El amor ha de formar parte de la educación y ser el elemento sobre el
que se apoya el proceso educativo. Un niño necesita muchas cosas para su desarrollo, y el amor quizás sea una de las principales cosas que necesita, veamos que aporta el amor:
Cuando un niño recibe amor, se siente querido y sobre todo se
percibe digno de ser querido. Esto favorece el desarrollo de una sana autoestima.
El niño que recibe amor, aprende unos patrones de apego
saludables. Por lo tanto establecerá vínculos sanos en un futuro.
Cuando el niño no recibe amor puede convertirse en una
persona dependiente, y anhelante de muestras de afecto y cariño.
El amor recibido por el niño le sitúa en un clima favorable para
su desarrollo y le evita sensaciones de desamparo o desconfianza.
El amor le aporta seguridad y confianza al niño que le permitirá
enfrentarse a situaciones desagradables y adversidades de una manera segura.
El niño que se percibe amado, percibirá y buscará consuelo en
las personas que le quieren y desarrollará su inteligencia emocional, además de evitar el desarrollo de malestar emocional.
Más allá del amor, la percepción
Es fundamental introducir el amor en nuestras dinámicas relacionales, no
se trata solo de quererlos, sino y sobre todo de permitir que ellos se den cuenta de que les queremos, que sean conscientes del amor que tenemos hacía ellos, que puedan percibir ese amor.
Es decir, además de querer a los niños debemos demostrarles que les
queremos. Si el niño no se percibe querido, podrá tener importantes consecuencias negativas para su bienestar, autoestima y futuras relaciones y vínculos.