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El Polvorín
Espacio Socialista, no importa quien o quienes estan detras, se busca la mejor calidad de vida para el ser humano, en defensa de la Tierra, Flora y Fauna.

Sunday 27 march 2011

El peligro de los bombillos ahorradores o lamparas de bajo consumo


Para que vean que no son "varas mias"!!!!  LEAN ESTO y decidan si realmente se protege
ALGO mas que la economia china al usar esta cochinada....

Claudia. C.

  EL PELIGRO DE LOS BOMBILLOS


AHORRADORES
En los últimos años se han popularizado los llamados "bombillos
ahorradores" , bombillos de bajo consumo o CFL ( por sus siglas en
inglés ), y el principal argumento que tienen los vendedores para
convencernos de su uso, es el bien que le hacemos al planeta al ahorrar
energía. Sin embargo, lo que no nos cuentan es lo peligrosos que son para
nuestra saludy lo contaminantesque pueden ser, paradójicamente, para ese
planeta que tratamos de proteger.

Estas son algunas de las conclusiones a las que han llegado científicos e
investigadores de todo el mundo al respecto:

1. Las bombillas de bajo consumo presentan emisiones radioeléctricas


de alta frecuencia que generan campos electromagnéticos perjudiciales para la salud

( espere un próximo artículo sobre éste tema) provocando entre otros, cáncer, problemas
neurodegenerativos, trastornos vasculares, y alteraciones del sueño.

1. Las bombillas ahorradoras emiten radiación ultravioleta, por lo cual pueden producir trastornos
en las personas con piel sensible.
2. Debido a la pobre iluminación de éstas bombillas, aumenta el riesgo de caídas en personas con
poca visión.
3. Cada bombilla contiene entre 3 y 5 mg de mercurio, que pueden causar graves problemas de salud
en caso de tener contacto directo con el ser humano, y llegar a contaminar seriamente fuentes de
agua en caso de no descartarse apropiadamente en recipientes para residuos tóxicos dentro del
sistema de basuras de una ciudad.
Además de limitar su uso por las razones antes mencionadas, siga las siguientes indicaciones de la
Agencia de Protección ambiental ( EPA ) de los Estados Unidos, si se le rompe un bombillo de bajo
consumo o CFL:

1. Las personas y animales domésticos deben abandonar la habitación de inmediato sin tener
contacto con los vidrios.
2. Abrir una ventana y abandonar la habitación por 15 minutos o más.
3. Si tiene aire acondicionado, apáguelo.
4. Después de pasado un tiempo, recoja los trozos de vidrio y polvo cuidadosamente usando un papel
rígido o cartón, y colóquelos en un frasco de vidrio con tapa de metal o en una bolsa de plástico
sellada.
5. Utilice cinta adhesiva para recoger los restos de los fragmentos de vidrio y polvo más pequeños.
6. Limpie el área afectada con toallas de papel húmedo o toallitas húmedas desechables y deposítelas
en un frasco de vidrio o bolsa plástica-
7. No use aspiradora o escoba para limpiar la bombilla rota sobre superficies duras.
8. Si se rompió sobre la alfombra, realice los pasos anteriores y si requiere de aspiradora, pásela
donde la bombilla se rompió, retirando al finalizar tanto el filtro como la bolsa de la aspiradora.
9. Si la ropa u otros materiales de tela entraron en contacto directo con la bombilla rota o el polvo de
mercurio contenido en el interior de la bombilla, debe tirarla. No lave la ropa porque puede
contaminar la lavadora y/o las aguas residuales.
10. Sí puede lavar la ropa y los utensilios que tuvieron contacto con el vapor de mercurio pero
no los que estuvieron en contacto directo.
11. Si los zapatos entraron en contacto con los trozos de vidrio, límpielos con papel o toallitas
húmedas y descártelos en frasco de vidrio o bolsa de plástico sellada.
12. Asegúrese que el recipiente en el que guardó los trozos de bombilla y los materiales de
limpieza peligrosos son descartados de manera adecuada en contenedores apropiados para este
tipo de residuos.

Para saber más…

 Revista DSALUD
 http://www.epa.gov/mercury/spills/index.htm

Distintos gobiernos están reglamentando el uso de los denominados "bombillos ahorradoras" como
solución a la crisis energética. Aunque tales bombillas (CFL según la denominación internacional)
produzcan una polución electromagnética notablemente mayor que las convencionales y muchas
personas reaccionan a ellas con dolores de cabeza que, al cabo de muchas horas, pueden en casos
extremos llegar a provocar convulsiones, náuseas e, incluso, reacciones más graves. Bombillas que
además son del mismo tipo que las fluorescentes y tendrán que ser recicladas luego en contenedores
especiales porque contienen ¡mercurio!

Tipos de Bombillos:
Si este reportaje versara sobre laboratorios que se dedican a investigar sustancias tóxicas o virus
peligrosos a nadie le extrañaría leer como parte de las medidas a tomar en caso de ruptura del envase las
advertencias de que es preciso “Desocupar la habitación y ventilarla durante al menos 15 minutos. No
usar una aspiradora. Limpiar utilizando guantes de goma y evitar la creación e inhalación de polvo del
aire. Recoger todas las partículas y fragmentos de vidrio y colocarlos en una bolsa de plástico. Limpiar el
área con un paño húmedo y a continuación ponerlo en una bolsa y sellarla. La bolsa no se debe tirar a la
basura. Todos los ayuntamientos tienen la obligación de disponer de las medidas necesarias para la
eliminación de los residuos peligrosos”. Sin embargo tales instrucciones no son las medidas a tomar en un
laboratorio de alta seguridad sino las aconsejadas por el Department for Environment, Food and Rural
Affairs (DEFRA) encargado de la protección ambiental en el Reino Unido para el caso de que una
bombilla -como la que “regala” a cada español el Ministerio de Industria- se rompa en pedazos
accidentalmente ya que liberaría ¡polvo de mercurio! en el ambiente.

“Hay evidencias de que una iluminación baja puede dar lugar a un mayor número de caídas en personas
con poca visión”, afirma Larry Benjamin. Palabras que no se corresponden con un fragmento de la
película A ciegas basada en la novela de José Saramago sino que corresponden a la reflexión de un
prestigioso miembro del Royal College of Ophthalmologists británico sobre las llamadas bombillas de
bajo consumo porque lo que tampoco se cuenta es que ¡iluminan mucho peor!

“Estamos preocupados por los riesgos para los pacientes


sensibles a la luz que tienen severos trastornos en la piel”.
Y tampoco esta frase es el extracto de un relato de ciencia
ficción sobre la pérdida de la capa de ozono en el planeta
sino la respuesta de Harry Moseley -consultor científico en
la escocesa Universidad de Dundee- a la pregunta que le
hizo la BBC sobre sus efectos porque resulta que además
¡emiten radiación ultravioleta!
En suma, una vez más los políticos han situado el dinero
por delante de nuestra salud. Porque la decisión de
combatir el calentamiento global y la crisis económica con
estas nuevas bombillas está ya tomada con el argumento de
que consumen entre un 75% y un 80% menos de energía y
su vida media es mucho mayor que la de las incandescentes. Lo que si bien puede ser cierto en el caso de
una oficina no lo es en un hogar donde éstas se encienden y apagan continuamente porque eso acorta su
vida. En cualquier caso lo realmente importante es que se está ocultando que tienen serios inconvenientes
para la salud. Básicamente por tres razones: porque emiten radiofrecuencias biológicamente dañinas,
porque emiten radiaciones ultravioletas peligrosas en distancias cortas y porque llevan mercurio –
sustancia tóxica y cancerígena- con el peligro que eso supone en caso de ruptura (sin olvidar los
problemas que acarrea su reciclaje). Además existen serias sospechas de que esas radiaciones y su
centelleo -producto de las altas frecuencias generadas- puede provocar migrañas, fatiga, confusión,
vértigo, zumbido en los oídos, problemas en los ojos, náuseas e irritaciones de la piel además de agravar
la sintomatología de las personas sensibles a los campos electromagnéticos. Que son cada vez más, por
cierto.

En cuanto al argumento de que resultan “más económicas a la larga” cabe añadir que eso será si no se
nos rompen ya que además de los peligros para la salud cada “accidente” de ese tipo –bastante habitual
porque basta dar un simple golpe a la bombilla para que ello pueda ocurrir como todos sabemos- nos
saldrá por un ojo de la cara.

EL TÓXICO MERCURIO

En suma, las simples medidas de precaución que exige manejar estas bombillas hacen incomprensible la
decisión de generalizar su uso entre la población. Porque cada CFL contiene entre 3 y 5 miligramos de
mercurio, mineral altamente tóxico y peligroso cuando se libera en el medio ambiente. En especial para el
cerebro, el sistema nervioso, el hígado y los riñones aunque igualmente puede dañar el aparato
cardiovascular, el sistema reproductivo y el sistema inmune además de ser causa de temblores,
inestabilidad emocional, pérdida de memoria, insomnio, problemas neuromusculares, dolores de cabeza,
alzheimer y cáncer. Aunque son los fetos, bebés y lactantes los más vulnerables ya que su exposición al
mercurio influye muy negativamente tanto en el desarrollo de su cerebro como del sistema nervioso.
Quienes tratan de restar importancia a este hecho argumentan que su presencia es “muy pequeña” pero
o mienten o ignoran que no se ha establecido una “cantidad segura” de mercurio y que, de existir, estaría
en el nivel de los microgramos y las CFL contienen entre ¡tres y cinco mil miligramos! (recordemos que
un microgramo es la milésima parte de un miligramo).

“El límite del Canadian Water Quality (CWQG) para proteger la vida de agua dulce –señala la
investigadora canadiense Magda Havas- es de 26 nanogramos de mercurio inorgánico por litro de agua.
Lo que significa que una bombilla CFL puede contaminar 190.000 litros de agua a niveles que superan
las directrices de calidad de nuestra agua!” (un nanogramo es la milésima parte de un microgramo y, por
tanto, la millonésima parte de un miligramo).

Según el Institut National de Recherche et de Sécurité (INRS) francés para la prevención de accidentes y
enfermedades profesionales la inhalación por un perro de aire que contenga una décima parte de
miligramo por metro cúbico de mercurio le provoca a las seis semanas problemas neurológicos y renales
irreversibles. Y una sola bombilla rota vaporizaría 5 mg contaminando un área de 50 metros cúbicos.
Insistimos: el contenido de ¡una sola bombilla!

Es evidente que la exposición al mercurio contenido en el interior de las CFL sólo puede producirse en
caso de que la bombilla se rompa pero eso puede pasar fácilmente. Un estudio realizado en el estado
norteamericano de Maine llevó a la Agencia de Protección de Medio Ambienteestadounidense a
modificar sus recomendaciones porque se demostró que en caso de rotura, incluso cuando todas las
precauciones son tomadas a la hora de limpiar, las concentraciones de mercurio en la habitación donde
una lámpara se rompe permanecen elevadas. Y es así porque el mercurio se adhiere a todo tipo de fibras
textiles -alfombras, cortinas, ropa, etc.- que después pueden desprender vapores de mercurio durante
mucho tiempo.
De hecho aunque gobiernos como el norteamericano, el canadiense y el británico han tratado de restar
importancia al peligro de la rotura de estas bombillas sus recomendaciones por escrito no son
precisamente tranquilizadoras. Y es que si las medidas aconsejadas por el Department for Environment,
Food and Rural Affairs (DEFRA) antes descritas asustan lo que dice la Agencia de Protección de Medio
Ambiente estadounidense aún es más preocupante por lo exhaustivo de sus explicaciones (lea el recuadro
adjunto para comprobarlo). Especialmente en los casos de bebés y niños. Así lo explica el informe
Shedding Light on Mercury Risks from CFL Breakage (Arrojando luz sobre los riesgos del mercurio en
caso de rotura de las CFL) elaborado por el doctor Edward Groth para The Mercury Policy Project en
febrero del 2008 : “Los bebés y niños pequeños –afirma el autor- son más vulnerables a las exposiciones
de mercurio en el aire porque su pequeño tamaño corporal y sus tasas de respiración más rápida les
hacen inhalar mayores dosis que las que un adulto obtiene de la inhalación de aire con la misma
concentración de mercurio. El vapor de mercurio es más pesado que el aire y su concentración en el aire
interior tiende a ser más alta cerca del suelo. Los bebés y niños pequeños gatean, se sientan, caminan,
juegan y respiran sobre o cerca del suelo por lo que pueden estar más expuestos a los vapores de
mercurio tras la ruptura de una CFL”.

Y, por supuesto, si las usa olvídese a partir de ahora de tirarlas a la basura cuando se fundan. En España
los aparatos de alumbrado, las bombillas incandescentes y las bombillas de bajo consumo están sometidas
desde el 2005 al Real Decreto 208/2005, de 25 de febrero, sobre aparatos eléctricos y electrónicos y la
gestión de sus residuos que obliga a depositarlos en lugares precisos. “Cuando el usuario adquiera un
nuevo producto –explica el Gabinete de Comunicación del Ministerio de Industria- el aparato de desecho
puede entregarlo en el comercio en el que efectúe la nueva compra. Los ayuntamientos de más de 5.000
habitantes deben asegurar la recogida selectiva de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos
procedentes de los hogares. Y los de menos de 5.000 habitantes se rigen de acuerdo con la normativa de
su respectiva comunidad autónoma. Por cada bombilla se paga un cargo denominado Cargo RAEE
(residuos de aparatos eléctricos y electrónicos) de 0,3 € destinados a su reciclado y recogida al final de su
vida útil”.
Ahora bien, ¿siguen esa recomendación todos los que usan este tipo de bombillas? Vamos a omitir la
respuesta porque es obvia pero los aludidos deberían saber que si terminan en un vertedero corriente el
mercurio puede contaminar el aire y filtrarse en el suelo contaminando los acuíferos subterráneos. “Si
terminaran en los vertederos varios miles de lámparas fluorescentes se plantearía un grave problema de
salud –ha denunciado sin tapujos la doctora de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido) Michelle
Bloor-. El mercurio podría escapar y entrar en la cadena alimentaria. (…) Y el problema es que muchos
concejos municipales no saben qué hacer para deshacerse de las lámparas fluorescentes. Sólo 6 de los 17
con los que hablamos son conscientes de las normativas”.

EMISIONES RADIOELÉCTRICAS

En cuanto a las emisiones radioeléctricas lo hemos denunciado multitud de veces: no son inocuas. Son
peligrosas para la salud. Dependiendo el riesgo de la distancia y la potencia. Y es que sus efectos
biológicos van más allá de los simples y medibles efectos térmicos, los únicos oficialmente considerados
tanto por la normativa española como por la europea. Lo cierto es que pueden causar, entre otros
problemas, dolores musculares y articulares, dolores de cabeza, náuseas, trastornos del sueño, problemas
respiratorios, erupciones, ansiedad, depresión y problemas neurodegenerativos y vasculares así como
cáncer.
Dicho esto añadiremos que las bombillas de bajo consumo presentan emisiones radioeléctricas de alta
frecuencia que en muchos casos pueden generar campos electromagnéticos superiores a los permitidos
por la propia normativa oficial, ya de por sí muy permisiva. La energía de 50 Hz que toma un dispositivo
de la red puede ser multiplicada en función de su uso. Por ejemplo, el horno microondas emite ondas
electromagnéticas con una frecuencia de hasta varios GHz para poder cocinar; es decir, más de
1.000.000.000 Hz (mil millones de ciclos por segundo) a pesar de estar conectado a una toma de energía
de 50 Hz. Pues bien, la bombilla de bajo consumo (CFL) utiliza en Europa energía eléctrica a una
frecuencia de 50 Hz pero produce frecuencias mucho mayores. “La bombilla CFL –nos aseguraría Pablo
Mata, responsable del Departamento I+D de New Energy Ways- necesita para su correcto
funcionamiento producir una señal con una frecuencia que puede superar los 50.000 Hz. Es decir, más de
1.000 veces la frecuencia de la red eléctrica. El hecho de que una bombilla CFL genere frecuencias 1.000
veces superiores a los 50 Hz de nuestra red supone que los límites de referencia establecidos para 50 Hz
por laInternational Commissionon Non Ionizing Radiation Protection (INCIRP) ya no van a ser los
únicos aplicables para la bombilla CFL porque a 50.000 Hz de frecuencia la perturbación que recibimos
en nuestro organismo es más intensa que a 50 Hz”.
En julio del 2007 científicos y responsables de la organización española Arca Ibérica presidida por
Enrique Sanz y miembros del Centre de Recherche et d'Information Indépendantes sur les
Rayonnements ElectroMagnétiques (CRIIREM) dirigidos por el doctor Pierre Le Ruz realizaron en la
población valenciana de Alcossebre un estudio sobre las bombillas de bajo consumo conectándolas a
tomas eléctricas habituales (230 voltios- 10 amperios- 50 hertzios). Ambas organizaciones colaboran
desde hace varios años en estudios sobre los efectos en la salud de los campos electromagnéticos
radioeléctricos (entre 100 kilohertzios y 3 gigahertzios) tratando de conseguir un cambio de la normativa
a nivel europeo. Pues bien, sus resultados demostraron que las bombillas de bajo consumo emiten, una
vez encendidas, importantes radiaciones radioeléctricas mientras las bombillas clásicas, en las mismas
condiciones (230 voltios y 50 hertzios) no emiten ninguna. Sus conclusiones fueron las siguientes:

-Que el ruido de fondo-radiofrecuencia “in situ” en campo libre en el marco de la experimentación es del
orden de 0,2 V/m.

-Que las lámparas clásicas, sea cual sea la distancia de las medidas y su potencia (100, 60 o 40 vatios) no
hacen variar significativamente el ruido de fondo-radiofrecuencia cuando están encendidas.
-Que las lámparas de bajo consumo, en función de su potencia (20, 15, 11, 7 y 5 vatios) y de la distancia
de medición, elevan considerablemente las radiaciones radioeléctricas al encenderse. Por ejemplo, los
valores detectados varían desde 180 V/m a 4 V/m en los 20 primeros centímetros para potencias de 20 a
11 vatios. Para potencias de 7 a 5 vatios estos valores son menores pero varían de 34 V/m a 2 V/m en los
20 primeros centímetros y hay que separarse un metro para volver al valor del ruido de fondo de 0,2
V/m.
Según el estudio la causa de la emisión de radiaciones radioeléctricas proveniente de las bombillas de
bajo consumo estaría en los circuitos electrónicos integrados por numerosos componentes, alojados en los
casquillos de las bombillas. Y a pesar de que un blindaje adecuado permitiría reducir las emisiones
radioeléctricas los autores del estudio no encontraron ninguno en las bombillas de uso corriente
estudiadas.
Algunas de las mediciones detectadas -sobre todo las registradas en la parte alta de la horquilla como 180
V/m o 34 V/m- están además muy por encima de la propia Recomendación del Consejo de Europa de 12
de julio de 1999 referente a la limitación de la exposición del público a los campos electromagnéticos cuyo
nivel de referencia más severo es de 28 V/m y siempre para evitar sólo los efectos térmicos de las
radiaciones radioeléctricas. Pueden llegar a ser pues hasta ¡300 veces superiores! a las últimas
recomendaciones de los científicos que alertan de los peligros de los campos electromagnéticos para
quienes el límite admisible biológicamente estaría en 0’6 V/m.

“También otros laboratorios –señalaría Pierre Le Ruz- han hecho pruebas que dieron lugar a
conclusiones similares, con valores entre 80 y 380 voltios por metro cuando el valor límite en vigor es de
28 voltios por metro. Un problema que se plantea sobre todo a corta distancia y en el momento de la
iluminación donde se registra un pico. Lo mejor es mantenerse pues a más de metro y medio de ellas”.
Incluso a la hora de proteger la “salud” de otros dispositivos electrónicos la normativa es más severa que
para velar por la salud humana. En la Directiva 2004/108/CE del Parlamento Europeo y del Consejo
relativa a la Compatibilidad Electromagnética (CEM) de los equipos electrónicos y eléctricos los niveles
límite son de 3 V/m o, incluso, de 10 V/m con el fin de evitar cualquier perturbación electromagnética de
equipos y sistemas.

Es decir, lo oficialmente recomendable para no estropear otros equipos electrónicos son 3 V/m. Y para
proteger a las personas 28 V/m (lo que parece indicar que debemos ser bastante menos importantes que
las máquinas). Bueno, pues resulta que algunas de las bombillas de bajo consumo pueden llegar en las
proximidades de nuestra cabeza ¡a 180 V/m! No son de extrañar por tanto las recomendaciones finales de
los autores del citado estudio que no dudan en decir: “Debido a los valores detectados correspondientes al
funcionamiento de las lámparas de bajo consumo (230 voltios - 50 hertzios) hay que alertar seriamente a:
-Las personas que utilizan este tipo de lámparas -por ejemplo como lámpara de cabecera, muy cerca de
sus cabezales, en sus mesas de trabajo o en sus despachos- porque pueden estar expuestas, según la
distancia y potencia de esas lámparas, a unos campos eléctricos de 2 a 100 V/m e incluso más.

-Las personas que van equipadas con dispositivos de asistencia médica, activos o inactivos (marcapasos,
dispositivos de administración de medicamentos, prótesis, clips venosos, aparatos auditivos …) porque
pueden estar expuestas de forma instantánea, en el momento de la puesta en marcha de las lámparas de
bajo consumo (230 voltios - 50 hertzios), a picos de campos eléctricos de 100 a 300 V/m e incluso más, y
más tarde, en función de la distancia y de la potencia implicadas, a campos eléctricos de 2 a100 V/m.
Resulta que los efectos de compatibilidad electromagnética (CEM) son temibles y que son posibles
disfunciones e incidentes en los implantes médicos electrónicos, con consecuencias sanitarias importantes
para las personas expuestas”.

“Las bombillas CFL –nos diríaPablo Mata-nunca deberían estar a menos de 40 cm de nuestro cuerpo si
vamos a pasar cada día 8 o más horas junto a ellas. En cualquier caso es importante mantener siempre
una distancia mínima de unos 30 cm. A mayor distancia menor intensidad de la perturbación y mayor
garantía de salud para nosotros”. En suma, la distancia es muy importante pero no sólo no hay que tener
bombillas cerca -sea en la mesilla de noche o en nuestra mesa de trabajo- sino que hay que tener en
cuenta también que una persona de 1,70 metros de altura –por poner un ejemplo- tendrá la cabeza
mientras camina -tanto en casa como en la oficina si en ambos sitios hay bombillas CFL- a menos de 50
cm de la fuente de emisión de alta frecuencia. Y es tan evidente el impacto que tienen estos campos
electromagnéticos sobre los dispositivos eléctricos –no olvidemos que nuestro organismo funciona en base
a impulsos eléctricos- que la propia General Electric realiza la siguiente advertencia en la parte posterior
del embalaje de sus CFL: “Este producto cumple con la Parte 18 del Reglamento de la FCC pero puede
causar interferencias en radios, televisores, teléfonos móviles y controles remotos. Evite colocar este
producto cerca de estos dispositivos y si la interferencia se produce aún así aléjelo más del dispositivo o
enchúfelo en otra toma de corriente. No instale este producto cerca de un equipo de seguridad marítima u
otros dispositivos críticos para la navegación o equipo de comunicación que operen entre 0,45-30 MHz”.
Es todo. De los delicados dispositivos de seguridad individuales como el corazón, el cerebro o el sistema
nervioso nadie habla. Porque eso significaría admitir una realidad que pretende negarse y asumir claras
responsabilidades legales.
“La promoción que se está haciendo de estas bombillas –nos diría Enrique Pérez, presidente de Arca
Ibérica- es sencillamente irresponsable. Las presentan como una posible solución para el problema del
calentamiento global y lo que están consiguiendo es generar o contribuir a uno mayor: el de la
hipercontaminación por campos electromagnéticos. Y con todo ese problema podría ser menor en
algunos casos que el causado por el mercurio de las lámparas”.

ELECTRICIDAD SUCIA

Además de las emisiones de radiación directa hay serios indicios de que los campos electromagnéticos
emitidos por las CFL pueden viajar a lo largo de la instalación eléctrica exponiendo a las personas a la
denominada electricidad sucia. “La electricidad sucia es un contaminante ubicuo –afirma Magda Havas,
investigadora canadiense que ha estudiado profundamente la problemática de las CFL-. Fluye a lo largo
de los cables y se irradia desde ellos”. Es decir, como estas altas frecuencias viajan a lo largo del tendido
de nuestro hogar, oficina o escuela las personas no sólo quedan expuestas por su cercanía sino que
pueden también resultar afectadas estando en otras habitaciones.

En un informe titulado Environmental and Health Concerns Associated with Compact Fluorescent
Lights (Problemas medioambientales y de salud asociados con las CFL) que presentaron al Auditor
General de Canadá en Junio del 2008 los doctores Magda Havas y Thomas C. Hutchinson -de la
Universidad Trent (Canadá)- entre otras muchas consideraciones relacionadas con los problemas de las
CFL abordaron también el problema menos conocido de la electricidad sucia. “Se ha demostrado que la
electricidad sucia –afirman- afecta negativamente a la salud humana. Un estudio reciente sobre cáncer -A
New Electromagnetic Exposure Metric: High Frequency Voltage Transients Associated With Increased
Cancer Incidence in Teachers in a California School- efectuado en una escuela de California asoció un
mayor riesgo de cáncer entre los docentes a la electricidad sucia. Los maestros que enseñaban en las aulas
donde existía electricidad suciapor encima de 113 KHz tuvieron un aumento de riesgo de cáncer de 5
veces (riesgo relativo 5,1) estadísticamente significativo. Los maestros que no enseñaban en esas aulas
tenían un riesgo de 1,8. Las bombillas CFL generan cerca de 300 unidades de electricidad sucia”. Por lo
que concluirían: “Es evidente que una casa llena de bombillas de este tipo podría tener graves
consecuencias para la salud”.
Los investigadores aportan otro ejemplo significativo: en una escuela del estado de Wisconsin (EEUU)
cuyos habitantes sufrían el Síndrome del edificio enfermo una vez la calidad de la potencia eléctrica se
mejoró con filtros de línea conectados a las salidas de corriente la salud de estudiantes y profesores
mejoró notablemente. Eliminada la electricidad sucia sólo 3 de los 37 alumnos que sufrían de asma y
utilizaban inhaladores a diario volvieron a requerirlos… y sólo para asma inducida por el ejercicio. “Si
algunas CFL –señalan los investigadores- producen electricidad suciay ésta está asociada con la
enfermedad es evidente que estas bombillas deben ser rediseñadas”.

EMISIONES ULTRAVIOLETAS Y OTROS PROBLEMAS

El vapor de mercurio existente en las CFL, al ser excitado eléctricamente, emite radiación ultravioleta
que al interactuar con las sustancias químicas del interior de la bombilla genera luz. Según Philippe
Laroche -responsable de Relaciones con los Medios del Ministerio de Sanidad canadiense- las CFL, a
diferencia de las lámparas de tubos fluorescentes, no tienen difusores para filtrar la radiación
ultravioleta. “Por tanto –afirmaría- puede haber problemas de sensibilidad cutánea, especialmente en
personas con determinadas enfermedades de la piel”.

Según la BBC la propia Health Protection Agency (HPA) británica ha advertido del riesgo de estar a
menos de 30 cm de estas bombillas durante mucho tiempo. Y aunque luego han aparecido “expertos” que
han intentado quitar hierro al asunto diciendo que no existen pruebas de que supongan una amenaza de
cáncer la citada agencia ha manifestado que pedirá que se investiguen los bulbos de las CFL –de distintas
formas y tamaños- tras recibir la protesta de varios grupos que representan a personas que sufren
problemas de sensibilidad a la luz.

También la British Association of Dermatologists se ha pronunciado contra estas bombillas ante las
quejas de reacciones adversas presentadas por sus pacientes y ha solicitado al Gobierno que una vez se
legisle el cambio obligatorio de bombillas se permita a las personas con problemas de piel seguir
utilizando las clásicas.
“Estamos preocupados –aseguró el profesor Harry Moseley- por los riesgos para los pacientes sensibles a
la luz que tienen severos trastornos de piel. El pequeño nivel de rayos ultravioletas emitidos por algunas
bombillas de bajo consumo de energía podría ser perjudicial para estos pacientes. Recomiendo el uso de
las luces con un escudo protector para absorber los rayos ultravioletas”.

Y no son los únicos que advierten de este peligro. Otras organizaciones como -Migraine Action
Association o Epilepsy Action- están solicitando en Gran Bretaña una reevaluación de las medidas. Y el
Department for Environment, Food and Rural Affairs (DEFRA) -encargado como antes dijimos de la
protección ambiental en el Reino Unido- no deja de recoger informes de problemas que parecen tener su
origen en las nuevas bombillas CFL.

La BBC contó hace poco tiempo el caso de Adrian Nielsen, un varón de 63 años que poco después de
instalar bombillas CFL en su casa comenzó a tener problemas en los ojos. Neisen se había operado en el
2000 con láser para solucionar sus problemas de visión y nunca más había vuelto a tener problemas hasta
que decidió cambiar las bombillas de su domicilio. Los ojos enrojecieron, su parpadeo era constante y las
molestias –los sentía como si estuvieran llenos de arena- se volvieron insoportables. Primero le
diagnosticaron algún tipo raro de conjuntivitis y después ojos secos pero ningún medico consiguió
curarle. La irritación se prolongó hasta que comenzaron sus vacaciones y se fue a Creta. Allí sus ojos
sanaron… pero al volver a casa el problema reapareció. No fue sin embargo consciente de la causa de lo
que le pasaba hasta que leyó en un periódico la historia de una mujer que había solucionado sus mismos
problemas ¡cambiando de nuevo en casa las bombillas CFL por las antiguas incandescentes! Así que hizo
lo mismo y sus problemas terminaron.. “Yo no había pensado que podía ser la luz –declaró Neisen-.
Desde entonces me fijo de los lugares en donde las tienen. En el bar las tienen y si estoy en él una hora
comienzan los problemas en mis ojos. He ido a las empresas donde tienen esta nueva iluminación y
mientras esperaba sentado todo comenzaba de nuevo y de repente. Creo que el problema tiene que ver
con el pulso que sale de la luz fluorescente”.
Y también pueden provocar migrañas. La Migraine Action Association afirma que es a causa del
parpadeo aunque éste sea imperceptible para la vista. Las bombillas incandescentes, en cambio,
funcionan a una frecuencia de red de 50 Hertz y no generan centelleos o parpadeos. La luz se mantiene
constante, continua y natural. El filamento es demasiado pesado como para reaccionar a la frecuencia de
la red. Tarda un rato en apagarse y, por consiguiente, se evita el parpadeo. Por el contrario, en los tubos
fluorescentes el material del interior del tubo no es nada pesado y reacciona constantemente a la
frecuencia apagándose y encendiéndose; parpadea y centellea como en una discoteca. Y eso puede
producir reacciones neurológicas. De hecho los expertos avisan que personas con tendencia a la epilepsia
pueden tener síntomas parecidos a los de un ataque. Y los fabricantes lo saben porque precisamente para
intentar evitar que eso se produjera colocaron en las CFL conmutadores electrónicos que al mismo
tiempo que aumentan la frecuencia debieran acabar con los centelleos. Sin embargo lo que parece
haberse conseguido es impedir su detección visual, no el hecho de que se produzcan. El biólogo de
construcción e ingeniero Norbert Honisch afirma que sigue produciéndose el parpadeo. Simplemente no
se ve porque son procesos tan rápidos que no se pueden visualizar pero el parpadeo sigue existiendo e
irritando biológicamente. Y los síntomas descritos para otros tubos fluorescentes pueden acabar siendo
comunes para las CFL: presión en la cabeza, mareos, malestar en general, debilidad, temblores,
nerviosismo, miedo, sensación de frío, daños neurológicos, hipoglucemia…
Y para colmo de males la calidad de la luz de las CFL es mala. Muy mala. El espectro de luz, es decir, el
reparto de los diferentes pigmentos es muy deficiente en los minitubos fluorescentes. La luz es más
deficiente que en las iluminaciones tradicionales. Obviamente la mejor luz es la diurna. Siendo luego la
bombilla halógena la más cercana a la naturaleza y equilibrada en relación al reparto del espectro de la
luz. Es más, tienden un poco a la rojez -como en la luz del amanecer o del atardecer- lo que les otorga un
cierto calor y sensación agradable. Las CFL y sus hermanos mayores, los fluorescentes, salen en cambio
muy mal parados en la comparación. Su espectro de luz es poco homogéneo y poco natural, distorsiona
ciertos colores y disminuye los otros. Su luz no es ni armónica ni saludable.

David Adams, portavoz del Royal National College for the Blind de Hereford (Reino Unido), denunció en
la BBC que las CFL van a hacer la vida más difícil a las personas con problemas en la vista como
consecuencia de la luz difusa que generan frente al alto grado de contraste de las bombillas tradicionales.
Lo que corroboraría el ya citado Larry Benjamin -del Royal College of Ophthalmologists- quien declaró
-como adelantamos al principio de este reportaje- que “las bombillas incandescentes son una brillante
fuente de iluminación general y es preocupante saber que si desaparecen nuestros pacientes no podrán
tener el mismo nivel de iluminación en sus hogares. Porque hay evidencias de que una baja iluminación
puede dar lugar a un mayor número de caídas en personas con baja visión”.

LAS LED

Y encima no está tan claro que exista un ahorro real. La energía consumida para fabricar una CFL –
debido a sus componentes- es mucho mayor que la que se necesita para una bombilla incandescente.
Además las CFL emiten menos calor por lo que aunque en un hogar el impacto sea mínimo a gran escala
podría suponer tener que aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) al obligar a los
sistemas de calefacción de petróleo o gas a funcionar con más frecuencia. Y el efecto en el caso de la
refrigeración será a la inversa durante los períodos de calor. En el 2007 un investigador en recursos
naturales de Canadá calculó el impacto de sustituir cinco bombillas incandescentes de 77 vatios utilizadas
tres horas al día por otras CFL de 19 W y el resultado fue que las primeras redujeron la necesidad de
aire acondicionado en 55 kilovatios hora (kWh) mientras las segundas aumentaron la necesidad de
calefacción en 184 kW h. Sólo generaron un ahorro anual de ¡12 dólares! El estudio fue publicado por la
Canada Mortgage and Housing Corporation (CMHC). Luego, ¿alguien cree aún en serio que se justifica
exponer a todos los españoles a los riesgos para la salud aquí apuntados cuando el ahorro real de instalar
las bombillas CFL sería de dos dólares y veinte centavos al año por bombilla?

Aunque lo más sangrante es que de haber querido hacer una auténtica apuesta por una energía limpia a
la par que saludable se debió haber escogido las lámparas LED -acrónimo del inglés Light-Emitting
Diode (Diodo emisor de luz)-. Consumen un 92% menos que las bombillas incandescentes de uso
doméstico común y un 30% menos que la mayoría de los sistemas de iluminación fluorescentes. Y además
pueden durar hasta 20 años. “En pocos años –nos aseguraría Pablo Mata- la tecnología LED multiplicará
sus prestaciones dejando en segundo plano cualquier otra tecnología luminosa debido a su alto
rendimiento, larga vida útil (hasta 100.000 horas) y carencia de sustancias tóxicas. Las bombillas LED no
emiten además luz infrarroja ni ultravioleta, no parpadean y tienen un consumo estable durante el
encendido o apagado siendo por ello las de menor consumo del mercado”.

¿Sorprendido? Ciertamente hoy por hoy se trata de bombillas más caras -el precio de una LED ronda los
10 euros frente a los 3 de la CFL- pero es de suponer que con una adecuada inversión y un alto consumo
los precios podrían reducirse considerablemente. Además el coste del kilovatio/h de una LED sale en
torno a 16,80 euros mientras la CFL es de 126. La organización Next Up -que apoya las iniciativas del
grupo Bioinitiative- ha calculado que sustituir en Francia todas las bombillas actuales por lámparas CFL
supondría dividir su factura energética por 4 pero hacerlo por lámparas LED la dividirla por 24. Son
pues, sin lugar a dudas, la alternativa real y limpia.

“Las lámparas fluorescentes compactas de energía eficiente comercialmente disponibles –asegura la


doctora Havas- generan radiación de radiofrecuencia, radiación ultravioleta y electricidad sucia,
contienen mercurio -conocido neurotóxico- y están provocando que algunas personas enfermen, incluidos
quienes sufren de migrañas, epilepsia, problemas de piel y sensibilidad a los aparatos eléctricos. En lugar
de promover las bombillas fluorescentes compactas los gobiernos de todo el mundo deben insistir en que
se fabriquen bombillas que sean electromagnéticamente limpias y no contengan productos químicos
tóxicos. Algunas están disponibles (LED) pero aún no son asequibles. Con un número creciente de
personas manifestando electrohipersensibilidad tenemos un grave, emergente y recientemente
identificado riesgo para la salud que puede empeorar hasta que nuevas regulaciones restringiendo la
exposición a contaminantes electromagnéticos sean aplicadas”.

En suma, por lo que a nosotros se refiere, señor ministro, quédese usted con su envenenado “regalo”.

Antonio F. Muro

Qué hacer si se rompe una bombilla de bajo consumo CFL


Éstas son las normas de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos en caso de rotura de una
bombilla de bajo consumo o CFL:

Antes de la limpieza: airear la habitación:

-Las personas y animales domésticos deben abandonar de inmediato la habitación sin que nadie camine
al salir por la zona de la rotura.

-Abra una ventana y abandone la sala durante 15 minutos o más.

-Apague el sistema central de calefacción-aire acondicionado en caso de que lo haya.

Medidas para reforzar la limpieza de superficies duras:

-Recoja cuidadosamente los trozos de vidrio y polvo usando un papel rígido o cartón y colóquelos en un
frasco de vidrio con tapa de metal -por ejemplo, un tarro de conservas- o en una bolsa de plástico sellada.
-Utilice una cinta adhesiva para recoger los restos de los fragmentos de vidrio y polvo más pequeños.
-Limpie el área afectada con toallas de papel húmedo o toallitas húmedas desechables y luego deposítelas
en un frasco de vidrio o bolsa de plástico.

-No use aspiradora o escoba para limpiar la bombilla rota sobre superficies duras.

Pasos de limpieza para alfombras o alfombras:

-Recoja cuidadosamente los fragmentos de vidrio y colóquelos en un frasco de vidrio con tapa de metal
-por ejemplo, un tarro de conservas- o en una bolsa de plástico sellada.

-Utilice cinta adhesiva para recoger los restos de los fragmentos de vidrio y polvo más pequeños.

-Si es necesario pasar la aspiradora una vez los materiales visibles han sido retirados pásela por el área
donde la bombilla se rompió.

-Retire la bolsa de la aspiradora -vacíe y limpie el filtro además- y ponga ésta o los desechos en una bolsa
de plástico sellada.
Pasos a seguir para la limpieza de ropa, ropa de cama y otros materiales blandos:

-Si la ropa u otros materiales de la cama entran en contacto directo con el vidrio roto o el polvo de
mercurio contenido en el interior de la bombilla debe tirarla. No lave la ropa porque los fragmentos de
mercurio en la ropa pueden contaminar la máquina y / o contaminar las aguas residuales.

-Sí puede lavar la ropa y aquellos otros materiales que hayan estado expuestos al vapor de mercurio; por
ejemplo, la que llevaba cuando limpió la CFL rota. Pero siempre que las prendas de vestir no hayan
entrado en contacto directo con los materiales de la bombilla rota.

-Si los zapatos entran en contacto directo con los vidrios rotos o con el polvo de mercurio contenido en la
bombilla límpielos con toallas de papel húmedo o toallitas húmedas desechables. Luego coloque las
toallas o paños en un frasco de vidrio o bolsa de plástico para su eliminación.

Eliminación de los materiales de limpieza:

-Coloque de inmediato todos los materiales de limpieza al aire libre en un contenedor de basura o área
protegida.
-Lávese bien las manos tras deshacerse de los frascos o bolsas de plástico que contengan los materiales de
limpieza.

-Verifique con su gobierno estatal o local los requisitos para la eliminación de los residuos en su área
específica. Algunos estados no permiten echar estos residuos en la basura sino que exigen que los bulbos
que contienen el mercurio –los rotos y los no rotos- sean llevados a un centro de reciclaje local.

Limpieza futura de alfombras o moqueta: airee la habitación durante y después de pasar el aspirador.
-Las siguientes veces que pase el aspirador cierre el sistema central de calefacción-aire condicionado y
abra una ventana antes.

-Mantenga cerrado el sistema central de calefacción-aire acondicionado y la ventana abierta al menos 15


minutos después de pasar la aspiradora

Los peligros de la bombilla de ahorro


Provocan migrañas, vértigos, eccemas. Si se rompe una de estas lámparas, el polvo es altamente tóxico. Un
informe del Ministerio de Medio Ambiente británico genera alarma
PACO REGO

ASÍ NOS AFECTARÍA. 1) La


luz de la bombilla llega a los
receptores lumínicos del
cerebro. 2) Si es mucha la
intensidad, las neuronas envían
impulsos a varias zonas. 3) La
presión sanguínea aumenta e
irradia dolor a la parte lateral y
frontal de la cabeza.
Cuidado! No es luz todo lo que reluce. Antes de cambiar una bombilla incandescente -la de toda la vida- por
otra más moderna y de bajo consumo, lea este reportaje. Usted decide. Cierto que la nueva le durará hasta 10
veces más y que gastará un 80% menos de electricidad. Su bolsillo y el medioambiente se lo agradecerán. Pero
en cambio su salud podría estar en precario. Ya sólo sus nombres asustan: migrañas, vértigos, eccemas...
Riesgos potenciales que, según expertos, entrarían en nuestros hogares con el simple (¿y ecológico?) gesto de
reemplazar las bombillas tradicionales por las ahorradoras (conocidas como Lámparas Compactas
Fluorescentes, CFL en inglés), cada vez más de moda en el mercado.

Tan peligrosas serían las nuevas -contienen mercurio- que, en caso de rotura, lo más sensato sería desalojar el
lugar al menos durante 15 minutos. Tampoco es recomendable recoger los restos con aspiradora ya que podría
inhalarse el polvo contaminado con el tóxico. Ahí no queda la cosa. Por si fuera poco, la luz de estas bombillas
(más intensa que la que emiten las lámparas de hilo convencionales) podría desencadenar migrañas y eccemas
en personas con la piel fotosensible. Sin embargo, nada se advierte al consumidor en los embalajes de estas
luces.

Quién iba a sospechar hasta hace una semana -cuando el propio Ministerio de Medio Ambiente de Reino Unido
lanzaba la alarma a través de un polémico informe, tras un año promoviendo el uso generalizado de las CFL-
que esas bombillas convertidas en iconos populares de la lucha contra el cambio climático (si ahorran
electricidad, las centrales producen menos y contaminan menos), en la práctica no serían tan sanas para la gente
como en realidad lo son para el ecosistema del planeta.

«Ya se ve a muchas personas que apenas pueden tolerar, no sin problemas de piel o con dolores de cabeza, la
iluminación con bombillas de bajo consumo que se está utilizando masivamente en escuelas y oficinas»,
denunciaba estos días en Radio 4 de la BBC el portavoz de la Fundación Dermatológica Británica, John Hawk.
«Este tipo de iluminación emite radiaciones electromagnéticas que, como es lógico, pueden llegar a alterar
determinadas proteínas de la piel y producir así una reacción alérgica, lo que se llama fotosensibilidad», explica
el doctor Julián Conejo-Mir. «No se puede descartar, por tanto, que aparezcan eccemas en la piel. Dependerá,
en cualquier caso, del número de horas de exposición, de cada persona y de la distancia a la que se encuentre de
la bombilla», añade el presidente de la Academia Española de Dermatología.
¿Estamos seguros en nuestras casas? Parecidos son los temores que suscitan los compuestos de las alfombras,
sofás o televisores, fabricados con los llamados retardantes bromados del fuego, que se usan para reducir el
riesgo de incendio. O los detergentes. O los mata cucarachas. Todos los días estamos expuestos a un sinfín de
productos (según la Unión Europea hay en circulación unas 200.000 sustancias químicas legales) que nos
penetran por la nariz, la boca, la piel, los ojos...

La respuesta de las compañías al controvertido e inesperado estudio británico ha sido hasta ahora el silencio.
Desde la sucursal de Osram en España, firma alemana líder en la fabricación de lámparas de bajo consumo, los
ecos que llegan a Crónica son de escepticismo e incredulidad. «Nos ha cogido de sorpresa. Es una exageración
que no tiene base científica alguna. Estamos a la espera de lo que nos digan los jefes en Alemania. Se está
estudiando», es toda la explicación que da una empleada de la multinacional.

Todas estas circunstancias arrojan más sombras que luces sobre los planes gubernamentales encaminados a
sustituir las lámparas de toda la vida por las de ahorro. En toda la Unión Europea, donde se estima que hay unos
3.600 millones de bombillas antiguas (aún se siguen vendiendo 2.000 millones cada año), podrían ocasionar un
apagón de los planes. De hecho, se pretende que para 2010-2015 la mayoría de los países, especialmente
aquéllos que más electricidad consumen, haya terminado la reconversión lumínica puesta en marcha por la
Comisión de la Energía de la Unión.

España, a través del Ministerio de Medio Ambiente que pilota Cristina Narbona, ha hecho del cambio de
bombillas una de sus banderas verdes y fijado 2011 como fecha de su implantación en los hogares y centros de
trabajo.

A la idea se han sumado ya varias ciudades españolas como Pamplona, Badajoz o Elgoibar, donde el Ente
Vasco de Energía ha repartido 500 lotes compuestos por una bombilla de bajo consumo y diferentes guías con
pautas para lograr el máximo ahorro energético en las casas. Igual camino está previsto que recorra Madrid,
próximamente, con la sustitución paulatina del alumbrado público (ya se hizo en esta Navidad con buena parte
de las luces decorativas), y una campaña destinada a promover el uso doméstico e industrial de las nuevas
bombillas.

¿Deberíamos tener miedo? Laura Hortelano, al menos, sí. «Tengo en casa lámparas de bajo consumo y padezco
migrañas», dice a Crónica esta ciudadana, temerosa de las conclusiones que arroja el estudio británico. Nada
extraño, sin embargo, para el neurólogo José Carlos Alvarez, del hospital Ramón y Cajal de Madrid: «Es cierto,
hay personas con jaqueca que cuentan que la luz puede desencadenarles un episodio de migraña. Habrá que
estar atentos». Y tanto...

  

http://www.elmundo.es/suplementos/cronica/2008/638/1200178806.html

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Salud
Salud |22 Ene 2008 - 10:54 pm

Los bombillos ahorradores serían dañinos para la salud


Por: Elespectador.com

Un estudio de la Agencia Británica del Medio Ambiente señaló que cuando las personas son
expuestas a la luz de los bombillos ahorradores de energía podrían se víctimas de mareos,
alergias y brotes, entre otros padecimientos.

Así mismo, el Informe señala que se podría padecer migraña o vértigo, como consecuencia de que la luz de esos
bombillos podría influir en el tallo cerebral.

"El tallo cerebral es una estructura muy importante porque controla todo el organismo y también a partir del
tallo cerebral hay una relación grande con el control del equilibrio. No es cuánto tiempo me exponga yo al
estímulo, sino que tan intenso es ese estímulo que logre disparar mi cerebro", señaló el médico neurólogo
Michel Volcy, en declaraciones a Noticias Caracol.

Según el doctor Volcy, esas bombillas, las cuales contienen en su interior una cantidad mínima de mercurio,
emiten una luz con una intensidad y una onda bastante alta, la cual lograría penetrar fácilmente en el tejido
subcutáneo, lo que provocaría una irritación en la zona afectada, así como el deterioro de la misma.
De igual manera, hay quienes sostienen que la cantidad de mercurio en los bombillos sí podría afectar la salud
de quienes se expongan al mismo, en caso de que se rompa el cristal, toda vez que al romperse la lámpara
fluorescente, se expandiría el gas.

Expertos recomiendan que en caso de romperse el bombillo, lo mejor es no recogerlo directamente con las
manos, sino utilizar algún tipo de herramienta para llevar a cabo la labor, o al menos, protegerse con guantes.

Sin embargo, el Gobierno Nacional aún no se ha pronunciado respecto al tema y se mantiene en la postura de
cambiar todos los bombillos de luz amarilla en el territorio nacional, precisamente a los ahorradores.

A partir del año 2010, se espera que en todos los hogares colombianos se utilicen este tipo de bombillos o tubos
fluorescentes.

Elespectador.com| Elespectador.com

http://realidadyficcion2070.blogspot.com/2010/12/segun-biologos-alemanes-los-focos.html

LA REALIDAD SUPERA LA FICCIÓN

jueves 16 de diciembre de 2010


Según biólogos alemanes, los focos ahorradores dañan la salud
El biólogo alemán Johannes Schmidt, a nombre de la Federación Alemana de Biología de la Construcción, afirmó que los
focos ahorradores son dañinos para la salud, ya que además de contener mercurio -un metal pesado altamente tóxico-
no se debe subestimar la elevada radiación electromagnética que emiten este tipo de luminarias.

Según Schmidt, los focos ahorradores superan la norma mundial de radiación para computadoras en algunos casos
entre 12 y 40 veces. También previno sobre las consecuencias a largo plazo por la exposición al espectro de luz que
generan este tipo de lámparas, ya que se trata de un efecto titilante "del cual se sabe demasiado poco".

Un componente azul de la luz emanada por los focos ahorradores podría ser en algunos casos el causante de estrés e
insomnio debido a que inhibe la secreción de la hormona del sueño, la melatonina. Por el contrario, el espectro de los
focos incandescentes tradicionales es más similar al de la luz solar y sus efectos son considerablemente menores.
A pesar de todo lo antes mencionado, la tecnología con que se
construyen los focos ahorradores ha mejorado en los últimos años.
Originalmente, este tipo de luminarias llegaban a contener hasta 25
miligramos de mercurio, pero en la actualidad se les adiciona menos
de 5 miligramos. No obstante, es mejor tener precauciones, ya que a fin
de abaratar costo,s muchos fabricantes se apartan de la norma
establecida.

Sin dejar de lado la radiación y los elementos tóxicos que se liberan al


hacer uso de este tipo de luminarias, no pueden ignorarse que los
beneficios globales al medio ambiente, aparentemente siguen siendo
mayores.

Por lo pronto, se recomienda una enorme precaución en el manejo de


los llamados focos ahorradores. Especialmente cuando uno de ellos se
rompe, ya que si esto ocurre, se libera una porción del mercurio
altamente tóxico. Los expertos recomiendan que cuando esto llegue a
pasar, se abandone de inmediato el área donde haya ocurrido el
percance por lo menos durante 15 minutos. Posteriormente, los restos de la lámpara deben recogerse evitando el
contacto directo con las manos.

Publicado por JON82 en 10:07

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