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Antimateria

por Julio Rodriguez (Prof. alberto Unapiedra) | Abr 6, 2014 | Análisis, Astrofísica,
Astronomía, Ciencias Espaciales, Ciencias Experimentales, El Universo, Física,
Historia, Matemáticas, Modelización, Química | 0 Comentarios

Pocas cosas agitan más la imaginación de la gente como la palabra “antimateria”.

Suena a un Universo paralelo, a algo misterioso y casi mágico.

Las naves de Star Trek se impulsan con antimateria.

Un frasquito de antimateria se utilizaba para intentar destruir el Vaticano en la película


“Ángeles y Demonios”.

Podría seguir con más ejemplos, desde futuristas a ridículos. La verdad es que la
antimateria es algo mucho más común de lo que la gente cree.

Empecemos por entender de que se trata con un ejemplo. Un electrón, la partícula que
todos los días nos permite utilizar la electricidad, tiene ciertas características que lo
diferencian de otras partículas.

Su peso, su carga eléctrica, su spin (que se puede interpretar como el sentido en el que
gira sobre sí mismo) y otra serie de números cuánticos que lo hacen diferente. Su
antipartícula, es decir el electrón de antimateria, tiene todos los números cuánticos
invertidos.

Bueno, no todos. El peso sigue siendo el mismo y esto es algo que todavía les da
dolores de cabeza a los físicos teóricos. La gravedad no se lleva bien con el mundo
cuántico.

El positrón (electrón positivo) es la antipartícula del electrón. Su nombre viene de que la


carga del electrón se considera, por definición, negativa. Cada partícula que se conoce
tiene su alter ego en el mundo de las antipartículas.

Lo que fascina a los escritores que saben de ficción pero casi nada de ciencia es el
hecho de que si una partícula se encuentra con su anti, se convierten en energía, en
fotones (partículas de luz).

No de cualquier manera, sino conservando rigurosamente la cantidad total de energía


disponible. La materia y la energía son la misma cosa, como sabe cualquier gil que
alguna vez haya visto la famosa fórmula en los posters con la cara de Einstein. E=mc2
quiere decir, entre otras cosas, que la materia puede convertirse en energía y
viceversa.

Hasta acá no hay ningún misterio. No hay ninguna diferencia fundamental entre una
partícula y una antipartícula.

Ambas se producen todo el tiempo en los laboratorios modernos, incluso en la


atmósfera de la Tierra, constantemente bombardeada por partículas de alta energía
que vienen del Sol y de más lejos aún. Al lado mismo del lector, dentro de él también,
en este preciso instante, se están produciendo cientos de positrones. También se
producen antiprotones y otras antipartículas.

¿Cuál es el misterio entonces?


Bueno, podemos decir que nuestro mundo está hecho de partículas y no de
antipartículas. Para no ser tan egocéntricos, deberíamos mejor decir que nuestro
mundo está hecho de lo que nosotros llamamos materia.

Si todo estuviera hecho de antimateria no notaríamos la diferencia, solamente


llamaríamos al electrón antipartícula y al positrón partícula. Acá viene la pregunta que
más les gusta a los niños desde los 3 años: ¿por qué?

¿Cuál es la razón por la cual un tipo de partículas domina sobre el otro? En el


comienzo del Universo las probabilidades de formar ambos tipos de materia era la
misma, al menos en las teorías más clásicas. ¿Qué fue lo que rompió el equilibrio?
Algunos científicos proponen que quizás vastas zonas del Universo están hechas
predominantemente de antimateria.

Desde la Tierra sería casi imposible distinguirlas, se verían igual que nuestro lado del
Universo. Las zonas de materia y antimateria deberían estar aisladas de algún modo,
para no destruirse mutuamente en forma lenta pero segura. El problema es que no hay
forma de explicar como se separaron estas zonas con suficiente rapidez al principio de
los tiempos.

Es necesario algo más fundamental para explicar la asimetría. Aparentemente existe.


Hay ciertos experimentos que indican que la naturaleza no es simétrica respecto a
ambos tipos de materia.

Es algo que se denomina violación de CP (carga-paridad) y es bastante complejo de


explicar sin un curso previo de física de partículas.

Producir antipartículas es muy fácil. Conseguir que formen átomos es posible, pero
más difícil, ya que son muy inestables. Cosas más complejas como moléculas, por no
hablar de objetos o seres vivos es casi imposible.

Por lo tanto, la probabilidad de que aparezca un anti-Prof. Unapiedra que me aniquile


es bastante baja.
Si no ven mis artículos publicados alguna vez, esa sería la última cosa que deberían
pensar.

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