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29-01-2018

Diario filosófico

En verdad les digo que si no se convierten y se hacen como niños, no entrarán en el reino
de los cielos. Comentario [U1]: Frase filosófica

Jesús de Nazaret, Mateo 18-3

En el día de hoy, he sentido que el tiempo ha pasado a una velocidad


tremenda. El aburrimiento se apodera de mis emociones, por la rutina de
cada día y no poder hacer nada para cambiarla. En mi casa, mi madre
me repite la misma camándula de ordenar mis libros, mi tía me pide que
no dejes las cosas para última hora. Esta situación me pone a pensar Comentario [U2]: Experiencia de vida

¿Necesito del tiempo libre para ser feliz? ¿Acaso, tener un guion para
hacer las actividades de cada día proporciona seguridad, pero mata la
tranquilidad? Comentario [U3]: Problematizar mi
experiencia con preguntas

Una de las opciones que tengo ante esta situación es hacer cosas
diferentes cada día o no colocar tantas actividades para un día y de esa
forma descansar. Lo que me sorprende de esta situación es la sensación Comentario [U4]: Posible solución ante
las preguntas realizadas.
de pesadez en mis emociones, es decir, siento como una lentitud, como si
intentara mover una enorme roca y no pudiera hacerlo. Esto es increíble,
he descubierto que puedo hablar de mis emociones ante la manera como
el mundo me trata, y me siento más tranquilo. Comentario [U5]: Reflexión filosófica.
Asombro ante lo vivido. Verlo con nuevos
ojos.
No entiendo, por qué cuando pienso en la solución externa de la situación Comentario [U6]: Duda. Actitud
filosófica.
la intranquilidad continua, pero cuando me enfoco en comprender mis
emociones me tranquilizo. En ambas acciones uso el pensamiento,
aunque uno se dirige hacia afuera y otro hacia dentro ¿Qué extraña
experiencia? Comentario [U7]: Conclusión en forma
de pregunta.
Capítulo II
Actitudes filosóficas
Pensar en el vacío
La actitud filosófica es una forma de ser que se puede considerar como
condición del filosofar, el estado de ánimo que hace posible su ejercicio. Hay
algunas actitudes que son generalmente aceptadas, pero no vamos a
pretender que sean universales. La historia de la filosofía está repleta de
individuos que tienen el extraño placer de cuestionar el menor punto de
acuerdo logrado hasta el momento, con el fin de marcar para siempre esa
armonía o ese consenso con la seña de identidad de su individualidad
distintiva. Tales cualidades generales serían, por ejemplo, el deseo de saber,
que presupone la conciencia de cierta ignorancia, y de ahí el deseo de ver
progresar ese conocimiento. La duda, aunque a veces ésta se articula de
forma extraña en el seno de un dogmatismo persistente; es el caso cuando
impide tomar el riesgo de realizar una afirmación por muy provisional que ésta
sea. La filosofía zen la califica de "veneno", por ese efecto paralizante de la
acción y la toma de decisiones. La suspensión del juicio, que permite
examinar un problema con una mente relativamente abierta. Algo que con
demasiada frecuencia se limita a la consideración de hipótesis contrarias con
el fin de comprenderlas mientras en la recámara se guarda el pleno
convencimiento sobre las propias, en este caso, sería más apropiado utilizar el
término de problematización, es decir, la capacidad de considerar los
problemas planteados por ideas particulares y divergentes, ya que ésta no
excluye la toma de partido. Pero veremos esto en las competencias, aunque
también atañe a una actitud.
El asombro parece ser otra actitud aceptada por la mayoría. Permite mirar
con ojos nuevos o sorprendidos lo que aparece ante los demás como la
banalidad de lo cotidiano, por lo que resulta invisible. Pues si la observación y
el análisis parecen ser esenciales para filosofar, son habilidades que se
adquirirán como resultado de una actitud, que se podría llamar
disponibilidad, o atención, fuente de asombro. En efecto, el hecho de
discriminar presupone un aumento de la atención allí donde los hechos
ordinarios se vuelven asombrosos porque no se dan por sabidos. Ocurre lo
mismo con el cuestionamiento, que antes de ser una competencia
conceptual o analítica presupone poner en cuestión el mundo del
conocimiento y del sujeto pensante, donde ya nada es obvio. Es una especie
de regreso a la niñez, donde no hay nada dado, donde el por qué y el cómo
se exigen para todo: la mente opera en el vacío y no en la saturación.
Sócrates nos recomienda desaprender para poder pensar.
Para el enseñante:
La relación amorosa es un fenómeno a veces sorprendente. Como en los
cuentos, es posible idealizar este tipo de relaciones, pero también es
interesante confrontar la idea que nosotros tenemos acerca de diversos
defectos o taras humanas y su relación con el amor.

Cada uno de los elementos de la lista propone un defecto que puede ser
un obstáculo para querer a alguien. Se trata de determinar si este defecto
es insalvable o no lo es, argumentando el juicio que se da.

Para el alumno:
¿Podemos amar a alguien...?
• Que es idiota.
• Que es malo.
• Que es vago.
• Que no nos ama.
• Que no ama a nadie.
• Que cambia todo el tiempo de opinión.
• Que rechaza hablarnos.
• Que dice cosas malas de nosotros.
• Que es hipócrita.
• Que está loco.
• Que es mentiroso.
• Que busca pelea.
• Que es desobediente.
• Que hace todo el tiempo tonterías.
• Que es grosero.
• Que nos da vergüenza.
DISCURSO DE FEDRO
En primer lugar, pues, como digo –me contó Aristodemo–,
comenzó a hablar Fedro, haciendo ver, más o menos, que Eros era un
gran Dios y admirable entre los hombres y los Dioses por muchas otras
razones, pero fundamentalmente por su nacimiento.
–Pues ser con mucho el Dios más antiguo, dijo, es digno de
honra y he aquí la prueba de esto: padres de Eros, en efecto, ni
existen ni son mencionados por nadie, profano o poeta. Así, Hesíodo
afirma que en primer lugar existió el y luego la Tierra de amplio seno,
sede siempre segura de todos, Eros.
Y con Hesíodo está también de acuerdo Acusilao19 en que, después del
Caos, nacieron estos dos, Tierra y Eros. Y Parménides, a propósito de su
nacimiento, dice: De todos los dioses concibió primero a Eros.

Un hombre enamorado, en efecto, soportaría sin duda menos ser visto por
su amado abandonando la formación o arrojando lejos las armas, que si lo
fuera por todos los demás, y antes de eso preferiría veces morir. Y dejar
atrás al amado o no ayudarle cuando esté en peligro, ninguno hay tan
cobarde a quien el propio Eros no le inspire para el valor, de modo que sea
igual al más valiente por naturaleza. Y es absolutamente cierto que lo que
Homero dijo, que un Dios 'inspira valor' en algunos héroes, lo proporciona
Eros a los enamorados como algo nacido de sí mismo.

De aquí que también los dioses, profundamente admirados, le honraran


sobremanera, porque en tanta estima tuvo a su amante. Y Esquilo22
desbarra cuando afirma que Aquiles estaba enamorado de Patroclo, ya
que Aquiles era más hermoso, no sólo que Patroclo, sino también que
todos los héroes juntos, siendo todavía imberbe y, por consiguiente, mucho
más joven, como dice Homero. De todos modos, si bien, en realidad, los
dioses valoran muchísimo ésta virtud en el amor, sin embargo, la admiran,
elogian y recompensan más cuando el amado ama al amante, que
cuando el amante al amado, ya que está poseído por un Dios. 23Por esto
también honraron más a Aquiles que a Alcestis y lo enviaron a las Islas de
los Bienaventurados.

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