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Introducción
Catecismo de la Iglesia Católica (2558-2565) VER EL TEMA EN EL YOUCAT
El catecismo, luego de vincular esta parte con la anterior (moral), parte desde la pregunta
“¿Qué es la oración?”. A esta pregunta intenta responder con alguna “definición”, pero luego
lo mira desde tres puntos de vista:
Abraham
Moisés
Salmos
Moisés
Moisés, por su oración -relación-, aparece como un personaje ejemplar en el CEC. Su relación
pasa por distintas situaciones, en el libro del Éxodo podemos ver los siguientes textos:
3,1-12
o 1-6: manifestación a través de la zarza ardiente
o 7-12: misión de Moisés
32,11-14: Intercesión por el pecado del pueblo
33,12-17: Oración de Moisés (que Yhwh esté con ellos)
Salmos
“Los Salmos alimentan y expresan la oración del pueblo de Dios como asamblea, con
ocasión de las grandes fiestas en Jerusalén y los sábados en las sinagogas.” (2586)
“Tanto si se trata de un himno como de una oración de desamparo o de acción de
gracias, de súplica individual o comunitaria, de canto real o de peregrinación, o de
meditación sapiencial, los salmos son el espejo de las maravillas de Dios en la historia
de su pueblo y en las situaciones humanas vividas por el salmista.” (2588)
División del libro
En su forma actual, el salterio está dividido en cinco libros que terminan con una doxología: Sal
1-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150
A. Sal 3–41. El llamado «Salterio de David» porque todos, a excepción del 33, tienen la
indicación «de David» (ledawid). En muchos de ellos faltan indicaciones de tipo litúrgico, y
esto hace suponer que la colección fue concebida como un librito de oraciones o de
devoción para uso privado. La mayoría son cantos individuales.
B. Sal 42–83, con el apéndice 84–89. Llamado «Salterio Elohísta» porque siempre usa el
nombre de Elohîm (no el de Yahvé) para referirse a Dios.
C. Sal 90–149: esta gran colección se diferencia de las anteriores en que faltan casi por
completo las indicaciones litúrgico-musicales, y en muchos casos el nombre del autor. Se
compone de cuatro colecciones:
A. – Sal 90–104: sin carácter especial, aunque reúne muchos himnos monoteístas.
B. – Sal 108–110, 138–145: resto de una tercera colección de salmos de David.
C. – Sal 120–134: libro de los «Cantos de peregrinación» o «Cantos de la subida (a
Jerusalén)».
D. – Sal 105–107, 111–114, 116–118, 135–136, 146–149: los «Aleluya» que cierran las tres
colecciones anteriores o sus partes.
Himnos: composición bastante uniforme. Comienzan con una exhortación a alabar a Dios. A
continuación se indican los motivos de alabanza (diversidad de motivos). La conclusión repite
la fórmula introductoria o expresa una oración. (Ej.: Sal 8)
Súplicas y lamentaciones: no cantan la gloria de Dios, sino que se dirigen a él. Invocación,
petición de ayuda, oración, expresión de confianza. En la parte central se intenta conmover a
Dios. A menudo concluye con la certeza de ser atendido y con una acción de gracias. Pueden
ser colectivas (12, 44, 60, etc.), o individuales (3, 5-7, 13, 17, etc.).
La Oración de Jesús
Partimos de la lectura de Lc 11,1-13
A lo largo de los evangelios Jesús aparece rezando. Esto no se limita sólo a los momentos
decisivos, sino que es algo permanente. Así vemos a Jesús rezando…
Además del ejemplo, también enseña como un maestro. Su oración provoca que ellos quieran
aprender de su maestro (Lc 11,1-13). En el Sermón de la montaña encontramos muvhas
enseñanzas sobre la oración.
- Bendictus: Lc 1,68-79
- Magnificat: Lc 1,46-55
Oración en el CEC
Comienza resaltando el rol de la oración en las comunidades primitivas (Hch 2,42). Habla luego
de “oraciones principales”:
La oración tiene que repercutir en la vida cotidiana, dónde siempre tenemos que buscar la
union con Dios. Cada acontecimiento, cada encuentro, puede ser un impulso para una oración.
La oración se puede dar en cualquier lado, aunqeu hay lugares que son más significativos.
- Vocal: exoresar lo que nos pasa, ya sean quejas, ruegos, alabanza, acción de gracias.
- Meditación: busqueda orante que parte de un texto o una imagen sagrada. Es buscar
el silencio para experimentar la cercanía de Dios y encontrar su presencia.
- Contemplación: estar ante Dios.
“La oración, según ella (Teresa), se extiende a la vida, se abre a la historia misma de la persona
o de la comunidad orante. Señala con viveza y claridad deslumbrante la “empresa” u objetivo
que se persigue: ser amigas de Dios y entre sí, imagen real y atractiva de la Iglesia…” (p.10)
“Confiesa Teresa: “Comencé a tener oración sin saber qué era” (V 9,4). O sea que, antes del
qué y del cómo, hay una vida que se va abriendo a tientas, aunque con decisión en instinto
certero: hay una experiencia, una actitud vital ante una realidad tan entrañada en el ser como
es la relación interpersonal, con Dios o con los semejantes.” (p.11)
“No esperes, pues, a tener todo claro para obrar, a comprender para vivir, antes obra y vive, y
la luz se hará.” (p.11)