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Año con año, la sociedad cambia a un ritmo inimaginable.

Los paradigmas a través de


los cuales se concibe el mundo son cada vez más exigentes. Se suman descubrimientos
tecnológicos y científicos que vienen a cambiar la mentalidad de las personas y al mismo
tiempo a condicionar nuestro actuar. Formamos parte de un sistema globalizado centrado en
la economía y supervivencia individualista. Hemos llegado a un punto en el que los cambios
son tan constantes que debemos adaptarnos a ellos obligatoriamente en un tiempo mínimo.
Pero detrás de todo esto, tenemos un sistema educativo inmóvil, tradicional, desfasado y
desgraciadamente impuesto.

Si bien es cierto, cada país es un pequeño mundo con sus propias necesidades y
deberes en los que la educación debería ser el ente más importante. Sin embargo,
preguntémonos ¿Cuál es el rol que la educación tiene en Honduras? ¿Qué papel juega el
maestro en una sociedad egoísta, corrupta y sin empatía? ¿Qué puedo aportar yo como
maestra de FLE a un sistema educativo que se niega a cambiar la cultura de enseñanza-
aprendizaje tan pasiva que persiste?

Es importante mencionar como primer punto, que en Honduras la situación tanto


política, como social, económica y educativa se encuentra en una posición alarmante. Ahora
bien, si nos centramos en el sistema educativo y su papel en este país, me atrevo a afirmar
que la educación en Honduras sigue jugando el mismo rol que hace cientos de años: formar
personas incapaces de sentirse libres. El sistema educativo que persiste nos mantiene presos
en aulas de clases. En la mayoría de los casos; por no decir en todos, se nos niega la
oportunidad de expresar nuestro verdadero pensar y se nos impone uno. Eso en mi opinión, es
privar de libertad a las personas desde muy temprana edad. Neill (1979) nos explica que “La
libertad… otorga una gran dosis de tolerancia.” Del mismo modo nos hace ver que “La
libertad hace del niño una persona con la resistencia necesaria para enfrentarse a las
dificultades que se le presenten en su futuro.” (pp.11) Sin embargo, nuestro sistema no forma
personas libres, sino más bien competidores individualistas, incapaces de tolerar un punto de
vista diferente al suyo.

Pensemos ahora en el papel que juegan los maestros en nuestro sistema y sociedad.
Un maestro marca vidas y forma seres humanos. Para nuestra desgracia, contamos con
maestros teóricos que buscan llenar de información a los estudiantes y que esperan fielmente
calificaciones “excelentes” sin tomar en cuenta que sus alumnos aborrecen lo que estudian.
Es entonces cuando podemos decir que los maestros no sienten empatía hacia sus estudiantes,
que los maestros simplemente responden a las exigencias de este sistema impuesto y no a la
realidad de sus centros y alumnos. En una sociedad como la nuestra, dónde la educación es
desvalorada y la corrupción está inmersa en cada pequeño sector que conforma el país, el
maestro puede ser la única esperanza de salvar a las futuras generaciones. Como nos explica
Chehaybar (2007) “Un docente consciente y comprometido con su papel social es uno de los
elementos que permitirá reforzar la pertinencia de la educación” (pp. 6) Partiendo de esto,
puedo decir que considero como compromiso personal el hecho de crearme un sentido de
solidaridad para con mis estudiantes, tomando en cuenta las diferentes realidades, intereses y
necesidades de nuestra tan frágil sociedad hondureña.

Desde mi posición como maestra de francés lengua extranjera, siento que mis aportes
a la cultura de enseñanza aprendizaje pueden ser muchos. Por un lado, estoy capacitada para
trabajar con todo tipo de público y desde un área específica como lo es francés, puedo crear
en mis estudiantes un sentido crítico, a manera de que sean capaces de juzgar por ellos
mismos su aprendizaje y de igual modo que sepan exigirse y exigir lo que crean conveniente
para su propia educación. Por otra parte, considero un punto realmente importante, crear en el
estudiante una autonomía en el aprendizaje, proporcionándole al mismo tiempo estrategias
para que vea todo de lo que puede ser capaz por él mismo. De la misma manera, si oriento mi
enseñanza a un punto de vista plurilingüe y pluricultural, estaré formando personas que
sabrán valorar, comprender y respetar opiniones completamente diferentes a la suya. Soy
totalmente consiente que no puedo cambiar todo un sistema por mi sola, pero también creo
que de uno en uno, como maestros podemos llegar a crear en las generaciones futuras, una
mentalidad que les lleve a romper completamente con este sistema que no hace más que
matar la curiosidad y ganas de aprender.

En conclusión, ante tantos cambios que dan pasos agigantados en el mundo y frente a
los tantos problemas por los que la educación hondureña atraviesa, es necesario comenzar a
pensar en pequeños actos que a la larga darán enormes resultados y somos nosotros, los
docentes quienes estamos al frente de esta tan difícil tarea de contradecir un sistema que no
permite que se le contradiga.
Bibliografía

Neill A. S. (1979) Hablando sobre SUMMERHILL. Editores Mexicanos Unidos


recuperado de https://omegalfa.es/downloadfile.php?file=libros/hablando-sobre-
summerhill.pdf

Chehaybar y Kuri, Edith (2007). Reflexiones sobre el papel del docente en la calidad
educativa. REencuentro. Análisis de Problemas Universitarios, (50). ISSN: 0188-168X.
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=340/34005013

Quintana J. M. (2005) Crítica pedagógica de los sistemas educativos occidentales


Ensaio: aval. pol. públ. Educ., Rio de Janeiro, v.13, n.46. Disponible en
http://www.scielo.br/pdf/ensaio/v13n46/v13n46a03.pdf

Salgado R. (2001) LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN HONDURAS. Theorethikos


Revista electrónica Universidad Francisco Gavidia año V, N°002 (julio-diciembre) San
Salvador, El Salvador. Disponible en http://www.redalyc.org/pdf/116/11650208.pdf

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