06/12  1000  3.0%  33  19  22  3.0  23.0  P.+11.0 
Mitofsky  11/06/12  1000  3.1%  37.8  21.6  24  1.9  14.7  P.+13.8 
B.Laredo  11/06/12  1600  2.5%  37  21.4  23.5  3  15.1  P.+13.5 
GEA‐ISA  11/06/12  1152  3.0%  38.5  21.0  24.2  2.4  13.9  P.+14.3 
Fórmula  11/06/12  1200  2.9%  37.2  19.8  21.2  3.5  18.3  P.+16 
GEA‐ISA  10/06/12  1152  3.0%  37.7  22.4  24.3  2.6  13.0  P.+13.4 
GEA‐ISA  9/06/12  1152  3.0%  37.7  22.5  23.2  2.2  14.4  P.+14.5 
Mitofsky  8/06/12  1000  3.1%  37.2  21  25.1  1.5  15.2  P.+12.1 
GEA‐ISA  8/06/12  1152  3.0%  37.6  20.5  23.7  2.6  15.6  P.+13.9 
GEA‐ISA  7/06/12  1152  3.0%  36.8  17.6  23.6  3  19.0  P.+13.2 

52 

 
GEA‐ISA  6/06/12  1152  3.0%  36.1  18.4  23.3  2.9  19.3  P.+12.8 
Parametría  5/06/12  1000  3.1%  34.0  18.0  24.0  3.0  21.0  P.+10 
GEA‐ISA  5/06/12  1152  3.0%  37.6  18.5  22.3  2.6  19  P.+15.3 
GEA‐ISA  4/06/12  1152  3.0%  37.6  20.2  22.2  2.5  17.5  P.+15.4 
GEA‐ISA  2/06/12  1152  3.0%  37.4  20.5  21.4  3.0  17.7  P.+16 
Mitofsky  1/06/12  1000  3.1%  35.8  20.8  24.0  1.6  17.8  P.+11.8 
GEA‐ISA  1/06/12  1152  3.0%  37.7  19.7  21.5  2.8  18.3  P.+16.2 
Fórmula  1/06/12  1200  2.9%  35.6  19.2  23.3  1.6  20.3  P.+12.3 
GEA‐ISA  31/05/12  1152  3.0%  36.6  19.8  21.8  2.3  19.5  P.+14.8 
GEA‐ISA  30/05/12  1152  3.0%  35.4  20.1  21.9  3  19.6  P.+13.5 
GEA‐ISA  29/05/12  1152  3.0%  33.9  20.6  21.5  2.7  21.3  P.12.4 
Parametría  29/05/12  1000   3.1  33.0  19.0  24.0  2.0  22.0  P.+22.0 
Promedio    1175    37.0  20.36  23.55  2.46  16.5   
 
Encuesta  Fecha  Muestra Error  Peña  Vázquez López  Quadri  Ventaja
GEA‐ISA  25/06/12  1144  +‐3%  46.9  22.4  28.5  2.2  P.+18.4 
GEA‐ISA  24/06/12  1152  +‐3%  46.7  22.6  28.1  2.6  P.+18.6 
GEA‐ISA  23/06/12  1152  +‐3%  45.5  24.8  26.9  2.8  P.+18.6 
GEA‐ISA  22/06/12  1152  +‐3%  44.8  25.8  26.7  2.7  P.+18.1 
Mitofsky  22/06/12  1000  +‐3.1  44.5  24.1  29.4  2  P.+15.1 
Fórmula  22/06/12  1150  +‐3%  44.4  24.7  26.7  4.2  P.+17.7 
BGC  22/06/12  1200  +‐2.9%  44.0  25.0  28.0  3  P‐+16 
B.Laredo  22/06/12  2000  +‐2.5%  45.0  24.4  27.9  2.7  P.+17.1 
GEA‐ISA  21/06/12  1152  +‐3%  45.2  25.1  26.8  2.9  P.18.4 
Demotec  21/06/12  1500  +‐2.6%  40.2  22.9  32.4  4.5  P.+7.8 
Reforma  21/06/12  1616  +‐2.7%  41.0  26.0  30.0  3.0  P.+11.0 
Covarrub  21/06/12  1500  +‐2.5  41.0  26.0  30.0  3.0  P.+11.0 
GEA‐ISA  20/06/12  1152  +‐3%  45.4  24.2  27.3  3.1  P.+18.1 
GEA‐ISA  19/06/12  1150  +‐3%  46.4  23.7  27.2  2.7  P.+19.2 
GEA‐ISA  18/06/12  1150  +‐3%  45.3  25.0  26.8  2.9  P.+18.5 

53 

 
Parametría  18/06/12  1000  +‐3.1%  43.9  23.6  28.7  3.8  P.+15.2 
GEA‐ISA  17/06/12  1152  +‐3%  45.9  24.9  26.5  2.7  P.+19.4 
GEA‐ISA  16/06/12  1152  +‐3%  45.7  26  25.1  3.2  P.+19.7 
GEA‐ISA  15/06/12  1152  +‐3%  44.4  26.0  27.1  2.5  P.+17.3 
Mitofsky  15/06/12  1000  +‐3.1%  44.4  24.6  28.7  2.3  P.+15.7 
Reforma  14/06/12  1515  +‐2.8%  42.0  24.0  30.0  4.0  P.+12.0 
Ipsos.B.  14/06/12  1000  +‐3.7%  41.0  24.0  34.0  1.0  P.+7.0 
GEA‐ISA  14/06/12  1152  +‐3%  43.6  25.1  28.7  2.6  P.+14.9 
GEA‐ISA  13/06/12  1152  +‐3%  44.0  24.1  29.2  2.4  P.+15.1 
BGC  13/06/12  1200  +‐2.9%  42.0  29.0  27.0  2.0  P.+13.0 
Parametría  12/06/12  1000  +‐3.1%  33.0  24.0  29.0  4.0  P.+14.0 
GEA‐ISA  12/06/12  1152  +‐3%  45.2  22.6  29.3  2.9  P.+15.9 
Fórmula  11/06/12  1200  +.2.9%  45.4  24.3  26.0  4.3  P.+19.4 
Mitofsky  11/06/12  1000  +‐3.1%  44.3  25.3  28.1  2.3  P.+15.9 
B.Laredo  11/06/12  1000  +‐3.5  43.6  25.1  27.7  3.6  P.+15.9 
GEA‐ISA  11/06/12  1152  +‐3%  44.8  24.3  28.1  2.8  P.+16.7 
GEA‐ISA  10/06/12  1152  +‐3%  43.3  25.7  28.0  3.0  P‐+15.3 
GEA‐ISA  9/06/12  1152  +‐3%  44.1  26.3  27.0  2.6  P.+17.1 
Mitofsky  8/06/12  1000  +‐3.1%  43.8  24.8  29.6  1.8  P.+14.2 
GEA‐ISA  8/06/12  1152  +‐3%  44.5  24.3  28.1  3.1  P.+16.4 
GEA‐ISA  7/06/12  1152  +‐3%  45.4  21.8  29.2  3.6  P.+16.2 
GEA‐ISA  6/06/12  1152  +‐3%  44.8  22.8  28.9  3.5  P.+15.9 
Parametría  5/06/12  1000  +‐3.1  43.0  23.0  30.0  4.0  P‐+13.0 
BGC  1/06/12  1200  +‐2.9  42.0  28.0  28.0  2.0  P.+14.0 
Mitofsky  1/06/12  1000  +‐3.1  43.6  25.3  29.2  1.9  P.+14.4 
GEA‐ISA  6/06/12  1152  +‐3%  44.8  22.8  28.9  3.5  P.+15.9 
Parametría  5/06/12  1000  +‐3.1  43.0  23.0  30.0  4.0  P‐+13.0 
BGC  1/06/12  1200  +‐2.9  42.0  28.0  28.0  2.0  P.+14.0 
Mitofsky  1/06/12  1000  +‐3.1  43.6  25.3  29.2  1.9  P.+14.4 
Fórmula  1/06/12  1200  +‐2.9  44.7  24.1  29.2  2‐0  P.+15.5 

54 

 
GEA‐ISA  31/05/12  1152  +‐3%  45.5  24.6  27.0  2.9  P‐+18.5 
GEA‐ISA  30/05/12  1152  +‐3%  44.0  25.0  27.3  3.7  P.+16.7 
Parametría  29/05/12  1000  +‐3.1  43.0  24.0  30.0  3.0  P.+13.0 
GEA‐ISA  29/05/12  1152  +‐3%  43.1  26.2  27.3  3.7  P.+15.8 
GEA‐ISA  28/05/12  1152  +‐3%  42.8  26.2  27.4  3.6  P.+15.4 
GEA‐ISA  27/05/12  1152  +‐3%  43.8  25.6  27.0  3.6  P‐+16.8 
GEA‐ISA  26/05/12  1152  +‐3%  45.1  25.1  25.5  4.3  P.+19.6 
GEA‐ISA  25/05/12  1152  +‐3%  45.9  24.3  24.9  4.9  P.+21.0 
Mitofsky  25/05/12  1000  +‐3.1  44.9  25.7  27.4  2  P.+17.5 
Reforma  24/05/12  1515  +‐2.9  38.0  23.0  34.0  5.0  P.+4.0 
GEA‐ISA  24/05/12  1152  +‐3%  46.8  23.9  25  4.7  P‐+21.4 
B.Laredo  24/05/12  1000  +‐3.5%  43.8  26.0  27.7  2.5  P.+16.1 
GEA‐ISA  25/05/12  1148  +‐3.1  45.9  24.9  24.7  4.5  P.+21.0 
Parametría  23/05/12  1000  +‐3.1  45.0  25.0  27.0  3.0  P.+18.0 
GEA‐ISA  22/05/12  1152  +‐3%  44.9  24.8  26.2  4.1  P.+18.7 
GEA‐ISA  21/05/12  1152  +‐3%  46.1  24.4  25  4.5  P‐+21.0 
GEA‐ISA  20/05/12  1152  +‐3%  46.8  23.6  24.3  5.3  P.+22.5 
GEA‐ISA  19/05/12  1152  +‐3%  49.2  24.8  20.7  5.3  P.+24.4 
BGC  19/05/12  1200  +‐2.9%  45.0  24.0  27.0  4.0  P‐+18.0 
GEA‐ISA  18/05/12  1152  +‐3.0%  47.6  26.0  221.2  5.2  P.+21.6 
Mitofsky  18/05/12  1000  +‐3.1%  47.2  25  25.5  2.3  P.+21.7 
Fórmula  18/05/12  1200  +‐2.9%  43.6  28.2  25.7  2.4  P.+15.4 
IpsosB.  17/05/12  1000  +‐3.7%  43.0  25.0  28.0  4.0  P.+15.0 
GEA‐ISA  17/05/12  1152  +‐3%  47.6  25.7  21.7  5.0  P‐+21.9 
GEA‐ISA  30/05/12  1152  +‐3%  44.0  25.0  27.3  3.7  P.+16.7 
GEA‐ISA  15/05/12  1152  +‐3.0%  45.5  25.1  26.0  6.0  P.+20.4 
Parametría  15/05/12  1000  +‐3.1%  46.0  25.0  25.0  3.0  P.+20.0 
GEA‐ISA  15/05/12  1152  +‐3.0%  44.6  24.6  24.2  6.6  P.+20.0 
GEA‐ISA  14/05/12  1152  +‐3.0%  43.7  25.1  24.7  6.5  P‐+18.6 
GEA‐ISA  13/05/12  1152  +‐3.0%  45.6  24.9  23.4  6.1  P.+20.7 

55 

 
Covarrubias  13/05/12  1500  +‐2.5%  40.0  26.0  30.0  4.0  P.+10.0 
GEA‐ISA  12/05/12  1000  +‐4.0%  44.0  27.0  24.0  5.0  P.+17.0 
Mitofsky  11/05/12  1000  +‐3.1%  48.0  26.0  26.0  2.1  P.+22.0 
Demotec  10/05/12  1500  +‐2.6%  39.0  26.0  31.0  4.0  P‐+8.0 
GEA‐ISA  9/05/12  1152  +‐3.0%  45.4  25.0  24.9  25.1  P.+20.4 
Parametría  8/05/12  1000  +‐3.1%  46.0  24.0  25.0  5.0  P.+21.0 
BGC  7/05/12  1200  +‐2.9%  45.0  26.0  26.0  3.0  P.+19.0 
B.Laredo  7/05/12  1000  +‐3.5  49.6  23.1  24.8  2.5  P.+24.8 
Mitofsky  7/05/12  1000  +‐3.1%  47.8  26.6  23.2  3.2  P‐+21.2 
Reforma  22/04/12  1515  +‐2.9%  42.0  29.0  27.0  2  P.+13.0 
Covarrubias  13/04/12  1500  +‐2.5%  47.0  25.0  27.0  1‐0  P.+22.0 
Demotec  27/03/12  1500  +‐2.6%  38.9  30.6  29.2  1.3  P.+8.3 
IpsosB.  24/03/12  1000  +‐3.7%  47.0  30.0  23.0  0.0  P‐+17.0 
Promedio    1164    44.31  25.04  29.52  3.60  P.+13.0 
Fuente: www.adnpolítico.com/encuestas 

   

56 

 
 
Cuadro  12.  Evaluación  de  casa  encuestadoras,  resultados  brutos.  Elección  presidencial  México 
2012. 

Encuestadora  Acertó  Acertó  Promedio  de  Suma  de  N 


Ganador  margen  de  diferencias  diferencias 
error 1° a 2°%  absolutas a 1°  absolutas 
y 2°  entre  el  núm. 
Efectivo  de 
candidatos 
GEA/ISA  100%  87.7  6.8  2.98  30 
Consulta  100%  88.6  6.4  4.06  5 
Fórmula  100%  83.18  7.62  5.58  2 
B. Laredo  100%  81.3  7.72  3.54  2 
Covarrubias  100%  94.74  5  1.63  1 
Reforma  100%  82.61  4.35  6.14  2 
Parametría  100%  80.89  5.27  6.26  4 
Ipsos  100%  92.35  3  3.26  1 
Promedio  100%  86.42  5.77  4.13  5.87 
           
Fuente: elaboración propia con datoswww.adnpolítico.com/encuestas 

 
En  la  elección  presidencial  de  2012  las  casas  encuestadoras  entregaron  la  información 
bajo dos modalidades: datos brutos y efectivos. Los datos brutos son más precisos, pues 
toman el resultado de la totalidad de la muestra, mientras que los datos efectivos sacan 
de la muestra la no respuesta, lo que significa un menor nivel de representatividad frente 
al universo. Sin embargo, los datos brutos generan menor confiabilidad y seguridad en la 
predicción,  pues  se  desconoce  el  comportamiento  de  los  indecisos  y  se  puede  plantear 
que  para  los  fines  de  los  medios,  esta  forma  de  mostrar  la  información  resta 
espectacularidad, ya que no se puede establecer con precisión quien será el ganador.  

57 

 
En  la  elección  del  2012,  como  se  muestra  en  la  primera  columna,  el  potencial 
ganador  se  mantuvo  en  las  diversas  mediciones;  de  ahí  que  en  las  encuestas  lo  exhiban 
con  mucha  anticipación;  sin  embargo,  en  la  segunda  columna  encontramos  que  las 
encuestas no aciertan el margen entre primero y segundo lugar, ya que como se muestra 
en la tercera columna, el margen de error que debería ser tres, es rebasado por la mayoría 
de  las  encuestas  publicadas,  que  le  dan  un  amplio  favoritismo  al  candidato  del  PRI.  Es 
interesante señalar que la empresa que fue más criticada por sus predicciones, GEA/ISA, 
fue la más se acerca al margen del error (+/‐3%). 
Cuadro  13.  Evaluación  de  casas  encuestadoras,  resultados  efectivos.  Elección  presidencial 
México 2012. 
Encuestadora  Acertó  Acertó  Promedio  de  Suma  de  N 
Ganador  margen  de  diferencias  diferencias 
error 1° a 2°%  absolutas a 1°  absolutas 
y 2°  entre  el  núm. 
Efectivo  de 
candidatos 
GEA/ISA  100%  98.43 7.35 3.43  30
Consulta  100%  98.1 8.77 4.06  10
Fórmula  100%  100 8.55 3.78  4
BGC  100%  99.75 8.37 3.76  4
B.Laredo  100%  100 9.25 4.41  4
Demotecnia  100%  99.52 4.35 1.41  2
Reforma  100%  99 5,25 1.76  4
Covarrubias  100%  102 7.8 3.20  3
Parametría  100%  99.4 8.01 3.86  8
Ipsos  100%  99.4 7.63 3.00  3
Promedio  100%  99.56 7.53 3.27  7.2
           
Fuente: elaboración propia con datos dewww.adnpolítico.com/encuestas 

 
En  el  cuadro  13,  se  muestran  los  resultados  efectivos  que  se  realizan  recalculando  la 
muestra sin contabilizar la no respuesta, lo que expresa un menor tamaño de muestra y 
por  tanto,  un  mayor  error  con  respecto  a  la  pregunta  sobre  la  intención  de  voto.  En  el 
58 

 
cuadro 12 se considera un número limitado de las encuestas que fueron publicadas en los 
medios  de  información,  tomando  en  cuenta  las  últimas  que  serían  finalmente  las  más 
certeras, ya que fueron realizadas con mayor proximidad a la elección y la mayoría de ellas 
fue publicada en medios de comunicación. 
La  primera  columna  de  los  cuadros  12  y  13  son  idénticas  pues  todas  las  casas 
encuestadoras aciertan en determinar al ganador. Con respecto al margen de error entre 
el primero y el segundo lugar se puede apreciar en el cuadro 8 es de alrededor de 80%, 
mientras  que  en  el  cuadro  9  es  de  100%  o  hasta  más.  En  la  cuarta  columna 
correspondiente al promedio de diferencias absolutas entre el primero y segundo lugar se 
muestra que si con los datos brutos el margen de error es amplio, con los datos efectivos 
ese margen error aumenta casi al doble, ya que con los resultados efectivos el promedio 
de  la  diferencia  entre  primero  y  segundo  lugar  es  de  7.53,  mientras  que  con  los  datos 
brutos  fue  de  5.77.  Por  último,  en  la  columna  que  concentra  la  suma  de  las  diferencias 
entre el número efectivo de los candidatos, se puede observar que el promedio en ambos 
casos  es  poco  mayor  que  el  margen  de  error,  siendo  más  cercano  la  tabla  de  los 
resultados  efectivos.  Esto  significa  que  si  bien  se  sobreestimó  al  candidato  del  PRI,  los 
resultados para los candidatos fueron subestimados o, que entre el resultado electoral y la 
estimación de las encuestas la diferencia fue mínima. 
Se  determinó  un  conjunto  de  posibles  efectos  tanto  de  la  elección  como  de  las 
casas  encuestadoras  para  explicar  estos  resultados:  los  efectos  en  la  elección  podrían 
derivarse  del  hecho  de  una  espiral  del  silencio,  propiciada  por  el  ocultamiento  de  la 
intención  de  los  votantes.  Esta  hipótesis  establecería  que  la  no  respuesta  está 
directamente relacionada con el voto opositor; no obstante, la no respuesta reportada por 
las empresas encuestadoras es variable y no mantiene una relación constante con el voto 
por  los  demás  candidatos.  Se  podrían  extrapolar  otros  efectos  derivados  de  la  elección, 
que habrían inhibido a los votantes, como la inseguridad, las alianzas electorales, pero por 
el momento no contamos con información ni con espacio para abordarla.56 

                                                            
56
 Como se plantea, los efectos propios de las casas encuestadoras están determinados por los métodos de 
recolección de la información, los efectos de la elección, como decimos son varios y está fuera del alcance 
59 

 
 
Gráfica  5.  Consulta  Mitofsky.  Promedio  de  encuestas  de  diciembre‐junio  2000‐2006  y  2012. 
México, elecciones presidenciales 

 
Fuente: www.consulta.mx 

 
El efecto “casa encuestadora” está ligado al fenómeno de la sobrestimación del candidato 
del PRI en las encuestas y la subestimación por los demás candidatos, como se muestra en 
las gráficas 5 y 6. Esta sobrestimación se puede observar en las tres últimas elecciones, en 
el  que  las  encuestas  reportaron  un  empate  técnico  entre  Francisco  Labastida,  39%  y 
Vicente  Fox,  40%),  mientras  que  el  resultado  de  la  elección  fue  Vicente  Fox,  42%;  y 
Francisco  Labastida  36%;  lo  que  significa  una  diferencia  de  +3  para  Labastida  y  ‐2,  para 
Fox. En el 2006, se pronosticó 36% para López Obrador, 33% para Felipe Calderón y 27%, 
para  Roberto  Madrazo,  el  resultado  final  fue  Felipe  Calderón  35.89%;  Andrés  Manuel 
López  Obrador  35.33%,  y  Roberto  Madrazo  22.22%.  En  este  caso  hay  un  pequeña 

                                                                                                                                                                                     
de esta investigación plantearlos, pues están ligados a los múltiples motivos que inhiben a los electores de 
participar:  clima  de  inseguridad,  los  candidatos,  las  alianzas  entre  los  partidos  políticos,  entre  otros;  así 
como  el  hecho  de  la  posible  inhibición  del  voto  por  el  hecho  de  que  un  candidato  se  encuentra  muy  por 
encima de los demás en las intenciones de voto. 
60 

 
sobreestimación a favor de López Obrador (.67); 3.89, puntos desfavorables para Calderón 
y 4.78 a favor de Madrazo. 
 
Gráfica  6.  Consulta  Mitofsky  Encuestas  publicadas  en  medios  de  información.  México,  elecciones 
presidenciales 2012 

 
Fuente: www.consulta.mx 

 
En la elección presidencial de 2012 las diferencias a favor del candidato del PRI volvieron a 
presentarse. En este caso, la estimación promedio de algunas encuestas sobre la intención 
de voto a favor del candidato Enrique Peña Nieto fue de 44%, como apunta la gráfica 6 de 
Consulta Mitofsky. El resultado de la elección a favor del candidato priista fue de 38.15%, 
lo  que  significa  una  diferencia  de  5.85  puntos  a  favor  del  candidato  del  PRI.  Por  el 
contrario, hubo una diferencia negativa de 3.64 para el candidato del PRD (promedio de 
28% en las encuesta por 31.64% en el resultado final). En el caso de la candidata del PAN, 

61 

 
hubo una subestimación mínima, ya que las encuestas en promedio establecieron 25.1% 
de la intención del voto y finalmente obtuvo 25.4% de los votos en dicha elecciones. 
Como  hemos  expuesto  existe  una  sobrestimación  de  los  resultados  de  las 
encuestas que favorecen principalmente al candidato del PRI. No hemos encontrado una 
causa única que determine este fenómeno, aunque es posible basarse en la investigación 
de  Vidal  Romero;57 para  aseverar  que  las  causas  se  pueden  atribuir  al  cuestionario, 
principalmente al orden que ocupa la pregunta de la intención de voto, asunto que podría 
generar un sesgo; otra posibilidad sería el fraseo de la pregunta acerca de la intención de 
voto; así como la secrecía de la información; sin embargo, este conjunto de hipótesis sólo 
podría comprobarse mediante un análisis de los cuestionarios. 
Por otro lado, Javier Alagón58 señala que uno de los problemas de las encuestas que 
se publican en medios informativos es el tamaño insuficiente de las muestras, la inexacta 
cobertura  de  las  mismas,  así  como  la  división  de  la  muestra  entre  distintas  secciones 
electorales,  es  decir,  problemas  relacionados  con  el  método  de  muestreo.  Según  este 
autor, las muestras usadas por las casas encuestadoras tienen un tamaño insuficiente de 
mil encuestados cuando en realidad deberían contar con muestras de 2 mil quinientos a 3 
mil personas y aplicarse en un número mayor de localidades; no cinco o seis, sino más de 
40  en  por  lo  menos  de  200  a  300  secciones  electorales,  cuando  en  promedio  las  casas 
encuestadoras  utilizan  100  secciones  electorales.  Finalmente,  si  las  mediciones  no  son 
esporádicas,  sino  series,  es  necesario  que  se  vayan  modificando  las  localidades  y  las 
secciones. 
¿Ahora bien son suficientes estos temas para hablar del fracaso de las encuestas en 
2012?  Fracaso  en  el  sentido  de  que  las  estimaciones  fueron  sobrevaloradas  para  un 
candidato y no hubo posibilidad para corregir. Como hemos señalado en esta sección, en 
las elecciones de 2000 y 2006 hubo una sobreestimación sobre la tendencia del voto hacia 
el  candidato  del  PRI,  pero  como  este  partido  perdió  las  elecciones  no  se  planteó  la 

                                                            
57
 V. Romero, op. cit,. p.2. 
58
 J. Alagón, op. cit. 
62 

 
necesidad  de  modificar  y  transformar  la  metodología  de  las  encuestas  o  procurar  los 
errores posibles, cuestión que se hace necesaria a partir de ahora. 
La otra cuestión que ponderamos en esta investigación es la relación de las casas 
encuestadoras  con  los  medios  de  información,  las  necesidades  y  características  de  los 
mismos,  entre  las  que  destacamos  su  afición  a  lo  espectacular,  su  descripción  de  la 
campaña como una carrera de caballos y su intento por establecer la agenda electoral así 
como colocar a los candidatos en el centro de la atención de sus lectores, oyentes y tele 
espectadores.  
Otra  característica  de  los  medios  de  comunicación  consistió  en  su  interés  por 
mostrar y crear escenarios definitivos de la elección al presentar los resultados efectivos 
en  donde  la  no  respuesta  y  los  indecisos  fueron  omitidos;  por  tanto,  podemos  concluir 
que  al  plegarse  a  los  intereses  de  los  medios  de  información  las  casas  encuestadoras 
lograron  llamar  la  atención  de  la  ciudadanía  sobre  los  procesos  electorales  aunque 
pusieron en riesgo su prestigio y credibilidad. 
Habíamos  planteado  la  hipótesis  de  que  la  credibilidad  de  las  encuestas  y  sus 
empresas  encuestadoras  estaba  en  juego  por  las  diferencias  entre  los  resultados  de  sus 
informes, lo habíamos llamado pronósticos, predicciones y anticipaciones. Es importante 
plantear que pese a que las encuestas no tienen la obligación de estimar correctamente el 
resultado  electoral,  suelen  ser  cuestionadas  cuando  no  lo  hacen,  o  cuando  dan  un 
resultado que favorece a un candidato sobre los demás, como sucedió en la elección del 
2012. En toda la argumentación se ha favorecido una explicación que privilegia el análisis 
metodológico  detrás  de  los  errores  de  estimación  de  las  empresas  encuestadoras  sobre 
versiones o conjeturas que se centran en explicar tales errores como parte de un fraude 
electoral.  No  se  ha  descartado  completamente  esta  hipótesis,  simplemente  se  ha 
considerado que esta hipótesis se encuentra subordinada al uso que hacen los medios de 
comunicación que contratan y publican los resultados de las encuestas, favoreciendo que 
éstas  se  conviertan  en  parte  de  la  agenda  de  los  medios  de  información.  El  público  se 
informa a través de las encuestas, cuyos resultados muestran los medios de comunicación 
en  función  de  sus  intereses  particulares,  los  cuales  puede  variar  de  medio  a  medio.  A 
63 

 
partir  de  esto  se  puede  postular  que  el  interés  de  los  medios  no  sería  defraudar  a  su 
público, sino mediante el enmarcado de las noticias, hacer que el público llegue a cierto 
tipo de conclusiones. 
   

64 

 
V. RESULTADOS DE LA ENCUESTA DE PERCEPCIÓN SOBRE LAS ENCUESTAS DE OPINIÓN 
PREELECTORALES 2012 

 
El Centro para el Desarrollo Democrático del Instituto Federal Electoral (IFE) solicitó una 
encuesta de opinión acerca de la percepción de la población mexicana con respecto a las 
encuestas de opinión preelectorales llevadas a cabo en elecciones presidenciales del 2012.  
Al  finalizar  las  elecciones  presidenciales  del  2012  se  desataron  las  críticas  contra  las 
empresas  encuestadoras,  principalmente  porque  hubo  diferencias  importantes  entre  el 
resultado  de  la  elección  y  los  pronósticos  de  las  encuestadoras.  Las  encuestas  son  una 
especie  de  fotografía  y  no  necesariamente  sus  números  deben  coincidir  con  la  realidad, 
pues siempre existe un margen de error, por lo que las encuestas deberán ser evaluadas 
con relación al margen de error. 
 
Cuadro  14.  Resultados  de  la  elección  presidencial  2012,  promedio  encuestas  publicadas  y 
diferencia entre encuestas y resultado oficial. 

Partido/Coalición  PRI/PVEM  PRD,PT,MC  PAN  PANAL  No Reg.  Nulos 


Resultado  38.21%  31.59%  25.41%  2.29%  .04%  2.47% 
elección 
Promedio  44.0%  29.0%  25.0%  3.6%     
Encuestas 
Diferencia  +5.79  ‐2.59  ‐.41  +1.31    2.52 
Fuente: IFE, Consulta Mitofski 

En este apartado abordaremos el análisis de la percepción de la ciudadanía con respecto 
de las encuestas publicadas durante el proceso electoral de 2012. 59 
                                                            
59
 El  concepto  de  percepción  está  ligado  al  de  opinión  y  tiene  que  ver  con  la  manera  con  que  vemos  y 
definimos a los objetos o con la actitud que tenemos hacia ellos, lo que implica que nuestra percepción está 
socialmente  determinada,  esto  es,  por  un  lado,  nuestra  actitud  hacia  un  objeto  tiene  un  componente 
cognitivo  o  perceptivo,  que está  formado por  el  conjunto  de  ideas, opiniones,  categorías,  juicios de  valor, 
creencias,  etc.  que  usamos  para  pensar.  Como  vemos  este  concepto  de  percepción  relaciona  nuestras 
opiniones  a  nuestras  creencias,  prejuicios,  por  tanto  a  nuestra  cultura  que  como  veremos  es  la  base  de 
donde surgen nuestras opiniones; Cándido Monzón Arribas, op. cit. p. 142. 
65 

 
En  esta  investigación  se  documentaron  las  opiniones  y  la  actitud 
(favorable/desfavorable,  aceptación/  rechazo)  hacia  las  encuestas  que  se  habían 
publicado  en  los  medios  masivos  de  comunicación60.  Es  posible  plantear  como  hipótesis 
que la opinión pública tendrá una opinión favorable de las encuestas cuando el estimado 
de las mismas es muy cercano al resultado de la elección y que cuando esto no sucede se 
valoran como “fracaso”; por lo tanto pareciera el prestigio de las encuestas se mide por la 
exactitud  de  su  pronóstico.  Para  probar  esta  hipótesis  se  llevó  a  cabo  una  encuesta  de 
opinión  con  respecto  al  conocimiento  que  la  población  tuvo  de  la  publicación  de 
encuestas sobre las elecciones presidenciales de 2012. 
 

A. METODOLOGÍA 
 
Los entrevistados debían tener 19 años y haber participado en el proceso electoral como 
observadores  o  votantes.  Para  realizar  la  investigación  se  calculó  una  muestra  de  1000 
personas,  con  un  nivel  de  confianza  de  95%  y  un  margen  de  error  de  3.16.  El  tipo 
muestreo  elegido  fue  poli‐etápico  por  conglomerados,  y  se  realizó  en  diversas  etapas 
donde se definen varios conglomerados de acuerdo con las circunscripciones, los distritos, 
las secciones electorales, las manzanas y los hogares y las personas entrevistadas. 
La muestra se dividió entre las cinco circunscripciones electorales en que está dividido 
el  país  como  se  observa  en  las  imágenes  1  y  2,  cada  una  de  ellas  tiene  60  distritos 
electorales, y una cantidad distinta de secciones electorales. 
 
 

                                                            
60
 Se pudiera decir que la opinión es la manifestación verbal de una actitud y ésta puede ser definida como la 
manera con la que respondemos hacia un objeto determinada y la respuesta puede ser de aceptación o de 
rechazo, de agrado o de desagrado; en este sentido, las actitudes aparecen como respuesta a cierto tipo de 
estímulos, como puede ser un anuncio, un comentario o a una pregunta, es claro que nuestras actitudes, así 
como las opiniones está socialmente mediadas, lo que significa que dependiendo de las condiciones y de los 
contextos, vamos a responder de distinta manera a los mismos estímulos, como son las preguntas de una 
encuesta. 
66 

 
Imagen  1,  2.  Mapa  de  las  circunscripciones  electorales  del  país.  División  de  las 
circunscripciones por distritos, municipios y secciones. 

 
 
Fuente: www.ife.org.mx 
 
 

67 

 
 
 
Si tomamos en cuenta la lista nominal por cada una de las circunscripciones, se genera la 
división de la muestra que se aprecia en el cuadro 15. Después, las secciones electorales a 
partir de la cantidad de distritos electorales, por ejemplo, en Monterrey en Guadalupe hay 
cuatro distritos electorales, dividimos la muestra para esta región, es decir, 200 entre 4, 
esto es, 50 entrevistas por cada uno de los distritos.   

68 

 
 
Cuadro 15. División del tamaño muestral por circunscripciones.61 

Circunscripción  Secciones   Listado Nominal  %Listado Nominal  Muestra 


I  16,313  16,071,078  20%  200 
II  14,030  16,349,344  21%  210 
III  12,782  15,202,018  19%  190 
IV  12,378  15,490,276  20%  200 
V  11,114  15,730,939  20%  200 
 
Las entrevistas en cada distrito, 50, por ejemplo, se dividieron entre 5 (salto mínimo), de 
manera  que  en  cada  distrito  se  sortearon  10  secciones  electorales  y  en  cada  sección  se 
eligieron  manzanas  y  en  cada  manzana,  mediante  el  mecanismo  del  salto  mínimo  se 
buscaron cinco viviendas, y en las viviendas personas de sexo femenino y masculino (51% 
mujeres y 49% hombres) igual o mayores de 19 años para levantar la encuesta. La muestra 
se estratificó a partir de las características de la vivienda, nivel socioeconómico “A/B” 8%; 
nivel  socioeconómico  “C/D”,  41%  y  “E/F”,  51%.  Si  el  salto  mínimo  es  menor,  es  posible 
generar una mayor dispersión de la muestra.  
El levantamiento de la encuesta fue durante el mes de septiembre de 2013, época 
de lluvias, por lo que se realizó la sustitución del estado de Veracruz por el de Puebla y, 
finalmente  se  dividió  la  muestra  entre  algunos  estados  representativos  de  las 
circunscripciones  y,  en  ellas  entre  algunos  municipios.  En  la  primera  circunscripción  se 
tomó  al  estado  de  Jalisco  donde  la  muestra  se  dividió  en  el  área  metropolitana  de 
Guadalajara, Tonalá y Zapopan; en la segunda se encuestó en el estado de Nuevo León, en 
las ciudades de Monterrey y Guadalupe. De la tercera circunscripción se eligió el estado de 
Puebla  y  se  consideraron  la  ciudad  de  Puebla  y  Cholula.  En  el  caso,  de  la  cuarta 
circunscripción  se  tomó  a  la  ciudad  de  México  y  se  subdividió  la  muestra  en  las  16 
delegaciones  políticas.  Por  último,  en  la  quinta  circunscripción  se  dividió  la  muestra  de 

                                                            
61
 Todos los cuadros siguientes corresponden a los resultados de la Encuesta de percepción de las encuestas 
preelectorales 2012, a menos que señalemos otra información. 
69 

 
manera  proporcional  entre  los  municipios  de  Ecatepec,  Tlalnepantla,  Naucalpan,  Ciudad 
Nezahualcóyotl y Toluca, conforme a la población de cada localidad. 
En términos reales al momento de llevar a cabo las entrevistas, la muestra quedó 
dividida en la forma en que aparece en el cuadro 16. 
Cuadro 16. Encuesta 2013. División de la muestra por entidad federativa. 
Porcentaje  Porcentaje 
Entidad política 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Distrito Federal  231  21.0  21.0  21.0 

México  249  22.6  22.6  43.6 

Puebla  206  18.7  18.7  62.3 

Nuevo León  211  19.2  19.2  81.5 

Jalisco  204  18.5  18.5  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
   

70 

 
 
Cuadro 17. Encuesta 2013. División de la muestra por municipio. 
Porcentaje  Porcentaje 
Municipios 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

Válidos  Álvaro Obregón  16  1.5  1.5  1.5 

Magdalena Contreras  5  .5  .5  1.9 

Miguel Hidalgo  9  .8  .8  2.7 

Milpa Alta  6  .5  .5  3.3 

Tláhuac  6  .5  .5  3.8 

Tlalpan  13  1.2  1.2  5.0 

Venustiano Carranza  12  1.1  1.1  6.1 

Xochimilco  8  .7  .7  6.8 

Toluca  30  2.7  2.7  9.5 

Ecatepec  95  8.6  8.6  18.2 

Tlalnepantla  23  2.1  2.1  20.3 

Azcapotzalco  9  .8  .8  21.1 

Nezahualcóyotl  55  5.0  5.0  26.1 

Naucalpan  46  4.2  4.2  30.2 

Puebla  122  11.1  11.1  41.3 

Cholula  84  7.6  7.6  49.0 

Guadalupe  82  7.4  7.4  56.4 

Monterrey  129  11.7  11.7  68.1 

Tonalá  49  4.5  4.5  72.6 

Guadalajara  102  9.3  9.3  81.8 

Zapopan  53  4.8  4.8  86.6 

Benito Juárez  10  .9  .9  87.6 

Coyoacán  16  1.5  1.5  89.0 

Cuajimalpa  7  .6  .6  89.6 

71 

 
Cuauhtémoc  19  1.7  1.7  91.4 

Gustavo A. Madero  30  2.7  2.7  94.1 

Iztacalco  9  .8  .8  94.9 

Iztapalapa  56  5.1  5.1  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
El  cuadro  17  muestra  los  municipios  en  los  que  se  llevó  a  efecto  el  levantamiento  de  la 
encuesta, y se puede observar la dispersión de la muestra. 
 
Cuadro 18. Nivel socio económico del encuestado. 
Porcentaje  Porcentaje 
Nivel  
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

Válidos  Alto  54  4.9  4.9  4.9 

Medio  444  40.3  40.3  45.2 

Bajo  600  54.5  54.5  99.7 

NS/NC  3  .3  .3  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Como  se  puede  observar  en  el  cuadro  18,  las  características  de  los  encuestados 
corresponden con las especificaciones planteadas en la muestra; por tanto, al momento 
de  documentar  su  comportamiento,  se  analizará  si  sus  características  socioeconómicas 
tienen algún tipo de influencia en la toma de su decisión electoral. 
 
Cuadro 19. Género de los entrevistados. 
Porcentaje  Porcentaje 
Género 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

Válidos  Hombre  532  48.3  48.3  48.3 

Mujer  565  51.3  51.3  99.6 

72 

 
NS/NC  4  .4  .4  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Conforme a lo especificado en el marco muestral, otra de las características importantes 
es el género de los entrevistados que en su mayoría son personas de sexo femenino. 
 
B. DESCRIPCIÓN DE LOS RESULTADOS 
 
El  objetivo  en  esta  investigación  es  identificar  la  importancia  y  el  papel  que  jugaron  las 
encuestas de opinión preelectorales en la percepción ciudadana. La hipótesis plantea que 
las encuestas asumen una mayor importancia en la medida en que los posibles electores 
tienen una cultura política más amplia, un consumo de medios más extenso y están más 
interesados  en  los  procesos  electorales  por  lo  que  procuran  más  información;  de  ahí,  la 
posibilidad  de  que  las  encuestas  hayan  constituido  para  un  grupo  de  posibles  electores 
una  fuente  de  información  alterna.  Por  tanto,  se  buscará  establecer  la  percepción  que 
tienen  los  entrevistados  sobre  las  encuestas  electorales,  cuál  es  su  opinión  y  qué 
evaluación hacen con respecto a la actuación de las mismas. 
 
Cuadro 20. ¿Votó usted en las elecciones presidenciales 2012? 
Porcentaje  Porcentaje 
Votó 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

Válidos  Si  923  83.8  83.8  83.8 

No  176  16.0  16.0  99.8 

NS/NC  2  .2  .2  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Cómo se observa en el cuadro 20, la participación electoral es muy alta, ya que una de las 
condiciones de la encuesta era haber participado del proceso o por lo menos haber tenido 
la  edad  para  votar  en  el  año  de  las  elecciones.  Aquí  hay  varios  factores  que  pueden 
73 

 
explicar la alta participación de la muestra; el principal consistiría en la idea de obligación 
cívica  que  tiene  la  ciudadanía  sobre  el  voto,  ya  que  para  gran  parte  de  la  población  no 
votar  puede  significar  una  falta  cívica.  De  esta  manera,  una  característica  de  la  cultura 
política es definir la participación electoral como una cuestión de índole moral. 
 
Cuadro  21.  En  caso  que  haya  votado,  ¿por  qué  candidato  votó  en  las  últimas  elecciones 
presidenciales de 2012? Resultados brutos. 
Porcentaje  Porcentaje 
Candidatos 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Josefina Vázquez Mota  180  16.3  16.3  16.3 

Enrique Peña Nieto  340  30.9  30.9  47.2 

Andrés Manuel López Obrador  245  22.3  22.3  69.5 

Gabriel Quadri  33  3.0  3.0  72.5 

Anulé mi voto  21  1.9  1.9  74.4 

El voto es secreto  88  8.0  8.0  82.4 

NS/NC  194  17.6  17.6  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Como se observa en el cuadro 21, Josefina Vázquez Mota tiene una intención de voto de 
16.3%,  Enrique  Peña  Nieto  de  30.9%;  Andrés  Manuel  López  Obrador  22.3%  y  Gabriel 
Quadri, 3%; estas son las respuestas con los datos brutos, esto es, sin restarles aquellos 
que no hacen pública su intención de voto. 
 
Cuadro  22.  En  caso  que  haya  votado,  ¿Por  qué  candidato  votó  en  las  últimas  elecciones 
presidenciales de 2012? Resultados efectivos. 
Porcentaje  Porcentaje 
 Candidatos 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Josefina Vázquez Mota  180  22.6  22.6  22.6 

Enrique Peña Nieto  340  42.6  42.6  65.2 

74 

 
Andrés Manuel López Obrador  245  30.7  30.7  95.9 

Gabriel Quadri  33  4.1  4.1  100.0 

Total  798  100.0  100.0   

 
Aquí  podemos  encontrar  algunas  de  las  razones  de  las  diferencia entre  las  estimaciones 
hechas  por  las  empresas  encuestadoras,  con  respecto  a  los  resultados  oficiales;  ya  que 
con los resultados efectivos, esto es, al restar la no respuesta, la intención de voto por los 
distintos  candidatos  aumenta  proporcionalmente  a  la  no  respuesta:  Peña  Nieto  pasa  de 
30.9%  a  42.6%,  lo  que  corresponde  a  un  aumento  de  11.7  puntos  porcentuales;  el 
aumento de Vázquez Mota es de 6.3 puntos, y el de López Obrador es de 8.4 puntos. Con 
estos  datos  se  pueden  observar  las  diferencias  entre  las  estimaciones  realizadas  por  las 
empresas  encuestadoras  al  utilizar  los  resultados  efectivos  sobre  los  brutos.  Con  esta 
decisión aumenta el error de la encuesta, pues disminuye el tamaño de la muestra y no 
corresponde  a  la  realidad  pues  desconocemos  cómo  iban  a  actuar  los  votantes  con  no 
respuesta, es decir, los indecisos. Como se aprecia en los dos cuadros anteriores, en una 
encuesta  hecha  casi  un  año  después  de  las  elecciones  se  obtienen  resultados  muy 
similares  al  de  las  encuestas  publicadas  con  anterioridad  a  las  elecciones.  Esta 
coincidencia  no  implica  que  se  esté  reivindicando  el  trabajo  de  las  empresas 
encuestadoras, pero sí permite mostrar una de las fuentes del error, esto es, presentar los 
resultados  efectivos  que  si  bien  son  más  espectaculares,  son  menos  confiables  que  los 
brutos. 
   

75 

 
 
Cuadro  23.  Caso  haya  votado  en  las  elecciones  para  diputados,  ¿Por  cuál  partido  lo 
hizo? 
Porcentaje  Porcentaje 
Diputados 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  PAN  184  16.7  16.7  16.7 

PRI  317  28.8  28.8  45.5 

PRD  204  18.5  18.5  64.0 

PT  32  2.9  2.9  66.9 

PVEM  9  .8  .8  67.8 

MOV CIUDADANO  20  1.8  1.8  69.6 

PANAL  17  1.5  1.5  71.1 

NINGUNO  41  3.7  3.7  74.8 

El voto es secreto  73  6.6  6.6  81.5 

NS/NC  204  18.5  18.5  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Cuadro  24.  Caso  haya  votado  en  las  elecciones  para  senadores,  ¿Por  cuál  partido  lo 
hizo? 
Porcentaje  Porcentaje 
Senadores 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  PAN  185  16.8  16.8  16.8 

PRI  325  29.5  29.5  46.3 

PRD  194  17.6  17.6  63.9 

PT  33  3.0  3.0  66.9 

PVEM  6  .5  .5  67.5 

MOV CIUD  18  1.6  1.6  69.1 

NUEVA ALIANZA  14  1.3  1.3  70.4 

NINGUNO  43  3.9  3.9  74.3 

76 

 
El voto es secreto  77  7.0  7.0  81.3 

NS/NC  206  18.7  18.7  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   


 

 
Tanto en la elección de diputados federales, como en la de senadores, los entrevistados 
plantean  haber  votado  principalmente  por  el  PRI  y  en  porcentajes  muy  similares  por  el 
PRD y el PAN. 
 
Cuadro 25. ¿Simpatiza con algún partido? 
Porcentaje  Porcentaje 
Partidos 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

Válidos  PAN  104  9.4  9.4  9.4 

PRI  185  16.8  16.8  26.2 

PRD  101  9.2  9.2  35.4 

PT  8  .7  .7  36.1 

PVEM  2  .2  .2  36.3 

Movimiento  8  .7  .7  37.1 


Ciudadano 

PANAL  18  1.6  1.6  38.7 

Ninguno  339  30.8  30.8  69.5 

NS/NC  336  30.5  30.5  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Con  relación  a  la  simpatía  por  partidos  políticos,  el  PRI  se  coloca  en  primer  lugar  con 
16.8%,  mientras  que  PAN  y  PRD  se  encuentran  rezagados  con  9.4  y  9.2%, 
respectivamente,  situación  que  puede  ser  interpretarse  como  resultado  de  la  elección  y 
del desprestigio de los partidos; del PAN por su actuación en el gobierno; en el caso del 
PRD  es  difícil  establecer  la  razón,  pero  está  ligada  principalmente  al  hecho  de  que  este 
77 

 
partido  tiene  un  mayor  nivel  de  aceptación  en  la  región  metropolitana  de  la  ciudad  de 
México y en la región sur del país. 
 
Cuadro 26. ¿Por qué no voto? 
Porcentaje  Porcentaje 
Razones 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  No me interesa la política 23  2.1  2.1  2.1 

Ya  sabía  quién  iba  a  28  2.5  2.5  4.6 


ganar 

Ningún  candidato  era  30  2.7  2.7  7.4 


adecuado 

Estoy decepcionado de la  18  1.6  1.6  9.0 


política y los partidos 

Siempre  ofrecen  lo  20  1.8  1.8  10.8 


mismo 

Trabajo  5  .5  .5  11.3 

Ninguno  18  1.6  1.6  12.9 

No tenía IFE  22  2.0  2.0  14.9 

No hubo boleta  7  .6  .6  15.5 

NS/NC  930  84.5  84.5  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Con  relación  a  no  haber  participado  en  las  pasadas  elecciones  presidenciales,  la 
mayoría  respondió  que  no  votó  porque  el  candidato  no  era  el  adecuado,  por  el  poco 
interés en la política y por saber quién ganaría la elección. 
 
 
 
Cuadro 27. ¿Qué tan democrático considera que es México? 

78 

 
Porcentaje  Porcentaje 
Calidad de la democracia 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Muy democrático  39  3.5  3.5  3.5 

Demócrata  137  12.4  12.4  16.0 

Más  o  menos  355  32.2  32.2  48.2 


democrático 

Poco democrático  278  25.2  25.2  73.5 

Nada democrático  265  24.1  24.1  97.5 

Ninguno  9  .8  .8  98.4 

NS/NC  18  1.6  1.6  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Al  tratar  el  tema  de  la  cultura  política  en  México  encontramos  que  frente  a  la 
democracia  la  mayoría  de  la  población  se  encuentra  escéptica,62 pues  sólo  15.9%  de  los 
entrevistados cree que el país sea muy democrático y democrático; mientras que 32.2% 
cree que es más o menos democrático, y casi 50% de los entrevistados lo califica de poco 
o nada democrático. Por lo tanto, la idea de la democracia en términos generales no está 
muy generalizada en el país, ya que más bien hay un interés pragmático no tanto por la 
democracia, sino por sus resultados. 
La democracia como valor está asociada a un conjunto de instituciones, una de las 
más importantes es la Presidencia de la República, le siguen el Instituto Federal Electoral, 
                                                            
62
 La  cultura  política  refiere  al  conjunto  de  opiniones,  percepciones,  ideas,  imágenes,  valores,  costumbres 
símbolos y actitudes mediante los cuales una sociedad o segmentos de las mismas representan el poder y la 
política y/o se relacionan con ella, Por lo general, la política es vista e imaginada como un ámbito corrupto, 
pervertido, por lo regular existe desconfianza, incredulidad en los políticas, al mismo tiempo que significan e 
implican posibilidades de mejoría, a partir de sus promesas; si se tiene una algún amigo, pariente que está 
en  una  posición  política  pues  podrá  significar  para  el  ser  humano  común  y  corriente  la  posibilidad  de 
conseguir un puesto, alguna prebenda. La cultura política está llena de símbolos, dichos que los individuos 
deben  poder  interpretar,  empero  la  cultura  política  es  construida  y  juzgada  a  partir  de  tipos  ideales  y  del 
“deber  ser”.  Como  veremos  muchas  de  las  instituciones  políticas  y  las  propias  encuestas  son  juzgadas  a 
partir de alguno de éstos postulados. Ver: Jacqueline Peschard, La cultura Política Democrática, IFE, México, 
1995, Héctor Tejada Gaona, Antropología Política: Enfoques Contemporáneos, Plaza y Valdés, México 1996, 
Gabriel  Almond  y  Sidney  Verba,  La  Cultura  Política, 
pendientesdemigracion.ucm.es/info/cpuno/asoc/profesores/lecturas/almonverba.pdf 
79 

 
el  Tribunal  Electoral  del  Poder  Judicial  de  la  Federación,  entre  otras.  Estas  instituciones 
tienen amplios significados, la Presidencia de la República representa el non plus ultra de 
la política mexicana, pues el presidente todo lo podía y representaba al mismo tiempo a 
un  dios,  a  un  héroe  o  a  un  déspota;  por  lo  que  caer  en  desgracia  frente  al  presidente 
implicaba el exilio político, de ahí que el Presidente de la República sea respetado, temido 
y alabado. 
 
Cuadro  28.  ¿Qué  tanta  confianza  tiene  usted  en  el  Presidente  de  la 
República? Diez significa confía mucho y uno no confía nada. 
Porcentaje  Porcentaje 
Calificación 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

Válidos  Uno  325  29.5  29.5  29.5 

Dos  54  4.9  4.9  34.4 

Tres  67  6.1  6.1  40.5 

Cuatro  69  6.3  6.3  46.8 

Cinco  189  17.2  17.2  63.9 

Seis  88  8.0  8.0  71.9 

Siete  111  10.1  10.1  82.0 

Ocho  104  9.4  9.4  91.5 

Nueve  47  4.3  4.3  95.7 

Diez  46  4.2  4.2  99.9 

NS/NC  1  .1  .1  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
 
La calificación de la Presidencia de la República es la siguiente: media 4.54; mediana 5, y 
moda de 1; como se puede apreciar, la calificación hacia la Presidencia es muy baja, esto 
puede  significar  que  sobre  la  figura  del  Presidente  se  crean  expectativas  que  no  se  ven 
satisfechas. 
80 

 
 
Cuadro  29.  ¿Qué  tanta  confianza  tiene  usted  en  el  Instituto  Federal 
Electoral? Diez significa confía mucho y uno no confía nada.  
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

Válidos  Uno  243  22.1  22.1  22.1 

Dos  61  5.5  5.5  27.6 

Tres  70  6.4  6.4  34.0 

Cuatro  77  7.0  7.0  41.0 

Cinco  185  16.8  16.8  57.8 

Seis  98  8.9  8.9  66.7 

Siete  112  10.2  10.2  76.8 

Ocho  131  11.9  11.9  88.7 

Nueve  56  5.1  5.1  93.8 

Diez  64  5.8  5.8  99.6 

NS/NC  4  .4  .4  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
La  calificación  hacia  el  Instituto  Federal  Electoral  (IFE)  es  de  5.27,  mediana  de  5  y  una 
moda  de  1,  como  se  ve  el  Instituto  está  mejor  calificado  que  la  Presidencia,  pero  su 
calificación es baja frente a otras instituciones, esto puede significar que el resultado de 
las elecciones no dejó satisfecho a ciertos segmentos de la sociedad. 
 
 
 
Cuadro 30. ¿Qué tanta confianza tiene usted en el Tribunal Electoral del Poder Judicial 
de la Federación? En dónde diez significa confía mucho y uno no confía nada. Tribunal 
electoral del poder judicial de la Federación 

81 

 
Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  Porcentaje acumulado 

Válidos  Uno  241  21.9  21.9  21.9 

Dos  75  6.8  6.8  28.7 

Tres  71  6.4  6.4  35.1 

Cuatro  70  6.4  6.4  41.5 

Cinco  178  16.2  16.2  57.7 

Seis  124  11.3  11.3  68.9 

Siete  116  10.5  10.5  79.5 

Ocho  121  11.0  11.0  90.5 

Nueve  44  4.0  4.0  94.5 

Diez  37  3.4  3.4  97.8 

NS/NC  24  2.2  2.2  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
El Tribunal Electoral obtiene una calificación promedio más alta de 6.76, mediana de 5 y 
una moda de uno; aun cuando no sea aprobatoria es más alta que la de la Presidencia de 
la República y del IFE. Muchas razones pueden estar atrás de esta calificación, una de ellas 
es  el  bajo  nivel  de  exposición  que  en  la  actualidad  tiene  el  Tribunal  frente  a  la  opinión 
pública. 
Cuadro 31. ¿Qué tanta confianza tiene usted en el  gobernador  del estado? 
En dónde diez significa confía mucho y uno no confía nada. 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

Válidos  Uno  242  22.0  22.0  22.0 

Dos  65  5.9  5.9  27.9 

Tres  71  6.4  6.4  34.3 

Cuatro  69  6.3  6.3  40.6 

Cinco  166  15.1  15.1  55.7 

82 

 
Seis  106  9.6  9.6  65.3 

Siete  113  10.3  10.3  75.6 

Ocho  119  10.8  10.8  86.4 

Nueve  70  6.4  6.4  92.7 

Diez  53  4.8  4.8  97.5 

NS/NC  27  2.5  2.5  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
En cuanto el gobernador del estado encontramos que es una institución que recibe una 
calificación promedio de 7.39, mediana de 5 y moda de 1; si bien la calificación no es muy 
alta,  es  mayor  que  la  del  Presidente  de  la  República;  lo  que  puede  significar  una  mayor 
confianza en la acción de los gobernadores estatales, aun cuando pudiéramos encontrar 
diferencias  entre  cada  uno  de  ellos.  Este  dato  no  deja  de  sorprendernos,  pues  por  lo 
menos  en  el  centro  del  país,  existe  la  idea  de que  los  gobernadores  son  una  especie  de 
tiranos o déspotas locales, cuestión que no es vista de la misma manera por los habitantes 
de cada uno de los estados donde se aplicó la encuesta. 
 
Cuadro  32.  ¿Qué  tanta  confianza  tiene  usted  en  el  Presidente  Municipal 
(Jefe Delegacional)? Diez significa confía mucho y uno no confía nada  
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

Válidos  Uno  257  23.3  23.3  23.3 

Dos  70  6.4  6.4  29.7 

Tres  76  6.9  6.9  36.6 

Cuatro  77  7.0  7.0  43.6 

Cinco  183  16.6  16.6  60.2 

Seis  117  10.6  10.6  70.8 

Siete  107  9.7  9.7  80.6 

83 

 
Ocho  102  9.3  9.3  89.8 

Nueve  61  5.5  5.5  95.4 

Diez  37  3.4  3.4  98.7 

NS/NC  14  1.3  1.3  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   


 

 
Con relación al Presidente Municipal o en el caso del Distrito Federal, Jefe Delegacional, se 
obtuvo  una  calificación  promedio  de  5.8,  mediana  de  5  y  moda  de  1.  Esta  calificación 
puede tener un significado ambivalente: este ejecutivo que se encuentra más próximo al 
ciudadano  es  probable  que  sea  visto  de  una  manera  más  real  o,  por  lo  contrario,  es 
juzgado de forma ideal, lo que implica grandes expectativas que tampoco se cumplen aun 
cuando en muchos casos la relación con esta autoridad es mínima. 
 
Cuadro 33. ¿Qué tanta confianza tiene usted en los partidos políticos? Diez 
significa confía mucho y uno no confía nada. 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

Válidos  Uno  311  28.2  28.2  28.2 

Dos  77  7.0  7.0  35.2 

Tres  85  7.7  7.7  43.0 

Cuatro  75  6.8  6.8  49.8 

Cinco  203  18.4  18.4  68.2 

Seis  111  10.1  10.1  78.3 

Siete  97  8.8  8.8  87.1 

Ocho  83  7.5  7.5  94.6 

Nueve  28  2.5  2.5  97.2 

Diez  16  1.5  1.5  98.6 

NS/NC  15  1.4  1.4  100.0 

84 

 
Cuadro 33. ¿Qué tanta confianza tiene usted en los partidos políticos? Diez 
significa confía mucho y uno no confía nada. 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

Válidos  Uno  311  28.2  28.2  28.2 

Dos  77  7.0  7.0  35.2 

Tres  85  7.7  7.7  43.0 

Cuatro  75  6.8  6.8  49.8 

Cinco  203  18.4  18.4  68.2 

Seis  111  10.1  10.1  78.3 

Siete  97  8.8  8.8  87.1 

Ocho  83  7.5  7.5  94.6 

Nueve  28  2.5  2.5  97.2 

Diez  16  1.5  1.5  98.6 

NS/NC  15  1.4  1.4  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
La calificación promedio de los partidos políticos es de 5.45, mediana de 5 y moda de 1, 
una calificación no muy baja si pensamos que regularmente los partidos son calificados de 
una  manera  muy  negativa  por  gran  parte  de  los  ciudadanos.  Por  lo  tanto,  encontramos 
que la población aun cuando por lo regular no cree en los partidos, tal vez al momento de 
calificarlos sea benévola. 
 
Cuadro  34.  ¿Qué  tanta  confianza  tiene  usted  en  la  Iglesia?  Diez  significa 
confía mucho y uno no confía nada. 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Uno  195  17.7  17.7  17.7 

Dos  49  4.5  4.5  22.2 

85 

 
Tres  62  5.6  5.6  27.8 

Cuatro  48  4.4  4.4  32.2 

Cinco  130  11.8  11.8  44.0 

Seis  77  7.0  7.0  51.0 

Siete  64  5.8  5.8  56.8 

Ocho  110  10.0  10.0  66.8 

Nueve  108  9.8  9.8  76.6 

Diez  246  22.3  22.3  98.9 

NS/NC  12  1.1  1.1  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
La  Iglesia  es  una  de  las  instituciones  mejor  calificadas  por  la  población;  sin  embargo,  se 
encuentra por debajo del ejército y de los medios de comunicación, que son la segunda 
institución mejor calificada. La calificación promedio a la Iglesia es 7.16, mediana de 6 y 
una  moda  de  10.  Pese  a  que  sigue  siendo  muy  bien  calificada  ha  habido  eventos  y 
personas que no son creyentes que le dan una menor calificación. 
 
Cuadro  35.  ¿Qué  tanta  confianza  tiene  usted  en  el  Ejército?  Diez  significa 
confía mucho y uno no confía nada. 

Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Uno  110  10.0  10.0  10.0 

Dos  35  3.2  3.2  13.2 

Tres  41  3.7  3.7  16.9 

Cuatro  47  4.3  4.3  21.2 

Cinco  104  9.4  9.4  30.6 

Seis  81  7.4  7.4  38.0 

Siete  83  7.5  7.5  45.5 

86 

 
Ocho  181  16.4  16.4  61.9 

Nueve  187  17.0  17.0  78.9 

Diez  217  19.7  19.7  98.6 

NS/NC  15  1.4  1.4  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
El Ejército es la institución que tiene la mejor evaluación, ya que tiene una calificación de 
8.22, mediana de 8 y una moda de 10; está mejor calificada que la Iglesia y que cualquier 
otra institución; por tanto, el ejército tiene un gran respaldo y la confianza en la población, 
apoyo que las otras instituciones públicas no tienen. La acción del ejército en el combate 
al  narcotráfico  y  el  reemplazo  a  la  policía  en  algunos  estados  como  Nuevo  León,  por 
ejemplo, le ha granjeado una muy alta estimación, aun cuando en algunas situaciones ha 
sido acusado de represor. 
 
Cuadro  36.  ¿Qué  tanta  confianza  tiene  usted  en  la  policía? 
Diez significa que confía mucho y uno que no confía nada. 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Uno  324  29.4  29.4  29.4 

Dos  74  6.7  6.7  36.1 

Tres  77  7.0  7.0  43.1 

Cuatro  77  7.0  7.0  50.1 

Cinco  177  16.1  16.1  66.2 

Seis  94  8.5  8.5  74.8 

Siete  89  8.1  8.1  82.8 

Ocho  95  8.6  8.6  91.5 

Nueve  47  4.3  4.3  95.7 

Diez  29  2.6  2.6  98.4 

87 

 
NS/NC  18  1.6  1.6  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
En el caso de la policía la calificación promedio es 5.81, su mediana de 4 y moda, 1 y su 
calificación promedio es más alta que la del Presidente de la República. Como  se  puede 
ver, las instituciones con más reconocimiento son el ejército, los medios de comunicación 
y la Iglesia. 
 
 
 
 
Cuadro  37.  ¿Qué  tanta  confianza  tiene  usted  en  los  medios  de 
comunicación? Diez significa que confía mucho y uno que no confía nada. 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Uno  188  17.1  17.1  17.1 

Dos  61  5.5  5.5  22.6 

Tres  65  5.9  5.9  28.5 

Cuatro  86  7.8  7.8  36.3 

Cinco  168  15.3  15.3  51.6 

Seis  122  11.1  11.1  62.7 

Siete  114  10.4  10.4  73.0 

Ocho  134  12.2  12.2  85.2 

Nueve  73  6.6  6.6  91.8 

Diez  66  6.0  6.0  97.8 

NS/NC  24  2.2  2.2  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

88 

 
Los medios de comunicación son indispensables como mecanismo de información de las 
sociedades  contemporáneas,  principalmente  la  televisión,  de  ahí  que  sean  muy  bien 
evaluados  por  la  población,  su  calificación  promedio  es  7.34,  apenas  debajo  de  la  del 
ejército,  con  una  mediana  de  5  y  una  moda  de  1.  Con  estos  datos  identificamos  una 
cultura política, cuyos pilares son instituciones tradicionales, como el ejército y la Iglesia; y 
una moderna, por lo menos tecnológicamente, como los medios masivos de comunicación 
aun  cuando  sus  contenidos  sean  muy  tradicionales.  Las  instituciones  afines  a  la 
democracia  son  vistas  con  desconfianza,  como  es  el  caso  del  IFE  y  de  la  propia 
democracia. 
 
 
 
Cuadro 38. Participa en los procesos electorales 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

Válidos  Mucho  333  30.2  30.2  30.2 

Poco  514  46.7  46.7  76.9 

Nada  195  17.7  17.7  94.6 

Ninguno  38  3.5  3.5  98.1 

NS/NC  21  1.9  1.9  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   


 

Acerca de la participación político electoral, 30% de los entrevistados señaló que participa 
mucho, 46% dice que participa poco y 17.7% que no participa nada. 
 
Cuadro 39. De qué manera participa en las campañas electorales 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Fui a mítines políticos  118  10.7  10.7  10.7 

89 

 
Recibí  propaganda  en  374  34.0  34.0  44.7 
casa mi casa 

Asistí  a  debates  entre  59  5.4  5.4  50.0 


candidatos 

Me  ofrecieron  dádivas  si  83  7.5  7.5  57.6 


votaba por un candidato 

Vi  las  encuestas  en  100  9.1  9.1  66.7 


medios de comunicación 

Ninguno  316  28.7  28.7  95.4 

NS/NC  51  4.6  4.6  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Al preguntar por el tipo y la calidad de la participación, 34% de los entrevistados refiere 
haber  recibido  propaganda  en  su  domicilio,  11%  fue  a  mítines  políticos,  5%  asistió  a  los 
debates televisivos y 9.1% vio encuestas en los medios de información. Esta última cifra 
indica que las encuestas ya son un medio central para informar a los electores acerca del 
proceso  político‐electoral.  Por  otro  lado,  7.5%  de  los  entrevistados  menciona  haber 
recibido algún tipo de soborno para votar por algún candidato; por lo que consideramos 
que existe una situación híbrida: por un lado, encuestas de opinión, propaganda política; y 
por  otro,  la  existencia  de  sobornos  y  dádivas  para  los  electores,  lo  que  representa  un 
proceso electoral en el que están ligados fenómenos de modernidad y tradición. 
 
Cuadro 40. ¿En qué momento decidió votar en las pasadas elecciones electorales? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Antes  del  inicio  de  las  399  36.2  36.2  36.2 


campañas 

Después  del  inicio  de  las  257  23.3  23.3  59.6 


campañas 

90 

 
Hasta  el  final  de  las  120  10.9  10.9  70.5 
campañas 

El día de la elección  154  14.0  14.0  84.5 

Ninguno  103  9.4  9.4  93.8 

NS/NC  68  6.2  6.2  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Otro  elemento  importante,  para  identificar  el  papel  de  las  campañas  políticas  y  de  las 
encuestas  de  opinión,  como  medio  auxiliar  para  la  toma  de  decisión  del  votante,  es 
señalar  el  momento  en  que  los  electores  decidieron  por  quién  votar,  36%  de  los 
entrevistados señaló que antes comenzaran las campañas ya había decidido la dirección 
de su voto; mientras que 23.3% lo hizo con las campañas en marcha, y es posible que para 
ellos las encuestas fueran importantes; 10.9% esperó hasta el final de la campaña política 
y 14% decidió el día de la elección. Aunque un tercio de los entrevistados decidió su voto 
antes del inicio de las campañas, no significa que no hayan consultado encuestas. 
 
Cuadro  41.  ¿Usted  o  algún  miembro  de  su  familia  fue  entrevistado  por 
alguna empresa encuestadora en su casa o por teléfono? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Sí  386  35.1  35.1  35.1 

No  683  62.0  62.0  97.1 

NS/NC  32  2.9  2.9  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
De  los  encuestados,  35.1%  afirma  haber  sido  entrevistado  por  alguna  empresa 
encuestadora, lo que significa que las encuestadoras desplegaron una amplia movilización 
en el país para la realización de sondeos de opinión. 
 
91 

 
Cuadro 42. En caso de ser entrevistado personalmente o familiar 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Fui  entrevistado  167  15.2  15.2  15.2 


personalmente 

Fui  entrevistado  135  12.3  12.3  27.4 


telefónicamente 

Un  familiar  fue  54  4.9  4.9  32.3 


entrevistado 
personalmente 

Un  familiar  fue  37  3.4  3.4  35.7 


entrevistado 
telefónicamente 

Ninguno  83  7.5  7.5  43.2 

NS/NC  625  56.8  56.8  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Como se puede ver en el cuadro 42, 15% de los entrevistados dice haber sido entrevistado 
personalmente  y  12.3%  por  una  empresa  encuestadora  de  manera  telefónica,  lo  que 
significa que cerca de un tercio de los posibles electores fueron entrevistados o tuvieron 
contacto con las encuestas; además, cerca de 9% tuvo algún pariente o familiar que fue 
entrevistado, esto es, el grado de cobertura de las encuestas en el 2012 fue muy amplio. 
 
Cuadro 43. ¿Qué tanto sigue las campañas electorales? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Sigo  con  mucho  interés  140  12.7  12.7  12.7 


las campañas políticas 

92 

 
Sigo  las  campañas  154  14.0  14.0  26.7 
políticas 

Sigo  más  o  menos  las  474  43.1  43.1  69.8 


campañas políticas 

No  me  interesan  las  225  20.4  20.4  90.2 


campañas políticas 

Ninguno  58  5.3  5.3  95.5 

NS/NC  50  4.5  4.5  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   


 

De  la  población  entrevistada,  12.7%  afirmó  que  sigue  con  mucho  interés  las  campañas 
políticas, mientras que 14% respondió que lo hace con interés; 43% dice que sigue más o 
menos  las  campañas  políticas  y  20.4%  respondió  que  no  le  interesan  las  campañas 
políticas. Es importante resaltar que la gran mayoría de los entrevistados realiza algún tipo 
de seguimiento de las campañas políticas y que las encuestas de opinión preelectoral son 
un medio importante de información. 
 
Cuadro 44. ¿Participa usted políticamente? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Sí  720  65.4  65.4  65.4 

No  364  33.1  33.1  98.5 

Ninguno  8  .7  .7  99.2 

NS/NC  9  .8  .8  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
La mayoría de los entrevistados piensa que participa políticamente más allá del voto, 65% 
respondió en este sentido, lo que implica un nivel muy elevado de participación política.  
 

93 

 
Cuadro 45. ¿Cómo participa usted en la política? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

Válidos  Marchas,  52  4.7  4.7  4.7 


manifestaciones. 

Asisto a mítines políticos  78  7.1  7.1  11.8 

Soy  miembro  de  un  28  2.5  2.5  14.4 


sindicato 

Soy  miembro  de  un  29  2.6  2.6  17.0 


partido 

Reuniones  de  70  6.4  6.4  23.3 


Ayuntamiento/Delegació

Voto  cuando  hay  480  43.6  43.6  66.9 


elecciones 

No me interesa la política 116  10.5  10.5  77.5 

Ninguno  67  6.1  6.1  83.6 

NS/NC  181  16.4  16.4  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Con  relación  a  la  participación  política  concreta,  encontramos  que  4.7%  de  los 
entrevistados afirma que participa de marchas y manifestaciones y 7.1%, asiste a mítines 
políticos;  por  otro  lado,  las  2.5%  dicen  pertenecer  a  un  sindicato  y  2.6%  a  un  partido 
político;  43.6%  de  los  entrevistados  vota  cuando  hay  elecciones,  por  lo  tanto,  las 
modalidades de participación política son escasas y muy tradicionales. 
 
Cuadro 46. ¿Sigue usted los acontecimientos políticos de nuestro país? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

94 

 
  Sí  934  84.8  84.8  84.8 

No  147  13.4  13.4  98.2 

Ninguno  5  .5  .5  98.6 

NS/NC  15  1.4  1.4  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
La  mayoría  de  los  entrevistados  dice  que  sigue  los  acontecimientos  políticos  del  país, 
cuadro  46  y  que  lo  hace  a  través  de  los  medios  de  información,  principalmente,  la 
televisión, cuadro 47.  
 
Cuadro 47. ¿Por qué medios de comunicación? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Periódico  162  14.7  14.7  14.7 

Televisión  613  55.7  55.7  70.4 

Revistas  24  2.2  2.2  72.6 

Radio  53  4.9  4.9  77.5 

Noticias  de  68  6.2  6.2  83.7 


Internet 

Redes sociales  22  2.0  2.0  85.7 

Ninguno  24  2.2  2.2  87.7 

    .  .   

 NS/NC  134  12.2  12.2  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
El medio de comunicación primordial para informarse de los acontecimientos políticos es 
la televisión con 55.7%; periódicos con 14.7% y noticias por medio del Internet 6.2%; es de 
resaltar  que  este  medio  se  ha  convertido  en  uno  de  los  que  tienen  mayor  penetración; 
finalmente,  tenemos  a  la  radio  4.9%  y  las  revistas  2.2%;  por  tanto,  la  televisión  y  los 
95 

 
periódicos son los principales medios en los que se da seguimiento a los acontecimientos 
políticos del país. 
Cuadro  48.  En  las  últimas  elecciones,  ¿vio  en  alguno  de  estos  medios 
informativos alguna encuesta electoral? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Si  677  61.5  61.5  61.5 

No  381  34.6  34.6  96.1 

Ninguno  2  .2  .2  96.3 

NS/NC  41  3.7  3.7  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
De los entrevistados, 61.5%, dice haber visto alguna encuesta en uno de estos medios de 
información,  lo  que  confirma  la  amplia  presencia  y  la  difusión  de  las  encuestas;  las  que 
junto  con  los  spots  políticos  son  elementos  importantes  de  las  campañas  políticas.  Otra 
cuestión  es  propiamente  su  impacto  e  influencia  al  generar  y  modificar  actitudes,  así 
como cambiar hábitos. 
 
Cuadro 49. ¿En qué medio lo vio? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Periódico  126  11.4  11.4  11.4 

Revistas  14  1.3  1.3  12.7 

Televisión  459  41.7  41.7  54.4 

Noticias  de  35  3.2  3.2  57.6 


Internet 

Radio  33  3.0  3.0  60.6 

NS/NC  434  39.4  39.4  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

96 

 
 
El  principal  medio  de  información  por  el  cual  vieron  encuestas  los  entrevistados  fue  la 
televisión con 41.7%; periódicos, 11.4%; las noticias en Internet, 3%; radio, 3%; y revistas, 
1.3%.  La  televisión  es  el  medio  con  más  menciones  y  es  importante  resaltar  la  distancia 
que muestra con respecto de los demás medios, como es el caso de los periódicos y de la 
radio que tuvieron una importante cobertura de las elecciones; llama la atención que el 
Internet  tenga  tan  baja  sintonía,  probablemente  se  debe  a  que  seguir  resultados  de 
encuestas por la red es una actividad poco desarrollada. 
 
Cuadro 50. ¿Cuál periódico? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  El Universal  19  1.7  1.7  1.7 

Excélsior  6  .5  .5  2.3 

La Jornada  14  1.3  1.3  3.5 

Gráfico  3  .3  .3  3.8 

Reforma  11  1.0  1.0  4.8 

La Prensa  8  .7  .7  5.5 

Milenio  6  .5  .5  6.1 

El Sol  16  1.5  1.5  7.5 

El Sol de Toluca  4  .4  .4  7.9 

Metro  9  .8  .8  8.7 

Extra  1  .1  .1  8.8 

Esto  1  .1  .1  8.9 

El economista  1  .1  .1  9.0 

Síntesis  1  .1  .1  9.1 

El Norte  11  1.0  1.0  10.1 

Mural  3  .3  .3  10.4 

97 

 
Informador  5  .5  .5  10.8 

Express  1  .1  .1  10.9 

Quetzal  1  .1  .1  11.0 

NS/NC  980  89.0  89.0  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
El  problema  lo  encontramos  cuando  les  solicitamos  que  nos  especifiquen  el  nombre  del 
medio, 90% de los entrevistados no recuerda el nombre de la publicación, siendo el más 
citado,  El  Universal,  seguido  por,  El  Sol  de  México  y  La  Jornada  y  todos  periódicos  de 
circulación  nacional  con  excepción  de  El  Norte.  Lo  más  sobresaliente  es  el  bajo  nivel  de 
recordación. Hay que tomar en cuenta que la elección se llevó a cabo hace más de un año, 
el bajo nivel de recordación de los periódicos estriba en que no estamos preguntado por 
los periódicos que lee, sino en donde vio la publicación de encuestas, esto es uno de los 
posibles  motivos  del  bajo  nivel  de  respuesta,  ya  que  puede  haber  una  indecisión  entre 
periódico que lee y el diario en donde vio resultados de una encuesta publicados; es claro 
que lo más obvio sería responder con los nombres de algunos de los diarios de la región, 
pero el mismo fenómeno sucede con las revistas; esto es, la imposibilidad de recordar el 
nombre  de  alguna  publicación,  al  no  haber  una  marca  que  le  viene  a  la  mente  al 
consumidor, podemos conjeturar que esto se debe a la ausencia de consumir periódicos y 
revistas muy a menudo y por tanto no retener sus nombres. 
 
Cuadro 51. ¿Cuál revista? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Proceso  11  1.0  1.0  1.0 

Crónica  1  .1  .1  1.1 

UAP  1  .1  .1  1.2 

NS/NC  1088  98.8  98.8  100.0 

98 

 
Cuadro 51. ¿Cuál revista? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Proceso  11  1.0  1.0  1.0 

Crónica  1  .1  .1  1.1 

UAP  1  .1  .1  1.2 

NS/NC  1088  98.8  98.8  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Las  revistas  ya  no  son  una  fuente  de  información,  pues  98.8%  de  los  entrevistados  no 
recuerdan haber consultado algún semanario y el único recordado fue Proceso con el 1% 
de las respuestas.  
 
Cuadro 52. ¿Cuál canal de TV y Conductor? 

TV/Conductor   Frecuencia   % 


Televisa  184  16.7 
TV/Azteca  101  9.2 
ForoTV  22  2 
Milenio  19  1.7 
Multimedios  13  1.2 
CNN  11  1 
C10TV/pue  11  1 
Poyecto40  9  0.8 
52MX  7  0.6 
Canal28  4  0.4 
canal22  3  0.3 
OnceTV  2  0.2 
Almohadazo  2  0.2 
Antena3  2  0.2 

99 

 
Canal121  1  0.1 
C34Monterr  1  0.1 
Telefórmula  1  0.1 
C41TelecGD  1  0.1 
Canal 9  1  0.1 
López Dóriga   27  2.5 
Loret de Mola  9  0.8 
Aristegui  3  0.3 
Adela Micha  3  0.2 
López Díaz  1  0.1 
Benavides  1  0.1 
G. Martínez  1  0.1 
Mary Loli  1  0.1 
NS/NC  660  59.9 
Total  1101  100 
 
La televisión es la fuente primordial de información y Televisa está en el primer sitio de 
menciones con 16.7%; le sigue Televisión Azteca con 9%. Milenio Televisión, que es canal 
de televisión restringido tuvo muchas menciones y fue muy exitoso, pues en el noticiero 
de Ciro Gómez Leyva, cada noche se trasmitían los resultados de la encuesta GEA/ISA que 
fue  famosa  por  su  cobertura.  Sin  embargo,  el  conductor  pidió  disculpas  al  auditorio,  ya 
que había afirmado que esta encuesta sería la más acertada y finalmente fue la que tuvo 
un mayor margen de error. Es claro que las encuestas pueden no ser certeras, pero se ha 
creado  una  visión  estereotipada  de  las  mismas  en  los  medios,  y  si  no  aciertan,  pierden 
credibilidad y confianza; esa puede ser una de las razones por las que Ciro Gómez Leyva 
dejo de ser el conductor del noticiero nocturno de Milenio. 
 
 
 

100 

 
Cuadro 53. ¿Cuál estación de radio? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Fonógrafo  1  .1  .1  .1 

Radio red  3  .3  .3  .4 

90.1  2  .2  .2  .5 

93.7  1  .1  .1  .6 

Aristegui MVS  4  .4  .4  1.0 

Radio Centro  4  .4  .4  1.4 

89.3 radar  1  .1  .1  1.5 

López Díaz  3  .3  .3  1.7 

98.1  1  .1  .1  1.8 

Cortes  4  .4  .4  2.2 


informativos 

Radio metrópoli  2  .2  .2  2.4 

Radio Capital  1  .1  .1  2.5 

Noti sistema  1  .1  .1  2.5 

Montero Ponce  2  .2  .2  2.7 

NS/NC  1071  97.3  97.3  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   


 

El  nivel  de  recordación  con  respecto  de  las  estaciones  de  radio  es  muy  bajo,  ya  que  la 
mayoría de los entrevistados no puede recordar en que estación escuchó los resultados de 
alguna encuesta; algo similar sucede con respecto de los periódicos y revistas, ya que el 
problema no es recordar una estación de radio, sino el nombre de la estación de radio en 
donde  escuchó  resultados  de  encuestas.  La  mayoría  de  las  personas  contesta  con  el 
primer nombre que le viene a la mente, aunque otras intentan cumplir cabalmente con la 
solicitud, esto motiva la confusión y la imposibilidad de dar un nombre, pues como vemos 
por  las  contestaciones,  son  pocos  los  casos  en  los  que  contestan  con  nombres  de 
101 

 
estaciones  de  radio  que  no  tienen  noticieros  como  es  el  caso  de  El  Fonógrafo,  una 
estación musical. Ahora bien, también se puede considerar alto el nivel de recordación de 
las  estaciones  de  radio  tomando  en  cuenta  que  3%  de  los  entrevistados  dijeron  que  la 
radio era su principal medio de información; de este porcentaje, 2.7%, de ellos recuerda el 
nombre de una estación de radio; lo mismo se podría decir con relación a cada uno de los 
ítems, esto es, periódicos, revistas, estaciones de radio y sitios de Internet. 
 
Cuadro 54. ¿Qué sitio de internet? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  You Tube  1  .1  .1  .1 

Sopitas.com  1  .1  .1  .2 

Yahoo  5  .5  .5  .6 

CNN  3  .3  .3  .9 

Hotmail  1  .1  .1  1.0 

El Universal  4  .4  .4  1.4 

Milenio noticias  4  .4  .4  1.7 

Facebook  12  1.1  1.1  2.8 

La Jornada  2  .2  .2  3.0 

MVS  2  .2  .2  3.2 

Animal Político  1  .1  .1  3.3 

NS/NC  1065  96.7  96.7  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Con relación a los sitios de Internet, 96.7% de los entrevistados dice no recordar el lugar 
en Internet en donde vieron las encuestas, así que el lugar más recordado fue Facebook 
con 1.1% de las menciones, después Yahoo y Milenio Noticias, respuesta que muestra el 
éxito que tuvo la encuesta de GEA/ISA que fue divulgada por Milenio. 

102 

 
Cuadro 55. ¿Cuál encuesta? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Mitosfky  65  6.4  5.9  5.9 

Canal 11  1  .1  .1  6.0 

Parametría  3  .3  .3  6.3 

El Universal  6  .5  .5  6.8 

Con Javier Alatorre  1  .1  .1  6.9 

Preferencia Excélsior  3  .3  .3  7.2 

CNN  1  .1  .1  7.3 

Televisa  3  .3  .3  7.5 

Ipsos  5  .5  .5  8.0 

Milenio  18  1.6  1.6  9.6 

SPD noticias  1  .1  .1  9.7 

Ciro Gómez Leyva  2  .2  .2  9.9 

La jornada  3  .3  .3  10.6 

Tendencia %  6  .5  .5  11.2 

MVS  1  .1  .1  11.3 

Norte  2  .2  .2  11.4 

Reforma  3  .3  .3  11.7 

Contrapunto  1  .1  .1  11.8 

Informador  1  .1  .1  11.9 

Multimedios  1  .1  .1  12.0 

GEA/ISA  1  .1  .1  12.1 

UAP  1  .1  .1  12.2 

Proceso  1  .1  .1  12.3 

Aportes electorales  1  .1  .1  12.4 

NS/NC  965  87.6  87.6  100.0 

103 

 
Cuadro 55. ¿Cuál encuesta? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Mitosfky  65  6.4  5.9  5.9 

Canal 11  1  .1  .1  6.0 

Parametría  3  .3  .3  6.3 

El Universal  6  .5  .5  6.8 

Con Javier Alatorre  1  .1  .1  6.9 

Preferencia Excélsior  3  .3  .3  7.2 

CNN  1  .1  .1  7.3 

Televisa  3  .3  .3  7.5 

Ipsos  5  .5  .5  8.0 

Milenio  18  1.6  1.6  9.6 

SPD noticias  1  .1  .1  9.7 

Ciro Gómez Leyva  2  .2  .2  9.9 

La jornada  3  .3  .3  10.6 

Tendencia %  6  .5  .5  11.2 

MVS  1  .1  .1  11.3 

Norte  2  .2  .2  11.4 

Reforma  3  .3  .3  11.7 

Contrapunto  1  .1  .1  11.8 

Informador  1  .1  .1  11.9 

Multimedios  1  .1  .1  12.0 

GEA/ISA  1  .1  .1  12.1 

UAP  1  .1  .1  12.2 

Proceso  1  .1  .1  12.3 

Aportes electorales  1  .1  .1  12.4 

NS/NC  965  87.6  87.6  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   


104 

 
 
Con respecto a las encuestas hechas públicas en los medios de información, la más citada 
fue Consulta Mitofsky con 6% de las menciones, le sigue Milenio Noticias con 1.9%, ya que 
algunas personas la mencionan con el nombre de Ciro Gómez Leyva o como GEA/ISA; aun 
cuando  87.6%  de  los  entrevistados  no  recuerda  ninguna  de  ellas.  Los  niveles  de 
recordación  de  la  población  son  bajos,  pero  algunas  empresas  encuestadoras  como 
Consulta, GEA/ISA y Parametría fueron recordadas. 
 
Cuadro 56. ¿Siguió los resultados de esta encuesta? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Sí  386  35.1  35.1  35.1 

No  626  56.9  56.9  91.9 

NS/NC  89  8.1  8.1  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
De los entrevistados, 35% dijo haber seguido los resultados de las encuestas de opinión, 
mientras  que  56.9%  negó  haberlos  seguido.  Es  importante  conocer  las  condiciones  y 
características de las personas entrevistadas que hicieron el seguimiento de las encuestas 
de opinión. 
 
Cuadro 57. Frecuencia del seguimiento. 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Diario  85  7.7  7.7  7.7 

Semanalmente  112  10.2  10.2  17.9 

Mensualmente  25  2.3  2.3  20.2 

A veces  167  15.2  15.2  35.3 

Ninguno  150  13.6  13.6  49.0 

105 

 
NS/NC  562  51.0  51.0  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Con  relación  a  la  frecuencia  del  seguimiento,  7.7%  afirmaba  que  diario,  10.2% 
semanalmente,  2.3%  mensualmente,  15.3%  a  veces;  como  se  ve  la  frecuencia  de 
seguimiento de las encuestas reúne a 20.2% de los encuestados; mientras que 15.2% dice 
que lo hizo sólo a veces, esto es, una cantidad muy cercana a 35% que había contestado 
que había seguido la difusión de los resultados de las encuestas previas a las elecciones. 
 
Cuadro 58. ¿Qué tan importante es para usted que se publiquen los resultados de las 
encuestas en medios de información? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Muy importante  274  24.9  24.9  24.9 

Importante  339  30.8  30.8  55.7 

Poco importante  245  22.3  22.3  77.9 

Nada importante  144  13.1  13.1  91.0 

Ninguno  49  4.5  4.5  95.5 

NS/NC  50  4.5  4.5  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Lo dicho anteriormente se comprueba en el cuadro 51, pues 24.9% de los entrevistados 
consideró  muy  importante  la  difusión  de  resultados  de  encuestas  en  los  medios  de 
información,  30.8%,  lo  consideró  importante;  y  55.7%  de  los  entrevistados  cree  en  la 
importancia  de  la  publicación  de  los  resultados  de  encuestas  en  los  medios  de 
información.  Estos  datos  señalan  que  en  la  percepción  popular  las  encuestas  deben  ser 
fidedignas  y  el  hecho  de  que  muestren  errores  en  sus  estimaciones  redunda  en 
detrimento  de  la  imagen  de  las  encuestas  y  del  proceso  electoral  mismo,  pues  la 
población pierde confianza en ellas. 
106 

 
 
Cuadro 59. ¿Qué tan confiables cree que fueron las encuestas electorales difundidas 
en los medios de información con respecto a los resultados de las últimas elecciones 
presidenciales? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Muy confiables  42  3.8  3.8  3.8 

Confiables  222  20.2  20.2  24.0 

Poco confiables  468  42.5  42.5  66.5 

Nada confiables  275  25.0  25.0  91.5 

Ninguno  44  4.0  4.0  95.5 

NS/NC  50  4.5  4.5  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Como vemos en el cuadro 59, solamente 3.8% de los entrevistados cree que las encuestas 
publicadas  en  los  medios  son  muy  confiables,  20.2%  las  considera  confiables,  42.5%  las 
considera poco confiables; y 25% nada confiables, por lo que 70.5% las juzga como poco y 
nada confiables. 
 
Cuadro  60.  ¿Tomó  en  cuenta  las  encuestas  preelectorales  difundidas  en  medios  de 
información para formar su decisión electoral? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Las tomé muy en cuenta  52  4.7  4.7  4.7 

Las tomé en cuenta  166  15.1  15.1  19.8 

Ni una ni la otra  228  20.7   20.7  40.5 

No  las  tomé  en  cuenta  450  40.9  40.9  81.4 


para nada 

Ninguno  87  7.9  7.9  89.3 

107 

 
NS/NC  118  10.7  10.7  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Posiblemente  una  de  las  consecuencias  de  que  gran  mayoría  de  los  entrevistados 
considera  que  los  resultados  de  las  encuestas  difundidas  en  los  medios  de  información 
fueran  poco  confiables  lo  podemos  apreciar  en  los  resultados  de  cuadro  60,  pues 
solamente 19% de los entrevistado las consideró al decidir su voto, mientras que más de 
60% de los entrevistados no las tomó en consideración al momento de decidir su voto. Por 
lo  tanto,  una  de  las  razones  de  que  los  entrevistados  consideraran  que  las  encuestas 
fueron  poco  confiables  en  las  pasadas  elecciones  presidenciales,  deriva  de  que  las 
estimaciones  de  las  encuestas  en  las  que  un  candidato  presentaba  delantera  sobre  sus 
contrincantes, no fueran corroborada en los resultados de las elecciones. En este sentido, 
se verifica el conocimiento que el público tiene en la actualidad de las encuestas y de su 
importancia como mecanismo de información para la opinión pública; también se puede 
plantear la idea de que se ha generalizado en la cultura política el estereotipo de que las 
encuestas deben proporcionar estimaciones y pronósticos muy cercanos a lo que sucede 
en la elección. Sin embargo, se puede plantear que las encuestas preelectorales deberían, 
por lo menos, acercarse al margen de error proyectado, más o menos 3; aunque esto no 
sucedió en las pasadas elecciones por diversos motivos que la ciudadanía desconoce yque 
influyó en su percepción sobre las encuestas.  
 
Cuadro  61.  Se  habló  del  fracaso  de  las  encuestas,  ¿Está  de  acuerdo  con  esta 
afirmación? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Muy de acuerdo  433  39.3  39.3  39.3 

Poco de acuerdo  385  35.0  35.0  74.3 

Nada de acuerdo  157  14.3  14.3  88.6 

108 

 
Ninguno  50  4.5  4.5  93.1 

NS/NC  76  6.9  6.9  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
El  cuadro  61  muestra  que  39.3%  de  los  entrevistados  está  muy  de  acuerdo  con  la 
afirmación del fracaso de las encuestas de opinión; 35% de los entrevistados está “poco 
de acuerdo” con esta afirmación y 14.3% de los entrevistados está nada de acuerdo. Aun 
cuando tenemos un mayoría que se encuentra entre muy de acuerdo y poco de acuerdo, 
no  se  puede  decir  que  el  juicio  hacia  las  encuestas  sea  unánime  entre  el  público 
entrevistado. 
Cuadro 62. ¿Considera  que partidos políticos o candidatos estuvieron de  acuerdo en  alterar 
los resultados de las encuestas electorales difundidos en los medios de comunicación en las 
pasadas elecciones presidenciales? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Estuvieron  muy  de  423  38.4  38.4  38.4 


acuerdo 

Algo de acuerdo  284  25.8  25.8  64.2 

Poco de acuerdo  198  18.0  18.0  82.2 

Nada de acuerdo  86  7.8  7.8  90.0 

Ninguno  38  3.5  3.5  93.5 

NS/NC  72  6.5  6.5  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   


 

 
Pese a que no haya unanimidad en el juicio que los entrevistados hicieron con respecto al 
supuesto fracaso de las encuestas de las encuestas preelectorales, lo que encontramos es 
que 38.4% de ellos estuvieron muy de acuerdo en que hubo un arreglo entre los partidos y 
los medios para alterar los resultados de las encuestas y 25.8% estuvo de acuerdo en creer 

109 

 
que se dieron tales arreglos; por lo tanto, existe entre el público una suerte de teoría de la 
conspiración  con  relación  a  la  actuación  de  las  empresas  encuestadoras  al  divulgar  los 
resultados  que  mostraban  una  gran  distancia  entre  el  candidato  del  PRI  y  los  demás 
candidatos.  Sin  que  sea  nuestra  intención  desacreditar  esta  posible  versión  de  los 
acontecimientos,  en  las  pasadas  elecciones  presidenciales  se  pueden  ensayar  otras 
respuestas  a  lo  acontecido,  aunque  lo  más  importante  es  la  percepción  que  tiene  la 
opinión pública. La opinión pública no se constituye de racionalizaciones, sino de visiones 
y percepciones; la mayoría de las personas desconoce cómo se desarrolla una encuesta; lo 
único que observan son los resultados, de ahí que se diga que hay una diferencia entre el 
conocimiento,  esto  es,  el  saber  —en  el  sentido  de  conocer  el  procedimiento  de 
elaboración  de  las  encuestas  —,  la  ignorancia,  —no  tener  conocimientos,  ni  opinión,  al 
respecto— y la opinión tener alguna teoría con respecto al fenómeno, aun cuando no sea 
informada.63 
Cuadro 63. A partir de su percepción de las encuestas, ¿piensa participar en los próximos 
procesos electorales? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Seguiría participando  725  65.8  65.8  65.8 

Dejaría de participar  177  16.1  16.1  81.9 

No tiene nada qué ver  109  9.9  9.9  91.8 

Ninguno  48  4.4  4.4  96.2 

NS/NC  42  3.8  3.8  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   


 

Sin embargo, la opinión expresada por los entrevistados de la posibilidad de contubernio 
entre  empresas  encuestadoras  y  partidos  políticos  para  alterar  los  resultados  de  las 
encuestas no implica que los integrantes de la opinión pública se nieguen a participar en 
los procesos electorales subsecuentes; lo que nos permite suponer que la cuestión de la 
                                                            
63
 E. Noelle Neuman, op.cit. 
110 

 
posible alteración de los resultados de las encuestas preelectorales es sólo un episodio, un 
acontecimiento que, si bien importante, no altera la participación de la población en las 
elecciones; pues en la cultura política de los mexicanos el acto de votar es percibido como 
una cuestión cívico‐moral. 
Cuadro  64.  En  consideración  de  los  resultados  de  los  resultados  electorales, 
¿Qué tanto confía en el IFE? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Mucho  165  15.0  15.0  15.0 

Poco  629  57.1  57.1  72.1 

Nada  268  24.3  24.3  96.5 

Ninguno  15  1.4  1.4  97.8 

NS/NC  24  2.2  2.2  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Pese a los expresos deseos de seguir participando en los procesos electorales, la confianza 
en  el  IFE  aparece  mermada  ¿no  es  esto  una  contradicción?  Aparentemente  no,  pues  la 
población  asume  que  las  elecciones  son  un  deber  cívico,  mientras  que  el  IFE  es  una 
instancia  cuyo  encargo  es  organizarlas,  lo  que  no  impide  que  como  institución  pueda 
corromperse y alejarse de su función primordial como es vigilar el proceso electoral; por lo 
que  podemos  suponer  que  la  población  tiene  una  visión  idealizada  de  los  organismos 
electorales  y  los  asumen  bajo  el  entendido  que  deben  ser  impolutas  o  bien,  por  el 
contrario,  que  la  mayoría  de  las  veces  son  instituciones  corruptas  que  sólo  sirven  a  los 
fatídicos intereses de los políticos y de los burócratas. Generar este tipo de hipótesis es 
arriesgado,  pero  corresponde  con  los  planteamientos  acerca  del  funcionamiento  del 
imaginario  simbólico  de  la  cultura  política  con  respecto  a  las  instituciones  propias  del 
Estado, en el cual se significa que estas siempre cumplen funciones perversas y alejadas 
de los propósitos ciudadanos. 
 
111 

 
Cuadro  65.  ¿Qué  tan  rigurosamente  debería  el  IFE  regular  la  publicación  de  encuestas 
electorales? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Muy severamente  647  58.8  58.8  58.8 

No tan severamente  177  16.1  16.1  74.8 

Ni una cosa ni la otra  82  7.4  7.4  82.3 

No debe regular  86  7.8  7.8  90.1 

Severamente  26  2.4  2.4  92.5 

Ninguno  39  3.5  3.5  96.0 

NS/NC  44  4.0  4.0  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   


 

 
Con respecto a la regulación de la publicación de las encuestas de opinión preelectorales, 
58.8% de los entrevistados considera que el IFE debería ejercer una estricta vigilancia con 
relación a la publicación de resultados de encuestas en medios de información para evitar 
posibles fraudes; 2.4% afirmó que la vigilancia debe ser severa, mientras que 16.1% afirmó 
que puede ser no tan severamente; 7.4% respondió ni una cosa ni la otra y 7.8% que no 
debe  regular.  Por  lo  tanto,  la  mayoría,  61.2%  de  los  entrevistados,  considera  que  el  IFE 
debe  ser  estricto  en  la  vigilancia  y  en  los  criterios  utilizados  para  permitir  que  las 
encuestas que sean publicadas. 
 
C) INFORMACIÓN ADICIONAL SOBRE PROBLEMAS DEL PAÍS, CONSUMO DE MEDIOS Y 
TOMA DE DECISIONES EN ASUNTOS POLÍTICO‐ELECTORALES 
 
Cuadro 66. ¿Cuál es en la actualidad el principal problema del país? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

112 

 
  Educación  61  5.5  5.5  5.5 

Seguridad  189  17.2  17.2  22.7 

Corrupción  224  20.3  20.3  43.1 

Economía  88  8.0  8.0  51.0 

Sistema político  34  3.1  3.1  54.1 

Empleo  85  7.7  7.7  61.9 

Pobreza  70  6.4  6.4  68.2 

Desigualdad  12  1.1  1.1  69.3 

Delincuencia  134  12.2  12.2  81.5 

Democracia  25  2.3  2.3  83.7 

Sobrepoblación  1  .1  .1  83.8 

Gobernantes  19  1.7  1.7  85.6 

Narcotráfico  24  2.2  2.2  87.7 

Desinformación  8  .7  .7  88.5 

Campo  2  .2  .2  88.6 

Presidente  11  1.0  1.0  89.6 

Poder  2  .2  .2  89.8 

Violencia  22  2.0  2.0  91.8 

Falta de participación  1  .1  .1  91.9 

Servicios públicos  15  1.4  1.4  93.3 

Desconfianza  2  .2  .2  93.5 

Fraude  2  .2  .2  93.6 

Drogadicción  5  .5  .5  94.1 

Indiferencia  5  .5  .5  94.6 

Impunidad  2  .2  .2  94.7 

Petróleo  1  .1  .1  94.8 

Participación ciudadana  2  .2  .2  95.0 

Nuevas reformas  1  .1  .1  95.1 

113 

 
Inmigración  1  .1  .1  95.2 

López Obrador  1  .1  .1  95.3 

NS/NC  52  4.7  4.7  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
 
Si  analizamos  el  cuadro  66,  vemos  que  la  corrupción  aparece  como  el  primer  problema 
señalado  por  la  población  entrevistada  con  20.3%  de  los  señalamientos;  seguridad, 
violencia, narcotráfico y delincuencia juntos alcanzan 33.6% de las respuestas; lo que los 
coloca  en  la  principal  preocupación  de  la  población.  Los  otros  temas  mencionados  son 
economía 8%, empleo, 7.7% y pobreza con 6.4% de las menciones; por lo que a un año de 
haber iniciado el nuevo gobierno, la población sigue haciendo referencia a un núcleo de 
problemas  que  fueron  citados  con  anterioridad  y  principalmente  durante  el  periodo 
electoral. 
 
Cuadro 67. ¿Ve algún noticiero de la televisión? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Sí  995  90.4  90.4  90.4 

No  93  8.4  8.4  98.8 

NS/NC  13  1.2  1.2  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Una  de  las  partes  centrales  de  la  información  que  podemos  recolectar  del  público  se 
encuentra relacionada al consumo de medios, es impresionante que la gran mayoría de la 
población entrevistada (90%) afirme asistir algún noticiero de la televisión. 
 
 

114 

 
Cuadro 68. Frecuencia. 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Diariamente  515  46.8  46.8  46.8 

Casi  siempre  6‐5  veces  122  11.1  11.1  57.9 


por semana 

Regularmente  4‐3  veces  198  18.0  18.0  75.8 


por semana 

Casi  nunca  1‐2  veces  por  146  13.3  13.3  89.1 


semana 

Nunca  63  5.7  5.7  94.8 

NS/NC  57  5.2  5.2  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   


 

 
Sin embargo, la frecuencia cae casi a la mitad; pues 46.8% de los entrevistados dice ver 
diariamente  un  noticiero  de  televisión;  casi  siempre,  de  seis  a  cinco  veces  por  semana, 
11.1%; regularmente, cuatro a tres veces por semana, 18%; casi nunca, de una a dos veces 
por semana, 13.3%; nunca, 5.7%. Pese a esta dispersión en la frecuencia encontramos que 
la mayoría de los entrevistados ve diariamente los noticieros de la televisión; lo que nos 
permite  afirmar  que  tienen  mucha  importancia  como  fuente  de  conocimiento,  de 
información y elemento auxiliar en la fijación de conductas y en la toma de decisiones de 
parte de las personas. Las tendencias de esta variable no necesariamente representan el 
consumo de medios en el momento de la elección, pues ese evento sucedió hace más de 
un  año,  por  lo  que  pudieron  haber  cambiado  un  poco  las  tendencias,  pero  tampoco  de 
manera tan radical para no ser representativas. 
 
 
 

115 

 
Cuadro 69. ¿Qué noticiero ve? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Canal Once  8  .7  .7  .7 

Matutino express  6  .5  .5  1.3 

Tv Azteca  141  12.8  12.8  14.1 

Adela Micha  21  1.9  1.9  16.0 

Foro TV  52  4.7  4.7  20.7 

López Dóriga  156  14.2  14.2  34.9 

Hechos  120  10.9  10.9  45.8 

Proyecto 40  17  1.5  1.5  47.3 

Mañanero  8  .7  .7  48.0 

Milenio  15  1.4  1.4  49.4 

CNN  21  1.9  1.9  51.3 

Primero noticias  40  3.6  3.6  55.0 

Canal  28/  Cadena  12  1.1  1.1  56.0 


tres 

Lolita Ayala  15  1.4  1.4  57.4 

Carmen Aristegui  11  1.0  1.0  58.4 

Canal 128  1  .1  .1  58.5 

Canal 22  3  .3  .3  58.8 

Televisa  219  19.9  19.9  78.7 

Mexiquense  2  .2  .2  78.8 

Almohadazo  6  .5  .5  79.4 

Uno noticias  6  .5  .5  79.9 

MMC  1  .1  .1  80.0 

Antena 3  5  .5  .5  80.5 

52mx  4  .4  .4  80.8 

116 

 
Pepe Cárdenas  3  .3  .3  81.1 

TV3/ Televisa Puebla  5  .5  .5  81.6 

López Díaz  2  .2  .2  81.7 

4to Independiente  1  .1  .1  81.8 

MVS  5  .5  .5  82.3 

Multimedios  32  2.9  2.9  85.2 

Benavides  5  .5  .5  85.6 

Telediario  7  .6  .6  86.3 

Gregorio Martínez  1  .1  .1  86.4 

María Julia  7  .6  .6  87.0 

Tele fórmula  1  .1  .1  87.1 

Luis Padua  1  .1  .1  87.2 

UDG  2  .2  .2  87.4 

Mira cable  1  .1  .1  87.5 

Rocío Ruela  1  .1  .1  87.6 

Sarmiento  1  .1  .1  87.6 

Mari Loli  5  .5  .5  88.1 

NS/NC  131  11.9  11.9  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Como se puede apreciar en el cuadro referente a los noticieros de televisión que ven los 
entrevistados con mayor frecuencia, Televisa es de los más mencionados, así como todos 
sus medios informativos, de los que sobresale “El Noticiero”, conducido por Joaquín López 
Dóriga, le sigue “Hechos”, conducido por José Alatorre, y otros noticieros que, si bien son 
importantes, no logran competir con estos informadores. 
Cuadro 70. Lee algún periódico 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

117 

 
  Sí  525  47.7  47.7  47.7 

No  534  48.5  48.5  96.2 

NS/NC  42  3.8  3.8  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Si el consumo de noticieros de televisión ha llegado a casi la totalidad de la población, la 
lectura de periódicos ha disminuido, pues sólo 47.7% de la población afirma leerlos. 
 
Cuadro 71. Frecuencia 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Diariamente  192  17.4  17.4  17.4 

Casi  siempre  6‐5  veces  x  70  6.4  6.4  23.8 


semana 

Regularmente 4‐3 veces x  113  10.3  10.3  34.1 


semana 

Casi  nunca  1‐2  veces  x  143  13.0  13.0  47.0 


semana 

Nunca  302  27.4  27.4  74.5 

NS/NC  281  25.5  25.5  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
La frecuencia de la lectura de periódicos es baja pues 17.4% afirma leerlos diariamente; 
6.4%, casi siempre; , mientras que 10.3% los lee regularmente; y casi nunca, 13%,; por lo 
tanto, la mayoría de la población afirma no leer nunca un periódico, y sólo un grupo muy 
específico consume con regularidad periódicos; estos datos explican la crisis que atraviesa 
esta  industria  y  su  comportamiento  en  sucesos  como  las  elecciones  y  las  campañas 
electorales en donde tienen una gran oportunidad para mejorar sus ingresos. 
 
118 

 
Cuadro 72. ¿Cuál periódico lee? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  La Jornada  50  4.5  4.5  4.5 

El Universal  49  4.5  4.5  9.0 

Metro  80  7.3  7.3  16.3 

Excélsior  19  1.7  1.7  18.0 

Gráfico  19  1.7  1.7  19.7 

La Prensa  25  2.3  2.3  22.0 

Reforma  21  1.9  1.9  23.9 

Milenio  9  .8  .8  24.7 

Sol de Toluca  1  .1  .1  24.8 

El Sol  70  6.4  6.4  31.2 

Esto  5  .5  .5  31.6 

Extra  3  .3  .3  31.9 

Basta  2  .2  .2  32.1 

Economista  3  .3  .3  32.3 

Heraldo  1  .1  .1  32.4 

Síntesis  1  .1  .1  32.5 

El Norte  64  5.8  5.8  38.3 

Alerta  1  .1  .1  38.4 

Mural  12  1.1  1.1  39.5 

Informador  60  5.4  5.4  45.0 

Express  2  .2  .2  45.1 

Occidental  4  .4  .4  45.5 

Record  1  .1  .1  45.6 

Imparcial  1  .1  .1  45.7 

El público  1  .1  .1  45.8 

119 

 
Semanario  1  .1  .1  45.9 

Financiero  1  .1  .1  46.0 

Quetzal  1  .1  .1  46.0 

NS/NC  594  54.0  54.0  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
 
Con respecto a los periódicos más consultados los datos revelan que son Metro, 7.3%; y El 
Sol de México, El Informador, El Norte, La Jornada, presentan una gran dispersión y una 
atomización entre ellos, lo que significa baja capacidad de estos medios de comunicación 
para influir en la audiencia. 
 
Cuadro 73. Frecuencia radio 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Sí  398  36.1  36.1  36.1 

No  642  58.3  58.3  94.5 

NS/NC  61  5.5  5.5  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Con  relación  a  la  radio,  36.1%  de  los  entrevistados  afirmó  escuchar  noticieros 
radiofónicos.  Este  porcentaje  es  menor  al  de  la  población  que  consume  medios 
periodísticos. 
 
Cuadro 74. Frecuencia 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Diariamente  189  17.2  17.2  17.2 

120 

 
Casi  siempre  6‐5  veces  48  4.4  4.4  21.5 
por semana 

Regularmente  4‐3  veces  76  6.9  6.9  28.4 


por semana 

Casi  nunca  1‐2  veces  por  77  7.0  7.0  35.4 


semana 

Nunca  369  33.5  33.5  68.9 

NS/NC  342  31.1  31.1  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
La  frecuencia  con  la  que  se  escucha  la  radio  es  la  siguiente:  17.2%  lo  hace  diariamente; 
4.4%  casi  siempre,  de  seis  a  cinco  veces  por  semana;  6.9%,  de  cuatro  a  tres  veces  por 
semana; 7%, casi nunca; y 33.5%, nunca. Por lo tanto, escuchar la radio es una actividad 
que va disminuyendo paulatinamente, pues la gran mayoría ve noticieros en la televisión. 
 
Cuadro 75. ¿Qué noticiero escucha? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 
  W Radio  10  .9  .9  .9 
Radio red  15  1.4  1.4  2.3 
Radio fórmula  11  1.0  1.0  3.3 
Reporte 98.5  8  .7  .7  4.0 
Jacobo Zabludovski  9  .8  .8  4.8 
Fonógrafo  3  .3  .3  5.1 
Aristegui  29  2.6  2.6  7.7 
MVS/102.5  8  .7  .7  8.4 
Corte Informativo  42  3.8  3.8  12.3 
88.9  12  1.1  1.1  13.4 
1440  1  .1  .1  13.4 
IMER  4  .4  .4  13.8 
103.3  9  .8  .8  14.6 
Pedro Ferriz  2  .2  .2  14.8 
Imagen  9  .8  .8  15.6 
Joya (93.7 FM)  3  .3  .3  15.9 
Formato 21  3  .3  .3  16.2 
121 

 
Ultra Noticias (Puebla)  2  .2  .2  16.3 
Javier Alvarado  2  .2  .2  16.5 
95.3  5  .5  .5  17.0 
Brozo  1  .1  .1  17.1 
Nino Canún  5  .5  .5  17.5 
Panorama  1  .1  .1  17.6 
informativo 
Radio UNAM  1  F.1  .1  17.7 
Sergio Sarmiento  1  .1  .1  17.8 
99.1  2  .2  .2  18.0 
1260 am  1  .1  .1  18.1 
Paola Rojas  2  .2  .2  18.3 
Radio Centro  10  .9  .9  19.2 
José Cárdenas  8  .7  .7  19.9 
11.80 am  1  .1  .1  20.0 
Ciro Gómez Leyva  2  .2  .2  20.2 
Monitor  2  .2  .2  20.3 
Ruiz Healy  3  .3  .3  20.6 
López Dóriga  7  .6  .6  21.3 
89.3 Radar (Puebla)  3  .3  .3  21.5 
López Díaz  47  4.3  4.3  25.8 
940 am  1  .1  .1  25.9 
XET‐ La T grande (Mty)  6  .5  .5  26.4 
Adela Micha  1  .1  .1  26.5 
1420 (Mty)  2  .2  .2  26.7 
Multimedios  7  .6  .6  27.3 
107.5  1  .1  .1  27.4 
Gallito/760am (GDL)  7  .6  .6  28.1 
Notisistema  6  .5  .5  28.6 
Metrópoli 1105  3  .3  .3  28.9 
101.9  6  .5  .5  29.4 
95.5 la mejor (GDL)  1  .1  .1  29.5 
Enlace 41  1  .1  .1  29.6 
Telediario  2  .2  .2  29.8 
104.57planeta (Mty)  1  .1  .1  29.9 
Radio Capital/101.3  1  .1  .1  30.0 
Radio Metrópoli  1  .1  .1  30.1 
Planeta (GDL)  1  .1  .1  30.2 
Carlos Huerta  1  .1  .1  30.2 
Ultra  radio:  Fernando  1  .1  .1  30.3 
Canales (Puebla) 
122 

 
NS/NC  767  69.7  69.7  100.0 
Total  1101  100.0  100.0   
 
La costumbre de escuchar noticieros de radio es mayor en las ciudades de provincia que 
en el Distrito Federal, pues el noticiero de López Díaz transmitido en la ciudad de Puebla 
tuvo  4.3%  de  las  menciones;  Corte  Informativo,  3.8%  y  Carmen  Aristegui,  2.6%,  lo  que 
significa que la audiencia en la radio está muy fragmentada. 
 
Cuadro 76. ¿Hace uso del Internet como medio de información? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Sí  260  23.6  23.6  23.6 

No  766  69.6  69.6  93.2 

NS/NC  75  6.8  6.8  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
El  uso  del  Internet  no  se  encuentra  muy  difundido  como  se  puede  observar,  pues 
únicamente  23.6%  de  los  entrevistados  hace  uso  del  internet  como  medio  para 
informarse, esto significa que el uso del internet como medio de información es aún bajo. 
 
Cuadro 77. Frecuencia con el que se utiliza Internet para informarse 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Diariamente  140  12.7  12.7  12.7 

Casi siempre  26  2.4  2.4  15.1 

Regularmente  45  4.1  4.1  19.2 

Casi nunca  38  3.5  3.5  22.6 

Nunca  408  37.1  37.1  59.7 

NS/NC  444  40.3  40.3  100.0 

123 

 
Cuadro 77. Frecuencia con el que se utiliza Internet para informarse 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Diariamente  140  12.7  12.7  12.7 

Casi siempre  26  2.4  2.4  15.1 

Regularmente  45  4.1  4.1  19.2 

Casi nunca  38  3.5  3.5  22.6 

Nunca  408  37.1  37.1  59.7 

NS/NC  444  40.3  40.3  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   


 

Con  relación  a  la  frecuencia  de  uso  del  Internet  como  medio  de  información,  12.7%  lo 
usan  diariamente;  casi  siempre,  2.4%;  regularmente,  4.1%  y  casi  nunca,  3.5%,  nunca, 
37.1%. Como ya se afirmaba, el uso del Internet como medio de información es bajo.  
 
Cuadro 78. ¿Qué informativo de internet? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Yahoo  20  1.8  1.8  1.8 

Reforma  6  .5  .5  2.4 

Milenio  2  .2  .2  2.5 

La Jornada  28  2.5  2.5  5.1 

Uno noticias  4  .4  .4  5.4 

124 Hotmail  13  1.2  1.2  6.6 


noticias 

CNN  14  1.3  1.3  7.9 

Aristegui  8  .7  .7  8.6 

Excelsior  10  .9  .9  9.5 

El Universal  15  1.4  1.4  10.9 

124 

 
Sol de Toluca  1  .1  .1  11.0 

Proceso  6  .5  .5  11.5 

Twitter  5  .5  .5  12.0 

Facebook  35  3.2  3.2  15.2 

Reporte índigo  1  .1  .1  15.3 

Google  4  .4  .4  15.6 

Animal político  2  .2  .2  15.8 

Financiero  3  .3  .3  16.1 

Fox radio  1  .1  .1  16.2 

Formato 21  1  .1  .1  16.3 

Economista  2  .2  .2  16.4 

La Prensa  2  .2  .2  16.6 

New York Times  1  .1  .1  16.7 

Enlace ciudadano  1  .1  .1  16.8 

Multimedios  2  .2  .2  17.0 

MVS  2  .2  .2  17.2 

Mural  1  .1  .1  17.3 

Informador  8  .7  .7  18.0 

Sinembargo.mx  1  .1  .1  18.1 

Info 7  1  .1  .1  18.2 

You tuve  1  .1  .1  18.3 

El Sol  1  .1  .1  18.3 

NS/NC  899  81.7  81.7  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   


 

Los portales más usados son Facebook, 3.2%; La Jornada, 2.5%; Yahoo, 1.8%; El Universal, 
1.2%.  Como  se  ve  los  portales  de  los  periódicos  son  utilizados  como  fuentes  de 
información, pero de forma mínima. 
 
125 

 
Cuadro 79. Telenovelas 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Telenovelas  221  20.1  20.1  20.1 

NS/NC  880  79.9  79.9  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

  Los encuestados que observan telenovelas son 20.1%.  
 
Cuadro 80. Cómicos 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Cómicos  147  13.4  13.4  13.4 

NS/NC  954  86.6  86.6  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
De los entrevistados, 13.4% observa programas cómicos en la televisión. 
 
Cuadro 81. Deportes 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Deportes  249  22.6  22.6  22.6 

NS/NC  852  77.4  77.4  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Los programas de deportes tienen mayor audiencia que las telenovelas, 22.6% declaró ver 
programas deportivos en la televisión.  
 
 
 

126 

 
Cuadro 82. Noticias 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Noticias  489  44.4  44.4  44.4 

NS/NC  612  55.6  55.6  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
El programa más visto según nuestros entrevistados son las noticias, con 44.4% de los tele 
espectadores. 
 
Cuadro 83. Películas 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Películas  354  32.2  32.2  32.2 

NS/NC  747  67.8  67.8  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Las  películas  por  la  televisión  constituyen  el  segundo  programa  que  tiene  más  público, 
32.25% de los encuestados afirmaron sintonizar este tipo de programa. 
 
Cuadro 84. Reality shows 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Reality shows  84  7.6  7.6  7.6 

NS/NC  1017  92.4  92.4  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Los reality shows sólo fueron mencionados por 7.6% de los entrevistados. 
 

127 

 
Cuadro 85. Internet 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Internet  16  1.5  1.5  1.5 

NS/NC  1069  97.1  98.5  100.0 

Total  1085  98.5  100.0   


Perdidos  Sistema  16  1.5     
Total  1101  100.0     

 
Únicamente  1.5%  de  los  entrevistados  dijo  hacer  uso  del  Internet  como  medio  para 
entretenerse o ver películas.  
 
Cuadro 86. Familiares 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Familiares  (Padre  y  256  23.3  23.3  23.3 


Madre) 

NS/NC  845  76.7  76.7  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Se  le  preguntó  a  los  entrevistados  a  quién  consultan  en  el  momento  de  tomar  alguna 
decisión, principalmente las que tienen que ver con la decisión electoral y 23.3% de ellos 
dijeron  que  recurren  a  sus  familiares  más  cercanos  como  madre  y  padre,  por  lo  tanto 
suponemos que la familia es el ámbito al que más se considera en el momento de tomar 
una decisión. 
 
Cuadro 87. Amigos 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

128 

 
  Amigos  191  17.3  17.3  17.3 

NS/NC  910  82.7  82.7  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Los amigos son consultados por 17.3% de los entrevistados. 
 
Cuadro 88. Esposa, esposo. 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Esposo, esposa.  169  15.3  15.3  15.3 

NS/NC  932  84.7  84.7  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

En  tercer  lugar  encontramos  a  los  cónyuges,  quienes  son  consultados  por  15.3%  de  los 
entrevistados. 
 
Cuadro 89. Novia, novio. 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Novio, novia.  22  2.0  2.0  2.0 

NS/NC  1079  98.0  98.0  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Los novios y novias resultan ser poco o nada consultados para este tipo de decisión, pues 
solamente 2% de los entrevistados los consulta. 
 
Cuadro 90. Sigo las campañas. 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Sigo las campañas  83  7.5  7.5  7.5 

129 

 
NS/NC  1018  92.5  92.5  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Con  relación  al  seguimiento  de  las  campañas  políticas,  solamente  7.5%  de  los 
entrevistados afirma seguirlas. 
 
Cuadro 91. Artículos de periódico 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Artículos  del  67  6.1  6.1  6.1 


periódico 

NS/NC  1033  93.8  93.8  99.9 

991  1  .1  .1  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
De  los  encuestados,  6.1%  busca  artículos  en  los  periódicos  o  hacen  seguimiento  de  la 
información periodística de la cobertura de las campañas políticas. 
 
Cuadro 92. Spots de televisión 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Spots de televisión.  102  9.3  9.3  9.3 

NS/NC  999  90.7  90.7  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Sólo  9.3%  de  los  entrevistados  toma  en  cuenta  los  spots  televisivos  con  la  finalidad  de 
tomar la decisión de su voto. 
 
 
130 

 
Cuadro 93. Anuncios y programas de radio y TV 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Anuncios y programas de  65  5.9  5.9  5.9 


radio. 

NS/NC  1036  94.1  94.1  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
La consulta de programas de radio y los anuncios que ahí se difunde es tomada en cuenta 
por 5.9% de los entrevistados. 
 
Cuadro 94. Participo en mítines y reuniones políticas. 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Participo  en  mítines  y  14  1.3  1.3  1.3 


reuniones políticas. 

NS/NC  1087  98.7  98.7  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Únicamente 1.3% de los entrevistados señala participar en mítines y reuniones políticas. 
Cuadro 95. Consulto encuestas de opinión. 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Consulto  encuestas  de  50  4.5  4.5  4.5 


opinión. 

NS/NC  1051  95.5  95.5  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

131 

 
Las encuestas son tomadas en cuenta como un medio de consulta para la decisión de voto 
aun cuando sólo 4.5% de los entrevistados las consulta; esto no significa que no hagan uso 
de ellas, es probable que la influencia de las encuestas no sea un proceso consciente de 
parte de los encuestados. La influencia principal para la toma de decisión de voto viene de 
la consulta a personas con las cuales nos encontramos involucrados emocionalmente y no 
con un instrumento ajeno y sin personalidad, como lo sería un periódico o una encuesta 
de  opinión.  A  pesar  de  ello,  no  existe  evidencia  que  permita  afirmar  que  los  medios  de 
información no sirven como instrumento de consulta para la toma de decisión del voto. 
 
D) INFORMACIÓN SOCIO DEMOGRÁFICA DE LA MUESTRA 
 
Cuadro 96. Sexo 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Hombre  532  48.3  48.3  48.3 

Mujer  569  51.7  51.3  99.6 

    .    100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
El cuadro 96, como se observa muestra que el 51.7% de los entrevistados son mujeres y el 
48.3 restante hombres. 
 
 
Cuadro 97. Estado civil 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Casado  529  48.0  48.0  48.0 

Soltero  383  34.8  34.8  82.8 

Divorciado  60  5.4  5.4  88.3 

132 

 
Unión libre  86  7.8  7.8  96.1 

Viudo  25  2.3  2.3  98.4 

NS/NC  18  1.6  1.6  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
El  estado  civil  de  los  entrevistados  nos  muestra  que  48%  de  ellos  están  casados,  34.8%, 
solteros, 5.4%, divorciados, 7.8%, unión libre, 2.3% son viudos. 
 
 
Cuadro 98. Demografía 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 
  1  39  3.5  3.5  3.5 
10  9  .8  .8  4.4 
11  4  .4  .4  4.7 
12  4  .4  .4  5.1 
13  1  .1  .1  5.2 
17  1  .1  .1  5.3 
2  108  9.8  9.8  15.1 
3  209  19.0  19.0  34.1 
4  305  27.7  27.7  61.8 
5  201  18.3  18.3  80.0 
6  103  9.4  9.4  89.4 
7  46  4.2  4.2  93.6 
8  32  2.9  2.9  96.5 
9  6  .5  .5  97.0 
NS/NC  33  3.0  3.0  100.0 
Total  1101  100.0  100.0   
 
La mayoría de las unidades domésticas están integradas por cuatro miembros, 27.7%; le 
siguen las de tres, 19.8%; cinco con 18.3%; sin embargo, aparecen unidades con más de 10 
integrantes  y  hasta  con  17,  lo  que  muestra  la  existencia  de  unidades  domésticas 
diferentes de la familia nuclear. 
 

133 

 
Cuadro 99. ¿Su casa es: propia o rentada? 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Propia  817  74.2  74.2  74.2 

Rentada  270  24.5  24.5  98.7 

NS/NC  14  1.3  1.3  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Otro  dato  interesante  se  refiere  al  hecho  de  que  la  gran  mayoría  de  los  entrevistados, 
74.2%,  afirma  tener  casa  propia,  aunque  desconocemos  las  características  de  estas 
viviendas. 
 
Cuadro 100. Edades de los entrevistados 

 
 
Hay  una  buena  distribución  de  las  edades  entre  los  entrevistados,  así  como,  una 
disminución con relación de las edades más avanzadas, por su relativa disminución en el 
contexto de la población total. 
 
Cuadro 101. Escolaridad 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

134 

 
  Sin primaria  36  3.3  3.3  3.3 

Primaria  121  11.0  11.0  14.3 

Secundaria  270  24.5  24.5  38.8 

Preparatoria  363  33.0  33.0  71.8 

Licenciatura  279  25.3  25.3  97.1 

Maestría  20  1.8  1.8  98.9 

Doctorado  1  .1  .1  99.0 

NS/NC  11  1.0  1.0  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Con  relación  a  la  escolaridad  encontramos  que  la  mayoría  de  los  entrevistados  tienen 
nivel de preparatoria, 33%; licenciatura 25.3%, secundaria 24.5%; primaria, 11% y aquellos 
que no han terminado el nivel elemental 3.3%. Esta distribución se debe a que el estudio 
se realizó en los principales centros urbanos del país, pero no significa que los resultados 
del estudio repliquen la estructura de los niveles educativos del país. 
Al comparar esta información con la pirámide educativa del país encontramos que 
en 2005, 14.6% tenía instrucción primaria incompleta; 17.9% instrucción primaria; 21.5%, 
secundaria; 19.5% media superior; y 13.1% superior. A estos datos estadísticos debemos 
agregar 8.5% sin instrucción y 4.9% de primaria incompleta. 
 
Cuadro 102. Ingreso familiar 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  1Hasta  1SM  ($1.00‐ 196  17.8  17.8  17.8 


1,794) 

2De  1  a  3SM  ($1,321‐ 272  24.7  24.7  42.5 


$5,383) 

De  3  a  5SM  ($5,384‐ 215  19.5  19.5  62.0 


$8,973) 

135 

 
De  5  a  7SM  ($8,974‐ 101  9.2  9.2  71.2 
$12,562) 

De  7  a  10SM  ($12,563‐ 64  5.8  5.8  77.0 


$17,946) 

De  10  a  30SM  ($17,947‐ 41  3.7  3.7  80.7 


$53,838) 

De  30SM  en  adelante  2  0.2  0.2  80.9 


($53,839) 

NS/NC  210  19.1  19.1  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

 
Con  relación  a  la  estructura  del  ingreso  encontramos  que  17.8%  de  los  entrevistados 
perciben  hasta  un  salario  mínimo  mensual  por  hogar,  es  decir  que  casi  el  20%  de  los 
hogares percibe un ingreso que fluctúa entre un peso como mínimo y como máximo algo 
cercano  a  los  mil  ochocientos  pesos,  estos  ingresos  no  son  indicativos,  pues  en  muchas 
ocasiones las personas no dan los datos correctos, por múltiples razones, una de ellas por 
temor. De dos a tres salarios mínimos encontramos a 24.7% de la población entrevistada y 
de  tres  a  cinco  salarios  mínimos  se  encuentra  19.5%  de  los  entrevistados,  es  decir,  que 
entre uno y cinco salarios se encuentra el 62% de la población entrevistada, con ingresos 
que  muy  posiblemente  no  corresponda  a  los  niveles  educativos  que  declara.  Los  demás 
niveles  de  ingreso  que  van  de  cinco  a  siete  salarios  mínimos,  de  siete  a  diez,  de  diez  a 
treinta  salarios  mínimos  corresponde  a  18.7%,  mientras  que  de  más  de  treinta  salarios 
mínimos encontramos al 0.2% de los entrevistados. 
 
 
Cuadro 103. Ocupación 
Porcentaje  Porcentaje 
 
Frecuencia  Porcentaje  válido  acumulado 

  Empleado privado  268  24.3  24.3  24.3 

136 

 
Empleado público  115  10.4  10.4  34.8 

Estudiante  126  11.4  11.4  46.2 

Ama de casa  204  18.5  18.5  64.8 

Inactivo  33  3.0  3.0  67.8 

Comerciante  145  13.2  13.2  80.9 

Vendedor ambulante  23  2.1  2.1  83.0 

Taxista  16  1.5  1.5  84.5 

Obrero  69  6.3  6.3  90.7 

Empresario  13  1.2  1.2  91.9 

Profesionista  44  4.0  4.0  95.9 

Jubilado  31  2.8  2.8  98.7 

Campesino  3  .3  .3  99.0 

NS/NC  11  1.0  1.0  100.0 

Total  1101  100.0  100.0   

Las  ocupaciones  más  importantes  de  los  entrevistados  son:  empleado  privado,  24.3  %; 
empleado  público,  10.4%;  ama  de  casa,  18.5%;  comerciante,  13.2%;  estudiante,  11.4%, 
entre otras. 
 
E) ANÁLISIS DE TABLAS DE CONTINGENCIA 
 
Las inferencias que hemos realizado se encuentran ligadas a la descripción de un conjunto 
de variables simples cuyo comportamiento nos muestra que una cantidad importante de 
entrevistados  participó  de  los  procesos  electorales;  además,  con  respecto  a  nuestro 
objetivo de mostrar el papel que jugaron las encuestas en las pasadas elecciones de 2012, 
pudimos comprobar que una gran cantidad de encuestados fueron entrevistados por las 
empresas encuestadoras, más de 30%. De la totalidad de entrevistados, 61% afirmó haber 
visto  encuestas  en  los  medios  de  información.  También  encontramos  que  las  encuestas 
influyeron en la toma decisión de los electores. A medida que más utilizamos los medios 
como  instrumento  de  información  tendremos  el  fenómeno  de  priming  y  de  framing,  lo 
137 

 
que pudiera determinar que las personas que más consumen medios sean más dirigidas a 
utilizar a las encuestas como fuente de información y mecanismo auxiliar en la toma de 
decisión electoral. 
 
Tabla 104. ¿Votó en las pasadas elecciones presidenciales? ¿En qué momento decidió votar 
en las pasadas elecciones presidenciales 

 
Si  41%  de  los  entrevistados  tomó  su  decisión  de  voto  antes  del  inicio  de  las  campañas 
políticas,  significa  que  estas  personas  prácticamente  no  fueron  afectadas  por  las 
campañas  políticas;  mientras  que  27.3%,  decidió  su  voto  después  del  inicio  de  las 
campañas; el 11.9%, al final; y 15.9%, en el día de las elecciones. Por lo tanto 55.1% de los 
entrevistados decidió su voto después del inicio de las campañas lo que puede significar 
que fueron afectados por el desarrollo de las campañas y que sí influyeron en la decisión 
de su voto. 
 
Tabla  105.  ¿Votó  en  las  pasadas  elecciones  presidenciales?;  ¿Tomó  en  cuenta  las  encuestas 
preelectorales difundidas en medios de información para formar su decisión electoral? 

138 

 
 
Como  se  puede  observar,  22.7%  de  las  personas  que  votaron  en  las  pasadas  elecciones 
presidenciales afirma haber tomado en cuenta los resultados de las encuestas de opinión 
para  tomar  su  decisión  electoral;  21.6%  de  los  entrevistados  no  sabe  si  las  tomó  o  no 
cuenta al momento de decidir su voto; mientras que 43.9% de los posibles electores no las 
tomó para nada en cuenta, lo que se puede afirmar es que una cantidad importante de 
entrevistados considera que las encuestas fueron importantes para su decisión electoral, 
aun cuando esto no representa a la mayoría; pues, si sumamos las categorías, ni la una, ni 
la  otra  y  no  las  tomé  en  cuenta  para  nada,  encontramos  que  más  de  65%  de  los 
entrevistados  afirma  no  haberlas  considerado.  Sin  embargo,  estamos  lejos  de  aquellos 
que afirman que las encuestas no tienen ninguna importancia, ni son tomadas en cuenta 
por los electores. 
 
Tabla  106.  ¿Votó  en  las  pasadas  elecciones  presidenciales?;  Considera  que  los  partidos  o 
candidatos  estuvieron  de  acuerdo  en  alterar  los  resultados  de  las  encuestas  electorales 
difundidas en los medios de comunicación en las pasadas elecciones presidenciales. 

139 

 
 
 
Como  se  ve  en  la  tabla  106,  la  desconfianza  con  respecto  a  los  partidos,  así  como  a  los 
medios de comunicación es muy alta entre los ciudadanos mexicanos, pues 63.2% de los 
entrevistados  considera  que  los  partidos  estuvieron  muy  de  acuerdo  o  algo  de  acuerdo 
con la alteración de los resultados de las encuestas que fueron publicadas o presentadas 
en los medios de información; por un lado, esto muestra el bajo nivel de confianza en los 
medios que hay en la sociedad y por otro, que esta cantidad es similar a la cantidad de 
personas, 61%, que vio encuestas publicadas en medios de información. Por lo tanto, pese 
a  que  hay  una  cantidad  relativamente  baja  de  entrevistados  que  dice  haberlas  utilizado 
como medio de decisión, una gran  mayoría estuvo pendiente de su publicación y de los 
resultados que fueron divulgados. 

140 

 
 
Tabla 107. ¿En qué momento decidió votar en las pasadas elecciones presidenciales? Considera que los partidos o candidatos estuvieron de 
acuerdo  en  alterar  los  resultados  de  las  encuestas  electorales  difundidas  en  los  medios  de  comunicación  en  las  pasadas  elecciones 
presidenciales 

141 

 
 

La  tabla  107  nos  plantea  la  siguiente  situación:  si  bien  la  mayoría  de  los  entrevistados 
considera  que  hubo  algún  tipo  de  acuerdo  entre  partidos  y  medios  para  alterar  los 
resultados  de  las  encuestas,  esta  suposición  es  relativamente  menor  entre  aquellos  que 
tomaron su decisión de voto antes del inicio de las campañas políticas, pues 62.4% de los 
entrevistados  considera  que  hubo  acuerdo;  sin  embargo,  67.7%  de  los  que  decidieron 
después  del  inicio  de  las  campañas  así  lo  piensan  junto  67.5%  de  los  que  dejaron  su 
decisión de voto para el final de la campaña. Los que se decidieron el día de la elección 
suman 63%, aun cuando son resultados relativos, lo que nos muestran es la desconfianza 
de los posibles electores y cómo va en aumento a medida que se acercaron la fecha de las 
elecciones, ya que la cantidad de encuestas que eran divulgadas también iba en ascenso. 
 
Tabla 108. ¿Votó en las pasadas elecciones presidenciales?, ¿A partir de su percepción acerca de 
las encuestas piensa participar en los próximos procesos electorales? 

 
 
Ante  el  hecho  de  que  los  entrevistados  consideren  que  las  encuestas  divulgadas  en  el 
periodo  previo  a  las  elecciones  posiblemente  hayan  sido  alteradas,  71.9%  piensa  seguir 
participando de los procesos electorales; sin embargo, 32.4% afirman no haber votado en 
las pasadas elecciones y encuentran en la posible alteración de las encuestas una buena 
justificación para no participar en los procesos electorales. Aunque la desconfianza en las 
encuestas puede ser una buena excusa para la abstención, vemos que la posibilidad que 

142 

 
exista  duda  acerca  de  la  veracidad  sí  puede  incide  en  la  intención  de  participar  en  los 
procesos electorales. 
 
Tabla 109. ¿Votó en las pasadas elecciones presidenciales? ¿Consultó encuestas de opinión? 

 
 
Con  relación  a  la  consulta  de  las  encuestas,  4.7%  de  los  que  respondieron  que  habían 
votado  en  las  elecciones  de  2012,  dijeron  haberlas  consultado.  Sin  embargo,  este 
resultado es engañoso, ya que la pregunta indagaba alrededor de a quién se consulta o se 
tomas en cuenta y hubo muchas respuestas, entre ellas la consulta de encuestas. 

143 

 
Tabla 110. ¿Tomó en cuenta las encuestas preelectorales difundidas en medios de información para formar su decisión electoral? Se habló del 
fracaso de las encuestas en las pasadas elecciones. ¿Está de acuerdo con ésta afirmación? 

 
 
En la tabla 110, se muestra que a medida que nos acercamos a aquellos entrevistados que contestaron que no tomaron en cuenta 
los resultados de las encuestas al decidir su voto, aumenta la cantidad de aquellos que afirman estar muy de acuerdo y de acuerdo 
con el fracaso de las encuestas en las pasadas elecciones presidenciales. Por otro lado, aquellos que sí las tomaron en cuenta para 
decidir  su  voto  se  muestran  poco  de  acuerdo  o  nada  de  acuerdo  con  esta  afirmación.  Podemos  concluir  que  a  medida  que  los 

144 

 
entrevistados se apoyan en las encuestas para tomar su decisión electoral es menor la percepción de que hayan sido fallidas o de 
que fueron un fracaso. 
 
Tabla 111. ¿Qué tan confiables fueron las encuestas electorales difundidas en los medios de información con respecto a los resultados de las 
últimas  elecciones  presidenciales?  ¿Considera  que  los  partidos  y  candidatos  estuvieron  de  acuerdo  en  alterar  los  resultados  electorales 
difundidos en los medios de comunicación en las pasadas elecciones presidenciales? 

 
 
En  la  tabla  111,  se  muestra  una  tendencia  similar  a  la  que  se  presenta  en  la  tabla  anterior,  esto  es,  cuanto  más  se  confía  en  los 
resultados de las encuestas, menos se cree que los partidos y sus candidatos se pusieron de acuerdo para alterar los resultados de 
las encuestas. Esto significa que cuanto más confiables sean los resultados de las encuestas preelectorales que son difundidas por los 
145 

 
medios  de  información,  la  ciudadanía  menos  supondrá  que  son  alteradas;  y  al  contrario,  cuanto  menos  confiables  suponen  los 
resultados de las encuestas más suponen que los resultados fueron alterados; por lo tanto, es muy importante para la confiabilidad 
de las elecciones que las encuestas que sean difundidas se perciban fidedignas. 
 
Tabla 112. ¿Qué tan democrático considera México? ¿Qué tan confiables cree que fueron las encuestas electorales difundidas en los medios de información 
con respecto a los resultados de las últimas elecciones presidenciales? 

146 

 
Como  se  puede  observar  en  la  tabla  112,  los  que  consideran  el  país  muy  democrático 
creen que las encuestas fueron muy confiables y confiables, 35.9%. Sin embargo, 48.7%, 
de quienes creen que el país es muy democrático las consideraron poco y nada confiables; 
los que definen al país como democrático, 36.55%, juzgan las encuestas muy confiables y 
confiables;  los  que  las  consideran  poco  o  nada  confiables  suman  48.9%  de  los 
entrevistados.  A  medida  que  entre  los  entrevistados  disminuye  su  creencia  en  la 
democracia,  aumenta  la  desconfianza  con  respecto  de  las  encuestas,  de  ahí  que  los 
entrevistados que consideran al país poco democrático tiende a considerar a las encuestas 
como poco o nada confiables, 73.3%, mientras que esta misma relación se observa en 80% 
de los encuestados que consideran al país nada democrático. Por lo tanto, el juicio hacia 
las encuestas depende tanto de la forma en que son presentadas, como de la manera que 
los entrevistados juzgan a la democracia que hay en el país  
Con  relación  a  la  tabla  113,  35.9  %  de  las  personas  que  juzgan  al  país  como  muy 
democrático  estaban  muy  de  acuerdo  con  la  idea  del  fracaso  de  las  encuestas;  28.2%, 
poco  de  acuerdo  y  17.9%,  nada  de  acuerdo;  21.9%,  de  los  que  consideran  al  país 
democrático  estaban  muy  de  acuerdo  con  dicha  afirmación,  43.7%,  estaban  poco  de 
acuerdo  y  13%,  nada  de  acuerdo;  31%  de  los  que  consideran  al  país  más  o  menos 
democrático  están  muy  de  acuerdo  con  esta  afirmación,  mientras  que  43.7%  dice  estar 
poco de acuerdo y 13%, nada de acuerdo. 

147 

 
 
Tabla 113. ¿Qué tan democrático considera México? Se habló del fracaso de las encuestas. ¿Está de acuerdo con esta afirmación? 

 
 
De los entrevistados, 44.2% que afirman que el país es poco democrático y 55% lo perciben como nada democrático, por lo que se 
puede concluir que la percepción del fracaso de las encuestas se encuentra directamente relacionada con el juicio del estado de la 
democracia  en  el  país:  si  juzgo  al  país  muy  democrático  o  democrático  creo  menos  en  el  fracaso  de  las  encuestas  o  en  su 
manipulación, es decir, las personas que creen en la democracia tienen una perspectiva más optimista y no creen en la manipulación 
ni en la falsificación de los resultados; mientras que las personas que perciben que el país es poco democrático construyen una visión 
de la realidad concomitante con esta situación, por tanto las percepciones de la realidad no se dan mediante un proceso en que la 
148 

 
opinión se construya en una dimensión normativo racional, sino a partir de elementos subjetivos, como la percepción de qué tan 
democrático o poco democrático percibo al país y a partir de ahí se determina un juicio. 
 
Tabla  114.  ¿Qué  tan  importante  es  que  se  publiquen  los  resultados  de  las  encuestas  en  medios  de  información?  ¿Tomó  en  cuenta  las 
encuestas preelectorales difundidas en medios de información para formar su decisión electoral? 

149 

 
Como  se  puede  observar  en  la  tabla  114,  a  medida  que  los  entrevistados  creen  en  la 
importancia de la publicación de resultados de las encuestas, se incrementa la cantidad de 
personas  que  dicen  haberlas  tomado  en  cuenta,  pues  9.5%  de  los  entrevistados  dice 
haberlas tenido muy en cuenta, mientras 19% los tomó en cuenta, 18.2% ni una cosa ni la 
otra;  esto  es,  cree  que  es  importante  su  publicación,  pero  no  sabe  si  las  tomó  o  no  en 
cuenta al momento de tomar su decisión electoral. De la misma manera, 25.6% de los que 
las consideran importantes, afirman haber hecho uso de las encuestas como medio para la 
toma  de  decisión  electoral.  Esto  contrasta,  con  quienes  consideran  poco  importante  la 
publicación de resultados de encuestas, pero aun así 15.9% de ellos las tomó en cuenta; 
mientras  que  solamente  4.2%,  de  los  que  consideran  nada  importante  la  publicación  de 
las encuestas, las utilizaron como mecanismo auxiliar en la toma de decisión electoral. 
La tabla 115 es una de las más importantes de nuestra investigación, pues da cuenta 
de una de las hipótesis más importantes con respecto a quien va dirigida la publicación de 
encuestas y con relación a la hipótesis de la racionalidad limitada que utilizan los electores 
al momento de tomar su decisión electoral. En la tabla se muestra que, a medida que una 
persona  sigue  con  mayor  interés  las  campañas  políticas,  toma  más  en  cuenta  las 
encuestas  preelectorales.  De  los  entrevistados,  6.4%  siguieron  con  mucho  interés  las 
campañas  y  tomaron  muy  en  cuenta  las  encuestas,  mientras  que  15.7%,  dice  haberlas 
tomado  en  cuenta  al  momento  de  realizar  su  decisión  electoral;  51.4%  de  los 
entrevistados,  esto  es,  más  de  la  mitad  de  los  de  esta  categoría  refiere  no  haberlas 
tomado nada en consideración, lo que puede significar que las personas que creen tener 

150 

 
mucho conocimiento del proceso electoral, si bien las utilizan como medio de información, sigue siendo una mayoría la cantidad de 
personas que afirman no utilizarlas. 
 
Tabla 115. ¿Qué tanto sigue las campañas electorales? ¿Tomó en cuenta las encuestas preelectorales difundidas en medios de información 
para formar su decisión electoral? 

151 

 
Sin  embargo,  de  aquellos  que  siguen  las  campañas  políticas,  32.5%  afirma  utilizar  las 
encuestas como medio de información para tomar una decisión mientras que 31.2% no las 
utilizan;  también  es  alta  la  categoría  intermedia,  esto  es,  aquellos  que  no  saben  si  las 
utilizaron  o  no  para  tomar  una  decisión  de  voto,  27.9%.  Por  otro  lado,  sólo  9.8%  de  las 
personas  que  no  están  interesadas  en  las  campañas  políticas  utilizó  las  encuestas  para 
apoyar  su  decisión  electoral,  mientras  que  44.1%  de  este  sector  afirma  no  usarlas  para 
nada y 31.4%, no sabe o no contestó la pregunta. Aun cuando no podemos establecer una 
respuesta concluyente de parte de los entrevistados, se puede decir que las encuestas son 
una  posibilidad  de  información  tanto  para  los  muy  interesados  en  las  elecciones,  como 
para aquellos que no siguen con frecuencia los acontecimientos políticos, aun cuando los 
interesados en los acontecimientos políticos se dividen a medias, entre aquellos que sí las 
usan para formar su decisión y voto y los que no; por tanto las encuestas son un medio de 
información o un instrumento auxiliar entre aquellos segmentos que sí están interesados 
en  el  acontecer  político  y  no  entre  aquellos  que  muestran  desinterés  en  las  actividades 
políticas o no las conocen. 

152 

 
Tabla 116. En las últimas elecciones, ¿vio en alguno de estos medios informativos alguna encuesta electoral? ¿Tomó en cuenta las encuestas 
preelectorales difundidas en medios de información para formar su decisión electoral? 

 
 
Con  relación  a  la  tabla  116,  se  puede  establecer  que  23.3%  de  los  entrevistados  sí  atendió  y  tomó  muy  en  cuenta  las  encuestas 
difundidas en los medios de información, 23.5%, de ellos, no tiene claro haberlas utilizado, mientras que 42.1%, no tomó en cuenta 
para nada las encuestas difundidas en los medios. Si bien las encuestas fueron muy visibles, pues 61% de los entrevistados dijeron 
haberlas  visto  en  los  medios,  menos  de  la  mitad  las  usa  como  medio  para  tomar  su  decisión  electoral,  tal  vez  la  cantidad  no  sea 
apreciable, pero es casi de las dimensiones de los votantes de Josefina Vázquez Mota. 

153 

 
Tabla 117. En las últimas elecciones, ¿vio en alguno de estos medios informativos alguna encuesta electoral? ¿Qué tan confiables cree que 
fueron  las  encuestas  electorales  difundidas  en  los  medios  de  información  con  respecto  a  los  resultados  de  las  últimas  elecciones 
presidenciales? 

 
 
En  la  tabla  117,  se  muestra  que  los  que  vieron  encuestas  difundidas  en  medios  de  información,  28.5%  de  los  entrevistados  las 
califican  de  muy  confiables  y  confiables;  43%,  las  califica  de  poco  confiables  y  24.8%  de  nada  confiables,  de  manera  que  una 
considerable proporción de los posibles electores tiene confianza en las encuestas publicadas en los medios de información. 
 
 
 
 
154 

 
Tabla  118.  En  las  últimas  elecciones,  ¿vio  en  alguno  de  estos  medios  informativos  alguna  encuesta  electoral?  Se  habló  del  fracaso  de  las 
encuestas. ¿Está de acuerdo con esta afirmación? 

 
La tabla 118 nos muestra que 40.3% de los entrevistados que vieron resultados de encuestas publicadas o difundidas en los medios 
de información cree en el fracaso de las encuestas, esto se debe principalmente por el escenario que pronosticaban las encuestas de 
un  triunfo  holgado  de  parte  del  candidato  del  PRI,  empero  52.7%  de  los  entrevistados  no  cree  en  el  fracaso  de  las  encuestas  de 
opinión  publicadas  en  los  principales  medios  de  información,  este  hecho  puede  tener  muchas  causas,  una  de  ellas  derivada  del 
hecho de que las encuestas si bien deben estimar el posible resultado electoral, no tienen la obligación de generar un pronóstico 
idéntico con el resultado de la elección, cosa que posiblemente entienda una parte importante del electorado. 
 
 
155 

 
Tabla 119. ¿Qué tan democrático considera México? En consideración de los resultados electorales. ¿Qué tanto confía en el IFE? 

 
 
En  la  tabla  119  se  muestra  que  a  medida  que  se  considera  que  el  país  es  muy  democrático  se  confía  mucho  en  el  IFE,  41;  poco, 
48.7%; nada, 10.3%. Al aumentar la cantidad de personas que confían menos en la democracia, la confianza en el IFE se desploma, 
como en el caso de poco democrático, en donde 13.4%, confía mucho en el IFE, 43.8%, confía poco y 23% confía nada; por último 
tenemos los que juzgan al país nada democrático, en donde 4.5%, confía mucho, 44.4%, poco e igual cantidad, nada, por tanto, hay 
una gran relación entre la percepción de la democracia con la confianza en la institución encargada de organizar y llevar a cabo los 
procesos electorales. 
 
 
 

156 

 
Tabla  120.  ¿Qué  tan  confiables  cree  que  fueron  las  encuestas  electorales  difundidas  en  los  medios  de  información  con  respecto  a  los  resultados  de  las 
últimas elecciones presidenciales? En consideración de los resultados electorales. ¿Qué tanto confía en el IFE? 

157 

 
Un hecho similar lo encontramos en la tabla 120, pues si los entrevistados creen en la confiabilidad de las encuestas también confían 
mucho en el IFE, 38.1%; 50% confía poco y 11%, nada. Aquellos que las consideran confiables, 32% confía mucho en el IFE, 61.3%, 
confía  poco  y  6.3%,  nada.  Los  que  consideran  las  encuestas  poco  confiables,  11.8%  confían  mucho  en  el  IFE,  68.8%  confían  poco, 
18.2%,  nada.  Por  último,  se  puede  establecer  que  a  medida  que  disminuye  la  confianza  en  las  encuestas,  disminuye  de  la  misma 
manera la confianza en el IFE, lo que puede significar que la institución no sólo debe dar cuenta de la calidad de la elección, sino de 
todos los elementos relacionadas con la misma como es la calidad del instrumento, como es el caso de las encuestas preelectorales. 
 

158 

 
Tabla  121.  ¿Qué  tanto  sigue  las  campañas  políticas?  Sigo  las  campañas

  
 
 
Con relación a la tabla cruzada 121, acerca del seguimiento a las campañas políticas encontramos que 14.3% de los entrevistados 
dice  seguirlas  con  mucho  interés,  14.9%  las  sigue  con  interés;  6.1%  de  los  entrevistados  dice  seguir  más  o  menos  las  campañas 

159 

 
políticas y solamente 2.7%, afirmó que no le interesan las campañas políticas. Por lo tanto, casi un tercio de los entrevistados afirma 
seguir  las  campañas  políticas  con  interés,  lo  que  expresa  una  situación  muy  importante,  además,  si  incluimos  a  los  que  dicen 
seguirlas más o menos con interés la suma llega a 35% de los entrevistados, una cantidad muy importante si consideramos que la 
participación  electoral  no  llega  a  60%  del  padrón  electoral.  Tenemos  por  tanto  que  poco  más  de  la  mitad  de  las  personas  que 
usualmente participan de procesos electorales afirman estar interesadas en las campañas políticas del país. 
Tabla 122. Lee algún periódico. Frecuencia 

 
 
Al observar la tabla 122, se observa que la frecuencia de la lectura de diarios aunque es limitada, presenta una la frecuencia diaria de 
36.6%;  21.5%, de cuatro a tres veces por semana (y casi nunca, de una a dos veces con 26.7%. 
 

160 

 
Tabla 123. ¿Ve algún noticiero de la televisión? Frecuencia 

 
En el caso del seguimiento de los noticieros de televisión, se observa que 51.7% de los entrevistados los asisten de manera diaria, 
mientras que los que los asisten casi siempre suman 12.2%; y 19.9% los ven regularmente; por tanto, la asistencia de noticieros de 
televisión es algo que sucede con más frecuencia que la lectura de periódicos. 
 
 
 
 
 

161 

 
Tabla 124. En caso de ser entrevistado personalmente o familiar. Escolaridad 

 
En el caso de los entrevistados por las empresas encuestadoras, hay una mayor incidencia entre las personas que tienen un mayor 
nivel de escolaridad, que entre aquellas con menor. 
162 

 
Cuadro 125. ¿Siguió los resultados de esta encuesta? Escolaridad. 

163 

 
 
Tabla 126. ¿Qué tan importante es que se publiquen los resultados de las encuestas en medios? Escolaridad 

164 

 
Los datos de la tabla 126 se corroboraron en la tabla 127, pues la publicación de resultados de encuestas de opinión resulta más 
importante para las personas que tienen un nivel de escolaridad de preparatoria y de licenciatura; lo cual no significa que tengan un 
mayor nivel de cultura política. Sin embargo, se puede plantear que las personas con mayor escolaridad están más interesadas en 
obtener fuentes alternas de información política y las encuestas pueden cumplir este cometido. 
 
Tabla  127.  ¿Sigue  usted  los  acontecimientos  políticos  de  nuestro  país?  ¿Qué  tan  importante  es  que  se  publiquen  los  resultados  de  las 
encuestas en medios? 

165 

 
De  la  misma  forma  para  las  personas  que  dicen  seguir  los  acontecimientos  políticos  de 
nuestro  país,  27.7%  contestaron  que  era  muy  importante  para  ellos  que  se  publicaran 
resultados  de  encuestas  y  32.2%  dijeron  que  era  importante,  con  estos  datos  podemos 
concluir que existe una relación entre el seguimiento de los acontecimientos políticos del 
país y la importancia de que se difundan los resultados de encuestas preelectorales. 
Partimos  del  supuesto  de  que  la  publicación  de  resultados  de  encuestas  sería  más 
importante para aquellas personas menos interesadas en las cuestiones políticas, ya que 
sería  un  buen  razonamiento  el  pensar  que  las  personas  no  interesadas  en  cuestiones 
políticas tienen poca información y podrían buscarla en las encuestas, pero como señala 
John  Zaller  consu  modelo  para  entender  a  la  opinión  pública  en  lo  que  respecta  al 
concepto axioma de recepción: conforme aumenta el nivel de conocimiento que tiene una 
persona  sobre  cierto  tema,  es  mayor  su  grado  de  exposición  al  mismo,  y  mayor  la 
probabilidad de que comprenda –o reciba mensajes políticos‐ sobre el tema en cuestión.64 
Como  se  observa  en  la  tabla  128  encontramos  que  los  que  consideran  que  es  muy 
importante e importante que se publiquen los resultados de las encuestas en los medios 
participan  políticamente  como  miembros  de  un  partido  político,  asisten  a  marchas  y 
manifestaciones,  van  a  mítines  políticos  o  asisten  reuniones  políticas  en  los 
ayuntamientos. 

                                                            
64
 John  Zaller,  The  Origins of Public  Opinion,  Cambridge  University  Press,  Cambridge,  1991. Véase  también 
Robert Woncester, “Reflexiones sobre la opinión y la políticas públicas”, en Revista Este País, num. 39, junio 
de 1994, p. 13  
166 

 
Tabla 128. ¿Cómo participa usted en la política? ¿Qué tan importante es que se publiquen los resultados de las encuestas en medios? 

167 

 
Sin  embargo  entre  aquellos  que  tienen  poco  conocimiento  de  los  asuntos  políticos  y 
simplemente participan votando en las elecciones consideraron que era muy importante e 
importante  la  divulgación  de  los  resultados  de  las  encuestas;  pues  incluso  aquellos  que 
responden que no les interesa la política sí consideran de su interés que se divulguen los 
resultados de las encuestas de opinión. 
 
Tabla 129. ¿Qué tanto sigue las campañas electorales? ¿Ve algún noticiero de la televisión? 

 
 
En  el  cuadro  129  verificamos  que  el  consumo  de  noticieros  de  la  televisión  no  se 
encuentra  relacionado  con  el  interés  en  las  campañas  políticas,  pues  se  puede  plantear 
que las personas ven noticieros por televisión haya o no campañas políticas. 
 
 
 

168 

 
 
Tabla 130. ¿Qué tanto sigue las campañas electorales? ¿Lee algún periódico? 

  
 

La tabla 130  nos muestra una situación distinta a la anterior, pues la lectura de periódicos 
aumenta considerablemente con respecto a las personas que efectivamente dicen seguir 
con mucho interés y con interés a las campañas políticas; ya que esta variable disminuye 
en la medida en que lo hace el interés por las campañas políticas. Por lo tanto, se puede 
afirmar  que  en  la  medida  que  aumenta  el  interés  por  las  campañas  políticas  sube  la 
lectura de los periódicos, por tanto los diarios son un medio de información que tiene una 
mayor carga informativa en cuestiones electorales, cosa que no sucede con la televisión 
que es un medio mucho más general y menos especializado en estos aspectos. 
 
 
 

169 

 
 
Tabla 131. En caso de ser entrevistado personalmente o algún familiar. ¿Lee algún periódico? 

 
 

La tabla 131 nos muestra que en el caso de las personas que leen algún periódico hay una 
amplia mayoría de los que afirman haber sido entrevistados por empresas encuestadoras, 
tanto en forma personal, como de manera telefónica, aunque este resultado pudiera ser 
fortuito.  
   

170 

 
Tabla  132.  En  las  últimas  elecciones,  ¿Vio  en  alguno  de  estos  medios  informativos  publicada 
alguna encuesta electoral? ¿Lee algún periódico? 

 
 

Corroborando la información en la tabla 132, encontramos que 70% de las personas que 
se  informan  utilizando  periódicos  consultaron  encuestas  de  opinión  publicadas  o 
difundidas en diversos medios;, lo cual implica que la mayoría de las personas que busca 
informarse procura información sobre las campañas políticas, mientras que las personas 
que  se  informa  en  los  periódicos  también  consultan  encuestas.  Lo  relevante  es  que  las 
personas  que  ya  están  informadas  y  que  tienen  interés  en  los  asuntos  políticos,  son  los 
que leen periódicos y que además revisaron las encuestas; por lo que, podemos afirmar 
que las encuestas son un instrumento especializado y sirven como medios de información 
a todos, pero es un medio importante para los ya informados. 

171 

 
Tabla  133.  ¿Qué  tan  confiables  cree  que  fueron  las  encuestas  electorales  difundidas  en  los  medios  de  información  con  respecto  a  los  resultados  de  las 
últimas elecciones presidenciales? ¿Simpatiza con algún partido político? 

 
172 

 
En  la  tabla  133  encontramos  otro  elemento  que  habíamos  planteado  en  términos 
hipotéticos,  esto  es,  que  los  simpatizantes  del  PRI,  partido  que  resultó  ganador, 
encuentran las encuestas más “confiables y muy confiables” que los simpatizantes de los 
demás  partidos.  En  el  caso  de  los  simpatizantes  del  PAN,  sí  confían  en  las  encuestas 
aunque  en  menor  grado  que  los  simpatizantes  del  PRI;  sin  embargo  los  que  más 
desconfían de las encuestas son los simpatizantes del PRD. Esto puede interpretarse de la 
siguiente manera, si mi partido obtiene buenos resultados confío en las encuestas, si mi 
partido sale mal desconfío de las encuestas; por lo tanto, los simpatizantes de los partidos 
políticos  no  las  utilizan  como  medio  de  información  exclusivamente,  sino  como  una 
modalidad para constatar que tan bien o tan mal salen sus partidos o candidatos en estos 
indicadores. 

173 

 
Tabla  134.  ¿Qué  tan  confiables  cree  que  fueron  las  encuestas  electorales  difundidas  en  los  medios  de 
información con respecto a los resultados de las últimas elecciones presidenciales? ¿Por quién votó? 

 
 
Una  situación  similar  a  la  anterior,  la  encontramos  en  la  tabla  134  donde,  47.6%  de  los 
votantes de Peña Nieto considera a las encuestas muy confiables, y 42.8%, las considera 
confiables,  mientras  que  24.8%  de  los  electores  de  López  Obrador  las  califican  de  poco 
confiables  y  25.1%,  las  califican  de  nada  confiables;  por  lo  tanto,  la  confianza  en  las 
encuestas  está  directamente  relacionada  con  el  resultado  obtenido  por  el  candidato 

174 

 
predilecto de los entrevistados. En este caso, las encuestas no tienen la función exclusiva 
de  ser  como  medios  de  información,  sino  que  se  utilizan  para  confirmar  o  invalidar  la 
preferencia de los entrevistados, si mi candidato sale bien: creo en las encuestas; si sale 
mal, desconfío de ellas. Ya que las encuestas publicadas mostraron un resultado muy por 
arriba de lo que recibió en las urnas Peña Nieto y menos de lo que obtuvo López Obrador, 
por lo tanto, las encuestas no son juzgadas de una manera imparcial por los simpatizantes 
de los distintos candidatos. 
 
Tabla  135.  ¿Qué  tan  confiables  cree  que  fueron  las  encuestas  electorales  difundidas  en  los 
medios  de  información  con  respecto  a  los  resultados  de  las  últimas  elecciones  presidenciales? 
Elecciones presidenciales 2012. 

 
 
Como vemos en la tabla 135, encontramos que 26% de los entrevistados de entre los que 
sí participaron del proceso electoral del 2012considera a las encuestas difundidas en los 
medios de información muy confiables y confiables, esta cantidad contrasta con 66% que 
las  considera  poco  confiables  y  nada  confiables;  lo  cual  nos  confirma  que  la  ciudadanía 
175 

 
entrevistada  exige  mayor  confiabilidad  en  los  resultados.  Aunque  las  encuestas  fueron 
importantes  mecanismos  de  difusión  de  los  pronósticos  y  de  consulta,  la  ciudadanía 
considera que se difundieron resultados poco confiables en las encuestas, lo cual tampoco 
significa  que  no  hayan  sido  utilizadas  como  fuentes  de  información  y  de  apoyo  en  la 
decisión  política,  tanto  por  las  personas  con  mayores  niveles  de  escolaridad,  como  por 
aquellos con un mayor nivel de cultura y de actividad política. 
La tabla 136 hace referencia a los abstencionistas, quienes coherentes con su posición 
afirman  que  no  les  interesa  la  política:  25%  de  ellos  siguen  con  interés  las  campañas 
políticas  y  más  de  la  mitad  afirma  que  no  le  interesan  las  campañas;  poco  más  de  60% 
afirma no le interesan las campañas y que sigue más o menos las campañas políticas. Este 
sector asevera que ya sabían quién ganaría la contienda, se comportan de manera similar 
a los que no creían que los candidatos eran adecuados o que siempre ofrecían lo mismo. 

176 

 
Tabla  136. ¿Por qué no votó? ¿Qué tanto sigue las campañas políticas?

 
 

177 

 
En el sector abstencionista, casi 70% afirma que no les interesan las campañas políticas, 57% de ellos dicen que ya sabía quién iba a 
ganar las elecciones, 77% están decepcionados con la política y por tanto no siguen las campañas políticas y cerca de 50% cree que 
siempre ofrecen lo mismo partidos y candidatos. 
Tabla 137. ¿Qué tan confiables cree que fueron las encuestas difundidas en los medios de información con respecto a los resultados de las 
últimas elecciones presidenciales? ¿Por qué no votó? 

178 

 
Con relación a la confiabilidad de las encuestas políticas difundidas en las pasadas elecciones, la mayor parte de los entrevistados 
que asumimos bajo la condición de abstencionistas las considera poco y nada confiables. 
Cuadro 138. ¿Se habló del fracaso de las encuestas? ¿Está de acuerdo con esta afirmación? ¿Por qué no votó? 

179 

 
Con  respecto  al  fracaso  de  las  encuestas,  encontramos  que  la  mayoría  de  los 
abstencionistas ven que los resultados de los ejercicios demoscópicos fueron desastrosos, 
lo  que  significa  que  la  mayoría  de  este  tipo  de  electores  está  muy  de  acuerdo  en  una 
proporción que llega a 40% en el caso de los que afirman que no les interesa la política, 
64.3% de quienes suponían que ya se sabía quién iba a ganar, 46% de los que creen que 
ningún  candidato  era  adecuado,  50%  de  los  decepcionados  con  la  política  y  45%  de  los 
que  dicen  que  la  clase  política  siempre  ofrece  lo  mismo.  Por  lo  tanto,  los  llamados 
abstencionistas  son  muy  coherentes  en  su  rechazo  a  la  participación  política,  a  las 
encuestas y confían en su visión de que la política les tiene poco que ofrecer. 
   
VI. CONCLUSIONES 
 
Algunos  de  los  resultados  que  encontramos  son  relevantes,  pues  como  habíamos 
planteado a partir de Noelle Neuman65, existe el conocimiento, la ignorancia y la opinión 
pública, en el sentido en que esta última aparece como un estereotipo66; de acuerdo con 
Lipman  la  imagen  que  tenemos  de  la  realidad  nunca  es  directa,  sino  que  se  realiza 
mediante  imágenes  mentales  que  construimos  de  la  realidad.  La  imagen  que  hay  de  las 
encuestas  está  ligada  a  su  capacidad  predictiva,  pues  se  espera  que  las  encuestas 
preelectorales no sólo anticipen el resultado de las elecciones dentro de unos márgenes 
de  error  previamente  establecidos;  sino  que  el  estimado  y  la  realidad  coincidan,  de  lo 
contrario se considerarán fraudulentas. 
Podemos decir que este fue el escenario que se vivió en las elecciones de 2012, pues 
una gran cantidad de encuestas publicadas en los medios de información no estimaron en 
forma  coincidente  los  resultados  de  las  elecciones  presidenciales  y  fueron  consideradas 
fraudulentas. A lo largo del trabajo hemos tenido presente este diagnóstico aunque no lo 
aceptamos;  pues  suponemos  que  tal  idea  corresponde  a  un  estereotipo  que  ha  sido 
difundido  por  los  propios  medios  de  comunicación  en  aras  de  aumentar  su  prestigio  ya 
que con el consentimiento de las propias empresas encuestadoras divulgaron la idea de 
que  los  resultados  de  las  encuestas  que  ellos  publicaban  eran  certeros.  Cuando  los 
resultados no fueron coincidentes, se disculparon y cerraron la página sin intentar explicar 
qué  sucedió.  Si  bien  no  podemos  dar  una  total  explicación  del  papel  que  jugaron  las 
encuestas en el proceso electoral 2012, con este estudio documentamos cómo la opinión 
pública percibió el asunto y qué tanto se ha dañado la concepción pública acerca de las 
encuestas de opinión preelectorales. 
Mediante  esta  investigación  encontramos  que  la  preferencia  bruta  favorece  a  Peña 
Nieto, seguido por López Obrador, Josefina Vázquez Mota y Gabriel Quadri; sin embargo, 
al recalcular los resultados y establecer la “preferencia efectiva”, esto es, restando a los 

                                                            
65
 E. Noelle Neuman, op.cit. 
66
 Walter Lipman, Public Opinion, proyect Gutemberg, Nueva York, 2004. 
181 

 
llamados  indecisos  (no  respuesta),  se  obtiene  una  estimación  en  donde  Peña  Nieto 
lograría 42% de intención de voto y López Obrador 30%. A casi un año de diferencia de las 
elecciones  nuestra  encuesta  corrobora  esas  estimaciones  y  determinamos  que  el 
escenario  planteado  por  “la  preferencia  efectiva”  no  es  verídico,  pues  desconocemos 
cómo  se  van  a  comportar  los  llamados  indecisos.  Cuando  los  medios  deciden  divulgar 
estos  resultados  sobre  los  brutos,  presentan  como  verdadero  algo  que  es  un  probable 
escenario. 
En el cuadro 22 se obtiene un escenario muy similar al que pronosticaron muchas de 
las  empresas  encuestadoras;  por  lo  tanto,  se  puede  establecer  que  el  procedimiento  de 
divulgar  la  “preferencia  efectiva”,  si  bien  es  muy  espectacular  no  debería  ser  divulgado 
como el posible resultado de la elección; por un lado porque es irreal y por el otro, porque 
genera la idea de que la elección ya está prácticamente decidida. 
De los entrevistados, 35% participó en alguna encuesta electoral, además, 61% de los 
encuestados vio, leyó o escuchó resultados de encuestas en algún medio de información, 
principalmente televisión o periódico. Sin embargo, los niveles de recordación son bajos; 
Consulta Mitofsky es la más recordada, ya que fue divulgada en algún canal de Televisa. 
Encontramos  que  la  ciudadanía  siguió  las  encuestas  electorales  por  curiosidad,  para 
informarse o para ayudarles a formar su criterio. Los entrevistados afirman haber seguido 
los resultados de las encuestas y existe la creencia generalizada de que le hace bien a la 
contienda electoral que se publiquen resultados.  
No obstante, el tema más relevante es el de la confiabilidad en los resultados de las 
encuestas. Sólo 25% de los entrevistados consideró que las encuestas publicadas fueron 
confiables  o  muy  confiables,  apreciación  que  puede  coincidir  con  los  electores  de  Peña 
Nieto, pues existe una relación estadística con respecto a la confianza hacia las encuestas 
por  los  votantes  y  simpatizantes  de  partidos  y  candidatos.  Aquellos  que  votaron  por  los 
candidatos  del  PAN  y  del  PRD  desconfían  más  de  los  resultados  de  las  encuestas  que 
aquellos que votaron por el candidato del PRI; 67% de los entrevistados consideró que las 
encuestas divulgadas por los medios de información fueran poco y nada confiables. 

182 

 
Cerca de 20% de los entrevistados afirmó haberlas tomado en cuenta y muy en cuenta 
para decidir su voto, situación que puede coincidir con la cantidad de personas que tomó 
su decisión de voto después de haberse iniciado la campaña política o que esperó hasta el 
final  de  la  misma.  Aquellas  personas  que  ya  habían  decidido  por  quién  votar  no 
necesitaban de este tipo de apoyos. Encontramos errada la suposición de algunos de que 
es  intrascendente  publicar  y  difundir  encuestas  en  los  medios  de  información;  pues  las 
encuestas  son  un  importante  medio  de  información  para  la  ciudadanía.  De  las  personas 
entrevistadas, 39% estuvieron de acuerdo con la afirmación de que las encuestas habían 
fracasado,  pues  muchas  de  ellas  no  estimaron  de  manera  precisa  el  resultado  de  la 
elección.  Lo  importante  es  establecer  qué  segmentos  de  electores  piensan  de  esta 
manera. 
Partiendo  de  la consideración  anterior,  38%  de  las  personas  entrevistadas  considera 
que los partidos, los candidatos y los medios de información estuvieron de acuerdo para 
modificar los resultados de las encuestas difundidas, lo cual es una acusación muy seria. 
Este resultado nos permite comprobar la idea que planteamos como hipótesis acerca del 
poder y de la credibilidad de las encuestas, la opinión pública—tal vez con justa razón con 
respecto  a  la  función  de  las  encuestas‐‐  supone  que  la  finalidad  de  las  mismas  es  la  de 
anticipar con relativa claridad el desenlace de la elección, sino lo hace no tienen fin alguno 
y  pueden  ser  tachadas  de  fraudulentas  por  no  haber  cumplido  a  cabalidad  con  este 
propósito. Por lo que el poder y la influencia de las encuestas se mide por su exactitud y 
por la certeza en sus predicciones; aunque tal cuestión no genera en la ciudadanía la idea 
de ya no querer participar en futuros procesos electorales. 
Sin  embargo,  tales  situaciones  minan  la  confianza  de  la  ciudadanía  en  el  órgano 
organizador de los comicios, el IFE, ahora INE, ya que sólo 15% de los entrevistados dice 
confiar mucho en la institución, mientras que 57% dice confiar poco y 24.3%, nada; por lo 
tanto, la autoridad electoral, aun cuando no genere las encuestas, es mal percibida por la 
ciudadanía que supone debe exigir al órgano fiscalizador una mayor vigilancia. 

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Para  finalizar  estas  conclusiones,  desde  la  perspectiva  de  la  cultura  política,  la 
ciudadanía  exige  al  INE  que  regule  y  vigile  la  publicación  y  difusión  de  resultados  de 
encuestas preelectorales de forma atenta. 
De  esta  manera,  podemos  concluir  que  la  cultura  política  que  permea  a  la  sociedad 
mexicana  establece  qué  tipo  de  instituciones  son  confiables  y  tienen  credibilidad;  como 
veíamos, el ejército, los medios de  comunicación y la iglesia son los más connotados en 
este sentido, y tienen dentro del imaginario colectivo un lugar preponderante. El ejército 
por las acciones que emprende para ayudar a la población y por su aparente bajo nivel de 
corrupción,  esto  es,  la  cultura  política  de  la  población  premia  a  las  instituciones  que 
supone  intachables  y  muestran  una  alta  dosis  de  sacrificio.  La  iglesia  que  siempre  había 
sido la primera o la segunda institución con mayor prestigio en el país,  ha caído frente a la 
percepción  de  la  población.  Por  su  parte,  los  medios  de  información  están  en  una 
situación inmejorable debido a su capacidad de difusión y penetración para informar, y ser 
una parte central en la vida familiar. 
Uno de los datos más relevantes de la investigación es la caída de la calificación del 
IFE,  ahora  INE,  en  la  percepción  de  la  ciudadanía  posterior  a  los  resultados  de  las 
elecciones  presidenciales  del  2012.  Llama  la  atención  la  buena  imagen  hacia  el  Tribunal 
Electoral del Poder Judicial de la Federación, situación que puede deberse a que tuvo un 
bajo perfil en la última elección y al hecho de que el dictamen de la última elección no fue 
muy impugnado. 
Una de las cuestiones importantes de la investigación fue establecer que más de 30% 
de  los  entrevistados  señaló  que  lo  habían  entrevistado  de  manera  personal  o 
telefónicamente en encuestas electorales, por lo que se perciben las encuestas como un 
medio de información popular. 
Ahora bien, la ciudadanía más ilustrada, aquella con mayor educación, información y 
participación  política,  hace  más  uso  de  las  encuestas  que  las  personas  con  menor 
educación  formal.  Por  lo  tanto,  creemos  que  la  hipótesis  que  planteamos  acerca  de  la 
utilización de las encuestas como elemento auxiliar para la toma de decisión electoral es 

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una opción que corresponde a las personas con mayor nivel educativo y con mayor cultura 
política que aquellos que no tienen estas características. 
También  es  importante  resaltar  que  la  confianza/desconfianza  en  las  encuestas  no 
resulta  de  un  juicio  racional,  sino  que  se  encuentra  relacionado  con  la  simpatía  política 
partidaria,  pues  los  simpatizantes  del  PRI  tienen  más  confianza  en  las encuestas  que  los 
simpatizantes  del  PAN  o  del  PRD,  de  la  misma  manera  que  los  votantes  de  Peña  Nieto 
confían  más  en  las  encuestas  que  los  votantes  de  los  otros  candidatos,  pese  a  que  la 
predicción  del  resultado  hacia  Peña  Nieto  de  la  mayoría  de  las  encuestas  lo 
sobreestimaba. Por lo tanto, la confianza en las encuestas no deriva propiamente de un 
juicio  racional,  sino  de  una  visión  emotiva,  pues  los  simpatizantes  del  PRI  deberían  (en 
términos  estrictamente  racionales)  no  tener  confianza  en  un  indicador  que  muestra  tal 
cantidad  de  errores;  sin  embargo,  confían  en  el  indicador,  pese  a  que  muestre  señales 
equivocadas. En el caso contrario, pese a que algunas encuestas mostraron un panorama 
no  tan  desfavorable  hacia  López  Obrador,  una  nutrida  mayoría  de  sus  simpatizantes 
desconfía de las encuestas. Pese a que en la encuesta no se preguntó de manera precisa 
sobre el efecto bandwagon y underdog, es decir, no se incluyó una pregunta acerca de si 
la  motivación  de  voto  estuvo  influida  por  la  condición  “voté  por  el  candidato  que  iba 
adelante en las encuestas de opinión” o “voté por el candidato que iba adelante para no 
perder mi voto” y otras opciones, se puede decir que una de las posibles explicaciones de 
la  publicación  y  de  la  realización  de  tal  cantidad  de  encuestas  está  ligada  al  objetivo  de 
producir este tipo de efectos en el público, aun cuando no tenemos elementos concretos 
para demostrar esta hipótesis. 
Por lo tanto, las encuestas de opinión en una sociedad como la mexicana en donde el 
medio  de  información  más  importante  es  la  televisión  y  en  donde  los  periódicos  tienen 
una  importancia  secundaria,  las  encuestas,  pese  a  sus  características  de  información 
estadística  especializada  que  exige  un  mínimo  conocimiento  numérico,  ya  se  han 
convertido  en  un  referente  en  los  procesos  electorales.  Frente  a  una  población  que  no 
dispone de mucho interés y tiempo para enterarse de la contienda, las encuestas se han 
vuelto un medio importante y fundamental para obtener información, fijar criterios para 
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la toma de decisión; por lo cual la población exige calidad, credibilidad y confianza; y si tal 
cosa  no  sucede,  el  INE  aparecerá  como  responsable.  En  ese  sentido,  el  Instituto  es  la 
instancia, organizadora y garante del resultado electoral, quién finalmente debe dar algún 
tipo de solución, generando modificaciones en la legislación para el caso de la publicación 
y difusión de las encuestas, además de los aspectos propiamente metodológicos.  
La incidencia del INE debería centrarse en las modalidades de difusión de los medios; 
por ejemplo, no permitir que se publiquen los resultados de las encuestas bajo la forma de 
“resultados brutos y efectivos”, ya que la modalidad de resultados efectivos plantea una 
realidad  inexistente.  Este  tipo  de  ejercicios  son  más  espectaculares  que  reales  y  son 
interesantes  para  los  medios  de  información  pero  redundan  en  descrédito  para  las 
empresas; por lo tanto, la legislación debería diferenciar las obligaciones de las empresas 
encuestadoras como la metodología que aplican y su explicación, de los medios y su forma 
para divulgar los resultados de las encuestas. De lo contrario, por atender el propósito de 
los medios, las empresas encuestadoras resultarán perjudicadas, junto con el público que 
recibirá una información fruto de un mecanismo que si bien no falsifica el resultado de la 
encuesta, lo maquilla. 
   

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