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El cambio climático ha pasado a ser uno de los principales desafíos que enfrenta el mundo
en materia de políticas. De conformidad con el cometido y el ámbito de especialización de
la institución, el FMI se centra en los desafíos fiscales, financieros y macroeconómicos.
También brinda asesoramiento (por ejemplo, a través de la asistencia técnica que
suministra a los países miembros) para que la tarifación de las emisiones de carbono y las
reformas fiscales se diseñen correctamente con el fin promover un crecimiento más verde a
nivel más amplio, sobre todo en lo que respecta a las cuestiones prácticas para encaminar
los precios en los sistemas de transporte y energía de modo que reflejen los costos
ambientales.
Implicaciones fiscales
La aplicación de cargos generalizados a los gases de efecto invernadero, como un
impuesto sobre el carbono, constituye el instrumento más eficaz para promover el uso de
combustibles más limpios y reducir el uso de la energía. Los impuestos sobre el carbono
también pueden generar caudalosos ingresos fiscales, representan una prolongación
sumamente práctica de la administración de impuestos sobre los combustibles y pueden
promover los intereses nacionales debido a los beneficios para la salud nacional y otras
ventajas.
Los mecanismos de topes y comercio constituyen otra opción, pero en general deberían
diseñarse como impuestos por medio de la recaudación de ingresos fiscales y cláusulas de
estabilización de precios.
sobre la función del FMI frente al cambio climático (Managing Director’s Statement on the
Role of the Fund in Addressing Climate Change); en un reciente documento de análisis
preparado por el personal técnico del FMI, y en los libros del FMI sobre las políticas fiscales
a las que autoridades pueden recurrir para mitigar el cambio climático (Fiscal Policy to
Mitigate Climate Change: A Guide for Policymakers) y sobre la problemática de la
implementación de un impuesto al carbono en Estados Unidos (Implementing a US Carbon
Tax: Challenges and Debates).
Un estudio reciente del FMI examina una amplia gama de instrumentos de mitigación que
podrían aplicarse en China, y concluye que los impuestos sobre el carbono y el carbón son
las alternativas más atractivas por razones medioambientales, fiscales, sanitarias y
administrativas. Actualmente el FMI evalúa el precio de las emisiones que deberían pagar
los países para cumplir con los compromisos de mitigación asumidos en París, así como el
impacto económico más amplio de la tarificación y las relaciones de compensación con
otros instrumentos. Los temas que se abordarán en la COP 22, que tendrá lugar en
Marrakech en noviembre de 2016, se analizaron recientemente en una conferencia
organizada por el FMI y otras instituciones.
Hay también amplio margen para reformar los sistemas tributarios y abordar con mayor
eficacia los problemas ambientales y conexos que pueden representar un considerable
freno para el crecimiento económico, como el impacto de la mala calidad del aire en la
salud y en la productividad, y la grave congestión de grandes centros urbanos. Los desafíos
clave son reestructurar los sistemas de tributación de la energía para abordar de forma
directa la fuente de daño ambiental (por ejemplo, al gravar las emisiones que genera la
conducción por carreteras con mucho tráfico en lugar del consumo de electricidad o la
venta de vehículos); alinear mejor los niveles tributarios con la escala de daño ambiental, y
superar los desafíos prácticos relacionados con el incremento en el costo de transporte y
energía.
En estudios anteriores del FMI se exponen los principios fundamentales del diseño de
impuestos verdes, centrando la atención en los estudios de casos de Chile y Mauricio. En
un informe de 2014 del FMI (con datos de 150 países) se presentan estimaciones de los
impuestos sobre los productos derivados de combustibles fósiles para reflejar la
contaminación y el daño ambiental asociado al uso de la energía y se destacan los
importantes beneficios en términos de impuestos, salud y medio ambiente derivados de la
reforma tributaria. Asimismo, el informe recalca el papel crítico que pueden desempeñar los
ministerios de Hacienda en la administración y el uso eficiente de los recursos.
Un estudio reciente del FMI sitúa la magnitud de los subsidios a los combustibles fósiles
como fuente de energía en todo el mundo en USD 5,3 billones en 2015, incluidos los costos
fiscales directos y los subsidios implícitos derivados de no gravar el daño ambiental o de
gravar la energía a la misma tasa que los demás productos de consumo. Un libro anterior
se basa en estudios de casos para proporcionar recomendaciones prácticas (por ejemplo,
en lo relativo a los instrumentos mejor focalizados disponibles de uso común para la
protección de los pobres) sobre la implementación de reformas del precio de la energía. En
el caso de los productos petroleros, por ejemplo, mediante la reducción de las
subvenciones podrían limitarse considerablemente las emisiones de gases de efecto
invernadero en muchos países, y al mismo tiempo se reducirían los déficits fiscales.
Otra obra reciente analiza las oportunidades para una tarificación más eficiente del agua.
Véase más información sobre las actividades ambientales del FMI en
www.imf.org/environment.