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Equilibrio Hidrico
Equilibrio Hidrico
de ejercicios físicos
Gustavo Santángelo Magrini* y Rubén Cohen Grinvald. (Argentina - España)
Indice
1. Introducción.
2. Agua corporal total.
3. Líquidos corporales.
4. Equilibrio Osmótico.
5. Isotonía, hipertonía e hipotonía.
6. La sed.
7. Agua y Ejercicio Físico.
8. Reposición Hídrica.
9. Bibliografía.
1. Introducción
El agua es el disolvente general del organismo que condiciona los fenómenos osmóticos,
mantiene el estado coloidal del protoplasma y transporta los elementos nutritivos y de
desechos de la actividad celular. La inmensa mayoría de las reacciones químicas del
metabolismo se realizan en disoluciones acuosas, participando el agua directa ó
indirectamente. Los organismos vivos varían en su contenido de agua. En general los
tejidos jóvenes le contienen en mayor proporción. Varía también la proporción de agua de
un tejido a otro entre los humanos. Con el siguiente esquema lo podremos apreciar mejor:
TEJIDOS % AGUA
Esmalte dentario 0,2
Esqueleto 22
Corazón 79,3
Riñón 83
Cartílago 55
Hígado 70
Sangre 79
Líquido cefalorraquídeo 99
Su conductividad térmica nos permite, mejor que ningún otro líquido orgánico, regular la
temperatura corporal, ya que por ella se conduce fácilmente el calor y por lo tanto iguala con
rapidez la temperatura de distintos sectores del medio interno y el de las células. Su elevado calor
específico contribuye a sostener de forma estable la temperatura corporal. Si las 3000 Calorías, que
por término medio, libera un sujeto normal en 24 hs. se hiciesen en presencia de otro disolvente,
distinto del agua, la temperatura corporal se elevaría hasta 100-150 Cº. Su alto calor latente de
vaporización* permite al vapor de agua mantener el organismo a temperatura más baja que la del
ambiente.
El organismo pierde constantemente agua por la piel, los pulmones (pérdida insensible) y la
evaporación del sudor absorbe mucho más calor que si el disolvente fuese otro. Este
fenómeno es de especial importancia en el ejercicio.
*
Calor latente de vaporización: la cantidad de calor que se le ha de aportar a un gramo de líquido para
transformarlo en vapor, a su temperatura de ebullición. Calor latente de evaporación del agua: 536 calorías.
El balance de agua, lo podemos determinar sobre unos 2,5 lts diarios, de la siguiente forma:
Ingresos Pérdidas
Líquidos 1200 ml orina 1500 ml
Comida 1000 ml Pérdidas insensibles 900 ml
Metabólica 350 ml (?) sudor 50 ml
heces 100 ml
Sin duda en el ejercicio la pérdida de agua corporal es mucho más sensible alcanzando
proporciones elevadas con respecto a los valores dados. Estas pérdidas están condicionadas
por la intensidad del ejercicio, la temperatura y la humedad ambiente. La idea se puede
resumir en el siguiente esquema:
Ingresos Pérdidas
Líquidos 1200 ml orina 500 ml
Comida 1000 ml sudor 5000 ml
Metabólica 350 ml Pulmones 700 ml
3. Líquidos corporales
Los líquidos corporales pueden dividirse en extracelulares e intracelulares, las diferencias básicas
entre ellos se producen a través del transporte en la membrana celular. Su estudio es de vital
importancia para comprender la regulación del volumen de líquido corporal, constituyentes del
líquido extracelular, el equilibrio ácido básico y el intercambio macroscópico entre ellos gobernado
por el equilibrio osmótico.
Alrededor de unos 25 lts de los 40 lts que hay en el organismo están dentro del compartimento
celular: es el líquido intracelular. A pesar de no ser un líquido estrictamente homogéneo, se le
considera un gran compartimento líquido.
Los líquidos que se reúnen fuera de las células se les denomina líquidos extracelulares y
constituyen el medio interno. En conjunto alcanzan un volumen de 15 lts. Pueden dividirse en:
Si los consideráramos por masa las proteínas y las sustancias no electrolíticas suponen casi el 90%
de las mismas en el plasma, el 60% en el líquido intersticial y 97% en el intracelular. Los
porcentajes similares del plasma y el líquido intracelular nos permite afirmar que estas sustancias
se encuentran en similares proporciones en ambos lados de la membrana, con la excepción de
algunos compuestos grasos que existen en el plasma en partículas grandes como las lipoproteínas.
En el líquido extracelular existen grandes cantidades de iones Na+ y Cl-, cantidades considerables
de ion bicarbonato y pequeñas cantidades de iones Ca++, K+, Mg++, HPO4--, SO4-- y ácidos
orgánicos, además en el plasma existen grandes cantidades de proteínas, no así en el líquido
intersticial, tal como ya se comentó. El líquido intracelular contiene pequeñas cantidades de iones
Na+ y Cl-, casi nada de HPO4--, cantidades moderadas de Mg++, SO4-- y cuatro veces más proteínas
que en el plasma.
Cuando estas concentraciones se expresan en osmoles/ lts de agua se les conoce por osmolaridad.
Cuando se expresan en osmoles/ kg de agua se las denomina osmolaridad.
La actividad osmótica en los líquidos corporales está condicionada casi en su totalidad por los iones.
En el plasma y el líquido intersticial el Na+ y Cl- ejercen las cuatro quintas partes de la presión
osmótica, en el espacio intracelular casi la mitad de la actividad osmótica la realizan los iones K +. La
osmolaridad total de cada uno de los tres compartimentos es de 300 miliosmoles, en tanto que la
del plasma es de 1,3 miliosmoles/litro más que los otros dos compartimentos, sin embargo la
diferencia se marca sobre el líquido intersticial ya que tal diferencia es debida a la presión óncotica
de las proteínas plasmáticas. La idea clara de la presión la obtenemos si consideramos a la presión
en Torr.
Es necesario decir que el equilibrio osmótico tiende a restablecerse siempre. Sin embargo hay que
considerar que en una situación normal los líquidos se incorporan al organismo por vía
gastrointestinal y después son distribuidos por la sangre al resto del cuerpo. Esto supone que el
equilibrio osmótico puede tardar en restablecerse casi 30 min. aunque este último extremo también
depende del tipo de desequilibrio producido. Durante el ejercicio se produce una importante
pérdida de agua. Este agua proviene del líquido extracelular. A esta pérdida le sigue una salida de
agua del interior de la célula para restablecer el equilibrio osmótico. Se produce una deshidratación.
Si en ese momento restablecemos el líquido perdido con una solución isotónica, el líquido se
absorbe desde el tracto gastrointestinal hacia el plasma desde dónde la mayor parte de este pasa
al líquido intersticial. El agua y la sal permanecen en él y en el plasma, no entran en la célula,
debido a la protección que ejercen las bombas de Na de la membrana celular, (el Na no entra en
ella y por tanto el agua tampoco), de esta forma se restablece el volumen de líquido extracelular
sin afectar al equilibrio osmótico. Si la solución aportada es hipotónica, la dilución del líquido
extracelular será severa con respecto al gradiente de presión creado en el interior de la célula por
lo que pasará mucha más agua para restablecer el equilibrio, cambiando el volumen celular y
generando pérdida del líquido extracelular, aunque el mayor peligro de esta situación radica en la
lisis celular. Es una deshidratación hipotónica. Si la solución aportada es hipertónica, la célula
responderá dejando fluir agua para restablecer el equilibrio osmótico, lo que afectará a su volumen
y estructura. Estamos ante una deshidratación hipertónica. Es relativamente común ver situaciones
peligrosas en el restablecimiento del equilibrio hídrico de algunos deportistas.
Para comprender la importancia del mantenimiento del equilibrio osmótico que ejercen los líquidos
corporales, baste decir que los riñones filtran diariamente, aproximadamente 180 lts/día de plasma.
La capacidad de resorber los nutrientes necesarios y eliminar por esa vía los desechos es
fundamental para la vida, todo ello se produce sin variar apenas la concentración osmótica de los
líquidos corporales, que se sostiene en una constante de 300 miliosmoles/litro.
6. La sed
Este es un mecanismo que juega un importante papel como regulador de las concentraciones de
sodio corporal y la osmolaridad total. La sed es el deseo consciente de agua. El centro de la sed
esta localizado en una pequeña zona delante de los núcleos supraópticos del hipotálamo, en el área
preóptica lateral. Las neuronas de esta zona funcionan como osmorreceptores. Por tanto un
aumento de la presión osmótica del líquido extracelular dispara el mecanismo. La deshidratación
intracelular provoca cambios en la osmolaridad extracelular y causa sed. La pérdida de potasio
corporal disminuye la concentración intracelular del mismo, reduce el volumen de la célula y
provoca sed.
Un dato importante es el hecho de que no bebemos nunca cantidades incontroladas de agua por
mucha sed que tengamos. La razón estriba que al beber, el agua ingerida pasa al tubo
gastrointestinal y allí se produce un alivio parcial de la necesidad de beber. Podemos lograr este
mismo efecto insuflando un balón en el estómago. El agua tardará entre 20 a 30 minutos para
distribuirse en el organismo, de manera que si bebiéramos una gran cantidad de líquido crearíamos
una importante hipoosmolaridad del líquido extracelular.
En el deporte, el mecanismo descripto tiene una importancia crítica, ya que el tiempo que
transcurre para igualar las concentraciones osmolares una vez que se ha disparado el mecanismo
de la sed es demasiado largo. A ello hay que sumar una sustancial pérdida de agua corporal por lo
que aún se hace más ineficaz el mecanismo de la sed para solventar el desequilibrio que no es otro
que la deshidratación. Por tanto en el deporte es importante la bebida realizada sin sed. Lo ideal
son reposiciones de poco volumen, que no provoquen incomodidad gastrointestinal y ayuden a un
vaciado rápido. En este sentido hay que recordar que el agua fresca abandona antes el estómago.
Sin el sistema de la sed combinado con la ADH el control de la concentración de sodio se hace
extremadamente difícil.
Es pues sin duda la evaporación la forma más eficaz que el organismo tiene para disipar el calor.
Durante el ejercicio, la posibilidad de realizar este trabajo de termoregulación con eficacia es crucial
para el deportista. En ambientes húmedos y calurosos, dónde la saturación del aire por vapor de
agua es muy alta, la evaporación y por tanto la refrigeración del organismo se produce con
dificultad y las pérdidas de agua en estas condiciones pueden ser muy severas. Es aconsejable
pues, la precaución en el tipo de ejercicio y la intensidad en esas condiciones.
Hay que decir que una adaptación al ejercicio intenso se manifiesta en la tasa y en el tipo de
sudor producido. En general los deportistas entrenados pueden gastar hasta 2,5 veces más
energía que los no entrenados para una misma temperatura corporal absoluta, lo que
implica que para intensidades submáximas la cantidad de sudor será menor. Sin embargo
cuando el ejercicio se acerca a la máxima intensidad la capacidad de termoregulación del
atleta entrenado produce mayores cantidades de agua y por tanto mayor cantidad de sudor.
Un consumo de oxígeno de 4 lts producen 0,36 moles de agua, que suponen 648 ml. La
composición del sudor es también un índice importante. En general el deportista adaptado
producirá un tipo de sudor mas diluido que el no entrenado, manteniendo a pesar del
ejercicio los equilibrios osmóticos en valores de fácil reposición. En la figura adjunta se
hace referencia a la pérdida de la osmolaridad en un ejercicio intenso, después de un
pérdida absoluta de cuatro Kg.
K 5,9 60 23,6 36
Bicarbonato 24
Los problemas más comunes en relación a la producción y acumulación excesiva de calor pueden
quizás resumirse en los siguientes:
8. Reposición hídrica
Es recomendable la ingestión de agua antes, durante y después del ejercicio. Antes no más de 250-
300 ml de agua fresca. Una ingestión mayor podrá producir molestias gastrointestinales por
problemas de vaciado y malograr el rendimiento. Si el ejercicio es continuo pero moderado (por
debajo del 75% del Vo2), con temperaturas que no sobrepasen los 25 ºC la reposición debe
realizarse cada 15 minutos y no sobrepasar los 250 ml. Una ingestión mayor causaría los problemas
gastrointestinales señalados. Es importante recordar que los fluidos fríos. Por ejemplo a 5ºC, son
vaciados del estómago más rápido que los que están a temperatura corporal. Teniendo en cuenta
que el agua ingerida será calentada por la temperatura interior del organismo, es recomendable
que la reposición hídrica no se haga con agua a temperatura ambiente, sino con agua fresca a la
temperatura indicada. En cuánto a las aportaciones de carbohidratos en los fluidos de reposición, el
lector debe recordar que si no nos enfrentamos a ejercicios de alta intensidad, donde se pongan en
acción las reservas de glucógeno, aportar azúcares, en especial glucosa, no solo no nos beneficia
para la acción inmediata, sino que retrasa la absorción del agua que necesitamos. La glucosa que
llega al estómago en disolución marca un importante retraso en el vaciado del estómago de agua
libre. Sin embargo en pruebas dónde la acción se prolonga a altas intensidades puede ser
recomendables la ingestión de preparados glucosados. Se han encontrado útiles, concentraciones
de 30 a 60 gr/hr. en 625 a 1250 ml/hr de fluido ó bebidas preparadas al 4 - 8% de concentración
de carbohidratos.
9. Bibliografía