Está en la página 1de 10

Artículo de opinión

Una niñez que emigra sola.


El trabajo y la migración no son los escenarios que debiera enfrentar quien apenas empieza su vida.
Por: EDITORIAL |
9:11 p.m. | 16 de junio de 2016

El drama de la migración masiva a Europa tiene otra cara, cuya gravedad es difícil de clasificar dentro del ya muy triste y amplio rango de
posibilidades, en las que la muerte, el desarraigo y el abandono están muy presentes. Ya de por sí el destierro forzado es trágico, dada la
certeza de que la muerte está cerca. Si se logra salir vivo de allí, el drama no hace más que seguir, y peor si es para un niño.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) informó esta semana que nueve de cada diez infantes refugiados que llegaban a
Europa por Italia lo hacían sin compañía alguna. Y, según la Unicef, estos niños solitarios costean el viaje haciendo trabajos en cada punto
del recorrido, tanto en el caso de llegar por la ruta balcánica como por la mediterránea, pero terminan siendo víctimas de abusos sexuales.
Trabajadores sociales le dijeron al organismo de la ONU que algunos han sido obligados a prostituirse en Libia y que incluso han llegado
niñas embarazadas a costas y suelo italianos.

Pero este doloroso fenómeno no nos es ajeno. Es bien conocida la ola de migración solitaria de miles de menores centroamericanos hacia
Estados Unidos. Según un informe del diario español El Mundo, entre octubre del 2015 y mayo de este año más de 27.000 niños se
aventuraron solos en el camino hacia el norte desde El Salvador, Honduras y Guatemala.

Sea en el Mediterráneo o en Centro y Norteamérica, el drama y el dolor son los mismos y la ausencia de derecho es igual. A todos los que se
someten al terrible drama de la migración forzada les son arrebatados el respeto y la dignidad, y esto reviste más gravedad en el caso de los
menores.

Por eso se hace urgente que instituciones y gobiernos del mundo luchen al unísono contra toda clase de explotación infantil. El trabajo y la
migración no son los escenarios que debiera enfrentar quien apenas empieza su vida, por más difícil que sea su situación o ambiente. La
humanidad está expuesta a que toda una generación se pierda en la pobreza y la miseria si no cuidamos a la infancia, si no la protegemos de
la maldad que la empuja al mar o a las carreteras.

editorial@eltiempo.com

Artículo de opinión

Una niñez que emigra sola.


El trabajo y la migración no son los escenarios que debiera enfrentar quien apenas empieza su vida.
Por: EDITORIAL |
9:11 p.m. | 16 de junio de 2016

El drama de la migración masiva a Europa tiene otra cara, cuya gravedad es difícil de clasificar dentro del ya muy triste y amplio rango de
posibilidades, en las que la muerte, el desarraigo y el abandono están muy presentes. Ya de por sí el destierro forzado es trágico, dada la
certeza de que la muerte está cerca. Si se logra salir vivo de allí, el drama no hace más que seguir, y peor si es para un niño.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) informó esta semana que nueve de cada diez infantes refugiados que llegaban a
Europa por Italia lo hacían sin compañía alguna. Y, según la Unicef, estos niños solitarios costean el viaje haciendo trabajos en cada punto
del recorrido, tanto en el caso de llegar por la ruta balcánica como por la mediterránea, pero terminan siendo víctimas de abusos sexuales.
Trabajadores sociales le dijeron al organismo de la ONU que algunos han sido obligados a prostituirse en Libia y que incluso han llegado
niñas embarazadas a costas y suelo italianos.

Pero este doloroso fenómeno no nos es ajeno. Es bien conocida la ola de migración solitaria de miles de menores centroamericanos hacia
Estados Unidos. Según un informe del diario español El Mundo, entre octubre del 2015 y mayo de este año más de 27.000 niños se
aventuraron solos en el camino hacia el norte desde El Salvador, Honduras y Guatemala.

Sea en el Mediterráneo o en Centro y Norteamérica, el drama y el dolor son los mismos y la ausencia de derecho es igual. A todos los que se
someten al terrible drama de la migración forzada les son arrebatados el respeto y la dignidad, y esto reviste más gravedad en el caso de los
menores.

Por eso se hace urgente que instituciones y gobiernos del mundo luchen al unísono contra toda clase de explotación infantil. El trabajo y la
migración no son los escenarios que debiera enfrentar quien apenas empieza su vida, por más difícil que sea su situación o ambiente. La
humanidad está expuesta a que toda una generación se pierda en la pobreza y la miseria si no cuidamos a la infancia, si no la protegemos de
la maldad que la empuja al mar o a las carreteras.editorial@eltiempo.com
El pensar de la juventud
“Actualmente la juventud de encuentra por cambios en su forma
de pensar y de vivir, posiblemente se deberá a los cambios que
ocurre en los gobiernos y también se reflejan en el ámbito
familiar, quizás es la economía. Pero los jóvenes son más
despiertos, y difícilmente se les puede manipular. En bueno que
exista personas con iniciativa y muchas ganas de progresar.
Aunque aún continúan existiendo personas que pierden el
interés y únicamente prefieren vivir su vida de forma que sea
más fácil. Falta que la sociedad despierte y trate de encauzar
correctamente. Considero que es la apatía que orilla que estos
jóvenes no ofrezcan cosas positivas. Si todos nos interesara lo
que ocurre a los demás, nuestra sociedad sería distinta. Por lo
que es importante abandonar el desdén y apostar más por la
solidaridad entre todos”.

El pensar de la juventud
“Actualmente la juventud de encuentra por cambios en su forma
de pensar y de vivir, posiblemente se deberá a los cambios que
ocurre en los gobiernos y también se reflejan en el ámbito
familiar, quizás es la economía. Pero los jóvenes son más
despiertos, y difícilmente se les puede manipular. En bueno que
exista personas con iniciativa y muchas ganas de progresar.
Aunque aún continúan existiendo personas que pierden el
interés y únicamente prefieren vivir su vida de forma que sea
más fácil. Falta que la sociedad despierte y trate de encauzar
correctamente. Considero que es la apatía que orilla que estos
jóvenes no ofrezcan cosas positivas. Si todos nos interesara lo
que ocurre a los demás, nuestra sociedad sería distinta. Por lo
que es importante abandonar el desdén y apostar más por la
solidaridad entre todos”.

También podría gustarte