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En un artículo anterior hablé de ley, moral y egoísmo.

Ahí dije que en nuestro mundo capitalista el


dinero ¡roba cámara! Y que eso nos distrae de los que tienen menos, y en el fondo nuestra
conciencia nos lo recrimina. Como empresarios no podemos dejar de competir en nuestro mundo
capitalista; pero queremos mejorar humanamente, moralmente.

Sin duda podemos ganar más, y satisfacer nuestras conciencias pagando nuestros impuestos sin
hacer trampa, y pagándole a los de abajo lo suficiente para que vivan dignamente: pudiendo
comprar unas canastas básicas familiares adecuadas. Y luego buscar la forma de ayudar a otros
más.

Mucho depende de la magnitud de nuestros ingresos. Mientras más ingresos tengamos, mejor
podremos ayudar a otros sin sentirnos afectados personal y familiarmente. Pero el fondo del
asunto no está ahí, sino en la cruda realidad de si somos humanistas o clasistas. Esto me ha sido
comentado por personas intelectuales humanistas. Lo cual me ha llevado a cuestionarme y a
platicar del asunto en mayor profundidad. Pues me ha surgido la pregunta: ¿seré yo clasista o
humanista? O mejor: ¿seré yo clasista sin saberlo? Las mujeres saben bien que muchísimos
varones son clasistas, incluso sin saberlo.

La cuestión es muy grave, porque ninguna sociedad puede ser humanista (ni siquiera democrática)
si en ella se dan ambientes clasistas, que suelen ser los de arriba. Tales sociedades acabarán
teniendo revoluciones sociales, normalmente violentas. Así lo atestiguan muchas revoluciones,
típicamente la Revolución Francesa.

Cuando el pueblo llega a padecer indigencias graves, suelen surgir las revoluciones violentas: vale
la pena arriesgar la vida por que la familia tenga alimento, y sobre todo por tener libertad. ¿Cómo
poder saber si uno es clasista o humanista? Voy a comentar lo que piensan personas que son
humanistas intelectuales.

Desde luego la persona más importante es Jesús, Jesucristo, quien amaba a todos y difundía el
amor al prójimo, pero con preferencia por los más necesitados o abandonados. Esto lo sabemos
todos. Pero analicemos lo que piensan hoy los humanistas intelectuales.

No es lo mismo clasista que racista. El racismo típico es el que discrimina a los negros. El clasismo
típico es el que discrimina a los pobres. Lo que quiero ahora es hablar de clasismo, que es lo que
más me preocupa, sobre todo ante la posibilidad de que yo mismo sea clasista sin haberme dado
cuenta de ello.

Es clasista quien no puede invitar con frecuencia a comer o cenar en su casa, con la intimidad de
familiares y amigos íntimos, sin padecer por ello notable vergüenza, a personas típicamente
reconocidas como pobres, como puede ser el barrendero de la empresa o el limosnero de la
esquina.

Es notable que además de ser clasista superior, se puede también ser clasista inferior. Una
sirvienta de un amigo a veces tenía prisa para comer y volver, por lo que él la invitó a comer en su
casa, pero con la condición de que se sentara a comer con él en la mesa (no en la cocina). Ella
nunca lo aceptó: se reconocía clasista inferior, aunque le molestara reconocerlo.
Los empresarios podemos ser y solemos ser clasistas, superiores por supuesto. Y aunque en las
empresas no suela decirse lo que diré, muchos empresarios solemos ser dictadores al interior de
nuestras empresas. ¿Lo seré yo? ¿Han renunciado a mi empresa colaboradores o colaboradoras
debido a mi estilo de liderazgo? Esta pregunta me preocupa, a veces hasta el grado de la angustia.
Y lo peor es que si lo fuera, nadie me lo diría, o casi nadie.

Como solución me parece que requiero, y que en general los empresarios requerimos un serio
examen de conciencia, semejante al cuarto paso de los famosos 12 pasos de Alcohólicos
Anónimos: “Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos”.

Los intelectuales humanistas sostienen que una sociedad clasista nunca podrá prosperar bien. Y
nuestras empresas seguramente no serán la excepción.

OPINIÓN

La impunidad en la Usac (I parte)

No se puede exigir a las autoridades de gobierno del país, transparencia en la gestión de los
recursos públicos, si al interior de la Usac no se tiene la cultura de transparencia y de rendición de
cuentas.

FECHA DE PUBLICACIÓN: 06-08-19

Por: Eduardo Antonio Velásquez Carrera

Varios son los casos señalados en contra del actual rector de la Universidad de San Carlos de
Guatemala –Usac–, ingeniero Murphy Olympo Paiz Recinos que el movimiento estudiantil
universitario le imputa relacionados con el proceso de privatización de la única universidad pública
del país. Afortunadamente, pese al paro de labores, ya se iniciaron los diálogos para resolver las
justas peticiones y demandas del estudiantado carolino.

No obstante, no toda la culpa recae en el Rector sino también en el actual Consejo Superior
Universitario –CSU–, que no ha informado con relación a decisiones que el propio máximo cuerpo
colegiado ha tomado en el pasado reciente. Al CSU le ha faltado coherencia. No se puede exigir a
las autoridades de gobierno del país, transparencia en la gestión de los recursos públicos, si al
interior de la Usac no se tiene la cultura de transparencia y de rendición de cuentas. Para muestra
este botón.
Se trata del caso de la construcción del edificio para clínicas, laboratorios y aulas puras para las
escuelas de ciencias médicas y odontología en el Centro Universitario de Occidente –Cunoc– de la
universidad con sede en la ciudad de Quetzaltenango. La denuncia ante el Ministerio Público –
MP– la realizó la Contraloría General de Cuentas el 14 de julio de 2015 y hasta el momento no se
conoce de sus avances.

Concretamente, se sabe que la construcción del edificio fue suspendida, pero que el adelanto del
20 por ciento realizado por las entonces autoridades de la Usac por Q11,450,190.42 (once
millones, cuatrocientos cincuenta mil, ciento noventa quetzales con 42 centavos) sin IVA del total
del costo de la obra de Q64,120,730.37; no había sido devuelto. Se sabe que la obra tuvo apenas
un avance del 1.6 por ciento y avance financiero de Q967,630.02.

Hay que verificar que el resto del anticipo otorgado por las entonces autoridades de la Usac a la
empresa constructora COCISA, S. A. fue devuelta a las arcas universitarias. Al momento no han
informado nada.

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