Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LA COMUNICACIÓN
Hemies I
La co m unicación : H erm es I / M ichel Serres ; traducción d e R oxana Paez. •—
Barcelona : Anthixípos, 1996
300 p . ; 20 cm . — (P ensam iento Crítico / P e n sam ien to U tópico ; 9 !)
2 Caso general
dos cimas, el argum ento dialéctico plantea que existe un
camino y sólo uno p a ra ir de u n a a la otra; ese camino es
“lógicamente” necesario y p a s a por el punto único de la
antítesis o de la situación opuesta. En este sentido, el
razonam iento dialéctico es unilineal y se caracteriza por la
unicidad y la simplicidad de la vía, por la univocidad del
flujo de determ inación que transporta. Al ■'"Contrario, el
modelo precedente se caracteriza' por la pluralidad y la
complejidad de las vías de mediación: es evidente que
existen si no tantos caminos como se quieran p a ra ir de u n a
cima a otra, al menos u n a gran cantidad, proporcional al
núm ero de cimas. Efectivam ente, está claro que la m arch a
puede p a sa r por tantos puntos como se quiera y, en p a r
ticular, por todos. No h a y ninguno que sea lógicamente
necesario: el m ás corto, es decir, el circuito m ás corto en tre
los dos puntos en cuestión, puede eventualm ente ser m ás
difícil o m enos in teresan te (menos practicable) que otro m ás
largo, pero puede tra n sp o rta r m ás determinación, y abrirse
m om entáneam ente- por tales o cuales razones.3 Desde en
tonces, el camino único (o el conjunto de los caminos se
leccionados) que eligen la teoría, la decisión, la h istoria —
o cualquier evolución d ad a de u n a situación móvil-— es
seleccionado entre otros posibles, determ inado entre u n a
distribución que puede ser aleatoria. El necesifcari smo rígido
de una m ediación única se sustituye por la selección de u n a
m ediación entre otras. Es u n a ventaja notable, es decir, u n a
aproxim ación m ás fina a las situaciones reales, cuya com
plejidad con frecuencia tiene gran cantidad de mediaciones
practicables por derecho. Y esa ventaja se debe a la su
perioridad de un modelo tabular sobre un modelo lineal o,
m ás aún, al hecho de que un razonam iento con m uchas
entradas y conexiones m últiples es m ás rico y m ás flexible
que un encadenamiento lineal de razones, cualquiera sea el
m otor de ese encadenam iento: deducción.; determ inación,
E structura e importación: de
las m atem áticas a los m itos
de la historia sobre una idea filosófica dada, que hay una ley de
entropía referida a esa id ea y que a sí una verdad pueda perderse.
2) por lo tanto, que la historia no transporta invariables las
id eas. E sencialm ente, comportan podares da interferencia, o de
ruido, que deforman la trasm isión de un mensaje filosófico dado.
D eterm inar ese ruido es una de las funciones m ás im portantes de
los métodos históricos recurrentes que buscan rem ontar la co
rriente entrópica. Hay un ruido cultural.
D e donde —y en rigor, momento desde el cual— se sigu e que
la historia da las ciencias, en la meclida an qua es puram ente una
historia da la uardad (y no más que aso) sólo pueda ser una. historia
recurrente, y que un estado dado de esa historia está siem pre en la
cadena de la comunicación, an el punto m ás próximo a su origen. Es
una historia carrada. Si P erícles está in fin itam en te lejos de
Clémenceau, T hales es uno de los más cercanos aPoincaré: es lo que
significa la anám nesis de] Manon.
Todo esto ayuda a entender la s nociones cualitativas de enve
jecim iento, caída en desuso o pérdida de una idea. E sta s nociones
no significan forzosam ente que una idea m uera porque es vieja,
incom pleta o poco rigurosa, o bien porque está dem asiado encasi
llada en circunstancias som etidas a conmoción; no juzgan la idea
como tal, su inserción en el marco de la moda o en el espíritu de la
época. En realidad, aproximan ésa id eap recisa (que es en sí m ism a
el índice de la articulación histórica del pensam iento) según la que
la historia, de las ideas es la historia da la difusión, de la propa
gación da la. comunicación da las ideas. Ahora bien, difundir,
propagar, etcétera, im plica somatarse a las layas de hierro de la
comunicación y de la pérdida an la cadena. Borel dem ostraba que
a n generaciones de d istancia la probabilidad para que un
cromosoma de un genitor dado se encuentre con su descendencia
tiende rápidam ente a cero; dem ostración idéntica a la de la ruina
siglo XVII se utiliza ese térm ino en. su acepción latin a de
construcción o arquitectura. Leibniz, por ejemplo, h ab la de
la estru ctu ra de los anim ales, de las plantas, p a ra indicar
el plan general de su organización, el trazado, el diseño
arquitectónico de su constitución. La estru ctu ra es la m a
n era en que algo está construido, el agenciamieiito espacial
de miembros y de órganos. Cuando se olvida el sentido nuevo
del término, se cae rápidam ente en el viejo sentido. Por
ejemplo, en el análisis tecnológico de los sistem as, Gueroult
utiliza el térm ino estru ctu ra en esta acepción.15 Con un
del jugadoi-. El pensador es ese jugador o ese genitor que se trasm ite
en la cadena histórica de los elem entos. La pérdida sería- absolu
tam ente segura en un término dado si el historiador no interviniera.
Y, en consecuencia, parece m atem áticam ente correcto decir que la
filosofía no existiría sin su propia historia. M ás generalm ente, el
historiador es aquél que hace de la cultura una creación continua.
La historia com bate la entropía cultural. A nálogam ente, saber es
acordarse. Sócrates pone al pequeño esclavo del Manon en comu
nicación directa con el origen. En líneas m ás generales todavía, la
historia no se concibe más que sobre el modelo de m ezcla aleatoria:
Clío baraja indefinidam ente las cartas, donde el pensador había
distinguido los tríos y los fulls. El historiador busca en el juego en
desorden los tríos m ezclados. El historiador busca el orden, en la
distribución aleatoria actual; el pensador lo busca en la distribución
futura. De m anera que un pensador puede ocultar a otro. Newton
ofició de ruido im pidiendo la trasm isión del m ensaje leibniziano,
por ejemplo, y D escartes el de la Edad M edia, etcétera. Así, un
pensam iento puede ser tomado por el historiador ya como orden, ya
como ruido.
Por eso el pensador no puede más que tener una visión trágica
de la historia — el estropicio del olvido, la m ezcla aleatoria de las
id eas— y el historiador una visión animosa: recoger las esquirlas
de una idea dispersa en mil fragm entos cubiertos con los aluviones
del diluvio.
Estam os caracterizando una conceptuación análoga que no se
refiere ya a la historia en sí, sino a un m ovimien to, frecuentem ente
ahistórico, de traslación, de comunicación de los conceptos de un
campo problem ático a otro. N uestro fin es entonces restablecer la
comunicación directa entre 1.a crítica y la idea precisa de estructura.
sentido m ás abstracto, se utiliza estructura (por ejemplo, los
economistas a fines del siglo XIX) p ara designar el conjunto
de leyes de organización de un fenómeno dado. Y, nueva
m ente, se vuelve a caer fácilmente en esa acepción, si no se
re m o n ta al sentido indicado por el álgebra; y, m ás
innoblem ente todavía, con sentidos muy vagos y despojados.
De m an e ra que la am plitud espacial de la m oda es estric
tam ente proporcional a la amplitud del sentido exacto. Nos
damos perfecta cuenta de que es tem erario im portar la
noción de e stru c tu ra a otros campos como el de la biología,
cuando ah í el térm ino conserva el sentido adquirido en el
siglo XVII: efectivam ente, sólo se pueden im portar libre
m ente conceptos altam ente formalizados. E sa es la razón
por la que el nuevo concepto de estructura está lo b astan te
libre como para im portar. Porque es formal. De ahí que
hayam os partido del análisis simbólico. Símbolos o arque
tipos reenvían a un sentido y únicam ente son la clave de un
método, porque describen un campo semántico preciso. La
tipología psicoanalítica es una galería de símbolos donde
cada uno rem ite a un cuadro clínico definible por elementos
de sentido. Lo mismo pasa con las tipologías de Nietzsche,
K ierkegaard, B achelard, etcétera. Lo singular ahí deviene
modelo, por completad semántica, por sobrecarga de senti
DE LA COMUNICACION
MATEMATICA
A LA MATEMATICA
DE LA COMUNICACION
Capítulo 1
MATEMÁTICAS
CONEXOS INCONEXOS
directos directos
recurrentes recurrentes
no dice esfera sino globo, que tradujimos por bola. Pensam os que
se deben rectificar las traducciones habituales (cf. Géométrie, livre
II, de la edición de A uguste Comte y Leibniz: “D efiniciones ma-
pregeométrlcos, los dos elementos del cogito y otros
ejemplos posibles.
Desde entonces, “yo pienso" y “yo existo" están
vinculados en los dos sentidos, es decir, por necesidad
y suficiencia, en un orden que no apunta a las deter
minaciones tradicionales de la deducción, a la medida
o a la cantidad, sino que se instaura en el terreno
exclusivo de la intuición pura, de la misma manera que
el orden pregeométrico 1,2,3 se instauraba en el terreno
exclusivo de la intuición espacial. Es necesario y sufi
ciente que el yo pienso y el yo existo sean intuidos para
que su vinculación rigurosa sea intuida al punto, y con
la misma certidumbre que son intuidos los bordes de la
bola o los límites del triángulo. Ahora, si se quiere, el
cogito es a la intuición de mi existencia, lo que la
intuición de la línea es a la del triángulo, la de la
superficie a la de la bola, et similia. De nuevo se entiende
que aquí no hay proporción, en el sentido métrico, sino
una analogía de comportamiento sobre la necesidad y la
suficiencia. El ergo del cogito no pertenece entonces a la
cadena deductiva propiamente dicha, es una vinculación
intraintuitiva. Como consecuencia, es equivalente decir
"pienso, luego existo” y "pienso, existo”, y Descartes
utiliza, de hecho, esas dos enunciaciones como si fueran
equivalentes. Sólo la aprehensión de los dos últimos
ejemplos como modelos de los dos primeros podía
conducir a solucionar esa vieja dificultad.
Cuadro I
V
2
triángulo <—> super- A
a A0*6 V
V
1
XIII).
6 En la segunda parte del Discurso, D escartes invoca “esos
largos encadenam ientos de razones, tan sim ples y fáciles...'’. E vi
d entem ente son los encadenam ientos los que son sim ples y fáciles,
y no las razones.
7 E n la teoría de la m aniobra de los buques, se dice que una
cadena tiene la fuerza equivalente a la del eslabón m ás débil. Ese
principio podría servir de crítica para la cadena de las Meditaciones,
en la que se propondría descubrir el eslabón m ás débil. Michel
Cuadro II
argumentación.
18Explication des engins p ar l’aide desquels on p eu t avec une
petite forcé leuer un fardeau fort pesant: AT. I, 435-447. Le levier,
ibídem, 443 y A. pp.8100-814.
19Dioptrique. Discours Cinquiem e : AT. VI, 123-124; A. I, 694
(figura p.696) y sobre todo Discours Sixiém e : AT. VI, 135-136; A. I,
704-705. Y la figura de la página 136 del primero y la de la página
704 en el segundo. E n torno al punto E de la figura se distribuyen
“los efectos opuestos”, AC en un sentido, DB en el otro.
20 Berkeley cuenta con una serie de este predominio dado al
tacto: Ensayo de una nueva teoría de la visión (con el paradigm a del
ciego de nacim iento operado); cf. la teoría de la aproximación
el bastón. El orden de razones que simboliza la cadena
sólo es preparatorio; conduce finalmente a la evidencia
global inmediata, simbolizada con una máquina simple.
El bastón es una cadena sin eslabones.
Descubierta la palanca, queda por descubrir un
punto Jyo sobre el que apoyarla: “Para quitar al globo
terrestre de su lugar y transportarlo a otro, Arquímedes
sólo pretendía un punto que estuviese fijo y asegurado.
Por lo que yo tendría derecho a concebir grandes es
peranzas, si soy lo bastante afortunado como para
encontrar una sola cosa que sea cierta e indudable.”
(Méditation Seconde). Hablaremos en otra parte de ese
punto fijo.
Cuadro in
Abolición
del movimiento
instantánea
Bastón
distancia
Contacto
El diálogo entre Descartes y Leibniz
II
III
21 Gallimard, 1960.
22 Los lectores de Critique podrán rem itirse al Ns 67 de esa
publicación (diciembree de 1952), donde a propósito de la obra de
J.C availlés, M.R.Campbell define rápidam ente las escuelas en
cuestión, y pone a Bolzano en oposición a Descartes-Leibniz. La
Que no haya equívoco: no se están utilizando los
términos de intuicionismo e informalismo con el sentido
específico y técnico que reciben en nuestros días, sino
que aquellos retocan ese sentido, en diversas oportu
nidades, como en los ejemplos brillantes del infinito y del
continuo. En general, tienen uno más amplio y m ás
tradicional. Por un lado, la visión, como diría Jean
Laporte, por otro, la confianza, bajo ciertas condiciones
en la cogitatio caeca. La cosa misma y el signo de la cosa.
De ahí se partirá, y esta distinción es tan importante
para Belaval, que ubica el analisis como encabezamiento
de su libro. De hecho, lo domina, y constantemente
producirá sus frutos. Por ejemplo, el orden metafísico,
que se deducirá de aquél rigurosamente, la existencia de
una lógica increada y la creación de verdades eternas.
a) ¿Qué quiere decir intuicionismo? En principio, que
no puede haber otro criterio y otro fundamento de la
verdad que la evidencia, que cualquier otra cosa se
remite a eso. Esta evidencia actual no es formalizable,
ni enseñable. Por lo tanto, requiere una reforma, una
conversión del espíritu: el primer precepto del método da
su sentido a los otros tres. (Al respecto, se podrá
comparar provechosamente el presente estudio con el
libro de Vuillemin, Mathématiques et métaphysique chez
Descartes; se oponen en este punto preciso; uno es
clarece los tres últim os preceptos a través del primero,
el otro aisla el cuarto, otrorgándole un alcance reflexivo).
Lo que es intuido es conocido en su verdad y su realidad,
24 Monadolagía, 7.
25 Discurso de M etafísica, 35.
26 Monadología, 43.
perfecto acuerdo y relación mutua que produce lo que
llamamos su comunicación.27
La independencia recíproca de las mónadas, más su
dependencia respectiva frente a Dios, establece su comu
nicación m utua,28
Decir que la relación entre sustancias se resuelve en
la suma de su aislamiento y el diálogo místico es una
exposición del estado de las cosas en su realidad metafí
sica. Ahora bien, si esa exposición es verídica, el estado
de las cosas correspondiente debe ser explicable, incluso
sometido a demostración según la necesidad que rige la
constitución del mundo, a saber, la necesidad mínima de
lo mejor, o necesidad moral. De manera que conviene
establecer esa demostración utilizando sólo los principios
admitidos en la lógica leibniciana del mecanismo meta-
físico.29 Sin duda, ese proyecto no quita el derecho de
señalar la profundidad existencial de este pensamiento
que intenta explicar a través de una referencia exterior la
solidaridad objetiva de las cosas y de los destinos, asu
miendo la experiencia dolorosa de su sordera, de su
opacidad, de su extrañeza mutuas; de hecho, se necesita
al menos un Dios para que las mónadas se escuchen y
45 P h il, VII.
46 En efecto, Dios, fuera del tiem po y el espacio, hace su
realidad, fuera de todos los situs, los constituye, fuera de la d is
tancia, la m edida, la divisibilidad, los hace posibles, el todo por una
operación esencial, inm ediata, no situada, etcétera.
47 M ism a intuición en los textos sobre la num eración binaria.
s e r dem ostración y cálculo. P a ra h a c er c esar la d isputa,
es preciso integrar la filosofía de lo calculable. A hora bien,
como la tesis en cuestió n es la pieza m a e stra de la
constitución del m u n d o , e s tá som etida al dom inio de la
necesidad m oral que dom inan el principio de razón y s u s
diversas especificaciones: econom ía, sim plicidad, m áxim o
y m ínimo, etcétera. E s en ese m arco que hay que conducir
el cálculo. E ntonces la com binatoria debe referir s u s
resu ltad o s al m ayor o m en o r núm ero, y la Geometría al
m á s o m enos corto cam ino, cu ando la dem ostración se
establece numero et m ensura. La perfección del m u n d o
m onádico, im plica el m en o r gasto n u m eral y m étrico p a ra
el resultado m ás sólido. De ah í n u e stro cálculo y n u e s tra
m edición. La tesis de la A rm onía preestablecida es la m ás
económica, la m á s sim ple, la m á s razonable p a ra el
arquitecto divino, que reserv a el lugar p a ra el m ejor
edificio: éste se calcula y se m ide en térm inos de ciencia
leibniciana.48 Por lo tan to , é s ta es inevitable. Pero en el
cu rso de la dem ostración, apareció otro resultado com o la
invencibilidad de la tesis. E s s u reducción posible a otras
tesis de la m etafísica o de la teología leibniciana. Por u n
lado, es indiferente h a b la r de siste m a m onádico o sistem a
de la arm onía preestablecida; enseguida la arm onía re s u lta
Dios m ism o, dado que s u esquem a real restitu y e la
fórm ula de centro e n to d as p a rte s y circunferencia en
n inguna; por últim o, es isom orfa a la creación e x nihilo,
a la constitución m axim orum a minimis. Siguiendo el nivel
de análisis, según el p u n to de vista, la tesis se red u ce a
Dios, a la creación, a la m onadología. E s u n ejemplo
in te resa n te de lo que es en general u n a tesis en el sistem a
leibniciano, y de lo que es el sistem a en sí. El objeto de
la m etafísica es el e n te posible com ún,49 es el ente
II
III
El regreso de la nave
El Otro y el Infinito
El Ser y el No Ser
19 Idem.
electivo de la partogénesis, m adre del saber contra-saber, es
h ija de la transgresión prim ordial.20 Se tra ta de un círculo
y de u n retorno m ítico, el de los m isterios y de la
germ inación, el de la anam nesis y de los ritos agrarios: “por
u n error mío, creían im ita r el inocente m isterio agrícola, el
eterno ciclo vegetal, en el que el grano resem brado en el
surco hace el grano” (de donde proviene la valorización de
la botánica). “Así los secretos de m agia (la ciencia arcaica)
quedaban bien concentrados en u n a fam ilia que se renovaba
a sí m ism a”. La virgen es h ija de dios, m adre de dios. Los
m ism os resultados se rep iten incansablem ente: el secreto de
la agenesia es esa genealogía, y el sujeto es la fam ilia
edipiana. La genealogía del Otro es casi u n a repetición.
“Se dijo: el gran P an h a m uerto. Pero helo aquí en Baco,
en Príapo, im paciente por el largo aplazam iento del deseo,
am enazante, ardiente, fecundo”. La vía dionisíaca conduce
al Sabbath, que term in a con los amores entre la m adre y
el hijo: he aquí la vía edípica. L a ciencia y la filosofía clásicas
no conocían m ás que al sujeto y el objeto: llega el tercer
hom bre, el sujeto del Deseo, que establece las contra-ciencias
y la filosofía del progreso-transgresión. E ste tercero no
puede decir ego, porque su verdad es la desindividuación, la
explosión y la desintegración del yo, “rey de la m uerte, rey
de la vida”. La leyenda exige la lectura de los trasminados,
form as m íticas y bajos fondos del alm a.F alta leer las
infraestructuras. Así como M ichelet duda ante el método
nietzscheano o ante la anam nesis psicoanalítica — asu
miéndolos a ciegas—, tam bién duda an te las teorías so
cialistas: lejos de la dialéctica, no va m ás allá de las
inversiones, lejos de la lucha de clases, se queda en el
populismo. Sobre esto ya se dijo todo, no hay necesidad de
* * *
* * 1
-=
* * *
* * *
* * *
C apítulo 1
MATEMÁTICA
C apítulo 2
FILOSOFÍA
C apítulo 1
DE EREWHOM AL ANTRO DEL CÍCLOPE
C apítulo 2
DICCIONARIOS
CONCLUSIÓN