CONCEPTO: CUESTIONES
PRELIMINARES
Tal vez una de las formas más socorridas para comenzar a escribir sobre un
tema sea la de consultar los diccionarios, buscar la definición de los términos-clave a
tratar y tener así un marco con el que empezar, bien una reflexión sobre el tema, bien
una enumeración que incluya lo que otros investigadores/autores han escrito al
respecto. Sin embargo, el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española no
incluye el término “psicología de la personalidad”.
Dos son los posibles caminos para establecer una definición: el primero de ellos
puede ser leer, en los trabajos de los autores que escriben textos sobre personalidad,
cuál es la utilización de los términos “persona” y “personalidad” y después considerar
con los propios autores que de lo que están tratando es de psicología de la personalidad;
aunque tal vez sería más adecuado decir, de LA personalidad que ellos han definido,
por lo que se trata de versiones parciales de esa realidad, la que cada uno posee. De
esta forma, la psicología de la personalidad sería aquella área específica de la
psicología orientada al estudio de los supuestos y cuestiones que se apuntan en cada
una de las delimitaciones de personalidad (pudiendo existir tantas psicologías de la
personalidad como autores y/o investigadores definan el término personalidad).
Y aún más. Es posible que el esquema conceptual del teórico investigador sea
diferente al del lector (Ayer, 1962) de manera que además de tantas psicologías de la
personalidad como teóricos y/o investigadores, habría tantas psicologías de la
personalidad como lectores/estudiosos. Quien esto escribe, defiende la indiscutible
influencia de la ideología y los valores del teórico a la hora de formular una definición, y
la imposibilidad de evitar todo tipo de interpretaciones entreveradas con creencias y
valores a la hora de exponer los hechos o los usos que de una expresión se ven
implicados en el proceso de proporcionar significado a una expresión en función del
principio positivista de verificación. Pero también, quien esto escribe, considera que
podríamos entrar en un proceso dialéctico en el que desde el intento de verificación se
pasaría a una interpretación kantiana que de nuevo llevaría a un intento por verificar, sin
llegar a un acuerdo sobre lo que nos interesa: el concepto de personalidad y de ahí al
concepto de psicología de la personalidad.
El segundo camino, más fácil por no tener que elaborar una propia ni deducirla,
es recurrir a lo que ya está propuesto, proporcionándole unos contenidos, y en todo
caso, realizando alguna apostilla. La definición que se adopta en este proyecto, y que a
su vez subyace a la concepción que se tiene de psicología de la personalidad, es la
ofrecida por Pelechano (1996a). Pero antes, un brevísimo repaso por las raíces
etimológicas y las versiones de los legos.
Esos cuatro usos dados por Cicerón estaban posiblemente influenciados por la
filosofía y el teatro griegos y el derecho romano con los que mantuvo contacto directo
en algunos períodos de su vida, y, en síntesis, eran los siguientes: (a) persona como
falsa apariencia; (b) persona como identificador de importancia y dignidad; (c) persona
como indicando al actor mismo, en el sentido de un conjunto de cualidades personales
y (d) persona como el papel mismo, es decir, la parte que se representaba en el drama.
También dos parecen ser los modos básicos de entender "persona" a partir de
aquí, claramente opuestos y no solapables a los etimológicos. Por una parte, como
aquello que es exterior-social (la apariencia y el papel a representar ante los demás) y,
por otra, lo que se refiere a lo interior-personal del hombre (su dignidad y sus cualidades
personales, el verdadero yo interior). Estas dos visiones de la persona están vigentes
hoy en día, aunque con algunos cambios y reformulaciones, que hay que referir tanto a
su base filosófica como a cuestiones epistemológicas.