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Jacques Lacan INTERVENCIONES Y TEXTOS EDICIONES MANANTIAL, PSICOANALISIS ¥ MEDICINA Interven de J. Lacon oe mee redone mime ie, dao One Met (ina Tode fee de 106 one Spine ‘Me permitirin atenerme, en relacién a algunas de las preguntas que acaban de ser planteadas, alas respustas de la sefiora Aubry, que me parecensuficentemente pertnentes. No veo que’ democratizar la ensefansa del psicoaniliss plantee otro problema més que cl de la delink ion de nuestra democracia Ella es una, pero existen varias especies concebi- bles y el porvenir nos leva hacia otra, Lo que crefa haber aportado a una reunién como ésta, caracterizada por quien la convoca, es decir el Colegio de Medicina es precisamente el abordar un tema que munca tuve (que tatar en mi enseftanza, el del lugar del psicoandiss en la medicina. _Actualmente, este liar es marginal y, como lo he escrito ‘mais de una vez, extraterritorial, Es marginal debido a la pposicion de ta medicina respecto al psicoaniisis, al. que ‘admite como una suerte de ayuda externa, comparable ala de los pricdtogos y a la de otros asstentes terapéuticos, Es extraterritorial por obra de los psicoanalistas quienes, sin dduda, tienen sus razones para querer conservar esta extra. territorialidad, Ellas no son las mias pero, a decir verdad, no pienso que mi anlielo beste para camblar al respecto las ‘cosas. Encontrarin su lugar en su momento, es decir muy Poe y matin ” ripido, si consideramos el tipo de aceleracin que vivimos en ‘canto a la parte que le toca ala ciencia en la vida comin. Quisiera hoy considerar ese lugar del psicoanlisis en la rmedicina desde el punto de vista del médico y del rap cambio que ae esta produciendo en lo que Ilamaria la fu el médico y en su personaje, ya que éste es tam slemento importante de au funciSn Durante todo el periodo de la historia que conocemos y podemos calificar como tal, esta funcién, este persanaje del ‘médico, han permanecido con gran constancia hasta una alarse, empero, que la prictica de la medicina runca dejo de tener un importante acompaiamiento doctr- nario. El hecho de que durante un tiempo bastante corto, en siglo XIX, las doctrinas invocasen a a cencia, no las volvib mis cientifica. Quiero decir que las doctrinas cientificas invocadas en la medicina eran siempre, hasta una época reciente, Ja recuperacion de alguna adquiscion cientifica, pero con un retardo no menor de veinte alos. Esto muestra Garamente que este recurso sélo fumcion6 como sustituto y para enmascarar lo que anteriormente hay que ubicar més Bien como una suerte de filosofia, ‘AL considerar la historia de la medicina a través de lae époeas, el gran médico, el médico tipo, era un hombre de Prestigio y de autoridad. Lo que ocurre entre el médico y el enfermo, fécilmente ilustrado ahora por comentarios como los de Balint de que el médico al recetar se receta él mismo, siempre sucedi6: as{ el emperador Marco Aurelio convocaba & Galeno para que le vertiese con sus propias manos la teriaca. Es, por otra parte, Galeno quien escribié en su Tratado que el rmédico en mu mejor forma es también un filésofo; no Timiténdose esta palabra al sentido histéricamente tardio que tiene en la filorofia de la naturaleza ‘Vero den a esa palabra el sentido que quieran, la pregunta que se trata de situar se esclareceré a partir de otros puntos o Imtarenconerytexoe de referencia? Pienso que aqui, aunque se trata de una asistencia en su mayoria médica, no se me pie que indique lo que Michel Foucault nos aporta en su gran obra sobre un rmétodo historico-ritico para situar la responsabilidad de la rmedicina en la gran crisis ética (es deci, en lo concerniente a la definici6n del hombre) que él centra en tomo al aislamien- to de Is locura; tampoco ae espera que introdurca esa otra ‘obra “Nacimiento de la clinica” en tanto que en ella se ij lo {gue entrafa la promocién por parte de Bichat de una minda ‘gue te fija en el campo del cuerpo en exe corto tiempo donde subsiste como entregado a la muerte, s decir, el cadaver. Estin marcador de este moda los dos franqucamientos, 8 ‘través de los cuales la medicina consuma por su parte el cere de las puertas de un antiguo Jano, el que redoblaba en forma irrecuperable todo gesto humano con una figura sagrada. La rmedicina es una correlacin de este franqueamiento. El paso de la medicina al plano de la cienci, ¢ incluso el hecho de aque la exigencia experimental haya sido inducida en la ‘medicina por Claude Bemard y sus compaferos, no es algo que cuente por sf solo, el equilibrio esté en otro Ido, [La medicina entrd en su fate cientifica en tanto surgi un mando que, en Io sucedivo, xige lon condicionemientot necesaros en la vida de todos en la medida que la presencia dela ciencia incluye a tSdos en sus efectos las funciones del organismo humano siempre fueron obje- to de una puesta a prueba de acuerdo con el contexto social. ero, al hacérselas funcionar, sirven en lat organizaciones altamente diferenciadas, que no habrian nacido sin la ciencia ‘Al médico se le oftecen en el laboratorio ya constituido,in- ‘uso ya proporcionado, créditos sin limites que empleari ‘para reducir esas funciones a montajes equivalentes aquellos de esas otras organizaciones, es decir, que tengan estatuto de fubsistenciaclenifics, Citemos simplemente aqui, para aclarar lo que queremos Paco y mada » decir, lo que debe nuestro progreso en la formalizacion funcional del aparato cardiovascular y del aparato respira torio, no sélo a la necesidad de operarlo, sino al aparato rmismo de au inseripeién en tanto que impone, a partir del alojamiento de los sujetos de esas reacciones en los “satéi- tes": 0 sea lo que se puede considerar formidables pulmones de acero, cuya construccién mizma esté vinculada com a destino de soportes de determinadas Srbitas, rbites que ser hharto equivocado Uamar cosmicas, pues a esas orbitas, el ‘cosmos no las “conocia”. En suma, en un dnico movimiento se revela la sorprendente tolerancia del hombre las condicio- nes acdamicas, incluso la paradoja que lo hace aparecer alli de algin modo “adaptado”, es asi como se muestra que este facormismo es lo que la ciencia construye. Quien podia imaginar que el hombre soportaria muy bien Ia ingravidez, quien podia predecir lo que advendria del hombre en esas condiciones si nos hubiésemos atenido a las metiforas filos6- heas, por ejemplo a esa de Simone Wei, que hacia de la grax vedad una de las dimensiones de dicha metdfora. [En la medida en que las exigencias sociales estin condiciona- das por laaparicién de un hombre que sirve alas condiciones de tun mundo centifico, dotado de nuevos poderes de investiga cién y de biisqueda, el médico se encuentra enfrentado con problemas nuevos. Quiero decir que el médica ya no tiene ‘nada de privilegiado en Ia jerarquia de ese equipo de cientifi- cos diversamente especializados en la diferentes ramas cient fieas. Desde el exterior de su funcién, principalmente en Ia organizacin industrial, le son proporcionados los medios y all ‘mismo tiempo las preguntas para introducir las medidas de control cuantitativo ls grificos, las escals, los datos estadie- ticos a través de los cuales se establecen, hasta la escala microsebpica, las constantes biolbgicas y se instaura en st dominio ese despegue de la evidencia del éxito que comres- onde al advenimiento de los hechos. a colaboracién médica sera considerada bienvenida para oo Ieemenconer txt programar las operaciones necesarias para mantener el funcio- ramiento de tal o cual aparato del organismo humano en condiciones determinadas, pero después de todo éque tiene gue ver todo esto con lo que lamaremos la posicién trax dicional del médico? EI médico es requerido en la funcién de cientifico fi slologista, pero sufte también otros Imadost el mundo ientifico vuelea entre sus manos un nimero infinito de Io que puede producir como agentes terapéuticos nuevos, uimicos 0 biol6gicos, que coloca a disposicion del piblico, ye pide al médico, cual sifuere un distribuidor, que los ponga 2 pmicha. /Dénde eaté el limite en que ef médico debe actuar yaqué debe responder? A algo que se llama la demanda. Dirfa que es en la medida de este deslizamiento, de esta evolucién que cambia la posicidn del médico respecto de aquellos que te dirigen a 4, como llega a individualizarse, a ‘pecificare, a valorizarse retroactivamente, lo que hay de triginal en esa demanda al médico. Este desarrollo cientifico inaugura y pone cada vez mis en primer plano exe nuevo derecho del hombre a Ia salud, que existe y que se motiva ya ‘en una organizacin mundial. En la medida en que el egistro de Ia relacion médica con la salud se modifica, donde esa fuerte de poder generalizado que es el poder de In cieneis brinda a todos Ja posibilidad de ir a pedirle al médico st ‘ota de beneficios con un objetivo preciso inmediato, vemos ibyjare la originalidad de una dimensién que amo la demanda. Es en el registro del modo de respuesta a la emanda del enferma donde ects Ia poshilidad de euperivens ‘da de la posicion propiamente médica. Responder que el enfermo viene a pedimnos la cura no es responder, pues cada vez la tarea precisa, que debe realizarse con urgencia, no responde pura y simplemente a una posibili- dad que se encuentra al aleance de Ia mano, supongamos: a tun aparato quirirgico o ala administracin de antibibticos (© incluso en estos catos todavia debe saberse cual et su conse- Prony mee o ‘cuencia para el porvenit) existe fuera del campo de lo que se modificd por el beneficio terapéutico algo que permanece constante y todo médico sabe muy bien de que se trata. ‘Cuando el enfermo es remitide al médico o cuando lo shorda, no digan que espera de él pura y simplemente la ‘curacidn. Coloca al médico ante la prueba de sacarlo de su ‘condicion de enfermo, lo que es totalmente diferente, puse ‘esto puede implicar que él esté totalmente atado ala idea de conservarla. Vene a veces a demandamos que lo autentifique- ‘mos como enfermo; en muchot otros casos viene, de la ‘manera mis manfiesta, para demandarles que lo preserven en, ‘su enfermedad, que lo traten del modo que le conviene a 4, el que le permitii seguir siendo un enfermo bien ine talado en su enfermedad. éNecesito acaso evocar mi ex periencia més reciente? Un formidable estado de depresién ‘nsiosa permanente, que dura desde hace ya més de veinte atios, el enfermo venia a buscarme aterrorizado ante Ia idea fe que yo le hiciese 1o més minlmo. A la sola proposicion de volverme a ver cuarenta y ocho horas mis tarde, ya, la made temible, que durante ese tiempo habia acampado en mi sala de espera, habia ya logrado tomar disposiciones para que nada de esto ocursese. Feta estima experiencia banal, slo la evoco para recordarler la significacion de la demanda, dimension donde se ejerce hablando estrictamente la funcién médica, y para introducir To que parece fécil de captar, aunque no haya sido seriamente interrogado mis que en mi escuela, a saber, la estructura de la falla que existe entre la demanda y el desea. Una vez que se ha hecho este comentario, surge que no es necesario ser psicoanalista, ni siquiera médico, para saber que cuando cualquiera, nuestro mejor amigo, sea hombre o mujer, nos pide algo, esto no es para nada idéntico, e incluso a veces es diametralmente opuesto, a aquello que desea ‘Quislera retomar aqus las cosas en otro punto, y hacer notar que si es concebible que Heguemos a una extension 2 Imoreniones txts cada ver mis eficaz de nuestro procedimientos de interven- clon en lo concemiente al cuerpo humano en base a los progreios cientifics, el problema no. podria resoherse a nivel de la prcologia del médico, con una pregunta que relrescarfa el temino de psicosomitico. Permttanme delimi- tar mis bien como falls epistemosomitica, el efecto que tendsi al progrero de In cincia sobre le ralaciom dela ‘edicina con el cuerpo. Nuevamente aqui, para la medic Jn stuacién es subvertida desde afvera Por eso, nuevamente aqui lo que, anes de ciertasrupturs, pemanccia confuso, ‘lado, mesclado, embarullado, sparece con tal bil. Pues lo que ests excluido dela relacin epistemorsomética cs justamente lo que propondré ala medicina el cuerpo ens reqtro pusficado, Lo que se presenta de este modo se presenta como pobre en la festa donde el cuerpo brilaba Fecién con a posiildad de ser enteramente fotogafiado, radiografiado, calibrado, diagramado.y posible de condi Glonar, dado’ los recurtos verdadcramente extraordnaron aque puarda, pero quits también exe pobre le trae una ‘portunidad que le Hega desde lejos, a saber del exilio al que proseribid al cuerpo la dicotomia cartesiana del pensamiento Y de la extensin, la cual elimina completamente de si torbeniién tode Io tocanta, no a cumpe que mnaginw ne al cuerpo verdadero en su naturalers. Este cuerpo no se caracteriza simplemente por la dimen- siin de la extensin: un cuerpo es algo que est hecho para fgotar,gotar desi mismo, La dimension del goceestéexcluida completamente de lo que Hané la rlacién epistemo-somic a Pues la cieneia noes incapaz de saber qué pede; pero lla, al igual que el sujet que engendra, no puede saber qué quiere. Al menos lo que quiere surge de un avance cuya mar cha acclerada,en nuestros as, nos permite papa que supe- ‘asus propas prevsiones. ‘Fodemos nosotros preuzgur acerca de ela, por ejemplo, por el hecho de que nuest© espacio, ya sea planetano Prcun y medime a ‘ransplanetario, pulula con algo que hay que lamar clara- mente voces humanas que animan el codigo que encuentran fn ondas cuyo entrecruzamiento sugiere una imagen tota- ‘en ldifeetee del conic laquella 83a cual eorbell nos cartesianos extablecian su orden en el cielo? Por qué no hablar también de la mirada que ahora es omnipretente, bajo forma de los aparatos que Yen por nosotros en los mismos lugares: 0 tea algo que no et un ojo y que sisla Ia mirada ‘como presente. Todo esto podemos ponerlo en el activo de la ciencia, pero nos hace aleanzar lo que en exto nos concieme, no diré como ser humano, pues a decir verdad Dios sabe qué se agita detris de exe fantoche que se llama el hombre, el ser Jnumano o la dignidad humana cualquiera que sea la denomi- nacién bajo la cual cada uno de nosotros coloca lo que escucha de sus propias ideologias, mis © menos reveluciona Flas 0 reaccionarias, 2Preguntamos mas bien en que concierne ‘sto a lo que existe, a saber, nuestros cuerpos? Voces, rmiradas que se pasean, se tata verdaderamente de algo que sale de los cuerpos, peto son curiosas prolongaciones que en lun primer aspecto incluso en un segundo o en un tercero, sélo tienen poce relacién con lo que yo llamo la dimension del goce. Es importante ubiearla como polo opuesto, pues ali también la clencla estd produciendo clertos efectos que no dejan de implicar ciertas apuestas. Materalicémoslo bajo I forma de los diversos productos que van desde los tranquil zantes hasta los alucinégenos. Esto complica singularmente el problema de lo que hasta ahora se ha califieado, de modo pu- ramente paliial, coma toxicomania, Sitin dia ertuvésemoe fen posesién de un producto que nos permita recoger informa: mes sobre el mundo exterior, no veo cémo una contencién Polical podria eercerse. Pero, cuil seri la posicién. del médico para definir estos efectos respecto a los cuales hasta aqui mostré una audacia alimentada sobre todo de pretextos pucs, desde el punto de vista del goce, qué es un usa ordenado de lo que se lama, mis “ Iovenciones txts ‘© menos adecuadamente, téxicos, qué puede tener de repren bible, 4 menos de que el médico no ene francamente ex 10 que ¢s la segunda dimension caracterstica de su presencia en el mundo, a saber, la dimension ética. Estos comentarios que ppueden parecer banales, tienen de todos modos el interés de ‘demostrar que la dimension ética es aquella que se extiende nla direccin del goce ‘Tenemos pues dos puntos de referencia: primero, la de- ‘manda del enfermo; segundo, el goce del cuerpo. Ambos confinan, en cierto modo, en esa dimensin ética, pero no los cconfundamos demasiado répido, pues aqui interviene lo que Iamaré simplemente la teoria psicoanalitica, que lege a tiempo y no certamente por casualidad, en el momento de la entrada en juego de la ciencia, con ese ligero avance que es siempre caracteristico de las’ invenciones de Freud. Asi como Freud invents la teoria del fasciemo antes que éste apareciese, del mismo modo treinta aos antes, invent6 lo que dlebia responder a le subversion de le posicigar del mélen por lascenso de la ciencia: a saber, el psicoandlisis como praxis. ‘cabo de indicar suficentemente la diferencia que hay ‘entre la demanda y el deseo. Sélo la teoria lingustica puede dar cuenta de una tal apercepci6n, y ella puede hacerlo tanto ‘mia feilmente en tanta ex Freud quien del mada mba vivax y mis inatacable, mostr6 precisamente su instancia a nivel del inconsciente, Porque es el inconsciente descubierto por Freud en la medida en que esti estructurado como un lenguaie. Lei con asombro en un escrito muy bien apadrinado que el inconaciente era monétono. No invocaré aqui mi experiencia, rego que abran las tes primeras obras de Freud, las mis fundamentales, y que vean si es la monotonia lo que caracte- siza la sign de los suefios, los actos falidos y los lapsus. Muy por l contrario,el inconsciente me parece no slo extremadamente particularizado, més todavia que variado, de tun sujeto a tro, sino cada vex mas artuto y expirtual, porque ce justamente a partir de él que Ia agudeza adquiere sis Priced y mates % dimensiones y su estructura. No hay un inconsciente porque Inubiese en él un deseo inconsciente, obtuto, pesado, cual Calibin, incluso animal, deseo inconsciente surgido de las Profundidades, que fuese primitivo y debieseclevarse al nivel superior de lo consciente. Muy por el contrario, hay un deseo porque hay inconsciente, es decir lenguaje que escapa al ujeto fen su estructura y sus electos, y hay siempre a nivel del Tenguaje algo que estd mis alld de la conciencia, y ee af ‘donde puede situarse la funcién del deseo. Por eso es necesario hacer interven ese ugar que Hamé el lugar det Otro, en todo lo concemiente al sujeto, Es en rustancia el campo donde se ubican caus eavews de lenguaje ‘cuya marea que escapa au propio dominio eva el sujeto. Es en ese campo donde se hace la juncién con lo que llamé el polo del goce. Pues se valoriza en él Io que introdujo Freud a propésito el principio del placer y que no habia nunca side avert, a saber, que el placer es una barrera al goce, en lo cual Freud retoma las condiciones a partir de las cuales las vijas exctelas de pensamiento habian hecho su ley. AQué se nos dice del placer? Que es la menor encitacin, Jo que hace desaparecer la tensin, la tempera més, por lo tanto aquello que nos detiene necesariamente en un punto de alcjamiento, de distancia muy respetuoea del goce. Pues lo que yo lamo goce en el sentido en que el cuerpo se experimenta, es siempre del orden de la tension, del forza mento, del gasto, incluso de la hazafa, Incontestablemente, le comienea a aparecer el dolor, ¥ sabemos que es sélo a ese nivel del dolor que puede experimentarse toda una dimension del orginismo que de ‘otto modo permanece velads. EQué es el deseo? EI deseo es de algin modo el punto de ‘compromiso, Ia escala de Is dimensin del goce, en la medida fen que en cierto modo permite levar més lejos el nivel de la barrera del placer. Pero éste es un punto fantasmitico, quiero 6 Intovenione texte decie donde intervene el resto imaginario, que hace que el deo ee unpendido «algo cya netralets mo eige ver deramende ln aid Por qué cs que llego hablar aqui de aqullo que de todor modos no er mis que wna muestra mindscola de ta dlmension que desarolo desde hace quince shor en mi fcninaio? ‘Ee pars evocar la ide dete topologia del fsjeto, Ey en relaciin 4 su sper, ams limite undamen- tals, ron relciones reciprocas, al modo em que ells se Gaimonaie 7,e: exden que posden ploutesne problerss, {fue yao sou mis puro y simples problemas de interpicle- gia, sino mis bien los problemas de una estructura que Conciee al eto en doblerelacin con el saber EL aber sigue exando par él mareado con un valor nodal, debido a algo ayo caricier central soba en el Pensumiento, que el deseo sektal tal como lo entinde el Pricoandisit no cx Ia imagen que debemor hacemos de Scuerdo a un mito de la tendenciaorgnica: x alg ifiita- mente mis elevado y anudado en primer termino preci ‘mente: con el lenge, en tanto que eel lngsje el. que Te da primo. oa hig y que vo Peimem unin en dl desarrollo del individeo se manifesta nivel del deseo de tnber Sino ae ve que etc excl punto central donde araiga ls {cori delalibido de Freud simplemente se pierde pie. Perder pie cs querer reonit lor marcos preformadon de una peter: fia piologia gener, elaborada conelcomerde ls silosps ‘a responder anecesdadesextremadamente diversas, que cons. tiuve ef desecho del deslienue de iat tori ftosdfcas. Es perder pie ai también no ver qué tipo de nueva penpectiva fue cambio total de punto de vist, es introdvida por la teoria de Feud, pues se pierde ents ala vee mu prea ou fecundidad. ‘Ano de mis slums, exteior al campo del muss, me pregunto a menudo: cere ured que bata explcar eit & Tos ilbsotos, que le basta con plantar en un parton ele Poon y mate ” quema de su grafo para. que reaccionen y comprendan? 1No tengo al Fespecto, obviamente, la més minima sion demasiadas prucbas de lo contrario, Pese a ello las ideas se pasean, y en la posicién en que estamos en relacin a la ‘ifusign del lenguaje y al minimum de impresos necesarios ppara que algo dure, esto basta. Basta con que esto haya sido dicho en algin lado y que un ofdo entre doscientos le haya escuchado para que en un porvenie no muy Iejano sus efectos cten asegurados. [Lo que indico al hablar de la posicion que puede ocupar el psicoanaista, es que actualmente es la ‘nica desde donde el rmédico puede mantener Ia originalidad de siempre de su poi- cin, es decir, lade aquel que tiene que responder aunademan- da de saber, aunque slo se pueda hacerlo levando al sujeto a dirigitse hacia el lado opuesto a las ideas que emite para presentar esa demanda. Si el inconsciente es lo que es, no una cosa monétona sino, en cambio, una cerradura lo més precisa posible, cuyo manejo no es otro que abrirla al revés con una clave-Hlave*, que estd mis alld de una cifra, esta abertura silo puede ‘servir al sujeto en su demanda de saber. Lo inesperado, es que el sujeto confiese él mismo su verdad y {que la confiese sin saberlo. El ejercicio y Ia formacién del pensamicnto son los preliminares necesarios a una operacién tal: es necesaio que 1 médico se haya entrenado en plantear los problemas a nivel de una serie de temas cuyas conexiones, cuyos nudos, debe ‘conocer, y que no son los temas corrientes de la filosofiay de Ja psicologia. Los temas corrientes en cierta préctica inves gadora que sc llama psicotéenica, donde las respucstas estan determinadas en funcion de ciertas preguntas, ellas mismas ‘egistradas en un plano utilitario, tienen su precio y su valor en limites definidos que nada tienen que ver con el fonda de quello que esti en juego en Ia demada del enfermo, ‘Al final de esta demanda, la funcién de la relacion con el + (6.7) cen tnd sitin a e aey ae * LImryenctones yx sujeto supuesto al saber, revela lo que amamos la “transfe- rencia”. En la medida en que mis que munca la ciencia tiene a palabra, mis que nunca se sostiene exe mito del sujeto supuesto al saber, y esto es lo que permite la existencia del fendmeno de la trinsfeencia en tanto que remite a lo mis arraigido del deseo de saber. Enla 10ca centifica, ol médico re encuentra en una doble posicion: por un lado, tiene que enfrentar una carga energéti- ‘@ euyo poder no sospecha sino se le explica; por el otro, debe colocar exn carga entre paréntesis, debido justamente a oe poderes de los que dispone, a los que debe distribu, a. plano cientifico en que esta situado. Quiéralo 0 no, el médico td integrado a ese movimiento mundial de la organizacion| de una salud que se vuelve piblica y, por este hecho, nuevas preguntas le serin planteadas. En ningin caso pode motivar el mantenimiento de su funcidn propiamente médica en nombre de un “privado” que teria atinente a lo que te lamaria el secrevo profesional, y no hhablemos demasiado del modo en que es observado, quiero decir en la prictica de la vida a Ia hora en que se toma el ‘cognac. Pero no es éste el resorte del secreto profesional, pues si éste fuese del orden de lo privado, serfa del orden de las ‘miomas fluctuacionee que han acompalado socialmente la sgeneraizacion en el mundo de la prictica del impuesto a las ganancias. Se trata de algo diferente: es estrictamente de esa Tectura por la cual el médico es capaz de conducir al sujeto a aquello que esti en cierto paréntesis, aquello que comienza con el nacimiento, que termina con la muerte y que entra las preguntas que se despliegan entre uno y otra. Bn nombre de qué los médicos podrin estatuir acerca del derecho 0 no al nacimiento? éCémo responderin las cxigencias que muy ripidamente conflurén con las exigencias de la productividad? Pues si la salud se vuelve objeto de una forganizacion mundial, se tratard de saber en qué medida es productiva. Qué podré oponer el médico a los imperatives Prony meine ” aque lo convertirin ene empleno de es empresa univeral de 1h productividad? El nic terreno exes relacion por a cal 5 mético: a saber la demanda del enfermo, Enel interior de ss lc firme done we procen tant eons revelacin de em dimension en su valor orginal, que no ene ada de ideaista pero que e+ exactamente lo que de: la ‘eli con el yo del cuerpo Qué tienen watedes que. decir, médios, sobre lo mis cscandalono de lo que viene ahora? Pues sera encepciona e ‘aso en el que el hombre hasta aqui proferia “Situ ojo te tscandalza arrnealo", que din ustedes del slogan £°81 to jo te vende hin, nan én nombre de qué tondein que hablar, sino precsamente de xa dimension del goce dc su aerp y de lo que él ondena de partipacén todo lo tocan. teaélenel mundo? Si el médico debe seguir sendo algo, que ya no pogaser Ja herencia desu antigua funcién que era une func sagrad, es pra mi, continua y mantener en su vida propa descubrimiento de Pread. Siempre me consderé como misi- neto del médico: I fein del médico como la del sacerdo- teno limita al empo que uno le deca a ela.

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