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Beneficencia.

La reflexión bioética tiene que superar tanto la moral religiosa como los códigos
deontológicos y debe fundamentarse en las diferentes teorías filosóficas como un
paradigma de racionalidad ética, el cual da un marco necesario para una propuesta
operativa con orientaciones específicas y discernimientos reflexivos de la práctica
biomédica [CITATION Tho11 \l 2058 ].

Las diferentes concepciones bioéticas han hecho aportes valiosos en la fundamentación


de la moral común, permitiendo acceder a las investigaciones y avances tecnológicos con
responsabilidad sin destruirnos como seres humanos, por lo tanto el principalísimo
permite un punto de partida para un dialogo responsable y que se mantenga una
coherencia moral[ CITATION Lau93 \l 2058 ].

En los 70´s los bioeticistas americanos justificaban posibles soluciones a conflictos


morales médicos con principios morales abstractos.

Un personaje llamado Beauchamp, quien era consecuencialista, presumía que el fin


fundamental de la moralidad es el bienestar de los seres, mientras Childress se inclinaba
por la deontología; así que ciertos tipos de actos están categóricamente proscritos sin
importar las consecuencias, posteriormente convergen en el nivel de los principios que
engloba la convergencia de diferentes categorías y ofrecen recomendaciones, además de
ser una respuesta práctica en los debates de filosofía moral. Los autores mencionados en
el presente párrafo dicen que los principios deben ser traducidos o concretados en
normas particulares como la deliberación de principios morales a partir de principios
generales y determinar el principio que debe prevalecer en una situación concreta.

Los principios son 4:

Autonomía: requiere de tomar decisiones autónomas, es decir elecciones intencionadas


de agentes que comprenden su acción y que no están bajo influencias externas. No
requiere la intervención de otros cuando ya ha sido elaborada aun si pudiera pensar que
es imprudente o boba, engloba también el proteger la capacidad de los agentes para
actuar autónomamente (el ejemplo más representativo es en consentimiento informado).

La justicia implica la moralidad de las instituciones (distribuciones justas e iguales) y es de


tipo distributiva, lo cual significa que hay que darle a cada quien lo que merece.
Los 2 principios más importantes para fines de esta tesis, son beneficencia y no
maleficencia, la cual desarrollo con más profundidad.

La beneficencia implica el actuar para el beneficio de los demás, siempre actuar en


bienestar del otro, según Beauchamp y Childress en su libro “¿QUÉ LIBRO?- ESCRIBE
EL NOMBRE DEL LIBRO ENTRE COMILLAS” [ CITATION LBe09 \l 2058 ], nos dicen que
dentro de la moralidad también se incluye el realizar todas las formas de acciones que
beneficien a los demás, incluso más allá de los propios intereses. Nos mencionan que la
beneficencia es un principio “prime facie”, ya que denota más responsabilidad que el
principio de “no maleficencia”, porque no solo es la abstención de hacer un daño, sino que
además debemos adoptar medidas positivas para ayudar a los demás.

Estos autores nos definen a la beneficencia como acciones que implican la piedad, la
bondad, la caridad, el altruismo, el amor y la humanidad. Ellos dividen la beneficencia en
los dos principios siguientes:

1) Beneficencia positiva: es la que protege el suministro de los beneficios. Es un


ideal, ya que no demanda obligatoriedad para muchos de sus actos, por ejemplo la
donación de órganos al ser un acto altruista y de caridad.

2) Beneficencia de utilidad: es la que exige conocer el beneficio que se obtiene con


una determinada acción y posteriormente comparar las ventajas y las desventajas
que darían el llevarlas acabo

Nos proponen algunas reglas morales de beneficencia obligatoria que cito a continuación:
a) Proteger y promover los derecho de otros, b) prevenir que ocurra algún daño a otros, c)
evitar condiciones que causen daño a otros, d) ayudar a las personas que tienen alguna
discapacidad y e) rescatar a los individuos en peligro[ CITATION lBe09 \l 2058 ].

Distinguen la reglas de beneficencia con las de no maleficencia, en que en las primeras


son positivas, mientras que en las segundas se consideran negativas de la acción; las
primeras no siempre deben seguirse imparcialmente, mientras que las segundas sí; las
primeras no proporcionan razones de castigo moral, mientras que las segundas siempre
tienen un castigo.
Otra diferencia entre estos dos principios es la adhesión imparcial de los requerimientos
positivos de acción, lo cual también implica hacer la distinción entre beneficencia general
(todas los individuos) y específica (grupos particulares con los que se tiene un vínculo por
ejemplo: niños, ancianos. mujeres, jóvenes), estas demandas de acciones positivas, en el
primer tipo de beneficencia, se refiere a aplicarlas para la totalidad de individuos, mientras
que en el segundo tipo de beneficencia, se dan a aquellos con los que tengamos una
relación moral especial.

La beneficencia para la bioética representa una obligación, lo que genera 2 reglas para
complementarla: acrecentar al máximo los beneficios y disminuir los posibles daños

En la beneficencia se generan unas reglas para denotar la obligación de rescatar a otro


(“x” tiene la obligación de beneficiar a “y”), aunque no lo conozcamos, dichas reglas son
las siguientes: a) si “y” está en riesgo de ser dañado o de una pérdida significativa como
su vida, b) que la acción de “x” es necesaria para evitar ésta pérdida significativa, c) que
la acción de “x” representa altas probabilidades de evitar el daño, d) que la acción de “x”
o represente un riesgo significativo para sí mismo, e) el beneficio que “y” espera obtener
supera cualquier perjuicio de “x” [CITATION LBe091 \n \l 2058 ].

Sin embargo, aún existen dudas de los límites de que una beneficencia especifica se
pierda cuando la ética de obligación individual se contraponga a problemas sociales de
gran magnitud, pero se admite que la gran mayoría de las obligaciones de beneficencia
específica, se basa en la relaciones específicas como la familia, las grandes amistades,
algunas promesas que nos comprometen o roles que implican la responsabilidad, todo
esto involucra la reciprocidad, que significa devolver de alguna forma el beneficio que se
dio; porque al realizar algún acto estamos involucrando a otras personas, ya que somos
interdependientes hasta el realizar un acto autónomo y estaríamos involucrando a otros
individuos.

La beneficencia está constituida por dos elementos, uno material moral y otro el poder de
hacer el bien. La beneficencia empieza con la religión cristiana, pues fueron los cristianos
quienes establecieron la comunidad de bienes, un ejemplo de ello es cuando el rico
dejaba su sobrante para proveer al pobre, tal es el caso de San Pablo, quien comunicó a
los corintos que hubiera una igualdad, pero cuando se extendió el cristianismo, el
comunismo que se había establecido fue imposible evitarlo, porque cuando los obispos
empezaron a recolectar las limosnas, se tornaron obligatorias y un deber para el cristiano.
Estas propinas estaban destinadas de la siguiente manera: una parte para el culto y
comidas públicas, y otra para la caridad, el clero y los pobres. Hasta finales del siglo III
cuando la iglesia ya tenía la posición de bienes raíces, se fundaron asilos, hospicios y
hospitales para enfermos desvalidos y peregrinos.

La beneficencia tenía ese carácter individual que le daba a cualquier cristiano el deber de
socorrer a su prójimo o menesteroso sin tener ley relativa, pues cada cual seguía
haciendo el bien de sus inspiraciones individuales. En el siglo VI se establecieron
comunidades religiosas que se fueron multiplicándose, éstas al principio carecían de
regla, pero como destinaba una gran parte de sus bienes al desarrollo de los necesitados,
se consideró como una consoladora de los males que afligen a los desvalidos. Así la
beneficencia, se confundió con la religión que para una fundación benéfica acudiera con
el obispo y más adelante al papa, cuando fue considerado como jefe de la iglesia.

El terreno que recobró la patria y la religión cristiana, fue el mismo recobrado por la
beneficencia que volvió a ofrecer asilos al dolor y las principales creaciones de la
beneficencia fueron fundaciones piadosas donde se decidió hospedar peregrinos, se
recoger transeúntes, dar asilo a las personas de la tercera edad, socorrer a los enfermos,
cuidar a los enfermos, dotar a las mujeres pobres, así como dar medios para seguir la
carrera eclesiástica a quienes carecían de dichos medios.

En España se vio la multiplicación de los establecimientos benéficos para recoger a los


enfermos de lepra, cuya beneficencia data del siglo XIV.

Los intereses sociales podrán ser conservados con la medicina dedicada al bien de cada
enfermo, pues todos tenemos momentos de vulnerabilidad que llevan a pedir ayuda a un
médico, ya que tiene responsabilidad de concederla.

El fin interno del trasplante de órganos es el bien del paciente receptor y del donador, un
bien que se va desglosando en una serie de bienes, tales como modificar la calidad de
vida del paciente receptor, promover la salud, dar un esperanza, asistir a aquellos
vulnerables, cuidar con amor y respeto al paciente donador, evitar la pérdida de órganos
que aún son viables para salvar vidas y tener respeto al cuerpo del donante

Platón dice que la idea del bien está por encima de todas las demás y es digna de mayor
consideración, que el bien es la causa última de todas las ideas y de todas las cosas, la
causa del ser y de la inteligibilidad de todas las ideas [ CITATION HHC12 \l 2058 ].
Otro ejemplo de beneficencia se puede observar dentro del juramento hipocrático, en
donde está el código occidental basado en los principios de beneficencia y no
maleficencia, al inculcarnos el no dañar, abstenerse de injusticias y corrupción, además
de guardar el secreto profesional los principios de beneficencia

El informe Belmont habla sobre el respeto por las personas, beneficencia y justicia.

Aristóteles habla de un ejemplo del móvil del fenómeno moral e indica que lo bueno se
presenta en la ética nicomáquea, donde menciona que “todo arte, toda investigación y
toda acción y opción tienden a algún bien; por este motivo se ha afirmado con tino que el
bien es aquello a que tienden todas las cosas” [ CITATION Ari31 \l 2058 ]. Estamos de
acuerdo que el bien es la felicidad, pero el problema resalta en definir qué es la felicidad,
pues si la definimos con base a lo que queremos individualmente y las acciones que
realizamos para lograr ese fin, que no está determinado por otra cosa más que por lo que
dicta el alma y la razón, de esta forma se estaría reflejando un proceso vano y vació, ya
que solo aludiríamos al bien propio, pero siempre es más satisfactorio el bien comunitario.
La felicidad la discuten los vulgos y los sabios de forma diferente, ya que para unos es el
vivir bien y para otros es el actuar bien, por eso se atribuye a que el bien se presente en
conjunto a (una ciencia, un arte , el saber, la prudencia, la sabiduría y el intelecto) que
tenga una autoridad mayor que dicte lo que se debe de hacer y de lo que debe
abstenerse, agregándose la virtud como una actividad del alma con acciones razonables,
salta que es entonces un término medio que une dos vicios entra paciones y acciones,
pero no estamos buscando en realidad un extremo, que es el bien.

Se destaca a la justicia como lo que da lo justo y lo correspondiente para los miembros de


una comunidad, así como la acción y la elección, siendo la primera solo el movimiento y la
última la finalidad al incluir el deseo y la razón como la causante de algo como principio
del hombre. Por eso propone el conocimiento científico que es reproducible como el
objeto del ser y la prudencia como propia de un hombre que es capaz de deliberar .lo que
es bueno y conveniente para sí mismo, para vivir bien en general[ CITATION Etx98 \l 2058 ].

Para Engelharld, el principio de beneficencia no es tan determinante, pues es difícil


justificar la obligación de actuar haciendo un bien que la obligación de abstenerse; no
existe principio de beneficencia dotado de contenido al que se pueda apelar y todas las
acciones que no respeten esta preocupación por la beneficencia serán rechazadas, pues
estarán cometiendo una infracción a la moralidad. Él nos habla de una moral secular que
no imponga o coacciona, lo que nos lleva a pensar que se buscaría una moralidad
canónica en vano, porque solo sería aplicable entre amigos, nos dice que el conflicto en la
raíz de la bioética (autonomía y beneficencia) derivados de considerar una acción
concreta, puede solucionarse mediante un acuerdo mutuo. La beneficencia se basa en
contrato tanto en implícito como en explícito y se justifica en hacer el bien a los demás en
la búsqueda de beneficios y evitar perjuicios [CITATION Tri \n \l 2058 ].

El principio de beneficencia va vinculado a comunidades concretas, es la asistencia y la


solidaridad social, por lo que sus vínculos debemos conectarlos con acuerdos mutuos que
determinan los contenidos y reflejándose la autoridad moral propia.

La moralidad se entiende como el ejercicio del bien en una comunidad secular plural,
teniendo presente los límites por otros que tienen visiones morales distintas, así han de
convivir con respeto aquellas personas que comparten una moral dotada de contenido y
las que no lo poseen. Su meta es lograr beneficios y evitar perjuicios, así la moralidad
caracteriza a lo que él llama la empresa de la moralidad, porque sin este compromiso tan
grande que nos define la vida, carecería de sentido.

Nos habla de lo bueno como una virtud, nos dice que el ser bueno y virtuoso va en virtud
de lo que la divinidad es y desea. Nos dice que la beneficencia en si no se deriva de la
razón sino de la gracia divina, ya que se sabemos que tenemos que hacer el bien, pero no
existirá una concepción común de los bienes y por lo tanto de su significado. Aquí no se
puede encontrar un contenido moral secular para el medico virtuoso.

Kant nos universaliza el mayor bien para todos, creando un carácter deontológico,
creando las bases y las perspectivas, buscando los mínimos normativos que todo ser
humano; en cuanto a ser racional, él menciona que la obligación moral solo está dada por
la razón[ CITATION Kan03 \l 2058 ].

Diego Gracia en su libro “ética médica”, nos dice que con el progreso de la tecnología
sanitaria es preciso replantear definiciones, así como tomarlas en conjunto (médico,
familiar y paciente). Proponiendo “el respeto de todos los seres humanos como fines en sí
mismos y el respeto de las cosas como medios para los seres humanos” como el principio
básico de la vida moral.
Diego Gracia considera a la beneficencia como una ética de máximos y un principio ético
de carácter deontológico, ya que ambos conceptos definen la ética privada y son las
obligaciones morales que no pueden ser trasferibles a otras personas, por lo que
expresan el máximo moral al que cada uno aspira. Él está consciente de que la felicidad
es el objeto de cada persona y que consiste en que la propia vida sea plena de acuerdo a
lo que cada uno desea de acuerdo a sus posibilidades y capacidades. Pues todos
queremos esa plenitud llamada felicidad y hemos de serlo en la medida de que lo
queramos y realicemos actos en torno a ello, pero cada individuo lo será de diferente
manera sin coaccionar, ya que este acto estaría virando a la no autonomía y haciendo
imposible toda la dimensión de moralidad humana. Para él, la beneficencia debe ir ligada
siempre de la autonomía en lo que refleja la relación. médico-paciente, pues para mí, lo
que es beneficioso en una situación concreta, no será lo mismo para el otro (por ejemplo
un día acude a mi consulta un paciente que fue ingresado a protocolo para trasplante
renal y un mes después llaman para ofertar un riñón, yo contacto al paciente y le digo que
acuda al hospital para trasplantarle un riñón, porque considero que es beneficioso para él
en ese momento, pero el paciente no llega, se le llama de nuevo y contesta que ya lo
pensó mejor, pero que se quiere esperar debido a que no tiene quien lo cuide en ese
momento, entonces ese beneficio se transfiere a otro paciente, es decir que en ese
momento esa acción no llevaba a la plenitud a mi paciente), por eso no se puede dejar
atrás la autonomía, no podemos hacer el bien a otro en contra de su voluntad. Por tanto la
ética médica tienen que ser racional, pues “la ética de máximos la define como el máximo
moral exigible por cada individuo así mismo y que puede ser distinto del que se exija los
demás a sí mismo”[ CITATION Gra96 \l 2058 ]. El autor, también nombra a la beneficencia
como un principio de segundo orden, de la felicidad, de lo bueno o lo malo, de obligación
imperfecta o caridad, ya que depende del sistema de valores que cada uno tienen para
ser feliz, actuando de manera beneficente, además de que lo que especifica la moral, es
muy importante y ha sido desterrado por parte de los totalitaristas políticos por su
degradación de la persona en lo que respecta a su moralidad. Por lo que resulta inmoral
una acción cuando no se puede extender a un conjunto de humanos, porque entonces no
ha sido pluralista, pues al tomar una decisión debemos tener presente a toda la
humanidad, es obvio que los interese particulares se anularían y resaltaría el interés
común y solo así, se le podría llamar bien común. Este principio nos transporta al
comunismo con su regla de oro “actúa con los demás como quieres que ellos actúen
contigo”.
El bien común o “bien público” es aquel que incluye los bienes que determinan a una
comunidad y sus instituciones. Este concepto tiene sus raíces en la historia griega y
filosófica romana con Platón y Aristóteles, creando una unidad sin una cierta tensión entre
los bienes públicos y privados, ya que se cree que si alguien alcanza el bien privado,
buscará el bien público de manera que la sociedad se debe estructurar para lograr este
fin.

Cicerón define un pueblo como un conjunto de personas en gran número, asociado de


acuerdo con respecto a la justicia y una asociación para el bien común [ CITATION
Ami04 \l 2058 ].

Los cristianos también consideran el bien común como el culto que se le rinde a Dios para
darle nuestro amor. Concilio Vaticano II considera el bien común como el conjunto de las
condiciones sociales que permitan a las personas alcanzar su logro más pleno y por tanto
es el bien absoluto y único.

En sí, todo indica a que el bien común es la suma de los bienes individuales que ayuden a
convivir feliz y plenamente a un grupo de individuos, que debe surgir de forma natural y
que además no se necesitan esfuerzos del estado para su promoción. De tal forma que se
equilibren los derechos individuales con el bien común, limitando las libertades
individuales para preservar el bien público. Además lo define la comunidad, la cual es una
red de individuos que se refuerzan entre sí para concretar un cierto compromiso de
acuerdo al núcleo de valores de ella, por eso es fundamental el equilibrio de la
comunidad.

No maleficencia.

La no maleficencia es un principio que ofrece el sentido negativo del principio de


beneficencia (“hacer el bien”, “no hacer daño”), Beucham y Childres diferencian este
principio del primero y lo incluyen como un principio más, definen el “daño” como un “daño
físico “que incluye las acciones que obstaculicen o dificulten que se pueda cumplir los
intereses de una de las partes por causas que provoquen dolor, incapacidad e incluso la
muerte, ya sea por actos intencionados o no de alguno de ellos, sin negar lo importante
de las consecuencias de los daños mentales y otros males. Para llegar a esta definición
citan a Frankena, quien divide el principio de beneficencia en 4 obligaciones, pero ellos
consideran que el primero “no debe infligir daño o mal (aquello que es malo)” denota un
obligación esencial. Esta máxima “primum non nocere” se puede encontrar implícita en el
juramento Hipocrático con la mala traducción de “al menos no hagas daño”[ CITATION
WHS23 \l 2058 ]. Así la principal idea de este principio, es que es prima facie incorrecto
interferir con los intereses de otro causando daño, pero aplicándolo a una situación real,
no siempre es incorrecto o injustificable, porque esto va a depender del peso que tienen
las razones que lo justifican, por ejemplo una acción puede presentar un daño para mí
(aplicar un medicamento para ayudar al buen morir a un paciente en estadio terminal) y
para mi profesor puede no serlo (objetar aplicar el mismo medicamento porque estaría
ayudando a la muerte de una persona activamente), todo va en función de los diferentes
puntos de vista en razón de lo que puede suponer un obstáculo para sus intereses. Es
decir que la finalidad de la acción es el indicador de la bondad o la maldad de los actos de
los individuos y este indicador debe tener argumentos que le permitan actuar de manera
determinada y que sea reconocido moralmente, que además le permitan confrontarlos con
los intereses y creencias de la persona a quien va dirigido para no ir en contra de su
dignidad.

Los autores citados consideran algunas acciones como malas (a las cuales nominan
reglas de no maleficencia) y que además deben evitarse como son:”1) no matarás, 2) no
causaras dolor o hacer sufrir a otros, 3) no incapacitar, 4) no ofender, 5) no privar a los
demás de los bienes de la vida”[ CITATION JLB09 \l 2058 ]. Especifican que estas reglas no
son absolutas, pero sí específicas y también implican el no someter a los demás a
riesgos, aquí valdría incluir el termino negligencia que se utiliza para el incumplimiento de
obligaciones, ellos centran este término en el criterio del “cuidado debido“ que obliga a
proteger a los otros de someterse a riesgos irracionales o por descuido. Pero en el ámbito
médico, es importante destacar el modelo legal de responsabilidad y exponen algunos
elementos que deben ser esenciales para el profesional que cuida (los médicos):

El profesional debe haber contraído una obligación con la parte afectada, el profesional
debe incumplir ese deber, la parte afectada debe sufrir algún daño, el daño ha de deberse
al incumplimiento de la obligación. Pero son conscientes de lo difícil que es delimitar este
criterio de “cuidado debido”, ya que hay acciones que no consiguen eliminar el daño por
completo, únicamente reducen las posibilidades de que el diagnóstico sea negativo, así
que realizan el análisis de un serie de acciones entre otorgar un tratamiento obligatorio y
uno optativo, y su relación con el beneficio o el maleficio, siendo el factor fundamental las
diferencias entre la obligación del tratamiento y la calidad de vida.
Por tanto el principio de no maleficencia toma a consideración el dolor, el sufrimiento y la
incomodidad del individuo para iniciar un tratamiento o prolongar la vida biológica,
apelando que es necesario entonces conocer los posibles beneficios y maleficios que se
obtendrán de esa acción, para que se pueda considerar como no maleficente, pues estos
serán los parámetros para determinar la calidad de vida.

Hay que evaluar dos criterios, para poder determinar si el tratamiento o la acción es
obligatoria u optativa: la calidad de vida y el principio de autonomía. Así este principio
decreta que no debemos realizar acciones que causen daño al paciente, teniendo en
cuenta la autonomía del otro (individual) y atendiendo a la calidad de vida. Por tanto un
tratamiento obligatorio es el que propicie una buena calidad de vida para el paciente, pero
que además esté consciente de su consentimiento y los optativos aquellos que no
incrementen la calidad de vida del paciente, pero que propician su calidad de vida.

La no maleficencia también se basa en la intencionalidad o voluntad del paciente sin


olvidar la calidad de vida, donde incluyen la regla del doble efecto que consiste en
distinguir entre los efectos intencionados (las consecuencias) y los efectos previsibles (las
consecuencias); pretende hacer una especificación de las acciones cuando resulta
incapaz para evitar todos los daños y obtener un beneficio. Pero menciona que esta regla
solo puede ser usada en caso de que se tenga un efecto negativo y uno positivo, pero no
en el caso de darle una solución de la muerte, ya que no se tienen a ciencia cierta si
genera un efecto positivo o uno negativo.

Por lo que tanto la acción como la omisión, son términos confusos como matar y dejar
morir, los cuales no llevan juicios sobre lo correcto o lo incorrecto, pues depende de la
justificación del acto y no del acto en sí. Pues “matar” implica causar la muerte de manera
directa y el “dejar morir” implica acciones y omisiones, pero de manera no intencionada; la
muertes es el producto de la enfermedad o las lesiones de manera natural. Así se puede
actuar por comisión (actuar de forma positiva para terminar con una vida) o por omisión
(al retirar un tratamiento indispensable para prolongar la vida), este último es uno de los
que presenta un mayor conflicto en el análisis bioético y para el tema de la donación y los
trasplantes. Pues diferentes códigos, normas y leyes prohíben que el profesional médico
sea el causante de la muerte de forma directa de un paciente, de igual manera que
colabore de forma directa.
Diego Gracia considera a la no maleficencia como un principio de mínimos y de primer
orden, ya que es importante el carácter auto legislador del ser humano, eso considera que
siempre es más importante una ética pluralista que vea por un bien común, ya que la
moralidad consiste en que los individuos se sienten obligados a actuar de alguna manera
determinada por el hecho de ser responsables de sus actos. Por tanto la moralidad que es
publica, onda las obligaciones si se puedan transferir a todas las personas para exigir el
respeto de las diferentes formas de vida de los otros la uniformidad en cuestiones
comunes. Se dice que la no maleficencia va ligada de la justicia, porque exige el respeto
coactivamente del cumplimiento de códigos de reglas mínimas para una sana
convivencia, por eso se le llama “ética de mínimos, ya que se pide el mínimo de deberes
comunes a todos y que todos debemos cumplir por igual” [ CITATION Gra961 \l 2058 ],
precisamente para eso surge el estado para verificar el cumplimiento de éstos para la
integridad física de las personas, garantizando el nivel público. Es decir, que ante un
conflicto tenemos la obligación de anteponer el bien común al propio bien particular.

Diego Gracia nomina a la no maleficencia como una ética del deber, de lo correcto o
incorrecto propio del derecho, donde el extremismo siempre convierte todo en este nivel
obligatorio diciendo que todos tienen que ser felices por decreto, además de que deben
compartir el mismo ideal de perfección, es una obligación perfecta y justa que sirve para
establecer normas.

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