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EL ENEMIGO DE MI GRANJA

En un lugar de mi país, no muy lejos de la ciudad, existe una hermosa granja, lugar donde todo era paz y

tranquilidad. Los granjeros, Miguel y su esposa Dulce, la cuidaban con tal esmero que era el lugar preferido de

turistas de todo el país y en ocasiones de extranjeros quienes deleitaban su vista con tan hermoso lugar pues

allí se encontraba gran variedad de animales domésticos y hermosas huertas con abundantes sembrados que

les servían para obtener su sustento diario.

Una triste mañana escucharon algunos ruidos un poco molestos. Era un viejo pero atrevido

gallo llamado Pastor: “kokororko, kikiriki, un enemigo habita aquí”. Con tanto ímpetu

cantaba Pastor que las gallinas se aglomeraron a su alrededor y fue el quien les informo sobre

este nuevo e inoportuno habitante de nuestra granja. Con voz ronca y un poco pausada les dijo: “un tal virus

quiere adueñarse de este lugar, pero somos nosotras las aves quienes podemos salvar nuestro hogar pues se

dice que siendo nosotros los animales más pequeños de esta comunidad, este diminuto pero peligroso enemigo

nos teme”.

La gallina saraviada llamada “Tocorama” fue la primera en tomar la palabra. Era la mamá

de muchas gallinas y la abuela de decenas de pollitos, ella les dijo: “irán en grupos a los

diferentes corrales y en lo más alto de la cerca se pararán e informarán a todos los animales

sobre dicho acontecimiento, no sin antes pedirles que guarden la calma y la cordura para que no se asusten

pues nosotras ya encontramos la forma de eliminarlo”. Fue así como visitaron el corral de las vacas quienes muy

tristes ya mugían sin consuelo, las ovejas y cabras asustadas que ya no querían corretear por los campos, solo
se escuchaba el balar desconsolado de las más pequeñas. Los gansos y lo pavos con sus graznidos alertaban a

los cerdos, gatos y perros que allí habitaban.

Miguel, al escuchar todo esto fue a avisar a Dulce quien se preparaba para dar de comer a las gallinas, patos,

cerdos; y luego sacar a los demás animales de los corrales para pastar diciendo muy asustado “tenemos que ir

a buscar ayuda pues los animales grandes como vacas, toros, ovejas, cabras y cerdos están mugiendo, balando

y chillando sin cesar y hasta nuestro amigo Tito no quiere dejar de relinchar”.

Pero los vecinos de las granjas aledañas no tardaron mucho en saber lo que allí sucedía y fueron ellos los que

hablaron con Miguel y Dulce, les prohibieron salir de este lugar, ellos creían que la peste también llegaría a

otras granjas si ellos se retiraban de allí. Mientras tanto los pollos, gallos, gallinas y algunos pájaros se apoderaron

de la situación, iniciaron la búsqueda en la lana de las ovejas y en el pelaje de toros, vacas, cabras, perros, gatos

y hasta de Tito, el burro de la granja.

Estaban ellos tan furiosos que no soportaban que este intruso se hiciera rey porque ya se había colocado una

corona. Por eso, todos los animales de la granja colaboraron con la limpieza, con la permanencia en sus corrales

y con todo o que se les pedía. Fue así como rápidamente desaparecieron al enemigo. Don Miguel y doña Dulce

pudieron continuar con su granja, felices y contentos, pues este enemigo no volvió a aparecer. Desde entonces

esta granja se convirtió en la más bella y productiva de los alrededores.

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