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En Feminism and linguistic theory (2002) Deborah Cameron nos habla sobre la cuestión

del lenguaje y las implicaciones políticas que han ejercido escritores, filósofos y teóricos
sociales en toda la historia intelectual de la civilización occidental. También hace referencia
a que se nota que el sujeto ha inspirado un pesimismo extremo: desde la antigua Grecia
hasta la de Orwell 1984, el discurso y la escritura han sido acreditados con un poder
maligno para regular las relaciones sociales humas de maneras que no somos plenamente
conscientes, además de que disfraza las verdades importantes en una nube de engaño
retórica. Los hablantes de hoy heredan la idea de que el lenguaje es un arma, utilizada por
los poderosos para oprimir y silenciar a sus subordinados; ni es esta creencia injustificada.
¿Pero por qué el lenguaje y el conocimiento sobre el lenguaje deberían ser un recurso sólo
para los poderosos? ¿Por qué no debería esta 'arma' se rapropiada del otro lado? Aquí de
manera introductoria Cameron plantea la idea de el lenguaje como un recurso o agencia
poderosa, conformada por una noción de oscuridad respeto a su uso, como algo referente a
una especie de magia que permitiría tomar el control del ser humano, e incluso, llevarlo a
pensar, hacer o decir lo que el que controla el lenguaje pretenda. Esto ha sido
constantemente evaluado y cuestionado por el feminismo.
“En la primera parte de este siglo, escritoras modernistas como Virginia Woolf y Dorothy
Richardson debatieron la cuestión de la "sentencia de la mujer", buscando un lenguaje
literario que se adaptara a la experiencia femenina que buscaban expresar” (p. 1), siendo
parte del intento de liberación al opresivo sometimiento según el discurso que planteaba un
mundo construido por el hombre donde la mujer se exaltaba unicamente como lujo o como
pertenencia casi a nivel objetual.
Una cuestión importante que señala Cameron es que de hecho fue sólo esta sospecha de que
los linguistas no estaban interesados en que a mujer adquiriera nociones amplias del uso del
lenguaje, menos su manejo a un nivel intelectual profundo, lo que la impulsó a comenzar a
interesarse por la lingüística feminista. Es por ello que se forma entonces como lingüista,
por la sospecha de que el lenguaje proporcionaba una oportunidad distinta de entender el
por qué de muchas situaciones hacia la mujer, y de esta manera ser activa en política
feminista. Durante varios años se resistió a hacer siquiera ninguna conexión de lo antes
mencionado. No trabajó en lenguaje ni en el género, y esta fue una decisión consciente,
reflejando el hecho de que el campo tenía poco prestigio para mujeres como ella. Este
pensamiento no sólo en Cameron, sino en muchas otras mujeres fue siempre la semilla para
comenzar sobre el lenguaje como ‘arma’ contra lo que siempre supuso su opresión.

Cameron, D. (1992). Feminism and linguistic theory. Springer.

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