Los miro, me miro… y no veo la familia soñada, al menos
soñada por mí. Nos falta algo, aunque en verdad lo tenemos todo. Nos tenemos y eso es más que suficiente. Somos como un vitraux colorido, hecho con los pedacitos de lo que nos quedó. Somos como un reciclado de parte rotas que, aunque en pedazos, juntas forman una unidad perfecta. Somos ese rejunte amalgamado que combina en un cuadro perfecto, ese tramado de amor presente que no abandona, ese dolor silencioso que acompaña, ese abrazo cálido que aún roto, al igual que el vitraux deja pasar mucha luz. Somos el vitraux de nuestra historia, somos la perfecta unidad de los pedazos rotos que nos quedaron.