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“Dios ha muerto” - Nietzsche

Darío Sztajnszrajber

La frase de hoy es una de las frases más famosas de la filosofía y tiene como protagonista a un
concepto que está en el límite de la filosofía que es Dios. Ya postular que Dios es una categoría
de la filosofía es tomar partido en algún sentido, es empezar por algún lado, siendo que en la
tradición en la que nosotros nos manejamos la figura de Dios fue monopolizada o adueñada
por la institucionalidad religiosa y parecería que no es un tema de la filosofía sino de la religión
o en todo caso es un tema de la filosofía cuando la filosofía entra en diálogo con la religión en
esa zona que va desde los filósofos religiosos a la teología; o también podríamos decir que se
vuelve un tema de la filosofía cuando la filosofía carga contra la figura de Dios desde distintas
filosofías agnósticas o mejor dicho ateas y lo que intenta es deconstruir el concepto de Dios
para finalmente destruirlo. Ahí hay mucha filosofía moderna que va a poner la mira en la
categoría de Dios para hacerlo explotar, para mostrar básicamente su inexistencia. Esas serian
las maneras en que la categoría de Dios entra en el discurso filosófico, pero entra con ese
reduccionismo del que hablo, porque si se trata o de una filosofía religiosa o de una filosofía
que intenta destruir el concepto de Dios lo que se pierde es lo que se pierde en cualquier
abordaje que hagamos de cualquier categoría que es toda la sofisticación, toda la complejidad,
todas las texturas que empiezan a aparecer cuando uno se encuentra con este concepto como
es el concepto de Dios y se lo abre, se empieza a ver todo lo que se ha dicho, todo lo que no se
ha dicho, todo aquello que hace que el concepto de Dios se haya establecido en nuestra
tradición como se estableció. Que Dios haya sido monopolizado por la religión institucional es
básicamente un hecho que hace que los que hacemos filosofía y entendemos que la filosofía
tiene que dársela con todas las cosas y con todas las ideas, tengamos que hacer en este
momento un fuerte ejercicio de recuperación de esa figura. En la filosofía contemporánea está
el tema de Dios de nuevo en la palestra, hay muchos filósofos contemporáneos de los últimos
40 años que han vuelto a traer la categoría de Dios desde un lugar diferente tratando de salirse
de esa dicotomía radical que establece que sobre Dios o se cree o no se cree, o para decirlo de
un modo mas llano, tratado de salirse de la problemática sobre si Dios existe o no existe.
Tratando de ir por otro camino, hacer explotar esa dicotomía es una tarea bastante difícil
porque la idea de Dios es una idea que a nosotros nos remite directamente al problema de su
existencia. Se nos hace bastante difícil poder trabajar la idea de Dios desde cualquier otro lugar
que no implique primero una toma de postura, inclusive una toma de postura; si existe o si no
existe o esa famosa tercera posición en la que muchos nos sentimos mas cómodos o
incómodos que es lo que se conoce con el nombre de agnosticismo, que es que Dios es una
pregunta que nos seguimos haciendo, que es una temática que sigue abierta sobre la que no
tenemos respuestas definitivas, entonces lo que hace es inspirarnos sobre la posibilidad
deseguir preguntando entendiendo a Dios como quieran pero sobre todo y en todas las
taxonomías existentes y en todos los sistemas existentes que han hecho de Dios el principio de
todas las cosas, por debajo de todos esos sistemas seguir encontrando la idea de que hay algo
mas. En la medida en que como seres humanos nosotros asumimos que no lo podemos todo,
que tenemos límites, que nuestra capacidad de certezas llega hasta un punto, en ese mismo
momento en que asumimos nuestras propias limitaciones es que asumimos la posibilidad de
que haya algo mas, que haya algo mas de esa posibilidad que es que haya algo mas al Dios de
Santo Tomas de Aquino o al Dios de Benedicto XVI o al Dios del Talmud o al Dios del Islam hay
un abismo, hay un trecho gigante. Cuando Nietzsche dice que Dios muere y que es la frase más
remanida que hay en la historia de la filosofía, lo que nunca nadie sigue leyendo de la frase es
que dice: “los hombres lo hemos matado”, no es que se pega un tiro. Y si seguimos leyendo lo
que dice Nietzsche es que lo que mataron a Dios son los cristianos, o sea, los cristianos como
símbolo de la religión, son los hombres religiosos los que mataron a Dios, son los que
supuestamente creen en Dios los que lo han matado porque lo han vaciado, le han quitado esa
característica que es que Dios siempre es o está manifestando o simbolizando aquello que está
mas allá del límite y si está mas allá del límite es incognoscible. Incognoscible, que no puede
ser conocido, porque si está mas allá del límite y yo hablo sobre el, lo caracterizo, lo defino,
digo algo sobre el, entonces ya no está mas allá del límite, lógica pura. Hay un límite, si hay
algo mas allá del límite o no hay, no lo se, se que hay un límite, se que llego hasta un lugar, me
muero, nos morimos, las cosas cambian y en algún momento se degradan. Todos somos
conscientes de la finitud que nos rodea, todos somos conscientes que llegamos hasta un
límite, un límite en el conocimiento de aquello que nos rodea. Todos sabemos que el límite va
a seguir avanzando, pero no es que va a llegar a un final, no lo sabemos, ese límite está
abierto. Siempre va a haber lo más allá del límite. Hoy para muchos de nosotros lo más allá del
límite es la muerte.
Yo estoy convencido que en algún momento el ser humano va a alcanzar un conocimiento que
para nosotros es totalmente imposible de ser imaginado a cerca de lo que hay después de la
vida. Por el desarrollo tecnológico, si inventamos todas estas cosas nuevas que usamos
cotidianamente, vamos a llegar en algún momento a saber mucho mas de lo que hay después
de la vida, pero van a haber nuevas preguntas y van a haber otras cosas. La historia de la
cultura humana es la historia de cómo el futuro siempre fue imprevisible y siempre el futuro
trajo una novedad que era imposible de ser imaginada. Volar, es algo normal, una
computadora, llegar a la luna, siempre el futuro tiene eso para nosotros, el futuro se nos
presenta siempre como una extensión de la potencialidad de nuestro presente y siempre
tenemos incluso un límite para pensar el futuro, porque hay lo que no podemos pensar de acá
al futuro que pueda llegar a aparecer. Una de las cosas imposibles para nosotros de imaginar
es que el hombre pueda saber que hay después de la vida y sin embargo morir, y sin embargo
ya lo acabo de pensar, con lo cual, dejó de ser algo imposible de pensar, entonces el límite se
corre y se corre. ¿Alguien realmente cree que vamos a llegar como Truman Show al final y
abrir la puerta y seguir?
Para mi Dios es lo que está más allá de ese límite. Siempre que hablamos de Dios hablamos de
nosotros mismos, “toda teología es una antropología” decía Feuerbach. Hablamos de nosotros
mismos exacerbando muchas de nuestras idealizaciones, una cosa es no creer en ese Dios y
otra cosa es decir no hay algo mas. Mi intuición es que hay algo más, y hay algo más porque
hay límite y hay límite porque hay ser humano, porque el ser humano es básicamente un
límite.
“Dios ha muerto”, dice Nietzsche, ¿cual Dios ha muerto? ¿El Dios de la iglesia o este Dios del
que estamos hablando ahora? que simboliza ese algo mas que tal vez haya pero a lo que no
puedo acceder. Claramente en Nietzsche el Dios que muere es el Dios de la metafísica o sea, el
Dios construido por los hombres, la imagen de Dios que el hombre construye. Nietzsche dice:
“sólo cuando Dios muere el hombre puede volver a creer”. Porque el Dios que se nos impone
en la tradición cultural occidental cristiana, es un Dios que a la inversa de cómo usamos en la
cotidianeidad las palabras es un Dios que cierra nuestra capacidad de creencia porque es un
Dios que se nos instala desde la certeza. “Yo creo”, ¿qué pasa con ese verbo “creer”? Un verbo
que también hemos perdido una batalla, la famosa batalla cultural, la hemos perdido con la
creencia, porque la creencia se asocia a un conocimiento firme, cuando creer es exactamente
lo contrario. Uno cree en aquello que no sabe, en aquello frente a lo cual no tiene certeza, si se
tiene certeza no se cree, se sabe. Cuando hablamos de creyente lo estamos equiparando a un
personaje que tiene una seguridad en aquello que entiende que conoce a cerca de la
existencia de Dios, para un creyente Dios existe no cree. La creencia tiene algo de duda, o sea,
de atisbo, de conjetura. Vattimo escribe “Introducción a Nietzsche”, agarra la obra de
Nietzsche, la divide en tres, la ordena un poco, hace una lectura de Nietzsche potenciando
ciertos aspectos y destaca al Nietzsche que declara que no hay hechos sino interpretaciones.
Yo propongo para leer a Nietzsche que lean algún texto de él y en paralelo algún comentarista,
lean alguna propuesta de orden como la de Vattimo, creo que Tomas Abraham tiene algún
libro sobre Nietzsche, hay autores argentinos que han estudiado mucho la obra. Argentina es
el tercer país del mundo, según las estadísticas que lee y consume la filosofía de Nietzsche.
Vattimo un día cuenta una anécdota famosa que un amigo de él lo llama por teléfono y le
pregunta a Vattimo si todavía cree en Dios. El viene del catolicismo mas duro en su juventud
pero después lo cruzó con su homosexualidad militante y le salió este pensamiento
maravilloso que es el posmodernismo nihilista y como últimamente viene diciendo Vattimo
llamándose a si mismo catocomunista, mezclando catolicismo y comunismo que es una locura
maravillosa. Vattimo le contesta lo siguiente a su amigo: “creo que creo”, está bueno porque
hay una recuperación, ese primer creo es el que a mi me gusta recuperar y pensar mas en
sintonía con la figura de Dios, en realidad con cualquier figura, porque ahí es donde se nos
empieza a vislumbrar el lugar que ocupa Dios en el pensamiento de Nietzsche que es el lugar
de la verdad. “Creo que creo”, el segundo creo es el creo de la certeza, el primer creo es el
creo de la conjetura. Yo cuando leí eso dije “que bueno, yo creo que no creo, pero creo, no
estoy seguro”. Es un juego de palabras pero bastante iluminador en algún punto porque tiene
que ver con recuperar el lugar del creer y no dejárselo a la institución religiosa que vive
justamente monopolizando temáticas y haciéndolas propias y dogmáticas de una única
lectura. Vattimo cree que cree porque para él todo tipo de saber es un saber interpretativo.
También cree que cree en la ciencia, aunque de la ciencia uno no utiliza el segundo creer, para
Vattimo todo es una interpretación, todo saber está estructurado metafóricamente y eso se lo
debemos a Nietzsche, le debemos el establecimiento de esta idea de que hay una verdad
histórica de que en occidente se intenta o se ha intentado establecer como una verdad única
frente a la cual Nietzsche nos va a proponer su estallido, nos la va a desmontar. Nietzsche está
en la base de todo el pensamiento del Siglo XX de todo, salvo de las corrientes mas analíticas,
epistemológicas, que, dicho con respeto, son las mas aburridas, las que nadie lee, que tienen
su lugar, es un tipo de filosofía muy especial. Si uno toma una línea que va de Nietzsche a
Heidegger, Heidegger es lector de Nietzsche, tiene su obra, Nietzsche, dos tomos, el famoso
Nietzsche de Heidegger donde éste hace toda su lectura muy particular de Nietzsche como el
último metafísico, pero toma la filosofía de Nietzsche y la exacerba y después de Nietzsche y
de Heidegger viene todo el post estructuralismo que son todos los filósofos que están dando
vueltas en estas clases, desde Vattimo hasta Derridá, desde Agamben hasta Benjamín. Están
todos de algún modo influidos por un pensador que pega un viraje, que plantea un cambio
radical en la manera de pensar hasta ese momento en occidente. Tampoco es un
extraterrestre, si no que va tomando el desarrollo de cierta filosofía y se anima a empujar el
límite, esto me parece clave y esto es lo que hace, uno reconoce en Nietzsche fuentes que
tienen que ver con pensadores que de nietzscheanos no tienen nada, por ejemplo Kant está
muy presente en Nietzsche. Kant inicia una especie de renunciamiento al conocimiento
objetivo que después lo que hace Nietzsche es llevarlo hacia el extremo, hay una línea, cada
uno está dialogando con un filósofo anterior. Lo que tiene de rara, de inédita la figura
nietzscheana es que Nietzsche está dialogando con los anteriores pero su propuesta es una
propuesta que todavía nos hacen ruido, entonces son de esos genios, como Paltón, aunque
piensen opuesto, sin embargo tienen un forma de hacer filosofía que todavía resuena. Alguien
dice de Nietzsche que es un pensador inactual, porque él escribe su segunda obra publicada
pero tercer escrito se llama “Consideraciones intempestivas” o “Consideraciones inactuales”.
¿Cuál es el juego de la inactualidad? Es el juego de aquel que está en ese límite ambiguo entre
ser hijo de su época y estar fuera del tiempo. Esto es un poco lo que hace la propuesta
nietzscheana: genera la posibilidad e trabajar sobre el presente pero como saliéndose al
mismo tiempo de aquellos pensamientos de moda. Hay un texto de Agamben en el último
librito “Desnudez” que él sacó, que se llama “¿Qué es ser contemporáneo?”, en este texto lo
que dice, retomando a Nietzsche, es que ser contemporáneo es estar con una pata adentro y
una pata afuera del tiempo en el que vivimos, porque el que está con las dos patas adentro
está obnubilado por las luces de la época. En cambio el contemporáneo tiene medio ojo en la
luz y medio ojo en la oscuridad y esa oscuridad le posibilita ver los contornos de la luz, eso
hace Nietzsche, ve los contornos, está como animándose a dar ese paso de mas que uno no
da, Nietzsche está siempre jugando en el límite. Uno está leyendo su obra y ve que siempre
llega un momento en que dice lo incorrecto. No es un autor que escribe desde la justificación
filosófica tradicional, Nietzsche escribe a martillazos, no es lo que él busca, define a la filosofía
como un ejercicio de ruptura de lo establecido que es muy sólido, el filosofar tiene que ser
provocativo, tiene que alcanzar esa zona molesta, es pegarle martillazos a los conceptos.

Dario: ¿Murió Dios o no murió? No estoy tan seguro, hay que ver cuál, hay que ver de qué
estamos hablando. Tal vez el texto mas emblemático de Nietzsche sobre la muerte de Dios se
llama “El loco “o “El insensato” es el parágrafo 125 de "La gaya ciencia" tal vez uno de los
libros mas diversos de Nietzsche. “No habéis oído hablar de aquel hombre loco que en pleno
día encendió una linterna y se puso a recorrer la plaza pública gritando sin cesar busco a Dios,
busco a Dios. Como había allí muchos de los que no creían en Dios su grito provocó una gran
carcajada. ¿Es que se te ha perdido? le decía uno. ¿Es que se ha extraviado como un niño? lo
cargaba el otro. ¿O es que se ha escondido, tiene miedo de nosotros? ¿Se ha embarcado, ha
emigrado? Así gritaban y reían con algarabía. El loco saltó en medio de ellos y los traspasó con
su mirada. ¿Dónde se ha ido Dios? Exclamó, se los voy a decir, lo hemos matado, ustedes y
yo, todos nosotros somos sus asesinos. Pero ¿cómo hecho esto? ¿Cómo hemos podido vaciar
el mar? (eso no dice un ateo). ¿Quién nos ha dado la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué
hemos hecho cuando hemos desatado a la tierra de la cadena de su sol? ¿Hacia dónde la
conducen ahora sus movimientos, hacia dónde la conducen nuestros movimientos?¿Lejos de
todos los soles? ¿No estamos cayendo sin cesar? Hacia adelante, hacia atrás, de lado, de
todos lados. ¿Hay todavía que ha muerto Dios un arriba y un abajo? ¿No estamos errando a
través de una nada infinita? ¿El vacío no nos persigue con su aliento? ¿No veis venir sin cesar
la noche más noche, más noche? ¿No hace falta encender las lámparas antes del
mediodía?¿No oímos aun el ruido de los enterradores que entierran a Dios? ¿No olemos nada
aun de la putrefacción divina? Los dioses también se descomponen. Dios ha muerto, Dios está
muerto y somos nosotros quienes lo hemos matado. ¿Cómo nos consolaremos nosotros los
asesinos de los asesinos? Lo que el mundo ha poseído hasta ahora de mas sagrado y mas
poderoso se ha perdido bajo nuestro cuchillo. ¿Quién borrara de nosotros esta sangre? ¿Con
qué agua nos purificaremos? ¿Qué expiaciones, qué juego sagrados tenderemos por fuerza
que inventar? La grandeza de este acto, ¿no es demasiado grande para nosotros? ¿No
estamos obligados nosotros a volvernos nosotros mismos dioses para por lo menos parecer
dignos de los dioses? No hubo jamás acción más grandiosa y los que nazcan tras nosotros
pertenecerán por obra de esta acción a una historia más alta que ninguna otra historia. Aquí el
insensato se calló y miró de nuevo a sus oyentes, ellos también se callaron y lo miraron con
asombro, por último el loco arrojó su linterna al suelo de forma que se rompió y se apagó y dijo:
llego demasiado pronto, mi tiempo no está aun cumplido (una cita al evangelio de San
Juan cuando Jesús muere y dice: mi tiempo está cumplido). Este acontecimiento enorme,
(palabra clave en el pensamiento nietzscheano, algo que acontece, eventualmente acontece),
está todavía en marcha, camina y no ha llegado aun hasta el oído de los hombres. Hace falta
tiempo al relámpago y al trueno, hace falta tiempo a la luz de los astros, hace falta tiempo a las
acciones aun habiendo sido cumplidas para ser vistas y entendidas. Ese acto está más lejos de
ellos que el astro más lejano y no obstante son ellos quienes lo han cumplido. Se cuenta aun
que aquel loco había entrado el mismo día en diferentes iglesias y cantado su réquiem al Dios
eterno. Expulsado e interrogado no cesaba de responder la misma cosa: ¿de qué sirven estas
iglesias si no son mas que las tumbas y los monumentos de Dios?”.
Este texto claramente nos aleja de la idea mas común de pensar en la proclamación de un ateo
que está marcando el fin de la creencia o el fin de la confianza del hombre en un paradigma
religioso, no nos está diciendo Nietzsche “el hombre dejó de creer en Dios”. Podemos hacer
esa lectura, habrá que sostenerla, porque del texto que leímos aparece por primera vez la idea
de la muerte de Dios, después se repite mucho en el Saratustra, en otros textos posteriores.
Nietzsche no habla ni desde la celebración, tampoco toma partido por una lectura mas socio-
filosófica que es: “bueno, hoy la gente piensa en otra cosa, piensa en la guita, no piensa mas
en Dios”, no está haciendo ese tipo de lectura. Primero y principal, es un relato, pero todo en
Nietzsche es un relato, es una narración, es un cuento, esto que leí para mi esta mas cerca de
la poesía que de la ciencia y la poesía lo que tiene es que nos coloca en un lugar de la
sensibilidad para conectarnos con el sentido de las cosas, es el grito de angustia de un ser que
como una metáfora que había funcionado para apaciguar ciertas aguas del espíritu, deja de
funcionar. Entonces Nietzsche visualiza todas las nuevas formas que intentan ser sucedáneas,
que intentan reemplazar a esa metáfora que ya no funciona. Dios es una metáfora, todo es
una metáfora para Nietzsche, decir “el sol sale” es una metáfora, es la manera que tenemos de
relacionarnos con el sentido de las cosas. La construcción de un sentido a través de la relación
entre una subjetividad y una realidad que vamos narrando a través de ese vocabulario que
usamos que no nos pertenece en su totalidad y que es producto de toda una situación o un
contexto epocal cultural del que somos parte. Las metáforas tienen dos posibilidades, o se nos
presentan como metáforas o nos ocultan su carácter de metáfora. Nietzsche dice que la
metáfora de Dios fue una metáfora que el hombre en algún momento puso en
funcionamiento, pero para que la metáfora de Dios ejerciera su poder, fuese productiva,
sirviera para lo que la estábamos creando, tuvimos que en el mismo momento que creamos la
idea de Dios, en el mismo momento en que establecimos esa metáfora, tuvimos que poder
olvidar su origen. Todo acto de cultura para Nietzsche es un acto de metaforización que olvida
su carácter ficcional, es un cuento que escribimos pero que olvidamos que era un cuento,
entonces de repente cobro vida y allí está Dios como si fuese algo real, cuando en realidad es
una creación de lo humano. Es una creación que lo humano creo para un objetivo,
básicamente para hacer tolerable la existencia, pero si recordamos que esa metáfora que
creamos es una creación nuestra, no funciona, ¿de qué sirve?. Son metáforas hechas para que
ordenen una realidad pero que funcionan en la medida en que olvidamos su origen. No es
patrimonio de la metáfora de Dios, lo mismo hicimos con otras metáforas, dice Nietzsche, no
sólo inventamos a Dios, inventamos el bien, inventamos la verdad, inventamos la belleza,
inventamos esa cosa horrible que es el amor, inventamos la amistad, inventamos el YO y
creemos que somos individuos, que somos únicos y que no dependemos de otra cosa. Para
Nietzsche todos esos grandes valores son claramente metáforas que el hombre pone en
funcionamiento y que olvida su origen. Es muy interesante pensar algo así como ese pacto
ficcional que hacemos todo el tiempo nosotros para que la cosa funcione. Porque de todo lo
que nos rodea siempre le encontramos el yeite, a todo si queremos le encontramos la vuelta,
le encontramos el interés, entonces hay un “pacto de olvido” que hacemos como para que la
cosa funcione. Eso también es marca humana que todo puede ser de otra manera, pero si todo
puede ser de otra manera, todo puede ser de otra manera, también la maternidad, también el
trabajo, también la vocación, cualquier cosa si la queremos tirar hasta el límite se nos cae. Si
partimos de la premisa de que todo puede ser de otra manera, que es de donde parte
Nietzsche. El dice que hay que desenmascarar estos grandes valores, tiene una frase que es
“transvaloración de todos los valores”, atravesarlos. Para Nietzsche los valores no existen,
todo lo que nosotros concebimos como valores. Nietzsche dice que siempre que un valor se
nos ha presentado en occidente con la fuerza con la que el valor se impone, que es una fuerza
que olvida que en el fondo un valor remite a un interés, para Nietzsche un valor siempre
esconde un interés, hay intereses que no son positivos o a veces nos toca estar del lado del
que gana.
Hay un texto de Nietzsche, con el que se inicia “La insoportable levedad del ser” de Kundera,
que se llama “El peso mas pesado”, que dice “¿que pasaría si un día mientras dormís viniera un
demonio y se acercara a tu oreja y te dijese: toda la vida que tu vives la vas a repetir
eternamente siempre igual de modo tal que cada acto que realices va a estar presente en tu
vida por el resto de la eternidad, si mentiste serás eternamente un mentiroso, si
desperdiciaste tu vida, la vas a desperdiciar eternamente en cada nueva repetición de la vida,
no te daría pavura?”. Lo que hace es redefinir que es lo positivo y que es lo negativo, que es lo
bueno y que es lo malo, cómo mediríamos entonces las cosas, dónde pondríamos el acento. Si
repitiésemos esta vida siempre igual, ¿qué elegiríamos? ¿Hacer el bien o hacer el mal? No está
tan claro, ¿hacer el bien para quien o en relación a qué? ¿Y el mal en relación a qué?
¿Haríamos lo que se debe o lo que se quiere? Ahí está la polémica. No hace falta que venga el
demonio para que seamos todos esclavos del deber. Lo que está mostrando de algún modo
Nietzsche es como estos valores funcionan en la medida en que se presentan como valores,
como algo que vale por sí mismo con independencia del interés que se juega por detrás.
Siempre la clave de la metafísica, o sea de la forma en que occidente se ha fundamentado a sí
misma, es la objetivación, esto es, mostrar su autonomía de todo interés o creación humana y
mostrarse a sí misma como algo que surge de la naturaleza misma de las cosas. Si yo logro
instalar en la consciencia colectiva que hay cosas buenas o malas por naturaleza, entonces esta
ética, se vuelve una ética triunfante, a veces esa ética triunfante está de mi lado, a veces no.
Cuando el valor que triunfa nos deja afuera, por ejemplo, triunfa el valor de la belleza y
entonces todos los que son horribles dicen que ese valor lo impone el mercado, se pelean
porque eso los deja totalmente afuera del mercado de la belleza, para ese caso la estética es
una creación humana sujeta a los intereses del capitalismo global consumista, cuando
hablamos de la ética, no, porque somos los buenos. Lo que Nietzsche dice que los valores son
todas creaciones y remiten a cuestiones de poder, nos toque estar de un lado o del otro, no
vale que cuando ganamos son valores válidos, naturales y cuando perdemos son valores que
remiten a intereses. También remite a un interés el tipo de libertad que nosotros sostenemos
o al democracia tal como la entendemos, que para otros puede tener todas las dificultades o
exclusiones que puede tener para alguien que se para desde otro lugar y dice: “está bien, vivo
en una sociedad democrática pero me muero de hambre” y se coloca en un lugar
completamente distinto para analizar el fenómeno de la democracia, entonces uno va y le
dice: “pero ¿que estas diciendo? No hay nada mas preciado que la democracia” y el otro
responde: “claro, vos porque comes todos los días”. Nietzsche lo que hace en algún punto es
relativizar todos estos valores mostrando su lugar interesado, mostrar al valor como una
creación de interés y de interés de una parte, ni siquiera de una clase, porque no es Marx, es
mucho mas profundo que Marx, a mi gusto, porque marca esas relaciones de poder que
empiezan a habilitarse en cualquier tipo de relación que después Foucault escribe las grandes
maravillas en el Siglo XX donde muestra como clave de toda su teoría la idea de que el poder
no es, ni está puesto en una clase sino que se ejerce y son relaciones que se producen en
cualquier lado y en cualquier tipo de situación.
El hombre crea a Dios y olvida que lo creó, Dios funciona como metáfora, pero ese Dios que el
hombre creó es un Dios que llama a ser conocido, porque, lo mismo con el bien, lo mismo con
la verdad, creamos una metáfora, que es Dios y para que funcione tenemos que colocar en
otro lado, más allá del límite. Pero generamos en ese acto de olvido el deseo, Dios no es propio
de lo humano, la metáfora funciona, Dios se independiza, legisla y ordena al mundo y genera
en nosotros el deseo de llegar a el. Entonces todo el saber humano se va estructurando en la
búsqueda del conocimiento de ese Dios que está ahí arriba y toda la cultura humana se vuelve
un intento de conocer a Dios. Dios empieza a hacer malabares como para no ser conocido, en
todas las mitologías antiguas existe el relato que muestra la imposibilidad del hombre de llegar
a Dios, todas tienen una: la Torre de Babel en la biblia, el hombre que quiere llegar a Dios va
construyendo al torre y Dios le dice, hasta acá. En todos los mitos está ese momento en que el
hombre quiere ser como Dios y Dios le dice NO y se produce ese juego de histeria mutua entre
un Dios que creamos pero que olvidamos y que para que siga funcionando como metáfora
válida tiene que estar poniéndonos del otro lado de la raya y el hombre que intenta
denodadamente conocerlo. El hombre avanza en su intento y va conociendo cada vez más y va
descubriendo, quitando la cobertura para alcanzar la verdad, sacar un olvido. Avanzamos en
ese descubrimiento y cada vez mas vamos arrimándonos a la naturaleza de ese Dios que
queremos conocer. ¿Por qué lo queremos conocer? Dice Nietzsche: “Porque al colocarlo allá a
lo lejos, al colocarlo en la trascendencia se genera el deseo de querer llegar hasta el, se nos
vuelve un misterio al que queremos arribar”. Llegado el momento en que el hombre avanzó de
tal manera que fue descubriendo cada vez mas qué era Dios, dice Nietzsche, “el hombre llega
finalmente a conocer la verdadera naturaleza de Dios cuando el hombre descubre que Dios no
existe”. Es la inexistencia de Dios lo que el hombre llega a reconocer en esa tare que se da que
es la búsqueda del conocimiento de Dios, buscando conocer a Dios llega finalmente a una
certeza, que es que esa certeza no existe, que Dios no existe. Por eso está en la propia
naturaleza de la metáfora de Dios su muerte, para Nietzsche, desde el momento en que es una
creación de lo humano, en tanto esa creación al final de cuentas se siga sosteniendo como
creación va a dejar de tener efecto y esto es lo que sucede finalmente en el desarrollo de la
cultura occidental. Llegar a conocer que Dios no existe no es una tarea que se da la religión, es
una tardea que se da la filosofía y la filosofía se ve impulsada por ese deseo de querer saber.
Lo que el hombre busca no es demostrar que no existe, es alcanzar a Dios y lo alcanza, pero lo
alcanza en el momento en que descubre que Dios es una metáfora. El hombre finalmente
alcanza su objetivo que es conocer a Dios y lo alcanza en el momento en que descubre esta
impostación. Está claro que el Dios de los filósofos, el Dios que muere es el Dios
institucionalizado y está claro por qué para Nietzsche una vez que entendemos o que
descubrimos que Dios es una metáfora, lo que descubrimos en ese momento es que todo es
una metáfora y si todo es una metáfora podemos volver a creer, esta es la clave del planteo
nietzscheano. Al emanciparnos de la verdad de Dios nos emancipamos de toda verdad y al
emanciparnos de toda verdad nuestra relación con el sentido de las cosas cambia porque se
acaba todo dogma, se acaba toda verdad última y el hombre puede relacionarse con el sentido
de las cosas de una manera completamente emancipada, diversa, plural. El Dios
institucionalizado viene con todo un sistema de normas, cuando me saco de encima ese
paquete puedo volver a ese momento originario del que hablábamos al principio de la clase,
que es entender que mi relación con lo divino es en realidad una relación con lo que está mas
allá del límite, puedo volver a creer, a creer en ese sentido originario, el creer no como certeza
sino como duda, como atisbo. Entonces para Nietzsche la muerte de Dios es el retorno de la
creencia, la muerte de Dios posibilita que nuestra creencia no esté dogmatizada, no esté
normativizada, no tenga que seguir la encíclica de no se quien, no tenga que ser bendecida por
ningún rabino, que nuestra relación con la creencia sea como toda creencia una relación
anárquica, sin orden. El Dios de la iglesia es un Dios que ordena al mundo, una vez que nos
sacamos de encima esa metáfora se nos desestructura el orden de las cosas y entonces
nuestra relación es mucho mas desordenada con el sentido y nos posibilita ahondar nuestras
múltiples posibilidades de sentido. Eso tampoco depende de uno, no es que uno puede decir,
bueno creo en Dios, no creo en Dios, para Nietzsche es algo como mucho mas epocal, es signo
de un tiempo, es signo de una época. No es casual que se haya dado un avance en la ciencia,
en la tecnología como se viene dando, para que esa metáfora de Dios deje de tener efecto. La
gran mayoría de los milagros que se cuentan en los evangelios hoy la ciencia y la tecnología ya
los resuelve, es maravilloso visualizar como esa metáfora de Dios tiene que ver con su tempo.
Uno puede decir, buenos ya no las necesitamos, puede ser, yo no soy tan omnipotente, lo que
digo es que necesitamos otra metáfora de Dios para nuestros tiempos. Porque necesitamos
relacionarnos con lo que está mas allá del límite, o generar algún tipo de relación con la
pregunta por lo que está mas allá del límite. Ese Dios que convertía el agua en vino, no es ese
el milagro que a nosotros nos conmueve, porque el desarrollo de la tecnología corrió, desplazó
ciertas búsquedas que tenemos como seres humanos. La curación de una ceguera es un hecho
médico mas que posible, seguramente muchos de los ciegos de la época de Jesús hoy en día
sean curables. No es esa nuestra búsqueda, el tema es si hay una búsqueda todavía o si
decimos, como el Dios de la época de los evangelios ya es un Dios que hoy está demodé,
entonces no hace falta Dios. Dicho esto con respeto, en sus posturas mas extremas las
religiones que siguen queriendo sostener de manera ortodoxa, de manera bien firme y literal
las metáforas de otros tiempos, se vuelve difícil, porque como dice Nietzsche, obturan nuevas
posibilidades de creencia. Ya no es el tema que no se imponga un Dios al otro, si no que se lo
deje creer, para recuperar esa capacidad de creer y así dejar de negar. Lo interesante es
rastrear el inicio ¿dónde empieza esta locura por la fundamentación? Cuando decimos “Dios
ha muerto” el Dios al que nos referimos es evidentemente aquel que oficia de fundamento y
principio ordenatorio de la realidad, ese Dios es el principio o fundamento último de todas las
cosas, Dios es la respuesta final a todo lo que buscamos. Ese Dios es quien nos ofrece una
verdad, Dios ocupa el lugar de la verdad, para los que creen o creían en Dios la verdad estaba
homologada con la figura de Dios, de hecho lo dice la biblia: “Dios es la verdad”. Para los que
no creemos en ese Dios tenemos dos posibilidades o buscamos la verdad en otro lado, porque
Dios ya no es la verdad, por lo menos ese Dios y les diría ningún Dios, porque por como
venimos definiéndolo al pobre Dios de verdadero no tiene nada, está mas allá del límite, pero
es inexpresable, no podemos llegar a él, no podemos decir nada de él porque si no lo hacemos
humano. Si Dios ocupa el lugar de la verdad, para los que no creemos en el Dios de la tradición,
tenemos dos posibilidades, o buscamos a otro que ocupe el lugar de la verdad o dejamos de
creer en la verdad. La primera postura es la mas fácil, es la postura que siguió la cultura
humana, que es lo que dice Nietzsche, “matamos a Dios, el hombre se vuelve Dios”. Nietzsche
en el texto dice que lo humano tiene que hacerse cargo de ese lugar vacío y dice: ¿podrá? No,
claramente. Dios no es la verdad, ¿alguien más ahora ocupa el lugar de la verdad? ¿Quién hace
de Dios? La ciencia, que es un producto del hombre, o sea, el hombre hace de Dios. ¿Puede el
hombre hacer de Dios? Lo intenta, el fracaso del hombre haciendo de Dios es mucho mas
contundente que el fracaso de Dios haciendo de Dios, a Dios le llevó un tiempo derrumbarse,
al hombre le llevó muy poco porque creyó que con la ciencia se podían alcanzar las grandes
verdades, que podía hacer las grandes revoluciones y llegar a la justicia, todo lo que el hombre
toca lo destruye. Hay un momento de la cultura humana llamada el iluminismo, donde en el
Siglo XVIII el hombre todavía tiene esa especie de inercia, esa especie de omnipotencia.
Rousseau, un gran pensador, excelente en muchas de sus líneas, las políticas, las educativas,
cuando habla de la razón dice “la diosa razón”, le da como un carácter casi de omnipotencia. Si
el hombre hace de Dios, el mundo que estamos construyendo de paraíso no tiene nada, o sea
que ese reemplazo no funcionó. También podríamos decir que es un cargo que le quedó
demasiado grande al hombre, hacer de Dios y que para eso habíamos inventado a Dios, por ahí
el erro es querer seguir sosteniendo que existe un fundamento último de todas las cosas. O
sea, reventamos a Dios o Dios se reventó entonces tratamos de poner en ese lugar a otra
figura, el hombre, el hombre no, entonces ¿qué? Es una búsqueda tal vez infructuosa, tal vez
lo que hay que hacer es romper el paradigma y pensar que si dios no es la verdad no hay otra
figura que haga de verdad, sino que lo que tenemos que desterrar es la idea de la verdad. Por
ahí Dios lo que nos estaba proponiendo era una cosa mas profunda como metáfora, nos
estaba descubriendo la necesidad que tiene el hombre de creer en la verdad, ¿pero
necesitamos creer en la verdad? En nombre de la verdad se han cometido los mas grandes
exterminios de la historia, porque la verdad es lo que justifica o lo que hace posible que
cualquier tipo de sojuzgamiento se vuelva legítimo y sobre todo legal, porque en nombre de la
verdad no hay disputa democrática, a la verdad no se la discute, es la verdad, tiene la fuerza de
las cosas. Cuando Nietzsche hace estallar la metáfora de Dios va por mas, quiere hacer estallar
algo mucho mas profundo que es la idea de que existe lo verdadero, Nietzsche va a decir que
no hay verdades, hay interpretaciones, no es que dice que al hombre no le importa la verdad
lo que muestra es que la verdad es siempre una construcción hecha desde algún tipo de
interpretación y entonces todo se trata de una batalla por la verdad, de una batalla
comunicacional, donde el que construye el sentido de la realidad instala su interés como
verdad y si la instala como verdad logra su cometido que es hacer pasar su propia lectura
como si no fuese una lectura, si no que remite a la verdadera naturaleza de las cosas. Esa
misma estrategia que hicimos con Dios la hacemos hoy con otros valores, con el valor de ser
independientes, por ejemplo. De cualquiera de las partes en conflicto todos hablan en nombre
de la verdad y hacen del otro el negador, cuando en realidad todos están hablando en nombre
de un interés. Lo que nos quiere mostrar Nietzsche es que en el fondo no es ni malo ni bueno
hablar del propio interés, lo que pasa es que en la medida en que uno pone en claro que uno
habla en nombre del interés, éste se deflaciona un poco. Si asumimos que todos somos
interesados, aunque no parezca en ese juego de intereses mutuos, alguno asume que no tiene
la verdad pero que el otro tampoco y ahí se puede habilitar un diálogo, tal vez incluso desde el
conflicto. Nietzsche rastrea hacia atrás el origen de la metáfora de Dios, de la metáfora del
bien y alcanza un lugar emblemático, que es tal vez su segunda teoría mas famosa que es lo
que él describe en su primer libro, tal vez el libro mas entendible, porque cada vez se vuelve
mas metafórico, mas literario, que es “El origen de la tragedia”, su primer libro, donde el hace
como una revisión de la mitología griega y dice: “estas ideas de la verdad, como verdad
objetiva, ¿de dónde sale esta idea de que la realidad tiene un orden, de que el mundo está
ordenado a través de un fundamento, dónde aparece, cuándo nace? Se pregunta Nietzsche en
“El anticristo”, ¿Quiénes son los grandes responsables de la decadencia humana? Nietzsche
habla de dos personajes: Sócrates y Jesús. Son dos personajes que a Nietzsche le generan la
ambigüedad típica de aquel que ve en ambos el origen del mal pero al mismo tiempo la
potencialidad de haber llevado la cosa para otro lado. No los responsabiliza, si no que entiende
más la lectura que se hace de sus propias vidas lo que para el es fruto de la decadencia. ¿Por
qué hay decadencia? Porque para Nietzsche vivimos en el nihilismo, el nihilismo remite al latín
nihil, que significa nada. Vivimos en el nihilismo porque para Nietzsche la metafísica de origen
griego y en su continuidad cristiana han hecho de nuestro mundo terrenal, nada. Porque lo
que han desplazado es el sentido de la vida al haberlo puesto en una vida trascendente, para
Nietzsche el gran problema con la religión es que la religión nos vuelve nihilistas. Para
Nietzsche básicamente somos vida, somos cuerpo, todo lo otro ya es una creación metafórica,
ni hablar del alma, que es una creación que el hombre genera para poder soportarse a sí
mismo. En “El origen de la tragedia” Nietzsche dice: “vamos a analizar la mitología griega,
porque el primer decadente fue Sócrates porque él decía que la verdad no está en este mundo
y que en este mundo tenemos que comportarnos debidamente para después alcanzar el
mundo de las ideas”, es un pre Cristo, porque las verdades platónicas no son verdades de este
mundo si no, de un mundo superior, mas perfecto, la perfección no es de este mundo, eso
decía Sócrates-Platón. Nietzsche dice “vamos hasta el origen de la decadencia, Sócrates, antes
había dioses. No había dioses buenos y dioses malos, el bien y el mal tal como nosotros lo
entendemos es un invento judeo cristiano, cargado de la moralidad que implica el bien y el mal
para nuestra tradición bíblica. No es que no había bien y mal en otras culturas, pero pasaba
por otro lado, en principio, en la tragedia griega no pasaba por la responsabilidad, no es que
alguien se portaba bien y entonces le iba bien, eso lo dice la ética cristiana “si sos bueno, te va
a ir bien en la vida y te va a ir bien después de la muerte”. Las grandes tragedias no están
atravesadas por la ética, la ética lo que nos da es como cierto sentido. El bien y el mal tal como
lo entendemos nosotros es una modalidad, no prueba nada. Entre los dioses griegos había dos
con una particular incidencia en la conducta de los hombres, uno era Dionisio y otro era Apolo.
Apolo era un Dios bastante particular, era como el secretario de Zeus, era el Dios correcto, era
la belleza, bello en el sentido griego, era un Dios armónico, hiper racional. Apolo es el Dios del
oráculo de Delfos, el Dios de la sabiduría en algún punto, del conocimiento, de la razón. La
Diosa de la sabiduría era Palas Atenea, este era más el Dios de la razón, el Dios de la palabra y
la palabra es básicamente acción conceptualizadora, individuadora (palabra inventada) en el
sentido de que la palabra lo que hace es individuar, marcar diferencia. Era un Dios lampiño, era
el Dios de la mesura, pero desde ese lugar le llegaba a todos, aparece como el Dios de la
simetría, el Dios del orden. Hay una famosa historia de un jovenzuelo que Apolo quiere
conquistar, el muchacho se escapa porque no quiere ser poseído por el Dios, entonces cuando
Apolo lo atrapa lo castiga y lo convierte en un trébol (creo). Le afloran algunos elementos que
no condicen con la lectura más reductiva de Apolo como el orden, como la racionalidad.
Del otro lado Dionisio, Baco, el Dios del vino, de la embriaguez, de la borrachera, el Dios que
rige las orgías, un Dios totalmente desmesurado, totalmente impulsivo, era peludo, no se le
reconocían las facciones de la cara, des diferenciación, no se diferencia un ojo de la nariz,
también en las orgías que el regía está esta cosa de mezcla, de des diferenciación que es lo
contrario a la individuación de Apolo, por eso Dionisio no es el Dios de la palabra, es el Dios del
arte. En Dionisio está la música, está la pintura, pero es su sentido más expresivo, mas
desmesurado, Dionisio es la pasión, el instinto más puro, la inmediatez. Apolo es la mediación,
el filtro, en un leguaje más freudiano diríamos, la represión, pero una represión que se
institucionaliza, la palabra es filtro, la palabra es mediadora. Cuando algo duele fuertemente,
está Dionisio, Apolo viene a salvarnos y explica el dolor, cuando el dolor se explica duele
menos y después cuando el dolor se institucionaliza se hace medicina o se hace química y
duele mucho menos porque están los remedios o las prácticas, técnicas que pueden ir
morigerando nuestro dolor originario. Pero hay algo del dolor originario, de la inmediatez de
ese dolor, de la experiencia primitiva que es que duela, que se pierde. Apolo viene a salvarnos
a costa de generar una distancia con nuestra condición originaria, es un filtro y sobre todo el
pensamiento es un filtro, el pensamiento viene a alejarnos de nuestras sensaciones corporales
primeras, esto sucede para el dolor. En el placer pasa exactamente lo mismo para Nietzsche,
una cosa es el placer, el goce, y otra cosa es lo que hacemos nosotros que es todo el tiempo
filtrar el goce con el pensamiento, Nietzsche dice que si experimentáramos el goce de verdad
nos moriríamos. Es tan intensa la existencia, es tan intensa la realidad, es tan intenso mundo,
es tan extraordinario que en realidad es una locura. El hombre inventó a Apolo, quien viene a
mediar, a generar una distancia para que sea llevadero, Apolo es Dios, Apolo es la verdad, la
razón, el YO, el bien. Apolo son todas las instituciones que tienen un único objetivo: ordenar
para alejarnos de esa sensación dionisíaca primigenia que si la viviéramos abiertamente
seríamos un volcán y explotaríamos. Dionisio nos muestra el devenir de las cosas la
contingencia de la realidad, la experiencia de algo que en su intensidad también se nos
muestra efímero. Dionisio es maravilloso porque realmente nos coloca en un lugar de
sensibilidad único, pero es insoportable, dice Nietzsche, en el sentido etimológico, imposible
de ser soportado por una existencia finita como la nuestra que necesita de cierta mediación, o
sea, sobrevivimos a costa de un olvido, a costa de una distancia, de un filtro, Dios, la verdad,
llamémoslo como sea. Estamos todo el tiempo haciendo ese ejercicio de distinguirnos de esa
totalidad en la que estamos imbuidos que si nos abriéramos a ese nirvana nuestra capacidad
de conexión se vería desbordada. En Dionisio está todo des diferenciado, por eso tomamos a la
orgía no desde un lugar gracioso, sino, desde el lugar de la des diferenciación que al mismo
tiempo nos conecta con otra realidad. El matrimonio, las relaciones vinculares también están
apolinizadas, también son apolíneas, donde una relación vincular convirtiéndose en un
contrato es una manera de hacer soportable una relación que al mismo tiempo la mata,
porque la relación se soporta, hay una naturaleza del vínculo que si fuese dionisíaca no
andaría, lo que hace uno es colocarla en un contrato. Nietzsche va a decir: ¿cuál es el Dios
bueno y cuál es el malo? ¿Apolo o Dionisio? Para la tradición occidental es Apolo, Dionisio es
todo el mal. Para los griegos no, los lunes iban y adoraban a Apolo, los martes a Dionisio, eran
dos Dioses que libraban en todo caso una tensión constitutiva en el alma de las personas.
“Somos un campo de batalla entre Apolo y Dionisio”, decían los griegos de esa época y por eso
tenían ese tipo de cultura, la educación iba por otro lado, los chicos en la época de la tragedia,
iban con 4 o 5 años a ver las representaciones teatrales donde se mostraban las peleas, las
infidelidades y las violaciones de los dioses, así se educaban, no agarraban un libro, sino tener
experiencias sensoriales, era otro tipo de lógica, porque Dionisio tenía una presencia fuerte.
Hay lecturas de Nietzsche que intentan mostrar que Dios Apolo ha muerto, vuelve Dionisio,
pero nunca puede totalizar al ser humano, nunca hay una idea del retorno de lo dionisíaco y el
desmembramiento de Apolo. Lo que hace Nietzsche es una lectura histórica, dice: “Apolo
triunfó” y habla del destierro de Dionisio, ¿Dónde está desterrado Dionisio? En el matrimonio,
en el sentido del contrato estratégico que se realiza para encorsetar una relación que tiene
que ver más con lo dionisíaco que es el amor y que se ve desterrada en esta construcción
apolínea. Apolo triunfa sobre Dionisio, lo destierra, se instala en todas las instituciones, toda la
institucionalización de occidente es apolínea. Se trata de recuperar a Dionisio para retornar al
estado de tensión originaria como se presentaba en la época de los griegos. Pero no depende
de nosotros, no es querer ser dionisíaco, es algo mucho más estructural, Apolo está presente
en la ley, la ley es apolínea.

Espinosa es un interesante puto de ruptura de la tradición religiosa en su conceptualización de


Dios, el Dios que empieza a manejar Espinosa es un Dios que se pelea con la idea de Dios de la
tradición teológica, entonces Espinosa quiere recuperar un concepto racional de Dios y lo
homologa a la naturaleza. Para Espinosa Dios es naturaleza y habilita una manera de pensar a
Dios que después de va a ir exacerbando en la filosofía de Nietzsche.

La ciencia no es verdad pero busca la verdad y en esa búsqueda de la verdad se reconoce a sí


misma como una disciplina hipotética conjetural y reconociendo que esa búsqueda es una
búsqueda que nunca va a ser final.

Cuando el creyente tradicional dice “creo en Dios” utiliza el verbo creer en relación a la FE,
hace de esa herramienta del conocimiento una herramienta de mayor validación que la razón.
Mi razón no alcanza para poder conocer a Dios, entonces por medio de la fe alcanzo ese
conocimiento, la fe se te presenta como creencia, entonces este creo remite a una certeza, no
es una certeza racional. Se coloca a la fe en la tradición cristiana incluso por encima del
conocimiento racional.

Para Nietzsche no hay unidad del YO, Dionisio en su des diferenciación muestra que uno es
muchos y va a insistir en que no hay un YO, uno es una configuración casi esquizofrénica de
diferentes fragmentos que combaten entre sí. Somos muchos que además tenemos intereses
diferentes, entonces nuestro YO es siempre el triunfo de una faceta por sobre las otras,
porque si nos asumimos como esta especie de compulsa entre los retazos que nos constituyen,
nos da vértigo, nos volveríamos locos, necesitamos una unidad, entonces hacemos de la
identidad un producto, algo definitivo, algo a lo que alcanzar, ahí opera Apolo. Nietzsche va a
decir que ese YO unificado es más nocivo que la multiplicidad de yoes.

Dionisio es el arte, la época de Nietzsche es la época de la aparición de la pintura abstracta, la


época del post impresionismo, el está viendo ese proceso de des realización que se produce en
el arte y eso es para él la vuelta de Dionisio. Nietzsche tiene como un amorío muy fuerte con
Wagner, en un momento el dice que Wagner es Dionisio y después se frustra, se pelea con
Wagner y lo destruye. Las relaciones biográficas de Nietzsche funcionan en su teoría por
ejemplo porque después se pelea con Wagner y el humano demasiado humano lo destruye. El
busca en el arte, cuando Nietzsche ve el triunfo de Apolo, en una primera etapa dice que se
puede recuperar a Dionisio haciendo arte. Después en su camino de mayor radicalidad en
algún momento va a decir “ni el arte ha podido salvarse de Apolo.” Es como una especie de
profetización y pre anuncio de las industrias culturales, es lo que hoy llamaríamos la muerte
del rock and roll, el rock and roll es muy dionisíaco en su origen y luego se apolinizó. Nietzsche
tomas dos dioses de la época de la mitología y genera con ellos una ontología del presente,
hace de ellos un par de conceptos para explicar el mundo en el que vivimos. Eso es para mí la
grandiosidad de la filosofía.

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