El estilo de vida occidental ha propiciado que las personas centren la
actividad mental en los estímulos negativos, y piensen constantemente
en problemas que no pueden solucionar, lo que origina y alimenta los estados depresivos, de forma que si el paciente no cambia su actitud resulta difícil que salga de esa situación. En estos casos, los ejercicios de meditación pueden servir como apoyo a los fármacos.
¿Y cómo lo logramos? Pues a través de un proceso de meditación que
no sólo nos va a ayudar a relajar nuestra mente, sino que va a tener beneficios directos en nuestro organismo, ya que, al conectar cuerpo y mente, se establece una relación que permite al paciente reconocer también las señales de que algo va mal que le envía su cuerpo, algo que permite entre otras cosas disminuir los signos del envejecimiento y estimular el sistema inmune. Una de las razones de que esto ocurra así es muy sencilla, se debe a que para culminar con éxito dicho proceso de meditación es necesario trabajar aspectos físicos tales como la respiración o nuestra higiene postural.