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homicidio sin mancharse con estas culpas morales. La voluntariedad implica


una identificación personal (una valoración y una toma de posición positiva
con el amor o negativa con el odio y el rechazo) con la acción querida8, que no
se da en el conocimiento (el hombre no se convierte en ladrón simplemente por
saber que se ha cometido un robo). La voluntariedad es la expresión inmediata
de la persona. Esta resulta implicada como persona en cada acto de la
voluntad9, y por esto toda determinación de la voluntad hacia un objeto es
siempre también autodeterminación, es decir, acto por el cual la persona se
autodetermina. Pertenece a la esencia misma del querer que el yo personal
reclame para sí lo que es querido, aprobándolo o rechazándolo, mientras no
vincula consigo lo que es objeto del simple conocimiento. La voluntariedad no
es nunca neutral, y si alguna vez se la describe como neutral es porque se
desconoce su íntima esencia10. Esta autorreferencialidad del acto humano
explica por qué Dios «retribuirá a cada uno según sus obras»11.

d) Actos voluntarios elícitos y actos voluntarios imperados

Se llaman elícitos los actos voluntarios realizados directamente por la


voluntad (amor, odio, decidir una compra etc.). La persona como centro
espiritual toma posición ante un objeto (ama, odia, aprueba, desaprueba, elige,
decide, etc.). Los actos elícitos pueden referirse también a objetos que no
están en su poder; así, por ejemplo, se pueden amar u odiar las cualidades de
otra persona, se puede desear que tenga éxito en sus actividades o que fracase,
aunque no se haga nada para promover u obstaculizar estas cualidades, éxitos
o fracasos. Pero con mucha frecuencia los actos elícitos proyectan o eligen
acciones realizables o realizadas (se decide ir de vacaciones en tal fecha,
comprar un vestido, etc.), y aplican las facultades operativas (las manos para
conseguir algo, las piernas para correr, etc.) para realizar lo que se ha decidido
hacer. Una posible interpretación errónea de la naturaleza de los actos elícitos
es pensar «que consisten en actos que no sólo se originan inmediatamente a
partir de la voluntad sino que también terminan “en” la voluntad, nunca en
alguna potencia sujeta a la voluntad; en otras palabras, pensar que per se
constituyen sólo relaciones volitivas, y nunca constituyen per se cualquier otro
tipo de relación, i.e. una relación que implique alguna otra potencia además de
la voluntad»12. El acto elícito de querer mover las piernas para caminar (uso
8
Esto no quita que existan actos voluntarios realizados con una cierta repugnancia,
como tomar una medicina de sabor desagradable: lo que aquí el agente busca –con lo que
se identifica– es la salud no el sabor.
9
Cfr. K. WOJTYLA, Persona y acción, cit., cap. III (pp. 123-172); L. POLO, Curso de
teoría del conocimiento, Eunsa, Pamplona 1984, vol. II, p. 229.
10
Cfr. Veritatis splendor, n. 78.
11
Rm 2, 6. Cfr. Sal 62, 13; Pr 24, 12; 2 Co 5, 10.
12
S. L. BROCK, Acción y conducta, cit. p. 218.

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